Una niña intentando bañar a un neko O_o (Zelo y Halima)

Un animal hermoso le llama la atención, lo mira atenta, desde su carita rara, sus orejas punteagudas y esa enorme cola toda esponjosa que dan ganas de tocar y acariciar para ver si es tan suave como aparenta a simple vista. Alarga la manita y la ardilla la mira, dejando las hojas para mover de forma curiosa la nariz olfateándola, pero luego la ignora al ver que no tiene ni siquiera un cacahuate interesante y rico que pueda paladear, para la desilusión de la niña que la ve seguir buscando entre las hojarascas.

Una voz la hace saltar del susto, volteando a ver al causante de su exabrupto, la persona ante ella era... curiosa y la pequeña parpadea varias veces observando los ojos que lucen alargados como los de su papi, incluso tiene esos rasgos raros que papito no tiene. Lade la cabecita a la derecha observándolo, sus largos cabellos negros, su figura tan esbelta, la niña se lleva la paleta a la boca y la come con placer, con deleite en tanto esa persona extraña se acerca a ella lento y luego estornuda haciéndola reír contenta. Le gustan los ruidos de ese tipo, son... divertidos.

Parpadea ante la pregunta y chasquea la lengua abrazando a su muñequita. No sabe qué es estar perdido, no es que ella lo esté ¿O sí? Una cosa es que papi no esté y papito esté dormido y otra diferente es que ella esté... Se saca la paleta de la boca para mirarla atenta, roja como le gustan, pero le encanta más eso que papi dice se llama "rosa".

- ¿Pelida? ¿Thi is eso? - vuelve a meterse la paleta en la boca y luego la saca - ¿Bustas? - recuerda que su papi le ha dicho que debe ser "compartida". Sí, darle un poquito a los demás de lo tuyo. Por eso es que alarga la manita hacia el joven. Podría ser un peligro, pero no para Halima. Aly tiene sus trucos bajo el bolsillo de su muñeca. En caso de que nada funcione, un buen grito ahuyentaría a todos.

Se pone en pie con dificultad abrazando a su muñeca para caminar hacia el agua, le gusta eso y ríe cuando el viento mece el agua creando pequeñas olitas que llegan hasta unos cuantos metros lejos de ella, voltea a ver al joven y le señala la laguna al tiempo que ríe y regresa la mirada hacia el líquido. Da unos saltitos antes de sentarse de nuevo, mirando toda esa basta extensión y vuelve a comerse su paleta.

No hay nada que le preocupe, nada que la haga sentirse a disgusto, ese hombre parece ser bueno, al menos a su muñeca también le gusta. Y si a su muñeca le agrada alguien, a Aly también. Además, no es que le suceda algo. Papi siempre está cerca de ella, así que está muy bien protegida, seguro que sí.

Está muy a gustito ahí, sentadita en el pasto mirando la laguna, con el joven al lado suyo que le parece tan adorable como su Papi o Papito, un ser bueno que no le hará daño. Así es como se siente y le gusta. Sonríe mientras sigue comiéndose su paleta que está rica, pero no tanto como una de piña que devoró el día de ayer. Aunque claro, papi tuvo que terminársela porque a la mitad ya no quería más. Sus ojitos se fijan en el cabello castaño del varón, en su cara alargada y esas facciones que le parecen tan conocidas.

¿Juego de manos? Lo mira sin comprender qué es eso. Más que eleva las manos y ya... parpadea buscando una respuesta más... satisfactoria que el simple hecho de que él haga esa pose que pareciera decir "yo no hice nada" como a veces su papi le dice a su papito. Lo demás, no tuvo sentido para ella, es decir, se hace ovillito y luego rueda, parece divertido, pero no tanto cuando azota contra un árbol.

Halima parpadea asombrada. ¿No se supone que es un adulto? Bueno, al menos hay una lección: no hacerse ovillito y rodar si no se sabe a dónde va uno a dar. En caso del señor, chocar. Parpadea de nuevo y mira a su muñeca.

