El estanque donde se reflejan los viejos (Privado)

por **Alecto César** Mar Ene 17, 2012 5:43 pm

Cae la nieve, copo a copo, formando sobre la cristalina superficie una alfombra blanca. El estanque se vacía de patos y otras aves, desdeñando el frío por sus acogedoras madrigueras entre los arbustos e islotes. Los veo retirarse agrupados en pequeñas familias. Mama pato guiando a sus polluelos, orden y sintonía, reino animal. A veces, mucho mejor es ser bestia que hombre.

Los veo irse y siento envidia, mientras el aliento se condensa en vaho nada mas salir de mis labios. Familia... Hogar...

Muy atrás de mi, aun escucho el carrito de las castañas en su cra-cra-cra, desvaneciéndose hacia las calles, tropezando sobre los adoquines con sus ruedas de madera. Hace demasiado frío en la laguna, para todos, menos para aquellos que no tenemos donde ir.

Retiro mis manos de mi boca, ni siquiera mi aliento me conforta, ni mis raídos guantes, ni el doble forro con que reforcé mi chaqueta. Aquí cerca del agua, al compás de las luces que emanan de una barquilla cercana, junto a los juncos, de espaldas al mundo, no hago sino sonreír a los fantasmas que bailan sobre las aguas, gratos e ingratos recuerdos, alla donde mi vista queda perdida en las aguas.

Te veo, Hoja-Verde, te veo. Con tu mirada inmaculada, sin tacha en vida ni muerte. Aun pienso en ti, tus sabios consejos dados al calor del fuego, mientras los cachorros ríen y juegan entre nosotros. Que tiempos aquellos, eh, vieja amiga. En el día les enseñábamos a ser hombres, en la noche nos refugiabamos en el calor de nuestros cuerpos

No se desvanece la presencia y aun te veo, agachándote a mi lado, conciliadora y cariñosa, dando lugar a otra figura formada entre vientos que remueven las tranquilas aguas.

Hola, Nieve-Negra, ya no es tiempo de guerras mi hermano. Alzándote ante mi, tan bravo como en vida, recordándome con tu cuerpo majestuoso, que cada una de esas cicatrices se portaban con el orgullo de haberlas luchado por justicia. Echo de menos tu fuerte brazo, en la batalla y el ardor de sus celebraciones victoriosas.

Dices algo que no escucho, se que es, pero tengo miedo siquiera por mi mente marchita, de componerlo suficientemente alto para arrepentirme de nuevo. Mirar el pasado escuece, oírlo da a brotar lágrimas de estos viejos ojos que han vivido demasiado.

por **Eerin Schiffer** Dom Ene 29, 2012 8:33 pm

Había dejado a Jacques en una cabaña abandonada en un pueblo abandonado, le había costado conseguir un lugar fresco en aquel lugar, que protegiera al chico del frio de la noche, en un baúl que se encontraba en el lugar encontró algunas cobijas que ayudarían a mantenerlo frio, el tenia una cita muy importante aquella noche, no se podía dar el lujo de faltar. Dejo el lugar después de que el chico se durmiera.

El frio atacaba a su cuerpo, por suerte su temperatura corporal lo mantenía cálido y su chaqueta y guantes mantenían ese calor estable, y recorriendo todo su cuerpo, paso algunas horas caminando entre la gente bulliciosa que lo ponía de mal humor, hasta llegar al lugar indicado, duro varias horas para que su “cita” llegara, le había sido fácil identificarla, el olor que provenía de él era único como todos, recorrió las calles de aquel lugar con él, siendo su sombra mientras se mantenía a veinte metros mientras observaba detenidamente sus movimientos y hasta sus pensamientos en voz alta.

Con pasos agiles y casi sin ruido se acerco posándose detrás de el, mantuvo sus manos dentro del bolsillo de la chaqueta, ahí tocaba con sus manos la carta que le habían confiado-Buenas Noches Monsieur – dijo haciendo una reverencia ante el hombre-Espero no molestarlo…- dijo incorporándose mientras mantenía su mirada alta, con su orgullo en la cima.

