AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
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Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
Di una mascada a la manzana que me había regalado Edgar, un niño que trabaja en el mercado ambulante, vez que me veía me daba algo para comer, era uno más de los que me ayudaban y yo a él, no me gustaba recibir sin dar nada a cambio, a él le traía pescados del puerto, me habían enseñado a pescar así que a veces cuando iba le traía uno o dos, ahí mismo aprovechaba yo de comer algo diferente que no fuera ni pan, queso o frutas. Avance entre las personas mientras caminaba con una sonrisa en mi rostro, habían varias personas que según la apariencia podía decir que eran sirvientes, ellos no tenían la culpa de que sus empleadores fueran ricachones pero aun así, no l es robaba por el hecho que después podrían castigarlos y no me gustaría ser la causante de aquello.
Había visto en mi caminar a varios policías, quizás andaban buscando alguna banda de maleantes o tal vez, no preste mucha atención a ellos, era muy escurridiza y nunca daban conmigo, además hasta ese momento no había robado ni siquiera una canica. Me detuve en un puesto de artilugios árabes, eran tan bellos con esos colores, y formas, no me atreví a tocar ninguno por temor a romperlo así que con mis manos atrás clave mis ojos en ellos, apreciando los colores, siempre había tenido interés por aquellas cosas árabes, tenían una magia que le hacía falta a Paris, el dueño de aquel lugar al ver mi aspecto no quito los ojos de mis actos, en realidad ni siquiera le di interés, no se me apetecía robarle menos a ese caballero que parecía cuidar sus cosas y según podía prever era un hombre esforzado y desconfiado de las personas como yo, era normal, pero yo tenía solamente una ley nunca robar a gente que trabaja, sino que a sus compradores, reí para mí y seguí mi camino.
No alcance avanzar mucho cuando un adulto, un hombre viejo choca conmigo y me hace tropezar, note que lo venían persiguiendo al mismo tiempo que el caballero de los artilugios árabes, comenzaba hablar en un extraño idioma y su hijo de más menos diez años traducía, a lo que alcance a escuchar “Ella, Ella… ella es la cómplice, el hombre le dejo el cofre en su bolso” mire en todas direcciones y en ese segundo note que todo apuntaba a mi… ¿yo?, reí claro que no, pensé yo no tengo nada ni siquiera había sacado mis manos de mi espalda hasta que vi como se acercaban los policías, me iba a quedar ahí parada para por primera vez explicar que NO había hecho nada, tome mi bolso y sentí la carga extra – ¡Demonios!, ¡Demonios! – grite y no pensé en nada mas y salí corriendo por el lugar, los polis tocaban un pito poniendo en alerta a los demás que custodiaban aquella zona corrí mirando de vez en cuando hacia atrás hasta que no me di cuenta y por enfrente un policía me tomo de los hombros – ¡Yo no hice nada! – renegué mientras el hombre más alto y fuerte que yo me zamarreaba como una muñeca de trapo, grite, patalee y le escupí en el rostro a lo que recibí una gran bofetada en mi rostro dejándome tirada en el suelo, llego otro policía y me tomaron de los brazos revisando mi bolso, mi mejilla ardía pero no le daría el gusto de verme llorar… Sabía que encontrarían lo que se habían robado y sentí miedo mucho miedo – El Hombre lo puso ahí… yo no fui – grite a todo pulmón siendo el centro de atención en ese momento, otra bofetada recibí y me mordí el labio al sentir el dolor contuve las lagrimas y comenzaron hablar de llevarme al cuartel. Avanzaron y yo con ellos prácticamente me llevaban arrastrando mientras entre pataletas seguía reclamando que era inocente.
Había visto en mi caminar a varios policías, quizás andaban buscando alguna banda de maleantes o tal vez, no preste mucha atención a ellos, era muy escurridiza y nunca daban conmigo, además hasta ese momento no había robado ni siquiera una canica. Me detuve en un puesto de artilugios árabes, eran tan bellos con esos colores, y formas, no me atreví a tocar ninguno por temor a romperlo así que con mis manos atrás clave mis ojos en ellos, apreciando los colores, siempre había tenido interés por aquellas cosas árabes, tenían una magia que le hacía falta a Paris, el dueño de aquel lugar al ver mi aspecto no quito los ojos de mis actos, en realidad ni siquiera le di interés, no se me apetecía robarle menos a ese caballero que parecía cuidar sus cosas y según podía prever era un hombre esforzado y desconfiado de las personas como yo, era normal, pero yo tenía solamente una ley nunca robar a gente que trabaja, sino que a sus compradores, reí para mí y seguí mi camino.
No alcance avanzar mucho cuando un adulto, un hombre viejo choca conmigo y me hace tropezar, note que lo venían persiguiendo al mismo tiempo que el caballero de los artilugios árabes, comenzaba hablar en un extraño idioma y su hijo de más menos diez años traducía, a lo que alcance a escuchar “Ella, Ella… ella es la cómplice, el hombre le dejo el cofre en su bolso” mire en todas direcciones y en ese segundo note que todo apuntaba a mi… ¿yo?, reí claro que no, pensé yo no tengo nada ni siquiera había sacado mis manos de mi espalda hasta que vi como se acercaban los policías, me iba a quedar ahí parada para por primera vez explicar que NO había hecho nada, tome mi bolso y sentí la carga extra – ¡Demonios!, ¡Demonios! – grite y no pensé en nada mas y salí corriendo por el lugar, los polis tocaban un pito poniendo en alerta a los demás que custodiaban aquella zona corrí mirando de vez en cuando hacia atrás hasta que no me di cuenta y por enfrente un policía me tomo de los hombros – ¡Yo no hice nada! – renegué mientras el hombre más alto y fuerte que yo me zamarreaba como una muñeca de trapo, grite, patalee y le escupí en el rostro a lo que recibí una gran bofetada en mi rostro dejándome tirada en el suelo, llego otro policía y me tomaron de los brazos revisando mi bolso, mi mejilla ardía pero no le daría el gusto de verme llorar… Sabía que encontrarían lo que se habían robado y sentí miedo mucho miedo – El Hombre lo puso ahí… yo no fui – grite a todo pulmón siendo el centro de atención en ese momento, otra bofetada recibí y me mordí el labio al sentir el dolor contuve las lagrimas y comenzaron hablar de llevarme al cuartel. Avanzaron y yo con ellos prácticamente me llevaban arrastrando mientras entre pataletas seguía reclamando que era inocente.
