AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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A la mirada de Rembrandt (Thorna Shapplin )
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A la mirada de Rembrandt (Thorna Shapplin )
Una noche caótica había tenido, los negocios no iban muy bien la perfumería, los telares este mes había bajado en las ventas quizás se deba a la gran competencia que había en el mercado…pero entonces ¿por qué los otros negocios iban mal?...quizás las colecciones se volvían más especiales y más difíciles de conseguir ¿y las armas? Bueno había que andarse de cuidado con la ley y saber a quién venderlas y sobre todo en qué lugares se puede ofrecer.
Oh sí todo ese pensar daba y giraba en la cabeza de este ser, cuyo único “pecado” era el velar por su familia en todo lo que necesitase y eso hacía que hasta alta horas quede trabajando en los negocios, dejando a un lado la necesidad de cazar, alimentándose solo aquellas noches de sus reservas de sangre (cosa que le desagradaba un poco pero que igual por el deber lo hacía)…Unos pasos al estudio me despiertan de mi concentración y pensamientos, era mi amigo André con una carta de los Döhler (Diègue y Theodor)
Monsieur Morel:
Tenga buena noche, la Real Academia de Pintura y Escultura tiene el agrado de invitarle a una exposición exclusiva en el Museo Louvre de París a sabiendas de su fascinación por el arte y sobre todo por las grandes demostraciones de ella.
La exposición a realizarse será del maestro Rembrandt, en la cual se mostrará todas las colecciones del gran pintor, entre ellas las más renombradas, que a lo largo de la noche se hará una subasta interna con los mayores admiradores de este retratista, al menos así nos ha notificado Monsieur Döhler
Sin más preámbulo esperamos verlo esta noche Monsieur.
Ont une bonne nuit
Atentamente
La administración del Museo.
Oh que interesante petición de los miembros de la Real Academia Francesa para formar parte no solo de los espectadores si de los futuros compradores de aquellas obras maestras del gran maestro del impresionismo e irrealismo (al menos para mí)…pero ello involucraba que debía llevar una cuantiosa cantidad de dinero, primero para poder acceder a la subasta y luego para la compra -A un así vale la pena el gasto, por el gusto- una pequeña sonrisa deje den mis labios pues esperaba adquirir las cuatro obras más renuentes para mí aquellas que me cautivaron durante mi viaje a Holanda.
Si eran unas bellezas por lo que raudo y veloz me predispuse a arreglarme y salir de casa más hubiera querido evitar llevar la capa pero el cielo no dejo entrever a sus hijas solo su manto siniestro y tenebroso como si planeara algo, pero no podría evitar mis planes, no así, no con ellas pequeñas gotas; el reloj del salón anunciaban ya con nueve campanadas que la hora estaba cerca, mis pasos seguros y firmes cual pose militar, tomando el bastón aquel compañero fiel y silencioso que siempre me acompañaba, André me esperaba y mi hermanas estaban en lo suyo Xaziel en el estudio y la otra en la sala de star esperando no sé qué ni a quien, pero miraba el fuego atisbarse por sí solo en la chimenea. -no mires mucho el fuego o se te quemaran los ojos y perderás ese brillo gris- un sarcasmo más y antes de darle tiempo a que dijera algo salí mirando aquellas gotas, cerrando la capa y subiendo al carruaje.
El viaje no duró mucho, los caballos eran rápidos (comprados y traídos de otro lugar) para un solo propósito el llevarnos a cualquier lugar en el menor tiempo posible, no pasaron minutos, las personas se podía apreciar fuera de los pequeños ventanales del carruaje pasar como ráfagas de viento, tanta la velocidad que prácticamente se tenía que cerrar los ojos y mejor concentrarse en los pensamientos de uno mismo. Al menor desacelero delos caballos era que anunciaban la cercanía del lugar para lo que uno se prepara a dejar el carruaje y adentrarse en su destino, y así pasó.
Tan iluminado, tan bello como antes, aquel castillo me trajo los recuerdos de Carlos V y como enviaba a todos a salvaguardar sus más grandes tesoros aquí, en estas paredes y pasillos, en este laberinto de entradas falsas y salidas erróneas, una vez pude entrar a esa “gran bóveda Real” pero cuando tiempo ha pasado desde entonces, desde que decidieron modificar todo eso y convertirlo en un lugar donde apreciar las maravillas del viejo mundo y del nuevo mundo, si las bellezas orientales, las egipcias, las griegas, romanas, las bellezas de todo el mundo en un solo lugar para ser apreciadas por todos y todas, para ser admiradas ayudándonos a tomar el impulso de ir a esas tierras y ver dichas maravillas por nuestros propios ojos, aunque no son más que ilusiones, pues lo que en cada lugar de donde viene cada obra de arte, siempre hay más de cien mejores o peores, solo depende de la apreciación y del buen ojo del espectador.
Los zapatos suenan por el lugar un hombre pide a Santhiago su invitación, él solo la entrega retirando su capa dejando en manos de los empleados del lugar -Monsieur Morel bienvenido, la presentación de las obras de Rembrandt se presentarán a las 10:30 de la noche, mientras puede degustar de las demás exposiciones- el hombre tenía razón y más si el adora el tiempo, si lo más importante para Santhiago es el orden y la puntualidad.
-Será algo corto por ahí hasta la hora indicada Monsieur, Merci- se retira con elegancia haciendo escuchar solo su bastón golpear las baldosas alejándose pero acercándose a uno de los cuadros de Da Vinci. -belle belle forme de peintures- una sombra más ensombrece los pensamientos del hombre una figura humana, más humana el aroma del perfume femenino lo distrae por segundos -Bone nuit mademoiselle- un susurro con sus ojos cerrados, jamás solía mirar a las damas a los ojos a menos que fuera necesario y si la dama lo ameritaba.
Oh sí todo ese pensar daba y giraba en la cabeza de este ser, cuyo único “pecado” era el velar por su familia en todo lo que necesitase y eso hacía que hasta alta horas quede trabajando en los negocios, dejando a un lado la necesidad de cazar, alimentándose solo aquellas noches de sus reservas de sangre (cosa que le desagradaba un poco pero que igual por el deber lo hacía)…Unos pasos al estudio me despiertan de mi concentración y pensamientos, era mi amigo André con una carta de los Döhler (Diègue y Theodor)
París-Francia-1800
Monsieur Morel:
Tenga buena noche, la Real Academia de Pintura y Escultura tiene el agrado de invitarle a una exposición exclusiva en el Museo Louvre de París a sabiendas de su fascinación por el arte y sobre todo por las grandes demostraciones de ella.
La exposición a realizarse será del maestro Rembrandt, en la cual se mostrará todas las colecciones del gran pintor, entre ellas las más renombradas, que a lo largo de la noche se hará una subasta interna con los mayores admiradores de este retratista, al menos así nos ha notificado Monsieur Döhler
Sin más preámbulo esperamos verlo esta noche Monsieur.
Ont une bonne nuit
Atentamente
La administración del Museo.
Oh que interesante petición de los miembros de la Real Academia Francesa para formar parte no solo de los espectadores si de los futuros compradores de aquellas obras maestras del gran maestro del impresionismo e irrealismo (al menos para mí)…pero ello involucraba que debía llevar una cuantiosa cantidad de dinero, primero para poder acceder a la subasta y luego para la compra -A un así vale la pena el gasto, por el gusto- una pequeña sonrisa deje den mis labios pues esperaba adquirir las cuatro obras más renuentes para mí aquellas que me cautivaron durante mi viaje a Holanda.
