AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
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La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
No era de los mejores sitios ni mucho menos, ni siquiera un sitio ideal, un viejo callejón que daba a las puertas de casas abandonadas...casi todas tapiadas con tablones mal clavados en ella, la cambiante se abría paso distraidamente contando los francos que había ganado en su ultimo espectaculo en las Parisinas calles, había exhibido sus habilidad de cortonsión mientras bailaba con agilidad su bonito y colorido aro, o exhibiendo un colorido espectaculo de malabares, la cosa es que Yendra a veces daba esos espectaculos al aire libre para abrir bocas para invitarlos a que fuesen al circo donde ella a veces tambien hacía acto de presencia como trapecista o escapista en numeros de magia. Yendra terminó de contar y miró a su alrededor, parecía no haberse dado cuenta de por donde se había metido, más algo escuchó, un bandido de mala muerte sin duda, con un fuerte olor a alcohol se aproximó sacando una navaja. -Vaya muñeca, lo siento dulzura pero yo que tú me daría esa bonita bolsa de francos...- Dijo con una voz notablemente quebrada por la borrachera, Yendra le miró y puso una expresión de sorpresa, pero simplemente se giró a seguir andando, el hombre se acercó por detras y la puso la navaja en el cuello .-¿Es que acaso eres sorda zorra?- Gruñó con enfado, Yendra miró de reojo su brazo y despues su expresión facial cambio a una de notable enfado. -No, te he oido perfectamente.- Dijo la cambiante con los dientes bien apretados, y antes de que aquel hombre le diese tiempo a reaccionar, Yendra dió una patada hacía atrás alcanzando la entrepierna de aquel hombre que cayó de rodillas gritando, a lo que Yendra se enganchó al brazo que aun sujetaba la navaja y giro sobre el enganchandole bien hasta que un "crack" se escuchó lo que aumento los aullidos de dolor del hombre. -Gracias por tu navaja.- La cogió y se la guardó en la bota, después continuó su camino de manera casi jovial.
Cuanto más se adentró un particular olor le llego, ella se frenaba y miraba hacía una de las casas abandonadas que tan mal entablonada estaba, olía a vampiro...sin duda, quizás por el temor a estos era el motivo de que tán alarmante le fuese esto. Ladeó la cabeza y entrecerró sus azules ojos, quizás la curiosidad fuese tan poderosa que apenas se pensó el trepar por la irregular pared y colarse por un hueco que encontró en uno de los ventanales de la vieja casa, apenas había luz, pero veía lo suficiente, investigaba la zona con cautela, aquí había habido sangre...eso estaba más que claro. Sin duda, Yendra torció el gesto y miro la ventana por la que había entrado y despues se aventuró al interior de la casa, bajo a la planta baja buscando quizás algo de valor que pudieran haber dejado olvidado en el momento que abandonaron aquella vieja casa, apenas había mas allá que platos rotos o algún marco tirado en el suelo con algún borroso retrato polvoriento, Yendra bufó a unas ratas que había solo por la diversión de que huyeran. Descubrió una planta más baja, un sotano más bien, tan tetrico y frio como el que se describiría en cualquier novela de terror.
Los tablones de las escaleras de madera crujían a cada paso que daban la cambiante, apenas entraba la luz natural por unas rendijas en la parte superior de aquel sotano. -¡Qué demonios..! ¿De donde sale un olor tan horrible?. - Gruñó la cambiante ante el agobiante pestazo a sangre que invadía el sitio, lo que los ojos de Yendra no captaban por la tremenda capa de polvo de la casa, era la cantidad de runas ceremoniales dibujadas con sangre que había en el sitio, y eso era lo que la cambiante olia, tropezó con algo cayendo al suelo, con enfado se sacudió el polvo y miro lo que había sido el culpable del tropecio, pesaba mucho, lo cogió y ladeo dejando caer una catarata de polvo, un negro libro de cuero, lo abrió dejandose embriagar por el olor a papiro de las hojas, sintió enorme curiosidad por lo que era todo eso, que aun sentada en el suelo, ni siquiera se dio cuenta que se había sentado justo en el centro de una runa pintada en el suelo con caracter ceremonial, y empezó a murmurar leyendo las estrañas hojas buscando sentido a lo que allí se habian dejado olvidado...o quizás no.
Cuanto más se adentró un particular olor le llego, ella se frenaba y miraba hacía una de las casas abandonadas que tan mal entablonada estaba, olía a vampiro...sin duda, quizás por el temor a estos era el motivo de que tán alarmante le fuese esto. Ladeó la cabeza y entrecerró sus azules ojos, quizás la curiosidad fuese tan poderosa que apenas se pensó el trepar por la irregular pared y colarse por un hueco que encontró en uno de los ventanales de la vieja casa, apenas había luz, pero veía lo suficiente, investigaba la zona con cautela, aquí había habido sangre...eso estaba más que claro. Sin duda, Yendra torció el gesto y miro la ventana por la que había entrado y despues se aventuró al interior de la casa, bajo a la planta baja buscando quizás algo de valor que pudieran haber dejado olvidado en el momento que abandonaron aquella vieja casa, apenas había mas allá que platos rotos o algún marco tirado en el suelo con algún borroso retrato polvoriento, Yendra bufó a unas ratas que había solo por la diversión de que huyeran. Descubrió una planta más baja, un sotano más bien, tan tetrico y frio como el que se describiría en cualquier novela de terror.
Los tablones de las escaleras de madera crujían a cada paso que daban la cambiante, apenas entraba la luz natural por unas rendijas en la parte superior de aquel sotano. -¡Qué demonios..! ¿De donde sale un olor tan horrible?. - Gruñó la cambiante ante el agobiante pestazo a sangre que invadía el sitio, lo que los ojos de Yendra no captaban por la tremenda capa de polvo de la casa, era la cantidad de runas ceremoniales dibujadas con sangre que había en el sitio, y eso era lo que la cambiante olia, tropezó con algo cayendo al suelo, con enfado se sacudió el polvo y miro lo que había sido el culpable del tropecio, pesaba mucho, lo cogió y ladeo dejando caer una catarata de polvo, un negro libro de cuero, lo abrió dejandose embriagar por el olor a papiro de las hojas, sintió enorme curiosidad por lo que era todo eso, que aun sentada en el suelo, ni siquiera se dio cuenta que se había sentado justo en el centro de una runa pintada en el suelo con caracter ceremonial, y empezó a murmurar leyendo las estrañas hojas buscando sentido a lo que allí se habian dejado olvidado...o quizás no.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/01/2017
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Cenizas en la tierra. Rey de las mentiras. Hijo de la aurora.
"¡Acude, Oh Gran Señor De Los Abismos y manifiesta tu presencia!
Yo he concentrado mis pensamientos en el resplandeciente pináculo que brilla con lujuria que crece con el deseo.
Envía a tu mensajero de incontables deleites voluptuosos, y permite que las obscuras visiones de mis deseos obscenos, tomen forma en proezas y hechos futuros, junto a su recipiente de dulce y cálido nectar proveniente de su erecto miembro.
De la Sexta Torre de Satanás llegará, un Signo que conmoverá mi interior, y moverá mi carne a su compás.
Yo he reunido y preparado ya mis ornatos de lo que ha de ser, y la imagen por mi creada se remueve como un tremendo basilisco que espera ser soltado.
La visión se tornará realidad, a través del alimento dado por mi sacrificio, los ángulos de la Primera Dimensión se convertirán en la sustancia de la Tercera.
Sal del vacío de la noche Luz del Día, y penetra ésta mente que responde con pensamientos que conducen a los Senderos de la Lujuria más desenfrenada.
¡Oh Genios Infernales y Príncipes Del Averno!
Inflamad mis deseos sexuales, y haced que los mismos tengan feliz cumplimiento y plena satisfacción."
Aquellas palabras promulgadas salían con aspaviento de los gruesos labios de una mujer perdida en la inmensidad de la propia ténebra en la noche. Una noche para soñar e invocar. Un cuervo que se posa en uno de los mal posicionados tablones entre tantos, graznando con voz queda y ronca creando un bucle de insonoro eco que viaja a traves de las intrísecas y oscuras calles que componenían aquél abandonado lugar, tan lejos de la vida como de la bondad. Apenas cruzaban unas millas a traves del campo desde Paris para llegar a este pueblo un tanto abandonado, sobretodo en quedos barrios bajos donde la naturaleza se había prácticamente fusionado con el entorno.
Tiendas quebradas, cerradas. Restaurantes abandonados cuyas mesas llenas de polvo te contaban lentamente la historia de un tirote. Botellas rotas, partidas por la mitad como el sinfin de corazones de las damas que hacían baile y música para el lugar. Justo una de las casas cercanas a aquél bar llamado "Milk-bar" se posicionaba aquella hermosa mujer con pintas exóticas, de circo, cuyas palabras llamaban a la tormenta. Una tormenta seca, sin lluvia ni gotas mojadas, si no una danza de luces provocadas por los relámpabos añadiendo el sonido que como trompetas rotas formaban la música de aquella tempestad.
La mujer que recitaba aquellas palabras mientras las runas dibujadas junto al pentáculo o estrella de 5 puntas en el suelo, conseguían un tenue brillo, como un lúziro en el cosmos que trata de latir por si mismo. La chica sostenía un gran libro de oscuros y profanos ritos en comunión con el más absoluto de los males. Los dibujos que contenían aquellas paginas antiguas en papiro color beis, papiro de cordero sin duda, eran obscenos y extraños. Unas cabras de color rojizo montando a lo que parecían ser chicos y chicas humanas, puestos a cuatro patas como si de un perro se tratasen. Tambien había un dibujo donde un demonio no tenía miembro si no una boca dentellada con labios en su lugar, mientras una mujer besaba aquella boca y su zona erógena puesta en la cara de dicho diablo, dando a entender que daba varias sentadas sobre la lengua del demónido. Pero a nada de aquello pareció hacer caso aquella joven Circense que asumida en las tenebrosas palabras rituales hilaba lo que se avecinaría, enhebrando así la escena próxima, la catálisis de su perdición. Una dulce condena con sabor a lujuria.
Pronto fue cuando el cuervo volvía a granzar mientras la oscuridad de la noche profunda parecía hacer figuras en el cielo, aladas y con chirridos pequeños y auditivos. Una bandada de murciélagos lo suficientemente grande como para alertar a las ratas del lugar que preferían no pillarse los dedos con ninguna trampa para ratones y decidían huir de alli mas rapido que lento. El cuerpo del borracho, que probablemente estuviese sin vida por haber caido de forma equívoca por el mareo y el golpe de la chica, parecía ahora no tener ojos, como si algo o alguien se los hubiese borrado directamente del lienzo que constataba su cuadro. Moviendo varios de sus dedos y levantándose en un brillo de la cuenca ocular, parecía más un Zombie que un ser vivo. Las palabras que seguían siendo recitadas en concordancia a la tormenta, el graznido incesante del ave negra y el suave aleteo de los Murcielagos, no parecía alertar a la chica del nuevo suceso.
Tarde fué cuando aquel no-muerto acercose a la chica y esta se diese la vuelta. Justo antes de llegar el grito o la patada en defensa propia. Justo antes de llegar el gemido de ultratumba o la mordida típica del Zombie. Justo antes de siquiera enhebrarse los pensamientos de ambos teatriles en esta oscura obra, la bandada colosal de Murciélagos parecía formar una vorágine. Un tornado. Una tormenta en miniatura. Un remolino en alta mar. Una figura.. horrible y de voz más oscura que el Son de Notre-Dame. Implacable. Incesante. Con unos ojos en blanco que amainaban todo bien-estar posible de aquél rostro. Maxwell Blackbird.
Su enorme mano que ahora era garra penetró en el cráneo del No-muerto como si de mantequilla estuviese hecho, despegando de una forma tan facil que asustaría a cualquiera, su cabeza del pecho. Apretó su mano, convirtiendo aquella piel muerta en cenizas que caían lentamente al suelo que poco a poco pasaba a estar mojado por la niebla del ambiente que cada minuto que pasaba era mas densa. Solo quedaba un craneo roto, con sangre en su interio. Alzó el brazo aquella imponente y oscura figura, erguió su cabeza mirando hacia arriba mientras una catarata de color carmin bajaba desde la mandibula muerta del craneo hasta chocar contra aquellos gruesos labios, serios y fríos. Una bífida lengua, casi partida en dos podría decirse, los relamía instantes despues mientras sus ojos blancos se tornaban color verde con pupilas y contemplaban a la mujer que frente a él se disponía.
Una sonrisa de medio lado. Un terco gesto sin arrugar su incesante rostro oscuro. Una mirada de arriba a abajo. -Él quería invocarme para conseguir la vida eterna y la lujuria negra. Mira por donde.. El ritual lo ha acabado justo la gata que desearía que lo hiciera. Mi nombre es Maxwell Blackbird, Señor de la Oscuridad. Y el ritual que has leido.. es para vincular tu tierna alma. A la mia. ¿Y bien? ¿Cual dirías, hermosa dama, que es la verdad de esta ficción?
Horrible y oscura sonrisa. Colmillos largos. Vellos de punta.
Tiendas quebradas, cerradas. Restaurantes abandonados cuyas mesas llenas de polvo te contaban lentamente la historia de un tirote. Botellas rotas, partidas por la mitad como el sinfin de corazones de las damas que hacían baile y música para el lugar. Justo una de las casas cercanas a aquél bar llamado "Milk-bar" se posicionaba aquella hermosa mujer con pintas exóticas, de circo, cuyas palabras llamaban a la tormenta. Una tormenta seca, sin lluvia ni gotas mojadas, si no una danza de luces provocadas por los relámpabos añadiendo el sonido que como trompetas rotas formaban la música de aquella tempestad.
La mujer que recitaba aquellas palabras mientras las runas dibujadas junto al pentáculo o estrella de 5 puntas en el suelo, conseguían un tenue brillo, como un lúziro en el cosmos que trata de latir por si mismo. La chica sostenía un gran libro de oscuros y profanos ritos en comunión con el más absoluto de los males. Los dibujos que contenían aquellas paginas antiguas en papiro color beis, papiro de cordero sin duda, eran obscenos y extraños. Unas cabras de color rojizo montando a lo que parecían ser chicos y chicas humanas, puestos a cuatro patas como si de un perro se tratasen. Tambien había un dibujo donde un demonio no tenía miembro si no una boca dentellada con labios en su lugar, mientras una mujer besaba aquella boca y su zona erógena puesta en la cara de dicho diablo, dando a entender que daba varias sentadas sobre la lengua del demónido. Pero a nada de aquello pareció hacer caso aquella joven Circense que asumida en las tenebrosas palabras rituales hilaba lo que se avecinaría, enhebrando así la escena próxima, la catálisis de su perdición. Una dulce condena con sabor a lujuria.
Pronto fue cuando el cuervo volvía a granzar mientras la oscuridad de la noche profunda parecía hacer figuras en el cielo, aladas y con chirridos pequeños y auditivos. Una bandada de murciélagos lo suficientemente grande como para alertar a las ratas del lugar que preferían no pillarse los dedos con ninguna trampa para ratones y decidían huir de alli mas rapido que lento. El cuerpo del borracho, que probablemente estuviese sin vida por haber caido de forma equívoca por el mareo y el golpe de la chica, parecía ahora no tener ojos, como si algo o alguien se los hubiese borrado directamente del lienzo que constataba su cuadro. Moviendo varios de sus dedos y levantándose en un brillo de la cuenca ocular, parecía más un Zombie que un ser vivo. Las palabras que seguían siendo recitadas en concordancia a la tormenta, el graznido incesante del ave negra y el suave aleteo de los Murcielagos, no parecía alertar a la chica del nuevo suceso.