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 13/03/2012
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Re: Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
Aquella silueta observaba con atención y detalle perfecto el ir y venir de las ventas y compras, la sinfonía de gritos promocionales de los productos y los tratos alejados de la ley que se multiplicaban en cada esquina de esa zona tan específica de la ciudad. La fría brisa jugaba con los cabellos negros y con la camisa a medio abrochar sin provocar escalofrío alguno en aquel cuerpo esbelto y atlético al mismo tiempo. Era más real que la propia brisa sintiera escalofríos con su presencia.
Los policías se habían multiplicado en el mercado desde hace unos días a partir de un grupo de sucesos, algunos de los cuales protagonizó con el "honor" particular de disminuir la disponibilidad de aquellos defensores de la desigualdad, por lo que se había visto gratamente sorprendida al enterarse de que la estaban buscando. ¿Por qué? Más diversión para ella, y más humillación para esos incompetentes que nunca la habían apresado en casi veinticinco años. Sin embargo, la sonrisa tomó una extensión más corta al ver a un tipo corriendo, chocando con todo lo que se cruzaba en su camino para perder a los castigadores que no le perdían pisada. Y Gianella tampoco lo hizo, corriendo por los techos y cornisas manteniendo los sentidos fijos en la situación que robaba la atención a vendedores y compradores. Luego el hombre chocó con una jovencita, introduciendo en su bolso el artículo robado para liberarse de toda culpa al menos temporalmente. La italiana reconoció a la chica de inmediato, y gruñió furiosa al ver cómo le trataban a pesar de su evidente inocencia. La bofetada le hizo enseñar los colmillos y tensar sus puños deseosos de venganza, y también sumergirse en la muchedumbre cual pez en el cardumen, pero con la decisión y ferocidad de un tiburón.
Los tenía identificados. Dos corpulentos tenían firmemente sujeta a Emily, que prácticamente se arrastraba en el suelo pataleando tratando de hacer resistencia, pero la tenían sostenida de tal manera que no podía hacer nada a menos que tuviere fuerza sobrenatural...lo que su acechante camarada sí tenía. Otros tres caminaban detrás de ellos completando un pentágono, viéndose como una fortaleza a ojos de la mayoría de los transeúntes, una fortaleza que era espiada desde muy cerca por la mujer que hizo un gesto de silencio con el dedo a Emily para que no gritase al descubrir su presencia. Era obvio que le iba a ayudar, sólo tenía que dejar que hiciera todo a su manera.
Y con ese mismo silencio noqueó a la punta del pentágono con un golpe en la nuca, siendo delatada por los peatones que empezaron a gritar que algo sucedía, pero que no podían ver. Las aristas laterales también cayeron sin dar tiempo a reacción, lo que hizo que las aristas restantes detuvieran su andar. - Llévatela, yo me encargo de... - el policía miró a la revoltosa como si una mina de oro estuviera ante sus ojos, y no estaba tan lejos al considerarse Gianella una de las ladronas más buscadas de París - vaya vaya...la mosca llegó atraída por la basura... - Esa misma supuesta basura era la que avanzaba mucho más lento a causa de la lucha constante por liberarse, teniendo más opciones ahora al ser uno contra uno. Sin embargo la licántropa confiaba ciegamente en el éxito mutuo - En efecto, ustedes son tan repugnantes que es imposible no ser atraídos por su aroma - respondió burlona mirando cómo el policía sacaba una pistola - oye oye...está lleno de gente aquí...¿realmente te quieres arriesgar a matar a un inocente? No es que yo vaya a quedarme quieta...-rió y se colocó en posición, llamando a su oponente con un gesto de su mano derecha típico de las provocaciones de artes marciales. Sin embargo, el hombre no se movía - ¿Qué pasa? ¿Esta mosca es demasiado para ti? ¿O tienes que pedirle permiso a tu amiguito para moverte? Deja que te ayude...- asomó sus colmillos y avanzó, esquivando una bala que se quedó incrustada en el suelo, mas no se quedó sola ya que el cuerpo del policía le siguió. La gente miraba desconcertada, sin saber cómo reaccionar; algunos conocían a esa mujer que ahora corría contra el otro policía, sabían de su habilidad y por eso lo pensaban dos y hasta tres veces antes de intentar ponerse en su camino. - ¡¡Ahora, Emily!! - gritó a todo pulmón mientras cruzaba los aires en un salto que sólo las habilidades sobrehumanas podían brindar a una persona. El plan de escape ya estaba en funcionamiento.
Y nadie podía detenerlo.
Los policías se habían multiplicado en el mercado desde hace unos días a partir de un grupo de sucesos, algunos de los cuales protagonizó con el "honor" particular de disminuir la disponibilidad de aquellos defensores de la desigualdad, por lo que se había visto gratamente sorprendida al enterarse de que la estaban buscando. ¿Por qué? Más diversión para ella, y más humillación para esos incompetentes que nunca la habían apresado en casi veinticinco años. Sin embargo, la sonrisa tomó una extensión más corta al ver a un tipo corriendo, chocando con todo lo que se cruzaba en su camino para perder a los castigadores que no le perdían pisada. Y Gianella tampoco lo hizo, corriendo por los techos y cornisas manteniendo los sentidos fijos en la situación que robaba la atención a vendedores y compradores. Luego el hombre chocó con una jovencita, introduciendo en su bolso el artículo robado para liberarse de toda culpa al menos temporalmente. La italiana reconoció a la chica de inmediato, y gruñió furiosa al ver cómo le trataban a pesar de su evidente inocencia. La bofetada le hizo enseñar los colmillos y tensar sus puños deseosos de venganza, y también sumergirse en la muchedumbre cual pez en el cardumen, pero con la decisión y ferocidad de un tiburón.
Los tenía identificados. Dos corpulentos tenían firmemente sujeta a Emily, que prácticamente se arrastraba en el suelo pataleando tratando de hacer resistencia, pero la tenían sostenida de tal manera que no podía hacer nada a menos que tuviere fuerza sobrenatural...lo que su acechante camarada sí tenía. Otros tres caminaban detrás de ellos completando un pentágono, viéndose como una fortaleza a ojos de la mayoría de los transeúntes, una fortaleza que era espiada desde muy cerca por la mujer que hizo un gesto de silencio con el dedo a Emily para que no gritase al descubrir su presencia. Era obvio que le iba a ayudar, sólo tenía que dejar que hiciera todo a su manera.
