AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Save Me [+18] [Kristof Von Garvel]
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Save Me [+18] [Kristof Von Garvel]
Dormía profundamente, el suave vaivén del carruaje y los acogedores brazos de Kristof le habían ayudado a conciliar el sueño que tanto que había necesitado luego de tan largo viaje, no sabía si iba a ser suficiente, pues había perdido consciencia de cuando llevaba dormida. Ni siquiera sabía cómo había llegado a donde estaba, tampoco importaba tanto, solo que ¿Estaba con Kris?
Casi cayó en el pánico al pensar que en realidad podría estar soñando, lo todo aquello ocurrido horas antes no fuese más que una treta de su mente por culpa de lo mucho que extrañaba a su hermano. ¿Cuántas veces le había pasado antes? Qué despertaba y se encontraba que aquel almuerzo o salida con su hermano no había sido más que un vil sueño. Pero para su suerte sintió un par de brazos ajenos, y no tuvo que abrir los ojos para saber que era él.
Sintió el acogedor tacto de las suaves sábanas de seda bajo su cuerpo, y aquello la despertó, a pesar de la delicadeza con que fue recostada sobre la cama. Pero solo por curiosidad se quedó completamente quieta, fingiendo que aun dormía a pesar de que no salía por completo de su estupor, para ver que haría su Kris. O eso tenía planeado cuando del bolsillo del abrigo que al parecer le estaban quitando se escuchó el crujido de una hoja de papel.
Aquello la alarmó. Era la carta que le había encomendado entregar su padre, pero que había dudado en hacer, pensó que tal vez sería mejor esconderla y quemarla, ya que conocía perfectamente la relación entre ellos y no quería que eso arruinara el momento de paz que estaba teniendo junto a Kris. Por eso se removió ligeramente cuando sintió su mano en el bolsillo, arrebatándole aquello que intuía sería algo que acabaría por quebrarlos a ambos.
Solo escuchó el crujir de un trozo de papel siendo arrugado, tal vez con algo de ira. Se preguntó por el contenido de la dichosa carta, pero tuvo miedo de preguntar, así que solo el quedo gemido que salió de sus labios la obligó a abrir los ojos y admitir que estaba despierta, pero aquello significaba que debía reprimir su curiosidad para no molestar a Kris.
- ¿Kris? – preguntó tontamente, porque sabía que no había nadie más en la habitación - ¿Estás esta bien? – volvió a preguntar, pero esta vez incorporándose sobre la cama hasta quedar sentada, con algo de miedo, porque su rostro reflejaba en parte la respuesta que temía.
Casi cayó en el pánico al pensar que en realidad podría estar soñando, lo todo aquello ocurrido horas antes no fuese más que una treta de su mente por culpa de lo mucho que extrañaba a su hermano. ¿Cuántas veces le había pasado antes? Qué despertaba y se encontraba que aquel almuerzo o salida con su hermano no había sido más que un vil sueño. Pero para su suerte sintió un par de brazos ajenos, y no tuvo que abrir los ojos para saber que era él.
Sintió el acogedor tacto de las suaves sábanas de seda bajo su cuerpo, y aquello la despertó, a pesar de la delicadeza con que fue recostada sobre la cama. Pero solo por curiosidad se quedó completamente quieta, fingiendo que aun dormía a pesar de que no salía por completo de su estupor, para ver que haría su Kris. O eso tenía planeado cuando del bolsillo del abrigo que al parecer le estaban quitando se escuchó el crujido de una hoja de papel.
Aquello la alarmó. Era la carta que le había encomendado entregar su padre, pero que había dudado en hacer, pensó que tal vez sería mejor esconderla y quemarla, ya que conocía perfectamente la relación entre ellos y no quería que eso arruinara el momento de paz que estaba teniendo junto a Kris. Por eso se removió ligeramente cuando sintió su mano en el bolsillo, arrebatándole aquello que intuía sería algo que acabaría por quebrarlos a ambos.
Querido hijo:
Espero que te diviertas con el pequeño juguete que te envío en tren, ya te había encomendado los motivos, pero sabes perfectamente que no lo haría si no hubiese un motivo detrás, en cual sabrán a su debido tiempo. Por el momento diviértanse, y ojalá te ayude a olvidar a tu fría amiga pelirroja. ¿Crees que mi pequeña sabe de ella? ¿Crees que te odia por saber lo que ahora yace en cenizas? No te queda otra opción que preguntárselo, si van a estar juntos no deberían existir secretos ¿O acaso piensas mentirle?
Disfruten lo que les duré la felicidad. Dale saludos a mi hija.
Solo escuchó el crujir de un trozo de papel siendo arrugado, tal vez con algo de ira. Se preguntó por el contenido de la dichosa carta, pero tuvo miedo de preguntar, así que solo el quedo gemido que salió de sus labios la obligó a abrir los ojos y admitir que estaba despierta, pero aquello significaba que debía reprimir su curiosidad para no molestar a Kris.
- ¿Kris? – preguntó tontamente, porque sabía que no había nadie más en la habitación - ¿Estás esta bien? – volvió a preguntar, pero esta vez incorporándose sobre la cama hasta quedar sentada, con algo de miedo, porque su rostro reflejaba en parte la respuesta que temía.
Arabelle Eisenhauer- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2011
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Re: Save Me [+18] [Kristof Von Garvel]
Contención, contención, aguante y más contención. Maldito del asqueroso de su padre por querer jugar con sus sentimientos. Ahora ya no importaba el hecho de que estuviese separado de aquella......mujer que le abandono. Es curioso cómo el pasado aun sigue pisándote los talones, como te trata a patadas mientras tú quieres olvidarte de él. No era más trabajo que el de siempre. Contención, contención, aguante y más contención. Seguía aguantando, no por el mismo, sino porque no podía montar un espectáculo con su hermana, no otra vez, no delante de ella se pondría a rabiar de nuevo y hacer el gamba para después intentar disculparse con cierta dificultad. Suspiro, tiro el papel a la chimenea.
