AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Alcohol y humor, la mejor combinación (privado)
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Alcohol y humor, la mejor combinación (privado)
Su día era prometedor, descanso del trabajo que mantenía en la ciudad, dormir hasta que sus sobrinos lo obligaran a abrir los ojos, comidas calientes y sabrosas, y la compañía de sus familiares y amigos. Los días de descanso eran los mejores, sobre todo porque podía ir a las fiestas que siempre celebraban los gitanos, no importaba el día que fuera siempre había algo por festejar y comida, bebida y baile para entretener a todos los campamentos. No podía pedir nada mejor para esos momentos en los que lo único que quería era pasarla bien.
La mañana transcurrió con la misma agitación de todos los días, Dragomir debía de cumplir con todas sus tareas, aparte de que disfrutaba ayudando en los deberes del hogar. Sabía que las fiestas ya habían comenzado, habían llegado más de dos amigos a sonsacarlo para ir a bailar, tuvieron que mantener conversaciones con gitanos que ya habían consumido más alcohol del que podían aguantar, y habían proporcionado algo de comida y bebida para que la fiesta siguiera. Alrededor de la una de la tarde Dragomir se vio libre de toda responsabilidad para con su familia, sus cuñadas le prometieron no obligarlo a cumplir con su deber de niñero, su madre lo incito a que fuera a divertirse, su padre le dio una botella para que compartiera. Ellos se unirían mucho más tarde, así que sin esperarlos fue a unirse a las fiestas. Se encontró con la mayoría de sus hermanos, sólo el mayor estaba aún trabajando, así que se puso a platicar con ellos y con sus amigos. Nadie ni nada lo detuvo para bailar con todas las chicas que quiso, ni de bromear con todos los chicos que se le pasaban por delante. Eran una buena fiesta y la estaba disfrutando a toda maravilla, la música sonaba con fuerza, su estómago estaba a rebozar de tanta comida deliciosa, su cabeza estaba un poco nublada por tanto alcohol.
No supo qué hora era, aún debía de ser temprano pues la gente seguía llegando, pero decidió que era un buen momento para caminar de nuevo entre todos los gitanos. En una de sus manos llevaba un vaso con bebida, en la otra un cigarrillo al que casi no le prestaba atención. Amaba haber tenido la suerte de nacer entre gitanos, no importaba si no los conocía pero siempre podía platicar con ellos, y lo fácil que se le daba soltar las palabras. Pero de pronto se vio metido en un lio, un hombre lo golpeo por la espalda y su primera reacción fue devolver el golpe.
-¿Qué diablos pasa?- pregunto enojado, siempre había sido algo salvaje y con eso tenía un comportamiento volátil que sólo se agravaba con el alcohol. Pronto se encontró rodeado de otros hombres, lo más curioso era que no estaba solo. Detrás de él podía sentir la espalda de otro hombre, al que al parecer estaban insultando. -Hombre pues, que si no me hubieras golpeado no te habría lanzado el puño- dijo defendiéndose de aquel que lo había agredido primero. Se fijo en la situación en la que estaba, notando que eran unos seis gitanos contra ellos dos, esperaba que al menos la mayoría estuvieran borrachos y no pudieran dar buenos golpes. -Que forma de conocer a alguien, pero me llamo Dragomir, no creo conocerlo de antes- comento al hombre que tenía detrás suyo, tenía que ser su único aliado en ese instante. -A decir verdad preferiría evitar cualquier golpe, parece que este no será el caso pero si no le molesta, ¿puede hacerse cargo de los de su lado y yo de los del mío? Al menos golpee a dos con fuerza, luego corremos hacía el sur. ¿Le suena bien?-
La mañana transcurrió con la misma agitación de todos los días, Dragomir debía de cumplir con todas sus tareas, aparte de que disfrutaba ayudando en los deberes del hogar. Sabía que las fiestas ya habían comenzado, habían llegado más de dos amigos a sonsacarlo para ir a bailar, tuvieron que mantener conversaciones con gitanos que ya habían consumido más alcohol del que podían aguantar, y habían proporcionado algo de comida y bebida para que la fiesta siguiera. Alrededor de la una de la tarde Dragomir se vio libre de toda responsabilidad para con su familia, sus cuñadas le prometieron no obligarlo a cumplir con su deber de niñero, su madre lo incito a que fuera a divertirse, su padre le dio una botella para que compartiera. Ellos se unirían mucho más tarde, así que sin esperarlos fue a unirse a las fiestas. Se encontró con la mayoría de sus hermanos, sólo el mayor estaba aún trabajando, así que se puso a platicar con ellos y con sus amigos. Nadie ni nada lo detuvo para bailar con todas las chicas que quiso, ni de bromear con todos los chicos que se le pasaban por delante. Eran una buena fiesta y la estaba disfrutando a toda maravilla, la música sonaba con fuerza, su estómago estaba a rebozar de tanta comida deliciosa, su cabeza estaba un poco nublada por tanto alcohol.
No supo qué hora era, aún debía de ser temprano pues la gente seguía llegando, pero decidió que era un buen momento para caminar de nuevo entre todos los gitanos. En una de sus manos llevaba un vaso con bebida, en la otra un cigarrillo al que casi no le prestaba atención. Amaba haber tenido la suerte de nacer entre gitanos, no importaba si no los conocía pero siempre podía platicar con ellos, y lo fácil que se le daba soltar las palabras. Pero de pronto se vio metido en un lio, un hombre lo golpeo por la espalda y su primera reacción fue devolver el golpe.
-¿Qué diablos pasa?- pregunto enojado, siempre había sido algo salvaje y con eso tenía un comportamiento volátil que sólo se agravaba con el alcohol. Pronto se encontró rodeado de otros hombres, lo más curioso era que no estaba solo. Detrás de él podía sentir la espalda de otro hombre, al que al parecer estaban insultando. -Hombre pues, que si no me hubieras golpeado no te habría lanzado el puño- dijo defendiéndose de aquel que lo había agredido primero. Se fijo en la situación en la que estaba, notando que eran unos seis gitanos contra ellos dos, esperaba que al menos la mayoría estuvieran borrachos y no pudieran dar buenos golpes. -Que forma de conocer a alguien, pero me llamo Dragomir, no creo conocerlo de antes- comento al hombre que tenía detrás suyo, tenía que ser su único aliado en ese instante. -A decir verdad preferiría evitar cualquier golpe, parece que este no será el caso pero si no le molesta, ¿puede hacerse cargo de los de su lado y yo de los del mío? Al menos golpee a dos con fuerza, luego corremos hacía el sur. ¿Le suena bien?-
Dragomir Negrescu- Gitano
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: Alcohol y humor, la mejor combinación (privado)
—No hay nada peor que éstas pequeñas reuniones — Confesó, a quien estuviese a su lado en torno a la fogata que se había encendido tan sólo para iluminar aquella perfecta noche de juerga entre los gitanos que se hospedaban en el campamento más cercano.
