AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Pobre Gerard {Soren}
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Pobre Gerard {Soren}
Mis días desde aquella noche bastante ajetreada con el profesor Kaarkarogf, habían sido sumamente extraños, todo por culpa del encuentro con aquel ser, Lorraine, un ser que era capaz de meterse en mis sueños y que me hacía delirar en mi propia locura, así que sí, podría decirse que no era el mismo Gerard que el profesor se encontró en la exposición.
Ahora caminaba asustado por las calles, no me gustaba quedarme por las noches solo, y lo más importante, temía la hora en que debía volver a la cama, pues las pesadillas volvían. Mis cuadros reflejaban la angustia tan atroz que sentía, ¿era una paso en mi vida como artista? Me preguntaban muchos, yo les hacia callar sacudiendo mis manos nervioso, antipático.
¿Quién iba a soportarme con la demencia que mostraba en los momentos menos oportunos?
Días atrás comencé a comer menos, pero bebía más, también intentaba no dormir, así que las noches de insomnio devastaban mi cordura, lograba pintar mis absurdas pesadillas, las paredes de mi habitación estaban repletas de retratos de aquel ser, sus ojos eran lo que más imperaban en ellos, sus terribles ojos, no dejaba que nadie entrase en mi cuarto, mi cambio era bastante claro, además de la ansiedad que me producía el recuerdo de su sangre en mi boca.
Siempre me ponía un pañuelo en el cuello para tapar las marcas que sus dedos dejaron en mi cuello, y también me cubría la muñeca, donde fui mordido, la cicatriz que perduraba en mí, y que me hacia recordar que aquello había pasado, que no estaba tan loco como pensaba.
Un día mis compañeros de clase me recomendaron salir por ahí, para despejarme, como si así pudieran hacerme un favor, ignorantes. Yo accedí ¿para qué negarme? Me puse lo primero que ví, me vestí totalmente de negro para no destacar en la noche. Así podría emborracharme hasta perder el conocimiento, no había otra cosa que quisiera más que terminar.
Me quedé postrado en la esquina de una taberna, con los ojos cerrados, pero intentando no perderme en el inquietante sueño que me atrapaba.
Silencioso en aquella esquina con vasos vacios delante de mí, lo único que esperaba era pasar desapercibido, aunque quizá con algo de suerte me metería en una bronca.
Ahora caminaba asustado por las calles, no me gustaba quedarme por las noches solo, y lo más importante, temía la hora en que debía volver a la cama, pues las pesadillas volvían. Mis cuadros reflejaban la angustia tan atroz que sentía, ¿era una paso en mi vida como artista? Me preguntaban muchos, yo les hacia callar sacudiendo mis manos nervioso, antipático.
¿Quién iba a soportarme con la demencia que mostraba en los momentos menos oportunos?
Días atrás comencé a comer menos, pero bebía más, también intentaba no dormir, así que las noches de insomnio devastaban mi cordura, lograba pintar mis absurdas pesadillas, las paredes de mi habitación estaban repletas de retratos de aquel ser, sus ojos eran lo que más imperaban en ellos, sus terribles ojos, no dejaba que nadie entrase en mi cuarto, mi cambio era bastante claro, además de la ansiedad que me producía el recuerdo de su sangre en mi boca.
Siempre me ponía un pañuelo en el cuello para tapar las marcas que sus dedos dejaron en mi cuello, y también me cubría la muñeca, donde fui mordido, la cicatriz que perduraba en mí, y que me hacia recordar que aquello había pasado, que no estaba tan loco como pensaba.
Un día mis compañeros de clase me recomendaron salir por ahí, para despejarme, como si así pudieran hacerme un favor, ignorantes. Yo accedí ¿para qué negarme? Me puse lo primero que ví, me vestí totalmente de negro para no destacar en la noche. Así podría emborracharme hasta perder el conocimiento, no había otra cosa que quisiera más que terminar.
Me quedé postrado en la esquina de una taberna, con los ojos cerrados, pero intentando no perderme en el inquietante sueño que me atrapaba.
Silencioso en aquella esquina con vasos vacios delante de mí, lo único que esperaba era pasar desapercibido, aunque quizá con algo de suerte me metería en una bronca.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Pobre Gerard {Soren}
Una semana apróximadamente había pasado desde el segundo incidente en el hospital. Era una suerte que Erkki no hubiera tomado represarias y la verdad era que estaba en todo su derecho, Soren le estaba causando más problemas de lo normal y desde la última vez que se habían encontrado, hacía 10 años, Soren no había tenido necesidad de llamarle para pedirle ayuda. Él era un vampiro con casi 300 años, se suponía que debía saber como cuidarse sólo. 'Sólo' era precisamente la palabra, se sentía más sólo que nunca. Y todo gracias a que había comenzado a relacionarse con la gente de Paris y cuando te relacionas con las personas comienzas a comprender la soledad cuando estas no están.
Lo único que le ayudaba a llevar su aburrimiento era Toulouse, quien día tras día se había vuelto un poco más amigable, aún no permitía que le acariciara por mucho tiempo, pero por lo menos ya no le aruñaba y mordía cada que intentaba pasarle la mano por el lomo. Pero cada que veía a Toulose, inevitablemente recordaba a Gerard y una sensación de vacío y desasociego le revolvía el estómago. ¿En donde estaría el chico? ¿Que habría hecho durante los últimos días? seguramente estaría disfrutando de la vida con sus amigos, pintando cosas maravillosas y asistiendo a clases de profesores geniales. Soren suspiró y se quedó recostado en el alfeizar de la ventana, la luna estaba en lo alto del firmamento bañando todo con una luz plateada. Gerard le había olvidado, estaba completamente seguro. Después de todo él no era nadie en su vida, era un profesor cualquiera y lo más importante, le había puesto en peligro innecesariamente.
Entonces sonido desagradable le hizo volver la cabeza.
- ¡Toulouse! ¡Otra vez no! ¡Gato malo! - Exclamó con resignación, el gato se había vuelto a vomitar en el sofá.
* * *
Gerard no iba a resultar una presa dificil. Pensaba el hombre deslizandose através de las sombras de los callejones olvidados. El chico parecía más muerto que vivo últimamente, ojeroso, pálido, distraido, los inconfundibles signos de una alma atormentada. Pero se lo tenía merecido por meterse con sanguijuelas chupa-sangre, nada bueno podía salir de una relación con una creatura de la noche, nada bueno. Justo como lo que le iba a pasar esa noche. Pobre muchacho, pobre muchacho, la luz de sus ojos sería apagada para siempre.
El hombre entró en la taberna, usaba un largo gabán café y un sombrero negro alto, sonreía afablemente, caminó hasta la barra y le pidió una copa al encargado - Dos bien fuertes- Le dijo y el barman, sirvió dos tragos, cuando se giró, el recién llegado vació un polvillo de color amarillento sobre la bebida y este se disolvió limpiamente, el asesino, llamó a una de las camareras y esta se acercó a él contoneando las caderas - Cariño, entragale esto a ese muñeco, invito yo -
La mujer se acercó sonriendo a Gerard y le ofreció el trago...
Lo único que le ayudaba a llevar su aburrimiento era Toulouse, quien día tras día se había vuelto un poco más amigable, aún no permitía que le acariciara por mucho tiempo, pero por lo menos ya no le aruñaba y mordía cada que intentaba pasarle la mano por el lomo. Pero cada que veía a Toulose, inevitablemente recordaba a Gerard y una sensación de vacío y desasociego le revolvía el estómago. ¿En donde estaría el chico? ¿Que habría hecho durante los últimos días? seguramente estaría disfrutando de la vida con sus amigos, pintando cosas maravillosas y asistiendo a clases de profesores geniales. Soren suspiró y se quedó recostado en el alfeizar de la ventana, la luna estaba en lo alto del firmamento bañando todo con una luz plateada. Gerard le había olvidado, estaba completamente seguro. Después de todo él no era nadie en su vida, era un profesor cualquiera y lo más importante, le había puesto en peligro innecesariamente.
Entonces sonido desagradable le hizo volver la cabeza.
- ¡Toulouse! ¡Otra vez no! ¡Gato malo! - Exclamó con resignación, el gato se había vuelto a vomitar en el sofá.
* * *
Gerard no iba a resultar una presa dificil. Pensaba el hombre deslizandose através de las sombras de los callejones olvidados. El chico parecía más muerto que vivo últimamente, ojeroso, pálido, distraido, los inconfundibles signos de una alma atormentada. Pero se lo tenía merecido por meterse con sanguijuelas chupa-sangre, nada bueno podía salir de una relación con una creatura de la noche, nada bueno. Justo como lo que le iba a pasar esa noche. Pobre muchacho, pobre muchacho, la luz de sus ojos sería apagada para siempre.
El hombre entró en la taberna, usaba un largo gabán café y un sombrero negro alto, sonreía afablemente, caminó hasta la barra y le pidió una copa al encargado - Dos bien fuertes- Le dijo y el barman, sirvió dos tragos, cuando se giró, el recién llegado vació un polvillo de color amarillento sobre la bebida y este se disolvió limpiamente, el asesino, llamó a una de las camareras y esta se acercó a él contoneando las caderas - Cariño, entragale esto a ese muñeco, invito yo -
La mujer se acercó sonriendo a Gerard y le ofreció el trago...
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Estaba sentado como en todo momento en aquella esquina de la sucia taberna, para mas detalles mi cabeza reposaba sobre la grisacea pared, mi cuerpo yacia rígido sobre el asiento, ¿mi cabeza? ...en otra parte.
¿Cuánto había bebido ya? Ni molestarse en contar los vasos que fui coleccionando aquella noche delante de mí. ¿Cuánto me quedaría para alcanzar un coma etílico? ¿Quizá un par de copas más?
Y en el caso de caer moribundo en aquella taberna ¿alguien se daría cuenta?
Estaba tan apenado, por decirlo de algún modo... tan necesitado… Necesitaba urgentemente ayuda, pero no podía pedírselo a nadie, sino quería que aquel ser se enfureciera conmigo.
No deseaba morir, sabía que tenía mucho que dar a este mundo, pero aún no deseando terminar, quería cobardemente irme muy lejos.
Suspiré entrecortadamente entreabriendo mis cansados parpados, al principio ví figuras borrosas, luego fueron adquiriendo más nitidez. Aborrecía a toda esa gente, pero a la vez me sentía uno de ellos, un irremediable alcohólico atormentado sin motivo aparente.
¿Llorar? El mundo no está hecho para niñas que lloran por las esquinas lamentándose de sus desgracias, mi desesperación era mucho mayor, tanto así que había quedado inmutable a cualquier sentimiento. Mis compañeros de clase abandonaron la taberna, no sin antes avisarme de ello, yo creí oír algo, pero estaba tan sumido en la oscuridad que nada podría hacerme volver a la cruenta realidad. Cerré de nuevo los ojos.
Al abrir de nuevo los ojos vi a la camarera delante de mí ofreciéndome una copa y señalando a un remoto lugar de la taberna, yo asentí con la cabeza, y la joven se marchó, quizá un poco desilusionada por mi total indiferencia, o puede que le diera igual ¡me la trae al fresco lo que piense!
Agaché la cabeza para mirar al vaso, con los ojos fijos en el líquido, alcé la mano para rodear el vaso, pero mis dedos estaban demasiado débiles para atinar en este simple proceso. “Mierda, ni para esto valgo.” Incliné mi cabeza a un lado sonriendo sin gana hacia aquel lugar de la taberna, vi una figura negra, ya éramos dos, con la mano que tenía libre hice una pequeña señal a modo de agradecimiento.
Lo primero que enseñan unos padres es a “no aceptar nada que te de un extraño”, sí, eso lo sabía, también sabía que no siempre hacia caso a esa advertencia. Gemí, aunque más bien era un breve quejido. La vida, la vida me daba una y otra vez, sin merecerlo, o sí ¡Ah! ¡Al demonio con todo!
Tomé con las dos manos el vaso y lo precipité hacia mi rostro, hasta que mis labios contactaron con el borde del vaso. “Una copa gratis, es una copa gratis.”
¿Cuánto había bebido ya? Ni molestarse en contar los vasos que fui coleccionando aquella noche delante de mí. ¿Cuánto me quedaría para alcanzar un coma etílico? ¿Quizá un par de copas más?
Y en el caso de caer moribundo en aquella taberna ¿alguien se daría cuenta?
Estaba tan apenado, por decirlo de algún modo... tan necesitado… Necesitaba urgentemente ayuda, pero no podía pedírselo a nadie, sino quería que aquel ser se enfureciera conmigo.
No deseaba morir, sabía que tenía mucho que dar a este mundo, pero aún no deseando terminar, quería cobardemente irme muy lejos.
Suspiré entrecortadamente entreabriendo mis cansados parpados, al principio ví figuras borrosas, luego fueron adquiriendo más nitidez. Aborrecía a toda esa gente, pero a la vez me sentía uno de ellos, un irremediable alcohólico atormentado sin motivo aparente.
¿Llorar? El mundo no está hecho para niñas que lloran por las esquinas lamentándose de sus desgracias, mi desesperación era mucho mayor, tanto así que había quedado inmutable a cualquier sentimiento. Mis compañeros de clase abandonaron la taberna, no sin antes avisarme de ello, yo creí oír algo, pero estaba tan sumido en la oscuridad que nada podría hacerme volver a la cruenta realidad. Cerré de nuevo los ojos.
Al abrir de nuevo los ojos vi a la camarera delante de mí ofreciéndome una copa y señalando a un remoto lugar de la taberna, yo asentí con la cabeza, y la joven se marchó, quizá un poco desilusionada por mi total indiferencia, o puede que le diera igual ¡me la trae al fresco lo que piense!
