AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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And when the beast is calmed... [Marishka Marquand]
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And when the beast is calmed... [Marishka Marquand]
Correr, correr es lo que quería aquella noche. De algún modo mis instintos mas oscuros y primitivos habían aflorado nuevamente ante su presencia, la enana de mi acompañante me había visto mas bestia que nunca ante uno de sus nuevos "juguetitos", simplemente me había hecho cargo de que ese gilipollas no volviese abrir mas la boca. Ella ama esta ciudad, desconozco de por que lo hace pero así es, le he dicho que no tenemos nada que nos ate aquí y que deberíamos marcharnos, seguir viajando buscando nuevas experiencias pero se niega, no sé que ha encontrado aquí pero se niega, después claramente hemos discutido ya que por si fuera poco que yo acabase con uno de sus nuevos humanos también le había impuesto la decisión de marcharnos de aquí, fue una discusión fuerte como las que solo los vampiros tenemos, golpes, gritos y sangre, no había acabado bien el asunto.
Nada ni nadie nos retiene aquí, se lo he intentado hacer ver por las buenas y obviamente luego por las malas, poca paciencia suelo tener y que mi creación me falte el respeto de esa manera no lo consiento, puede que ella sea unos cuantos centímetros mas alta que yo pero soy su jodido creador, si digo que quiero marcharme de París así va a ser, espero que lo entienda, somos nómadas, nos hemos acostumbrado a un estilo de vida que pocos vampiros tienen pues cambiamos constantemente de lugar, suerte tenemos si hemos estado mas de un mes en el mismo sitio, mucha suerte, soy incapaz de entender que ha cambiado ahora para que la pequeña piense de diferente manera.
Llevaba un buen rato saltando de techo en techo, casa por casa, se me habían pasado por mis narices varias oportunidades de dar caza a unos cuantos humanos pero había optado por no hacer nada, hoy no tenia precisamente ganas de cazar, estaban de suerte aquellos sacos de sangre pues normalmente cuando estoy de mal humor y furioso me da por arrasar con cualquier humano que tenga delante, hoy no, el por que no lo sé pero hoy solo quiero estar solo y pensar, no suelo hacerlo pues soy mas de actos impulsivos, pensar es de gilipollas siempre he pensado, no es así, hoy por primera vez en toda mi existencia necesitaba pensar , es ridículo por es lo que hay.
Había optado por hacer un pequeño descanso en lo que era una especie de parque, oscuro y que el sonido de los insectos nocturnos era lo único que se podía escuchar en aquel lugar, me senté cerca de lo que parecía un pequeño lago y como si fuese un mocoso de nueve años de verdad lleno de inocencia empecé a lanzar piedrecitas, el problema es que en realidad no era un crió de nueve años ni tenia inocencia alguna, esas dos cosas las había dejado atrás hacia mucho tiempo pero suponía que me relajaba hacer eso, suspiré aumentando la velocidad en que tomaba piedras y las lanzaba con rabia al agua, miedo es lo que tenia, miedo de que se fuera de mi lado, he vivido mucho tiempo solo y se que no podré aguantar tanto tiempo sin tener una compañera de caza tan fiel como ella, no aguantaré, no lo haré.
Nada ni nadie nos retiene aquí, se lo he intentado hacer ver por las buenas y obviamente luego por las malas, poca paciencia suelo tener y que mi creación me falte el respeto de esa manera no lo consiento, puede que ella sea unos cuantos centímetros mas alta que yo pero soy su jodido creador, si digo que quiero marcharme de París así va a ser, espero que lo entienda, somos nómadas, nos hemos acostumbrado a un estilo de vida que pocos vampiros tienen pues cambiamos constantemente de lugar, suerte tenemos si hemos estado mas de un mes en el mismo sitio, mucha suerte, soy incapaz de entender que ha cambiado ahora para que la pequeña piense de diferente manera.
Llevaba un buen rato saltando de techo en techo, casa por casa, se me habían pasado por mis narices varias oportunidades de dar caza a unos cuantos humanos pero había optado por no hacer nada, hoy no tenia precisamente ganas de cazar, estaban de suerte aquellos sacos de sangre pues normalmente cuando estoy de mal humor y furioso me da por arrasar con cualquier humano que tenga delante, hoy no, el por que no lo sé pero hoy solo quiero estar solo y pensar, no suelo hacerlo pues soy mas de actos impulsivos, pensar es de gilipollas siempre he pensado, no es así, hoy por primera vez en toda mi existencia necesitaba pensar , es ridículo por es lo que hay.
