Obra de teatro: Barba Azul by Ivan Strujk [Privado]

por **Valentin Zukovski** Mar Ene 17, 2012 6:03 pm

Verás,
hay algo en ti que me subleva.
Tal vez sea ese horizonte cortado
que revelan tus ojos
cuando el gris asfixia demasiado.

el día había comenzado con una mañana lluviosa, cuando se dio cuenta ya debía levantarse, pero su cuerpo no lo quería hacer, tal vez porque sabía que tenía que ir a aquella importante obra de teatro que había podido salir de Rusia y se presentaría por primera vez en el exterior y para suerte; mala suerte para él. Su primera presentación seria en Paris-Francia, así que para comenzar la gira con buen pie habían solicitado la presencia de grandes funcionarios, el rey había sido cordialmente invitado por el director de la obre; un hombre de 58 años, muy conocido en Rusia por sus excelentes obras historias, se especializaba en el dramatismo, en donde las personas salían llorando, parecía que ese era su propósito en el teatro.

Ni el Rey ni la Reina podían asistir aquella vez, una semana antes del estreno recibió una carta con el seño real de la familia rusa. Sin duda fue a abrirla de inmediato encontrándose con las siguientes palabras:

Moscú 28 de diciembre

Estimado Conde Volkova.

Antes que nada debo desearle mis mejores deseos a usted y a su familia, quienes me han recibido con los brazos abierto en mi nación, eso me alegra mucho, pero en estos momentos debo pedirle un favor, nuestro gran director y amigo Ivan Strujk necesita nuestro apoyo político para presentar su otra en parís, lamentándolo mucho no puedo apoyarlo en estos momentos por cuestiones de lógica, si no lo has notado mis deberes me obligaron a retomar a mi país dejando solamente a mi leal conde con este trabajo.

Con Cariño su Majestad

Postata: debe ir con una acompañante.

Desde aquel día se había preguntado si podría encontrar a alguien para que le pudiera acompañar a aquella obra, claro no sería trabajo difícil, hablaría con la duquesa, pero en esos días no se podía contactar, después de buscar una lista de los posibles acompañantes, se encontró con el nombre de la nueva Duquesa que no tenía el honor de conocer.

Sus fieles empleados le dijeron que era una hermosa chica de 25 años, muy refinados y presentables, que sería una acompañante excepcional, todos quedarían hipnotizados por aquella pareja, las criadas se sonrojaron al pensar que su joven amo podría ser pareja de aquella mujer, ¡se veían excelentes!

-Muy bien le escribiré- murmuro sentado en su escritorio mientras buscaba como comenzar las palabras aquella carta.

Paris 2 de enero

Un cordial saludo Duquesa Kuznetsova

Espero que mi carta sea tan grata para usted como es para mí escribirla, mis razones son breves pero muy importantes, tanto para mí como para nuestra hermosa Rusia, como puede apreciar, somos personas elegidas por nuestro mismísimo dios para mantener la paz entre todas las naciones, tenemos en deber de representar y proteger con orgullo nuestra nación y con ella su cultura. Mis palabras con simples, le hago una cordial invitación a una obra de teatro que será dirigida por nuestro orgullo nacional Ivan Strujk, nuestro deber como realeza en estar en su presentación para apoyarlo políticamente y darle nuestra protección.

Espero que acepte… Les deseo los mejores de los días.

Valentin Volkova

Días después había llegado la respuesta, por suerte había sido afirmativa, ya tenía una acompañante, le mando los detalles en otra carta mostrando una gran satisfacción ante su repuesta, tanto que se apresuro a escribirle y enviarle una rosa blanca con ella en señal de gratitud.

Ahora era el dia de la función, tenía unas horas antes de comenzar pero debía ver que el sastre tuviera listo su vestimenta de aquella noche especial, una nota había llegado aquella mañana, era el director Iván quien se había enterado que los dos, el conde y la duquesa de Rusia venían a su obra, se mostro muy emocionado y esperaba que la obra fuera de su deleite, ordeno a uno de sus criadas a prepararle un regalo al director para que fuera llevado a su aposentos o donde se encontrara instalado.

Después de unas horas en el sastre, retocando detalles, porque supuestamente había engordado unos centímetros, aunque no lo creía posible en apenas unos tres días, además no comía mucho, siempre era cuidadoso con lo que ingería.

La hora había llegado, una chaqueta negra fina con detalles en los botones, una levita blanca de seda y tan suave al tacto que podría enamorarlo fácilmente, sus pantalones de un corte recto bajaba todo el largor hasta cubrir sus zapatos negros, que mantenían una hebilla dorada, de oro puro. Su cabello quedo alborotado en toda aquella belleza refinada, cuando sus criadas intentaron arreglarlo este se escapo con agilidad, adoraba su cabello alborotado, le daba un toque juvenil a sus 28 años.

