AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Enfrentarte es el primer paso a la libertad [Gerard Krumm]
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Enfrentarte es el primer paso a la libertad [Gerard Krumm]
Es un cuento y lamento
que no haya un final de momento.
que no haya un final de momento.
La noche oscura no tiene ni un solo haz de luz que pueda auxiliar a las atormentadas almas para llegar al final de sus vidas o de sus propósitos con bien. Entre estos estertores de las nubes que se quejan como gordos humanos que no pueden subir un escalón más en esa larga escalinata que es la vida, unos ojos se fijan en la profundidad de la inconsciencia para entender el por qué de sus acciones, de cada tinta gastada formando letras que en un instante pueden no tener el menor de los sentidos si es que no se comprende el trasfondo de la situación. Un hocico húmedo le devuelve a la realidad durante unos pocos segundos que se comprometen en simplemente acariciar la cabeza del enorme can que busca la atención de su ama, aquélla a quien respeta y protege con su propia vida. Algunos mechones castaños ocultan el rostro femenino en el instante que las puertas de cristal se abren con estruendo víctimas del golpe del viento que ha triunfado entrando con violencia trayendo consigo el olor del bosque que se encuentra a espaldas de la mansión de los Vallespir. Y no sólo ello, si no también las hojas y algo de tierra aunado a un escalofrío que hace gruñir a Zeus, el perro de la joven dama que sólo cierra los ojos.
El papel sobre el escritorio es arrastrado y depositado con descuido en el suelo, la fina caligrafía que tantos años le costó perfeccionar a la mujer queda en el piso mientras que ella aspira aire profundamente inspirándose en todos esos aromas y baja la mirada. Sabe que lloverá y el primer halo de luz que ilumina la estancia es uno de los indicadores más obvios. Zeus no deja de ladrar hasta que la joven vuelve a deslizar los finos dedos por los mechones del pelaje y detrás de las orejas. El animal la mira ansioso con la lengua de fuera en ese gimoteo propio de los perros al jalar aire para refrescar su hocico. El sonido del trueno hace que el fiel compañero dé un salto, pero para la joven sólo es el gatillo jalado por aquél que indica el inicio de la cacería. Sus pies se mueven con rapidez, tomando las hojas y guardándolas en el sobre para cerrarlos con un sello lacrado que jamás volvió a usar desde que Fausto apareciera en su vida. Para la familia Cipriott era símbolo de su estirpe y ahora vuelve a lucir en el pergamino que guarda una invitación a aquél que le quitó todo en su oportunidad.
Las palabras vuelven a su mente una tras otra, forjando la carta que escribiera con dedicación y no pocas equivocaciones hasta tener un borrador el cual pasarlo a limpio con letra impoluta, llena de fuerza y determinación.
El papel sobre el escritorio es arrastrado y depositado con descuido en el suelo, la fina caligrafía que tantos años le costó perfeccionar a la mujer queda en el piso mientras que ella aspira aire profundamente inspirándose en todos esos aromas y baja la mirada. Sabe que lloverá y el primer halo de luz que ilumina la estancia es uno de los indicadores más obvios. Zeus no deja de ladrar hasta que la joven vuelve a deslizar los finos dedos por los mechones del pelaje y detrás de las orejas. El animal la mira ansioso con la lengua de fuera en ese gimoteo propio de los perros al jalar aire para refrescar su hocico. El sonido del trueno hace que el fiel compañero dé un salto, pero para la joven sólo es el gatillo jalado por aquél que indica el inicio de la cacería. Sus pies se mueven con rapidez, tomando las hojas y guardándolas en el sobre para cerrarlos con un sello lacrado que jamás volvió a usar desde que Fausto apareciera en su vida. Para la familia Cipriott era símbolo de su estirpe y ahora vuelve a lucir en el pergamino que guarda una invitación a aquél que le quitó todo en su oportunidad.
Las palabras vuelven a su mente una tras otra, forjando la carta que escribiera con dedicación y no pocas equivocaciones hasta tener un borrador el cual pasarlo a limpio con letra impoluta, llena de fuerza y determinación.
Las noches vienen tal cual pequeños copos de nieve que caen sin poder evitarlo al piso. Las intenciones de éstos no son tomadas en cuenta por el cielo que simplemente los deja ir. Mucho menos por el suelo que los recibe al tiempo que lo congelan. Hipocresía sería ignorar el hecho de que usted es una persona determinante en mi actual realidad. Ilusorio el dejarle ir ahora que le he encontrado. Infantil el explotarle la casa sin antes decirle mis razones para ello, aunque sé por experiencia que lo entenderá en el instante que vea el sello que lacra esta misiva. Sí, quiero dialogar con usted. Propongo este viernes, 30 de Mayo del año de 1800. Lugar: El teatro. Obra: Hamlet, que inicia a las 21:00 horas, por lo que su "condición física" estará perfecta para que pueda asistir. Diga en taquilla: Rojas son las rosas, pero ¿Por qué tienen que llamarse rosas? A. V. |
El sobre es tomado entre sus manos delicadas, blancas, pero capaces de tantas atrocidades. La joven se lame los labios en silencio mientras que camina hacia donde uno de los criados y le da indicaciones de a dónde ir, a quién entregarlo y qué decir. Todos los detalles adecuados para evitar visitas non gratas en su propio hogar. Algo que seguro a Dennis no agradará. Voltea a mirar cómo la lluvia empieza a golpear los cristales y sus pasos la guían como un fantasma, con un abrigo oliva sobre una bata blanca que se ondea con el viento y cierra las puertas asegurándolas con firmeza. Sus ojos se dirigen hacia el oeste, en dirección al causante de tantos cambios en su vida. Entre ellos, el ser ahora -y mira los dos anillos: el de compromiso y el de matrimonio, que porta en el dedo anular de su mano izquierda- parte de la familia Vallespir y... una sobrenatural como el receptor de su petición. Voltea hacia Zeus y le chasquea los dedos para abandonar el despacho, guiando sus pasos a su recámara algo que seguro a Dennis no le agradará, pero aún no puede compartirle todo...
Aún él no es un aliado en su causa, en esa búsqueda por la justicia...
Por la destrucción
Por la destrucción
Ayesha Vallespir- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/02/2012
Edad : 32
Localización : Donde haya una cacería
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Re: Enfrentarte es el primer paso a la libertad [Gerard Krumm]
Los acontecimientos de mi vida están lejos de ser perfectos. Lograr ensamblar con precisión cada pieza del caballero que soy hoy ha costado desde los más inocentes hasta los más aberrantes sacrificios. Es parte de lo que soy. En un mundo corrupto, sólo aquellos que venden su corazón y son tragados por las sombras tienen un mínimo de oportunidad de vivir un día más.
Más allá de lo que hice, el arrepentimiento es vacuo, insípido, incapaz de hacer florecer un remordimiento que siquiera intente arrebatarme la paz, la que aún a pesar de todo, mantengo con fría medida. La perfección tiene un precio y yo lo he pagado con cada partícula de humanidad que me queda.
