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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Sáb Jul 03, 2010 11:59 am

La opera, definido ante mis ojos como un circo decadente que se expone con su arte ante ojos curiosos que no obtenían el suficiente dramatismo en la realidad como el resto de la humanidad, sin embargo, por petición de mi hermana Renata, estaba aquí como espectadora en el palco real donde jugaba ausentemente con mis pequeños anteojos bordeados en oro mientras todos estaban siendo hipnotizados por la melodía inicial de la obra “El Preludio”. La orquesta sombría, dirigían las emociones de los invitados mientras algunos actores salían al escenario y simulaban movimientos específicos que aludía a la apertura poética correspondiente al libreto. Infame pero exquisito, muy apegado a la magistral obra que había visto en mi tierra natal cuando las circunstancias eran muy diferentes a las de la actualidad. Una sola vez había acudido voluntariamente a algo como esto…

Hacía mucho tiempo, un caballero sin igual, había usado la magia de su picardía para arrastrarme a éste mundo a pesar de que me había rehusado con cada oportunidad que me otorgaba, incluso, había optado por ordenarle en secreto al chofer de nuestro carruaje, que desviara su trayectoria hacia el bosque lejos de nuestro principal destino, donde en la soledad expuesta en medio de la nada, emprendimos un maravilloso juego de seducción para envolvernos entre besos y caricias… Nunca olvidaría sus ojos cristalinos de luna acechándome cuando admitía que nuestro “extravío accidental”, había sido obra mía y aunque su risa melodiosa rompía el silencio y en un divertido gesto, me convencía de tomar el sendero adecuado, acepté su propuesta con la rendición de un roce de nuestros cuerpos, para que minutos después, me encontrara junto a él admirando las habilidades sublimes que despiertan emociones con una obra singular y categórica, como la que hoy no lograba despertar otra cosa que un clandestino desdén. Muchas cosas habían cambiado desde ese entonces… Demasiadas, me atrevería a decir…

Súbitamente, mis ojos adoptaron un brillo singular, sintiendo como el sonido se concentraba a mi alrededor y la claustrofobia repentina me hiciera vulnerable ante sus designios. Debo irme… Enviaré el carruaje por ti… Renata asentía débilmente, aunque un mohín de decepción aseguraba que mi huida prominente no era completamente de su agrado… Le había prometido acompañarla, pero la sed comenzaba a agobiarme y los recuerdos no eran una buena opción cuando estaba junto a su naturaleza frágil y mortal. Chasquee mis dedos hacia uno de mis súbditos que esperaban inmutables junto al umbral del área principal, vestí mi túnica oscura y comencé mi salida tratando de esquivar las miradas curiosas que tropezaban conmigo en el pasillo.

Tras asegurarme de que uno de mis mejores guardias de mi escolta personal se quedara junto a Renata, el carruaje comenzó su marcha de regreso al castillo, lejano al tumulto de emociones, un hogar gélido digno de mantenerme neutral y apacible, algo digno de soportar el vacio que sentía cada cierto tiempo cuando el ocio invadía como una plaga la esperanza… ¿Esperanza? ¿De qué? ¿Qué me estaba sucediendo? Fruncí el ceño desconociendo por completo mi naturaleza fría e insensible, tal vez era producto de mi apetito, probablemente, de las innecesarias rememoraciones que mi cabeza activaba cada cierto tiempo. Deseo una buena presa para ésta noche… Hoy jugaremos con algún desafortunado hijo de la luna… Comenté ausente con mis ojos puestos en el panorama oscuro fuera de la ventanilla, donde el alquimista (Mi fiel sirviente) asentía entusiasta por poner a prueba sus nuevas pociones con uno de los cachorros licántropos que había capturado en las cumbres escarpadas cerca de nuestro hogar, liberándolo en el laberinto verdoso del jardín para darle caza ante mis ojos vigilantes que se deleitarían con sus gruñidos furiosos e iracundos. Aunque en mi juego, él jamás seria del vencedor, sólo era una pieza más del tablero y yo quien le maneje…

Al llegar al castillo, recibí de la mano de una de mis cortesanas una copa de oro repleta de aquel liquido carmesí que refrescaba mi garganta y mitigaba mis instintos, bebiendo un gran sorbo exigente hasta que mi concentración se vio quebrantada cuando mi agudo olfato detecto una fragancia abstracta y almizclada que rondaba por algún lugar de mi morada. Bienvenido Dorian… Susurré casi de una forma siniestra cuando me giré y mis ojos buscaron su figura junto al imponente descomunal que daba hacia la entrada principal del castillo ¿Cómo lograste entrar? ¿Quién…? Antes de poder concluir mi pregunta, recordé que un verdadero maestro jamás exponía sus trucos frente al que consideraba su igual, y en este caso, ambos teníamos muchos argumentos bajo la manga, esperando a ser develados en el momento propicio. -¿A qué debo la visita de… Un viejo amigo? Sonreí con ironía, dando unos cortos pasos hacia él y permaneciendo expectante ante sus motivaciones… Fueran cuales fueran…