Apenas espero media hora para montarse al carruaje que lo llevaría a la fiesta, pero primero debía pasar por la mansión de la joven Kuznetsova para llegar juntos. Le habia indicado al cochero ir y este rápidamente llego a la mansión en donde la duquesa le esperaba, la saludo con una beso en el dorso de la mano y la invito a subir al carruaje, para luego indicar al cochero que podía ir al teatro. Llegaron en poco tiempo encontrándose un lugar abarrotado, pero rápidamente encontraron un lugar libre.

-nos han apartado un puesto Duquesa Kuznetsova- dijo ayudando a bajar del carruaje a la dama -Espero que se divierte esta noche-

O la púrpura teñida
que te envuelve el corazón
y lapida el alma
cuando te pones
a contar estrellas
y la "x" vale menos que la "y".

por **Aleksandra Kuznetsova** Lun Ene 23, 2012 10:44 pm

Días atrás había recibido la invitación por parte del joven Conde Vólkova para acompañarlo a presenciar aquella maravillosa obra dirigida nada más y nada menos que por el grandioso Iván Strujk, el orgullo de Rusia, a pesar de no tener aún el honor de conocerle personalmente estaba encantada de recibir tal invitación, no había escuchado mucho sobre el Conde y lo poco que había escuchado le bastaba para estar segura que ella y el Conde congeniarían y esta solo sería la primera de muchas invitaciones venideras .

No había tenido que pensar en su respuesta ni medio segundo siquiera más aún así su respuesta demoro algunos días. Esta mañana leía una vez más las líneas escritas con meticulosa caligrafía en aquel pergamino y corrió escaleras abajo hasta la biblioteca. Tomo asiento detrás de su escritorio, cogió papel, el tintero y la pluma y de inmediato dio respuesta:

París, 5 Enero
Mi apreciado Conde Vólkova
Su saludo es muy bien recibido, es un verdadero honor para mí, y de igual manera me es muy grato recibir su carta, escribir unas palabras para usted y poder corresponder su saludo.
He leído con atención sus palabras y sépase que al igual que usted estoy al servicio de mi nación incondicionalmente, amo servir y ser útil a mi querida Rusia, me debo a mi nación con lo cual acepto gustosa su invitación. Será un verdadero placer ser su acompañante esa noche y por supuesto el poder ser partícipe del éxito de nuestro orgullo nacional, Iván Strujk con tan grata compañía.
Espero muy pronto recibir noticias de su persona.
Reciba mis afectos con el debido respeto que se merece.
Aleksandra Kuznetsova
Duquesa de Rusia

Doblo cuidadosamente la carta colocándola de igual manera dentro del sobre, lo sello y por último lo rotulo. Dio órdenes precisas a su mayordomo de que esa carta fuera entregada cuanto antes -Sus órdenes se han cumplido modemoiselle –le había dicho su fiel sirviente al cabo de un par de horas.

En breve una nueva carta acompañada de una hermosa rosa blanca llegaba a manos de la Duquesa quien esperaba ansiosa por los detalles de dicha invitación. -Definitivamente eres un Conde encantador – murmuro contenta y halagada por su fino detalle.

Duquesa Kuznetsova..

Me llena de felicidad que haya respondido la carta de manera positiva, será también un honor para mi persona en ser acompañado por una hermosa mujer como usted, la información de la invitación esta añadida a esta carta, pasare por usted a sus aposentos el día correspondiente.

Para despedirme y mostrar mi gratitud le mando con esta carta una rosa blanca que me temo que parecerá marchita delante de su belleza.

Valentin Vólkova
Conde de Rusia

Debía lucir radiante, elegante, debía ser una digna representante de su nación y el orgullo de su acompañante. Afortunadamente su modista estaba por terminarle algunos vestidos ahora solo era cuestión de apresurarla a terminar uno en especial y ese era el vestido rojo, su color favorito, usar ese color era como un talismán para ella. Debían encargarse de que su vestido estuviera listo en tiempo, encargarse de sus accesorios quizás acudir a la joyería por algo nuevo y especial, de adquirir la única fragancia con la que solía rociar su fina y tersa piel, de que peinado era el apropiado para tal evento, en fin debían encargarse de todo. Llamo a las chicas a su servicio y comenzó a dar órdenes por doquier.

Un día antes había acudido a la modista para los últimos detalles sobre su precioso vestido, haría unos últimos ajustes así que quedo formalmente de hacerle llegar el vestido a la mansión en tiempo –Esto es muy importante no puedes fallarme- comento con confianza a su modista quien empezaba a convertirse en una especie de amiga para ella aunque no por ello y debido a su posición podía confiar demasiado en ella más bien era una especia de confianza para bromear, distraerse y olvidarse por un rato de deberes y obligaciones.

