AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
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Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
“La magia es el último recurso” me recordé a mi misma mientras me apoyaba contra la puerta “y a veces ni siquiera eso podría salvar al condenado”. Me repetí las palabras tres veces antes de apartarme de la madera y emprender el camino de regreso a casa.
Me habían llamado tarde aquella noche, como una urgencia. Yo era la persona con conocimientos anatómicos mas cercana y había sido la primera en llegar. Y no me esperaba aquello. Aquella mujer estaba a las puertas de la muerte. Lo único que había podido hacer era paliar sus dolores.
Pero no me podía arriesgar. No con tanta gente, ni siquiera a pesar de mi poder limpiador. No debía interferir en el curso de la naturaleza. Me miré las manos, impotente, recordando todas las cosas que, como aquella muerte, no había podido evitar.
El pasillo lo llenaba el sonido de la música del salón de bailes, tres pisos más abajo. Había oido hablar de que habría un baila aquella noche, uno de máscaras. Había algo de irónico que se celebrara una fiesta en la casa de una mujer moribunda. Pero conocía demasiado bien la naturaleza humana como para saber que a veces era así de retorcida.
Pero el ser humano es sumamente irónico y retorcido consigo mismo. Incluso hipócrita. Aseguraban que odiaban a los brujos, nos vendían a los inquisidores como si fuéramos animales, y sin embargo era a nosotros a quienes recurrían cuando algún familiar estaba enfermo. Para luego mirarnos con asco cada vez que intentábamos tocar al paciente.
Sacudí la cabeza. Aunque desgraciadamente existía ese tipo de gente, también existían los casos contrarios. Me centré en aquello y la gente que conocía que querría protegerme. Si, aquello era mucho mejor, pero no eliminaba mis preocupaciones por la anciana mujer.
Estaba a punto de llegar a la puerta cuando oí aquella canción. Cerré un momento los ojos, que la música se derramara sobre mí. Hacía mucho tiempo que no cantaba, demasiado.
En un impulso seguí aquella voz cristalina, como hipnotizada por las palabras. No pensé en las pociones que esperaban ser preparadas, o en el peligro del callejón. Ya tendría tiempo para pasarme mast tarde esa noche.
Para cuando me di cuenta, estaba frente a una pequeña puerta de servicio. Miré a todos los lados antes de abrirla ligeramente y pasar a colocarme junto a una de las cortinas de los ventanales, sin llamar demasiado la atención.
Mis labios se movieron silenciosamente al tiempo que la música mientras dejaba vagar los ojos sobre las personas y las auras allí reunidas. Si alguien le dijera a aquel humano que con lo que bailaba no era sino un vampiro… Qué pena que no siempre se dieran segundas oportunidades…
Estaba a punto de salir de la sala cuando mis ojos entraron en contacto con los suyos.
Me habían llamado tarde aquella noche, como una urgencia. Yo era la persona con conocimientos anatómicos mas cercana y había sido la primera en llegar. Y no me esperaba aquello. Aquella mujer estaba a las puertas de la muerte. Lo único que había podido hacer era paliar sus dolores.
Pero no me podía arriesgar. No con tanta gente, ni siquiera a pesar de mi poder limpiador. No debía interferir en el curso de la naturaleza. Me miré las manos, impotente, recordando todas las cosas que, como aquella muerte, no había podido evitar.
El pasillo lo llenaba el sonido de la música del salón de bailes, tres pisos más abajo. Había oido hablar de que habría un baila aquella noche, uno de máscaras. Había algo de irónico que se celebrara una fiesta en la casa de una mujer moribunda. Pero conocía demasiado bien la naturaleza humana como para saber que a veces era así de retorcida.
Pero el ser humano es sumamente irónico y retorcido consigo mismo. Incluso hipócrita. Aseguraban que odiaban a los brujos, nos vendían a los inquisidores como si fuéramos animales, y sin embargo era a nosotros a quienes recurrían cuando algún familiar estaba enfermo. Para luego mirarnos con asco cada vez que intentábamos tocar al paciente.
Sacudí la cabeza. Aunque desgraciadamente existía ese tipo de gente, también existían los casos contrarios. Me centré en aquello y la gente que conocía que querría protegerme. Si, aquello era mucho mejor, pero no eliminaba mis preocupaciones por la anciana mujer.
Estaba a punto de llegar a la puerta cuando oí aquella canción. Cerré un momento los ojos, que la música se derramara sobre mí. Hacía mucho tiempo que no cantaba, demasiado.
En un impulso seguí aquella voz cristalina, como hipnotizada por las palabras. No pensé en las pociones que esperaban ser preparadas, o en el peligro del callejón. Ya tendría tiempo para pasarme mast tarde esa noche.
Para cuando me di cuenta, estaba frente a una pequeña puerta de servicio. Miré a todos los lados antes de abrirla ligeramente y pasar a colocarme junto a una de las cortinas de los ventanales, sin llamar demasiado la atención.
Mis labios se movieron silenciosamente al tiempo que la música mientras dejaba vagar los ojos sobre las personas y las auras allí reunidas. Si alguien le dijera a aquel humano que con lo que bailaba no era sino un vampiro… Qué pena que no siempre se dieran segundas oportunidades…
Estaba a punto de salir de la sala cuando mis ojos entraron en contacto con los suyos.
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 8:10 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
"Las personas nos influyen, las voces nos conmueven, los libros nos convencen, los hechos nos entusiasman."
La fría noche se presentaba larga, pero bastante entretenida. La combinación casi siempre solía ser buena, a pesar de esos ratos incómodos con una sonrisa cínica y fingiendo estar de un humor estable, a pesar de que mis ganas de volver a seguir con mis cuadros y poder meterme en mi mundo imaginativo, lleno de expresión. La pintura era lo que más amaba... y la razón misma por la que estaba en esta fiesta.
Era una gran mansión localizada en la zona residencial de París, por la zona norte de esta. Este hermoso salón de esta hermosa vivienda de la familia la cual retrataba continuamente se hacía demasiado grande... demasiado quizá.
Estaba contemplando la música. Era del famoso Borodin, el cual era un músico talentoso. Su música se había repartido por estos lares y, realmente, me inspiraba a pintar un cuadro hermoso con gente bailando con trajes con una gama cromática triste, retratando la soledad que sentía en este momento al estar sentado en una de las mesas solo, observando los grandes ventanales que daban al jardín de esa finca.