Tarde fué cuando aquel no-muerto acercose a la chica y esta se diese la vuelta. Justo antes de llegar el grito o la patada en defensa propia. Justo antes de llegar el gemido de ultratumba o la mordida típica del Zombie. Justo antes de siquiera enhebrarse los pensamientos de ambos teatriles en esta oscura obra, la bandada colosal de Murciélagos parecía formar una vorágine. Un tornado. Una tormenta en miniatura. Un remolino en alta mar. Una figura.. horrible y de voz más oscura que el Son de Notre-Dame. Implacable. Incesante. Con unos ojos en blanco que amainaban todo bien-estar posible de aquél rostro. Maxwell Blackbird.
Su enorme mano que ahora era garra penetró en el cráneo del No-muerto como si de mantequilla estuviese hecho, despegando de una forma tan facil que asustaría a cualquiera, su cabeza del pecho. Apretó su mano, convirtiendo aquella piel muerta en cenizas que caían lentamente al suelo que poco a poco pasaba a estar mojado por la niebla del ambiente que cada minuto que pasaba era mas densa. Solo quedaba un craneo roto, con sangre en su interio. Alzó el brazo aquella imponente y oscura figura, erguió su cabeza mirando hacia arriba mientras una catarata de color carmin bajaba desde la mandibula muerta del craneo hasta chocar contra aquellos gruesos labios, serios y fríos. Una bífida lengua, casi partida en dos podría decirse, los relamía instantes despues mientras sus ojos blancos se tornaban color verde con pupilas y contemplaban a la mujer que frente a él se disponía.
Una sonrisa de medio lado. Un terco gesto sin arrugar su incesante rostro oscuro. Una mirada de arriba a abajo. -Él quería invocarme para conseguir la vida eterna y la lujuria negra. Mira por donde.. El ritual lo ha acabado justo la gata que desearía que lo hiciera. Mi nombre es Maxwell Blackbird, Señor de la Oscuridad. Y el ritual que has leido.. es para vincular tu tierna alma. A la mia. ¿Y bien? ¿Cual dirías, hermosa dama, que es la verdad de esta ficción?
Horrible y oscura sonrisa. Colmillos largos. Vellos de punta.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
La cambiante leía con suma concentración aquel escrito, en ese viejo libro, frunciendo el ceño por las palabras que en él había, esto tenía todo el aspecto de un ritual oscuro y lascivo, sin duda, y esos horribles y lascivos dibujos que aquél oscuro libro presentaba, aunque mentiría esa cambiante si dijese que no podía evitar ver los morbidos dibujos, mientras no parecía muy consciente de aquello que ocurría a su espalda por la concentración, el graznar del cuervo la despertó de la lectura y el dibujo que tanta curiosidad la daban, se extrañó de que un cuervo se hubiese colado en ese sotano de una vieja casa -¿Pero qué?.- Dijo con extrañeza, mientras volvía su vista a ese libro que tán sinuoso se mostraba. Chasqueo la lengua por el desconcierto sobretodo cuando llegó el sonido lejano de los aleteos de murcielagos, Yendra empezó con breves sospechas de que quizás había hecho algo más que leer un libro y no comprendía bien el qué.
Se giró bruscamente cuando sintió una presencia a su espalda, la cambiante abrío los ojos al más no poder y se giró con velocidad a mirar trás ella, apenas abría la boca para dar un alarido más por la impresión que otra cosa y la tensión de la situación que se había formado mientras leia al parecer. El zombie que era aquel hombre borracho que la intentó atacar antes de entrar en este sinuoso lugar, ella dió un sobresalto, pero sus azules ojos se desviaron a la voragine de murcielagos que había entrado en aquel infernal sotano, sin explicación alguna de ello. Yendra retrocedió velozmente cuando una enorme figura se formó tras aquél zombie y le revento como si de una simple ramita se tratara la cabeza de ese ser zombificado. La cambiante se encogió mirando la enorme figura, casi sín habla al completo, de echo, debido a lo que ocurría dejo caer el enorme libro negro de entre sus dedos, creando un sonido sordo al impactar por el suelo. El panico estaba apunto de llegar al corazón de la rubia platina cambiante.
Contempló como esa enorme figura bebia del craneo arrancado y agrietado de lo que no hace mucho era un pobre borracho. Tragó saliva notablemente la cambiante observando esa aterradora imagen, sín saber bien que hacer por esa imagen escalofriante, de echo empezó un plan de escape rapidamente, no creia que se quedara mucho tiempo ante ese peligro mayor, cuando volvió a mirarlo el enorme ser que olia a no-muerto la miraba con esos ojos verdes, ella retrocedió más aun. Más las primeras palabras suenan atronadoras y escalofriantes, cuando se presentó la cambiante dudó, pero desde luego la frase que lo continuó hizó que su corazón se encogiese. -¿Vincular qué? os confundis yo no he vinculado nada...solo entré aquí por casualidad...esto es solo un mal entendido...- Dijo con muy notable nerviosismo, mientras trató de rodear al inmenso vampiro, para huir de ese lugar, mientras su corazón estaba a punto de salirsele del temor.
Se giró bruscamente cuando sintió una presencia a su espalda, la cambiante abrío los ojos al más no poder y se giró con velocidad a mirar trás ella, apenas abría la boca para dar un alarido más por la impresión que otra cosa y la tensión de la situación que se había formado mientras leia al parecer. El zombie que era aquel hombre borracho que la intentó atacar antes de entrar en este sinuoso lugar, ella dió un sobresalto, pero sus azules ojos se desviaron a la voragine de murcielagos que había entrado en aquel infernal sotano, sin explicación alguna de ello. Yendra retrocedió velozmente cuando una enorme figura se formó tras aquél zombie y le revento como si de una simple ramita se tratara la cabeza de ese ser zombificado. La cambiante se encogió mirando la enorme figura, casi sín habla al completo, de echo, debido a lo que ocurría dejo caer el enorme libro negro de entre sus dedos, creando un sonido sordo al impactar por el suelo. El panico estaba apunto de llegar al corazón de la rubia platina cambiante.
Contempló como esa enorme figura bebia del craneo arrancado y agrietado de lo que no hace mucho era un pobre borracho. Tragó saliva notablemente la cambiante observando esa aterradora imagen, sín saber bien que hacer por esa imagen escalofriante, de echo empezó un plan de escape rapidamente, no creia que se quedara mucho tiempo ante ese peligro mayor, cuando volvió a mirarlo el enorme ser que olia a no-muerto la miraba con esos ojos verdes, ella retrocedió más aun. Más las primeras palabras suenan atronadoras y escalofriantes, cuando se presentó la cambiante dudó, pero desde luego la frase que lo continuó hizó que su corazón se encogiese. -¿Vincular qué? os confundis yo no he vinculado nada...solo entré aquí por casualidad...esto es solo un mal entendido...- Dijo con muy notable nerviosismo, mientras trató de rodear al inmenso vampiro, para huir de ese lugar, mientras su corazón estaba a punto de salirsele del temor.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/01/2017
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Cuando esperaba yo el bien, vino el mal, cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
Los ojos oscuros como el callejó que se tercía a mano izquierda de aquél abandonado hogar, hogar que antaño perteneciera a una gran y rica familia que tuvo que huir por los desastres acaecidos. Desastres con la Peste, dado que las ratas abundaban en el lugar. Un millar de ojos en conjunto como colmena observaban tintineantes desde algún lejano lugar y a la vez cercano de aquél hogar la escena, el enorme Vampiro y la pequeña Cambiante, pues su aura era tan fuerte que entumecía las fosas nasales del villano bastante. Aquél era un gesto que nadie sabía a excepción excepcional de su hermana Bloondy Blackbird, cuando el Vampiro hacia ese gesto significaba que lo que tenía delante o lo que estaba percibiendo, le gustaba a tales límites que su cuerpo reaccionaba sin quererlo siquiera él.
Titubeante se alzaba la presencia de aquella mujer, tembloroso el pulso e imperecedera su voz. Como un árbol de hoja caduca sus nervios iban cayendo suavemente al suelo de la verdad, dejandose mostrar como un ave de rapiña con las alas abiertas temiendo ser enjaulada. Aquel semblante masculino allende en la oscuridad de su enorme pecho se unía su mano, grande como la garra de una gárgola de Notre-dame. Abierta en posesión, observaba a la chica titubeante sonriendo de medio lado con un incesante brillo en los ojos. -¡Claro que has vinculado! Mal entendido o no, el libro abriste, el libro viste y el libro leiste. El libro que cuenta cosas de mi maestro, cosas del maestro. Cosas del verdadero. En profano ritual invocaste al señor de la oscuridad y aqui me yergo ante ti, para hacerte parte de mi.
Los murcielagos estaban de festin en alguna parte no lejana de allí, el cuervo volvía a graznar mientras la Luna colosal y llena, tímidamente se ponia tras las nubes negras que amenazaban con tragarse todo Paris. Aquellas garras de gárgola agarraron por los muslos a la tímida chica, mientras que el aliento de tan oscura criatura se tornaba extraño.. en olor. Un olor incesante y creciente a Catnip, ese olor que encanta a los gatos, y él de algún extraño modo lo supo. Sus ojos abiertos, clavados en la mirada de la mujer, como si quisiese ver mas allá de la cáscara de piel mortal conforme el olor se hacía más y más desafiante. Pronto, toda la instancia tendría aquel intenso olor a Catnip como si de una nube de vapor denso se tratase conforme las garras presionaban la dulce piel de lo que parecía ser una chica circense, cambiante, y amante de ciertos... Olores.
-Cuanto menos te resistas, antes podremos consolidar... nuestra amistad. Tranquilizate, no pretendo ni matarte, ni amenazarte. Tan solo cumplo mi cometido, así como tu cumplirás el tuyo. Tu decides si.. Por las buenas... -Suspiró, excitado por el momento mientras sus ojos se volvían blancos y de su espalda aparentemente nacían dos enormes alas de murcielago pero con alguna que otra pluma negra.. bastante extraña pero elegante.
-O por las malas.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Las pulsaciones de la cambianten iban a mil por hora, mirando con sumo horror lo que ocurría, su tactica de bastante pobre idea de ir alejandose lentamente hasta dejar atrás al enorme vampiro había fallado como cabia esperar, si Yendra lo hubiese pensado mejor y no dejandose llevar por el panico habría visto que esa tactica era meramente una tonteria, y más si el enemigo era un vampiro. Tragó saliva cuando la mirada de ojos verdes del vampira se clavaba en sus claros ojos azules, ahogó un grito cuando sintió sus piernas atrapadas parandole el paso hacía la salida, sin poder dejar de temblar como una hoja, siempre lo dijeron, la curiosidad mató al gato y la cambiante se había metido en un lio muy gordo, lamentaba haber entrado, haber investigado y haber abierto el polvoroso libro que ahora mismo estaba tirado en el suelo, lo miró y despues al vampiro emitiendo un bufido, pero esté no parecía ni lo más minimamente intimidado por la cambiante, si cierto era que Yendra se había enfrentado en alguna ocasión a otros no-muertos lo cierto es que era que cuando son jovenes e ingenuos son mucho más faciles de derrotar. Tambien era verdad que este vampiro no parecía ingenuo ni cuando aun era un nenofito.
Yendra respiraba muy aceleradamente, los pensamientos no eran claro, solo deseaba echar a correr y no volver jamas, dejar esto como un mal sueño del que quisiera despertarse, más sin embargo las palabras de aquel vampiro cayeron como un jarro de agua fria, le gustase o no había vinculado su alma a la de él. -Creí que los vampiros solo os vinculabais mediante la sangre, y yo no he probado ni una gota de sangre de nadie...¿Como es posible que por una lectura esto ocurra? ¿quien es tu maestro?. - Explotó en preguntas que necesitaba respuesta a corto plazo, al menos para calmar un poco su terror, quiso moverse pero en vano, algo la sujetaba muy firmemente las piernas, intentó empujar esas garras con las manos mientras no perdía visión de ese intimidante y oscuro vampiro. -Y...¿hacerme parte de ti? explicaos...- Dijo desconfiadamente con el corazón desbocado por el miedo que sentía.
Casi incluso sentía ganas de llorar por el miedo, aunque derrepente un aroma llegó a sus fosas nasales, como una caricia suave a su rostro, Yendra cerró los ojos percibiendo ese aroma que la calmaba ciertamente, aunque aun se mantenía en alerta por el otro vampiro ya no se sentía tan angustiada, y si, Yendra tenía cierta obsesión hacía ciertas cosas, olores y otros...un punto debil o una manera de relajarse, claro que ella no aireaba estas obsesiones...pero no sabía si esto lo probocaba aquél vampiro o simplemente crecia una planta cerca de la que llegaba el olor a catnip. Más se encogió un poco cuando las garras presionaron sus piernas un poco más, volvió a mirar a ese vampiro. -¿Cual es tu cometido ese del que hablais tanto? ¿Que quereis de mi?- Dijo con confusión y aun algo de temor, pero ese olor la calmaba notablemente aunque ella no quisiese, le miró con algo más de atención ladeando la cabeza con aire curioso .-¿Quien sois?
Yendra respiraba muy aceleradamente, los pensamientos no eran claro, solo deseaba echar a correr y no volver jamas, dejar esto como un mal sueño del que quisiera despertarse, más sin embargo las palabras de aquel vampiro cayeron como un jarro de agua fria, le gustase o no había vinculado su alma a la de él. -Creí que los vampiros solo os vinculabais mediante la sangre, y yo no he probado ni una gota de sangre de nadie...¿Como es posible que por una lectura esto ocurra? ¿quien es tu maestro?. - Explotó en preguntas que necesitaba respuesta a corto plazo, al menos para calmar un poco su terror, quiso moverse pero en vano, algo la sujetaba muy firmemente las piernas, intentó empujar esas garras con las manos mientras no perdía visión de ese intimidante y oscuro vampiro. -Y...¿hacerme parte de ti? explicaos...- Dijo desconfiadamente con el corazón desbocado por el miedo que sentía.
Casi incluso sentía ganas de llorar por el miedo, aunque derrepente un aroma llegó a sus fosas nasales, como una caricia suave a su rostro, Yendra cerró los ojos percibiendo ese aroma que la calmaba ciertamente, aunque aun se mantenía en alerta por el otro vampiro ya no se sentía tan angustiada, y si, Yendra tenía cierta obsesión hacía ciertas cosas, olores y otros...un punto debil o una manera de relajarse, claro que ella no aireaba estas obsesiones...pero no sabía si esto lo probocaba aquél vampiro o simplemente crecia una planta cerca de la que llegaba el olor a catnip. Más se encogió un poco cuando las garras presionaron sus piernas un poco más, volvió a mirar a ese vampiro. -¿Cual es tu cometido ese del que hablais tanto? ¿Que quereis de mi?- Dijo con confusión y aun algo de temor, pero ese olor la calmaba notablemente aunque ella no quisiese, le miró con algo más de atención ladeando la cabeza con aire curioso .-¿Quien sois?
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Abandonad toda esperanza y entonces, desesperad, enemigos de la verdad.