Y con ese mismo silencio noqueó a la punta del pentágono con un golpe en la nuca, siendo delatada por los peatones que empezaron a gritar que algo sucedía, pero que no podían ver. Las aristas laterales también cayeron sin dar tiempo a reacción, lo que hizo que las aristas restantes detuvieran su andar. - Llévatela, yo me encargo de... - el policía miró a la revoltosa como si una mina de oro estuviera ante sus ojos, y no estaba tan lejos al considerarse Gianella una de las ladronas más buscadas de París - vaya vaya...la mosca llegó atraída por la basura... - Esa misma supuesta basura era la que avanzaba mucho más lento a causa de la lucha constante por liberarse, teniendo más opciones ahora al ser uno contra uno. Sin embargo la licántropa confiaba ciegamente en el éxito mutuo - En efecto, ustedes son tan repugnantes que es imposible no ser atraídos por su aroma - respondió burlona mirando cómo el policía sacaba una pistola - oye oye...está lleno de gente aquí...¿realmente te quieres arriesgar a matar a un inocente? No es que yo vaya a quedarme quieta...-rió y se colocó en posición, llamando a su oponente con un gesto de su mano derecha típico de las provocaciones de artes marciales. Sin embargo, el hombre no se movía - ¿Qué pasa? ¿Esta mosca es demasiado para ti? ¿O tienes que pedirle permiso a tu amiguito para moverte? Deja que te ayude...- asomó sus colmillos y avanzó, esquivando una bala que se quedó incrustada en el suelo, mas no se quedó sola ya que el cuerpo del policía le siguió. La gente miraba desconcertada, sin saber cómo reaccionar; algunos conocían a esa mujer que ahora corría contra el otro policía, sabían de su habilidad y por eso lo pensaban dos y hasta tres veces antes de intentar ponerse en su camino. - ¡¡Ahora, Emily!! - gritó a todo pulmón mientras cruzaba los aires en un salto que sólo las habilidades sobrehumanas podían brindar a una persona. El plan de escape ya estaba en funcionamiento.
Y nadie podía detenerlo.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
Está bien era valiente para algunas cosas para el resto como todo humano era cobarde, tenía que admitirlo simplemente era una niña que por primera vez en ese día no había hecho nada malo y como por arte de magia ahora era acusada de ¡ladrona!, si yo hubiera robado algo en el mercado estaba segura que nadie se hubiera enterado no era tan, tonta como para que me descubrieran, mientras intentaba poner en orden mis pensamientos, mi cabeza, buscando alguna forma en cómo salir victoriosa, las cosas parecieron abrumarse más cuando apareció mi amiga, confidente, heroína Gianella – ¡¡¡GIA!!! YO NO HICE NADA – dije casi con un puchero en mis labios mientras ella parecía saber muy bien lo que ocurría, y no me extrañaba de ella, ya que una vez me había mencionado que siempre me andaría cuidando y parece que tenía razón que sería como mi sombra en días cuando los problemas estuvieran de mi lado. Y al fin ese día había llegado.
Abrí mis ojos bien grandes cuando comenzó a golpear y a insultar a cada uno de los polizontes, diciéndoles cada cosa que estaba quedando en ridículo en el mercado. Las personas que caminaban alrededor se reían y seguían su camino otros miraban el espectáculo y los mas estúpidos hacían barra a las policías… Mientras buscaba una abertura para salir corriendo el grito de Gianella se hizo presente en todo el mercado y yo moviéndome como cual jabón salí corriendo como loca no me atraparían era mucho más rápida que esos hombre, me mezcle entre la gente, oculte bajo unas telas, corrí, tropecé y continúe mi huida, tenía fe que Gia me alcanzaría en menos que cante un gallo así que cuando vi un callejón me oculte detrás de unos escalones mientras intente respirar con calma pero era casi imposible la adrenalina corría por mi cuerpo y mi cabeza no sabía que pensar ni que hacer. Sentada en el suelo abrace mis piernas y me quede ahí donde el sol no pudiera tocarme en la sombre que parecía tétrica aunque fuera de día.
Unas lagrimas cayeron de mis ojos, de frustración mientras seguía negando que no había hecho nada ese día, solo había ido por mis manzanas para venderlas – Gianella apúrate – dije para mi, en realidad necesitaba tal vez un abrazo o simplemente que ella me dijera algunas palabras de aliento, ella sabia como tratarme por largos años me había casi criado y era todo para mí en ese mundo que lleno de injusticias estaba. Escuche la voz de un hombre que se dirigía hacia mi – ¡Déjeme en paz! - grite sin mirarle a la cara, error de no hacerlo cuando sentí que me tomaba del brazo y buscaba en mi bolso lo que él se había robado – Tu déjame, maldito ladrón – le escupí en la cara y recibí de premio una bofetada que me dejo tirada en el suelo, mientras el hombre hablaba improperios, me decía cosas obscenas tome un adoquín que medio roto estaba y sin pensarlo se lo tire a la cara, haciéndole sangrar, como pude me intente levantar, había desatado la furia de aquel y tenía que correr de nuevo… - ¡No me pillaras maldito! – le grite y comencé a correr mientras él me seguía de cerca.
Abrí mis ojos bien grandes cuando comenzó a golpear y a insultar a cada uno de los polizontes, diciéndoles cada cosa que estaba quedando en ridículo en el mercado. Las personas que caminaban alrededor se reían y seguían su camino otros miraban el espectáculo y los mas estúpidos hacían barra a las policías… Mientras buscaba una abertura para salir corriendo el grito de Gianella se hizo presente en todo el mercado y yo moviéndome como cual jabón salí corriendo como loca no me atraparían era mucho más rápida que esos hombre, me mezcle entre la gente, oculte bajo unas telas, corrí, tropecé y continúe mi huida, tenía fe que Gia me alcanzaría en menos que cante un gallo así que cuando vi un callejón me oculte detrás de unos escalones mientras intente respirar con calma pero era casi imposible la adrenalina corría por mi cuerpo y mi cabeza no sabía que pensar ni que hacer. Sentada en el suelo abrace mis piernas y me quede ahí donde el sol no pudiera tocarme en la sombre que parecía tétrica aunque fuera de día.
