Keiji D'Albère

por Invitado Jue Ene 19, 2012 2:43 am

Keiji D'Albère

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Edad

Aparente: 24
Real: 27

Vampiro

Sentidos aumentados
Agilidad y reflejos sobrehumanos
Sanación acelerada
Telepatía
Sentido del peligro.

Clase
Clase media. Extranjero.

Rango
Inquisidor, condenado de la primera facción.

Orientación Sexual
Homosexual.

Lugar de Origen
Nació en Tokyo, Japón. Creció en Schwyz, Suiza.

Descripción física

Siempre se ha dicho que un vampiro,sea como sea, es seductor, elegante, sofisticado, persuasivo, y sobre todo, poseedor de una belleza extranormal. Aplica lo mismo para Keiji, aunque tiene pequeñas diferencias con lo que se dice, mas no rompe con aquello. De una complexión delgada, haciéndole lucir pequeño, mide 166 centímetros, pesando unos 52-54 kilogramos. Calza aproximadamente del 41, por lo que no tiene muchos problemas para que le hagan los zapatos que a él le gustan usar. Tiene hombros pequeños, brazos delgados y un cuerpo de la misma forma, sin estar realmente bien formado ni lucir grandes músculos. Efectivamente, Keiji es poseedor de una belleza extranormal, que pareciera ser un poco contraria a lo que se ha dicho siempre: su piel es blanca, de un tono pálido ligeramente amarillento y marmóreo, haciéndole lucir su bonito rostro como si estuviese esculpido a mano. Posee un rostro extraordinariamente bello y angelical, que raya en el grado de mirarse inocente, como si se tratara de un pequeño niño o incluso, puede ser comparado con el de una mujer. Su angelical y bella carita es decorada con cabellos castaños y lacios, cortos, que caen a los lados de su rostro y que a veces riza. Algunas veces lo ha decolorado, dejándolo rubio, pero le gusta más su color natural, que es como siempre se le ve. Sus ojos son lo que delatan su origen. Son ligeramente rasgados, de una forma algo almendrada, y de un color miel muy cálido, que pueden lucir oscuros también. Su mirada es penetrante, generalmente muy pesada, de tal forma que cualquier persona siente cuando Keiji le mira. Sin embargo, su mirada es alegre e inocente, haciendo juego tanto con su rostro como con su personalidad. Sus labios son prominentes, carnosos y rosados. Sin duda alguna, su parte física más seductora son sus labios, que aprovecha -a veces torpemente- para atraer a la presa. Normalmente, se le ve sonriendo, sin mostrar el par de colmillitos que son lo único que delata su condición. Luce tan inocente, que a veces se duda de su naturaleza vampírica.