- Nu vaias a hace eso, is tonto... y duele... y mamos a vel thi le pasó a ese tonto seño - se pone de pie y va caminando lento hacia donde el joven para mirarle y niega - tonto, thi dodió, la poxima vez ve a done thi didiges - y rió divertida al ver que él se sobaba el, de seguro, chipote - Nu sabo palmas, pelo thi on tá bebé - se sienta y ríe para taparse la carita con las manos - ¿¿¿On tá bebé??? - pregunta y luego se destapa la carita y dice con voz gruesa: - ¡Atí táaa! - y se ataca de la risa, moviendo los piecitos toda feliz, con sus dientecitos de leche asomando en la carita y los hoyuelos en las mejillas.

Su risa es contagiosa, pura ternura y un alma pura es lo que Halima representa. Una preciosidad con patitas, un duende de la felicidad. Un ser que no sabe de maldad, que jamás la ha visto a pesar de haber sido abandonada por sus padres puesto que la educación y cuidado que su papi y su papito le brindan es la que ahora mismo importa. La pequeña aplaude y mira al joven, como esperando a que él haga lo mismo.

Se encuentra a gusto ahí, con la cabecita en el muslo tibio del chico, mirando al cielo comiéndose una paleta en total silencio, escuchando el cantar de los pájaros, el aire le trae olores deliciosos y su cuerpecito siente cómo le pica de forma divertida el pasto. Es feliz en ese instante, abrazando a Mía y quedando con los ojitos cerrados para dejarse llevar por ese conjunto de sinfonías propias del lugar. La laguna trae y lleva el agua en formas circulares que atraen a cualquier ente a disfrutar de su maravillosa presencia. Suspira feliz y mira su paleta en silencio, contrastada contra el cielo, sonríe y parpadea admirando sus colores y todo lo que los rodea.

Sorprendida, se deja acurrucar contra el hombre y abre los ojos grandes, grandes cuando le escucha malinterpretar sus palabras, pero ríe feliz con el roce de su nariz y sus piecitos se mueven de arriba a abajo inquietos y divertidos. Gorjea y aplaude para verlo con mucha alegría y esos sentimientos puros que sólo los niños tienen cuando las sonrisas se vierten en sus rostros.

- Dije thi io - se señala a sí misma - nu so ballena, nu so Keiko, - gruñe todita - nu tú, tás despitado hoy - ríe feliz mientras busca frotar su nariz contra la suya, para reír a carcajadas de nuevo jugueteando los piecitos y mostrando los dientecitos de leche - nu, nu mi pondlé pelota pu que io habo ejecicio - dijo contentita pensando que corría, saltaba e iba de un lado a otro que agotaba a su papi y ella aún seguía con su papito hasta que caía muerta.

Abre los ojos enormes al escucharlo hablar al tiempo que le tapa la boquita, sus ojitos miran a todos lados y abraza fuerte a su muñeca, dejando que las esconda. Observa a la gente y alza una cejita, corren quién sabe a dónde, pero si quien la abraza y a quien le tiene confianza dice que hay que quedar callados, Aly le obedece. Pareciera que buscan a alguien, pero espera que no sea a ellos o a su papi. Parpadea y abraza al hombre por el cuello aspirando profundo y soltándolo con cuidado de no hacer ruido. Es como jugar a las escondidillas, pero esos hombres no son como su papi y papito que le hablan con dulzura, no. Esos parecen agresivos, así que Aly hará lo imposible por no ser descubierta.

- Mi papi tadá bucándome - le dice al hombre cuando todo pasa y en medio de susurros - ¿Mi ieba a mi casita? - pidió con preocupación - temo thi papi shi encuentle pon esos hombles malos y les pebe... - en su mente infantil, jamás verá a su papi perdiendo en algo, siempre será él su héroe y quien gane todas sus batallas. Para ella, papi y papito son lo máximo, los que saldrán siempre invictos. Este hombre que tiene ante ella le cae muy bien, por eso es que le tiene la confianza de enseñarle que, tras la espalda, su Mía tiene escrita la dirección de su hogar. Así Halima siempre volverá a casa.

