AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un poco de ayuda [Benjamin]
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Un poco de ayuda [Benjamin]
Pelusa, Charles, Merrik y Yo ya estábamos listas para nuestra salida de la tarde, como era de costumbre los llevaba a dar una vuelta para tomar aire fresco, esa tarde el paseo seria en la plaza, mis gatos, les gustaba corretear a las palomas o algún roedor que anduviera por ahí, mientras yo observaba y leía algunas cosas. Mi chofer aviso que estaba todo listo y llamando a mis gatos los subí al carruaje como si se tratasen de personas, los senté frente a mí y comencé hablarles de que tenían que comportarse, que no se escaparan y si veían cualquier cosa extraña acudieran a mí, luego de aquella charla les hice cariños para que se relajaran mientras el carruaje se ponía en movimiento, en mi bolso de mano tenía una serie de cartas que me habían llegado últimamente de aquel desconocido que me había mandado a llamar. Necesitaba buscarle la lógica a las últimas dos que parecían ser las cartas con más sentido que había leído últimamente.
Por mi cabeza lo único que pasaba era la palabra, trampa, trampa, tenía claro que andaban tras mi cabeza, de alguna forma tenía que cuidarme y como siempre andaba armada por ese lado no veía el problema. No sé cuánto tiempo estuvo el carruaje en marcha, sino que desperté de mi leve ensoñación cuando se detuvo por completo y se abrió la puerta para que pudiera bajar junto a mis pequeños. Respire profundamente, era uno de esos días donde mi instinto estaba latente, sabía que algo pasaría, pero no sabía exactamente que era aquello.
Mis gatos, corrieron por la plaza haciendo sonar sus cascabeles que colgaban de sus collares, de inmediato llamaron la atención de los niños que fueron a su encuentro para acariciarlos y jugar con ellos, un gato domestico bien criado era así, muy mansitos. Sonreí al verlos tan feliz dando vueltas por la plaza, simplemente los deje ser, los deje ser libres de hacer lo que desearan, confiaba en ellos como ellos en mi. Camine por el lugar observando a todo aquel que se viera sospechoso, mi paranoia andaba por las nubes y cuando no vi a nadie que cumpliera con el perfil de los anteriores, tome asiento en una de las bancas, relajando por escasos momentos mis hombros, para dar paso a mi trabajo.
De mi bolso saque los dos trozos de papel para volver a leer, a parte saque una libreta de notas donde me pondría a descifrar el código que traía impreso en cada palabra. Suspire mientras escuchaba el sonido de los cascabeles cerca de mi ubicación.
La primera carta no tenia lógica, no tenía sentido salvo la última frase, Si fuera tu ya no sería yo. Aquello lo anote en mi libreta marcando cada palabra con una separación prudente.
Sacando deducciones había una palabra que se repetía en las dos cartas, Pez. Me quede pensando en aquello mientras cerraba los ojos, e intentaba recordar todos los lugares que había visitado últimamente, alguno tendría que ver con un pez. De eso estaba segura.
Por mi cabeza lo único que pasaba era la palabra, trampa, trampa, tenía claro que andaban tras mi cabeza, de alguna forma tenía que cuidarme y como siempre andaba armada por ese lado no veía el problema. No sé cuánto tiempo estuvo el carruaje en marcha, sino que desperté de mi leve ensoñación cuando se detuvo por completo y se abrió la puerta para que pudiera bajar junto a mis pequeños. Respire profundamente, era uno de esos días donde mi instinto estaba latente, sabía que algo pasaría, pero no sabía exactamente que era aquello.
Mis gatos, corrieron por la plaza haciendo sonar sus cascabeles que colgaban de sus collares, de inmediato llamaron la atención de los niños que fueron a su encuentro para acariciarlos y jugar con ellos, un gato domestico bien criado era así, muy mansitos. Sonreí al verlos tan feliz dando vueltas por la plaza, simplemente los deje ser, los deje ser libres de hacer lo que desearan, confiaba en ellos como ellos en mi. Camine por el lugar observando a todo aquel que se viera sospechoso, mi paranoia andaba por las nubes y cuando no vi a nadie que cumpliera con el perfil de los anteriores, tome asiento en una de las bancas, relajando por escasos momentos mis hombros, para dar paso a mi trabajo.
