Blame in to the Alcohol [Privado]

Se había levantado de mal humor, como decían algunos, se había levantado del lado equivocado de la camao con el pie izquierdo; algo raro puesto a que siempre se levantaba con ese pie. Desde el comienzo del día fue fácil irritarlo, por alguna razón sus sentidos estaban mucho más intensos y eso lo hacía más sensible al ruido, hasta el olor mas inodoro le molestaba, en ese momento estaba maldiciendo de ser alguien tan sensible.

Para mal de él tenía que trabajar ese día, ya se había tomado dos noches libres para hacer algunas vueltas importantes y ahora debía mantener el perfil bajo mientras estaba en la taberna. La música animada se podía oír hasta una cuadra del lugar, el había llegado a la hora puntual, los músicos comenzaban a ensayar con cantos animados que retumbaban en la mente del licántropo, el frio lugar fácilmente se calentaba cuando las personas comenzaban a entrar, sentarse entre aquellas maderas de roble, rusticas y resistentes, el frio se iba, y todo comenzaba a animarse cada vez más, pero claro el no era normal, mientras hasta los meseros y más empleados del lugar también comenzaban a animarse el se limitaba a mostrarse neutro y hasta amargado por lo que pasaba a su alrededor, aun así no lo demostraba mucho, sabia como poner otra mascara

Todo parecía estar tranquilo, la jornada se veía fácil, algunos pedidos de las lindas meseras que atendía los despachaba con rapidez, no era un trabajo pesado, era tan fácil como comer como comer pan con leche caliente, cualquier persona lo podría hacer, pero él lo hacía mejor por eso estaba en ese lugar, tampoco le desagradaba las cosas que aprendía en el lugar. ¿Qué aprendía? Muchas cosas, desde un nuevo punto de vista de alguna situación hasta el poder absorber sabiduría de un viejo borracho que se postraba en su barra, solo debía saber identificar a los borrachos que debía poner atención y a los que solamente decía incoherencias. El cuarto pedido para una mesa, la mesera pido otra botella más, ¿acaso creía que era agua? Muy pronto los vería como una mierda, con una dulce sonrisa puso la botella en la barra asintiéndole a la dulce mesera que tenía unos ojos pardos, llenos de tragedias y tristeza, por unos momentos sintió que veía los mismos ojos pardos y rasgados de su madre, pero la diferencia entre ella y su madre es que a la mesera le faltaba aquel brillo que su madre nunca perdió, ni en las últimas horas de su muerte, sacudió su cabeza un poco, girando bruscamente dándole la espalda mientras su rostro se inundaba de una amarga tristeza.

Los sonidos, risas, llantos de algunos borrachos escandalosos que trataban de ahogar sus penas el alcohol y apenas conseguían dormir el guayabo por unas horas. “Señor Shue se está poniendo verde!!!!” había exclamado la camarera que llevaba la botella al notar al hombre algo pálido y tambaleándose, mostrando una seria debilidad para mantener el equilibrio Eerin giro su cuerpo para ver aquella escena, dejo salir una risa burlona.

-Borrachos…- comento mientras sujetaba un vaso para servir un poco de whiskey que algún hombre le había pedido en la barra, la verdad casi nunca le ponía atención a las caras de la persona, apenas oía el timbre de la voz entrar por sus oídos y sus manos rápidamente comenzaban a servir lo que aquel cliente deseaba, a veces estando de espalda o al otro extremo de la barra, y para saber de quién era la orden tampoco le dificultaba, solo necesitaba oír la respiración de las personas y diferenciarlas de cada uno y para el eso era tan fácil como andar en caballo. La mesera había puesto la botella en la mesa mientras con su delantal le echaba aire al pobre hombre, con los ojos la camarera llamo a Eerin para que le ayudase a levantarlo, este chasqueo su lengua, no quería hacerlo, odiaba encargarse de borrachos, pero el gesto de la joven le hizo acercarse aunque no lo deseara.

