AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Pobre Gerard {Soren}
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Pobre Gerard {Soren}
Recuerdo del primer mensaje :
Mis días desde aquella noche bastante ajetreada con el profesor Kaarkarogf, habían sido sumamente extraños, todo por culpa del encuentro con aquel ser, Lorraine, un ser que era capaz de meterse en mis sueños y que me hacía delirar en mi propia locura, así que sí, podría decirse que no era el mismo Gerard que el profesor se encontró en la exposición.
Ahora caminaba asustado por las calles, no me gustaba quedarme por las noches solo, y lo más importante, temía la hora en que debía volver a la cama, pues las pesadillas volvían. Mis cuadros reflejaban la angustia tan atroz que sentía, ¿era una paso en mi vida como artista? Me preguntaban muchos, yo les hacia callar sacudiendo mis manos nervioso, antipático.
¿Quién iba a soportarme con la demencia que mostraba en los momentos menos oportunos?
Días atrás comencé a comer menos, pero bebía más, también intentaba no dormir, así que las noches de insomnio devastaban mi cordura, lograba pintar mis absurdas pesadillas, las paredes de mi habitación estaban repletas de retratos de aquel ser, sus ojos eran lo que más imperaban en ellos, sus terribles ojos, no dejaba que nadie entrase en mi cuarto, mi cambio era bastante claro, además de la ansiedad que me producía el recuerdo de su sangre en mi boca.
Siempre me ponía un pañuelo en el cuello para tapar las marcas que sus dedos dejaron en mi cuello, y también me cubría la muñeca, donde fui mordido, la cicatriz que perduraba en mí, y que me hacia recordar que aquello había pasado, que no estaba tan loco como pensaba.
Un día mis compañeros de clase me recomendaron salir por ahí, para despejarme, como si así pudieran hacerme un favor, ignorantes. Yo accedí ¿para qué negarme? Me puse lo primero que ví, me vestí totalmente de negro para no destacar en la noche. Así podría emborracharme hasta perder el conocimiento, no había otra cosa que quisiera más que terminar.
Me quedé postrado en la esquina de una taberna, con los ojos cerrados, pero intentando no perderme en el inquietante sueño que me atrapaba.
Silencioso en aquella esquina con vasos vacios delante de mí, lo único que esperaba era pasar desapercibido, aunque quizá con algo de suerte me metería en una bronca.
Ahora caminaba asustado por las calles, no me gustaba quedarme por las noches solo, y lo más importante, temía la hora en que debía volver a la cama, pues las pesadillas volvían. Mis cuadros reflejaban la angustia tan atroz que sentía, ¿era una paso en mi vida como artista? Me preguntaban muchos, yo les hacia callar sacudiendo mis manos nervioso, antipático.
¿Quién iba a soportarme con la demencia que mostraba en los momentos menos oportunos?
Días atrás comencé a comer menos, pero bebía más, también intentaba no dormir, así que las noches de insomnio devastaban mi cordura, lograba pintar mis absurdas pesadillas, las paredes de mi habitación estaban repletas de retratos de aquel ser, sus ojos eran lo que más imperaban en ellos, sus terribles ojos, no dejaba que nadie entrase en mi cuarto, mi cambio era bastante claro, además de la ansiedad que me producía el recuerdo de su sangre en mi boca.
Siempre me ponía un pañuelo en el cuello para tapar las marcas que sus dedos dejaron en mi cuello, y también me cubría la muñeca, donde fui mordido, la cicatriz que perduraba en mí, y que me hacia recordar que aquello había pasado, que no estaba tan loco como pensaba.
Un día mis compañeros de clase me recomendaron salir por ahí, para despejarme, como si así pudieran hacerme un favor, ignorantes. Yo accedí ¿para qué negarme? Me puse lo primero que ví, me vestí totalmente de negro para no destacar en la noche. Así podría emborracharme hasta perder el conocimiento, no había otra cosa que quisiera más que terminar.
Me quedé postrado en la esquina de una taberna, con los ojos cerrados, pero intentando no perderme en el inquietante sueño que me atrapaba.
Silencioso en aquella esquina con vasos vacios delante de mí, lo único que esperaba era pasar desapercibido, aunque quizá con algo de suerte me metería en una bronca.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Pobre Gerard {Soren}
Seguí con la cabeza entre las piernas hasta que percibí la posibilidad de que sus palabras fueran ciertas, y eso no hacía más que asustarme, mantuve medio rostro escondido por mis rodillas, solo mis ojos estaban soportando el vendaval de palabras que se liberaban del profesor. Con que solo se viesen mis ojos se podía ver qué sentía.
¿No era solo un profesor? Apreté mis labios con fuerza para reprimir algún sonido, ¿qué iba a decirme? ¿¡Qué!? Mis manos agarraron mucho más fuerte mis piernas, la desesperación era patente por cada segundo que pasaba, por cada respiración entrecortada, por cada gota de sudor que resbalaba por mi rostro.