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Mensaje por Invitado Mar Jul 06, 2010 3:26 am

Permanecía en un extraño estado de letargo, mezclado con una silenciosa ansiedad que carcomía mis pensamientos, tratando de indagar en el próximo movimiento que haría cuando tuviera que estrechar la mano de aquel caballero que parecía aparecer por el pleno acto de invocación de mis recuerdos. En un instante fugaz, mis ojos permanecieron fijos en los suyos como cuando en antaño, me perdía en aquel voraginoso orbe que me sumergía en una fantasía alterna, donde el resto del universo desaparecía ante una crepitante chimenea mientras nuestros cuerpos permanecían fusionados por largas horas hasta que el cansancio nos derrumbaba al amanecer. Me alegra que vinieras… Musite en un hilo de voz apenas audible entre tanto una extraña sonrisa nostálgica por tantos recuerdos se dibujaba en mi rostro… Ambos teníamos una historia inconfundible e imborrable, con un largo sendero lleno de experiencias tanto buenas como malas, hasta que el momento de nuestra despedida había llegado justo cuando comenzaba a tomarle un extraño… Afecto…

Enarque una ceja en un frígido intento de parecer indiferente, enfocando la mirada en la pequeña copa entre mis manos que ejercía su papel ficticio de contener a mis dedos para no avanzar hacia su rostro, para recorrer su cuerpo y reconocerlo. Trague con dificultad antes de lograr percibir que mi cintura era rodeada por sus fuertes brazos y que su rostro estaba muy cercano hacia el mío, tan solo a milímetros de distancia que delimitaban la unión perpetua de nuestros labios, un punto donde nuestro aliento se rozaba y las palabras obviamente parecían sobrar. Un cruce repentino entre nuestras miradas fue el detonante suficiente para que su boca invadiera la mía en una clara exigencia, una a la que no me rehusaba en lo absoluto al sentir su dulce sabor invadiendo mi paladar. Mis manos aflojaron la sujeción de mi bebida, dejándola a la merced de la gravedad que se encargo de esparcir los vestigios de sangre sobre la aterciopelada alfombra junto a nosotros, solo enfocados en el tanteo de nuestras lenguas que se entrelazaban en un rabioso pero opulento beso que comenzaba a robarme el aliento y la poca cordura que me quedaba.

Mi cuerpo engranaba a la perfección con el suyo, a pesar de la estorbosa tela, podía sentir como nuestra musculatura era estimulada con cada respiración o incluso con cada minúsculo roce que causaba un perpetuo delirio que ya no podría soportar. Mis dedos níveos cobraron voluntad propia, acunando su rostro entre mis manos, forzando aun más la cercanía con la necesidad de que nuestras pieles fueran solo una, con la misma pasión sin límites que nos caracterizaba… Mis labios por primera vez se sintieron huérfanos cuando su boca se alejo para emitir graves sonidos entre un halito entrecortado, permitiéndome solo un instante para abrir mis ojos y encontrar los suyos tan cerca, tan esperados como siempre No te estoy pidiendo que te marches… Por si no lo has notado, mi querido libertino, esto es una bienvenida… Manifesté con un tono consonante con el deseo de no interrumpir éste momento, manteniéndome justo en aquella postura, pasando mis brazos sobre sus hombros para rodear su cuello y depositar un suave beso en la comisura de sus labios.

El término “Libertino”, lo había aprendido en nuestro último viaje a mi palacio de invierno justo donde ahora nos encontrábamos, donde tras unos meses de fingir indiferencia y jugar a ser un par de amantes clandestinos, había descubierto sus tendencias muy similares a las mías. Múltiples amantes, un corazón vacio que a su vez, no le pertenecía a nadie pero era de todas; En parte, algo de eso me había atraído de Dorian Windsor, era como una bestia salvaje e indómita, una cuyo libido exacerbaba mis instintos e incluso había logrado distraerme por mucho tiempo de mis juegos macabros o mis insistentes matanzas. ¿Qué me estaba sucediendo? Esa fue la primordial pregunta que me formule aquel día en que él decidía establecerse en Paris y yo de volver a mi amada Roma… No debía, no podía y no estaba segura de si quería, forjar un lazo afectivo con éste vampiro… Él se debía a todas, a cuantas amantes compusieran su interminable lista, mientras mi posesividad hacía estragos y hasta tantear en la posibilidad de retenerlo a mi lado de algún modo… Dorian comenzaba a simbolizar un nexo peligroso que me ataba a ésta ciudad, y al regresar, anhelaba verlo, escucharlo, pero no tocarlo… Su piel era un poderoso narcótico cargado de recuerdos y deseos que no valía la pena recapitular.

