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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Jared Granchester Vie Ene 13, 2012 10:16 pm

Cuando tengo que elegir entre dos males, siempre prefiero aquel que no he probado.
Mae West

Los pasos son ágiles a pesar de lo que carga sobre los hombros, un hombre alto y fuerte es como se le define la mayor parte de las veces. Huraño, agresivo, irascible son adjetivos que le quedan como anillo al dedo, pero sobre todo es un felino. Todas sus acciones lo demuestran, desde pasos rápidos, silenciosos, perfectos; miradas intensas, atigradas, pesadas; qué decir de su olfato: infalible; de su cuerpo: atlético, firme, fibroso. No hay nada en él que permita la fantasía de que es alguien débil, indefenso, todo lo contrario, la gente normalmente le rehuye y es por la forma de conducirse, de ser, de mirar traspasando el alma de todos aquéllos que se cruzan en su camino.

Causa miedo, furor e incluso, inquietud en todo el cuerpo. La piel se eriza, los vellos se levantan como con un golpe de electricidad. Los cabellos se ponen de punta cuando él fija su mirada en cualquier persona, es un asesino... no cabe duda de ello, se nota a leguas de distancia. Aunque eso a Jared le tiene sin cuidado, como ahora mismo, que sigue cargando el cuerpo de una joven a quien cazó hace poco tiempo. Su sangre sigue tibia, puesto que aún no la mata, pero su intención es hacerlo pronto. Tiene hambre, no sólo él, toda la manada que le espera más allá del pantano, inquieta y seguramente gañando, transformados todos en sus formas felinas, algunos agazapados en los árboles, otros en la maleza, invisibles al ojo inexperto.

Listos para atacar en el momento menos esperado, para destruir a su rival y comérselo. Aunque se alimentan de comida normal, de vez en cuando un buen pedazo de carne sanguinolento es necesario para completar su dieta. Sobre todo si es de una mujer como la que Jared carga, tan suculenta al olfato y gusto del Regis, que no dudará en desmembrarla en compañía de los suyos en cuanto la mate con un buen golpe en el cuello, pero eso será cuando llegue a donde los demás. Para que su sangre no se enfríe, pueda degustarla aún tibia, con ese delicioso sabor y aroma que enloquecen la parte más animal de su ser.

Avanza con mayor rapidez en cuanto su bestia gruñe haciendo que muestre los dientes en un ademán agresivo e intimidante. El camino es pesado, bifurcado, accidentado, pero esa no es razón para que Jared deje atrás todo; porque la frase "me rindo" no está en su vocabulario y quien lo diga, es objeto de su furia. No le agradan los cobardes, se codea más bien de gente valiente; aunque algunos podrían llamarla temeraria u otros, indicar que se trata de personas sin una sanidad mental adecuada, enajenados, obsesivos. Eso y más es Jared, quien no duda de hacerlo ver en cada movimiento, de hacerlo notar en cada palabra dicha.

Es un cambiaformas sin nada de sentido común, pensarán algunos. Arrebatado, violento, pero ¿Quién no lo es? La diferencia radica en que Jared tiene todo fríamente calculado. Una rama rota y el cambiaformas se detiene un instante, pretextando cambiar la presa de hombro, oídos completamente atentos a su entorno. Por allá una rana. Por el otro lado un chapoteo. Baja la mirada y cuando la levanta, sonríe divertido porque lo sabe, alguien le ha seguido. Aunque no sabe el quién, debe ser más precavido con su manada. Desconoce si esta persona trae consigo aparejados instrumentos que pudieran causar estragos entre los miembros de su familia.

Disimula, se truena el cuello, mira a la derecha, a la izquierda, sin ver a nadie. Estira un poco el cuerpo, aparentando estar cansado, incluso se da el lujo de cerrar los ojos, pero no porque se sienta seguro, si no para encontrar la fuente del ruido, captar la esencia del que le persigue. No, la que le persigue, porque ese olor en medio de toda la podredumbre del lugar es inconfundiblemente femenino. Qué curioso. De todas formas, continúa su camino en silencio, pero atento ahora a quien le sigue. A ver qué quiere de Jared o bien... a ver qué tan buena es su carne al gusto del Regis.

Finge continuar su camino, aunque en realidad está haciendo una cabronada de las suyas: está rodeando el lugar donde están sus hermanos, para que el aire traiga el aroma del cambiaformas y al mismo tiempo, se enteren de que tiene otra compañia. Alguien con la que pueden jugar en caso de ser necesario. Si la dama en cuestión cree que siguiéndolo se ayuda a sí misma, está completamente equivocada porque lo que menos hará Jared será auxiliarla si alguno de sus hermanos le cae encima. Todo lo contrario, le apremiará a comérsela mientras él hace los honores a su propia presa. Aunque será divertido ver cómo sus hermanos matan a la intrusa.

¿Será que este día tendrán alimento doble?



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Mensaje por Monique Nixie Chasdirs Jue Ene 26, 2012 11:48 am

-¿Qué es eso?.-Se preguntó al ver como algo asomaba bajo la puerta de la habitación que había alquilado por esa noche. Dejó a un lado su ballesta y se levantó de la cama a la par que tiraba el trapo hacia el otro lado de la cama. Se agachó con suavidad y tomó el papel, en él aparecían restos de sangre, pero hasta donde ella sabía vivía en un "mundo" en que aquello era lo más normal del mundo. Se levantó con lentitud mientras caminaba por la habitación abriendo el sobre y sacando el papel que aparecía escrito. Se giró y se dejó caer sobre el colchón haciendo que la cama se quejase por el peso y la fuerza de este al caer. No apartó la mirada ni tampoco la atención de aquel pedazo de pergamino dañado, sus ojos leían cada una de las letras con la mayor atención posible, si mente recopilaba la información e intentaba procesarla de la forma más rápida. Lentamente volvió a cerrar la carta con lentitud y la metió dentro de aquel sobre, dejándolo sobre la mesilla con alguno de sus objetos de valor.- Mujeres desaparecidas.-Musitó.

