Tres gotas y desaparecen los males

por **Thibaut Beaudelaire** Jue Mar 22, 2012 1:35 pm

{Privado}

Thibaut era un chico que valoraba de gran manera a sus amigos. No se limitaba a los conocidos que sabía que sus padres aprobarían, si no que siempre buscaba a gente interesante con la que pudiera mantener una conversación. No importaba que fuera alguien que tuviera que pelear por su alimento o alguien a quien todo le llegara en bandejas de plata. Con tal de que fueran buenos amigos y personas interesantes, Thibaut no tenía ningún problema para hablar con ellos. Algunos de sus mejores amigos habían sido los sirvientes de Châteu d'Beaudelaire, aunque su madre actuara escandalizada ante este hecho. Y como su madre no estaba con el en París, las apariencias podrían guardarse mucho menos en ese lugar.

Y uno de sus más cercanos amigos en París era Basile. Era un hombre en extremo inteligente y las veladas que compartían juntos eran muy apreciadas por Thibaut. Sus conversaciones podían alargarse hasta horas de la madrugada, y podían cubrir desde política y amoríos hasta negocios. El era el dueño de una botica en París, y el encargado de suplir por la falta espontaneidad tan característica de la vida del heredero de la familia Beaudelaire.

Por eso mismo, aquella tarde decidió acudir a la tienda de su amigo. No lo veía hacía mucho tiempo (para sus estándares) y tenía que corregir ese hecho. La lluvia no había sido un impedimento y mientras cerraba el paraguas que había usado para protegerse, abrió la puerta del local. Una campana que anunciaba que había entrado alguien se dejó escuchar en todo su resplandor y Thibaut entró a la botica. Dejó su paraguas en un gancho a la entrada, sonriendo al ver como su amigo atendía a una señora de bastante edad que miraba al hombre como si fuera la solución a todos sus males. El francés esperó por la entrada, sacándose su sombrero y solo cuando la señora cerró la puerta tras ella, se acercó al mostrador.

-Veo que el negocio va bien, Grushenko- comentó Thibaut como quién no quiere la cosa. Jamás había logrado pronunciar el apellido de Basile correctamente, a pesar de todos sus esfuerzos. Ya ni siquiera lo intentaba, si no que se rendía ante el hecho de que siempre iba a pronunciar Grushenko con un acento francés insuperable.

por **Basile Grushenko** Jue Mar 22, 2012 2:06 pm

Le gustaba la lluvia. No veía nada de deprimente en la forma en que las gotas de agua resbalaban por los cristales y repiqueteaban sobre cualquier superficie, dotando a la ciudad de una música especial. En el sentido filosófico a Basile le agradaba pensar que de algún modo era como una limpieza, borrón y cuenta nueva, cuando el sol se asomaba de nuevo entre las nubes y secaba lo que sus predecesoras habían empapado parecía que todo comenzaba otra vez. Allí en Paris no tenían escasez de aguaceros y menos en aquella temporada, y por eso el boticario había resuelto extender una alfombra mullida de tonos marrones justo a la entrada de su tienda con el fin de que los clientes pudieran limpiarse allí bien las suelas de los zapatos. No quería un local lleno de barro, era antihigiénico.

- Tres gotas. - Le repitió a madame Des Molines, una de sus más fieles admiradoras. - En el vaso de agua de la cena. No dejan sabor, así que es importante que recuerde usted que son sólo tres. Eso terminará con sus sabañones, pero no olvide visitar al doctor para que le examine el corazón por si acaso.

Estaba aburrido de recetar remedios contra el frío y las gripes pero su empleo estaba ligado inevitablemente al influjo de las estaciones y a las dolencias que la población padecía según la temperatura ambiental. Cuando sonó la campanilla alzó la vista aburrido esperando otra vieja señora con dolencias en los pies, pero afortunadamente el aire helado de la calle le traía una visita mucho más grata.

- Thibaut. - Saludó cuando se quedaron solos. - No me puedo quejar, aunque no todos los que entran aquí pagan al contado. El más acaudalado de los que traspasan el umbral eres tú y tienes la mala costumbre de aprovecharte de mí sin dejar ni un franco.

Generalmente porque él no consentía en que su amigo le pagara nada, por supuesto, faltaría más. Sonrió y se acercó a la puerta para voltear el cartel que indicaba que ahora la botica estaba cerrada. Con aquella luz el pelo de su visitante se veía más rojizo que de costumbre y Basile se acordó de la gitana que había conocido hacía apenas dos noches en un claro del bosque.

- ¿Cómo te trata la vida?

por **Thibaut Beaudelaire** Dom Mar 25, 2012 11:24 am

Thibaut soltó una carcajada al escuchar la respuesta de Basile a su pregunta. -Estás siendo increíblemente injusto, amigo mio- le respondió a su vez el francés, limpiando el barro de sus botas y colgando su sombrero en el mismo gancho que había utilizado para colgar su paraguas. -Sabes muy bien que si me dejaras pagarte, lo haría con gusto- agregó con una sonrisa, sabiendo muy bien en su corazón que aquella aseveración era completamente verídica. Siempre se sentía extremadamente culpable cuando acudía a su amigo con alguna dolencia, este le recetaba algo y no dejaba que le pagara por sus servicios. Al fin y al cabo, esta era la forma de ganarse la vida de Basile. Un par de veces había dejado un par de francos en el mesón del local cuando el boticario no estaba mirando, pero no lo podía hacer demasiado seguido. Sabía que si Basile lo descubría haciendo esto se enojaría con él y le devolvería el dinero. Tenía que ser una acción discreta, quizás dejar los francos en el suelo al lado del mostrador, o en una esquina de algún estante. Con tal de que rato después los encontrara, mucho después de que el se hubiera ido del local, todo estaba bien.

Thibaut observó como el hombre iba hacia la puerta y cerraba por el día. -Compañero, no tienes que cerrar porque estoy aquí, si quieres puedo ayudarte haciendo promoción a todas las personas que sigan entrando- comentó, con una pequeña risita al final. Lo había intentado una vez y había logrado que una señora comprara un ungüento que probablemente no necesitaba. Se había sentido algo culpable después y no lo había vuelto a intentar, pero había sido muy divertido.

