Victorian Vampires
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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Jue Mar 13, 2014 9:28 pm

“El hambre asecha las calles de mi existencia, no puedo pensar siquiera en lo que intento hacer, siquiera en ser lógico con mis acciones.”
Ya eran días sin poder probar una gota de sangre; ¿por qué? No podía alimentarme, me daba nauseas tener que desgarrar el cuerpo de alguien para poder beber aquel maldito elixir que me hacía subsistir, varado en la infinita eternidad a la que estaba sometido, aquella que no me hacía envejecer siquiera un año. Había probado haciendo un tajo con mi uña en la piel de mis víctimas, pero temblaba, me ponía eufórico y la sangre se arremolinaba contra mis necesidades y al final terminaba huyendo para no tener que matar. Tenía ojeras, mis ojos estaban ligeramente hundidos, mi cuerpo se sentía seco, pero aun así mantenían el brillo que me caracterizaba. Porque sabía que Nicolás estaba bien, porque yo mismo estaba vivo. Me habían salvado de aquella inquisidora que se había quedado con mis colmillos, mi creador había salido de las penumbras solo para ayudarme a mí, que apenas tenía unos diez años de existencia inmortal. Le debía dos veces la vida y no sabía cómo haría para pagarle debidamente. Pero al fin y al cabo me sentía alegre, hambriento, pero alegre. Había algo que estaba preocupándome, las heridas donde se suponía que estarían mis colmillos vampíricos estaban ardiéndome. Había injertado a la fuerza unos pequeños dientes de humano. Había sellado la vergüenza con algo irreal y estaba doliendo, era un infierno. Mis garras salían, se estrellaban contra mi piel para poder alargarse y la bestia, pequeña, pero irritada, estaba despertándose. 
Mi habilidad de rastreo se activó inconscientemente y empecé a buscar un humano, una sangre que me diera las fuerzas que necesitaba. No podía pensar y eso sin duda alguna me haría ser imprudente, más de lo habitual. Empecé a saltar de forma bruta algunos árboles, tonto de mí por no notar que a menos de un kilómetro a la redonda un grupo de inquisidores estaba haciendo una expedición. Pero simplemente no lo pude saber, estaba consumido en mis necesidades a tal punto que al ver a una pequeña e inocente mujer humana recogiendo unos brotes de orégano del suelo la ataqué como un salvaje. Me le abalancé y tomé sus muñecas con fuerzas, era una muchacha común y corriente, no me llevaría nada noquearla y beber de ella en una copa o directamente de sus venas. Abrí mi boca y fui a morder su cuello, estaba a punto de desgarrar la piel cuando el sonido de las ramas moviéndose me distrajo y me hizo caer a la tierra una vez más, yo no era un monstruo, me rehusaba a serlo, era un vampiro, lo aceptaba y disfrutaba completamente, pero no me volvería un adicto y endemoniado ser sin sentimientos. Mis ojos ardientes en rojo observaron el panorama y agitado por la conmoción empecé a temblar, cambiando los ojos a negros lentamente, escuché el ruido de una bala de madera rompiendo las hojas a mucha distancia y me tiré al suelo junto a la mujer, observé a donde iba la bala. No me habían apuntado a mí. 
En ese momento supe que había actuado como un idiota, mis ruidos y ataques habían hecho que, por lo que observaba, una inmortal, fuese descubierta en la misma área que yo. Con la cordura que me quedaba me incorporé sigilosamente, no sabía si habían terminado de dañar a la vampira, pero como fuese debíamos escapar antes de que pudiesen divisarnos enteramente. Aún estaban a unos muchos metros de distancia. — Lo siento mucho, yo, yo, tengo hambre. ¡Ven, al norte están las cuevas, ellos no pasan por ese territorio! — Agitadamente observaba a la muchacha, hermosa y de ojos profundos y nítidos. No me perdonaría si la mataban por mi culpa. Pronto una flecha estuvo clavada en uno de los troncos cercanos a nosotros. Podía identificar alrededor de tres inquisidores. No pude esperar y agarré la muñeca de la vampiresa, sabía qué lugares del bosque eran seguros, La Alianza me había enseñado algunas cosas y con fuerzas empecé a ir hacía la copa de los árboles, me sentía mareado, no estaba del todo seguro de poder escapar. Pero hice un esfuerzo y cerrando por un segundo los ojos empecé a correr con ella tirada a cuestas. No sabía si estaba haciendo lo correcto, en realidad siquiera podía oler lo suficientemente bien como para saber si se trataba de una antigua, neófita a con “los años justos”. — Es mi culpa, lo siento, fui imprudente, apúrate, no dejaré que te maten. — Murmuré, entre mis susurros cantores y busqué en el panorama alguna nueva señal de ataque, ellos podían estar con un condenado, rezaba que no fuese el caso. 

“No puedo, ni podré jamás, controlar esto que está dentro de mí.” 
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Mensaje por Marishka Marquand Sáb Mar 15, 2014 2:10 pm

París comenzaba a volverse aburrido para ella. La rutina en el teatro le resultaba agobiante, la partida de aquella bruja le frustró los planes. ¿Para que mentir? Se había encariñado con ella, una criatura única que llevaba sangre tan deliciosa como su cuerpo, era por esa razón, por esa perdida que Marishka consideraba irse lo más lejos posible de esas tierras por un tiempo. La inmortal nunca fue (ni siquiera siendo humana), alguien se que apegara de forma sentimental, le encantaban las cosas materiales, el dinero y el poder, saberse débil de alguien que encima era inferior a ella le molestaba. Borrar todo recuerdo sería un gran paso para ella. ¡Lo necesitaba! Además, Craig se la pasaba como un idiota intentando meter su miembro en cualquier cavidad femenina, lo que menos deseaba era acudir a él, quien seguramente se burlaría de su estado, porque encima de todo el maldito desgraciado sabía leerla de pies a cabeza. Él único que podía llegar a hacer eso y resultaba un maldito idiota. ¡Bravo, Marquand!

Para quitarse un poco esa actitud tan denigrante para ella. La vampira estuvo jugando por así decirlo con fuego. Todas las noches se la pasaba estudiando los límites trabajados por la inquisición y por los cazadores independientes. Se aprendió en tan sólo un día las zonas que ellos conocían de pies a cabeza, tres días bastaron para que se aprendiera los horarios, cuando cambiaban de guardia, las armas que manejaban, todo eso. ¿Para qué? Si distracción y riesgos buscaba, entonces lo haría con los profesionales. A esas alturas de su corta inmortalidad, incluso sentir un poco de dolor a causa de una flecha incrustada le resultaba atrayente. “Mejor sentir eso, a no sentir nada”. Se decía.