Ebriedad, discusiones, irritación, malos entendidos, gritadera, puñetazos, oh… cuantos puñetazos; Si por algo se caracterizaba aquel hombre de cabellos albinos era por el interés excesivo que tenía hacia las peleas clandestinas, no de pago, más bien se deleitaba ante los golpes fortuitos entre noches de alcohol y placeres.
Estaba atento a una discusión que se iniciaba a unos metros de él. Se acomodó contra su asiento, dio un codazo a quien tenía a su costado y comenzó a reír bajo la idiotez de dos ebrios que armonizaban la noche con un espectáculo de payasos. Pero no había notado la desprevenida aparición de una fémina en la escena, y antes de que éste pudiese gritar, silbar o llamar su atención, siguió su figura hasta desplomarse contra el piso. El par de imbéciles, aún no estaba consiente de cual, la había golpeado tan fuerte que la hizo desvanecer. Blasfemó a los mismos infiernos, lanzó pestes a quien correspondiese, sintió arder su sangre, no encontró momento lógico para razonar como había llegado al lado de aquel par de sujetos y alzando la voz lanzó invectivas que ya encontraría ocasión de explicar más adelante — ¡¿Acaso son ciegos o algo parecido?! —
El estadillo salía desde su garganta con un odio inexplicable.
Claro estaba y dejaba como recuerdo que no soportaría jamás el maltrato hacia una fémina, mucho menos ella, o en realidad ni una de las suyas, y al referirse con aquella propiedad, simplemente lo pensaba como “Suyas” en el ámbito que de ser gitanas, mucha más garra sacaría en su defensa. Atento a las excusas baratas que soltaba aquel par de personajes, Josiah arremangó su camisa hasta la altura de sus codos, colocó firmeza al nudo que hacía su pañuelo favorito cubriendo su diestra y sonrió de costado, lejos de estar divertido — Venga pues, si son tan idiotas para no prestar atención a su alrededor, veamos si son capaces de enfocar sus puños en mí — Estaba decidido.
Nadie dijo una palabra, un par de miradas se posaron en ellos pero no las suficientes como para armar un alboroto, simplemente era él contra el par. Su puño se endureció, sus nudillos empalidecieron y pronto tornarían un color rojizo al dar el primer golpe contra la mandíbula del más corpulento de ellos. Sintió un ruido extraño y eran los pies del otro sujeto, que pisaban con presura las hojas secas del suelo huyendo rápidamente del lugar. No lo dejaría pasar, pues la imagen de la muchacha contra el suelo no le permitiría dejar las cosas así nada más.
Lo siguió, hasta verse rodeado por la nada misma, bajo un silencio absoluto que prontamente se interrumpía con múltiples pasos que expresaban la presencia de más personajes de los que esperaba combatir. El chico que había huido venía con compañía.
Recibió un par de puñetazos, su espalda, su rostro, sus muslos y finalmente su estómago, pero no sosegó las ansías que sentía por dar un golpe más, y así lo hizo, en repetidas ocasiones hasta que sintió la presencia de un personaje nuevo en la escena, alguien a quien lo atribuían en su auxilio — Dragomir, amigo… no correremos — Confesó al oír la presentación de quien parecía ser un enviado por la buena fortuna — Merecen hasta el último golpe que puedas darles… — Sentenció, buscando pelea a los más menudos que se lanzaban contra él hasta desembocar en el más corpulento de ellos, quien tras la ebriedad de sus comportamientos y la insistencia del albino rápidamente dejaban de insistir en buscar camorra, retirándose entre los árboles.
—Gracias— Admitió bajo la ayuda que había necesitado minutos atrás — Soy Josiah —
Ebriedad, discusiones, irritación, malos entendidos, gritadera, puñetazos, oh… cuantos puñetazos; Si por algo se caracterizaba aquel hombre de cabellos albinos era por el interés excesivo que tenía hacia las peleas clandestinas, no de pago, más bien se deleitaba ante los golpes fortuitos entre noches de alcohol y placeres.
Estaba atento a una discusión que se iniciaba a unos metros de él. Se acomodó contra su asiento, dio un codazo a quien tenía a su costado y comenzó a reír bajo la idiotez de dos ebrios que armonizaban la noche con un espectáculo de payasos. Pero no había notado la desprevenida aparición de una fémina en la escena, y antes de que éste pudiese gritar, silbar o llamar su atención, siguió su figura hasta desplomarse contra el piso. El par de imbéciles, aún no estaba consiente de cual, la había golpeado tan fuerte que la hizo desvanecer. Blasfemó a los mismos infiernos, lanzó pestes a quien correspondiese, sintió arder su sangre, no encontró momento lógico para razonar como había llegado al lado de aquel par de sujetos y alzando la voz lanzó invectivas que ya encontraría ocasión de explicar más adelante — ¡¿Acaso son ciegos o algo parecido?! —
El estadillo salía desde su garganta con un odio inexplicable.
Claro estaba y dejaba como recuerdo que no soportaría jamás el maltrato hacia una fémina, mucho menos ella, o en realidad ni una de las suyas, y al referirse con aquella propiedad, simplemente lo pensaba como “Suyas” en el ámbito que de ser gitanas, mucha más garra sacaría en su defensa. Atento a las excusas baratas que soltaba aquel par de personajes, Josiah arremangó su camisa hasta la altura de sus codos, colocó firmeza al nudo que hacía su pañuelo favorito cubriendo su diestra y sonrió de costado, lejos de estar divertido — Venga pues, si son tan idiotas para no prestar atención a su alrededor, veamos si son capaces de enfocar sus puños en mí — Estaba decidido.
Nadie dijo una palabra, un par de miradas se posaron en ellos pero no las suficientes como para armar un alboroto, simplemente era él contra el par. Su puño se endureció, sus nudillos empalidecieron y pronto tornarían un color rojizo al dar el primer golpe contra la mandíbula del más corpulento de ellos. Sintió un ruido extraño y eran los pies del otro sujeto, que pisaban con presura las hojas secas del suelo huyendo rápidamente del lugar. No lo dejaría pasar, pues la imagen de la muchacha contra el suelo no le permitiría dejar las cosas así nada más.
Lo siguió, hasta verse rodeado por la nada misma, bajo un silencio absoluto que prontamente se interrumpía con múltiples pasos que expresaban la presencia de más personajes de los que esperaba combatir. El chico que había huido venía con compañía.
Recibió un par de puñetazos, su espalda, su rostro, sus muslos y finalmente su estómago, pero no sosegó las ansías que sentía por dar un golpe más, y así lo hizo, en repetidas ocasiones hasta que sintió la presencia de un personaje nuevo en la escena, alguien a quien lo atribuían en su auxilio — Dragomir, amigo… no correremos — Confesó al oír la presentación de quien parecía ser un enviado por la buena fortuna — Merecen hasta el último golpe que puedas darles… — Sentenció, buscando pelea a los más menudos que se lanzaban contra él hasta desembocar en el más corpulento de ellos, quien tras la ebriedad de sus comportamientos y la insistencia del albino rápidamente dejaban de insistir en buscar camorra, retirándose entre los árboles.
