Enséñame a volar… [Yuré]

Le gustaba explorar los cielos parisinos, escrutar los alrededores con su potente mirada. Si bien podía llevar a cabo esa tarea con su transformación más pequeña y discreta, tenía desventajas como lo era el cansancio de batir sus cortas alas un mayor número, así que prefería surcar los cielos planeando en su transformación más exuberante. Le encantaba la distancia que alcanzaba con su envergadura y aunque para algunos podría parecer un ave extraña y fea, nadie podía quitarle de la cabeza que era un ave con porte recio y monárquico, ella en los cielos podía sentirse la reina de Francia, la conquistadora de todo el mundo.

Desde las alturas la gente y toda la ciudad eran simples miniaturas y aunque le encantaba su ciudad natal con todos sus olores, ruidos y sabores, estaba un poco harta, así que se dirigió a la laguna en busca de un poco paz y ¿por qué no? Un ligero refrigerio su naturaleza no dejaba de ser un ave rapaz y ella como humano no tenía ningún empacho en procurarse sus alimentos de aquella manera, había aprendido como hacerlo, qué comer y qué no a base de “ensayo y error”, carne y fresca más no basura, animales sanos y no enfermos, ya que una vez transformada en humano se sentía fatal y en alguna ocasión ella misma había enfermado de una manera horrible.

Al llegar planeó en círculos alrededor de la laguna, círculos que iban estrechando su circunferencia conforme iba acercándose a tierra. Observó a un pequeño cachorro caer al agua, su campo de vuelo se centró en él, para su desgracia resultó ser una persona como ella, una persona con aquel extraño don de cambiar las estructuras de su cuerpo. Cuando salió bien librado de su caída dejó de interesarle, observó de reojo al muchacho desnudo tirarse sobre la hierba y ella siguió planeando. Buscaba un lugar tranquilo hasta que los ladridos del cachorro resonaron por todo el lugar, una y otra vez como si este le estuviera llamando, lo ignoró lo más que pudo hasta que se hartó del sonido que le taladraba los oídos. Graznó un par de veces como si entre ellos y sus sonidos tan distintos pudieran entenderse.

Dio una vuelta más y cuando estuvo exactamente enfrente del cachorro y su trayectoria dibujaba una perfecta línea recta, cayó en picado hacia él, como lo hace un ave que va a coger una presa, aunque este no era su finalidad, ella sólo quería asustarlo un poco y regresarle un poco de los ladridos.

Un beneficio extra de aquella transformación era que la gente podría creerle un ave de mal augurio y a ella le gustaba creerlo así.

A escasos metros de alcanzarlo, a tan sólo un par decidió convertirse en humano. El fresco sobre el pasto le hizo derraparse un poco pero no cayó.

-¿Y bien? ¿Qué querías?- preguntó con un poco de exasperación, tal vez había sido brusca pero no le importaba. En ese momento no le importaban varios detalles de sus alrededores y de ella misma, simplemente estaba cegada y no podía tomarlos en cuenta.

Colocó sus manos en sus caderas y notó su desnudez, en ese instante recordó al muchacho que había visto, espantada y de un exagerado salto despavorido se arrimó a un arbusto cercano donde podría cubrirse. Lo miró entrecerrando los ojos como si el pequeño tuviera la culpa de que ella se encontrara así y así era, para ella así era, sólo cambio su transformación por él.