Si eran unas bellezas por lo que raudo y veloz me predispuse a arreglarme y salir de casa más hubiera querido evitar llevar la capa pero el cielo no dejo entrever a sus hijas solo su manto siniestro y tenebroso como si planeara algo, pero no podría evitar mis planes, no así, no con ellas pequeñas gotas; el reloj del salón anunciaban ya con nueve campanadas que la hora estaba cerca, mis pasos seguros y firmes cual pose militar, tomando el bastón aquel compañero fiel y silencioso que siempre me acompañaba, André me esperaba y mi hermanas estaban en lo suyo Xaziel en el estudio y la otra en la sala de star esperando no sé qué ni a quien, pero miraba el fuego atisbarse por sí solo en la chimenea. -no mires mucho el fuego o se te quemaran los ojos y perderás ese brillo gris- un sarcasmo más y antes de darle tiempo a que dijera algo salí mirando aquellas gotas, cerrando la capa y subiendo al carruaje.
El viaje no duró mucho, los caballos eran rápidos (comprados y traídos de otro lugar) para un solo propósito el llevarnos a cualquier lugar en el menor tiempo posible, no pasaron minutos, las personas se podía apreciar fuera de los pequeños ventanales del carruaje pasar como ráfagas de viento, tanta la velocidad que prácticamente se tenía que cerrar los ojos y mejor concentrarse en los pensamientos de uno mismo. Al menor desacelero delos caballos era que anunciaban la cercanía del lugar para lo que uno se prepara a dejar el carruaje y adentrarse en su destino, y así pasó.
Tan iluminado, tan bello como antes, aquel castillo me trajo los recuerdos de Carlos V y como enviaba a todos a salvaguardar sus más grandes tesoros aquí, en estas paredes y pasillos, en este laberinto de entradas falsas y salidas erróneas, una vez pude entrar a esa “gran bóveda Real” pero cuando tiempo ha pasado desde entonces, desde que decidieron modificar todo eso y convertirlo en un lugar donde apreciar las maravillas del viejo mundo y del nuevo mundo, si las bellezas orientales, las egipcias, las griegas, romanas, las bellezas de todo el mundo en un solo lugar para ser apreciadas por todos y todas, para ser admiradas ayudándonos a tomar el impulso de ir a esas tierras y ver dichas maravillas por nuestros propios ojos, aunque no son más que ilusiones, pues lo que en cada lugar de donde viene cada obra de arte, siempre hay más de cien mejores o peores, solo depende de la apreciación y del buen ojo del espectador.
Los zapatos suenan por el lugar un hombre pide a Santhiago su invitación, él solo la entrega retirando su capa dejando en manos de los empleados del lugar -Monsieur Morel bienvenido, la presentación de las obras de Rembrandt se presentarán a las 10:30 de la noche, mientras puede degustar de las demás exposiciones- el hombre tenía razón y más si el adora el tiempo, si lo más importante para Santhiago es el orden y la puntualidad.
-Será algo corto por ahí hasta la hora indicada Monsieur, Merci- se retira con elegancia haciendo escuchar solo su bastón golpear las baldosas alejándose pero acercándose a uno de los cuadros de Da Vinci. -belle belle forme de peintures- una sombra más ensombrece los pensamientos del hombre una figura humana, más humana el aroma del perfume femenino lo distrae por segundos -Bone nuit mademoiselle- un susurro con sus ojos cerrados, jamás solía mirar a las damas a los ojos a menos que fuera necesario y si la dama lo ameritaba.
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/09/2011
Localización : No es de tu incumbencia
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Re: A la mirada de Rembrandt (Thorna Shapplin )
- Un completo placer haberle encontrado nuevamente Monsieur. No faltará oportunidad para que futuramente sigamos discutiendo los enigmas ocultos en las obras del apasionado Pieter Brueghel, sobre todo en “El Triunfo de la Muerte” - conferí tras una leve sonrisa simulada ante aquel reconocido escritor italiano con un excelso conocimiento en artes de toda clase, tan apreciado en el Vaticano por sus magnas obras siempre evidénciales de los beneficios internos de ser católico.
Le abandoné cordialmente pensando dos cosas. La primera, que jamás compartiría con él mis verdaderas deducciones; pues era claro que aquel siervo de la Santa Sede no dejaría pasar por alto ningún descubrimiento de mi parte y menos si los mismos beneficiaban en algo a los movimientos inquisidores contra los sobrenaturales. La segunda era mucho más simple y radicaba en el simple sentimiento de repulsión que el sabio hombre me daba más allá de ser un gordinflón entrado en la sexta década de vida y que pese a reflejar sus fijas convicciones cristianas con tanta devoción, pecaba en cuanto Burdel existiese sabiendo de antemano que nadie se atrevería a delatarle, como todo protegido de la Iglesia. Bastardos sinvergüenzas.
Mordí mi labio inferior en un reflejo exteriorizado de la generada molestia por aquel encuentro, mientras los pasos de mi avanzar resonaban incesantes en los marmolados suelos dentro del silencioso Louvre a la par que me dirigía con tiempo a la esperada exposición y subasta del esplendoroso Remembrant.
Tenía que confesar que pese la pérfida conducta que formaba parte de lo más profundo de mi ser, al menos podía darme el gusto de reflejar con sinceridad algo a lo que realmente le era fiel; el arte.
¡Sí! Había sido enaltecida con la suerte de poseer la inteligencia, el tiempo y la fortuna para regocijarme en aquel magnifico mundo expuesto, en aquellas inacabables historias contadas de manera abstracta y personal. Cada escultura, cada cuadro, cada pincelada plasmada en un lienzo transportaba mi auténtico ser a un espacio donde era yo misma sin preocuparme de reflejar o generar una opinión conveniente ante otros. A la hora de evaluar minuciosamente cada pieza, cada una de esas obras magistralmente creadas, tenía la chance de despojar lo que la verdadera Thorna pensaba, pues nadie sometería una opinión subjetiva en aquel ámbito a un juicio de valores, ideales o creencias religiosas.
Sumergida en la penumbra de aquel mágico lugar que irradiaba una envolvente sensación sobre mi persona comencé a llegar al espacio donde normalmente se exponen algunas piezas ya residentes del museo. La sala de reuniones y el impertinente veterano italiano ya habían quedado muy atrás, ahogándose en mi memoria así como en el eco de los tacos de mis acharolados zapatos.
Vislumbré el umbral más iluminado del los innumerables corredores y supuse que allí sería la exposición. Poco a poco la gente iba llegando pese a que mi reloj de bolsillo me indico que aún eran horas tempranas para ingresar al deseado espectáculo.
Mis pasos se hicieron mucho más lentos y mi vista contemplo muy vagamente algunas de las piezas presentes en las paredes del ala que transitaba. Entre los bocetos y cuadros de Leonardo Da Vinci capté una presencia. Un hombre. Aquella segunda mirada fugaz me alcanzó para notar su porte y exquisita elegancia ¿Quizás algún millonario magnate extranjero que tenía pensado en su mente llevarse alguna de las obras a subastarse, ejerciendo así una competencia hacia mi personaa la hora de ofertar? ¿O simplemente un farsante disfrazado en ropas prestadas con intención de cazar alguna solterona que costera cada uno de sus vicios?
No quise quedarme con la duda y ya que en ese momento no estaba siendo quien normalmente solía ser, me le acerque indiscretamente con algo de disimulo. Da Vinci sería mi cómplice y pie para aquella acción.
- Buenas noches Monsieur – respondí protocolarmente a su inesperado saludo de antemano. Parece que el galante caballero era tan o más atento que yo en cuanto a todo lo que le rodeaba.
No le miré. Quizás por un acto en reflejo de desinterés o simplemente porque en aquel preciso instante no me nació hacerlo. Sinceramente no estaba segura.
