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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Halima Bouquet-Andrássy Sáb Feb 04, 2012 7:05 am

De la manita iba con su padre hacia la plaza, un lugar lleno de cosas deslumbrantes y que la llenan de gran interés, riendo con una muñeca de trapo bajo el brazo a su tamaño, es decir, pequeñita para otros, pero para la nena adecuada para sostenerla con una sola manita. Nada pesada y vestida igualita que ella (uno de sus mayores obsesiones). Este día, ambas de color rosita en vestido, adornos en azul claro como sus zapatitos y moñitos en el cabello.

- Miya papi - señala a los niños jugando en la plaza - nenes y nenas pomo io - dice feliz caminando a su propio paso una vez que llegaron al jardín, lentito, mirando todo a su alrededor contenta, corriendo y jalando en consecuencia a su padre hasta la fuente - miya, miya - dice feliz, riendo y dando saltitos como conejito - una... una... - se queda calladita porque no sabe cómo se llama - una abua, muxa abua - lo resuelve conforme su infantil mente le proporciona los datos - abuaaaa abuitaaaaa - se suelta de su padre y va a asomarse a la orilla para estirarse todita con tal de mojarse los dedos en el líquido - men, men aquí... men... - le dice como si ésta pudiera obedecerla al tiempo que alarga la manita y los deditos al máximo, sin perder a su muñeca colgada del brazo.

Gruñe cuando no la alcanza y voltea a ver a Louis con un pucherito que se hace más grande porque no llega hasta el agua. Como si con ese puchero pudiera desgarrar el corazón de su papito y éste le diera lo que ella quería: el vital líquido. El sol ilumina en ese momento los rizos dorados, haciéndolos lucir de forma soberbia, los ojitos azules tristes, la boquita en ese ademán tan dulce... toda una preciosidad con patitas. Señala el agua de nuevo, para que su padre de inmediato cumpla sus caprichos.

Y cuando ve que se acerca, la toma en brazos y la lleva hasta alcanzar el agua, ríe a carcajadas, feliz, contenta, acariciando el agua cuya fuente hace danzar las gotas que brillan a los rayos del sol, creando una nueva realidad para el deleite de la pequeña. Incluso se atreve a golpear con la palma el agua, salpicándolos a ambos, mira a su padre con ojos y boca abiertos a lo más grande que puede y ríe a carcajadas, divertida por verse mojada y a su padre igual, para dar un gritazo y besarlo, apretarlo contra ella y su muñeca feliz...

- Mi butaaa papi, mi buta, mi buta - vuelve a golpear el agua y rie más contenta mientras algunos transeúntes se detienen a ver la felicidad de la pequeña y sonríen ante la inocencia de una personita que se entretiene simplemente con una simple acción de juguetear, recordando que a esa edad todo se piensa posible en compañía de las personas amadas - papi ti amo - lo agarra fuerte del cuello sin tirar a su muñeca, mojándolo con sus manitas húmedas y le da un beso en la mejilla, otro en otra partecita de su cachete, otro, otro, otro, hasta estar sin control riendo feliz, entre algarabías - ti amo papi, edes lo máximo - porque ella así lo piensa, así lo siente, no ve nada más importante que no sea ese cambiaformas entre sus brazos - papito ibual, pelo no tá... - niega - nu tá... mimido - dice haciendo pucheritos - tá mimido papito ¿Vedá? - asiente con la cabecita buscando su aprobación y los ricitos se mueven de adelante a atrás con cadencia - meno, pus nos divetimos tu y io - besa de nuevo a su padre hasta reír - thi quedo muxo... mamos, mamos - se queda mirando algo con los ojos y la boca abiertos enoooormes, enoooormes al ver a un hombre en la esquina con una bandeja y grita - aaahhhhhhhhhhhh midaaaaaaaaaaaaaaa - señala con el dedito a ese hombre en particular, que ahora se ha vuelto su mayor punto de interés - payetaaaaaaaaaaaaaaaaa - le mira con ojos tristes y caprichoso - io quedo payeta... Aly queye payeta y Mia - señala su muñeca llamada "Mía" - queye payeta... queyemos payeta... ¿Thiiiiii? - le hace ojitos: los cierra y abre apretándolos de forma coqueta, sabiendo cómo le pega eso a su papito con tal de obtener lo que quiere. Y lo que anhela ahora es una paleta de esas enormes para su tamaño que jamás se terminan y su padre acaba comiéndosela por el exceso de azucar que a la pequeña hastía. Sin embargo, esa es una de sus máximas pasiones: los dulces, como a todos los niños.
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Mensaje por Louis J. Bouquet Sáb Feb 04, 2012 4:41 pm

Louis era en ese momento el hombre más feliz y afortunado en toda la faz de la tierra. ¡Soberbio? ¡Y que! Le importaba poquísimo. Su vida entera, estaba dada a la cosita pequeña y frágil que iba tomada a su mano. Aun no sabía… como sujetarla, sin ir muy rígido, no quería lastimarla, pero no podía evitar apretar su manita fuerte, para no perderla. Iba casi con paranoia mirando por el rabillo del ojo a las personas que pasaban. Atento a cualquier ser que pudiera tener un aroma y semblante sospechosos. Nadie tocaría a su hija. Era su princesita, de nadie más.
Nadie nace con los conocimientos necesarios para ser un buen padre, y Louis, había carecido de uno toda su vida. Por eso, no quería fallarle a la joven criatura, que sujetaba su muñeca. Si, tenia que ser sincero, adoraba ver sus labios mostrando una sonrisa, dejando los dientes frontales al descubierto, blancos, aun de leche. Le gustaba vestir a su nena con esmero, que destaca y brillara mas de lo que ya lo hacia. Así, no se le podía perder. Su cabello dorado, destellaba como oro puro con los rayos del sol.

-Si amor, ¿quieres ir a jugar con ellos? - pregunto. Sabia que le hacia falta crecer con pequeños como ella. Le vigilaría bien. Algunas personas lo miraban. ¿Tan raro es ver a un padre solo con su hija pequeña? Omitía esas cosas. Tenía asuntos más importantes. Dejaba que Aly lo llevara, no oponía resistencia a los deseos de la niña. Era consentidor, y no sabia como negarle nada. Sin darse cuenta en que momento comenzara a hacerlo, sonreía, contagiado por la pequeña, la risa escapaba como un hilillo luminoso de su interior. Soltó una risa mas alta que las demás, ¿ “abuita” ? -Se llama fuente, Halima… pero si, es agua. - El minino era paciente, y en ese momento empleaba el tono de un padre amoroso, paciente. ¿Sabio? Ja, eso no, ni por asomo. Permite que la niña vaya delante. Mete entonces, las manos sobre los bolsillos del abrigo rojo con botones plata que porta. No quiere que se vuelvan frías. Quiere retener el calor infantil de su más grande tesoro. Ríe de nuevo, bajando la mirada, avanzando con pasos medianos. No teme que caiga. No teme que se ensucie. Por que eso es parte de la infancia, y no quiere que Halima se pierda de nada. Lastima, que aun sea tan pequeña, y por mas que se pare de puntitas y estire su brazo, como si deseara ser de huele, no logre su propósito. Es una ternura.

Ladea el rostro. Esa carita le da un vuelco, y se apresura por llegar a su lado. -¿Quieres tocar el agua, amor? Ven. - Louis se agacha un poco, tomándole con cuidado, por debajo de los brazos. Pegándole a su cuerpo, para que no corra peligro de caer, acercándose de nuevo a la fuente. Termina por sentarse sobre el borde, sosteniendo a la chiquilla. Puede sentir como su corazoncito late deprisa. Y el brillo de sus ojos azules, es la cosa más bonita. Jamás ha visto otros igual, y si lo ha hecho, lo ha olvidado. El agua pronto entra en contacto con la piel de su niña, y de alli, a la suya. Cierra los ojos, huyendo, como si fuera un gato –haha, que lo es, pero en ese momento, estaba colgado su disfraz en casa- solo un poco, pues a su niña le gusta, y a el le gusta verla reír. Pronto se ve atacado por ella, con muestras de cariño, y el joven actor solo atina a estrecharle con más fuerza, arrugando la nariz, con una sonrisa en los labios. Después recibe mas besos, y no puede pedir mas, no importa que lo moje. Es su hija quien lo hace, y no hay nada mas sagrado para el asiático. Yo también te amo, Aly-Pega su nariz al cachete de la niña, dejando que su aroma suave y dulce, alegre, lo reconforte. Es curioso, como para ella puede ser ¿un héroe? Y Louis no se crea capaz de tanto.