Descripción psicológica

Lo psicológico es lo más difícil de Keiji. Como en todas las personas, la cabeza de Keiji es un mundo. No obstante, este mundo es enredado, ensortijado, y muchas veces oscuro, como un laberinto, sin entenderse bien por qué. Pareciera que Keiji padece de un trastorno mental, mas no tiene problema alguno. Simplemente su carácter es variante, cambiante conforme la situación lo amerite. Su signo, en lo referente a su personalidad, es el Ying y el Yang, que unidos hacen un equilibrio perfecto, pero incluso dentro de sí mismo es casi imposible lograrlo. Él mismo lo considera imposible, y así es feliz. En lo general, es una persona tímida, alegre, dedicada, y lo más importante: muy solitaria. A pesar de ser un vampiro, suele estar con muchas personas, pero no se establece en ningún lugar con nadie en particular. Detesta la compañía excesiva y las cantidades extremas de personas. Es como un niño: es capaz de sorprenderse por cosas que para los demás son ya bien conocidas o incluso absurdas, como el cielo, o el movimiento de las patas de un caballo mientras tira de una carreta. Es muy tierno, espontáneo, sensible y demasiado sentimental, llegando a herirse por dentro por casi todo. Generalmente, al estar herido dirá "que le duele algo por dentro", razón por la que es prácticamente normal que llore. Llora más o menos unas tres a cinco veces por mes, simplemente porque así es su carácter. Del otro lado de la moneda, su mayor defecto es la terquedad. Es enojón, violento y explosivo, poseyendo un carácter bastante fuerte. No permite que se le humille o se le haga menos, siempre ha de encontrar una forma para encontrar la venganza. Como bien se ha dicho, es vengativo, y aunque normalmente es pacífico, si se le lastima o si se le hace pasar mal, es bastante impulsivo, llegando a niveles insospechados de violencia. Él mismo se asusta de sí mismo, por lo que siempre tratará de mantenerse cuerdo, o se le verá hablando solo, tranquilizándose. Otro defecto suyo es la honestidad en exceso, lo que le hace muy difícil mentir, además de que su rostro no le ayuda en nada. No es algo normal ver a un ángel mintiendo, y él sigue aquello a la perfección. Su tercer problema es que es depresivo, por lo que las personas que le rodean tienden a cuidarlo mucho, sobre todo en aquella cuestión de sentimientos, para no herirle y no causarle más problemas de los que ya tiene consigo mismo. Su dualidad absoluta ha sido pasar de estar total y perdidamente enamorado a odiar con todas sus fuerzas, acostumbrándose a sentir cosas como esa, que tiene bastante bien definidas. No se puede decir que es feliz totalmente, mas tampoco es infeliz. Poco a poco ha ido aprendiendo a ser más feliz cada día con la naturaleza nueva que posee, subiendo su autoestima un poquito más. Actualmente, se describe sólo como "una persona llamada Keiji, que aprende".

Ese es Keiji, tú decides si quieres tener al más hermoso de los amigos, o al peor e insoportable de los enemigos, sabiendo que puedes morir de una forma violenta, cuando y como menos te lo esperes...

