¿Qué nos aguarda París? [Libre]

por **Ebony Bathory** Miér Mar 14, 2012 8:39 am

El barco puede que no sea el medio de transporte más rápido, pero sin duda, era uno de los más cómodos, hasta que pasas más de un día ahí, encerrado, Ebony odiaba esa sensación, estar atrapada en un barco, en medio del mar hasta llegar a su destino, con la tentación de no convertir en una masacre el lugar, cenándose a todos los tripulantes humanos, pero para éso estaban sus sirvientes, que le servían también como suministro de sangre y saciaban su voraz sed de sangre.

Pero al fin había llegado a su destino, París, después de haber estado un tiempo en Londres ahora todo eran viajes de placeres, nada de negocios desde que se le privó de su título de condesa, en cierta manera éso le agradaba, le daba más libertad aunque le quitaba algo de poder estatal pero su estatus social no se veía nunca reducido, se juntaba siempre entre los más selectos, especialmente si se trataban de su especie.

Bajó al anochecer del Barco, pasadas unas horas de haber atracado éste, pues su condición vampírica le impedía salir cuando los rayos de Sol todavía iluminaban las calles, aunque en días nublados y lluviosos propios del Invierno a veces solía salir a la calle cuando todavía estaba el crepúsculo que anunciaba que pronto iba a ser de día o que iba a ser de noche, éso sí, jamás dándole luz directa en su delicada y cuidada piel.
Estaba impecable, como siempre solía estar, elegante, sensual y desprendía saber estar en cada uno de sus poros, toda una dama.

por **Mirka Hroššová** Jue Mar 15, 2012 4:31 pm

Dicen que cada marinero tiene un amor en cada puerto…

Me giré para mirar al hombre de barba semi gris desde la pasarela del barco que llevaba a tierra firme. -Hasta la próxima, mi capitán- me despedí mordiéndome el labio. El hombre me lanzó una mirada que indicaba que volveríamos a vernos, y yo sabía que era verdad. Aquel hombre era el capitán de L’Aigle, un barco procedente del sur de Francia que llevaba suministros hasta muchas ciudades del mundo, entre ellas Paris. Atracaba en el puerto de la capital francesa una vez cada dos o tres meses, pero siempre se aseguraba de que me llegara una carta avisando de que se encontraba en la ciudad.

No sabía su edad exacta, pero bien podía tener unos cincuenta años. Quizá era demasiado mayor para mí, pero tenía que admitir que se encontraba en una forma fabulosa. Y sabía moverse en la cama. La primera vez que le vi fue poco después de llegar a París. Me encontraba revisando algunas sobras de pescado que había al lado de un puesto. Él me encontró y me llevó hasta su camarote. No salí de allí hasta bien entrada la noche. Desde entonces, siempre había vuelto a ese mismo camarote, con ese mismo hombre que me encontró entre un hedor asqueroso y repugnante.

Después de cada encuentro esperaba ansiosa el siguiente. Era una lástima que su vida fuera la mar, que vivía y moría por ella. Esa gran masa de agua salada era su verdadero y único amor. Yo simplemente era su aventura Parisina. Y nunca jamás daría por mí lo que daba por su barco y su tripulación. No me importaba demasiado, para mí sólo era placer y una buena dosis de buen sexo.

Me ajusté la capa y comencé a caminar hacia mi morada. Tenía un buen camino hasta llegar, pero iba a ser un buen paseo después del encuentro. Tenía las ingles un tanto doloridas, pero era un dolor placentero. Miré atrás, hacia L’Aigle. Vi la silueta del capitán en su camarote, y de pronto desapareció con la luz. Me di cuenta de que en realidad no sabía su nombre, era simplemente ‘Mi capitán’. Sonreí y seguí adelante.