Pequeña niña tonta. Creyó que no lo descubriría tarde o temprano, que no rebuscaría en sus pensamientos aun así sin tener el don de la telepatía. Se dio la vuelta para poder encararla frente a frente, cerca, palmo a palmo y así tener una buena vista de aquellos ojos verdes esmeraldas de los que tenía su hermana. La miro por unos instantes sin ninguna emoción, le echo el pelo hacia atrás, le cogió con las manos ambas de sus mejillas para acercar su rostro y poder posar en él un delicado, pero, sensual beso que fue lento al igual que el chocolate al derretirse en la boca, aquella sensualidad prohibida la utilizo para castigar a su hermana y así volver a besarla de nuevo con un nuevo beso que hiciera tener libre sus manos para arrastrarlas por la curvatura de su cuello y así seguir delineando un camino hasta parar un momento sobre los hombros de Arabelle.
-“Espero que te diviertas con el pequeño juguete que te envío en tren,”-Citó susurrándole en el oído lo que había leído de la carta. Blasfemia, el que llamase así a su herm....prometida en cualquier caso. Él sabía que tenía un destino con Arabelle bastante puro y de una ocupación importante de ahora en adelante, le sorprendió que su padre había omitido aquel detalle, quizás ya era consciente de ello-...¿Por qué no olvidas la carta...?-Sabia lo que le pasaba a Arabelle. Su cuerpo se había tensado de sobremanera que ahora tenía que estrecharla contra su pecho. Así lo hizo. La estrecho en un abrazo por alrededor de su cuello, con cariño y dulzura la abrazo después de tanto tiempo, aunque tampoco tanto si fue el mismo quien fue a recogerla a la estación.
Bueno, ahora la tenía delante de su rostro. Se agacho hasta tenerla cara a cara-Creo que quiero hacer esto como debe ser...-se arrodillo frente a ella, y en el interior de sus bolsillo, saco un anillo que lo tenía suelto, que se encontró en el bosque, cerca de la cascada-Arabelle...-la miro con una sonrisa-...¿Querrías casarte conmigo?
Pequeña niña tonta. Creyó que no lo descubriría tarde o temprano, que no rebuscaría en sus pensamientos aun así sin tener el don de la telepatía. Se dio la vuelta para poder encararla frente a frente, cerca, palmo a palmo y así tener una buena vista de aquellos ojos verdes esmeraldas de los que tenía su hermana. La miro por unos instantes sin ninguna emoción, le echo el pelo hacia atrás, le cogió con las manos ambas de sus mejillas para acercar su rostro y poder posar en él un delicado, pero, sensual beso que fue lento al igual que el chocolate al derretirse en la boca, aquella sensualidad prohibida la utilizo para castigar a su hermana y así volver a besarla de nuevo con un nuevo beso que hiciera tener libre sus manos para arrastrarlas por la curvatura de su cuello y así seguir delineando un camino hasta parar un momento sobre los hombros de Arabelle.
-“Espero que te diviertas con el pequeño juguete que te envío en tren,”-Citó susurrándole en el oído lo que había leído de la carta. Blasfemia, el que llamase así a su herm....prometida en cualquier caso. Él sabía que tenía un destino con Arabelle bastante puro y de una ocupación importante de ahora en adelante, le sorprendió que su padre había omitido aquel detalle, quizás ya era consciente de ello-...¿Por qué no olvidas la carta...?-Sabia lo que le pasaba a Arabelle. Su cuerpo se había tensado de sobremanera que ahora tenía que estrecharla contra su pecho. Así lo hizo. La estrecho en un abrazo por alrededor de su cuello, con cariño y dulzura la abrazo después de tanto tiempo, aunque tampoco tanto si fue el mismo quien fue a recogerla a la estación.
Bueno, ahora la tenía delante de su rostro. Se agacho hasta tenerla cara a cara-Creo que quiero hacer esto como debe ser...-se arrodillo frente a ella, y en el interior de sus bolsillo, saco un anillo que lo tenía suelto, que se encontró en el bosque, cerca de la cascada-Arabelle...-la miro con una sonrisa-...¿Querrías casarte conmigo?
Kristof Von Garvel- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/05/2011
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Re: Save Me [+18] [Kristof Von Garvel]
Dolía. Casi tanto como una puñalada en el pecho fue la imagen del rostro completamente inexpresivo de Kris que de nuevo la llevo al miedo. Era una miedosa, tenía problemas para admitirlo, pero esta vez, con estas circunstancias, no le quedaba otra opción. Lo único que atinó a hacer fue a tensar su cuerpo, como si aquello la fuese a volver indestructible frente a la respuesta que esperaba y frente a cualquier cosa que Kris pudiese hacer.
Dio un pequeño respingo cuando sintió sus manos en sus mejillas, porque no le parecía que estaba siendo él. ¿Cómo era posible que alguien tan especial pudiese parecerle un completo extraño? Esta bien, había pasado bastante tiempo, pero creyó que tenían un tipo de lazo especial… Quizás estaba equivocada todos esos años que pasaron, y era normal, tal vez ambos habían cambiado, alejándose y yendo a direcciones totalmente opuestas.
Quiso decir algo, quiso apartarse de él, pero fue demasiado tarde. Ya tenía sus labios sobre los suyos de una forma diametralmente diferente a los besos de antes, no sabía tan dulce como miel, y apenas pudo corresponderlos resistiéndose al principio. ¿Fueron uno o dos? No lo supo con certeza hasta que se separó de ella para susurrarle aquellas odiosas palabras de su padre. Pero estaba acostumbrada, y no podía decir que era algo que no se podía esperar de él.