Ese hombre parece bueno, la cuida a pesar de que no sepa bien cómo jugar al "On tá bebé" y ruede hasta golpearse. Halima siente que puede confiar en él y eso es todo lo que necesita. Incluso hasta jura con la garrita como hace su papi cuando se ve muy presionado por lo que la niña le pide. Sí, puede irse con él, así que sonríe y aplaude porque ha elegido bien. El sol va desapareciendo dejando la noche tras él, pero ella se siente tranquila mientras camina al lado del grandullón. Puede ser que él no sea tan enorme, pero siendo ella tan chiquita a todos los ve gigantes. Para su fortuna aún sigue en brazos del cambiaformas por lo que no tiene que andar casi corriendo tras él, producto de tener ella los pies más chiquitos.

¿Ponerla sobre sus hombros? ¿Y qué es e...? Los ojos se abren grandes, grandes cuando es colocada en esa posición y puede ver todo desde su altura. La que nunca tendrá en toda su vida, pero el cielo parece tan cercano que estira la mano entre risas de algarabía, puede ver muchas cosas que antes no, así que ésta es la vision de los adultos, por eso es que saben tanto de lo que viene y lo que no. Puede observar el contorno del parque, la laguna y su extensión. Incluso ver a los demás "a su altura" sin la necesidad de que le dé dolor de nuca como cada vez que quiere ver el rostro de una persona.

¡Vaya que es interesante, que es divertido, que le provoca felicidad! Los saltos que daba el hombre la hacían rebotar al compás de la canción que entonaba haciéndola reír mucho más. Para su fortuna estaba bien tomada de una manita y con la otra Mía intentaba precariamente no caer, pero al final Halima no tuvo la fuerza necesaria para evitarlo y ve cómo su compañera de travesuras cae. ¡Qué bueno que es de trapo, que si fuera de porcelana... e_e!

Abre los ojos enormes, enormes cuando Mía cayó al suelo, se voltea intentando agarrarla, pero para su fortuna el cambiaformas lo nota, la baja de su lugar privilegiado y la lleva hasta Mía. Pobrecita, es que no resistió la alegría y pues se cayó. Lo mira tomarla y escucha que con besitos sana, así que la abraza fuerte, bien fuerte y la besuquea toda con mucha alegría y cariño. Es su mejor amiga, la única que tiene, la que conoce sus penas y alegrías, la que se llena de barro cuando salen a saltar los charcos, la que corre con ella cuando "hacen" algo malo, la que se sienta frente a la chimenea a ver el fuego que le recuerda tanto a casita. Mía, su Mía. Lo hace con tanto cariño que se refleja cuán importante es su muñeca y sobre todo, cuánto hay de eso en su corazón.

- Mi iamo Halima... mi dice mi papi y mi papito Aly... - sonríe feliz extendiendo la manita como le enseñaran - muxo buto...

e_e Definitivamente está loco este señor. ¿Escapar de osos? Incluso los busca por todos lados, pero no ve a nadie. Ha de ser de esas personas que papito dice que les falta un tornillo. Sí, habrá que buscarle uno, pero aún sin él Aly se siente bien a gustito. Le toma la mano y camina con él a sus pasitos pequeñitos, cuidándole como él lo hace con ella. Tiene ganas de llegar a casa y comerse un plato de avena con fresas, sí, qué rico. Y darle otro a este hombre que...

- Mía tá ben, ya sondíe, pelo ¿Tú quén edes? ¿Pómo ti iaman tu papi y tu papito? - pregunta curiosa mientras sigue caminando - edes dado muy dado, pelo en casita pomedemos avena y fesas ¿Ti butan las fesas? A mí thi... muxo - ríe feliz y da saltitos al tiempo que sigue caminando por una de las calles que ya conoce. Aunque sigue sin ver a su papi, seguro que no se enojará porque llegue con este hombre, su corazoncito le dice que es muy amable, que es muy bondadoso y eso para Halima es suficiente.

Una de las calles es muy transitada, hay muchos vehículos que pasan y Halima se detiene esperando tranquila a que puedan pasar. Observa venir los carruajes elegantes y ríe feliz señalando los caballos, sobre todo los negros y los blancos... esos le encantan. Cuando sea grande montará uno, porque papito no quiere que lo haga ahora, una pena porque ya estaba convenciendo a papi e_e y el peliplateado llegó y le hizo jurar a Louis que no la subiría a un córcel hasta que no fuera más grande. Aunque...

