¿Estas feliz pequeño colibri?[Privado]

por **Valentin Zukovski** Lun Feb 27, 2012 2:19 pm

Los pájaros cantaban, parecían felices y lo trasminan en su canción, era como estar en una orquesta en donde la naturaleza era la protagonista, aquellos sonidos sublimes que se formaban entre el rose de las hojas o el canto de algún animal, hasta el vaginal aullido del lobo plateado era hermoso.

Ya era mediodía del penúltimo día de fin de mes y como siempre se encontraba con Abraxas, aquel muchacho que había conocido por aquel día que se había quedado leyendo en la plaza. Buscaba un día al mes para verse, casi siempre los últimos días del mes, se podría decir que era un retiro de la vida diaria y una forma de despejar la mente de todo el mundo, por eso acostumbraban a verse en lugares lejos de la ciudad o en lugares tranquilos.

Aquel día había preparado un picnic cerca de una granja de unos amigos, e invito a Abraxas a ir con él, para disfrutar de compañía. El mediodía era algo caliente así que con ayuda de su compañero arreglaron la manta debajo de un árbol, para después Valentín sacar todos los bocadillos que había traído en una cesta de mimbre –Espero que te gusten- dijo con una sonrisa en sus labios mientras dejaba la cesta a un lado.

Sujeto un pan redondo para darle un gran mordisco, que dejo algunas migajas en su boca que lo hacían ver un poco infantil-por cierto- trago un poco de jugo de naranja que había dejado en un vaso, para dejar el pedazo de pan a un lado y sacar un libro de tapa rojo de la cesta-Esto es para ti- se lo alcanzo al joven contento de que pudiera tenerlo, era lindo tener a una persona que pudiera mantener alegre con apenas el gesto de leer.

por Abraxas* Miér Mar 07, 2012 5:18 am

Le gustaban aquellos encuentros. A pesar de ser alguien que disfrutaba enormemente de las cosas improvisadas, de las sorpresas inesperadas, también sabía apreciar la placidez de una monotonía, una costumbre. Y aquellos encuentros con Valentin eran sin duda la costumbre de la que más disfrutaba. Desde el día en que lo había conocido, había sentido un intenso interés por él, por su vida, por sus conocimientos y por su forma de recitar. Siempre que se veían, quería escuchar su voz y guardarla en algún rincón de su cabeza para poder escucharla cuando le apeteciera.

En aquella ocasión, habían ido a tomar un picnic, en una zona en la que él se sentía cómodo. Aunque en alguna que otra ocasión sentía la necesidad de desplegar las alas y ponerse a cantar con sus compañeras las aves, se controlaba pues aun no había compartido su secreto con su compañero y lo cierto es que dudaba que lo hiciera nunca, no quería que se alejara de él, deseaba su amistad.

- Estoy seguro de que me encantarán, no teníais que haberos molestado en traer tantas cosas. - dijo sonriendo ampliamente al ver lo que el otro había preparado. Estiró una mano para tomar uno de los bocadillos, dándole un tímido mordisco para probarlo primero, relamiéndose gustoso. Sus ojos volvieron a fijarse en el otro y no pudo contener una risita divertida por verle la boca cubierta de migajas. Estiró una mano hacia él, para sacudirselas con suavidad, mirando luego el objeto que le entregaba y abriendo mucho los ojos, dejando su bocadillo a un lado y sacudiéndose las manos, limpiándoselas en su propio pantalón antes de atreverse a tomar aquello entre sus manos.

Su sonrisa fue inmediata. Tomó el libro y lo abrió, dejando correr las páginas de un lado a otro, tratándolo con tanta delicadeza que casi parecía hecho de cristal. Luego lo dejó abierto en un lugar determinado, acercó su rostro e inspiró el aroma que emanaba del objeto, para finalmente cerrarlo y acariciar con los dedos su tapa, volviendo a mirar al mayor.