Frente a mis ojos; la recreación pictórica de la muerte del gran Leonardo en los brazos de Francisco I. Por nuestra cercanía supuse el caballero también la contemplaba.
- Y pensar que dicen que sus últimas palabras fueron “He pecado de ingratitud. Dios me dio talento y no he sabido aprovecharlo” - comenté reflexiva, con ambas manos, una apoyada sobre la otra encima de la abultada falda que, pese a su sobriedad no perdía su clásica elegancia.
Inconscientemente entreabrí una puerta para conocer la opinión de aquel hombre ¿Probar sus conocimientos o calidad de actuación? No le juzgaría, yo representaba un papel cada día frente a los ojos ajenos.
Le abandoné cordialmente pensando dos cosas. La primera, que jamás compartiría con él mis verdaderas deducciones; pues era claro que aquel siervo de la Santa Sede no dejaría pasar por alto ningún descubrimiento de mi parte y menos si los mismos beneficiaban en algo a los movimientos inquisidores contra los sobrenaturales. La segunda era mucho más simple y radicaba en el simple sentimiento de repulsión que el sabio hombre me daba más allá de ser un gordinflón entrado en la sexta década de vida y que pese a reflejar sus fijas convicciones cristianas con tanta devoción, pecaba en cuanto Burdel existiese sabiendo de antemano que nadie se atrevería a delatarle, como todo protegido de la Iglesia. Bastardos sinvergüenzas.
Mordí mi labio inferior en un reflejo exteriorizado de la generada molestia por aquel encuentro, mientras los pasos de mi avanzar resonaban incesantes en los marmolados suelos dentro del silencioso Louvre a la par que me dirigía con tiempo a la esperada exposición y subasta del esplendoroso Remembrant.
Tenía que confesar que pese la pérfida conducta que formaba parte de lo más profundo de mi ser, al menos podía darme el gusto de reflejar con sinceridad algo a lo que realmente le era fiel; el arte.
¡Sí! Había sido enaltecida con la suerte de poseer la inteligencia, el tiempo y la fortuna para regocijarme en aquel magnifico mundo expuesto, en aquellas inacabables historias contadas de manera abstracta y personal. Cada escultura, cada cuadro, cada pincelada plasmada en un lienzo transportaba mi auténtico ser a un espacio donde era yo misma sin preocuparme de reflejar o generar una opinión conveniente ante otros. A la hora de evaluar minuciosamente cada pieza, cada una de esas obras magistralmente creadas, tenía la chance de despojar lo que la verdadera Thorna pensaba, pues nadie sometería una opinión subjetiva en aquel ámbito a un juicio de valores, ideales o creencias religiosas.
Sumergida en la penumbra de aquel mágico lugar que irradiaba una envolvente sensación sobre mi persona comencé a llegar al espacio donde normalmente se exponen algunas piezas ya residentes del museo. La sala de reuniones y el impertinente veterano italiano ya habían quedado muy atrás, ahogándose en mi memoria así como en el eco de los tacos de mis acharolados zapatos.
Vislumbré el umbral más iluminado del los innumerables corredores y supuse que allí sería la exposición. Poco a poco la gente iba llegando pese a que mi reloj de bolsillo me indico que aún eran horas tempranas para ingresar al deseado espectáculo.
Mis pasos se hicieron mucho más lentos y mi vista contemplo muy vagamente algunas de las piezas presentes en las paredes del ala que transitaba. Entre los bocetos y cuadros de Leonardo Da Vinci capté una presencia. Un hombre. Aquella segunda mirada fugaz me alcanzó para notar su porte y exquisita elegancia ¿Quizás algún millonario magnate extranjero que tenía pensado en su mente llevarse alguna de las obras a subastarse, ejerciendo así una competencia hacia mi personaa la hora de ofertar? ¿O simplemente un farsante disfrazado en ropas prestadas con intención de cazar alguna solterona que costera cada uno de sus vicios?
No quise quedarme con la duda y ya que en ese momento no estaba siendo quien normalmente solía ser, me le acerque indiscretamente con algo de disimulo. Da Vinci sería mi cómplice y pie para aquella acción.
- Buenas noches Monsieur – respondí protocolarmente a su inesperado saludo de antemano. Parece que el galante caballero era tan o más atento que yo en cuanto a todo lo que le rodeaba.
No le miré. Quizás por un acto en reflejo de desinterés o simplemente porque en aquel preciso instante no me nació hacerlo. Sinceramente no estaba segura.
Frente a mis ojos; la recreación pictórica de la muerte del gran Leonardo en los brazos de Francisco I. Por nuestra cercanía supuse el caballero también la contemplaba.
- Y pensar que dicen que sus últimas palabras fueron “He pecado de ingratitud. Dios me dio talento y no he sabido aprovecharlo” - comenté reflexiva, con ambas manos, una apoyada sobre la otra encima de la abultada falda que, pese a su sobriedad no perdía su clásica elegancia.
Inconscientemente entreabrí una puerta para conocer la opinión de aquel hombre ¿Probar sus conocimientos o calidad de actuación? No le juzgaría, yo representaba un papel cada día frente a los ojos ajenos.
Thorna Shapplin1- Inquisidor Clase Alta
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Re: A la mirada de Rembrandt (Thorna Shapplin )
La joven parecía educada con toques refinados y elegantes, una fina conocedora y experta en arte (al menos por el momento)…elocuente no en lo absoluto sino en lo que respecta a lo esperado.
- Y pensar que dicen que sus últimas palabras fueron “He pecado de ingratitud. Dios me dio talento y no he sabido aprovecharlo”- oh que magníficos recuerdos, todo era cierto en cada letra de aquella frase llevaba consigo parte de una verdad absoluta más no aceptada por cuantos ojos se dejan engañar; que sagaz la joven para iniciar una plática y que mejor que aquel tema, sonreí tomando mi bastón con mayor fuerza.
-Los hombres pecan de muchas maneras pero siempre hay tres que siempre se repiten…la ingratitud, el orgullo y el saber más, cada uno unido entre sí derivando nuevos pecados que a la larga se oculta tras una sola máscara- señalé la pintura más cercana, mostrando para ser más precisos el rostro humano, una sonrisa maliciosa deje entrever como si disfrutara de las cosas humanas como cualquier otro mortal más…
-Bueno eso es en lo que a mí respecta que no siempre puede ser lo acertado o aceptado por los demás…más por eso estamos aquí para ver plasmados en bellas obras lo que nuestras “almas” pasar a diario y no nos atrevemos a mirar o juzgar…pero si lo hacemos al admirar las obras a las demás personas…¿no es verdad Señorita?- Sentencie aquella pregunta no como algo certero, si no más bien como una duda una duda dispuesta a disiparse.
-Por ejemplo- proseguí girándome para admirar la siguiente obra a mi diestra –Esta obra a usted le puede resultar desagradable por si pictografía y elaboración, además de no contrar con una amplia gama de color-
-Aquella misma imagen para mi resulta lo opuesto a su apreciación, pues refleja la belleza no de la figura si no del hecho…como suelen llamar…ah sí, la belleza del alma-
Sonreí mirando de reojo a la dama, sacando de entre mi chaqueta el reloj para contemplar la hora, aún era temprano para la subasta así que disfrutaría de la pequeña compañía… -Ahora lo puede ver verdad?...son sus ojos lo que lo dicen- cerré guardando el reloj aún de espaldas a la joven -La vida en general trata de ello...las cosas que se ven no son siempre a la primera la acertada así como no es acertado que no me haya presentado como se debe- cerré el botón de mi chaqueta para girar y mirar a la joven…optando por una postura más seria, tomando con ambas manos la cabecera del bastón para instantáneamente realizar una ligera venia con la cabeza -Mucho gusto señorita, soy el Señor Morel, SanthiagoMorel- daba paso al eterno formalismo y a la sombría actitud.