Agaché la cabeza para mirar al vaso, con los ojos fijos en el líquido, alcé la mano para rodear el vaso, pero mis dedos estaban demasiado débiles para atinar en este simple proceso. “Mierda, ni para esto valgo.” Incliné mi cabeza a un lado sonriendo sin gana hacia aquel lugar de la taberna, vi una figura negra, ya éramos dos, con la mano que tenía libre hice una pequeña señal a modo de agradecimiento.
Lo primero que enseñan unos padres es a “no aceptar nada que te de un extraño”, sí, eso lo sabía, también sabía que no siempre hacia caso a esa advertencia. Gemí, aunque más bien era un breve quejido. La vida, la vida me daba una y otra vez, sin merecerlo, o sí ¡Ah! ¡Al demonio con todo!
Tomé con las dos manos el vaso y lo precipité hacia mi rostro, hasta que mis labios contactaron con el borde del vaso. “Una copa gratis, es una copa gratis.”
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Pobre Gerard {Soren}
El chico apenas si podía mantener la vista al frente, apenas si coordinaba para tomar el vaso de la mesa. Quizás no hubiera sido necesario ponerle ese sedante en la bebida, estaba más ebrio de lo que pensaba. Pero no quería correr riesgos, su plan tenía que salir a la perfección porque él era el asesino perfecto, escurridiso y poderoso, moviéndose por las sombras de esa ciudad del pecado sin que nadie lo notase, saliendo a la luz del día con una máscara perfecta bajo la cual escondía su verdadera forma.
Cuando el chico hubo bebido el contenido de la copa, esperó unos minutos a que la sensación de cansancio y sueño le invadiera. No caería inconciente, pero se mantendría en una especie de estado de semiinconciencia, la verdad era que, un asesinato era más bello, cuando la víctima era testigo paso a paso de como su vida se estinguiría, el miedo en las pupilas de sus ojos, la vulnerabilidad... Oh si...ven conmigo muñeco.
Se levantó de la silla no sin antes pagar las bebidas y se dirigió hacía el joven, lo tomó por los hombros y con una fuerza apropiada para un hombre de su tamaño, le levantó del asiento, Gerard apenas si pesaba, pensó pasándole un brazo por la espalda para ayudarlo a caminar torpemente - Venga amigo, se ha pasado bebiendo - Murmuró y sonrió con tranquilidad al barman que renegaba con la cabeza lentamente. Una escena muy común en una taberna, un amigo sacando a un borracho que apenas si podía caminar. Nada sospechoso...
***
Toulouse se había vomitado en el sofá de cuero, debajo de la mesa de madera en la biblioteca y sobre su cama. Soren se había pasado el último cuarto de hora limpiando el desastre y amenazando al minino con un dedo acusador, el gato apenas maullaba con indiferencia y se lamía las patas delanteras, pasándoselas por detrás de las orejas.
- Gato malo... ¿No estarás enfermo? - Exclamó Soren y se quedó mirándolo aún con el trapo medio vomitado en sus manos - ¿Estás malito? - Agregó aunque el animal no pudiera responderle - ¡Genial! No llevas ni una semana conmigo y ya estás enfermo... joder, soy pésimo cuidando otros seres vivos - Murmuró recordando como había dejado morir las orquideas también.
Se puso de pie con determinación, no iba a dejar al gato morir, no era capaz de cuidarse así mismo, pero había adquirido una responsabilidad al traer a Toulouse a casa. Agarró al gato por el cuero del cuello y este se debatió lanzando garrasos a la cara de Soren - Sabía que harías eso, pero no caeré otra vez - Le dijo manteniéndolo a una distancia prudente de su cuerpo. Erkki su mentor o creador, era psiquiatra, pero era cirujano, a lo mejor podía recetarle alguna droga al gato también - Nos vamos al hospital - Dictaminó y momentos después salió corriendo por los techos, con el gabán ondeando al biento y con el gato, muerto de miedo por la velocidad y la altura, en su regazo.
Cuando el chico hubo bebido el contenido de la copa, esperó unos minutos a que la sensación de cansancio y sueño le invadiera. No caería inconciente, pero se mantendría en una especie de estado de semiinconciencia, la verdad era que, un asesinato era más bello, cuando la víctima era testigo paso a paso de como su vida se estinguiría, el miedo en las pupilas de sus ojos, la vulnerabilidad... Oh si...ven conmigo muñeco.
Se levantó de la silla no sin antes pagar las bebidas y se dirigió hacía el joven, lo tomó por los hombros y con una fuerza apropiada para un hombre de su tamaño, le levantó del asiento, Gerard apenas si pesaba, pensó pasándole un brazo por la espalda para ayudarlo a caminar torpemente - Venga amigo, se ha pasado bebiendo - Murmuró y sonrió con tranquilidad al barman que renegaba con la cabeza lentamente. Una escena muy común en una taberna, un amigo sacando a un borracho que apenas si podía caminar. Nada sospechoso...
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Toulouse se había vomitado en el sofá de cuero, debajo de la mesa de madera en la biblioteca y sobre su cama. Soren se había pasado el último cuarto de hora limpiando el desastre y amenazando al minino con un dedo acusador, el gato apenas maullaba con indiferencia y se lamía las patas delanteras, pasándoselas por detrás de las orejas.
- Gato malo... ¿No estarás enfermo? - Exclamó Soren y se quedó mirándolo aún con el trapo medio vomitado en sus manos - ¿Estás malito? - Agregó aunque el animal no pudiera responderle - ¡Genial! No llevas ni una semana conmigo y ya estás enfermo... joder, soy pésimo cuidando otros seres vivos - Murmuró recordando como había dejado morir las orquideas también.
Se puso de pie con determinación, no iba a dejar al gato morir, no era capaz de cuidarse así mismo, pero había adquirido una responsabilidad al traer a Toulouse a casa. Agarró al gato por el cuero del cuello y este se debatió lanzando garrasos a la cara de Soren - Sabía que harías eso, pero no caeré otra vez - Le dijo manteniéndolo a una distancia prudente de su cuerpo. Erkki su mentor o creador, era psiquiatra, pero era cirujano, a lo mejor podía recetarle alguna droga al gato también - Nos vamos al hospital - Dictaminó y momentos después salió corriendo por los techos, con el gabán ondeando al biento y con el gato, muerto de miedo por la velocidad y la altura, en su regazo.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Bebí de aquel líquido dorado como si me fuera la vida en ello, como si estuviera sediento todavía, iba a explotar y rociaría a todo el mundo con mis entrañas, sonreí bufando, escupiendo inconscientemente un sorbo que había dado, me pasé el reverso de la mano por la boca con una decadencia que daba pena. Pero me lo acabé ¡me lo acabé como un señor!
Al rato me sentí extraño, mucho, lo achaqué al alcohol, como siempre “A dormir” me dije.
Sentí que alguien se acercaba a mí ¡no! Yo no quería que nadie me molestase, moví la cabeza a modo de negativa, ¿qué demonios le pasa a la gente, no puede vivir uno tranquilo? Me vi de pie, aquel hombre me había levantado del asiento.
“¡Al infierno tú y tú!” Pensé mirando despectivamente a una pareja que estaba sentada cerca del fuego. Bufé de nuevo dejándome llevar por aquel extraño, pues no le había mirado a la cara.
- Venga amigo, se ha pasado bebiendo – Se atrevió a decir.
– ¡Usted no es mi amigo!- estas palabras se me escaparon entre dientes, ¡malditos todos! ¿Por qué me miraban? Chasqueé la lengua apesadumbrado.
– Haga el favor de soltarme, no ve que voy bien…- “será posible…” No me gustaba que me tocase, lo hacía con fuerza, me daba cierto vértigo el contacto, desde aquella noche con aquel ser, repudiaba ese contacto por miedo a que me lastimaran, estaba tan débil.
Y en ese momento tan increíblemente estúpido, me solté de los brazos de aquel hombre empujándole a un lado, y caí al suelo, ¿qué me pasaba? – Demonios…
Ya estábamos en la puerta de la taberna, dos hombres pasaron por allí y me miraron con sorna “Váyanse a la mierda” pensé odioso. Estaba en el suelo, me arrastré hasta llegar a la pared, para intentar incorporarme y erguirme.
Ya no veía nada claro, todo era borroso, el rostro que tenía delante de mí me era indiferente. Moví la mano para que me dejase solo, si me perdía por las calles o caía al pantano era de mi incumbencia. Sacudí la cabeza, ésta se me fue para atrás, me sentí mareado, vomitaría en un momento.
Al rato me sentí extraño, mucho, lo achaqué al alcohol, como siempre “A dormir” me dije.
Sentí que alguien se acercaba a mí ¡no! Yo no quería que nadie me molestase, moví la cabeza a modo de negativa, ¿qué demonios le pasa a la gente, no puede vivir uno tranquilo? Me vi de pie, aquel hombre me había levantado del asiento.
“¡Al infierno tú y tú!” Pensé mirando despectivamente a una pareja que estaba sentada cerca del fuego. Bufé de nuevo dejándome llevar por aquel extraño, pues no le había mirado a la cara.
- Venga amigo, se ha pasado bebiendo – Se atrevió a decir.
– ¡Usted no es mi amigo!- estas palabras se me escaparon entre dientes, ¡malditos todos! ¿Por qué me miraban? Chasqueé la lengua apesadumbrado.
– Haga el favor de soltarme, no ve que voy bien…- “será posible…” No me gustaba que me tocase, lo hacía con fuerza, me daba cierto vértigo el contacto, desde aquella noche con aquel ser, repudiaba ese contacto por miedo a que me lastimaran, estaba tan débil.
Y en ese momento tan increíblemente estúpido, me solté de los brazos de aquel hombre empujándole a un lado, y caí al suelo, ¿qué me pasaba? – Demonios…
Ya estábamos en la puerta de la taberna, dos hombres pasaron por allí y me miraron con sorna “Váyanse a la mierda” pensé odioso. Estaba en el suelo, me arrastré hasta llegar a la pared, para intentar incorporarme y erguirme.
Ya no veía nada claro, todo era borroso, el rostro que tenía delante de mí me era indiferente. Moví la mano para que me dejase solo, si me perdía por las calles o caía al pantano era de mi incumbencia. Sacudí la cabeza, ésta se me fue para atrás, me sentí mareado, vomitaría en un momento.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Pobre Gerard {Soren}
¿Poniendo resistencia a pesar de todo eh? Pensába el criminal mientras veía como Gerard se arrastraba por el suelo, balbuceando y maldiciendo cosas inteligibles. La gente que lo veía con indiferencia probablemente lo veían como un simple borracho más, pero nadie se alcanzaría a imaginar que el poderoso fármaco estaba dopando su cuerpo y el resultado era que su cordinación psicomotris disminuyera. Pronto le daría descanso eterno a ese pintorsito de pacotilla, había pecado al observar su delito la otra noche y én no concentía testigos ni errores.
Eso era, Gerard Montefeltro era su primer y último error. Se agachó y comenzó a levantar al chico, esta vez con rudeza, no quería perder más tiempo en tonterías, las ancias de matar comenzaban a carcomerlo vivo. Arrastró el chico hasta un callejón solitario y apenas bañado por la luz de la luna, muy pronto muy pronto. Enrtonces fue sorprendido por una voz desde el techo ¿Que demonios era eso? ¿Era un tipo con un gato en brazos?
***
Luego de saltar varios techos, el pobre gato habia dejado de maullar y removerse en sus brazos intentando huír, a lo mejor se había dado por vencido. Soren tomó la dirección que lo llevaría más rápido al hospital, saltó una nueva baranda y entonces algo le llamó la atención por el rabillo del ojo. Se detuvo en seco, frentando en el borde una corniza, unos dos pisos abajo, un hombre cuya cara no podía ver desde su posición arrastraba a...
- Gerard - Susurró al reconocerle. El chico estaba... ¡espantoso!, Dios cuan diferente se veía desde la última vez que lo había visto, no había rastro alguno de su jovial expresión y de esa pasión y brillo en sus ojos, olvidandose de todo, saltó desde el techo sin importarle que le hombre le viera haciendo aquello - ¿Que le ha sucedido? ¿Quien es usted? -
- Creo que ya nos conocemos, Monsieur Kaarkarogf - Exclamó el hombre y levantó el rostro para revelar la sonrísa sarnosa del tipo que le había disparado en la tienda. El gato se removió en entre sus manos, pero eso ya no le importaba, se quedó estático y una rabia inmensa se apoderó de él. - ¡Déjalo ir! ¡No tiene nada que ver - Le advirtió, pero el hombre sólo dejó escapar una apagada risotada.
- ¡Que coincidencia más afortunada! - Exclamó el asesino y sin dudarlo ni un segundo sacó un arma de su gabán y se la puso en la oreja a Gerard, agarrándole por el hombro con fuerza - Muy bien... vas a hacer todo lo que te diga o este muñequito traga balas ¿Entendido? -
- Si... - Respondió el vampiro sin saber que más hacer. El hombre le hizo una ceña con la mano y le indicó que lo siguiera. El pobre Gerard parecía a punto de perder el conocimiento.
Eso era, Gerard Montefeltro era su primer y último error. Se agachó y comenzó a levantar al chico, esta vez con rudeza, no quería perder más tiempo en tonterías, las ancias de matar comenzaban a carcomerlo vivo. Arrastró el chico hasta un callejón solitario y apenas bañado por la luz de la luna, muy pronto muy pronto. Enrtonces fue sorprendido por una voz desde el techo ¿Que demonios era eso? ¿Era un tipo con un gato en brazos?