Doce en punto de la noche. La luna se encontraba llena, por lo que la emoción sería el doble; licántropos por un lado, cazadores por otro. ¡Momento de fiesta! La joven llevaba a su lado a un asustado hombre, no era cualquiera, sino la viva imagen de su hermano Tariq, sus victimas (al menos las que más sufrían) tenían que tener rasgos parecidos, aquello era una maldita obsesión enfermiza, pero gracias a eso podía frenar impulsos y controlarse para no llegar a terminar loca; con agilidad subió a un árbol llevando consigo a su bolsa de sangre. Ni siquiera habían pasado cinco minutos cuando incrustó sus colmillos con precisión en el cuello ajeno. Se llenó de aquella sangre que no sabía tan mal, pero que claramente le dejaba en claro había bebido mejores. Cuando la última gota de vitalidad del hombre desapareció, arrojó el cuerpo con fuerza a los pies de tres inquisidores. No hubiera sido descubierta con facilidad de haber puesto atención a sus alrededores, a ese intruso que parecía un maldito vago.

Marishka cayó de espaldas contra las raíces de un tronco por culpa de una flecha clavada exactamente en su hombro derecho. Ni siquiera tuvo tiempo de parpadear cuando eso ocurrió.

Idiota — Musitó entre dientes al sentir la mano de alguien tirando la propia. Sus piernas se movían con torpeza mientras aquel guía turístico la llevaba a rastras — Deberías tener más delicadeza, no me he sacado la maldita flecha — A cada paso que ella daba parecía que el dolor incrementaba, era una inmortal pero como quiera los sentidos, las sensaciones se duplicaban; sin importar el dolor la vampiresa, por muy maltrecha que estuviera jamás se dejaría doblar, y menos frente al causante de su desgracia en ese momento.

Ni siquiera supo cuanto tiempo habían pasado corriendo para perder de vista a sus posibles captores cuando aminoró el paso y se dejó caer de rodillas en el suelo, le importó poco que las rasgara, esas heridas con un poco de sangre desaparecerían.

¿Qué clase de criatura eres? Tu poco profesionalismo casi nos mata a los dos, se supone era mi día de diversión — Gruñó con mucha fuerza mostrando su humor malo de momento, sin embargo Marishka reconoció que de ser otro, la habría dejado para que acabaran con ella — Igual gracias — Dijo entre dientes, porque a ella el mostrar gratitud era sinónimo de debilidad, y quedaba claro que ella jamás lo había dicho.


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Mensaje por Invitado Sáb Mar 22, 2014 12:22 pm

“El sonar de las campanas no siempre indica inicio de una nueva hora. Sino que te recuerda que el tiempo pasa y si no avanzas te tragan.”
Me frustré cuando aquella mujer de enormes ojos celestes me apuntó despiadadamente como si de una alimaña se tratase. Estaba claro que había sido imprudente, pero no había sido mi intención, en realidad, estaba muerto de hambre, desesperado por probar una gota de sangre. Y efectivamente el hecho de que le hayan clavado una flecha no hacía mi condición para nada fácil de llevar. Aunque era sangre inmortal, igual me afectaba, mis ojos se ponían levemente rojizos y jadeé, tironeando aún de su mano, buscando ignorar aquel sentimiento de vacío en mi estómago. Un momento atrás, había pensado que ella habría llegado a esquivar el ataque, pero no sucedió, lo que me hizo dudar la edad de la vampiresa, ¿sería una neófita? La observé de arriba hacia abajo unas cuentas veces, por alguna razón me resultaba completamente extraña. Quizá era porque hacía bastante tiempo no veía a un ser de la noche; tampoco un sobre natural de otra raza. Solo había visto a aquel mayordomo que siempre me ayudaba a hacer las tareas de la casa. Pero fueron solo algunos minutos, pues tuve que salir huyendo, para no hundirme en mis instintos y alimentarme de él. Era muy anciano y al yo no tener mis colmillos, lo terminaría matando al instante. Acuné mis pensamientos mientras corríamos, procurando no sentirme amordazado por los sucesos.
— Eres un maldito vampiro, deja de llorar. — Respondí con la misma poca delicadeza que ella, mostrando aquellos colmillos humanos que tenía, como si con ellos quisiera amenazar a alguien, era simplemente una risa. Sentí el ruido de las flechas pasar a los costados de nosotros, las ballestas se enredaban y el fino sonido eléctrico de las redes de “pescar” se escuchaba justo detrás nuestro. Mi corazón, aunque muerto, estaba inquieto. Aunque no latía, aun así sentía, al igual que mi cerebro. Ambos tenían las mismas capacidades que un humano. Ya que de no tenerlas, no podríamos enamorarnos, amarnos u odiarnos. Saltamos por arriba de los árboles y en el lapso que estábamos en el aire me giré, esperando ver desde allí a los que nos estaban persiguiendo. Oraba que no fuese ninguno conocido, de serlo, estaría en demasiados aprietos y obviamente Hoyt, mi creador, se enojaría conmigo y con justa razón. Había procurado fingir mi muerte y yo iba por allí llamando la atención. Peor que un recién convertido, me avergonzaba de mí mismo. — Tsss… No tengo la culpa que hayas estado en el mismo lugar que yo. Y pensé que podrías esquivar esa flecha, no era con ballesta, su velocidad era mucho menor que las que estaban lanzando al final. —
Le di la observación como un punto negativo y me acerqué, suspirando y cerrando un momento los ojos intentando no perder la conciencia y volverme un maldito animal con hambre. No llevaba mi kit de emergencia, aquel que usaba con La Alianza. Aquel que había aprendido a manejar luego de mucho entrenamiento, de muchos fallos. Había logrado poder curar más eficazmente a los heridos en batalla. Con mi sangre, las hierbas y piedras, algunos ungüentos, lograba sanar las heridas más rápido que el vampiro más anciano y podía llegar a revertir paralizaciones o envenenamientos que aun teniendo los poderes de sanamiento, no se podían enfrentar. Miré a mí alrededor y con la poca concentración que tenía salté varios metros a los costados, agachándome para así tironear algunas hojas de Equinácea. No era la mejor planta, pero ayudaría mucho más que solo sangre.  —Aún no te quites la flecha, puede ser venenosa, si te la arrancas se esparce y te paraliza. Los inquisidores usan la ballesta para traspasar y solo hacer daño. Usan el arco y flecha cuando quieren apuntar específicamente, para atrapar o matar. ¿Es tu primer encuentro con ellos? — Tragando saliva empecé a aplastar las hierbas con una piedra sobre mi mano, haciéndola añicos, mientras rompía un poco mi piel para mezclar con mi sangre aquella pasta viscosa.
— Tengo hambre, mis instintos se nublaron… Hace meses que no me alimento. Ven, te romperé la flecha y te pondremos esto en los costados, si mi olfato no me miente tardará en sanarse eso. Ellos están preparados para cazarnos, no lo hacen con tonterías, la parte de los tecnólogos… — Miré hacia abajo unos segundos, me di cuenta que estaba hablando demasiado. ¿Y si ella era una espía condenada? Mi pecho se tensó y mis ojos se dilataron, me giré y me alejé un poco. Sabía que estaba siendo paranoico, pero no venía de una situación cómoda como para poder estar tranquilo con cada persona que me encontraba. Mis ojos se humedecieron y subí el brazo que estaba desocupado, frotándome con él el rostro. Se podía notar mi miedo, mi temeridad hacia todo. Como si de repente hubiese perdido el coraje que había tardado años en construir.
“No quiero morir sin antes hacer algo que valga la pena.”
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Mensaje por Marishka Marquand Dom Mayo 18, 2014 11:14 am

