Aquella sensación.+18 (Marishka Marquand)

Poco era el tiempo en que la vampira llevaba en esa condición, estaba por cumplir 3 años desde que Lucian había mancillado su piel nívea, nunca pensó que aquella nueva "vida" le gustaría tanto, pero Marishka tenía una misión, la haría cumplir sin ningún problema. Así como su fragilidad y pureza había sido rota, la robaría del primero que se pusiera en frente, ese era su misión. No es que ahora sintiera dolor, tampoco es que sintiera odio, pero disfrutaba del dolor ajeno, y entendía porque habían disfrutado tanto quebrantándola. Se había hecho de grandes fortunas por varios lugares del mundo, su belleza y rostro inocente estaban siendo aprovechados por la portadora. Era increíble como cualquier hombre caía a sus pies, como la miraban con deseo y como la reclamaban suya sin darse cuenta que esa sería a la última persona que verían con vida. La vampiro fungiría un gran dolor tras la muerte de cada uno de sus "esposos" porque si, se casaba con ellos, con nombres diferentes, Francciela, Nadine, Roxanne, Antonella… Tantos nombres y pocos sabían el verdadero. Pocos se refería a Lucian, Mikhail, Tariq, Mina y ahora el insoportable d Razvan.

Si bien, esa noche había tenido que interpretar una puesta en escena sobre una princesa secuestrada, se hacía pasar por una actriz para que creyeran en aquella inocencia. Aquella princesa había sido golpeada, amordazada y violada. Su nueva familia (aquella a la que estaba por arrebatar la fortuna), había asistido, rompiendo en lagrimas, y aplausos por aquella magnifica interpretación. Si supieran acaso que ella había pasado todo eso, pero el doble, quizás le pondrían un altar y Marishka estaría asqueada. Por extraña razón lo estaba, se sentía fastidiada, asqueada, enfurecida, y con ganas de matar a cada humano que estuviera en aquella recinto. Para no cometer ninguna imprudencia y romper sus planes obteniendo una nueva fortuna, se despidió de la familia, haciéndose la "difícil" con el hijo mayor de estos, el futuro heredero.

Se había adentrado al bosque, había seducido a un par de hombres, bebido su sangre y dejado aquellos cuerpos a mitad de la nada, para cuando los encontraran seguramente estarían sin reconocimiento alguno. ¿Y ahora qué? La noche comenzaba a hacerse presente, era mejor buscar una nueva diversión, buscar nuevos aromas.

De alguna manera había llegado a aquel circo, el rostro de la vampira denotaba una increíble desilusión. No encontraba a nadie digno de ver, hasta ese momento. Una figura atrayente, un cuello blanco y pronunciado y unas ropas finas serían su nueva compañía. Su sonrisa se amplió notoriamente, incluso de manera perturbadora. Pagó en la entrada un vaso de aguas frescas y se camino directamente al joven. Cuando estaba a sus espaldas, chocó de manera "accidental", haciendo que todo ese jugo cayera en su cuerpo, un cuerpo bastante envidiable por cierto - ¡Lo siento señor! - Y ahí estaba de nuevo, Marishka actuando como las mejores, haciéndose pasar por una inocente y hermosa jovencita que tenía un accidente común - No me fije, disculpe mi torpeza - Su rostro se giró para poder captar aquella mirada, la suya parecía de una joven apenada, arrepentida, avergonzada - ¿Lo he manchado? Permítame remediar mi error - Sus manos se acercaron a la tela fina del hombre, jalando esta para ver si había caído gota alguna de aquella agua, fue tan fuerte su jale a la camisa que se escuchó un claro desgarre - ¡Lo lamento! - Volvió a decir, pero una sonrisa burlesca adorno su rostro, aspiraba aquel aroma varonil, y ahora lo quería para ella, y no solo lo quería, sería de ella.