La noche había cubierto ya con manto gélido la vasta cúpula astral, sin embargo ni una sola estrella era capaz de divisarse. La tormenta arrecia. Thor bate su martillo contra la tierra y en ella libera un demoledor chasquido. Rayos rugen y centellas iluminan el firmamento, seguidos automáticamente por lo más esperado, la lluvia. Fría, pesada y robusta. El mar se vaciaba sobre la tierra, en un efímero intento de limpiar los pecados que esconde París en sus estrechos callejones. Es ahí que la misma lluvia cumple su función. Sirviendo de antesala al gran suceso. A pesar de las horas de la noche y el clima, una carroza se postra frente a mi puerta. Con determinación podía observarla tras la protección del cristal del ventanal superior, sumergiendo mis labios en el fino whisky que en vano intentaba calentarme las entrañas.
Esa noche, París se bañaba de intriga absoluta. Una carta fue entregada con la objetiva instrucción de ser entregada en mis manos. El señor de la casa. Nunca fue necesario abandonar mi posición, ahí en lo alto de mi cielo donde pertenezco. La voz baja y temerosa del mensajero fácilmente se escurría por las gotas hasta mis oídos, que siempre afinados no perdían la agudeza a pesar de los siglos, al contrario, se fortalecía aún más.
Me dirigí a mi escritorio. Madera fina tallada por mano divina cual no es más que el depósito al que llega con eficiencia el sobre marcado a mano de uno de mis fieles y bien escogidos criados. Una marca que invoco la risa irónica de un demonio que pocas veces se deja ver.
El sello del sobre era inconfundible, la cera se marco con delicado detalle dejándose ver a su máxima expresión. El escudo de los Cipriott. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que por última vez vi ese escudo? Un escudo extinto y tragado por las arenas del tiempo. Sin embargo conocía bien, quien tendría no sólo el poder de esgrimirlo sino el derecho absoluto de usarlo.
El hecho no condiciona mi estado de tranquilidad. Remover el pasado es un paradigma en base a la conveniencia. Lo único que puedo asegurar es que para bien o para mal de quien sea, yo siempre se cómo ganar. Removí la cera con el filo de un abre sobre, parte de los utensilios que acompañan a mí mesa de trabajo. El sonido del papel desdoblándose impregna al ambiente con la fragancia del autor, que poco perceptible para los mortales, en mí dibuja cada exquisita curva de la mano creadora de esta letra.
Palabras delicadas y perfectas evocan en brevedad a la poesía característica de la era. El mensaje se escurren en mi mente, deslizándose por los pasadizos de mi memoria que tal laberinto, al final encuentran la bóveda que oculta con recelo los hechos detallados que hoy aún siguen siendo incomprendidos por muchos y olvidados por otros. La verdad tras la erradicación de una estipe.
El miedo no es algo propio de mí por naturaleza, siendo un caballero digno de la noche, mucho menos. La madurez del tiempo llama al destino y este reclama que el encuentro se dé. De muchas cosas me pueden querer tachar, pero rechazar una invitación de tal calibre era algo que ni con el más profundo de los deseos podría llevar a cabo.
7 días después…
El preciado día llegó y luego de los bien calculados y elaborados preparativos previos, mi arribo al teatro de París es un hecho. La obra siendo no más que una obra maestra del arte dramático, no era de dudar que sedujera a una buena audiencia la cual se acumula paulatinamente en las paredes internas del templo a la comedia y el drama.
-Rojas son las rosas, pero ¿Por qué tienen que llamarse rosas?–
Fue así como mi entrada al castillo de la reina se concibió bajo la tutela de mi presencia.
Más allá de lo que hice, el arrepentimiento es vacuo, insípido, incapaz de hacer florecer un remordimiento que siquiera intente arrebatarme la paz, la que aún a pesar de todo, mantengo con fría medida. La perfección tiene un precio y yo lo he pagado con cada partícula de humanidad que me queda.
La noche había cubierto ya con manto gélido la vasta cúpula astral, sin embargo ni una sola estrella era capaz de divisarse. La tormenta arrecia. Thor bate su martillo contra la tierra y en ella libera un demoledor chasquido. Rayos rugen y centellas iluminan el firmamento, seguidos automáticamente por lo más esperado, la lluvia. Fría, pesada y robusta. El mar se vaciaba sobre la tierra, en un efímero intento de limpiar los pecados que esconde París en sus estrechos callejones. Es ahí que la misma lluvia cumple su función. Sirviendo de antesala al gran suceso. A pesar de las horas de la noche y el clima, una carroza se postra frente a mi puerta. Con determinación podía observarla tras la protección del cristal del ventanal superior, sumergiendo mis labios en el fino whisky que en vano intentaba calentarme las entrañas.
Esa noche, París se bañaba de intriga absoluta. Una carta fue entregada con la objetiva instrucción de ser entregada en mis manos. El señor de la casa. Nunca fue necesario abandonar mi posición, ahí en lo alto de mi cielo donde pertenezco. La voz baja y temerosa del mensajero fácilmente se escurría por las gotas hasta mis oídos, que siempre afinados no perdían la agudeza a pesar de los siglos, al contrario, se fortalecía aún más.
Me dirigí a mi escritorio. Madera fina tallada por mano divina cual no es más que el depósito al que llega con eficiencia el sobre marcado a mano de uno de mis fieles y bien escogidos criados. Una marca que invoco la risa irónica de un demonio que pocas veces se deja ver.
El sello del sobre era inconfundible, la cera se marco con delicado detalle dejándose ver a su máxima expresión. El escudo de los Cipriott. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que por última vez vi ese escudo? Un escudo extinto y tragado por las arenas del tiempo. Sin embargo conocía bien, quien tendría no sólo el poder de esgrimirlo sino el derecho absoluto de usarlo.
El hecho no condiciona mi estado de tranquilidad. Remover el pasado es un paradigma en base a la conveniencia. Lo único que puedo asegurar es que para bien o para mal de quien sea, yo siempre se cómo ganar. Removí la cera con el filo de un abre sobre, parte de los utensilios que acompañan a mí mesa de trabajo. El sonido del papel desdoblándose impregna al ambiente con la fragancia del autor, que poco perceptible para los mortales, en mí dibuja cada exquisita curva de la mano creadora de esta letra.
Palabras delicadas y perfectas evocan en brevedad a la poesía característica de la era. El mensaje se escurren en mi mente, deslizándose por los pasadizos de mi memoria que tal laberinto, al final encuentran la bóveda que oculta con recelo los hechos detallados que hoy aún siguen siendo incomprendidos por muchos y olvidados por otros. La verdad tras la erradicación de una estipe.
El miedo no es algo propio de mí por naturaleza, siendo un caballero digno de la noche, mucho menos. La madurez del tiempo llama al destino y este reclama que el encuentro se dé. De muchas cosas me pueden querer tachar, pero rechazar una invitación de tal calibre era algo que ni con el más profundo de los deseos podría llevar a cabo.
7 días después…
El preciado día llegó y luego de los bien calculados y elaborados preparativos previos, mi arribo al teatro de París es un hecho. La obra siendo no más que una obra maestra del arte dramático, no era de dudar que sedujera a una buena audiencia la cual se acumula paulatinamente en las paredes internas del templo a la comedia y el drama.
-Rojas son las rosas, pero ¿Por qué tienen que llamarse rosas?–
Fue así como mi entrada al castillo de la reina se concibió bajo la tutela de mi presencia.