Años antes podría morir al recordar lo que era, pero ahora había encontrado un propósito, deseaba tener una vida llena de tranquilidad, sin ningún peligro entre iguales, pues a la final, al final del camino, todos éramos lo mismo, pero con diferentes inicios.

por **Alecto César** Lun Ene 30, 2012 9:12 am

Mis fantasmas me abandonan en el mismo momento que suena la voz. El manto de luz que nos envuelve desaparece con ellos y poco a poco soy consciente de donde estoy. El frío que envolvía mi cuerpo sigue presente, la calidez era la ficción de la memoria. De soslayo giro el cuello para ver a mi interlocutor.

- Buenas noches tenga usted - divagar en mi mente me ha privado de mi buen juicio. En otros tiempos me habría reprochado enojosamente dejar que alguien no natural se acercase tanto a mi, sin que yo quisiera. Pero son otros tiempos y me hago viejo, debo recordármelo a cada paso que doy. Si bien su presencia me molesta, no quiero dejarlo entrever en mi mirada y miento, poniendo una voz mas suave de la que merece el momento - No, no molesta -

Que suerte es la de los jóvenes cachorros que no sufren estas inclemencias. El tiempo corre para todos y pruebas como estas determinan sus pasos de infantes a hombres. Aquí y allá, se unen los inmortales con los no naturales, los paganos con los creyentes. Nada es como antes, el pasado no importa y lo que subyace en el interior de cada cual es un misterio.

Divago, lo estaba haciendo de nuevo y mascullo, apretando los labios. Este no hombre esta plantado ante mi, esperando algo. ¿Que? Aun esta por saberse. Inspiro hondo y me pongo en pie tendiéndole mi mano. Callosa y curtida por el tiempo y el pasar de los años, solo la punta de los dedos asoman por debajo de un guante de lana, perdido el color bajo el polvo y el uso.

- Cuéntemelo en lo que me invita a un café - sonrío, para eludir la incomodidad de haber estado desprevenido. Su cercanía me incomoda, es distinto a mi, aunque finjamos ser iguales. Pero los años hacen extraños compañeros de viajes. Quien sabe sino, con el tiempo, llegue a apreciar a este no hombre, como a otro compañero y amigo - Por favor - añado, pues es una palabra mágica, que de mis labios, sale sincera y con necesidad.

Tengo necesidad de moverme, de calentar mis huesos, de estar en otro tiempo y lugar, donde sentirme útil y vivo de nuevo. Esperemos que estas sea una visita agradable.

por **Eerin Schiffer** Lun Ene 30, 2012 8:32 pm

Estrecho su mano de forma firme mientras le miraba con un rostro neutro, estaba ahí por una misión, los gusto o las cosas que le gustaban o disgustaban no le interesaba, pero tampoco querida tenerlo como enemigo, en estos momentos él y todos los de su círculo necesitaban amigos, aliados que pudieran enfrentar lo que viniera, sabía que él era el indicado para el trabajo, si no lo fuera o no estuviera preparado ni lo habrían considerado para el puesto, dejo salir un suspiro mirando como el sujeto le invitaba un café, sonrió de medio lado asintiendo, comenzaron marcha los dos juntos de lado a lado

-La vida debe ser tranquila ¿no cree?- comento mientras el movimiento producía más calor reconfortante en su cuerpo-Debemos luchar por la paz, aunque personalmente…- dejo unos segundos en silencio meditaba las palabras que comenzaría a decir-Creo que hay guerras Justas e Injustas-

¿Cuál era la justa? Solamente dios sabría que era lo correcto y lo incorrecto, claro, si había un dios en esta tierra arrasada por el hambre y destrucción, odiaba a las personas que utilizaban un personaje de un libro que tendría más de mil años para dar razones a sus injusticias, tal vez los sobrenaturales no debían existir pero ellos tenían el peor de las intenciones, estafaban a las personas con ilustraciones baratas de un dios ¿por que? El ser humano debía sentir que todo estuviera bien, no sabían que había después de la muerte, debían creer que había algo más allá, una recompensa por sus buenos actos y un castigo por los malos.

Ellos, los herejes enviados por el mismísimo diablo merecían las brazas del infierno; según los católicos, pero nadie veía un punto de vista que dejaba dormir al lycan ¿Quién creo al diablo? Dios así que todos eran creaciones hermosas y perfectas de un solo ser. Habían llegado a una cafetería pequeña, entraron al lugar, estaba más cálido, suspiro aliviado al sentir el calor chocando con su cuerpo, era algo diferente, pronto pudieron sentarse en una mesa en un rincón con dos tazas de café turco.