Unas lagrimas cayeron de mis ojos, de frustración mientras seguía negando que no había hecho nada ese día, solo había ido por mis manzanas para venderlas – Gianella apúrate – dije para mi, en realidad necesitaba tal vez un abrazo o simplemente que ella me dijera algunas palabras de aliento, ella sabia como tratarme por largos años me había casi criado y era todo para mí en ese mundo que lleno de injusticias estaba. Escuche la voz de un hombre que se dirigía hacia mi – ¡Déjeme en paz! - grite sin mirarle a la cara, error de no hacerlo cuando sentí que me tomaba del brazo y buscaba en mi bolso lo que él se había robado – Tu déjame, maldito ladrón – le escupí en la cara y recibí de premio una bofetada que me dejo tirada en el suelo, mientras el hombre hablaba improperios, me decía cosas obscenas tome un adoquín que medio roto estaba y sin pensarlo se lo tire a la cara, haciéndole sangrar, como pude me intente levantar, había desatado la furia de aquel y tenía que correr de nuevo… - ¡No me pillaras maldito! – le grite y comencé a correr mientras él me seguía de cerca.
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
El plan resultó tan perfecto como si lo hubieran ensayado noches completas. Emily sabía dónde tenía que ir, y Gianella sabía qué hacer, y ambas debían actuar rápido por cualquier imprevisto, que hasta el momento no sucedía. Por eso la loba sonrió al aterrizar a unos metros del último represor, bloqueando precisamente la ruta que su protegida había tomado – Ella no es la culpable del robo – Dijo seria, extendiendo los brazos para realzar el hecho de que no le iba a dejar pasar – Un hombre puso el cofre en su bolso para que persigan exactamente a la persona equivocada. Y no me repliques porque lo vi todo. – Terminó diciéndole con un regaño burlón al estilo de una madre, lo que obviamente molestó más aún al hombre que deseaba tanto atraparla - ¡No se puede confiar en las ratas más buscadas del mercado parisino! ¡Esa niña podría estar estudiando con una institutriz o comprometida con un hombre que la convierta en una mujer de bien, no en una perra callejera! – Y la molesta ahora fue Gianella, que con un sprint que pareció mágico esquivó la bala que disparó el susodicho por la sorpresa y golpeó el estómago ajeno con tal fuerza que algunas damas gritaron sorprendidas y horrorizadas por la cantidad de sangre que manchaba el piso. El malhablado apenas pudo ver el par de brillos que habían reemplazado la mirada azulada de la italiana – Te diría unas cuantas cosas…pero no tengo tiempo de jugar contigo. Ah, y te necesito consciente, así que no te desmayes todavía. – Le soltó de un empujón y antes que el cuerpo tocara el suelo un nuevo salto había sido efectuado, y la persecución contra Emily sumó una nueva integrante.
Se habían alejado bastante, pero desde los techos no había nada que se le escapase a la pelinegra, que ya tenía planeado cómo interceptar al descarado que ya iba a alcanzar a la agotada humana. Y cuando éste ya iba a tomar su brazo, se tropezó. No, más bien, le hicieron tropezar. Los ojos ya azules se sumaron a la sonrisa por ver a su amiga a salvo, y extendió una de sus manos hacia ella.- ¿Estás bien? Lamento tardarme tanto…¿Tienes el cofre aún en el bolso? Entrégamelo – En cuanto lo tuvo escuchó bramar al desgraciado, tratando de soltarse, pero el pie sobre su espalda no cedía - ¡Malditas! / Oye, no en frente de la niña – apuntó a Emily con la mirada y luego cogió del cuello de la camisa al hombre para evitar que huyera cuando sacó el pie – Vámonos, Emily. – Le sonrió y empezó a caminar como si nada tras dejar sobre un basurero a la “basura” con el cofre encima de su pecho, listo para que los policías lo registraran y vieran que habían joyas adicionales que pertenecían al cofre – Jeanne se preocupará si llegamos tarde. – La sonrisa se amplió.
Se habían alejado bastante, pero desde los techos no había nada que se le escapase a la pelinegra, que ya tenía planeado cómo interceptar al descarado que ya iba a alcanzar a la agotada humana. Y cuando éste ya iba a tomar su brazo, se tropezó. No, más bien, le hicieron tropezar. Los ojos ya azules se sumaron a la sonrisa por ver a su amiga a salvo, y extendió una de sus manos hacia ella.- ¿Estás bien? Lamento tardarme tanto…¿Tienes el cofre aún en el bolso? Entrégamelo – En cuanto lo tuvo escuchó bramar al desgraciado, tratando de soltarse, pero el pie sobre su espalda no cedía - ¡Malditas! / Oye, no en frente de la niña – apuntó a Emily con la mirada y luego cogió del cuello de la camisa al hombre para evitar que huyera cuando sacó el pie – Vámonos, Emily. – Le sonrió y empezó a caminar como si nada tras dejar sobre un basurero a la “basura” con el cofre encima de su pecho, listo para que los policías lo registraran y vieran que habían joyas adicionales que pertenecían al cofre – Jeanne se preocupará si llegamos tarde. – La sonrisa se amplió.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
Y como el ángel caído del cielo Gianella apareció de la nada tomándome del brazo, en realidad mi pecho ya no daba más de toda la agitación que tenia y mirando lo que hacía con el verdadero ladrón quede casi impactada, conocía la fuerza de ella, pero era verdaderamente sobre humana verla en acción, mis ojos bien abiertos, demostrando la sorpresa por los actos de mi heroína, seguí de cerca cada movimiento que ella hacia imitándola unos pasos más atrás como si yo fuera su propia sombra. Cuando me pidió el cofre hurgueteé el morral que llevaba colgando de mi cuerpo y saque la singular caja, tendiéndosela a Gia sonreí con amplitud, podía decir que hoy me había portado bien y ¡era cierto! Había vendido desde temprano mis manzanas y había juntado el dinero suficiente para llevarle a Jeanne para las provisiones del día. Cuando el hombre quedo sobre el basurero sonreí victorioso, seguí a Gia y luego me devolví hasta el verdadero ladrón – Para que sepas con quien meterse – dije haciendo un gesto de cómo si fuera una fiera (véase avatar actual) y el tipo salto de su lugar pero no pudo hacer mucho. Volví a correr hasta Gianella y me puse a su lado – No hubiera sabido que hacer, ya me había resignado que me llevarían al calabozo – le dije de manera infantil mientras en sentido contrario venían dos polizontes uno parecía verdaderamente herido y el otro un poco ido – Por ahí esta a quien buscan – apunte hacia el callejón, los policías nos miraron de manera asustada y supuse que se trataba por la forma en que mi protectora tenia para arreglar las cosas.