- Soy... un vampiro – Se quebraron mis aspiraciones, la tierra se abrió ante mis ojos, el ser indefenso que parecía ser resultó no serlo “no puede ser…no puede ser ¡maldita sea!” Pensé febrilmente.
No quería oír más, quería abalanzarme sobre él y taparle la boca, o tal vez yo mismo desaparecer, volverme líquido y resbalar abandonando todo rastro de cordura. Lo que me dijo no me ayudó en absoluto, empeoraba mi estado enfermizo.
Lo que después hizo me asustó en demasia, recordándome las pesadillas que había tenido, estaba rodeado de seres del inframundo, si el ser de mis sueños no me mataba, sería el hombre que estaba delante de mí. Esos colmillos tan familiares, succionadores de vida, me llevé la mano a la boca, apretando mis uñas alrededor de ella. “Dios mío ¿por qué?”.
Se autolesiono, la sangre se derramó de la herida, me acordé de lo que aquella sangre (en el caso de que fuera igual a la de Lorraine) me hacía sentir. Sus ojos carmesí me cegaron al mirar la sangre del profesor en el suelo, me estaba observando, me destapé totalmente descubriendo mi ser.
La herida como supuse se curó, cerré mis ojos, no quería ver, no quería oír.
Decepcionado por aquello, fui moviéndome hasta llegar al extremo de la cama, como si así pudiera salvar mi vida. El profesor era alguien que admiraba, y ese alguien no era el que aparentaba ser, quizá también había surgido de la nada para atormentarme.
Hace noches me mintió haciéndome creer que estaba herido de bala, y así lo creí, creí que había muerto en mis brazos, una sensación que no desearía a nadie.
- No voy a hacerte daño... no ha sido nunca mi intención. Es sólo que... tenía demasiado miedo de decírtelo... – Y ahora ¿por qué iba a confiar? ¿Por qué no acababa ya con esta farsa? Y recordar que estaba dispuesto a morir por él, porque siempre le he dado más valor a cualquiera que viera digno de seguir con vida, antes que a mí.
El ser que tenía ante mis ojos era en cambio un inmortal “un demonio, un demonio…” Aunque intentara convencerme de lo contrario, estaba demasiado traumado con la crueldad que había mostrado el ser de la misma naturaleza que el profesor.
Me había dicho que no iba a hacerme daño, pero el daño ya estaba hecho.
– Ahora el miedo me pertenece. – le interrumpí sin mirarle, la muerte se me mostraba de diferentes maneras a cual más sorprendente. – No sé qué he hecho para merecer este castigo…- murmuré para mi mismo agarrando las sabanas impotente.
– Me hiciste creer todo este tiempo que eras como “yo”.- era una frase bastante confusa, como "yo" en el sentido de que éramos mortales, y como tales somos vulnerables. –A parte…de que podía haber... alguien en este mundo que compartiera mi pasión por el arte…todo ha sido una mentira…una maldita mentira.- al moverme para separarme más y más me caí por el borde de la cama al suelo, pero estaba consciente.
-¡una maldita mentira!- repetí más alto, dando un puñetazo contra el suelo y pegando con fuerza mí frente al suelo.
¿No era solo un profesor? Apreté mis labios con fuerza para reprimir algún sonido, ¿qué iba a decirme? ¿¡Qué!? Mis manos agarraron mucho más fuerte mis piernas, la desesperación era patente por cada segundo que pasaba, por cada respiración entrecortada, por cada gota de sudor que resbalaba por mi rostro.
- Soy... un vampiro – Se quebraron mis aspiraciones, la tierra se abrió ante mis ojos, el ser indefenso que parecía ser resultó no serlo “no puede ser…no puede ser ¡maldita sea!” Pensé febrilmente.
No quería oír más, quería abalanzarme sobre él y taparle la boca, o tal vez yo mismo desaparecer, volverme líquido y resbalar abandonando todo rastro de cordura. Lo que me dijo no me ayudó en absoluto, empeoraba mi estado enfermizo.
Lo que después hizo me asustó en demasia, recordándome las pesadillas que había tenido, estaba rodeado de seres del inframundo, si el ser de mis sueños no me mataba, sería el hombre que estaba delante de mí. Esos colmillos tan familiares, succionadores de vida, me llevé la mano a la boca, apretando mis uñas alrededor de ella. “Dios mío ¿por qué?”.
Se autolesiono, la sangre se derramó de la herida, me acordé de lo que aquella sangre (en el caso de que fuera igual a la de Lorraine) me hacía sentir. Sus ojos carmesí me cegaron al mirar la sangre del profesor en el suelo, me estaba observando, me destapé totalmente descubriendo mi ser.
La herida como supuse se curó, cerré mis ojos, no quería ver, no quería oír.
