Desde la Oscuridad [Privado]

Entonces temieron con gran temor,
Y se decían el uno al otro:
¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?
(Marcos 4:41)

Acaricie con mi lengua el cuerpo de Emiliano, un joven de veintitantos años que la noche anterior había caído en mis redes, andaba sedienta de sangre fresca y caliente de un corazón joven del cual deleitarme, ¿y qué mejor que de un humano que desea a una mujer?, patético si pero ocupar lo que estaba a mi alcance para poseer a un hombre era el mejor invento del siglo, lujuria desmesurada, Emiliano estaba cansado pero ya me había encargado de mandar a prepararle una gran comida, su sangre era una de las pocas que me dejó queriendo mas de él, solo por esa razón le perdonaba la vida. Me levante mirándolo, yo no me saciaba tan fácil y por eso mismo siempre andaba en busca de más, me fui a la bañera que estaba llena cubierta de pétalos de rosa, para mantener ese aroma a rosas que tanto me gustaba. Le di tiempo a Emiliano para que comiera, y se recompusiera. Me relaje esta noche sería interesante le iría hacer una visita a mi querida Viola que tanto me desprecia, pero no sin antes beber un poco más, siempre había tiempo para aquello.

Los minutos volaron en la bañera y escuche como mi Emiliano me llamaba, estaba deseoso de mi, y no era para menos le tenia engatusado me desearía por muchos días mas. Salí de la bañera y camine hacia él para que se deleitara un poco de mi cuerpo me acaricio, lo deje tocar, inspeccionarme pero yo quería otra cosa, aquel liquido que fluía por su interior, mis incisivos se hundieron en su hombro de manera que sentí como el cuerpo de él se excitaba cada segundo mas, sonreí con malicia saboreando aquella sangre que afloraba por la pequeña incisión que le había echo, le pase mi lengua con sensualidad y guiñándole un ojo, me moví con rapidez, para que pensara que solo era un maldito sueño, al tiempo después el cayo rendido a la cama y yo me disponía a salir.

La noche parecía estar helada, el viento mecía mi cabellera roja que bailaba a mi alrededor, desordenada, dándome ese toque de misterio que tanto me gustaba, de alguna forma me sentía ¿Feliz? En realidad no sabía si era la palabra exacta , pero Paris me había traído mas de una satisfacción primero encontrando a mi viejo amigo Gregor, luego a mi querida y adorada Viola y luego una seguillida de hombres y mujeres con las cuales me había dado unos grandes banquetes, di un suspiro mirando las ocurras calles, seguí mi caminar por las zonas residenciales, buscando la mansión de Lesseps, alguna vez hace siglos atrás yo había sido la dueña y señora de aquella estancia, pero ahora llegaba como una visita una persona desconocida. Carruajes recorrían el lugar en silencio guiados por caballos que parecían estar en otro mundo, y yo ahí siendo la dama de la noche, la que nadie ve y la que nadie siente.

El dulce aroma a violetas, canela y rosas penetro en mi cabeza, y girando mi rostro vi aquella mansión blanca con marcos rojos- Perfecto- dije para mi adentrándome al jardín como cual ladrón entra a robar. Me dedique a caminar por el lugar ver que todo estuviera en orden por las afueras y que no estuviera el maldito de Shaitan acechando a Viola, ya lo había encontrado dos veces y todo había terminado en una feroz pelea campal. Vi en la oscuridad un columpio que colgaba de la rama más gruesa del árbol, corrí hacia el casi volando, un poco de movimiento no me haría mal mientras esperaba a que las luces se apagaran por completo.

Entonces María dijo:
He aquí la sierva del Señor;
hágase conmigo conforme a tu palabra.
Y el ángel se fue de su presencia.
{Lucas 1:38}

Continué meciéndome en el columpio afirmada de los lados de la cuerda, mirando hacia dentro de la mansión, donde Viola se veía a salvo, su cabellera roja era casi o más bella que la mía, definitivamente ella era una de nosotros, su parecido con mi Viola era increíble cualquiera la podría confundir, pero lastimas que todos quienes la conocieron ya están enterrados bajo tierra menos el esclavo, Shaitan. Por muy perversa que fuera a veces, ella era la única que podía cambiar aquel parecer, agradecía que tuviera aquellos dos sirvientes que la querían mas que sus propias vidas, ellos sabían, me conocían una que otra vez visite a Antoine, para advertirle sobre aquel vampiro que caía como maldición cada cierto tiempo, suspire mientras seguía moviéndome en la oscuridad de la noche, donde simples ojos humanos jamás llegarían hacia mí.

