Almas Gemelas[Aimee]

Como todas las noches, nuevamente fui libre de una muerte seguro bajo los rayos del astro sol. Y como cada noche, Salí a recorrer las calles de esta ciudad que me traían muy gratos recuerdos de un tiempo atrás, recuerdos de un humano que había logrado aliviar mi corazón herido, pero al que tuve que dejar para no arrastrar a la vida de oscuridad, esa vida que yo llevaba viviendo durante muchos siglos. Siglos llenos de dolor, siglos en los que no había nadie que pudiera aliviar mi pena, nadie, hasta ese humano.
Caminando y sin darme cuenta, inconscientemente quede parada junto a la catedral, ese hermoso lugar donde tantas veces juramos estar por siempre juntos.
No me haría ningún daño entrar a ese lugar, así que sin pensármelo dos veces abrí sus puertas y camine hasta llegar a la parte delantera de toda la hilera de bancas.
Me quede mirando ese dios que se alzaba frente a todos, me quede mirándolo, pensando en lo que sería no ser inmortal, y seguir el camino hasta él, cuando de pronto un hombre se para frente a mí y creí estar viendo un fantasma.
No podía ser… no… un vampiro? Un vampiro con el mismo rostro de ese humano al que había dejado en el camino, no…
El me hablo, pero de mis labios no pudieron salir palabra alguna.

Ese toque en mis mejillas me hizo comprobar que definitivamente se trataba de él, era Alan, y era un vampiro. Algo le ocurrió, se veía confundido, abrumado, y me odie por causarle aquello. Su mirada carmesí me hizo sentir temor, pero también preocupación. No quería ser la causante de que el se pusiera triste o lo que fuera que estaba sintiendo ahora.
En especial, no quería que me odiara por haberle ocultado lo que yo era. Tuve que hacerlo porque el era un humano, y si me aleje de el fue para no tener que arrastrarlo a esta vida de solo oscuridad. Ahora veía que había sido un gran error.
- Creí... creí que habías muerto, tu eras un humano - baje mi cara, para que no viera mi cara de vergüenza - pensé que ya no estabas y no me atreví a ir y verte en una tumba - un dolor enorme se apodero de mi - perdóname - susurre sin mirarlo a la cara.

Pensé que se iría, hasta que se giro rápidamente y me acorralo con furia contra la pared. Si otra persona hubiera hecho aquello, yo ya estaría devolviendole un golpe, pero a él no, sabia que estaba enfadado, y lo entendía muy bien.
Escuchar sus palabras me causaron mucho dolor al ver lo que yo le había causado. Pero, yo solo lo había hecho para mantenerlo a salvo, y le había tenido que ocultar lo que era porque si se lo hubiera dicho, luego tendría que haberlo matado, y eso si que no lo podría soportar. Pero ahora veía que había sido en vano, aquí estaba él, y era un inmortal, como yo, y me odiaba, seguro.
Es estaba comenzando a alterarse mucho, y este no era el lugar. Gracias a dios era bastante entrada la noche, por lo que no había humanos viéndonos. El camino hasta el altar, y yo me quede aun contra aquella pared, esperando que se calmara, y con temor a hablar por si lo arruinaba todo aun mas.
Todo cambio completamente cuando el dijo esas ultimas palabras.
- Aun... me amas? - susurre sin moverme de donde estaba - aun después de tantos años, y aun después de enterarte lo que te ocultaba?

El código, esa maldita regla que había entre los inmortales, de no decirle a un humano de nuestra existencia. Eso jamas me había impostado demasiado, hasta el día en que conocí a Alan. había estado sufriendo durante siglos por la muerte de mi creador, me sentía perdida en este mundo lleno de humanos, me sentía ajena a todo y a todos, hasta el día en que conocí a este peculiar humano. Gracias a Alan volví a vivir, por decirlo de alguna manera, y todo estaba perfecto, hasta que conocí a su padre, que también era un inmortal. Yo había querido decirle a Alan lo que yo era, pero el me lo había prohibido, diciendo que no quería arrastrar a su hijo a la misma vida que llevábamos nosotros. Al final, tuve que alejarme por lo mismo, por eso me sorprendía ahora cuando el me decía que su padre lo había transformado. Que le había hecho cambiar de parecer con respecto a eso?? porque había transformado a Alan, si lo que el quería era que este permaneciera ajeno a todo nuestro mundo inmortal?

Al final, nuevamente sin la persona a la que amaba, me sentí perdida en un mundo que todo me lo arrebataba. Bueno, hasta que conocí a los que ahora son mis hermanos, ellos me ayudaron a levantarme. Ojala nunca me hubiera ido del lado de Alan, todo había sido en vano, me aleje haciéndole caso a su padre, cuando decía que debíamos mantenerlo a salvo, y que si yo estaba con el, no podría ser posible, para ahora venir a enterarme de que al final había sido ese mismo hombre quien lo transformo. Que injusta era la vida no? pero supongo que era la vida que una inmortal como yo, merecía. Siendo humana no tuve una vida justa, porque iba a ser diferente ahora?

- Supe que era un vampiro en el momento en que lo vi - dije algo distante, recordando aquel día - y se me hizo muy extraño que un inmortal sintiera cariño hacia un humano, cariño como el que se le da a un hijo - luego lo mire fijamente, quedando al prendada de sus ojos - pero... quien soy yo para juzgar ese cariño, cuando yo misma termine enamorándome de ti? si, eso si era mas raro aun, una inmortal que llevaba viviendo muchos siglos, enamorada de un adolescente humano - dije con una ligera sonrisa en mi rostro.

Me quede observando lo que hacia, caminando hacia el techo y mirando con cara divertida, hasta que bajo y se quedo parado a mi lado, fijando su vista al frente, como recordando cosas del pasado, que efectivamente eso hacia, comprendí al escucharlo hablar.

Como no recordar aquel día y aquel lugar? El me había declarado amor eterno, y yo con el corazón destrozado porque tendría que dejarlo ir. Desee tanto ser una humana, con una vida normal, y poder decirle que siempre estaríamos juntos, pero no, creí que eso seria imposible.
Escuchar nuevamente ese juramento, me hizo darme cuenta de una realidad que había querido evitar, pero que jamas logré cambiar, yo amaba a este hombre, así había sido desde el momento en que lo conocí, y así mismo seguía siendo.
Jajaja era sorprendente, como cambiaba su humor, primero había estado furioso, y ahora hasta bromeaba con el asunto de la edad. Siempre había sido así, un bromista, hasta en los peores momentos, y siempre lograba sacar sonrisas de mi, quizás por eso me había enamorado de él, porque era el único que lograba cosas en mi, que creía imposibles de hacer.

- 100 años de inmortalidad - dije sin mirarle a la cara - un bebe aun en este mundo de los no-muertos - luego reí al imaginar la cara que pondría si se enteraba de mi edad, 500 o 600 años?? jajjaa, eso no se acercaba ni de lejos a los siglos que llevaba pisando este mundo de mortales - y... concuerdo contigo, deberían considerarme una pederasta - dije entre risas respondiendo a lo que había dicho.

Pero luego igual me quede pensando en lo que había dicho antes. Realmente se sentía bien saber que aun me amaba, pero... el me perdonaría por haber desaparecido de su vida? eso esperaba, porque al verlo como un vampiro, un inmortal como yo, me daba algo de esperanza. Quizás debería decirle lo que ese día, había querido decirle, había querido jurarle amor eterno también, pero no lo había hecho porque luego desaparecería de su vida. Quizás era el momento de hacerlo, pero tenia miedo de decirlo, y que luego él se fuera, así mismo como yo había hecho.