***
Luego de saltar varios techos, el pobre gato habia dejado de maullar y removerse en sus brazos intentando huír, a lo mejor se había dado por vencido. Soren tomó la dirección que lo llevaría más rápido al hospital, saltó una nueva baranda y entonces algo le llamó la atención por el rabillo del ojo. Se detuvo en seco, frentando en el borde una corniza, unos dos pisos abajo, un hombre cuya cara no podía ver desde su posición arrastraba a...
- Gerard - Susurró al reconocerle. El chico estaba... ¡espantoso!, Dios cuan diferente se veía desde la última vez que lo había visto, no había rastro alguno de su jovial expresión y de esa pasión y brillo en sus ojos, olvidandose de todo, saltó desde el techo sin importarle que le hombre le viera haciendo aquello - ¿Que le ha sucedido? ¿Quien es usted? -
- Creo que ya nos conocemos, Monsieur Kaarkarogf - Exclamó el hombre y levantó el rostro para revelar la sonrísa sarnosa del tipo que le había disparado en la tienda. El gato se removió en entre sus manos, pero eso ya no le importaba, se quedó estático y una rabia inmensa se apoderó de él. - ¡Déjalo ir! ¡No tiene nada que ver - Le advirtió, pero el hombre sólo dejó escapar una apagada risotada.
- ¡Que coincidencia más afortunada! - Exclamó el asesino y sin dudarlo ni un segundo sacó un arma de su gabán y se la puso en la oreja a Gerard, agarrándole por el hombro con fuerza - Muy bien... vas a hacer todo lo que te diga o este muñequito traga balas ¿Entendido? -
- Si... - Respondió el vampiro sin saber que más hacer. El hombre le hizo una ceña con la mano y le indicó que lo siguiera. El pobre Gerard parecía a punto de perder el conocimiento.
Última edición por Soren Kaarkarogf el Jue Ago 26, 2010 10:11 am, editado 1 vez
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Pobre Gerard {Soren}
La insistencia de aquel hombre me estaba poniendo cada vez más nervioso, yo no era un chico agresivo, pero éste tipo se la estaba ganando…aún así, seamos francos ¡no podía hacer una mierda! Ese hijo de puta me había puesto algo en la bebida, ¡a cuento de qué! Eso quise saber yo.
Me agarró con brusquedad, no pude negarme, y qué me quedaba ¿gritar?, no podía con mi alma ¡por Dios! Así que sí… mi noche la veía muy negra, me arrastró hacia un callejón oscuro, muy mala pinta, muy mala.
Mi cabeza cavilaba alguna solución, pero estaba gravemente aturdido, no quería acabar así, mi interior pataleaba como un niño pequeño por seguir con vida.
Definitivamente no era un chico con suerte.
Mi cuerpo provocaba movimientos involuntarios que me producían débiles convulsiones, perfecto.
- ¿Que le ha sucedido? ¿Quién es usted? – pude escuchar, maldita sea, la voz de la tercera persona me resultaba benditamente familiar, levanté la cabeza dubitativo y en mi rostro se dibujo una estúpida sonrisa al ver al profesor, el cual tenía en sus brazos al amigable Toulouse. Quise hablar, pedirle ayuda, quise tirarme a sus brazos, quise gritarle que se marchara, quise muchas cosas, pero las manos de aquel extraño me retenían, mi rostro cambió, tornándose asustado y descompuesto al escuchar al hombre. ¡Cómo no había caído antes! Era el miserable que disparó al profesor.
- ¡Déjalo ir! ¡No tiene nada que ver! – El asesino soltó una risa que me puso la piel de gallina. ¿No tengo nada que ver en qué? “¿¡Por qué yo!?”
- ¡Que coincidencia más afortunada! – noté en el momento algo frío y rigido en la oreja, me puse a temblar como un perro bajo una gélida lluvia, y su brazo me agarró el hombro, de mis labios se escapó un débil alarido. Lo que temía se volvió realidad.
¿Aquel indeseable no había tenido suficiente con disparar al profesor?
- Muy bien... vas a hacer todo lo que te diga o este muñequito traga balas ¿Entendido?
- Si...
Me estaban viniendo unas nauseas brutales, comenzamos a movernos, el hombre me obligaba a caminar, giré la cabeza y de mi boca salió disparado a borbotones gran parte de lo que había bebido en toda la noche, simple liquido, ya que no había comido nada.
Había vomitado de tal manera que no me había manchado a mí mismo, pero sí al asesino, le pringué de arriba abajo el gabán. Eso solo haría que se enfureciera más, estaba acabado, yo…y el profesor.
¿Por qué había aparecido el profesor? ¿Por qué? Esto era entre ese hombre y yo, no podría soportar que ocurriera de nuevo lo de la tienda, lo sabía, me volvería loco, pero vi claramente mis días apagándose con cada abrupto latido que mi corazón revolucionado provocaba.
-Pro-fesor…- balbuceé,
porque pensé que eran mis últimas palabras, y así fueron puesto que me desmayé
y caí de bruces contra el suelo.
Me agarró con brusquedad, no pude negarme, y qué me quedaba ¿gritar?, no podía con mi alma ¡por Dios! Así que sí… mi noche la veía muy negra, me arrastró hacia un callejón oscuro, muy mala pinta, muy mala.
Mi cabeza cavilaba alguna solución, pero estaba gravemente aturdido, no quería acabar así, mi interior pataleaba como un niño pequeño por seguir con vida.
Definitivamente no era un chico con suerte.
Mi cuerpo provocaba movimientos involuntarios que me producían débiles convulsiones, perfecto.
- ¿Que le ha sucedido? ¿Quién es usted? – pude escuchar, maldita sea, la voz de la tercera persona me resultaba benditamente familiar, levanté la cabeza dubitativo y en mi rostro se dibujo una estúpida sonrisa al ver al profesor, el cual tenía en sus brazos al amigable Toulouse. Quise hablar, pedirle ayuda, quise tirarme a sus brazos, quise gritarle que se marchara, quise muchas cosas, pero las manos de aquel extraño me retenían, mi rostro cambió, tornándose asustado y descompuesto al escuchar al hombre. ¡Cómo no había caído antes! Era el miserable que disparó al profesor.
- ¡Déjalo ir! ¡No tiene nada que ver! – El asesino soltó una risa que me puso la piel de gallina. ¿No tengo nada que ver en qué? “¿¡Por qué yo!?”
- ¡Que coincidencia más afortunada! – noté en el momento algo frío y rigido en la oreja, me puse a temblar como un perro bajo una gélida lluvia, y su brazo me agarró el hombro, de mis labios se escapó un débil alarido. Lo que temía se volvió realidad.
¿Aquel indeseable no había tenido suficiente con disparar al profesor?
- Muy bien... vas a hacer todo lo que te diga o este muñequito traga balas ¿Entendido?
- Si...
Me estaban viniendo unas nauseas brutales, comenzamos a movernos, el hombre me obligaba a caminar, giré la cabeza y de mi boca salió disparado a borbotones gran parte de lo que había bebido en toda la noche, simple liquido, ya que no había comido nada.
Había vomitado de tal manera que no me había manchado a mí mismo, pero sí al asesino, le pringué de arriba abajo el gabán. Eso solo haría que se enfureciera más, estaba acabado, yo…y el profesor.
¿Por qué había aparecido el profesor? ¿Por qué? Esto era entre ese hombre y yo, no podría soportar que ocurriera de nuevo lo de la tienda, lo sabía, me volvería loco, pero vi claramente mis días apagándose con cada abrupto latido que mi corazón revolucionado provocaba.
-Pro-fesor…- balbuceé,
porque pensé que eran mis últimas palabras, y así fueron puesto que me desmayé
y caí de bruces contra el suelo.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Soren siguió al hombre caminando con cautela, apretando al gato quizás demasiado fuerte, pero ya no podía pensar en nada más que no fuera el rostro compugido del pintor, le vio entonces vomitar y por unos instantes recordó a Toulouse vomitando por toda la casa. La coincidencia resultaba demasiado bizarra como si se tratase de una premonición. Gerard apenas si había podido formular una palabra antes de caer desmayado, el vampiro intentó acercarse con expresión preocupada, pero el asesino presionó el arma más fuertemente contra su cabeza.
- ¡Camina! - Le ordenó y Soren no tuvo más remedio que hacerlo, pensó en usar su poder mental para confundirlo, pero tenía demasiado miedo a que ese loco pudiera abrirle la cabeza de un disparo al humano si se percataba de que estaba intentando hacer algo. El misterioso hombre le condujo por varios callejones convenientemente solitarios, arrastrándo el cuerpo de Gerard con una facilidad bastante sospechosa hasta que arrivaron en una casa de apariencia desvencijada. El hombre condujo a Soren por unas estrechas escaleras de madera que bajaban a lo que parecía ser el sotano de la casa.
Bajó por las escaleras que le parecieron infinitas y una vez en el sotano (que resultó ser enorme) el hombre sentó el cuerpo inmovil del pintor en una silla de madera y lo ató fuertemente con unas cuerdas, luego sin apartar el revolver de la cabeza de Gerard le ordenó a Soren que se recostara contra la pared. Soren no tuvo más remedio que hacerlo y sin previo aviso, el criminal, le enterró una estaca de madera en un hombro empalándolo contra la pared. El vampiro dejó escapar un grito de dolor, soltando al gato, que corrió a esconderse bajo la añeja mesa que había al lado de la chimenea y el asesino pareció deleitarse con ello, porque agarró otra estaca y se la enterró, esta vez en el pecho, pero no en el lado del corazón.
- La próxima será en el corazón, aunque antes me gustaría que vieras morir al humano - Explicó con un cinismo y tranquilidad propia de un psicopata sin sentimienrtos.
- Déjale ir... - Gimió Soren cegado por el dolor y completamente paralizado. Si había algo que afectaba sobremanera a un vampiro era la madera.
- ¡Camina! - Le ordenó y Soren no tuvo más remedio que hacerlo, pensó en usar su poder mental para confundirlo, pero tenía demasiado miedo a que ese loco pudiera abrirle la cabeza de un disparo al humano si se percataba de que estaba intentando hacer algo. El misterioso hombre le condujo por varios callejones convenientemente solitarios, arrastrándo el cuerpo de Gerard con una facilidad bastante sospechosa hasta que arrivaron en una casa de apariencia desvencijada. El hombre condujo a Soren por unas estrechas escaleras de madera que bajaban a lo que parecía ser el sotano de la casa.
Bajó por las escaleras que le parecieron infinitas y una vez en el sotano (que resultó ser enorme) el hombre sentó el cuerpo inmovil del pintor en una silla de madera y lo ató fuertemente con unas cuerdas, luego sin apartar el revolver de la cabeza de Gerard le ordenó a Soren que se recostara contra la pared. Soren no tuvo más remedio que hacerlo y sin previo aviso, el criminal, le enterró una estaca de madera en un hombro empalándolo contra la pared. El vampiro dejó escapar un grito de dolor, soltando al gato, que corrió a esconderse bajo la añeja mesa que había al lado de la chimenea y el asesino pareció deleitarse con ello, porque agarró otra estaca y se la enterró, esta vez en el pecho, pero no en el lado del corazón.
- La próxima será en el corazón, aunque antes me gustaría que vieras morir al humano - Explicó con un cinismo y tranquilidad propia de un psicopata sin sentimienrtos.
- Déjale ir... - Gimió Soren cegado por el dolor y completamente paralizado. Si había algo que afectaba sobremanera a un vampiro era la madera.
Última edición por Soren Kaarkarogf el Jue Ago 26, 2010 2:03 pm, editado 2 veces
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Pobre Gerard {Soren}
[Se ha vuelto costumbre el confundirme con Anuar aaaaaaaaaaaaaaaaaja xD]
Cuando abrí los pesados parpados lo que ví me aterró, ¿estaba muerto? Deseé estarlo, ahora sí. Estaba en algo así como un sótano, mi torso estaba atado a una maldita silla, vivir para esto, antes me tiraba un tiro. Intenté mover mis manos, pero me resultó imposible. ¿Era posible que me hubiese recuperado un cinco por ciento por la vomitona anterior? Posible.
Apreté mis manos con fuerza, me estaba volviendo loco, nunca me habían gustado este tipo de juegos, pero esto no era un inocente juego, de mi boca se escapó una especie de rugido.
-¡Joder!- grité apretando los parpados con fuerza, para luego abrirlos y clavarlos en el profesor, del que antes no había caído por lo estresado que me ponía el estar agarrado.
Miré desconcertado el cuerpo del profesor, tenía dos maderos clavados.
– Dios mío…- imploré a Dios en nada menos que un susurro. “Otra vez no… ¡¡no!!” aquel pensamiento retumbó en mis oídos como un aguacero. En mi rostro se reflejó una rabia inmensa, más grande que en las pesadillas con Lorraine, mucho más, me estaba cegando, clavé los ojos en el miserable.
- ¡No mereces estar vivo!- escupí estas palabras con la ira más intensa. – ¡Acaba conmigo! Es para lo que estamos aquí ¿no? – Me vinieron mil y un descalificativos, ¿pero de qué habría valido? Además ¿cómo estaba seguro que si después de matarme dejaría al profesor en paz? Imposible, lo mataría igualmente. Bueno habría sido que me matase a mi antes para no ver como acaba con el profesor, pero Dios sabe que no podía permitirlo, un simple pintor como yo tenía el valor para cometer la locura de salvar al profesor aunque esto le costara la vida, aunque pensándolo bien sería una bonita forma de morir, haría algo por alguien, por alguien que me importaba, y que sabía que tenía un valor mucho mayor que yo, kalos thánatos decían los poetas griegos, sí. ¡Cómo un jodido héroe! Y aún más, desgraciadamente ¿no se da más valor a las obras de un fallecido?