Cerré los ojos dejando que mis cabellos alborotados se mecieran al son de mi vuelo pero hacía falta una alerta para salir de aquel pequeño mundo que tenía en mi cabeza, mis ojos buscaron en la oscuridad el peligro que parecía acercarse, endurecí mi rostro y mis ojos como dos fieras al acecho observaron en completo silencio el aroma al vampiro era fuerte pero no era el vampiro que esperaba ver, aquello hizo que los rasgos duros de mi rostro se aflojaran un poco mas no el mirad. Escuche sus pasos acercarse, no esperaba nada, sabía que no era un peligro porque mis instintos me lo decían, éramos una peste una peste sumamente deliciosa. Segundos escasos pasaron para que aquel vampiro se hiciera presente, llego hablando de espiar solté una carcajada que solamente la pudiéramos escuchar el y yo – Espiar… es malo cuando se hace con mala intención – mis palabras salieron como ese deje de sensualidad propio en mi persona detuve el vaivén del columpio y moviendo mi cabeza para que mis cabellos cayeran libres le mire, lo inspeccione, calcule todo y nada en mi cabeza en cosa de segundos - ¿Matarte? – pregunte expresivamente mirándolo de pies a cabeza – El que espía es porque algo quiere – quede completamente de pie a su altura tan solo a uno o dos pasos de él sonriendo jugando con mis palabras, con mis enredos… - ¿Qué quieres de mi? – directo, no había vueltas que dar, si él hubiera querido atacar a mi protegida ya lo hubiera hecho.

Los aromas dulces… siempre llaman la atención de los hombres – lamí mis labios de manera sensual mientras mis brazos los cruzaba – El aroma es el recuerdo… es el deseo mismo de lo que nuestros instintos desean – hable como lo hubiera dicho mi difunto esposo, el era perfumista yo solo fui su aprendiz, una que se dedico a enseñar a sus hijos el arte de los aromas, sabia más de lo que se pudieran imaginar, los años no pasan en vano cuando tu vida se basa en la gloria de un aroma, y precisamente el mío era un aroma único, jamás igualado ni reproducido la mescla de lo salvaje y seductor, de la fémina y la Diosa. Di un paso y comencé a rodear al apuesto vampiro posando con suavidad mi dedo en su hombro y trazando un camino mientras lo rodeaba – Tu aroma es atípico, diferente… cada persona tiene un perfume único el de su cuerpo – inspire acercando mi nariz a su oído – el tuyo es delicioso – susurre. En la casa poco a poco se apagaban las luces, no saldría del jardín ya que era mi guarida donde podía hacer guardia y ¿que mejor que encontrarme en compañía de tan sexy joven? Suerte podría decirle o simplemente casualidad, moje mis labios quedando frente de el mirándolo cada segundo como si fuera el único hombre de esta tierra.

Lo que menos me preocupaba en ese segundo eran la infinidad de palabras que decía aquel joven vampiro que parecía absorto con mis encantos, aquello me enorgullecía, mi ego creía mas con cada palabra que arrojaban aquellos labios carnosos, su porte era lo que me gustaba un poco más alto que yo, mis piernas largas me permitían destacar entre las damas pero mi belleza, si era único lo sabía y aunque me dijeran que no me desearan siempre dejaría sembrado el bichito de la duda y entre más dudas un hombre tenía más deseosos de conocer se ponían, yo no era de dar tregua a ningún hombre que se parara frente de mi, era una maldita calculadora y manipuladora, aunque un hombre me odiara lo haría amarme porque ese era mi juego donde solamente la villana era yo – Hablas mucho y no dices nada – susurre antes de que mi labios se juntaran con los de él, si había dado el primer paso, o al menos eso era lo que él creía, lo bese probé sus labios que pedían ser comidos, besados por mí, saboree todo lo que pude, mis brazos se apoyaron en los hombros de él, sin cuidado y con todo el descaro que me caracterizaba, mordí su labio inferior y eche mi cuerpo hacia atrás saliendo de sus brazos prisionera y cruzando de brazos moví mi cabeza en negativa mientras de mis labios salía un sonido de negación – Has sido atrevido y no directo – hable mirando a sus ojos, deleitándome en sus tantos pensamientos, que quizás en alguna vida pudieron haberme hecho sonrojar ahora simplemente no.