El día del evento había llegado Aleksandra había pasado casi todo el día encerrada en su habitación descansando, relajada había logrado des afanarse de todo compromiso para concentrarse en lo que había autodenominado “el magno evento”.

No había sido molestada para nada en el transcurso del día así que supuso que todo estaba listo y en orden. La puerta de su habitación se abrió a la hora indicada por la Duquesa y el ajetreo comenzó. Un par de horas les llevo a las chicas dejar a la Duquesa deslumbrante –madame luce usted espectacular el Conde se sentirá muy afortunado- le comentaron las chicas aumentando el ego de la joven Duquesa.

El Conde llego puntualmente a por ella y ella puntualmente se encontraba ya en la puerta principal de la mansión, sus cronómetros por lo visto estaban perfectamente sincronizados detalle que le gusto a Aleksandra.

-Buena noche Conde Vólkova- saludo haciendo una reverencia al tiempo que él besaba caballerosamente el dorso de su mano dejándose guiar hasta el carruaje hasta subir a el sin mayor preámbulo no había tiempo que perder era prioridad llegar puntuales a la función.

El trayecto no fue muy largo pero si les había dado el tiempo suficiente para mayor presentación y un pequeño dialogo que los hizo entrar en mayor confianza a ambos.

Finalmente el carruaje se detuvo frente a la puerta principal del teatro. La joven Aleksandra sonrío con un sutil coqueteo al Conde cuando este la ayudaba a bajar y le hablaba –Lo mismo espero yo Conde, que se divierta y que….- su sonrisa se pronuncio más –esta noche sea una noche verdaderamente inolvidable para ambos- se asió del brazo del conde mientras caminaba con la cabeza en alto y la mirada altiva, se sentía orgullosa de ir en compañía del Conde. El Conde había detenido sus paso, no comprendió el porqué solo lo ánimo a continuar y hacer su entrada triunfal en el recinto –Vamos!- le sugirió con tono delicado.

por **Valentin Zukovski** Sáb Ene 28, 2012 1:38 pm

La dulce voz de la joven le hizo reaccionar de un momento a otro, su mente había volado por unos segundos, el leve frio de la noche le hizo recordar a su ciudad natal, pero ahora no estaba para aquellos recuerdos, en ese momento, prácticamente estaban trabajando, pero por suerte su trabajo era divertirse y mirar una obra de teatro, sonreír y mantener a los delegados a contentos, todos los elementos estaban ahí, una hermosa acompañante que deslumbrarían a todos, su gracia y educación y además el apoyo de todos que era lo más importante, aun así había cierta presión

Habían varias puertas para entrar, pero una era la principal, la más grande y elegante, claro está que como de la clase alta entraron por aquel lugar, con un aura de superioridad, algunas personas los siguieron con su mirada mientras estos seguían su trayectoria hasta encontrarse con un pasillo que los llevaría a su balcón privado, había algunos escalones antes de llegar a su balcón un ayudante del teatro les indico por cual cortina pasar, había otra cortina roja colgando elegantemente mientras era sujetada por dos cuerdas doradas, en aquel lugar estaban dos sillas doradas forradas de un terciopelo Rojo que combinaba con toda la decoración de ese balcón. Había seis pisos, los dos primeros eran para personas de clase media y baja o para los que pudieran pagar un balcón de aquella parte, no eran privados, tenían varios puesto, mientras los siguientes, que eran más arriba, eran privados, entre más alto el balcón mayor exclusividad. Había elegido el tercer piso para ellos, era uno de los más lujosos puesto que tenia la mejor vista, su balcón estaba entre uno de los más cerca del escenario.

-Espero que le guste el lugar que he escogido- menciono mientras como todo un caballero esperaba que la dama se sentara primero. Cuando esto ocurrió se sentó en el asiento libre que daba al escenario que estaba decorado como en un castillo de la edad media, con grandes y lujosos muebles que hacían deducir que la primera escena seria en una mansión lujosa.

Una persona había aparecido en medio del lugar, parecía ser el narrador, todos quedaron en silencio esperando que el hombre comenzara aquel relato…

“- Erase una vez un hombre que tenía hermosas casas en la ciudad y en el campo, vajilla de oro y plata, muebles forrados en finísimo brocado y carrozas todas doradas. Pero desgraciadamente, este hombre tenía la barba azul; esto le daba un aspecto tan feo y terrible que todas las mujeres y las jóvenes le arrancaban- después de la introducción del hombre, este salió dando paso a un hombre con las características que había dicho, su barba era azul, un hombre alto con aspecto varonil y con aquella barba de color azulado. Pronto apareció una mujer, una vecina suya que vestía de forma elegante. El hombre le pidió la mano a una de sus dos hijas, dejando a su elección la que quería darle. Las jóvenes no deseaban cazarse con él, las dos actrices buscaban argumentos que ya estaban plasmados en su guion del porque no debía hacerlo, ninguna quería tener un marido con barba azul.