—Gracias— Admitió bajo la ayuda que había necesitado minutos atrás — Soy Josiah —
Josiah D'Olincourt- Gitano
- Mensajes : 97
Fecha de inscripción : 20/04/2014
Re: Alcohol y humor, la mejor combinación (privado)
Su esperanza de salir ileso de la pelea se vieron anuladas en cuanto escucho el plan de su compañero. No pudo evitar dejar salir un pequeño suspiro pesado después de evitar un golpe pero sin más se unió a la pelea, de él dependía que la espalda del otro se encontrará protegida pero no era tan fanático del dolor en la cara. No supo en qué momento sus contrincantes habían decidido huir pero lo agradecía, sus puños le ardían y las sentía entumidas, la sangre de alguna herida en su rostro le recorría por su mejilla pero su espíritu estaba lleno de adrenalina y emoción.
-Es un placer, Josiah- dijo volviendo a sonreír como si no hubiera existido ninguna batalla. -No hay nada que agradecer, no podría dejar que un montón de abusivos se fueran sin un castigo, aunque la verdad no sé cuál era la razón de la pelea, pero uno contra muchos no es justo- en ese momento comenzó a limpiarse la mejilla, tocando con cuidado su rostro para saber en dónde estaba la herida.
Poco a poco se fueron acercando alguno que otro gitano para ofrecerles pañuelos para que ellos se limpiaran y bebida y comida. Se sentó en una pequeña banca y volteo a ver al chico.
-Ahora que lo pienso me parece que he escuchado tu nombre en algún momento. Al menos creo que suele aparecer siempre que alguien me cuenta de alguna riña o un accidente. Imagino que te culpan más de lo que realmente participas pero te imaginaba de forma diferente. No me malinterpretes, eres alto, fuerte y das miedo si alguien te ve en la cara durante la noche, pero sigues siendo humano ¿cierto? A veces necesitas descansar, o esperar a que las heridas sanen- comentó mientras reía divertido, señalando una de las heridas en la cara que tenía su nuevo compañero. -Aunque bien podría equivocarme de nombre y de persona. Uno nunca sabe, el único rumor mío que no es tan rumor es que suelo ser muy salvaje en las peleas en las que entro, ya sean intencionales o accidentes- volvió a encogerse de hombros y le dio fondo a su vaso, dejando que alguien más se lo llenara. -Pero siendo justos, hemos nacido y vivido en bosques toda nuestra vida, aquí dentro debemos encontrar la forma de sobrevivir ¿cierto?- le volvió a sonreír a Josiah. -De cualquier forma, y viéndote bien, te tendría miedo si te encontrará en medio de una calle solitaria y con el rostro oculto, ahora entiendo los rumores que se han unido a tu nombre- sin poder evitarlo dejo salir una risa y alzo su vaso. -Brindo por tu aspecto de terror y porque nunca nos encontramos en una calle solitaria-
-Es un placer, Josiah- dijo volviendo a sonreír como si no hubiera existido ninguna batalla. -No hay nada que agradecer, no podría dejar que un montón de abusivos se fueran sin un castigo, aunque la verdad no sé cuál era la razón de la pelea, pero uno contra muchos no es justo- en ese momento comenzó a limpiarse la mejilla, tocando con cuidado su rostro para saber en dónde estaba la herida.
Poco a poco se fueron acercando alguno que otro gitano para ofrecerles pañuelos para que ellos se limpiaran y bebida y comida. Se sentó en una pequeña banca y volteo a ver al chico.
-Ahora que lo pienso me parece que he escuchado tu nombre en algún momento. Al menos creo que suele aparecer siempre que alguien me cuenta de alguna riña o un accidente. Imagino que te culpan más de lo que realmente participas pero te imaginaba de forma diferente. No me malinterpretes, eres alto, fuerte y das miedo si alguien te ve en la cara durante la noche, pero sigues siendo humano ¿cierto? A veces necesitas descansar, o esperar a que las heridas sanen- comentó mientras reía divertido, señalando una de las heridas en la cara que tenía su nuevo compañero. -Aunque bien podría equivocarme de nombre y de persona. Uno nunca sabe, el único rumor mío que no es tan rumor es que suelo ser muy salvaje en las peleas en las que entro, ya sean intencionales o accidentes- volvió a encogerse de hombros y le dio fondo a su vaso, dejando que alguien más se lo llenara. -Pero siendo justos, hemos nacido y vivido en bosques toda nuestra vida, aquí dentro debemos encontrar la forma de sobrevivir ¿cierto?- le volvió a sonreír a Josiah. -De cualquier forma, y viéndote bien, te tendría miedo si te encontrará en medio de una calle solitaria y con el rostro oculto, ahora entiendo los rumores que se han unido a tu nombre- sin poder evitarlo dejo salir una risa y alzo su vaso. -Brindo por tu aspecto de terror y porque nunca nos encontramos en una calle solitaria-
Dragomir Negrescu- Gitano
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: Alcohol y humor, la mejor combinación (privado)
No había sido de sus mejores funciones, a decir verdad dejar que le golpeasen no era un acto a sobresaltar, siempre salía mal de aquellos encuentros. Ser abusivo o débil ante el impulso de adrenalina que lo recorría en cada pelea no lo hacía el mejor peleador, pero sí el más insistente y resistente. No le importaba salir a rastras de una batalla, pero si le interesaba mucho ver como su contrincante salí peor. Misma razón que resaltaba el hecho de siempre verlo con un ojo morado, o con cicatrices en los brazos, o abdomen. Era lucha, y jamás diría no, mucho menos como lo había sido ahora, con una razón potente por la cual alzar su atención.
— Se merecían hasta el último golpe que les dimos, compañero, créeme —Comentó al albino, rechazando la ayuda de quienes se acercaban para sacar de su propio bolsillo un pañuelo y así con este limpiar restos de sangre de su boca como también el sudor que dejó una fina capa de su sudor en su frente. No había sido de sus mejores encuentros, pero le daba satisfacción ver como en medio del acalorado, ellos habían huido cual ratas — Hay situaciones que se deben defender, sea por sí o por no, y estos idiotas sabían que se les venía algo cuando hicieron lo que hicieron — Masculló, algo irritado al recordar la escena, pero rápidamente la dejó pasar para dejarse caer contra una banca ya cerca del asentamiento.
Giró su rostro para ponerle atención a lo que su nuevo compañero decía. Encontraba en él un aire familiar, pero o podría asumir del todo que lo conocía. Pasaba tiempos tan cortos en el sitio que los rostro para el corpulento eran simples manchas que luego se borraban con los nuevos paisajes que debía deleitar tras su abandono.