Fue entonces en que comprendió cual era su lugar en la historia, y si estaba en estos momentos en París, no podía ser más en contra de su voluntad, incluso podría ser que no solo la suya, sino también la de su hermano, que desde que leyó esa carta cambió su trato hacia ella, volviéndose más frío. Era eso lo que dolía y la tenía al borde de las lágrimas.
Solo cerró los ojos y asintió, era una buena chica, y sabía perfectamente cuando era mejor callarse, más en una familia como la suya. Si no hacía más preguntas las cosas no podían empeorar ¿Verdad? Tal vez Kris podría volver a estar feliz… como… antes…
Ese abrazo la desconcertó. No entendía como podía cambiar tan drásticamente con ella, y eso le aterraba aun más. ¿De verdad estaba bien lo que estaban haciendo? No desde una perspectiva moral, porque la respuesta estaba clara, pero si desde el punto de vista de lo que era bueno para su hermano, y para ella.
Bajó la mirada en cuanto vio en anillo. Pero su reacción no podía ser más lejana a la que toda mujer tendría frente a esas tres cruciales palabras, estaba triste, porque sentía que todo aquello no sería más que un enorme error.
- No tienes… No tienes por qué hacer esto – dijo poniendo una mano sobre la ajena que aun tenía en anillo – No es justo que tengas que hacerlo por mi culpa – dijo acercando las manos al pecho de Kris para alejar aquella pequeña joya lo más posible de ella – Que arruines tu vida solo por una orden que yo temo desobedecer –
¿Era posible sonreír mientras las lágrimas se clavaban con fuerza en sus mejillas? No lo sabía, pero al menos lo intentó para así tranquilizar cualquier reacción que Kris pudiese tener. Ya que por primera vez en mucho tiempo sabía que era exactamente lo que debía hacer.
- Puedo… tomar el cuarto de huéspedes – dijo mientras se bajaba de la enorme cama y se trataba de secar las lágrimas – Solo hasta que… el tren y eso… de vuelta a casa – dijo de forma ya casi incoherente mientras miraba por el enorme ventanal, solo por el miedo de ver a Kris a los ojos.
Dio un pequeño respingo cuando sintió sus manos en sus mejillas, porque no le parecía que estaba siendo él. ¿Cómo era posible que alguien tan especial pudiese parecerle un completo extraño? Esta bien, había pasado bastante tiempo, pero creyó que tenían un tipo de lazo especial… Quizás estaba equivocada todos esos años que pasaron, y era normal, tal vez ambos habían cambiado, alejándose y yendo a direcciones totalmente opuestas.
Quiso decir algo, quiso apartarse de él, pero fue demasiado tarde. Ya tenía sus labios sobre los suyos de una forma diametralmente diferente a los besos de antes, no sabía tan dulce como miel, y apenas pudo corresponderlos resistiéndose al principio. ¿Fueron uno o dos? No lo supo con certeza hasta que se separó de ella para susurrarle aquellas odiosas palabras de su padre. Pero estaba acostumbrada, y no podía decir que era algo que no se podía esperar de él.
Fue entonces en que comprendió cual era su lugar en la historia, y si estaba en estos momentos en París, no podía ser más en contra de su voluntad, incluso podría ser que no solo la suya, sino también la de su hermano, que desde que leyó esa carta cambió su trato hacia ella, volviéndose más frío. Era eso lo que dolía y la tenía al borde de las lágrimas.
Solo cerró los ojos y asintió, era una buena chica, y sabía perfectamente cuando era mejor callarse, más en una familia como la suya. Si no hacía más preguntas las cosas no podían empeorar ¿Verdad? Tal vez Kris podría volver a estar feliz… como… antes…
Ese abrazo la desconcertó. No entendía como podía cambiar tan drásticamente con ella, y eso le aterraba aun más. ¿De verdad estaba bien lo que estaban haciendo? No desde una perspectiva moral, porque la respuesta estaba clara, pero si desde el punto de vista de lo que era bueno para su hermano, y para ella.
Bajó la mirada en cuanto vio en anillo. Pero su reacción no podía ser más lejana a la que toda mujer tendría frente a esas tres cruciales palabras, estaba triste, porque sentía que todo aquello no sería más que un enorme error.
- No tienes… No tienes por qué hacer esto – dijo poniendo una mano sobre la ajena que aun tenía en anillo – No es justo que tengas que hacerlo por mi culpa – dijo acercando las manos al pecho de Kris para alejar aquella pequeña joya lo más posible de ella – Que arruines tu vida solo por una orden que yo temo desobedecer –
¿Era posible sonreír mientras las lágrimas se clavaban con fuerza en sus mejillas? No lo sabía, pero al menos lo intentó para así tranquilizar cualquier reacción que Kris pudiese tener. Ya que por primera vez en mucho tiempo sabía que era exactamente lo que debía hacer.
- Puedo… tomar el cuarto de huéspedes – dijo mientras se bajaba de la enorme cama y se trataba de secar las lágrimas – Solo hasta que… el tren y eso… de vuelta a casa – dijo de forma ya casi incoherente mientras miraba por el enorme ventanal, solo por el miedo de ver a Kris a los ojos.
Arabelle Eisenhauer- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2011
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Re: Save Me [+18] [Kristof Von Garvel]
Creo que es lógico que la dejase ir. No por ello, tenía pensado en dejar a su hermana libre, la dejaría libre antes de que lloviera, pero después de haberla tomado, la deseaba.
Un gran silencio emanaba entre ambos, queriendo Kristof gritar a pleno pulmón cuanto amaba a su hermana, para después escuchar de ella una respuesta fría y madura, lejos de la diversión o de algún pensamiento de su edad. Kristof termino por colocarse detrás de la espalda de Arabelle, le rodeo los hombros para así poder apoyarla contra su pecho, sentir aquellos botones, aquel corsé apretándose contra su pecho. No era de más aprovechar lo que la situación le daba en aquel momento. Llevo las manos a ambos de los pechos de su hermana, jugó con ellos un rato hasta que sus brazos le rodearon la pequeña cintura que su hermana tenía, sujetándola aun más contra él.