Suspira, acomodando a la niña un poco mas, en sus brazos. Menciona a su otro padre, Imre. ¿Lo estará viendo poco? El vampiro solo puede salir cuando se pone el sol, si no quiere arriesgarse a morir de manera brutal. Aly lo ve en esos momentos, pero sabe que no esta bien que una niña duerma a tan altas horas. El mismo, no puede quedarse tanto tiempo despierto, ahora que debe cuidar de una niña. Ella lo necesita igualmente. No sabe como le hará, pero es consciente que deberá esforzarse más. A veces desearía que Imre no fuera un bebedor de sangre. Que fuera humano. Que fuera cualquier otra cosa. Asiente a la pregunta de Aly -Si, ya sabes, es especial. Pero el te quiere mucho, también bebe. -Le asegura. La verdad, es que Jérémie duda a veces, como todo, es muy inseguro. Lleva su mano a la mejilla de la niña, acariciándola, dando validez a lo que dijera. Da un beso amoroso en su mejilla. -Claro cielo, eso haremos. - Pero sabe que le cuesta seguir el ritmo de la chiquilla. Por que el esta en una cosa, y ella es capaz de hacer mil al mismo tiempo. Admira esa energía e inocencia de los niños. Busca el objeto señalado. Dulces. El aire se va de sus pulmones, mordisquea su labio inferior. ¡Como negársela, si se lo suplica con esa carita! Asiente, bajándola al suelo con cuidado, acomodando su vestido, tal y como hacen las otras madres –si, el no lo es, pero bueno, Aly no tiene una con ellos- hace lo mismo con sus bucles -Esta bien, ¿pero, no prefieres comer algo antes? No quiero que solo me comas dulces… -toma su manita, encaminándose con aquel vendedor. Cuando llega a su altura, sonríe y da las buenas tardes.- Déme una… Anda, Halima, escogedla - Aquel caballero de rostro afable, se agacha un poco, para que la niña pueda estar al alcance de la bandeja. Vamos, de verdad. ¿Quién no queda hechizado por esa niña?

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Mensaje por Halima Bouquet-Andrássy Dom Mar 04, 2012 5:21 pm

Su padre la coloca en el piso y Halima mira inquieta a donde las paletas, pero esa preocupación se termina en el instante que su papi le toma la mano diciéndole que tendrá que comer algo más que simples dulces a lo cual asiente, en ese momento si su papi le dijera que el menú era atún ella ni protestaría, obediente diría que sí, pero es que todo tiene un fin: una vez conseguido el caramelo... los berridos no se harán esperar.

Así es que la llevan hasta ese hombre con esa cosa encima de la boca que le hace ver tan gracioso y que la nena no sabe que se llama "bigote", sólo lo mira con una sonrisa enorme al tiempo que el vendedor bien inteligente pone a su alcance todas las paletas más bonitas que ella viera jamás en su corta vida. Sus padres biológicos no tenían tanto dinero como para llevarla a con el señor y que eligiera a sabiendas que Halima haría justo lo que ahora hace.

Alarga la manita tomando una roja llevándola hasta su carita para darle una probada metiéndose un poco del caramelo en la boca mirando al cambiaformas con ojos brillantes y una sonrisa que derretiría el hielo del polo norte con ese par de dientitos de leche que tanto encantan a su papi. Asiente con esos ricitos que se mueven al compás de su cabecita mirando a Mia y luego a las paletas. Ansiosa alarga la mano hacia otra. Escucha a su papi decirle que sólo una y voltear a verlo con esos enoooormes ojos fijos en él sorprendida.

- Mia tambén queye payeta, papi, thi dije thi Mia queye payeta... queye eta - toma justo una rosa de color intenso, muy intenso - Eta le buta a Mia, ¿Vedá Mia? - la muñeca no contesta obvio, pero Halima le da otra probada y niega negando - Nu, nu buta - hace caritas de desagrado e intenta regresar la paleta aunque el hombre se niega, pero ella mira a su papi - Nu buta payeta a Mia sabe dado... - le mira con carita de circunstancias, para ella todo es muy claro: si no le gusta a Halima, entonces no le gusta a Mia e intenta regresarla de nuevo, pero el hombre le mira al padre pretextando (y con obvia razón) que ya está lamida y que tiene que quedársela.

Halima mira a su padre haciendo muequitas, pero lo resuelve bien fácil: pone la paleta dentro de la bolsita de su muñeca mientras su padre está hablando con el señor quién sabe de qué, pero que parece ser que quiere que le pague las dos paletas. Ella aprovecha tomando una verde... iagg... una azul... mmhhh tá buena... pero toma una amarilla y grita feliz.

- Mi guta, mi buta papi! - señala la amarilla feliz, agitándola, pero ya con tres más en el bolsillo de su Mía - Etas le butan a Mía... - sonríe enorme, para encandilar a su padre mientras que ella camina sin dudarlo hacia donde una banca, subir a su muñeca y luego a ella misma, para quedarse ahí sentadita, comiéndose su paleta amarilla que le encanta, manchándose la carita de dulce y más que eso.

Eso sí, deja a su padre solo para que pague las paletas, todas ellas. Nada más y nada menos que cinco paletotas, cuatro en el bolsillo y una comiéndosela con gran alegría, pero así es la pequeña, feliz con las cosas más sencillas, pero siempre en su propio sentido del "bienestar".
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Mensaje por Louis J. Bouquet Jue Mar 15, 2012 10:02 pm

No hay momento en el que el hombre de pupilas avellana, se sienta más orgulloso y realizado, que sosteniendo en sus brazos a su pequeño tesoro. Por que es en ese momento, cuando siente mas que nunca, que realmente, le puede proteger. En sus brazos, la niña no llegara a temer jamás. Durante una breve fracción de segundo, llega incluso a pensar, que, aquellos gestos, sin duda, cobijaran a la pequeña cuando ya no lo sea. Cuando sea una hermosa damita, y el sea mas que padre, un cómplice. Tiene la ligera sospecha, que Halima lo vera a él mas próximo que el mismo Imre. Cuestiones de género-en relación a la especie-, simple como eso. Y los celos de padre crecerán en el, cuando alguien, algún otro hombre, la pretenda, enfermara sin duda, y dirá que no es bueno para ella, será el sujeto mas borde y arisco, o eso siente. Mas, al final, tendrá que dejarla ir, pero… No, para eso faltan años.


Sonríe entonces, a la criaturita que acepta sus palabras. Ya ira pensando en que comprarle de comer, algo ligero, pues es pequeña, y realmente, no come mucho, a menos que sea algo que le guste. Y lamentablemente, no comparte sus gustos gatunos. Suspira, mientras el vendedor acerca las paletas a su hija. El aguarda, a un costado, apenas un paso detrás, con los brazos en jarras sobre el pecho, mirándola, sin perder detalle, como su manita se cierra entorno al palito que sostiene el caramelo. Sus manitas rechonchas de niña, tan suaves, como si salieran de un sueño de caramelos. Como si quisieran de nuevo unirse a ellos, por medio de esos dulces. Louis toca esas nubes de azúcar con solo verla sonreír de esa manera, su corazón se agita, y le dan unas ganas irracionales de alzarle y tal vez girarla en el aire. Grabar n sus recuerdos cada una de esos gestos. Pero no lo hace, se contenta con mirarla a esa distancia. No quiere ser un padre que este siempre allí incordiando. No, le dará sus espacios…

-Hey, Halima, solo una, cuando te acabes esa, vendremos por otra.-Le dice mientras la niña intenta tomar otra pieza. Ya le dijo que no desea que solo se alimente de azúcar, pero no le hace caso. O más bien, sus órdenes llegaron tarde. O carece de tono de autoridad. Por que la niña expresa los deseos de su muñeca. Louis arquea una ceja, como si pensara que eso era algo… ¡por dios, es una niña! Es normal, si. Se distrae con esa mirada que le dedica, y no puede agregar mucho más, Halima ya ha probado una segunda paleta, que no le ha gustado. El vendedor se niega a aceptarla de regreso, y sabe que no hay mucho que hacer, esta en su correcta decisión negarse. -Oh, vamos, apenas la toco…-Dice, con una sonrisa de medio lado, mirando por el rabillo un segundo a su pequeña. El vendedor le dice que eso no importa, ya la chupo, y tiene que pagarla. Simple. Louis comienza a balbucir algunas otras cosas, entre ellas, que lo ha hecho el vendedor a propósito, apenas una queja entre dientes, que por su acento, no le entienden del todo bien. La voz cantarina de su pequeña, le hace girarse de nuevo en su dirección. Sus labios se separan, en una muda expresión de casi angustia y desesperación.