Me reflejaba como un Aquiles que sabe que su destino es morir, pero con el beneficio de ser recordado eternamente, moriría encantado. Sonreí maliciosamente al pensar estas cosas, pero después se borró porque mis ojos recorrieron la sangre que corría por las heridas del profesor produciendo grandes manchas. “¡Su puta madre!”.
Sabía que estaba atado de torso para arriba, pero las piernas las tenía libres, como el maldito estaba dándome la espalda intenté levantarme, aun con el asiento pegado a mí, ¡me cagué en todo! era consciente de que el cabrón estaba alerta de cualquier movimiento así que lo mejor era actuar rápido.
Di la vuelta sobre mi mismo lo más rápido que pude y con la fuerza que me quedaba que era algo así como nula, pero por el efecto del giro no controlé el movimiento, estampé las patas de las silla contra el costado del asesino y así me caí al suelo, al otro lado por la fuerza de tracción, sabía que eso le dejaría aturdido por unos momentos, si lograba levantarme podría darle una patada, pero me quedé tendido en el suelo con las manos atadas atrás temiendo lo inevitable.
Cuando abrí los pesados parpados lo que ví me aterró, ¿estaba muerto? Deseé estarlo, ahora sí. Estaba en algo así como un sótano, mi torso estaba atado a una maldita silla, vivir para esto, antes me tiraba un tiro. Intenté mover mis manos, pero me resultó imposible. ¿Era posible que me hubiese recuperado un cinco por ciento por la vomitona anterior? Posible.
Apreté mis manos con fuerza, me estaba volviendo loco, nunca me habían gustado este tipo de juegos, pero esto no era un inocente juego, de mi boca se escapó una especie de rugido.
-¡Joder!- grité apretando los parpados con fuerza, para luego abrirlos y clavarlos en el profesor, del que antes no había caído por lo estresado que me ponía el estar agarrado.
Miré desconcertado el cuerpo del profesor, tenía dos maderos clavados.
– Dios mío…- imploré a Dios en nada menos que un susurro. “Otra vez no… ¡¡no!!” aquel pensamiento retumbó en mis oídos como un aguacero. En mi rostro se reflejó una rabia inmensa, más grande que en las pesadillas con Lorraine, mucho más, me estaba cegando, clavé los ojos en el miserable.
- ¡No mereces estar vivo!- escupí estas palabras con la ira más intensa. – ¡Acaba conmigo! Es para lo que estamos aquí ¿no? – Me vinieron mil y un descalificativos, ¿pero de qué habría valido? Además ¿cómo estaba seguro que si después de matarme dejaría al profesor en paz? Imposible, lo mataría igualmente. Bueno habría sido que me matase a mi antes para no ver como acaba con el profesor, pero Dios sabe que no podía permitirlo, un simple pintor como yo tenía el valor para cometer la locura de salvar al profesor aunque esto le costara la vida, aunque pensándolo bien sería una bonita forma de morir, haría algo por alguien, por alguien que me importaba, y que sabía que tenía un valor mucho mayor que yo, kalos thánatos decían los poetas griegos, sí. ¡Cómo un jodido héroe! Y aún más, desgraciadamente ¿no se da más valor a las obras de un fallecido?
Me reflejaba como un Aquiles que sabe que su destino es morir, pero con el beneficio de ser recordado eternamente, moriría encantado. Sonreí maliciosamente al pensar estas cosas, pero después se borró porque mis ojos recorrieron la sangre que corría por las heridas del profesor produciendo grandes manchas. “¡Su puta madre!”.
Sabía que estaba atado de torso para arriba, pero las piernas las tenía libres, como el maldito estaba dándome la espalda intenté levantarme, aun con el asiento pegado a mí, ¡me cagué en todo! era consciente de que el cabrón estaba alerta de cualquier movimiento así que lo mejor era actuar rápido.
Di la vuelta sobre mi mismo lo más rápido que pude y con la fuerza que me quedaba que era algo así como nula, pero por el efecto del giro no controlé el movimiento, estampé las patas de las silla contra el costado del asesino y así me caí al suelo, al otro lado por la fuerza de tracción, sabía que eso le dejaría aturdido por unos momentos, si lograba levantarme podría darle una patada, pero me quedé tendido en el suelo con las manos atadas atrás temiendo lo inevitable.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Finalmente el momento que estaba esperando había llegado. Todo había salido increiblemente fiel al plan. Todo fríamente calculado. Aunque debía aceptar que no había contemplado la posibilidad de que el humano arremetiera contra el hombre de esa manera usando la silla como arma, valla chico más singular, definitivamente había olido algo especial en él desde el momento en que le había recogido en el callejón. Poco le importaba lo que pudiera sucederle al vampiro, estaba allí por una razón más importante que la existencia del profesor.
Estaba a punto de desenmascarar una conspiración que llevaba años cocinandose a la sombra de Paris y todo gracias a ese jovencito ¿Como era que se llamaba? Oh, si ¡Gerard Montefeltro!.
Se impulsó sobre sus patas traseras y saltó de su escondite maullándo enérgicamente extendiendo sus diminutas garras con las uñas extendidas como agujas, el golpe que le había propiciado Gerard al hombre había hecho que este callera al suelo y la arma se le había escapado de las manos y rodó por el suelo un par de metros más allá.
- Mierda... que demoni...- Murmuró el sicopata, llevándose la mano a la parte golpeada y apenas si levantandose del suelo, cuando recibió algo que parecía una bola de pelos directamente a su cara, el gato le enterró las garras en el cuello y sus fauces se cerraron sobre una de sus orejas arracándosela de un tajo. El hombre aulló de dolor y mandó ambas manos para agarrar el cuerpo del animal por el lomo y lanzarlo por los aires, el gatito se habría estampillado contra la chimenea y habría caido inerte contra el suelo, de haber sido un gatito normal, por supuesto, pero en vez de eso, el cuerpo desnudo de un hombre de cabello castaño y ojos negros, apareció en su lugar.
El asesino apenas si tuvo tiempo de abrir la boca para soltar una exclamación, cuando Alfric dio un puñetaso en la cara tan fuerte, que le hizo perder el conocimiento por segundos rompiéndole la nariz y partiéndole el labio superior, seguido a esto le había agarrado las manos y se las había girado hacía atrás poniéndolo en una dolorosa posición, luego le había golpeado las pantorrillas, obligándole a caer de de rodillas y se acomodó sobre la espalda, imovilizándolo contra el suelo con su peso. Aifric agarró ambos brazos con una sola mano y rápidamente alcanzó una de las sogas que el hombre previamente había preparado para amarrar a Gerard o a Soren, la anudó con una destreza digna de un boy scout, uniendo tobillos y manos para que así le fuera imposible escapar.
- Sir Konnigan queda usted bajo arresto, en nombre de la IPD y la IPP - Exclamó apoyando una rodilla sobre la espalda del hombre que se quejó de dolor - Le leería sus derechos como convicto, pero escorias como usted no los tienen - Agregó arrugando el puente de la nariz. Luego levantó la cabeza para observar los perplejos rostros del vampiro y el humano.
- Oh! Hi people! - Exclamó con una sonrisa de oreja a oreja y con la mano derecha levantada, moviéndola amistosamente, como si le pasaran cosas como esa todo los días - Finalmente nos conocemos ¿eh? por cierto tremendo golpe Gerard ¡Eres un genio! -
(( Muahahaha!CHAN CHAN CHANNNNN El verdadero Toulouse ha salido del closet!
y disuclpa de nuevo lo de Anuar -_- estaba chatiando con él mientras respondía ))
Estaba a punto de desenmascarar una conspiración que llevaba años cocinandose a la sombra de Paris y todo gracias a ese jovencito ¿Como era que se llamaba? Oh, si ¡Gerard Montefeltro!.
Se impulsó sobre sus patas traseras y saltó de su escondite maullándo enérgicamente extendiendo sus diminutas garras con las uñas extendidas como agujas, el golpe que le había propiciado Gerard al hombre había hecho que este callera al suelo y la arma se le había escapado de las manos y rodó por el suelo un par de metros más allá.
- Mierda... que demoni...- Murmuró el sicopata, llevándose la mano a la parte golpeada y apenas si levantandose del suelo, cuando recibió algo que parecía una bola de pelos directamente a su cara, el gato le enterró las garras en el cuello y sus fauces se cerraron sobre una de sus orejas arracándosela de un tajo. El hombre aulló de dolor y mandó ambas manos para agarrar el cuerpo del animal por el lomo y lanzarlo por los aires, el gatito se habría estampillado contra la chimenea y habría caido inerte contra el suelo, de haber sido un gatito normal, por supuesto, pero en vez de eso, el cuerpo desnudo de un hombre de cabello castaño y ojos negros, apareció en su lugar.
El asesino apenas si tuvo tiempo de abrir la boca para soltar una exclamación, cuando Alfric dio un puñetaso en la cara tan fuerte, que le hizo perder el conocimiento por segundos rompiéndole la nariz y partiéndole el labio superior, seguido a esto le había agarrado las manos y se las había girado hacía atrás poniéndolo en una dolorosa posición, luego le había golpeado las pantorrillas, obligándole a caer de de rodillas y se acomodó sobre la espalda, imovilizándolo contra el suelo con su peso. Aifric agarró ambos brazos con una sola mano y rápidamente alcanzó una de las sogas que el hombre previamente había preparado para amarrar a Gerard o a Soren, la anudó con una destreza digna de un boy scout, uniendo tobillos y manos para que así le fuera imposible escapar.
- Sir Konnigan queda usted bajo arresto, en nombre de la IPD y la IPP - Exclamó apoyando una rodilla sobre la espalda del hombre que se quejó de dolor - Le leería sus derechos como convicto, pero escorias como usted no los tienen - Agregó arrugando el puente de la nariz. Luego levantó la cabeza para observar los perplejos rostros del vampiro y el humano.
- Oh! Hi people! - Exclamó con una sonrisa de oreja a oreja y con la mano derecha levantada, moviéndola amistosamente, como si le pasaran cosas como esa todo los días - Finalmente nos conocemos ¿eh? por cierto tremendo golpe Gerard ¡Eres un genio! -
(( Muahahaha!CHAN CHAN CHANNNNN El verdadero Toulouse ha salido del closet!
y disuclpa de nuevo lo de Anuar -_- estaba chatiando con él mientras respondía ))
Re: Pobre Gerard {Soren}
Lo que pasó después de mi atrevimiento no puedo ni explicarlo, no encuentro palabras sensatas, simplemente no hay lógica para lo que mis ojos creyeron ver, entre que estaba borracho, aturdido, cardiaco, y a punto de dar el paso al otro barrio no pude creer que lo que mis ojos veían era cierto, sencillamente me negué a creerlo. Estaría soñando…o eso o había alcanzado una realidad paralela, lo que significaba que estaba muerto.
Increíble era la palabra que estaba buscando. Toulouse se había convertido así como así en un hombre desnudo, me habría muerto de risa si alguien me lo hubiera contado, tan escéptico a esos temas. Toulouse o lo que yo creía que era, atacó al indeseable con una facilidad digna de un gato, ¡pero qué cojones! Le estaba dando una paliza, no perdí detalle de lo estaba ocurriendo delante nuestra, cierto o no era un espectáculo asombroso. Mi boca se había desencajado, y me empezaba a incorporar todavía en el suelo, moviendo indeciso las piernas.
¡Lo había inmovilizado con una cuerda! Yo no cabía del gozo, debía estar asustado, pero la sorpresa era mucho mayor que el temor ¡estaba desnudo, y se comportaba con suma naturalidad!
Habló ¡habló! ¡Encima! Para descolocarme del todo ¿Qué cojones era eso de IPD y la IPP? Tras “arrestar” a aquel bandido, nos miró al profesor y a mí.
- Oh! Hi people!– Enarqué una ceja, “lo que me faltaba” pensé, no hacía más que ver visiones, como me ocurrió con el doctor que luego resulto ser de verdad, lo que me ocurrió en las pesadillas que al final resultaban ser ciertas, y ¡esto! Tragué saliva con dificultad. - Finalmente nos conocemos ¿eh? por cierto tremendo golpe Gerard ¡Eres un genio!
-Debo haber perdido la cabeza…- murmuré mientras me ponía de pie, ciertamente me dolía el cuerpo, ya me había caído dos veces al suelo esa noche, entre eso, mi dolor de cabeza, la pesadez de mis brazos, piernas… ¡boh!
Giré mi cabeza para mirar al profesor con los ojos totalmente idos por el acontecimiento, el cual me estaba dejando con la sangre helada. Mis ojos volvieron a posarse en las heridas del profesor, pensé en quitarle las estacas, pero quizá empeoraría la cosa, puesto que podría desangrarse, ¡joder! Le miré con confusión y pena, mis manos seguían atadas, y de nuevo giré la cabeza para mirar a ese ser extraño que estaba delante de nosotros.
Podría ser producto de mi imaginación ¿por qué no? ¿Podía hablar con él? Me había hablado ¡sabía mi nombre!, ¿dónde estaba Toulouse? ¡Oh por Dios, estaba desnudo! Volví la cabeza hacia arriba (su rostro) por mi desvergonzada mirada hacia toda su anatomía, no me lo podía creer, así que… ¿por qué no mirar? –Ver para creer…- dije inconscientemente mirándole de abajo a arriba descaradamente. Estaba llamando toda mi atención aquel ser, pero joder estaba ahí el profesor ¡pasándolas canutas!
-¿Cómo te encuentras, profesor?- le pregunté mientras me acercaba a su lado, no podía usar mis manos, y eso me ponía enfermo.
-¡Dios!- mascullé irritado.- ¿Podrías desatarme?- le pedí al hombre desnudo con unos ojos que reflejaban mi desesperación.