Gerard Krumm- Vampiro Clase Alta
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Re: Enfrentarte es el primer paso a la libertad [Gerard Krumm]
{Necesito sentir que puedo destruirte tal como tú lo hiciste conmigo}
La noche fue bien elegida, tras muchos pros y contras donde tuvo que decidir si invitarle a un lugar público en el que ella pudiera contener sus ímpetus y él a su vez no tuviera la opción de desatar el mortal proceder del que era famoso. O bien, hacerlo en un lugar privado en el que Ayesha se encargaría de que estuvieran primero en donde la luz de la luna no la tocara y luego de ello, presentarle su verdadera faceta, esa lobuna en la que perdía toda inhibición y en la que sólo quedaba la destrucción y la violencia de la que siempre gozaba su corazón en días aciagos y ante pocas miradas desgraciadas a las que jamás les daba la oportunidad de repetir el espectáculo. Prudencia contra venganza. ¿Qué primaba? Y resultó que la primera sobre la segunda. Curioso proceder.
Se miró por tercera vez en el espejo pasando lento las manos por la fina tela de color oliva que cubría su cuerpo exaltándolo de formas prudentes, pero al mismo tiempo incitantes, dejando a la vista un escote utilizado en la época de María Antonieta, la piel cremosa de su cuello expuesta y sin ningún artilugio demostrándole que no le tenía el menor de los miedos. Las joyas adornando sus muñecas y dedos, así como sus orejas y la cabeza cuyo peinado en forma de un moño en todo lo alto permite la colocación de una diadema cual princesa. ¿De la realeza? No, jamás, aunque Dennis en ocasiones la halague de esa forma, entregándole piedras preciosas engarzadas de maneras tan artísticas que muchas veces los ojos fijos en él le han hecho dar media vuelta y salir de la habitación. Dennis es otro de sus enigmas más indescifrables. Ese marido cuyo comportamiento infantil la enerva para tornarse en un santiamén en el macho dominante que la toma en brazos, le arrebata besos apasionados y culmina su unión entre sábanas de satín y seda, sudores y olores que sabotean su mente obligándola sólo a sentir, a jadear y gemir sin control. Mas sin embargo, es su próxima entrevista quien también logra que su raciocinio se vaya de vacaciones, pero las sensaciones no pueden ser más diferentes: odio, resentimiento, coraje, venganza...
Todo preparado: uno de los balcones de primera clase con vino tinto, otro mezclado con algo de sangre que de seguro a su "invitado" agradaría aunque pudiera ser arma de doble filo: recordándole su hambre y haciéndolo ansiar más esa savia que recorría el cuerpo de la maltesa y que tan "alegremente" le era ofrecida con el escote y el cuello sin marcas. Hamlet la obra elegida con la finalidad de no sólo mantener una conversación que pudiera tornarse agresiva si no también disfrutar de un clásico de venganzas e iras. Algo que ella siente de formas inimaginables. Deshaciéndose de Dennis con la tan consabida excusa de ir a revisar las finanzas del teatro, se sube al carruaje y se dirige al teatro donde espera llegar antes que el vampiro. Descubre para su alegría que así es, por lo que se dirige a echarle un ojo a las cuentas para tener algo que decirle a su marido, no es necesario concentrarse, su memoria eidética hace de las suyas recordando todo lo de la semana pasada y al compararlo, saber que va todo bien.
Deja una nota a uno de sus ayudantes con la indicación de que se entregue en el momento justo a su acompañante, mensaje en el cual le indica el lugar que debe tomar así como el boleto para que le permitan la entrada, mientras deja su abrigo y camina con tranquilidad al palco para sentarse con elegancia mirando abajo, dejando que una copa de vino tinto sea su compañera y a su vez, unas tostadas untadas con queso de cabra y decoradas con caviar son su aperitivo. Esperando paciente observa el resto del teatro, desde la pulcritud de su aseo hasta tomar nota de que algunos candiles tienen que volver a bajarse y ser limpiados. Revisa el actuar de sus trabajadores desde su lugar, alzando una ceja ante uno de ellos que parece gritar que necesita un aumento de sueldo por su excelente ejecución de su labor. Ya lo hablará con su gerente. Mira la hora y asiente con nerviosismo desde su lugar, pronto él llegará. Lo tendrá frente a ella, sólo espera no lanzársele y morderle la yugular como la maldita víbora que es.
Se miró por tercera vez en el espejo pasando lento las manos por la fina tela de color oliva que cubría su cuerpo exaltándolo de formas prudentes, pero al mismo tiempo incitantes, dejando a la vista un escote utilizado en la época de María Antonieta, la piel cremosa de su cuello expuesta y sin ningún artilugio demostrándole que no le tenía el menor de los miedos. Las joyas adornando sus muñecas y dedos, así como sus orejas y la cabeza cuyo peinado en forma de un moño en todo lo alto permite la colocación de una diadema cual princesa. ¿De la realeza? No, jamás, aunque Dennis en ocasiones la halague de esa forma, entregándole piedras preciosas engarzadas de maneras tan artísticas que muchas veces los ojos fijos en él le han hecho dar media vuelta y salir de la habitación. Dennis es otro de sus enigmas más indescifrables. Ese marido cuyo comportamiento infantil la enerva para tornarse en un santiamén en el macho dominante que la toma en brazos, le arrebata besos apasionados y culmina su unión entre sábanas de satín y seda, sudores y olores que sabotean su mente obligándola sólo a sentir, a jadear y gemir sin control. Mas sin embargo, es su próxima entrevista quien también logra que su raciocinio se vaya de vacaciones, pero las sensaciones no pueden ser más diferentes: odio, resentimiento, coraje, venganza...
Todo preparado: uno de los balcones de primera clase con vino tinto, otro mezclado con algo de sangre que de seguro a su "invitado" agradaría aunque pudiera ser arma de doble filo: recordándole su hambre y haciéndolo ansiar más esa savia que recorría el cuerpo de la maltesa y que tan "alegremente" le era ofrecida con el escote y el cuello sin marcas. Hamlet la obra elegida con la finalidad de no sólo mantener una conversación que pudiera tornarse agresiva si no también disfrutar de un clásico de venganzas e iras. Algo que ella siente de formas inimaginables. Deshaciéndose de Dennis con la tan consabida excusa de ir a revisar las finanzas del teatro, se sube al carruaje y se dirige al teatro donde espera llegar antes que el vampiro. Descubre para su alegría que así es, por lo que se dirige a echarle un ojo a las cuentas para tener algo que decirle a su marido, no es necesario concentrarse, su memoria eidética hace de las suyas recordando todo lo de la semana pasada y al compararlo, saber que va todo bien.
Deja una nota a uno de sus ayudantes con la indicación de que se entregue en el momento justo a su acompañante, mensaje en el cual le indica el lugar que debe tomar así como el boleto para que le permitan la entrada, mientras deja su abrigo y camina con tranquilidad al palco para sentarse con elegancia mirando abajo, dejando que una copa de vino tinto sea su compañera y a su vez, unas tostadas untadas con queso de cabra y decoradas con caviar son su aperitivo. Esperando paciente observa el resto del teatro, desde la pulcritud de su aseo hasta tomar nota de que algunos candiles tienen que volver a bajarse y ser limpiados. Revisa el actuar de sus trabajadores desde su lugar, alzando una ceja ante uno de ellos que parece gritar que necesita un aumento de sueldo por su excelente ejecución de su labor. Ya lo hablará con su gerente. Mira la hora y asiente con nerviosismo desde su lugar, pronto él llegará. Lo tendrá frente a ella, sólo espera no lanzársele y morderle la yugular como la maldita víbora que es.
