En un elegante café (Mademoiselle Von Holstein)

por **Arashi Greenpoison** Vie Ago 10, 2012 3:24 pm

Caminaba por París, por la noche, naturalmente, no deseaba convertirme en cenizas tan pronto. Mis zapatos de piel curtida me hacían daño al caminar, no me había acostumbrado a la vestimenta típica occiental, estaba acostumbrado a lo kimonos y a los trajes tradicionales japoneses.
El sol acababa de esconderse, y hacía buen ambiente por la calle. Las personas caminaban paseando, de aquí para allá, era una linda noche.
Me puse a observar a mi alrededor, buscando algo que hacer aquella velada, algo interesante, atrevido y alocado. De pronto vislumbré una hermosa señorita, y no supe muy bien porqué, quizás por mi impetuosidad, me acerqué a ella y me dispuse a seguirla.
Cuando se percató, después de un corto periodo de tiempo, me atreví a mirarl a ls ojos y decir:
-Usted no me conoce de nada, yo a usted tampoco, mademoiselle, pero es una noche preciosa, y es una pena que no pueda ir a tomar café con usted, ¿no es cierto?-

Y, de pronto, como por arte de magia, me fijé en la puerta de un café bastante elegante cuyo cartel estaba tallado en una madera. Parecía el lugar idóneo para llevar a aquella señorita tan distinguida.

por **Cathaline Von Holstein** Vie Ago 10, 2012 4:08 pm

Ya eran las ultimas hora de la noche pero aun asi me apetecía conocer aquella ciudad, tal vez me estaba extralimitando, oscurecía y yo seguía deambulando por las calles repletas de cafés y parejas distinguidas.
Seguía caminando como una sombra en la noche, esto se veía acentuado a causa de mis vestimentas de riguroso luto y lo único que daba brillo a mi figura era un par de perlas en las orejas y un broche y anillo de diamantes y plata.
De repente escuche:

-Usted no me conoce de nada, yo a usted tampoco, mademoiselle, pero es una noche preciosa, y es una pena que no pueda ir a tomar café con usted, ¿no es cierto?.

Me quede un poco atónita, no entendía nada, un asiático, en mi vida vi uno y encima me estaba invitando a un café. ¡Válgame Dios! Si que París era una ciudad moderna.
En un primer momento pense que no debía, no le conocía y su aspecto no era lo mas acertado para que me relacionase con el, pero… por otro modo en Hannover yo siempre ayude a los mas desfavorecidos.

-Sonrei– Esta bien, acepto.

Mire hacia un café, parece ser que el miraba hacia el mismo lugar y mirandole curiosa espere a que el diese el primer paso por si quería cambiar de opinión respecto al lugar que íbamos a visitar.

por **Arashi Greenpoison** Vie Ago 10, 2012 4:26 pm

Decidí tomarla del brazo. Siempre había sido un joven ingenuo y valiente, no vi ningún impedimento en aquello. Nos dirigimos de inmediato hacia aquél café que me había resultado elegante, como en un acuerdo telequinésico, y sonreí como un niño por toda aquella escena. La puerta hizo un ruido de campanitas al abrir, cuando golpeamos con ella el móvil. Me pareció un sonido mágico y muy dulce. Fuimos aparar a una mesa encantadora en el fondo del café. Habían pocas personas, enre ellas, una niña con su madre tomando unos dulces. Me pregunté si no sería muy tarde y si aquella niña no debía estar en la cama.

Me fijé en el vestido de la joven a la que había invitado a tomar café. Iba de negro, y pensé que una chica tan hermosa debía vestir con colores más claros y vistosos. Aparté la silla para que la joven pudiera sentarse, y una vez se sentó, la arrimé a la mesa con movimientos felinos. Me senté en la silla de en frente de la muchacha y saqué del bolsillo de mi chaqueta un paquete con tabaco de pipa, y una pipa de maíz.
-¿Puedo?- pregunté. El amo siempre estaba fumando, y me contagiaba, por eso, yo no podía evitar fumar a cada momento. Pero no lo haría si a aquella chica no le agradaba el humo.
Me quedé mirándola con ojos de gato, esperando una respuesta, paciente.

por **Cathaline Von Holstein** Sáb Ago 11, 2012 8:48 am

Finalmente se tomo la libertad de tomarme del brazo y entrar a aquel café. Era un café recargado, barroco, repleto de tallados de madera, lamparas de Tiffany, tapetes y reportes dorados.
Nos dirigimos a una mesa al fondo de local, cerca de una pareja y una madre con su hija, me retiro la silla para que pudiera sentarme y luego se sento el.

-Adelante, no me molesta que fume, en serio –dije sonriendo-

Me quede mirándolo de forma curiosa, mi padre encargaba cosas a la india y a Asia pero nunca vi a un asiático en persona.

-Y… ¿a que se debe tal interés por tomar un café conmigo?

Nada mas acabar mi frase se acerco un camarero, ‘’Mademoiselle ¿Qué desea?’’, pedí una taza de te con limón, siempre tenia por costumbre tomarme antes de dormir un te pero dado las horas que eran preferí pedirlo en ese momento y así luego no molestar al servicio. Mire un poco el ambiente del bar, humo, y un hilo de voces y risas que amenizaban el local, era un sitio con bastante encanto, por un momento me recordó a los cafés de Hannover o incluso a alguna fiesta a las que solía ir antes de que muriese mi padre…

‘’ –Hija, permíteme que te presente al Duque de Hesse-Darmstadt‎, su familia es muy amiga de la nuestra desde hace bastantes años..- Apenas tenia 17 años y todavía nos paseábamos por la corte de Sacro Impero, sabia perfectamente que pretendía mi padre presentándome a aquel duque, realmente tenia buena planta, se notaba que hacia ejercicio y aunque no fuese una belleza claramente dicha sus ojo en conjunto con sus cejas hacían de el una persona que te gustaría conocer pero desgraciadamente o por fortuna nunca llego a nada mas… ‘’

por **Arashi Greenpoison** Sáb Sep 01, 2012 5:13 pm

El camarero hizo su típica y asignada pregunta y yo pedí también un té rojo con dos azucarillos. Miré a la joven de reojo, como un cómplice, sin que ella me viera, y después observé como marchaba el camarero. Entonces volví a mirarla.
Me di cuenta de que sus ojos habían brillado por un instante y me resultó, francamente, encantador. Sonreí con timidez al escuchar aquella pregunta, y tapé parte de mi boca con la mano que tenía libre.
-Realmente, no es tomar café, sino tomar el té... y se me hce raro no tomarlo a las cinco- dije, y después dejé escapar una sonora carcajada despreocupada, para quitarle hielo al asunto-
Pues... se debe a que uno, de vez en cuando, libra del trabajo y le apetece pasar el rato con mujeres hermosas- respondí, casi presuntuosamente, pero en el fondo, con mucha sinceridad.

Comencé a meter el tabaco con aroma a vainilla en la pipa y a prensarlo con un pequeño mortero metálico. Encendí una cerilla y la introduje con cuidado en el orificio del tabaco, mientras chupaba el humo con deleite casi epicúreo. Mientras guardaba todo el instrumental apoyé mi cabeza en mi mano, y el brazo en la mesa, mientras repasaba a la chica como un gato vago y malcriado. Me hice hacia atrás, con la silla y, desde allí, pregunté.
-¿Y que hace usted, mademoiselle, una señorita que rebosa clase y sofisticación... tomando un té con un criado pordiosero y aburrido como yo?- dije, mientras expulsaba entre dientes un humo tímido con olor a perfume de adolescente.

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