La música, los ruidos de la gente, las voces de las personas que estaban en el baile, las risas de los niños... todo podía escuchar al cerrar los ojos, pero solamente me centraba en mis pensamientos. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Por qué seguía aquí si ya había terminado mi trabajo? ¿Quiero bailar? ¿Y si me pongo a beber?
Tomé una decisión. Mi hogar me llamaba y una adolescente tenía que atender en esta noche de luna llena, siendo casi la madrugada. Estaba demasiado preocupado tanto por mi pequeña chiquilla como la noche que se iba aproximando. No quería llegar tarde y tener que trasformarme para correr más rápido y llegar con eficacia a mi hogar.
Me levanté de aquella silla cómoda con cojines de terciopelo rojo, paseando por todo el salón antes de partir. Sentía que ya no pintaba nada y mi deber me llamaba, por eso prefería estar en un lugar cómodo donde la gente si que me conocía.
Pasé a despedirme de los señores de la casa y, cuando salí del salón, pensando en que es lo que estaría haciendo mi pequeña brujita, caminando con la cabeza hacía el suelo, el abrir de una puerta de aquel gran pasillo ,que dirigía hasta el vestíbulo, cortándome el paso de frente. Me sorprendí por un momento, alzando mi cabeza. ¿Qué hacía una chica en una sala de mantenimiento? No parecía tener atuendos de la fiesta, como yo tenía ese antifaz pintado en negro con detalles dorados.
- Oh, perdón, lo siento. -Dije en un tono un poco audible, pues la música volvía a comenzar a ponerse en esa marcha, después de ese momento relajado.
No me distraje mucho, ni tenía que hacerlo. A pesar de que tenía muchas preguntas a cerca de esa muchacha, yo vivía y dejaba vivir... pues eso ahora no era importante.
Seguí caminando hacía mi derecha, todo recto. Al fondo, por fin, vi la salida con el gran vestíbulo oscuro y vacío. Estaba a un palmo de salir, hasta que...
Alphonse Rodríguez- Cambiante Clase Alta
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
Lo observé, sorprendida. Por un momento, al pasar junto a mí, algo en mi mente había hecho eco, pero no era capaz de descubrir que había sido aquello. Y mientras le observaba alejarse un antiguo sentimiento de abandono me sobrevino. No era algo normal que me ocurriera aquello y sabía que solo estaba reflejando en aquel hombre sensaciones de mi pasado.
Sin embargo hacía tiempo había aprendido que no debía guardarme aquellos sentimientos. Impulsivamente le seguí y, antes de que llegara a salir, le agarré del brazo. Sin pensarlo, mi boca formulo la pregunta a la que mi cabeza había dado una solución ya:
-Disculpadme, milord, pero ¿nos hemos visto antes?
El antifaz me hacía imposible reconocerle pero en cierto modo sentía que ya conocía aquella mirada, aquella postura. Solo que no conseguía encuadrarlo. Tal vez fuera… No, eso ya lo había creído antes con otros. Tenía que ser otra cosa.
Tal vez fuera simplemente que deseaba tanto encontrarlo que no podía evitar compararlo con todos, ver su fantasma en cada esquina.
Me llevé una mano a la sien. El martilleo de un dolor de cabeza comenzaba a resonar por encima de los latidos de mi corazón. “Idiota” dijo mi mente “cada vez que piensas en ello solo te provocas horribles dolores de cabeza”
-Lo siento, milord- dije. A pesar de todo lo que había ocurrido en mi cabeza apenas habían pasado unos segundos desde que había preguntado por lo que no le di ni tiempo a contestar- No sé ni lo que estoy diciendo. Perdonadme.
Solté su brazo y me aparté un poco de la puerta para que pudiera salir mientras yo me planteaba buscar la puerta del servicio para salir a hurtadillas de la casa. Mejor pensar en cosas prácticas para evitar los dolores de cabeza.
Sin embargo hacía tiempo había aprendido que no debía guardarme aquellos sentimientos. Impulsivamente le seguí y, antes de que llegara a salir, le agarré del brazo. Sin pensarlo, mi boca formulo la pregunta a la que mi cabeza había dado una solución ya:
-Disculpadme, milord, pero ¿nos hemos visto antes?
El antifaz me hacía imposible reconocerle pero en cierto modo sentía que ya conocía aquella mirada, aquella postura. Solo que no conseguía encuadrarlo. Tal vez fuera… No, eso ya lo había creído antes con otros. Tenía que ser otra cosa.
Tal vez fuera simplemente que deseaba tanto encontrarlo que no podía evitar compararlo con todos, ver su fantasma en cada esquina.
Me llevé una mano a la sien. El martilleo de un dolor de cabeza comenzaba a resonar por encima de los latidos de mi corazón. “Idiota” dijo mi mente “cada vez que piensas en ello solo te provocas horribles dolores de cabeza”
-Lo siento, milord- dije. A pesar de todo lo que había ocurrido en mi cabeza apenas habían pasado unos segundos desde que había preguntado por lo que no le di ni tiempo a contestar- No sé ni lo que estoy diciendo. Perdonadme.
Solté su brazo y me aparté un poco de la puerta para que pudiera salir mientras yo me planteaba buscar la puerta del servicio para salir a hurtadillas de la casa. Mejor pensar en cosas prácticas para evitar los dolores de cabeza.
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 8:10 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
"La vida son solo momentos
no la desperdicies con tristes sentimientos"
no la desperdicies con tristes sentimientos"
Mis pensamientos se centraban principalmente en aquella hermosa canción que se iba alejando por momento a medida que caminé hacía la puerta. Enseguida salía de ese infierno a la que hacía llamar un hogar donde trabajar con unos señores hipócritas, pero, aun así, cuadno llegase a mi hogar me encontraría las sornisas y todo muy feliz, así que no me quejaba.
Algo me detuvo, quizá una voz sisante, como un canto de sirena de esas novelas de muchos escritores amatéur, buenos amigos míos. A parte de un hermoso tono de voz de mujer, después de haberse oído unos tacones, también me agarró una mano por mi brazo derecho, como obligándome a quedarme en este lugar. No dudé en girarme por curiosidad y porque la propia mujer, la cual era esbelta y de largos cabellos negros azabache y de una mirada oscura y penetrante. Esas hermosas palabras salieron de su boca, mientras la música se volvía más intensa en el salón de baile.
