The Loneliness it's Over Now [Neal MacKeltar]

por **Isabella Di Visconti** Mar Ene 31, 2012 4:16 am

Había sido un viaje de al menos unos días, en realidad perdí toda consciencia del tiempo, tenía comida pero nada de agua, y ya estaba agotada. Marsella se fue quedando atrás, me dirigía a quien sabe donde escondida en una destartalada carreta, el vaivén provocado por lo irregular del camino era molesto, pero me había acostumbrado a dormir en esas condiciones, porque era lo único que podía hacer ya que no quería pensar en qué pasaría cuando la carreta llegase a destino y tuviera que volver a vagar por las calles en busca de un lugar donde vivir.

Un fuerte golpe en el lomo me despertó, rogué porque fuese un sueño de algo que ya había pasado antes, pero un segundo golpe con el palo de una escoba me devolvió al tiempo presente. Traté de escaparme, pero había poco espacio, y el único lugar al que huir era hacia fuera de la carreta… no podía. La salida estaba tapiada por el enorme cuerpo del humano que seguía intentado golpearme mientras me gritaba por haber comido un par de pescados algo rancios, así que tuve que armarme de valor y correr hacia él para poder salir, no sin antes llevarme un par de golpes que al principio no sentí dolorosos.

Él humano alcanzó a agarrarme de la cola, y con fuerza me lanzó contra un árbol antes de volver a hacer andar a los caballos, pero esta vez si mi. Abrí los ojos como pude, pero solo conseguía ver borrosas figuras de árboles y rocas. No tenía idea de dónde estaba, ni de cuán cerca estaba la cuidad más próxima, porque aunque no lo quisiera reconocer, necesitaba la basura y comida que podía robarle a los humanos, lo que era necesitarlos a ellos.

Escuché un largo aullido de algún canino, lo que fue como una señal de alerta, tenía que salir de ahí y llegar a un lugar seguro, así que como pude me levanté, instante en el que sentí dolor en todo mi cuerpo, pero más punzante en mi costado derecho y en una de mis patas delanteras. No podría llegar muy lejos en estas condiciones, pero si conseguía encontrar un camino que se viera más o menos transitado podría saltar a una de las carretas que fuese a una ciudad.

No sé cuánto caminé, pero no debió ser mucho, porque vine a dar al mismo sendero que la carreta en la que venía siguió, pero no pasaba nada ni nadie. Me rendí al cansancio y al dolor, acabé inconsciente sobre la hierba, recostada sobre el lado que dolía menos, y cerré los ojos, abandonándome completamente.

¿Pero qué era eso? ¿Un ruido de pasos? No pude identificarlo, porque para cuando se acercó ya estaba dormida.