Sonrió por lo que oía y arqueando su espalda para que los huesos de esta se ajustaran en un ruido de huesos, regresó a su posición asintiendo — Siempre van a hablar de uno más de lo que hace… asumo que las riñas son mi pasatiempo favorito, pero muchas veces llegan a mi sin pedirlas ¿Sabes? Creo que te ha sucedido, o espero que lo hayas vivido, líos por malentendidos — Asumió, tomando entre sus mano un vaso que contenía dios sabe qué cosa. Lo llevó a su boca y lo bebió de golpe luego de sentir como el licor ahogaba su garganta en un ardor digno de repetir. Observó a su alrededor y muchos personajes que desconocía se mantenían expectantes ante la historia que antes había sucedido. Frunció el ceño — Ya lárguense — Sentenció, haciendo un ligero movimiento con su diestra — Pero deja la botella — Señaló una gran botella que dejaban a los pies de ambos gitanos.
Oyó el brindis del gitano a su lado y no evito estallar en una carcajada — Salud por eso, y por qué de encontrarnos en una calle solitaria, sería una pelea de la cual se hablaría toda la eternidad —Bromeó, bebiendo de nueva cuenta lo que nuevo que se había servido en el vaso.
— Y dime Dragomir ¿Pasas mucho tiempo acá en el asentamiento? ¿Tienes familia? ¿Esposa? ¿Hijos? De por sí quienes se quedan aquí arman su familiar y protegen su territorio… no te he visto por las calles, y tu rostro se me hace ligeramente familiar — Murmuró, rodeando el vaso con sus dedos, pero alzando el índice para señalar a todos los grupos de colegas que se encontraban allí en compañía de sus mujeres y pequeños.
— Se merecían hasta el último golpe que les dimos, compañero, créeme —Comentó al albino, rechazando la ayuda de quienes se acercaban para sacar de su propio bolsillo un pañuelo y así con este limpiar restos de sangre de su boca como también el sudor que dejó una fina capa de su sudor en su frente. No había sido de sus mejores encuentros, pero le daba satisfacción ver como en medio del acalorado, ellos habían huido cual ratas — Hay situaciones que se deben defender, sea por sí o por no, y estos idiotas sabían que se les venía algo cuando hicieron lo que hicieron — Masculló, algo irritado al recordar la escena, pero rápidamente la dejó pasar para dejarse caer contra una banca ya cerca del asentamiento.
Giró su rostro para ponerle atención a lo que su nuevo compañero decía. Encontraba en él un aire familiar, pero o podría asumir del todo que lo conocía. Pasaba tiempos tan cortos en el sitio que los rostro para el corpulento eran simples manchas que luego se borraban con los nuevos paisajes que debía deleitar tras su abandono.
Sonrió por lo que oía y arqueando su espalda para que los huesos de esta se ajustaran en un ruido de huesos, regresó a su posición asintiendo — Siempre van a hablar de uno más de lo que hace… asumo que las riñas son mi pasatiempo favorito, pero muchas veces llegan a mi sin pedirlas ¿Sabes? Creo que te ha sucedido, o espero que lo hayas vivido, líos por malentendidos — Asumió, tomando entre sus mano un vaso que contenía dios sabe qué cosa. Lo llevó a su boca y lo bebió de golpe luego de sentir como el licor ahogaba su garganta en un ardor digno de repetir. Observó a su alrededor y muchos personajes que desconocía se mantenían expectantes ante la historia que antes había sucedido. Frunció el ceño — Ya lárguense — Sentenció, haciendo un ligero movimiento con su diestra — Pero deja la botella — Señaló una gran botella que dejaban a los pies de ambos gitanos.
Oyó el brindis del gitano a su lado y no evito estallar en una carcajada — Salud por eso, y por qué de encontrarnos en una calle solitaria, sería una pelea de la cual se hablaría toda la eternidad —Bromeó, bebiendo de nueva cuenta lo que nuevo que se había servido en el vaso.
— Y dime Dragomir ¿Pasas mucho tiempo acá en el asentamiento? ¿Tienes familia? ¿Esposa? ¿Hijos? De por sí quienes se quedan aquí arman su familiar y protegen su territorio… no te he visto por las calles, y tu rostro se me hace ligeramente familiar — Murmuró, rodeando el vaso con sus dedos, pero alzando el índice para señalar a todos los grupos de colegas que se encontraban allí en compañía de sus mujeres y pequeños.
Josiah D'Olincourt- Gitano
- Mensajes : 97
Fecha de inscripción : 20/04/2014
Re: Alcohol y humor, la mejor combinación (privado)
Asintió mientras lo escuchaba. No era de los que solía pelear sin una buena razón pero había momentos en los que debía de ensuciar sus manos para defender cualquier causa, o a cualquier compañero. –Es cierto, me ha ocurrido en muchas ocasiones. Las peleas llegan a mí cuando menos lo espero o por la razón menos pensada. No voy a admitir que sea mi pasatiempo pero es cierto que muchas de las que he tenido son por estar en el momento equivocado a la hora equivocada. Aunque lo importante no es la pelea, es el después de ella. No voy a negar que la satisfacción de ver a tu oponente huir como rata es grande- comento mientras reía, recordando esa parte.
No dijo nada cuando el otro corrió a los espectadores que tenían esa noche pero sí lo agradeció, Eran molestos con todas sus preguntas y sus miradas inquisitivas, si no lo habían visto muy mal por ellos, que investigaran el chisme por otro lados, habría muchos hablando de esos durante un rato así que podrían descubrirlo con facilidad. Se volvió a servir licor y le relleno el vaso a su compañero después del brindis que habían hecho y guardo silencio por unos instantes, pensando en cómo sería una batalla entre ellos. Él tampoco era el mejor en peleas pero sabía defenderse, así como utilizar todo el entorno a su favor, pero definitivamente no deseaba pelear con su nuevo compañero, al menos no en una calle solitaria.
-Tengo familia- respondió regresando a la realidad y volteando a ver a Josiah. –No esposa ni hijos, o al menos hijos de los que me hayan querido comentar. Mi familia son sólo mis padres, múltiples hermanos y sobrinos. Y se podría decir que paso bastante tiempo acá en el asentamiento pero porque soy la niñera de todos mis sobrinos, si no estoy con ellos, suelo ir a trabajar a una pastelería en la ciudad o al parque de la ciudad a leerle las cartas a quien desee pagar por mis servicios- explico mientras se encogía de hombros. –A muchos de los que conozco por aquí es debido a mis hermanos, o alguno que otro amigo de la infancia. Pero a decir verdad soy más de irme a meter al bosque y quedarme ahí todo el día. Ahí dentro no tengo que meterme en malentendidos- dijo riendo, suspirando un poco al sentir el ardor en su labio partido. Dragomir se quedó observando a todos aquellos hombres con sus familias, sólo había pensado una vez en toda su vida en formar una, pero aquello era cosa del pasado y ahora mismo no deseaba tener algo. Si bien adoraba a los niños, sabía que mantenerlos era complicado y no se sentía capaz de hacerlo. –Antes de que preguntes, tengo seis hermanos, todos hombres, y trece sobrinos, ellos sí están más parejos entre niñas u niños- explicó mientras pensaba en ellos. Su familia siempre lo había sido todo para él pero el amor que sentía por todos sus sobrinos era inmenso, y cualquiera que lo conociera lo podría corroborar, pues ni importaba a donde fuera dentro del asentamiento, siempre llevaba a varios detrás de él. Con excepción de las noches, en las que sus madres se encargaban de mantenerlos alejados de él y las fiestas, además de que esa era su hora de dormir como buenos niños.