El momento se hizo tenso, pues su rostro no lo recordé al instante y tuve quedarle una mala noticia.
- No, madamoaseille, la verdad es que no la recuerdo. Mis disculpas, pero es que ahora estoy demasiado espeso y pensando en otra cosa, y... -Dije con volacidad con algo de decepción, echándole un vistazo rápido, pero, al parecer, ella habló a la vez, tapando mi fina voz suave y relajada, y se fue saliendo del lugar.- Un momento, madamoaseille. -Le detuve, detenido en mi misma posición, mirando hacía la gran puerta de aquel gran vestíbulo.- No la he visto nunca, pero, quizá me suene su nombre. ¿Cómo se llama? -No quería parecer descortés y me dejé llevar por un impulso en preguntarle eso, pues ahora estaba un poco avergonzado de haberlo hecho y, con las mismas, caminé hacía ella. La educación que me habían dado era ser cortés con las damas y siempre educado, por eso decidí dar el paso primero, solamente porque recordaba esa voz, esa mirada... esos labios.- Siento mi descortesía. Mi nombre es Alphonse Rodríguez, pintos romantico de esta familia y de muchas obras más. Pero usted puede llamarme Alphonse, my lady. -Hice una leve reverencia de unos segundos, volviendo a ponerme recto y frente a ella.- ¿Y vos, bella dama? ¿Cuál es su precioso nombre?
Alphonse Rodríguez- Cambiante Clase Alta
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
Aunque lo había supuesto, en mi interior no pude evitar sentir algo de pena, de decepción. Siempre era lo mismo. Una esperanza que se desvanecía entre palabras amables de rechazo. O, a veces, no tan amables.
Noté como me ponía un poco roja de la vergüenza de haber asaltado a un desconocido. Debía de pensar que estaba loca para acercarme a él así sin más. Sin embargo agradecí hasta el fondo de mi alma que no mostrara desprecio por alguien como yo, que, evidentemente, vivía en un mundo distinto al suyo. Incluso me había besado la mano. Nunca nadie había hecho aquello por mi.
-Oh, no me debéis llamar milady, milord Alphonse- dije con educación. No habría crecido en una familia de alta alcurnia pero sabía de modales por lo que me incliné ante él ligeramente.
Aquellas cosas por lo general me resultaban un poco molestas e irritantes, sobre todo cuando la alta alcurnia, tan alta que se veía a sí misma, decidía ignorar el precio moral que el resto pagaban por aquello. Supongo que alguien como yo nunca lo entedería ya que para mí todos éramos iguales, al fin y al cabo nadie elige las condiciones de su nacimiento.
-Soy Isobel Twist, milord, y podeis llamarme simplemente Isobel- correspondí su presentación con una sonrisa cortés. Si el podía actuar así yo también debía mantenerme a su altura- Realmente siento haberos molestado pero… Digamos que me habéis recordado a alguien que llevo mucho tiempo buscando. Pero, claro, es imposible que nos hayamos encontrado nunca. Por el amor del cielo, yo conocer a alguien de tan noble oficio…
Dejé salir un ligero bufido. Ciertamente era una idea loca. Incluso el haber pensado que podía ser alguien de la fiesta. ¿En que diablos estaba pensando? Cuando se trataba de él perdía totalmente los papeles.
-En fin- dije mientras miraba un reloj-, tengo que marchar antes de cometer alguna otra estupidez- esta vez le dirigí una brillante sonrisa, una de verdad. Ya que me sentía más tranquila incluso con su presencia- ¿Puedo confiar en que no le diréis a nadie que estaba espiando la fiesta, milord?
Noté como me ponía un poco roja de la vergüenza de haber asaltado a un desconocido. Debía de pensar que estaba loca para acercarme a él así sin más. Sin embargo agradecí hasta el fondo de mi alma que no mostrara desprecio por alguien como yo, que, evidentemente, vivía en un mundo distinto al suyo. Incluso me había besado la mano. Nunca nadie había hecho aquello por mi.
-Oh, no me debéis llamar milady, milord Alphonse- dije con educación. No habría crecido en una familia de alta alcurnia pero sabía de modales por lo que me incliné ante él ligeramente.
Aquellas cosas por lo general me resultaban un poco molestas e irritantes, sobre todo cuando la alta alcurnia, tan alta que se veía a sí misma, decidía ignorar el precio moral que el resto pagaban por aquello. Supongo que alguien como yo nunca lo entedería ya que para mí todos éramos iguales, al fin y al cabo nadie elige las condiciones de su nacimiento.
-Soy Isobel Twist, milord, y podeis llamarme simplemente Isobel- correspondí su presentación con una sonrisa cortés. Si el podía actuar así yo también debía mantenerme a su altura- Realmente siento haberos molestado pero… Digamos que me habéis recordado a alguien que llevo mucho tiempo buscando. Pero, claro, es imposible que nos hayamos encontrado nunca. Por el amor del cielo, yo conocer a alguien de tan noble oficio…
Dejé salir un ligero bufido. Ciertamente era una idea loca. Incluso el haber pensado que podía ser alguien de la fiesta. ¿En que diablos estaba pensando? Cuando se trataba de él perdía totalmente los papeles.
-En fin- dije mientras miraba un reloj-, tengo que marchar antes de cometer alguna otra estupidez- esta vez le dirigí una brillante sonrisa, una de verdad. Ya que me sentía más tranquila incluso con su presencia- ¿Puedo confiar en que no le diréis a nadie que estaba espiando la fiesta, milord?
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 8:10 am, editado 2 veces
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
"Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer,
no has amado."
no has amado."
Un brillante destello de luz vino a mi, quizá cuando esa sonrisa nerviosa pronunció por esa boca tan hermosa el nombre que tanto esperaba escucha en años. Años y años buscando a esa pequeña joven la cual cuidé en su época. Realmente no me esperaba encontrarme aquí ese hermoso nombre y, por supuesto, no tan... crecida.