-Pues me ha ido bastante bien, aunque los maestros de las leyes podrían usar un poco más de humor en sus lecciones- comentó el muchacho, mientras se sentaba en uno de los taburetes que había en la botica. Casi sin darse cuenta, de a poco comenzó a sacarse los guantes, más jugando con la tela que cubría sus manos que con la verdadera intención de sacárselos. -Y bueno, tu sabes, París con sus encuentros y sus personas interesantes. Quién se hubiera imaginado que tantas mujeres bellas podrían estar en una sola ciudad- agregó, sin poder evitar que la imagen de aquella señorita que había conocido el día anterior se formara en su mente. La lluvia seguía golpeando el vidrio de las ventanas sin piedad, sin que le prestara mucha atención. Estaban bien cubiertos ahí dentro y mientras no quisieran salir, el agua no tendría que preocuparles. Thibaut pasó una mano por sus cabellos, sacándose un mechón de la frente y desarmando aquella forma que había dejado el sombrero. Miró el rostro de Basile y una sonrisa afloró en sus labios: de todas las personas que había conocido hasta la fecha en París, el era una de las que más apreciaba.

por **Basile Grushenko** Dom Mar 25, 2012 12:15 pm

Claro que lo sabía, pero le gustaba tomarle el pelo a Thibaut. En general le tomaba el pelo a todo el mundo, no se iba a engañar, pero con su amigo disfrutaba especialmente, le encantaba ese momento de duda que parecía aflorar siempre a la expresión inocente de Beaudelaire cuando no estaba seguro de si Basile bromeaba o no. Podría decirse que encontraba muy divertido tenerlo siempre en vilo, aunque no quería decir que lo considerara estúpido, solo es que era joven y buena persona. Esas dos cualidades juntas lo convertían a uno casi irremediablemente en ingenuo, aunque solo fuera un poco.

- No importa, así me debes un favor. Te tengo donde quiero. - Se frotó las manos como si estuviera pensando en qué desorbitada exigencia podía hacerle a Thibaut. - Cuando me metan en prisión algún día necesitaré que me saques de allí.

Sonrió y le quitó importancia al hecho de haber cerrado el comercio, ya era tarde y no tenía ganas de seguir atendiendo a gente constipada. Su oficio tenía días mejores y otros más monótonos pero ciertamente le agradaba, no se podía quejar. Le hubiera gustado mucho poder enseñarle la botica de ahora a su padre porque estaba seguro que el hombre la habría apreciado, pero por desgracia Basile padre hacía años que estaba - como solía decirse - en la gloria del Señor. Grushenko no entendía qué gloria tenía morirse pero si uno decía en voz alta esa clase de cosas lo acababan metiendo en prisión de verdad. Se sentó junto a su amigo y sacó una botella de licor y dos copas pequeñas que llenó sin preguntarle antes, no fuera que se atreviera a decirle que no quería brindar.

- Si usaran el humor ya no serían maestros. - Le hizo notar. - Por algún motivo cuando un profesor se vuelve divertido lo despiden. - Ironizó. - Cuando yo estudiaba era igual, había un doctor que hasta se dormía en medio de la lección.

También era cierto que no había mucha diferencia entre cuando estaba dormido y cuando estaba despierto, pero ese era otro tema. Alzó su copa y le dio un sorbo cauteloso, no quería quemarse todo el esófago.

- Tienes razón. - Coincidió con lo de las mujeres hermosas. - Hace dos días conocí a una muchacha muy peculiar, creo que te habría gustado.

Recordaba bien su nombre por lo poco usual: Talena. Ahora que lo pensaba sonaba bastante musical. Intentó no distraerse pensando que París no solo tenía hermosas a las mujeres, sabía que no era bueno para él entretenerse con tales divagaciones cuando estaba precisamente delante de Thibaut.

por **Thibaut Beaudelaire** Dom Mar 25, 2012 9:39 pm

-¡Basile, amigo mío! Tu sabes que cuando me pidas cualquier favor, yo nunca tendré la fuerza suficiente para negarte nada- comentó en voz alta, sonriéndole, como si fuera una idea ridícula que su amigo pudiera creer lo contrario. -Aunque por favor trata de que no te arresten muy pronto, que mis conocimientos sobre la ley todavía son pocos y mis capacidades no tan grandes- de verdad esperaba que aquello hubiera sido una broma. ¿Basile en la cárcel? No, no, era una idea ridícula. ¿Qué razón podrían tener para meterlo a la cárcel? Debía ser solo una de sus bromas. Porque si de verdad tuviera alguna razón para llegar a creer que... ¡No, no! Imposible. Era una broma.

Tomó la copa que el hombre le ofrecía, , escuchando su relato sobre sus propios profesores. -Lo sé, lo sé, pero por lo menos podrían imprimir algo más de pasión en sus lecciones, que hay veces que parecen monjas leyendo la biblia- si, aquello había sido un comentario imprudente, y si hubieran estado en la calle, incluso peligroso. Pero por el momento, solo iba a tratar de no decir nada más por el estilo. Sin pensarlo, tomó un sorbo considerable del trago que le habían servido. La sensación de quemazón que recorrió toda su garganta hizo que tosiera de manera escandalosa, casi botando el resto del licor. Pasó unos momentos antes de que se recuperara y no pudo evitar soltar una carcajada entre las toses. -¡Por el amor de Dios, Basile! ¿Qué me has servido, un tónico para recuperar a los desmayados?- exclamó, sintiendo como el calor de aquel brebaje llegaba hasta su estómago y hacía desaparecer cualquier rastro de frío que la lluvia pudiera haberle producido.

Una sonrisa perenne se había instalado en el rostro de Thibaut, y mientras escuchaba la última frase de su amigo, no pudo más que alzar una ceja. -Así que una muchacha, ¿eh?- preguntó, volviendo a tomar otro sorbo, muchísimo más pequeño que el anterior, -¿y qué te hace pensar que me hubiera gustado? Aparte del obvio hecho de que formaba parte del sexo femenino.

por **Basile Grushenko** Lun Mar 26, 2012 8:03 am

Otra vez esa duda pintada en su cara, era bastante adorable y lo mejor era que ni siquiera se daba cuenta. Esperaba que topara con buenas muchachas que lo supieran apreciar y no con pelandruscas que se aprovecharan de él, las de esa calaña mejor que se las dejaran a Basile que estaba más a su nivel.