¿Para que engañarnos? La vampiresa tenía el carácter más malo del mundo, por esa razón odiaba y se ponía de malas si alguien le decía que debía hacer. Sin embargo ella siempre sacaba ventaja de las situaciones, y si en esa ocasión su salvación era seguir al sin caninos, entonces lo haría. Se mostraría en un principio sumisa, entregada y cooperativa. La joven no tenía intenciones de acabar con su inmortalidad tan pronto, menos cuando la libertad se le había entregado, y con ello fuerza e independencia. En su mente estaba claro que en ocasiones se necesitaba de alguien más para poder salir bien librado, aunque terminara con una muerte segura, el saberse en deuda con alguien le ponía más de malas (porque si era posible enervarla más), al final de la noche vería si dejaría al hambreado vampiro seguir su destino o se lo interrumpiría. ¿Sería el inicio de una amistad? Pensarlo le causaba impacto, ella no era de tener amigos, sólo aliados, socios.

Rodó los ojos ante las lecciones que le estaba dando la criatura. A ella no le podían enseñar demasiado al respecto, muchos de esos conocimientos ya se los sabía, ¿Por qué? En su época de humana, cuando vivía en la mansión de los Arganeau, la joven tenía que escuchar y aprenderse todo para poder seguir viva, el conocimiento sobre las amenazas de su alrededor le ayudaron a escapar, y posteriormente a que le permitieran darle la inmortalidad. Craig, su pertenencia desde el momento en que la mordió había visto potencial en ella, ¿quién lo vería?; Marishka se mantuvo callada y prestó atención a las palabras de su acompañante, además el poder mantener su mente distraída le aliviaba el dolor de la flecha que le habían incrustado.

Bien sabes que cuando estamos hambrientos, a punto de arrancar un cuello para alimentarnos perdemos los sentidos — Era un verdadero hipócrita quien decía que los vampiros podían alimentarse y hacer mil cosas a la vez, la fuerza evidentemente la tenían, sin embargo eran criaturas que se dejaban llevar por sus instintos, y la sangre siempre los nublaba — Y yo estaba a punto de comer, tampoco es que haya comido mucho, pero se notaba que me encuentro en mejor estado que tú ¡Mírate! — La vampiresa sintió escalofríos al notar la carencia de colmillos característicos en su raza. Sintió compasión por él, ese sentimiento que había creído ya no podría experimentar. — Estás jodido — Comentó con naturalidad y al poco tiempo se empezó a reír. - Necesitas que alguien te ayude - Y así solventaría su deuda.

Te haré caso en todas las cosas que me diga si tu me haces caso a mi ¿Está bien? — Pero no era una cuestión, la vampiresa se lo estaba ordenando. Ella no se quitaría la maldita flecha del hombro si él le hacía caso a las cosas — Y por favor ahorra tus palabras, ya conozco demasiado de esos malditos, ahora hagamos algo — Se puso enfrente de él dando un par de saltos — No me quitaré la flecha, pero necesito que reduzcas su tamaño — Ella de un movimiento rápido se quitó algunos excedentes, pero no demasiado. — Necesito mejor movilidad para seguir avanzando, sino terminaremos por retrasar nuestro escape por mi torpeza — Marishka dejaba en claro que por su culpa no iban a morir, por supuesto — Ahora anda, quita parte de está porquería que quiero ocuparme de un par de ellos, ya nos han jodido bastante la noche y tu no tienes tanta fuerza, no te quieras hacer el muy fuerte — Sentenció, porque hasta entre los vampiros se necesitaba un alto, un descanso para poder seguir el camino de la inmortalidad.

La vampiresa esperó sólo unos momentos en lo que él hacía el movimiento. Le sonrió ampliamente cuando él terminó de quitar los excedentes de tamaño de aquella flecha y luego le acarició la mejilla antes de dejarse caer de la rama en la que se encontraba. Le guiñó el ojo desde abajo, uno de sus dedos se posó sobre sus labios, aquello le pedía no sólo silencio, sino que no se moviera.

No tardó demasiado tiempo con un cuerpo que le faltaban un par de extremidades, lo tenía cargando por el hombro bueno, aunque se notaba que aquello le había costado trabajo porque en su mejilla había una herida, nada importante. Marishka dejó caer el cuerpo y luego saltó entre los arboles buscando a su "héroe".

Oye, ¿dónde estás? Prefieres comer de ese de allá abajo o prefieres esperar a que vengan un par más de inquisidores, les di un rastro hacía el norte, así que tenemos unos minutos, tu decide, ¿quieres que te de la sangre de boca a boca? — Canturreó con cierta coquetería, completamente divertida por la situación que estaba viviendo.


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Mensaje por Invitado Miér Mayo 21, 2014 11:14 am