Mis sentimientos se abrieron y me cerré, por un momento, en una cúpula de recuerdos que me llevaron al pasado. Esas sonrisas, esas miradas, esas palabras inocentes... todo me lleno el corazón, haciendo tener el impulso de abrazarla, pero... ¿Por qué ahora se estaba marchando? Siempre había sido muy educada, sobretodo cuando estuvo conmigo esa época tras haberla salvado y dado un hogar. No debía dejar pasar esta oportunidad y, cuando terminó de decir que le guardase el secreto, mi espíritu rebelde y con ansia de que supiese quien soy apareció.
Intenté no estar nervioso, no mostrar esa ilusión por haberla encontrado, y caminé un paso hacía la muchacha, señalando el baile con una mano y pasando mi hombro por el otro. Sería extraño de ver que de estar estáticamente detenido ahora estuviese siendo tan descortés, agarrando a la muchacha. Aproveché que la música cesó para poder hablar con claridad estos segundos que quedaban para que volviese a empezar la orquesta a volver a tocar.
- Bueno, lady Isobel, le guardaré el secreto encantado, ¿pero no sería un desperdicio irse sin más y no quedarse? Yo mismo puedo decir que usted es mi acompañante y, así, puedes pasar una noche sin tener que decir que has estado aquí a hurtadillas, ¿No cree? -Dije, intentando ser convincente, con una sonrisa de ilusión en mi rostro. Debía de controlarme, quizá mantenerme trasparente, pero... ¡Dios, era mi Isobel! - Creo que no cometerá ninguna estupidez si solamente sonríe y está a mi lado, pues hasta mi persona la confundió con alguien de la fiesta.
Debía de hablar con ella, debía de saber que fue de su vida... debía de tenerla a mi lado pasase lo que pasase, por eso no la podía dejar ir ahora. No ahora que sabía su nombre.
Lo que más temía es que si ella me había recordado, si sabía quien era y si se iría por el cabreo que mostró cuando le dije que yo no podía hacer nada, que debía encargarse de ella un amigo mío.
Tenía miedo al rechazo... tenía miedo a su rechazo.
Alphonse Rodríguez- Cambiante Clase Alta
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
En cuanto me agarró mis emociones empezaron a descontrolarse. Una parte de mí gritaba desesperada. Conocía a los hombres lo suficiente como para saber que muchos de ellos gustaban de jugar con las mujeres, aprovechando los errores que éstas cometían. Al igual que muchos de la clase alta se hacían valer de sus estatus para acallar sus bocas.
Sin embargo otra parte de mí ronroneaba al estar tan cerca de él, como si de alguna manera esa parte le reconociera, se sintiera a gusto con el, como si hubiera vuelto a casa. Eso era algo que hacía mucho que no sentía. Hacía demasiado que anhelaba dejar a alguien acercarse lo suficiente a mí como para poder sentir aquello. Pero la experiencia con Sérène había sido suficiente para enseñarme que no podía bajar tanto la guardia.
Aparté los ojos y llevé lejos la mirada. Tenía que pensar rápido alguna excusa para que me dejara ir son causar problemas. Eso era lo último que deseaba cuando hasta el momento se había portado tan cortésmente conmigo. Si tenía que verme obligada a montar un escándalo posiblemente no quedara con una patada en el culo fuera de la casa.
-Me encantaría, milord- dije con sinceridad y una sonrisa pero aún con la vista perdida. Su sonrisa resultaba lo suficientemente inocente y tentadora como para acabar con mi determinación- Pero me temo que nadie creería que he sido invitada a un baile de máscaras con este traje y, precisamente, sin máscara.
Eché una ojeada a mi vestido. Ciertamente había llevado una de mis mejores prendas a la casa, que siempre era el requisito para tratar a mis pacientes en aquella zona de la ciudad. Era elegante, de un verde profundo, definitivamente caro, pero aun así insuficiente para una fiesta de alto standing.
En cuanto dije aquello se me ocurrió la solución para que me dejara marchar.
-Pero si insistís, estoy segura de que la dueña de la casa tendrá alguna mascara acorde a mi vestido que pueda usar. Si solo vos me esperáis en el salón de bailes, yo ire a buscarla y me uniré a vos allí.
Sin embargo otra parte de mí ronroneaba al estar tan cerca de él, como si de alguna manera esa parte le reconociera, se sintiera a gusto con el, como si hubiera vuelto a casa. Eso era algo que hacía mucho que no sentía. Hacía demasiado que anhelaba dejar a alguien acercarse lo suficiente a mí como para poder sentir aquello. Pero la experiencia con Sérène había sido suficiente para enseñarme que no podía bajar tanto la guardia.
Aparté los ojos y llevé lejos la mirada. Tenía que pensar rápido alguna excusa para que me dejara ir son causar problemas. Eso era lo último que deseaba cuando hasta el momento se había portado tan cortésmente conmigo. Si tenía que verme obligada a montar un escándalo posiblemente no quedara con una patada en el culo fuera de la casa.
-Me encantaría, milord- dije con sinceridad y una sonrisa pero aún con la vista perdida. Su sonrisa resultaba lo suficientemente inocente y tentadora como para acabar con mi determinación- Pero me temo que nadie creería que he sido invitada a un baile de máscaras con este traje y, precisamente, sin máscara.
Eché una ojeada a mi vestido. Ciertamente había llevado una de mis mejores prendas a la casa, que siempre era el requisito para tratar a mis pacientes en aquella zona de la ciudad. Era elegante, de un verde profundo, definitivamente caro, pero aun así insuficiente para una fiesta de alto standing.
En cuanto dije aquello se me ocurrió la solución para que me dejara marchar.
-Pero si insistís, estoy segura de que la dueña de la casa tendrá alguna mascara acorde a mi vestido que pueda usar. Si solo vos me esperáis en el salón de bailes, yo ire a buscarla y me uniré a vos allí.
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 8:10 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
"¿Cuántas veces dije que te amo?
¿Cuántas veces tu sonrisa será el mejor reclamo?
¿Cuántas veces pierdo? Y, dime.... ¿Cuánatyas veces gano?"
¿Cuántas veces tu sonrisa será el mejor reclamo?
¿Cuántas veces pierdo? Y, dime.... ¿Cuánatyas veces gano?"
No dejaba de recordar a aquella muchacha. Sí, era ella. Mis ojos no engañaban y el destino no me estaba gastando una broma. Era de verdad ella, pero...
