Dime si te pego fuerte o no, lo digo porque estás desvariando [Yura]

por **Andrei Chezhekov** Miér Feb 15, 2012 7:23 pm

Que tuviera que aguantarle en casa dándole azotes continuamente, escuchando sus silencios a veces me repateaba el culo de una manera que al parecer a él le hacía gracia. ¿Qué haría cuando le contara la verdad que yo y solamente aquel barón italiano sabe y que por pena, murió? Aún esperaba aquí sentado en una de las sillas de la cafetería del hotel. El reloj pasaba y yo me hartaba de esperar. Que aburrido era esto. Y como de la nada, una melodía venia cerca de un piano, no le preste casi atención pues los bemoles y los sostenidos hacían más irritante aquel momento de espera en la que me agonizaba por dentro. El silencio iba sustituyendo las notas musicales, los zapateos de la gente resonaban en la amplia sala y un mesero se acercaba para tomarme nota, un Martini doble, le dije sin mirarlo a la cara y finalmente cuando pasaron quince minutos, lo tuve delante de mis narices en aquella mesa redonda, donde con hermosos círculos en metal adornaban la base del mueble.

Ahora miraba alrededor, a la gente que entraba y salía de la cafetería, para después mirar el reloj de cadena que colgaba de mi chaleco. Nada. En cuanto lo viera, le reprimiría y después le haría tragar el agua de los inodoros para que sepa lo que tiene que hacer la próxima vez en lugar de llegar tarde. Me estaba hartando. Mi paciencia se agota fácilmente, tire la copa de Martini al suelo y enseguida varios meseros fueron al encuentro del incidente. Esto me recuerda a “pon una catástrofe y el más idiota vendrá” En cualquier caso, note una mirada a más de dos mesas de distancia. No hice ningún caso de aquella mirada hasta el final resople y pude ver a una bella joven de cabellos dorados mirándome con cierto interés. Hice caso omiso del alboroto que con placer había formado y reajuste la hebilla de mi cinturón, reajuste mi camisa y mi chaqueta y una sonrisita socarrona salió en mi rostro invitándola comenzar una evolución de intereses.

Ella se acerco meneando aquellas caderas simultáneamente mientras yo la estudiaba con la mirada de arriba abajo, descaradamente, sin traerme ningún cuidado si se llegara a ofender o si me llevaría una recompensa violenta-Bon Nuit, Monsieur...¿está usted son compañía?-Aquella melodiosa voz, me hizo bastante gracia. Cruce mis brazos sobre mi pecho, recostándose sobre la silla mirando a la bella mujer de ligeras y apretadas ropas con una mirada lasciva sobre su cuerpo-A no ser que posea algún motivo de importancia para acercarse esta noche, este pase será más corto de lo que usted cree, bella dama...-Alce una ceja terminando el dialogo infortunado que solté a la mujer.

por **Yura** Vie Feb 17, 2012 1:07 am

Tenía los ojos demasiado enrojecidos como para siquiera atreverse a mostrar su rostro en público, así que toda espera que ocasionara, solo por esta vez, valdría la pena, cada segundo. Porque era un día especial en tantos sentidos que resultaba abrumador para un alma tan frágil, aunque no quisiera reconocerlo. Había estado acurrucado llorando en un rincón de la habitación que previamente había reservado y arreglado para la ocasión. De verdad no sabía qué era lo que iba a hacer de ahora en adelante ni tampoco cómo su amo iba a reaccionar ante aquello.

Se frotó los ojos y dejó invadir por el frío tacto del agua en su rostro, el cual por primera vez en mucho tiempo no se atrevía a mirar en el espejo, así que suspiró con los ojos cerrados y se dio media vuelta para no ver su reflejo.

“No puedo creer que tenga miedo de esto” dijo para si mismo, riendo nerviosamente “¿Acaso no es lo que tanto quería?”