“Culpo a los inciertos por haberme amenazado con la insensatez y la ignorancia”
Observé, escuché y luego, poco a poco, mientras intentaba ayudar a escapar de allí un poco más rápido, ya que ciertamente yo había tenido gran parte de la culpa, comencé a responder a sus preguntas o inquietudes que parecían ser más unas objeciones sin fundamento y enojos con molestia. Me exasperaba la gente tan inquieta, yo mismo solía serlo, pero en esos momentos donde cargaba con la hambruna y el cansancio solo quería silencio y paz. Firmemente asentí a aquellas palabras que con enfado ella soltaba y apenas le sonreí cuando insinuó que me veía en muy mal estado. ¡Como si eso yo no lo supiera! Bufé y negué controlando mi estúpido carácter de querer gritarle y decirle “Ya sé ya sé, ¡Cállate!” Pero no lo hice y solo acaricié mi mejilla intentando de limpiar los restos de polvo que probablemente tendría. Di gracias a que poco a poco ella estaba un poco menos insoportable, quizá era yo el que sentía eso, quizá simplemente estaba muy molesto con el mundo, con un mal humor que ni el demonio entendería. Por eso reprimí esos instintos y me quedé observándola, estirando mi cuello mientras buscaba la manera correcta de cortar aquella fecha que había traspasado piel y carne de la vampiresa que no parecía más grande que yo. Su piel suave y con algo de color me dejaba notar que no era una inmortal de miles de años. Ya que esa clase de vampiros tenían la piel como marfil, blancas y que lentamente parecían ser más estatuas que otra cosa.
— ¡Oye! Tss… Ya sé que no estoy en buenas condiciones. ¿Y en qué tengo que hacerte caso? — Enarqué la ceja, la tregua no parecía ser nada buena para mí, pero en esos momentos no tenía otra ayuda a quien acudir. Sabía que si buscaba a las personas que me querían me ayudarían con ímpetu, pero también se asustarían y se enojarían porque nada había avisado. Así que sin duda la muchacha de ojos claros y bellos era mejor partido. Se movía con suavidad, hablaba con firmeza, parecía ser como un pajarito canturrero. Al final el silencio nos envolvió por unos momentos y pudimos terminar de sacar toda aquella porquería de flecha, no sabía su nombre, así que solo la observé y asentí a sus labios que como una rosa se deslizaban. — No me hago el fuerte. Son humanos y quizá pueda ayudart- … Tsk. — Mi cabeza se estiró para ver hacía el suelo cuando ella comenzó a deslizarse y apreté los puños, pronto me haría fuerte, entrenaría tan duro que no volvería a caer en manos equivocadas. Cerré los ojos por su coqueta forma de decirme que me quede quietito y me enojé un poco más con el mundo. Pero sabía obedecer órdenes y me estiré hasta subir más a la copa del árbol, me mantuve en alerta, mirando hacía el punto donde ella se había ido.
Pasó muy poco tiempo, la muchacha traía litros de sangre con ella y mi estómago dio un vuelco, apoyé la mano sobre mi rostro, sentí mis piernas temblar y miré al cielo. ¿Había sentido alguna vez tanta hambre? Apreté mi abdomen y observé lentamente hacia abajo, me daba asco el cuerpo desmembrado, pero en ese instante todo parecía ser un manjar. Tragué saliva y con movimientos acentuados y firmemente calculados llegué a su lado. Me daba curiosidad saber de dónde había sacado ella toda esa información, porqué sabía tanto de inquisidores. Uno no aprendía esas cosas de la nada y menos en tan pocos años de inmortalidad. Quizá lo descubriría más adelante, por ahora, necesitaba saciar mi apetito. — ¿Te lastimaron? — Mis ojos, que aunque asiáticos eran grandes y ovalados se abrieron con curiosidad y mi dedo se acercó a su herida para palparla. No parecía estar cerca del colapso. Negué escrupulosamente, si podíamos salir de allí más rápido, mejor. — Beberé de este, no será bueno si se enfadan y mandan refuerzos condenados. ¿Eh? Estás loca. — Le sonreí y apoyé un dedo sobre su nariz, luego me acerqué al cuerpo que estaba abandonado en el suelo y lo tomé con cuidado, hacía mucho tiempo que no bebía y sin colmillos lo único que pude hacer fue apoyar mis labios entre la piel y la carne desgarrada, me sentía humillado por tener que hacer aquello, pero no pude pensar más cuando el sabor se infiltró por mis venas.
Mis cabellos quebradizos comenzaron a tomar un tono más vivo, mis ropas empezaban a llenarse cuando la sangre ingresaba y se acumulaba. Me sentí como un mosquito a punto de reventar. No noté que me estaba desesperando, con mis ojos cerrados apretaba aquel cuerpo, lo exprimía hasta sentir que lo dejaba seco y mis orbes se apretaban con deseo, se volvían color rojo, tan fuerte y oscuro que si hubiese tenido colmillos estarían tan estirados que probablemente se me encarnarían en los labios inferiores. No quería separarme de aquella “bolsa de sangre” por lo contrario, quería más y no fue hasta que escuché ruidos que me separé sin notarlo, con las manos que temblaban del deseo. Busqué los ojos de mi acompañante y con pena me sonrojé, la sangre palpitaba en mi interior. — Lo siento. — Me disculpé automáticamente y busqué el corazón del sonido, con miedo a que sean condenados dispuestos a matarnos o peor aún, encarcelarnos.

“No quiero ser el cebo de otra traición” 
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Mensaje por Marishka Marquand Jue Jun 05, 2014 7:30 pm

No toleraba ver entre los suyos debilidad, sin importar los problemas en los que estuvieran, lo importante para ella es que se mantuvieran firmes, inquebrantables, sublimes. ¿Acaso los demás de su especie no entenderían eso? Algunos en realidad deberían ser aniquilados, su raza no necesitaba criaturas que se mostraran débiles y a punto de quebrarse. Parte de eso le molestaba del que tenía enfrente. Esa debilidad, timidez y mediocridad que estaba mostrando, sin embargo no dijo nada, tampoco lo dejó a mitad de camino como seguramente haría. Le tenía respeto por haberla salvado, seguramente si él no la hubiera encontrado estaría siendo quemada, privada de su inmortalidad. Así que por un momento podría hacer excepción a la regla, mostrarse paciente, amistosa y cooperativa. Aquello no era malo, quizás distinto a lo que comúnmente haría, pero malo no.

Marishka observó la forma en que bebía sangre. La duda de cuánto tiempo seguramente llevaría sin ingerir del liquido vital le llamaba la atención. Cuando ella sentía hambre no tardaba más de dos segundos en llevarse su necesidad a la boca. Aunque en ocasiones si tardaba porque se divertía con su comida; recordó la primera vez que le dieron comida humana antes de ser convertida, claro, cuando vivía en el castillo de Mikhail. Había pasado días enteros sin ella porque su señor la había castigado, incluso después de unos minutos lo vomitó todo por la cantidad que ingirió. Sintió lastima por el vampiro pero también compasión, nadie merecía sentir esa desesperación, y cómo no era de las que se quedará con la duda, lo más sensato sería preguntar, así se quitaría las dudas.

Ten cuidado — Cuando terminó el vampiro de alimentarse, pateó el cadáver para que la criatura frente a ella no intentara volver a tomar. — Recuerda que no debes vaciar un cuerpo, la sangre final puede asesinarnos, es algo extraño en realidad, pero es la verdad — Se encogió de hombros. Con lentitud se acercó a Hero y le limpió el restante de sangre que colgaba de sus comisuras, de su mentón; antes de separarse le agarró con firmeza la cabeza y con su dedo pulgar le abrió la boca para poder observar aquella atrocidad que le habían hecho — ¿Cómo paso? ¿Quién te lo hizo? Resulta bastante asqueroso de ver, sin que te ofendas, es la verdad — La idea de quedarse sin colmillos le dejó una sensación extraña. — Vele el lado positivo, cuando tengas que asesinar para alimentarte, será más divertido — Le soltó el rostro, dio dos pasos hacía atrás y sonrió de forma amplia, burlona inclusive.

Marishka agudizó el oído. De esa forma encontraría la procedencia más cercana de quien los estuviera acechando. Por el tipo de pisadas tan pesadas estaba claro que se trataba de un humano, así que en vez de tensarse preocupada, se quedó tranquila, incluso despreocupada. Observó a Hero unos segundos para notar su reacción. El vampiro parecía de verdad con los nervios de punta, se debía hacer algo por él antes de que llegara a la locura y perdiera su esencia.