- Y pensar que dicen que sus últimas palabras fueron “He pecado de ingratitud. Dios me dio talento y no he sabido aprovecharlo”- oh que magníficos recuerdos, todo era cierto en cada letra de aquella frase llevaba consigo parte de una verdad absoluta más no aceptada por cuantos ojos se dejan engañar; que sagaz la joven para iniciar una plática y que mejor que aquel tema, sonreí tomando mi bastón con mayor fuerza.
-Los hombres pecan de muchas maneras pero siempre hay tres que siempre se repiten…la ingratitud, el orgullo y el saber más, cada uno unido entre sí derivando nuevos pecados que a la larga se oculta tras una sola máscara- señalé la pintura más cercana, mostrando para ser más precisos el rostro humano, una sonrisa maliciosa deje entrever como si disfrutara de las cosas humanas como cualquier otro mortal más…
-Bueno eso es en lo que a mí respecta que no siempre puede ser lo acertado o aceptado por los demás…más por eso estamos aquí para ver plasmados en bellas obras lo que nuestras “almas” pasar a diario y no nos atrevemos a mirar o juzgar…pero si lo hacemos al admirar las obras a las demás personas…¿no es verdad Señorita?- Sentencie aquella pregunta no como algo certero, si no más bien como una duda una duda dispuesta a disiparse.
-Por ejemplo- proseguí girándome para admirar la siguiente obra a mi diestra –Esta obra a usted le puede resultar desagradable por si pictografía y elaboración, además de no contrar con una amplia gama de color-
-Aquella misma imagen para mi resulta lo opuesto a su apreciación, pues refleja la belleza no de la figura si no del hecho…como suelen llamar…ah sí, la belleza del alma-
Sonreí mirando de reojo a la dama, sacando de entre mi chaqueta el reloj para contemplar la hora, aún era temprano para la subasta así que disfrutaría de la pequeña compañía… -Ahora lo puede ver verdad?...son sus ojos lo que lo dicen- cerré guardando el reloj aún de espaldas a la joven -La vida en general trata de ello...las cosas que se ven no son siempre a la primera la acertada así como no es acertado que no me haya presentado como se debe- cerré el botón de mi chaqueta para girar y mirar a la joven…optando por una postura más seria, tomando con ambas manos la cabecera del bastón para instantáneamente realizar una ligera venia con la cabeza -Mucho gusto señorita, soy el Señor Morel, SanthiagoMorel- daba paso al eterno formalismo y a la sombría actitud.
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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Re: A la mirada de Rembrandt (Thorna Shapplin )
El arte. Una expresión plasmada que sin duda despertaba innumerables y raras veces explicables sensaciones en aquellos que sabían disfrutarle. Pero además de todas aquellas apreciaciones que podían partir de la crítica e idealización personal sobre cualquier obra en particular, el arte tenía la peculiaridad de dar a relucir pensamientos o ideales muy profundos. Temas u opiniones que muy pocas veces serian promovidas como centro de discusión entre diferentes personas, pasan mágicamente a ser despojados con extrema facilidad cuando los mismos se encuentran tergiversados o delicadamente ocultos tras una reseña, supuestamente generada por la obra de arte en sí y no más.
¿Pero de que forma criticaríamos lo que vemos sin tener preconceptos en determinados aspectos? ¿Cómo analizaríamos algo sin llevar internamente una serie de parámetros que nos indicasen la eficacia del estudio?
Las apreciaciones personales del arte sin duda dejaban a la vista una sección intima de todo aquel que las compartiera, y eso a veces, era un arma de doble filo para todo aquel cuya palabra no fuese sincera. Como en mi caso. Toda opinión propia sobre lo que contemplase, escuchase, sintiese o palpase debía pasar con anterioridad por un filtro mental que solo me dejase responder aquello que no reflejase rastro alguno de mis verdaderos ideales o sentimientos hacia los demás. Una tarea de alta complejidad, pero excelsamente maniobrada tras años de engaños y mentiras para todos los que me rodeaban.
¿Acaso aquel caballero podría llegar a ser un vil mentiroso capaz de procesar todas y cada una de sus palabras antes de pronunciarlas siquiera? ¿O simplemente reflejaba en sus vocablos parte de sus ideales como ser humano, además de su exquisito conocimiento en pintura florentina del siglo XV?
No todas las personas éramos iguales. Y el no tenia porque ser como yo. Pero algo en su persona, en su lóbrego porte generaba en mi tanto desconfianza como curiosidad. Y aquella ultima sin duda era la razón por la que mas pecaba ¡Ja! Como si alguna vez eso me hubiese importado.
- Vaya si existen ojos que puedan vislumbrar la belleza donde otros hayan lo repulsivo – respondí sobre aquellos precisos comentarios relacionados a la belleza de la obra de Da Vinci, aquella plasmada en cartón y tan meticulosamente generada con tiza negra por la mano del gran Leonardo – Gracias a Dios que en el arte se cuenta con la preminencia de explayar aquello que este ultimo despierta en cada uno de nosotros – adherí reflejando aquella falsa faceta devota, más sin proferir una opinión particular sobre la obra alusiva, solo remarcando la dicha del libre albedrio a la hora de promover opinión sobre cuestiones como la que ambos contemplábamos en aquellos instantes. De todas formas, creo que mis ojos aprobaron aquel parecer ajeno en cuanto a la representación de Santa Ana, la Virgen, el Niño y San Juanito.
El repentino dialogo se había hecho tan ameno que los cotidianos protocolos habían quedado en un segundo plano, siendo estos evocados por el educado caballero, siempre envuelto en aquella peculiar y llamativa intriga.
- Thorna Shapplin. Y el gusto también es mío Monsieur Morel – conferí con un grado de sinceridad suficiente como para ser creída, para luego sellar el saludo con una sutil cortesía gestual.
Avance unos pasos, adelantándome a la presencia del caballero, para vislumbrarle por encima del hombro – Ante su excelso conocimiento en arte, me atrevería a suponer que ha de presentarse aquí para la subasta a darse mas adentrada la noche – proferí sin titubeo alguno, sin reparo a reflejar aquella seguridad que a mas de un hombre le incomodaba y que sin dudas era una característica en mi persona, respetada y cuestionada por muchos conformantes de la elite parisina, de la cual era integrante por mera obligación. El trato con personas que sumergían su ignorancia en francos no era algo de lo que disfrutase en absoluto.
Voltee con intención de vislumbrar al caballero desde otro ángulo, como esperando aquellas sensaciones pasadas con respecto a su presencia desaparecieran. No fue así. Su sombría esencia seguía intacta ¿Sería él consciente de la oscuridad que toda la oscuridad que residía en mi interior? Lo dudaba. Proyectaba una incandescente luz para el ojo ajeno, astutamente alimentada con el innato don de pretender lo inexistente.
¿Pero de que forma criticaríamos lo que vemos sin tener preconceptos en determinados aspectos? ¿Cómo analizaríamos algo sin llevar internamente una serie de parámetros que nos indicasen la eficacia del estudio?
Las apreciaciones personales del arte sin duda dejaban a la vista una sección intima de todo aquel que las compartiera, y eso a veces, era un arma de doble filo para todo aquel cuya palabra no fuese sincera. Como en mi caso. Toda opinión propia sobre lo que contemplase, escuchase, sintiese o palpase debía pasar con anterioridad por un filtro mental que solo me dejase responder aquello que no reflejase rastro alguno de mis verdaderos ideales o sentimientos hacia los demás. Una tarea de alta complejidad, pero excelsamente maniobrada tras años de engaños y mentiras para todos los que me rodeaban.