-¿Y tú? ¿Tienes familia? ¿Esposa? ¿Hijos?- preguntó con curiosidad mientras volvía a ver a Josiah, sintiendo gracia al pensar en que tuviera familia y que su esposa siempre lo estuviera regañando por todas las heridas, y es que parecía imposible ocultar tantas heridas. –A decir verdad no recuerdo haber tenido el placer de verte antes, sé de ti por lo rumores pero estoy seguro de que muchos de ellos son sólo eso, pero no podría olvidar tu rostro, sobre todo si pasas tu tiempo aquí-
No dijo nada cuando el otro corrió a los espectadores que tenían esa noche pero sí lo agradeció, Eran molestos con todas sus preguntas y sus miradas inquisitivas, si no lo habían visto muy mal por ellos, que investigaran el chisme por otro lados, habría muchos hablando de esos durante un rato así que podrían descubrirlo con facilidad. Se volvió a servir licor y le relleno el vaso a su compañero después del brindis que habían hecho y guardo silencio por unos instantes, pensando en cómo sería una batalla entre ellos. Él tampoco era el mejor en peleas pero sabía defenderse, así como utilizar todo el entorno a su favor, pero definitivamente no deseaba pelear con su nuevo compañero, al menos no en una calle solitaria.
-Tengo familia- respondió regresando a la realidad y volteando a ver a Josiah. –No esposa ni hijos, o al menos hijos de los que me hayan querido comentar. Mi familia son sólo mis padres, múltiples hermanos y sobrinos. Y se podría decir que paso bastante tiempo acá en el asentamiento pero porque soy la niñera de todos mis sobrinos, si no estoy con ellos, suelo ir a trabajar a una pastelería en la ciudad o al parque de la ciudad a leerle las cartas a quien desee pagar por mis servicios- explico mientras se encogía de hombros. –A muchos de los que conozco por aquí es debido a mis hermanos, o alguno que otro amigo de la infancia. Pero a decir verdad soy más de irme a meter al bosque y quedarme ahí todo el día. Ahí dentro no tengo que meterme en malentendidos- dijo riendo, suspirando un poco al sentir el ardor en su labio partido. Dragomir se quedó observando a todos aquellos hombres con sus familias, sólo había pensado una vez en toda su vida en formar una, pero aquello era cosa del pasado y ahora mismo no deseaba tener algo. Si bien adoraba a los niños, sabía que mantenerlos era complicado y no se sentía capaz de hacerlo. –Antes de que preguntes, tengo seis hermanos, todos hombres, y trece sobrinos, ellos sí están más parejos entre niñas u niños- explicó mientras pensaba en ellos. Su familia siempre lo había sido todo para él pero el amor que sentía por todos sus sobrinos era inmenso, y cualquiera que lo conociera lo podría corroborar, pues ni importaba a donde fuera dentro del asentamiento, siempre llevaba a varios detrás de él. Con excepción de las noches, en las que sus madres se encargaban de mantenerlos alejados de él y las fiestas, además de que esa era su hora de dormir como buenos niños.
-¿Y tú? ¿Tienes familia? ¿Esposa? ¿Hijos?- preguntó con curiosidad mientras volvía a ver a Josiah, sintiendo gracia al pensar en que tuviera familia y que su esposa siempre lo estuviera regañando por todas las heridas, y es que parecía imposible ocultar tantas heridas. –A decir verdad no recuerdo haber tenido el placer de verte antes, sé de ti por lo rumores pero estoy seguro de que muchos de ellos son sólo eso, pero no podría olvidar tu rostro, sobre todo si pasas tu tiempo aquí-
Dragomir Negrescu- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: Alcohol y humor, la mejor combinación (privado)
Como consecuencia de la pelea en realidad necesitaba estar un rato más sentado en ese lugar, puesto que la conversación con su colega se le hizo un tanto necesaria, como también placentera. Observó al costado, atento siempre de quienes le rodeasen y de los mismos que se habían ido luego de la aclaración de distancia y privacidad. Sabía que continuarían con el tema, pero en el asentamiento así eran las cosas, o al menos, reconocía que en media hora más una nueva pelea los regresaría al anonimato del cual el gitano realmente disfrutaba o… ¿A quién le gusta infringir reglas si todos los ojos se posan en sus acciones? No, gustaba de la ignorancia ajena, pues así, sacaba mucho más beneficios.
Tragó de nueva cuenta el líquido que se perdía en su vaso, estaba sediento, como siempre. El alcohol pasaba por su cuerpo como agua, simple agua que lo refrescaba y ya hace un tiempo dejaba de causar estragos escandalosos en él. Tendría que beber 3 o 4 botellas para sentir que se le iba la lengua o los pies. Se giró tan solo un par de centímetros para observar a su compañero. Al parecer la imagen que tenía de él era un tanto equivocada, pero con la poca información que tenía, no estaba tan lejos de la verdad. Lo veía como personaje de familia, un poco abnegado y responsable. Esa era al menos la mirada que tenía como un tercero que lo apreciaba como desconocido. Una divertida sonrisa se posó en sus gestos, entre la tupida barba.
Asintió y allí entendió. Josiah nunca entendería de que se trataba tener una gran familia, mucho menos lo que era desvivir o estar preocupado por alguien que no fuese él mismo. Pero ¿Cómo vivía con tanto sentimiento repartido? Frunció ligeramente el puente de su nariz asintiendo a la historia que oía — Vaya, es todo un pelotón… — Sinceró desde lo primero que se vino a su mente. Tantos hermanos, tantos sobrinos, padres, conocidos, joder. Regresó a beber, aunque le resultase desastrosa una vida así, jamás podría ser 100% parcial de creencias, ya que él mismo albino nunca podría siquiera pensar en una situación como tal para el mismo. Siempre solitario, siempre independiente y llevado a su idea, sin tener quien juzgara sus actitudes, y si lo había, poco y nada le importaba él la opinión del resto por sobre sus talante.