-Se ha casado ya varias veces- comento la hermana mayor mirando a su madre con cierto odio al proponerle aquella atrocidad-y nadie ha sabido sobre sus mujeres, desaparecen así no mas…-“

-Que buenos actores a Escogido el Señor Ivan- murmuro el joven conde mientras uno de os camareros le ofrecían champan para beber, el joven sujeto la copa llevándosela a sus labios para tomar solamente un sorbo y dejarla entre sus dedos para prestarle atención a las quejas de las dos hermanas que se jugaban la responsabilidad de cazarse con el hombre de barba azul.

n-n Espero que te guste mi respuesta... Estuviste magnifica con la tuya

por **Aleksandra Kuznetsova** Miér Feb 15, 2012 2:08 pm

Cuando Valentín reacciono le dedico una sonrisa de complicidad pues él evidentemente estaba algo tenso, preocupado por representar dignamente y de la mejor manera a su País, cosa que ella estaba segura ambos lograrían sin necesidad de esforzarse, este era un trabajo fácil, aunque no por ello complacido tanto de estar en servicio como por divertirse un poco deleitándose con una buena obra y con seguridad también deleitándose con la compañera que llevaba orgulloso a su lado, prácticamente no se conocían pero eso no fue impedimento para que él sintiera tal orgullo y eso Aleksandra lo había notado desde que el Joven Volkova se presento en la mansión.

Se asió con fuerza y a la vez con delicadeza de su brazo y ambos comenzaron a caminar rumbo a las enormes puertas de la entrada principal que esperaban ansiosas por la asistencia de esos dos nobles Rusos para galardonar el recinto con su presencia. En ocasiones la joven era bastante vanidosa y esta al parecer, al menos mientras hacían su entrada triunfal, era una ocasión idónea y perfecta para ello. Pareciera como si fuera poco común ver a una pareja del brazo, o sería que esta era una pareja muy peculiar, pues conforme avanzaban más miradas se posaban y se concentraban en ellos. La Duquesa les miraba y les sonreía con arrogancia cuando decidía cruzar su mirada con una que otra mirada de los extraños.

Así continuaron su trayectoria, en silencio, sonriendo, de vez en cuando haciendo leves inclinaciones de cabeza a manera de saludo, hasta llegar al palco designado para ellos. Estaba acostumbrada a estar rodeada de lujos desde hacia ya al menos un par de años ya no podía existir gran cosa que la deslumbrara pero los lujos, la elegancia y el buen gusto en la decoración del teatro lograron impresionarla. Estaba anonadada no solamente por la belleza frente a sus ojos, eso había pasado ya a segundo plano, sino por el sitio que Valentín había elegido para ellos. Había elegido el lugar perfecto. El lugar con una vista increíble y espectacular casi frente al escenario. La joven se sintió halagada, muy halagada.

-Es perfecto!!- exclamo con emoción. Aleksandra no hubiera podido encontrar una palabra mejor para expresarlo. Estaba encantada de estar ahí pero más encantada estaba de estar con un hombre como Valentín, elegante, educado, refinado, inteligente, apuesto y de muy buenos gustos y eso que solo era cuestión de trabajo. Se pregunto si de no ser su primer encuentro cuestión laboral que tantas cosas más lograría descubrir en él en su primera cita. Así divagando entre sus pensamientos tomo asiento sin demorarse más en hacerlo. –En verdad Conde creo que el lugar que ha elegido es el mejor- dijo cuando el tomaba asiento. Al poco las luces se apagaron quedando iluminado solamente el escenario. El silencio inundo el teatro y la obra dio inicio.

La duquesa estaba entretenida y divertida con el drama de las hermanas que no deseaban casarse con aquel hombre de aspecto fiero y un tanto salvaje dando una y otra excusa cuando la voz de Valentín se dejo escuchar –Si y es que Iván es genial, nunca defrauda a su público- murmuro por respuesta obviamente igual de complacida por la calidad del espectáculo.

Un camarero ofreció champagne. El conde caballerosamente tendió a la Duquesa la primer copa que este sirvió. Ella la tomo con delicadeza y elegancia llevándola a sus labios de la misma manera y beber un poco. Sosteniendo sus copas con elegancia ambos volvieron su atención a las hermanas que aún continuaban con el dilema de quien de ellas se casaría con Barba Azul.

-Con lo buenos que son los actores la parte dramática de la obra se pondrá mejor – comento con voz suave y entusiasmada la Duquesa.