De donde estaba pose uno de mis dedos en mi labio y abriendo la boca lamí mi dedo de manera sensual y descarada me acerque a él y pose el mismo dedo sobre sus labios- Te deje hablar y parecías un niño emocionado… como si nunca hubieses visto una mujer. Eso definitivamente no va conmigo – hable con toda la sinceridad que mi mente quería decir, mi cuerpo era un punto a parte en mí, pero me gustaba hacer las cosas de una buena manera no llegar y actuar, actuaba si muchas veces pero no, no me había gustado lo que él había hecho y dicho llenarme de halagos no era una buena forma de ganarse mi… cuerpo, mi mente, ni mucho menos mi alma, seguí pasando mi dedo por el labio de él quería que su libido aumentara, y todo producido por mí. Conocía los efectos que tenia con los hombres y algunas mujeres, disfrutaba y me gustaba tener el control aunque no negare que hombre que da un paso antes que yo se merece un verdadero premio. Acerque mis labios a los de él y lamí mi dedo que seguía masajeando los del, y le di un beso, ahora era mi beso, un poco más ferviente, más salvaje pero con mucha más seducción. Uno de mis brazos rodeo el cuello de él y el otro apoyado en el pecho de él le dio un empujón haciendo que retrocediera hasta que su espalda chocara con una pared, sonreí al sentir que ya no avanzábamos y pegue mi pecho al ajeno mi lengua seguía haciendo lo suyo en la boca ajena masajeándolo besando, y succionando todo de él, mordí nuevamente su labio y separa mi rostro de el – menos palabras y mas acción – ni siquiera me importaba saber el nombre de aquel, y tampoco que poderes tenia, mucho menos me interesaba saber si yo podría acabar con su vida o no, lo que ahora me importaba es que lo tenía en la palma de mi mano, aquel estaba completamente loco y absorto por mí, por la magia que me rodeaba.

Sonreí mirando sus ojos – atrevido – dije terminando con una sonrisa y la mano que antes descansaba en su pecho bajo hasta rozar suavemente su entrepiernas, conocía a los vampiros había estado con unos cuantos y si me había aburrido de ellos prefería mil veces a un humano pero en cosa de sexo los mejores orgasmos se lo ganaban los vampiros, lo que el humano no podía el vampiro me compensaba en creces reí ante mi pensamiento y apreté su entrepiernas con cuidado - ¿me deseas? – susurre a la altura de su oído pasando mi lengua por el lóbulo, tenía el poder y seguiría siendo así. Di dos pasos hacia atrás separándome completamente de él, alejando solo nuestros cuerpos ya que el deseo parecía crecer a medida que los segundos pasaban – Arlett de Lesseps – pronuncie mi nombre mordiendo mi labio tan fuerte que de él broto un hilo de sangre - ¿Te gustaría probar? – Pase mi lengua por ahí para que la sangre llegara a mis labios – Te invito – pronuncie pro última frase volviendo a morderme para que la locura gobernara el cuerpo ajeno.

Con los largos años que llevaba manejando a los hombre no me sorprendió que aquel vampiro también callera en mis redes, al fin era de mi que quien se trataba, Arlett, la mujer que por vivir en soledad había aprendido a seducir a los hombres a manejarlos como marionetas, a pisarlos como insectos, a seducirlos como si de mismas putas se trataran, eso era yo un arma de seducción que no veía si era hombre o mujer, cuando alguien se metía en mi camino difícil era que saliera vivo de aquel. Un vampiro, dos, tres miles habían pasado por mis encantos sabia el juego, lo conocía, fui maestre y aprendiz al mismo tiempo. En ese momento me dedique a jugar con el hacerlo caer en mis redes parecía ser más fácil de lo que muchos otros habían estados en la misma situación, aquel vampiro hablaba, mucho, demasiado y no actuaba, yo le hacía creer que así era pero en realidad no, yo manejaba la situación porque la mujer es quien dirige en tiempos donde de plano solo ella sabe el camino a la oscuridad perpetua de un alma fría, de un cuerpo rígido, de unos ojos maravillosos y de unos labios que pedían ser besados. No escatime en nada, nunca lo hacía, tomando a Antoline, así se había presentado de la nuca lo atraje hacia mí, con una sonrisa casi dulce en mi rostro – Yo soy la que da la pauta a seguir, querido – logre decir antes de que aquel bebiera de mi labio, y se saciara de mi dulce sangre que tenía una mezcla de aromas y sabores tan diferentes como los de algún perfume único. Ahí mismo lo deje probar, no perdía nada, uno más en mi gran lista de vampiros, una aventura más que nadie sabría…