La sonrisa burlesca de la vampiresa se hizo presente antes, mucho antes de lo planeado, había sido demasiado fácil poder encandilar a aquel humano, ni siquiera había necesitado mostrar un poco más de sus encantos para que el caballero le viera con ojos brillantes, la chica se irguió por completo, optando por tener la mejor de las posturas: Recatada, firme, sensual y con aire de salvajismo que pocas personas pueden denotar con tan solo una mirada y que a la joven le salía de maravilla. Se mordisqueó el labio inferior como otra forma de llamar la atención del caballero, un poco más pues ya lo tenía entre sus manos. Marishka había encontrado una presa fácil, pero no por eso iba a subestimarlo. Era como estirar la mano, poder tomar algún trozo de comida deliciosa, doblar el brazo y llevarlo a la boca, así había sido de fácil, la diferencia es que la comida, no siente, no grita, no suplica, y el humano si lo haría, y la deleitaría como ella deseaba, como lo imaginaba.

Era tan amplia la sonrisa que la joven mostraba que se podía notar a la perfección aquella hermosa dentadura. Blanca como la luna, filosa como la peor de las armas. La belleza y la inteligencia son la peor de las armas y ella la poseía. Sin pensarlo dos veces, aspiro el aroma que el caballero emanaba, era una mezcla embriagante sin duda alguna, bastante dulce, una mezcla entre chocolate, caramelo, se sentía como el poder estar entre los brazos del mejor de los amantes, con el más cálido y fuerte de los abrazos, y con el beso más apasionado y adictivo. Así era la sensación de el aroma del humano, sin duda alguna sus caninos se desplegaron, saludando la piel de aquel hombre que tenía enfrente, de ser por ella se le hubiera aventado encima desde el primer momento, le hubiera pedido que la poseyera, y sin duda habría tomado de él como si antes le hubiesen prohibido tal hecho durante grandes periodos - Marishka - Susurró de manera sugerente, sintiendo como su boca sufría estragos por el deseo de mancillar esa piel.

Ladeó el rostro aun con ese aire inocente - ¿Comer? ¿Desea comer con esta su humilde servidora que ha arruinado tan finos ropajes? - Era tan buena actriz que de pensar que mentía sería un gran pecado, y no es que fuera incorrecto desconfiar de ella, pero su manera tan correcta de hacer las cosas no la delataba. La chica se acercó al caballero, ignorando que aquella agua de fritas estuviera adornando su cuerpo y su aroma. Se arrojó a sus brazos cual damisela en peligro, estrechando con fuerza su cuerpo contra el de él, restregándole los pechos de manera "inocente", y sintiendo como el calor ajeno la llenaba de deseo por sentir como podría revolcarse con él en una cama. - Pero… deberíamos cambiarnos de ropa, nadie nos dejará entrar a restaurantes con esta condición - Volvió a dejar salir esa voz cantarina, aterciopelada y sensual, pero no fue un juego de palabras normales, la chica no deseado perder más tiempo, su lengua salió de sus labios como si se tratará de una víbora escuchando la música de un encantamiento, lamiendo el lóbulo de la oreja ajena. Hoy no iba a jugar a las restricciones, hoy deseaba un cuerpo y sangre, y lo había encontrado, de no cumplirle, lo tomaría a la fuerza y después le quitaría la vida.

La inocencia en un ser humano es algo bastante adictivo, más cuando aquellos han sido corrompidos de muchas maneras. Observar ese brillo de bondad en los ojos de su ahora acompañante la hacía sonreí en forma burlona. Marishka mancillaría esa piel, profanaría ese cuerpo, y se quedaría con aquella fortuna, pero primero disfrutaría de una buena porción de sexo acompañada de una gran mordida en aquel cuello. Siguió al joven hasta aquella carpa. ¿Acaso no había notado la cercanía que la vampiresa había tenido con él? No, aquel hombre no podía ser un idiota, se había fijado en ella, ¿y quién no lo haría? Pero él había sido el elegido y más valía que no desperdiciara su oportunidad.

Sólo espero unos momentos mientras dejaba hacer a aquel hombre, sin hacer ruido alguno se adentro a la carpa, observando el cuerpo bien trabajado del muchacho, sin duda alguna estaba bien formado, muchos hombres hoy en día estaban demasiado flacuchos, demasiado débiles, ya no se preocupaban por sus cuerpos, de mantenerlos saludables, eso daba un plus, pues se volvían bastante apetecibles.