Claro que me gusto tu respuesta....escribes genial.

por **Valentin Zukovski** Vie Feb 24, 2012 1:29 pm

“El hombre para conocerlas, las llevo junto con su madre con tres o cuatro más de sus mejores amigas y algunos jóvenes comarcas a una de sus casas de campo, el narrador explicaba que habían pasado ocho días en aquel lugar. El tiempo se les iba en paseos, cacerías, pesca, bailes, festines, meriendas y cenas; nadie dormía y se pasaban la noche entre bromas y diversiones. En fin, todo marchó tan bien que la menor de las jóvenes empezó a encontrar que el dueño de casa ya no tenía la barba tan azul y que era un hombre muy correcto.

Tan pronto hubieron llegado a la ciudad, quedó arreglada la boda. Al cabo de un mes, Barba Azul le dijo a su mujer que tenía que viajar a provincia por seis semanas a lo menos debido a un negocio importante; le pidió que se divirtiera en su ausencia, que hiciera venir a sus buenas amigas, que las llevara al campo si lo deseaban, que se diera gusto.
-diviértete, no importa lo que desees puedes hacerlo- había dicho el actor dándole un beso en la mejilla a la doncella

-Lo hare!

-He aquí- le dijo -las llaves de los dos guardamuebles, éstas son las de la vajilla de oro y plata que no se ocupa todos los días, aquí están las de los estuches donde guardo mis pedrerías, y ésta es la llave maestra de todos los aposentos. En cuanto a esta llavecita, es la del gabinete al fondo de la galería de mi departamento: abrid todo, id a todos lados, pero os prohíbo entrar a este pequeño gabinete, y os lo prohíbo de tal manera que si llegáis a abrirlo, todo lo podéis esperar de mi cólera.

La doncella con algo de miedo al ver el rostro serio del hombre prometió cumplir exactamente con lo que se le acababa de ordenar; y él, luego de abrazarla, sube a su carruaje y emprende su viaje.

Las vecinas y las buenas amigas no se hicieron de rogar para ir donde la recién casada, tan impacientes estaban por ver todas las riquezas de su casa, no habiéndose atrevido a venir mientras el marido estaba presente a causa de su barba azul que les daba miedo.

De inmediato se ponen a recorrer las habitaciones, los gabinetes, los armarios de trajes, a cuál de todos los vestidos más hermosos y más ricos. Subieron en seguida a los guardamuebles, donde no se cansaban de admirar la cantidad y magnificencia de las tapicerías, de las camas, de los sofás, de los bargueños, de los veladores, de las mesas y de los espejos donde uno se miraba de la cabeza a los pies, y cuyos marcos, unos de cristal, los otros de plata o de plata recamada en oro, eran los más hermosos y magníficos que jamás se vieran. No cesaban de alabar y envidiar la felicidad de su amiga quien, sin embargo, no se divertía nada al ver tantas riquezas debido a la impaciencia que sentía por ir a abrir el gabinete del departamento de su marido.”

Era algo típico en aquel momento, siempre lo que más te interesa es lo que se te ha prohibido, pensó el conde mientras daba un sorbo a la copa de licor, dedico una sonrisa a su acompañante que parecía muy satisfecha al igual que el, pero ¿Quién no lo estaría? Iván

había recreado las escenas con aquel detalle que solamente un verdadero artista podía hacer, trasportaba a las personas a ese lugar, tiempo y espacio en los que los actores comenzaban a actuar y seguía la obra mostrando un gran énfasis en aquel único misterio que el hombre tenia.

“Tan apremiante fue su curiosidad que, sin considerar que dejarlas solas era una falta de cortesía, bajó por una angosta escalera secreta y tan precipitadamente, que estuvo a punto de romperse los huesos dos o tres veces. Al llegar á la puerta del gabinete, se detuvo durante un rato, pensando en la prohibición que le había hecho su marido, y temiendo que esta desobediencia pudiera acarrearle alguna desgracia. Pero la tentación era tan grande que no pudo superarla: tomó, pues, la llavecita y temblando abrió la puerta del gabinete.

Al principio no vio nada porque las ventanas estaban cerradas; al cabo de un momento, empezó a ver que el piso se hallaba todo cubierto de sangre coagulada, y que en esta sangre se reflejaban los cuerpos de varias mujeres muertas y atadas a las murallas (eran todas las mujeres que habían sido las esposas de Barba Azul y que él había degollado una tras otra).

Creyó que se iba a morir de miedo, y la llave del gabinete que había sacado de la cerradura se le cayó de la mano. Después de reponerse un poco, recogió la llave, volvió a salir y cerró la puerta; subió a su habitación para recuperar un poco la calma; pero no lo lograba, tan conmovida estaba.

Habiendo observado que la llave del gabinete estaba manchada de sangre, la limpió dos o tres veces, pero la sangre no se iba; por mucho que la lavara y aún la refregara con arenilla, la sangre siempre estaba allí, porque la llave era mágica, y no había forma de limpiarla del todo: si se le sacaba la mancha de un lado, aparecía en el otro.”