De mi bolso saque los dos trozos de papel para volver a leer, a parte saque una libreta de notas donde me pondría a descifrar el código que traía impreso en cada palabra. Suspire mientras escuchaba el sonido de los cascabeles cerca de mi ubicación.
Gata:
Si, fuera un búho me parecería al felino más bello en la tierra.
Si fuera un pez me parecería al animal más lento del plañera.
Si fuera tú ya no sería yo y de ser así nada existiría.
La primera carta no tenia lógica, no tenía sentido salvo la última frase, Si fuera tu ya no sería yo. Aquello lo anote en mi libreta marcando cada palabra con una separación prudente.
Gata:
Los días son como las noches.
Las mañanas como el atardecer.
El lago es donde habita tu Pez.
Sacando deducciones había una palabra que se repetía en las dos cartas, Pez. Me quede pensando en aquello mientras cerraba los ojos, e intentaba recordar todos los lugares que había visitado últimamente, alguno tendría que ver con un pez. De eso estaba segura.
Destiny Dupriê- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 03/12/2011
Re: Un poco de ayuda [Benjamin]
Benjamin silbaba una canción mientras paseaba por las calles de París. Era una tarde fresca y durante la mañana había estado lloviendo, pero ahora los cielos se habían despejado. Protegido por un buen y sencillo abrigo de color oscuro y un sombrero de copa en la cabeza, el funcionario se dejó llevar por sus tripas.
Pasó cerca de una fuente, donde vio a algunas mujeres limpiando las ropas. Al cruzar por una pequeña plazoleta oyó el triste teñir de una iglesia llamando a los fieles a la oración. Giró a la izquierda y a su nariz llegó el agradable olor del pan recién hecho. Salió de un estrecho callejón y llegó a una de las calles principales de París, donde vio a gran cantidad de hombres y mujeres pasear. La mayoría eran bastante jóvenes, y le pareció ver que muchos estaban allí tratando de cortejar a las hermosas señoritas parisinas.
Benjamin sonrió, feliz de lo que percibía. Aquella ciudad estaba viva, podía sentir cómo latía y le hablaba. Cómo le susurraba historias al oído y le empujaba a escribir mil y un cuentos. Desde que había puesto pie por primera vez en París, el funcionario no había sido más feliz. No había escrito tan buenas historias. Ni había yacido con mujeres tan hermosas como en su pueblecito natal.
Su andar distraído lo acabó llevando hasta una plaza algo apartada, con varios niños y mujeres sentados en los bancos. Le llamó la atención ver a varios gatos correr por allí, jugando con los chicos más pequeños y la escena hizo que Benjamin volviera a sonreír. Se internó en la plazoleta y una chica en concreto le llamó la atención. Aunque todavía era bastante joven, se notaba que ya no era precisamente una niña, si no una mujer hecha y derecha. Por sus ropas y la forma en que se movía no había demasiadas dudas en que se trataba de alguien pudiente y con recursos.
Al observar que leía con tanta atención unos papeles el escritor volvió a sonreír, interesándose aún más en ella. ¿Qué leería? ¿La carta de un enamorado en la distancia? ¿Tal vez la amorosa misiva de un padre preocupado por su hija en la gran ciudad? Bejamin no lo sabía, y tal vez por eso se animó a acercarse a ella.
-¿Puedo preguntar qué leéis con tanto interés?-preguntó de repente Benjamin con una sonrisa amigable en el rostro. Cuando la mujer levantara la vista el escritor haría una pequeña reverencia mientras se destocaba la cabeza y se presentaría-. Perdóneme, no pretendía molestarla. Mi nombre es Benjamin Griezzmann, encantado.
Pasó cerca de una fuente, donde vio a algunas mujeres limpiando las ropas. Al cruzar por una pequeña plazoleta oyó el triste teñir de una iglesia llamando a los fieles a la oración. Giró a la izquierda y a su nariz llegó el agradable olor del pan recién hecho. Salió de un estrecho callejón y llegó a una de las calles principales de París, donde vio a gran cantidad de hombres y mujeres pasear. La mayoría eran bastante jóvenes, y le pareció ver que muchos estaban allí tratando de cortejar a las hermosas señoritas parisinas.