El rostro del terrible destino que había llegado sin amarre a la vida de aquella inocente muchacha cargada de poder y fiereza indicaba el camino a seguir para el Señor del Terror, para la Oscuridad que camina, para el Lord Vampiro que ante ella se erguía. De entre la túnica ceremonial, justo donde estaban las colosales piernas del Terror, salía oscuridad como una niebla andante y desesperante, como el vaho en una calle fría, gélida y alejada de la mano de la inocencia. Sus ojos, afilados como los de una serpiente acechaban a la ahora su presa que temblaba de desesperación tal y como a él le gustaba. Tal y como a él le excitaba. Sonrió de forma condescendiente, sacando una gruesa y lasciva lengua que mojaba la superficie de aquella hermosa y fémina cara, la tez de la inocencia con el sabor entremezclado de la fiereza sin parangón. Sonrió. Sonrió una vez más. El olor a Catnip era poco más que brutal. Era desesperante. Agobiante. A decir verdad, era denso en desmadre.
-No me hace falta algo tan burdo y terrenal como los cuentos de críos que hablan de vampiros en la noche transformados en niebla y murciélagos. Mi alma está fraccionada. Fragmentada. Uno de esos pequeños guijarros de mi alma se encuentran dentro de ese Libro que con esmero y las partes bajas mojadas habeis leido, recitado e invocado, pequeña gata insolente. -Sonrisa cruel. Colmillos mostrados. -¿Mi maestro? El que trae la luz verdadera. La verdad y la paz. El enemigo natural del falso mesias. Del falso profeta, quien le desterró por no querer privarnos de verdades tales como la venganza, la libertad.. la lascivia. -Su mirada giro entre el cuerpo de la mujer, sobretodo contemplando su enorme escote ya que aquellos pechos que se erguían desafiantes ante él, no eran pequeños.. precisamente. Si no todo lo contrario. Había carne para días. -Parte de mi. Trabajaras para mí, harás lo que te diga.. Sin miedo a que te vaya a matar, pues no lo haré. No. No lo haré. Tus habilidades no tienen sombra, ¿Verdad? Lo se. Lo sabes. Ambos lo sabemos. Eres increíble y no me cuesta ni saberlo, ni admitirlo.
Él la contemplaba, con aquél miedo que invadía el cuerpo de la chica. Sus garras seguían en sus muslos pero subieron al culo de la cambiante para rozarlo, para tocarlo, para palparlo sin cesar, por la ropa, por encima. Por debajo. Sin ropa. La parte inferior de ésta calló en seco al suelo sin casi enterarse ella, mientras un dedo se colaba de forma juguetona por entre el hilo de aquél tanga que llevaba. Sonreía. ¿Tanga? Que juguetona. Que pilla era la gata. Sentía la imperiosa necesidad de fusionar sus labios con los de ella, sentía que el trato se sellaría herméticamente de aquella manera. Pero no. No en este justo y preciso instante. Sonrió, ladeando su melena color azabache. -Mi cometido es hacer un mundo nuevo, donde solo reine la oscuridad. Las tinieblas. La verdad verdadera. Sin dogmas ni cadenas. -Entonces, ahora si. En este momento era el momento. Sus labios se juntaron incluso de forma tierna y erotica a los de la chica, metiendo su lengua como una serpiente de cascabel se mete en su madriguera, buscando a la ajena. ¿Su aliento? Puro Catnip, tanto en tacto, en olor como en presencia. El denso olor unía a los dos cuerpos, aquél dedo que seguía entre-metido en el hilo del tanga. ¿De que color sería? Se preguntaba. Se separaba lentamente, dejando un más que visible y brillante hilo de saliva haciendo puente entre ambos labios, de una forma increiblemente lasciva. Él se sonreía, mirándola, ¿Estaba embelesada? ¿Lo había conseguido? la oscuridad los envolvía como los Murciélagos lo hacían con la noche.
-Mi nombre es Maxwell Blackbird.
-No me hace falta algo tan burdo y terrenal como los cuentos de críos que hablan de vampiros en la noche transformados en niebla y murciélagos. Mi alma está fraccionada. Fragmentada. Uno de esos pequeños guijarros de mi alma se encuentran dentro de ese Libro que con esmero y las partes bajas mojadas habeis leido, recitado e invocado, pequeña gata insolente. -Sonrisa cruel. Colmillos mostrados. -¿Mi maestro? El que trae la luz verdadera. La verdad y la paz. El enemigo natural del falso mesias. Del falso profeta, quien le desterró por no querer privarnos de verdades tales como la venganza, la libertad.. la lascivia. -Su mirada giro entre el cuerpo de la mujer, sobretodo contemplando su enorme escote ya que aquellos pechos que se erguían desafiantes ante él, no eran pequeños.. precisamente. Si no todo lo contrario. Había carne para días. -Parte de mi. Trabajaras para mí, harás lo que te diga.. Sin miedo a que te vaya a matar, pues no lo haré. No. No lo haré. Tus habilidades no tienen sombra, ¿Verdad? Lo se. Lo sabes. Ambos lo sabemos. Eres increíble y no me cuesta ni saberlo, ni admitirlo.
Él la contemplaba, con aquél miedo que invadía el cuerpo de la chica. Sus garras seguían en sus muslos pero subieron al culo de la cambiante para rozarlo, para tocarlo, para palparlo sin cesar, por la ropa, por encima. Por debajo. Sin ropa. La parte inferior de ésta calló en seco al suelo sin casi enterarse ella, mientras un dedo se colaba de forma juguetona por entre el hilo de aquél tanga que llevaba. Sonreía. ¿Tanga? Que juguetona. Que pilla era la gata. Sentía la imperiosa necesidad de fusionar sus labios con los de ella, sentía que el trato se sellaría herméticamente de aquella manera. Pero no. No en este justo y preciso instante. Sonrió, ladeando su melena color azabache. -Mi cometido es hacer un mundo nuevo, donde solo reine la oscuridad. Las tinieblas. La verdad verdadera. Sin dogmas ni cadenas. -Entonces, ahora si. En este momento era el momento. Sus labios se juntaron incluso de forma tierna y erotica a los de la chica, metiendo su lengua como una serpiente de cascabel se mete en su madriguera, buscando a la ajena. ¿Su aliento? Puro Catnip, tanto en tacto, en olor como en presencia. El denso olor unía a los dos cuerpos, aquél dedo que seguía entre-metido en el hilo del tanga. ¿De que color sería? Se preguntaba. Se separaba lentamente, dejando un más que visible y brillante hilo de saliva haciendo puente entre ambos labios, de una forma increiblemente lasciva. Él se sonreía, mirándola, ¿Estaba embelesada? ¿Lo había conseguido? la oscuridad los envolvía como los Murciélagos lo hacían con la noche.
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Los azules ojos de Yendra seguían los movimientos de ese enorme vampiro, mientras se dejaba poseer por ese fuerte olor, el aroma a Catnip se hacía tan potente que empezaba a aturdirle de soberana forma, incluso con un leve mareo, el aroma tán fuerte afectaba al fino olfato de la joven cambiante, que se tocaba la cabeza con aturdimiento, mientras observaba al enorme y oscuro ser, ladeó la cabeza y se llevo la mano a la cabeza, no estaba para nada despejada, pero escuchaba con atención las palabras del enorme vampiro. -Puede que fragmentos de ese alma aun este en el libro, no me has explicado de el por qué de que estemos ahora vinculados...creo que más bien es objeto de un deseo.- Dijo de manera insolente como aquél vampiro tan agudamente había puntualizado, más bufó levemente cuando el vampiro lamió la cara de la rubia. Ella volvió a sacudirse sin perderle de vista, y como era tán osado de mirar sus pechos con ese descaro tán grande.
Yendra intentó vanamente moverse mientras sus ojos se medio cerraban por el aturdimiento que sentía de tan potente aroma que tanto le gustaba, de echo se sentía algo acogotada por esto, pero no quería dar mayor signo de esta debilidad que ahora la tenía bajo control. Casí sin fuerzas ahora mismo más mantenía su atención a cada palabra de ese vampiro, que le decía que ahora él era el amo y ella la bestia a su servicio, eso no terminaba de sonar del todo, pero decía que no la mataría, no sabia bien si confiar en su palabra, pero aun así quizás por el aturdimiento no vió motivo para rechazar la propuesta de él. Ella ladeó la cabeza jugando con un mechon de su rubia melena. -Y si, soy increible...soy la mejor acrobata...pero tambien soy buena en la pelea y puedo no ser vista si es lo que deseo...se me da bien...desde luego, tengo las formas adecuadas, puedo ser una simple sombra en la oscuridad, algo más grande para que no deseen acercarse o un feroz depredador...yo elijo la forma...puede que no sea el felino mas grande....ni el más poderoso...pero si mas habil que un leon o un tigre...mas..eficaz..- Dijo de forma bravucona donde las haya, hinchando pecho, creciendose en su habilidad y en si verdad. Sonrió de medio lado, sin saber por qué se sentía aun más segura y más confiada.
No os tante, eso había sido quizás una distracción por parte de él hacía ella, y Yendra había caido en la trampa casí sin darse cuenta, de echo ni se había percatado de que esas garras habían desprovisto de su pantalon de circense, mientras su ropa interior de azul celeste se había quedado a la vista, quizás por el aturdimiento que nisiquiera se estaba dando cuenta como aquel vampiro la embaucaba y la llevaba por donde él quería y Yendra le seguía con cierta devoción incosciente. Escuchó sus planes, y antes de replicar él unió sus labios a los de ella, al principio le inquietó e incluso quiso darle una bofetada, pero ese reflejo feroz pronto se apaciguó dejandose besar de manera tán pasional por él, pocos aguardaban tanta pasión como su lobo, pero ese vampiro lo conseguia, y con ese aturdido olor que la apaciguaba o mejor dicho la amansaba ella incluso se aventurar a acariciar la negra melena del vampiro durante el beso. Al separarse le observó con detenimiento .-¿Así que un nuevo mundo y una nueva orden? y cuando ya lo tengas todo tu interes por mí no se desvanecera como la nieve ante un día soleado, ¿cuando la oscuridad lo haya conquistado todo?.- Preguntó curiosa, aunque poco a poco su vista se nublaba a una enamoradiza y embelesada por el enorme vampiro, que empezó a toquetear más de la cuenta, pero la cambiante no se resistia, no podía ni quería, puesto que ahora le veia ideal, incluso uno de los machos más perfectos que haya visto, a la altura de su querido lobo. Suspiró por el juguetón toqueteo del vampiro que al fín revelaba su nombre, Maxwell Blackbird, escuchaba el aleteó de los murcielagos y el chirrido de ellos, incluso le empezó a gustar ese sonido. -Yo soy Yendra Isley....soy inglesa...como tú, huelo tus origenes y tu acento es igual al mio....- Dijo con agrado mirandole cuan adolescente enamorada, mordiendose el labio y balanceandose con enamoradizo nerviosismo.
Yendra intentó vanamente moverse mientras sus ojos se medio cerraban por el aturdimiento que sentía de tan potente aroma que tanto le gustaba, de echo se sentía algo acogotada por esto, pero no quería dar mayor signo de esta debilidad que ahora la tenía bajo control. Casí sin fuerzas ahora mismo más mantenía su atención a cada palabra de ese vampiro, que le decía que ahora él era el amo y ella la bestia a su servicio, eso no terminaba de sonar del todo, pero decía que no la mataría, no sabia bien si confiar en su palabra, pero aun así quizás por el aturdimiento no vió motivo para rechazar la propuesta de él. Ella ladeó la cabeza jugando con un mechon de su rubia melena. -Y si, soy increible...soy la mejor acrobata...pero tambien soy buena en la pelea y puedo no ser vista si es lo que deseo...se me da bien...desde luego, tengo las formas adecuadas, puedo ser una simple sombra en la oscuridad, algo más grande para que no deseen acercarse o un feroz depredador...yo elijo la forma...puede que no sea el felino mas grande....ni el más poderoso...pero si mas habil que un leon o un tigre...mas..eficaz..- Dijo de forma bravucona donde las haya, hinchando pecho, creciendose en su habilidad y en si verdad. Sonrió de medio lado, sin saber por qué se sentía aun más segura y más confiada.
No os tante, eso había sido quizás una distracción por parte de él hacía ella, y Yendra había caido en la trampa casí sin darse cuenta, de echo ni se había percatado de que esas garras habían desprovisto de su pantalon de circense, mientras su ropa interior de azul celeste se había quedado a la vista, quizás por el aturdimiento que nisiquiera se estaba dando cuenta como aquel vampiro la embaucaba y la llevaba por donde él quería y Yendra le seguía con cierta devoción incosciente. Escuchó sus planes, y antes de replicar él unió sus labios a los de ella, al principio le inquietó e incluso quiso darle una bofetada, pero ese reflejo feroz pronto se apaciguó dejandose besar de manera tán pasional por él, pocos aguardaban tanta pasión como su lobo, pero ese vampiro lo conseguia, y con ese aturdido olor que la apaciguaba o mejor dicho la amansaba ella incluso se aventurar a acariciar la negra melena del vampiro durante el beso. Al separarse le observó con detenimiento .-¿Así que un nuevo mundo y una nueva orden? y cuando ya lo tengas todo tu interes por mí no se desvanecera como la nieve ante un día soleado, ¿cuando la oscuridad lo haya conquistado todo?.- Preguntó curiosa, aunque poco a poco su vista se nublaba a una enamoradiza y embelesada por el enorme vampiro, que empezó a toquetear más de la cuenta, pero la cambiante no se resistia, no podía ni quería, puesto que ahora le veia ideal, incluso uno de los machos más perfectos que haya visto, a la altura de su querido lobo. Suspiró por el juguetón toqueteo del vampiro que al fín revelaba su nombre, Maxwell Blackbird, escuchaba el aleteó de los murcielagos y el chirrido de ellos, incluso le empezó a gustar ese sonido. -Yo soy Yendra Isley....soy inglesa...como tú, huelo tus origenes y tu acento es igual al mio....- Dijo con agrado mirandole cuan adolescente enamorada, mordiendose el labio y balanceandose con enamoradizo nerviosismo.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Soy yo, el Portador de luz. Vengo para curar la enfermedad de estas tierras enfermas en dogmas.
Soy yo, quien restaurará nuestra antigua gloria. Viviré para siempre.
Soy yo, quien restaurará nuestra antigua gloria. Viviré para siempre.
Maxwell sonreía alagado por el ego que parecía contener aquella chica extraña que poderes de cambiante tenía y que le había invocado sin saber nisiquiera cómo. ¿Objeto de deseo, eh? Pensaba para sí mismo mientras su mirada permanecía silente y en vigilia observando cada movimiento por pequeño que fuese de aquella cambiante. Ladeó sus labios mostrando uno de sus enormes colmillos con un rostro que invitaba bastante a la forma chulesca. -No hay nada que explicar. Puede que sea objeto del deseo que desenfrenado se halla en mi interior. No obstante, no es ese el punto.. el punto es que ahora estamos vinculados, te guste o no, señorita inglesa. -Sus palabras eran arrastradas, sus ojos tumbados como si el mero hecho de estar hablando con alguien fuera suficiente como para tenérselo que agradecer de rodillas. Y no era para menos, pues su semblante era supremo.