¿Para que más? No necesitaba nada más para salir en la busca de aquel que las tomaba y hacía desaparecer. Bien sabía que su cuerpo aún estaba resentido, que tenía marcas y cicatrices por desaparecer, pero eso no la pararía. Tomó su camiseta de tirantes de encima de la silla y se la puso, pero antes de terminar de acomodarla la levantó sujetándola con los dientes mientras su mirada se posaba sobre el costado, con la ayuda del espejo analizó su corte del costado, tenía mucha mejor pinta, aún así debía cuidar de no hacer demasiados esfuerzos para que esta no se abriese de nuevo. Tomó de encima de su cómoda un pedazo de tela con la cual cubrió con fuerza su costado haciendo una auténtica mueca de dolor, tomó aire con dificultad por la nariz y lo soltó casi al intante para aguantarse las ganas de gritar. Con la ayuda de unos imprendibles sujetó la tela para que no se aflojase lo más mínimo, ahora que estaba acomodado el dolor había casi desaparecido y en su lugar estaba una leve molestia que seguramente desaparecería del todo con el paso de las horas y el día. Bajó de nuevo la camiseta y la metió por dentro de los pantalones ajustándolos perfectamente a su cuerpo, desde muy pequeña había adorado la ropa de varón y desde que tenía uso de consciencia había vestido así. ¿La razón? No otra que no fuese la de una cacería cómoda y segura, siempre había pensado que un vestido no era otra cosa que una forma de parecer un florero.

Caminó como leona enjaulada por la habitación, pese a ser una mujer segura, en ciertas ocasiones podía perder el control de si misma y liarla. Atrapó con sus manos las dos dagas ocultándolas en los interiores de las botas, sujetándolas con una especie de cintos, se aseguró de que estaban bien colocadas antes deseguir equipándose. Se acercó a la silla y tomó el arnés, colocándoselo alrededor de los brazos y abrochándolo por debajo del pecho, dentro de las vainas metió un cuchillo más largo y en el otro lateral su escopeta, la cual la hizo resentirse levemente.- Joder...-Se llevó la mano hacia el costado y arrugó la frente con levedad. ¿Era una buena idea? Pues claro que sí, desde cuando a ella le importaban aquellas cosas. Chascó la lengua antes de acomodarse del todo, miró de que el cuchillo estuviese en su lugar al igual que la escopeta recortada. Tomó la chaqueta y se la colocó por encima abrochando nada más dos de los botones de la misma, paseó la mirada por el lugar para ver si se había quedado algo de su equipo, pero no era así. Se acercó a la cama y tomó la ballesta colgándosela a la espalda, no la colocó, ni se preocupó por ello, con la otra mano libre agarró el cinturón con los cartuchos y salió de la habitación sin tan siquiera cerrar la puerta.

Bajó los escalones a la par que agitaba la cabeza hacia los lados haciendo que su larga cabellera negra se acomodase sobre sus hombros y tomase su forma "natural". Al pasar por la recepción lanzó las llaves al hombre que había detrás del mostrador y le dedicó una sonrisa coqueta.- Volveré esta misma noche.-Esas fueron las únicas palabras que recibió el muchacho, el cual se había quedado embobado en el andar de aquella mujer.

Sus pasos la llevaron hacia las afueras, todas las edicaciones, calles y ruídos habituales de las grandes ciudades quedaron atrás dando paso a la naturaleza. Frente a ella se lenvantaban los árboles y arbustos. Se encaminó de forma lenta y totalmente sigilosa por uno de los senderos que había labrado el ser humano con el paso del tiempo, pero que aún así mantenía su forma totalmente salvaje. Un sonido. Se paró del todo y se agachó mirando todo a su alrededor, le parecía totalmente anormal que aquello estuviera desértico y sin rastro de criaturas... Apoyó ambas manos en el suelo y se levantó despacio reprimiento un quejido de dolor, se llevó la mano al costado deslizándola por dentro de la chaqueta y apretó un poco como queriendo mitigar el dolor con aquello, mientras ella estaba sumida en su "mundo" sintió como una rama se partía al recibir la presión suficiente de un peso, apartó la mano y se giró sobre sí misma como queriendo encontrar el origen de aquello, pero ni rastro. No es que sintiese miedo, pero sí le estaba desquiciando tanto misterior.

Llevó su mano hasta la ballesta colocándola mientras caminaba de forma lenta, mirando donde pisaba para no alertar a sus posibles depredadores. Algo se movió detrás de ella, demasiado rápido como para que ella pudiese seguirlo con la misma mirada, aún así no perdió la atención, se agachó lentamente hasta dejar una de sus rodillas sobre el suelo y la otra flexionada, levantó la ballesta cargándola y esperó al siguiente movimiento, cuando este se efectuó ella disparó sin pensárselo dos veces. Pareció acertar del todo pues algo parecido a un rugido salió de entre los arbustos.- Mío .-Musitó a la par que volvía a cargar la ballesta por si necesitaba volver a disparar contra su blanco. Los matorrales se movieron con brusquedad y de allí salió un felino de grandes dimensiones, sus ojos llameantes se clavaron en el cuerpo de ella, pero no sintió miedo, al contrario un chute de adrenalina la recorrió haciéndola sonreír.- Mal día para jugar...-Esta vez buscó el blanco correcto y disparó, sintiendo como la fuerza la hacía irse un poco hacia atrás, pero sin desestabilizarla. El animal cayó al suelo ahogando un rugido de agobía, Monique se levantó con total lentitud y se acercó hasta él dándole con la punta de su bota bajo las dos patas delanteras, el animal solo emitió un sonido de dolor. Ella solo se agachó, sacó del interior de su bota una de las dagas y la clavó sin problemas sobre la misma garganta del animal, el cual finalmente se dejó ir.- Creo que tú no eras a quien buscaba...-Alzó la mirada a la par que se levantaba del suelo limpiando el filo ensangrentado de la daga, su ballesta la acomodó de nuevo en su espalda y la daga la guardó en el interior de la bota.

Llevó ambas manos hacia la cadera y dejó los brazos en jarra mientras giraba sobre sí como queriendo saber donde se escondía él, aquel al que seguía desde hacía rato y el cual había perdido el rastro a causa de aquel pequeño percance. Bajó la mirada hacia el felino y sonrió de lado.- Es una pena.. Tienes una piel realmente hermosa.-Aseguró hablando más con ella que con nadie más, lo pateó una vez más con suavidad para asegurarse de que había muerto y tras eso echó a caminar por el camino sin preocupación alguna, pero alerta por si nuevamente se veía acechada, que posiblemente lo estaba siendo pues podía notar la mirada de más de una criatura sobre su cuerpo.


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Mensaje por Jared Granchester Sáb Feb 11, 2012 9:59 am

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.


Algo se salió de control, puede sentirlo y olerlo en el aire en cuanto llega al punto de reunión: la cueva que les hace las veces de refugio y donde puede controlarse la mayor parte del pantano sin tener que movilizarse demasiado. El qué es lo que le falta, lo que no logra vislumbrar. Observa a Joshua, uno de sus hermanos y el Beta de la manada quien también está inquieto en su forma humana. Los otros están dispersados por el lugar, incitados por el olor de la hembra que siguió a Jared.