Escuchaba como los sirvientes y doncellas salían de aquella sala, para dejarles a solas, ella y él. Nadie más. Bien, nadie mas había. Ya lo sabía. Su vena de la locura había estado meramente oculta tras una paciente actitud severa y tierna para acercarse a las personas, pero con su hermana, tenía que ser un poco más duro por su actitud...Prefirió mejor dejar de pensar y comenzar a actuar, pegando contra su pecho a su pobre hermanita, llevando una de las manos hacia sus caderas para después ir levantando con los dedos, poco a poco el bajo de la falda del vestido de su hermana para después ir con su mano por aquel pálido y terso muslo que su hermana tenia.
Adoro su piel desde el primer momento en el que sus dedos rozaron su piel contra la de su hermana, con la otra mano, aun le sujetaba la cintura, pero subió hasta atrapar con su mano uno de sus pechos, para finalmente ir dándole un delicioso masaje entre algún que otro juego con sus pezones. Sonreía ladino y sensualmente, apoyaba su mejilla contra la de su hermana, para después separarla e ir besándole el cuello descubierto.-MMM hermanita...o debería decir....¿Futura esposa?-Dijo con cierto aire burlón, le comenzaba a divertir aquella situación en la que poco a poco, ambos iban encontrándose.
Atrapo a su hermana en un abrazo por los hombros, dejo de masajearle aquel pecho, pero ahora, la mano que aun estaba sobre su muslo izquierdo, iba subiendo de altura hasta llegar al escote, aquel que iba con tres o cuatro botones azulados, sobre una superficie de encaje en blanco. Engancho su mano en aquel pequeño lugar de su escote y con maestría, fue desabrochándolos poco a poco, dejando una vista agradable para sus ojos-Oh...-le lamio la oreja a modo de juego, la sujetó mas, poco a poco, para después abrir más ese escote-No me obligues...a hacerte esto...-le susurro no vengativo, sino cauto.
Un gran silencio emanaba entre ambos, queriendo Kristof gritar a pleno pulmón cuanto amaba a su hermana, para después escuchar de ella una respuesta fría y madura, lejos de la diversión o de algún pensamiento de su edad. Kristof termino por colocarse detrás de la espalda de Arabelle, le rodeo los hombros para así poder apoyarla contra su pecho, sentir aquellos botones, aquel corsé apretándose contra su pecho. No era de más aprovechar lo que la situación le daba en aquel momento. Llevo las manos a ambos de los pechos de su hermana, jugó con ellos un rato hasta que sus brazos le rodearon la pequeña cintura que su hermana tenía, sujetándola aun más contra él.
Escuchaba como los sirvientes y doncellas salían de aquella sala, para dejarles a solas, ella y él. Nadie más. Bien, nadie mas había. Ya lo sabía. Su vena de la locura había estado meramente oculta tras una paciente actitud severa y tierna para acercarse a las personas, pero con su hermana, tenía que ser un poco más duro por su actitud...Prefirió mejor dejar de pensar y comenzar a actuar, pegando contra su pecho a su pobre hermanita, llevando una de las manos hacia sus caderas para después ir levantando con los dedos, poco a poco el bajo de la falda del vestido de su hermana para después ir con su mano por aquel pálido y terso muslo que su hermana tenia.
Adoro su piel desde el primer momento en el que sus dedos rozaron su piel contra la de su hermana, con la otra mano, aun le sujetaba la cintura, pero subió hasta atrapar con su mano uno de sus pechos, para finalmente ir dándole un delicioso masaje entre algún que otro juego con sus pezones. Sonreía ladino y sensualmente, apoyaba su mejilla contra la de su hermana, para después separarla e ir besándole el cuello descubierto.-MMM hermanita...o debería decir....¿Futura esposa?-Dijo con cierto aire burlón, le comenzaba a divertir aquella situación en la que poco a poco, ambos iban encontrándose.
Atrapo a su hermana en un abrazo por los hombros, dejo de masajearle aquel pecho, pero ahora, la mano que aun estaba sobre su muslo izquierdo, iba subiendo de altura hasta llegar al escote, aquel que iba con tres o cuatro botones azulados, sobre una superficie de encaje en blanco. Engancho su mano en aquel pequeño lugar de su escote y con maestría, fue desabrochándolos poco a poco, dejando una vista agradable para sus ojos-Oh...-le lamio la oreja a modo de juego, la sujetó mas, poco a poco, para después abrir más ese escote-No me obligues...a hacerte esto...-le susurro no vengativo, sino cauto.
Kristof Von Garvel- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/05/2011
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Re: Save Me [+18] [Kristof Von Garvel]
Ante aquel silencio suspiró tan profundamente que vio como el vaho que salía de sus labios acabó formando una pequeña nube en la ventana ¿Cuánto duraría ahí? ¿Más que aquella farsa que su padre había planeado? Quiso dejar de pensar, dejar de sentir, y ser un ser inerte, tal vez como una muñeca, útil pero sin voluntad y sin tener que verse a si misma en aquellas encrucijadas que parecían no tener una respuesta correcta.
Cerró los ojos con fuerza cuando sintió el crujir de la cálida madera bajo los pies de Kris, lo anticipaba, pero infantilmente creyó que si cerraba los ojos todo se iría, incluso ella misma se desvanecería en la memoria. Lástima que se haya equivocado rotundamente. No sabía en qué habían desembocado las intenciones de su hermano, y aquel abrazo que durante sus primeros segundos se mostro conciliador y amable comenzó a enturbiarse conforme las manos ajenas comenzaban a ir más allá de todo lugar que antes alguien hubiese acariciado en ella.