- Mi butan los paballos, son monitos... ¿Mi subes a uno? - le hizo ojitos, su táctica más temible, abría y cerraba los párpados con fuerza y coquetería mientras reía... usando también su poder de encandilamiento. Cuando se proponía algo era terriblemente convincente.

Halima sí que es una niña extrovertida, también porque sus verdaderos padres la educaron para que fuera muy independiente y con su papi y papito eso se ve reflejado en todo lo que hace, desde el elegir su comida (avena con fresas y plátanos), hasta los colores de su ropa (no se pone nada que no le guste). Una pequeña tan vivaracha que siempre ríe y no se corta al hacer preguntas de todo tipo para satisfacer una curiosidad propia de un niño y mucho más de un gato. Eso es, un pequeño minino que corre, salta, busca, encuentra y da siempre de qué hablar. Ahora mismo mira al hombre y ríe divertida.

- Thi dije thi pomo avena pon fesas, ¿Thi nu oies? - le mira inquieta porque quizá sea eso, que él no tiene un buen oído como su papito luego dice de papi. Sí, quizá sea eso, que el pobre tiene orejas, pero no percibe lo que se le dice, así que suspira resignándose y sonríe para que él no se preocupe - pobecito, tu mami nu te quedía de pequeño, ¿Veda? - porque no le lavaba los oídos, por eso no escucha. Ahora entiende por qué debe permitir que lo hagan con ella si no quedará igual de sorda que este pobre, pero a pesar de impedido es tonto, hace una trompetilla ¿Qué no entiende que si le pregunta a papi éste dirá que papito no quiere y no la dejarán subirse al caballo? Pone carita de circunstancias porque jamás le había fallado el hechizo y ahora ve que no logra con este hombre. Zelo se llama y ríe divertida al oírlo - ¿Zelo? ¿Pomo puando papito mida a papi pon una muje y se pone Zeloso? - ríe más porque sí que le causa gracia el nombre del joven, pero al final le abraza con mucho cariño cuando le alza en brazos apretándolo como puede haciendo caritas por la fuerza que pone en ello.

El besito en la frente la hace suspirar y aprieta a su muñeca contra sí, recargando la cabeza en su hombro para sonreír muy contenta, ya tenía a un amigo, papi y papito lo recibirán bien de seguro, tan lindos que son. Sí, lo adoptaría como ellos hicieron con ella, serían felices los cuatro, es su pensamiento, su deseo. Se apretujó contra él mientras que a su vista está el cielo oscureciendo, señal de que pronto papito podrá salir a la calle con papi y con Zelo. ¡Qué simpático hombre, sí, definitivo, se lo quedaría para ella, le haría caritas a papi porque de seguro papito dice que no e_e. Entonces a papi, para que caiga como siempre redondito y pueda tener a Zelo en casa, le gusta mucho, le agrada, es una persona a la cual Halima empieza a querer a pesar de que sea sordo, de que choque con árboles y no sepa jugar al "¿On tá bebé?".

Alza la carita al oír a Zelo pronunciar el nombre de su casa y lo mira dudar, pero sobre todo preguntarle si sólo se llama Halima y niega con la cabecita, busca bajarse y cuando tiene los piecitos en el piso, corre a la entrada y mira a través de la reja curiosa a ver si logra vislumbrar a papi o papito, pero no, aunque la casa parece habitable con esas luces que reflejan que hay alguien en su interior, la pequeña se ve imposibilitada de entrar y entonces recuerda por dónde. Ríe corriendo hacia una de las esquinas y mira a un lado, al otro y sin acordarse momentáneamente de Zelo, se pone de rodillas y se cuela por un boquete en los tupidos arbustos que rodean la mansión formando una valla, gateando sale del otro lado en el jardín y ríe feliz poniéndose en pie para dar saltitos y es cuando mira a su alrededor...