Ayesha Vallespir- Licántropo Clase Alta
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Localización : Donde haya una cacería
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Re: Enfrentarte es el primer paso a la libertad [Gerard Krumm]
“No hay nada bueno ni malo, nuestra opinión le hace serlo”
Hamlet
Hamlet
Los detalles, cuidar de ellos es sinónimo de resultados adecuados. Llegada la gran noche no podía esperar menos de mi anfitriona, quien a sabiendas de la ‘particular’ fijación hacia mi persona, debía esforzarse para lograr el cometido que anhela. No soy un hombre que se impresiona con facilidad, sin embargo he de admitir que la velada está empezando muy bien.
El teatro se mostraba adecuadamente preparado para una función de tal gala. Los gastos parecen no haberse escatimado y todo funcionaba como un reloj, calibrado hasta su último engranaje.
Habiendo dado razón de mi llegada mediante el uso de las palabras indicadas en mi invitación, un despliegue de atención personalizada tuvo lugar, donde uno de los porteros del templo al drama, hizo acto de presencia con el fin de atender cualquiera de mis necesidades, sin embargo su objetivo principal no era más que conducirme hacia el balcón que se me había sido designado.
-Buenas noches caballero. Se me ha encomendado ser el encargado de atenderlo en lo que requiera. Por favor si me permite lo aguardan en el…-
-Gracias…- interrumpí con desinterés total por las palabras, cuales ya captaba con superioridad por sobre la débil mente de quien sólo cumplía su trabajo –No es necesario, se exactamente lo que debo hacer. Por otro lado, diré que has hecho bien tu trabajo. Ahora si me permites- culmine autoritario siguiendo de largo, aún sin haber estado nunca en el teatro principal, lo que necesitaba ya había sido sustraído de los recuerdos de mi antágono.
El teatro era una imponente arquitectura, compuestas por varias áreas para mantener entretenidos y atendidos a cada uno de los invitados que regodeándose en sus riquezas y aristocracia no resultaban más interesantes que un grupo de animales en un granero.
El taconear de mis pasos se escabullía por entre la multitud, guiándome por el lobby del teatro, degustando momentáneamente de lo único que me llamaba la atención, la música y el arte. Eran los únicos detalles que saboreaba con placer, siendo opacado únicamente por el público en general. ¿Estaba perdiendo mi tiempo? En absoluto, de lo contrario nunca hubiese asistido, simplemente me hacía esperar. Si pretendían que jugará al gato y el ratón, lo haremos bajo mis reglas, bajo mis gustos y deseos. Como siempre, juego el juego en donde yo soy el que tiene el control. No soy un mal perdedor, simplemente… nunca pierdo.
La campanilla que anuncia el inicio de la tan esperaba obra se hace sonar.
Hamlet, una exquisita obra de arte cual he tenido el placer de admirar incontables veces. Diferentes escenarios, idiomas, actores, pero la esencia es la misma, ese resplandor dramático lleno de bajos y altos simplemente hacen de ella una obra de arte. Lástima que Shakespeare no vivió para admirarlo.
El público se amontona impaciente, uno a uno tomando sus respectivos lugares. Sin embargo uno solo queda al final. De piel de seda negra y pecho de fino algodón; botín pulido de suela de cuero; un bastón como fiel acompañante, más como accesorio que por necesidad; perfume hecho a la medida, compuesto por aceite de balanos, mirra, casia y resina, tan profundo como embriagante. Todo representaba un complejo rompecabezas que a la final, encabezado por sus dorados cabellos y orbes de cristal, daban como resultado a mí, Gerard Krumm.
La iluminación se prepara así como el telón se encuentra propicio para dar pie al primer acto, tiempo preciso para que del solitario pasillo, de la expectación de mi ausencia permitiéndome el gusto de desequilibrar levemente la paciencia de mi anfitriona para jugar con ella, nada parece emerger cuando el telón se eleva dando a lugar al inicio del hijo pródigo de Willian Shakespeare, Hamlet.
-Una buena compañía es lo único que necesitaba para el disfrute de tan espectacular presentación- Mis palabras se escabullen como un frío ventarrón inesperado por sobre los aplausos de los eufóricos espectadores quienes preparan el inicio del drama con su recibimiento. Ahí me encontraba, fundiéndome con las mismas sombras bajo el portal que abre el balcón donde ahí estaba ella. El juego empieza y lo único que queda a la libre percepción es el reflejo de su sensual porte en mis cristalinos ojos, que como espejos son lo único que tétricamente se permite ver.
Qué momento más entretenido. Ser o no ser, ese es el dilema.
El teatro se mostraba adecuadamente preparado para una función de tal gala. Los gastos parecen no haberse escatimado y todo funcionaba como un reloj, calibrado hasta su último engranaje.
Habiendo dado razón de mi llegada mediante el uso de las palabras indicadas en mi invitación, un despliegue de atención personalizada tuvo lugar, donde uno de los porteros del templo al drama, hizo acto de presencia con el fin de atender cualquiera de mis necesidades, sin embargo su objetivo principal no era más que conducirme hacia el balcón que se me había sido designado.
-Buenas noches caballero. Se me ha encomendado ser el encargado de atenderlo en lo que requiera. Por favor si me permite lo aguardan en el…-
-Gracias…- interrumpí con desinterés total por las palabras, cuales ya captaba con superioridad por sobre la débil mente de quien sólo cumplía su trabajo –No es necesario, se exactamente lo que debo hacer. Por otro lado, diré que has hecho bien tu trabajo. Ahora si me permites- culmine autoritario siguiendo de largo, aún sin haber estado nunca en el teatro principal, lo que necesitaba ya había sido sustraído de los recuerdos de mi antágono.
El teatro era una imponente arquitectura, compuestas por varias áreas para mantener entretenidos y atendidos a cada uno de los invitados que regodeándose en sus riquezas y aristocracia no resultaban más interesantes que un grupo de animales en un granero.
El taconear de mis pasos se escabullía por entre la multitud, guiándome por el lobby del teatro, degustando momentáneamente de lo único que me llamaba la atención, la música y el arte. Eran los únicos detalles que saboreaba con placer, siendo opacado únicamente por el público en general. ¿Estaba perdiendo mi tiempo? En absoluto, de lo contrario nunca hubiese asistido, simplemente me hacía esperar. Si pretendían que jugará al gato y el ratón, lo haremos bajo mis reglas, bajo mis gustos y deseos. Como siempre, juego el juego en donde yo soy el que tiene el control. No soy un mal perdedor, simplemente… nunca pierdo.
La campanilla que anuncia el inicio de la tan esperaba obra se hace sonar.
Hamlet, una exquisita obra de arte cual he tenido el placer de admirar incontables veces. Diferentes escenarios, idiomas, actores, pero la esencia es la misma, ese resplandor dramático lleno de bajos y altos simplemente hacen de ella una obra de arte. Lástima que Shakespeare no vivió para admirarlo.