¿Acaso aquel caballero podría llegar a ser un vil mentiroso capaz de procesar todas y cada una de sus palabras antes de pronunciarlas siquiera? ¿O simplemente reflejaba en sus vocablos parte de sus ideales como ser humano, además de su exquisito conocimiento en pintura florentina del siglo XV?
No todas las personas éramos iguales. Y el no tenia porque ser como yo. Pero algo en su persona, en su lóbrego porte generaba en mi tanto desconfianza como curiosidad. Y aquella ultima sin duda era la razón por la que mas pecaba ¡Ja! Como si alguna vez eso me hubiese importado.
- Vaya si existen ojos que puedan vislumbrar la belleza donde otros hayan lo repulsivo – respondí sobre aquellos precisos comentarios relacionados a la belleza de la obra de Da Vinci, aquella plasmada en cartón y tan meticulosamente generada con tiza negra por la mano del gran Leonardo – Gracias a Dios que en el arte se cuenta con la preminencia de explayar aquello que este ultimo despierta en cada uno de nosotros – adherí reflejando aquella falsa faceta devota, más sin proferir una opinión particular sobre la obra alusiva, solo remarcando la dicha del libre albedrio a la hora de promover opinión sobre cuestiones como la que ambos contemplábamos en aquellos instantes. De todas formas, creo que mis ojos aprobaron aquel parecer ajeno en cuanto a la representación de Santa Ana, la Virgen, el Niño y San Juanito.
El repentino dialogo se había hecho tan ameno que los cotidianos protocolos habían quedado en un segundo plano, siendo estos evocados por el educado caballero, siempre envuelto en aquella peculiar y llamativa intriga.
- Thorna Shapplin. Y el gusto también es mío Monsieur Morel – conferí con un grado de sinceridad suficiente como para ser creída, para luego sellar el saludo con una sutil cortesía gestual.
Avance unos pasos, adelantándome a la presencia del caballero, para vislumbrarle por encima del hombro – Ante su excelso conocimiento en arte, me atrevería a suponer que ha de presentarse aquí para la subasta a darse mas adentrada la noche – proferí sin titubeo alguno, sin reparo a reflejar aquella seguridad que a mas de un hombre le incomodaba y que sin dudas era una característica en mi persona, respetada y cuestionada por muchos conformantes de la elite parisina, de la cual era integrante por mera obligación. El trato con personas que sumergían su ignorancia en francos no era algo de lo que disfrutase en absoluto.
Voltee con intención de vislumbrar al caballero desde otro ángulo, como esperando aquellas sensaciones pasadas con respecto a su presencia desaparecieran. No fue así. Su sombría esencia seguía intacta ¿Sería él consciente de la oscuridad que toda la oscuridad que residía en mi interior? Lo dudaba. Proyectaba una incandescente luz para el ojo ajeno, astutamente alimentada con el innato don de pretender lo inexistente.
Thorna Shapplin1- Inquisidor Clase Alta
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Re: A la mirada de Rembrandt (Thorna Shapplin )
-Ante su excelso conocimiento en arte, me atrevería a suponer que ha de presentarse aquí para la subasta a darse más adentrada la noche-
Sus palabras aunque ciertas y acertadas no mostraban en el vampiro algún sentido más que solo lo obvio para él, con un ligero asentamiento de la cabeza dio a entender un afirmación a lo sentenciado por la joven…más su cortesía milenaria le pedía agritos tener que hablar, maldita costumbres, maldita la hora en la que se educó de esa forma, y en la que decidió vivir así…jugando con el reloj de bolsillo más sin ver la hora solo levantando y cerrando la tapa de aquel objeto, con una sonrisa en sus siniestro rostro.
-No mal supone señorita, he sido invitado a la subasta de arte, que se efectuará en unos momentos, más como usted ha dicho lo obvio se lo devuelvo entonces, si usted ha hablado tan bien de arte como para conjuntivar aquellas ideas, aunque no tan clara, y no supondré ni hare juicios tempranos, es porque también ha sido invitada a la subasta.-
Una sonrisa más siniestra y el golpe del bastón al contacto con el suelo se escucha pasando de largo de la jovencita, sin mirar ni pensar, solo sus manos juegan con aquel objeto de valor hasta que deja de cerrarlo volteándose a verla, con un brillo en sus ojos, no de aquel brillo asesino y delator que solía tener, no, sino era un brillo de entusiasmo ante la posible competencia al momento de ofertarse alguna obra de sumo interés para ambos…
-La pregunta es entre nosotros dos Señorita Shapplin, que hace una dama sola a estas horas de la noche, no teme acaso a los peligros inimaginables que aprovecha el manto de la oscura noche y el reflejo de la luna a tono carmín para dejar sus instintos salir-
Más que una sentencia, o consejo, era una punto de apoyo para saber más de la joven, aquel hombre sabía cómo con las palabras conocer más a las personas, sin tener que leer las mentes, ya que no era parte de su don aquello pero por cómo se expresaban podía saber más de lo que cualquiera puede conocer, incluso obviando los años de que se puede conocer, en cuestión de segundos para él equivaldría años.
Su porte serial, y su inminente actitud rígida ante joven, mostrando solo una falsa cordialidad con una sonrisa falsa con un ligero toque de…cortesía, una pequeña pleitesía a la joven a modo de saludo, bueno más que saludo una despedida, bueno no era una despedida ciertamente, sino más bien una expresión de “hasta pronto” pues la hora indicaba la sucesión de la subasta en la parte superior del museo.
-Sera un gusto ver cuánto de arte conoce y sabe apreciar, recuerde que no todo lo que se aprecie de “hermoso” lo es a la primera impresión, debe analizarlo a profundidad…tómelo como más guste, como consejo, secreto, truco, para bien o para mal, solo son palabras para una contendiente de respeto-
Otra sonrisa algo más siniestra que la primera haciendo sonar la suela de sus zapatos alejándose, del lugar, el no llegaría a tiempo, no, a él le gustaba las cosas a su manera y sabía cómo llevarlas a su compás, solo era la oportunidad perfecta para aparecer de incognito y así apreciar las mejores obras, sin estar entre todos los demás…ya que siempre ha apreciado su eterna soledad y siniestra compañía…solo la música acompañaba sus pasos una música que anunciaba la apertura de la subasta ya que las mejores obras serían dadas a conocer y alguno magnate coleccionista las compraría aunque se quedaría en el museo y una copia la tendría en su hogar, ya que así se aseguraba la propiedad y sobre todo las muestras…Asi que no se escatimó en gastos para demostrar las bellezas del arte ante nuestros incultos ojos que jamás pudieron imaginar el poder admirar tales hermosuras...que no se compara más que con la piel de una dama cubierta por una fina sabana de seda, siendo este el lienzo más hermoso de todos...y así a la caza no solo de pinturas sino de su proxima presa y así la subasta daba inicio con las camapanadas del gran reloj que adornaba el mesanine a la espera de que todos llegaran y la sala principal estuviera completamente preparada para todos los invitados
Pero acaso alguien podría competir con los conocedores profesionales de arte…? Las escaleras suenan con los pasos de hombres y mujeres que llegan a la sala de la subasta, todos elegantes y regentes adinerados de París y otras partes del mundo, al subir los escalones con una mano en el bolsillo y con una copa en su mano diestra se lo ven conversando con otros hombres que mantienen una copa a la mitad de su contenido a diferencia de la del vampiro que la tiene llena, mira a la joven subir por las escaleras y con una copa en alza y su sonrisa en alba saluda a la joven pero al instante que alguien se cruza en su camino aquel ser desaparece de su vista para quedarse por uno de los balcones y así deshacerse se la bebida y que nadie sepa lo que realmente es…mantener un bajo perfil a diferencia de los otros sobrenaturales que allí se encontraban…
Sus palabras aunque ciertas y acertadas no mostraban en el vampiro algún sentido más que solo lo obvio para él, con un ligero asentamiento de la cabeza dio a entender un afirmación a lo sentenciado por la joven…más su cortesía milenaria le pedía agritos tener que hablar, maldita costumbres, maldita la hora en la que se educó de esa forma, y en la que decidió vivir así…jugando con el reloj de bolsillo más sin ver la hora solo levantando y cerrando la tapa de aquel objeto, con una sonrisa en sus siniestro rostro.