- Está bien, trataré de ser un buen chico hasta que termines de hacer carrera.

Pasó la yema de su dedo índice por el borde de su propia copa, con ese aire de estar maquinando algo que casi siempre le acompañaba. Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba cuando Thibaut dijo que sus maestros parecían monjas. Le agradaba ese aire descarado que tenía en ocasiones su amigo, era refrescante. Basile dudaba mucho que pudieran llevarse tan bien si Beaudelaire no tuviera un poco de ese aire irreverente que compartía el boticario y que los volvía a ambos bastante avanzados a su tiempo, tampoco sin pasarse. El mismo Grushenko había sido testigo en su encuentro con Talena de que estaba más chapado a la antigua de lo que normalmente le gustaba admitir.

- Me pareció que tenías frío. - Se disculpó mientras le palmeaba la espalda al noble. - Pero creo que también hay leche tibia con galletitas por ahí.

No pudo evitar después de decir eso reír de verdad, con una carcajada distendida y alegre, por la broma que esperaba que su compañero no se fuera a tomar a mal. Era un brebaje muy fuerte y tendría que haberle avisado, pero se le había pasado por alto porque en el momento de servirlo había estado más pendiente de lo que tenía que contarle Thibaut sobre las hermosas mujeres de París.

- ¿Es que hay algún motivo mejor? - Le tomó el pelo. - Con lo que te gustan las faldas, Thibaut. - Sonrió y después bebió otro sorbo comedido. - Es que era una chica muy peculiar, tenía... no sé, un algo. No se parecía a ninguna otra que haya conocido antes.

por **Thibaut Beaudelaire** Miér Mar 28, 2012 9:18 pm

-¡Si tenía frío, pero con esto cualquiera pensaría que estás tratando de emborracharme!- respondió Thibaut, entre risas, mientras agradecía las palmadas que su amigo le daba en la espalda. Cuando hubo recuperado completamente el aire, se enderezó y le sonrió a Basile. Leche y galletas estarían bien para otras ocasiones, no ahora. Quizás mañana en la mañana cuando despertara con dolor de cabeza, que sabía que ocurriría. No cuando estaban hablando de aquel deleite que era el sexo femenino.

Thibaut nunca se hubiera considerado un experto con lo que respectaba a las mujeres. Eran seres complicados que solían confundirlo más que nada, pero aun así, se reconocía como una víctima más de sus encantos. Estaba seguro de que su amigo era muchísimo más versado en la manera en que las mujeres se comportaban y sobre como actuar a su alrededor, pero también había que tomar en cuenta que era ocho años mayor que él y que había llegado a vivir a París desde antes. Tenía más 'mundo' que Thibaut, por decirlo de alguna manera. Así que el hecho de que alguna muchacha le hubiera llamado la atención era suficiente para que el francés alzara una ceja suspicaz, sonriendo de manera inculpadora. Y hablando de personas como nunca habían conocido antes... ¿Qué le diría su amigo sobre aquella mujer que había conocido en las calles de París? ¿Aquella que se vestía pobremente pero que hablaba con la delicadeza de alcurnia extranjera? Era un verdadero rompecabezas para él.

-No me defenderé ante esa declaración, porque la sé cierta- dijo Thibaut, alzando su vaso en dirección a su amigo para luego tomar un pequeño sorbo. -Aunque si esta chica logró hacer una impresión tan grande en ti, debe haber sido alguien verdaderamente excepcional. Cuéntame de ella- le pidió luego, intrigado. Thibaut sabía de las aventuras de Basile con algunas mujeres, pero que alguna de ellas se quedara en su mente más tiempo, eso era lo inusual.

por **Basile Grushenko** Jue Mar 29, 2012 10:28 am

Mira, pues eso no se le había ocurrido aunque lo apuntaba para coasiones futuras. Ver a Thibaut borracho tenía que ser un espectáculo cuanto menos divertido, no sabía si sería del tipo gracioso o del tipo melancólico. En realidad cualquiera podía adoptar una de esas dos versiones en cuanto bebía según condiciones que Basile aún no había logrado dilucidar, pero por fortuna él era más del grupo alegre. Encogió los hombros cuando le demandó información sobre Talena. No era su intención hacerse de rogar pero no estaba seguro de hasta qué punto podía confiar en su amigo. Desde luego no iba a contarle todo porque la historia completa contenía información confidencial, por así llamarla, pero sí que podía hablarle a grandes rasgos de lo que más le había gustado de la muchacha.

- Tiene el cabello rojo y la piel blanca. - Comenzó. - Es gitana y trabaja en el circo, me pidió que la fuera a visitar.

Dio vueltas a su copa distraído y se dio cuenta de pronto de que ya estaba vacía. ¿Se lo había bebido todo? Seguramente sí, claro, no veía quién más le iba a sustraer el licor del vaso ante sus propias narices.

- Es muy descarada. - Rió. - Y eso me gusta. ¿Te sorprende?

Miró divertido a su amigo, estaba seguro de obtener una respuesta negativa. Ya sabían ambos de sobra que Basile era poco amigo de los formalismos y que los guardaba solo para aparentar que no se diferenciaba en absoluto de la masa de gente a la que consideraba generalmente borregos. Pocos destacaba sobre ella y a los que lo hacían no les iba bien, pero parecía que eso a Talena poco le importaba.

- Tiene más agallas que yo. - Concluyó.

Era cierto, le había hablado sobre no tener miedo y sobre actuar, sobre el valor y la vida. Había sido un encuentro intenso pese a durar tan poco.

por **Thibaut Beaudelaire** Jue Mar 29, 2012 1:21 pm

Debía decir que no le sorprendía para nada, jamás se hubiera imaginado a Basile con una mujer sosa, tonta o demasiado tímida. Para poder captar la atención de su amigo había que tener chispa, como decía su padre, algo que llamara la atención y te destacara del resto. Thibaut todavía no sabía que tipo de chispa había visto Basile en él, pero de seguro que había visto algo que el no veía en si mismo. Tendía a encontrar al resto de la gente increíblemente más fascinante que él y Basile no era la excepción. Y que se hubieran convertido en tan buenos amigos lo había tomado por completa sorpresa. Pero no lo daba por sentado.