Permanecía contemplando sus pechos, aletargando el deseo en su interior mientras volvía a lamer la cara de la chica para probarla una vez más. -Gata insolente.. -Susurró conforme la volvía a besar, dejándose llevar por aquellas caricias en su propia melena. -Mi interés por ti.. jamás desvanecerá. Eres la gata que ha abierto la caja de pandora. El portal a la oscuridad. Eres quien me ha invocado por su própio pie.. y mano. Puedes confiar en mi, Gata Insolente.. así como yo depositaré de forma altruista la mia en ti. Yendra.. Isley. -Dijo eso último casi en un susurro, con aquél ardiente aliento golpeando fuertemente los labios de la circense, un aliento que olia a aquél Catnip sin parar. Las nubes se marchaban, no mucho, pero lo suficiente para que la luz de una enorme luna llena entrara por la ventana desvendijada de aquella casa en ruinas, objeto de la lascivia de aquél Vampiro con aires de grandeza sin precedentes. Sonreía, y sus dedos seguían en el hilo de aquél tanga color celeste.. Tanga que pronto cedió a la presión y dicho hilo.. Se rompió dejando aquel bonito culo completamente al aire.
No perdió el tiempo, enseguida propinó a aquellos cachetes una salva de azotes pequeños, pero lo suficientemente poderosos como para hacer temblar nerviosamente la piel percutida hasta mostrar un ligero color rojo a la vez que él se sonreía con grandeza. -Tan solo.. tienes que decir que Eres mía. Que Me perteneces. Y entonces.. marcharemos a mi hogar.. y veras cuanto tuyo puede ser.. y cuanto puedes conseguir con tus increíbles habilidades. Aunque.. claro. Eso ya lo sabes, ¿Verdad? No hay que ser muy listo para saber que eres increíble y que puedes llegar a mucho más que un simple paseo por esta apestada ciudad de conformistas. Eres algo grande, algo hermoso, algo impresionante. Una gata de lo que no hay. Eres glamour, poder, eres la noche con manos y pies.
Se acercó para volverla a besar mordiendo aquellos gruesos labios mientras sus juguetones dedos buscaban entrar entre aquellos cachetes que ahora permanecian doloridos por los azotes de hace varios segundos. Buscaba una entrada. Una cueva. Un lugar del cual.. No salir nunca. Metía su lengua en la boca ajena, recorriendo cada una de sus cavidades internas, probando el sabor de la lengua de la chica, el sabor de sus blanquecinos dientes. El sabor del cielo de su boca. Acto seguido abrió los ojos para contemplar la cara de la chica mientras era dominada, y como diría cualquier mente debil y esclava de los dogmas primarios: Vejada. Volvió a abrir la boca de aquella forma lenta, pausada. Sonriendo cruelmente.
-¿O acaso me equivoco? Si no es así, y estoy en lo cierto. Dilo. Dilo mientras te arrodillas ante mi.
Estaba claro que "arrodillarse ante él" iba en todo sentido menos en el de postrarse para rendir respetos.
Permanecía contemplando sus pechos, aletargando el deseo en su interior mientras volvía a lamer la cara de la chica para probarla una vez más. -Gata insolente.. -Susurró conforme la volvía a besar, dejándose llevar por aquellas caricias en su propia melena. -Mi interés por ti.. jamás desvanecerá. Eres la gata que ha abierto la caja de pandora. El portal a la oscuridad. Eres quien me ha invocado por su própio pie.. y mano. Puedes confiar en mi, Gata Insolente.. así como yo depositaré de forma altruista la mia en ti. Yendra.. Isley. -Dijo eso último casi en un susurro, con aquél ardiente aliento golpeando fuertemente los labios de la circense, un aliento que olia a aquél Catnip sin parar. Las nubes se marchaban, no mucho, pero lo suficiente para que la luz de una enorme luna llena entrara por la ventana desvendijada de aquella casa en ruinas, objeto de la lascivia de aquél Vampiro con aires de grandeza sin precedentes. Sonreía, y sus dedos seguían en el hilo de aquél tanga color celeste.. Tanga que pronto cedió a la presión y dicho hilo.. Se rompió dejando aquel bonito culo completamente al aire.
No perdió el tiempo, enseguida propinó a aquellos cachetes una salva de azotes pequeños, pero lo suficientemente poderosos como para hacer temblar nerviosamente la piel percutida hasta mostrar un ligero color rojo a la vez que él se sonreía con grandeza. -Tan solo.. tienes que decir que Eres mía. Que Me perteneces. Y entonces.. marcharemos a mi hogar.. y veras cuanto tuyo puede ser.. y cuanto puedes conseguir con tus increíbles habilidades. Aunque.. claro. Eso ya lo sabes, ¿Verdad? No hay que ser muy listo para saber que eres increíble y que puedes llegar a mucho más que un simple paseo por esta apestada ciudad de conformistas. Eres algo grande, algo hermoso, algo impresionante. Una gata de lo que no hay. Eres glamour, poder, eres la noche con manos y pies.
Se acercó para volverla a besar mordiendo aquellos gruesos labios mientras sus juguetones dedos buscaban entrar entre aquellos cachetes que ahora permanecian doloridos por los azotes de hace varios segundos. Buscaba una entrada. Una cueva. Un lugar del cual.. No salir nunca. Metía su lengua en la boca ajena, recorriendo cada una de sus cavidades internas, probando el sabor de la lengua de la chica, el sabor de sus blanquecinos dientes. El sabor del cielo de su boca. Acto seguido abrió los ojos para contemplar la cara de la chica mientras era dominada, y como diría cualquier mente debil y esclava de los dogmas primarios: Vejada. Volvió a abrir la boca de aquella forma lenta, pausada. Sonriendo cruelmente.
-¿O acaso me equivoco? Si no es así, y estoy en lo cierto. Dilo. Dilo mientras te arrodillas ante mi.
Estaba claro que "arrodillarse ante él" iba en todo sentido menos en el de postrarse para rendir respetos.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
La chica estaba totalmente absorta observando a ese inmenso vampiro, el efecto estaba bien entrado en ella de manera que sus reacciones eran bastante mermadas, con los pantalones quitados fuera de sus conciencia observaba hablar al gigantesco vampiro que tán seguro de si mismo se mostraba. Como cada palabra resonaba cuan trueno, la cambiante le miro y emitió un gruñido por el comentario del el vampiro. -No es justo que no me digas el motivo de la vinculación que ahora nos une, tengo que conocerlo.- Dijo con cierto e insolente aire luchesco, se cruzó de brazos aunque de manera algo inverosimil puesto que perdió los pantalones aunque no parecia conciente de esto ya que su atención desviada estaba.
Notaba como la mirada del vampiro bailaba por sus atributos femeninos, que eso hizo crecer el ego de la cambiante que le observaba, incluso de manera incosciente se mordía el labio sin saber bien el por que de esto, quizás de manera involutaria la cambiante había caido en una telaraña y mentiría si dijese que no sintió un huelco en el corazón cuando dijo su nombre. Yendra ladeo su cabeza observandole con atención mientras la besaba cada vez que hacía una pausa para hablarla, eso de decir que ahora estaba tán vinculados que no quedaría en el olvido era bonito, pero Yendra no adivinaba hasta que punto era cierto todo aquello. -Confiar en ti..¿Confiar en ti? ¿es realmente lo que deseas vampiro? ¿Que yo confie en ti? eso es algo que se suele ganar, paro ahora mismo no se por qué no..pero estaré atenta a vuestros pasos no obstante...si eres el lider tienes que marcar el rumbo a seguir.- Dijo observandole con suma atención, no podía dejar de hacerlo ni la propía cambiante parecía dueña de sus actos, apenas parecía poder hilar palabras coherentes solo deseaba acariciar la melena del vampiro o que sus suaves dedos se deslizasen por tremendo lord oscuro, ella mordió su labio inferior mientras sus azules ojos estaban en él clavados, en una mezcla de amenazante mirada y lasciva, como de querer poseer. Las tornas estaban en otra posición no obstante, pues sintió como su ropa interior desaparecia de cubrirla, cosa que casi la despiertas de su embelesamiento, pero solo quedo en un casi, su respiración a mil por hora mientras notaba las garras del vampiro.
Los gemidos se escaparon de manera tenue por los azotes que le propinó el enorme vampiro hasta enrojecer sus cachetes, ella le observaba con un inocente desconcierto por eso, pero eran solo efectos de la perfección que ante ella se alzaba, quizás todo percepción del embelesamiento, pero tal vez daba igual, se dolia de los azotes y le miraba sin quejarse, era claro con lo que quería y deseaba. Yendra le miraba sin dar credito, ¿Tanta pasión realmente había conseguido despertar en él? esa obsesión por tenerla, por poseerla, era oscura...mucho. La cambiante sentía un huelco tras otro en su corazón debido a la presencia del vampiro. -Soy vuestra mi señor- Dijo haciendo una reverencía ante el vampiro. -Soy enteramente vuestra y quiero conocer mas del nuevo dominio de las sombras al que me he visto expuesta por seguiros ahora y siempre.- Sentenció mientras una rodilla incaba en el suelo, aunque los pensamientos eran muy lascivos sin duda los de la cambiante tambien se empañaban en ese mismo sentido. Sin duda las intenciones iban mas alla de la reverencia y Yendra aventuro la mano a tocar aunque sea por encima de la ropa el punto clave del vampiro mientras le miraba desde abajo.
Notaba como la mirada del vampiro bailaba por sus atributos femeninos, que eso hizo crecer el ego de la cambiante que le observaba, incluso de manera incosciente se mordía el labio sin saber bien el por que de esto, quizás de manera involutaria la cambiante había caido en una telaraña y mentiría si dijese que no sintió un huelco en el corazón cuando dijo su nombre. Yendra ladeo su cabeza observandole con atención mientras la besaba cada vez que hacía una pausa para hablarla, eso de decir que ahora estaba tán vinculados que no quedaría en el olvido era bonito, pero Yendra no adivinaba hasta que punto era cierto todo aquello. -Confiar en ti..¿Confiar en ti? ¿es realmente lo que deseas vampiro? ¿Que yo confie en ti? eso es algo que se suele ganar, paro ahora mismo no se por qué no..pero estaré atenta a vuestros pasos no obstante...si eres el lider tienes que marcar el rumbo a seguir.- Dijo observandole con suma atención, no podía dejar de hacerlo ni la propía cambiante parecía dueña de sus actos, apenas parecía poder hilar palabras coherentes solo deseaba acariciar la melena del vampiro o que sus suaves dedos se deslizasen por tremendo lord oscuro, ella mordió su labio inferior mientras sus azules ojos estaban en él clavados, en una mezcla de amenazante mirada y lasciva, como de querer poseer. Las tornas estaban en otra posición no obstante, pues sintió como su ropa interior desaparecia de cubrirla, cosa que casi la despiertas de su embelesamiento, pero solo quedo en un casi, su respiración a mil por hora mientras notaba las garras del vampiro.
Los gemidos se escaparon de manera tenue por los azotes que le propinó el enorme vampiro hasta enrojecer sus cachetes, ella le observaba con un inocente desconcierto por eso, pero eran solo efectos de la perfección que ante ella se alzaba, quizás todo percepción del embelesamiento, pero tal vez daba igual, se dolia de los azotes y le miraba sin quejarse, era claro con lo que quería y deseaba. Yendra le miraba sin dar credito, ¿Tanta pasión realmente había conseguido despertar en él? esa obsesión por tenerla, por poseerla, era oscura...mucho. La cambiante sentía un huelco tras otro en su corazón debido a la presencia del vampiro. -Soy vuestra mi señor- Dijo haciendo una reverencía ante el vampiro. -Soy enteramente vuestra y quiero conocer mas del nuevo dominio de las sombras al que me he visto expuesta por seguiros ahora y siempre.- Sentenció mientras una rodilla incaba en el suelo, aunque los pensamientos eran muy lascivos sin duda los de la cambiante tambien se empañaban en ese mismo sentido. Sin duda las intenciones iban mas alla de la reverencia y Yendra aventuro la mano a tocar aunque sea por encima de la ropa el punto clave del vampiro mientras le miraba desde abajo.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
El océano es más antiguo que las montañas y está cargado
con los recuerdos y los sueños del tiempo.
con los recuerdos y los sueños del tiempo.
La horripilante y cruel sonrisa de la noche era dibujada en aquél impío rostro de mil personalidades conjuntas conforme las palabras eran arrancadas de la garganta de aquella Cambiante que el nombre de Yendra Isley recibía. La acariciaba mientras seguía con sus besos interminables a sus labios, con descaro y sin permiso alguno, sobretodo.. cuando ella escupió el "Soy tuya". El cuerpo del Vampiro Superior se estremeció en todos y cada uno de sus músculos, habidos y por haber, de modo que dada la excitación su cuerpo vibró entre aquellos ojos del horror, blanquecinos, como un fantasma, como un hechicero. Como un demonio. Acarició el mentón de la chica, los labios que mojados se tercían. -Claro que marcaré el rumbo a seguir, gata insolente. Pero antes.. debemos vincularnos del todo.. -Su mirada se afiló, su sonrisa se ladeó. -Para siempre.
Permaneció ligeramente inmovil contemplando como una de las sensuales rodillas desnudas, tanto de ropa como del tanga que ya no existía, se clavaba en el suelo dejando ver su muslo y parte de aquellos sensuales e inusuales labios de las partes bajas de la mujer. No pudo evitar clavar la mirada en aquél sitio pero pronto su atención se desvió al hecho en sí. Ella arrodillada, mirándole, jurándole lealtad. Diciéndole que de él será, además de.. aventurarse sin siquiera tenérselo que pedir, en tocar el engrandecido paquete que aguardaba tras los oscuros ropajes ceremoniales de Blackbird. Aquella acción le encantó a Maxwell. Adora no tener que pedir las cosas, que sean chicas inteligentes.. atrevidas. Insolentes. Mientras sonreía de forma grandiosa, su mano se deshizo poco a poco de los hilos oscuros que conformaban aquella toga, dejando ver un miembro de tamaño acorde a su inmensidad de cuerpo, aún reposando. Aún durmiendo en aquél letargo. No obstante, entre las caricias de la cambiante, aquella bestia del abismo comenzó a despertarse como un León despierta de su siesta. Las garras de Blackbird acariciaron las suaves manos de Yendra, marcando el camino para que agarraran aquél trozo de carne que ahora era un pilar bien erecto.
-¿Esto buscabas, gata insolente? No temas pues, tu lobo jamás sabrá lo que ocurra o deje de ocurrir entre tu y yo. Jamás sabrá que eres mía en realidad, y que prefieres mi carne. ¿Verdad? Dilo.. pues en tu interior, se que mueres de ganas, de morbo por decir verdades a gritos, verdades grandes como puños, teniéndome a mi delante con tu hambre insaciable. Dilo. Tan solo.. dilo, todo lo que desees, pues nada te calles conmigo. Tal será nuestra confianza mutua. Ámame. Ama a la oscuridad. Ama al pecado. Ama a la decadencia, a lo depravado. Ama al poder. Ama lo profano.- Espetó con una voz grave, voz estruendosa pero a su misma vez.. tan lasciva como lujuriosa. Sin duda aquella voz invitaba a ser la persona mas depravada que jamás hubiese existido en aquél preciso momento. Ella arrodillada, él de pie con las alas sacadas y las plumas en lluvia adornando la instancia. Lo que mas le gustaba a Maxwell era alguien capaz de hablar, de no callarse nada. Odiaba el silencio en este tipo de actos.
En efecto, aquél vampiro sabía la relación de Yendra con un lobo, por el olor, por los pensamientos de Yendra que bailaban sin parar, hasta que él firme se puso delante de ella. Entonces el vampiro no veía mas "William", si no, deseo.. desenfrenado, insolencia y mezcla de egocentrísmo. Él está seguro que ella sabrá ver la verdad, su verdad, y que eso le encantará. Por eso la ha elegido, entre otras cosas. Criatura que puede ver la verdad, es una criatura digna de hablar. Digna de vivir. Digna de honrar.