Comencé a respirar con más tranquilidad mientras nos alejábamos del mercado ambulante, yo iba con una sonrisa demasiado notoria, no todos tenían una protectora como la que tenía yo y eso me hacía sentir orgullosa en ese momento – Hace tiempo que no robo en el mercado – dije un poco apenada, porque desde que había descubierto que podía vender manzanas me dedicaba solamente a eso – Y la mayoría de los ambulantes ya me conocen… se me paso por la cabeza que al menos uno me ayudaría – no sentía pena, si no desconcierto – Pero ya vez no se puede tener fe en las personas – continué hablando mirando de vez en cuando a Gia de re ojo. Doblamos por una esquina alejándonos por completo del bullicio de aquel pequeño mundo aparte. – Cierto se me olvidaba ¡Gracias! – dije con entusiasmo deteniéndome y dándole un abrazo apretado a quien siempre me cuidaba. La solté a los segundos y dije – Jeanne de seguro estará mirando el reloj y preguntándose en que lio nos metimos – me puse a reír en realidad Jeanne siempre se preocupaba de más cuando se trataba de nosotras y aunque tenía razón el hecho de hacerlo, esta vez llegaríamos a tiempo o al menos eso esperaba.
Comencé a respirar con más tranquilidad mientras nos alejábamos del mercado ambulante, yo iba con una sonrisa demasiado notoria, no todos tenían una protectora como la que tenía yo y eso me hacía sentir orgullosa en ese momento – Hace tiempo que no robo en el mercado – dije un poco apenada, porque desde que había descubierto que podía vender manzanas me dedicaba solamente a eso – Y la mayoría de los ambulantes ya me conocen… se me paso por la cabeza que al menos uno me ayudaría – no sentía pena, si no desconcierto – Pero ya vez no se puede tener fe en las personas – continué hablando mirando de vez en cuando a Gia de re ojo. Doblamos por una esquina alejándonos por completo del bullicio de aquel pequeño mundo aparte. – Cierto se me olvidaba ¡Gracias! – dije con entusiasmo deteniéndome y dándole un abrazo apretado a quien siempre me cuidaba. La solté a los segundos y dije – Jeanne de seguro estará mirando el reloj y preguntándose en que lio nos metimos – me puse a reír en realidad Jeanne siempre se preocupaba de más cuando se trataba de nosotras y aunque tenía razón el hecho de hacerlo, esta vez llegaríamos a tiempo o al menos eso esperaba.
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
No pudo evitar reír a carcajadas por varios pasajes del trayecto de regreso con las actitudes y acciones alocadas de Emily. Detenida esperó que la pequeña fierecilla dejase su amenaza al malogrado que unos minutos después sería detenido, y mientras se deleitaba con el rostro de terror de los policías que antes habían sido despachados de manera notable por la loba, se llevó los brazos a la nuca en plan de relajación, observando hacia abajo que era donde estaba la chica por su altura, cuya diferencia no era tanta, de todas formas – No deberías resignarte de esa forma. Hemos practicado muchas veces las tácticas de escape y si no resultan siempre estaré vigilándote. Jeanne no me perdonaría si te vas al Calabozo, porque eso significaría que yo no estaba cuidándote. – Le dijo y continuó andando, ganándose ambas las miradas de algunas personas; algunas víctimas anteriores de aquella dupla, y otros que parecían haber oído de ellas, por lo que la Loba pudo oír de esos susurros que no se le escapaban por ningún motivo. No faltaron tampoco los y las idiotas de capa y sombrero de copa que criticaban la vestimenta llena de polvos y harapos de las dos, aunque Jeanne les repitiera hasta el cansancio que tenían que cuidar la poca ropa que tenían…tal y como les dijo cuando terminaron de contar su aventura a la mujer de cabellos blanquecinos dentro de aquella casa de dos pisos.
- ¡Gracias al cielo que Gianella estaba cerca! Sino no hubiera podido sacarte del Calabozo, ¡Piden dinero que no podemos pagar!
- Pero que si podemos robar – complementó Gianella sentada en uno de los sofás, con un par de los niños jugando en sus piernas y Emily a su lado, con una sonrisa de diablilla – De todas maneras, no habría alcanzado a pisar una sola baldosa, la habría sacado de allí en un chasquido – complementó con el literal sonido del choque de sus dedos, sintiendo las miradas de admiración y hasta devoción de los menores que escuchaban la conversación. Sin embargo, Jeanne no se veía tan convencida. Más bien estaba preocupada.
- Gianella, Gianella…el hecho de que seas un licántropo no te asegura que siempre te saldrás con la tuya…tienes que ser cuidadosa, ¿Si? No quiero que te pase nada…ya me tienes demasiado preocupada con eso de la Hermandad…
- Sí, lo sé…la Hermandad no te da buena espina, aunque no sé por qué. A pesar de que gran parte de los que están allí son de los que duchan con francos en vez de agua, no ha habido traiciones…no aún. Si pasa cualquier cosa me largaré de allí y ya…y me enfocaré a esto. Jamás voy a dejarles, si ese es tu temor…- Jeanne negó con la cabeza y luego suspiró – No, no es eso…-Le quedó mirando unos segundos, contrastando con la tranquilidad de la loba – Mejor prepararé lo que trajo Emily…-dijo resignada y se levantó acompañada de un par de los chicos mayores del improvisado orfanato que tenían entre esas cuatro paredes. La italiana también lo hizo, y se marchó a su habitación con las manos en los bolsillos, con una mueca de preocupación y a la vez disgusto en el rostro. Dejó la puerta a medio cerrar y se lanzó a su cama, mirando el techo semi agrietado y roído con lujo de detalles gracias a su vista, la cual luego se cerró junto con un suspiro.
- ¡Gracias al cielo que Gianella estaba cerca! Sino no hubiera podido sacarte del Calabozo, ¡Piden dinero que no podemos pagar!
- Pero que si podemos robar – complementó Gianella sentada en uno de los sofás, con un par de los niños jugando en sus piernas y Emily a su lado, con una sonrisa de diablilla – De todas maneras, no habría alcanzado a pisar una sola baldosa, la habría sacado de allí en un chasquido – complementó con el literal sonido del choque de sus dedos, sintiendo las miradas de admiración y hasta devoción de los menores que escuchaban la conversación. Sin embargo, Jeanne no se veía tan convencida. Más bien estaba preocupada.