¿Por qué ahora? Ciertamente no tenía nada en queja, pues, a peasr de estar en una fiesta de alta cuna, podríamos hablar. Me da igual donde fuese, quería saber de ella, quería que supiese quien era, pero... aun era demasado pronto. Aun no estaba preparada.
La muchacha parecía nerviosa, pero yo lo estaba aun más. No me moví un músculo más solo para cruzarme los brazos, mientras esta se quejaba de su vestido y la fiesta con educación. Es cierto que no parecía estar a corde con aquella celebración, pero tampoco se fijaría la gente mucho en mi presencia, por lo que no me preocupé bastante cuando vi como ese hermoso vestido verde claro adornaba su cuerpo, resaltando su figura.
Sonreí de lado y, cuando esta propuso ir a ver a la señora que descansaba en sus aposentos, di un paso hacía atrás, como dejándole camino. Me pareció buena idea y no pude decirle que no, pues, al fin y al cabo, acabaría estando conmigo en la fiesta y allí no tendría escapatoria para decirle quien era. Ya estaba ansioso de contarle todo, pero debía de ser paciente... cosa que a veces no era.
- Bueno, my lady, usted va bien así, nadie se dará cuenta de su presencia. Además, no es necesario llevar máscara si vos no quiere, pero a mi me obligaron los señores de la casa. Créame que así va hermosa y por eso quiero que entre con mi presencia, podría fardar de su bellleza. -Intenté convencerla mientras alternaba mi vista entre el baile y mi querida Isobel. Carraspée y, poniéndo una mano suavemente en su espalda, asentí.- Aunque si vos quiere ir a ver a la señora para ver si tiene un traje, le esperaré aquí abajo. Pues si usted es quien dice es... -Hice una pausa, poniéndome frente a ella. Ya quería decirselo, pero debía esperar un poco más.- Me gustaría hablar con vos, bruja Isobel. -Sonreí con ilusión y ladeando mi cabeza levemente, quizá demasida, pero ya estaba deseando que viniese a mis brazos por tanto tiempo que había pasado... lo deseaba mucho.
Última edición por Alphonse Rodríguez el Sáb Oct 26, 2013 8:56 am, editado 1 vez
Alphonse Rodríguez- Cambiante Clase Alta
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
Creí que lo había engañado. Su disposición a dejarme ir en busca de la máscara y demás habían sido la solución perfecta para escapar de él, esperando a que entraraen el salón de bailes para escapar por el lateral de la casa, cubierta en la sombras.
Eso hubiera funcionado si no me hubiera llamado bruja. Volví la vista a él sobresaltada y automáticamente concentré mis poderes en ver su aura, temerosa de que fuera un Inquisidor. No hubiera sido la primera vez que una sonrisa inocente ocultaba a un ejecutor. Sin embargo su aura carecía de animosidad y se mostraba realmente emocionada. Podía leer claramente la alegría y la ilusión en sus colores.
¿Entonces como…? No quise ni terminar esa pregunta en mi cabeza. Tenía que averiguar cómo había sabido de mi secreto. Desde que había empezado a trabajar en París rara vez había usado mis poderes. La ciudad no era como las aldeas remotas y sabía que si usaba demasiado mi poder la gente se daría cuenta por lo que me había limitado a los casos graves y siempre había borrado mi rastro.
Por otra parte también estaba el hecho de que él mismo había admitido que nunca nos habíamos visto antes y si eso era así tenía que haber algo más tras su reconocimiento. Tal vez se tratara de un brujo…
-No sé de qué me habláis, milord- dije con seriedad alejándome de él, ignorando la mano en mi espalda. No quería delatarme a mí misma aún- Pero ruego no repitáis algo así. Cualquiera podría tomar vuestras palabras por ciertas y querer llevarme a la hoguera- “otra vez” añadí para mis adentros.
Lo miré de arriba abajo. Mientras hablaba se me había ocurrido la posibilidad de que fuera alguien de mi pasado. Había conocido a mucha gente, sobre todo en el orfanato, y muchos habían visto la acusación de Lady Drag. Tal vez fuera alguno de esos niños abandonados que finalmente había ascendido.
-Decidme ¿realmente no nos conocemos de antes?- preguntó, mientras me llevaba una mano al pelo, ahora teñido de negro. Tal vez el me recordara como la rubia que solía ser. Tal vez pudiera convencerlo de que no era la persona que él creía reconocer.
Eso hubiera funcionado si no me hubiera llamado bruja. Volví la vista a él sobresaltada y automáticamente concentré mis poderes en ver su aura, temerosa de que fuera un Inquisidor. No hubiera sido la primera vez que una sonrisa inocente ocultaba a un ejecutor. Sin embargo su aura carecía de animosidad y se mostraba realmente emocionada. Podía leer claramente la alegría y la ilusión en sus colores.
¿Entonces como…? No quise ni terminar esa pregunta en mi cabeza. Tenía que averiguar cómo había sabido de mi secreto. Desde que había empezado a trabajar en París rara vez había usado mis poderes. La ciudad no era como las aldeas remotas y sabía que si usaba demasiado mi poder la gente se daría cuenta por lo que me había limitado a los casos graves y siempre había borrado mi rastro.
Por otra parte también estaba el hecho de que él mismo había admitido que nunca nos habíamos visto antes y si eso era así tenía que haber algo más tras su reconocimiento. Tal vez se tratara de un brujo…
-No sé de qué me habláis, milord- dije con seriedad alejándome de él, ignorando la mano en mi espalda. No quería delatarme a mí misma aún- Pero ruego no repitáis algo así. Cualquiera podría tomar vuestras palabras por ciertas y querer llevarme a la hoguera- “otra vez” añadí para mis adentros.
Lo miré de arriba abajo. Mientras hablaba se me había ocurrido la posibilidad de que fuera alguien de mi pasado. Había conocido a mucha gente, sobre todo en el orfanato, y muchos habían visto la acusación de Lady Drag. Tal vez fuera alguno de esos niños abandonados que finalmente había ascendido.
-Decidme ¿realmente no nos conocemos de antes?- preguntó, mientras me llevaba una mano al pelo, ahora teñido de negro. Tal vez el me recordara como la rubia que solía ser. Tal vez pudiera convencerlo de que no era la persona que él creía reconocer.