Pues tal era su decreto, el decreto del Juez de la Oscuridad
Profano matrimonio.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
La temperatura subía interiormente, cuando se cruzaban las miradas, había deseo, mucho y pasión tanta que se podría decir que incluso ardía entre ellos, mientras ella le miraba desde su posición arrodillada, aunque no avergonzada por ello, ya que ahora lo que dominaba eran los instintos más primarios y bajos, y de eso Yendra entendía bien, pues era tán alocada y se dejaba arrastrar por la pasión en todos los sentidos. Lo que quizá jugo en contra era el caracter enamoradizo de Yendra y aquel vampiro había sabido jugar muy bien sus cartas y eso no se podía negar. Los agudos sentidos de la cambiante captaron la excitación del vampiro, como se sentía en ese momento. Tragó saliva mirando los enormes colmillos que el vampiro Maxwell Blackbird poseia, eran temibles como todo él, pero se confirmó que parecía satisfecho, y como pretendía vincularse a ella para siempre, aunque la cambiante tenía sus ideas bien claras de a que era lo que se refería con ello, solo había que ser perceptivo con el ambiente para percatarse. -Esta bien mi señor..- Susurró conociendo lo que él deseaba, incluso sonrió la cambiante de medio lado.
El vampiro se mostraba muy alagado, pero estaba muy atento a la cambiante, y ella era muy consciente de todo eso, más no era muy raccional, puesto que se estaba dejando llevar por los bajos deseos, observó como el vampiro no tuvo reparo alguno en enseñar más y de mostrar la lasciva intimidad que notaba su genero masculino aun no muy alzado, pero la cambiante estaba realmente dispuesta a cubrir sus deseos, y no tuvo reparo alguno en masajearlo de forma lenta y placentera mientras le miraba de lasciva forma, provocandole, a sabiendas de lo que él estaba disfrutando de este momento, incluso empaño con su aliento la zona para despertar más si cabía al vampiro consiguiendo despertarlo sin duda alguna, ella sonreia divertida sin parar ese intenso masaje al vampiro sin remordimiento alguno sin duda alguna. Estudió las facciones de Maxwell para conocerlo mejor, había que recopilar información cuanto antes de las necesidades de su nuevo señor, aunque ni ella entendía bien por que había accedido a todo esto, pero ni había vuelta atrás ni tampoco quería, jugó levemente con la lengua para elevar el deseo del vampiro.
Más sintió un jarro de agua fria de repente, las palabras de aquel vampiro fueron de lo más cruel que se podría encontrar, los sentimientos de conciencia encontrados por la cambiante la elevaron a un estado de confusión, miro al vampiro de forma de reclamación, ¿por qué habia hecho ese comentario? Yendra cesó un instante en ese masajeo, quizás tampoco estaba en sus cabales .-Os prefiero a vos...me gusta vuestro olor, y vos...si..- Dijo dejandose llevar por el momento, aunque su concentración empezo a mermar, incluso le miro nuevamente desde su muy baja posición en un pequeño titubeo, algo sacada de su morbo, quizás un poco humillada por eso ultimo, pero en su interior se encontraba la lucha entre el morbo y la conciencia y la cambiante no parecía poder decantarse por un bando, solo perdida en el desconcierto y la lujuria sin encontrar el rumbo a seguir ahora.
El vampiro se mostraba muy alagado, pero estaba muy atento a la cambiante, y ella era muy consciente de todo eso, más no era muy raccional, puesto que se estaba dejando llevar por los bajos deseos, observó como el vampiro no tuvo reparo alguno en enseñar más y de mostrar la lasciva intimidad que notaba su genero masculino aun no muy alzado, pero la cambiante estaba realmente dispuesta a cubrir sus deseos, y no tuvo reparo alguno en masajearlo de forma lenta y placentera mientras le miraba de lasciva forma, provocandole, a sabiendas de lo que él estaba disfrutando de este momento, incluso empaño con su aliento la zona para despertar más si cabía al vampiro consiguiendo despertarlo sin duda alguna, ella sonreia divertida sin parar ese intenso masaje al vampiro sin remordimiento alguno sin duda alguna. Estudió las facciones de Maxwell para conocerlo mejor, había que recopilar información cuanto antes de las necesidades de su nuevo señor, aunque ni ella entendía bien por que había accedido a todo esto, pero ni había vuelta atrás ni tampoco quería, jugó levemente con la lengua para elevar el deseo del vampiro.
Más sintió un jarro de agua fria de repente, las palabras de aquel vampiro fueron de lo más cruel que se podría encontrar, los sentimientos de conciencia encontrados por la cambiante la elevaron a un estado de confusión, miro al vampiro de forma de reclamación, ¿por qué habia hecho ese comentario? Yendra cesó un instante en ese masajeo, quizás tampoco estaba en sus cabales .-Os prefiero a vos...me gusta vuestro olor, y vos...si..- Dijo dejandose llevar por el momento, aunque su concentración empezo a mermar, incluso le miro nuevamente desde su muy baja posición en un pequeño titubeo, algo sacada de su morbo, quizás un poco humillada por eso ultimo, pero en su interior se encontraba la lucha entre el morbo y la conciencia y la cambiante no parecía poder decantarse por un bando, solo perdida en el desconcierto y la lujuria sin encontrar el rumbo a seguir ahora.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
No hay mal más antiguo, ni bien mas preciado que el placer de usar la Lujuria.
Allí en la ciudad de la verdad hallé dicha respuesta.
Allí en la ciudad de la verdad hallé dicha respuesta.
La respiración agitada y a su misma vez controlada, tratando de pausarla pero sin éxito alguno, pues aquella muchacha ya no solo masajeaba aquél trozo de carne dura sin siquiera tenérselo que haber pedido, si no que su aliento chocaba una y otra vez contra aquella pared de morbo, aquella pared de carne. Acercando sus labios.. los ojos de Maxwell veían todo aquello a cámara muy lenta. Podía apreciar cada gota de saliva que viajaba por la suave textura de los labios de Yendra muy lentamente hacia abajo palpando el momento, palpando.. el futuro. Apreció como su lengua salía de aquella bonita cavidad que tenía como boca para percutir un poco la sensible piel de la punta de aquel miembro que erecto amenazaba con clavarse en algún lugar de aquella bonita y femenina cara que obtenía Isley.
Las facciones del Señor Vampiro se contraían en su propio placer, pues con el simple hecho de lamer tímidamente aquellos bajos, como si el grifo de la eterna juventud se hubiese abierto.. Pequeñas y espesas gotas, muy, muy pausadas, salían con timidez por aquella apertura en lo que rodeaba la cabeza de aquél miembro. Una cabeza suave, de color rojizo por la excitación a la que se exponía y ahora, de brillante liquido que lo adornaba muy suavemente, haciendo que al lamer se llevase parte de ello. Los gestos de su boca danzaban sin parar mostrando los colmillos mas enormes que seguramente Yendra habría visto en un Vampiro. Cada vez que se estremecía, la tormenta de afuera parecía rugir de forma tan espontánea como siniestra y poderosa. También salieron a la luz dos majestuosas esferas hechas de aquella piel tan fina y sensible, imponentes.. grandes, sin ningún rastro de pelo por ningún lado.
Al separarse un poco, Yendra pudo notar como parte de aquellas suaves gotas se quedaban impregnadas en su lengua, en sus papilas gustativas, en sus sensuales labios. En la punta de su nariz. Maxwell se sintió extraño, parecía que había quitado morbo de la situación cuando de nuevo, las palabras de la cambiante lo traían de vuelta a aquél éxtasis que parecía una potente droga para él. Le había dicho.. que le gustaba más su olor, ¿Que le prefiere a él? ¿Sabe Yendra lo que puede despertar.. si sigue por ese camino de sonoras y crueles palabras en el morboso juego que se traían? Estaba claro que no. Su garra apaciguó a la gata, acariciándola. Mirándola. Contemplándola. -Se que esto puede crearte una lucha interna.. Pero no es lo que tramo, mi Insolente Gata. Amo las criaturas que saben ver la verdad.. y abrazarla, admitirla.. y tener el valor suficiente para escupirla. Busco que.. me escupais cada verdad que deseeis.. y en el fondo lo sabes. Me deseas mas a mi. Mi agua de la vida.. sabe infinitamente mejor, ¿Verdad? ¿O acaso me equivoco? Estás hecha para mi.. como yo para ti, Yendra Isley. Tan poderosa.. como digna de admirar. Cuanto menos temas.. decir y escupirme todas las verdades.. Mas te desearé.. Mas te ansiaré. Tienes mi oscura palabra de que.. jamás lo sabrá. -El propio Maxwell no se estaba dando cuenta de que.. incluso él, estaba totalmente embelesado por aquella extraña cambiante que le había invocado. Tan embelesado que era incapaz de mentir.
Jamás olvidaría.. lo que Yendra dijo segundos antes. Esa clase de verdades.. son las que más le consiguen despertar. Sus alas abanicaron el ambiente, dejando reguero de plumas. Aquellas enormes alas solo salían cuando el Vampiro estaba realmente excitado, realmente.. complacido. Ella de rodillas. Él ante ella.
Sonrisa cruel.
Muy cruel.
Las facciones del Señor Vampiro se contraían en su propio placer, pues con el simple hecho de lamer tímidamente aquellos bajos, como si el grifo de la eterna juventud se hubiese abierto.. Pequeñas y espesas gotas, muy, muy pausadas, salían con timidez por aquella apertura en lo que rodeaba la cabeza de aquél miembro. Una cabeza suave, de color rojizo por la excitación a la que se exponía y ahora, de brillante liquido que lo adornaba muy suavemente, haciendo que al lamer se llevase parte de ello. Los gestos de su boca danzaban sin parar mostrando los colmillos mas enormes que seguramente Yendra habría visto en un Vampiro. Cada vez que se estremecía, la tormenta de afuera parecía rugir de forma tan espontánea como siniestra y poderosa. También salieron a la luz dos majestuosas esferas hechas de aquella piel tan fina y sensible, imponentes.. grandes, sin ningún rastro de pelo por ningún lado.
Al separarse un poco, Yendra pudo notar como parte de aquellas suaves gotas se quedaban impregnadas en su lengua, en sus papilas gustativas, en sus sensuales labios. En la punta de su nariz. Maxwell se sintió extraño, parecía que había quitado morbo de la situación cuando de nuevo, las palabras de la cambiante lo traían de vuelta a aquél éxtasis que parecía una potente droga para él. Le había dicho.. que le gustaba más su olor, ¿Que le prefiere a él? ¿Sabe Yendra lo que puede despertar.. si sigue por ese camino de sonoras y crueles palabras en el morboso juego que se traían? Estaba claro que no. Su garra apaciguó a la gata, acariciándola. Mirándola. Contemplándola. -Se que esto puede crearte una lucha interna.. Pero no es lo que tramo, mi Insolente Gata. Amo las criaturas que saben ver la verdad.. y abrazarla, admitirla.. y tener el valor suficiente para escupirla. Busco que.. me escupais cada verdad que deseeis.. y en el fondo lo sabes. Me deseas mas a mi. Mi agua de la vida.. sabe infinitamente mejor, ¿Verdad? ¿O acaso me equivoco? Estás hecha para mi.. como yo para ti, Yendra Isley. Tan poderosa.. como digna de admirar. Cuanto menos temas.. decir y escupirme todas las verdades.. Mas te desearé.. Mas te ansiaré. Tienes mi oscura palabra de que.. jamás lo sabrá. -El propio Maxwell no se estaba dando cuenta de que.. incluso él, estaba totalmente embelesado por aquella extraña cambiante que le había invocado. Tan embelesado que era incapaz de mentir.
Jamás olvidaría.. lo que Yendra dijo segundos antes. Esa clase de verdades.. son las que más le consiguen despertar. Sus alas abanicaron el ambiente, dejando reguero de plumas. Aquellas enormes alas solo salían cuando el Vampiro estaba realmente excitado, realmente.. complacido. Ella de rodillas. Él ante ella.
Sonrisa cruel.
Muy cruel.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Ella seguia acariciando no obstante, aun con algo de confusión si lo que dijo estuvo bien, ella amaba a su lobo sin duda alguna, pero esta situación no requería pensar mucho, solo dejarse bailar por esos bajos y lascivos deseos, notaba como la excitación en el se hacia muy fisica, mientras su aliento acariciaba esa baja parte al igual que la suave lengua rosada, incluso cerraba los ojos mientras aun inundada de ese aroma que tanto le gustaba, volvía a abrir los ojos observando las inmensidades dimensiones del vampiro, se le veia contento del juego de lengua del que la cambiante hacía gala, pocas veces sacaba sus armas femeninas, tán solo con su lobo y ahora el segundo privilegiado a ello, que resulto ser el vampiro. Abrió los ojos al notar aquellas lascivas gotas y le miró mientras su mano continuaba ese ritmico masajeo, y se relamía con lascivia observandole y provocandole. Sabe bien como hacerlo y va conociendo lo que al enorme vampiro le gusta.
Se relamió aun observandole, eso encendió más la pasión de la cambiante, sin duda algo tenía ese vampiro que se notaba a cada acción mas atada a él, y si su amado lobo no se entera y el vampiro no es amenaza a su lobo no hay daño posible ni impedimento que apacigüe su ardiente llama del deseo, le miró ladeando la cabeza casi hipnotizada por completo ya. -Siempre tuya...tu olor, tu presencia la siento tán intensa que la necesito cuan droga...- Dijo casi de manera automatica, sin meditar en ello siquiera, se ponía nuevamente en pie, aunque ella era de una corta estatura, dió un sobrenatural salto que consiguió llegar a su objetivo, aferrando sus piernas a la cintura del vampiro para no caer hacía abajo, y sus brazos rodeando el cuello de ese enorme vampiro que embelesada la tenía, le beso de pasional forma, sin importarle lo más minimo la escasez de ropa que ahora ella precedia, pues en aquel momento no había por que dar sentido a nada mas.
Miró las enormes alas de ese vampiro, no sabía que pudieran hacer eso, quizás por eso le veia tan exotico, por esas curiosidades que ante ella se revelaban, que él la revelaba a ella sin temor, pues ahora estaban algo más que vinculados por un deseo, ese ritual que la cambiante había realizado por invocación era solo el inicio sin duda, pero ahora ella por tán fuerte era el embelesamiento que agradecía que su curiosidad la hubiera llevado hasta aqui, hasta él, hasta besar sus labios, notando sus colmillos cuando su lengua juguetona entró en la de ahora su vampiro. Su señor...el rey de la noche sin luna.
Se relamió aun observandole, eso encendió más la pasión de la cambiante, sin duda algo tenía ese vampiro que se notaba a cada acción mas atada a él, y si su amado lobo no se entera y el vampiro no es amenaza a su lobo no hay daño posible ni impedimento que apacigüe su ardiente llama del deseo, le miró ladeando la cabeza casi hipnotizada por completo ya. -Siempre tuya...tu olor, tu presencia la siento tán intensa que la necesito cuan droga...- Dijo casi de manera automatica, sin meditar en ello siquiera, se ponía nuevamente en pie, aunque ella era de una corta estatura, dió un sobrenatural salto que consiguió llegar a su objetivo, aferrando sus piernas a la cintura del vampiro para no caer hacía abajo, y sus brazos rodeando el cuello de ese enorme vampiro que embelesada la tenía, le beso de pasional forma, sin importarle lo más minimo la escasez de ropa que ahora ella precedia, pues en aquel momento no había por que dar sentido a nada mas.