- Es perfecto, muchas gracias. - le dijo de forma sincera - Sois el único que me hace un regalo capaz de estimular prácticamente todos mis sentidos. Es bello, es suave al tacto, tiene un delicioso aroma y lo cierto es que si lo leeis vos sonaría perfecto. - dejó el libro sobre sus piernas mientras miraba al otro, ladeando un poco la cabeza - Pero yo no tengo nada que poder regalaros, eso me hace sentir un poco mal...- torció los labios, negando con la cabeza - ¿Qué podría daros? No tengo nada y vos todo.- pensó por unos instantes que podría regalarle una de sus plumas de cisne, ¿pero podría él apreciar un regalo como aquel? No podía estar seguro de ello, quizás luego pensara que era un regalo estúpido y Abraxas no quería que él creyese que no le daba importancia como para regalarle algo bueno de verdad.

por **Valentin Zukovski** Jue Abr 12, 2012 4:20 pm

Aquel chico era muy especial, siempre hacia que una cálida sonrisa apareciera en el rostro de Valentín y también un sentimiento de querer verlo sonreír, había sacudido las migajas que habían quedado en su rostro, inclino su cabeza haciendo un leve gesto de agradecimiento. Parecía fascinado por aquello que Valentín le había regalado, tenía sus ojos puestos en el, en su rostro resplandecía felicidad y eso le agradaba mucho a Valentín, con una suave suspiro se acomodo un poco mientras el joven inspeccionaba más a fondo el pequeño presente, era sorprendente para él como aquel pequeño presente se había tan importante para el chico, la forma en que lo trataba lo impresionaba de gran manera, pero no de una forma negativa, el chico le estaba enseñando a apreciar las pequeñas cosas de la vida, que todo tiene un valor y eso le parecía muy importante, era una lección que como realeza le enseñaba muchas cosas de las otras personas.

Rio un poco avergonzado al oír la gratitud del chico-Oh… no digas eso- se apresuro a decir al notar aquello que inquietaba al joven chico –Me has regalado mucho más de lo que piensas- dijo sonriendo para atreverse a sujetar el libro de las piernas del otro-Me has enseñado a apreciar las pequeñas cosas de la vida- prosiguió mientras rebuscaba en el libro algún poema que leer y así complacer por completo al joven que le agradaba tanto. –Ah..!- exclamo dejando quietas las hojas del libro-Espero que te agrede… por alguna razón me recuerda a ti- dijo son una sonrisa algo tímida y avergonzada.

Pequeño colibrí
En el jardín de mi Conciencia
Bebes el dulce néctar con frenesí,
Te detienes con hermosa gracia.

Has animado mi espíritu
Batiendo incansablemente tus alas
Para aspirar el aroma que tú exhalas.

Visítame de nuevo, con ímpetu
Este florido santuario
Que viste de recuerdos, a diario,
Mi devenir tan superfluo.

Tu color me recuerda
La esperanza que un día
Llamó a mi puerta.

Había terminado de leer, para luego dejar el libro en su regazo -¿he leído uno de tu gusto?- pregunto sonriendo mientras buscaba una taza de té que había preparado sus empleados para aquella ocasión, dejo que su garganta se resfriara con un sorbo, para luego mirar al joven con una sonrisa-¿Deseas que lea otro?- pregunto con ternura ladeando su rostro.

Había habido un tiempo en que lo único que había podido hacer era leer, así que tenía un gran conocimiento de muchas cosas, pero lo que siempre le había atraído era la poesía, aquello que aunque tal vez no serviría académicamente, alimentaba su alma e imaginación, por eso tal vez para él, como un ser humano amante de las cosas bellas necesitaba enseñar un poco de lo que era apreciar aquellas cosas. Aunque tal vez abraxas no parecía aquellas cosas lindas que siempre parecían atraerles, el sabia que en el fondo del chico tenía un alma cálida, sedienta de conocimientos y lo más importante linda y esponjosa, tal vez ya se había convertido en un fetiche, pero no era algo que hacia mal a nadie o si lo hacía solamente seria a él, pues se encargaría de que mas nadie salariara herido o lastimado por sus estúpidas obsesiones.

¿El era obsesivo? Aquello le cayó, como una interrogativa, una gran interrogativa y como psicólogo que era (aunque nunca lo ejercía) no se sentía con algún mal revelarte, hasta el poco deseo que le provocaba las mujeres (poco para no decir nulo) le parecía algo irrelevante pero solamente a este punto que aun no tenía obligación de procrear hijos, sería más serio y relevante cuando sus padres comenzaran a pedir descendencia, pero esperaba que eso sucediera en unos dos a tres años más, mientras por eso ni se preocupaba o hacia que no inundara su mente

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