Baile elegante y posible sorpresa (HAMLET)

por **Lucy Sanders** Dom Ene 29, 2012 12:05 pm

Una fiesta. Una bendita fiesta a la que mi hermano había sido invitado, por lo tanto, yo también debía ir. Me habían presentado en soledad hacía relativamente poco, en una fiesta celebrada hace un par de semanas, debido a lo cerca que estaba ya mi decimosexto cumpleaños, y en cierto modo se me había antojado un poco amargo. Crecer me ponía un poco triste, no sabía por qué.
El mundo de la infancia era puerto seguro, de niña entendías cosas que los adultos no eran capaces de ver, y tenías más libertad, incluso si eras una niña. A la gente no le importaba que hicieses ciertas cosas. Pero ahora me iban a tener mucho más vigilada, pues debía convertirme en toda una dama, tal como no me veía... pero debía aprender a portarme como tal, por lo menos a fingirlo.
Mi hermano comprendía parte de mi tristeza y me consolaba con que me sentirína mejor cuando me enamorase de algún caballero o cuando bailase toda la noche. Ojalá tuviese razón.
Así que aquella noche había acudido a una fiesta de la alta sociedad que habían hecho y a la que habían invitado a mi hermano, y de paso, a mí.
Y no había que decir que me estaba aburriendo como una puñetera ostra...¡menudas conversaciones más aburridas! Por el amor de la diosa, qué horror, qué rancios eran todos... me daban ganas de salir corriendo o de hacer fuegos artificiales para que hubiese algún sobresalto o algo especial.
Y luego estaban los bailes. Bailé dos veces con dos jóvenes que me invitaron a bailar y con los que conversé sobre nobles y sobre algunos acontecimientos tan interesantes como una guerra y cosas como el decorado. Nada sobre literatura o sobre música. ¡Puaj!
Cuando terminaron los dos bailes me acerqué a mi hermano y a mi institutriz, que me conocían muy bien y que habían notado mi mal humor, y me miraron con advertencias en la mirada.
Yo moví la mano de un lado para otro de modo sarcástico y saqué durante un momento la lengua, luego volví a poner cara de póker y me acerqué a la zona de los canapés.
Hasta me apretaba más de la cuentami vestido azul claro. Tenía tantos encajes que me costaba un poco andar. Y mi pelo estaba recogido de tal forma que me caían algunos graciosos tirabuzones por las mejillas y por el cuello.
Cogí un canapé y miré a mi alrededor, esperando el modo de poder hacer algo más interesante.

por **Hamlet Delaloye** Dom Ene 29, 2012 1:42 pm

Sí, aquello definitivamente sobrepasaba la ostentosidad. Decoración sobrecargada, música clásica, baile, una larga mesa que llegaba hasta donde mi vista alcanzaba y llena de canapés… pero no había tenido tiempo de disfrutar de nada de aquello, pues acababa de bajar –ante el desconocimiento del resto de invitados- de la planta superior donde se encontraban las estancias privadas del anfitrión, quien ocultaba a un vampiro con el que tenia negocios de no muy buena índole y al que complacía con damas o doncellas que subía a su propio cuarto.

Sonreí de lado al entrar en la sala de baile donde se desarrollaba el festín. Ajuste mi la chaqueta de mi traje tirando de las solapas hacia delante y luego volví a color los gemelos -que había guardado para no manchar de sangre- a mi camisa. Torcí la cabeza chasqueando el cuello y entre hacia el interior sonriente pensando en la cara que pondría nuestro queridísimo anfitrión cuando hallase el cuerpo de su buen amigo con el pecho atravesado por uno de los bastones de plata para la limpieza, pero, que no hubiese sido tan prepotente de utilizar ese material incluso en algo tan banal, ya que cuando los vi fue como si me dijeran “úsanos”.

Me dirige directamente hacia los canapés. Tenía hambre, se que parecía frio, pero cazar me la daba, además, era una buena forma de auto-recompensarme por mi labor, aun que no tenía derecho a tocar ni uno solo de los aperitivos, ya que, técnicamente no había sido formalmente invitado, más bien, me había colado en aquella fiesta, pero por suerte el traje y los modales me ayudaron a no desentonar y pasar por uno más.

Tome unas uvas de un intenso color morado en mis manos y, sin tener en cuenta donde me encontraba, comencé a jugar como hacia siempre con aquella fruta lanzándola al aire para encestar en mi boca. Lo repetí un par de veces y a la tercera… Gire la cabeza tan rápido cuando sentí a aquella chica a mi lado que el pequeño fruto cayó al suelo. No sabría decir exactamente qué, pero esa joven… estaba convencido de que no era una simple humana. Tantos años con aquella vida habían hecho de mi una persona capaz de detectar cuando alguien era corriente o tenía un talento especial o…

-Ups… -le dedique una sonrisa fingiendo normalidad, pero en el fondo intentaba analizar sus actos. Necesitaba saber hasta qué punto podía resultar una amenaza y si tendría que llegar a…

Seguí sonriéndole, pero me mordí la mejilla por dentro. Era tan joven y bonita que sentía lastima por ella, pero no podía dejar que otros corriesen riesgo por su culpa si resultaba ser una amenaza.

por **Lucy Sanders** Miér Feb 01, 2012 12:38 pm

Salí de mis distracción perenne cuando escuché que alguien decía algo al lado mía. Giré la cabeza con un aburrimiento propio de una dama casada y entonces vi allí a un joven que no había visto antes.
No supe por qué, pero en cierto modo me pareció curioso. Al parecer había llegado algo tarde, y eso ya era algo que le distinnguía de los demás, así que quizás fuese distinto de los otros muchachos. O quizás simplmente algo más interesante. ¿Y por qué no le aplicamos el vulgar adjetivo de "interesante"?
Daba igual que lo fuese o no, la verdad es que me moría de aburrimiento en aquel baile y tenía que hacer algo para mejorar las cosas cuanto antes.
Miré hacia dónde estaban mi hermano y mi institutriz, y me fijé en que ambos estaban charlando con distintas personas. Genial, eso me permitiría divertirme durante un ratito sin tener que hechizarlos siquiera.
Sonriendo para mis adentros, miré al caballero y, con una pequeña sonrisa, dije:
-Qué uvas más escurridizas, pero son tan deliciosas...-dije cogiendo una de la mesa y metiéndomela en la boca-lo que fácil viene fácil se va, ¿no lo cree vos así, caballero? No me gustaba hablar de un modo tan formal y elegante pero tenía que hacerlo.
Pero de todos modos la cosa podría ir mejor, todo dependía de cómo me contestase aquel caballero. Tenía ya un par de sorpresitas preparadas para amenizar la noche.

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