- Ups... shi me peldió el Zelo - hace muequitas - ¿ZELOOOO ON TÁSSS? - se lo busca en el bolsillo, no... no está... - ¿Pu qué thi desapadeces? ¡Men acá! - le ordena con gruñiditos y caritas compungidas... - ¡VO A LLODÁ! - lo amenaza a ver si así aparece pronto, porque tiene miedo de perderlo. Es su amigo y ella es una mala amiga porque ¿Qué clase de amiga no sabe dónde está su amigo?

No, no está bajo su zapato, ni en los bolsillos de Mía, ni atrás de ella. ¿Dónde se metería ese Zelo travieso? Hace muequitas y gruñe todita, pero es que no lo encuentra por más que lo busca, va a un lado. No. Va al otro, menos. Empieza a desesperarse y mira a Mía con molestia como si la muñeca fuera a decirle exactamente qué hacer para encontrar a su amigo Zelo. Y con lo bien que le cayó y era muy agradable y dulce y... y... ¿Qué escuchan sus oídos? Abre los ojos grandes y se queda estática mientras esa preciosura le lame la mano... si... ¡Oh, sí es! Su boca se abre como una "O" redondota al mismo tiempo que sus ojazos al ver la figura que se aparece.

- ¡Uno Bato! - dice feliz y se agacha a verlo, qué bonito pelaje, qué hermosos ojos, qué bello es todo él - Pechocho - dice feliz y lo sigue en su camino a rodearla y ríe encantada cuando él se restriega contra ella, aplaude contenta para sentarse, con mucho cuidado como le enseñara papito, acariciar su morro, su cabeza, la espalda hasta la cola y reír feliz, para seguir mimándolo con manitas muy delicadas porque si no le duele, sabe ella bien, su papito siempre se lo dice y aunque ya tiene un Neko éste es maravilloso también - tás ben bonito, pelo hay que buscal a Zelo, pu que... - escucha el maullido del animal y vuelve su atención a él. ¿Zelo? ¿Qué Zelo? Sólo existe este hermoso gato.

Ríe y aplaude al tiempo que lo abraza con mucho cuidado, pero pronto se puede notar que el peso de la muñeca y el gato es demasiado para ella, por lo que deja a su Mía a un lado y acerca más al minino para echarlo sobre sus piernas con movimientos torpes que intentan ser amables y le sigue acariciando feliz y contenta. Cómo le gustan estos animales a la pequeña, es feliz cuando su Neko aparece, pero luego el Neko no quiere estar, sobre todo cuando papi está presente. Quizá sea porque su Neko no quiere a papi, entonces como Aly ama a papi y ama a Neko, pues se conseguirá otro. Sus ojos se vuelven a abrir grandotes, ¡Claro! Le dirá a papi que quiere a este pequeño gato blanco precioso y así ya Neko tendrá un amigo y Aly a ambos gatos. Quizá este pequeño de las nieves sí quiera a su papi Louis, porque ella lo adora.

- Ia sé, tú thi quedas pon nosotos, io te adoto pomo mi hiciedon a mí, pelo hay que buscal a Zelo ¿Mi ayudas? - mira cómo el gato le maulla y le mira con ojos llenos de inteligencia y parpadea, es esa mirada tan parecida a la de su Neko - thi, a Zelo... - otro maullido y la niña se levanta para otear a su alrededor con interés, va a la derecha y no, va a la izquierda y menos, así que gruñe y decide ponerse a cuatro puntos y gatear de nuevo fuera de la casa para ver si al menos afuera lo encuentra. Cuando regresa, lo hace con un objeto muy curioso: la bolsa de Zelo - Nu tá Zelo, ia se fue, pelo alguien dejó eto allá afueda, se lo vo a guada - dijo asintiendo muy convencida aunque levemente triste porque su amigo ya no está, una pena, pero al menos ya tiene a otro neko - men Neko mamos a casa - toma a su muñeca Mía y camina confiada en que el gato la seguirá. Su Neko siempre lo hace, ¿Por qué éste no?