El cambiaformas deja a la mujer asegurándose de que continuará dormida, en la inconsciencia para mutar de forma a la de la pantera y aspirar el aire con profundidad. La cabeza se alza en toda su magnificencia, el cuerpo oscuro, brillante el pelaje que incita a acariciarlo, el tamaño de sus músculos denotan que el macho no es uno cualquiera. Acostumbrado a las peleas y a imponerse con frecuencia, Jared es un ejemplar masculino demasiado atractivo y sabedor de su lugar en el mundo: como líder de su manada y de muchos más.

La cabeza vuelve a alzarse, ahora del lado norte del pantano sin encontrar demasiado, los ojos se entornan al tiempo que repite la operación hasta que por fin lo detecta, el pelaje de su lomo se eriza, los colmillos se barren mostrándose sin el menor pudor, la rabia se siente en el cuerpo masculino al tiempo que el mismo Joshua, acostumbrado a ese tipo de momentos, se echa atrás, temeroso un tanto de la intensidad de las emociones que gobiernan a su Regis quien tiene los músculos tensos, listos para atacar.

La sangre no es de la persona que él esperaba, las patas toman fuerza y de un impulso, avanzan varios metros en saltos que nadie puede superar en pos de ese lugar en donde su furia se descargará. ¿Quién se ha atrevido a tocar a su familia? ¿Quién es el osado? Lo pagará con su sangre, con un dolor que jamás podrá olvidar en toda su asquerosa vida. Los árboles ocultan su presencia en tanto devora la distancia con gran habilidad. Llegado a las cercanías, sus patas trepan por el tronco de uno de los abetos hasta que toma una altura en la cual su visión es perfecta.

Se abstiene de gruñir, de hacer cualquier ruido en el instante que los ubica, la mujer tiene a sus pies a uno de sus hermanos menores que aprendió bien la técnica del muerto, puesto que ella ya no le dedica tanta atención. Respeta el valor del pequeño cambiaformas porque está preparándose para atacar a pesar de sus heridas. Interviene dándole una orden mental para que no se mueva, el mismo Jared le demostrará a esta atrevida lo que significa meterse con los Granchester. El impulso es recibido y contestado con otro de obediencia y aceptación. Buen chico.

Mientras tanto, la mirada regresa a la mujer que se prepara para avanzar por el terreno en pos quizá de su manada. La pantera entorna los ojos, agazapándose al tiempo que todos sus músculos se tensan ocultándose en la oscuridad aprovechando el color de su pelaje. Aspira una vez más y aunque el olor de la dama en cuestión no es uno que embote los sentidos de Jared, piensa darle una buena lección. Es cuando lo sabe, está herida.

No lo notó antes porque la sangre de su hermano embotó sus sentidos y era mucho más fuerte por las cantidades en que se vertía, pero ahora que ella sale del área donde el aire es más puro, lo detecta. Una herida en el costado, algo que hará la cacería mucho más divertida. Una mueca parecida a una sonrisa aparece en la expresión adusta que siempre adorna el semblante del Regis y que hace temblar a más de uno. A veces, las expresiones alegres en él son mucho más atemorizantes que las agresivas.

Se prepara en el instante en que ella va caminando al tiempo que su hermano se levanta con rapidez a pesar de sus heridas que cicatrizan mucho más rápido que la que esa mujer tiene en el costado. Al momento en que desaparece el felino, Jared ronronea muy bajito, muy satisfecho de que todo va saliendo a pedir de boca. Ella voltea hacia atrás y parece sorprendida al notar que la bestia que consideraba muerta, ha desaparecido. La tensión en su apariencia se hace notar para el Regis, la ve inquieta, buscando con la mirada a aquél que no volverá, puesto que su orden ha sido clara: regresar a donde Joshua y que la manada se reúna, pues tendrán comida en el refugio: tanto la mujer que Jared llevó hacía unos instantes como la que ahora tiene frente a él.

La bestia se prepara para ya actuar de una vez por todas. En cuanto ella da la espalda, prepara el salto. En el instante que la mujer voltea de nuevo hacia él, una bestia de unos 90 kilos le cae encima haciéndola caer al piso con el felino encima de ella que le gruñe en el rostro mostrándole los colmillos. Ella intenta hacer un movimiento, pero él coloca la pata con deliberada precisión en la herida, apretando sin la menor consideración en tanto mira el rostro de aquélla que se atrevió a tanto.

No le perdonará su conducta ante su hermano, al contrario, la hará sufrir tanto antes de devorarla o permitir que su manada haga de ella lo que le plazca. La pata presiona, pero las almohadillas son colocadas de forma tal que Jared encaja las garras en el corte para hacerlo sangrar aún más. Es una tortura y él es experto en ellas, todo su peso sobre el de la dama, que siente ahogarse porque el macho no tiene la menor consideración al colocar cada una de sus patas traseras contra los muslos de ella, inmovilizándola. Una de sus patas delanteras en la herida y la otra sobre el pecho para quitarle el aire.

¿Quería cazar? A ver qué le parecía ser cazada.



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Mensaje por Monique Nixie Chasdirs Jue Mar 15, 2012 10:16 am

Nuevamente le dolía el costado, el vendaje que hacía de presión sobre la herida para "taponarla" y mantenerla "cerrada" parecía haber dejado de hacer sus efectos. Hubo unos momentos en los que ella se vió obligada a frenarse y inclinarse hacia adelante, pero apenas unos segundos duró ese descanso pues sintió detrás de ella un movimiento que no debía haber surgido. Se giró con rapidez y observó como el lugar donde antes estaba aquel animal "muerto" ahora estaba vacío, eso claramente la inquietó demasiado, eso quería decir que no estaba sola en el lugar, su mirada inquieta, pero no nerviosa se paseó por todo el lugar analizándolo. Por más que miraba no había nada ni nadie, al contrario todo estaba tranquilo al menos en apariencia.

Con suavidad volvió a cargar y empuñar la ballesta, la colocó contra el pecho y mientras sus ojos buscaban cualquier movimiento, sus manos permanecían firmes y seguras agarrando el arma, uno de sus dedos se colocó en el gatillo esperando cualquier orden del cerebro para disparar el arma. Su cuerpo giró sobre los talones y lo que se encontró no era precisamente lo que se esperaba, un grito de sorpresa salió de sus labios. El dedo que tenía sobre el gatillo se apretó por acto reflejo y la saeta salió disparada, pero desgraciadamente no dio en el blanco, al contrario pasó junto a él, posiblemente rozándole pero sin ocasionarle ningún daño.