Creo que está de más aclarar… Hice una breve pausa a la vez que mi lengua bordeaba el límite de lo prohibido en el lóbulo de su oreja para después completar en un leve susurro … Que jamás las puertas de mi hogar estarán cerradas para ti, después de todo… Mi mejilla acariciaba sinuosamente la suya, permitiendo el suave roce de mis labios a través del filo de su barbilla para que mis palabras murieran de regreso hacia su boca … Eres un viejo amigo… La punta de mis dedos acariciaban con delicadeza su cuello, bordeaban el límite de su labio inferior y continuaban en una caricia descendente por el borde de sus amplios hombros Entonces… ¿A qué debo la visita del caballero más solicitado y deseado de toda Francia? El aliento comenzó a fallarme cuando noté que la cercanía perduraba, que sus fuertes manos aun estaban fijas en mi estrecha cintura y que nuestros ojos se rehusaban a romper el contacto visual.
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Mensaje por Invitado Lun Jul 12, 2010 8:54 am

¿Cuán diferente podía ser la fantasía de la realidad? Incontables mitos y alucinaciones había cruzado por mi mente, pero sin duda alguna, nada se asemejaba en lo más mínimo a esto; Tener a Dorian Windsor una vez más entre mis brazos, poder perderme en sus narcóticos labios, inspirar su adictivo perfume y deleitar mi oído con aquella mágica voz, era uno de esos placeres que no se podrían describir e incluso duplicar a futuro… Hermoso y especial ante mis ojos, eso era lo más acertado aunque en demasiadas décadas había corroborado que no era la única que pensaba de ese modo hacia él… ¿Cavalieri della luna?. Inquirí con un toque de irónica suspicacia al mencionar aquella corta frase entre sus labios lívidos pero tan placenteros como el baño de plata de la luna sobre el profundo bosque. No tienes que fingir ser alguien que en realidad eres… Un fino cacciatore di peccati. Tan dulce como la miel más pura pero tan letal para el corazón como la mordida de una serpiente de cascabel… Sonreí con satisfacción al saberme presa de sus brazos entre los cuales deseaba quedarme hasta el momento en que tuviéramos que emprender una nueva despedida como finalización de nuestra velada ¿Luego que…? De seguro, él volvería clandestinamente al lecho de cualquier dama para satisfacer sus más obscenos deseos que creía casi como míos propios.

Antes de poder denotar alguna otra reacción referente a mis pensamientos inocuos, mis dedos aun recorrían con nostalgia cada centímetro de su rostro como si mi visión no pudiera capturar cada parte de él, necesitaba tocarlo, sentir aquella extraña y satírica sensación para rememorarla una vez que estuviera sola en mi palacio. Lo había llamado con la fuerza de mis pensamientos y ahora deseaba que ¿Se fuera? No, pero retenerlo por más tiempo, significaba el despertar de muchas cosas que incluso en éste momento no podría explicar. Su beso no me había tomado por sorpresa, en realidad era tan añorado como el oxigeno para un mortal que moría ahogado en las profundidades del mar. Tan urgido, necesitado, hambriento y agudo, reclamando mis labios con discreción y causando un leve estremecimiento al dejarme llevar hacia aquel abismo oscuro que se derrumbaba a mi alrededor sin que me percatara de nada… Absolutamente nada era aceptable a concebir la idea de no tenerle una última noche más…

Sin mesura alguna deje que mis labios fueran invadidos por los suyos, dándole la libertad suficiente para corresponder en un modo intenso y sagaz, que solo anhelaba mucho mas del elixir que me era ofrecido a través de semejante propuesta, ¿Cuánto podía significar un simple beso? Tantas veces había tocado los labios ajenos sin relevancia alguna, dejando destilar el exceso de un cuerpo sin alma que vagaba entre las sombras con el único propósito de alimentarse y divertirse. Pero ahora… Era tan diferente… Era Dorian el que me besaba, el hombre que me hacia enloquecer y vibrar ante sus besos precisos y decadentes. Me eclipsaba, eso lo odiaba ¿O no? ¿Raptarme? Eso es… Estaba dispuesta a contestar utilizando el término “inaceptable”, aunque la seriedad de cada una de sus facciones me fulmino al instante y me dejo vagando en el valle de la incertidumbre. Lo deje terminar mientras daba un paso hacia atrás y tragaba con dificultad, mi vista erraba en medio del desastre carmesí que era desperdiciado sobre la alfombra y luego, mis manos acariciaron el corsé de mi abdomen sintiéndolo demasiado apretado para un momento como éste. ¿Qué me estaba pasando?