-El calor esta más agradable- dijo sintiéndose cómodo con la temperatura-¿podemos hablar de cosas interesantes?- dijo sacando la carta de su bolsillo y dejándola en la mesa para que el contrario viera el sello de Ahgarta

por **Alecto César** Jue Feb 02, 2012 4:24 pm

Mire la carta casi de forma distraida mientras el no hombre iba hablándome. Su conversación por lo pronto tocaba temas que ya no me importaban tanto hoy en día. La guerra. Para mi suponía un ardid sacar ese tema, hacia años que vivía retirado de ellas y no me apasionaba lo mas mínimo volver a una.

- La injusticia es que los hombres hayan de morir en ellas - respondí hastío - Cualquier guerra seria mas fácil, si solo se enfrentasen los hombres que estaban dispuesto a iniciarlas - me explique mejor - Una confrontación digna entre lideres. Eso seria lo mejor - suspire, porque incluso escuchandome aquello era hablar de sueños. Jamas funcionaba.

El café me reconforto las manos, con solo tocar la taza. Fuerte de olor, tostado, di un par de soplidos antes de dejar que callera por mi garganta. La conversación se requería por otros andurriales, tanto mejor.

- Seguro que lo son - observe por el sello, que se preocupo en señalarme y en el que no había reparado en primera instancia. Deje la taza a un lado, sobre el platillo y me dispuse a leer la misiva. Su noticia, en palabras muy breves resumía mi reengancho a la actividad, entre otras directrices. Se acabo el retiro.

Al menos esto me tendría ocupado un tiempo, y no era para nada involucrarme en un enfrentamiento directo. Suspire de nuevo, aliviado. Ya no quería saber que tanto de golpes asestados en la oscuridad, seguían narrandose que diera en el pasado. Si, prefería cartas como estas.

Encontrar a alguien. Levante mi vista, mis ojos claramente mostraban mas animo, cuando me dirigí a mi interlocutor.

- ¿Sabemos por donde podría estar, esta otra persona? - me di un golpe en la nariz - Si no, también me vale su ultimo paradero. Tengo muy buen olfato -

por **Eerin Schiffer** Mar Feb 07, 2012 3:11 pm

El Lycan estaba satisfecho con su trabajo, su primera misión estaba ya cumplida, ahora solo tendrían que ir a buscar a Makoto, llevarlos frente a la reunión que se llevaría a cabo en unos días en parís, no durarían mucho en encontrarlo, los dos tenían muchas habilidades para poder tener contacto con él antes del día de la reunión. Eerin se quedo mirándolo por unos instantes mientras preguntaba algo crucial, sus ojos eran más brillosos, se había animado con una nueva aventura, sonrió asintiendo mientras llevaba su torso al respaldo de la silla y así disfrutar sus manos en la taza caliente, para luego darle un sorbo reconfortante.

Debía rebobinar antes de darle una respuesta… se quedo unos minutos pensando, se quedo en silencio saboreando con su paladar la bebida calientes que estaba siendo lo mejor que había probado en su vida en esos momentos, no recordaba haber tenido un invierno tan abrazador como ese, era algo que no se podría soportar si no eras una persona diferente, es decir las personas normales debían tener cuidado con las enfermedades que propagaba aquella ola de frio y su peligro de ser lo demasiado descuidados para sufrir una hipotermia.

-¿su último paradero?- repitió como para saborear la pregunta- Monsieur, está en ese lugar- respondió sonriendo-Mis informantes dijeron que lo habían visto por estos lados hace aproximadamente 14 horas, es lo único que se sabe de él, puesto que es un Licántropo es algo difícil llevarle el paso- entrecerró sus ojos suspirando largamente.

El aun era joven en comparación de otros de su misma especie, sabía que había creaturas más poderosas, que por el paso de los tiempos habían obtenido sabiduría. Eerin no creía poder durar ni dos siglos, apenas había vivido uno y aunque era relativamente joven se sentía viejo con todo lo que había visto desde que había tenido conciencia, no sentía que tuviera la fuerza para ver otros cambios más, para ver con sus propios ojos la muerte de sus pocos reconocidos, como había sucedido hace mas de 60 años.