El cuerpo de Monique se precipitó con brusquedad, sus manos soltaron la ballesta que salió despedida cayendo un par de metros más allá de donde estaba el cuerpo de ella. Cuando su cuerpo tocó el suelo con esa fuerza soltó un quejido y sus mandíbulas se tensaron hasta el punto de sentir también dolor en esa zona. "Cómo coño..." De repente estaba inmovilizada por su presa, eso de alguna forma la molestó y ofuscó demasiado, sus ojos se clavaron en los de aquel animal, podía sentir el calor de su aliento chocar contra su rostro, eso no la asustaba ella siempre había pensado que en algún momento debía morir, pero esa vez no sería. Al menos intentaría evitarlo, la mano que tenía libre la alargó hasta la pierna la cual había flexionado, sus dedos rozaron el puñal de la daga, le costó bastante conseguir agarrarla con firmeza, pero en el mismo instante que los dedos consiguieron tenerla la pantera colocó las patas traseras sobre los muslos y ambas piernas quedaron completamente pegadas al suelo. La daga calló al suelo y ella bufó molesta por ello.

- ¡¡Aahg...!!-Su cuerpo se tensó completamente y sus ojos se cerraron con fuerza, pudo sentir como la herida estaba siendo abierta de nuevo.- .... Agr... -Intentó moverse, no era capaz de soportar como las garras de él se hundían en el interior de la herida volviendo abrirla, podía notar como la sangre corría de nuevo por su costado, ni siquiera el vendaje evitaba que sangrase de forma más alarmante. La respiración de Monique se volvió más pesada y lenta, siempre había tenido gran aguante con el dolor, podía soportarlo sin problemas pero en esta ocasión le estaba superando demasiado, ella siempre había sufrido de cortes, de contracturas, roturas, incluso de desgarros. Pero esta vez era distinto, aquel animal estaba usando sus garras para clavarlas de forma lenta dentro de la herida, haciendo que el dolor fuese más duradero. "Respira... Respira..." Notó por un instante que perdería el sentido a causa del dolor, aquella tortura estaba siendo mucho peor que una psicológica.

Los ojos de la joven se abrieron de golpe, sus facciones se tensaron y sus dientes estaban apretados para contener los gritos que se estaban creando en su interior. "No le daré la satisfacción de verme suplicar..." no era capaz a moverse lo más mínimo, el dolor se había hecho presa de su cuerpo de tal manera que los músculos parecían entumecidos y congelados. "Vamos Monique..." su mano se abrió por completo y se quedó apoyada sobre la tierra, ese había sido un gran avance no demasiado pero el suficiente como para que sus músculos empezasen a reaccionar lentamente.- ¡¡Aahhh.... Maldito cabrón...!!-Gritó al notar como apretaba sin dar tregua, tenía la sensación de que le llegaría hasta las entrañas. En ese mismo instante hizo toda la fuerza posible, el cuerpo se levantó apenas un poco, había sido lo suficiente como para que sus dedos atrapasen el puñal con fuerza. "Te apartas... O te aparto... Y tú escogiste lo segundo" no tenía pensado defenderse por el momento, pero un acto de reflejo hizo que ella moviese su brazo bajo el cuerpo del animal haciendo un corte superficial, pero el cual podía doler. El filo de la daga se deslizó de forma rápida sobre el pellejo oscuro del animal, no era necesario presionar, estaba lo suficientemente afilado como para cortar al mínimo roce de la hoja.


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Mensaje por Jared Granchester Jue Mar 15, 2012 11:25 pm

No hay peor maldad que la que se hace contra un inocente.
No aquél que nunca ha hecho nada, si no el que no entiende la magnitud de lo que le hacen


Encima de ella, puede olfatear la sangre que emana con rapidez de la herida y calcular cuánto tiempo tardará hasta desangrarse si es que tiene al menos el 95% de ese líquido vital en su sistema circulatorio y la herida no es más fresca de lo que debiera. Sonriendo, se dedica a apretar y soltar la herida en forma constante deleitándose en el rostro de sufrimiento de la mujer. En sus gemidos de dolor. De reojo observa cómo procura hacerse de sus armas, pero él mismo con su tortura hace que piense en otra cosa que no sea esa barbaridad. Mujeres, tan débiles en apariencia y tan apetitosas en los demás aspectos. Desde su rostro tan limpio, sus ojos achocolatados, la piel tan suave, el cuerpo bajo sus patas que parece bastante apetecible a finales de cuentas.

Sus facciones desfiguradas por el dolor que le ocasiona, pero se queda gratamente sorprendido al ver que lo resiste. Interesante porque normalmente pocos soportan una herida de este tipo siendo abierta de la forma en que Jared lo hace. La observa admirado en secreto por su valentía, felicidades por ella, aunque no del todo. No debió seguirlo y sobre todo, atacar a uno de sus hermanos. Ahora la adrenalina está en su tope y piensa utilizarla de cualquier forma.

Gruñe a su rostro un segundo antes de mirar de reojo lo que parece ser un movimiento en pos de algo, así que aún tiene ases bajo la manga. Divertido. Esta cacería por parte de ella y luego, por parte de él, se vuelve cada vez más interesante y a él le está fascinando no puede evitar pensarlo. El cuerpo de la mujer, lleno de la misma adrenalina, se eleva buscando algo que Jared está seguro, debe ser un arma. El filo de ésta es evitado con facilidad pasmosa, en parte porque él es un cambiaformas y en segunda, porque ella empieza a debilitarse. Esa herida hace maravillas.

Al hacerse hacia atrás como consecuencia de su grito que le puso sobre aviso, de la forma en que se arqueó y luego, por el mismo impulso y esfuerzo en alzarse, el golpe no llegó con la fuerza suficiente para su fortuna, porque de ser lo contrario, ahora mismo Jared estaría transformándose a humano para que le ayudaran a contener la hemorragia. En cambio, fue él mismo a morder el brazo de la mujer encajándole los colmillos con violencia, perforando la piel, bebiendo un poco la sangre que mana de ella con la finalidad de mantenerla quieta, que no intente otro acto como el de hacía unos instantes. Una vez era crucial para no permitir una segunda ocasión. Así que apretó con violencia atravesando hasta llegar al hueso para romperlo sin piedad alguna.

Sus mandíbulas, dos firmes instrumentos de tortura de los que ella no pudo escaparse a su sino y él no se midió en el mismo. Simplemente rompió el brazo de la cazadora para dejarla inutilizada y tras eso, se lamió el hocico soltando la mano, listo para la siguiente oleada de ataque. Lo bueno es que aún tenía la fuerza necesaria porque era difícil contenerla, vencerla. Una digna rival. Bajó la cabeza para rasgar con sus dientes las ropas, dejando al descubierto parte del cuerpo femenino relamiéndose. Reafirma las patas traseras sobre los muslos y luego, la pata delantera izquierda aprieta el brazo roto para que siga ella berreando de dolor en tanto él... Él se dedica a lamer el inicio de sus senos, sintiendo cómo se endurecía su virilidad. Cazadoras, delicioso su olor y su sabor. ¿Cuándo entenderán que no deben meterse con el Regis de Dublín?