Repentinamente fruncí el ceño y camine hacia el bar de la recepción, haciendo a un lado a uno de mis súbditos que se apresuraba a despachar nuestros pedidos aunque no era el mejor momento para interrumpir ésta conversación que durante tantos años había vagado entre mis pensamientos. Largo… Exprese con voz serena al vasallo aunque mis ojos afilados le anunciaban que no repetiría aquella orden. Dorian, me siento realmente conmovida por tus palabras pero… Hice una pausa en ese preciso instante en que una risa cáustica dejaba en evidencia mi confusión Después de tantos años de estar separados, vienes a buscarme para decirme… ¿Todo esto? Enarque una ceja tratando de controlar mis manos sobre la botella que servía en cascada el vino de la mejor reserva sobre dos copas de cristal tallado. Sabía en lo más profundo que refutaría mis palabras… Aunque más que una certeza, tenía la esperanza de que lo hiciera…

Camine hacia él con cautela y le ofrecí una de las copas rebosadas de aquella extraordinaria bebida, admirando con supremo gozo sus ojos de cazador furtivo cobijado por la noche, consciente de que después de brindar por cualquier motivo sin importancia, hurtaría mi libertad y conquistaría el lucro de lo que había prometido Creo que la mejor respuesta que puedo darte en este momento es el silencio… No puedo usurpar a la verdad o darle valía teniéndote tan cerca y menos si amenazas con raptarme por un lapso de tiempo… No puedo prometer un periodo efímero a tu lado que culmine del mismo modo que antes, querido libertino… Esta vez, soy mucho más exigente que en el pasado, y lamento si ello no conciba el deseo de compartir lo que creo que me pertenece… Aventure mis pasos directos hacia él, sellando sus labios impregnados con el sabor dulce del vino con los míos, consumando aquel acto prohibido con el ruido provocado por el choque de nuestras copas para después alejarme y tomar un nuevo rumbo hacia el salón principal.
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Mensaje por Invitado Sáb Jul 17, 2010 4:42 am

Escuchaba el rítmico andar de mis pasos con dirección al salón principal, rompiendo el minuto de silencio luctuoso que mis dudas no lograban subsanar. Bebía sorbo a sorbo mi copa, maldiciendo mis instintos que no realizaban un llamado hacia la sangre sino hacia él, un cantico extraño, fúnebre, caustico que no me dejaba pensar con claridad. ¿Cuándo las posturas de mi juego se habían invertido para convertirme en la presa? Apreté la quijada y resople con plena frustración, pasando a un lado del piano, ignorando a mi único compañero eterno con el que podía crear en vez de destruir, el que calmaba mis ansias, el único que arrullaba mi soledad y le daba un beso en los labios a la locura. El fracaso de mis sentimientos repentinos hacia el libertino causaron que arrojara la copa hacia algún lugar del salón por el que no me tome la molestia para mirar hacia atrás, ni siquiera escuché el cristal resquebrajándose por lo que supuse que estaría intacta sobre el alfombrado. Me detuve frente a uno de los imponentes vitrales con los brazos cruzados sobre mi torso, tratando de enfocar mis ojos errantes en algún punto a lo lejos que lograra distraerme, pero la maestría de sus besos desvaneció mis controles haciéndome sisear en su recorrido Tuya… Argumenté a sus palabras exactas mientras hacíamos contacto visual a través del cristal de la ventana que nos detallaba a cuerpo entero. Pasión… Acto seguido de repetir la palabra clave o tal vez, la idea principal en su metáfora precisa, me giré hacia Dorian colocando mi dedo índice sobre su pecho, caminando con firmeza y guiándolo con suavidad hacia una de las columnas marmóreas del palacio ¿Eso es lo que deseas?

La interrogante se alargo dado a que había logrado arrebatarle una sonrisa de sus tentadores labios gracias a mi conducta, una que ahora parecía irracional al pensar demasiado en tomar un riesgo provocativo que podía sonar muy prometedor para ambos. ¿Vuoi Passione? Acercando sinuosamente mi cuerpo hacia el suyo, dedique una mirada devota a sus labios, estremeciendo solo con el hecho de poseerlos durante cada noche o cada día por el resto de la eternidad. Aunque fuera una hermosa fantasía, no permitiría que eso vetara en la realidad. Mi rostro estaba muy cercano al suyo, saboreando el delicioso aroma que expedía su aliento, sintiendo como envolvía mi pequeña cintura con sus fuertes manos, distinguiendo como en la cercanía mi pecho se agitaba entre cada respiración. Deberías pensar muy bien cada una de tus palabras… Sabes a la perfección que puedo usarlas en tu contra… Un roce sutil entre nuestros parpados permitió que el erotismo aflorara en un juego de seducción, algo muy íntimo y pasional que nos caracterizaba, por el que ciertamente una vez estuve a punto de sacrificar mi libertad. ¿Qué tan diferente era ahora?

Una risa discreta tras sentir que Dorian me aferraba hacia sí, aventuro a mi boca a surcar sus pómulos con suaves besos, cerrando sus parpados con uno de mis dedos mientras plagaba aquel adónico perfil con el simple tacto de mi boca No negare que en un pasado, todas y cada una de mis fantasías se vieron cumplidas entre tus brazos… Hice una pausa al recorrer el ameno sendero hacia su cuello … Y he de confesar que no he encontrado a nadie con tu amplia experiencia en el arte libinoso e impúdico… Mis labios se acoplaron como en antaño a aquel arco pronunciado de su cuello, desfilando por su garganta con un simple roce que culminaba en su clavícula, sugestionando a la vena asistólica que se marcaba con la tensión que su cuerpo manifestaba con una serie de mordidas suaves que me proveían del exquisito sabor de su piel. Pero mucho tiempo ha pasado desde entonces, y es normal que tenga mis dudas, Monseur Windsor… El vicio reapareció entre mis labios cuando la frigidez de mi aliento se escapo en un suspiro, intensificando la cadena de besos que ahora se abrían paso hacia su pecho, agilizando mis dedos para desabotonar su camisa y exponer su musculatura cincelada ante mis ojos exigentes. No podía expresar con palabras lo que ese desacato de mi parte, ahora causaba en mi… Esa como una fina necesidad, un deseo arraigado que ya no podía contener por más tiempo.