-No mal supone señorita, he sido invitado a la subasta de arte, que se efectuará en unos momentos, más como usted ha dicho lo obvio se lo devuelvo entonces, si usted ha hablado tan bien de arte como para conjuntivar aquellas ideas, aunque no tan clara, y no supondré ni hare juicios tempranos, es porque también ha sido invitada a la subasta.-
Una sonrisa más siniestra y el golpe del bastón al contacto con el suelo se escucha pasando de largo de la jovencita, sin mirar ni pensar, solo sus manos juegan con aquel objeto de valor hasta que deja de cerrarlo volteándose a verla, con un brillo en sus ojos, no de aquel brillo asesino y delator que solía tener, no, sino era un brillo de entusiasmo ante la posible competencia al momento de ofertarse alguna obra de sumo interés para ambos…
-La pregunta es entre nosotros dos Señorita Shapplin, que hace una dama sola a estas horas de la noche, no teme acaso a los peligros inimaginables que aprovecha el manto de la oscura noche y el reflejo de la luna a tono carmín para dejar sus instintos salir-
Más que una sentencia, o consejo, era una punto de apoyo para saber más de la joven, aquel hombre sabía cómo con las palabras conocer más a las personas, sin tener que leer las mentes, ya que no era parte de su don aquello pero por cómo se expresaban podía saber más de lo que cualquiera puede conocer, incluso obviando los años de que se puede conocer, en cuestión de segundos para él equivaldría años.
Su porte serial, y su inminente actitud rígida ante joven, mostrando solo una falsa cordialidad con una sonrisa falsa con un ligero toque de…cortesía, una pequeña pleitesía a la joven a modo de saludo, bueno más que saludo una despedida, bueno no era una despedida ciertamente, sino más bien una expresión de “hasta pronto” pues la hora indicaba la sucesión de la subasta en la parte superior del museo.
-Sera un gusto ver cuánto de arte conoce y sabe apreciar, recuerde que no todo lo que se aprecie de “hermoso” lo es a la primera impresión, debe analizarlo a profundidad…tómelo como más guste, como consejo, secreto, truco, para bien o para mal, solo son palabras para una contendiente de respeto-
Otra sonrisa algo más siniestra que la primera haciendo sonar la suela de sus zapatos alejándose, del lugar, el no llegaría a tiempo, no, a él le gustaba las cosas a su manera y sabía cómo llevarlas a su compás, solo era la oportunidad perfecta para aparecer de incognito y así apreciar las mejores obras, sin estar entre todos los demás…ya que siempre ha apreciado su eterna soledad y siniestra compañía…solo la música acompañaba sus pasos una música que anunciaba la apertura de la subasta ya que las mejores obras serían dadas a conocer y alguno magnate coleccionista las compraría aunque se quedaría en el museo y una copia la tendría en su hogar, ya que así se aseguraba la propiedad y sobre todo las muestras…Asi que no se escatimó en gastos para demostrar las bellezas del arte ante nuestros incultos ojos que jamás pudieron imaginar el poder admirar tales hermosuras...que no se compara más que con la piel de una dama cubierta por una fina sabana de seda, siendo este el lienzo más hermoso de todos...y así a la caza no solo de pinturas sino de su proxima presa y así la subasta daba inicio con las camapanadas del gran reloj que adornaba el mesanine a la espera de que todos llegaran y la sala principal estuviera completamente preparada para todos los invitados
Pero acaso alguien podría competir con los conocedores profesionales de arte…? Las escaleras suenan con los pasos de hombres y mujeres que llegan a la sala de la subasta, todos elegantes y regentes adinerados de París y otras partes del mundo, al subir los escalones con una mano en el bolsillo y con una copa en su mano diestra se lo ven conversando con otros hombres que mantienen una copa a la mitad de su contenido a diferencia de la del vampiro que la tiene llena, mira a la joven subir por las escaleras y con una copa en alza y su sonrisa en alba saluda a la joven pero al instante que alguien se cruza en su camino aquel ser desaparece de su vista para quedarse por uno de los balcones y así deshacerse se la bebida y que nadie sepa lo que realmente es…mantener un bajo perfil a diferencia de los otros sobrenaturales que allí se encontraban…
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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Re: A la mirada de Rembrandt (Thorna Shapplin )
El Suponer. Una acción que con intrínseco objetivo tenía como finalidad el desembocar en dos posibilidades, totalmente extremas una de la otra; lo certero y lo erróneo.
Si no fuese por aquella confianza, cien por ciento segura de que cada partícula conformante de mi ser despojaba lo que en verdad deseaba aparentar, hubiese supuesto que el cuestionamiento de aquel caballero se debía a que el mismo había sospechado algo fuera de lo esperado en mi. Algo que en verdad no podría descifrar tras ese enigmático porte que no le abandonaba por un instante, haciéndolo mas cautivador y a la vez, mas repelente.
- Cuando Dios está del lado de uno, no hay que vivir bajo la sombra de quienes desean imponer temor. Es más, está valentía que me arropa irradia luz suficiente como para que lo desconocido no me preocupe siquiera – contesté reflejando entera convicción ante los indescifrables ojos que me observaban. Aquella evocación al Señor y a la seguridad que supuestamente éste generaba sobre mi persona, no daba espacio alguno a no creer que lo que se impartía era simplemente lo que en verdad se reflejaba; el comentario de una joven damisela totalmente avocada a la fe cristiana.
¿Podría aquel hombre querer inmiscuirse con mas profundidad en lo que mi mente pensaba? Si así era, tenía por seguro de antemano que como cualquier otro que trató de encontrar una falla, una rendija o una rajadura en mi perfecta maqueta de engaños, fallaría en su iluso cometido. Y si no lo hacia – llegando al mas asombrador de los casos - el precio de la fatalidad caería tan pesado sobre su curiosa vida, que ni en su ultimo aliento de existencia terrenal podría informar a otros lo descubierto.
Todo iba más allá de la determinante malicia. Pero el sacrificio formaba parte de las opciones a ejecutar si alguien levantaba una mínima sospecha de desconfianza ante lo que yo reflejaba para otros, sobre todo para la Iglesia. Ellos no me perdonarían nunca por mi falta, por ende no podía darme el gusto de evadir la realidad de todo aquel que se entrometiese en lo indebido.
Notando la actuación había dado sus frutos tras el repentino cambio de temática en el diálogo de aquel rígido y galante hombre, opte por desplegar una protocolar y leve sonrisa ante los meticulosos avisos que éste daba sobre lo respectivo a qué tener en cuenta a la hora de apoderarse adquisitivamente de una obra ¡Como si yo no lo supiese! Más eso no le importaba en absoluto, más cuando esa candidez con la que él mismo contaba de mi parte le sorprendiera en la subasta arrebatándole alguna de las piezas en las que tal vez competiríamos como mejores postores. Pues su riegue de seriedad era propio de caballeros de la alta alcurnia y eso era significado de poder monetario como para darme batalla con algún que otro extranjero.