-Amigo mio, te das mucho menos crédito del que mereces- dijo Thibaut, tomando el último poco de alcohol que quedaba en su vaso, -tienes más agallas que todos los habitantes de Saint-Étienne juntos, solo para que lo sepas- agregó, levantándose de su asiento y caminando hacia el mostrador, en donde dejó su vaso. Se apoyó en la madera del mesón, mirando a su amigo con una sonrisa. La chica en cuestión había causado una impresión mucho más grande de la que hubiera esperado en el boticario. Había hecho que desapareciera, por lo menos momentáneamente, la arrogancia juguetona que dominaba el hablar de Basile y eso era algo que ni siquiera el había sido capaz de hacer. No es que hubiera intentado demasiado, en todo caso. Pero si continuaba así, tendría que hacer algo rápidamente para poder remediarlo. Porque lo relacionaba a que no estuviera en su mejor momento.

-Aunque... Te das cuenta de que ahora solo queda un plan de acción posible, ¿cierto?- continuó Thibaut, aparentemente serio, yendo hacia donde se encontraba el hombre y poniendo su mano en el hombro de él. -Tendremos que hacer una visita al circo gitano, por supuesto, no queda otra opción- agregó, mientras una sonrisa pícara amenazaba en asomarse en sus labios. -Sería una buena aventura, nunca he estado ahí y así podremos conocer a esta madame tan irreverente- la sonrisa ya había salido, no había podido evitarlo. Le causaba curiosidad aquella chica, pero no por él. Si no por el efecto que podría llegar a tener.

por **Basile Grushenko** Jue Mar 29, 2012 1:51 pm

Siguió a Thibaut con la mirada cuando se levantó a dejar el vaso vacío sobre el mostrador y seguramente en su mirada se reflejó ese destello travieso de quien conoce un secreto que nunca dirá pero que lo pone en situación de superioridad con respecto a su interlocutor. Ya podía imaginar la cara que pondría el joven Beaudelaire, tan noble y tan correcto, si Basile tuviera agallas de verdad por una vez en su vida y le dijera lo que le rondaba la cabeza cuando estaban juntos. No siempre pensaba en deseos prohibidos y en hazañas irrealizables, claro. La mayoría del tiempo era un hombre despreocupado, tranquilo y con la conciencia bien limpia pese a sus pequeñas fechorías sin mucha maldad. No obstante la conversación de aquella noche reciente con Talena y la lluvia que seguía cayendo lo sumergían en un estado propicio para las divagaciones de aquel tipo, no podía evitarlo y sabía que lo mejor era dejarlo pasar.

- Como si eso fuera difícil. - Se burló siguiendo su costumbre. - Los de Saint-Étienne son un hatajo de pueblerinos con aires de grandeza.

Le sostuvo la mirada a su amigo con su arrogancia característica ya que había llegado a su altura e incluso le había puesto una mano en el hombro. Seguramente Thibaut ya sabía de sobra que estaba bromeando porque siempre se le dibujaba el mismo hoyuelo cerca de la comisura izquierda de los labios, una propiedad que daba muchas pistas a los que conversaban con él si sabían pararse a interpretarla.

- Madame Irreverente es mia. - Advirtió al chico. - Yo la vi primero, te lo advierto.

Llegados a este punto no pudo evitar reír abiertamente echando la cabeza hacia atrás de modo que su voz resonó por la estancia, alegre y frívola como el propio Basile. Puso su mano sobre el antebrazo de Thibaut y se lo palmeó con afecto.

- Es broma, dejaremos que ella escoja. Iremos a visitarla y le pediremos que se case con uno de los dos, ¿qué te parece? A tus padres les iba a encantar. - Después de esta distensión adoptó un aire más serio para añadir. - No estoy seguro de que sea buena idea. Los gitanos no son precisamente una compañía recomendable y alguien podría verte por allí.

Lo que no quería era que su amigo se encontrara con Talena y la chica pudiera atar cabos. Si de verdad había sabido leer todo eso en la mano de Basile no le costaría demasiado asociar a Beaudelaire con el hombre joven que había visto en su porvenir, y quizá ahondar un poco más en ese esbozo de su persona que había trazado en el claro. A Grushenko no le gustaba que nadie husmeara en sus asuntos.

por **Thibaut Beaudelaire** Jue Mar 29, 2012 8:14 pm

-¡Me avergüenzas, Basile!- exclamó Thibaut, para luego soltar una carcajada que llenó todos los rincones de la tienda de su amigo. Ya quería ver el día en que por fin pudiera convencer a Grushenko para que lo acompañara a su ciudad natal, por lo menos un par de días. Estaba seguro de que le haría bien, el aire de las montañas, el campo y la tranquilidad. Al principio lo encontraría increíblemente aburrido, pero después de unos días podría apreciar la belleza de la vida en el campo. Quizás las preocupaciones del hombre se vieran algo aliviadas y estaba seguro de que encontraría gente que le resultara interesante. Después de todo, muchos de sus grandes amigos vivían ahí y podrían ser grandes amigos para Basile también. Aunque quizás estaba pidiendo demasiado... De ambas partes.

Y cuando el boticario soltó esas expresiones, no pudo evitar reírse de nuevo. Si tan solo supiera lo bien que le hacía su compañía, especialmente en días lluviosos como aquel. -¡Sabía que te había gustado más de lo que estabas dispuesto a confesar!- dijo entretenido, mientras abría mucho los ojos. Actuaba como si hubiera pillado a Basile en una fechoría que le parecía entretenida. Y era algo parecido.

-Pero no creas que dejaré que me convenzas de lo contrario, Grushenko, porque tengo que conocer a esta señorita- volvió a decir, después de alejarse del hombre, para ir de nuevo al mostrador, como si estuviera buscando algo. -Si ha causado una impresión tan grande, pues tengo que conocerla para ver si tiene mi aprobación- agregó guiñando un ojo, yendo esta vez hasta quedar detrás del mostrador, como siempre veía a su amigo cuando estaba abierta la botica. Basile no necesitaba su aprobación, y estaba casi seguro de que se lo haría saber de nuevo, pero podía bromear como lo hacía él, ¿cierto? Y si los roles estuvieran invertidos, la opinión de él sería muy bienvenida y tomada en cuenta. Confiaba en su juicio, quizás más que en el suyo propio. Aunque eso no se lo iba a decir.