Había sujetado al hombre con una facilidad casi indescriptible, era un humano con muslos y cuerpo bien formado, pero Eerin pudo con facilidad ponerlo en una silla-Despierta Shuster esto no es una posada- bramo el licántropo mirando con seriedad como la cabeza del hombre se movía de un lado para el otro, frunció el ceño girándose para ir hasta la barra para sacar un balde de agua fría-Bueno chicos- dijo en voz alta para que todos dejaran un suave y extraño silencio invadir el aire-ya saben lo que dice, el que duerme debe despertarse, cueste lo que cueste- su risa ronca fue la única que se oyó-les mostrare que les sucede a los que se duermen en mi taberna- dicho esto con las dos manos sujeto encima de la cabeza el balde de agua congelada, miro al joven que estaba en la mesa y a los demás hombres –si no quieren mojarse mejor apártense- movió el balde dejando que el agua fría callera en la cabeza del hombre para hacerlo reaccionar de inmediato haciéndolo levantarse de la silla empapado de pies a cabezas. Las risas se alborotaron y murmullos se alzaron

Las risas se comenzaban a alborotar en todo el lugar, Eerin apenas se le veía una débil línea en sus labios, con los brazos cruzados y mostrando una mirada firme miraba al tipo que estaba tirado al frente de el, un grito le hizo girar hacia la persona que lo había hecho, su olor, ahhh… aquel chico no era alguien normal, suspiro débilmente mientras daba algunos pasos hacia atrás para darle espacio. Una risa exploto en el, todas las personas se quedaron mirándolo mientras Eerin se encorvaba de aquel ataque de risa, todo por aquel chico que parecía que su mundo se le había derrumbado por apenas un estúpido borracho.

-Deja de decir tonterías-dijo después de ver al chico tan preocupado (y de haber calmado su risa) –Se que Aneena es una mujer recia y que podría matarte en menos de diez minutos si le pasa algo a este borracho- rio con aquella voz ronca y varonil. Lo levanto sujetándole del hombre para darle un jalón hacia arriba -¿acaso no escuchas sus ronquitos mocoso?- pregunto señalándole aquel hombre que comenzaba a roncar de manera tan estruendosa que ahora si Eerin sentía que lo único que sabía hacer era ruido. Con simpatía sacudió las ropas del chico mientras reía bajo por la estúpida cara que el chico hacia.

No era de su incumbencia, pero no podía dejar a un borracho en medio de un callejón a su suerte, esperen, ya lo había hecho unas docenas de veces, pero no contaba que aquel chico chillara por el bienestar del borracho, así que decidió ayudarlo un poco. Con embriagado en su hombro lo llevo hasta un almacén en donde guardaban el licor en grandes contenedores de madera, cuando aquel hombre se despertara se iba a sentir como en el cielo. Lo acostó en el piso con algunas sabanas viejas que habían guardas en aquel lugar, parecía que el tobo ni la caída le habían hecho daño, el chico podía respirar profundo y tranquilizarse, aunque Eerin aun no respiraba tan tranquilo como deseaba.

-Dime solamente una cosa….- se había levantado para girar medio girar su cuerpo y mirar al chico de reojo -Solo viene a divertirse ¿Cierto?- pregunto gruñendo de forma leve pero amenazante. Aquel licántropo tenía cosas que defender, casi no confiaba en nadie, por eso debía disculparse con aquel joven por su brusca pregunta, pero prefería ser directo antes de que alguna emboscada apareciera de repente.

Un quejido lo hizo lo hizo girar para ver al hombre que comenzaba a moverse, en su rostro había una expresión de dolor, por unos segundos miro el lugar tratando de levantarse, se sostenía la cabeza mientras seguía gimiendo y quejándose, su rostro pálido mostraba malestar y pronto algunos indicios le indico que pronto vomitaría - Ahh… Hombre no vomites en el piso- le gruño saltando hacia él con un balde vacio, por suerte su rapidez le valió de mucho y antes de que aquella primera gota de saliva llegara al piso él había llegado para recibir aquel vomito que nacía de la boca de aquel borracho mal oliente -AHHH… siento que si tu esposa no te mata lo hare yo- exclamo enfurecido al ver que había dejado el balde para vomitar hacia otro lado -¿! Acaso no vez!?- sujeto su cabeza para ponerlo otra vez a vomitar en el balde.

El trabajaba de cantinero, en ningún momento su jefe le había dicho que tenía que ser niñero de los borrachos que entraban a la taberna, se levanto aun sosteniendo el balde con el vomito del ebrio, aun con su esfuerzo se había regado un poco en el piso. Le tiro el balde al chico -Es tu responsabilidad…- le gruño limpiándose las manos en su camisa blanca.