¿En que momento la niña tomo todas esas paletas? ¡Solo habían ido por una, y ya llevaba quien sabe cuantas, alli, dentro de la bolsita de su “cómplice” Mia. No sabe ni que decir, mientras se lleva una mano a su nuca, despeinando esa zona. ¿Cómo se le va de las manos? -Halima… eso que hiciste… no… no estuvo…-comienza, con un tono muy vago, por que esa sonrisa es como un sedante. Lo contagia, y lo pone mas bobito de lo normal. La observa andar hasta una banca, casi a cámara lenta. La observa sentarse por completo, mientras el vendedor carraspea, y el se gira, saliendo de su encanto. Obviamente, quiere que se le pague. A regañadientes, el cambiaformas, saca de su bolsillo varias monedas, muchas mas de las que esperaba dejar alli, pero no dice nada, y las coloca sobre la mano de aquel hombre, que le desea un buen dia, mientras el va al encuentro de su retoño.

-Esta rica esa, eh?-Dice, con una sonrisa, que lo hace lucir contento, jovial, no es muy grande, y sus genes lo hacen tener esa apariencia a veces mayor, otras veces menor. Se sienta junto a la muñeca, observándola cariñoso, cruzando una pierna sobre la otra, sacando a la par un pañuelo. -Mira nada mas, como estas quedando amor… ¿y que haremos con todas estas paletas? Mia no se las comerá todas, o si?-Le pregunta, intentando cuidar que el dulce no llegue a sus ricitos.

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Mensaje por Halima Bouquet-Andrássy Sáb Mar 17, 2012 6:43 pm

Sentadita en la banca mira hacia el frente donde todos los demás niños corren, van y vienen mientras ella sigue comiéndose la paleta y ensuciándose toda hasta que el pañuelo de su padre aparece en escena y cierra los ojitos intentando no renegar, pero es casi imposible porque mucho que le agrade que le toquen la carita pues no. Claro que permite algunos mimitos, pero lo que tiene que ver con un pañuelo en su rostro. Ah no... así que le mira haciendo morritos, antes de pensar con rapidez qué tiene que hacer para que ese trapo no le rasguñe el rostro, porque para ella eso es lo que está haciendo: le raspa con el intento de que le limpien el dulce.

¿Qué tiene de malo que ella tenga rastros amarillos por todos los cachetes, la nariz e incluso la frente o los cabellos? Tarde que temprano tendrá que meterse a esa enorme cosa con agua calentita que de inicio no le gusta, pero que en cuanto meten con ella algunos patitos y a su neko es feliz, porque ella no se baña si su minino no lo hace, es decir, cómo a ella sí la mojan, la restriegan y tallan la cabeza y a su mascota no. Así que estando ya todos juntos deja que su papito le bañe todita. Desde los cabellos hasta los piecitos que le hace reír a carcajadas cuando se los toca y le hace cosquillitas.

No es tan malo, pero siempre le gusta permanecer dentro más rato aunque no entiende por qué su neko huye antes, su papito dice que es porque no le gusta el agua, pero se tiene que aguantar. Es decir, si el neko no hace lo que ella, no tiene derecho de ser su gatito. Pues no le molesta que su papi le pase esa cosa rara por todo el cuerpo, si no que lave su cabeza haciendo espuma porque luego le arde y la hace llorar. Es muy sensible de sus ojitos, pero deja que la metan dentro porque a finales de cuentas le encanta juguetear con sus patitos o incluso, bañar a papi con el agua cuando llega, siempre tras que han terminado de bañarla y está disfrutando del líquido.

Ahora decide qué hacer mientras él sigue y sigue, así que pronto, él ve cómo su carita se limpia por fin y guarda el pañuelo. En realidad, ella le hizo creer que él le está quitando todo el dulce cuando en verdad, ni siquiera hace nada al respecto. Es sólo una ilusión, un hechizo. Mientras él se queda satisfecho, ella ríe contenta y sigue comiendo. Está bien rica así que asiente con la carita "limpia" porque sí, es deliciosa... suspira y mira a su padre de nuevo al tiempo que escucha la pregunta. Hace muequitas al tiempo que lo medita, son demasiadas y algunas no le gustan y por lo tanto, tampoco a Mia. Chasquea la lengua y mira a su padre.

- Tuyas - se las entrega sin dudarlo - meno, etas no - le quita la roja y la azul, dándole la verde y la rosa - peyo io quedo poyito pon vedudas poque teno hambe ia -le devuelve las paletas y guarda la suya en la bolsita de Mía. Si Halima es un amor, no tienen tanto problema porque no coma, pero ha de hacerse cuando ella indica, no antes no después. Mientras tanto, es feliz, es una preciosidad. De pronto, mira algo que la hace poner un pucherito, para señalar una hojita sobre el hombro de su padre - pobechita, si paió, hay thi devolvedla pon su mami, su papi y su papito - le miró con carita de circunstancias, como si su papi fuera el único héroe y es que para Halima, así es.
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Mensaje por Louis J. Bouquet Dom Mar 25, 2012 9:20 pm

Louis intenta hacer caso omiso a los gestos que su pequeña pone. Es lento, pero puede notar que no le gusta, aunque el solo busca verla siempre bonita y radiante. Cuidar su aspecto, que sea una muñequita… Pero también sabe, que los niños son asi. Exploran el mundo, se caen, llenan de barro. Se lastiman. Pero esa es la manera en que aprendemos. Con las manos, los pies. Todos los sentidos. No en un salón, con miles de libros. No sirven de nada, si no ves eso que plasman en cientos de hojas con tus propios ojos. Si deseaba que Halima creciera con lo mejor de la vida, debia ser menos… un papa menos preocupón. Pero… Era tan difícil, cuando veia lo tierno de sus bracitos y piernas o lo dulce de esas mejillas.

Las mismas que con tanto esmero, asi, hasta con el ceño ligeramente fruncido y la punta de la lengua entre sus dientes, asomando de manera graciosa, va limpiando. No deben quedar rastros. Eso es por que sabe que si el dulce se solidifica en su cabello, quedara pegajoso, formara una cosa extraña, y cuando quieran limpiarla, le dolerá. El quiere evitarle ese mal rato. Sigue limpiando, sonriendo para sus adentros, esas son las cosas que, aunque pequeñas, llenan el corazón de las personas de buenos recuerdos. Y el suyo lo estaría llenísimo de Halima. Al poco de algunos minutos, termina, y sonríe con satisfacción, admirando lo bella que esta su niña.
Se pregunta, si Halima no querrá una hermanita, con quien jugar en casa. Descartada la idea. Conoce a su hija. Pero, sabe a la perfección que le hace falta compañía femenina, por que, por más vestidos que Imre se ponga, no lo es. Tiene que… tener… también… ¿Una madre? Lo más cercano a eso, seria una especie de tía. La pregunta, es quien podría ser esa persona para su hija.

El rostro del cambiaformas, adopto entonces, una expresión de sorpresa, mientras las paletas aparecían de nueva cuenta, en su campo de visión. Sus cejas se arquean, en ángulos extraños. Eso no esta bien. Aun asi, extiende su mano, para tomar las paletas que la pequeña le da. Es dócil cual mascota fiel, si, tendrá que trabajar con ello. El es el padre, y no debe dejarse de la niña, por mucho que sea capaz de derretirlo con un solo pucherito o risita. Deja ir el aire de sus pulmones con gesto casi cansado. La niña lo manipula, y lo peor, es que lo sabe. - Halima, no debiste tomar tantas, vez? ¿Qué se supone que haré con estas? No esta bien tirarlas… bueno, ya que, se las daremos a Gyula…- suspira, moviendo la cabeza de un lado a otro. Si, el vampiro se las comerá. El tal vez tome la verde, tiene un lindo color. La rosa no le da buena espina en cuanto al sabor. -Bueno, ya buscamos donde encontrar eso, seguro en el mercado habrá. - un tono distraído, casi mas para el, que para la niña, mientras apoya su mano sobre su coronilla. No la despeina, solo le acaricia suavemente.