Observó de nueva cuenta al campamento, y supuso que allí se encontraba gran parte de la descendencia sanguínea de Dragomir. Que diferente debe ser llegar a un lugar donde te esperan, mientras el barbudo simplemente llegaba entre las faldas de una muchacha o intentando borrar su rastro de alguna equivocación que le siguiese los pasos. Dejó el vaso contra el suelo, destalló una planta que estorbaba entre sus pies y mientras entre sus manos esta rama se rompía poco a poco de forma despreocupada negó con la cabeza a la pregunta que se le planteaba — No, no y no — Respondió, y luego de notar en sí mismo la negativa junto con la tensión que podría enseñar, tomó una bocanada de aire — Supongo que tengo familia en algún lugar… no sé, que va, me he criado solo por este sitio ¿Sabes? Quizás por eso has oído de mí, o tal vez por eso no has oído lo suficiente… suelo perderme de aquí por allá, ya que ¿Qué razón se me da para volver? Nadie me espera en este sitio, ese es mi espíritu de libertad, no sentirme atado o con la responsabilidad de dar señales, me satisface mucho más que la idea de tener familia — Lo observó haciendo una mueca — No es que desprecié tu forma de vida, pero no sería cómodo para mí vivir de esa manera, con tanto infante, tanto linaje, tanta pertenencia — Alzó sus hombros mientras dejaba caer la rama ya hechas mil pedazos contra el piso — Mucho menos esposa e hijos… las mujeres son para mí como un placer inigualable, no podría satisfacerme simplemente con una y dejar de sentir aquella atracción por otras, jamás podría casarme ¿Tu podrías? — Inquirió.
Tragó de nueva cuenta el líquido que se perdía en su vaso, estaba sediento, como siempre. El alcohol pasaba por su cuerpo como agua, simple agua que lo refrescaba y ya hace un tiempo dejaba de causar estragos escandalosos en él. Tendría que beber 3 o 4 botellas para sentir que se le iba la lengua o los pies. Se giró tan solo un par de centímetros para observar a su compañero. Al parecer la imagen que tenía de él era un tanto equivocada, pero con la poca información que tenía, no estaba tan lejos de la verdad. Lo veía como personaje de familia, un poco abnegado y responsable. Esa era al menos la mirada que tenía como un tercero que lo apreciaba como desconocido. Una divertida sonrisa se posó en sus gestos, entre la tupida barba.
Asintió y allí entendió. Josiah nunca entendería de que se trataba tener una gran familia, mucho menos lo que era desvivir o estar preocupado por alguien que no fuese él mismo. Pero ¿Cómo vivía con tanto sentimiento repartido? Frunció ligeramente el puente de su nariz asintiendo a la historia que oía — Vaya, es todo un pelotón… — Sinceró desde lo primero que se vino a su mente. Tantos hermanos, tantos sobrinos, padres, conocidos, joder. Regresó a beber, aunque le resultase desastrosa una vida así, jamás podría ser 100% parcial de creencias, ya que él mismo albino nunca podría siquiera pensar en una situación como tal para el mismo. Siempre solitario, siempre independiente y llevado a su idea, sin tener quien juzgara sus actitudes, y si lo había, poco y nada le importaba él la opinión del resto por sobre sus talante.
Observó de nueva cuenta al campamento, y supuso que allí se encontraba gran parte de la descendencia sanguínea de Dragomir. Que diferente debe ser llegar a un lugar donde te esperan, mientras el barbudo simplemente llegaba entre las faldas de una muchacha o intentando borrar su rastro de alguna equivocación que le siguiese los pasos. Dejó el vaso contra el suelo, destalló una planta que estorbaba entre sus pies y mientras entre sus manos esta rama se rompía poco a poco de forma despreocupada negó con la cabeza a la pregunta que se le planteaba — No, no y no — Respondió, y luego de notar en sí mismo la negativa junto con la tensión que podría enseñar, tomó una bocanada de aire — Supongo que tengo familia en algún lugar… no sé, que va, me he criado solo por este sitio ¿Sabes? Quizás por eso has oído de mí, o tal vez por eso no has oído lo suficiente… suelo perderme de aquí por allá, ya que ¿Qué razón se me da para volver? Nadie me espera en este sitio, ese es mi espíritu de libertad, no sentirme atado o con la responsabilidad de dar señales, me satisface mucho más que la idea de tener familia — Lo observó haciendo una mueca — No es que desprecié tu forma de vida, pero no sería cómodo para mí vivir de esa manera, con tanto infante, tanto linaje, tanta pertenencia — Alzó sus hombros mientras dejaba caer la rama ya hechas mil pedazos contra el piso — Mucho menos esposa e hijos… las mujeres son para mí como un placer inigualable, no podría satisfacerme simplemente con una y dejar de sentir aquella atracción por otras, jamás podría casarme ¿Tu podrías? — Inquirió.
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Fecha de inscripción : 20/04/2014
Re: Alcohol y humor, la mejor combinación (privado)
-Lo son, lo son. Las batallas son duras con ellos, no mentiré, hay días en los que quiero dejarlos en el bosque y a ver cómo sobreviven- dijo riendo con diversión, en realidad ya lo había hecho, no durante toda la noche pero sí lo había abandonado durante unas cuantas horas. Está demás decir que por eso se metió en muchos problemas, y ni así pudo zafarse de seguir cuidándolo, aunque sus sobrinos ya se comportaban un poco mejor.
Se acomodó de nueva cuenta ahí en su lugar, estando atento a que los vasos estuvieran bien servidos de alcohol y escuchando con atención a su compañero. Le pareció divertida su reacción de negar con tanta fuerza el tener familia, esposa e hijos, conocía a varios que se negaban a tener una relación pero él parecía estar en otro nivel por completo en cuanto a ese tema. Asintió con comprensión cuando escucho lo de la familia del otro y se preguntó lo que sería no tener a nadie con quien llegar a comer o compartir las aventuras de ese día. Él era muy feliz con su familia pero sabía que no todos eran así, las familias no eran para todos y eso también estaba bien, él respetaba la decisión de aquellos que no querían formar lazos, siempre que no se metieran con su familia.
-No te preocupes- dijo sonriendo entretenido y negando con la cabeza. Entendía su punto de vista y en realidad lo compartía por completo, no importaba que tan fuera era su lazo con su familia, si su alma le pedía irse, él simplemente lo hacía. Era verdad que desde que habían empezado a nacer sus sobrinos sus hábitos habían cambiado pues por ellos sentía un amor que nunca llego a creer tener, pero de ahí en fuera era idéntico a Josiah. Le gustaba irse y no sentir la responsabilidad de tener que regresar a algo, desde pequeño había sido así, era un alma perdida en la profundidad del bosque.