Había optado por hacer un pequeño descanso en lo que era una especie de parque, oscuro y que el sonido de los insectos nocturnos era lo único que se podía escuchar en aquel lugar, me senté cerca de lo que parecía un pequeño lago y como si fuese un mocoso de nueve años de verdad lleno de inocencia empecé a lanzar piedrecitas, el problema es que en realidad no era un crió de nueve años ni tenia inocencia alguna, esas dos cosas las había dejado atrás hacia mucho tiempo pero suponía que me relajaba hacer eso, suspiré aumentando la velocidad en que tomaba piedras y las lanzaba con rabia al agua, miedo es lo que tenia, miedo de que se fuera de mi lado, he vivido mucho tiempo solo y se que no podré aguantar tanto tiempo sin tener una compañera de caza tan fiel como ella, no aguantaré, no lo haré.
Dalton Spitz- Vampiro Clase Alta
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Re: And when the beast is calmed... [Marishka Marquand]
Llevaba dos noches seguidas sin haber ingerido ese liquido carmín que tanto le gustaba, eso era evidente. Su rostro se veía demacrado, su cabello no brillaba, era extraño ver a esa vampiresa de esa manera. No se había alimentado por elección propio, pasaba que estaba demasiado concentrada dándole caza a un vampiro, a una criatura de su espacie porque estaba cansada de él, no se había detenido ni siquiera un segundo, para ella los estorbos tenían que ser exterminados lo antes posible, sin importar las comodidades, las riquezas, la elegancia, en ese aspecto era terca, mucho, sino lograba su meta a tiempo entonces no estaría dispuesta a darse premios, así era ella, siempre tan perfecta, y a la vez tan estricta consigo misma. Esos dos días sin alimento le sirvieron, le había dado frutos, pues había destrozado a ese maldito vampiro, lo había hecho de la manera más dolorosa que existiera, nadie se metía con ella, estaba orgullosa de ser así, una "maldita zorra", así la llamaban, y no le importaba, prefería que le dieran un juicio de valor como ese, a no tener, le gustaba que los demás (incluidos los de su especie) la respetaran, le temieran y al mismo tiempo, la adoraran.
No había tiempo que perder. Era momento de recibir su premio. ¡Y vaya premio! La vampiresa había conocido apenas minutos antes a un hombre de descendencia egipcia, ¿Cómo lo sabía? Fácil, sus gestos y su lengua lo delataban, olía delicioso, era bastante alto, quizás 1.98, con un cuerpo escultural. Pobre de él, creyendo que había conseguido a una mujer fácil, no sabía nada de la vida, carecía de inteligencia, de instinto de supervivencia. de una manera asquerosamente sencilla se le había entregado. La vampiresa enterraba sus colmillos en su mandíbula, absorbiendo su esencia, disfrutando de sus quejidos, de sus pataleos, de todo ese drama que los humanos hacían de manera inútil, la fuerza que ella tenía no podía ser superada con facilidad por una criatura tan inferior, y dado que ya había enterrado los colmillos no había vuelta atrás. Cuando las gotas de sangre dejaron de salir en abundancia, la vampiresa lo dejó caer con fuerza a su lado, que los humanos se encargaran de recogerlo, ella no gastaba su tiempo limpiando la escena del crimen, era fiel creyente de que seres como ellos debían dominar el mundo, mostrarse en su esplendor, nada de estarse ocultando como alcantarillas.
- Sólo tú puedes compararte conmigo, tan bella, tan imponente - Sus labios se separaron de manera muy ligera, dejando que apenas unas palabras salieran. Marishka estaba orgullosa de su condición, estaba orgullosa de ser así de arrogante, de ególatra. ¿Quién no lo estaría al ser ella? Había sido creada por lo mejor, como la realeza de los vampiros. Los Arganeau eran sus creadores, sus padres. Recordarlos inflaba su pecho, y su mentón lo mantenía al aire.
Había recuperado su belleza después de su segunda presa. La noche estaba demasiado serena para su gusto ¿Qué podía hacer? Caminar, avanzar por las calles, buscar con quien distraerse, un poco de sexo, sangre ya no deseaba, quizás una buena platica, lo malo de aquella noche es que, no deseaba el encuentro de algún conocido, estaba fastidiada de ellos, necesitaba algo diferente, a alguien desconocido que levantara su libido o las ganas de compartir una buena charla llena de intelecto. La vampiresa era bastante selectiva cuando se trataba de relaciones, quizás por eso dudaba mucho de encontrar a alguien indicado.