El público se amontona impaciente, uno a uno tomando sus respectivos lugares. Sin embargo uno solo queda al final. De piel de seda negra y pecho de fino algodón; botín pulido de suela de cuero; un bastón como fiel acompañante, más como accesorio que por necesidad; perfume hecho a la medida, compuesto por aceite de balanos, mirra, casia y resina, tan profundo como embriagante. Todo representaba un complejo rompecabezas que a la final, encabezado por sus dorados cabellos y orbes de cristal, daban como resultado a mí, Gerard Krumm.
La iluminación se prepara así como el telón se encuentra propicio para dar pie al primer acto, tiempo preciso para que del solitario pasillo, de la expectación de mi ausencia permitiéndome el gusto de desequilibrar levemente la paciencia de mi anfitriona para jugar con ella, nada parece emerger cuando el telón se eleva dando a lugar al inicio del hijo pródigo de Willian Shakespeare, Hamlet.
-Una buena compañía es lo único que necesitaba para el disfrute de tan espectacular presentación- Mis palabras se escabullen como un frío ventarrón inesperado por sobre los aplausos de los eufóricos espectadores quienes preparan el inicio del drama con su recibimiento. Ahí me encontraba, fundiéndome con las mismas sombras bajo el portal que abre el balcón donde ahí estaba ella. El juego empieza y lo único que queda a la libre percepción es el reflejo de su sensual porte en mis cristalinos ojos, que como espejos son lo único que tétricamente se permite ver.
Qué momento más entretenido. Ser o no ser, ese es el dilema.
Gerard Krumm- Vampiro Clase Alta
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Re: Enfrentarte es el primer paso a la libertad [Gerard Krumm]
{No desates a la bestia si no puedes controlarla}
Tamborilea las largas uñas lacadas en tonalidad rojiza al tiempo que sigue esperando con paciencia a que él llegue, mira a los demás clientes que ingresan al teatro y ocupan sus butacas al tiempo que su mente viaja con rapidez a Malta, hace ya unos años. Al instante en que revisaba las cuentas a una alta hora de la noche y el silencio sepulcral era interrumpido por unos zapatos muy bien pulidos, un traje a la última moda en Roma y el rostro tan querido de su padre que la hizo alegrarse en demasía para ir a recibirlo a pesar de que no habían anunciado que venían. Aún recuerda cómo fue sostenida por las frías manos de su progenitor quien no permitió que lo abrazara, quien la mantuvo lejos para ir a tomar asiento ante el escritorio y mirarla en silencio. Regina -su primer nombre y por el que es conocida el Malta- le había visto inquisitiva, sin comprender del todo el por qué de su actitud cuando normalmente le abrazaba con entusiasmo y besaba su frente. La joven de 18 años ladeó la cabeza intentando encontrar el motivo por el que su padre tenía tal comportamiento. Otros pasos a la distancia y la presencia de su madre completó el cuadro, pero como el hombre, le impidió acercarse demasiado. Ni siquiera a dos metros y pareció que hacía una mueca de ¿Desagrado? al olerla.
En aquél momento Regina miró a uno y a otro sin entender del todo qué estaba ocurriéndole a su familia, el por qué sus padres tenían esos procederes con ella. ¿Acaso había errado en algo? Mas las respuestas la hicieron perder el piso. ¿Vampiros? ¿De verdad? Y sus padres le tenían la confianza para decírselo, pero sobre todo porque necesitaban que ella se hiciera cargo de realizar modificaciones en todas sus propiedades. Sótanos provistos de ladrillo y cemento para que ningún rayo de luz penetrara y pudieran descansar en paz con puertas muy pesadas e imposibles de abrir en caso de que alguien deseara hacerles un mal. Con un mecanismo para sólo tener una apertura desde el interior. Durante minutos escuchó todos sus planes y sacudió por fin la cabeza incrédula, pero un descontrol de su madre con las palabras de Regina que dudaba de lo que le confesaban fue suficiente para que la joven comprendiera que ya no eran sus progenitores que se dejaban llevar por el amor a su familia. Eso había cambiado, ahora ellos tenían un nuevo motivo para dirigir todos sus esfuerzos con un solo objetivo: la sangre, la subsistencia.
Durante días estuvo meditándolo, pensando que si ellos la veían como almuerzo jamás podría estar a su vera y ella ansiaba de una forma que dolía encontrarse en donde ellos habitaran, verlos del diario y no una vez cada determinados días o meses. Deseaba tanto a su familia, la añoraba con todas sus ansias, así que pidió convertirse en una de ellos, pero todas sus súplicas fueron ignoradas. El no se convirtió en la palabra consuetudinaria para definir su frustración. Gruñía y rumiaba en una desesperación que aumentó a pasos agigantados cuando ellos decidieron partir de nuevo a Italia. Rogó de nuevo y se encontró una noche tirada en el suelo tras sentir que casi le desprendían la cabeza producto de un revés que su madre le propinó tras alzarles la voz. Jamás había llegado a esos extremos, pero era su decepción de verlos cada vez más lejanos la que hacía mella en su armadura. El dolor aunado a la ira la hacía perder la cabeza, preguntarse si debía mantener esa fidelidad que año con año se incrementaba.
Las luces se apagan devolviéndola a la realidad, observa el lugar a su lado vacío y entorna los ojos pensativa. Pudiera ser que él no decidiera aparecerse lo cual es una de las opciones que barajeó al pensar en su plan. Toma el programa y lee en silencio aunque se lo sabe de memoria puesto que todo pasa siempre primero por sus manos. Al menos la obra le gusta lo suficiente para verla de nuevo sin aburrirse, mientras su mente decide la nueva vertiente a tomar. Sobre advertencia no hay engaño así que ni se sorprenda si un día despierta al anochecer y ya no tiene casa. Sonríe divertida ante la mera idea y empieza a trazar un plan para entretenerse nada más en tanto los aplausos terminan, pero es un hilo de luz y una voz barítona y deliciosa al oído lo que le hace saber que ya no está sola. Lento, su cabeza gira para mirar al hombre que tanto odio genera en su existencia. Parpadea durante un instante y para su sorpresa, su cabeza regresa hacia el escenario invitándole a tomar asiento a su lado con un mohín de su mano aunado a una tranquilidad impropia en ella, quizá producto de verlo por fin, reconociendo la majestuosidad de su figura lo cual no podía ser menos. Sus padres eran una pareja magnífica llenos de grandes cualidades por lo que el creador debía ser alguien mucho más imponente.
Eso le hace sonreír colocando las manos contra su vientre dejando que él se acomode y sirviendo ella misma en un extraño momento de cordialidad las copas... sangre fresca para él y vino blanco para sí, incluso se da el lujo de alzar su copa para brindar por el momento. Quizá a ojos del vampiro no sea alguien de quien cuidarse, pero Ayesha tiene cartas bajo la falda, en este caso una ballesta a su derecha oculta entre las cortinas y en la que es experta. Y por otro lado, la condición lupina que él desconoce. Esa maldición con la que Dennis la protegiera sin proponérselo y con la que ella tanto tiempo lo atormentara sólo por verlo mortificarse una y otra vez. Maldad pura. Sanación acelerada, reflejos sobrehumanos... una habilidad de pelea con la que fue dotada de joven y que ahora servirá perfecto a sus propósitos. No va a atacarlo sino que disfrutará del espectáculo, a finales de cuentas prometió una velada pacífica en la que necesita saber los detalles del por qué transformó a su padre, pero al final de la obra le perseguirá como un sabueso puesto que la cacería habrá comenzado, entonces no habrá piedad. En ese momento, la bestia estará desatada y cuidado con aquél que la haya provocado.
