Gerard Krumm

por **Gerard Krumm** Miér Mar 21, 2012 10:03 pm

Gerard Krumm

Nombre del Personaje: Gerard Krumm
Edad que tiene: aprox. 1 milenio
Edad que aparenta: aprox. 30 años
Especie: Vampiro
Tipo, Clase Social o Cargo: Clase Alta - Extranjero.
Orientación Sexual: Heterosexual.
Lugar de Origen: Sacro Imperio Romano Germánico

Habilidad/Poder:
Control de emociones
Ilusión
Telepatía

Descripción Física
Con el pasar de los siglos, mi apariencia ha tenido diversas facetas, tan oscuras y confusas que cada uno evoca un demonio particular del tiempo en que existió. La eternidad se ha encargado que no las olvide, un castigo elegido por el destino o simplemente una bendición con la que he decidido aceptar mi existencia.

Sin importar el paso del tiempo, ninguna ha sido olvidada, almacenadas en los baúles de mi memoria. Sin embargo carece de importancia el cómo fui antes. Lo que vale la pena destacar, es como soy ahora.

Por mis venas corre la sangre del viejo mundo vikingo. Conquistadores por naturaleza. Soy el reflejo de los míos. Por lo menos físicamente, donde mi estatura me eleva un poco más por sobre el hombre promedio (aproximadamente un poco más del 1.84 mts) y que sin duda se ve más enaltecida debido a la definición de mi cuerpo. Como ya dije soy el reflejo de los míos.

Las mujeres me surruran al oído el cómo su mirada se pierde en la mía, que según ellas, invocan un mar gélido, cristalino y celeste perdido en un núcleo vacio y azabache. Seductora, profunda y penetrante, emulan una hipnosis encantadora que hasta hoy pocos se resisten a evadir y lo último que ciertamente logran algunos ver. Quienes emplean sus dedos sedosos y agónicamente juguetones, en los instantes finales de su existencia, suelen deslizarlos en mi cabello el cual el tiempo aún mantiene dorado tal joya.

Mi piel no es diferente a la de cualquiera, es carne proveniente del polvo y que subsiste perfecta por la sangre. Blanquecina, pálida. Un contraste que revela la casta que me vio nacer ya hace mucho tiempo, lo cual me otorga rasgos finos, masculinos y bien marcados. Un porte elegante que por sí solo es mi tarjeta de presentación.

Descripción Psicológica
Entre tormentos pasados y placeres presentes, me considero un ser evolucionado, perfeccionista y hasta cierto punto ególatra, siempre y cuando la situación lo amerite. En pocas palabras he abandonado gran parte de mi humanidad para aceptar lo que soy. Sin embargo con cada nuevo siglo que nacía, la cultura del mundo empezó a enamorarme por sí sola. Música, Pintura y Literatura. Gustos que podrían considerar sofisticados para un ser del cual desconocen la peor de sus facetas. Pero son esos placeres artísticos los que han adoctrinado mi esencia misma, otorgándome misticismo, perfeccionadme como cazador natural, que sin duda me han transformado en un manipulador frió y calculador de los hechos y circunstancias

Mi instinto no solo me domina en su forma salvaje, sino en los placeres más banales que sin importar la condición o estabilidad de mi ser, son necesidades que me llaman y me embriagan como perfume. Las mujeres, un ser perfecto y exquisito sin duda. Claro está, el tiempo no pasa en vano, y este me ha vuelto más selectivo en los gustos, cada vez más exóticos.

Ciertamente soy un ser complejo, en donde los instintos del antiguo mundo con los del actual, rivalizan para dar forma al ente que hoy soy. No soy un humano, mucho menos una bestia. Soy simplemente yo… un ser perfecto.

Historia
Empezar no me resulta difícil. Nunca olvidare mi vida antes de esa noche.

Mi nacimiento se remonta aproximadamente para el siglo VIII.

De niño fui criado para combatir por mí, por mis hermanos, por todo mi clan. No éramos precisamente los hombres más civilizados del mundo, pero nada de eso tenía importancia con respecto al valor de nuestras victorias, conquistas y riquezas.

Salvajes por naturalezas, no entendíamos otro idioma que no fuese la guerra. La sangre de nuestros rivales, irónicamente, era el elixir que nos motivaba, que despertaba los instintos más salvajes y despiadados de cada uno de los nosotros. Éramos una manada, y yo era el Alpha. El líder que se alzo con la corona, así como lo hizo mi padre, mi abuelo.

Eran días de gloria. Nada podía detenerme. Tenía todo lo que podía desear, la simpleza de la vida que tenía era más de lo que podía pedir. Hasta que descubrí que no hay mayor gloria que sostener a tu primogénito en tus brazos. Si, fui padre. Pero ya no más.

Su madre, era hermosa y sus rasgos los heredo de ella. Era tan pequeño pero a la vez respiraba una fuerza que indudablemente lo marcaría como el próximo Alpha del clan. Era lo que muchos creen, la vida perfecta.

Hasta que una noche de inclemente invierno, Thor azoto con fuerza los cielos de una manera tal que la noche era bañada con luces divinas –Sonríe levemente al recordar lo ingenuo e inocente que era su primitiva forma de pensar-. La lluvia fría reclamaba un sacrificio, apuñalándonos con grandes y pesadas gotas de agua que tal noche, ocultaron el río de sangre.