-Cuando era más joven lo desea, siempre quise tener una relación como la que me mostraron mis padres pero eso no es tampoco para mí- dijo pero después guardo silencio por un momento y frunció el ceño. –En realidad miento- comento y soltó una risa llena de diversión. –Es cierto que no es una prioridad para mí, pero lo he pensado sólo en dos ocasiones. La primera tenía menos de quince años y la segunda fue hace unos dos años. Evidentemente no sucedió pero supongo que si llegará la persona correcta podría hacerlo, para mí la satisfacción está muy ligada a la persona con la que la tenga, así que sí podría hacerme sólo de una persona- comento encogiéndose de hombros. –Lo que sí creo, es que no llegue a sucederme nunca eso. Antes sí pensaba en familia completa, pero ahora ya no es algo que me quite el sueño- agrego mientras veía hacia la multitud frente a ellos, al parecer comenzaban a distraerse de que ellos habían peleado. –Lo que no puedo aguantar es que quieran quitarle a uno la libertad, entiendo que las cosas en relaciones sean distintas pero siempre he sido fiel a la creencia de que uno necesita su espacio- comentó y dejo salir un pequeño suspiro, hacía rato que no pensaba tan seriamente sobre su soltería.
-De igual forma, con tantos sobrinos, la verdad el mejor momento es cuando los regreso y puedo irme a hacer lo que se me pegue la gana sin necesidad de tener cola que me siga- dijo riendo. –Por ejemplo, el otro día que me zafe de mis sobrinos me fui a caminar al bosque y me encontré con una cascada majestuosa y con una mujer bellísima. Pequeños gustos que se puede dar uno sin tener que responder a nadie-
Se acomodó de nueva cuenta ahí en su lugar, estando atento a que los vasos estuvieran bien servidos de alcohol y escuchando con atención a su compañero. Le pareció divertida su reacción de negar con tanta fuerza el tener familia, esposa e hijos, conocía a varios que se negaban a tener una relación pero él parecía estar en otro nivel por completo en cuanto a ese tema. Asintió con comprensión cuando escucho lo de la familia del otro y se preguntó lo que sería no tener a nadie con quien llegar a comer o compartir las aventuras de ese día. Él era muy feliz con su familia pero sabía que no todos eran así, las familias no eran para todos y eso también estaba bien, él respetaba la decisión de aquellos que no querían formar lazos, siempre que no se metieran con su familia.
-No te preocupes- dijo sonriendo entretenido y negando con la cabeza. Entendía su punto de vista y en realidad lo compartía por completo, no importaba que tan fuera era su lazo con su familia, si su alma le pedía irse, él simplemente lo hacía. Era verdad que desde que habían empezado a nacer sus sobrinos sus hábitos habían cambiado pues por ellos sentía un amor que nunca llego a creer tener, pero de ahí en fuera era idéntico a Josiah. Le gustaba irse y no sentir la responsabilidad de tener que regresar a algo, desde pequeño había sido así, era un alma perdida en la profundidad del bosque.
-Cuando era más joven lo desea, siempre quise tener una relación como la que me mostraron mis padres pero eso no es tampoco para mí- dijo pero después guardo silencio por un momento y frunció el ceño. –En realidad miento- comento y soltó una risa llena de diversión. –Es cierto que no es una prioridad para mí, pero lo he pensado sólo en dos ocasiones. La primera tenía menos de quince años y la segunda fue hace unos dos años. Evidentemente no sucedió pero supongo que si llegará la persona correcta podría hacerlo, para mí la satisfacción está muy ligada a la persona con la que la tenga, así que sí podría hacerme sólo de una persona- comento encogiéndose de hombros. –Lo que sí creo, es que no llegue a sucederme nunca eso. Antes sí pensaba en familia completa, pero ahora ya no es algo que me quite el sueño- agrego mientras veía hacia la multitud frente a ellos, al parecer comenzaban a distraerse de que ellos habían peleado. –Lo que no puedo aguantar es que quieran quitarle a uno la libertad, entiendo que las cosas en relaciones sean distintas pero siempre he sido fiel a la creencia de que uno necesita su espacio- comentó y dejo salir un pequeño suspiro, hacía rato que no pensaba tan seriamente sobre su soltería.
-De igual forma, con tantos sobrinos, la verdad el mejor momento es cuando los regreso y puedo irme a hacer lo que se me pegue la gana sin necesidad de tener cola que me siga- dijo riendo. –Por ejemplo, el otro día que me zafe de mis sobrinos me fui a caminar al bosque y me encontré con una cascada majestuosa y con una mujer bellísima. Pequeños gustos que se puede dar uno sin tener que responder a nadie-
Dragomir Negrescu- Gitano
- Mensajes : 94
Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: Alcohol y humor, la mejor combinación (privado)
Miró a sus alrededores de soslayo. Pronto tendría que salir nuevamente de allí, pues aunque no lo quisiese el ruido de que había causado una pelea, por más buenas intenciones que tuviese, llegarían a oídos de algún mandamás y se llevaría de nueva cuenta una reprimenda. Sí, gitano de 30 años, peludo, independiente ¿Y soportando quejas? A tomar por atrás, que no tenía tiempo que perder entre las ideas conservadoras de un grupo de ancianos gitanos intentando llevar la fiesta en paz, cuando el caos, la tendencia al desorden solía ser la característica propia de cada no-paisano.
Frunció el caño simplemente ante la idea, para luego caer en cuenta con las historias que contaba su colega conjunto. No evitó soltar una sonora carcajada, algo pesada, llamativa y divertido le dio un casto golpe contra el hombro — De eso es precisamente de lo que hablo, bellas damiselas que están dispuesta a perder su tiempo con desaliñados como nosotros ¿No es la majestuosidad hecha realidad? — Comentó, sin tapujos ni vergüenzas, pues cuando se trataba del cuerpo femenino, de la belleza de una dama, el gitano era el mayor de los adictos.
Aunque hace un tiempo ya que mantenía la cabeza en otro tipo de situaciones, solía darse o saciar de gusto sus deseos, para aquello era bueno, además de meterse en líos, pero eso… eso no era del todo su responsabilidad. Solían hacerlo sinónimo de problemas, y él no es que se dedicara en cuerpo y alma a romper con estos rumores.
Tomó el vaso entre sus manos y lo bebió a fondo. Carraspeó un poco la garganta y se colocó de pie rápidamente como si aquel líquido le diera fuerza a sus pies para emprender rumbo ¿Hacia dónde? Siquiera él lo tenía claro. Comenzó a estirar sus extremidades, sus brazos, sus piernas, tronó un par de veces los huesos de sus dedos como también lo hizo con su cuello cuando ladeaba la cabeza de lado a lado — ¿Tienes planes para hoy compañero? Este sitio se torna aburrido luego de una discusión, no quieren llamar la atención y desde el miedo nada bueno surge, se hundió el espectáculo — Sinceró, haciéndole una señal con la cabeza para ver si quería seguir sus pasos o si realmente tenía otras cosas de las que ocuparse.