Capítulo I: Lillie & Gerôme

Gerôme, aquel era el nombre de ese hermoso joven. Era de tez blanca, rubio, de hermosos ojos azules como el mar. Hijo de los Reyes de Andorra, Gerôme era el heredero al trono de aquel país. Pero no era lo que él realmente deseaba. Gerôme quería vivir su vida cual otro joven, y encontrar el amor por sus propios medios, no alguien que le fuera designado. Y aquella persona que le sería designada sería su propia hermana, una hermosa joven de cabellos rizados y pelirrojos: Yaelle. Por aquellos tiempos, se rumoraba de la aparición en el muelle de una criatura increíblemente bella, la figura de una joven de piel más blanca que la nieve, de hermosos ojos verdes, esmeralda, que cantaba con los pies sumergidos en el agua. Por mucho tiempo, se creyó que era una aparición, una aparición que enamoraba a los varones, y tan enamorados, tan prendidos quedaban de aquella figura, que terminaban por volverse locos de no volver a verle suicidándose  entre las aguas del muelle, esperando volver a verle entre las aguas, en lo profundo del mismo. Por mucho tiempo, a aquella bella figura se le atribuyó aquella maldición: aparecer frente a varones, que terminaban siendo malditos y que morirían, ahogados. Y aquella maldición se le mostró a Gerôme el día en que aquel cumplió veintiún años, el día en que debía contraer matrimonio con su hermana. Gerôme había escapádose de su hogar, y montando a caballo, al pasar por el muelle, frente a sus ojos se reveló la más radiante criatura que pudo mirar jamás. Sin poder evitarlo, se acercó a ella, deteniendo al caballo, y hubo de enloquecer el propio príncipe al descubrir que esa figura no era una aparición. Era humana. Era una hermosa mujer, de no más de 16 años, fina, blanca, de hermosos ojos verdes y un cabello castaño, suave y fino. Era tan bella, que la misma luna la miraba con envidia, el sol salía en su honor y el agua que llevaba al mar era feliz al tocar sus delicados piececillos. Gerôme, olvidando que podría morir, se acercó a ella sin dudarlo, y fue así cuando se dio su primer encuentro. Sonriéndole, descubrió el bello nombre de la criatura, de quien hubo de quedar perdidamente enamorado desde el inició. Lillie. Lillie, era el nombre de aquella criatura, que tuvo la mala suerte de nacer en una cuna donde ella no era deseada, y envidiando su belleza, se le encerró por años, para que nadie la viera, que nadie la deseara y mucho menos conociera. Así sus padres no tendrían obligaciones sobre ella, de casarla ni presentarla en sociedad. Y por las noches, su nana, compadecida del sufrimiento y soledad de Lillie, le dejaba salir, que era cuando los caballeros tenían la mala fortuna de toparse con ella. Pero como no siempre podía hacerlo, a veces pasaban meses sin que le permitieran salir ni un momento, sólo al jardín de la casa, y eso era lo que les desesperaba a los caballeros y que terminó por desesperar a Gerôme mismo. Gerôme y Lillie continuaron con aquellas visitas nocturnas, escondidas y prohibidas, hasta llegar al punto de enamorarse perdidamente, anulando el compromiso de su matrimonio. Y a ese punto, Gerôme tuvo el infortunio de toparse con un ser nocturno, que le dotó de un par de colmillos afilados que clamaban por sangre día y noche. Gerôme, asustado, no quiso que su amada Lillie viera aquel ser aberrante en el que se había convertido ni mucho menos que su pureza se viese manchada por ella, así que abandonó el lugar, desapareciendo por años, creyendo que aquello era lo más conveniente para su amada, para su Lillie. Pero cual fue su sorpresa, que después de varios años decidió volver por la amada, decidido a decirle la verdad, a rogar por el perdón del alma más pura que había conocido que cada día lo tenía más loco de amor, al encontrarla a ella atada, colgada, muerta. Con las manitas cerradas, aún enfundada en un hermoso vestido y con su carita hermosa, pero tranquila, durmiendo en el sueño eterno.