Avanzó como sino existiera un mañana, por el cansancio no se preocupaba, no lo tendría mientras la luna estuviera en su máxima expresión. Sus piernas la llevaron hasta un lugar en particular. Sus fosas nasales captaron un olor diferente… Un cuerpo pequeño, pero algo estaba mal, la esencia despegaba a la misma muerte ¿Quién sería? Su curiosidad era grande, por lo que siguió el camino que le indicaba aquel delicioso olor. Si, a Marihska le gustaba el sabor de la sangre de vampiro, ese sensación de riesgo, la mezcla de la sangre de un vivo y un muerto. Tan asquerosamente riesgo y delicioso. Se detuvo detrás de un cuerpo pequeño ¿Era un niño? Si, parecía un niño lanzando rocas - No creo que tú fuerza sólo sea esa, hay más dentro de ti, lanza, muéstrame tú potencial caballero - Le guiñó uno de sus ojos, mostrando una sonrisa lasciva. Recordemos que Marishka es selectiva, quizás por eso se había detenido con la pequeña criatura de su especie, nunca antes había conocido a alguien así.
No había tiempo que perder. Era momento de recibir su premio. ¡Y vaya premio! La vampiresa había conocido apenas minutos antes a un hombre de descendencia egipcia, ¿Cómo lo sabía? Fácil, sus gestos y su lengua lo delataban, olía delicioso, era bastante alto, quizás 1.98, con un cuerpo escultural. Pobre de él, creyendo que había conseguido a una mujer fácil, no sabía nada de la vida, carecía de inteligencia, de instinto de supervivencia. de una manera asquerosamente sencilla se le había entregado. La vampiresa enterraba sus colmillos en su mandíbula, absorbiendo su esencia, disfrutando de sus quejidos, de sus pataleos, de todo ese drama que los humanos hacían de manera inútil, la fuerza que ella tenía no podía ser superada con facilidad por una criatura tan inferior, y dado que ya había enterrado los colmillos no había vuelta atrás. Cuando las gotas de sangre dejaron de salir en abundancia, la vampiresa lo dejó caer con fuerza a su lado, que los humanos se encargaran de recogerlo, ella no gastaba su tiempo limpiando la escena del crimen, era fiel creyente de que seres como ellos debían dominar el mundo, mostrarse en su esplendor, nada de estarse ocultando como alcantarillas.
- Sólo tú puedes compararte conmigo, tan bella, tan imponente - Sus labios se separaron de manera muy ligera, dejando que apenas unas palabras salieran. Marishka estaba orgullosa de su condición, estaba orgullosa de ser así de arrogante, de ególatra. ¿Quién no lo estaría al ser ella? Había sido creada por lo mejor, como la realeza de los vampiros. Los Arganeau eran sus creadores, sus padres. Recordarlos inflaba su pecho, y su mentón lo mantenía al aire.
Había recuperado su belleza después de su segunda presa. La noche estaba demasiado serena para su gusto ¿Qué podía hacer? Caminar, avanzar por las calles, buscar con quien distraerse, un poco de sexo, sangre ya no deseaba, quizás una buena platica, lo malo de aquella noche es que, no deseaba el encuentro de algún conocido, estaba fastidiada de ellos, necesitaba algo diferente, a alguien desconocido que levantara su libido o las ganas de compartir una buena charla llena de intelecto. La vampiresa era bastante selectiva cuando se trataba de relaciones, quizás por eso dudaba mucho de encontrar a alguien indicado.
Avanzó como sino existiera un mañana, por el cansancio no se preocupaba, no lo tendría mientras la luna estuviera en su máxima expresión. Sus piernas la llevaron hasta un lugar en particular. Sus fosas nasales captaron un olor diferente… Un cuerpo pequeño, pero algo estaba mal, la esencia despegaba a la misma muerte ¿Quién sería? Su curiosidad era grande, por lo que siguió el camino que le indicaba aquel delicioso olor. Si, a Marihska le gustaba el sabor de la sangre de vampiro, ese sensación de riesgo, la mezcla de la sangre de un vivo y un muerto. Tan asquerosamente riesgo y delicioso. Se detuvo detrás de un cuerpo pequeño ¿Era un niño? Si, parecía un niño lanzando rocas - No creo que tú fuerza sólo sea esa, hay más dentro de ti, lanza, muéstrame tú potencial caballero - Le guiñó uno de sus ojos, mostrando una sonrisa lasciva. Recordemos que Marishka es selectiva, quizás por eso se había detenido con la pequeña criatura de su especie, nunca antes había conocido a alguien así.