Tienes razón al decir que ya no importa cuántos labios hayas probado, o entre cuantos brazos olvidaras mi cuerpo… No voy a juzgarlo… No soy quien para hacerlo… Musite con una oscura apatía a pesar de que mi respiración ahora se convertía en un jadeo difuso, que mis manos habían sobrepasado los límites al permitirse palpar pausadamente su abdomen, reconocer cada línea de su musculatura hasta detenerse sobre su pecho, solo por un ínfimo momento mis manos quedaron inertes cuando mi rostro fue atraído hacia el suyo para fusionar nuestros labios, disipando la gélidas palabras para sentir como ahora su lengua tanteaba a la mía en aquel supremo contacto. Dorian… Murmure su nombre al dilapidar mi sentido libido al descender su camisa entretanto mi lengua recorría su pabellón auricular, profanándola con mi lengua, mordiendo lúbricamente el lóbulo de su oreja, hasta que complete con una amplia y jovial sonrisa la conclusión de mis ideas Si pasión es lo que quieres… Una eternidad para reforzar las cadenas que nos mantuvieron juntos por décadas, entonces demuéstramelo… Muchos años han pasado y demasiado hemos cambiado, querido… Sedúceme… Convénceme… Muéstrame… Me aleje errante una vez más, con una súbita alegría orgásmica al notar su gesto de mal humor por dejarlo en ese estado tan… Íntegro… Lo cual de seguro, no era lo que se esperaba… Pero si me conocía tanto como presumía, entonces esperaba que comprendiera un poco mi interés hacia el… Lo nuestro… Lo que quiera que fuera…


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Mensaje por Invitado Vie Ago 06, 2010 1:29 pm

El simple acto involuntario de la inspiración se volvió dificultoso al marcar distancia entre nuestros cuerpos que se reclamaban el uno al otro con un sentido posesivo indiscutible ¿Qué me estaba sucediendo? Me pregunte a mí misma de forma mental, sintiendo sobre mi propia piel una voraginosa estela de sensaciones que solo me demandaba sentir sus manos recorriendo cada línea que definía mi figura femenina, despertando un extraño gesto de perturbación en mi rostro que no podía identificar. El sugestivo sonido rítmico de mis pasos, repicaba con un eco fantasmal a lo largo de todo el salón, llevándome en la dirección precisa hacia los pies de la escalinata principal que era resguardada por dos poderosas columnas de mármol donde mis fantasías desmedidas eran saciadas en el pasado por el apetito voraz del hombre que ahora demandaba el poder que en el pasado, le había sido concedido. Juicio… Musite con un toque de ironía al llevar uno de mis dedos a un lado de la comisura de mis labios para ocultar mi sonrisa sádica, aventurando la mirada por encima de mi hombro sin vestigio de timidez o recato … Eso es algo que en estos momentos no poseo, querido… Solo los hechos son los que concluyen el destino de este camino, tienes muy bien trazada la meta, pero el cometido aun se desvanece en el antaño como alguno de nuestros sueños… Mis ojos no se rehusaron a recorrer la densa superficie descubierta entre los pliegues de su camisa ahora desacomodada, incluso se desplazaron a toda velocidad hacia su vientre en busca de aquella evidencia de excitación que no logré precisar ya que bruscamente el mandato de mi cerebro reclamaba como medida de alerta o auto protección que me alejara antes de verme presa en una de mis tantas redes… No, ciertamente esto era distinto… Retomando mi caminata con mayor velocidad, mis puños se aferraron a la falda de mi vestido para contener el impulso de hacerle una sabia invitación para que me llevara entre sus brazos a uno de mis aposentos, sin embargo, mis pasos se vieron interrumpidos por el impacto de mi cuerpo que era atrapado y allanado por sus habilidosas manos, sintiendo mi pecho chocar contra el suyo, percibiendo el cambio exacerbante de mis sensaciones que a su vez, eran suplidas por la satisfacción más profunda y la calidez que emanaba de su aliento.