Miró las enormes alas de ese vampiro, no sabía que pudieran hacer eso, quizás por eso le veia tan exotico, por esas curiosidades que ante ella se revelaban, que él la revelaba a ella sin temor, pues ahora estaban algo más que vinculados por un deseo, ese ritual que la cambiante había realizado por invocación era solo el inicio sin duda, pero ahora ella por tán fuerte era el embelesamiento que agradecía que su curiosidad la hubiera llevado hasta aqui, hasta él, hasta besar sus labios, notando sus colmillos cuando su lengua juguetona entró en la de ahora su vampiro. Su señor...el rey de la noche sin luna.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Y allí, entre las tormentas y el miasma, un miasma que amenaza con tragarse al mundo.
Me di cuenta que no era antinatural.
Aquello que sentía era la Humanidad.
Me di cuenta que no era antinatural.
Aquello que sentía era la Humanidad.
Aquellos labios del vampiro se apretaban el uno contra el otro, ya no podía dar marcha atrás, ya no podía parar. Los murciélagos emitieron sus gruñidos para con la noche, saliendo volando hacia algún lugar sin límite, donde la humanidad no pudiese verlos. El cuervo que graznaba graznó una última vez antes de emprender aquél elegante vuelo que dejó varias plumas de grajo al rededor de aquella sucia cornisa. Las alas de Blackbird, las que le daban realmente su apellido, se encontraban abiertas, en un enorme arco señalando el cielo. Imponentes, imperiosas.. Insolentes desafiando a Dios, si es que realmente existe algo así que no sea el Dios Primigenio al que Maxwell rinde pleitesía. Al único ser al que lo hace. Sus ojos en blanco no daban señal de volver a sus cabales, menos aún tras la última frase pronunciada lentamente por los labios de su perdición. Por los labios de Yendra Isley.
Era cierto, a él no le interesaba lo más minimo siquiera cruzarse con el lobo que pretendía marcar a Yendra como su territorio. Él solo deseaba que Yendra supiera que su dueño era aquél vampiro. Vampiro que ha firmado con sangre en el propio corazón de la cambiante. Notó como se ponía de pie y saltando de una ágil forma se enganchó a su cintura. Tuvo que saltar muchísimo, pues las dimensiones del Pájaro Oscuro eran poco más que enormes, en todos los sentidos. Sus garras se aferraron a aquellas piernas, aquellos muslos. Sus nalgas, que conforme Yendra metía pronunciadamente su lengua en la boca de Blackbird, las abría arañándolas un poco, dejando sitio. Dejando espacio. Abriendo camino.. pues el duro falo del vampiro amenazaba con la integridad de aquellos labios mojados que goteaban. Dichas gotas.. daban suavemente en la cabeza enrojecida del sexo de Maxwell, lo que hizo que se sonriera de medio lado en mitad del beso.
Las dos lenguas se entrelazaban como si llevasen milénios sin verse, como si ya se conociesen, hablaban mutuamente la una con la otra. Se enrsocaban, se amaban. El miembro de Maxwell no cesaba, acariciando el interior de aquellos labios. De aquellas piernas. Atenazando ferviertemente en el momento justo antes de que la estaca fuera clavada en el interior vacuo. En el interior de aquella cambiante. En el interior de Yendra Isley. Nombre que jamás olvidaría. Nombre que adoraba pronunciar. La luna ya no existía, en su lugar, las nubes de tormenta lo habían cubrido todo. Las alas envolvieron a la Cambiante, envolvieron a la escena circundante. Cuando las volvió a abrir, estaban en la Capilla de la Oscuridad en la más alta de las torres, la torre del campanario. Encima de ellos, la enorme y elegante campana, prima hermana de la de Notre-Dame. La lluvia los mojaba. Justo cuando allí aparecieron, la estaca que tenía Maxwell entre las piernas ya hizo mella en el cuerpo de ella.
La embestía de elegante y poderosa manera, él de pie, ella enganchada a él, sin desentramar aquellas dos lenguas, pese a que la de él era ruda, gruesa, poderosa. El olor a Catnip emanaba de cada poro de la piel de aquel oscuro Vampiro, mientras sin que nadie la tocase, la campana comenzó a sonar muy levemente por si sola, acompañando al ritmo de aquél sexo, a medio camino del rudo y el lento. -Quítate la ropa, gata mía. -Le espetó con maldad, crueldad, con sonrisa malevola. Sin soltarla, para que no se callera, y por supuesto: Para no cesar el morboso va y ven del placer mientras ella acataba la orden que él le había dado.
Sin reparo. Sin rechistar. Esperaba.
Era cierto, a él no le interesaba lo más minimo siquiera cruzarse con el lobo que pretendía marcar a Yendra como su territorio. Él solo deseaba que Yendra supiera que su dueño era aquél vampiro. Vampiro que ha firmado con sangre en el propio corazón de la cambiante. Notó como se ponía de pie y saltando de una ágil forma se enganchó a su cintura. Tuvo que saltar muchísimo, pues las dimensiones del Pájaro Oscuro eran poco más que enormes, en todos los sentidos. Sus garras se aferraron a aquellas piernas, aquellos muslos. Sus nalgas, que conforme Yendra metía pronunciadamente su lengua en la boca de Blackbird, las abría arañándolas un poco, dejando sitio. Dejando espacio. Abriendo camino.. pues el duro falo del vampiro amenazaba con la integridad de aquellos labios mojados que goteaban. Dichas gotas.. daban suavemente en la cabeza enrojecida del sexo de Maxwell, lo que hizo que se sonriera de medio lado en mitad del beso.
Las dos lenguas se entrelazaban como si llevasen milénios sin verse, como si ya se conociesen, hablaban mutuamente la una con la otra. Se enrsocaban, se amaban. El miembro de Maxwell no cesaba, acariciando el interior de aquellos labios. De aquellas piernas. Atenazando ferviertemente en el momento justo antes de que la estaca fuera clavada en el interior vacuo. En el interior de aquella cambiante. En el interior de Yendra Isley. Nombre que jamás olvidaría. Nombre que adoraba pronunciar. La luna ya no existía, en su lugar, las nubes de tormenta lo habían cubrido todo. Las alas envolvieron a la Cambiante, envolvieron a la escena circundante. Cuando las volvió a abrir, estaban en la Capilla de la Oscuridad en la más alta de las torres, la torre del campanario. Encima de ellos, la enorme y elegante campana, prima hermana de la de Notre-Dame. La lluvia los mojaba. Justo cuando allí aparecieron, la estaca que tenía Maxwell entre las piernas ya hizo mella en el cuerpo de ella.
La embestía de elegante y poderosa manera, él de pie, ella enganchada a él, sin desentramar aquellas dos lenguas, pese a que la de él era ruda, gruesa, poderosa. El olor a Catnip emanaba de cada poro de la piel de aquel oscuro Vampiro, mientras sin que nadie la tocase, la campana comenzó a sonar muy levemente por si sola, acompañando al ritmo de aquél sexo, a medio camino del rudo y el lento. -Quítate la ropa, gata mía. -Le espetó con maldad, crueldad, con sonrisa malevola. Sin soltarla, para que no se callera, y por supuesto: Para no cesar el morboso va y ven del placer mientras ella acataba la orden que él le había dado.
Sin reparo. Sin rechistar. Esperaba.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
La realidad parecía una distorsión, como si la cambiante hubiese abandonado el mundo terrenal y hubiese marchado al mundo de un sombrio sueño, del que la embriagaba y no quería despertar, los azules ojos de ella clavados en él indicandole que había perdido cualquier percepción con la realidad y creia estar en un sueño, besandole con pasión desenfrenada, buscando su aliento y sus besos con una desesperación extraña y oscura, embriagada por el aroma que inundaba la estancia como el olor a incienso inunda una catedral con el paso de los curas y sus canticos por ella. Yendra le besaba se rozó sin querer un poco su lengua con los afilados colmillos de Maxwell lo cual la hizo emitir un pequeño gemido de dolor por esto y un poco de sangre aparecío de aquel pequeño corte en la lengua, se retiró levemente durante unos escasos momentos para estremecerse por el daño, pero pronto quedó olvidado y volvió a reclamar los besos de ese gigante vampiro, creando una figura tetrica, casí pareciera la representación de un cuadro donde un demonio tomase posesión de una damisela.
Aunque Yendra de damisela a veces por sus feroz carácter tuviera poco en ese momento su comportamiento era puro deseo, pero no solo era el deseo de ella lo que allí dominaba la oscuridad, notaba como su excitación estaba alzada y eso hacía que la cambiante sintiese un pequeño cosquilleo de poder frente a ese gigante vampiro que tán poderoso de primeras se había alzado con sus grandiosas alas que Yendra relacionaba directamente con su apellido, curiosidades que más adelante preguntaría pues ahora el placer era primordial en ese lugar tán tetrico, de echo la joven cambiante empezó a disfrutar incluso del chirriar de los murcielagos al fondo empezo a relajarle y darle más morbo si cabia esperar. Notaba como el vampiro ansiaba entrar y ella bajo sus besos por el cuello del vampiro con suavidad y lujuria incrementada. Le miro relamiendose con su ahora roja lengua debido a la pequeña herida que se hizo con los colmillos de él, aunque con unas mariposas en el estomago que indicaban cierto nerviosismo a la reacción del no-muerto a su sangre. ¿La encontrará deliciosa? la pregunta le surgió, supuso que los vampiros tendrían algunas preferencias o exclusiones de presa, pero el ahora la adoraba a a ella como ella a él.
Las embestidas llegaron, pero la danza se hizo en armonía con la campana, y los sonoros suspiros de la cambiante en cada movimiento que el vampiro daba, ella se arqueó de la espalda por el placer que sentía, si ya antes de llegar a la parte de más acción casi estaba en extasis ahora directamente ni siquiera sentía nada más que no fuese ese vampiro, su inmensidad, su aroma, su cuerpo...su frio y morboso cuerpo que ahora estaba dominando a la cambiante. Se quitó la ropa tal como su señor le había ordenado y sin ropa alguna le miró de lasciva forma antes de volver a lanzarse sobre él reclamando más y más de esa lujuria que alli estaba aconteciendo.
Aunque Yendra de damisela a veces por sus feroz carácter tuviera poco en ese momento su comportamiento era puro deseo, pero no solo era el deseo de ella lo que allí dominaba la oscuridad, notaba como su excitación estaba alzada y eso hacía que la cambiante sintiese un pequeño cosquilleo de poder frente a ese gigante vampiro que tán poderoso de primeras se había alzado con sus grandiosas alas que Yendra relacionaba directamente con su apellido, curiosidades que más adelante preguntaría pues ahora el placer era primordial en ese lugar tán tetrico, de echo la joven cambiante empezó a disfrutar incluso del chirriar de los murcielagos al fondo empezo a relajarle y darle más morbo si cabia esperar. Notaba como el vampiro ansiaba entrar y ella bajo sus besos por el cuello del vampiro con suavidad y lujuria incrementada. Le miro relamiendose con su ahora roja lengua debido a la pequeña herida que se hizo con los colmillos de él, aunque con unas mariposas en el estomago que indicaban cierto nerviosismo a la reacción del no-muerto a su sangre. ¿La encontrará deliciosa? la pregunta le surgió, supuso que los vampiros tendrían algunas preferencias o exclusiones de presa, pero el ahora la adoraba a a ella como ella a él.
Las embestidas llegaron, pero la danza se hizo en armonía con la campana, y los sonoros suspiros de la cambiante en cada movimiento que el vampiro daba, ella se arqueó de la espalda por el placer que sentía, si ya antes de llegar a la parte de más acción casi estaba en extasis ahora directamente ni siquiera sentía nada más que no fuese ese vampiro, su inmensidad, su aroma, su cuerpo...su frio y morboso cuerpo que ahora estaba dominando a la cambiante. Se quitó la ropa tal como su señor le había ordenado y sin ropa alguna le miró de lasciva forma antes de volver a lanzarse sobre él reclamando más y más de esa lujuria que alli estaba aconteciendo.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Como un recipiente allí se erguía mi espiritu, sin nada poder hacer para que aquél ser me devorara al completo.
Pronto descubrí que el ser era la Verdad,
y mi espiritu era la inmensidad.
Pronto descubrí que el ser era la Verdad,
y mi espiritu era la inmensidad.
Las campanadas suaves replicaban conforme la cintura del colosal vampiro embestía de forma elegante y galante a la chica que entre sus brazos yacía inconsumable. Sus alas, que aún seguían fuera, fondeaban por el viento, por la lluvia. Varios destellos dibujaron la siniestra escena de cuadro lúgubre que allí se formaba, pero no había sonido de truenos que ensombreciera aquella potente voz. Sus ojos se relamían en el retorcido placer de ver a Yendra con la boca llena de sangre. Con la boca llena... de algo de él, da igual el qué. Vio como insconcientemente Yendra entre abría la boca mostrando el liquido rojizo y él sonrió ante aquellos dando una aleteada fulgurante llenando la estancia de plumas mojadas. -Eres hermosa, desnuda, Gata insolente. Aqui y ahora.. Dime pues, que beba de tu boca. Y tu dueño y señor, así lo hará. -Volvió a embestir, clavando aquella dura estaca en el interior de la cambiante, tocando así el final de aquella cavidad, un final que con solo ser rozado las llevaba al éxtasis mas absoluto. Al éxtasis que te hace abandonar cualquier condición humana y te transforma en el mas deshonesto y decadente animal rondando carne y mendigando el sexo más sucio que pudiese existir, que pudiese dar cabida. Que pudiese alimentar aquellas pasiones tan bajas, como mal vistas. Pero nadie les miraba, nadie les veía, allá en lo alto del Campanario oscuro como una Gárgola perpetuante con una hermosa dama entre sus falanges.
Sus garras se clavaban tiernamente en cada uno de los glúteos del poderoso culo que poseía Yendra. Ella totalmente desnuda, con los pechos en alza y totalmente fuera. Al aire. Mojados. Botaban de forma nerviosa en cada arremetida que propinaban las poderosas piernas de aquél ténebro señor. -Deja que lo mas decadente que yace dentro de ti salga.. deja que esa Yendra, tan escondida que tan solo yo la saco.. Salga. Deja que sea ella quien hable, quien me diga lo que deba y quiera decirme. Déjala salir, y prometo que ya jamás me separaré de ti. Mia, solo mía. Cuando estés con tu lobo, en secreto me desearás a mi a voces. Admitelo, y grítamelo entre tus eroticos y oscuros gemidos, poderosa Yendra. Me amas a mi. Me quieres en tu garganta.. -Sonrió, de la forma mas cruel que alguien pueda imaginar, e incluso aún más. -Solo mi espesa leche quieres degustar, lentamente. Solo de mi te quieres manchar. Rendirte a todo lo mas bajo, y admitir que te encanta saber que él no es nada, absolutamente nada comparado con mi grandeza, comparado con.. lo que yo puedo ofrecerte en oscuro secreto.