-Lo quieras o no, iré al circo, pero si vienes conmigo sería mucho más entretenido. No creo que la gente que se interese por mi paradero quiera admitir que estaban en esos lugares, así que no me preocuparía demasiado- continuó Thibaut, mientras se agachaba detrás del mostrador, aun buscando. -¿Qué tan difícil puede ser encontrar a una gitana de piel blanca y rojos cabellos?- siguió hablando, ahora mirando los estantes que se encontraban tras el mostrador. Pasó una de sus manos por sus cabellos, frunciendo un poco el entrecejo.

-¡Dios, Grushenko! ¿Dónde has guardado el resto del licor? ¡Esto merece otro brindis!- exclamó, dándose vuelta para mirar a Basile. Se estaba comportando como un adolescente, lo que hacía que la diferencia de actitudes entre el y su amigo fuera aun más notoria, pero por ese momento no le importaba. Después tendría más tiempo para reprenderse a si mismo por sus reacciones.

por **Basile Grushenko** Vie Mar 30, 2012 12:44 am

Le hacía bien oírlo reír. Nadie hubiera podido vaticinar cuando se conocieron que aquel joven tan cohibido que a Basile le pareció el colmo del aburrimiento terminaría siendo su mejor amigo. El único que tenía, en realidad, porque los hombres que había conocido en el Colegio de Francia eran todos ahora unos estirados y los de condición más humilde no le divertían por su falta de conocimientos. Con ellos se podía bromear pero no conversar en serio, y a Grushenko le gustaba hacer ambas cosas. No fue hasta la tercera o cuarta reunión en la que coincidieron que el boticario se dio cuenta de que Beaudelaire era una compañía bastante grata.

- Tenemos que ir un día a que me la enseñes. - Le contestó refiriéndose a su ciudad.

Entre unas cosas y otras se había visto forzado a declinar todas las invitaciones anteriores de Thibaut: cuando no era porque el negocio reclamaba su atención se trataba de que su madre se encontraba delicada de salud. No obstante tenía franca curiosidad por hacer aquella excursión y ver qué plantas crecían allí y cómo preparaban los nativos sus jarabes y remedios. Además, claro, de que quería ver cómo era el lugar donde se había criado el otro.

- Naturalmente. Te dejaré a solas con ella para que le hagas preguntas como si fueras mi padre. - Se levantó y apoyó las dos manos sobre el mostrador en cuyo otro lado estaba Thibaut. - ¿Pero qué te has creído, mocoso? Si cuando te conocí todavía llevabas pañales.

Sonrió divertido ante la idea de que el pelirrojo tuviera que dar su aprobación a las candidatas de Basile, pero lo cierto era que si algún día consideraba la opción de casarse aquel chico sería el primero al que acudiría buscando respuestas. Beaudelaire era mucho más sensato que él aunque tampoco quisiera admitirlo en voz alta.

- Si intentas encontrar la caja para robarme está a tu izquierda. - Le indicó amablemente. - E insisto en que lo del circo no es buena idea. Creo que yo no le caí muy bien y podría echarnos un mal de ojo a los dos.

No creía realmente que Talena tuviera tan mal concepto de él pero tenía que disuadir a Thibaut. Por un lado deseaba que ambos se conocieran porque él era importante en su vida y la gitana a su manera también, al menos era la primera mujer que ocupaba sus pensamientos más de tres días seguidos desde que tenía once años y se enamoró locamente de su profesora de la escuela de básica. Por otro lado sin embargo prefería dejar las cosas como estaban. Naturalmente que quería volver a visitar a la muchacha que tan honda impresión le había causado, pero la sensación de que ella podía ver a través de él como si fuera transparente lo incomodaba. ¿Y si decía algo en presencia de Thibaut que le hiciera sospechar...? No podía arriesgarse.

- Lo tienes ahí, en ese armario. - Le señaló. - Pero si acabas ebrio no te voy a llevar a casa para arroparte en tu cama, tendrás que quedarte a dormir aquí. Y ronco muchísimo.

Se cruzó de brazos de nuevo con el gesto de la broma danzándole en los labios. Lo cierto era que no sabía si roncaba o no.

por **Thibaut Beaudelaire** Lun Abr 02, 2012 10:15 pm

-Por supuesto, Basile, y me encargaré que antes de que volvamos a París ordeñes unas cuantas vacas- le respondió, sonriendo ante la idea de su amigo agachado al lado de una de las vacas del Château d'Beaudelaire. A pesar de que no dudaba que si lo retaba a que hiciera algo por el estilo su amigo lo iba a hacer, la imagen que tenía de Basile no se combinaba bien con las labores propias del campo. Siempre lo había visto en la ciudad e imaginarlo fuera de esta le costaba trabajo. -Estoy seguro que una semana fuera de París te haría de maravillas- comentó Thibaut agachado detrás del mostrador, aun buscando la bendita botella. Se sentía contento, a gusto. Y con tal de que Basile no se dispusiera a seducir a alguna de sus hermanas durante su posible visita, la perspectiva de esta no podía ser más que una muy agradable.

-¿Tan desagradable fuiste con la gitana que crees que nos echará el mal de ojo si es que vamos a visitarla? Si quieres podría hablar con ella para que recapacite, porque sigues sin darme una buena razón para que no visitemos el circo gitano. Hazlo por mi educación parisina, Basile- contrarrestó el francés, mientras se incorporaba y se daba una vuelta sobre si mismo tratando de ubicar el armario que el boticario le había señalado. Con una sonrisa y después de recuperarse del ligero mareo que una vuelta tan rápida había significado, se dirigió al armario, lo abrió y sacó la botella de este. Se sirvió a si mismo, llenando el vaso que había dejado en el mostrador y aun sin cerrar la botella, le dijo a Basile con una sonrisa: -amigo mio, si quieres que te sirva tendrás que acercarte un poco más-.