¿Nunca has estado en una situación así? Vamos, necesitas calmar tus nervios o cualquiera de las cosas que sientas, ¿por qué? Si muestras tanta debilidad e inseguridad es más fácil que te corten la cabeza. No es mi bien, es el tuyo, así que más vale entiendas lo que te digo y lo pongas en practica ¿está claro? — ¿Qué le importaba a Marishka el bienestar de la criatura? Nada, pero estaba agradecida, al igual que cuando una vez lo estuvo por su creador, quien no la dejó morir cuando Mikhail la dejó casi muerta en la calle, y el agradecimiento era un valor que si se encontraba en su interior. Aquello que demostraba, otorgaba. — Ahora quiero que lo asesines, no lo pienses, él lo haría contigo, mátalo, termina con su desagradable vida. Llegará del lado izquierdo, cercano a ti, viene solo porque sólo hay unas pisadas. No tienes colmillos pero maneja tu olfato y tu oído, te harán más fuerte. tienes manos, no lo olvides, eres rápido y fuerte, acabas de beber sangre — Le recordó y se cruzó de brazos esperando a que de verdad hiciera algo, que no se quedara con los brazos cruzados.


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Mensaje por Invitado Jue Jun 26, 2014 2:03 am

“Es que no entiendes el deseo enfermizo de existir.”
No tardé demasiado en ver a un costado, como aquel cuerpo era separado de mí, empujado y alejado, como si fuese a tirármele arriba nuevamente. Probablemente había hecho toda una escena con el alimento en mi boca, no hice mención alguna sobre aquello, no era para nada apropiado y obviamente solo sería peor para mí. Solo atiné a acariciarme la nuca y suspirar, sonriéndole de lado con apenas un poco de vergüenza. — Sí, dicen que es como beberles el alma, pero esta lucha y te intenta matar. Estuve a punto, tenía mucha sed, ahora estoy mejor. — Tocándome la mejilla, sintiendo el leve calor acumularse en los bordes de mi piel, respondí a lo que ella bien había dicho hacía segundos atrás, recordaba cómo me habían enseñado esa clase de cosas. Mi creador había gastado innumerables días y noches intentando hacerme entender que no los tenía que vaciar. Había forcejeado conmigo más de cien veces porque yo quería seguir y hasta había tenido que golpearme para que me detuviese. No había forma de controlarme, como un niño caprichoso me había comportado y en ese instante me sentía igual, con ganas de más, de tomar ese cuerpo inerte y terminar de vaciarlo. Pero fueron los ojos ajenos los que me detuvieron, pues con aire estricto me hizo un calvario en el sentir.
— Ugh… Tengo un pañuelo, lo siento. ¡¿Qué?! No mires. — Fue un murmullo acallado, más porque ya era demasiado tarde, que por otra cosa. Una serie de palabras golpeándose unas con otras, con la intención de decir todo en un mismo segundo, no sabía por qué me limpiaba y tampoco qué estaba buscando y para cuando lo había notado, ya no había tiempo a matar. Y pronto unas manitos más bien suaves y pequeñas deambulaban por mi rostro y mentón, palpaban mi ser en busca de algo y no tardó mucho en encontrar que los caninos no existían en mi dentadura, fue allí cuando observé sus ojos que aunque distantes parecían meticulosos, casi como si fuese a calcular el diámetro exacto que me faltaba en la boca. —Me agarró la inquisición en medio de un viaje, es todo bastante largo, extraño y complicado de explicar. Pero no la pasé bien, de eso seguro. Y no estoy vivo por algo honorable. — Me acaricié la boca cuando se separó, recordé los dolores, el escozor en la garganta y el hecho de que si no fuese porque era una alimaña con información útil en la cabeza, ya estaría hecho cenizas hace más de un mes. Mi rostro en ese momento se sintió frustrado, estaba vivo simplemente porque había dicho lo suficiente como para que me mantuvieran existiendo por algún tiempo. Era un simple traidor, un estúpido y nunca podría perdonármelo.
Aun así escondí esos sentimientos que pasaron por mi cabeza, segundos anteriores y la miré, soltando una risita tonta. — ¿Divertido? Voy a tener que conseguirme algo para hacer las cosas más fáciles, no puedo ir manchándome por ahí. Tengo que mantener una imagen… Aunque no parezca ahora mismo. — Me aseguré de refrenar cualquier ataque a mi disposición física y cosmética en esos momentos, siquiera pretendía mirarme en un reflejo, sabía que estaría demacrado y probablemente mi hedor era de ultratumba, pues había estado mezclado con sustancias tóxicas y hasta desechos humanos y de animales, que simplemente pensarlos me daba nauseas. Pero me había metido en la laguna hacía unas horas, aún faltaba para llegar a mi hogar, un lugar seguro donde esconderse por al menos unos días. — ¿Situaciones así? Pues, sí, varias, pero ahora mismo vengo de estar demasiado tiempo sin oír nada, estoy muerto así que siquiera tenía el placer de oír mi respiración cuando las puertas se cerraban. ¿Eh? ¿Ya, ahora matarlo? Ughh — Me tensé con sus pedidos, ¿se suponía que vaya a matar a esa persona en ese mismo instante? No es que no pudiese, en realidad esperaba no haber perdido las habilidades que había ganado muchos meses atrás, pero no podía confiarme. Sentí vergüenza de lo que estaba por hacer, no solo por miedo a fallar, sino también porque estaba tirando por la borda la idea de nunca efectuar el primer ataque, el primer levantamiento de mano.
— ¿Eres una especie de maestra de hora? — Jugué y salté con suavidad hacía la copa de un árbol, la habilidad de levitar me otorgaba un refinamiento suave, pero rápido y lo use en ambos momentos. No fue hasta que estuve cerca de aquel inquisidor que escuché la ballesta gatillarse y la fecha dirigirse a mi cuerpo, la esquivé, porque era rápido, la delgadez que tenía me otorgaba una agilidad más marcada, pero no era fuerte, no podía ir e intentar quebrarle el cuello, eso no pasaría, más probablemente me lastimaría los dedos que tenía en mal estado ahora mismo, con un lento proceso de curación. Chasqueé los dientes, tomé la flecha que había terminado en el árbol y salté suavemente hacía el otro costado. Sí, si hubiese sido ella habría terminado hace más de veinte segundos, pero no estaba preocupado por eso, siempre había sido el más lento de todo. Pero al fin y al cabo siempre llegaba. Y así mismo con la flecha en mano me deslice, la clavé en el cuello ajeno casi como si encastrara un palo en su hueco. Sonó el irremediable tono a muerte y la sangre se empujó hacia los agujeros. —Te la devuelvo, gracias. — Murmuré a aquel hombre que poco a poco dejaba de vivir para convertirse en un cadáver y volví donde estaba la muchacha, ¿se habría ido? No me sorprendería, se notaba que era una vampiresa solitaria. — ¿Estás por ahí? ¿A dónde te diriges? — Si estaba o si no, pregunté, acomodando mis cabellos hacía atrás, esperando por ver qué es lo que tenía ella pensado hacer, hacía tanto que no entablaba conversación con alguien que casi parecía un milagro.