No le apetece a el comer pollo, por que duda seriamente que Halima se termine todo. Le tocara a el terminarlo, y Jérémie prefiere mil veces cualquier cosa que lleve pescado. Sus instintos y los recuerdos de cuando tenía la edad de su hija. Esos que terminan por hacerse una costumbre.
Desvía el rostro, intentando mirar aquello que señala la niña. Y un nudo se le hace en la garganta. Baja entonces la mirada hacia la infante. No sabe que decirle con exactitud. Esa mirada clara, que espera algo de su padre. Suspira, y se pone de cuclillas, para quedar a su altura, mientras toma la hojita y la coloca sobre la palma de su mano. -Amor… no… no se cayo… bueno, si… pero bueno, es… por que… ahmm ya… esta grande y… eh…-Ese momento embarazoso que hace que te pongas rojo y balbucees cosas que no tienen orden en tu cabeza, si -No es lo mas… ¿Por qué… mejor no la guardas en la bolsita de Mia?- - ¿Sabes porque bajo del árbol? Esta pequeña hojita, quiso ver el mundo desde aca abajo. Asi como nosotros a veces queremos ver todo desde las nubes algún dia, esta hojita, queria vernos… más cerca. Es como una exploradora, se aventura en un lugar nuevo para ella. Claro que su mami, papi y papito la extrañaran, pero… podemos guardarla cuando lleguemos a casa. Asi… no se sentirá solita…-Le sonrie, y acaricia la mejilla con la mano libre. Se pone de pie y le alza nuevamente. Una vez la niña esta sobre su pecho, le da la hojita. -Anda, si quieres, podemos devolverla.
-


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Mensaje por Halima Bouquet-Andrássy Dom Abr 01, 2012 10:39 am

La niña no tiene mucha conciencia del bien y el mal, sus conceptos van formándose conforme sus padres le van indicando, prohibiendo o incluso, aleccionando. Mientras tanto, ella sonríe con la ideología de que todo lo que hace es correcto, si no le dicen nada piensa que hace bien. Por eso mismo sonríe cuando le ofrece las paletas y aún así, calla y piensa cuando su padre le indica que hizo mal y que se las darán a papito. Si papito no come... ¿Sería castigo para él? Hace carita de circunstancias y vuelve a comer su paleta un poquito aún con el rostro todo embarrado producto de su hechizo de ilusión que le hizo pensar a papi que la había limpiado toda.

Es una tramposa y díscola.

Aún así disfruta de las caricias de su papi en su cabellito. No lo niega jamás, adora a su papi y su papito, son para ella lo máximo, lo más impresionante siempre, desde que se levanta hasta que se acuesta sólo ve en ellos cosas maravillosas. Son capaces de tanto y tan bonito. Además, le fascina cuando se besan o se hacen mimitos porque siente cuánto se aman y ese sentimiento es reflejado cuando la abrazan y cuidan. Incluso cuando papito la regaña porque ella hará con papi todo lo que quiera, pero con papito no. Él siempre se impone a la voluntad de Halima y ésta termina bajando la cabecita y reconociéndoselo.

Su papi se hinca frente a ella y le da la hojita diciéndole palabras que Halima entiende, pero no alcanza del todo a comprender. Parpadea y ve a la hojita, alzando la cabeza para ver a las demás colgadas en los árboles, como esperando algo... vuelve a mirar el verdor de su mano y luego a su padre. Hace una muequita contrariada y decide preguntar de una vez por todas lo que su corazón exige conocer.

- Entonces... shi la hojita shi paió pol explodal el mundo... ¿No quelá leglesad pon su familia? - los ojitos se le llenan de lágrimas - ish pomo... ish pomo Aly... su mami nu tá... su papá tampoco... - traga saliva con las mejillas rojas, rojas - nu entendo. Shi quiele conocel el mundo y lo hace... ¿Puando leglesa a casa? Si io mi la ievo, ¿Cómo sablá leglesá? - hace un puchero de indignación y le pega a su papi en la cabeza con Mía - ish pomo si Aly se va de casa... tons que otlo la encuentle y se la iebe a pasa...
¡¡¡A papi nu intelesa Aly entonces... a papi nu impolta si Aly se pielde... tons thi alguien la encuentle y se la quede!!! - gruesos lagrimones salían de sus ojitos mientras daba pasitos hacia atrás...

Y es que ella, en su tierna infancia y razonamiento, se compara con esa hojita que ahora tiene entre las manos. Recordando su cabecita lo que le sucedió con sus padres, que la dejaron un día y jamás los ha vuelto a ver. Y es que ella aún los extraña, aún desea que su madre la rodée con sus brazos, que su padre la aviente al techo y verlos abrazados con ella en medio... ¿Acaso la hojita no tiene el mismo derecho? ¿Acaso la hojita no merece lo mismo que Halima y más cuando está tan cerca de su familia como ellos en el árbol y ella en la mano de la niña? ¿Por qué no regresarla a casa cuando...?

- ¡¡¡NO TE QUIEDO!!! ¡¡¡NO TE QUIEDO!!! Aly no quede a tí puque tú no quedes a Aly... si Aly se pielde tons no impota, que otlo se la iebe... ibual haces con la hojita... ibual... - niega y da media vuelta para correr a todo lo que sus piecitos dan, intentando alejarse y llorar a solas, metiéndose entre los arbustos que forman un pequeño cerco y se sienta ahí mirando la hojita entre lágrimas y abrazando a su muñeca... No lo entiende... no lo acepta... no se llevará consigo la hojita y la mira entre sus manos y sabe que no es tan grande como su papi para dejarla con su familia... aún así, Aly no se separa de ella para que no se sienta solita como a veces lo está.

Su cabecita no alcanza a comprender por qué los niños se quieren ir de casa, si ahí están tan a gusto con sus padres. ¿Por qué los padres se llevan a los niños y los dejan en otras casas como le pasó a ella? ¿Por qué no la dejaron regresar a sus muñecas, a su camita, a las flores que tanto cuidaba con su madre, a la comida de ésta, a los jugueteos del "On Tá bebé" y... sobre todo... a sus brazos, a sus caricias, las nanas que ella le cantaba antes de dormir, la forma en que la bañaba aunque a Aly no le gustara, que la limpiaba la carita a pesar del llanto de la niña. Todo ese amor, toda esa ternura ¿Dónde estaba? Quería a su mami, quería a su papá, los quería con ella, a su lado, viviendo con papi y papito.

Lo deseaba desesperadamente, con tanto dolor en el pecho que en ocasiones se desbordaba y, sentadita ante la chimenea en su cojincito que sus papi y papito pusieran para ella para que se calentara, en total silencio, lloraba... lagrimitas como las de ahora surcaban toda su carita hasta caer en sus faldas o sobre Mía que era su única confidente y mudo testigo de lo que Halima aún siente en su corazón, del dolor que la desgarra y la parte en mil pedazos porque no lo entiende, de verdad que no lo acepta, no lo comprende... ¿Por qué?


- Mami... papi... ¿Pu qué me dejadon? ¿Pu qué se fuedon y no me llevadon a casa? ¿Pu qué?

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Mensaje por Louis J. Bouquet Miér Abr 04, 2012 2:13 pm

Jérémie no esta muy seguro de sus palabras. Halima es una niña pequeña, aun inocente y sin malicia, a sus ojos. Sin demasiadas experiencias, pero sumamente inteligente, como todo niño, que ve mas allá de lo que los adultos ya no ven, por que se hacen ciegos, con el pasar de los años.… Por eso, mantiene la mirada posada en ella, esperando por alguna pregunta, que es la manera en que los niños responden a las palabras de un padre. Preguntas incomodas o que para otros son obvias, no importa. Lo que no espera, es que la carita de redondas facciones, muestre aquella expresión. Pasa saliva, mientras aquella boquita de color cereza, se abre, para expresar con una vocecita de campanita, lo que ronda su mente infantil. Muchas personas, no comprenden a la niña cuando habla, es pequeña y aun no sabe hacerlo de manera correcta, pero, eso no aplica para el cambiaformas. Es su padre y realmente la escucha, no con los oídos, si no con su corazón, que se muestra abierto siempre para ella.

Los labios del asiático, se entreabren, y el sonido, es totalmente nulo. No tiene voz, no ahora que los ojos de su pequeña se rozan con cristalinas gotitas saladas. ¿Lo imagina? No, pero es peor que una pesadilla. Ahora se da cuenta que es un completo imbécil. -No Aly… no son…-logra decir con la garganta seca, horrorizado por las palabras de la pequeña. Tiene menos de cinco años, y logra dejarlo callado, sin nada que decir, sin una sola idea de cómo cambiar lo que el mismo desato, al no saber escoger la forma correcta de responder a los deseos de su hija. ¿Es un mal padre? ¿Habría pasado lo mismo con Imre? El vampiro suele ser mas seco para esas cosas, escudándose tras una timidez que alguna vez le desespero, las cosas mejoraron mucho mas con Aly… Pero, estaba seguro que Gyula no tenia la capacidad para meter la pata tan al fondo como el acaba de hacer.