Ya no podía estar seguro de nada, pero entre más tiempo pasaba, más comenzaba a dudar que todo esto fuese una buena idea. Tendría que fingir, nuevamente, que era alguien valiente y decido, capaz de efectuar aquella transacción tranquila y fríamente, aunque por dentro estuviese a punto de caer en un profundo abismo saturado de desesperación. Habría que afrontar cosas aun más difíciles de ahora en adelante.

“No one can´t stop me for trying” . Se dijo a si mismo para armarse de todo el valor posible mientras posaba su mano sobre el pomo de la puerta, pero por un segundo sonrió ¿Acaso su amo sabría lo que significaba eso? Porque jamás le había demostrado demasiados modales a pesar de su condición económica, y se le antojaba más un mocoso caprichoso y bruto, muy lejos de la sofisticación a la que estaba tan acostumbrado. Pero bueno, no tenía derecho a hacer ninguna pregunta más.

Bajó las escaleras un poco más entusiasmado, incluso llegando a correr algunos trechos, pero cuando llegó al bar-cafetería en que había citado a su amo, no pudo evitar fruncir el ceño al ver que estaba comenzando a distraerse de lo que los convocaba. Pasó las manos por su cabello, peinando aquel mechón largo del frente que ya casi comenzaba a molestarlo, mientras evaluaba el proceder. Y en honor a que sería la última vez, sonrió ladino y se acercó con aire seductor a aquella pareja que se formó frente a la mesa.

- ¿No es una noche encantadora? – dijo aun sonriendo, pero en un susurro sobre el cuello de la mujer que sería perfectamente audible para su amo – Monseiur Chezhekov et j'ai des affaires importantes à assister à ce jour – agregó mientras le dejaba un beso en la mejilla – Luego podrás seducirlo para llevarlo a tu cama, encanto – dijo mientras se apartaba y le hacía un ademán a su amo señalándole las escaleras.

En cualquier otra ocasión aquello le habría hecho merecedor de una las palizas más fuertes que le habían dado, y tal vez se la merecía, pero era un día muy especial.

por **Andrei Chezhekov** Sáb Feb 25, 2012 9:07 pm

Quizás estaba de broma este pelele, pero de ningún modo me movería esa noche de la silla en la que me encontraba esa noche-No.-Dije tajante con una sonrisa juguetona en mis labios. ¿Creía que iba a salirse con la suya? No. Esta noche se lo haría notar lo mucho que estaba enfadado y lo poco que le faltaba por perder los nervios, pero mantuve una apariencia calmada, pues, teníamos compañía la cual ya se había esfumado por el idiota a quien era mi esclavo. Mi hermano. No pude evitar reírme en su cara-...Arrodíllate...aquí, ahora mismo, no demores...-volví a reírme mas en su cara, daba golpes en la mesa, haciendo botar el vaso de licor que me estaba tomando, pero entonces ya pare. Le mire por un rato largo y tendido. No me separe de sus ojos y al ver que no se arrodillaba, me levante de la silla para después darle el trozo de mi furia que tenía que recibir de mí.

Un leve bofetón no hacía daño a nadie. No sabía lo que estaba pasando y lo que le haría pasar en cuanto subiéramos hacia las habitaciones. ¿Sería un buen momento de contarle la verdad? Seguramente no me creería. Huiría o...Si aquello planeaba, tendría que preparar el botiquín para curarse el mismo después de la paliza que le daría. No le dejaría vivo o al menos podría ser un poco benévolo. Reí de camino a las escaleras y en cuanto los pies se posaron sobre el primer escalón, gire mi cuerpo para mirarle a los ojos-Muévete....-Le dije esperando a que reaccionase enseguida-...no tengo toda la noche.