Benjamin sonrió, feliz de lo que percibía. Aquella ciudad estaba viva, podía sentir cómo latía y le hablaba. Cómo le susurraba historias al oído y le empujaba a escribir mil y un cuentos. Desde que había puesto pie por primera vez en París, el funcionario no había sido más feliz. No había escrito tan buenas historias. Ni había yacido con mujeres tan hermosas como en su pueblecito natal.
Su andar distraído lo acabó llevando hasta una plaza algo apartada, con varios niños y mujeres sentados en los bancos. Le llamó la atención ver a varios gatos correr por allí, jugando con los chicos más pequeños y la escena hizo que Benjamin volviera a sonreír. Se internó en la plazoleta y una chica en concreto le llamó la atención. Aunque todavía era bastante joven, se notaba que ya no era precisamente una niña, si no una mujer hecha y derecha. Por sus ropas y la forma en que se movía no había demasiadas dudas en que se trataba de alguien pudiente y con recursos.
Al observar que leía con tanta atención unos papeles el escritor volvió a sonreír, interesándose aún más en ella. ¿Qué leería? ¿La carta de un enamorado en la distancia? ¿Tal vez la amorosa misiva de un padre preocupado por su hija en la gran ciudad? Bejamin no lo sabía, y tal vez por eso se animó a acercarse a ella.
-¿Puedo preguntar qué leéis con tanto interés?-preguntó de repente Benjamin con una sonrisa amigable en el rostro. Cuando la mujer levantara la vista el escritor haría una pequeña reverencia mientras se destocaba la cabeza y se presentaría-. Perdóneme, no pretendía molestarla. Mi nombre es Benjamin Griezzmann, encantado.
Benjamin Griezmann- Humano Clase Media
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 16/12/2011
Re: Un poco de ayuda [Benjamin]
En mi libreta de notas me puse a escribir, Pez, de la primera nota no podía sacar mucho, mi cabeza parecía estar en otro lugar, mordí mi labio y me puse a pensar en todas las cartas que me habían llegado, cada una más extraña que la otra, mi memoria no fallaba me acordaba de cada una de aquellas de las notas. En mi cabeza comencé a sacar la cuenta de cuánto tiempo llevaba aquí en Paris los primeros dos días había ya matado a un viejo pervertido que abusaba de su hija, el encargo lo había mandado hacer su señora esposa, ahora viuda y feliz por su nueva vida. MI ganancia había sido el triple de lo que normalmente cobraba, simplemente porque había hecho un trabajo limpio y silencioso, no por nada me decían la Gata. Sonreí ante la idea de tener que volver a matar, quizás sonaría extraño pero para mí solo era mi fuente de trabajo.
La briza típica de invierno comenzó a soplar por la plaza, suspire notoriamente y volví a leer aquellas notas, escuchando los cascabeles de mis gatos que lograban ayudarme a mantener la calma. Los segundos pasaron volando en ese momento la pluma que tenía en mi mano cayó en la libreta y comencé hacer trazos de un laberinto, recordando a la perfección la entrada y la salida, aquel era el recuerdo que como había llegado a Paris, en cada esquina de aquel laberinto había una palabra, Capitán, Sur, Sueño y la letra E. Mientras en mi cabeza seguía buscando más acertijos una voz masculina me saco de la ensoñación en la que había caído. Levante una ceja despectivamente y le quede mirado de pies a cabeza, de cabeza a pies – ¿Sabía que la curiosidad mato al gato? ¿Y este por tener más de una vidas logro descubrir la verdad? – Mi labio se ladeo a mi lado izquierdo formando una media sonrisa, moviendo mi cabeza le quede mirando a los ojos – Leo algo que me interesa mucho – No era de decir las cosas a buenas y primeras, me comportaba como me habían enseñado con un deje de misterio y curiosidad. – Monsieur Griezzmann – baje mi cabeza unos centímetros como acto de saludo, en eso uno de mis gatos Pelusa llego hasta mi y dando un salto para llamar la atención maulló – Pelusa, mi bella no os preocupéis que estoy bien, ve a cuidar al pequeño de Merrik y no se alejen demasiado – dije con suavidad, y con un tono diferente a mi trato con aquel joven, de nombre Benjamín, Pelusa se acerco a él y lo olfateo detenidamente, ella sí que era curiosa, pero no se arriesgaba a menos que yo le dijera que era seguro, luego de eso se fue corriendo hacia el pequeño gato.