[[Aajáaaaa ¡No me lo puedo creer! Nunca me lo habría imaginado ¡eso era lo que estabas planeando! A punto estábamos de morir ambos xD ¡Cómo me la has colado! Me gustó leer su ficha ¡qué original eres! ]]
Increíble era la palabra que estaba buscando. Toulouse se había convertido así como así en un hombre desnudo, me habría muerto de risa si alguien me lo hubiera contado, tan escéptico a esos temas. Toulouse o lo que yo creía que era, atacó al indeseable con una facilidad digna de un gato, ¡pero qué cojones! Le estaba dando una paliza, no perdí detalle de lo estaba ocurriendo delante nuestra, cierto o no era un espectáculo asombroso. Mi boca se había desencajado, y me empezaba a incorporar todavía en el suelo, moviendo indeciso las piernas.
¡Lo había inmovilizado con una cuerda! Yo no cabía del gozo, debía estar asustado, pero la sorpresa era mucho mayor que el temor ¡estaba desnudo, y se comportaba con suma naturalidad!
Habló ¡habló! ¡Encima! Para descolocarme del todo ¿Qué cojones era eso de IPD y la IPP? Tras “arrestar” a aquel bandido, nos miró al profesor y a mí.
- Oh! Hi people!– Enarqué una ceja, “lo que me faltaba” pensé, no hacía más que ver visiones, como me ocurrió con el doctor que luego resulto ser de verdad, lo que me ocurrió en las pesadillas que al final resultaban ser ciertas, y ¡esto! Tragué saliva con dificultad. - Finalmente nos conocemos ¿eh? por cierto tremendo golpe Gerard ¡Eres un genio!
-Debo haber perdido la cabeza…- murmuré mientras me ponía de pie, ciertamente me dolía el cuerpo, ya me había caído dos veces al suelo esa noche, entre eso, mi dolor de cabeza, la pesadez de mis brazos, piernas… ¡boh!
Giré mi cabeza para mirar al profesor con los ojos totalmente idos por el acontecimiento, el cual me estaba dejando con la sangre helada. Mis ojos volvieron a posarse en las heridas del profesor, pensé en quitarle las estacas, pero quizá empeoraría la cosa, puesto que podría desangrarse, ¡joder! Le miré con confusión y pena, mis manos seguían atadas, y de nuevo giré la cabeza para mirar a ese ser extraño que estaba delante de nosotros.
Podría ser producto de mi imaginación ¿por qué no? ¿Podía hablar con él? Me había hablado ¡sabía mi nombre!, ¿dónde estaba Toulouse? ¡Oh por Dios, estaba desnudo! Volví la cabeza hacia arriba (su rostro) por mi desvergonzada mirada hacia toda su anatomía, no me lo podía creer, así que… ¿por qué no mirar? –Ver para creer…- dije inconscientemente mirándole de abajo a arriba descaradamente. Estaba llamando toda mi atención aquel ser, pero joder estaba ahí el profesor ¡pasándolas canutas!
-¿Cómo te encuentras, profesor?- le pregunté mientras me acercaba a su lado, no podía usar mis manos, y eso me ponía enfermo.
-¡Dios!- mascullé irritado.- ¿Podrías desatarme?- le pedí al hombre desnudo con unos ojos que reflejaban mi desesperación.
[[Aajáaaaa ¡No me lo puedo creer! Nunca me lo habría imaginado ¡eso era lo que estabas planeando! A punto estábamos de morir ambos xD ¡Cómo me la has colado! Me gustó leer su ficha ¡qué original eres! ]]
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Pobre Gerard {Soren}
(( Muahahaha. Si, lo tenía todo fríamente calculado desde antes de que te fueras de viaje. Quería extrenar a Aifric contigo, pero te fuiste y tuve que esperar haha. Curiosamente nos hemos encargado de que Toulouse aparesca por todas partes, nos ha estado vigilando todo el tiempo! por cierto, incluiré a ambos pjs en este post, para hacerlo más cómodo))
El chico parecía tan perturbado y bueno no lo culpaba, no se veían cosas como esas todos los días. Al parecer el vampiro había mantenido el secreto de su condición bastante bien guardado y el chico no tenía idea de la existencia de seres sobrenaturales. Pero situaciones desperadas merecen acciones desesperadas, debía capturar al hombre o los hubiera matado a ambos, no cabia duda.
- Un momento, hay ciertas cosas que hay que aclarar antes - Respondió a la petición de Gerard de soltar al profesor - Sientate y ponte cómodo... bueno ya estás sentado - Agregó con tranquilidad.
- ¿Quien demonios eres tu? - Exclamó Soren con una voz carrasposa y adolorida, la estacas le mantenían inmovil el cuerpo, pero el dolor era espantoso y la sangre las había manchado resbalando por su hombro y pecho, tiñiendole la camiza de rojo carmin.
- Soy el Agente Colfer, Aifric Colfer para ser más precisos, del IPD, Unidad de investigación Paranormal de Dublin, fui transferido a Paris para investigar varios casos de asesinato ¡y hoy! - Estiró los brazos de par en par y puso un pie sobre el trasero del hombre amarrado que balbuceaba cosas seminconciente, como si se tratara de un trofeo de caza - Finalmente he capturado a uno de los más peligrosos asesinos en serie de la lista negra, una investigación en la que llevaba casi 3 años -
- ¡Estuviste todo este tiempo en mi casa!- Exclamó Soren aturdido, sin poder prosesar aún que estuviera frente a un cambiaformas, había escuchado de su existencia, pero era la primera vez que trataba con uno - ¡Te dejaste acariciar la panza! -
- Si bueno... me gusta que me acaricien la panza - Aceptó Aifric y pareció sonrojarse con ese detalle y toció nerviosamente.
- ¿Que estás esperando para soltarnos? - Agregó el vampiro arrugando el entrecejo con el dolor.
- No tan rápido profesor, si hay algo en lo que no confiamos es en los de tu clase - Respondió Aifric señalándolo con un dedo acusador - ¿Que me asegura que no vas a comerte a este humano si te suelto? - Señaló esta vez a Gerard que aún continuaba atado a la silla.
- ¡Por el amor a Dios! - Exclamó Soren blanqueando los ojos como si aquella fuera una pregunta ridícula - ¿Hubiera permitido que me enterraran dos estacas de madera por gusto? ¡Estaba intentando protegerlo! ¡Nunca he pensado en alimentarme de él! -
- Mmm... bien, supongo que tiene sentido - Aceptó luego de unos minutos de vacilación - Además me has alimentado bien estas semanas y me vomité 3 veces en tu sofá... es lo menos que puedo hacer - Y con estas últimas palabras, arrancó ambas estácas del cuerpo del vampiro y este calló de rodillas al suello llevándose las manos a los lugares en donde se encontraban los sendos agujeros escarlata. Aifric desató a Gerard rápidamente y comenzó a palmearle la cara y los hombros como si se estuviera cerciorando de que estuviera bien.
- ¿Como te sientes Gerard? ¿Te dio a beber algo ese malnacido? - Preguntó el hombre aún desnudo.
El chico parecía tan perturbado y bueno no lo culpaba, no se veían cosas como esas todos los días. Al parecer el vampiro había mantenido el secreto de su condición bastante bien guardado y el chico no tenía idea de la existencia de seres sobrenaturales. Pero situaciones desperadas merecen acciones desesperadas, debía capturar al hombre o los hubiera matado a ambos, no cabia duda.
- Un momento, hay ciertas cosas que hay que aclarar antes - Respondió a la petición de Gerard de soltar al profesor - Sientate y ponte cómodo... bueno ya estás sentado - Agregó con tranquilidad.
- ¿Quien demonios eres tu? - Exclamó Soren con una voz carrasposa y adolorida, la estacas le mantenían inmovil el cuerpo, pero el dolor era espantoso y la sangre las había manchado resbalando por su hombro y pecho, tiñiendole la camiza de rojo carmin.
- Soy el Agente Colfer, Aifric Colfer para ser más precisos, del IPD, Unidad de investigación Paranormal de Dublin, fui transferido a Paris para investigar varios casos de asesinato ¡y hoy! - Estiró los brazos de par en par y puso un pie sobre el trasero del hombre amarrado que balbuceaba cosas seminconciente, como si se tratara de un trofeo de caza - Finalmente he capturado a uno de los más peligrosos asesinos en serie de la lista negra, una investigación en la que llevaba casi 3 años -
- ¡Estuviste todo este tiempo en mi casa!- Exclamó Soren aturdido, sin poder prosesar aún que estuviera frente a un cambiaformas, había escuchado de su existencia, pero era la primera vez que trataba con uno - ¡Te dejaste acariciar la panza! -
- Si bueno... me gusta que me acaricien la panza - Aceptó Aifric y pareció sonrojarse con ese detalle y toció nerviosamente.
- ¿Que estás esperando para soltarnos? - Agregó el vampiro arrugando el entrecejo con el dolor.
- No tan rápido profesor, si hay algo en lo que no confiamos es en los de tu clase - Respondió Aifric señalándolo con un dedo acusador - ¿Que me asegura que no vas a comerte a este humano si te suelto? - Señaló esta vez a Gerard que aún continuaba atado a la silla.
- ¡Por el amor a Dios! - Exclamó Soren blanqueando los ojos como si aquella fuera una pregunta ridícula - ¿Hubiera permitido que me enterraran dos estacas de madera por gusto? ¡Estaba intentando protegerlo! ¡Nunca he pensado en alimentarme de él! -
- Mmm... bien, supongo que tiene sentido - Aceptó luego de unos minutos de vacilación - Además me has alimentado bien estas semanas y me vomité 3 veces en tu sofá... es lo menos que puedo hacer - Y con estas últimas palabras, arrancó ambas estácas del cuerpo del vampiro y este calló de rodillas al suello llevándose las manos a los lugares en donde se encontraban los sendos agujeros escarlata. Aifric desató a Gerard rápidamente y comenzó a palmearle la cara y los hombros como si se estuviera cerciorando de que estuviera bien.
- ¿Como te sientes Gerard? ¿Te dio a beber algo ese malnacido? - Preguntó el hombre aún desnudo.
Re: Pobre Gerard {Soren}
- Un momento, hay ciertas cosas que hay que aclarar antes. Siéntate y ponte cómodo... bueno ya estás sentado - ¡Qué gracioso era el extraño! No me soltó, eso me puso más histérico, ¿pero qué iba a hacer? ¿Atacarlo? ¿Con qué? Resignándome quedé en la misma posición mirando al profesor. Eso quise saber yo, ¿quién era y dónde estaba el gato, se había evaporado? Al parecer ese ser tenía nombre, luego dijo unas cosas que no entendí, en mi rostro se reflejaba la confusión, di un inconsciente traspiés, al escuchar lo que estaba diciendo. ¡Una camisa de fuerza, porfavor!
- ¡Estuviste todo este tiempo en mi casa! ¡Te dejaste acariciar la panza!
-¿Eh?- se me escapó mirando a un lado y a otro confundido.
- Si bueno... me gusta que me acaricien la panza – “¡Lo que me faltaba escuchar!” ¿Era algún tipo de broma? Estaba a punto de ponerme a chillar, no podía más. “Sí, que nos suelte pero ¡ya!”
Las palabras que después dijo el hombre desnudo me dejaron descolocado, ¿qué quería decir con que no confiaba con los de la clase del profesor? ¿Qué cojones quería decir con eso? ¿Era por el hecho de ser maestro? ¡¿Cómo se atrevía a hablarle así?! ¿Cómo? ¿A comerme a mí? ¿Literalmente o metafóricamente? ¡Qué hostias! Bufé cansado.
- ¡Por el amor a Dios! ¿Hubiera permitido que me enterraran dos estacas de madera por gusto? ¡Estaba intentando protegerlo! ¡Nunca he pensado en alimentarme de él!- Eso sí que me remató, estaba soñando ¡fijo! ¿Protegerme a mí? “Yo no necesito protección, yo me basto por mí mismo” pensé estúpidamente, orgulloso. Achiqué los ojos resentido por sus palabras, además no estaba dando resultado el método que el profesor eligió para protegerme, siempre acababa sangrando. ¡Qué agonía me estaba resultando todo esto!
El profesor cayó de rodillas contra el suelo, se me puso la cara blanca, el hombre desnudo vino a mí para desatarme ¡POR FIN! Me tocó la cara y los hombros, yo le miré abrumado, “¿pero qué…?”
- ¿Cómo te sientes Gerard? ¿Te dio a beber algo ese malnacido?
-¡Evidentemente!- exclamé colérico, había aguantado mucho la espera, me separé de él con una zancada, me sentí mareado, pero ¡qué hostias! Me tiré de rodillas al lado del profesor, no controlaba mis movimientos, así que me clave las rodillas contra el suelo, dolor.
De nuevo estábamos como la última vez. - ¿¡Qué tengo que hacer!? ¿Quieres que vaya al hospital a pedir ayuda? ¿Quieres que traiga a su doctor personal?- acerqué mis manos al torso del profesor, éstas me temblaban, se quedaron en mitad del recorrido, inquietas, sin saber qué hacer.
- ¡Estamos igual!- exclame desesperado mirando al suelo, giré mi cabeza para mirar al supuesto agente - ¡No debiste quitarle las estacas ahora se va a desangrar! ¡No te das cuenta!- le recriminé con voz nerviosa. – Tenemos que hacer algo…algo…algo…- el cerebro dio más de lo que podía, se me saturó y caí al suelo, otra vez, siempre acababa desmayándome.
- ¡Estuviste todo este tiempo en mi casa! ¡Te dejaste acariciar la panza!
-¿Eh?- se me escapó mirando a un lado y a otro confundido.