Y después de haber dicho esas palabras, se sonrió. Una sonrisa algo infantil, mientras pensaba en que si alguna vez se había embriagado. Pero embriagado de verdad. Porque había una diferencia entre sentirse algo mareado y más eufórico que lo normal a estar derechamente ebrio. Según sus recolecciones, el jamás había llegado a ese punto, como tantos otros jóvenes que terminaban pasando la noche en los callejones parisinos todos los días. Sin embargo, si algún día le sucedía, prefería que fuera en compañía de Basile. Podría confiar en que el se encargaría de ciudarlo y no dejarlo abandonado por ahí. Para algo eran los amigos, ¿no?

-No me importa dormir bajo el mismo techo que tú, Basile, y estoy seguro de que podría soportar un par de ronquidos, me tiene sin cuidado- empezó a decir, apoyando sus codos en la madera del mesón, aun sin salir detrás de este, mientras con una mano se llevaba su vaso a los labios nuevamente. Dio un pequeño sorbo, ya que superado el shock inicial por la cantidad de alcohol en el, ese trago era delicioso. -Ahora solo queda averiguar porque no quieres que conozca a tu gitana. Definitivamente no será porque creas de que exista alguna remota posibilidad de que se enamore de mi en vez de ti, así que apostaré a que tiene un bigote tan pelirrojo como su cabello- concluyó el muchacho, tratando de mantener un semblante serio tanto tiempo como le fuera posible. Sin embargo, aquella expresión duró aproximadamente cinco segundos, dando paso a una carcajada que llenó el local.

por **Basile Grushenko** Miér Abr 04, 2012 3:37 am

¿Él, ordeñando vacas? No gracias, seguro que el animal le daba una coz o lo que fuera que hacían para mostrar su desagrado. Imaginarse asiendo la blanda ubre para extraer leche no lo llenaba precisamente de emoción, pero sí se moriría por vérselo hacer a Thibaut. Su amigo parecía demasiado fino para esa clase de cosas pero quién sabe, quizá en su ciudad natal todos arrimaban el hombro con las tareas del campo. Se rió entre dientes pero no dijo nada en voz alta, dando la impresión de que le había hecho gracia algo de lo que súbitamente se había acordado.

- Bueno, no fui exactamente desagradable... pero ya sabes que hay algunas señoritas que no aprecian mis atenciones.

Enarcó las cejas varias veces seguidas en un conocido gesto que auguraba segundas intenciones obscenas detrás. No había intentado realmente nada con Talena en ese sentido excepto el intercambio de algunas frases en tono jocoso, pero no porque la muchacha no fuera hermosa. Era simplemente que tenía cosas mejores que ofrecer a juicio del boticario que un cuerpo bonito.

- ¿Educación parisina? - Repitió acercándose como Beaudelaire le pedía para que le rellenara la copa. - De eso tienes tú más que yo, ya lo sabes. Los circos gitanos no son una buena influencia para los jóvenes sugestionables como tú.

Y luego decía que no le importaba dormir allí. En realidad no esperaba menos porque eran amigos, pero la idea le divirtió. No sabía cómo se comportaría Thibaut estando ebrio pero parecía ir en el buen camino para averiguarlo. No tenía ningún cargo de conciencia puesto que se estaba rellenando el vaso él mismo.

- Y encima querrás que te deje el lecho y me venga a dormir al mostrador. - Se quejó. - Eres toda una damisela.

Apoyó los codos sobre la madera y dio otro trago para acompañar al del chico, que parecía ya más acostumbrado a beber aquel brebaje que en principio había tachado casi de veneno. Estuvo a punto de escupirlo todo cuando Thibaut sugirió que Talena podía tener mostacho. ¡Por las barbas de una ballena! Y luego aquella carcajada que de verdad hacía que Basile se volviera un ser mucho más tratable que de costumbre, cuando estaba entre extraños. Se rió hasta quedar sin aire y negó con la cabeza intentando en vano explicarse.

- ¡No tienes remedio! Tus padres están malgastando dinero en tu educación, deberías ser juglar. El público te iba a adorar.

por **Thibaut Beaudelaire** Vie Abr 06, 2012 7:38 pm

¿Joven sugestionable? ¿Acaso Basile creía que era un joven sugestionable? Antes de ese momento, jamás se hubiera imaginado parte de un grupo así, aunque ahora que lo pensaba... Por mucho que hubiera sido una broma de parte del mayor, ¿qué tanta verdad habría en esa aseveración? Frunciendo el ceño de manera imperceptible, se llevó nuevamente su vaso a los labios, dejando que aquel fuerte licor borrara esa duda de su mente.

-Bueno, si es que tu me quieres ceder tu cama, yo no tendría ningún problema- dijo, volviendo a sonreír. -Aunque tampoco tendría problema alguno si fuera a dormir en un sillón- agregó, seguro de que no serían necesarias tantas medidas para acomodarlo. No esperaba embriagarse aquella noche, así que más que bien podría volver a su morada. No estaba tan lejos, aunque de noche, todos los caminos parecían más largos. Con los malandrines que llenaban las calles de París, quizás no fuera la decisión más sabia aventurarse a sus pasadizos estando ligeramente ebrio. Bueno, el tiempo haría saber cual sería el curso de acción más adecuado.

Y segundos después, al escuchar a su amigo estallar en carcajadas, no pudo más que imitarlo. Una risa tan energética no podía más que contagiarse y ver a su amigo riendo de aquella manera por algo que el había dicho lo llenaba de una sensación parecida al orgullo. A pesar de que casi nunca pensaba al respecto, la opinión que Basile pudiera tener de él le importaba de gran manera. Sabía que que se habían conocido tan solo hacía un par de meses, pero aun así la relación de amistad que se había desarrollado entre ellos dos era como nunca había tenido Thibaut antes.