Mantenía en cabeza la idea de que podía surgir de aquella nueva amistad algo más entretenido, aunque también sabía que cualquier otro tipo de encuentro como salir a beber sería tan corto como la efímera relación que podría nacer de colegas. Debía salir de allí, quizás de la ciudad o el país, ya había pasado demasiado tiempo en un mismo sitio que creía ser partícipe de una situación tan común que lo hacía incomodo en todo encuentro — ¿Conoces algún sitio perdido por acá? Creo que ya he conocido todo y me perturba un poco la idea de no estar sorprendiéndome siempre con paisajes o personajes nuevos ¿Te pasa alguna vez? — Chasqueó un par de veces su lengua mientras giraba en su propio eje, notando cada árbol que rodeaba al campamento, lo mismo de siempre.
Frunció el caño simplemente ante la idea, para luego caer en cuenta con las historias que contaba su colega conjunto. No evitó soltar una sonora carcajada, algo pesada, llamativa y divertido le dio un casto golpe contra el hombro — De eso es precisamente de lo que hablo, bellas damiselas que están dispuesta a perder su tiempo con desaliñados como nosotros ¿No es la majestuosidad hecha realidad? — Comentó, sin tapujos ni vergüenzas, pues cuando se trataba del cuerpo femenino, de la belleza de una dama, el gitano era el mayor de los adictos.
Aunque hace un tiempo ya que mantenía la cabeza en otro tipo de situaciones, solía darse o saciar de gusto sus deseos, para aquello era bueno, además de meterse en líos, pero eso… eso no era del todo su responsabilidad. Solían hacerlo sinónimo de problemas, y él no es que se dedicara en cuerpo y alma a romper con estos rumores.
Tomó el vaso entre sus manos y lo bebió a fondo. Carraspeó un poco la garganta y se colocó de pie rápidamente como si aquel líquido le diera fuerza a sus pies para emprender rumbo ¿Hacia dónde? Siquiera él lo tenía claro. Comenzó a estirar sus extremidades, sus brazos, sus piernas, tronó un par de veces los huesos de sus dedos como también lo hizo con su cuello cuando ladeaba la cabeza de lado a lado — ¿Tienes planes para hoy compañero? Este sitio se torna aburrido luego de una discusión, no quieren llamar la atención y desde el miedo nada bueno surge, se hundió el espectáculo — Sinceró, haciéndole una señal con la cabeza para ver si quería seguir sus pasos o si realmente tenía otras cosas de las que ocuparse.
Mantenía en cabeza la idea de que podía surgir de aquella nueva amistad algo más entretenido, aunque también sabía que cualquier otro tipo de encuentro como salir a beber sería tan corto como la efímera relación que podría nacer de colegas. Debía salir de allí, quizás de la ciudad o el país, ya había pasado demasiado tiempo en un mismo sitio que creía ser partícipe de una situación tan común que lo hacía incomodo en todo encuentro — ¿Conoces algún sitio perdido por acá? Creo que ya he conocido todo y me perturba un poco la idea de no estar sorprendiéndome siempre con paisajes o personajes nuevos ¿Te pasa alguna vez? — Chasqueó un par de veces su lengua mientras giraba en su propio eje, notando cada árbol que rodeaba al campamento, lo mismo de siempre.
Josiah D'Olincourt- Gitano
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Fecha de inscripción : 20/04/2014
Re: Alcohol y humor, la mejor combinación (privado)
La risa del otro se le contagio con facilidad, por lo que le hizo segunda, divertido por sus siguientes palabras. Entendía bastante bien a lo que se refería, aquella chica era guapísima y tan carismática y risueña que había momentos en los que simplemente se le antojaba volver a verla. No es que hubiera pasado algo entre ellos, pero habían quedado en buenos términos, ir a visitarla no sería nada complicado y probablemente la chica aceptaría a salir. Pero eso tendría que ser en otra ocasión. –Sí, es verdad. No hay nada mejor que una mujer riendo de tus chistes malos. Con sus cabelleras y ojos resplandecientes, y no hablemos de aquellos pechos redondeados que siempre brincan felices- suspiro mientras le daba fondo a su vaso de bebida y luego sonrío feliz pensando en algunas muchachas con pechos redondos.
Tuvo que dejar el pensamiento para otra ocasión en cuanto se dio cuenta de que su acompañante se estaba preparando para partir, eso o tenía una forma muy extraña de empezar a bailar. La idea de que pudiera bailar le pareció entretenida, no es que no creyera que pudiera, pero esperaba que al menos no fuera con esos movimientos. –Ningún plan- dijo encogiéndose de hombros, dejando en claro que tenía tiempo para lo que fuera. Era cierto que no tenía mucho que hacer, pero algo le había en el otro le había llamado la atención, quería conocer más de él, aunque hasta el momento parecía que lo único que le interesaba eran las mujeres y la bebida. Eso ya era un buen inicio. Se levantó de su lugar, tomó lo que quedaba de la botella y le dio fondo, asintiendo a su pregunta.
-No sé si conozcas el manantial al que fui, pero no deja de ser impresionante, así que vayamos. Pero antes tomemos algo de comida y bebida. Te veo en ese árbol en diez minutos, tú consigue la bebida, yo me encargo de la comida- dijo mientras guiñaba el ojo, estirándose un poco para después ir a caminar por el campamento, tomando todo lo que encontraba por ahí, un poco de eso y otro aquello, todo lo más sabroso que podía encontrar en ese lugar, que ha decir verdad todo estaba muy sabroso. Una vez que termino con su gran misión de recolectar comida, llego hasta el árbol que había señalado con anterioridad. -¿Estás listo?- preguntó en cuanto vio a su compañero, ofreciendo unos panecillos rellenos de queso.
Tuvo que dejar el pensamiento para otra ocasión en cuanto se dio cuenta de que su acompañante se estaba preparando para partir, eso o tenía una forma muy extraña de empezar a bailar. La idea de que pudiera bailar le pareció entretenida, no es que no creyera que pudiera, pero esperaba que al menos no fuera con esos movimientos. –Ningún plan- dijo encogiéndose de hombros, dejando en claro que tenía tiempo para lo que fuera. Era cierto que no tenía mucho que hacer, pero algo le había en el otro le había llamado la atención, quería conocer más de él, aunque hasta el momento parecía que lo único que le interesaba eran las mujeres y la bebida. Eso ya era un buen inicio. Se levantó de su lugar, tomó lo que quedaba de la botella y le dio fondo, asintiendo a su pregunta.
-No sé si conozcas el manantial al que fui, pero no deja de ser impresionante, así que vayamos. Pero antes tomemos algo de comida y bebida. Te veo en ese árbol en diez minutos, tú consigue la bebida, yo me encargo de la comida- dijo mientras guiñaba el ojo, estirándose un poco para después ir a caminar por el campamento, tomando todo lo que encontraba por ahí, un poco de eso y otro aquello, todo lo más sabroso que podía encontrar en ese lugar, que ha decir verdad todo estaba muy sabroso. Una vez que termino con su gran misión de recolectar comida, llego hasta el árbol que había señalado con anterioridad. -¿Estás listo?- preguntó en cuanto vio a su compañero, ofreciendo unos panecillos rellenos de queso.
Dragomir Negrescu- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/04/2016
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