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 8:11 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
"Ella tiene la luz, tiene el perfume, el color y la línea, la forma engendradora de deseos, la expresión, fuente eterna de poesía."
Estaba tan ansioso de contarle que es lo que había sido de mi vida, como había crecido la pequeña Amélie, como me trataba la familia Lacroix, cuales eran mis sentimientos... lo guapa que se había puesto. Había cambiado tanto que, al principio, ni la había reconocido y pensaba que era otra bella mujer más que tan solo llamaba mi atención. No, no... ¿Cómo no podía conocer a esta bella brujita de sonrisa inocente? Era tan frágil y tan delicada, que era normal que ahora no pudiese fiarse de mi, aunque me doliese tanto.
El piano comenzó a escucharse desde el salón de baile, dejando un ambiente calmado y relajado. Reconocía esa canción tan pacífica y relajante: "El claro de luna". Esa pequeña pieza era la que solía tocar a la pequeña Amélie antes de ir a su cama, mietras sus padres sonreían... y la misma que le toqué a esta muchacha un día antes de que la diese al cazador; esos momentos fueron los mejores de mi vida junto a ella, pues el día lo disfrutemos como si fuésemos de verdad una pareja.
Por un momento me entró tanta tristeza de no poder estar con ella, de sentirme tan alejado, de haberla abandonado... ese momento de debilidad lo pillo la muchacha justamente cuando me preguntó quien era. ¿No me había reconocido? Me afectó bastante su pregunta, casi tenía ganas de llorar, pero tragué saliva e intenté calmarme. No era para tanto, pensaba, podía ser peor.
Di un suspiro y, asintiendo a lo que dijo antes, por no haber respondido tras estar centrado en el hermoso instrumento, intenté explicar quien era sin que ella se sorprendiese tanto.
- Tranquila, nadie sabrá que eres. Juro por Dios que guardaré tu secreto. -Le dije mientras la miraba penetrántemente. Me acerqué un paso a ella, ya que estaba alejada de mi. Debía de tenerla cerca, quería sentir que, al menos, estaba hablando con ella y no dejar que se alejase de mi.- Verás, te conozco cuando vos era una pequeña rubia adolescente con un poder inimaginable. Y vos.... bueno... vos sabe quien soy yo. -Me quité la máscara, intentando que mis manos no me temblasen de lo nervioso que estaba, y me la guardé en mi bolsillo de mi chaqueta de traje. La miré a los ojos, de nuevo, con una sonrisa.- ¿No me reconoce? Vos y yo pasemos buenos momentos y yo la salvé a usted de perecer. ¿A caso no reconoce a este lobito? Soy Alphonse, Isobel. Soy yo. -Le dije con cariño, cogiéndole de las manos. Hacía tanto que no la veía, hacía tanto que no volvía a coger de sus manos... que hasta una lágrimas se me volvió a escapar, pero era de felicidad, de haberle dicho quien soy y de ese sueño que pronto se cumpliría.
Última edición por Alphonse Rodríguez el Sáb Oct 26, 2013 10:33 am, editado 1 vez
Alphonse Rodríguez- Cambiante Clase Alta
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
-No...- escapó en un susurro de mis labios. Al principio si que había creido reconocerlo, lo había deseado, pero ahora que me había convencido de lo contrario...
Lo miré, deseando poder creerlo. El martilleo en mi cabeza aumentó , haciéndose casi insoportable. Por un momento atiné a pensar que aquel sonido, aquel dolor, era precisamente el de un martillo golpeando contra la pared que separaba mi pasado de mi realidad.
Lo miré a los ojos, desando reconocerlo. Pero no me era posible ver en el él lo que no había visto ya en otros. No veía lo que creía que vería cuando lo encontrara.
Lo primero que había olvidado de mi salvador había sido su cara. Se había convertido en un borrón en mi memoria, desvaneciendose entre tantas otras que había visto a lo largo de los años.
Lo siguiente fue su nombre. A medida que crecí, a medida que la oscuridad me abrazó antes de soltarme, dejé de llorar por las noches gritando su nombre.
Lo único que no había olvidado había sido su voz, aquella que me había calmado cuando tenía tanto miedo. Aquella que había desaparecido de mi cabeza al pisar París.
Había sido Hugh quien me había ayudad, quien me había obligado a olvidarlo todo, conmovido por el dolor que me causaban los recuerdos. Había sido el quien me había ayudado a levantar el muro a aquella parte de mi pasado. Y había hecho un maldito maravilloso trabajo en ello.
Le empujé para alejarlo de mí. Tenía que ser una mentira. No se veía lo suficientemente mayor como para haber estado allí la primera vez. No podía ser quien afirmaba ser.
-¡Dejad de mentir!- dije un poco alterada pero aún así controlando mi tono de voz. Era lo único que podía controlar a esas alturas- Decidme quien os a contado todo pues es evidente que vos no podíais estar allí. Vos no...
Mi voz se fue apagando a medida que una visión me asaltaba. Era la misma que la primera vez, la cual no había tenido desde hacía mucho, en la que él me llamaba, tendido en el sucio suelo del callejón.
Sentí como me mareaba y me apoyé en la pared, tratando de respirar, luchando con la tormenta emocional desencadenada en mi interior.
-No mueras, por favor...- supliqué sin pensar- no mueras...
Lo miré, deseando poder creerlo. El martilleo en mi cabeza aumentó , haciéndose casi insoportable. Por un momento atiné a pensar que aquel sonido, aquel dolor, era precisamente el de un martillo golpeando contra la pared que separaba mi pasado de mi realidad.
Lo miré a los ojos, desando reconocerlo. Pero no me era posible ver en el él lo que no había visto ya en otros. No veía lo que creía que vería cuando lo encontrara.
Lo primero que había olvidado de mi salvador había sido su cara. Se había convertido en un borrón en mi memoria, desvaneciendose entre tantas otras que había visto a lo largo de los años.
Lo siguiente fue su nombre. A medida que crecí, a medida que la oscuridad me abrazó antes de soltarme, dejé de llorar por las noches gritando su nombre.
Lo único que no había olvidado había sido su voz, aquella que me había calmado cuando tenía tanto miedo. Aquella que había desaparecido de mi cabeza al pisar París.