- Gianella, Gianella…el hecho de que seas un licántropo no te asegura que siempre te saldrás con la tuya…tienes que ser cuidadosa, ¿Si? No quiero que te pase nada…ya me tienes demasiado preocupada con eso de la Hermandad…
- Sí, lo sé…la Hermandad no te da buena espina, aunque no sé por qué. A pesar de que gran parte de los que están allí son de los que duchan con francos en vez de agua, no ha habido traiciones…no aún. Si pasa cualquier cosa me largaré de allí y ya…y me enfocaré a esto. Jamás voy a dejarles, si ese es tu temor…- Jeanne negó con la cabeza y luego suspiró – No, no es eso…-Le quedó mirando unos segundos, contrastando con la tranquilidad de la loba – Mejor prepararé lo que trajo Emily…-dijo resignada y se levantó acompañada de un par de los chicos mayores del improvisado orfanato que tenían entre esas cuatro paredes. La italiana también lo hizo, y se marchó a su habitación con las manos en los bolsillos, con una mueca de preocupación y a la vez disgusto en el rostro. Dejó la puerta a medio cerrar y se lanzó a su cama, mirando el techo semi agrietado y roído con lujo de detalles gracias a su vista, la cual luego se cerró junto con un suspiro.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
Tan solo pise aquel improvisado orfanato y corrí para abrazas a Jeanne con una sonrisa amplia en el rostro mientras le pasaba la carne, algunas papas y tomates que había comprado de buena fe en el mercado, sabía que no le gustaba que me viera envuelta en robos y por esa razón había escogido vender manzanas –robadas- pero a final de cuentas lo que importaba era que las vendía y ese era mi trabajo, de vez en mes contaba cuentos en la plaza pública y recibía algunos francos pero no dejaba tanto como las manzanas, los de la alta sociedad se las peleaban y así podía sustentar el alimento diario para la corte al menos garantizaba tener algo para comer tanto yo como los demás niños, Gianella comenzó hablar, yo no paraba de sonreír mientras trenzaba mi cabello largo, opaco y enredado, el forcejeo me había ensuciado aun mas mis ropas y estaba pensando en ir a la laguna para lavar… un pobre no tenía que ser sucio, eso siempre lo repetía Jeanne, pero yo no me ensuciaba porque si… - Jeanne, tienes que agradecer que estamos en casa y trajimos cosas para comer - sonreí de manera infantil mientras terminaba mi trenza y me ponía a trenzar el pelo de una pequeña de siete años.
En todo momento me quede escuchando lo que decía Gia con Jeanne, en realidad ellas dos se preocupaban mucho por sacar esto adelante y yo las ayudaría cueste lo que me cueste, suspire mientras me levantaba para ayudar a Jeanne, de seguro haría magia para alimentarnos a todos, gire para decirle algo a Gia pero esta había desaparecido – Ya vengo – le dije a Jeanne fui tras la loba y me quede parada frente a la cama - ¿Siempre estarás para cuidarme? – le pregunte de la manera más pura e inocente que pude hacerlo, se veía agotada o tal vez… había tenido problemas - Si quieres puedes enseñarme a golpear – me puse en posición de ataque, en realidad buscaba sacarle una sonrisa – O puedes acompañarme a la laguna a lavar ropa, creo que nos trajeron ropa nueva – apunte a un saco que había cerca de la puerta donde habían varios géneros.
Me senté en la cama y aguarde silencio – Alguien me ofreció ayuda… - termine por comentar esperando si al menos eso le interesaría a mi tutora, amiga y hermana, estaba segura que la idea no le gustaría ya que era de una mujer muy conocida de Paris, había prometido preguntar antes de cualquier cosa, la mujer parecía tener buen corazón siempre salía de compras con su criada y parecían tan amigas que me daban esa confianza que muy pocos de aquella clase lo hacían… - ¿Quieres saber más? – me tire sobre ella por puro fastidiarla…
En todo momento me quede escuchando lo que decía Gia con Jeanne, en realidad ellas dos se preocupaban mucho por sacar esto adelante y yo las ayudaría cueste lo que me cueste, suspire mientras me levantaba para ayudar a Jeanne, de seguro haría magia para alimentarnos a todos, gire para decirle algo a Gia pero esta había desaparecido – Ya vengo – le dije a Jeanne fui tras la loba y me quede parada frente a la cama - ¿Siempre estarás para cuidarme? – le pregunte de la manera más pura e inocente que pude hacerlo, se veía agotada o tal vez… había tenido problemas - Si quieres puedes enseñarme a golpear – me puse en posición de ataque, en realidad buscaba sacarle una sonrisa – O puedes acompañarme a la laguna a lavar ropa, creo que nos trajeron ropa nueva – apunte a un saco que había cerca de la puerta donde habían varios géneros.
Me senté en la cama y aguarde silencio – Alguien me ofreció ayuda… - termine por comentar esperando si al menos eso le interesaría a mi tutora, amiga y hermana, estaba segura que la idea no le gustaría ya que era de una mujer muy conocida de Paris, había prometido preguntar antes de cualquier cosa, la mujer parecía tener buen corazón siempre salía de compras con su criada y parecían tan amigas que me daban esa confianza que muy pocos de aquella clase lo hacían… - ¿Quieres saber más? – me tire sobre ella por puro fastidiarla…
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
Su tan ansiada soledad no le duró más de un minuto, ya que tuvo pronto frente a sí a la dueña de aquellos atolondrados pasos, quien podía derretir el corazón de otros de su raza con aquella pregunta llena de infantilismo e inocencia, muy propio de ella en todo caso. Sin embargo, a Gianella no le causó más que una poco visible sonrisa que reflejaba la obviedad de la respuesta, aunque con las matices que le mencionó – Me encantaría decirte que sí, pero tarde o temprano tendrás que valerte por ti misma. – No sería una niña para siempre, a menos que le convirtieran en vampiro (lo que era aún más obvio que no sucedería estando la loba junto a ella); y suponiendo que habrían situaciones en el futuro en que ella no estaría, sobretodo para todo lo que tuviera que ver con la Hermandad, tendrían que acostumbrarse, por mucho que aquello le produjera más de una mueca de disgusto a la mujer que comenzaba a preparar la comida en la cocina.