Sus piernas ceden por completo, y termina por sentarse sobre ellas mismas, con las manos convertidas en un puño sobre las rodillas. Le observa apenado, preocupado… Habla de los padres que la dejaron. ¿Aun los extraña? ¡Serás tonto, maldito neko, claro que lo hace! Por mas amor que ellos le brinden a la niña, por mas que se desvivan día y noche, para verla contenta, esta claro que se acuerda de esas personas. Ya lo pensaba, no? Halima quería el amor de una madre. No es lo mismo el sentirse reconfortado por una sonrisa de mama. El mismo…. ¿No había añorado a su madre, aun ahora? Recordaba bastante bien que había alucinado varias cosas cuando quiso suicidarse por culpa de aquella cortesana. Entre aquellas apariciones… su corazón, ¿no había formado un fantasma de aquella mujer que el vio morir? La única que lo había querido, aun a pesar de lo “anormal” que era para el resto del pueblo. El comprendía a la niña, aunque las situaciones fueran bastante diferentes, tenían pequeños roces que les identificaban.

-¡Auch!- se lleva una de las manos a la parte que Halima golpeo con su fiel muñeca. No la regañara, aunque sabe que esta mal, hay cosas mas importantes que salvar primero. Las lágrimas mancillan ahora las mejillas sonrosadas de la pequeña. Son palabras duras, las que caen como losas sobre el cambiaformas. Baja la mirada, apretando aun mas los puños -¡Claro que importas, Halima! No digas eso, mi amor, si te llegaras a perder, papá correría en búsqueda de ti sin pensarlo dos veces…! - ¿Qué no le importaba? ¿de donde saca tal cosa? ¡Louis apenas descansaba para estar con ella! De los dos, era el minino quien mas hacia, teniendo en cuenta, que tenia fuerzas si, sobrehumanas, pero no inagotables. El chico alzo el rostro, mirándole fijamente.

Solo para sentir como esas tres palabras, se clavaban con la fuerza de un tifón, en su corazón. Cual espina de rosa, lento, pero con una aguda eficacia. Un hombre normal, se controlaría mas, tomaría a la niña en brazos y la llevaría con su madre sin decir nada. Si, ella sabría que hacer. Pero el no podía hacerlo. Y no era un hombre normal. Louis era una persona demasiado sensible, apenas un adulto responsable, que había quedado destrozado, al escuchar esos gritos de su pequeña. Una lágrima escapa de los propios orbes del cambiaformas, trazando una línea por su mejilla, hasta perderse más allá de la barbilla. El labio inferior comienza a temblarle, mientras esas palabras rebotan con un ruido ensordecedor, que se filtra hasta su alma. No puede arrancarlo y es probable que jamás se olvide de ese “No te quiero”. Por que, si se lo dice alguna persona que ha conocido, no le importa. Si se lo dijera Imre, lo dejaba ir, pero, que se lo dijera una niñita de menos de cinco años… Y no cualquier infante. Puede no ser su hija de sangre, pero a veces, lo que importa realmente, para crear un lazo, es un buen corazón.

La mira salir corriendo. Puede alcanzarla sin mucho esfuerzo, no será muy alto, pero si mas que ella. Sus piernas no tardarían en moverse para darle alcance, apenas un par de metros mas lejos de donde estaban hasta ese momento. Pero no la sigue. Decide dejarla sola un momento, por que el mismo, lo necesita. No puede perder a su hija, no. El olfato de su naturaleza, dará con ella en menos de un parpadeo, puede rastrearla como… si, como el animal que es.

Llanto y angustia, sufrimiento,
son el otro lado de mis recuerdos;
el tiempo dicta el principio de las cosas…


Lleva una mano a su cabello, y tira todo el largo flequillo, que cubre su rostro, hacia atrás. Suspira, mientras se pone de pie con pesadez. Pasa su lengua por el labio inferior. Antes de alzar la mirada y buscarla. No la ve, pero aun puede sentir su aroma, no muy lejos. Avanza como si sus piernas fueran de plomo. Hasta que el olor dulce de Halima, llega a su nariz con una claridad que es casi un golpe directo al rostro. No hizo ruido, la pequeña se escondía… de él. “No te quiero”. Un llanto que no sabe si parara. ¿Y si va por Imre? No. Respira hondo, intentando acercarse. La escena es desoladora y humedece cada lágrima de la pequeña, su corazón gatuno. -Namida wa kioku no kakusei…*- susurra, sonriendo de medio lado. Una expresión soltada al viento, que quizás es mas para el que para ella. Necesita empezar a comprenderla, acercarse y… hacer algo con eso que agobia a la niña. Intenta saltar, hasta donde ella esta. Se hace daño con las ramitas, en las manos, apenas unos pequeños raspones.

¿Cómo ha podido pasar aquello por alto, por tanto tiempo? Ellos creían que no hablando del tema, ella no lo sentiría, es mas, terminaría por olvidarlo, al fin su mente es blanda y así como aprende, puede dejar ir ciertas cosas, pero… No ha sido así. El pasto cede ante sus botas, amortiguando el sonido un poco. Se pone de rodillas a un lado de la pequeña, y con gesto que puede definirse perfectamente como tímido, acaricia su espalda con una mano, para después llevarla hasta sus cabellos dorados. No las tiene todas consigo, y no sabe siquiera si lograra decir algo que ayude, pues parece que siempre comente idioteces, pero aun así, lo intentara. No puede perder a su hija, no así. “No te quiero”-Halima… Mi… mi cielo, yo… Yo te amo tanto… que si… si tu llegaras a perderte, mi mundo de derrumbaría, ¿te acuerdas de cómo tiraste la pila de libros que papito acomodo el otro día? ¿Cómo se esparcieron por todo el suelo? Así se rompería mi corazón si tú llegas a desaparecer. Y correría a buscarte, sin importar nada, solo por volverte a ver. -Una pequeña pausa, mientras seguía acariciando, suavemente, la cabecita de la pequeña. Para que negar, su voz temblaba. Paso el dorso de la manga de la camisa por su cara. Nunca pensó que las lágrimas fueran una debilidad, todo lo contrario.

Mis innumerables lágrimas, solo me hicieron más fuerte,
Para seguir caminando con mucho esfuerzo…


Se movió un poco, para tomar a la niña por debajo de los bracitos y alzarla, hasta ponerla sobre su regazo, allí, con las piernas cruzadas, y pego su cabecita, a su pecho, apoyando su mejilla sobre esta. Fuerte, pero sin hacerle daño. Suspiro, mientras sentía la respiración agitada, pero entrecortada de la rubia, como mojaba su camisa aquel llanto tan amargo. Tan… - Tu mami y tu papa, te amaban, aun lo hacen, Halima. Estoy seguro. Por que, sabes? Eres una niña muy buena y cariñosa. Pero… a veces, las personas no podemos tener todo lo que queremos, y… ya se que duele… y muchísimo. Ellos… querían que tu estuvieras a salvo, y que no… no te cayeras como esa hojita desde tan alto. No querían que nada de hiciera daño… - sonrió de medio lado, separándole un poco de su cuerpo, limpiando un poco sus mejillas con sus pulgares. - Y por eso, te dejaron con nosotros. Eres nuestra princesa, y papito y papi, te cuidan de cualquier cosa que… quiera hacerte daño. Siempre estaremos para ti, Aly. Te… amo bebe.-beso su frente, antes de tomar su manita y llevarla a su pecho, donde latía su corazón -Lo que mas queremos, Halima, siempre se queda aquí, y nunca nos deja. Recuerda este lugar, Aly, recuérdalo.




*Las lágrimas son el despertar de los recuerdos.
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Mensaje por Halima Bouquet-Andrássy Mar Mayo 01, 2012 8:15 pm

Me duele mi corazón y ahora sé que es porque le faltan dos partes...
¿Sabes a dónde han ido, papi? Ayúdame a encontrarlas, por favor




En su mente resuena la voz de su madre en esa canción que tanto le gustaba tararear antes de que Halima, entre sus brazos, se quedara dormida. Puede escucharla con total claridad, el timbre de la voz de esa señora que tanto la amaba, que tanto le sonreía, que la reprendía cuando hacía algo mal, que asentía cuando Halima la ayudaba a regar las flores de su jardín, tan bello y lleno de rosas que la niña se sentía maravillada todo el tiempo a su lado. Porque su madre era lo máximo, la figura más representativa de toda su existencia y a la que más amaba por sobre todas las cosas. No había nada más grande que ella, más importante, más adorada.