¿Cuándo?




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Mensaje por Monique Nixie Chasdirs Vie Mar 16, 2012 6:08 pm

La fuerza de sus dedos y de su brazo era mínima, pero aún suficiente como para moverse para defenderse. La daga se deslizó de los dedos cayendo al terreno arenoso, Monique observó de reojo la daga, haciendo después una mueca con sus labios, frunciéndolos en un completo gesto de disgusto. Su mano estaba apunto de agarrar de nuevo el puñal pero algo se lo impidió completamente, sus ojos se abrieron de par en par y la cabeza giró en dirección al felino. "No me jodas..."- ¡¡Aahhhhhh!!-Un grito de agonía y desgarradó salió de la garganta de la mujer, el cuerpo de ella se arqueó completamente y sus músculos se tensaron hasta hacerla sentir un dolor aparte del que ya sentía.

En otro caso eso no hubiera pasado, jamás hubiera gritado de esa forma, pero el notar como aquellos colmillos largos, cónicos, puntiagudos y un poco curvados como sables penetrando su carne hasta rozar el hueso, la hicieron retorcerse desesperada. Cerró los ojos y entreabrió los labios respirando de forma muy lenta y pesada, ella intentaba como fuese mantener el control de su cuerpo y mente, sobre todo el de la mente. Ella sabía que para controlar el dolor debía dominar su propia mente, pero en ese caso era bastante complicado de hacer. No esperaba que fuese a pasar lo que se avecinaba, ni siquiera pensó en que algo así pudiese ocurrir en ese intante, tan así fue que la pilló por sorpresa. Sus ojos se abrieron completamente, cómo si quisieran salirse de sus órbitas, su boca se abrió y de su garganta salió un grito ahogado sin sonido alguno, el cuerpo de ella se arqueó y la mano que aún conservaba se cerró haciéndose puño. Su tórax dejó de hacer su movimiento, había dejado de respirar por unos segundos, segundos que para la cazadora se volvieron eternos e infinitos. Por primera vez en su vida estaba apunto de dejarse vencer, pero algo superior al dolor la mantenía "despierta" y luchando.

Monique tomó una necesitada bocanada de aire, cómo si en realidad llevase minutos sin respirar, notó como sus pulmones se llenaban de nuevo y en su cuerpo empezaba a correr ese necesitado elixir. Sus ojos se cerraron unos instantes, pero se volvieron abrir. El brazo le dolía demasiado, ni siquiera podía moverlo y tampoco lo hacía por miedo a desencajarlo aún más, sus ojos se clavaron en la rotura, tenía que pensar que hacer no se podía permitir ser deborada por aquella bestia, tenía que conseguir herirlo aunque fuese minimamente, pero ni siquiera tenía fuerzas para levantar su brazo "sano". La pérdida de sangre la empezaba a atontar completamente, sentía como su vista se nublaba y como por su nuca caían gotas de sudor frío.

- ¡¡Hijo de....!!-No fue capaz de terminar la frase, su cuerpo intentó girarse en el sentido contrario del que estaba roto, sus ojos se cerraron dejando que una mínima lágrima cayese a causa del dolor que se estaba apoderando nuevamente de su cuerpo. La garra del animal se clavó con fuerza sobre el brazo lastimado y eso la hizo volver a respirar pesadamente, de forma rápida casi hiperventilando. "Esto no tenía que pasar.... Monique respira, respira..." en un acto reflejo llevó el brazo libre hasta la frente cubriendo los ojos los cuales tenía apretados con fuerza, su mano estaba cerrada de tal forma que podía notar como sus propias uñas se clavaban en la palma de la mano haciendo que la piel se resintiese.

¿Qué estaba pasando?¿Qué había sido eso? Quizás estuviese debilitada, pero no por ello era tonta. Al apartar el brazo de los ojos y apoyarlo sobre la tierra de nuevo, pudo observar como aquella bestia le arrancaba sin problema alguno la parte de arriba de su ropa, dejándola entonces solo con los pantalones. La piel tersa y aterciopelada quedó a la vista de él, en el lateral del costado que no estaba herido se podía ver un tatuaje que cubría todo el costado y se perdía allá donde empezaba el pecado, bajo el pantalón. El rostro de ella estaba desencajado completamente a causa del dolor y la sorpresa. ¿Acaso no tenía suficiente? Prefería la muerte a aquello que estaba dándose.- ¡Suéltame... Aahhh! -Aparte de los gritos de desesperación y dolor, se pudo notar un leve suspiro al notar la lengua áspera de aquel cambiaformas sobre sus pechos. Pese a que ella no quería aquello su cuerpo pareció reaccionar mejor de lo que se podía imaginar. Sus pezones se endurecieron completamente coronando sus senos, eso la molestó aún más, esa fue la razón por la que llevó su mano hacia el cuello de él, intentando golpearle para que la soltase. Ni ella misma sabía de donde sacaba tanta fuerza y control.


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Mensaje por Jared Granchester Dom Mar 25, 2012 12:27 pm

No importa lo que hagas, cuando estás en la trampa es mejor quedarse quieta.
Te enredas menos.


Mantiene su poderío sobre ella, su condición de macho alfa no disminuye en lo más mínimo. Empuja con fuerza en las patas para evitar que se le suelte, la ve titubear, gemir, gritar, pero nada de eso lo conmueve. No a él, el Regis de Dublín, no a él, Jared Granchester y mucho menos cuando uno de sus hermanos fue herido por ella. Merece un castigo, uno que recuerde por siempre aunque aún no logra vislumbrarlo.

Se mueve inquieta bajo su cuerpo, pero sólo es cuestión de acomodarse bien sobre sus extremidades y sobre todo, en ese brazo herido para que vuelva a gemir manteniéndose quieta. Son fáciles las formas de dominarla, descubre con placer. Aunque la sangre ya era bastante, lo cual le hace recapacitar un poco en si debe matarla de una vez o dejarla vivir, pero ¿Por qué permitirle seguir con vida si ella no tuvo la menor consideración con su hermano? Se queda pensativo unos instantes al tiempo que las prendas rotas descubren un cuerpo que le endurece más el pene.

Un cuerpo escultural, con unas mamas que son demasiado incitantes como para no probarlas así que se agacha y las lame, sobre todo esas puntas que emergen coronándolas. Un sabor bastante bueno, uno que le llena de sangre el falo y ese tatuaje que se pierde incita a Jared a verlo mejor. Incluso su cabeza se agacha cual gato curioso para mirarlo y lamerlo con suavidad, viendo qué tan profunda es la cicatriz para ver qué tanta tinta se utilizó. Los gritos son ignorados mientras lame el vientre y vuelve entre esas caricias hacia el norte, a esos pechos que son deliciosos y se encuentra pronto succionando uno con placer, dejando una marca alrededor de toda la aureola con la fuerza que lo hace.