¿Enseñarle a pelear? No era una mala idea aún viniendo de la humana, aunque su improvisada pose de pelea le hiciera ver como la protagonista de una comedia – No tiene gran ciencia, es cuestión de ser constante y practicar mucho. Eres inteligente y veloz, así que aprenderías rápido. – Le halagó directa e indirectamente con medio ojo abierto, cruzando la pierna derecha sobre la izquierda al hablar. ¿Ir a lavar ropa? Le daba pereza, pero sabía que terminaría haciéndolo…después de escuchar lo que su joven amiga tenía que decirle. Ambas orbes azuladas se entreabrieron dando paso a esa desconfianza enfermiza y a esa protección a veces excesiva con sus protegidos, pero hacer que dejara de ser así era como enseñarle trucos a un perro no viejo, sino moribundo. Vio venir el cuerpo sobre el suyo y descruzó las piernas a tiempo para no hacerle vomitar sangre por el impacto que sufriría. Emily quedó encima suyo y, al contrario que en las mismas situaciones con otras mujeres, se quedó quieta. No sentía nada por ella nada más que una amistad de años, ¿pero algo más? Había que ser retrasado, o vampiro…o ambas, aunque según Gianella el adjetivo cabía dentro de la descripción del sustantivo.- Ve a ayudar a Jeanne con la comida, y después que comas me contarás mientras lavamos la ropa, ¿De acuerdo? - Le propuso mirándole a esos ojos llenos de vitalidad, acariciando su cabello suave y lentamente, esperando que comprendiera que la comida de sus amigos más pequeños era más importante que aquella información, de momento. Alzó las cejas y esperó unos segundos hasta tironearle con mucha delicadeza una de sus mejillas, pero que para la víctima le provocaría igualmente dolor, aunque no demasiado. – Anda, ve…
¿Enseñarle a pelear? No era una mala idea aún viniendo de la humana, aunque su improvisada pose de pelea le hiciera ver como la protagonista de una comedia – No tiene gran ciencia, es cuestión de ser constante y practicar mucho. Eres inteligente y veloz, así que aprenderías rápido. – Le halagó directa e indirectamente con medio ojo abierto, cruzando la pierna derecha sobre la izquierda al hablar. ¿Ir a lavar ropa? Le daba pereza, pero sabía que terminaría haciéndolo…después de escuchar lo que su joven amiga tenía que decirle. Ambas orbes azuladas se entreabrieron dando paso a esa desconfianza enfermiza y a esa protección a veces excesiva con sus protegidos, pero hacer que dejara de ser así era como enseñarle trucos a un perro no viejo, sino moribundo. Vio venir el cuerpo sobre el suyo y descruzó las piernas a tiempo para no hacerle vomitar sangre por el impacto que sufriría. Emily quedó encima suyo y, al contrario que en las mismas situaciones con otras mujeres, se quedó quieta. No sentía nada por ella nada más que una amistad de años, ¿pero algo más? Había que ser retrasado, o vampiro…o ambas, aunque según Gianella el adjetivo cabía dentro de la descripción del sustantivo.- Ve a ayudar a Jeanne con la comida, y después que comas me contarás mientras lavamos la ropa, ¿De acuerdo? - Le propuso mirándole a esos ojos llenos de vitalidad, acariciando su cabello suave y lentamente, esperando que comprendiera que la comida de sus amigos más pequeños era más importante que aquella información, de momento. Alzó las cejas y esperó unos segundos hasta tironearle con mucha delicadeza una de sus mejillas, pero que para la víctima le provocaría igualmente dolor, aunque no demasiado. – Anda, ve…
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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Re: Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
Gianella era la Heroína de todas las historias que contaba, era ella junto con Jeanne los únicos ejemplos de madurez que tenia, y aun cuando no vivía en el mismo techo que ellas siempre y cada día las venia a ver, siempre había querido ser independiente, no tener que darle cuentas a nadie de lo que hacía o de lo que no, Gia y Jeanne lo habían entendido, pero siempre que las ayudara y como no hacerlo si adoraba a los pequeños, me ofrecía a todo lo que pudiera hacer por ellos, y la loba lo sabía, era mi gran punto débil en la vida. Cerré los ojos cuando me apretó el cachete e hice un gesto de dolor pero luego me largue a reír, ya quería contarle sobre l Señorita de los aromas a manzanas. – Esta bien – dije dando un salto para salir de la cama – está bien – apreté la mandíbula – Tu aprovecha de llenar los sacos con ropa – le saque la lengua mientras iba dando pequeños saltos hasta llegar a un lado de la gran hoya, mire a la cocinera, y amiga con ternura me tendió una gran cuchada de madera diciéndome que tenía que revolver para que no se pegara la carne y las verduras en el interior.
Revolví mirando el interior, Carne, queso fundido, papas y otras verduras ahí se mezclaban, olía delicioso ella sin lugar a dudas era la mejor cocinera, con cuidado de no quemarme saque un poquito en la gran cuchara, le pase la lengua quemándome de igual forma – Ouch – dije con la lengua afuera para que se me refrescara, Jeanne me regaño y yo solo hice un puchero mientras con extra cuidado retiraba la hoya de su lugar, la comida estaba lista, comencé a servir los platos mientras mi regañadora los llevaba a la mesa donde los niños esperaban de su comida ansiosos, serví muchos platos y los últimos tres para nosotras, menos mal había alcanzado, en realidad nunca nos quedábamos cortos de comida, a pesar de que vivíamos de muy poco las raciones eran justas y por eso mismo comían tres veces al día, ayuda recibíamos y eso nos ayudaba. Tome el plato de Gia y me dirigí a la habitación – Ya esta comamos – dije poniendo su plato en un pequeño velador, yo me senté en la orilla de la cama y pinche la carne para llevármela a la boca. No comía mucho, pero con todo lo ajetreado que había estado mi mañana lo único que quería era comer, aguarde silencio para disfrutar, mientras los niños cantaban canciones de comidas, sus risas eran contagiosas y de vez en cuando me reía sola hasta acabar mi plato por completo me levante y mira a Gia.
La señorita Viola era buena persona y siempre me daba regalos y me dejaba dinero extra, la conocía desde que ella había llegado hasta Paris, a veces iba a su perfumería y le ayudaba con los cristales y ella me pagaba o alimentaba, según lo que necesitara para mí. Apreté mi mandíbula con fuerzas – ¿Vamos? – pregunte de manera animada buscando los sacos con ropa – Para que te cuente de quien me ofreció ayuda. – dije con cierta alegría en mis palabras, estaba que vomitaba de la emoción así que me tranquilice y salí de la habitación cargando un saco, a la espera de mi heroína.