- Si bueno... me gusta que me acaricien la panza – “¡Lo que me faltaba escuchar!” ¿Era algún tipo de broma? Estaba a punto de ponerme a chillar, no podía más. “Sí, que nos suelte pero ¡ya!”
Las palabras que después dijo el hombre desnudo me dejaron descolocado, ¿qué quería decir con que no confiaba con los de la clase del profesor? ¿Qué cojones quería decir con eso? ¿Era por el hecho de ser maestro? ¡¿Cómo se atrevía a hablarle así?! ¿Cómo? ¿A comerme a mí? ¿Literalmente o metafóricamente? ¡Qué hostias! Bufé cansado.
- ¡Por el amor a Dios! ¿Hubiera permitido que me enterraran dos estacas de madera por gusto? ¡Estaba intentando protegerlo! ¡Nunca he pensado en alimentarme de él!- Eso sí que me remató, estaba soñando ¡fijo! ¿Protegerme a mí? “Yo no necesito protección, yo me basto por mí mismo” pensé estúpidamente, orgulloso. Achiqué los ojos resentido por sus palabras, además no estaba dando resultado el método que el profesor eligió para protegerme, siempre acababa sangrando. ¡Qué agonía me estaba resultando todo esto!
El profesor cayó de rodillas contra el suelo, se me puso la cara blanca, el hombre desnudo vino a mí para desatarme ¡POR FIN! Me tocó la cara y los hombros, yo le miré abrumado, “¿pero qué…?”
- ¿Cómo te sientes Gerard? ¿Te dio a beber algo ese malnacido?
-¡Evidentemente!- exclamé colérico, había aguantado mucho la espera, me separé de él con una zancada, me sentí mareado, pero ¡qué hostias! Me tiré de rodillas al lado del profesor, no controlaba mis movimientos, así que me clave las rodillas contra el suelo, dolor.
De nuevo estábamos como la última vez. - ¿¡Qué tengo que hacer!? ¿Quieres que vaya al hospital a pedir ayuda? ¿Quieres que traiga a su doctor personal?- acerqué mis manos al torso del profesor, éstas me temblaban, se quedaron en mitad del recorrido, inquietas, sin saber qué hacer.
- ¡Estamos igual!- exclame desesperado mirando al suelo, giré mi cabeza para mirar al supuesto agente - ¡No debiste quitarle las estacas ahora se va a desangrar! ¡No te das cuenta!- le recriminé con voz nerviosa. – Tenemos que hacer algo…algo…algo…- el cerebro dio más de lo que podía, se me saturó y caí al suelo, otra vez, siempre acababa desmayándome.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Pobre Gerard {Soren}
El dolor era espantoso, en 291 años, sólo le habían estacado dos veces y esa sensación de desasociego e incertidumbre era lo peor. El miedo a saber que realmente podías morir. A veces vivir como inmortal y gozar del poder de la sangre maldita te hacía olvidar el valor de la vida, por eso era que abundaban tantos vampiros decerebrados por ahí, que iban matando a diestra y ciniestra sin importarles nada. Pero no Soren, él era un catedrático, un filósofo y un artista. Y el arte nunca destruía, sólo creaba cosas maravillosas, aunque fueran incomprendidas. Ser estacado y estar tan cerca a la verdadera muerte era simplemente terrorífico. ¿Habría estado dispusto a morir por Gerard?
Levantó el rostro y se encontró con el del chico a su lado, preocupado, observándole con esa sinceridad desgarradora en sus ojos, con esa inocencia marchita por los golpes que le había dado la vida últimanente. Y no supo que decir, se sintió el peor bastardo del planeta, mintiéndole y escondiéndole lo que realmente era. Abrió la boca para intentar explicarle, pero no sabía por donde empezar, no sabía como manejar la angustia que le carcomía. Entonces el chico había caído al suelo inconciente.
- ¡Gerard! - Exclamó gateando hasta él y tomándolo entre sus brazos. Aifric se acercó y le tomó el pulso en la muñeca, luego levantó sus parpados para observar las irises perdidas en la inconsciencia.
- Está vivo, sólo se ha desmayado, el shock debió ser más de lo que podía soportar - Explicó el minino. Aifric le abrió los labios al humano y olfateó su aliento - Alcohol, Whiskey - Dictaminó de inmediato, luego puso la llema de su dedo indice en la lengua de Gerard y se lo llevó a los suyos propios saboreándolo - Polvo de Mandrágora, apróximadamente una infución de un 30 % - Concluyó pasándole la mano por la frente para sentirle la temperatura - Bebe un poco más de eso y quedara en coma -
- ¿Está fuera de peligro? ¿Que debo hacer? - Exclamó Soren comenzando a perder los nervios, su normal estado de calma rompiéndose, el dolor de sus propias heridas careció de importancia. Aifric se quedó mirándole con clara desconfianza, al parecer aún no se fiaba de él. - ¡Maldita sea Toulouse! Si a este chico le pasa algo... no me lo perdonaría, ¿Que debo hacer? ¡Que! -
- Está bien... confiaré en ti - Exclamó el agente luego de unos momentos de vacilación - Dame tu gabán - El vampiro se lo quitó inmediatamente y el minino se lo puso cubriendo su desnudez - Debo entregar este hombre a las autoridades, lleva al humano a tu refugio y hazle beber agua tibia con sal, necesita vomitar lo que sea que le quede en el estómago, sentirá escalofríos y quizás le suba la fiebre, pero es parte del proceso de desintoxicación, estaré contigo en cuanto pueda -
En cualquier otro momento de su vida, Soren se habría negado rotundamente en permitir a un humano entrar en su refugio, pues según Erkki le había enseñado, era sagrado y él único lugar en donde podías estar a salvo. Pero no podía pensar, quería mandar todo al carajo, si a Gerard le pasaba algo por su culpa... ¡Dios mio!. Tomó el cuerpo desmadejado del chico ignorándo el dolor en su hombro y pecho y salió corriendo escaleras arriba, para trepar sobre un tejado y así ganar más tiempo.
***
Había pasado una hora desde el incidente en el sótano, Gerard yacía en su cama recostado, pálido como un papel y una fina capa de sudor cubría su piel, Soren se había vendado el hombro y el pecho precáriamente, la hemorragia había parado pero la curación era lenta y dolorosa. Se encontraba sentado al lado de la cama, esperando a que el chico volviera en si mismo y poder darle de beber lo que Aifric había dicho.
- Gerard... vamos, abre los ojos - Dijo con voz temblorosa - Estás a salvo... no dejaré que nada te pasé -
Levantó el rostro y se encontró con el del chico a su lado, preocupado, observándole con esa sinceridad desgarradora en sus ojos, con esa inocencia marchita por los golpes que le había dado la vida últimanente. Y no supo que decir, se sintió el peor bastardo del planeta, mintiéndole y escondiéndole lo que realmente era. Abrió la boca para intentar explicarle, pero no sabía por donde empezar, no sabía como manejar la angustia que le carcomía. Entonces el chico había caído al suelo inconciente.
- ¡Gerard! - Exclamó gateando hasta él y tomándolo entre sus brazos. Aifric se acercó y le tomó el pulso en la muñeca, luego levantó sus parpados para observar las irises perdidas en la inconsciencia.
- Está vivo, sólo se ha desmayado, el shock debió ser más de lo que podía soportar - Explicó el minino. Aifric le abrió los labios al humano y olfateó su aliento - Alcohol, Whiskey - Dictaminó de inmediato, luego puso la llema de su dedo indice en la lengua de Gerard y se lo llevó a los suyos propios saboreándolo - Polvo de Mandrágora, apróximadamente una infución de un 30 % - Concluyó pasándole la mano por la frente para sentirle la temperatura - Bebe un poco más de eso y quedara en coma -
- ¿Está fuera de peligro? ¿Que debo hacer? - Exclamó Soren comenzando a perder los nervios, su normal estado de calma rompiéndose, el dolor de sus propias heridas careció de importancia. Aifric se quedó mirándole con clara desconfianza, al parecer aún no se fiaba de él. - ¡Maldita sea Toulouse! Si a este chico le pasa algo... no me lo perdonaría, ¿Que debo hacer? ¡Que! -
- Está bien... confiaré en ti - Exclamó el agente luego de unos momentos de vacilación - Dame tu gabán - El vampiro se lo quitó inmediatamente y el minino se lo puso cubriendo su desnudez - Debo entregar este hombre a las autoridades, lleva al humano a tu refugio y hazle beber agua tibia con sal, necesita vomitar lo que sea que le quede en el estómago, sentirá escalofríos y quizás le suba la fiebre, pero es parte del proceso de desintoxicación, estaré contigo en cuanto pueda -
En cualquier otro momento de su vida, Soren se habría negado rotundamente en permitir a un humano entrar en su refugio, pues según Erkki le había enseñado, era sagrado y él único lugar en donde podías estar a salvo. Pero no podía pensar, quería mandar todo al carajo, si a Gerard le pasaba algo por su culpa... ¡Dios mio!. Tomó el cuerpo desmadejado del chico ignorándo el dolor en su hombro y pecho y salió corriendo escaleras arriba, para trepar sobre un tejado y así ganar más tiempo.
***
Había pasado una hora desde el incidente en el sótano, Gerard yacía en su cama recostado, pálido como un papel y una fina capa de sudor cubría su piel, Soren se había vendado el hombro y el pecho precáriamente, la hemorragia había parado pero la curación era lenta y dolorosa. Se encontraba sentado al lado de la cama, esperando a que el chico volviera en si mismo y poder darle de beber lo que Aifric había dicho.
- Gerard... vamos, abre los ojos - Dijo con voz temblorosa - Estás a salvo... no dejaré que nada te pasé -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Escuché murmullos en mi cabeza, ¿eran de nuevo las pesadillas que noches atrás me habían perseguido sin descanso?
No…era otra cosa. Abrí los ojos de golpe, y empecé a respirar con fuerza, estaba asustado, creí que mis días habían acabado, hasta que no ví todo perfectamente definido, no volví en mí.
Parpadeé como cinco veces antes de girar la cabeza de un lado a otro, pero sin mirar nada en particular, no sabía dónde estaba. Mis manos palparon lo que serían unas sabanas, estaba recostado sobre una cama, mis ojos recorrieron el lugar, estaba paranoico.
Tomé otra bocanada de aire de manera entrecortada, entreabrí los labios y de ellos se me escapó un suspiro, como si de mi último aliento se tratara. Me encontraba fatal, enfermo, no salía de una y me metía en otra peor, era increíblemente insoportable.
Mis ojos se humedecieron de repente emborronándome la visión, - Joder…- murmuré con una debilidad magistral mientras me llevaba las manos al rostro, estaba llorando por la desesperación que sentí, me sentía tan solo, tan profundamente compungido. Mi estado de ánimo era pésimo. Me esperaba cualquier cosa.
Reprimí los sollozos, solo me sentía a mi mismo hasta que casualmente dejé caer mis manos a sendos lados de mi cuerpo y dejé caer mi rostro en la almohada (empapándola de las lágrimas derramadas), me quedé con la mirada perdida, cuando vi algo a mi lado, intenté articular palabra, pero simplemente era aliento lo que se escapaba de mí, quise gritar, pero no pude, tragué saliva y suspiré.
¿Era el profesor la figura que había delante de mí o eran imaginaciones mías? Mi mano se movió débilmente por la superficie de la cama, como si fuera un desafortunado a punto de morir, mi mano quería llegar al profesor, menuda visión. Quería saber si era cierto, o no, por doloroso que fuera.
-Profesor- una palabra apenas audible, entendible quizá por el movimiento de mis labios al pronunciarla. - ¿Voy a morir?- Nunca me había encontrado tan mal, la mordida de mi muñeca tapada por un pañuelo no era nada comparado con el dolor que sentía por todo mi cuerpo.
Mis ojos, aquellos ojos que habían visto tanto color tiempo atrás solo veían formas acromáticas. ¿Qué pude ver? ¿El profesor estaba herido, de verdad lo estaba? Mi mano se abrió en un intento de alcanzar al hombre de mi lado. – No me dejes.- No quería que desapareciera, no quería que fuera una simple imagen de mi mente febril.
No…era otra cosa. Abrí los ojos de golpe, y empecé a respirar con fuerza, estaba asustado, creí que mis días habían acabado, hasta que no ví todo perfectamente definido, no volví en mí.
Parpadeé como cinco veces antes de girar la cabeza de un lado a otro, pero sin mirar nada en particular, no sabía dónde estaba. Mis manos palparon lo que serían unas sabanas, estaba recostado sobre una cama, mis ojos recorrieron el lugar, estaba paranoico.
Tomé otra bocanada de aire de manera entrecortada, entreabrí los labios y de ellos se me escapó un suspiro, como si de mi último aliento se tratara. Me encontraba fatal, enfermo, no salía de una y me metía en otra peor, era increíblemente insoportable.
Mis ojos se humedecieron de repente emborronándome la visión, - Joder…- murmuré con una debilidad magistral mientras me llevaba las manos al rostro, estaba llorando por la desesperación que sentí, me sentía tan solo, tan profundamente compungido. Mi estado de ánimo era pésimo. Me esperaba cualquier cosa.
Reprimí los sollozos, solo me sentía a mi mismo hasta que casualmente dejé caer mis manos a sendos lados de mi cuerpo y dejé caer mi rostro en la almohada (empapándola de las lágrimas derramadas), me quedé con la mirada perdida, cuando vi algo a mi lado, intenté articular palabra, pero simplemente era aliento lo que se escapaba de mí, quise gritar, pero no pude, tragué saliva y suspiré.