Pensábamos que eran simples viajeros, perdidos en la espesura del bosque nevado. Nada que una tribu de guerreros no pudiese controlar y devorar. Sin embargo no era nada de lo que llegamos a pensar. Rápidos, danzaban en las sombras y sin piedad fueron corrompiendo nuestra fuerza, nuestro orgullo. Esa noche no éramos los cazadores, éramos la presa.

Sangre y fuego, así era como muchos de mis hermanos murieron. Su sangre bañaban el pasto y sus restos ahora forman parte de las reliquias de la naturaleza. Mi hijo, era lo único en que pensaba. Un pequeño aún que muy prematuramente conocería el fervor de la batalla.

Tome mi hacha como si eso me elevara como un ser superior, sin embargo nunca pude llegar a tiempo. Es de lo poco que no recuerdo, el tiempo en que corría por el campamento y el momento en que me desperté. No había pasado mucho, ya que la lluvia aún me castigaba con fuerza y el fuego aún podía verse como pequeñas llamas que luchaban por no extinguirse, como sentía que mi vida la hacía. No tenía fuerza, aunque la voluntad me sobraba. Mi visión borrosa únicamente me permitió ver la sangre que corría por mis manos. Luego las sombras se acumularon frente a mí. Demonios creía yo. Verdugos de Odín era lo único que podía pensar. ¿Tanto mal habíamos hecho que los dioses nos castigaban de esta manera? Éramos un mal que debía ser erradicado. Sin embargo esa noche fue que el mal verdaderamente despertó. Mi humanidad fue devorada. Cada gota de mi sangre fue envenenada con fuerza, envolviéndome y apoderándose de mí como ardientes cadenas que circulaban por mis venas. Esa noche morí.

Pero aquí estoy, así que la muerte solo fue un símbolo. Un símbolo que aún intento darle un significado. Uno único de los tantos que tengo. No morí como mis hermanos. Desconozco si esa era la intención o simplemente no era mi momento caer ahí. Esa noche en particular ha sido una de las más largas que he tenido. Sin embargo no había acabado.

El fuego se había extinguido, la lluvia había cesado y sencillamente mi estado era tan deprimente que el dolor era solo un efecto de mi imaginación, uno que no podía recrear. Pero ese no era yo. No me sentía a mí mismo. Ciertamente tenía control de mis movimientos pero a la vez no era yo quien deseaba moverme.

Un llanto, eso era lo único que podía percibir en la laguna del silencio que me había invadido. Un llanto. Mi hijo estaba vivo. Un milagro pensé. Mi cuerpo se movía automáticamente entre los restos. Nuevamente sentía que nada podría detenerme, hasta que entre un cumulo de cuerpos mutilados, sangre y cenizas lo encontré. Bañando en tinta carmesí, la tinta de la vida. Parecía sano. Pero algo no estaba bien. Y ahí fue que lo descubrí. Ya yo no era el mismo. Algo me controlaba, el mismo ardor de hace unos instantes me volvía a invadir con mayor fuerza. Ya mi cuerpo no era mío. Una insaciable hambruna me raspaba el cuerpo desde adentro. La garganta se me secó y ni la lluvia detenía esa sensación. Los llantos no paraban, seguían y seguían solo provocando que mi cabeza buscara explotar. Luego, el silencio se hizo perpetuo… Todo había terminado… Ya el no lloró más… mi sed se calmó.

Mucho tiempo pasó para controlar a la bestia que me dominaba. Mucha sangre derrame, no como antes, ahora sentía remordimiento. El remordimiento me llevó al miedo, al sufrimiento, al desprecio, a la soledad… Mi demonio interno tuvo muchas caras, y mientras eso pasó el tiempo no se detenía, sin embargo yo parecía congelado. Mi juventud nunca mermo. Un cambio que me costó asimilar, pero que a la final de todo, al igual que el resto de mis pecados, los terminé aceptando.

El poder que ahora domaba era sinónimo de opresión. Opresión a los cuerpos y mentes débiles. Son ellos los que me otorgaron todos los bienes que ahora poseo. Una riqueza que se acumularon en los días, semanas, meses y años. Ya no era solo una bestia, era una bestia con el poder de hacer y deshacer sin reservas.

El mundo evolucionó. Y yo lo hice con él. Aprendí de mis victimas, de mis travesías. El mundo crecía y yo tenía la oportunidad de tomarlo, tanto como yo quería por el tiempo que yo deseara.

Extras

En mi espalda llevo tatuado el símbolo de mi clan. Un cabeza de lobo, que me marcaba como el Alpha de mi grupo.

Porto conmigo un reloj de bolsillo, fabricado de manera personalizada y el cual, en su tapa interna, lleva escrito en el metal “Nunca olvides.”.

Usualmente siempre porto un bastón el cual bajo su estructura oculta el filo de un estoque. Mi gusto por las armas va más allá de mi condición natural.

Que mi cultura no te confunda, aún a pesar de haber evolucionado mi concepción del mundo, sigo poseyendo las habilidades de combate de mi pasado humano.

por Invitado Jue Mar 22, 2012 9:14 am

FICHA ACEPTADA
Bienvenido a Victorian Vampires

Gerard Krumm

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