Se mordió los labios con fuerza para no gritar, mientras de sus ojos completamente abiertos brotaba una que otra lágrima que se perdía en el acantilado de sus mejillas. Tragó algo de saliva cuando sintió que la soltaba, quiso creer también que había sido un error, un impulso, y que ella lo había malinterpretado porque Kris, su Kris, jamás se atrevería a hacerle algo así. Pero esa idea de desvaneció cuando la piel de su muslo se erizó al tacto ajeno ¿No estaba yendo demasiado lejos? Ya tenía suficiente de aquella broma.
Por algún motivo su cuerpo se paralizó, no pudo forcejar ni corresponder, lo único que su voluntad le permitió fue proferir unos leves gemidos frente a caricias que en la inocencia de Arabelle aun no tenían un nombre o un sentido. Las posteriores palabras de su hermano se le antojaron crueles e hirientes, casi tanto como incomprensibles. ¿Por qué insistía en el asunto? Seguramente ambos sabían que aquello tendría más problemas que beneficios.
Entonces sintió ahora ambas manos cercanas a su pecho, notando como la presión que el vestido ejercía en su torso iba desapareciendo en la medida que los botones se separaban de su ojal. Miró hacía otro lado, no quería encontrarse con su reflejo en el cristal de la ventana, mucho menos con esa aterradora imagen que se armaba en su mente.
- No… No lo hago – dijo excusándose en vano por una acción que no podía impedir - ¿Por qué lo haces? No te hará sentir mejor – se atrevió a agregar al momento en que por fin su cuerpo reaccionaba.
Tomó con las suyas las manos de Kris, quitándolas de sus pechos y poniéndolas a sus costados, pero sin soltarlo en ningún momento. Cerró los ojos con calma e inclinó la cabeza hacia atrás apoyándola casi en el hombro de su hermano. No tenía miedo, pero tampoco estaba segura.
- Sabes que no puedo impedir que lo hagas – dijo sin ser capaz de ponerle un nombre a las acciones de Kris - ¿Pero es así como quieres que pase? – agregó con aquel tono de voz maduro y conciliador. Eso era como destrozar los sueños de toda una niñez, de una adolescencia y quizás más, incluyendo su futuro, aunque de todas formas no sabía como es que acababan las historias porque todas terminaban en el “felices para siempre”, y nunca nadie le había dicho que ocurría después.
Cerró los ojos con fuerza cuando sintió el crujir de la cálida madera bajo los pies de Kris, lo anticipaba, pero infantilmente creyó que si cerraba los ojos todo se iría, incluso ella misma se desvanecería en la memoria. Lástima que se haya equivocado rotundamente. No sabía en qué habían desembocado las intenciones de su hermano, y aquel abrazo que durante sus primeros segundos se mostro conciliador y amable comenzó a enturbiarse conforme las manos ajenas comenzaban a ir más allá de todo lugar que antes alguien hubiese acariciado en ella.
Se mordió los labios con fuerza para no gritar, mientras de sus ojos completamente abiertos brotaba una que otra lágrima que se perdía en el acantilado de sus mejillas. Tragó algo de saliva cuando sintió que la soltaba, quiso creer también que había sido un error, un impulso, y que ella lo había malinterpretado porque Kris, su Kris, jamás se atrevería a hacerle algo así. Pero esa idea de desvaneció cuando la piel de su muslo se erizó al tacto ajeno ¿No estaba yendo demasiado lejos? Ya tenía suficiente de aquella broma.
Por algún motivo su cuerpo se paralizó, no pudo forcejar ni corresponder, lo único que su voluntad le permitió fue proferir unos leves gemidos frente a caricias que en la inocencia de Arabelle aun no tenían un nombre o un sentido. Las posteriores palabras de su hermano se le antojaron crueles e hirientes, casi tanto como incomprensibles. ¿Por qué insistía en el asunto? Seguramente ambos sabían que aquello tendría más problemas que beneficios.
Entonces sintió ahora ambas manos cercanas a su pecho, notando como la presión que el vestido ejercía en su torso iba desapareciendo en la medida que los botones se separaban de su ojal. Miró hacía otro lado, no quería encontrarse con su reflejo en el cristal de la ventana, mucho menos con esa aterradora imagen que se armaba en su mente.
- No… No lo hago – dijo excusándose en vano por una acción que no podía impedir - ¿Por qué lo haces? No te hará sentir mejor – se atrevió a agregar al momento en que por fin su cuerpo reaccionaba.
Tomó con las suyas las manos de Kris, quitándolas de sus pechos y poniéndolas a sus costados, pero sin soltarlo en ningún momento. Cerró los ojos con calma e inclinó la cabeza hacia atrás apoyándola casi en el hombro de su hermano. No tenía miedo, pero tampoco estaba segura.
- Sabes que no puedo impedir que lo hagas – dijo sin ser capaz de ponerle un nombre a las acciones de Kris - ¿Pero es así como quieres que pase? – agregó con aquel tono de voz maduro y conciliador. Eso era como destrozar los sueños de toda una niñez, de una adolescencia y quizás más, incluyendo su futuro, aunque de todas formas no sabía como es que acababan las historias porque todas terminaban en el “felices para siempre”, y nunca nadie le había dicho que ocurría después.
Arabelle Eisenhauer- Hechicero Clase Alta
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Re: Save Me [+18] [Kristof Von Garvel]
Con lentitud fue dando la vuelta a Arabelle para tenerla cara a cara.
-Solo sé, que debo seguir mis sueños...es algo que mi nuestra madre nos enseño...-Su mano con lentitud cogió y le beso el dorso de la mano, rodeándole mientras por la cintura con suavidad para atraerla hacia su cuerpo y tener sus labios cerca de su oído-...Y mi sueño casi se hará realidad si te conviertes en mi esposa y aparte eres mía....para siempre...-Termino por susurrar en su oído, con suavidad le acercaba con él hacia la cama, se lo haría lento, con suavidad como lo era ella, para que después no dijera nada que le molestara.