Le pareció extraño aquel joven, le echo una mirada furtiva para luego acercarse a Shuster que comenzaba a roncar entre su siesta, después de vomitar sería más fácil que reaccionara, aun así el joven al que le había dado la espalda parecía ligeramente preocupado, no por Shuster si no por él. El lycan dejo salir un suspiro mientras se aproximaba al cuerpo del borracho-No te preocupes, planeo llegar al siglo siguiente- comento para tranquilizar al chico –Además, si los cazadores no se meten conmigo no tengo necesidad de atacar- se inclino para ver el rostro de Shuster, sonrió levemente para quedarse por uno segundos en aquel lugar.

No podía darse el lujo de tener enemistades con algún tipo que fuera cazador y mucho menos en aquella taberna, si, era verdad, muchos cazadores venían a este lugar para disfrutar de algunas cervezas o cualquier otro trago, pero también lo hacían licántropos, cambiaformas, vampiros, brujos… ¡todo tipo de personas! Los enemigos se mezclaban entre sí, algunos se daban cuenta de la presencia de algún otro sobrenatural, pero ese lugar era para divertirse así que todos los pasaban desapercibido, luego de un tiempo, gracias a los tragos que se hayan surtido todos olvidaban sus riñas, sus peleas y sus diferencias, se volvían humanos disfrutando un placer carnal como era el disfrutar unas bebidas.

Gracias a ese lugar se había podido moldear a la idea de no tener que demostrar agresividad cuando uno de los enemigos entraba. Eso le había dado cierta ventaja, los traba como humanos normales, como personas comunes y corrientes, ya que se había propuesto a que cualquier persona que entrara por esa puerta (sea cambiaformas, vampiro, cazador, inquisitor, ectt…!) seria tratado con la misma igualdad, surtirían de las mismas cosas y todo seria armonía, creía estúpidamente es eso.

Tenía algo muy importante, como aquel chico tenía la obligación de que Shuster estuviera sano y salvo, el debía salvaguardar los secretos que estaban en el. ¿Qué sucedería con Agharta si algún problema surgiera en la taberna? El chico no se veía peligroso, es mas se veía torpe, estúpido y cobarde, pero ¿si se creara algún disturbio en la taberna en donde integraran cazadores? ¿si ellos preguntaran e indagaran mas sobre los empleados? En ese momento se armaría la grande, encontrarían a Eerin, se toparían con un Minioco de Ahgarta, claro, aunque analizándolo bien, el ya se había encontrado con cazadores en aquella taberna (o los había visto de forma distante) que se especializaba en aquella misión que tenían algunos, no todos.

-Bueno ponte a limpiar mientras yo despierto a este grandote- dijo acercándose al oído de Shuster susurrando con fingida preocupación:-HEY! Shuster tu mujer ha llegado a la taberna, esta buscándote… DESPIERTATE HOMBRE- exclamo retrocediendo al mismo tiempo. Aquel hombre no supo que le sucedió, apenas escucho aquellas palabras salto casi llegando al techo del lugar. Eerin comenzó a reírse mientras que el con los ojos desorbitados buscaba alguna ruta de escape para largarse de ese lugar, el Lycan se arregosto a una pared cruzándose de brazos-apestas a alcohol, si tu mujer te ve así te mata…- parecía lloriquear. Los ojos se Shuster se encontraron con los del joven, rápidamente salió hacia el buscando alguna conformación de que si su esposa estaba en ese lugar, mientras Eerin solamente reía de lo divertido que se veía, parecía un payaso, un ciervo asustado del cazador, muy cómico para los ojos del Lycantropo

Se había sentado en unos barriles de licor mientras el chico limpiaba aquel vomito del borracho que poco a poco comenzaba a reaccionar de su estado lamentable, dejo salir una risa estruendosa ante la pregunta del chico ¿ayudarle? –En primer lugar es tu responsabilidad- dijo de forma tranquila mientras cruzaba sus piernas y apoyaba su espalda entre la pared –todo lo que salga de él y lo que el mismo provoque son responsabilidades tuyas- dijo súper divertido mientras miraba como este limpiaba aquel desastre.

Dejo salir una risa al momento que este hecho aquel leve grito disgustado –si no quieres que ella se entere de donde estas- dijo riendo levemente pues podía sentir el olor de la mujer muy cerca de este lugar, su cara se alzo un poco dejando que el olor llegara a su olfato. Pronto comenzaron a escucharse alegatos y un gran alboroto, la mujer había encontrado a su marido. Eerin frunció levemente el ceño, solamente esperaba que no hicieran desastre en su taberna y mucho menos mientras él estaba a cargo.