Volví a posar mis ojos sobre el caballero – Destiny Dupriê, mucho gusto – termine de presentarme después de aquel acto de protección de la gata que llevaba más tiempo conmigo, la que más me conocía y con la que mas locuras había echo. Mire las notas que tenía en mi regazo y una idea vana se paso por mi cabeza, aun cuando siempre trabajaba sola ahora necesitaba un poco de ayuda. No era de subestimar a las personas pero aquel podría servirme de ayuda – Leo acertijos e intento llegar a solucionarlos – no fue tan terrible decir aquello, aun cuando aquellas respuestas dependían de una vida, que tenía que salvar o matar. Al final mi trabajo no era solo matar sino algunas pocas veces también salvar a rehenes. Di un suspiro moviendo mi cabeza. – Llevo horas leyéndolos y no le encuentro solución – dije algo abatida.
La briza típica de invierno comenzó a soplar por la plaza, suspire notoriamente y volví a leer aquellas notas, escuchando los cascabeles de mis gatos que lograban ayudarme a mantener la calma. Los segundos pasaron volando en ese momento la pluma que tenía en mi mano cayó en la libreta y comencé hacer trazos de un laberinto, recordando a la perfección la entrada y la salida, aquel era el recuerdo que como había llegado a Paris, en cada esquina de aquel laberinto había una palabra, Capitán, Sur, Sueño y la letra E. Mientras en mi cabeza seguía buscando más acertijos una voz masculina me saco de la ensoñación en la que había caído. Levante una ceja despectivamente y le quede mirado de pies a cabeza, de cabeza a pies – ¿Sabía que la curiosidad mato al gato? ¿Y este por tener más de una vidas logro descubrir la verdad? – Mi labio se ladeo a mi lado izquierdo formando una media sonrisa, moviendo mi cabeza le quede mirando a los ojos – Leo algo que me interesa mucho – No era de decir las cosas a buenas y primeras, me comportaba como me habían enseñado con un deje de misterio y curiosidad. – Monsieur Griezzmann – baje mi cabeza unos centímetros como acto de saludo, en eso uno de mis gatos Pelusa llego hasta mi y dando un salto para llamar la atención maulló – Pelusa, mi bella no os preocupéis que estoy bien, ve a cuidar al pequeño de Merrik y no se alejen demasiado – dije con suavidad, y con un tono diferente a mi trato con aquel joven, de nombre Benjamín, Pelusa se acerco a él y lo olfateo detenidamente, ella sí que era curiosa, pero no se arriesgaba a menos que yo le dijera que era seguro, luego de eso se fue corriendo hacia el pequeño gato.
Volví a posar mis ojos sobre el caballero – Destiny Dupriê, mucho gusto – termine de presentarme después de aquel acto de protección de la gata que llevaba más tiempo conmigo, la que más me conocía y con la que mas locuras había echo. Mire las notas que tenía en mi regazo y una idea vana se paso por mi cabeza, aun cuando siempre trabajaba sola ahora necesitaba un poco de ayuda. No era de subestimar a las personas pero aquel podría servirme de ayuda – Leo acertijos e intento llegar a solucionarlos – no fue tan terrible decir aquello, aun cuando aquellas respuestas dependían de una vida, que tenía que salvar o matar. Al final mi trabajo no era solo matar sino algunas pocas veces también salvar a rehenes. Di un suspiro moviendo mi cabeza. – Llevo horas leyéndolos y no le encuentro solución – dije algo abatida.
Destiny Dupriê- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/12/2011
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