Con suavidad llevé mi mano a la punta de los lazos para deslizarlos y deshacer el nudo, poco a poco el ajuste del corsé cedía a los movimientos que se le exigían, hasta que por fin el cuerpo fue liberado, la joven no dudo en quitar también aquel faldón bajo el corsé, su envidiable y delicada figura ahora solo estaba cubierta por un sujetador y una diminuta ropa interior. Pocas cosas se quedaban a la imaginación del espectador, pero las necesarias para poder desear explorar cada parte el cuerpo de la joven.

Su mano fría se estiró hasta tocar el hombro del caballero, atrás de él. ¿Tan torpe era que no había sentido su presencia dentro de esa carpa? O quizás el nerviosismo había ayudado a no notarla, si, seguramente eso era - Estoy aquí - Susurró de manera sugerente, dejando que el don de encandilar de manera natural que poseían los suyos comenzara a hacer estragos con aquel jovencito atrevido.

Antes que aquel caballero pudiera voltearse, Marishka deslizó la yema de los dedos con cuidado por la espalda del joven hasta llegar al borde de su ropa interior, en ella jaló un poco el elástico de la prenda, y mientras el joven se daba la vuelta sus dedos trazaron la linea hasta posarse sobre su abdomen, la mano comenzó a subir por aquel bien trabajado abdomen, hasta por fin llegar a su cuello. - ¿Deseas tocar también? - Sonrió ampliamente, mostrando la seguridad y el deseo en sus palabras.

Aquellas prendas indicaban lo que más le interesaba, aquel muchachito era de un poder adquisitivo alto, y tenía un atractivo físico demasiado grande. Le gustaba el olor que desprendía. Sus manos cálidas ahora acariciaban su suave y fría piel. Marishka tenía ganas de divertirse, no solo atemorizando a las personas, el sexo era importante, era adictivo. La chica ahora estaba sentada sobre él, pasaba sus manos con suavidad y delicadeza por aquel abdomen desnudo, sin embargo sus uñas rasgaban esa piel, hacían pequeños caminos que se quedaban marcados, algunos desprendían un pequeño hilo de sangre. - Delicioso - Susurró, sus ojos dejaron de ser tan claros como un día fuera de la ciudad, más claros que un cielo despejado con el sol a todo lo que daba, ahora el tono de ellos era tan negro como la noche cómplice que la dejaba deambular a su antojo.

Sus labios se unieron de nueva cuenta a las del chico, ni siquiera pidió permiso, simplemente no le daría oportunidad de objetar lo más mínimo. Su sonrisa se hizo más grande, más prolongada, sus colmillos se alargaron dejando en claro que no tenía solo sed de placer al copular, también de aquella sangre que olía a gloria, no importaba que se hubiera alimentado tan pronto, el sexo con un poco de sangre era la mejor de las combinaciones.

Bajó sus labios lentamente hasta aquel cuello que sentía le gritaba para beber de él, su lengua se alargó amenazante dando varios lengüetazos a aquella zona, disfrutaba de ser dominante pero también disfrutaba rotundamente de un amante pasional, debilidades como un buen hombre en la cama era las que tenía, más le valía a Antuan dar la talla y hacerle caer en mínimo un orgasmo o estaba segura le arrancaría la cabeza sin pensarlo demasiado.

La chica se acomodó con suavidad pero dejó caer su cuerpo, todo el peso cuando su intimidad chocaba contra el miembro erecto de su ahora amante - Hazme gritar - Le ordenó como si ella fuera su dueña aunque de cierta manera desde que aquel chico había decidido acercarse y besarla ya había firmado un contrato, ahora sería la mascota de Marishka, si necesitaba de su dinero acudiría a él, si necesitaba de su sangre acudiría a él, si necesitaba de una buena follada también iría, no porque no tuviera con quien, más bien lo haría porque era suyo, y porque se le antojaría. Movió con fuerza su cadera haciendo que su propia ropa interior se hundiera por la erección que sobresalía de la ropa del chico, aquel roce de cuerpos era bastante excitante, no dejaba de repetir ese movimiento, observando la cara de placer del chico - Te tengo buenas y malas noticias ¿Cuál deseas primero? - Se separó para poder verlo, con esa sonrisa llena de burla y al mismo tiempo demoniaca. Era momento de mostrarle su verdadero yo.