Su parte trasera rozo ya el borde de la cama. La miraba con ternura, como se mira antes a una virgen. ¿Lo era él? Lastima de que así no era-Quiero que me hagas la catarsis que también te enseñe a hacer...aquello de volver a empezar de nuevo.... ¿recuerdas?-Le había susurrado, hablado con ternura, le beso el lóbulo de la oreja mientras que sus manos iban en un baile sincronizado hasta colocarse sobre la espalda de esta, después su otra mano fue directa hasta el cierre de su espalda. Se sorprendió, pero no lo mostro, no mostro la sorpresa de que el vestido tuviera tantos cierres anti violadores, eso estaba claro.
-Es un vestido muy apropiado para ti...-No hacía falta más maniobras, sus manos sujeto la ropa de su hermanastra-prometida y sujetándoselo de los hombros lo fue deslizando piel abajo hasta que cayó hecho una bola en el suelo de piedra-....-No dijo nada, no quería estropear el momento. Su...prometida y a la que el amaba, estaba con sus ropas de interior frente a él. Le acariciaba sus hombros con lentitud.
Comenzaba a darla amor y afecto por el momento-Serás la reina que solo reine en mi corazón...-con su frente pegada a la ajena, recitaba palabras de sinceridad-...y en ese reino estaremos solamente nosotros dos...-La cubrió con sus brazos y así poder acercarla a él y alcanzar sus labios con los ajenos para introducirla en un beso profundo y pausado, en el que comenzase a sentir su amor que tanto quería profesar.
-Solo sé, que debo seguir mis sueños...es algo que mi nuestra madre nos enseño...-Su mano con lentitud cogió y le beso el dorso de la mano, rodeándole mientras por la cintura con suavidad para atraerla hacia su cuerpo y tener sus labios cerca de su oído-...Y mi sueño casi se hará realidad si te conviertes en mi esposa y aparte eres mía....para siempre...-Termino por susurrar en su oído, con suavidad le acercaba con él hacia la cama, se lo haría lento, con suavidad como lo era ella, para que después no dijera nada que le molestara.
Su parte trasera rozo ya el borde de la cama. La miraba con ternura, como se mira antes a una virgen. ¿Lo era él? Lastima de que así no era-Quiero que me hagas la catarsis que también te enseñe a hacer...aquello de volver a empezar de nuevo.... ¿recuerdas?-Le había susurrado, hablado con ternura, le beso el lóbulo de la oreja mientras que sus manos iban en un baile sincronizado hasta colocarse sobre la espalda de esta, después su otra mano fue directa hasta el cierre de su espalda. Se sorprendió, pero no lo mostro, no mostro la sorpresa de que el vestido tuviera tantos cierres anti violadores, eso estaba claro.
-Es un vestido muy apropiado para ti...-No hacía falta más maniobras, sus manos sujeto la ropa de su hermanastra-prometida y sujetándoselo de los hombros lo fue deslizando piel abajo hasta que cayó hecho una bola en el suelo de piedra-....-No dijo nada, no quería estropear el momento. Su...prometida y a la que el amaba, estaba con sus ropas de interior frente a él. Le acariciaba sus hombros con lentitud.
Comenzaba a darla amor y afecto por el momento-Serás la reina que solo reine en mi corazón...-con su frente pegada a la ajena, recitaba palabras de sinceridad-...y en ese reino estaremos solamente nosotros dos...-La cubrió con sus brazos y así poder acercarla a él y alcanzar sus labios con los ajenos para introducirla en un beso profundo y pausado, en el que comenzase a sentir su amor que tanto quería profesar.
Kristof Von Garvel- Hechicero Clase Alta
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Re: Save Me [+18] [Kristof Von Garvel]
A momentos no entendía nada de lo que pasaba, Kris se comportaba como un patán y al momento siguiente era como aquellos príncipes que describían los libros que solía leer cuando era pequeña ¿En qué momento había dejado de pensar que aquello podía ser cierto? ¿En qué momento se desvaneció la ilusión que toda joven de su edad debería tener?
Se vio completamente incapaz de responder a esas palabras que se le antojaban melodiosamente poéticas, porque de a poco comenzaba a perder la consciencia de lo que era real y lo que eran aquellos sueños que había guardado en secreto hace tantos años. No supo cuando, pero se había resignado, y ahora el destino volvía a ponerla frente al hombre que amaba y en una situación que no podía ser más idílica.
Desvió la mirada por la vergüenza de no saber como responderle, eso hasta que escuchó la alocada petición de Kris, que la descolocó completamente, haciendo que sus verdes orbes temblaran en su sitio. De nuevo su cuerpo se veía paralizado por la impresión, sabía perfectamente a qué se refería y las consecuencias que tendría para Kristof… pero no creía capaz de hacerlo…
Aunque ni siquiera tuvo tiempo para decidir, porque su hermano ya se había dado a la tarea de desabrochar el intrincado vestido hasta dejarlo en suelo sin mayor cuidado. ¿No podría negarse verdad? Las cosas podían ser mejores después de ello… ¿Verdad?
Cerró los ojos unos instantes, regodeándose de la calidez de las manos ajenas que la sostenían, pero fueron las nuevas palabras de Kris las que le dieron el último aliento de valor que le hacía falta. Correspondió a su beso de la misma forma lenta y suave en que Kris llevaba el ritmo. No supo cuanto duró, pero cuando acabó aquella leve ensoñación se separó ligeramente y le sonrió. Y a pesar de que quería usar las palabras, simplemente asintió y puso las manos en el torso ajeno para obligarlo a sentarse en el borde de la cama.
En silencio y calmadamente comenzó a desabotonar su camisa, en instantes que se le hacían suavemente eternos, hasta que posó sus manos en los hombros de Kris para luego deslizar la camisa y dejar su torso desnudo. Aquello era claramente una forma de decirle que lo haría, que haría lo que fuera con tal verlo feliz, aunque tuviese que sacrificarse a si misma en el proceso. Era esa la mayor muestra de amor que podía e iba a darle. Un perfecto regalo de bodas.