Halima podría correr a sus brazos y saber que ahí nada malo le sucedería, que estaba protegida, cuidada, amada en todo momento y en todo lugar. Que las personas que le rodeaban sólo le darían amor y felicidad en tanto su madre estuviera presente y la llevara de la manita por todo el pueblo saludando a tantas personas que se agachaban a hacerle cariñitos a la niña tan hermosa que colgaba del brazo de su madre. Aly recordaba mirar entonces el cabello de esa dama, tan rubio como el suyo propio, ese rostro blanquísimo y la sonrisa que jamás la abandonaba y la incitaba a hacer lo propio. Era tan bella...

En su corazón se mantuvo durante todo este tiempo y mientras mira su muñeca puede oírla en su cabecita una vez más. La niña traga saliva cerrando los ojos mientras sentía el dolor en el pecho que no se le iba, que no la dejaba respirar correctamente, que anidaba y anudaba su estómago. Abraza a su muñequita en tanto las lágrimas no dejan de recorrer su carita incontenibles, incontrolables. La había perdido en algún lugar, en algún momento y no sabía cómo recuperarla, cómo regresar a ese lugar que era su casa, donde sus muñecas eran mucho más grandes que la misma Mía, donde todo era tan pobre que no había tantos lujos como en la casa de papi y papito.

Recordaba las paredes blancas, pero la suya siempre tenía manitas de Halima pintadas por doquier, de todos tamaños conforme ella iba creciendo, mientras que su camita estaba adornada por una frazada tan calentita, de lana y mullidita como el cojincito que usaba para sentarse frente a la chimenea a ver el fuego y recordar. Porque eso hacía mientras se quedaba en ese lugar solita, rememorar toda su vida pasada, desde las pelotas que había para que jugara hasta la comida de su madre que tanto la hacía renegar y que en cambio, hoy se moría por comer de nuevo.

Y papá, ese hombre con los ojos tan azules como los que Halima ve cada vez que se mira en el espejo, ese cabello oscuro y la sonrisa tan vivaz mientras la tomaba entre sus manos y la aventaba al cielo mientras su madre se tapaba la boca y Halima reía como nunca, pidiendo más y más, mientras más alto, más las risas de su padre y ella misma hasta que él le hacía cosquillas con su boca en la pancita haciéndola reír hasta llorar. Hasta que la pancita le dolía y entonces le pedía que ya no más, ya no continuara...

Y mientras tanto, en el parque ante ella, aparece la figura de su papi Louis, de ese señor que la abrazara y la acunara cuando ella buscaba con desesperación a papá y a mamá cuando desaparecieron, que se agacha ante ella quien puede mirar esos ojos tan diferentes a los que conocía y al mismo tiempo que le ofrecen tanto calor como los de su papá y mamá. Es tan bueno con ella, tan dulce y atento. Halima no recuerda una sola vez que lo haya necesitado y él no hubiera estado. Siempre a su lado, de la manita. Ocupando el lugar de mamá y de papá... que ya no están...

Sus palabras son escuchadas aunque... de momento no llegan a su corazón, a su razonamiento, es que no lo entiende realmente, ¿Por qué? No hay una verdadera explicación a todo lo que le acontece, a lo que le falta y ella siente que necesita a su lado para ser completamente feliz. Sus caricias no la consuelan, no le dan esa felicidad, ese cariño que entre los brazos de su madre sentía. Derramó lágrima tras lágrima en un mudo recuerdo que no se iba. Que no la deja en paz, que no le permite continuar. Aunque entiende que papi y papito son su realidad, no puede dejar el pasado. A pesar de que papi hace travesuras con ella, le permite tantos deslices, el caerse, el pararse solita, el correr, el saltar, incluso el darle un zape cuando se lo merece, no es... no es su papá... no es su mamá...

Es pequeña, no puede olvidar, simplemente está ahí, una espina clavada en su corazón. Dos, para ser exactos que si se extraen dejarán incompleto ese órgano del amor. En el que ella deposita toda su adoración. Los necesita tanto, a su madre cantándole, a su padre aventándola al techo... Y una caricia no basta para recuperarlos, para consolar ese corazón que sangra de dolor desde aquél día que despertara en la cesta y no estuvieran con ella. Su casa, el olor de ésta, el calor, el correr al patio para ir a ensuciarse de barro porque no hay pasto, el reír mientras se moja en el río cercano de su casa. El atrapar ranas en compañía de su papá, el tirar piedras con su mamá... Sus rostros... sus risas...

- Mamá... papá... - dos palabras con tan grande significado para una pequeña como ella. Que lo son absolutamente todo y que aún con todo el amor que le tiene a esos dos hombres que ahora dominan su completa existencia, no basta para olvidar a aquéllos que se la habían entregado. Las palabras de papi resuenan en su mente... "esa pila de libros..." "esparcidos por el suelo" - ashi she shente Aly... su podazón tá en el suelo... y nu sabe pu qué papá y mamá no tan... nu sabe pu qué se fuedon... pu más thi ame a papi y papito... nu tan papá y mamá... - una lágrima resbala por su mejilla llegando hasta su barbilla redonda...

Deja que le abrace, pero eso hace que el llanto se vuelva más incontrolable, más sentido, más desesperado y se abraza a su papi, apretando su camisa entre las manitas mientras llora y llora, sin saber cuándo parar, sin querer siquiera hacerlo. Su cuerpo se convulsiona una y otra vez en tanto el dolor brota cual manantial de sus ojitos, mientras su nariz jala un aire desesperadamente, así como quisiera extender las manos y atrapar a su familia para regresarla a su vera. ¿Por qué? Es que no tiene la solución, es que no sabe qué pasó, es que no lo entiende. Su pequeña mente no es capaz de entender la maldad del hombre o bien, el mal que hacen por omisión, por no desear las consecuencias de lo que entre manos se tiene.

- Nu he cheto, nu do es... nu mi mentas... pu que si Aly fueda buena, ellos estadían ponmigo... si amadan a Aly nu mi hablían dejado sholita... nu mi aman... ¿Veda thi no? Nu me mentas... tú sí amas a Aly... pu que tás aquí... a pesa thi Aly mala pontigo... - le tiemblan los labios y sigue llorando a pesar de que su papi se hubiera empeñado en limpiarle los ojitos porque es que no entiende cómo puede ser que se hayan ido. Si Halima fuera una niña buena ¿No estarían con ella entonces? No tiene duda, ella es mala, algo hizo para que papá y mamá no la quisieran, para que se alejaran de ella y la dejaran solita... y su corazón aún en medio del pesar puede sentir otro: el de su papito. Ese hombre que tanto la mima y la quiere sufre y lo hace por Halima, por sus palabras puede sentirlo, esa empatía de la que es poseedora le permite saber eso y muchas cosas más... le ha lastimado, le ha hecho mal, entonces sí, es mala... ¿Cómo evitar entonces que su papi la deje también? Arrepintiéndose y diciéndole la verdad, siempre su mamá se lo dijo: "Halima, no seas mentirosa, di siempre lo que sientes aunque te duela" y eso hará la pequeña, obedecerá a su madre entonces... se lo dirá pues a su papi... ¿Acaso él la perdonará? No lo sabe, pero claro que lo intentará... - Aly the quede muxo... muxo... papi... nu dejes a Aly solita... nu pomo papá y mamá... nu mi dejes papi... io te quedo... pedoname... yo shi te quedo... - ¿Cómo decirle que sólo había sido un exabrupto? Que no quiso lastimarlo, que no deseaba que llorara, que se pusiera triste. Sólo quería hacerle ver que ella... que a ella sí le dolía que esa hojita no estuviera con su familia, que fuera separada de ella como Halima lo fue de la suya. Ama a papi y papito, pero no puede olvidarse de papá y mamá. No puede. No quiere...

Halima no entiende mucho de lo que le rodea, actúa en consecuencia y lastima a quienes quiere sin proponérselo, aún así siente y sabe cuándo se equivocó. Su empatía es tan grande que siente el dolor de su padre y en consecuencia busca remediarlo. Aly sólo quiere aceptar lo de papá y mamá, pero para eso primero debe entenderlo y no es algo que pueda hacer ahora porque no tiene las respuestas de las actitudes de sus padres. Las palabras de papi no son suficientes para detener el río de lágrimas que la embarga tras tanto tiempo de ocultarlas... de tanto que se mantuvo en silencio esperando ansiosa que regresaran a por ella y vivir juntos todos, papá, mamá, papi, papito... y ella y Mía... y Neko... pero hasta hoy, nada de eso ha pasado, lo que pone cada día más triste a la niña. ¿Cuándo entonces? ¿Habrá un día? ¿De verdad lo habrá? Preguntas sin respuesta que ella necesita saber...