Magnífica, un olor que se le hace agua la boca. Las orejas se tensan al detectar algo, pero el golpe de ella lo saca de sus meditaciones para hacerlo recular un paso. El Regis se enfurece y ruge de ira para darle un golpe con la pata, sin necesidad de usar uñas en el brazo lastimado, apretando hasta que la sangre deja de fluir al tiempo que da otro golpe a la cabeza para desmayarla. Furioso, mira cómo su presa se desvanece por la falta de sangre y el golpe. Gruñe erizado para luego negar. Cambia a su forma homínida y se la lleva en brazos a su escondite. Sus hermanos lo miran en silencio, atendiendo al joven que casi perece.

Jared no les dice nada de momento, no es el tiempo, pero a ese cachorro lo educará y enseñará a pelear con más brío, se promete. Entra a la cueva que le sirve de habitación y coloca a la mujer sobre unas pieles de oso y venado. Ahí revisa la herida, detiene el sangrado, acomoda el hueso y entablilla en brazo colocando antes un ungüento para que cure con mayor rapidez. Se sienta a su lado y la olfatea, su rostro, su cabello, baja por sus senos que se entretiene en lamer y succionar, dejando otra marca... baja por su abdomen y le quita las botas, enseguida de los pantalones desnudándola por completo.

Sonríe al detectar lo que le hizo perder la concentración y permitir que ella le golpeara... ese olor tan característico de las hembras. Olfatea con mayor intensidad su sexo y gruñe de satisfacción al comprobar sus sospechas... ya tiene solucionada la duda sobre si matarla o dejarla vivir. Tiene que ser lo segundo para que cumpla con sus planes. Se levanta poniéndole un grillete en la pierna derecha para que no escape, saliendo para caminar por el interior del laberinto de cuevas, guiándose por los olores hasta el enorme río subterráneo. Es enorme y su agua es deliciosamente fresca. Se agacha y llena el balde de agua fría dejándolo a un lado en el piso.

Sonríe pensando en lo que está viviendo y decide meterse al agua desnudo como está. Nada contra la corriente en forma de ejercicio a pesar de lo fuerte que ésta es, durante unos minutos hasta que decide que es suficiente. Sale del río y se sacude el cabello, dejando que las gotas de agua recorran su cuerpo sin pudor. Toma el balde de agua y una toalla, caminando de regreso, sorpendiéndose porque ella está despierta. Atada de un pie, pero mirando a su alrededor, viendo que la cueva no tiene nada más que un morral al fondo, una cama hecha de pieles que aún permitía sentir las pocas piedras bajo ella y la incomodidad del piso. Algo de comida en un lugar como carne cruda y agua.

Y ante ella, el Regis, un hombre que no le acobarda estar desnudo por el lugar, por lo que su cuerpo se muestra sin pudores, sus cabellos húmedos, algunas gotas resbalan por su piel, por el tórax esculpido, el abdomen marcado como cuadros de una barra de chocolate, los bíceps y tríceps con las líneas de las venas denotando la dureza de los músculos, los muslos delineados. Lo más atemorizante es su expresión, parca y dura, sus ojos fríos y gélidos que la observan como esperando saber cuál será su siguiente movimiento.

Todo el cuerpo en tensión a pesar de tener un balde de agua en una mano y en la otra el pedazo de tela con el que planeaba lavar su cuerpo. Una tarea que va a disfrutar, porque no piensa darle oportunidad de negarse, ni siquiera que tenga un halito de vida para que pueda escaparse. Le tocará como se le dé la gana, porque lo quiere y absolutamente nadie le niega algo al Regis. De sólo pensarlo, la masculinidad que se eleva contra la gravedad, lista para hacerse notar en cualquier momento y lugar.

Sobre todo, en la húmeda cavidad femenina que la cazadora tiene entre las piernas.


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Mensaje por Monique Nixie Chasdirs Jue Abr 19, 2012 3:14 am

Un dolor agudo en la cabeza y todo se volvió completamente oscuro. El cuerpo sin sentido de Monique cayó al suelo con brusquedad, la pérdida de sangre y el golpe habían sido ‘mortales’. Había sido demasiado lo que había aguantado con sentido, nadie en su sano juicio hubiera aguantado tanto dolor junto ¿Y ella? Sí, había gritado, insultado, incluso defendido, pero en ningún momento había dado signo de debilidad. Pero lejos de todo eso, nadie podía competir contra la fuerza de una bestia cuando el estado de salud era bastante pésimo.

El cuerpo inerte de la joven no se movió lo más mínimo cuando él la cargó en brazos. Su cabeza cayó hacia atrás, dejando que la larga melena de la cazadora danzase de un lado a otro en el aire, su brazo sano se deslizó sobre el vientre hasta quedar suspendido en el aire, moviéndose suavemente con cada paso de él. El pecho de Monique subía y bajaba con cada respiración, pero a primera vista se podía observar como cada bocanada de aire era como un auténtico infierno, le costaba llenar del todo los pulmones y por ello el movimiento del tórax era tan lento y arrítmico.

Los minutos pasaron sin alteraciones, ni siquiera cuando él recolocó su brazo de nuevo se quejó o movió. Los ojos de la mujer seguían completamente sellados, dejándola sumida en un tranquilo sueño, del cual parecía no querer salir.

Un dolor punzante en el costado la hizo volver en sí, movió la cabeza un poco sintiendo que todo parecía moverse, al abrir los ojos todo estaba demasiado borroso como para diferenciar nada, se llevó la mano a los mismos y frotó suavemente intentando recuperar toda su visibilidad, frente a ella seguían levantándose solamente sombras y manchas borrosas. Con cuidado y ayudándose de la única mano sana, se sentó sobre las pieles. Una sensación de malestar y mareo la inundó completamente, sintió como su cuerpo nuevamente parecía querer caer, pero lejos de acabar acostada, su cuerpo quedó apoyado contra la fría piedra de la cueva.

Entrecerró levemente los ojos y pudo entonces distinguir algo más entre las manchas, aquel lugar era nuevo para ella, ni siquiera sabía dónde se encontraba. Notando como parte de sus fuerzas volvían a ella, intentó ponerse en pie, pero al hacer el primer movimiento un sonido de cadenas provocó que se quedase completamente quieta, su cabeza giró con rapidez y sus ojos se clavaron en el tobillo que tenía encadenado, su cabeza dio un fuerte bandazo por el brusco movimiento, pero momentos después estaba repuesta.- Pero qué demonios…-Masculló ahora aún más confundida.