Se vio completamente incapaz de responder a esas palabras que se le antojaban melodiosamente poéticas, porque de a poco comenzaba a perder la consciencia de lo que era real y lo que eran aquellos sueños que había guardado en secreto hace tantos años. No supo cuando, pero se había resignado, y ahora el destino volvía a ponerla frente al hombre que amaba y en una situación que no podía ser más idílica.
Desvió la mirada por la vergüenza de no saber como responderle, eso hasta que escuchó la alocada petición de Kris, que la descolocó completamente, haciendo que sus verdes orbes temblaran en su sitio. De nuevo su cuerpo se veía paralizado por la impresión, sabía perfectamente a qué se refería y las consecuencias que tendría para Kristof… pero no creía capaz de hacerlo…
Aunque ni siquiera tuvo tiempo para decidir, porque su hermano ya se había dado a la tarea de desabrochar el intrincado vestido hasta dejarlo en suelo sin mayor cuidado. ¿No podría negarse verdad? Las cosas podían ser mejores después de ello… ¿Verdad?
Cerró los ojos unos instantes, regodeándose de la calidez de las manos ajenas que la sostenían, pero fueron las nuevas palabras de Kris las que le dieron el último aliento de valor que le hacía falta. Correspondió a su beso de la misma forma lenta y suave en que Kris llevaba el ritmo. No supo cuanto duró, pero cuando acabó aquella leve ensoñación se separó ligeramente y le sonrió. Y a pesar de que quería usar las palabras, simplemente asintió y puso las manos en el torso ajeno para obligarlo a sentarse en el borde de la cama.
En silencio y calmadamente comenzó a desabotonar su camisa, en instantes que se le hacían suavemente eternos, hasta que posó sus manos en los hombros de Kris para luego deslizar la camisa y dejar su torso desnudo. Aquello era claramente una forma de decirle que lo haría, que haría lo que fuera con tal verlo feliz, aunque tuviese que sacrificarse a si misma en el proceso. Era esa la mayor muestra de amor que podía e iba a darle. Un perfecto regalo de bodas.
Arabelle Eisenhauer- Hechicero Clase Alta
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Re: Save Me [+18] [Kristof Von Garvel]
Iba a hacerlo, estaba mirándola atento a cada movimiento que hacia su...ahora amada. Debería acostumbrarse a llamarla así de hecho no sabría porque tendría que hacerlo, pero quería hacerla suya, que llevara su aroma, como los perros, aunque él no lo era...o si, en lo de fiel el sí lo era.
Seguramente, espero que le respondiera que si a lo de la catarsis, tenía mucha mierda psicológica en su pasado como para poder ahora estar revolviéndolo todo. No querría llamarla Carmmine en lugar de Arabelle. No querría decir “Que hermosos ojos azules tienes” cuando Arabelle los tenia verdes.
Se quedo sin la camisa, para después ver que estaba a medias, bueno digamos que estaba desnudo medianamente frente a Arabelle-Wao! ¡Sí!-Se lanzo a sus labios para besarla con cierta pasión que mantenía escondida desde hace muchos días, desde mucho antes o quizás no lo sabía desde cuando, le rodeo la cintura, para sentarla sobre sus piernas y cogerla cual princesa, subirse a la cama y mirar como si le hubiera tocado el gordo
-...Soy el hombre más afortunado del universo...Arabelle...-Dijo sin tapujos, sin pudor alguno y a veces era tan camorrista, que soltó a su hermana, dejándola caer sobre la acolchada almohada y lecho de plumas en el que él, enseguida se puso sobre ella, para quedársele mirando fijamente.
-Los ángeles mandaron a uno a salvarme de los demonios que gobernaban mi soledad...-Beso la frente de Arabelle, se la quedo mirando-...Uno del que estoy enamorado sin poder evitarlo...-beso su cuello, aquel cuello fino que si fuera vampiro lo lamería solamente por el sabor de ello-...De uno del que su nombre consta de mi existencia a todas horas...-Podría resultar de estúpido, pero podrían ser hermanastros, pero aun así no eran de sangre en si totalmente. ¿Dónde estaba el certificado de nacimiento? Su padre era bien conocido como el fornicador de Escocia a parte de su mala fama de mago oscuro.
Solo que Kristof......No, no había salido igual que él...aunque solamente heredo varios dones de él, pero de su madre también heredo alguno que otro. Solamente ¿Estaría viva para cuando la rescatara de las garras de su padre?
-Te amo Arabelle...-beso sus labios con ternura, llevando las cosas lentas y sin prisas.
Es verdad.
La amaba con todo su corazón.
Seguramente, espero que le respondiera que si a lo de la catarsis, tenía mucha mierda psicológica en su pasado como para poder ahora estar revolviéndolo todo. No querría llamarla Carmmine en lugar de Arabelle. No querría decir “Que hermosos ojos azules tienes” cuando Arabelle los tenia verdes.
Se quedo sin la camisa, para después ver que estaba a medias, bueno digamos que estaba desnudo medianamente frente a Arabelle-Wao! ¡Sí!-Se lanzo a sus labios para besarla con cierta pasión que mantenía escondida desde hace muchos días, desde mucho antes o quizás no lo sabía desde cuando, le rodeo la cintura, para sentarla sobre sus piernas y cogerla cual princesa, subirse a la cama y mirar como si le hubiera tocado el gordo
-...Soy el hombre más afortunado del universo...Arabelle...-Dijo sin tapujos, sin pudor alguno y a veces era tan camorrista, que soltó a su hermana, dejándola caer sobre la acolchada almohada y lecho de plumas en el que él, enseguida se puso sobre ella, para quedársele mirando fijamente.