“No es que sea un bicho raro, ¿o sí?” 
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Mensaje por Marishka Marquand Jue Jul 03, 2014 7:50 pm

¿Por qué existían vampiros así? Llenos de dolores y remordimientos, sin que se dieran cuenta de lo mucho que valían, de lo fuerte y superiores que eran. Años atrás cuando recién era una neófita, había suprimido todo relación con su humanidad, aunque en ocasiones ligeros destellos del pasado volvían a ella. En ese entonces estaba tan endemoniada con la existencia que se dedicó a asesinar a toda criatura que tuviera remordimientos o momentos de debilidad, lo sentía intolerable, en más de una ocasión terminó mal herida, pero eso era lo de menos, en realidad poco le importaba. Si la joven hubiera conocido a Hero, en ese momento él no tendría su inmortalidad, y no sólo la falta de caninos, sino también toda la dentadura, lo hubiera humillado tanto que seguramente él le regaría morir. Los tiempos habían pasado y se convirtió en alguien más tolerable, quizás por eso hasta lo había alimentado.

Arqueó una ceja divertida cuando le habló de la imagen. Era cierto, muchos de los vampiros que ella había conocido resultaban más que vanidosos, y es que siempre existía ese ser impecable, hermoso, elegante, fino más que los otros. Era cómo un reto personal, una marca que buscaban y que deseaban poder obtener de mejor manera. Los vampiros no sólo eran impulsivos, también reflexivos, más los que llevaban más tiempo. ¿Cuánto tiempo llevaría entonces Hero con esa condición? ¿Más o menos que ella? Pensarlo le daba igual, sólo que necesitaba respuestas para no perder la paciencia con tanta rapidez, hasta eso, cuando lo veía prudente resultaba considerada. Sólo cuando quería, o cuando resultaba que podría tener un beneficio, sin duda el "foco" se le había encendido.

Hero había sido atacado por los inquisidores. Aquel ejercito enviado por "Dios" sólo actuaba cuando se era peligroso, cuando se tenía información valiosa. La vampiresa arqueó una de sus cejas observándolo de arriba hacía abajo. ¿Qué tenía en la cabeza el vampiro que le hacía tan valioso? Lo habían dejado indefenso, si, pero no lo habían matado, eso era una clave grande, importante y ella se encargaría de descifrar, sin embargo por primera vez deseaba poder ayudarle a alguien sin querer demasiado a cambio.

Palabra clave: demasiado.

El tiempo pasó, el vampiro asesinó y ella esperó.

Aquí estoy, sólo estaba viendo a lo lejos que tal lo hacías, y por si se les ocurría mandar a alguno más, para no distraerte y ponerte más nervioso — Se encogió de hombros saliendo de su escondite momentáneo, luego lo evaluó de nuevo de arriba hacía abajo — ¿En realidad habías matado a alguien? ¿Eres un vampiro correcto o te ha traumatizado algo que te hace tan soso? — Le miró de mala manera — Eres de las pocas criaturas como nosotros que no veo que disfruten el matar a uno que estuvo a punto de asesinarlo — Negó avergonzada, luego observó de nuevo su rostro — Debes aprender a ser más frívolo, a ser más indiferente con el dolor ajeno, con todo lo que eso conlleva, sólo así vas a poder sobrevivir. — Le volvió a regañar, en realidad poco le importaba lo que le pasara a cualquiera que no fuera ella, sin embargo lecciones así nunca le caían mal a nadie ¿No? No se nacía caminando, así como no se nacía sabiendo ser un verdadero vampiro.

Vamos, salgamos de aquí antes de que nos manden a más bichos y no pueda acabarlos por tener que cuidarte — Le jaló del brazo sin mucha brusquedad. La vampiresa tenía a donde llegar, sino calculaba mal el cielo comenzaría a aclarar de un momento a otro y eso si sería inevitable de detener. Para ella la cosa no tenía porqué terminar, para nada, tenía una inmensidad de años para disfrutar, y no los iba a dejar pasar por una noche mala — Dime una cosa ¿estás muy lejos de tu casa? Si me dices con exactitud puedo calcular el tiempo entre acompañarte para que llegues con bien y pueda volver a la mía, si se encuentra muy lejos iremos a la mía, y no va a existir protesta alguna — Le aclaró, no estaba jugando, la cosa era ahora como ella decía si ambos querían sobrevivir. La vampiresa conocía bien a la inquisición, sus manías, y si él era tan importante por la información, como ella de peligrosa para ellos, lo que necesitaban eran escapar antes de ser capturados.


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Mensaje por Invitado Dom Jul 13, 2014 9:38 pm

“El dolor es lo que me hace sentir vivo”
Sentía la indestructible mirada de la vampiresa en mis espaldas, escondida entre las sombras, pero siempre alerta, notaba la rapidez con la que se movía. Se notaba que su entrenamiento como inmortal había sido bueno. Había encontrado las respuestas a ese mundo mucho más rápido que yo. Por momentos, sentí miedo, ¿ella terminaría con mi vida? Con esa existencia que había fortalecido tanto con el pasar de los años. Todo ese entrenamiento que había sufrido podría ser en vano si ella deseaba que yo me haga cenizas. Tragué en seco, quizá sería más prudente huir en la primera posibilidad, pero eso sería demasiado humillante y aunque no me importaba demasiado eso; siendo que estaba como un esqueleto y mis ropas daban más lástima que mi mismo rostro manchado y ahuecado; aún quedaba algo de orgullo que romper. — Sí señora maestra, sí he asesinado, he matado a inquisidores en más de una ocasión, pero no me caracterizo por ser alguien que termine con vidas ajenas, no soy un dios y tampoco pretendo serlo. — Aclaré, sintiéndome avergonzado, mirándola de mala gana. Ella me estaba confundiendo con uno de esos vampiros mediocres, que se odian a sí mismos por ser lo que son. Su mirada era la de alguien que ve un pedazo de basura en medio de una calle principal. Sabía que en parte tenía razón, muchas veces me lo habían dicho, pero jamás me habían dado una buena razón para cambiar.
— Me han traumatizado muchas cosas, pero no por eso soy soso. ¡Deja de mirarme así! No disfruto matar porque disfruto más hacer otras cosas. Preferiría mucho más que ellos no nos molestaran, sin embargo no dejan de llegar ni aunque les matemos una secta entera. — Bufé y me retorcí en mí mismo, sacudí mis cabellos con ambas manos, los rubios lazos se pegaron a mi rostro y luego fueron abatidos hacía atrás. Cerré los ojos por tan solo un instante, escuchándola al tiempo que me fijaba que no haya nadie a nuestro alrededor, no quería pelear, no quería esforzarme más. Deseaba poder enterrarme y dejar de sentir por tan solo un momento. Tenía envidia de ella, de su serenidad, de su poca compasión por los demás. Mi convalecencia, al contrario, no me daba siquiera la oportunidad de poder hacer ese muro contra los humanos. Seres que en un pasado había decidido odiar. Pero no porque fuesen inferiores, sino que el hecho de saber que no vivirían como yo, me hacía volver loco de la angustia. Pero no había tenido éxito, siquiera un poco. — No quiero ser así. No tiene sentido existir si no tienes sentimientos. Para eso, preferiría ser una piedra […] Sí, vamos. Siento haberte hecho perder el tiempo. Aunque pareces entretenida, o curiosa, no lo sé. ¿En qué piensas? — Observé los matices de sus ojos, su mirada extraña que aún me seducía de una mala manera. Pasé mi mano por los ojos, frotándolos y me subí a una rama del árbol.
Me sorprendí ante su pregunta sobre mi hogar, pero no dudaría en responderla. No porque fuese un estúpido incapaz de ser prudente. Pero pensaba mudarme pronto, comprar otra casa, una más pequeña, escondida entre la ciudad. Ya mantenía dos residencias, una donde habitaba mi hermosa gitana y la otra, que es a la que me dirigía en ese momento, era una casa más bien abandonada en las fronteras, no muy lejos de allí. Apenas en veinte minutos podríamos estar, siendo que viajábamos mucho más rápido que humanos corrientes. — Son unos tres kilómetros al norte más o menos. Uy, eres bastante mala cuando miras de esa forma. ¿Cuántos años tienes? Me asustas. Nunca te había visto por la ciudad. ¿Llegaste hace poco? ¿No eres una condenada en espía, no?— Reí al final, pero simplemente rompí en preguntas en cuanto empezamos a saltar, la observaba, recordando el toque de su mano cuando me tironeó, parecía como si de verdad le importara que me mantuviera con vida. Pero eso era claramente una idea mía, porque como todo vampiro solitario que había conocido, solo se valían por sí y para sí mismos. Aunque eso me recordaba mucho a Deiran y a como lo había obligado a cambiar con tan solo unos ojos brillosos. Pero ahora no tenía eso, la hermosa habilidad para seducir a las personas se estaba esfumando con el fuego de mis orbes, que habían sido arrastrados por la arena con las torturas en mi cuerpo. Tomé aire profundamente, un aire que no necesitaba, pero que si apreciaba en mi interior, porque era fresco, dulce y lleno de vida. Quedé en silencio y le sonreí, era una sonrisa corriente, mostrando los dientes romos y la paciencia que siempre albergaba.