El pronunciado escote de mi vestimenta era desgarrado sin piedad, dejando caer parte de la pedrería que lo revestía al suelo, donde ahora, brillaban magníficamente ante la tenue luz de los candelabros y presenciaban gustosos la liberación de los deseos de dos vampiros que durante mucho tiempo, habían anhelado tanto de lo que en el pasado no pudieron obtener. Sentí su suave respiración despertando cosquillas en el arco de mi cuello, aquellos brazos cálidos que rodeaban mi estrecha cintura, los mismos que atraían mi cuerpo hacia el suyo tan fornido, musculoso, uno que perfectamente me envolvía y engranaba tanto como deseaba. Intente por todos los medios permanecer quieta, inmutable, serena, tratando de poner mis ideas en claro, lo cual, fue un vana tentativa ante los solemnes estremecimientos que azotaban mi espina dorsal con tan solo un roce de sus labios. Dorian… Reconocí sus intenciones casi de inmediato al apreciar el discreto empuje de sus caderas un poco más cerca de las mías, acorralándome contra una de las columnas que solo era un imprudente estorbo que me obligaba a sucumbir ante las ondulaciones del cuerpo de mi amante más deseado… Más especial… Casi indispensable…

Luchando contra la necesidad de dejar escapar una risa tonta y llena de egocentrismo, sentí que en realidad, mis labios entreabiertos comenzaban a relajarse, consciente que deseaban llamar la atención de los suyos que recorrían mi cuello y surcaban en picada hacia el escote ahora deforme, donde mi busto se exponía turgente y expectante a lo que a continuación seguiría Te estás aventurando a un camino sin salida… Mascullé, arqueando mi espalda al dominar el impulso de un gemido ante la emoción de que sus colmillos arañaran la suave superficie de mi clavícula previamente humedecida por los fluidos sicalípticos de su boca, rozando entonces la fina tela de su camisa con la opulencia que mis senos cobraban como producto de la excitación. Finalmente mis dedos cobraron vida una vez más, desarmando el intrincado abotonado de su camisa con un violento movimiento, retirándola a través de sus hombros y forcejeando con sus brazos en una impetuosa lucha para sentir su lívida piel contra la mía, hasta conseguir que la estorbosa tela encontrara su verídico destino sobre la pedrería desprendida de mi escote sobre el alfombrado. Acune su rostro sin interrumpir su recorrido, permitiendo que mis dedos se perdieran entre la sedosa superficie de su cabello, atrayéndolo, guiándolo, aferrándolo a su primordial destino que aun aguardaba silencioso al encuentro de sus besos.

El dolor que causaba la lujuria en mi intimidad comenzaba a disiparse, el ardor que causaba con cada uno de sus besos y la fuerza con que presionaba su cadera contra la mía, me llevaron a imaginar cuan delicioso seria sentir como Dorian me tomaba como en antaño, abriéndose paso entre los pliegues de mi intimidad, haciéndome gemir mientras sus dedos se desplazaban en mi interior, como su lengua inquieta limpiaba los residuos lúbricos de mi sexo, como llenaba por completo mi vientre cuando intensificaba el fuego contenido bajo mi piel en uno de nuestros orgasmos. Tan solo pensar en aquella idea, libero el sonido proveniente de mi garganta cobrando forma de un ardiente clamor Tómame… Dorian, literalmente, irradiaba fuego, calidez y pura lujuria carnal mezclada con un sentimiento atípico que descubriría al tenerlo bajo mis sábanas poseerlo hasta que toda su esencia se arremolinara sobre mi cuerpo.

Cuando Dorian estuvo a tan solo milímetros de saborear con su meticulosa lengua el montículo de mis pechos, un gesto maquiavélico se evidencio en mi rostro cuando lo tome de los hombros e invertí nuestras posturas para dejarlo recostado contra la columna. Un sonido seco fue lo que dejó el perfecto impacto de su hermosa espalda contra aquella inanimada superficie, incentivando a mi perversión con tan solo arquear su ceja en medio de una extraña sonrisa cuando presione con ambas manos su pecho e incline mi rostro para prodigar una suave caricia circular con mi lengua en una de sus tetillas, succionando, mordisqueando con suavidad para reincorporarme en ascenso hacia su oreja, asaltándola con cada roce, dejando escapar mi aliento para envolverla, recorriendo y explorando cada surco hasta que, por otra parte, una de mis manos, furtivamente libero el yugo de su cinturón y se abrió paso para enfundar entre mis dedos la solidez que estaba contenida y oculta en el pubis de mi adorado libertino. Admito que extrañaba todo esto… Mi boca trazó un rápido sendero de besos por la línea de su mandíbula hasta llegar a sus dulces labios, impregnándome con el néctar de su lengua circundante, rozando mis labios a lo largo de los suyos, humedeciendo la abertura entre ellos con la punta de mi lengua para después dejar que profanara aquella cavidad como una cálida violación que propiciaba a la locura. Jadee entre sus labios cuando mi mano comenzaba a desplazarse de atrás hacia adelante bajo su pantalón, maravillándome por la decadencia y la insatisfacción de tener tanta ropa de por medio, manifestándolo al aumentar la presión de mi mano sobre el torso de su gloriosa excitación atrapada, alimentando a mi tacto con la percepción de aquel masaje que le recorría desde la base hasta la gruesa punta.