Sin pensarlo frunció el seño, estaba atento a lo que sucedía, aquella mujer había sido seducida por la tentación y ahora comenzaba a bajar por aquellas escaleras, algunos contuvieron el aliento, el también lo hizo por unos segundos, hasta que una mancha de sangre apareció en el escenario, todos quedaron atónitos por unos segundos, el corazón de Valentín andaba galopando de una manera excitante y desenfrenada ¿Qué iba a hacer ahora? Se preguntaba entusiasmado y todo era por culpa de Iván que había creado tan maravillosa idea.

por **Aleksandra Kuznetsova** Dom Abr 08, 2012 8:38 pm

Tan atrayente era todo lo que pasaba en el escenario que difícilmente podría distraerse con algo, incluso ni con la voz de Valentín. Podía escucharlo, claro que si le hablaba lo escucharía pero no por ello iba a apartar su vista del escenario. Si le hablaba se las arreglaría para responder sin perder de vista ni a los actores ni al Conde después de todo era una mujer que a medida que su licantropía tomaba mayor fuerza mayores habilidades descubría en ella.

Cada escena recreada era estupendamente actuada. No cabía duda que Iván utilizo sus mejores ases bajo la manga para hacerse de tan increíbles intérpretes y poner muy en alto su nombre como el de Rusia. Aleksandra estaba tremendamente complacida de ser partícipe del indudable éxito que la obra obtendría esta noche, de haber sido ella elegida para representar a su patria y por supuesto ser la acompañante del apuesto Conde Vólkova.

Las actuaciones eran tan perfectas que en verdad hacía sentir al espectador que estaba dentro de la misma historia, que realmente era parte de todo lo que se desarrollaba en la trama. En el teatro todo mundo parecía contener el aliento hasta la propia duquesa lo hacía cuando aquella mancha de sangre apareció en medio del escenario. El aroma que por el teatro corrió en ese instante golpeo e inundo las fosas nasales de la licantropa. Esta se puso nerviosa, su cuerpo se tenso. Se giro y miro a los ojos a su acompañante intentando fingir que no pasaba nada. Lo cierto era que algo andaba mal, algo extraño acababa de suceder frente a los ojos de cientos de espectadores, todos habían sido testigos de algo que ni siquiera se imaginaban, de algo que para todos solo formaba parte del espectáculo.

La copa que sostenía entre sus manos torpemente resbalo hasta golpear contra el piso y romperse al impacto contra este. Ella continuó sin percatarse de lo que acaba de suceder con su copa. Volvió la vista al escenario y los actores aunque trataban de actuar con naturalidad estaban igual o más impactados que la joven espectadora.

-Esa sangre no es solo un truco- dijo, con voz sumamente baja, finalmente volviendo una vez más la vista al Conde –Valentín….- lo llamo con la voz temblorosa a la vez que lo tomaba de la mano con gran fuerza como pidiéndole que se asegurara de mantenerla siempre a su lado pasará lo que pasará dentro del teatro –algo ha sucedido y no creo que sea nada bueno- susurro de nuevo. En el escenario todo parecía haberse paralizado. El telón se cerraba. Un acto había terminado y un segundo acto estaba por comenzar. Ella tenía muy claro que ese segundo acto demoraría mucho más de lo normal para dar inicio. A partir de ahora todo era un riesgo, el continuar la obra hasta el final como si nada sucediera o el detener todo en este preciso momento. Claro estaba que el pánico en la audiencia era mejor evitarlo. Aleksandra se mostraba inquieta, impaciente, dudosa de si era apropiado mantenerse en sus lugares o si era mejor salir de ese palco y averiguar que sucedía o definitivamente de si debían abandonar el teatro. Confiaba en que Valentín de creer en que algo había sucedido tomaría la mejor decisión. Por ahora no le quedaba mas que mantenerse expectante.

por **Valentin Zukovski** Vie Abr 13, 2012 4:22 pm

Todo parecía normal ¿para qué decir lo contrario? Así que de verdad se sorprendió cuando noto el estado de su acompañante, una leve palidez en su rostro reflejaba que algo no estaba bien-Madame?- murmuro Valentín al notar que estaba diciendo algo que no alcanzo a entender, su corazón dio un vuelco mientras sujetaba la mano de la dama y veía que definitiva estaba extraño el ambiente, no sabía cómo decirlo pero simplemente con el noto con la que había sido llamado se notaba el tono de alarma. Casi no atendió al llamado de la dama, estaba extrañamente idiotizado en el escenario que comenzaba a cerrarse, una de las actrices parecía que estaba temiendo entrar por donde era debido y buscaba con sus ojos desesperadamente una salida mientras con pasos lentos iba hacia un lugar que no quería, parecía como si un ternero ya hubiera visto su muerte.