- Será un placer demostrarle los conocimientos adquiridos en esta corta vida que me antecede. Sin embargo puedo asegurarle mi instinto de competencia yace conmigo desde mi nacimiento – alcance a conferir en son de breve ausencia, observando mis ojos el particular avanzar de aquel hombre que no extinguía nunca aquel misticismo siquiera sobre su ancha espalda.
Posé por unos instantes más atención en determinadas obras de Da Vinci. Sonreí solitaria al reflexionar en cómo un hombre de tanta sabiduría y cualidad para generar obras maestras, había muerto con la agobiante preocupación de si un Dios que sus ojos jamás habían visto estaría satisfecho con lo que éste había plasmado con su arte.
Nunca comprendería a muchos de aquellos que ciegan sus virtudes tras la obligación de cumplirle a un ente difuso, apenas demarcado por las líneas que otros humanos han documentado, seguramente con beneficios ocultos para sus propias y maléficas intenciones, que lejos están de solamente guiar al hombre a un camino de pureza y bienestar. Pobre de aquellos que no cuentan con la capacidad de quitar aquella venda de engaño, siendo simplemente parte de un rebaño ciego que es comandado por un vil y codicioso hombre que predica los dichos de alguien que jamás existió.
Tanto la excelsa ejecución musical como el repentino ajetreo de las refinadas presencias hacia el espacio donde se realizaría la subasta me dio advertencia de que no faltaba mucho para que la misma comenzara. Deje atrás las reflexiones generadas por el maestro italiano y me dirigí a donde yacía el resto.
Visualice el enjambre elitista, impregnado de sonrisas cordiales y comentarios triviales que se esparcían entre los invitados, de la misma forma que las copas que los meseros llevaban de un lado a otro para mantener abastecido a todo aquel cardumen de adinerados semblantes, que poco más tenían para hacer que reflejar aquello que los hacia importantes o conocidos en la ciudad.
En medio de aquel aire aristocrático, me deje perder por unos instantes acompañada de una cristalina copa de vino blanco, el que de a momento humedecía mis labios por el simple hecho de no rechazar lo ofrecido tan cordialmente por parte de los organizadores del evento. Observando rostros desconocidos, por un instante creí ver al enigmático Monsieur Morel, a quien fugazmente perdí de vista. Sonreí tontamente al creer que aquel misterioso caballero tenia todas y cada una de las cualidades necesarias para ser un fantasma.
El ambiente comenzó lentamente a apagar su constante murmullo, justo en el preciso instante que una exquisita pieza se abrió lugar para deleitar mis oídos, dejando atrás las curiosas miradas a mi persona, así como el cuestionamiento sobre el paradero de con quien dialogaba anteriormente. En ese momento era de y para la música solamente.
Si no fuese por aquella confianza, cien por ciento segura de que cada partícula conformante de mi ser despojaba lo que en verdad deseaba aparentar, hubiese supuesto que el cuestionamiento de aquel caballero se debía a que el mismo había sospechado algo fuera de lo esperado en mi. Algo que en verdad no podría descifrar tras ese enigmático porte que no le abandonaba por un instante, haciéndolo mas cautivador y a la vez, mas repelente.
- Cuando Dios está del lado de uno, no hay que vivir bajo la sombra de quienes desean imponer temor. Es más, está valentía que me arropa irradia luz suficiente como para que lo desconocido no me preocupe siquiera – contesté reflejando entera convicción ante los indescifrables ojos que me observaban. Aquella evocación al Señor y a la seguridad que supuestamente éste generaba sobre mi persona, no daba espacio alguno a no creer que lo que se impartía era simplemente lo que en verdad se reflejaba; el comentario de una joven damisela totalmente avocada a la fe cristiana.
¿Podría aquel hombre querer inmiscuirse con mas profundidad en lo que mi mente pensaba? Si así era, tenía por seguro de antemano que como cualquier otro que trató de encontrar una falla, una rendija o una rajadura en mi perfecta maqueta de engaños, fallaría en su iluso cometido. Y si no lo hacia – llegando al mas asombrador de los casos - el precio de la fatalidad caería tan pesado sobre su curiosa vida, que ni en su ultimo aliento de existencia terrenal podría informar a otros lo descubierto.
Todo iba más allá de la determinante malicia. Pero el sacrificio formaba parte de las opciones a ejecutar si alguien levantaba una mínima sospecha de desconfianza ante lo que yo reflejaba para otros, sobre todo para la Iglesia. Ellos no me perdonarían nunca por mi falta, por ende no podía darme el gusto de evadir la realidad de todo aquel que se entrometiese en lo indebido.
Notando la actuación había dado sus frutos tras el repentino cambio de temática en el diálogo de aquel rígido y galante hombre, opte por desplegar una protocolar y leve sonrisa ante los meticulosos avisos que éste daba sobre lo respectivo a qué tener en cuenta a la hora de apoderarse adquisitivamente de una obra ¡Como si yo no lo supiese! Más eso no le importaba en absoluto, más cuando esa candidez con la que él mismo contaba de mi parte le sorprendiera en la subasta arrebatándole alguna de las piezas en las que tal vez competiríamos como mejores postores. Pues su riegue de seriedad era propio de caballeros de la alta alcurnia y eso era significado de poder monetario como para darme batalla con algún que otro extranjero.
- Será un placer demostrarle los conocimientos adquiridos en esta corta vida que me antecede. Sin embargo puedo asegurarle mi instinto de competencia yace conmigo desde mi nacimiento – alcance a conferir en son de breve ausencia, observando mis ojos el particular avanzar de aquel hombre que no extinguía nunca aquel misticismo siquiera sobre su ancha espalda.
Posé por unos instantes más atención en determinadas obras de Da Vinci. Sonreí solitaria al reflexionar en cómo un hombre de tanta sabiduría y cualidad para generar obras maestras, había muerto con la agobiante preocupación de si un Dios que sus ojos jamás habían visto estaría satisfecho con lo que éste había plasmado con su arte.
Nunca comprendería a muchos de aquellos que ciegan sus virtudes tras la obligación de cumplirle a un ente difuso, apenas demarcado por las líneas que otros humanos han documentado, seguramente con beneficios ocultos para sus propias y maléficas intenciones, que lejos están de solamente guiar al hombre a un camino de pureza y bienestar. Pobre de aquellos que no cuentan con la capacidad de quitar aquella venda de engaño, siendo simplemente parte de un rebaño ciego que es comandado por un vil y codicioso hombre que predica los dichos de alguien que jamás existió.
Tanto la excelsa ejecución musical como el repentino ajetreo de las refinadas presencias hacia el espacio donde se realizaría la subasta me dio advertencia de que no faltaba mucho para que la misma comenzara. Deje atrás las reflexiones generadas por el maestro italiano y me dirigí a donde yacía el resto.
Visualice el enjambre elitista, impregnado de sonrisas cordiales y comentarios triviales que se esparcían entre los invitados, de la misma forma que las copas que los meseros llevaban de un lado a otro para mantener abastecido a todo aquel cardumen de adinerados semblantes, que poco más tenían para hacer que reflejar aquello que los hacia importantes o conocidos en la ciudad.
En medio de aquel aire aristocrático, me deje perder por unos instantes acompañada de una cristalina copa de vino blanco, el que de a momento humedecía mis labios por el simple hecho de no rechazar lo ofrecido tan cordialmente por parte de los organizadores del evento. Observando rostros desconocidos, por un instante creí ver al enigmático Monsieur Morel, a quien fugazmente perdí de vista. Sonreí tontamente al creer que aquel misterioso caballero tenia todas y cada una de las cualidades necesarias para ser un fantasma.