-Creo que el único público adorador que tendría serías tú- comentó, cuando se pudo hacer oír entre las risas de su amigo, -mi humor es demasiado particular como para el público en general- dijo nuevamente, tomando un taburete que se encontraba detrás del mostrador y sentándose ahí. Tal como hubiera podido hacer Basile mientras atendía a su público. Depositó el vaso medio lleno en la madera y empezó a pasar su dedo índice por el borde de este, aun sonriendo. -Pues dejame decirte, amigo mío, que no has sido el único en conocer misteriosas jovencitas en París- empezó a contar Thibaut, aun sin estar demasiado seguro de que tipo de reacción esperaba de Basile, -hace un par de noches tuve el placer de conocer a una hermosa joven, de lo más intrigante-.

por **Basile Grushenko** Dom Abr 08, 2012 3:59 am

Realmente Basile no tendría ningún problema si se metieran los dos juntos dentro de la cama, pero esa era la parte que consideraba más oportuno callarse. Resolvió no beber más alcohol por lo que pudiera pasar. Hasta ahora había sabido controlarse muy bien tanto sobrio como borracho, pero después de que Talena le leyera la mano y le aconsejara que tuviera valor no se fiaba de sí mismo y de sus instintos. Y pensar que no podía darles rienda suelta hacía que se pusiera de mal humor.

- Yo me puedo ir al tejado. - Le contestó con más dureza de la que pretendía. - Con suerte cogeré una pulmonía.

Se frotó el entrecejo como si tuviera una jaqueca tremenda que le hubiera entrado de pronto. ¿Qué hacía? No tenía derecho a hablarle así a su amigo, definitivamente debería guardar aquella botella en concreto y reservarla solo para que la probaran los demás. A él no le hacía ningún bien.

- Perdona, me duele la cabeza. ¿Qué decías? - Sonrió ya recuperado de su arrebato anterior y se encogió de hombros queriendo consolarlo. - No creas, igual pronto tendrías una corte de admiradoras fijas que te seguirían de pueblo en pueblo. ¿No te gustaría? El jubón de colores te sentaría bien.

Apoyó los codos sobre el mostrador medio acostándose encima, riendo otra vez al imaginar esa escena que sus palabras estaban pintando. Basile también iría a verlo, claro, aunque igual las damas más entregadas no lo dejaban llegar a primera fila. Se quedaría por detrás escuchándolo como si fuera su madre, a él eso le daba igual, sabía que después si Thibaut quería celebrar la acogida entusiasta del público sería a él a quien llamaría para ir de parranda. Juntos. Como siempre lo hacían todo.

- Eh, eh, con calma. - Lo miró con interés cuando habló de jovenes guapas. - Tienes que contarme eso con más detalle. - Sin preguntarle nada le rellenó el vaso con el licor que quedaba en el suyo y que no se iba a beber.

por **Thibaut Beaudelaire** Mar Abr 10, 2012 10:36 pm

Aquel tono lo había tomado algo por sorpresa, pero al escuchar la disculpa de Basile, la sonrisa que casi se había esfumado de su rostro volvió a hacer su aparición. No pretendía haber alargado tanto su visita, ya las calles se encontraban bastante oscuras y la lluvia no parecía dejar de arreciar. No, jamás había pretendido pasar la noche en la casa de su amigo y si quería volver en una pieza a su morada, tendría que partir rápido. O al menos eso se dijo a si mismo cuando escuchó que a su amigo le dolía la cabeza.

-¡Basile, ella ha sido la dama más intrigante que jamás he conocido! A pesar de que usara ropa que denotaba pobreza, su manera de hablar daba a entender todo lo contrario- empezó a contarle, mientras soltaba una risa al ver como Basile rellenaba su vaso con los contenidos del propio. Suponía que, al sentir una jaqueca venir, no quería arriesgarse más con el alcohol. Y bueno, aquello podría mantenerlo abrigado mientras volvía a casa. Había dejado el caballo en el que había llegado amarrado a un poste de luz que se encontraba a un par de metros de la entrada de la botica, y esperaba por su propio bien que todavía siguiera en el mismo lugar. -Y era tan hermosa, compañero, como si se tratara de una princesa extranjera que ha perdido su fortuna- agregó, tomando un gran sorbo de su vaso. Definitivamente, Mirka había dejado una gran impresión en Thibaut. A pesar de que ni siquiera sabía su apellido (lo que hacía que las fantasías del muchacho sobre su origen llegaran a ser incluso algo descabelladas), no podía dejar de repetir en su mente todas las palabras y gestos que habían habido en su breve encuentro. Dudaba que dejara pasar otro día antes de dirigir una carta hacia su morada para pagar la visita correspondiente. Al fin y al cabo, no iba a rechazar una invitación a tomar el té de parte de una mujer como ella.

-Y no sé porque me emociono tanto, porque dudo que yo le haya causado una impresión así de grande, pero me he prometido a mi mismo que no será la última vez que la vea- siguió relatando, para a continuación tomarse de una vez el resto del licor que contenía su vaso. Si sus cálculos eran correctos, aquello le empezaría a afectar en unos diez a veinte minutos, por lo que mejor se subía a su caballo antes de que ocurriera. -Pero mi querido amigo, he abusado de tu amabilidad demasiado tiempo, creo que ha llegado la hora de retirarme- dijo Thibaut, después de carraspear un par de veces debido al alcohol recorriendo su garganta. Salió de detrás del mostrador y se dirigió a donde estaba el boticario, poniendo una mano en su hombro y con la otra dando un par de palmadas en el pecho del mayor. -Pero por todos los cielos, no creas que me he olvidado de Madame Irreverente, esa será una visita que pagaré con o sin ti-.

por **Basile Grushenko** Miér Abr 11, 2012 3:03 am

¿Cómo podía ser que no le hubiera dicho nada hasta ese momento si esa mujer le había causado tan honda impresión? Y además no se trataba de una gitana excéntrica con collares de cuentas, según su descripción, sino de toda una dama. La clase de pareja perfecta para Thibaut Beaudelaire y su linaje familiar, y daba igual la clase de ropa que usara si de verdad se comportaba así. Basile sonrió contento por el entusiasmo casi infantil de su amigo, ¿cómo no contagiarse? No iba a dejar que se echara por tierra la autoestima.

- Thibaut, amigo, si no le has causado esa impresión será porque además de ciega era tonta. - Quién quería tacto cuando se podía hablar a las claras. - No te subestimes, mírate. ¿Qué mujer te iba a decir que no?