En aquél momento Regina miró a uno y a otro sin entender del todo qué estaba ocurriéndole a su familia, el por qué sus padres tenían esos procederes con ella. ¿Acaso había errado en algo? Mas las respuestas la hicieron perder el piso. ¿Vampiros? ¿De verdad? Y sus padres le tenían la confianza para decírselo, pero sobre todo porque necesitaban que ella se hiciera cargo de realizar modificaciones en todas sus propiedades. Sótanos provistos de ladrillo y cemento para que ningún rayo de luz penetrara y pudieran descansar en paz con puertas muy pesadas e imposibles de abrir en caso de que alguien deseara hacerles un mal. Con un mecanismo para sólo tener una apertura desde el interior. Durante minutos escuchó todos sus planes y sacudió por fin la cabeza incrédula, pero un descontrol de su madre con las palabras de Regina que dudaba de lo que le confesaban fue suficiente para que la joven comprendiera que ya no eran sus progenitores que se dejaban llevar por el amor a su familia. Eso había cambiado, ahora ellos tenían un nuevo motivo para dirigir todos sus esfuerzos con un solo objetivo: la sangre, la subsistencia.
Durante días estuvo meditándolo, pensando que si ellos la veían como almuerzo jamás podría estar a su vera y ella ansiaba de una forma que dolía encontrarse en donde ellos habitaran, verlos del diario y no una vez cada determinados días o meses. Deseaba tanto a su familia, la añoraba con todas sus ansias, así que pidió convertirse en una de ellos, pero todas sus súplicas fueron ignoradas. El no se convirtió en la palabra consuetudinaria para definir su frustración. Gruñía y rumiaba en una desesperación que aumentó a pasos agigantados cuando ellos decidieron partir de nuevo a Italia. Rogó de nuevo y se encontró una noche tirada en el suelo tras sentir que casi le desprendían la cabeza producto de un revés que su madre le propinó tras alzarles la voz. Jamás había llegado a esos extremos, pero era su decepción de verlos cada vez más lejanos la que hacía mella en su armadura. El dolor aunado a la ira la hacía perder la cabeza, preguntarse si debía mantener esa fidelidad que año con año se incrementaba.
Las luces se apagan devolviéndola a la realidad, observa el lugar a su lado vacío y entorna los ojos pensativa. Pudiera ser que él no decidiera aparecerse lo cual es una de las opciones que barajeó al pensar en su plan. Toma el programa y lee en silencio aunque se lo sabe de memoria puesto que todo pasa siempre primero por sus manos. Al menos la obra le gusta lo suficiente para verla de nuevo sin aburrirse, mientras su mente decide la nueva vertiente a tomar. Sobre advertencia no hay engaño así que ni se sorprenda si un día despierta al anochecer y ya no tiene casa. Sonríe divertida ante la mera idea y empieza a trazar un plan para entretenerse nada más en tanto los aplausos terminan, pero es un hilo de luz y una voz barítona y deliciosa al oído lo que le hace saber que ya no está sola. Lento, su cabeza gira para mirar al hombre que tanto odio genera en su existencia. Parpadea durante un instante y para su sorpresa, su cabeza regresa hacia el escenario invitándole a tomar asiento a su lado con un mohín de su mano aunado a una tranquilidad impropia en ella, quizá producto de verlo por fin, reconociendo la majestuosidad de su figura lo cual no podía ser menos. Sus padres eran una pareja magnífica llenos de grandes cualidades por lo que el creador debía ser alguien mucho más imponente.
Eso le hace sonreír colocando las manos contra su vientre dejando que él se acomode y sirviendo ella misma en un extraño momento de cordialidad las copas... sangre fresca para él y vino blanco para sí, incluso se da el lujo de alzar su copa para brindar por el momento. Quizá a ojos del vampiro no sea alguien de quien cuidarse, pero Ayesha tiene cartas bajo la falda, en este caso una ballesta a su derecha oculta entre las cortinas y en la que es experta. Y por otro lado, la condición lupina que él desconoce. Esa maldición con la que Dennis la protegiera sin proponérselo y con la que ella tanto tiempo lo atormentara sólo por verlo mortificarse una y otra vez. Maldad pura. Sanación acelerada, reflejos sobrehumanos... una habilidad de pelea con la que fue dotada de joven y que ahora servirá perfecto a sus propósitos. No va a atacarlo sino que disfrutará del espectáculo, a finales de cuentas prometió una velada pacífica en la que necesita saber los detalles del por qué transformó a su padre, pero al final de la obra le perseguirá como un sabueso puesto que la cacería habrá comenzado, entonces no habrá piedad. En ese momento, la bestia estará desatada y cuidado con aquél que la haya provocado.
Ayesha Vallespir- Licántropo Clase Alta
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Localización : Donde haya una cacería
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Re: Enfrentarte es el primer paso a la libertad [Gerard Krumm]
Los recuerdos, como el agua, son un caudal de experiencias que se acumulan en un vacuo pozo que tal laberinto surca el infinito espacio entre los polos de nuestra mente. Mientras más longevo se sea, la memoria es más espesa y rica.
En mi prolongada existencia puedo decir que tengo muchas vivencias que contar, sin embargo no todos las merecen escuchar cuando entenderlas es mucho más complicado de lo que las simples mentes puedan entender. La historia es una exquisitez que hay que saber cómo saborearla, de lo contrario sólo será un simple trago amargo que desearemos que termine desde el momento en que inicia.
La pequeña niña Cipriott, ha cambiado de piel para dejar clara su postura elegante como mujer. La inocencia quedó atrás, como el legado de su familia. Aún a pesar de su claro y evidente cambio físico, su mirada, sus ojos aún son los mismos, radiantes de vida, salvajes e indomables. No voy a negar el placentero gusto que encontré en percibir aquel perfume seductor que emanaba como esencia mística de la llama de sus ojos. Su postura inquebrantable estaba bien arraigada al momento, no obstante la rabia se colaba en el aire.
Han pasado años desde la última vez que los hilos de nuestros destinos tuvieron la fortuna de enredarse; y aún a pesar de las desafortunadas circunstancias de nuestro encuentro de aquella vez, que entre intrigas y misterios se incubo una rabia fuera de lugar cual alimentaba incasablemente un profundo deseo de venganza hacia mí que más allá que incomodarme no me resultó más que una etapa de la inmadurez humana, de la pubertad. Así como existe la vida existe la muerte, el ciclo más natural de la existencia de cualquier ser vivo… o por lo menos en parte.
Decir que ese caprichoso deseo de venganza no hizo otra cosa más que madurar hasta tal punto que el deseo de esta niña por extinguir mi vida se ha asentado como una montaña, no le quita el merito de la gracia, que aún a pesar de los años, me sigue causando. Que mi muerte sea el deseo más profundo de alguien no resulta una novedad. Se odia lo que no se puede ser, lo que no se puede tener, lo que se envidia y desea. El que mi muerte sea deseada no hace más que enaltecer el placer que me da en retar sin ningún tipo de escrúpulos tan insulsos intentos.