La chica de antes paso por mi lado, era obviamente una cortesana barata dado que no hacía otra cosa que mirar el paquete que escondían mis ajustados pantalones de cazador. Le hice un gesto de morder a la cortesana bastante divertida, la guiñe un ojo para después volver mi mirada hacia los ojos claros de Yura-...No sé porque estás ahí tan quieto....-Le miraba ya un poco intrigado de aquel extraño comportamiento con lo que baje de las escaleras y en cuanto de nuevo la insistente cortesana, paso, tocando mis nalgas, suspire ya algo cansado pues se estaba ganando todas las papeletas de llevarse una buena zurra, Yura y la otra cortesana, que me estaba poniendo de los nervios al fin y al cabo.

Esto era ridículo.

por **Yura** Mar Abr 10, 2012 11:39 pm

Definitivamente no podía cambiar de su cabeza la impresión de mocoso malcriado que su amo expelía por todos los poros de su piel, es más, cada palabra venenosa que salía de su garganta no hacía más que dar más argumentos a su causa. No era el peor ¡Claro que no! Por su cama habían pasado tanto nobles como lacras de la sociedad, pero nunca nadie conseguía sacarle reacciones como su nuevo amo, con quien muchas veces no podía aguantar el sarcasmo y las ansias de rebelión.

Solo suspiró y se obligó a mantener el rostro impasible e indiferente, porque sabía que obedecer una orden como aquella en un lugar tan atestado de gente solo afectaría la reputación de su amo, porque de él podrían decirse una y mil cosas, sobretodo aquellos rumores de la homosexualidad que podían sepultar una vida aunque fueran completamente inverosímiles.

Le sostuvo la mirada, hasta que cuando se atrevió a entreabrir los labios para hablar recibió la esperada recompensa a sus faltas de respecto. Una apasionada bofetada que dejaba en su mejilla la inconfundible calidez del dolor, y esta, como en muchas otras veces, solo consiguió sacar de sus labios una sonrisa de masoquista satisfacción. ¿Qué había de excitante en el dolor? ¿En ser herido? Tal vez fuese una patología que algún día vendría a cobrar la cuenta llevándose su alma al infierno, pero mientras tanto, lo único que podía hacer era disfrutar de ello, porque esperaba que fuesen las últimas que tendría que sufrir en cautiverio.

- Ignoriert die hündin, Herr Chezhekov – consiguió decir cuando despertó de aquella leve ensoñación, a sabiendas de que si quizás ni su propio amo le entendería aquellas palabras mucho menos las podría descifrar aquella mujer de perfume barato - ¿No tiene curiosidad de saber para qué lo cité? –

“Tú también deberías olvidarte de esa puta, podrá ir a buscarla luego cuando ya no te tenga como juguete” . Se dijo a sí mismo solo con el afán de autocomplacerse, mientras se adelantaba un par de pasos y le señalaba las escaleras por unos instantes, antes de comenzar a caminar fingiendo desinterés en si lo seguía o no.

Aunque para su fortuna tuvo que despreocuparse, porque aquellos seguros, distinguibles y a veces prepotentes pasos lo siguieron hasta que se encontró frente a la puerta de la habitación que había reservado para la ocasión. Posó su mano en la puerta, acariciando suavemente la madera, como buscando memorizar cada sensación que se diera antes de conseguir su libertad, porque no sabía como sería la vida luego de ello, así que al menos le quedaría recordar.

- Adelante – dijo secamente mientras abría la puerta y le daba espacio para entrar primero – Si gusta puede tomar asiento en aquel diván – dijo hablando de más, porque sabía perfectamente que su amo lo escucharía como una orden, una orden que viniendo de él era imperdonable.

por **Andrei Chezhekov** Jue Abr 12, 2012 2:24 pm

Vamos Andrei, después podrás darle una buena zurra.

Entre con tranquilidad en aquella sala en la que olía a limpio, si, a limpio. El contacto que vi en Yura, acariciando la puerta ¿Era alguna señal de que lo vería por última vez? Muchas veces, Yura me había hecho varias tretas, desobedeciéndome, vacilándome bravamente para después tener que calmarle los humos con algún que otro toque demasiado violento para su pálida piel. No sabía que es lo que quería, pero solamente, le cogí de su oreja derecha y tire de ella hasta tirarle sobre la cama.