Muerte… aquella palabra resonó en su cabeza, con tal fuerza que le hizo doler la cabeza por unos segundos, trato de disimular el dolor que había sentido hace poco, pero el camarero había previsto el encogimiento de hombros del conde y le había preguntado si estaba bien. El telón había bajado por completo, pero antes de hacerlo una sombra se diferencio a lo lejos, Valentín miro de reojo, mientras alejaba la mano del camarero con brusquedad… una sonrisa comenzó a atacar la cabeza de Valentín, parecía que deseaba matarlo de un dolor de cabeza mataremos al señor Iván… y no podrás hacer nada… había dicho aquella voz con gran seriedad.

Eso fue el punto que hizo que Valentín se levantara del asiento moviendo su cabeza de un lado a otro-¿Qué sucede?- murmuro tambaleándose para llegar a la puerta, en donde el umbral lo detuvo por sus segundos, su mirada era baja y fija al piso que estaba es ese lugar –Madame… es mala idea seguir aquí- había sacudido su cabeza fuertemente mientras con un rostro serio miraba a su acompañante… No escaparan… todos morirán… ustedes también lo harán el conde se quedo quieto por unos segundos, quedándose centrado en aquella voz que parecía tan interesada en hacerle daño, busco con su mirada alguna otra persona afectada, pero parecía ser solamente el, frunció su ceño y mordió su labio frustrado.

¿Lo querían a el? Pues lo obtendrían, se dio media vuelta para ir hacia donde debería estar Iván, pero lo detuvo la dama que tenía que acompañar, se detuvo en seco, volvió hacia ella –perdón… pero necesito ir a buscar a Iván ¿pero que desea hacer usted? No la puedo dejarla sola-

por **Aleksandra Kuznetsova** Dom Abr 29, 2012 11:08 pm

A medida que los segundos transcurrían luchaba por mantener su autocontrol, pues su instinto natural amenazaba por hacer mella en ella, y no actuar imprudentemente. “Tu puedes Aleksandra” decía una voz en su interior. El conde parecía no comprender lo que ella acababa de decirle o tal vez la escucho y el impacto de que algo grave hubiera sucedido lo dejaba en estado de shock. Lucia distante, perdido entre el escenario y en la compañía a su lado divagando a que debía prestar mayor atención aunque a decir verdad a como pintaban las cosas todo era merecedor de atención.

El olor a miedo ondeaba por todo el escenario. En el palco algo extraño sucedía. Valentín actuaba de manera poco común. Así como tan poco común fue su actitud ante el camarero que preocupado intentaba confirmar si se encontraba bien. Hizo un conciliador asentimiento de cabeza al camarero cuando el Conde apartaba con brusquedad la mano ajena sobre su hombro. –Valentín….¿qué sucede?- le hablo con prudencia y preocupación. El conde no reacciono a la voz de la Duquesa muy por el contrario se levanto de su asiento con tal brusquedad que Aleks se alarmo mucho más de lo que ya se encontraba. Su vista así como sus sentidos estaban puestos en todo. No paso desapercibida aquella sombra atravesando el escenario justo antes de cerrarse las cortinas por completo.

-No lo sé, solo sé que usted no luce nada bien- le había respondido corriendo a su lado cuando le miro tambalearse -¿Qué le pasa Valentín?- insistía más el Conde permanecía atrapado en su propia mente y divagaciones. –Por supuesto que es mala idea permanecer aquí- no pensaba permanecer en su palco esperando a ver qué sucedía. De pronto el afán de acudir a donde Iván. En verdad comenzaba a desesperarle no saber que le sucedía al Conde, no acaba de decir que no era buena idea permanecer ahí. No comprendía pues el acudir en busca de Iván solo era retrasar su salida del teatro. Más aún así por nada del mundo ella pensaba apartarse de Valentín –Lo sigo- dijo sin titubear. Se afianzo de su brazo de inmediato –vamos!!!- le apuró.

Fuera del palco todo lucia tan normal como si nada sucediera y solo fueran ellos quienes notaran el aroma de la muerte ondeando por todo el teatro. Atravesaron los largos pasillos, bajaron, subieron escaleras hasta llegar a donde debía estar Iván. Sorpresa!!! La puerta estaba resguardada por un grupo mínimo de 6 personas y todas ellas armadas. La duquesa no supo si Valentín se alcanzo a percatar de las armas pues estos apenas los miraron acerarse los escondieron y un par de ellos comenzó a aproximarse hacia los Duques -¿esto será solo parte de la seguridad para Iván?- se pregunto lanzando la pregunta al aire, inconscientemente con la voz lo suficientemente fuerte para que su acompañante la escuchará.

por **Valentin Zukovski** Vie Mayo 25, 2012 6:02 am

Los largos pasillos le pareció una eternidad, suspiraba pesadamente, ya la voz se había detenido, pero aun no entendía aquella situación, tal vez aun estaba muy aturdido por la cuestión de que aun los recuerdos de aquella voz resonaban en su cabeza. No le temía a la muerte o no se había puesto a pensar en ella, así que cualquier cosa referente a ella la veía normal, aun así una extra energía recorría todo su cuerpo, eso era lo que lo impulsaba a seguir hacia adelante, aquella corriente eléctrica era el que le decía a su cerebro que moviera uno de sus pies y luego el otro. La razón exacta no la conocía aun así buscaba en su cabeza razones lógicas de su comportamiento.