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Mensaje por Marishka Marquand Mar Ago 19, 2014 12:53 pm

Cuando Marishka se transformó, la joven cortó de tajo todo rastro de humanidad que pudiera tener. La joven decidió que nada del pasado le haría daño, y que, a su vez, todo lo que fue le daría la fuerza suficiente para salir adelante; nadie iba a volver a tocarla, nadie iba a hacerle daño. No permitiría eso. Mikhail la había destruido, pero él sólo se había dejado seducir por la oferta de su hermano. ¿Qué puedes esperar de un mundo dónde tu misma sangre te regala como un objeto? Nada, no puedes esperar demasiado, lo mejor es ir construyendo las pocas cosas que deseamos, y llegar a la meta que nos proponemos ¿No? Esa fue la idea de la vampiresa, por eso se convirtió en alguien cruel, en alguien despiadado, en una criatura que no importaba más que su propio beneficio.

Sin embargo, dentro de su ser existía una llama luminosa y bondadosa. Una que probablemente no tardaría en extinguirse. Marishka se veía reflejada un poco en Hero. Ese pasado débil, no precisamente todo lo que se vivió. Su afinidad recayó en reflexiones que hace tiempo no hacía. No se necesita ser el vampiro más sanguinario para comprender que entre ellos es necesario asesinar. Se tiene un bien en especifico: la supervivencia.

Vive con sentimientos, pero mata también por ellos, por amor propio — Interrumpió el silencio mientras avanzaban saltando entre ramas de los arboles. El panorama era bueno. El oído agudizado de Marishka indicaba que cerca de ellos no se encontraba nadie. Quizás la proximidad del asomo del sol para anunciar un nuevo día los había hecho retirarse. Las criaturas de la noche se estaban refugiando, y ellos aún viajando a un resguardo "seguro" — Te miro de está forma porque lo mereces — Le dirigió una mala mirada — Parece que te da culpa asesinar cuando no debería. Los humanos matan sin motivos, por crueldad, ellos no tienen que asesinar para alimentarse, nosotros sí, pero porque es nuestra supervivencia, aprende eso. Hay grandes diferencias entre matar por maldad a matar por alimentación. Si eres religioso, ¿por qué no piensas que Dios nos creo de está manera por algo? Sino lo eres entonces más a mi favor — Se encogió de hombros y al final de una pila de arboles, dejó su cuerpo caer hasta que sus pies chocaron contra la tierra y siguió andando con tranquilidad.

No tengo muchos — Puntualizó como queriendo dejar en claro que contestar preguntas no era su fuerte, no le gustaba revelar cosas suyas más de la cuenta. — Si te refieres a existencia tengo simplemente veintiún años. Ahora que si preguntas a que edad me trasformaron, te diré que a los diecisiete — Suspiró solo por inercia, por dramatización, un acto humano que no se le había borrado porque lo sentía necesario para expresarse. —Si, la vida, o no vida, como quieras llamarle, me ha hecho de acero y un tanto frívola, lo sé, pero de está manera he podido seguir de pie, sino, estaría demasiado… perdida — Susurró suave y se detuvo esperando a que avanzara a su lado — Tenemos que apresurarnos, es tarde ó temprano — Sonrió burlona por esa última afirmación.

Tengo mucho tiempo por aquí, lo que pasa es que soy meticulosa al presentarme y dejarme ver, por varias criaturas que traigo detrás con ganas de arrancarme la cabeza, soy muy buena estafando — Le volteó a ver sonriendo — No te preocupes, contigo no será así — Tomó a Hero del brazo para apresurarlo — ¿Quieres que te cargue? Parece que estás muy débil, no me costarás mucho trabajo, estás realmente flaco — Afirmó siguiendo el camino— Y no tengo nada que ver con alguna corporación, estoy por mi cuenta ¿qué hay de ti? Cuéntame un poco más — Preguntó interesada.

Marishka era buena evitando hablar de su tema personal.


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Mensaje por Invitado Miér Ago 27, 2014 12:40 am

“No se puede controlar lo que nace del interior”

¿Entenderla? Sí, lo hacía, en una medida menor de lo que ella desearía. Pero hacía mi esfuerzo, porque sabía que así es como debería pensar, pero aun sabiéndolo, me era imposible, matar por sentimientos propios... Sí, tenía lógica, pero ¿era necesario?  En absoluto, por algo existían los esclavos de sangre, las habilidades para manipular la memoria de la gente. Seducirlos hasta que caigan rendidos, había tantas maneras de no acabar con la existencia ajena que me parecía una pérdida de tiempo hacerlo. Aparte luego había que pensar en los cadáveres, si todos los vampiros de Paris mataran a sus presas, la ciudad sería un festín de muertos. Pero allí estaba yo, sonriéndole de lado, asintiendo a sus palabras con la ternura que me caracterizaba. Cada uno tenía una manera diferente de pensar en la vida inmortal. Yo, por mi parte, había decidido vivirla en convivencia, aunque los humanos no me gustaran demasiado, por la corta vida que llevaban, me habían enseñado que tenía que respetar a los demás, siempre y cuando también me respetaran a mí. Y exactamente por esa razón, yo mataba a los inquisidores, a quienes quisieran acabar conmigo, buscaba darles el mismo fin. — ¿Lo… merezco? ¿Eh? Nosotros no tenemos que matar para alimentarnos, no necesariamente. Pero son diferentes puntos de vista. Y no soy religioso, no creo que haya un dios, ni un demonio. En realidad, ya vivimos en los dos hemisferios. Solo tienes que mirar un poco más allá, para ver el infierno. Y vivir en tu propio mundo, si quieres disfrutar del cielo. —