-Mas te vale que ese matrimonio complicado no rompa nada- bufo mientras se levantaba de su cómodo lugar para salir del lugar -¡todo lo que se rompa ira a tu cuenta!- exclamo mientras caminaba hacia donde estaba aquel alboroto, ya algunos compañeros de jerga se habían largado apenas habían escuchado llegar a la joven dama que era una persona muy bella pero peligrosa. Eerin estaba en una distancia en la cual podría ver tranquilamente sin salir perjudicado.

Era una escena normal, aquella mujer regañando a su esposo por estar borracho mientras este ni se podía para de dos pies, tal vez eso era lo que enfadaba más a su mujer, que este parecía mas sonriente, pero a la vez como un perro cobarde que esconde su cola por detrás de sus patas, el licántropo le divertía la situación, por suerte no se estaba saliendo de control, la podría ver de forma callada, como si fuera otra discusión amorosa que solamente le interesaba a ellos dos. La relaciones eran entre dos personas, terceros no eran bienvenidos, así que él licántropo comenzó a trabajar detrás de su barra atendiendo a las personas que pedían algún trago y que no estaban hipnotizados con la riña de aquella pareja

Eerin escucho al chico y rápidamente realizo una mueca de disgusto mientras se quedaba tranquilamente en la barra que parecía tener alguna aura protectora ya que aunque todo parecía estar alborotado las personas que estaban sentadas en ese lugar tenían los buenos modales de no hacer escándalo y mucho menos mostrarse agresivas, aunque ya comenzaba a invitar al cantinero a ser una leve apuesta -¿Apuesta? Pero si sabemos quién va a ganar- contesto dejando salir una leve risa que fue acompañada por otras mas mientras se escuchaba los ruidos de las botellas agitándose. Le encantaba aquel lugar, era un desastre bien organizado, cada noche había un acto diferente en donde muchas personas podrían divertirse y al mismo tiempo salir gravemente heridos.

-¿Qué me darás?- le pregunto al joven que parecía a punto de darle un ataque de alguna enfermedad del corazón, pulmón o cualquier otra cosa que pudiera matarlo rápidamente, aunque parecía que su enfermedad no sería su muerte si aquella mujer lo agarraba.

Noto al hombre que prácticamente estaba a punto de cruzar una leve línea en donde comenzaría a llorar y a suplicar por su vida a su propia mujer. ¡Aquello era mejor que cualquier obra de teatro! No estaba ensañado pero era de lo más divertido también, pero lamentándolo mucho comenzaba a mostrarse un poco descontrolado y debían evitar los menos daños posibles. Algunos clientes apenas miraron que Eerin comenzaba a levantar la mirada dejaron salir un leve gruñido de disgusto, aquello los divertía mucho como para que lo terminara antes de comenzar, pero no podía discutir con el que estaba poniendo el orden en el lugar.

-si no quieren verme enojado mejor que a la cuenta de tres todos olviden lo que está sucediendo- respondió ante las quejas y todos comenzaron a bajar la guardia concentrándose en sus bebidas. El licántropo sonrió complacido mientras se acercaba a ellos separándolo con mucha facilidad, la mujer miro a Eerin deseándolo matarlo en ese mismo instante, pero este fácilmente la sujeto de la cintura, aunque esta con sus manos buscaba el rostro del hombre para mostrarle sus uñas de gata en celo. –Vamos..! Arreglen eso en la cama- exclamo Eerin haciendo que una ola de risas y exclamaciones afirmando y reafirmando lo que el licántropo había dicho era lo mejor.

La mujer de dio por vencida al ver que estaba ya en la calle con su marido también cerca de ella –oye tu… no me dejes solo vamos a llevarlos a su casa, yo me encargo de ella, su encárgate del borracho- le ordeno con un todo de pocos amigos al joven para luego mirar a uno de los camareros del lugar –Louis te quedas encargado- ordeno al joven rubio que asintió rápidamente con un tanto de nerviosismo. –Muy bien… guíame porque yo no sé donde viven- dijo mientras la mujer aun en brazos de el cómo saco de papas aun buscaba forcejar con su débil brazos y su lengua que escupía insulto de todas clases.