Una de las cosas que le preocupaba era que estuviera arrastrando a su invitada con él, se lamentaba de no poder detenerse en ese momento para pensar mejor las cosas, pero ese momento no era de pensar, si no hacía nada probablemente Iván podría salir muy malherido, para no pensar en cosas peores. Sus pies se detuvieron de forma abrupta cuando noto unos seis cuerpos cerca de la puerta de donde se suponía que estaría Iván, su rostro se contorsiono, no le gustaba nada la facha de aquello.-puede ser… pero ¿Por qué tantos hombres?- respondió acercándose al hombre que venía a hablar con ellos, este miro a la dama con cierto recelo de que le comentaba a Valentín: al parecer hubo un atentado contra Iván en el momento que se estaba terminando aquel acto, el hombre estaba bien pero había recibido un corte en el hombro, en esos momentos lo estaban vendando-Quiero verlo- dijo Valentín de inmediato. Sin decir nada dio dos pasos hacia adelante, siendo detenido por aquel hombre que le sujeto el brazo.-¿Cómo se atreve?- exclamo con la ira subiendo a su rostro Valentín mientras retiraba bruscamente su brazo-somos de la realeza, así que cualquier atentado a cualquier ciudadano ruso es nuestra responsabilidad- añadió con un tono autoritario.

Su expresión era seria, se podían ver algunas arrugas en los ojos y el la comisura de los labios mientras presionaba aquellos músculos, su rostro aunque con una expresión de autoridad, aun mantenía aquellos finos rasgos llenos de dulzura y que le daban un aire tan lleno vida. Pero su voz, se había vuelto gruesa, ajena a cualquier consideración, utilizaba un tono severo, lleno de autoridad y al cual se podría decir que no era para nada la misma voz que el dulce y educado conde con el que Aleksandra había estado unos momentos. Aunque la personalidad de Valentín fuera ser completamente amable, debía tener en alguna parte de su carácter algo de autoridad. Aunque claro está, no era su naturaleza, aquello se había formado por los años. Aquel hombre lo soltó asintiendo, retrocedió unos pasos dejando que Aleksandra y Valentín caminaran libremente hasta llegar a los restantes hombre que simplemente hicieron una reverencia mientras uno de ellos abría la puerta.

Valentín fue el primero en abrir, era un cuarto pequeño decorado con pequeños cuadros de pinturas, muchos estilos que cubrían parte del tapizado floreado que mantenía matices pasteles claros, nada ostentoso, en un lado de la sala había algunas flores y regalos, en una cesta que reposaba en una pequeña mesa de madera habían ciento de invitaciones dirigidas a aquel hombre. En el fondo, cerca de un tipo escritorio que se recargaba al fondo de la habitación estaba Iván con una de las actrices que se encontraba vendando la herida ya controlada. El ruso hizo un gesto de dolor mientras se encontraba sentado en un elegante sillón detrás del escritorio, la joven actrices le echo una mirada con el ceño levemente fruncido mientras seguía vendándolo, pronto la atención de los dos se centro en los recién llegados, que habían cerrado la puerta a su pasar

-No nos querían dejar pasar- comento el Conde suspirando mientras se acercaba hacia donde estaba Iván –Se encuentra bien?- se mordió en labio mientras aquel hombre mostraba una amplia y cálida sonrisa, asintió para dejar tranquilo a Valentín, este suspiro. Las características de Iván eran casi las normales los europeos, una piel pálida, ojos azules, grandes y hermosos, su sonrisa era amplia y cálida, en su rostro se venían algunos años, pero su cabello castaño abundante daba la impresión de que tenía menos años.- esto no fue un accidente alguien lo provoco- dijo Valentín mientras se movía de un lado a otro nervioso.

-Lo sé conde- respondió calmadamente el ruso. La actriz ya había terminado y él se levantaba para ir hacia los dos recién llegados-alguien quiere destruir mi obra, es algo que se le puede decir “Saboteo” me quieres romper la pierna- bromeo. Una risa salió de el, aunque parecía calmado, se le notaba en sus ojos que también estaba asustado y no por el si no por sus actores que comenzaban a preguntarse si deberían cancelar la obra.-No se qué hacer…- dijo al fin mostrando mas arrugas en su rostro, entrecerró los ojos dejando salir un largo suspiro

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Obra de teatro: Barba Azul by Ivan Strujk [Privado]

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