Adrian Burzum

-Nombre del Personaje: Adrian Burzum

-Edad: 25

-Especie: Humano

- Tipo y Nivel Social: Bajo

-Lugar de Origen: Bergen, Noruega

-Fecha de Muerte: -

-Habilidad: -

-Descripcion Fisica: 1,78 de estatura, con pelo castaño claro y ojos claros. Siempre lleva ropa suelta y fundida con calle.

-Descripcion Psicologica: Bordeando la psicosis, Adrian vive en un estado de indiferencia con el mundo que lo rodea. Pocas cosas pueden
lograr llamar su atención; y sobre todo, pocas personas. A la hora de socializar, no tiene problemas mientras sea con el sexo opuesto, aún así;
es difícil lograr que confíe en alguien.

-Historia:

Nací en el barrio bajo de mi ciudad sobre una cama con las sábanas mugrientas y la madera a medio podrir. Mi madre era prostituta en las calles de Noruega y fui el único hijo que decidió tener (pues abortó no sé cuantos) debido a que sospechaba que mi padre fuese un alto aristocrático y, para cuando creciera, sacar a la luz mi parentesco y endulzarse los bolsillos siendo concubina o algo por el estilo. En fin, eso era prácticamente imposible a menos que yo mostrase parecido físico, y eso no sería hasta por lo menos, los cuatro años.
Como a mi madre nunca le interesó mi educación y mucho menos mi persona en sí, entonces tuve que llamar su atención de varias maneras. La primera (y de la que me hice adicto, ya explicaré más adelante por qué) era entrar cuando estaba en la cama con algún cliente, eso la enojaba demasiado y por lo menos me hacía caso por una hora hasta que hallaba algo en qué entretenerme sin molestarla; la otra era que por azares del destino, conocí un hombre que practicaba magia negra, por tanto, sabía de ocultismo y ritos extraños. Estuve estudiando con ese hombre bastante tiempo hasta que murió y me dejó todo lo que poseía.
Mucho tiempo después, cuando entré en la adolescencia, me encargaba de buscarle buenos clientes a mi madre. Fue ahí donde comencé a entender lo placentero que era el trabajo de una prostituta. Mientras mi madre se arreglaba, yo preparaba la cama o el cuarto donde el suceso pasaría, y cuando el cliente y mi madre entraban en él, yo podía verlo todo desde una ranura en el cuarto contiguo. Varias veces no lo resistí y tuve que quitar mis ganas con mis manos o buscando alguna compañera de mi madre que trabajase para mi por un costo muy bajo. El placer que el sexo me daba, era inigualable, nisiquiera mis estudios con el viejo ocultista habían sido tan extraordinarios como mi incursión en esto.
En fin. Mi madre me pagaba unas cuantas monedas por conseguirle clientes, y yo siempre tuve la costumbre de guardarlo, así que cuando cumplí la mayoría de edad, tomé mis cosas y me fui de mi casa.
Anduve vagando como perro sin rumbo durante un tiempo. Trabajando ahí y allá, hasta que di con una mujer aristócrata que me tomó de criado en su gran finca. Yo fungía como cuidador de los caballos que tenía y, por las noches, como amante. Para ser sinceros, la mujer, además de hermosa, era insaciable y tenía demasiada energía, más que cualquiera de las compañeras de mi madre, más que cualquier mujer con la que estuve. Mucho tiempo después, cuando tuve veinte, mi ama me confesó su naturaleza vampírica, y a pesar de que llegué a amarla sobre todo, nunca me quiso convertir. Fui nada mas que su capricho. Herido por ella, renuncié y como para olvidarla, viajé a París.
Aún sigo en busca de alguien que pueda convertirme en vampiro. Después de ver a esa hermosa aristócrata vampira, deseo ser así de fuerte, así de insaciable.




-Datos Extras: Obsesionado con el ocultismo.

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