No, el gatito no está acostumbrado a seguir, todo lo contrario se escabulle ante la mirada triste de Aly que intenta seguirlo, pero tropieza con semejante bolsa que trae en las manos y cae. Traga saliva mirando al orificio donde el neko se ha escabullido y baja la cabecita, se mira las rodillas y las sacude con torpeza propia de su edad para quedarse callada haciendo muequitas. Al menos lo intentó ¿No? Aunque ella quería llevarse al hermoso minino a casa y darle lechita, atún y acostarlo en su cojincito junto al fuego. Suspira triste y se pone en pie con dificultad para caminar de regreso a casa, sin neko y con una bolsa que quién sabe de quién es, pero que seguro papi o papito descubrirán. Avanza unos cuantos pasitos más, casi arrastrando los pies cuando escucha un sonido a su espalda. Voltea y mira con sorpresa no exenta de alegría a su neko que ha vuelto. Da un saltito y camina de nuevo hasta él, pero se detiene a medio sendero al mirarle algo raro.

Sus ojos se abren enormes cuando ve la forma que adopta su minino creciendo en tamaño, en altura y generando músculo por todos lados y pelaje, mucho pelaje hasta que se vuelve tan grande que Halima cae de sentón en su intento de mirarlo a los ojos y aún tiene la cabecita echada atrás para mirarle sorprendida. Vaya gato que se encontró, nunca había visto uno así en su vida y siente miedo, no sabe por qué, pero la majestuosidad del minino es mucho más atemorizante que la de un gatito por más grande y gordo que fuera. Traga saliva e intenta alejarse poniendo las manitas en el piso y echándose hacia atrás dejando la bolsa entre ellos, sus ojos se llenan de lágrimas y voltea para gatear lo más rápido que puede hasta llegar a los escalones y ahí su mirada regresa al minino. Le tiene mucho miedo y prefiere no tener al neko si es que es ese gatote.

- Vete, vete a tu casa... nu ti aceques... vete - ruega mientras que se pone en pie y corre hacia la entrada de su hogar, descubriendo con congoja que está cerrado y toca desesperada con la manita abierta, ojalá alguien la escuche, ojalá alguien la rescate de ese minino tan enorme...

Halima traga saliva y sus ojos derraman lágrima tras otra al verle tan cerca, ni siquiera el momento en que él voltea hacia atrás es suficiente para que ella logre sobreponerse, se siente tan preocupada por lo acontecido, como mortificada, ese gatote puede comérsela si la confunde con un atún. Y solloza en el instante que la toman de sus ropas con el hocico y la suben a un lomo muy acolchonadito. Abre los ojitos grandes y traga saliva para sentarse, pero el impulso del gato le hace consciente de que está planeando algo y se agarra con fuerza de su pelaje justo a tiempo para sostenerse y evitar caer con el salto. Es un gatote muy fuerte y ella una niña muy chiquita. Hasta que es depositada en el jardín es que se da el lujo de respirar de nuevo. Se agarra la pancita sentada en el pasto y lo mira, parpadea, pero se cae de espaldas al ver que el animal se aleja.

¿No que muy valiente?

Ya ve que no, tiembla todita, se siente muy mal, el frío en sus extremidades, en su frente y jadea de nuevo. Mira al gatote lamerse y asearse, pero nada evita que grite fuerte cuando le lame a ella también, seguro que la confunde con un atún, seguro que sí. Para su fortuna, antes de hacer nada, el león regresa tras sus pasos y Aly se pone de pie para correr al interior de su casa gritándole a su papi y papito, para ver si así pueden ayudarle. Gritos por aquí, pasitos por allá y nada. No están. ¿Dónde han ido? Se tapa la carita y llora un poquito más, caminando hacia la chimenea que aún está encendida, por lo que toma asiento en su cojincito y se abraza a sí misma confiada en que el nekote ya se fue, entonces ya no volverá además está en casa, ahí nada malo le sucederá.

- Papi, papito on tán... Nu mi dejen soyita, el nekote mi come si mi clee atún... volvan... volvan... - sus ojitos miran las llamas, eso le relaja y le hace sentir mejor. Está en su ambiente familiar, donde nadie puede hacerle daño aunque quizá papi fue con papito a por el pan, sí, seguro es eso y no invitaron a Aly, qué malos son. Hace pucheritos y se cruza de brazos esperándolos, ya verán cuando lleguen Aly les va a regañar mucho, ya verán malos que son...