Marishka Marquand- Vampiro Clase Alta
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Re: And when the beast is calmed... [Marishka Marquand]
Es una manera ridícula de desahogarse incluso para un ser de mi tamaño, estas cosas solo hacen que me arrepienta cada vez mas de haber creado a semejante vampiresa, no me gusta arrepentirme de mis decisiones pues nunca lo suelo hacer, lo que esta hecho esta hecho pero en este caso me empiezo a plantear si sinceramente valió la pena, quizás me precipite convirtiendo a alguien tan pequeña como yo, estaba solo, en aquellos días estaba solo y necesitaba una acompañante para cazar, viajar y disfrutar de nuestra condición, todo ha ido según lo planeado hasta ahora, he cometido el error de venir hasta aquí, ha encontrado a alguien, lo sé, la enana a encontrado a alguien con el cual pasárselo mejor que conmigo, frustración, quizás me tenia que plantear seriamente la idea de cambiar de compañía, era hacer eso o acabar con la vida de la mocosa, sinceramente no estaba preparado para hacer lo segundo pues a pesar de ser un enano con muy mal humor y pocos sentimientos ella es como si fuese mi hija, irónico lo sé pero seria incapaz de hacerle daño, al menos por ahora.
Pronto el juego con las piedritas se vio interrumpido por una presencia, había podido olerla cuando aun estaba a un par de kilómetros de distancia pero poco a poco se iba acercando, era una mujer, sí, podía notarlo y ademas me arriesgaría a decir que es hasta bella, si hubiese sido en otro momento no me hubiese importado nada divertirme con ella, hace tiempo que no me divierto con uno de los míos y como he dicho antes quizás lo que mejor me viene ahora mismo es cambiar de compañía, en otro momento tal vez, hoy no estoy de buen humor, solo quiero estar solo.
-No tengo nada que demostrarte - Gruñí una vez que escuché su voz a mis espaldas, continué con mi particular juego con las piedras, no se marchaba, seguro que andaba en busca de diversión esta noche y había dado con el vampiro equivocado, soy un cachondo, me encanta pasármelo bien a costa de los humanos y si tengo compañía de alguien de los míos muchísimo mejor, pero hoy no es el momento ni el lugar para eso.
-Lárgate - Le pedí aumentando el tono de mi voz infantil considerablemente, no me gusta tener que repetir las cosas y parece que la tipa no capta el mensaje, sin mas cansado de notar todavía su presencia sobre mis espaldas agarré una piedra, esta mas grande de las que estaba lanzando al agua y me giré, alzando mi mano con la piedra ¿Quería que le demostrara mi fuerza? pues lo iba hacer -¿Quieres que te demuestre mi fuerza de verdad bonita? - Mostré una de esas típicas sonrisas diabólicas que son tan fáciles de ver en mi, jamas había tenido intención de sonreír pero cuando me comporto como un autentico capullo y los pensamientos de maldad invaden mi cabeza soy incapaz de retener esos actos, no tengo ningún problema en mostrarle lo hijo de puta que puedo llegar a ser, incluso puede ser divertido y consigo que quitarme todas estas tonterías de la cabeza.
Sin pensarlo lancé la piedra hacia ella con furia, ahí tenia mi fuerza.
Pronto el juego con las piedritas se vio interrumpido por una presencia, había podido olerla cuando aun estaba a un par de kilómetros de distancia pero poco a poco se iba acercando, era una mujer, sí, podía notarlo y ademas me arriesgaría a decir que es hasta bella, si hubiese sido en otro momento no me hubiese importado nada divertirme con ella, hace tiempo que no me divierto con uno de los míos y como he dicho antes quizás lo que mejor me viene ahora mismo es cambiar de compañía, en otro momento tal vez, hoy no estoy de buen humor, solo quiero estar solo.
-No tengo nada que demostrarte - Gruñí una vez que escuché su voz a mis espaldas, continué con mi particular juego con las piedras, no se marchaba, seguro que andaba en busca de diversión esta noche y había dado con el vampiro equivocado, soy un cachondo, me encanta pasármelo bien a costa de los humanos y si tengo compañía de alguien de los míos muchísimo mejor, pero hoy no es el momento ni el lugar para eso.