Parecía que estaba agitado, lo cierto es que no tenía la capacidad para estarlo, no podía respiraba. Pero mis pasos estaban lentos, mis músculos duros y entumecidos, dejaba salir un finísimo quejido cuando las ramas impactaban contra mi pie. Y cuando nos deslizamos hacía el piso, me sentí caer cual hoja llevada por el viento. Afiancé entonces mis brazos y piernas, hice presión contra el suelo y me mantuve estático, conteniendo todo en mi interior. —Eres joven, la verdad bastante chica como para tener todo ese pensamiento tan anciano. Deberías existir con un poco más de ‘vida’. — Subí los hombros, simplemente lo dije, no por darle un consejo, era solo lo que en mi cabeza se había presentado cuando sus palabras salieron. Le sonreí entonces, mostrando mis dientes, cada uno terminado en una raya, sin puntas, sin caninos, era solo la sonrisa de un humano. Y en segundos cambié la expresión, miré hacia arriba, poco era el tiempo que nos quedaba hasta que el señor sol saliera a quemarnos. Mi pecho se encogió y apenas un rosado débil se apuntó a mis mejillas, un cúmulo de sangre que apenas tenía en el cuerpo. — ¿Así que eres una ladronzuela? Uf, menos mal, aunque en este caso saldrás perdiendo, solo llevo la ropa puesta y mucha mugre. Parece que tengo una capa de barro sobre mi piel. — Me rasqué un poco la nuca e hice rodar los ojos. Pronto me reí cubriendo mis labios, ladeando la cabeza, examinando una vez más su propuesta, mirando un poco más hacía el cielo.

— Últimamente las mujeres me humillan más de lo habitual. La última que vi fue la que me sacó los colmillos. Los retorció tantas veces antes de sacarlos… En fin, hazlo. Pero no como princesa, gracias. Me subiré a tu espalda. — Me revolvía quejoso y  bufando de la angustia. Pero era lo mejor, o ella me acarreaba o me enterraba en ese mismo momento, porque había grandes posibilidades de que no llegara a la casa a tiempo. Eso me frustraba, como demonios podía ser tan inútil sin sangre en mi organismo. Claro, también estaba el hecho de que no caminaba hacía casi un mes. Me miré entonces las delgadas o más bien raquíticas piernas y me quedé en silencio. Subiéndome a su espalda pronto. Abrazándome a su cuello con cuidado. — ¿Qué significa “Por mi cuenta”? ¿Tu creador no está contigo? Oh bueno, te contaré de mí, soy un cantante ¿Sabes? Aunque ahora no podré dedicarme más a eso. Porque también hay varia gente que me quiere sacar la cabeza, tenemos algo en común. — Jugué, moviendo las piernas un poco, disfrutando por momentos el aire seco que se apegaba en mi rostro, tan fresco, tan lleno de vida. — Y sí, yo sí estuve en una corporación hasta hace un tiempo, mi líder nos abandonó y todo se fue esfumando rápidamente. Éramos mucho, brujos, lobos, cambiantes, humanos. Era obvio que no iba a poder seguirse sin la cabeza del asunto. Yo era uno de los más allegados, así que mi cerebro tiene mucha información… Que obtuvieron. Pero como todo se disolvió, ya no importa. — Me escondí un poco, recordar que lo había dicho todo por salvar mi vida, era tan humillante o más, que todo lo que había vivido. Y entonces, algo me distrajo de la conversación, era mi hogar a tan solo unos kilómetros de distancia. La felicidad me embargó en la piel.

“Esperé poder verla cada noche de oscuridad total” 
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Mensaje por Marishka Marquand Miér Sep 24, 2014 6:31 pm

Sus ojos se cerraron por un momento. No era tiempo de exasperarse, de hecho no entendía porqué debía hacerlo. Debía permanecer tranquila, pacifica, entender al prójimo. Se sorprendió de nuevo de sus acciones, no era una criatura que ayudara a los demás sólo porque sí, aunque el sentirse tan identificada en su momento por él, sin duda ayudaba en demasía. Consiente se encontraba de lo distinta que era, de que su mundo le había azotado demasiadas veces y por eso le daba la espalda ahora que tenía la fuerza de enfrentarlo. Odiaba a todos por igual, incluso a sus mismos, a esos incluso más por abusivos, lo cual resultaba irónico tomando en cuenta que ella lo era con los demás. ¡Basta de pensar! No era momento de salir con su parte moralista, para nada.

Se dedicó entonces a escucharlo, cómo si se tratara de un viejo amigo al cual quería ayudar. Quizás no llevaban mucho tiempo conociéndose, sin embargo sus deseos por echarle una mano eran auténticos. ¿Una amistad podría iniciarse? La simple idea le parecía extraña, descabellada, y al mismo tiempo maravillosa. Nunca ha sido de amigos, y su lazo más fuerte existía en la unión que tenía con Craig, hacer la diferencia con alguien más no estaba para nada mal ¿Verdad?

Marishka se dio cuenta que se estaba cuestionando demasiadas cosas que no tenían importancia. O quizás sí pero no deseaba mostrar debilidad, y mucho menos empatía con un desconocido tan pronto. Lo tomó entonces de sus piernas flacas y comenzó a andar a paso apresurado. Las ventajas de ser una inmortal es que no sentía grandes pesos, y él que llevaba encima le resultaba una pluma. Con cuidado de no hacerle más daño del que ya tenía avanzó, y siguió al pie de la letra las instrucciones que le iba dando. Hasta que por fin llegaron frente a una modesta propiedad que le resultó interesante, aunque no lo suficiente. No dijo nada más, simplemente avanzó a paso lento hasta que por fin se encontraron a dentro y lo pudo soltar. ¿Qué debía decirle en ese momento? No lo sabía, en realidad no deseaba darle consejos de nada, eran distintos y cada quien se tomaba en serio lo que creía valía la pena. Sin embargo por ese momento aceptaría hacer las cosas a su manera, solo para complacerlo, y para quitarle un poco de pesar de encima.

Necesitas alimentarte un poco más, criatura — Comentó encogiéndose de hombros. — Traeré un poco más de alimento para ti, pero no te preocupes, no los mataré ni siquiera les haré daño más de lo permitido — Le aseguró con la voz firme, completamente decidida a hacer a la manera que él creía correcta — No me tardaré nada, por mientras podrías aprovechar para quitarte esa horrenda carta de presentación, meterte bajo el agua, lo que sea — Le motivó mientras avanzaba para afuera de la propiedad de nuevo. Debía de ser rápida, antes de que llegara el sol ambos debían de haber bebido y ella dejado a los humanos en medio de la nada para que se encontrasen de vuelta a su realidad. El día sería largo para ambos, pero juntos sobrevivirían.

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