Acepte cordialmente la invitación deslizando mis pasos hasta acompañarla en el asiento contiguo. Recuerdo claramente como reposé mi bastón en mi zurda mientras posaba mi mirada en el escenario con la curiosidad reservada por observar la calidad del espectáculo el cual aguardo con ansias pueda superar las altas expectativas que tengo sobre él. Una prodiga obra no tiene valor si quienes la reviven no poseen sentir alguno por la magnitud de lo que estas encarnando.
Ella, preparada, deja notar con sus arreglos sus deseos de complacencia. El aroma de la sangre que rebosaba de la copa contigua no pasaba desapercibido. No obstante, alimentarme, no era una costumbre que tenía en frente de mis acompañantes; mucho menos en el recinto en el que nos encontrábamos. Por tal razón, desviando mi mirada por sobre el rabillo del ojo le regalo una sonrisa sutil, arrogante y hasta retadora. El cinismo era algo nato de mi naturaleza y eso, es algo que si no temía en ocultar.
-Es grato observar que el tiempo te ha favorecido- vocablos metódicos y fríos que no buscan más que resaltar lo evidente, dejando claro que ella no ha pasado desapercibida, ni un ínfimo detalle, desde su cabello, atravesando su cuerpo hasta sus pies, todo ha sido detallado muy sutilmente. Para un ser como yo, la moral es algo subjetiva, es mala cuando así lo deseo así como es buena de la misma forma. Los tabúes solo existen para limitar la simplicidad de la vida humana, más no la mía. –Tiempo…- reitero y pauso degustando las palabras no mencionadas -…el cual espero ahora podamos…administrar, como hace un tiempo no se podía. Ya que es evidente que ahora estás preparada- ¿El sentido de aquellas palabras que buscaban? ¿Incomodar? ¿Jugar? ¿Seducir? Quizás un poco de todas, no soy alguien que disfrute de los juegos aburridos, así que, qué mejor forma de empezar que darle una caricia refrescante a los recuerdos, al pasado.
Las palabras quedan en el aire, punzantes como una conciencia deshonesta, quedando simplemente absorbidas por el silencio de una obra que empieza con una actuación mejor de lo que esperaba. Una buena noche parece ser. Una espero se prolongue por mucho más…
En mi prolongada existencia puedo decir que tengo muchas vivencias que contar, sin embargo no todos las merecen escuchar cuando entenderlas es mucho más complicado de lo que las simples mentes puedan entender. La historia es una exquisitez que hay que saber cómo saborearla, de lo contrario sólo será un simple trago amargo que desearemos que termine desde el momento en que inicia.
La pequeña niña Cipriott, ha cambiado de piel para dejar clara su postura elegante como mujer. La inocencia quedó atrás, como el legado de su familia. Aún a pesar de su claro y evidente cambio físico, su mirada, sus ojos aún son los mismos, radiantes de vida, salvajes e indomables. No voy a negar el placentero gusto que encontré en percibir aquel perfume seductor que emanaba como esencia mística de la llama de sus ojos. Su postura inquebrantable estaba bien arraigada al momento, no obstante la rabia se colaba en el aire.
Han pasado años desde la última vez que los hilos de nuestros destinos tuvieron la fortuna de enredarse; y aún a pesar de las desafortunadas circunstancias de nuestro encuentro de aquella vez, que entre intrigas y misterios se incubo una rabia fuera de lugar cual alimentaba incasablemente un profundo deseo de venganza hacia mí que más allá que incomodarme no me resultó más que una etapa de la inmadurez humana, de la pubertad. Así como existe la vida existe la muerte, el ciclo más natural de la existencia de cualquier ser vivo… o por lo menos en parte.
Decir que ese caprichoso deseo de venganza no hizo otra cosa más que madurar hasta tal punto que el deseo de esta niña por extinguir mi vida se ha asentado como una montaña, no le quita el merito de la gracia, que aún a pesar de los años, me sigue causando. Que mi muerte sea el deseo más profundo de alguien no resulta una novedad. Se odia lo que no se puede ser, lo que no se puede tener, lo que se envidia y desea. El que mi muerte sea deseada no hace más que enaltecer el placer que me da en retar sin ningún tipo de escrúpulos tan insulsos intentos.
Acepte cordialmente la invitación deslizando mis pasos hasta acompañarla en el asiento contiguo. Recuerdo claramente como reposé mi bastón en mi zurda mientras posaba mi mirada en el escenario con la curiosidad reservada por observar la calidad del espectáculo el cual aguardo con ansias pueda superar las altas expectativas que tengo sobre él. Una prodiga obra no tiene valor si quienes la reviven no poseen sentir alguno por la magnitud de lo que estas encarnando.
Ella, preparada, deja notar con sus arreglos sus deseos de complacencia. El aroma de la sangre que rebosaba de la copa contigua no pasaba desapercibido. No obstante, alimentarme, no era una costumbre que tenía en frente de mis acompañantes; mucho menos en el recinto en el que nos encontrábamos. Por tal razón, desviando mi mirada por sobre el rabillo del ojo le regalo una sonrisa sutil, arrogante y hasta retadora. El cinismo era algo nato de mi naturaleza y eso, es algo que si no temía en ocultar.
-Es grato observar que el tiempo te ha favorecido- vocablos metódicos y fríos que no buscan más que resaltar lo evidente, dejando claro que ella no ha pasado desapercibida, ni un ínfimo detalle, desde su cabello, atravesando su cuerpo hasta sus pies, todo ha sido detallado muy sutilmente. Para un ser como yo, la moral es algo subjetiva, es mala cuando así lo deseo así como es buena de la misma forma. Los tabúes solo existen para limitar la simplicidad de la vida humana, más no la mía. –Tiempo…- reitero y pauso degustando las palabras no mencionadas -…el cual espero ahora podamos…administrar, como hace un tiempo no se podía. Ya que es evidente que ahora estás preparada- ¿El sentido de aquellas palabras que buscaban? ¿Incomodar? ¿Jugar? ¿Seducir? Quizás un poco de todas, no soy alguien que disfrute de los juegos aburridos, así que, qué mejor forma de empezar que darle una caricia refrescante a los recuerdos, al pasado.
Las palabras quedan en el aire, punzantes como una conciencia deshonesta, quedando simplemente absorbidas por el silencio de una obra que empieza con una actuación mejor de lo que esperaba. Una buena noche parece ser. Una espero se prolongue por mucho más…
Gerard Krumm- Vampiro Clase Alta
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Re: Enfrentarte es el primer paso a la libertad [Gerard Krumm]
{Así que eres tú...}
Todos sus movimientos están controlados, no hay algo en su interior que no refleje la furia que siente, pero para su complacencia ésta aún queda bajo control. Quizá por el tiempo que pasa con Dennis y sus arrebatos infantiles es que ella logra tal proeza, porque ni siquiera el hecho de haber sido mordida por el perro de su esposo le da esa facultad. Normalmente se deja llevar por el instinto y la rabia que son los dos motores que han dominado la mayor parte de su vida, pero no ahora. No hoy. Lleva la copa de vino a sus labios y bebe un poco de su contenido al tiempo que observa en silencio cómo van los últimos rezagados acomodándose para que pronto dé inicio la obra de teatro. Siente la boca amarga de tan sólo estar a su lado, no logra entender realmente por qué puso a Fausto sobre su pista, muchas son las cosas que no comprende a pesar de haberlas repasado una y otra vez. Se arregla una arruga invisible a los ojos de la tela que cubre sus muslos sólo por tener algo que hacer.