Era el ser mas malvado que Yendra habría visto, sin duda Maxwell quería que aquella criatura se rindiera completamente a aquellos bajos deseos, y que admitiera todo aquello, ¡E incluso más! Pues si algo adoraba aquél vampiro es que.. una chica, le sorprendiera. El no era consciente, pero, cuanto mas le sorprendiera Yendra, menos podría vivir sin ella. ¿Quien ha enamorado a quien, entonces? Le daba embestidas, mordiendo suavemente aquellos bonitos pezones que volaban de arriba a abajo acompañando el sonar del movimiento. Se la imaginaba, diciendo que por supuesto, que era su mujer en la sombra, que era suya y que gritaba a los cuatro vientos que deseaba ser ahogada por él. Por ello, sus ojos se volvían a poner en blanco conforme el cielo rugía en clamor a aquél tenebroso y lúgubre amor entre ambas criaturas. A cada embestida.. sonaba un trueno, y tras el trueno, la campanada. Quería que la cambiante se volviese totalmente loca, y no tuviera barrera ni limite para lo que desease. Quería lo mas bajo que en ella pudiese residir, que nisiquiera su lobo consiguiese despertar jamás.
Ella desnuda, al completo. El, vestido con aquella toga.
Sonrisa cruel.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
La euforia del momento se abanderaba, ella hacía unos suspiros muy sonoros, casi gritos a cada embestida, mientras ella emprendía el sudor por la acción que ahí se estaba llevando, quería morder al vampiro arrastrada por la pasión de un instinto bien bajo, animal, muy animal era lo que afloraba en la cambiante mientras habia un intercambio de embestidas en la que se aferraba al vampiro que no parecía querer desprenderse de la ropa, jadeaba con fuerza, mordía su cuello, lo lamia, deseaba más y más del vampiro. -Soy vuestra...os necesito dentro...necesito que tus colmillos rompan la piel y os deleiteis...y vos lo sabeis..- Dijo con semidesesperación del desenfrenado ritual que se llevaba, un muy lascivo ritual de posesión, pero de quien a quien, era la enorme incognita que ahí brillaba, la oscuridad era ahora parte de ella, pues cuan felina era algo que al fín y al cabo iba unido a su naturaleza.
Las campanadas y los truenos sonaba con las fuertes embestidas que recibia, ella clavaba las uñas rajando un poco aquellas telas ceremoniales que aquel vampiro portaba, a lo que Yendra en un momento de lucidez pensó que podría sacar partido a aquello, se relmanió con lascivia y una maliciosa sonrisa se dibujo en los sonrosados labios de la cambiante. -¿Y cuando mi deseo se quedara satisfecho? necestio veros sin ropa....lo ansio...si vuestras palabras son de verdad...concederme este capricho...deseo veros sin ropa cubriendoos.- Dijo con tono de desesperación y ansia, se acarició asi misma sus pechos mientras recibia las lujuriosas embestidas del vampiro, y jadeaba por ello, le miraba con lujuria y deseo, provocandole, sabía lo que le gustaba a su lobo, pero cuan atrevido sería el vampiro en estos juegos.
Los jadeos eran fuertes, pero aunque muy humeda sus zonas estaban Yendra estimó que era tiempo para juegos, y escapó de debajo suya sin dejarle dar una embestida más, le miro con cara juguetona mientras se movia de agil forma como acechandole sin importarle estar sin ropa...ni lo más minimo . -Vamos cerdo pecador...ven y cogeme.- Dijo en tono burlon la cambiante, se contoneo de sugerente forma, y le miro relamiendose, mientras se mantenía a una distancia. -¿Te da miedo romperme? atrevete pues, que yo no me rompo...- Sacó una juguetona lengua rosada y acarició sus encantos femeninos mirando a aquel lujurioso y lascivo vampiro, probando hasta donde la cuerda con él se estiraba y cuan poder le habia cedido la depravación que ahí estaba dandose a conocer, Yendra rio de pilla forma mirandole.
Las campanadas y los truenos sonaba con las fuertes embestidas que recibia, ella clavaba las uñas rajando un poco aquellas telas ceremoniales que aquel vampiro portaba, a lo que Yendra en un momento de lucidez pensó que podría sacar partido a aquello, se relmanió con lascivia y una maliciosa sonrisa se dibujo en los sonrosados labios de la cambiante. -¿Y cuando mi deseo se quedara satisfecho? necestio veros sin ropa....lo ansio...si vuestras palabras son de verdad...concederme este capricho...deseo veros sin ropa cubriendoos.- Dijo con tono de desesperación y ansia, se acarició asi misma sus pechos mientras recibia las lujuriosas embestidas del vampiro, y jadeaba por ello, le miraba con lujuria y deseo, provocandole, sabía lo que le gustaba a su lobo, pero cuan atrevido sería el vampiro en estos juegos.
Los jadeos eran fuertes, pero aunque muy humeda sus zonas estaban Yendra estimó que era tiempo para juegos, y escapó de debajo suya sin dejarle dar una embestida más, le miro con cara juguetona mientras se movia de agil forma como acechandole sin importarle estar sin ropa...ni lo más minimo . -Vamos cerdo pecador...ven y cogeme.- Dijo en tono burlon la cambiante, se contoneo de sugerente forma, y le miro relamiendose, mientras se mantenía a una distancia. -¿Te da miedo romperme? atrevete pues, que yo no me rompo...- Sacó una juguetona lengua rosada y acarició sus encantos femeninos mirando a aquel lujurioso y lascivo vampiro, probando hasta donde la cuerda con él se estiraba y cuan poder le habia cedido la depravación que ahí estaba dandose a conocer, Yendra rio de pilla forma mirandole.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Oculto por la noche, pero con paso firme. Teñido por la sangre, pero con mente despejadas.
Maxwell no cabía en sí de la euforia que recorría su cuerpo en forma de calambres oscuros y placenteros conforme la gata que transformada en zorra se encontraba, le espetaba todas aquellas cosas. Cuantas más palabras escupiera la chica, mas suyo sería Blackbird sin que él mismo siquiera lo supiera. Nisiquiera lo sospechaba.. lo cual, era lo peor de todo. Aquella mujer lo estaba poseyendo cuando era lo contrario lo que el buscaba. Entregado al placer más bajo y primario continuaba con aquellas bravas embestidas, impulsado por el poder de sus oscuras alas completamente sacadas abrazando el momento apuntando déspotamente hacia el cielo. Mostraba sus dientes en una sonrisa junto a aquellos ojos que lejos estaban de volver a tener iris en un buen rato. Contemplaba la desnudez de aquellos enormes pechos mientras los mordisqueaba, justo cuando ella pidió que necesitaba que la mordiera.
Clavó ambos colmillos dolorosamente, hasta que la sangre brotó lo suficiente como para mancillar el suave valle que había entre ambos voluptuosos pechos, lo que vulgarmente se llamaba "Canalillo". Maxwell Blackbird tragaba atropelladamente la sangre de aquella cambiante, conforme se la follaba. Si. Se la follaba, a medio camino de suave y fuerte, pintando con esmero una escena caliente. Miró hacia arriba con su rostro enterrado en la carne delantera de la chica, sonriendo con los colmillos manchados de sangre. Ella había bebido de él, y eso le había encantado. No era vampira, pero su sangre ya la había poseido, ya había bebido de él, y no sería lo unico que bebiera de él esta noche. Ni esta vida. Llenaba de colmilladas el hermoso escote, marcándola como suya. Ya encontrará alguna excusa para explicarselo a su lobo. Él sabía que aquella mujer amaba más a su lado oscuro, que le amaba mas a él, a Maxwell Blackbird, y jugará cruelmente con ello. Adora jugar con los sentimientos de Yendra, de forma lasciva y morbosa, haciéndola dudar, haciendo que ella misma vea.. Que se le mojaban sus labios mas bajos con solo pensar en que el Vampiro le daba más de todo lo que ella deseaba que el Lobo.
Escuchó el deseo desbocado de la gata que Zorra ahora mismo era, sonriendo. ¿Quería verle desnudo? Ja. -Zorra insolente. -Espetó seriamente, con aquella voz que acompañaba a la tormenta. -Por suerte para ti, concederé cada deseo desbocado que me escupas al rostro, sea lo que sea, maldita. Siempre y cuando tengas la valentía necesaria para promulgarlo. -Notaba su mirada, como se masajeaba ella misma los pechos mientras él impedía que se cayese, sujetandola reciamente por la espalda sin cesar en el ritual oscuro que llevaba. Notaba como ella le miraba, con deseo, con morbo. -Me miras como jamás le mirarás, eh. Y encima.. te pone bien cachonda saberlo. Maldita Zorra. -No obstante, sonrió grandiosamente, le... le encantaba. Simplemente, le encantaba lo insolente que se tornaba aquella chica, y lo atrevida. Como comenzaba por fin a abrazar a ese lado que pensaba que sacaba con el lobo lujurioso, pero no. Ni mucho menos.. él había visto siquiera la punta del iceberg. Maxwell vería TODO. Todo lo que tiene por sacar.
Enarcó una de sus pobladas cejas cuando la Cambiante saltó agilmente, cesando el movimiento, sacándose la enorme herramienta del Señor, dejando a la vista una poderosa arma, totalmente mojada.. que goteaba nectar sin cesar. Sin parar. Nectar desaprovechado, leche que se esparcía por el suelo. Él sonreía con desafío mirándola totalmente sin ropa, como al saltar, botaba toda aquella carne que loco le volvía. La gata comenzó a gatear, a contonearse como una ramera.. Por mal que sonase, puedo asegurar que el Señor del Terror estaba totalmente loco por su comportamiento.. Y mentiría si dijese que no lo deseaba aún más, verla... asi. Como una zorra que busca seducir a su captor. A su dueño. A quien tiene el mango del latigo que tiene al cuello. -Cogerte te voy a coger, lasciva Zorra. No tengo ni un ápice de miedo a romperte. Ni a partirte en dos. Es lo que busco. Destrozarte como zorra mía que eres.
No cabía duda ya, tras insultarle abiertamente, el vampiro se puso aún mas ardiente, le había dado todo el poder a Yendra e incluso un poco más, aquella insolente mujer que provocativa ahora estaba a 4 patas, como toda.. Una gata, sedienta. Hambrienta. ¿Hambrienta? Pensó Maxwell, dibujando muy lentamente una sonrisa fría en su rostro, mostrando sus colmillos. Muy despacio comenzó a despojarse de las largas mangas de su toga ceremonial, dando paso a aquellos colosales músculos tan inusuales en un vampiro de estos lugares. Una cicatriz que iba desde el nacimiento del hombro derecho hasta el nacimiento del muslo izquierdo. Grande, grandiosa, galante. En uno de sus pezones tenía un tatuaje de una serpiente con la lengua sacada, de la lengua, sacaba un exótico Piercing que clavado en el pezón se encontraba, igual que el de su ceja derecha. Las togas cayeron al suelo haciendo un sonido totalmente hueco, Maxwell estaba desnudo al completo. Sus piernas se volvieron humo. Se volvieron sombra. Junto al aleteo de sus poderosas alas fue raudo hacia la posición de su hambrienta amiga que le desafiaba. Antes de aterrizar y volver a materializar sus piernas, no dijo nada, no pidió nada.. Tan solo metió con fuerza su miembro duro en aquella ajena boca. Notó el roce de los dientes de Yendra, y eso le excitó de sobremanera. La punta consiguió rozar la garganta, atorándola un poco.
Sus garras.. cogieron sus cabellos en un matojo de éstos, manteniendola sujeta de aquella forma que ante ojos normales, sería una forma humillante de usar a una mujer. Muy humillante. Como una exclava. De vejarla. Pero eso era lo que él quería. Eso era lo que quería que a aquella chica loca volviera. Sonrió de medio lado, tensando sus musculos ante la vista de la gata, con la boca ocupada.
-¿Que ocurre ahora, Yendra Isley? ¿Se te comió la lengua el gato?
Clavó ambos colmillos dolorosamente, hasta que la sangre brotó lo suficiente como para mancillar el suave valle que había entre ambos voluptuosos pechos, lo que vulgarmente se llamaba "Canalillo". Maxwell Blackbird tragaba atropelladamente la sangre de aquella cambiante, conforme se la follaba. Si. Se la follaba, a medio camino de suave y fuerte, pintando con esmero una escena caliente. Miró hacia arriba con su rostro enterrado en la carne delantera de la chica, sonriendo con los colmillos manchados de sangre. Ella había bebido de él, y eso le había encantado. No era vampira, pero su sangre ya la había poseido, ya había bebido de él, y no sería lo unico que bebiera de él esta noche. Ni esta vida. Llenaba de colmilladas el hermoso escote, marcándola como suya. Ya encontrará alguna excusa para explicarselo a su lobo. Él sabía que aquella mujer amaba más a su lado oscuro, que le amaba mas a él, a Maxwell Blackbird, y jugará cruelmente con ello. Adora jugar con los sentimientos de Yendra, de forma lasciva y morbosa, haciéndola dudar, haciendo que ella misma vea.. Que se le mojaban sus labios mas bajos con solo pensar en que el Vampiro le daba más de todo lo que ella deseaba que el Lobo.
Escuchó el deseo desbocado de la gata que Zorra ahora mismo era, sonriendo. ¿Quería verle desnudo? Ja. -Zorra insolente. -Espetó seriamente, con aquella voz que acompañaba a la tormenta. -Por suerte para ti, concederé cada deseo desbocado que me escupas al rostro, sea lo que sea, maldita. Siempre y cuando tengas la valentía necesaria para promulgarlo. -Notaba su mirada, como se masajeaba ella misma los pechos mientras él impedía que se cayese, sujetandola reciamente por la espalda sin cesar en el ritual oscuro que llevaba. Notaba como ella le miraba, con deseo, con morbo. -Me miras como jamás le mirarás, eh. Y encima.. te pone bien cachonda saberlo. Maldita Zorra. -No obstante, sonrió grandiosamente, le... le encantaba. Simplemente, le encantaba lo insolente que se tornaba aquella chica, y lo atrevida. Como comenzaba por fin a abrazar a ese lado que pensaba que sacaba con el lobo lujurioso, pero no. Ni mucho menos.. él había visto siquiera la punta del iceberg. Maxwell vería TODO. Todo lo que tiene por sacar.
Enarcó una de sus pobladas cejas cuando la Cambiante saltó agilmente, cesando el movimiento, sacándose la enorme herramienta del Señor, dejando a la vista una poderosa arma, totalmente mojada.. que goteaba nectar sin cesar. Sin parar. Nectar desaprovechado, leche que se esparcía por el suelo. Él sonreía con desafío mirándola totalmente sin ropa, como al saltar, botaba toda aquella carne que loco le volvía. La gata comenzó a gatear, a contonearse como una ramera.. Por mal que sonase, puedo asegurar que el Señor del Terror estaba totalmente loco por su comportamiento.. Y mentiría si dijese que no lo deseaba aún más, verla... asi. Como una zorra que busca seducir a su captor. A su dueño. A quien tiene el mango del latigo que tiene al cuello. -Cogerte te voy a coger, lasciva Zorra. No tengo ni un ápice de miedo a romperte. Ni a partirte en dos. Es lo que busco. Destrozarte como zorra mía que eres.