Intempestivamente, la sujeción de mi mano se aflojo por completo y abandonó aquella zona plácida de su cuerpo en menos de lo que dura un parpadeo, dejando melódicas risas al aire cuando cubrí mis pechos con mis manos y, aprovechándome de la velocidad de mi raza, corrí a toda velocidad por la escalinata hasta llegar al final del pasillo, escuchando sus pesados pasos de cazador acudiendo a mi encuentro Se me olvidó mencionarle, Monseur Windsor que, es bienvenido cuantas veces desee en mi domicilio… Coloque suavemente la mano sobre el pomo de la puerta, ingresando en la oscuridad a uno de los dormitorios con la precaución de la soledad y bajo el albedrío de las sombras Espero que sepa, que puede servirse de todo lo que le plazca… Simplemente, sienta como que está en casa… Vociferé hacia el pasillo, cerrando la puerta cuidadosamente y retrocediendo unos pasos pensando que Dorian aun permanecía en la búsqueda de su presa entre las habitaciones, aunque, lo que menos esperaba, era que al retroceder lentamente con el típico gesto de la travesura completada, mi espalda chocaría contra su pecho y una vez más me vería envuelta entre sus brazos, deliciosamente atrapada, encadenada por sus fuertes manos, sintiendo el deseo más tangible desde esta postura donde su erección presionaba contra la parte posterior de mi cuerpo por encima de la falda de mi vestido. Las preguntas se conglomeraron en mi mente, sin embargo, una a una fueron desplazadas por el sublime sonido de su respiración acelerada retumbando sobre mi oído.
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Dosis de Locura... [Dorian Windsor]  Empty Re: Dosis de Locura... [Dorian Windsor]

Mensaje por Invitado Dom Ago 29, 2010 9:13 am

Mi cuerpo estaba siendo invadido deliciosamente por las manos expertas de aquel libertino, retirando con completa astucia cada pliegue que se interponía de mi vestimenta y dejándola a un lado como aquellas barreras invisibles que se habían plantado en mi subconsciente desde el pasado; Su voz, un suave terciopelo que recorría mi oído y finamente y se encargaba de despertar pasiones escondidas que no habitaban solo en mi piel, era mucho más profundo, más intenso… También extrañaba el modo en que haces eso… Hacerme estremecer solo con tu respiración… Musite a la vez que arqueaba mi cuello hacia atrás para sentir la amplitud del recorrido de sus besos a lo largo del arco de mi cuello. Mis ojos estaban cerrados, mi piel sucumbía a corrientes eléctricas provocadas por sus caricias, mis manos relajadas a cada lado de mi cuerpo… Deseando… Aguardando… Impaciente… Intranquila… Viva… Un extraño término que rara vez utilizaba en esta clase de momentos… Solo con él… Sin embargo, viejos temores inhibían el poder manifestarlo con simples palabras de mi boca, sencillamente no podía, no debía, pero si quería… ¿Qué hacer en un momento donde una mujer se encontraba frente a un impetuoso volcán a punto de estallar? Calando la lujuria en los huesos y perpetuando el deseo de fundirse en uno solo mientras durara…

Mi mano lívida fue envuelta por sus dedos mientras me guiaba al lecho que sería testigo de un encuentro sin precedentes, aferrándose a una fuerte sujeción al mismo tiempo que mis jadeos se ahogaban con la sola percepción de su peso sobre mi cuerpo que lo acogía gustosamente. Era casi doloroso estar en aquella postura, insoportable cuando sus besos cesaron lentamente y mis deseos arrogantes se vieron interrumpidos por el suave roce que dibujaba como una fina pincelada sobre mi cuerpo… Dulce como el sabor del vino impregnado sobre sus labios, pero con el mismo sentido adictivo que dejaba tras abandonar a los míos que manifestaban su ausencia con un ardor atípico que incluso incendiaba mi garganta. Son palabras que desnudan el alma… Comente en un pequeño susurro apenas audible tras escuchar tan exquisita prosa… Doria era un poeta, un alma perdida en un mundo frívolo y plagado de libertinaje… Tan contaminado como el mío, aunque menos perverso y mortífero… Apenas se levantó de la cama, mis ojos suspicaces siguieron su trayectoria que lo conducía hacia una de las mesas auxiliares donde servía un par de copas de cristal rebosantes con aquel vino que solíamos degustar en el pasado antes de ir a nuestros aposentos Me alegra saber que no olvidas las viejas costumbres. Manifesté con una irónica sonrisa, tomando una de las sabanas para envolver mi cuerpo semidesnudo aun dejando mis piernas esbeltas al descubierto, alzando una de mis finas cejas al tomar la copa que ofrecía y recibirlo a mi lado nuevamente con una mueca expectante que evidenciaba una curiosidad subliminal.