Medita en que el momento que deseaba ha llegado, pero no logra enlazar palabras coherentes, inteligentes para no verse como una chiquilla que lo único que quiere es venganza. ¿Por qué si a finales de cuentas fue su padre quien transformó al resto de su familia? ¿Sus sospechas son ciertas en cuanto a que sólo fue una casualidad que Fausto llegara a su familia esa noche? ¿Acaso este vampiro realmente no fue el que provocó todo? Su mirada vaga por el rostro masculino, no puede negarlo, hay algo en él demasiado oscuro que atrae a las personas, incluso a ella que ha conocido mucho a lo largo de su vida. Es eso lo que atrajo a su padre hasta él, le entregó su vida a cambio de una inmortalidad que duró menos de un año. Algo que sí le llama la atención y desubica un tanto es que él, Gerard, ya la conocía de antes cuando a la maltesa le costó mucho tiempo ubicarlo y sobre todo, identificarlo. Y la conocía lo suficiente para reconocer el cambio en ella, uno que ha sido provocado por ese licántropo insufrible y al que dejó esperando en casa. Cierto, mucha de su inocencia se perdió aquélla noche de agosto en que sus padres murieron, pero maduró gracias a Dennis. No puede hacer más que agradecerle, ese tiempo de transición entre la humana y la licántropa fue de gran ayuda. Su temple se forjó durante ese lapso y aprendió mucho de sí misma, tanto como del hombre que ahora comparte su vida y su maldición.
- El tiempo ayuda a unos, perjudica a otros. Dicen que las cosas llegan conforme vamos preparándonos, pero yo no lo estaba para perder a mi familia. Así que he venido y le he invitado solamente para preguntar... ¿Por qué? - intenta que sus emociones no le afecten, no la hagan titubear, pero es imposible, para su fortuna la obra inicia en ese instante atrapando su mirada, que no su mente. Son tantas las preguntas que se aglomeran en su psique que no sabe si algún día desaparecerán por completo. Se acomoda en el asiento colocando las manos sobre su vientre agradeciendo a sus sentidos agudizados porque así ve perfectamente toda la obra sin necesidad de unos catalejos, cada detalle es analizado y estudiado para saber luego qué puede y qué no corregir. Espera impaciente, eso sí, el intermedio no para un refrigerio si no para escuchar la respuesta a la pregunta que hizo antes.
Es como perseguir una liebre mucho más ágil que toda su jauría, una desesperación mientras que ves que está avanzando y no puedes hacer nada para alcanzarla, donde las flechas no dan en el blanco por la agilidad y la perfección con que sus movimientos son calculados. No hay error, falla, no existe nada que dé una oportunidad de alcanzarla. Si falla con Gerard, él saldrá y quién sabe cuándo pueda encontrarlo de nuevo. Es muy bueno ocultándose, así que debe ser precavida, un paso en falso y la liebre correrá más que ella, llevándola al País de las Maravillas, donde desaparecer es posible. Y él no tiene la necesidad de aparecer durante el tiempo que ella siga viva, así que mejor ir paso a paso. Aspira aire y bebe un poco más para dejar la copa a un lado con movimientos elegantes e inconscientes. La mordida de Dennis también le ha otorgado esa facultad de que su atractivo sea ahora más sexual, imponente como el del mismo licántropo con el que se casó. Todo lo que alguna vez Ayesha renegara porque le incitaba a estar con él, ahora ella lo tiene, heredado quizá, una consecuencia de la transformación pudiera ser, pero con la maldición mucho se abrió para ella, sobre todo visiones de la vida que en alguna ocasión la lastimaran tanto.
Medita en que el momento que deseaba ha llegado, pero no logra enlazar palabras coherentes, inteligentes para no verse como una chiquilla que lo único que quiere es venganza. ¿Por qué si a finales de cuentas fue su padre quien transformó al resto de su familia? ¿Sus sospechas son ciertas en cuanto a que sólo fue una casualidad que Fausto llegara a su familia esa noche? ¿Acaso este vampiro realmente no fue el que provocó todo? Su mirada vaga por el rostro masculino, no puede negarlo, hay algo en él demasiado oscuro que atrae a las personas, incluso a ella que ha conocido mucho a lo largo de su vida. Es eso lo que atrajo a su padre hasta él, le entregó su vida a cambio de una inmortalidad que duró menos de un año. Algo que sí le llama la atención y desubica un tanto es que él, Gerard, ya la conocía de antes cuando a la maltesa le costó mucho tiempo ubicarlo y sobre todo, identificarlo. Y la conocía lo suficiente para reconocer el cambio en ella, uno que ha sido provocado por ese licántropo insufrible y al que dejó esperando en casa. Cierto, mucha de su inocencia se perdió aquélla noche de agosto en que sus padres murieron, pero maduró gracias a Dennis. No puede hacer más que agradecerle, ese tiempo de transición entre la humana y la licántropa fue de gran ayuda. Su temple se forjó durante ese lapso y aprendió mucho de sí misma, tanto como del hombre que ahora comparte su vida y su maldición.
- El tiempo ayuda a unos, perjudica a otros. Dicen que las cosas llegan conforme vamos preparándonos, pero yo no lo estaba para perder a mi familia. Así que he venido y le he invitado solamente para preguntar... ¿Por qué? - intenta que sus emociones no le afecten, no la hagan titubear, pero es imposible, para su fortuna la obra inicia en ese instante atrapando su mirada, que no su mente. Son tantas las preguntas que se aglomeran en su psique que no sabe si algún día desaparecerán por completo. Se acomoda en el asiento colocando las manos sobre su vientre agradeciendo a sus sentidos agudizados porque así ve perfectamente toda la obra sin necesidad de unos catalejos, cada detalle es analizado y estudiado para saber luego qué puede y qué no corregir. Espera impaciente, eso sí, el intermedio no para un refrigerio si no para escuchar la respuesta a la pregunta que hizo antes.
Es como perseguir una liebre mucho más ágil que toda su jauría, una desesperación mientras que ves que está avanzando y no puedes hacer nada para alcanzarla, donde las flechas no dan en el blanco por la agilidad y la perfección con que sus movimientos son calculados. No hay error, falla, no existe nada que dé una oportunidad de alcanzarla. Si falla con Gerard, él saldrá y quién sabe cuándo pueda encontrarlo de nuevo. Es muy bueno ocultándose, así que debe ser precavida, un paso en falso y la liebre correrá más que ella, llevándola al País de las Maravillas, donde desaparecer es posible. Y él no tiene la necesidad de aparecer durante el tiempo que ella siga viva, así que mejor ir paso a paso. Aspira aire y bebe un poco más para dejar la copa a un lado con movimientos elegantes e inconscientes. La mordida de Dennis también le ha otorgado esa facultad de que su atractivo sea ahora más sexual, imponente como el del mismo licántropo con el que se casó. Todo lo que alguna vez Ayesha renegara porque le incitaba a estar con él, ahora ella lo tiene, heredado quizá, una consecuencia de la transformación pudiera ser, pero con la maldición mucho se abrió para ella, sobre todo visiones de la vida que en alguna ocasión la lastimaran tanto.
Ayesha Vallespir- Licántropo Clase Alta
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