Había sido Hugh quien me había ayudad, quien me había obligado a olvidarlo todo, conmovido por el dolor que me causaban los recuerdos. Había sido el quien me había ayudado a levantar el muro a aquella parte de mi pasado. Y había hecho un maldito maravilloso trabajo en ello.
Le empujé para alejarlo de mí. Tenía que ser una mentira. No se veía lo suficientemente mayor como para haber estado allí la primera vez. No podía ser quien afirmaba ser.
-¡Dejad de mentir!- dije un poco alterada pero aún así controlando mi tono de voz. Era lo único que podía controlar a esas alturas- Decidme quien os a contado todo pues es evidente que vos no podíais estar allí. Vos no...
Mi voz se fue apagando a medida que una visión me asaltaba. Era la misma que la primera vez, la cual no había tenido desde hacía mucho, en la que él me llamaba, tendido en el sucio suelo del callejón.
Sentí como me mareaba y me apoyé en la pared, tratando de respirar, luchando con la tormenta emocional desencadenada en mi interior.
-No mueras, por favor...- supliqué sin pensar- no mueras...
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 8:11 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
"A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad."
Quizá fue demasiado oportuno o quizá yo me hice demasiadas ilusiones, que cuando me empujó de esa manera y no se creyó que era verdaderamente yo, rechazándome, sentí como si mi mundo se destruyese poco a poco. Se desmoronó todo ante mi, pero en el fondo yo sabía que esto pasaría. Vamos, ¿de verdad alguien que has abandonado te iba a tratar bien y aceptar con los brazos abiertos? Estaba de broma si de verdad pensaba que me mostraría su amor, pero... tenía mis esperanzas puestas en mis ilusiones. Error.
La chica, de pronto, se sintió mareada cuando me rechazó. ¿Fue demasiado para ella encontrarse conmigo? Me sentí mal, pero no me alejé de su lado. No podía dejarla ahora sabiendo que seguía viva.
Me acerqué un paso cuando esta se apoyó en la pared y luchaba en mantenerse de buena manera. La agarré de sus hombros cuando estaba pereciendo. Cogiéndola por la cintura, la intenté ayudar mientras esta se decía a si misma de que no pereciera ahora.
Me sentía tan mal conmigo mismo que debía de hacer algo por ella... pues aun seguía sintiendo ese cariño que le tenía.
- Tranquila, Isobel, querida, no te pasará nada mientras esté yo aquí. -Decía mientras caminaba con ella entre mis brazos y subía las escaleras, que estaban frente a la puerta, hacía la segunda planta.- Te llevaré a una habitación libre y le diré a la señora que me la preste porque me siento mal y podrás descansar ahí y podremos hablar, Isobel. -Le sugerí mi idea mientras seguía subiendo la escaleras con el cuerpo de la chica. Sabía que ella aun estaba cuerda, pero... ¿me haría caso o me volvería a rechazar mi buena voluntad?
Alphonse Rodríguez- Cambiante Clase Alta
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
Dejé que me llevara escaleras arriba sin darme cuenta. Hacía años que no perdía el control sobre mi poder de esa manera, quedando tan expuesta a la crudeza de las imágenes.
Desde que había aprendido a usar los poderes que me habían tocado había tratado de bloquear las visiones mientras estaba despierta y solo las dejaba venir a mi cuando dormía pues sabía que si no me sumiría en un estado de cáos. Justo como en ese momento.
La realidad se difuminó a mi alrededor, como si se tratara de una ilusión atemporal Su voz era un eco lejano mientras por delante de mis ojos se reproducían los detales que nunca antes había logrado ver de aquella visión que tanto me atormentaba.
De repente las cosas tenían a la vez más y menos sentido. Los ojos del hombre eran verdes, del mismo tono que los de Lord Alphonse. Y volvía a escuchar su voz. Era la misma que la que momentos antes me pedía que recordara quien era.
El tiempo dejó de existir para mí mientras veía aquello y sentía que la tranquila inconsciencia me reclamaba. Tan silenciosa y acogedora era que me costaba luchar contra ella. Sin embargo, algo en sus palabras me hizo aferrarme a él como si me fuera la vida en ello.
-No me dejéis- pedí mientras me abrazaba a él- no me dejéis sola de nuevo- me aferré a él notando cómo mis uñas se clavaban en su traje mientras unas lágrimas empezaban a resbalar por mis mejillas.
Desde que había aprendido a usar los poderes que me habían tocado había tratado de bloquear las visiones mientras estaba despierta y solo las dejaba venir a mi cuando dormía pues sabía que si no me sumiría en un estado de cáos. Justo como en ese momento.
La realidad se difuminó a mi alrededor, como si se tratara de una ilusión atemporal Su voz era un eco lejano mientras por delante de mis ojos se reproducían los detales que nunca antes había logrado ver de aquella visión que tanto me atormentaba.
De repente las cosas tenían a la vez más y menos sentido. Los ojos del hombre eran verdes, del mismo tono que los de Lord Alphonse. Y volvía a escuchar su voz. Era la misma que la que momentos antes me pedía que recordara quien era.
El tiempo dejó de existir para mí mientras veía aquello y sentía que la tranquila inconsciencia me reclamaba. Tan silenciosa y acogedora era que me costaba luchar contra ella. Sin embargo, algo en sus palabras me hizo aferrarme a él como si me fuera la vida en ello.
-No me dejéis- pedí mientras me abrazaba a él- no me dejéis sola de nuevo- me aferré a él notando cómo mis uñas se clavaban en su traje mientras unas lágrimas empezaban a resbalar por mis mejillas.
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 8:11 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
"Sólo los ojos conservan su juventud."
No podía dejar a la muchacha en esa habitación si no pedía permiso, pues me sentía como si estuviese allanando la morada de mi buen jefe el cual siempre retrataba en los retratos que solía hacer cuando este lo requería. Me sentía realmente mal, con una sensación incómoda, pero cuando la chica se aferró a mí, cual bebé recién nacido a su madre, me vi en un aprieto. No sabía si llevarme por mis sentimientos o mi responsabilidad. ¿Qué podría hacer? La muchacha estaba realmente mal, pero lo que yo estaba haciendo era aun peor... pero era la primera vez que me abrazaba con tanta efusividad esta noche. Echaba de menos esos abrazos tan fuertes y exigentes de cariño.