Suspire y metí mi lengua en la boca ajena para que me soltara el labio, girando en mis talones quede frente a él - Yo si soy atrevida, y yo si trato a todos los hombres por igual, porque al final de cuentas eso es lo que son simples hombres que solo piensan con su entre pierna – solo un hombre me había demostrado que aquello era mentira, mi amado Antoine, el, el único hombre que había enamorado a un corazón puro, ahora, corrompida por los años ya ni en el amor creía, porque en realidad no existía y había visto muchas parejas jurarse amor eterno y al final todos terminaban engañándose y separando. No era la chic ingenua, tampoco era una mujerzuela, era una simple guardiana que conocía el arte de la seducción, y este vampiro seria la entretención para esta noche. – No creas que soy una mujer cualquiera, tu lo has dicho soy la mujer…. ¿Equivocarte conmigo? Nadie te llamo tu llegaste solo así que atente a los consecuencias – le guiñe el ojo - y claro no será nada malo, solo una locura a media noche – puse mi mano sobre su pecho y lo empuje de nuevo – Nadie me domina así que no creas que tienes el poder aquí, Monsieur – dije despectivamente, y pegando la espalda de aquel vampiro en el árbol – Una noche de entrega total me vendría bien – bese el cuello del vampiro de forma lujuriosa, mientras mi mano iba en busca de su entrepiernas – Demuestra cuanto me deseas Sebasthián – apreté de manera suave aquella zona no dejando mucho tiempo y sin nada de vergüenza introducir mi mano para tocar la piel de aquel hombre que parecía arder en ese segundo.

Un minuto más tarde y su virilidad descansaba en mi mano, la cual comenzó a moverse apretando el tronco del miembro ajeno de manera dificultosa ya que estaba el pantalón delante, mi lengua buscaba los espacios en la boca ajena mientras mi pecho un tanto separado del cuerpo ajeno me ayudaba al proceso masturbatorio el cual llevaba con gran éxito. – Dijiste que querías tomarme aquí mismo… - sonreí de medio lado merándole a los ojos, apretando con un poco mas de fuerza su miembro viril – ¿Que esperas que no lo haces? O El vampiro me tiene miedo – la última frase la dije en un tono de burla, típico en mi cuando veía que la noche prometía y se podía hacer más de lo que cualquiera tanto él como yo pudiéramos imaginar – ¿O prefieres hablar? – una extraña opción que la descartaba de inmediato, no hacía falta hablar, eso dejémosle a los enamorados, ambos éramos dos cuerpos que por naturaleza solo buscaban sexo y sangre. Si eso era yo.

Todos eran iguales lo sabía, y ese mismo niño que tenia frente a mi me lo estaba demostrando no hacía falta que se fundiera en explicaciones que no le servirían conmigo no venían los cuentos de que los hombres respetaban a las mujeres, si claro los había pero detrás de toda mascara había un monstro por descubrir. El deseaba que le creyera pero no lo haría mil años mas tendrían que pasar para yo caer rendida en los pies de alguien y este vampirito no me haría cambiar la idea que ya tenía de los hombre o mejor dicho de los vampiros. Trague saliva con una sonrisa amplia en mi rostro esto estaba siendo más divertido de lo que me pude imaginar, reí en realidad una carcajada salió de mis labios y puse mi mano en su pecho tras escuchar todo el discurso que el tenia para darme moví mi cabeza en negativa – Ingenuo, aun creí que no habían vampiros ingenuos pero has logrado hacer que piense que si – pase un poco de saliva por mera costumbre que tenia – Antoline, no quiero que entres en mi vida, no me hace falta tener un hombre a mi lado… no soy de esas vampiras que tienen una relación estable ¿Por qué? Porque amo mi libertad amo estar cada noche con un hombre diferente o mejor dicho con un humano distinto, beber de ellos hacer que deseen mi cuerpo, matarlos si al final no cumplen con lo que necesito – Di tres pasos hacia atrás – No dejo entrar a nadie a mi vida y nadie entrara, los amoríos y romanticismo se los dejo a los humanos ellos hacen creer a la humanidad que disfrutan con eso cuando he visto por mi propios ojos cómo cada uno es infiel. – sonreí cruzándome de brazos mirándole de pies a cabeza y riendo de manera casi seductora.