¿Che cosa è successo al mio amato libertino? Murmuré al acercarme hacia él y ocupar mi mano libre en recorrer la cincelada línea de su quijada, fijando una caricia tan suave como el roce de una pluma por el apagado gesto de Dorian que aun permanecía ausente. Mis ojos ahora estaban fijos en los suyos, solo admirando aquella hermosa pigmentación cristalina, traviesamente buscando mi reflejo en ellos aunque eran tan inexpresivos como el agua apacible de un manantial durante el crepúsculo. Lo conocía, tantos años de estar a su lado no habían transcurrido en vano, los placeres carnales probablemente hubieran captado su atención, pero en el fondo, poseía carencias indiscutibles de una mente que pudiera aceptar la suya tan complicada y a veces tan simple… En este preciso instante, era cuando la simplicidad se esfumaba y permitía que la incertidumbre ocupara ilegítimamente su lugar. ¿Contradictorio? Si, de eso se trataba Dorian Windsor… Il mio corpo è bloccato in una tomba di ghiaccio Non posso scappare, solo un bacio può liberarsi, solo l'amore mi puoi offrire fuori all'esilio. Solo l'amore può tenere in vita... Las palabras escaparon sin un sentido idílico dirigidos a aquel místico caballero al que consideraba lo más cercano a m alma gemela, ambos habíamos vivido demasiado y literalmente, ambos éramos prisioneros de nuestras naturalezas. Lleve la copa hacia mis labios, sumergiéndolos en un satírico conformismo por controlar mis impulsos y evitar violentar mi cautela, Dorian había regresado del pasado para reiterar sus dudas, y yo lo encontraba para solventar las mías. Es bueno saber que no has regresado para seguir las huellas pasionales que dejamos juntos sobre el arenoso pasado… Podría asegurar, que has venido en búsqueda de algo más, pero… ¿Eso seré yo? Abandone la copa a medio terminar sobre una de las mesas de cabecera y me acomode a su lado de forma en que mi cuerpo quedara perfectamente acoplado al suyo, con nuestras piernas entrelazadas, permitiéndome que mis ojos hambrientos de expresiones tuvieran acceso a su rostro, y a mis manos de trazar un recorrido lineal sobre su pecho que solo buscaba apaciguar a los viejos demonios que habitaban dentro de su piel.

Una sonrisa templada curvo las comisuras de mis labios carmín al sentir su aliento sobre mi rostro, olvidando el resto de la confusa situación que nos había llevado al lecho que cobijaba dos cuerpos sin consumar y que, aparentemente se reconocían instantáneamente, dando cabida a un sueño que había albergado muchas noches donde habíamos conversado largas horas en una postura tan similar a la actual. Siempre me he preguntado, ¿Qué es lo que desea Dorian Windsor en el fondo? No como un hombre libertino, sino como el ser a quien en este tiempo he estado esperando. Al que se atrevió a quitarse la máscara ante mis ojos y se aventuró a vivir gloriosas experiencias a mi lado. Cerré mis ojos y me acerqué solo a besar su mejilla con extrema suavidad y ternura, una devoción que había experimentado al sentirlo como mío hacia tantos años atrás… Una extraña agonía que me incitaba a disfrutar su compañía ahora que la tenia, después de todo, en la naturaleza de cualquier libertino, todo podía resultar efímero.

En un severo impulso, sujete con un puño sobre mi pecho la sabana alrededor de mi cuerpo y trepe encima de Dorian para quedar con mis piernas a cada lado de sus caderas, ejerciendo un inocente contacto entre nuestras intimidades pero enfocando mi completa atención en sus expresiones, acunando mi torso en aquel marmóreo pecho que solía cobijarme mientras mis brazos lo rodeaban y estrechaban con fuerza, utilizando mis labios en pequeños besos que esculpían una delicada línea en la línea que dejaba la yugular sobre su cuello En el pasado, dejaste una huella indeleble en el corazón de una reina… Hoy, has regresado para profundizar aquella marca en mi alma y después… Una pequeña pausa, sirvió como la excusa perfecta para realizar un furtivo encuentro entre sus labios y los míos, hasta que las palabras murieron en medio de un beso narcótico que borro cualquier vestigio de duda en mi interior ¿Qué piensas hacer? ¿El Cazador de la Luna dejara que el olvido se lleve entre la marea este encuentro marcado por el destino? ¿Se dará una última oportunidad de permitir ser amado? Deposite un último beso fugaz sobre su frente antes de levantarme y caminar hacia el armario al otro lado del dormitorio, fisgoneando con apatía entre los cajones hasta encontrar una pequeña y delicada bata negra de seda brillante. Espero no te moleste que me coloque algo de ropa… Susurre con un tono sugerente al asomar mis traviesos ojos por encima de mi hombro mientras le daba la espalda a Dorian, que aun seguía recostado sobre la cama, dejando caer la sabana que revestía la desnudez de mi cuerpo para después colocar aquella suave prenda y atarla con un nudo descuidado alrededor de mi estrecha cintura. Luces cansado… Del mundo… De todo… ¿Qué es lo que en el fondo buscas, que te ha traído hacia mí esta noche? Concluí con serenidad volviendo a la cama, sentándome justo a su lado, observándole con atención y dejando caer mi mano sobre el dorso de la suya… Esto era un juego prohibido, una atracción magnética, un respetable sentimiento que debía ser oído… ¿Pero por cuál de los dos?
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