-Los ángeles mandaron a uno a salvarme de los demonios que gobernaban mi soledad...-Beso la frente de Arabelle, se la quedo mirando-...Uno del que estoy enamorado sin poder evitarlo...-beso su cuello, aquel cuello fino que si fuera vampiro lo lamería solamente por el sabor de ello-...De uno del que su nombre consta de mi existencia a todas horas...-Podría resultar de estúpido, pero podrían ser hermanastros, pero aun así no eran de sangre en si totalmente. ¿Dónde estaba el certificado de nacimiento? Su padre era bien conocido como el fornicador de Escocia a parte de su mala fama de mago oscuro.
Solo que Kristof......No, no había salido igual que él...aunque solamente heredo varios dones de él, pero de su madre también heredo alguno que otro. Solamente ¿Estaría viva para cuando la rescatara de las garras de su padre?
-Te amo Arabelle...-beso sus labios con ternura, llevando las cosas lentas y sin prisas.
Es verdad.
La amaba con todo su corazón.
Kristof Von Garvel- Hechicero Clase Alta
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Re: Save Me [+18] [Kristof Von Garvel]
Deseaba que su solo entusiasmo sirviese para calmar sus dudas y que su fuerza fuese capaz para sostenerlos a ambos, pero conocía perfectamente bien sus limitaciones, y estas no serían un impedimento esta vez. Porque el ver a Kris sonreír de ese modo ¡Dios! Eso debería ser suficiente recompensa para alguien como ella, que estaba dispuesta a todo con tal de que esa sonrisa durara aunque fuesen unos momentos más.
No sabía si estaba feliz de la forma, pero aun así se dejó mover con docilidad, internamente regocijándose con el suave tacto de las sábanas, que aunque algo frío, le terminó por devolver toda la sensibilidad táctil a su cuerpo. Aquel par de besos, el primero en la frente y el siguiente en el cuello, consiguieron reacciones completamente opuestas pero compatibles. Al principio fue un profundo suspiro, pero el segundo, en ese no pudo evitar dejar de salir algo que se asemejaba más a un quedo gemido.
Las palabras de Kris parecían sacadas de su imaginación, o tal vez ni siquiera eso, porque ni en sueños habían salido de sus labios frases y promesas como aquellas. Quería contestarle con versos similares, con caricias iguales y mejores, pero no era necesario, porque el brillo de esos orbes verdes ya lo correspondía todo.
Cerró los ojos unos segundos, tratando de recuperar un poco el ritmo normal de su respiración, y cuando lo hubo conseguido, los volvió a abrir al mismo tiempo que sus labios, para profesarle a él la mismas palabras – Te amo, Kristof –.
Las dijo con timidez, y si bien lo recordaba, era la primera vez que se las decía a la cara y en voz alta, también era la primera vez que estaba tan segura de ello, y de que no era solo un capricho infantil y enfermizo, razón por la que tomó el rostro de Kris entre sus manos y volvió a repetirlo, como si ello supusiera un alivio frente a la una carga que llevaba quizás desde el día en que nació – De verdad te amo – dijo esta vez sonriendo más abiertamente antes de tomar sus labios con delicadeza.
Deslizó las manos por sus mejillas hasta llegar a su cuello, y desde ahí en un lento recorrido hasta su nuca, donde jugueteando y enredando sus dedos en su cabello, prácticamente lo obligó a acercarse a ella para que escuchara como su corazón latía al son de una tranquila melodía. El resto era cerrar los ojos, y dejar que su falta de experiencia se supliera con el instinto y los movimientos que Kris hiciera de ahora en adelante. Deseaba perderse a sí misma entre aquellos brazos, pero sabía que debía conservar la cordura, porque aún tenía algo que hacer por él.
No sabía si estaba feliz de la forma, pero aun así se dejó mover con docilidad, internamente regocijándose con el suave tacto de las sábanas, que aunque algo frío, le terminó por devolver toda la sensibilidad táctil a su cuerpo. Aquel par de besos, el primero en la frente y el siguiente en el cuello, consiguieron reacciones completamente opuestas pero compatibles. Al principio fue un profundo suspiro, pero el segundo, en ese no pudo evitar dejar de salir algo que se asemejaba más a un quedo gemido.
Las palabras de Kris parecían sacadas de su imaginación, o tal vez ni siquiera eso, porque ni en sueños habían salido de sus labios frases y promesas como aquellas. Quería contestarle con versos similares, con caricias iguales y mejores, pero no era necesario, porque el brillo de esos orbes verdes ya lo correspondía todo.
Cerró los ojos unos segundos, tratando de recuperar un poco el ritmo normal de su respiración, y cuando lo hubo conseguido, los volvió a abrir al mismo tiempo que sus labios, para profesarle a él la mismas palabras – Te amo, Kristof –.
Las dijo con timidez, y si bien lo recordaba, era la primera vez que se las decía a la cara y en voz alta, también era la primera vez que estaba tan segura de ello, y de que no era solo un capricho infantil y enfermizo, razón por la que tomó el rostro de Kris entre sus manos y volvió a repetirlo, como si ello supusiera un alivio frente a la una carga que llevaba quizás desde el día en que nació – De verdad te amo – dijo esta vez sonriendo más abiertamente antes de tomar sus labios con delicadeza.
Deslizó las manos por sus mejillas hasta llegar a su cuello, y desde ahí en un lento recorrido hasta su nuca, donde jugueteando y enredando sus dedos en su cabello, prácticamente lo obligó a acercarse a ella para que escuchara como su corazón latía al son de una tranquila melodía. El resto era cerrar los ojos, y dejar que su falta de experiencia se supliera con el instinto y los movimientos que Kris hiciera de ahora en adelante. Deseaba perderse a sí misma entre aquellos brazos, pero sabía que debía conservar la cordura, porque aún tenía algo que hacer por él.
Arabelle Eisenhauer- Hechicero Clase Alta
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