-Ahora de usted viene, mis informantes han dicho que podría estar en un barco que al parecer habita desde varios meses- se acerco un poco más a la mesa sonriendo de lado mientras le miraba a los ojos -¿por dónde quiere empezar?-

por **Alecto César** Dom Feb 19, 2012 9:18 am

- Empezaremos por aquí - conteste volviendo a releer la carta, quería asegurarme de haber entendido a la perfección lo que ponía en ella;

Sonriendo con prudencia al escuchar aquel pequeño comentario sobre la dificultad de dar con los Lycans.

- Oléis a perro mojado, tanto o mas que nosotros - respondí de manera prudente, sin levantar la vista de la carta - No es para insultaros - aclare - es así como oléis a mis sentidos. Por mucha colonia que os pongáis, ese olor esta presente al menos un una décima parte de los Lycans que me he encontrado alguna vez -

por **Francoise Devoire** Dom Feb 19, 2012 6:17 pm

* Antes de leer, instalar:
http://www.letramania.com/operaciones/descarga.php?IDFuente=2791&URLFuente=Amaze

{Salón Privado de Sanat Kumara, Agharta }
Seis meses atrás

Los altos muros del salón se encontraban tenuemente iluminados a la luz de las velas creando una mística penumbra, un fiel reflejo del alma de su propietario quien a pesar de los tres años de duelo no ha logrado superar pérdida de su consorte. Para él, el tiempo no corre a igual velocidad que para los mundanos, aquéllos que viven en la superficie. No, para Sanat Kumara el tiempo corre en virtud de su Shamballah, pero en el momento que ella desapareció, Chronos dejó de correr. Nada más cercano a la verdad es decir que perdió la razón de su existir y con ello la cordura, obsesionándose con una sola cosa: encontrar a su otra mitad y traerla a su lado a gobernar con él, pues su demencia le llevó a perder el norte.

Testigos mudos de su locura fueron las paredes de aquella habitación, en antaño tapizadas con mapas del mundo de los mundanos conocido y de aquél por conocer, con grandes libreros que guardaban pergaminos con historias tan antiguas como la humanidad misma. En el fondo del despacho, bajo un gran retrato de Agharta, se encuentra el escritorio del Sanat Kumara, donde él solía pasar días y noches meditando, evocando a su mujer cuando no recibía a algún Minoico o Hiperboréano, como hace ya algunas horas lo hiciese. Sus consejeros no eran los únicos que se presentaban para sacarlo de su desasosiego, también se presentaban los lideres de otras razas con noticias nada alentadoras, la cacería de sobrenaturales cobraba fuerza liderada por Alejandro II Borgia, ya sumaba un récord de desapariciones de miembros de la ciudad subterránea; no sólo Astrea se perdió meses atrás, sino también otros grandes Minoicos e incluso, algunos Hiperboréanos.

Quizá fuesen las noticias o las palabras de la recién nombrada Hiperboréana Éire, pero el vampiro comprendió que no podía sentarse simplemente y ver cómo los ideales de Astrea eran pisoteados por un mundano. Esa noche tomo la primera medida y encomendó una preciada misión al Minoico Licántropo Eerin Schiffer, tras una reunión que se concretó aquella madrugada

- Confío en tí. Llevas el futuro de nuestra ciudad en este sobre - expresó al entregarle un sobre lacrado con el árbol de la vida, símbolo de la idílica ciudad.

Stimato Minoico Argos Cristal-Silencioso:

Aún recuerdo cuando hace ya unos años se presentó ante mí informando su ascenso, su retiro alegando su urgencia de paz. Con reticencia acepté, perder a tan valioso servidor es algo para lo que no se está preparado. Sé que en vuestras manos el secreto de nuestra ciudad está a salvo y sé dónde recae su lealtad, allí junto a su corazón como dijo en aquella despedida: Astrea, la Shamballah.

No interrumpiría su retiro sino fuese porque sé cuán valiosa es la paz a sus ojos ¿Qué diría si esa paz se está quebrando? Como una pequeña trizadura en el cristal que amenaza con quebrar todo. Así es nuestra amenaza. ¿Ha escuchado de la Inquisición? Sé que ha visto caer a su raza, pues le digo que los Aghartianos poco a poco están flaqueando.

Contamos con sus habilidades, dentro de unos meses arribaré a Francia para reunirme con ustedes, mi emisario lleva otras misiones a cargo, ya sabe qué hacer.

Francoise Devoire
Sanat Kumara

Pd. No olvide: su vida por esta carta.

por **Eerin Schiffer** Sáb Feb 25, 2012 2:17 pm

Continua:

No podemos esperar mas

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