¿Era el profesor la figura que había delante de mí o eran imaginaciones mías? Mi mano se movió débilmente por la superficie de la cama, como si fuera un desafortunado a punto de morir, mi mano quería llegar al profesor, menuda visión. Quería saber si era cierto, o no, por doloroso que fuera.
-Profesor- una palabra apenas audible, entendible quizá por el movimiento de mis labios al pronunciarla. - ¿Voy a morir?- Nunca me había encontrado tan mal, la mordida de mi muñeca tapada por un pañuelo no era nada comparado con el dolor que sentía por todo mi cuerpo.
Mis ojos, aquellos ojos que habían visto tanto color tiempo atrás solo veían formas acromáticas. ¿Qué pude ver? ¿El profesor estaba herido, de verdad lo estaba? Mi mano se abrió en un intento de alcanzar al hombre de mi lado. – No me dejes.- No quería que desapareciera, no quería que fuera una simple imagen de mi mente febril.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Pobre Gerard {Soren}
291 años en los que creía que su corazón muerto no volvería a latir con emoción o a contraerse con la angustia o tristeza. Casi 300 años de una existencia plana sin muchos altibajos, simplemente existiendo, sin permitir que los sentimientos le dominaran y fueran más allá que su razón. 291 años que se vieron rasgados como una débil hoja de papel, al contemplar las lágrimas del pintor. La desesperación en sus ojos era algo que, jamás se borraría, era increible como verle en ese estado de incertidumbre y angustia, hacía que olvidara su propio dolor y su deseo de beber sangre humana.
Porque cuando perdía sangre por alguna herida (especialmente por estacas) lo primero que venía a su mente era un irrefrenable deseo de beber sangre humana para así poder recuperarse más rápido, la sangre humana tenía ese enorme poder, dentro de los muchos otros efectos que causaba. Pero le importaba una mierda desangrarse, le importaba una mierda la sensación desesperante en su garganta y labios secos. Lo único que tenía importancia ahora era...
Gerard.
- ¡Gracias a Dios! - Exclamó, aunque no estaba en posición de agradecerle nada al creador, cuando él era una creatura de la noche - Lo siento mucho, lo siento, ¡lo siento! - Exclamó actuando sin pensar y contrario a todas sus convicciones morales y éticas y aún sabiendo que no le gustaba el contacto físico con las personas, rodeó a Gerard con sus brazos fríos y atrajo la cabeza de este contra su pecho desnudo y vendado (el lado no herido por supuesto). Acomodó su mentón en el cabello revolcado del humano y se mordió el labio inferior, sin comprender que era todo lo que sentía en ese momento.
- Vaz a estar bien - Continuó sin soltarle - Ese bastardo... mezclo polvo de mandrágora en tu bebida - Le explicó para que se tranqulizara, entender lo que sucedía a tu alrededor ayudaba a que pudieras pensar las cosas coherentemente - Bebe esto - Agregó, esta vez soltándole del abrazo y ofreciéndole un cuenco con la infusión que Aifric le había dicho, luego se agachó y sacó un balde de metal de debajo de la cama - Te ayudará a vomitar , Toulouse, quiero decir, el agente Colfer, dijo que si lo vomitas todo, estarás mucho mejor -
Porque cuando perdía sangre por alguna herida (especialmente por estacas) lo primero que venía a su mente era un irrefrenable deseo de beber sangre humana para así poder recuperarse más rápido, la sangre humana tenía ese enorme poder, dentro de los muchos otros efectos que causaba. Pero le importaba una mierda desangrarse, le importaba una mierda la sensación desesperante en su garganta y labios secos. Lo único que tenía importancia ahora era...
Gerard.
- ¡Gracias a Dios! - Exclamó, aunque no estaba en posición de agradecerle nada al creador, cuando él era una creatura de la noche - Lo siento mucho, lo siento, ¡lo siento! - Exclamó actuando sin pensar y contrario a todas sus convicciones morales y éticas y aún sabiendo que no le gustaba el contacto físico con las personas, rodeó a Gerard con sus brazos fríos y atrajo la cabeza de este contra su pecho desnudo y vendado (el lado no herido por supuesto). Acomodó su mentón en el cabello revolcado del humano y se mordió el labio inferior, sin comprender que era todo lo que sentía en ese momento.
- Vaz a estar bien - Continuó sin soltarle - Ese bastardo... mezclo polvo de mandrágora en tu bebida - Le explicó para que se tranqulizara, entender lo que sucedía a tu alrededor ayudaba a que pudieras pensar las cosas coherentemente - Bebe esto - Agregó, esta vez soltándole del abrazo y ofreciéndole un cuenco con la infusión que Aifric le había dicho, luego se agachó y sacó un balde de metal de debajo de la cama - Te ayudará a vomitar , Toulouse, quiero decir, el agente Colfer, dijo que si lo vomitas todo, estarás mucho mejor -
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Me habría gustado decirle que no tenía que lamentar nada, que él no tenía la culpa de lo ocurrido.
Los brazos del profesor me rodearon, los sentí fríos, era una sensación extraña, me recordaba al contacto con Lorraine, pero no tenía que ver el uno con el otro. Mi cabeza quedó pegada a su pecho desnudo, desde allí pude ver la venda con más claridad, ya era costumbre en él.
Aún siendo la situación bastante extraña y dispar agradecí el gesto, mi tristeza cesó un poco, me pasé la mano por la nariz, pues estaba humedad de la emoción.
Me dijo que estaría bien, y también lo que yo me suponía, que la sensación que me carcomía por dentro era por un agente exterior, desde ese momento me dí cuenta que debía tener más cuidado con todo lo que me rodeaba, nadie es lo que aparenta ser, no debía confiar tan ciegamente en todo aquel que intentara mostrarse amable conmigo gratuitamente, aunque fuera por una bebida, qué imbécil podía llegar a ser, torcí el gesto enfadado conmigo mismo.
- Bebe esto – me quedé dubitativo al observar aquel cuenco que me ofrecía. Lo cogí entre mis manos, el líquido que había dentro se tambaleó peligrosamente, por poco se me cae, derramándose todo sobre mí, pero logré que mi pulso se estabilizara por lo menos un poco. Dí un sorbo a aquello, estaba salado, arrugué el rostro, era desagradable al gusto, pero si el profesor me decia que debía beberlo, así lo haría.
- No me será difícil vomitar esto.- comenté angustiado, volví a beber de ello esta vez con mucha más convicción, sentí las nauseas que me provocaba aquello, las contuve unos momentos. – Todavía no me creo que aquel hombre desnudo nos haya salvado… ¡Qué noche profesor! …No se creerá lo que me ha pasado estos días…- Iba a continuar, intentando explicarle lo que me había pasado, pero las nauseas eran mucho más fuertes, aparté aquel cuenco de mi vista dejándolo en las manos del profesor y cogiendo deprisa el cubo, vomité hasta la bilis, el sabor de todo aquella combinación era horrible, las manos agarradas a los bordes del cubo me temblaban bruscamente, el sudor frío no cesaba. Había vomitado una gran parte, pero aún no todo.
Levanté levemente la cabeza, qué imagen tendría que estar dando, él no tenía por qué ayudarme, después de todo no me merecía este trato, me daba vergüenza hasta alzar la mirada y que viera este nuevo reflejo de mi ser, tan deteriorado, tan distinto.
-Gracias profesor.- No sabía si quiera cómo agradecérselo, también quería darle las gracias al hombre desnudo, mi comportamiento había sido bastante brusco con él, aunque si miramos atrás había sido brusco con todo el mundo en esta semana, así que si eso me justificaba de algún modo, así era.
Mis ojos se dirigieron hacia la vendas del profesor, terrible.
-¿Cómo está?- Menuda pregunta, pero quise saberlo, el pobre profesor había recibido golpes y más golpes, por lo menos los que había visto yo, pero posiblemente hubiese recibido más en otras ocasiones, la suerte no nos acompaña. Pensando esta serie de cosas volví a vomitar, se me escapaba alguna lágrima que otra por el esfuerzo.
– Dios…- susurré llevándome la mano a la frente.
Los brazos del profesor me rodearon, los sentí fríos, era una sensación extraña, me recordaba al contacto con Lorraine, pero no tenía que ver el uno con el otro. Mi cabeza quedó pegada a su pecho desnudo, desde allí pude ver la venda con más claridad, ya era costumbre en él.
Aún siendo la situación bastante extraña y dispar agradecí el gesto, mi tristeza cesó un poco, me pasé la mano por la nariz, pues estaba humedad de la emoción.
Me dijo que estaría bien, y también lo que yo me suponía, que la sensación que me carcomía por dentro era por un agente exterior, desde ese momento me dí cuenta que debía tener más cuidado con todo lo que me rodeaba, nadie es lo que aparenta ser, no debía confiar tan ciegamente en todo aquel que intentara mostrarse amable conmigo gratuitamente, aunque fuera por una bebida, qué imbécil podía llegar a ser, torcí el gesto enfadado conmigo mismo.
- Bebe esto – me quedé dubitativo al observar aquel cuenco que me ofrecía. Lo cogí entre mis manos, el líquido que había dentro se tambaleó peligrosamente, por poco se me cae, derramándose todo sobre mí, pero logré que mi pulso se estabilizara por lo menos un poco. Dí un sorbo a aquello, estaba salado, arrugué el rostro, era desagradable al gusto, pero si el profesor me decia que debía beberlo, así lo haría.
- No me será difícil vomitar esto.- comenté angustiado, volví a beber de ello esta vez con mucha más convicción, sentí las nauseas que me provocaba aquello, las contuve unos momentos. – Todavía no me creo que aquel hombre desnudo nos haya salvado… ¡Qué noche profesor! …No se creerá lo que me ha pasado estos días…- Iba a continuar, intentando explicarle lo que me había pasado, pero las nauseas eran mucho más fuertes, aparté aquel cuenco de mi vista dejándolo en las manos del profesor y cogiendo deprisa el cubo, vomité hasta la bilis, el sabor de todo aquella combinación era horrible, las manos agarradas a los bordes del cubo me temblaban bruscamente, el sudor frío no cesaba. Había vomitado una gran parte, pero aún no todo.
Levanté levemente la cabeza, qué imagen tendría que estar dando, él no tenía por qué ayudarme, después de todo no me merecía este trato, me daba vergüenza hasta alzar la mirada y que viera este nuevo reflejo de mi ser, tan deteriorado, tan distinto.
-Gracias profesor.- No sabía si quiera cómo agradecérselo, también quería darle las gracias al hombre desnudo, mi comportamiento había sido bastante brusco con él, aunque si miramos atrás había sido brusco con todo el mundo en esta semana, así que si eso me justificaba de algún modo, así era.
Mis ojos se dirigieron hacia la vendas del profesor, terrible.
-¿Cómo está?- Menuda pregunta, pero quise saberlo, el pobre profesor había recibido golpes y más golpes, por lo menos los que había visto yo, pero posiblemente hubiese recibido más en otras ocasiones, la suerte no nos acompaña. Pensando esta serie de cosas volví a vomitar, se me escapaba alguna lágrima que otra por el esfuerzo.
– Dios…- susurré llevándome la mano a la frente.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Cuando el chico había comenzado a vomitar con tantas ganas, Soren se sintió más aliviado, si Aifric tenía razón, si expulsaba todo eso que había bebido, se pondría mucho mejor, ahora lo que necesitaba era beber agua y descanzar. Le indicó con las manos que esperara y se levantó del asiento y se dirigió a la cocina. Su casa no era grande, ¿Para que necesitaría una casa grande un vampiro? No tenía mucho sentido, para lo único que necesitaba espacio era para sus libros y cuadros. Regresó al cabo de un rato con otro cuenco, esta vez con agua fresca y se sentó en la silla.
Reflexionó sobre sus palabras, era como si Gerard aún no entendiera la gravedad del asunto, como si aún no comprendiera la naturaleza de Aifric y de él. Deseó poder seguir con el engaño, y la verdad no sería muy difícil, podría decirle al joven pintor que simplemente había tenido alucinaciones por el contenido de la bebida y estaba seguro de que el chico terminaría por creerlo todo. Sin embargo, ¡ya no podía más! El chico estaba en peligro por su culpa, todo era su responsabilidad. Tenía que saber la verdad para que supiera a que se enfrentaba, no podía permitir que le siguieran haciéndo daño...
¿Porque te importa tanto? Soren, no le conoces de casi nada, apenas si han hablado un par de veces ¿Porque quieres protegerlo?
- Hay algo que debo decirte joven Gerard - Comenzó tragando saliva y haciéndo un esfuerzo sobre humano para hablar - Y se que... luego de que te diga la verdad... querrás alejarte de mi... y lo entenderé, estás en todo tu derecho - Concluye bajando la mirada, hasta sus manos, tiene que decirlo, es necesario, aunque duelam aunque lo rechaze, pase lo que pase, el chico tenía que saber. Era por su bien.
- El hombre desnudo que nos salvó... era en realidad Toulouse - Retomó despacio - No lo imaginaste... realmente... el gato se transformó en ese hombre, se llama Aifric Colfer y es un agente de no se que... no es humano Gerard... es un cambia-formas... seres que pueden cambiar su apariencia física - Explica levantando el rostro para observar las reacciones del joven - Se escondió bajo la forma de Toulouse y estuvo todo el tiempo aquí conmigo... nunca me di por enterado, porque según él estaba haciéndo una investigación, tal parece que ese hombre era un criminal buscado e iba a por ti - Concluyó.