Si las cosas estaban demasiado complicadas para la cazadora, ahora las veía aún peor. Llevó la mano hacia el tobillo tironeando del grillete, pero como se esperaba, este estaba cerrado a cal y canto, sería imposible quitárselo sin la llave maestra. Un bufido salió de sus labios, sin duda estaba enfadada, no se podía creer que un simple cambiaformas le hubiera hecho tal cosa.

-Vaya… Otra vez tú.-El tono de la mujer salió seco y endurecido, con suavidad se movió sobre aquella improvisada cama, levantó algo el cuerpo para sacar una de las pieles y así cubrirse el cuerpo de aquel animal. Sus ojos estaban clavados en él, quizás carecía de la movilidad de un brazo y estaba atada tal cual animal, pero eso no quería decir que se dejase hacer todo lo que él quisiera. Se defendería tal cual leona defiende a sus cachorros.

La mano de la mujer tanteó el suelo en busca de alguna piedra, cuando sus dedos dieron con ella la agarró con fuerza y se quedó quieta. “Estoy demasiado cansada de él… Pero poco puedo hacer si todo mi equipo lo tiene él” Pensó mientras lo observaba, pesadamente pasó saliva a través de la garganta, mientras lo miraba una idea cruzó su mente lo que la hizo sonreír interiormente. Hasta donde alcanzaba a recordar, él se había sentido atraído por la manera en que se revelaba ella contra él, ahora le tocaba a ella jugar. Actuaría como hasta ahora, dejaría que se confiase y cuando menos lo esperase atacaría. Con suavidad abrió su mano y de ella cayó la piedra, piedra que rodó unos centímetros más allá.


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Mensaje por Jared Granchester Mar Mayo 01, 2012 8:19 pm

El viejo truco del cazador cazado
sigue causándome hilaridad.
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Es divertido ver cómo la ahora presa con rapidez cubre su cuerpo desnudo, aunque demasiado tarde. Ya el cambiaformas la ha admirado en su totalidad, por lo que no hay absolutamente ninguna parte de ella que no conozca o deje de hacerlo tras la actividad que planeaba y va a realizar. Se acerca con el balde con agua mirándola atento, ladeando la cabeza para ver qué parte del cuerpo necesita mayor atención. Se relame los dientes sonriendo, cruzándose de brazos sin importarle un rábano su desnudez, esa que impone en hombres y mujeres por igual. No tiene vergüenza en mostrarla tan campante, todo lo contrario, se coloca las manos en las caderas para que pueda admirarla o de perdida, abochornarla. Le encanta hacer eso, humillar a las cazadoras, inquisidoras, lo que sean. Deberían aprender que la labor de una mujer es estar en casa atendiendo las necesidades domésticas, a los niños y a sus maridos. Y no de chiva loca saltando y según que cazando a sobrenaturales porque siempre hay alguien más hábil como ahora mismo Jared resultó ser.

Su fino oído detecta el sonido de la piedra al rodar, así que se da por vencida o quizá sea una estratagema. Conociendo a las mujeres, seguro lo segundo, pero ¿Qué ha pensado esa cabecita tan golpeada? Alza una ceja y sonríe de nuevo, esta vez de forma maligna acercándose con el balde para colocarlo en una esquina de la habitación, dejando caer una pastilla de jabón y sin pudor alguno, se acerca a ella para tomarla en brazos, llevándola a donde el balde, dejándola en pie. Sólo es amable colocándole otra cubeta volteada para que pueda sentarse y la mira con una sonrisa socarrona.

- A que las cazadoras saben bañarse, si no, tendré que enseñarle a hacerlo y le aconsejo que soy un bruto cuando se trata de lavar heridas. Mejor hágalo por su propia mano, señorita - remea la última palabra, señal inequívoca de lo divertido que todo ésto le parece. Así que se ensaña ella con los sobrenaturales, ahora le mostrará lo que éstos pueden hacer. Se acuesta en la improvisada cama, sin cubrirse siquiera, con el brazo bajo la cabeza mirándola con intensidad. Desde el cabello, el rostro, el cuerpo desnudo, porque claro que no le entregará nada para cubrirse... no aún pues necesita ganárselo. Y sí, es exigente en esos "detalles". Desde que empiece a lavarse de una forma adecuada a pesar de tener el brazo lastimado, hasta que le muestre cada parte de su cuerpo que está limpiando. Es parte del proceso de humillación que planea para ella. ¿Quería matar a su hermano? Ahora él lo hará, pero primero la llenará de tanta desesperación, impotencia y rabia hasta que no pueda más que echar espuma por la boca y aún así el Regis le dará el golpe de gracia.

Uno que le hace sonreír paseando la mirada por el curvilíneo cuerpo, recordando la sorpresa al ver el tatuaje cuando la desnudó y curó sus heridas. Sí, también eso le debe. Sin siquiera dudarlo, el Regis se relame los labios al tiempo que sus ojos vagan por el trasero de la joven, uno respingón que se antoja dar dos que tres palmadas bien dadas para quitarles ese color pálido y ponerlos rojos. Incluso morderlos y rasguñarlos hasta que ella pida piedad o su sangre llene la boca del Regis haciéndolo gruñir de anticipación... esa espalda bien podría ser el marco de sus uñas, rasguñándola y dejándole surcos que jamás se curarían por completo, que siempre dejarían una marca.

La del Regis.




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Mensaje por Monique Nixie Chasdirs Miér Mayo 09, 2012 5:09 pm

Descarada paseó su mirada por el cuerpo del hombre, no paró en pequeñeces, ni tampoco desvió la mirada cuando él intentó ¿Imponerla? Con su virilidad. Desde sus ojos hasta más debajo de sus rodillas paseó la mirada, quedándose con cada detalle de su piel, no había centímetro que ahora desconociese. Para desgracia de él o quizás suerte, ella había vendido hacía años su cuerpo por unas cuantas monedas que le dieran de comer a ella y sus hermanos en el orfanato, eso la aventajaba a la hora de estar con los hombres, sabía como ellos veían a las mujeres y también sabía de la dominación que intentaban tener sobre ellas en casi todas las situaciones, y esa que estaba dándose en la cueva, era una de ellas.

Se dejó coger en peso por él, dejando escapar un pequeño quejido. Su costado le dolía al igual que el brazo que él había roto a placer hacía escasas horas. Posó con suavidad los pies sobre el piso del balde y se giró levemente para observarlo, sus orbes pasearon todo el lugar y finalmente aquella improvisada bañera, su cuerpo se deslizó con lentitud hasta que finalmente quedó sentada sobre el otro balde, su silueta se veía frágil y hermosa desde aquella perspectiva, sus largas hebras cubrían sus senos, dejándolos ocultos así de la mirada curiosa del cambiaformas.