- Papi... io tambén te amo... muxo... Aly... Aly nu quedá flesas jamás si papi y papito no la aman... no la peldonan pol sel niña mala... - le mira con dolor y ojos brillantes, no quiere perderlos a ellos también, no quiere quedarse solita con Mía y Neko... no quiere... prefiere quedarse sin fresas, no comerlas nunca, no comer su platanito, ni su pollito, es más... comería atún en caso de ser necesario, pero que no la dejen... por favor no ellos, no también ellos - ¿Vedá thi tú y papito nunca me dejadán? ¿Vedá thi no? Pu favo... nu mi dejen sodita... nu tambén utedes... pometo pomel atún, pometo sel buena... pelo pelo... nu shi vaian tambén...

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A tu dedecha... nuuuu a la iquielda... nuuuu adiba (Halima & Louis) Empty Re: A tu dedecha... nuuuu a la iquielda... nuuuu adiba (Halima & Louis)

Mensaje por Louis J. Bouquet Dom Mayo 13, 2012 7:07 pm

El cuerpecito entre sus brazos, esta inquieto, alterado por un llanto que desgarraría el alma de cualquier persona. Louis le estrecha con cuidado, amoroso, dolido, pero atento. Desesperado por que esas lagrimas que aparecieran minutos atrás, no se van. No se evaporan y van lejos, para no volver. El prefiere mil veces antes, verla llorar por caerse y rasparse las rodillas, o cortarse un dedito haciendo figuritas de papel con él, alguna tarde, en el salón, comiendo dulces a escondidas de Imre, pues el opina que no debe comer tantos. Si, es Louis la “mala influencia”. En estos casos, un besito y una vendita, pueden ser más que suficientes. Pero, cuando las cosas que provocan el llanto, nacen del mismo corazón, quedas totalmente desarmado. Avanzando a tientas a terreno desconocido, como un barco contra corriente.
Pasa saliva, en un intento de calmar el nudo que se le forma, no quiere ponerse a llorar aun mas, el debe ser el fuerte allí. Puede hacerlo con Imre, pero, con la pequeña… Tiene que regresar el la sonrisa a esa carita de ángel. No importa como, ni cuanto le tome. DEBE hacerlo. ¿Y si busca a aquellas personas? No. No merecen estar con su Aly. Es celoso, posesivo. Pero la niña es suya, desde el día en que la abandonaron. No iría en su búsqueda…. Pero Halima parece quererlos tanto… en la misma medida que los extraña. Aunque, si le llevara con ellos –en el remoto caso de dar con aquella pareja- y después regresara a casa con el vampiro, el dolor seria aun mayor. Le sostiene con más firmeza, limpiándole las mejillas con sus pulgares. -mi amor, quizás… yo no sea como tu mamá, ni como aquel al que llamabas papá…. Pero yo no me iría, y comprendo que los extrañas. Pero, Aly, papito Imre, ni papi Louis, dejarían que tu corazoncito estuviera en el suelo. Queremos que seas feliz, te cuidamos, te amamos… perdona si no ha sido suficiente. No te diré que les olvides, pues forman parte de quien fuiste, y eres en este momento. - No era bueno con las palabras, y dudaba seriamente, estar andando por buen camino; pero al menos, se esforzaría por hacerle sentir mejor.

El cuerpecito de Halima es sacudido con más fuerza por ese llanto que lejos de remitir, se intensifica. Y que es lo único que pude hacer el gato? Abrazarla con fuerza, darle pequeños besos sobre la coronilla, meciéndola con suavidad. Se traiciona a si mismo, y acompaña a la niña en el dolor que prefiere que sea suyo, a que lo pase ella. Aly se aferra con fuerza, y el, ya lo dijo, no se apartara de su lado. Ahora lo llama mentiroso, y dice que es mala, Louis niega suavemente, con los ojos cerrados, un momento, acariciando sus ricitos. -Aly, a veces, se hacen cosas incomprensibles, por el amor. Es algo difícil de comprender, lo se, cariño. Pero, sabes? Ellos al dejarte con nosotros, te dieron una muestra de amor, no lo olvides. No se por que te dejaron, pero, Aly, … sabes? Ni papito ni yo, tuvimos papas cuando éramos niños. No sabes cuanto desee tener a alguien que cuidara de mi, que estuviera cuando las tormentas aparecían. Cuando la noche llegaba y… ellos te dejaron con nosotros, que te amamos muchísimo; si no te quisiera, te habrían dejado en medio del bosque, y te habría comido un oso, asi ¡pump! De un bocado. - una sonrisa, para que sepa que no esta enojado por lo que le dijera antes. “No te quiero”-Y tu no has sido niña mala, mi amor. Tampoco, hay cosa que perdonar, yo se que… yo se que nos quieres cielo

La sonrisa algo tambaleante, pero sincera, mientras da más besos sobre su frente. No quiere que la niña se culpe más de cosas, que ahora es difícil que comprenda del todo, y que hasta para el gato lo son, no quiere ser él, el que cause mas lagrimas esa tarde. Sostiene su manita con fuerza, y le mira con fijeza, a través de aquellos orbes avellanados que se dulcifican, de esa manera tranquila, despreocupada y amorosa, solo para ella. -Yo se que no querías decir eso. A veces, cuando nos ponemos tristes o muy molestos, decimos las cosas sin pensar. Y no te dejare, princesa. Siempre estaré a tu lado, aun si papito te regaña por no comer toda la sopita, papi te dará dulces, y cuando te alejes mucho de casa, seguiré tus pasos hasta el fin del mundo, si es necesario, para traerte de nuevo, junto al fuego, donde te leeré cuentos y te cantare, aunque Imre diga que lo haga mal y si me están matando o algo así- - sonrió, con mas ganas. Eso último era broma, claro esta. El vampiro solo lo diría para molestarlo, en venganza de las tantas veces que el lo picaba, como el hecho de arrojarle almohadas a diestra y siniestra, o ponerlo incomodo solo para sonrojarlo.

[right=LightSteelBlue]Se dice que hay una sonrisa,
en el lado opuesto de la tristeza[/right]
[/color]

-Asi que, Aly, no digas que eres mala. No te gustara el atún, tal cual a tu papito Imre, pero, sabes? Aun así los adoro a los dos.-Una sonrisa, que se mantiene, que vea que el esta bien, que lo que mas le importa, es ella. Y que no hay nada que no daría o haría por verla contenta. Mas besos sobre sus mejillas, por que ella es la única mujer en su vida, a la única que tiene reservados esos cariños tan estrechos. -Y no seria capaz de dejarte, por que ocupas un lugar tan grande en nuestros corazones, que hacerlo, no nos dejaría seguir respirando. No es necesario que comas atún, Aly, nosotros te queremos así, tal como eres. -le aseguro, dándole otro beso rápido en la frente. Sabe que no esta todo dicho, y que ese asunto puede regresar, con el correr de los años, que saltara en el momento menos esperado. Pero, esperaba, tenerle mejores respuestas, tener el apoyo de alguien que le ayude a entenderla y buscar la mejor forma de acercarse a su pequeña damita.

Le sujeta con mayor firmeza, y se pone de pie, con cierto esfuerzo. Intentando distraer su atención de esos temas que le provocan dolor, intenta de nuevo, animarle de cualquier manera, y esta vez lo intenta, ya no solo con una sonrisa, si no picando su pancita con uno de sus dedos. -puff! Papi debe hacer mas ejercicio, o no podrá cargarte, mira… a que has estado comiendo demasiadas fresas? - su niña estaba prefecta, rechonchita como todo niño sano, comenzó a hacerle cosquillas, antes de volver a estrecharle fuertemente, de manera sobre protectora. Paso la pierna por encima de las ramas que los cercaban, con el cuidado suficiente para no caerse y tirar a Halima, una vez estuvo del otro lado, le bajo, tomando su manita. No quería tenerla lejos, no ahora, después de ese momento tan amargo. Baja la mirada, encorvándose un tanto –Y bien amor… ¿aun tienes hambre, o prefieres que juguemos un poco?

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Mensaje por Halima Bouquet-Andrássy Dom Jul 08, 2012 10:44 pm

Papi...
Abrázame, no me sueltes nunca...


Nunca Aly sintió tanta desesperación y frustración como hoy, pero sobre todo tristeza porque no entiende el por qué de lo que siente, de las palabras de su papito que le dice que mami y papá no volverán, que se han ido. ¿Para siempre? ¿Por qué? No niega que sus padres adoptivos son buenos, pero ella quisiera que los biológicos estuvieran con ella. Algunas lágrimas se derraman en sus ojos y traga saliva en tanto es tomada en brazos de Louis y se deja mimar. En silencio mira las hojas de los árboles caer con el viento y a los niños correr buscando a sus madres, una que ella ya no tendrá si es que su papi tiene razón. Solloza sintiendo su corazón estallar de dolor, su nariz aspira ruidosamente por la mucosa que ya está segregando, pero que ni siquiera se afana en limpiarla. Mira el mundo seguir su curso cuando ella está aletargada por la ausencia de sus dos figuras más importantes en el mundo de un infante.