Reflexionó sobre sus palabras, era como si Gerard aún no entendiera la gravedad del asunto, como si aún no comprendiera la naturaleza de Aifric y de él. Deseó poder seguir con el engaño, y la verdad no sería muy difícil, podría decirle al joven pintor que simplemente había tenido alucinaciones por el contenido de la bebida y estaba seguro de que el chico terminaría por creerlo todo. Sin embargo, ¡ya no podía más! El chico estaba en peligro por su culpa, todo era su responsabilidad. Tenía que saber la verdad para que supiera a que se enfrentaba, no podía permitir que le siguieran haciéndo daño...
¿Porque te importa tanto? Soren, no le conoces de casi nada, apenas si han hablado un par de veces ¿Porque quieres protegerlo?
- Hay algo que debo decirte joven Gerard - Comenzó tragando saliva y haciéndo un esfuerzo sobre humano para hablar - Y se que... luego de que te diga la verdad... querrás alejarte de mi... y lo entenderé, estás en todo tu derecho - Concluye bajando la mirada, hasta sus manos, tiene que decirlo, es necesario, aunque duelam aunque lo rechaze, pase lo que pase, el chico tenía que saber. Era por su bien.
- El hombre desnudo que nos salvó... era en realidad Toulouse - Retomó despacio - No lo imaginaste... realmente... el gato se transformó en ese hombre, se llama Aifric Colfer y es un agente de no se que... no es humano Gerard... es un cambia-formas... seres que pueden cambiar su apariencia física - Explica levantando el rostro para observar las reacciones del joven - Se escondió bajo la forma de Toulouse y estuvo todo el tiempo aquí conmigo... nunca me di por enterado, porque según él estaba haciéndo una investigación, tal parece que ese hombre era un criminal buscado e iba a por ti - Concluyó.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Se levantó abandonando el asiento, ¡no me había contestado! Pero lo más importante es que me había dejado solo, tuve miedo, pero no pude decirle nada, ya se había ido, aunque volviese al segundo no me gustaba estar así. El rato que se ausentó me quedé mirando el techo con ojos llenos de ansiedad incontenible. Cuando regresó me quedé más aliviado, cogí el cuenco de agua, “¿Agua?” Yo no era mucho de beber agua, pudiendo beber otras cosas, pero no me iba a quejar, no estaba en condiciones de hacerlo.
Tragué poco a poco el contenido, mi corazón se fue calmando a medida que pasaban los minutos. Hasta que las palabras del profesor rompieron el silencio, le miré con ojos cansados, ¿qué tendría que decirme? Por las emociones de su rostro pude notar que le costaba, me preocupé a medida que iba hablando, no entendí lo que me estaba diciendo ¿qué verdad era aquella? Achiqué los ojos, las interrogaciones se dejaron entrever en mis pupilas.
Comenzó a explicarme la realidad, o lo que él decía que era la realidad, enarqué una ceja extrañado, cuando terminó de hablar me quedé largos minutos en silencio mirándole a los ojos, los míos quedaron abiertos, de estar más tiempo así, me saldrían telarañas, pero al rato parpadeé, me escocían.
–Estás de broma… ¿no es así? – aparté la cara de la suya quedándome de perfil, mirando el suelo y con el ceño fruncido. – Intentas hacerme creer que Toulouse…es… ¡¿un hombre?! – me sentí herido, moví la cabeza a modo de negativa, pero sin alzar la cabeza.
-¿Te estás riendo de mí? ¿Es eso?- crispé mis dedos irritado, no me gustaba que se riesen de mí, yo era un joven bastante sensible aunque no lo pareciese, y el mundo paranormal era algo que no lograba entender, aunque el ser que acechaba mis sueños no era normal, siempre intentaba encontrarle la lógica al asunto. -¿Con que cambia-formas, no?- dije levantando los ojos para clavárselos al profesor, el tono de aquella pregunta era de incredulidad, con una mezcla de decepción. – Reconozco que soy un borracho,-escupí la última palabra con desprecio- pero no esperes que me lo crea. – concluí llevándome el cuenco a la boca, deseé que aquello no fuera agua, ¡Por Dios!
Quizá estaba siendo demasiado intransigente, pero después de lo que habían visto mis ojos, nada era claro, ¿por qué no confiar en la palabra del profesor? ¿Por qué? Lo sabía… porque no era el mismo, porque todo en mi había cambiado, no sabía si podía recuperarme de los golpes del último mes. Suspiré con tristeza. – Aun con todo pensáis que por esto podría alejarme…como si fuese vuestra culpa.- volví a levantar la cabeza para mirarle, “un mundo de locos”- estás muy equivocado...- dejé mi espalda reposar en el cabecero de la cama, abrazando mis rodillas, escondí mis rostro en éstas, estaba cansado, me pregunté de nuevo si me había tomado por estúpido, y eso me destrozaba. A pesar de todo, no comprendí como aún siendo cierto lo que dijo me iba a alejar de él, como ya le dije. – A no ser que tengas algo más que decirme ¿lo hay?- estas últimas palabras se amortiguaron porque aún tenía la cabeza escondida.
Tragué poco a poco el contenido, mi corazón se fue calmando a medida que pasaban los minutos. Hasta que las palabras del profesor rompieron el silencio, le miré con ojos cansados, ¿qué tendría que decirme? Por las emociones de su rostro pude notar que le costaba, me preocupé a medida que iba hablando, no entendí lo que me estaba diciendo ¿qué verdad era aquella? Achiqué los ojos, las interrogaciones se dejaron entrever en mis pupilas.
Comenzó a explicarme la realidad, o lo que él decía que era la realidad, enarqué una ceja extrañado, cuando terminó de hablar me quedé largos minutos en silencio mirándole a los ojos, los míos quedaron abiertos, de estar más tiempo así, me saldrían telarañas, pero al rato parpadeé, me escocían.
–Estás de broma… ¿no es así? – aparté la cara de la suya quedándome de perfil, mirando el suelo y con el ceño fruncido. – Intentas hacerme creer que Toulouse…es… ¡¿un hombre?! – me sentí herido, moví la cabeza a modo de negativa, pero sin alzar la cabeza.
-¿Te estás riendo de mí? ¿Es eso?- crispé mis dedos irritado, no me gustaba que se riesen de mí, yo era un joven bastante sensible aunque no lo pareciese, y el mundo paranormal era algo que no lograba entender, aunque el ser que acechaba mis sueños no era normal, siempre intentaba encontrarle la lógica al asunto. -¿Con que cambia-formas, no?- dije levantando los ojos para clavárselos al profesor, el tono de aquella pregunta era de incredulidad, con una mezcla de decepción. – Reconozco que soy un borracho,-escupí la última palabra con desprecio- pero no esperes que me lo crea. – concluí llevándome el cuenco a la boca, deseé que aquello no fuera agua, ¡Por Dios!
Quizá estaba siendo demasiado intransigente, pero después de lo que habían visto mis ojos, nada era claro, ¿por qué no confiar en la palabra del profesor? ¿Por qué? Lo sabía… porque no era el mismo, porque todo en mi había cambiado, no sabía si podía recuperarme de los golpes del último mes. Suspiré con tristeza. – Aun con todo pensáis que por esto podría alejarme…como si fuese vuestra culpa.- volví a levantar la cabeza para mirarle, “un mundo de locos”- estás muy equivocado...- dejé mi espalda reposar en el cabecero de la cama, abrazando mis rodillas, escondí mis rostro en éstas, estaba cansado, me pregunté de nuevo si me había tomado por estúpido, y eso me destrozaba. A pesar de todo, no comprendí como aún siendo cierto lo que dijo me iba a alejar de él, como ya le dije. – A no ser que tengas algo más que decirme ¿lo hay?- estas últimas palabras se amortiguaron porque aún tenía la cabeza escondida.
[[Ujujuju xD]]
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Pobre Gerard {Soren}
(*user de Soren zapea a user de Gerard* D:)
La actitud ecéptica de Gerard le dejó sin habla, se quedó mirándole y escuchándole sin saber que hacer. Había pensado que luego de verlo con sus propios ojos, lo habría asimilado y estaría encantado de escuchar una explicación, pero era como si Gerard estuviera negándose así mismo lo que era evidente. Quizás una parte de su razón no quería creer y abrirse a la posibilidad de que existían cosas mucho más alla de su imaginación y comprención. Intentó recordar su propio shock cuando Erkki había aparecido por primera vez y le había revelado que era un vampiro. Esas no eran cosas fáciles de creer.
Bien Soren, este es el momento para la cuartada perfecta, puedes cubrirte y hacérle creer que todo ha sido producto de su imaginación...
Pero no podía ¡no podía!, la vida del joven estaba en peligro, lo había estado desde el momento en que fueron a la tienda y fue testigo del robo, ¿Que más cosas podrían ocurrirle por su culpa? No estaba seguro de que ese hombre no tuviera complices, de que en algún momento volvieran para finalizar lo que había quedado inconcluso, no podía permitir que un chico con tanto potencial fuera asesinado miserablemente.
- No me estoy riendo de ti - Comenzó a decir Soren, jugando nerviosamente con sus dedos, pensando en la manera de aclararlo todo - Es verdad... existen muchas otras creaturas... aparte de los humanos, viviendo en este mundo - Explica paseando la mirada por el suelo y tomando fuerzas para poder continuar - Toulouse no es sólo un gato y yo... yo no soy sólo un profesor... -
Lo había dicho, finalmente lo había dicho. No quería perderlo, no quería que el chico desapareciera de su vida y le viera como a una despreciable creatura demoniaca, pero lo hacía por el bien de él y no del suyo propio, tenía que protegerlo. ¿Que clase de profesor sería si no podía cuidar de su alumno?
- Soy... un vampiro - Musitó al fin, tragando saliva y por el rostro de Gerard supo que si no le daba pruebas el chico simplemente lo tomaría por loco. - Observa esto... - Agregó cerrándo los ojos, sentìa como si estuviera dando el paso más grande de su vida, revelandose ante una persona que le importaba, mostrándole el monstruo que realmente era. Abrió la boca y sendos colmillos puntiagudos se pudieron apreciar dentro de ella, abrió los ojos de nuevo y sin mirar a Gerard, se mordió su muñeca izquierda. La carne se cortó tan límpiamente y tan fácilmente como si hubiera sido el más fino de los cuchillos y la sangre brotó inmediatamente. - Ahora se curará... - Murmura mostrándole la herida, momentos después de estar goteando y manchando el suelo con gotitas escarlata, la piel comenzó a cerrarse hasta quedar sólamente un manchonsito color purpura.
Se quedó en silencio, sintiéndose infinitamente avergonzado, siempre había intentado fingir ser un humano corriente para no ser rechazado por la sociedad y ahí estaba, revelándole a ese joven pintor su existencia sobrenatural.
- No voy a hacerte daño... no ha sido nunca mi intención - Aclara con voz temblorosa - Es sólo que... tenía demasiado miedo de decirtelo... -
La actitud ecéptica de Gerard le dejó sin habla, se quedó mirándole y escuchándole sin saber que hacer. Había pensado que luego de verlo con sus propios ojos, lo habría asimilado y estaría encantado de escuchar una explicación, pero era como si Gerard estuviera negándose así mismo lo que era evidente. Quizás una parte de su razón no quería creer y abrirse a la posibilidad de que existían cosas mucho más alla de su imaginación y comprención. Intentó recordar su propio shock cuando Erkki había aparecido por primera vez y le había revelado que era un vampiro. Esas no eran cosas fáciles de creer.
Bien Soren, este es el momento para la cuartada perfecta, puedes cubrirte y hacérle creer que todo ha sido producto de su imaginación...
Pero no podía ¡no podía!, la vida del joven estaba en peligro, lo había estado desde el momento en que fueron a la tienda y fue testigo del robo, ¿Que más cosas podrían ocurrirle por su culpa? No estaba seguro de que ese hombre no tuviera complices, de que en algún momento volvieran para finalizar lo que había quedado inconcluso, no podía permitir que un chico con tanto potencial fuera asesinado miserablemente.
- No me estoy riendo de ti - Comenzó a decir Soren, jugando nerviosamente con sus dedos, pensando en la manera de aclararlo todo - Es verdad... existen muchas otras creaturas... aparte de los humanos, viviendo en este mundo - Explica paseando la mirada por el suelo y tomando fuerzas para poder continuar - Toulouse no es sólo un gato y yo... yo no soy sólo un profesor... -
Lo había dicho, finalmente lo había dicho. No quería perderlo, no quería que el chico desapareciera de su vida y le viera como a una despreciable creatura demoniaca, pero lo hacía por el bien de él y no del suyo propio, tenía que protegerlo. ¿Que clase de profesor sería si no podía cuidar de su alumno?
- Soy... un vampiro - Musitó al fin, tragando saliva y por el rostro de Gerard supo que si no le daba pruebas el chico simplemente lo tomaría por loco. - Observa esto... - Agregó cerrándo los ojos, sentìa como si estuviera dando el paso más grande de su vida, revelandose ante una persona que le importaba, mostrándole el monstruo que realmente era. Abrió la boca y sendos colmillos puntiagudos se pudieron apreciar dentro de ella, abrió los ojos de nuevo y sin mirar a Gerard, se mordió su muñeca izquierda. La carne se cortó tan límpiamente y tan fácilmente como si hubiera sido el más fino de los cuchillos y la sangre brotó inmediatamente. - Ahora se curará... - Murmura mostrándole la herida, momentos después de estar goteando y manchando el suelo con gotitas escarlata, la piel comenzó a cerrarse hasta quedar sólamente un manchonsito color purpura.
Se quedó en silencio, sintiéndose infinitamente avergonzado, siempre había intentado fingir ser un humano corriente para no ser rechazado por la sociedad y ahí estaba, revelándole a ese joven pintor su existencia sobrenatural.
- No voy a hacerte daño... no ha sido nunca mi intención - Aclara con voz temblorosa - Es sólo que... tenía demasiado miedo de decirtelo... -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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