<br />Lillie se había matado, por amor... por amar a Gerôme. Gerôme odió a la criatura que le había hecho ser un impuro, ser un no merecido para su amada Lillie, y más, volviéndose loco de odio, de pasión y de dolor al encontrar entre las manos de su adorada doncella, de cuerpo helado, una notita para Gerôme: "Te amo, siempre lo hice. Vendré de nuevo, cuando el canto del ave te alcance. Sé que vendrás, mas no se cuando...". Gerôme enloqueció. Lloró, enloqueció de dolor, enloqueció de amor. Mató gente como nunca, y jamás pudo perdonarse ni a sí mismo ni a la criatura por haberle hecho aquel daño. Lillie, su amada Lillie.

Capítulo II: La princesa mística

¿Hasta donde puede viajar un vampiro? La respuesta simplemente no se sabe. Gerôme llegó a Japón, a tierras místicas y desconocidas, donde se dice que podrá renacer su amada Lillie. Gerôme está loco. Odia a las personas, odia su aroma. Odia a las damas, las aniquila. Odia a los jóvenes hermosos, los tortura. Pero no odia a nadie más que a su propia raza. Se odia. Odia la sangre. Odia vivir. Gerôme ha llegado a Japón, vuelto loco para buscar a quien ha de dar vida de nuevo a su adorada Lillie. ¡A SU Lillie! La búsqueda no se prolongó mucho. En Tokyo, se alardeaba de la belleza de Aotori, cuyo nombre significaba "ave al vuelo", hija del emperador, y que no había quien pudiese obtener su mano. Otros aseguraban que sabían que ella tenía un amorío, e incluso unos terceros afirmaban que tendría un hijo. Y aquellos rumores llegaron a oídos del príncipe, que se dio a la tarea de buscar a la princesa, a Aotori. La encontró una noche, una noche en la que Aotori cepillaba su largo cabello negro azabache, frente al espejo, vestida con un kimono hecho de finas telas, delicadamente bordado, pintado a mano. <br />Y en ese primer encuentro fue cuando Gerôme descubrió la belleza que realmente poseía Aotori, pero que era mínima comparada con la de su amada Lillie. Al saber el nombre de ella, quiso poseerle, quiso hacerle saber que él era el príncipe. Pero Aotori no le entendió, y en ese primer encuentro le confesó que tendría un hijo de su amado verdadero, que en ese momento luchaba en la guerra. Gerôme sintió su alma y su corazón saltar dentro suyo, y cuidó de Aotori como una hija. Diario le visitó, y diario le alimentó, le habló a su vientre, enamorándose de su nueva Lillie antes de que viniera al mundo. Gerôme estaba convencido que su Lillie sería hija de la mujer que llevaba ave por nombre, así que esperó a que naciera. Quiso educarle, quiso cuidar a la bebé. Y Aotori, conociendo el secreto que el príncipe hubo de revelarle, aceptó. Mas la sorpresa y el problema volvió a crecer. Una noche de invierno, nevada, Aotori comenzó a dar a luz. No había parteras, no había nadie. Sólo estaban ella y Gerôme, con el servicio de la princesa. Ni siquiera estaba el emperador, que desconocía por completo que ella tendría un hijo de un guerrero. Aotori se esforzaba, y Gerôme junto con el servicio fueron quienes recibieron al bebé. Pero nada salió como estaba planeado. Aotori, sin ser atendida, murió a los pocos minutos, y cuando Gerôme quiso acercarse a conocer a su nueva amada, volvió a enloquecer de dolor: Lillie, su amada Lillie, no era una mujer esta vez.<br />Era un varón. Y el último deseo, la última palabra que salió de la boca de la princesa Aotori fue "Keiji", nombre que se le puso al recién nacido. <br />Keiji.