Revolví mirando el interior, Carne, queso fundido, papas y otras verduras ahí se mezclaban, olía delicioso ella sin lugar a dudas era la mejor cocinera, con cuidado de no quemarme saque un poquito en la gran cuchara, le pase la lengua quemándome de igual forma – Ouch – dije con la lengua afuera para que se me refrescara, Jeanne me regaño y yo solo hice un puchero mientras con extra cuidado retiraba la hoya de su lugar, la comida estaba lista, comencé a servir los platos mientras mi regañadora los llevaba a la mesa donde los niños esperaban de su comida ansiosos, serví muchos platos y los últimos tres para nosotras, menos mal había alcanzado, en realidad nunca nos quedábamos cortos de comida, a pesar de que vivíamos de muy poco las raciones eran justas y por eso mismo comían tres veces al día, ayuda recibíamos y eso nos ayudaba. Tome el plato de Gia y me dirigí a la habitación – Ya esta comamos – dije poniendo su plato en un pequeño velador, yo me senté en la orilla de la cama y pinche la carne para llevármela a la boca. No comía mucho, pero con todo lo ajetreado que había estado mi mañana lo único que quería era comer, aguarde silencio para disfrutar, mientras los niños cantaban canciones de comidas, sus risas eran contagiosas y de vez en cuando me reía sola hasta acabar mi plato por completo me levante y mira a Gia.
La señorita Viola era buena persona y siempre me daba regalos y me dejaba dinero extra, la conocía desde que ella había llegado hasta Paris, a veces iba a su perfumería y le ayudaba con los cristales y ella me pagaba o alimentaba, según lo que necesitara para mí. Apreté mi mandíbula con fuerzas – ¿Vamos? – pregunte de manera animada buscando los sacos con ropa – Para que te cuente de quien me ofreció ayuda. – dije con cierta alegría en mis palabras, estaba que vomitaba de la emoción así que me tranquilice y salí de la habitación cargando un saco, a la espera de mi heroína.
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: Si un pobre dice la verdad... es la verdad [Gianella]
A pesar de que no vivía con ellos, Emily se sentía y todos la consideraban fervientemente como parte del “grupo”. Su entusiasmo y alegría se contagiaban cual plaga dentro de la casa, y más de una vez había hecho reír incluso a Gianella con sus chistes. Ella era la dueña de las noches de chocolate caliente y mantas con sus historias, algunas de terror – que para la Loba Milanesa parecían comedias por los gestos magnificados que hacía, mas no para algunos niños que debían ser arropados hasta que se les asegurase que las historias no eran reales- y otras con profundas enseñanzas, que la mujer de cabellos negros sentía como dejavus. Sabía de la idolatría de Emily y de los demás niños, y se lo tomaba con calma, aunque mejor se podía decir que le daba igual, a juzgar por las veces que bebía cerveza frente a ellos, pocas en todo caso.
- Ya sé, ya sé –replicó viéndola irse, poniéndose manos a la obra de inmediato tras incorporarse, acompañándole a los pies de la cama tres anchos sacos cuando olfateó el agradable aroma de la carne con queso y ensaladas entremezclado con el de la entusiasta joven. No le dio tiempo a protestar – prefería en cualquier caso que repartiesen su porción entre los demás en vez de comer ella, por muy pequeña que ésta fuera – así que no tuvo otra opción más que comérselo todo, considerando también que no sería correcto negarse a comer, más aún en las circunstancias en que se encontraban. Terminó casi al mismo tiempo que su camarada por el mismo motivo anterior, y la frenó a tiempo cogiéndole del cuello de su ropa, deteniendo de bruces sus ansias porque sino tendría que ir desnuda al lago – Sosiega a tus caballos, tengo que ir a dejar los platos a la cocina. – Le dijo y con una sonrisa levemente burlona –aunque Emily sabía que era parte del juego entre las dos- hizo lo anunciado con los dos platos, agradeciendo de paso la oportunidad de haberse alimentado. Devolvió una sonrisa a la cocinera y volvió por los sacos restantes, reportándose ambas ante Jeanne antes de partir. El gesto de la mano alzada fue suficiente para calmar al menos momentáneamente la preocupación de la anciana, quien a pesar de la aparente simpleza de la tarea no se quedó tranquila durante el tiempo siguiente.
Lo bueno es que la ruta a la laguna no era tan larga, y lo mejor era la existencia de atajos por los callejones para salir de la ciudad sin que vieran a dos jóvenes con tres sacos, lo que se podía interpretar como un robo descarado y flagrante. Llevaban un rato caminando en relativo silencio, y fue la licántropa la que lo destrozó para variar – Déjame llevar tu saco, todavía falta un poco de camino. -Le sugirió tácitamente preocupada por ella, ya que se notaba algo cansada; no como ella misma que cargaba los dos sacos restantes como si fueran dos mochilas vacías. – No debes agotarte tan rápido – Insistió.
- Ya sé, ya sé –replicó viéndola irse, poniéndose manos a la obra de inmediato tras incorporarse, acompañándole a los pies de la cama tres anchos sacos cuando olfateó el agradable aroma de la carne con queso y ensaladas entremezclado con el de la entusiasta joven. No le dio tiempo a protestar – prefería en cualquier caso que repartiesen su porción entre los demás en vez de comer ella, por muy pequeña que ésta fuera – así que no tuvo otra opción más que comérselo todo, considerando también que no sería correcto negarse a comer, más aún en las circunstancias en que se encontraban. Terminó casi al mismo tiempo que su camarada por el mismo motivo anterior, y la frenó a tiempo cogiéndole del cuello de su ropa, deteniendo de bruces sus ansias porque sino tendría que ir desnuda al lago – Sosiega a tus caballos, tengo que ir a dejar los platos a la cocina. – Le dijo y con una sonrisa levemente burlona –aunque Emily sabía que era parte del juego entre las dos- hizo lo anunciado con los dos platos, agradeciendo de paso la oportunidad de haberse alimentado. Devolvió una sonrisa a la cocinera y volvió por los sacos restantes, reportándose ambas ante Jeanne antes de partir. El gesto de la mano alzada fue suficiente para calmar al menos momentáneamente la preocupación de la anciana, quien a pesar de la aparente simpleza de la tarea no se quedó tranquila durante el tiempo siguiente.
Lo bueno es que la ruta a la laguna no era tan larga, y lo mejor era la existencia de atajos por los callejones para salir de la ciudad sin que vieran a dos jóvenes con tres sacos, lo que se podía interpretar como un robo descarado y flagrante. Llevaban un rato caminando en relativo silencio, y fue la licántropa la que lo destrozó para variar – Déjame llevar tu saco, todavía falta un poco de camino. -Le sugirió tácitamente preocupada por ella, ya que se notaba algo cansada; no como ella misma que cargaba los dos sacos restantes como si fueran dos mochilas vacías. – No debes agotarte tan rápido – Insistió.
Gianella Massone- Licántropo Clase Baja
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