Con esfuerzo, claro, él era un poco más alto que yo y quizás algo mas mayor. Poco conocía de él, le tenía que tratar como tal, no podría decirle “Eh, tú, eres mi hermano” No, no podía decirle eso, aun no, y por ello mi alma comenzó a inquietarse con tanto silencio que ya los nervios parecían amontonarse en mi cuerpo el cual había conseguido mantener en una calma justa y adecuada. De cualquier modo, ahí estábamos. El y yo.

Ahora mi cuerpo se apoyaba sobre la puerta de aquella habitación. Ah, se me olvido cerrar la puerta, fui a cerrarla para después encontrarme de nuevo con la cortesana. No había muerto más pesado que el del cuerpo de aquella cortesana sobre las sabanas de la cama de aquella habitación, yo limpiando mi daga o soplando en la boca de la pistola tras habérmela quitado de en medio. Podría existir aquello que se denominaba “tranquilidad” “intimidad” o simplemente que nos dejara en paz. Conocía esa clase de personas, sobre todo las que se ponían a cotillear tras la puerta, con el oído puesto en la puerta a ver que logran escuchar.

-Esta bien...a ver qué atracciones de feria me tienes lista para esta noche...-Cerré la puerta finalmente, dejando afuera aquella cortesana-Que pesada es la gente...-Murmure aburrido, quería irme a casa ya y olvidarme de esta noche. Vamos, creo que no iba a pasar nada de nada.

¿O si?

por **Yura** Dom Mayo 20, 2012 6:17 am

A la fuerza su cuerpo acabó apostado sobre la cama, quedándose en aquella humillante posición boca abajo por unos eternos instantes mientras su amo al parecer se hallaba ocupado en la puerta de la habitación. No sabía si era lo correcto, o al menos lo sano. ¿Qué otra vida podría tener? ¿Quién era realmente Yura? ¿Cuál de todas esas máscaras era su verdadero rostro? No eran preguntas vitales, demasiado existencialistas y profundas para un ser tan superficial y vanidoso, pero en estos momentos podía usar cualquier excusa para escapar de aquella pequeña voz en su cabeza que le decía que se callara y volviese a la constante sumisión para que las cosas no empeoraran más de lo necesario, voz que no era más que un vestigio de una costumbre estampada a fuego sobre su personalidad.

Se incorporó cuando escuchó el sonido de la puerta cerrándole los pasos y la vista a la mujerzuela de antes, apenas apoyó una de sus manos en la cama, quedando sentado prácticamente como una de esas sirenas que retrataban las viejas ilustraciones de los libros de fantasía y delirio. Porque al final su existencia parecía reducirse a ello. A no ser más que un adorno, un animal en exhibición a los ojos de extraños, curiosos y lascivos personajes. Pero no por mucho tiempo más.

Suspiró profundamente para darse el valor que le hacía falta y en silencio se levantó de la cama para acercarse al extremo donde estaban las almohadas, siendo que una de ellas ocultaba la pequeña gran fortuna que Yura había forjado a través del sacrificio del sudor de su cuerpo y de la perdida de la dignidad.

- Creo que ya es suficiente – se atrevió a decir al tiempo que estrechaba en su mano derecha y con fuerza aquel fajo de los dichosos trozos de papeles nuevos a la que la sociedad le atribuía tanto valor de cambio – Sé perfectamente cual es el lugar que me corresponde, pero creo que ni siquiera el mismo demonio sería capaz de soportar tus putos caprichos – dijo de forma agresiva, para unos segundos después lanzarle aquellos papeles a la cara – Es lo suficiente como para pagar por unos cinco esclavos adiestrados como yo, y no creas que es vanidad, llevo más tiempo que tu en este pérfido mundo como saber exactamente lo que vale mi carne – agregó con cada vez más desprecio en la voz.