-No acepto órdenes de aquellos que están fuera de mi especie… Y por lo tanto tampoco me dejaré tocar por alguien de tu… Raza.-Dijo suavemente, pero con las palabras llenas de veneno y maldad. Inclinó su cuerpo hacia adelante para coger con la única mano que tenía la pastilla de jabón.- Aún así, te mostraré que las mujeres como yo sabemos cuidarnos y asearnos. No necesitamos de la ayuda de nadie para esto.-Con lentitud y como puedo giró todo su cuerpo hasta darle completamente la espalda al hombre, con suavidad y agarrándolo perfectamente entre sus dedos empezó a deslizar la pastilla de jabón sobre su tersa y clara piel, a su paso dejaba un pequeño rastro de espuma que vestía la desnudez de la mujer.

Sin perder su altanería y arrogancia, ladeó un poco la cabeza, observándolo por encima del hombro, pero tras eso volvió la mirada al frente en silencio. Con cuidado pasó el jabón sobre las heridas del costado, eso provocó que ella se quejase levemente, incluso susurrase palabras inatendibles por lo bajo. Casi todo eran bravuconerías y juramentos a causa del dolor. Dejó que la pastilla de jabón cayese sobre sus piernas para después tomar el agua y así empezar a aclararse el cuerpo con tranquilidad, sus dedos se deslizaban sensuales sobre su piel, como si esos mismos gestos quisieran llamar la atención del Regis que la mantenía presa y observaba.

-¿Podríais ayudarme?-Su tono sonó calmado, incluso seductor.- No puedo aclararme, ni tampoco enjabonarme la espalda.-Aseguró mientras dejaba sus largos y finos dedos sobre el costado quietos y se giraba con lentitud hacia el hombre, observando como él ya había tomado lugar sobre aquella ‘cama’. Estaba claro que tan solo jugaba con sus armas de mujer, quería ganárselo para después devolverle el mismo golpe y poder escapar de allí si fuera necesario. No dejaría que alguien como él la dominase, ni tampoco acabase con ella con tantísima facilidad. Siempre había sido un espíritu libre, una mujer salvaje y rebelde que carecía de modales y que no se dejaba llevar por nada ni nadie.


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Mensaje por Jared Granchester Dom Jun 24, 2012 11:50 am

Mayor tentación es ver que tocar...
Porque al tocar, satisfaces la frustración,
pero se acaba la incertidumbre...


Sus palabras son más que divertidas, pobre niña no sabe siquiera en qué lío se metió, quizá sea responsabilidad del Regis darle una visión de la realidad en la que se encuentra en estos instantes, pero en lugar de eso sigue echado observándola con deleite no exento de maldad. ¿Que no acepta órdenes? Si las está obedeciendo ya mismo, que si bien no fueron concisas o muy claras están implícitas en las palabras vertidas que ella misma acata en estos instantes. Una ironía de la vida o quizá ella quiere bromear con el Regis. Una pérdida de tiempo porque ahí se hace lo que él quiere, así que no hay otra forma de salir avante más que haciéndolo tal cual le es ordenado. Cualquier palabra en contrario sólo es eso: pérdida de aliento y saliva, nada más. Oh sí, la típica bravuconada de que las mujeres no necesitan a nadie para ducharse. Sí, claro. ¿Cuántas veces ha oído eso? Demasiadas, tanto que aburren ahora. Aspira aire mirando su espalda, no es tan mala bestia a finales de cuentas, un poco de sus artes para amansar burras y estará lista para tenerla como quiere: en la cama bajo él.

Alza una ceja divertido al escucharla, menuda boca que tiene y eso que se mofa de ser una dama, debería darle un par de azotes por lépera, pero no niega que ese vocabulario le enciende de vez en cuando. Tener entre sus brazos a una fiera hace mucho más divertida la posesión, más interesante el preludio amoroso, la incitación a la felación. Se pregunta si será de las que lo ocultan todo o será más de aquéllas que gimen o de esas otras que sólo reniegan siempre. Eso le pone demasiado duro y puede verse con un refilón. Está más que divertido por todo, por ella haciéndose pasar por una mojigata que no le desea, de sus movimientos eroticos por el cuerpo dejándolo brillante por el agua que lo cubre... quisiera ser pastilla de jabón para pasar por toda esa piel hasta albergar su totalidad en ese punto donde ella gimoteará y gritará su nombre en caso de que no pueda contenerse o de que sea de esas que gritan. Qué morbo.

La petición le hace primero abrir los ojos como platos, ¿Cómo dijo? Y luego el gandalla se ríe a carcajadas agarrándose el vientre entre una y otra escalada de felicidad que parece imposible de controlar. Su risa se escucha fuerte y firme por todo el lugar haciendo algunos ecos hasta que se limpia una lágrima que se le escapó y la observa divertido. ¿Qué diantres? Puede arruinarlo diciéndole el por qué de su risa, pero nada le evitará que toque a esa maldita mujer, así que se levanta y se acerca a ella sin dudarlo... seguro hay una jugarreta en todo ésto, pero no le preocupa en lo más mínimo, es una humana y ese hueso roto necesita atención. Así que de ella depende si la tiene o no. La levanta del taburete y él toma asiento para con un movimiento felino y ágil, sentarla sobre él a horcajadas, dejando que sus senos se rocen contra su pecho y el pubis femenino sienta su virilidad sin lindezas ni finuras.

El regis gruñe de satisfacción y toma el jabón de las manos femeninas dejando caer un poco de agua tras su espalda para enjabonarla lenta y sensual, mirándola a los ojos con ese brillo depredador a sabiendas de que si se mueve muy rápido su brazo lo resentirá. Aún así sostiene a la mujer con una mano bien puesta contra sus glúteos, rodeándolos con ella para deleitarse en la piel femenina con una sonrisa socarrona. No dice nada, no es necesario, su propia actitud grita la soberbia que tiene dentro. La mira a los ojos y luego baja su mirada hacia su busto, esas redondeces húmedas que incitan a que saque la lengua y las seque o las deje más mojadas, esas puntas que se antoja succionar una y otra vez... No se contiene, pronto la tiene arqueada mientras que él chupa su pezón cual niño que no fue amamantado... Su pene se restriega contra su húmeda cavidad en tanto le sostiene la espalda con una mano y la otra empieza a buscar desde su trasero, la oquedad que tanto le incita... que tanto le atrae...

Preciosa mujer, suya ha de ser... así tenga que convertirse en un necrofílico.


** Lamento la tardanza, no tengo excusa.


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