-Lárgate - Le pedí aumentando el tono de mi voz infantil considerablemente, no me gusta tener que repetir las cosas y parece que la tipa no capta el mensaje, sin mas cansado de notar todavía su presencia sobre mis espaldas agarré una piedra, esta mas grande de las que estaba lanzando al agua y me giré, alzando mi mano con la piedra ¿Quería que le demostrara mi fuerza? pues lo iba hacer -¿Quieres que te demuestre mi fuerza de verdad bonita? - Mostré una de esas típicas sonrisas diabólicas que son tan fáciles de ver en mi, jamas había tenido intención de sonreír pero cuando me comporto como un autentico capullo y los pensamientos de maldad invaden mi cabeza soy incapaz de retener esos actos, no tengo ningún problema en mostrarle lo hijo de puta que puedo llegar a ser, incluso puede ser divertido y consigo que quitarme todas estas tonterías de la cabeza.
Sin pensarlo lancé la piedra hacia ella con furia, ahí tenia mi fuerza.
Dalton Spitz- Vampiro Clase Alta
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Re: And when the beast is calmed... [Marishka Marquand]
Su hermoso, curvilíneo, y deseable cuerpo se mantenía rígido frente al pequeño hombrecito que tenía enfrente. Era inevitable voltear a verla. Estando inmóvil se asimilaba a una figura esculpida proveniente de Italia. Podían soltar suspiros tanto hombres y mujeres al admirarla, y no sólo era gracias a su belleza, también a ese magnetismo que los de su condición poseían. Lo único que se movía de ella eran sus lagos y negros cabellos, pues el viento chocaba contra ellos de una manera grácil, incluso verla inmóvil llamaba al deseo ferviente del cuerpo de cualquier criatura. Su cabello era una incitación, una invitación. ¿A qué? ¿A quién? Pues al pequeño inmortal que tenía enfrente. Era hora de jugar, tenía ganas de hacerlo, y cuando algo se le cruzaba en la cabeza, no desertaba hasta tenerlo. Ella era así, tan terca. Para los humanos sus actitudes eran reprobables, para los vampiros eran honras. No se movía, no podía, estaba tan quieta y tranquila disfrutando de la vista, de esa pequeña criatura que la estaba embriagando simplemente por no conocer antes a alguien como él. La noche aburrida se volvería interesante, sin duda.
Por fin un movimiento, la vampiresa había arqueado una de sus cejas al escucharlo hablar. No pudo evitar morderse el labio inferior bastante entretenida ante la actitud del guerrero que tenía enfrente, no deseaba que pensará que se estaba burlando, al contrario, le parecía bastante genuina la actitud. "¡Diablos Marishka, es un mocoso, largare de ahí" En su cabeza su propia voz retumbaba recriminando sus distracciones. ¿Quién estaba tan dañado para sentir deseo y atracción por un pequeño infante? Pues claro, después de todo lo que había vivido, ella lo estaba.
Su mano se alzó a la altura de su cabeza, sintió como la piedra que era arrojada rasgaba su mejilla, ni siquiera se inmutó por el pequeño raspón que estaba recibiendo. La piedra había sido atrapada por su mano, y antes de que sus ojos se volvieran a abrir en un parpadeo la destrozó haciendo que los restos cayeran al suelo. Sus dedos se movieron limpiando lo restando del granito. Suspiró negando con la cabeza en dirección al pequeño hombrecito - Uhmm - La sonrisa llena de malicia de la vampiro se asomó en sus labios, si él estaba de mal humor buscaría quitarle ese mal humor provocándolo, deseaba verlo en acción. - ¿Acaso al pequeño no le enseñaron a respetar a sus mayores? - Chasqueó la lengua de forma sugerente. Su mano, la que había destrozado la piedra descansó en su cadera - Podría enseñarte modales, tengo mis métodos - Y ahí estaba, entrando al juego, retando a un desconocido, a un pequeño a jugar con fuego, y ella también entraba al juego, y no le molestaba reconocerlo, no era de esas criaturas que arrojaban la piedra y escondían la mano, así como ese pequeño, al atacarla sin el menor de los temores la ya tenía en la bolsa.