Era cierto. No era únicamente su vanidad la que lo llamaba a dar demás respecto a la contraprestación por su alma, era también un seguro para que el mocoso no tuviese motivos plausibles para retractarse.

- Si no aceptas el trato, simplemente voy a suicidarme y vas perder tu inversión, aunque no sé para qué mierda que compraste en primer lugar – dijo usando más malas palabras que ninguna vez en veintidós años - ¡Я-НЕНАВИЖУ К ВАМ! – sentenció en un innato ruso, una de las pocas palabras que conocía ya que era uno de los idiomas que menos llamaba su atención.

“Te odio” Se volvió a repetir a si mismo una y otra vez. Lo odiaba porque en todos los años que creyó estar en el fondo de barril, siendo la peor escoria que había pisado los marmolados suelos de aquella mansión en Alemania, no eran absolutamente nada al lado de la humillación de saberse un inútil a los ojos de un amo. Porque precisamente eso creía ser para el mocoso, un capricho sin facultades para nada. Por eso lo odiaba, por arrebatarle incluso la utilidad, su única razón de ser.

por **Andrei Chezhekov** Mar Mayo 29, 2012 2:14 pm

Menudo derroche de papel-Si...no te gusta los billetes, siempre puedes usar monedas de cambio...-Recogía los billetes, no iba a decir que tenía el corazón en un puño, gritar a una persona, mas cuando eres, bueno, hermanastro de alguien, pero era doloroso cuando encima el hermano mayor no se comportaba como tal. Claro, ¿Qué iba a saber él? Nada, pero yo, que era el menor llevaba toda la culpa de todo y en realidad la carga de todo y de muchas experiencias en mi corta vida. Bien, ahora le miraba atento, pensando en que haría con el dinero. Yo era el menor-...-No dije nada pues actué tirándole en la cara los billetes tal y como había hecho.

Le abofetee en aquel rostro que tenia de gilipollas, le mire a la cara y sonreí de lado-Tu odio me lo paso por la piedra, no me importa una mierda y aquí ni siquiera hay para esa cantidad de esclavos...mírate-Bufe con cierta diversión, esto estaba siendo demasiado aburrido y una pérdida de tiempo-....Puedes suicidarte en lugar de seguir molestándome, puedes o habérmelo pedido sin tener que montar un numerito de circo que es lo que estás haciendo ahora...-

De mis anteriores horas, me acorde de que tenía un látigo que lo había usado en la tarde, antes de venir al hotel, lo saque de mi cinturilla, lo extendí y señale con el dedo a Yura-.....O ¿Quizás tenga que volver a domar el león que ha salido de su jaula con furia?...-Porque así es como se estaba comportando en este mismo instante, me dolía verle así, quería comentarle aquel secreto que mantenía oculto, pero seguramente reaccionaria con indiferencia, sin poder demostrar mi sinceridad.

De todos modos en aquella mirada veía que bien eran ciertas sus palabras, que bien lo había visto todo, pero no, seguramente no habría visto-..Los dos cuerpos de mis padres colgados de una viga, desnudos y sin las extremidades. Sangre seca y un rio carmín que se había convertido en el instante en carbón, en cenizas a la vista de una vuelta del campo de batalla...-Aquellas palabras, las había dicho inconscientemente en voz alta-...-No dije nada, no pude evitar soltar lagrimas de mis ojos, discretas, el dolor me reconcomía por dentro, él (Yura) y la imagen de mi pasado ya me dolía demasiado. Lo haría. Le mire y extendí el látigo para darle un azote...pero que finalmente no llego a realizarse porque al fin y al cabo, era mi hermano.

por **Yura** Mar Jun 12, 2012 12:05 am

¿Orgullo? ¿Desde cuándo había desarrollado esa característica? Era alguien que no tenía derecho alguno a tener el más pequeño ápice de orgullo, sin embargo aquel ánimo llevaba un buen tiempo caldeándose en su interior, dormido hasta que el mocoso decidió cruzar su camino con el suyo, sacando de Yura toda esa naturaleza evidentemente humana que lo llamaba a revelarse ante su miserable existencia. No lo hacía por una reivindicación de clase, todos esos otros niños que conoció y que sufrieron lo mismo ni siquiera se le pasaran por la mente, solo él.