Le frotó la cabeza con ademán cariñoso como si fuera su hermano mayor. La mayoría de victorias en la vida se lograban con la actitud de uno, la gente era muy crédula y confiaba ciegamente en el lenguaje no verbal que destilaba cada persona, y que por suerte era practicable. Era como ser actor. Si querías que los demás te trataran como noble así habías de actuar, y cuando llegabas a creer que eras alguien importante que solo merecía lo mejor empezabas a recibir lo mejor. La humildad y el servilismo estaban bien cuando andabas entre amigos íntimos que te conocían bien y que no iban a aprovecharse de ti, pero te hacían un flaco favor cuando tratabas con extraños. El chico debería aprender a tener agallas y a coger a aquella mujer a brazos si hacía falta cuando llegara el momento de ser un hombre.

- ¿Te marchas? Yo no tengo inconveniente en dormir en el sofá, lo decía en serio. ¿Cómo vas a irte ahora con dos copas de eso encima? Si vas andando te secuestrarán y si vas a caballo te caerás rodando. - Sonrió sabiéndose culpable de su posible próxima embriaguez. - ¡Pero...! ¡Olvida a Madame Irreverente! - Se rió. - Y céntrate en tu princesa extranjera.

No hizo ningún caso de esa mano que palmeaba su pecho. Y bueno, ahí estaba Thibaut, quizá enamorado por fin. Ese momento tenía que llegar tarde o temprano y Basile sería el amigo que el chico necesitaba, eso solo y nada más. Hasta Talena lo entendería si pudiera verlos ahora.

por **Thibaut Beaudelaire** Jue Abr 12, 2012 10:23 pm

-No, no, nada de eso, Basile, que podré llegar bien a los brazos de mi lecho si es que voy a buena velocidad, además el pobre caballo que me han facilitado no creo que resista toda la noche amarrado a la farola de afuera- le respondió, sonriendo feliz mientras sentía como su amigo lo despeinaba. Si alguna vez hubiera tenido un hermano mayor, imaginaba que las cosas podrían ser así. Y de ahora en adelante, pretendería ser de la misma manera con Dominic.

Una sonrisa entre boba e inocente se dejó mostrar en su rostro al escuchar esas dos palabras. Princesa extranjera era un excelente apodo para Mirka, porque estaba casi seguro de que realmente lo era. Pero tenía que sacar aquellos pensamientos de su mente si quería llegar en una pieza a donde se estaba alojando. Una risa jubilosa se escapó de sus labios mientras se alejaba del hombre e iba a recoger las cosas que aun colgaban en el gancho de la pared. Si no le había contado antes era porque también estaba interesado por lo que Grushenko tenía que decir. Según sus amigos, ese era su peor defecto: poner siempre las necesidades del otro por delante de las suyas. Antes de retirar el sombrero del ganchito, sacó sus guantes del bolsillo donde los había guardado para enfundar sus manos. No tuvo mayores problemas para hacerlo, y suponía que si hubiera estado realmente ebrio, aquel habría sido un cuento muy diferente. Sacó el sombrero y se lo encasquetó en su cabeza, a la mejor usanza parisina. La moda siempre iba cambiado, pero al parecer Thibaut podía adaptarse rápido a ella.

-Vendré a visitarte en un par de días si no te dignas a aparecer por mi casa, para controlar si esta jaqueca que sientes no se ha mejorado- por primera vez en meses, Thibaut se encontraba en la posición de que quizás fuera él el encargado de cuidar de cierto modo a Basile. Aunque dudaba que fuera grave... Por su propio bien y el de su amigo. -Y este sábado iré al circo, lo quieras o no- agregó, apuntándolo de forma juguetona con el dedo índice. ¿Qué tan difícil podría ser encontrar una gitana pelirroja? El no creía que tanto, aunque ya iba a averiguarlo. Volvió a tomar el paraguas que estaba apoyado en la pared y se acercó a la puerta del local.

-¡Ahora, compañero, abre las puertas del local! ¡Es imperativo que me enfrente a esta selva de edificios y piedras!- dijo, dramatizando. Aunque no se diera cuenta, parecía como si el licor se hubiera subido un poco más rápido de lo esperado a su cabeza. Pero ya se había convencido, no abusaría más de la amabilidad de Basile.

por **Basile Grushenko** Vie Abr 13, 2012 2:21 am

¿Qué esperaba, que Thibaut le dijera que quería dormir acurrucado contra él? En un mundo alternativo quizá, en éste era mejor que el chico se marchara según era su deseo. Lo vio vestirse pintando una sonrisa divertida ante sus gestos tan resueltos que tenían por objeto desafiar al alcohol que ya debía correr por sus venas. Le aseguró que le pondría unas líneas al día siguiente mismo informándole sobre su estado de salud, que en realidad era excelente puesto que tal jaqueca no existía. Le había servido solo como excusa para su repentino arrebato de mal humor, pobre Beaudelaire, sentía mentirle pero no tenía otra manera de actuar que no incluyera asustarlo, espantarlo de por vida y seguramente poner en peligro la integridad del propio Basile. No tenía muy claro cómo actuaría Thibaut si al boticario se le ocurriera confesarle su condición. ¿Sería capaz de delatarlo? Quería creer que no, pero uno nunca podía fiarse de absolutamente nadie.

- ¡Pero qué manía con el circo! Está bien. - Se rindió. - Iré contigo. Sé cuál es su carpa, la buscaremos y saciaremos tu curiosidad.

Tampoco parecía tan grave después de todo, solo charlarían, Basile los presentaría, Talena quizá no querría saber nada de ellos, verían un par de números emocionantes y regresarían a casa como dos niños después de pasar el día fuera de excursión. Volvió a reírse con ganas al escucharlo, negó con la cabeza y le abrió las puertas tal y como ordenada, pero también salió con él a la calle para vigilar desde allí que al menos llegara bien hasta su caballo.

- Haz el favor de ir con cuidado. - Le pidió, poniéndole una mano sobre el hombro derecho y dedicándole un apretón a modo de despedida. - Y ponme al día si sucede algo con tu princesa.

Después se quedó ahí de pie viéndolo marchar. Esperaba que esa mujer que le había causado tal impresión supiera darse cuenta de lo injustamente afortunada que era. No encontraría nada mejor que Thibaut, así que más le valía enterarse y no hacer sufrir a su muchacho o Basile tendría que ir a dejarle un par de cosas claras.

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