De uno de los barcos cercanos salió un grupo de gente, y entre ellos una mujer. Me quedé mirándola, jamás había visto una persona tan elegante, tan bella. Se podía apreciar sin ningún tipo de problema que su piel era fina y delicada, para nada como la mía. Me paré a unos metros para poder observarla unos segundos más. Tenía algo… especial, algo... sobrehumano.

por **Ebony Bathory** Vie Mar 16, 2012 10:14 pm

París, qué encanto de ciudad, pensaba mientras observaba el lugar del cual recordaba buenos momentos de sus anteriores visitas, en esta ciudad podías gozar de variados placeres, y éso lo pudo apreciar la última vez que estuvo en París, dándose un festín se sangre y lujuria y apreciando el arte que se podía respirar en al ambiente parisino, en realidad, amaba esa ciudad.

Se percató enseguida que algunos fijaron su mirada en ella, era algo común, especialmente entre los hombres, los cuales se sentían atraídos casi de manera mística por su bella forma definida, su cabello pelirrojo, bien cuidado y recogido dejando unos mechones deslizarse por su esbelto escote realzado por el corsé de su vestido rojo, pero la mirada de una mujer en particular le llamó la atención, era bella, con ojos claros y el pelo rubio, y se notaba cierto refinamiento en ella, no era una simple plebeya o pobre, todo éso le gustó a Ebony, le atrajo además de su sangre humana por supuesto. Podía sentir el olor de la lujuria, como si hiciera poco se hubiera desatado...y sería lo más probable.

Ebony le sonrió seductoramente, independientemente de qué orientación tuviera, éso le era indiferente, al igual que esa joven, la vampiresa también se había fijado en ella, y ahora sentía ganas de probarla.

Adelantó unos pasos hasta ella y su valet personal la siguió, como siempre hacía.
-No. Quédate aquí y ocúpate de mi ligero equipaje.- le ordenó de una manera firme, dirigiéndole la palabra sin mirarle a los ojos, como la mayoría de las veces que solía hacer, no mirar a los ojos de los que fueran inferiores a ella, adoptando siempre una actitud superior que dejaba ver sutilmente sin parecer una vulgar tirana ante los demás.

Siguió andando hasta llegar frente a esa mujer.
-Buenas noches señorita, ¿sois de por aquí?- preguntó amablemente con una sonrisa, con su fina voz que se equilibraba entre la dulzura pero a la vez denotando fortaleza.

por **Mirka Hroššová** Dom Mar 18, 2012 10:31 am

Aquella mujer me había visto. Todavía sin saber muy bien como se había dado cuenta de que yo, una persona cualquiera, se había quedado mirándola a cierta distancia. Me pareció que estaba lo suficientemente lejos como para no llamar la atención, pero está claro que no era así. Traía consigo un séquito de personas que al parecer estaban a su cargo. Como una buena señora, ellos hacían el trabajo por ella.

Cuando me vio me sonrió, y yo diría que de forma poco usual. Instintivamente desvié la mirada hacia un lado y después hacia abajo. Me fijé en la falda de su vestido. Era de un bonito color rojo. Vi que se fue acercando hacia mí. Fue entonces cuando levanté la mirada hasta su cara. Tenía la piel extremadamente pálida, más incluso que los grandes señores que caminaban con un parasol. Se decía que la piel morena era el símbolo del trabajo duro, de pasar horas bajo el sol labrando la tierra, vendiendo en puestos de la calle o vagando buscando algo que comer. -Si- contesté con una voz muy baja, la que era capaz de hacer sonar. Aquella mujer me intimidaba de veras, algo que era raro en mí.

Todos los movimientos que hacía eran puro instinto. No era capaz de pensar con mucha claridad. Me ajusté la capa más a mi cuerpo, apretándola tanto que los hombros se quedaron notablemente marcados. -Aunque no frecuento mucho esta zona- no visitaba el puerto nada más que para los encuentros con el capitán. Miré hacia atrás, hacia L’Aigle. No se veía movimiento, lo cual implicaba que la tripulación que había allí estaba dormida. Me giré de nuevo y volví a mirar a la mujer.