Tragué saliva y, acercándome a ella, le abracé por su cadera mientras me sentaba a su lado, en la cama. A pesar de que tenía que bajar a decirle aquello a los señores o decirle a la anciana mujer que llevaba la hacienda que estaba aquí... por un momento más no pasaba nada.
Acaricié la mejilla de la dulce muchacha mientras sonreía de lado, negando con mi cabeza.
- No te dejaré sola, tranquila. Cuando te encuentres mejor, si usted lo desea, marcharemos a mi casa o le llevaré a la suya, pero no podemos estar aquí. No es mi hogar, querida. Si lo fuese, no tendría problema, pero pueden despedirme. -Sonreí amargamente mientras me levantaba de aquella cama y solamente me limitaba a quedarme detenido y observando a la chica con una sonrisa.- ¿Qui-quieres que te traiga algo? -No sabía que hacer, realmente era muy patoso para estas situaciones a pesar de ser ya un adulto hecho y derecho, pero siempre me ponía nervioso.
Mi cuerpo temblaba como un flan. Me sentía impotente, como si mi ayuda no sirviese de mucho y como si no pudiésemos estar aquí. Esa adrenalina disparaba mi cuerpo y hacía que quisiese lanzarme a ella, a confersarle todo lo que pensaba en esos momentos en nuestro pasado... pero solo me limité a sentarme a su lado y acariciar su mano mientras sonreía como un idiota y le decía una pequeña parte de lo que realmente pensaba.
- ¿Sabes? Me encanta como te queda ese pelo negro azabache. Pega mucho con tu personalidad e inspira mucho a pintar un cuadro
Alphonse Rodríguez- Cambiante Clase Alta
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Re: Aquella voz de mis recuerdos {Alphonse}
Sus palabras me tranquilizaron y me ayudaron a concentrarme. Si me rendía a la visión como solía rendirme años atrás seguramente tendría muchos más problemas que los que tenía en ese momento.
A pesar el cansancio me centré en la habitación, en su voz y en su contacto para alejarme de la visión. Dejé de buscarle un sentido, sabiendo que aquello solo la haría más fuerte y comencé a respirar profundamente. Eventualmente las lágrimas dejaron de caer de mis ojos y mi pulso volvió a ser normal.
Una pequeña sonrisa curvó mis labios al oírle tartamudear. Sin ni siquiera necesitar mi poder podía sentir que estaba nervioso. Pocos hombres eran capaces de lidiar con las lágrimas de una mujer así que tampoco lo culpaba por no saber qué hacer. Yo misma había tenido problemas al principio para lidiar con las lágrimas de mis pacientes.
Negué ligeramente con la cabeza como contestación a su pregunta. Al fin me sentía más tranquila, más… yo. Permanecí quieta un momento mientras Lord Alphonse me acariciaba la mano y dejé de ser racional por un momento para sentir. Creía que tal vez así pudiera desbloquear lo que tanto tiempo atrás había bloqueado y borrado de mi mente.
En un impulso agarré su mano y entrelacé sus dedos con los míos. Por un momento sentí que aquella sensación era familiar pero fue solo un destello, apenas un parpadeo. Volví a tomar aire, le solté y abrí los ojos para mirarlo.
Intenté recordar lo que había dicho. Algo sobre mi pelo, no sabía exactamente que pero tampoco creí que importara demasiado.
-No siempre es negro. Aunque es el color que prefiero a veces lo llevo castaño- me encogí de hombros e incliné la cabeza hacia un lado, pensando. No hice ningún comentario respecto a lo de mi carácter ya que él no me conocía y, en el improbable caso de que fuera el mismo, había cambiado demasiado desde que me dejó.
Ahora que estaba mejor tenía que enfrentar que aquel hombre creía ser quien me había salvado.
-Milord, creo que tenéis razón en lo de que no podemos quedarnos aquí. Y no quiero molestar a la dueña- pensé en la moribunda arriba. No, eso era lo último que necesitaba aquella mujer- ¿Podríamos salir a los jardines? Un poco de aire me vendrá bien
A pesar el cansancio me centré en la habitación, en su voz y en su contacto para alejarme de la visión. Dejé de buscarle un sentido, sabiendo que aquello solo la haría más fuerte y comencé a respirar profundamente. Eventualmente las lágrimas dejaron de caer de mis ojos y mi pulso volvió a ser normal.
Una pequeña sonrisa curvó mis labios al oírle tartamudear. Sin ni siquiera necesitar mi poder podía sentir que estaba nervioso. Pocos hombres eran capaces de lidiar con las lágrimas de una mujer así que tampoco lo culpaba por no saber qué hacer. Yo misma había tenido problemas al principio para lidiar con las lágrimas de mis pacientes.
Negué ligeramente con la cabeza como contestación a su pregunta. Al fin me sentía más tranquila, más… yo. Permanecí quieta un momento mientras Lord Alphonse me acariciaba la mano y dejé de ser racional por un momento para sentir. Creía que tal vez así pudiera desbloquear lo que tanto tiempo atrás había bloqueado y borrado de mi mente.
En un impulso agarré su mano y entrelacé sus dedos con los míos. Por un momento sentí que aquella sensación era familiar pero fue solo un destello, apenas un parpadeo. Volví a tomar aire, le solté y abrí los ojos para mirarlo.
Intenté recordar lo que había dicho. Algo sobre mi pelo, no sabía exactamente que pero tampoco creí que importara demasiado.
-No siempre es negro. Aunque es el color que prefiero a veces lo llevo castaño- me encogí de hombros e incliné la cabeza hacia un lado, pensando. No hice ningún comentario respecto a lo de mi carácter ya que él no me conocía y, en el improbable caso de que fuera el mismo, había cambiado demasiado desde que me dejó.
Ahora que estaba mejor tenía que enfrentar que aquel hombre creía ser quien me había salvado.
-Milord, creo que tenéis razón en lo de que no podemos quedarnos aquí. Y no quiero molestar a la dueña- pensé en la moribunda arriba. No, eso era lo último que necesitaba aquella mujer- ¿Podríamos salir a los jardines? Un poco de aire me vendrá bien
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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