El golpe del papel en el rostro, y luego la cálida mano que se supone le daba de comer. Nada de eso, ni sus palabras, consiguieron hacer cambiar el rictus desafiante de su rostro, precisamente porque se esperaba cosas aun peores, cosas que vinieron de la mano con aquella amenaza de re-domar al león y con la vista de aquel trozo de cuero que tantas veces se había incrustado en su espalda, haciéndola arder como si de caricias infernales se trataran.

Pero no, aquellas caricias al final no aparecieron, y en su lugar solo hubieron palabras incomprensibles y unas prístinas y salinas gotas de agua que se perdieron en el mar de las mejillas del aun amo.

Frunció el ceño, tratando de encontrarle un sentido a lo que decía, si lo tenía y probablemente sería triste ¿Pero venían al caso? Al parecer no. Bien podría ser una mera jugarreta suya, pero el hecho de llorar la imprimía veracidad a lo que parecía sentir… Sin duda triste, para él… Pero para Yura, era todo un fascinante descubrimiento que sádicamente le alegró, haciéndole sacar una suave y visible sonrisa.

- I can´t running away from you, and I can´t breaking the chains… it´s too good – comenzó a susurrar a su oído mientas se acercaba cada vez más – because I now, the second you go, you will bringing on back to me – agregó al tiempo que tomaba firmemente su mentón, no dándole posibilidades de escaparse – Y tú también lo sabes – finalizó volviendo al francés.

Lo necesitaba. Y no era recíproco. Ambos igual de miserables, pero con la diferencia de que Yura no necesitaba a nadie, en cambio el amo se hundiría si se quedaba solo, dándole al esclavo por primera vez en su vida cierto poder de autodeterminación sobre si mismo. Volvió a sonreír, esta vez más abiertamente y acarició sus labios con los propios, rozándolos apenas para deleitarse con la dulce fragilidad ajena.

- Es triste estar tan solo, amo – dijo de nuevo en un tono profundamente seductor - ¿De verdad quieres que me suicide y te deje aun más miserable? – cuestionó, aunque sin darle tiempo a responder. Tomó sus labios con fuerza, mordiéndole y casi desgarrando la tierna piel que los cubría. Su pasado le importaba una mierda, pero si podía usarlo a su favor no lo pensaría dos veces.

por **Andrei Chezhekov** Miér Ago 01, 2012 10:53 am

Estaba cansado de su estupidez, era su amo, yo tendría que domarlo, pero de algún mudo solamente me quedaba quieto ante su toque, aquella mordedura perruna en mis labios tardaría en curarse por sí solo. Menuda mierda de vida, ver que mi único hermano parece que no lo sabe ni que de algún modo se lo dijera una y otra vez, el seguiría con su juego de palabras sin que yo pudiera entender, no por falta de gramática, sino que sus conjugaciones se entremezclaban bastante con su ira y su frustración que le impedía vocalizar correctamente, dejándome un leve dolor de cabeza, haciendo que me rascara los ojos, ignorando el panorama, mirándolo a los ojos sin decir nada hasta el momento en el que tuve que hablar.

-Simplemente tus días de esclavo han ido en aumento, no tardare en darte más trabajo del que tienes, me niego a dejarte libre....No tengo más que decir...-mire a los alrededores, viendo el desorden que había organizado-Recoge los billetes pues solo hay mierda entre mas mierda...-No cedí ante su rostro, le azote con el látigo que antes recogí sobre parte de sus muslos. Sabia lo de su otra cara de la moneda, sabía lo que era fuera de la mansión.
-Voy a dejarte la cara intacta....-Le arree un puñetazo que no era ni lo bastante fuerte para desfigurarle la cara-....excepto que por unos moratones que no te pasara nada si te aparecen en la cara.-Termine mirándole, yo aquí no tenía nada que hacer desde un principio.