-¿Necesitáis ayuda?- me atreví a decir. No entendía el porqué de ese nerviosismo.-Vamos Mirka, es una mujer que acaba de llegar a París. Puede que necesite ayuda- aunque mi mente intentaba razonar conmigo misma, había algo que no me permitía relajarme, un sexto sentido quizá. Había oído de la existencia de criaturas que se podrían llamar legendarias. Había rumores de historias de personas halladas muertas en circunstancias sospechosas que ponían la piel de gallina. Pero me negaba a creer que tales criaturas pudieran existir en este universo. Mi razón se negaba a creerlo, no así mi subconsciente.

por **Ebony Bathory** Dom Mar 18, 2012 11:27 am

-Bien, pues necesitaría que me sugiriese un buen lugar donde hospedarme y disfrutar de mi estancia en París.
En realidad éso era más bien una excusa porque ella sí conocía los mejores lugares de la ciudad donde hospedarse unos días aunque hubieran pasado años desde su última visita a París, era una excusa para acercarse a esa mujer, encandilarla un poco, ganarse su simpatía, confianza, para poder así conseguir esta noche sangre fresca, de una atractiva mujer, pues estaba harta de alimentarse de siempre los mismos durante el viaje, sus sirvientes, no era lo mismo, pues no experimentaba la emoción de atraer a sus víctimas, de jugar un poco con ellas, de convencerlas sin utilizar ningún don sobrenatural más que su astucia, femineidad e ingenio, era una depredadora que solía cazar de manera más sutil y con clase que de manera agresiva.

por **Mirka Hroššová** Mar Mar 20, 2012 3:21 pm

Seguía manteniendo una distancia de seguridad con la mujer del barco. No había aflojado la capa ni un milímetro, la notaba tensa sobre los hombros. El calor de la entrepierna comenzaba a disiparse, así como el dolor de las ingles. Echaba de menos al capitán, los brazos fuertes que me rodeaban mientras compartíamos lecho. Deseaba tenerle a mi lado en ese momento. Me daba una sensación de seguridad.

-Umm…- hice un poco de memoria para recordar los hoteles y hostales de París. –Creo que podréis hospedaros en el Hotel Des Arenes- supuse que disponía de suficiente capital como para poder pagarse ese hotel. Los sirvientes no solían trabajaban por placer, aunque no podía suponer nada. Había visto cosas muy extrañas a lo largo de mi no muy larga vida. –No lo he visitado nunca, pero tengo entendido que es de los mejores de París- hice una pausa.

-También sé que existen distintos hostales, pero creo que vos no encajaríais del todo bien ahí- los hostales eran para gente más humilde –gente como yo- que apenas si tenían algo de dinero para poder pagarse una habitación. Miré su vestido de nuevo. Era tan elegante… tan hermoso. ¿Alguna vez volvería a tener uno así? –No- estaba segura.

-El Hotel Des Arenes está de camino hacía mi destino- continué mirándola a la cara. No le dije que me dirigía a mi casa, aún no confiaba lo suficiente.–Si queréis hospedaros allí, podría acompañaros- miré un segundo detrás de ella, hacia su séquito. Después dirigí la mirada hacia la mujer de nuevo.

por **Ebony Bathory** Miér Mayo 23, 2012 4:07 pm

Ebony miraba el movimiento de los labios de esa joven al hablar, casi con deseo, pero siempre intentando no mostrarlo, aunque pudiera sentirse atraída por esa mujer no es algo que quisiera que supiera.

-Oh, sin duda os recompensaría vuestra amabilidad, esta ciudad es tan grande y yo estoy tan perdida...estuve en Marsella hace tiempo pero ésto es completamente distinto.- aunque se notaba ligeramente que ella era extrangera había perfeccionado su francés hace mucho por lo que apenas se le notaba el acento.

Se giró y mandó a llamar su valet, dándole una orden precisa de que los demás le llevaran más tarde su equipaje a ese hotel.
-Ese lugar...¿queda muy lejos, señorita?- Sabía que no era ninguna señorita, ni siquiera se la veía que perteneciera a la clase media, pero éso no le importaba a la vampiresa, pues lo único que deseaba era lo que portaba en las venas, ese delicioso líquido de la vida que lo era todo...

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