Alza la carita hacia Louis y observa sus ojos azules llenos de congoja por ella, ese cabello rubio que tanto le gusta acariciar mientras que está acostada succionando su pulgar antes de la siesta y que no concilia el sueño si no tiene un mechón entre sus dedos. El rostro masculino cuya memoria empieza a fijar más en ella que la faz de su padre biológico. Siempre Louis es el que le apoya en sus fechorías, en esas diabluras inocentes como ocultarse en una esquinita para espantar a papito y luego correr antes de que él la atrape y le haga cosquillitas. Él es quien se come su atún cuando le es servido a espaldas de papito. Quien le lleva dulces cuando está castigada por algún destrozo hecho. El que siempre la lleva de la mano, de forma orgullosa y enternecida. Quien corre cuando se cae y le da besitos de sana sanita.

Louis.

Su amor infantil volcado en una sola persona, ese cambiaformas que lo da todo por ella, aún ahora que se afana en que ya no siga sufriendo porque es tan sensible, que él mismo se apena y acongoja al verla así. Louis. Papi Louis. Y su cuerpecito se sacude de dolor abrazándole bien fuerte, esperando que sus palabras sean ciertas, queriendo desgarradoramente que no le mienta porque si pierde a ambos, entonces Halima no sabría qué hacer. Seguro se acostaría en su camita para no despertar. No querría fresas ni a su Neko, ni a su Mía. Solita se quedaría ahí, hasta que el coco se la llevara por desobediente. Y ni eso sería suficiente para sacarla de ese dolor que sentiría.

Lo abraza, rodea fuerte a Louis cuando éste la levanta y no quiere soltarlo. Aspira ruidosamente otra vez por la naricita y besa incontables veces la cara de ese hombre a quien Aly tanto ama. Porque sin él, la vida no sería igual de bella y luminosa. No habría flores, ni risas, ni una chimenea calentita, ni dulces que pudieran hacerla reír. Lento, muy lento, ella forma un esbozo de sonrisa mirándole atenta, queriendo que sus facciones no se pierdan y sabiendo qué guapo es. Diosito fue muy bueno con ella y papá y mamá aunque no estén, la dejaron con una pareja maravillosa. Sorbe de nuevo su naricita y se prenda de su cuello con fuerza, rodeándolo con sus manitas hasta no dejarlo ir, recargando su cabecita en el cuello de Louis.

Asiente a lo que él dice, a todo ello aún a eso de que está gorda, no quiere pensar en nada, sólo cierra los ojos y se obliga a escuchar nada más... el retumbar de su corazón, el aire que le acaricia los rizos, el timbre de voz de su papi, el corazón fuerte del hombre que resuena discordante con el suyo, pero que la hace suspirar y sentirse aliviada, aprieta fuerte las manos que rodean el cuello masculino. Cual una nana se tratara, Halima se arrulla con esos sonidos haciendo caso omiso a los demás. El fuerte retumbar del órgano circulatorio le hace sonreír porque va acostumbrándose a su sonido, olvidando el que alguna vez le diera la paz completa: el de su madre. Lo va, entre lágrimas, sustituyendo por el de Louis porque Imre es un vampiro y su corazón ya no late. Traga saliva y niega con la cabecita a las propuestas de Louis, no quiere nada, sólo estar así con él... abrazadita, escuchando su vibrante motor... para siempre...

Aunque parpadea sorprendida cuando Louis la pone en el piso y le toma la mano. La obliga a mirar el mundo y ella aprieta fuerte los dedos de su papi. Tiene miedo de él y se esconde soltándose y abrazándole la pierna. Niega con la cabecita, no desea verlo, no desea caminar por él. No aún que se siente tan indefensa. Sus ojos van secándose lento, pero ella se conforma con estar así, rodeando la pierna de su papi. Tragando saliva y con los ojitos cerrados. Ahora no tiene hambre, no quiere correr, sólo desea abrazarlo y ya... sentir que no se le va... saber que no lo perderá...

- No queyo naya... sólo etal pontigo, papi... sólo eso...
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Mensaje por Louis J. Bouquet Mar Ago 28, 2012 8:21 pm

Nadie lo preparo para ser testigo de esas cosas, vivirlas en carne propia. No sabía que ser padre, era enfrentarse a esas preguntas por parte de un ser pequeño, que se formaba a día a día. Tal vez, él no hubiese tenido a nadie más que su madre, cuando tenía la edad de Aly, pero… él siempre fue un niño más bien retraído. Su madre, cuando no encontraba respuestas, como al hecho de por qué él era tan diferente de los demás niños del pueblo, solía acariciar su cabeza, acurrucarlo en su regazo y tararearle una canción para que durmiera. Susurrándole palabras tiernas. Las respuestas a las interrogantes más profundas, suelen encontrar resolución a lo lago de nuestras vidas, llegándonos en el momento que menos esperamos. Solo hay que esperar, saborear el presente, y no aferrarse al pasado ni esperar con ansia desmedida el porvenir.

Las mejillas de su pequeña se han teñido de un color rojizo, que le hace ver aún más vulnerable. Sus ojitos no dejan de producir lágrimas, su naricita debe ser limpiada. Y su cuerpecito, ese que estrecha con tanto amor, presenta ese movimiento espasmódico del momento cuando has llorado dolorosamente, y pareciera, que aunque no puedes llorar más, el llanto no se desvanece por completo. Y es más triste aun ver así a una niña de la edad de Halima. Le sujeta fuerte, porque el solo viento podría arrebatársela y llevarla lejos. Entonces, no tendría a ese querubín con el cabello miel. Las risas cesarían, los juegos serian pausados, los juguetes abandonados, las travesuras tocarían su fin. Los sueños se disolverían, y sin Aly, viviría siempre preocupado, solo, en compañía de Imre. La felicidad seria solo un recuerdo. Ya no concibe la vida sin su hija, sin esa pequeña con toques mágicos, en más de un sentido.

Y entonces, la pequeña aprovecha la proximidad, para repartir un montón de besos por todo su rostro. Literalmente, como si quisiera comérselo. Como si con eso comprobara que lo amaba, pero al mismo tiempo, que él era real. Que él no era solo un sueño dulce para la niña que habían dejado, tal y como habían hecho con Imre, o de cierta forma, con él. Las lágrimas de ambos se mezclaban, haciendo la carga menos pesada. Los malos momentos de Aly, Louis le ayudaría a soportarlos.

El corazón de ese hombre está lleno de lágrimas
Eso es por qué ese hombre te ama, porque tú eras tan parecida a él
Y claro que lo era, porque Halima también aprendía a sonreír, luego de un momento tan amargo. Eran mas los buenos recuerdos que estaban construyendo día a día, que heridas que escocían de vez en cuando, pero que con el tiempo, apenas serian unas líneas de un suave rosado. Mismas a las cuales, siempre les daría un besito, para evitar algún amargo sentimiento. El cuerpo de la pequeña esta aferrado al suyo, y el cambiaformas no desea que nunca este lejos. Eso, así esta mucho mejor, empiezan sus cachetitos a moverse, dejando que la sonrisa florezca, aunque aun hay lagrimitas y los moquitos tienen asaltada su nariz. Se va tranquilizando, quedando como una llovizna aquella amenaza de huracán. ¿Por qué aprieta con fuerza su mano? Ya le ha dicho que no la dejara. Que no tiene que tener miedo, por que, su papa Louis siempre estará a un lado del camino para acompañarle, para cuidarle. Pero Halima se esconde, como un ratón asustado. ¿Sabe ella que, se esconde detrás de un sujeto sumamente cobarde? No, no lo sabe, por que para ella, Louis es muchas que el no cree de si mismo.

La escucha, y entonces, suspira. Media sonrisa compresiva, aparece en los labios del asiático, revolviendo el cabello dorado de la pequeña. Le toma de nuevo en brazos, apoyándola sobre uno de ellos. -Ven amor, ven. Papa te limpiara esa naricita- sacaron dificultad un pañuelo, y lo acerca a la nariz roja de Aly, limpiando un poco, esperando a que se suene, que no le hace bien sorberse la nariz. - Halima… ven, si no quieres comer… ¿Alimentamos palomas? - le propone, con una sonrisa. Quizás darle una corrediza a los pobres animales, le haga volver a estar tan alegre como antes.

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