- ¿Así que bonita he? Tú no estás nada mal - En su rostro una sonrisa mordaz aparecía, la vampiresa estaba famélica, deseosa de probar la sangre de esa pequeña criatura, sabía que esa noche ensuciaría su vestido con un pequeño combate, en realidad no le importaba, pensándolo bien, se estaba predisponiendo, no conocía al pequeño, no sabía como sería capaz de reaccionar, lo mejor para ella en ese momento era esperar. Movió su cuerpo ligeramente, avanzando hasta llegar al frente de un árbol, exactamente hasta el tronco de éste, se recargo de manera despreocupada, había perdido el contacto visual, la ventaja de su naturaleza es que no necesitaba ver para saber los movimientos de la persona cercana. - ¿Más piedras? Vamos, muéstrame lo infantil que eres, quiero divertirme está noche - Oh Marishka, jugando siempre a tentar al diablo. Apenas llevaba cuatro años de inmortal y ya tenía el mundo en sus manos, y el tiempo que faltaba.
Cuando estaba por fin perfectamente recargada, volvió a encontrarse con los oscurecidos ojos del vampiro. Los niños, simplemente por pequeños tienen ventajas, su "inocencia" puede engañar hasta el peor de los criminales, hasta el más despiadado, puede engañar de tal manera que saldría cualquier adulto perdiendo, sólo basta amoldar su mente para hacerlos triunfar en cualquier momento. ¿Será ese el caso? Por esa razón Marishka no lo estaba subestimando, y aunque no supiera en que estaba metida del todo, debía estar alerta.
Por fin un movimiento, la vampiresa había arqueado una de sus cejas al escucharlo hablar. No pudo evitar morderse el labio inferior bastante entretenida ante la actitud del guerrero que tenía enfrente, no deseaba que pensará que se estaba burlando, al contrario, le parecía bastante genuina la actitud. "¡Diablos Marishka, es un mocoso, largare de ahí" En su cabeza su propia voz retumbaba recriminando sus distracciones. ¿Quién estaba tan dañado para sentir deseo y atracción por un pequeño infante? Pues claro, después de todo lo que había vivido, ella lo estaba.
Su mano se alzó a la altura de su cabeza, sintió como la piedra que era arrojada rasgaba su mejilla, ni siquiera se inmutó por el pequeño raspón que estaba recibiendo. La piedra había sido atrapada por su mano, y antes de que sus ojos se volvieran a abrir en un parpadeo la destrozó haciendo que los restos cayeran al suelo. Sus dedos se movieron limpiando lo restando del granito. Suspiró negando con la cabeza en dirección al pequeño hombrecito - Uhmm - La sonrisa llena de malicia de la vampiro se asomó en sus labios, si él estaba de mal humor buscaría quitarle ese mal humor provocándolo, deseaba verlo en acción. - ¿Acaso al pequeño no le enseñaron a respetar a sus mayores? - Chasqueó la lengua de forma sugerente. Su mano, la que había destrozado la piedra descansó en su cadera - Podría enseñarte modales, tengo mis métodos - Y ahí estaba, entrando al juego, retando a un desconocido, a un pequeño a jugar con fuego, y ella también entraba al juego, y no le molestaba reconocerlo, no era de esas criaturas que arrojaban la piedra y escondían la mano, así como ese pequeño, al atacarla sin el menor de los temores la ya tenía en la bolsa.
- ¿Así que bonita he? Tú no estás nada mal - En su rostro una sonrisa mordaz aparecía, la vampiresa estaba famélica, deseosa de probar la sangre de esa pequeña criatura, sabía que esa noche ensuciaría su vestido con un pequeño combate, en realidad no le importaba, pensándolo bien, se estaba predisponiendo, no conocía al pequeño, no sabía como sería capaz de reaccionar, lo mejor para ella en ese momento era esperar. Movió su cuerpo ligeramente, avanzando hasta llegar al frente de un árbol, exactamente hasta el tronco de éste, se recargo de manera despreocupada, había perdido el contacto visual, la ventaja de su naturaleza es que no necesitaba ver para saber los movimientos de la persona cercana. - ¿Más piedras? Vamos, muéstrame lo infantil que eres, quiero divertirme está noche - Oh Marishka, jugando siempre a tentar al diablo. Apenas llevaba cuatro años de inmortal y ya tenía el mundo en sus manos, y el tiempo que faltaba.
Cuando estaba por fin perfectamente recargada, volvió a encontrarse con los oscurecidos ojos del vampiro. Los niños, simplemente por pequeños tienen ventajas, su "inocencia" puede engañar hasta el peor de los criminales, hasta el más despiadado, puede engañar de tal manera que saldría cualquier adulto perdiendo, sólo basta amoldar su mente para hacerlos triunfar en cualquier momento. ¿Será ese el caso? Por esa razón Marishka no lo estaba subestimando, y aunque no supiera en que estaba metida del todo, debía estar alerta.
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