Abrí la puerta, eché de en medio a la cortesana que estaba escuchando todavía. Lo que hubiera escuchado, me daría igual, yo seguí mi camino, yendo hacia el exterior en donde esperaba la calesa en la que había venido o simplemente me iría a la puerta principal para fumar-¡Joder!-Exclame furioso de la manera más abrupta que podría existir. Le encuentro y me trata así ¿Por qué tengo que hacer el trabajo sucio? Solamente porque era el rebelde en el campo de entrenamiento, en el momento que supe que me llegaría la oportunidad de poder ser inquisidor, pero no, me releva a rango de soldado y por eso me fui.

Parecía que todo me salía mal, no podía irme nada bien.

¿Por qué esta suerte me tenía que pasar a mi? ¿Por qué?

por **Yura** Mar Sep 11, 2012 10:26 pm

El muchacho de ojos grises se lo esperaba completamente, pero tampoco es que no fuese a dar la batalla a causa de ello. No sabía exactamente por qué luchaba, simplemente lo hacía, tal y como un animal se defendería con garras y dientes frente a quien atentara contra su vida. Esta vez, no era sano seguir buscándole un sentido, porque si no encontraba alguno caería en un profundo abismo lleno de humillación.

También se esperaba el azote del látigo que deliciosamente se encarnaba en la piel de su muslo, provocando aquel especial ardor y el consecuente masoquista placer de saber que lo había sacado de sus casillas con aquel montaje teatral. El puñetazo fue un poco más inesperado, sobretodo por la evidente contradicción entre sus palabras y sus acciones, signo de que quizás lo había afectado a tal punto que actuaba por instinto y no racionalmente, lo que aunque casi imperceptible, era una pequeña gran victoria.

Cayó sentado sobre la cama y automáticamente llevó su mano a aquel lado del labio que parecía palpitar a causa del golpe, buscando al mismo tiempo algún rastro de sangre. Sabía que el mocoso poco conocía del mundo, en especial de su mundo, porque había una férrea regla que rezaba que podías golpear, podías dejar moratones, pero jamás cicatrices y sangre. Aquello no era por mera vanidad, sino que por estatutos del mercado en que él no era más que un producto bien trabajado.

Impasible lo observó salir de la habitación, con una expresión que bordeaba lo apático y lo cansado. Le dedicó una fugaz mirada a la mujerzuela que insistía en interferir, y se dejó caer al tiempo que le gritaba – Lárgate de una vez –

No le importaba salir a buscarlo, y la verdad es que tampoco le apetecía quedarse en ese cuarto un segundo más. Sabía que las reglas no estaban de su lado porque el amo no había aceptado ni la oferta ni el dinero, así que no sacaba nada con dejar las cosas tiraras y huir como si no fuese más que una cucaracha. No. Él tenía una consciencia de sí mismo, y tal vez también una especial ética con su trabajo que rayaba en el irracional.

Le dio una mirada más a la puerta y vio que la mujer seguía ahí, mirando con los ojos desorbitados el desastre en que se había convertido la habitación a causa del dinero tirado en el suelo. Esa intromisión le fastidiaba aún más que los golpes, así que se levantó y cerró la puerta de un fuerte golpe que bien podría haberle quebrado a nariz a la mujerzuela. “Espero que hayas podido quitar tu horrible cara”, dijo para sí mismo, aunque en realidad esperaba todo lo contrario.

Bufó, suspiró, pateó uno de los fajos de papel que seguían en el piso, y tironeó de los botones de su camisa hasta que con ello pudo quitársela por completo. No sacaba nada con amargarse ahora, al menos le quedaba el consuelo de disfrutar las suaves sábanas de seda que envolvieron su piel cuando se tiró sobre la cama.

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