El ambiente comenzó lentamente a apagar su constante murmullo, justo en el preciso instante que una exquisita pieza se abrió lugar para deleitar mis oídos, dejando atrás las curiosas miradas a mi persona, así como el cuestionamiento sobre el paradero de con quien dialogaba anteriormente. En ese momento era de y para la música solamente.
Thorna Shapplin1- Inquisidor Clase Alta
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Re: A la mirada de Rembrandt (Thorna Shapplin )
En las sombras del juego divino
el señor exclamo en lo prohibido
a tus ojos la luz repudiaras y a mis hijos odiaras
que de su sangre te alimentarás
hasta que un latir en ti renazca.
La puertas del balcón abiertas de par en par dejando que el frío aire de la noche parisina entrara al lugar, estremeciendo a quien en su paso se hallara menos al vampiro que a su derecha se mostraba con la capa vacía en señal de que la ha bebido, con sumo engaño por supuesto.
Como fiera al acecho de su presa, los sentidos del vampiro se despertaron a las sombras de los humanos caminando y viniendo…viniendo y caminando a su lado mirando y expectantes por la subasta…los ojos del vampiro cerrados dejando que sus demás sentidos se hagan presentes en la velada escuchando las conversaciones de cada uno de los invitados, sus murmullos más tenues e imperceptibles al oído humano.
El reloj del salón marca la hora con diez campanazos que despiertan al vampiro mirando sin mirar a la puerta de entrada al salón de actos donde se llevaría la subasta, ya que para él lo importante era no estar con los presentes sino al presente.
El crujido de un cristal en las frías manos de alguien avisan un hecho inevitable que solo dejo caer sus pedazos al suelo sin gota de sangre sin nada que evidenciar alguna herida en su mano, al menos no una herida grave sino más bien una ligera que pronto fue ocultada por su mano con un ligero movimiento. Observó a la joven que había compartido el inicio de la velada recordándole sus últimas palabras.
-Espero que esta noche su dios la guie ilumine su sano juicio y no lo mal lleve al pecado de la vanidad humana que siempre es la que hace pecar a la carne por algo más, que siempre mantenga a su fiel competidora cerca y bajo su protección divinamente para servir a su emisario en la tierra-
El aroma de la iglesia lo traía muy sobre ella, arraigado en su piel, en sus cabellos y vestimentas…pero como evitar lo que uno es si lo lleva calado en los huesos, cuando la rutinaria vida de uno asfixia la vida de lo no rutinario por el obvio concepto de la calma ya conocida.
En eso un señor irrumpe la sonrisa mal sana, mal dirigida hacia la joven, era sobre el lugar designado que le habían preparado, más él no pareció aceptar, al contrario hizo algo que en su sano juicio jamás hubiera hecho.
-La señorita presente creo que será mejor opción para tomar dicho asiento, una dama aunque de la iglesia debe estar más cómoda para poder pelear por las piezas de artes seleccionadas a su gusto, sea cual sea, espero que no sea como las aburridas pinturas de la catedral, además yo ya he escogido mi lugar preferencial-
Una sonrisa más ancha y más siniestra que la anterior y su bastón en su diestra, la zurda abriendo el botón de la chaqueta encaminando a marco de la puerta del salón mirando las dos primeras obras a subastar.
-Preciso Boticelli y su primavera en conjunto con Nicolaj y su pesadilla, dos grandes obras que solo se contraponen por el punto de los colores usados pero ambas con un significado que le une en lo oscuro de las sombras de su pictografía.-
El primer lote empezó con una valoración de cincuenta mil francos…un señor ofreció sesenta mil, otro subió a ochenta mil, más la sonrisa del vampiro poblaba su rostro ofreciendo doscientos mil francos por la obra, para ese entonces el dinero dejó de importarle, ya ahora la belleza le llamaba la atención
-Una representación de un estado en diferentes formas, la humana, la divina, lo celestial y lo infernal en un solo cuadro merece la pena una compra digna, un valor quizás hasta mayor de lo que se puede esperar-
Palabras al viento, palabras a la dama que lo miraba que quizá pretendía dar más por la segunda obra o por la primera…quien sabría cuál sería el interés de la dama…será el mismo interés religioso que aquel hombre…pronto eso se descubriría.
Como fiera al acecho de su presa, los sentidos del vampiro se despertaron a las sombras de los humanos caminando y viniendo…viniendo y caminando a su lado mirando y expectantes por la subasta…los ojos del vampiro cerrados dejando que sus demás sentidos se hagan presentes en la velada escuchando las conversaciones de cada uno de los invitados, sus murmullos más tenues e imperceptibles al oído humano.
El reloj del salón marca la hora con diez campanazos que despiertan al vampiro mirando sin mirar a la puerta de entrada al salón de actos donde se llevaría la subasta, ya que para él lo importante era no estar con los presentes sino al presente.
El crujido de un cristal en las frías manos de alguien avisan un hecho inevitable que solo dejo caer sus pedazos al suelo sin gota de sangre sin nada que evidenciar alguna herida en su mano, al menos no una herida grave sino más bien una ligera que pronto fue ocultada por su mano con un ligero movimiento. Observó a la joven que había compartido el inicio de la velada recordándole sus últimas palabras.
-Espero que esta noche su dios la guie ilumine su sano juicio y no lo mal lleve al pecado de la vanidad humana que siempre es la que hace pecar a la carne por algo más, que siempre mantenga a su fiel competidora cerca y bajo su protección divinamente para servir a su emisario en la tierra-
El aroma de la iglesia lo traía muy sobre ella, arraigado en su piel, en sus cabellos y vestimentas…pero como evitar lo que uno es si lo lleva calado en los huesos, cuando la rutinaria vida de uno asfixia la vida de lo no rutinario por el obvio concepto de la calma ya conocida.
En eso un señor irrumpe la sonrisa mal sana, mal dirigida hacia la joven, era sobre el lugar designado que le habían preparado, más él no pareció aceptar, al contrario hizo algo que en su sano juicio jamás hubiera hecho.
-La señorita presente creo que será mejor opción para tomar dicho asiento, una dama aunque de la iglesia debe estar más cómoda para poder pelear por las piezas de artes seleccionadas a su gusto, sea cual sea, espero que no sea como las aburridas pinturas de la catedral, además yo ya he escogido mi lugar preferencial-
Una sonrisa más ancha y más siniestra que la anterior y su bastón en su diestra, la zurda abriendo el botón de la chaqueta encaminando a marco de la puerta del salón mirando las dos primeras obras a subastar.
-Preciso Boticelli y su primavera en conjunto con Nicolaj y su pesadilla, dos grandes obras que solo se contraponen por el punto de los colores usados pero ambas con un significado que le une en lo oscuro de las sombras de su pictografía.-
El primer lote empezó con una valoración de cincuenta mil francos…un señor ofreció sesenta mil, otro subió a ochenta mil, más la sonrisa del vampiro poblaba su rostro ofreciendo doscientos mil francos por la obra, para ese entonces el dinero dejó de importarle, ya ahora la belleza le llamaba la atención
-Una representación de un estado en diferentes formas, la humana, la divina, lo celestial y lo infernal en un solo cuadro merece la pena una compra digna, un valor quizás hasta mayor de lo que se puede esperar-
Palabras al viento, palabras a la dama que lo miraba que quizá pretendía dar más por la segunda obra o por la primera…quien sabría cuál sería el interés de la dama…será el mismo interés religioso que aquel hombre…pronto eso se descubriría.
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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