Le di la espalda y mira a la ventana que era al parecer nuestra única espectadora esa noche – Voy rápido porque así me gustan las cosas al que no le gusta perdió su oportunidad, como tú lo acabas de hacer – volví a reír, esta vez doble mi cabeza para mirarlo – Una verdadera lástima – dije con un tono de pena en realidad ya buscaría a quien engatusar y hacerlo caer entre mis garras esa noche y claramente aquel vampiro no sería quien dormiría conmigo hasta la otra noche. Pero aun tenía que decir, claro que si un De Lesseps jamás se callaba mas cuando no creía en nada de lo que los demás decían – Las mujeres son lo que quieren hacer creer a los hombres sumisas, que hacen caso que son fieles seguidoras de Dios y de sus parejas… pero todas en la cama abren las piernas, fingen un orgasmo y quedan insatisfechas… Si hay excepciones y creo que no conozco a ninguna que me diga si, no he fingido nunca… es ahí en la cama donde verdaderamente son ellas fingiendo, amando… o tal vez teniendo un placer del cual no quieren. Yo no me quedo callada, mi esposo me enseño a nunca dejar que alguien silenciara mis palabras lo he llevado a la práctica y funciona. Soy como cualquier mujer pero a la vez como ninguna. – si había terminado de hablar y ya no necesitaba de aquel vampiro.

Me gire – Adiós Antoline – Le guiñe un ojo y comencé a caminar rodeando la casa, asegurándome que todos los corazones en ella estuvieran latiendo, Viola en especial note que aun estaba despierta y sonreí, todos los De Lesseps éramos así, unos nocturnos. Me interne en el gran jardín de la mansión, mirando la luna escuchando como los animales nocturnos invadían aquel lugar que desde la oscuridad parecía tan silencioso. Hoy la caza seria prometedora, me había llegado la invitación de un viejo amigo a una mascarada y hacia allá iría según me había especificado en la invitación, tendría carne fresca jóvenes de mi gusto y muy buena música y vino. ¿Qué mejor para un Vampiro? Cerré mis ojos unos instantes y desaparecí del lugar moviéndome con gran agilidad, siete hectáreas mas allá se encontraba la gran fiesta.

Realmente la naturaleza vampírica tenia sus ventajas y vivir una eternidad era una de esas, la otra era… no, no había ninguna otra vivíamos permanentemente entre tinieblas donde la oscuridad se apodera de mi en cada segundo, de nosotros seres de la noche inmortales pero aun así tenemos nuestro talón de Aquiles ¿a caso no todos lo tienen? Torcí una sonrisa mientras mis instintos me advertían que la noche traía consigo nuevamente al vampiro tarado de la casa de Viola, lo mire con calma de pies a cabeza, sonriendo suavemente escuchado lo que tenía que decir – ¿Sabias que todos tenemos un grado de lujuria en nuestro pensamiento? – levante una ceja y continué caminando – Te deje simplemente porque tengo otros compromisos esta noche – me detuve y le quede mirando - ¿A caso te molesto que te dejara? – me largue a reír por que sinceramente era el vampiro más estúpido que conocía hasta ahora.

Pues, no pretendo ni ser la primera en algo ni mucho menos la ultima, así que Antoline y te lo pido de buena manera por favor déjame tranquila, si el destino quiere nos volveremos a juntar. – Suspire como si en realidad el aire faltara en mis pulmones pero lo menos que deseaba esa noche que un vampiro primerizo creyera que tenía algún poder sobre mí, eso es imposible mis miles de años de experiencia me hacían poseedora de unos dones maravillosos y si fuera necesario lo mataría esta misma noche, pero andaba de buen ánimo y una fiesta me esperaba no muy lejos de aquí.

Sed, en realidad no tenia sed pero en ese momento recordé que tenía que ir en busca de Gregor para conversar necesitaba de su jardinero para que convenciera a Viola de poner rosas blancas por todo el jardín de la casa. Sin más ya que nada me detenía y no lo haría seguí mi caminar, lento pausado con determinación, me tocaba un solo pelo esta noche aquel vampiro y todo podía acabar muy, pero muy mal. Acelere el paso con ayuda de mi fuerza y llegue a las afueras de la residencia donde se impartía una fiesta, la sangre fresca se olía por montón pero no me interesaba tenía un trabajo que hacer, buscar al vampiro que la había desvirginado y según mis fuentes se encontraba dentro de aquel lugar…