Capítulo III: La locura. Historia de Keiji

Gerôme enloqueció, una vez más. Asesinando a todo aquel que tuvo a su paso, tomó a la criatura entre sus manos y fue a buscar quién le cuidase a su amada Lillie. Por un momento, quiso abandonar al niño en el monte, pero sabiendo que quizá jamás tendría la oportunidad de ver nacer a Lillie de nuevo, buscó alguien para dárselo. No tardó mucho en encontrar a ese alguien: una pareja de inmigrantes, que, cubriéndose del frío en la nevada sorpresiva de aquella noche, buscaban refugio a las puertas de la casa del Emperador. Una pareja de recién casados, estériles, que morían por tener un niño. Y la criatura que Gerôme les dio era aquel niño que les habría de dar luz a su vida. Y a la del príncipe. El egoísta y loco príncipe hubo de llevarlos secretamente hasta sus aposentos que había formado a su llegada a Japón, donde les dio bebida, comida, y un hogar donde aquel niño pudiese crecer y ser educado. Les explicó su historia completa, el cómo había muerto Lillie, el cómo había encontrado a Aotori. No contó su condición, simplemente su historia, y que ese niño era la reencarnación de su mujer amada. Y como su mujer amada, Gerôme le enseñaría a amarle, le enseñaría arte y le enseñaría tantas cosas, sólo con la condición de que la pareja le cuidara, y aceptase su amor totalmente prohibido. La pareja, extrañada, pero maravillada por el recién nacido, aceptó, vueltos locos de emoción por poder cargar a un bebé oficialmente suyo entre sus brazos. Y entonces se adoptó al hijo de la princesa muerta, que hubo de llamarse Keiji D'Albère, hijo de suizos, pero conservando el deseo de su verdadera madre. Y bajo un acuerdo de la misma naturaleza, la pareja y Gerôme se mudaron a Schwyz, Suiza, el origen real de aquella pareja, que había regresado a su patria natal, donde comenzó el crecimiento normal del pequeño. Siendo un niño inmensamente cuidado y amado, Keiji fue hijo único, a saber que sus padres no podían tener más hijos. Su verdadero origen se conservó como un secreto, mientras Gerôme, el vampiro, cuidaba de él y le enseñaba a amar, a amarlo, encarnando a un tío cercano para el niño, un niño que era inmensamente sensible y sentimental, curioso, tímido y torpe. Un niño inteligente, que aprendió rápido a hablar y lento a caminar, un niño que desde pequeño decidió amar el piano y desde pequeño moría por entrar a la universidad. Mas todo llevaba tiempo, y sus padres ahorraron por años para poder meterlo a la universidad. Mientras ahorraban, el pequeño debía ayudar al negocio de su padre, un mercader que viajaba a todas partes del mundo, vendiendo los enlatados que en ese momento comenzaban, y su tío Gerôme aportaba dinero para la satisfacción de los placeres del pequeño: ropa, comida, dulces, juguetes. De adolescente, aquellos gustos se convirtieron en teatros, tabernas a escondidas, y el piano, su adorado piano, mientras poco a poco la relación entre Gerôme y Keiji iba creciendo increíblemente. Keiji cada día se enamoraba más de Gerôme, como se le había enseñado, y aceptado por sus padres, el vampiro lo hacía del pequeño. Sus padres temían por Keiji, puesto que aquello que se le estaba enseñando al niño no era normal, ni bien recibido en la sociedad. Keiji desde muy pequeño sabía que no podía decirle palabras de amor, ni besar a Gerôme. Keiji no recibió educación religiosa alguna, como condición puesta por Gerôme, para que Keiji le amara como Lillie le había amado. Sin embargo, sus padres sí eran religiosos, y la homosexualidad era algo que no podían permitir y menos en su hijo, en su Keiji amado. Pero no tenían opción. Si se oponían, Gerôme se llevaría al niño, se los quitaría, y lo educaría el mismo. Era tanto el terror de perderlo, que los dos padres aceptaron lo que fuera, a pesar de ser muy distinto a lo que ellos pensaban. Los padres le dieron la educación de la época, Gerôme, la educación de por lo menos 200 años atrás, con el extra de darle a conocer un sentimiento que pocas veces conocería: el amor. Así, Keiji creció entre un ambiente armonioso, hasta que una noche, Gerôme, su amado tío Gerôme, parecía salido de sus casillas. Keiji tenía 24 años, era un jovencito hermoso, de carita angelical, que incluso podía ser confundido por una mujer. <br /><br />Gêrome estaba loco. Se había equivocado. La reencarnación de Lillie, de SU amada Lillie, había fallecido de nuevo. La madre de Keiji había muerto. Keiji, asustado al ver la muerte de su propia madre, se acercó a Gerôme, buscando su abrazo, su calor, su protección. Pero al sentirlo, al sentirse engañado por un niño que había cuidado, que había cambiado incluso su sexualidad, Gerôme lo jaló, golpeándolo, pateándolo, escupiéndole. Abusó de él, violándolo con todo lo que pudo, torturándolo al hacerlo. Arrastrándolo contra la tierra, Gerôme lo llevó adentro del bosque, para volver a abusar del joven, que suplicaba por piedad, por entender qué estaba sucediendo. El amor que Keiji sentía se convertía en odio, y cuando Gerôme sintió que nadie había superado lo que había hecho Keiji, lo quemó vivo, escuchando sus gritos de dolor. Pero a Gerôme no le bastó con aquello, y fue cuando se dio el intercambio de sangres, la mayor tortura y condena que le pudo regalar a quien, para él, destruyó su vida. Le dio la vida eterna, dejándolo ahí, abandonado a la mitad del bosque. Cuando Keiji abrió los ojos y se encontró a sí mismo en esas condiciones, fue cuando aprendió a odiar. A odiar a quien le enseñó a amar, a odiar la humillación. A odiar a esa asquerosa raza de la que él mismo formaba parte, y terminó buscando el lugar para poder vengarse. Había perdido de vista a Gerôme, pero aún existían medios. Fue así como llegó a Francia, hasta la Iglesia. Y ahí, terminó por formar parte de la Inquisición.

Soldado, asesino de vampiros. Su principal presa es un príncipe.
Se llama Gerôme.

Gerôme, quien nunca pudo ver que en Keiji el ave estaba alzando el vuelo.

Datos curiosos:

Odia la carne
No le gustan las fresas, las zarzamoras, o las frambuesas
Su color favorito es el azul
Estudia en la universidad
Lleva 3 años siendo un vampiro, por lo que se le verá torpe al realizar algunas acciones
No sabe de quién es hijo realmente

"¿Yo? Yo soy una persona que se llama Keiji. Y aprende"

por Invitado Jue Ene 19, 2012 10:20 am

FICHA ACEPTADA
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Re: Keiji D'Albère