No cabía duda ya, tras insultarle abiertamente, el vampiro se puso aún mas ardiente, le había dado todo el poder a Yendra e incluso un poco más, aquella insolente mujer que provocativa ahora estaba a 4 patas, como toda.. Una gata, sedienta. Hambrienta. ¿Hambrienta? Pensó Maxwell, dibujando muy lentamente una sonrisa fría en su rostro, mostrando sus colmillos. Muy despacio comenzó a despojarse de las largas mangas de su toga ceremonial, dando paso a aquellos colosales músculos tan inusuales en un vampiro de estos lugares. Una cicatriz que iba desde el nacimiento del hombro derecho hasta el nacimiento del muslo izquierdo. Grande, grandiosa, galante. En uno de sus pezones tenía un tatuaje de una serpiente con la lengua sacada, de la lengua, sacaba un exótico Piercing que clavado en el pezón se encontraba, igual que el de su ceja derecha. Las togas cayeron al suelo haciendo un sonido totalmente hueco, Maxwell estaba desnudo al completo. Sus piernas se volvieron humo. Se volvieron sombra. Junto al aleteo de sus poderosas alas fue raudo hacia la posición de su hambrienta amiga que le desafiaba. Antes de aterrizar y volver a materializar sus piernas, no dijo nada, no pidió nada.. Tan solo metió con fuerza su miembro duro en aquella ajena boca. Notó el roce de los dientes de Yendra, y eso le excitó de sobremanera. La punta consiguió rozar la garganta, atorándola un poco.
Sus garras.. cogieron sus cabellos en un matojo de éstos, manteniendola sujeta de aquella forma que ante ojos normales, sería una forma humillante de usar a una mujer. Muy humillante. Como una exclava. De vejarla. Pero eso era lo que él quería. Eso era lo que quería que a aquella chica loca volviera. Sonrió de medio lado, tensando sus musculos ante la vista de la gata, con la boca ocupada.
-¿Que ocurre ahora, Yendra Isley? ¿Se te comió la lengua el gato?
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
Yendra ahoga gritos y gemidos de dolor en el momento que los colmillos de Maxwell hirieron la carne de su escote, incluso sintió algo de debilidad al perder algo de sangre bajo la lengua del enorme vampiro, pero el morbo hacía una fuerte influencía en el momento y ya habría tiempo de dolerse por las heridas de colmillos, se sabía bien que los juegos se iban a mantener, parecía bastante satisfecho por el sabor de la cambiante, ya habría tiempo de preocuparse ahora no, no en este momento...tiempo al tiempo. Ella sonrió mirandole cuando el dolor se calmo, estaba algo mareada, pero eso lo hacia mas divertido y más feroz.
Le había arañado, le había rajado con sus uñas las telas, pero ahora le miraba desde una posición más alejada, y ladeaba con la cabeza cuando veía que el grandioso vampiro accedía a sus deseos, ella sonrió juguetona. -Así me gusta, desnudaos vos tambien...quiero verte bien...- Dijo con voz erotica y juguetona puesto se estaba divirtiendo de lo lindo, se relamía pero la sorpresa llego cuando el vampiro se deshacía de esas togas, enseñandole lo que bajo de los ropajes se ocultaba, ella miro esos musculos inusuales, en vida ha tenido que hacer algo que le vendría a bastante trabajo fisico, ella abría la boca levemente mirandole. Sus ojos bailaron por su cuerpo ahora desnudo, detuvo naturalmente sus ojos en sus partes masculinas destacadas ahora, con mucho morbo sin duda, pero sus ojos siguieron la linea, esa cicatriz...¿Que será esa cicatriz? ¿como se la hizo? esas preguntas rondaban la mente de la cambiante, pero ya se lo preguntará en otro momento donde el deseo no sea el que mande, si no más la cabeza. Pero como ese momento ahora no estaba en el aire siguió bailando su mirada en ese sinuoso tatuaje y esos pircing...la verdad es que eso solo lo había visto en integrantes del circo, los que los lucian ya que daban un aire muy exotico cuanto menos, la cambiante no pudo evitar morderse el labio con bastante fuerza. Lo deseaba más, que fuese verdad y en dos la partiese de las maneras mas morbosas y lascivas.
Yendra se confió mucho de la situación de distancia de seguridad que parecía tener ahora, le miraba con atención de arriba a abajo. -¿Zorra? ¿ya no soy vuestra gata? que lastima...me gustaba ese nombre...pero sí, soy muy mala..ñam.-Dijo sin duda para probocarle, veía como se movia, como hacía esa magia vampirizal que la cambiante no alcanzaba a comprender, de echo se quedó bastante impresionada por ese truco, que ni en el circo había visto algo igual , de echo la sobrenatural velocidad la pillo de sorpresa, y la susodicha agresión que recibio de morbosa forma por parte del vampiro, muy brusca, pero Yendra sabía que hacer para volverlo loco, asi que no tubo problema en degustar ese duro trozo de carne, usando sus labios, mirandole mientras, mientras sus manos jugaban y masajeaban por todo, y cuando digo todo...es todo...las mano de la cambiante eran curiosas, y rozo algo mas atrás con timidez, antes de volver a una zona más delantera, mientras sus labios masajeaban y apretaban ahi, y su lengua jugaba bien..no iba a achantarse, y sabía que el vampiro estaba bien excitado sin duda alguna.
Le había arañado, le había rajado con sus uñas las telas, pero ahora le miraba desde una posición más alejada, y ladeaba con la cabeza cuando veía que el grandioso vampiro accedía a sus deseos, ella sonrió juguetona. -Así me gusta, desnudaos vos tambien...quiero verte bien...- Dijo con voz erotica y juguetona puesto se estaba divirtiendo de lo lindo, se relamía pero la sorpresa llego cuando el vampiro se deshacía de esas togas, enseñandole lo que bajo de los ropajes se ocultaba, ella miro esos musculos inusuales, en vida ha tenido que hacer algo que le vendría a bastante trabajo fisico, ella abría la boca levemente mirandole. Sus ojos bailaron por su cuerpo ahora desnudo, detuvo naturalmente sus ojos en sus partes masculinas destacadas ahora, con mucho morbo sin duda, pero sus ojos siguieron la linea, esa cicatriz...¿Que será esa cicatriz? ¿como se la hizo? esas preguntas rondaban la mente de la cambiante, pero ya se lo preguntará en otro momento donde el deseo no sea el que mande, si no más la cabeza. Pero como ese momento ahora no estaba en el aire siguió bailando su mirada en ese sinuoso tatuaje y esos pircing...la verdad es que eso solo lo había visto en integrantes del circo, los que los lucian ya que daban un aire muy exotico cuanto menos, la cambiante no pudo evitar morderse el labio con bastante fuerza. Lo deseaba más, que fuese verdad y en dos la partiese de las maneras mas morbosas y lascivas.
Yendra se confió mucho de la situación de distancia de seguridad que parecía tener ahora, le miraba con atención de arriba a abajo. -¿Zorra? ¿ya no soy vuestra gata? que lastima...me gustaba ese nombre...pero sí, soy muy mala..ñam.-Dijo sin duda para probocarle, veía como se movia, como hacía esa magia vampirizal que la cambiante no alcanzaba a comprender, de echo se quedó bastante impresionada por ese truco, que ni en el circo había visto algo igual , de echo la sobrenatural velocidad la pillo de sorpresa, y la susodicha agresión que recibio de morbosa forma por parte del vampiro, muy brusca, pero Yendra sabía que hacer para volverlo loco, asi que no tubo problema en degustar ese duro trozo de carne, usando sus labios, mirandole mientras, mientras sus manos jugaban y masajeaban por todo, y cuando digo todo...es todo...las mano de la cambiante eran curiosas, y rozo algo mas atrás con timidez, antes de volver a una zona más delantera, mientras sus labios masajeaban y apretaban ahi, y su lengua jugaba bien..no iba a achantarse, y sabía que el vampiro estaba bien excitado sin duda alguna.
Yendra Isley- Cambiante Clase Media
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Re: La curiosidad que puede matar al gato. (+18)
La oscuridad es mi camino… las tinieblas mi trono… y tu agonía mi aliento.
Así pues ante ti me presento.
Así pues ante ti me presento.
Maxwell enarcaba una de sus pobladas y poderosas cejas, totalmente curvada, tanto fue así que incluso el labio tiró levemente hacia arriba por si solo como una extraña fuerza que tirase desde arriba al escuchar las palabras de quien de ahora en adelante, sería suya. -Claro que eres mi gata. Pero no eres una gata ahora.. ¿Piensas que no eres una zorra en este momento? Mientras me contemplas y deseas que jamás me marche. Que jamás mi imagen se desvanezca. Los gemidos de la noche suenan mejor que los aullidos, ¿Verdad? Por supuesto que eres mala.. y por ello recibirás tu castigo, mi gata. -Sentenciaba en aquellos momentos en los que aquellos ojos femeninos se encontraban abiertos por completo mientras sus labios se abultaban por la fricción que sufría a causa de la mamada. Los labios de Blackbird se contraían, se recreaban en su propia percepción del momento. En su propio placer. Allí, desnudo al completo, ante ella posaba sobre sus cuatro extremidades y los pechos apuntando hacia abajo, la boca abierta y la garganta atorada.
Aún se sorprendió más cuando la insolencia de aquella gata, que cada vez mas zorra se cernía, hizo que sus dedos se colaran mas allá de su dura carne que reconfortaba un lujurioso y lascivo miembro que no paraba de sudar por la punta aquellas gotas de lascivia blanca. Mas allá de la carne fina de sus testículos, de sus huevos, de aquellas dos esferas brillantes que colgaban amenazantes cerca de la barbilla de la cambiante. No fueron allí los dedos de Yendra, si no que se aventuró a algo mas ante la sorpresa total y nada parcial del Señor del Terror. Rozando la zona del perineo.. sin detenerse hasta llegar totalmente atrás para saciar la curiosidad de aquellos dedos exploradores de la verdad. Aquello hizo que la garra de Maxwell tirara violentamente (mas si cabe) del matojo de pelos que sostenía proveniente de la cabeza de la chica gimoteante y de ojos sangrantes de sangre transparente que son lágrimas. -Insolente... -Escupía una vez mas la voz de la oscuridad. Pero no la apartó, si no todo lo contrario. Con su otra garra cogió con fuerza, como una tenaza, el brazo de Yendra, para que la mano no moviera del lúgubre lugar donde jamas el sol da.
Maxwell sonrió, no esperaba que Yendra pudiese seguir sorprendiéndole a estas alturas.. pero ahi estaba ella. Como una gata en postura. La ardiente pasión que invadía en forma de lujuria y calambres las extremidades del Vampiro causaron que con fuerza y muchísima malevolencia, se agarrase en la cabeza de la chica como único punto de apoyo para así lograr comenzar a dar una salva de embestidas rapidas, crudas, muy secas a la sensual boca de la gata que le pertenecía. Como una exclava que mantiene la boca abierta él se aprovechó completamente de la situación. Sus cabellos negros como el infinito caían sobre sus hombros sudados, masajeando levemente la piel blanca que tenía conforme embestía más y más aquella estrecha garganta sin dejarla. Sin parar. Una embestida, tras otra. Cada una más seca, brutal y rápida que la anterior.
Tras aquello, sus alas volvieron a rugir silenciosamente cortando el viento de la noche. Sacó su duro y lascivo falo chorreante ahora de la saliva de la gata, que parecía estar poco más que drogada. La miró, satisfecho en su mirada. Puso su miembro sobre la parte derecha de aquella tez de perfecto cutis, y presionó con su mano para actuar de apoyo y así comenzar una lasciva masturbación que llenaba muy poco a poco la piel de aquella leche espesa como unas dulces gotas de miel. Sus ojos inquinos, amenazantes, blancos, tornaron hacia los de la cambiante. Su sonrisa no se borraba. -¿Algo que añadir, insolente y hambrienta gata? Por que esta noche.. vas a ser la exclava de la decadencia. Beberás de la eternidad, y jamás de otro recipiente, de otro caliz, querrás probar. Come, gata. Sáciate. Bébeme. Devórame. Cómetela toda.. sin dejar nada de mi cuerpo. -Un rayo cruzó el cielo, en mitad de una campanada. El rostro del Vampiro que ahora parecía totalmente un Demonio con los ojos en blanco y los colmillos sacados, no cabía en si de su gozo. Seguía aquella extraña masturbación, sintiendo los dedos de Yendra, donde quisiera llevarlos. Se sentía con ganas enormes de humillarla cada vez más. De usarla.
Le pertenecía. Tenía derecho sobre ella. Era suya.
Suya.
Suya.
Aún se sorprendió más cuando la insolencia de aquella gata, que cada vez mas zorra se cernía, hizo que sus dedos se colaran mas allá de su dura carne que reconfortaba un lujurioso y lascivo miembro que no paraba de sudar por la punta aquellas gotas de lascivia blanca. Mas allá de la carne fina de sus testículos, de sus huevos, de aquellas dos esferas brillantes que colgaban amenazantes cerca de la barbilla de la cambiante. No fueron allí los dedos de Yendra, si no que se aventuró a algo mas ante la sorpresa total y nada parcial del Señor del Terror. Rozando la zona del perineo.. sin detenerse hasta llegar totalmente atrás para saciar la curiosidad de aquellos dedos exploradores de la verdad. Aquello hizo que la garra de Maxwell tirara violentamente (mas si cabe) del matojo de pelos que sostenía proveniente de la cabeza de la chica gimoteante y de ojos sangrantes de sangre transparente que son lágrimas. -Insolente... -Escupía una vez mas la voz de la oscuridad. Pero no la apartó, si no todo lo contrario. Con su otra garra cogió con fuerza, como una tenaza, el brazo de Yendra, para que la mano no moviera del lúgubre lugar donde jamas el sol da.
Maxwell sonrió, no esperaba que Yendra pudiese seguir sorprendiéndole a estas alturas.. pero ahi estaba ella. Como una gata en postura. La ardiente pasión que invadía en forma de lujuria y calambres las extremidades del Vampiro causaron que con fuerza y muchísima malevolencia, se agarrase en la cabeza de la chica como único punto de apoyo para así lograr comenzar a dar una salva de embestidas rapidas, crudas, muy secas a la sensual boca de la gata que le pertenecía. Como una exclava que mantiene la boca abierta él se aprovechó completamente de la situación. Sus cabellos negros como el infinito caían sobre sus hombros sudados, masajeando levemente la piel blanca que tenía conforme embestía más y más aquella estrecha garganta sin dejarla. Sin parar. Una embestida, tras otra. Cada una más seca, brutal y rápida que la anterior.
Tras aquello, sus alas volvieron a rugir silenciosamente cortando el viento de la noche. Sacó su duro y lascivo falo chorreante ahora de la saliva de la gata, que parecía estar poco más que drogada. La miró, satisfecho en su mirada. Puso su miembro sobre la parte derecha de aquella tez de perfecto cutis, y presionó con su mano para actuar de apoyo y así comenzar una lasciva masturbación que llenaba muy poco a poco la piel de aquella leche espesa como unas dulces gotas de miel. Sus ojos inquinos, amenazantes, blancos, tornaron hacia los de la cambiante. Su sonrisa no se borraba. -¿Algo que añadir, insolente y hambrienta gata? Por que esta noche.. vas a ser la exclava de la decadencia. Beberás de la eternidad, y jamás de otro recipiente, de otro caliz, querrás probar. Come, gata. Sáciate. Bébeme. Devórame. Cómetela toda.. sin dejar nada de mi cuerpo. -Un rayo cruzó el cielo, en mitad de una campanada. El rostro del Vampiro que ahora parecía totalmente un Demonio con los ojos en blanco y los colmillos sacados, no cabía en si de su gozo. Seguía aquella extraña masturbación, sintiendo los dedos de Yendra, donde quisiera llevarlos. Se sentía con ganas enormes de humillarla cada vez más. De usarla.
Le pertenecía. Tenía derecho sobre ella. Era suya.
Suya.
Suya.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/04/2017
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