Decepcionado por aquello, fui moviéndome hasta llegar al extremo de la cama, como si así pudiera salvar mi vida. El profesor era alguien que admiraba, y ese alguien no era el que aparentaba ser, quizá también había surgido de la nada para atormentarme.
Hace noches me mintió haciéndome creer que estaba herido de bala, y así lo creí, creí que había muerto en mis brazos, una sensación que no desearía a nadie.
- No voy a hacerte daño... no ha sido nunca mi intención. Es sólo que... tenía demasiado miedo de decírtelo... – Y ahora ¿por qué iba a confiar? ¿Por qué no acababa ya con esta farsa? Y recordar que estaba dispuesto a morir por él, porque siempre le he dado más valor a cualquiera que viera digno de seguir con vida, antes que a mí.
El ser que tenía ante mis ojos era en cambio un inmortal “un demonio, un demonio…” Aunque intentara convencerme de lo contrario, estaba demasiado traumado con la crueldad que había mostrado el ser de la misma naturaleza que el profesor.
Me había dicho que no iba a hacerme daño, pero el daño ya estaba hecho.
– Ahora el miedo me pertenece. – le interrumpí sin mirarle, la muerte se me mostraba de diferentes maneras a cual más sorprendente. – No sé qué he hecho para merecer este castigo…- murmuré para mi mismo agarrando las sabanas impotente.
– Me hiciste creer todo este tiempo que eras como “yo”.- era una frase bastante confusa, como "yo" en el sentido de que éramos mortales, y como tales somos vulnerables. –A parte…de que podía haber... alguien en este mundo que compartiera mi pasión por el arte…todo ha sido una mentira…una maldita mentira.- al moverme para separarme más y más me caí por el borde de la cama al suelo, pero estaba consciente.
-¡una maldita mentira!- repetí más alto, dando un puñetazo contra el suelo y pegando con fuerza mí frente al suelo.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Pobre Gerard {Soren}
No se esperaba una felicitación o una sonrisa por supuesto, pero tener que afrontar la angustia en los ojos de Gerard y sus palabras... fue más difícil de lo que creyó. Le había mentido, como le mentía a todo el mundo a su alrededor, pero la diferencia era que, Gerard era una persona que le importaba. Pero esto le recordaba el porqué los humanos y los vampiros no debían convivir, porque no producía nada más que dolor y terror para ellos. El sueño de ser un profesor era una utopía demasiado hermosa para un ser como él, porque tal y como Gerard decía, él era el castigo que había llebado a la vida de ese pobre chico. Su vida estaba en peligro y todo por haber estado en medio de unas circustancias desafortunadas.
- Lo siento... - Murmuró y no pudo soportarlo más, colpasó en la silla donde se encontraba sentado, llevándose las manos a la cara y las lágrimas saliéndo de sus ojos pegajosas e imparables, estaba llorando como no había hecho en más de 200 años - Lo siento tanto... - Agregó meciéndose un poco - ¡Soy un monstruo! Un idiota que alguna vez soñó con ser un profesor y llevar una vida normal - Agregó entre zollosos - Pero sólo te he traído dolor y por mi culpa casi te... - Se interrumpió, el nudo en la garganta no le dejaba hablar.
Lloró por un buen rato o eso le pareció, agachado, con su rostro escondido entre sus piernas, aún sentado en la silla, todos sus miedos se manifestaban de repente, el miedo al rechazo, a ser jusgado, a ser 'diferente', a no poder ser nunca parte de un algo que le agradarse, el miedo a abrir su corazón. Y lo había abierto para Gerard, sin darse cuenta, lo había hecho y ahora sólo podía llorar patéticamente, incapaz tan siquiera de mirarlo.
- No... te mentí en todo - Dijo al fin, luego de lo que le pareció una eternidad - Todo lo que te he dicho sobre mi, sobre mis gustos... mi amor por el arte... todo es verdad - Murmura y su voz se corta por unos instantes - Pero no soy como tu...- Finaliza.
¿Así era como se sentían los esclavos? ¿los homosexuales? ¿Los judios? ¿los lisiados? ¿Ese espantoso miedo al rechazo era el precio de ser diferente?. Probablemente, perdería a Gerard y apenas se daba cuenta de lo importante que había sido, aunque sólo hubiesen conversado un par de horas en esa sala de expociciones que ahora le parecía lejana e irreal. Había vivido un lindo sueño, pero finalmente despertaba a la realidad. Aunque intentara crear como los artistas, sólo destrucción podía salir de sus manos.
- Lo siento... - Murmuró y no pudo soportarlo más, colpasó en la silla donde se encontraba sentado, llevándose las manos a la cara y las lágrimas saliéndo de sus ojos pegajosas e imparables, estaba llorando como no había hecho en más de 200 años - Lo siento tanto... - Agregó meciéndose un poco - ¡Soy un monstruo! Un idiota que alguna vez soñó con ser un profesor y llevar una vida normal - Agregó entre zollosos - Pero sólo te he traído dolor y por mi culpa casi te... - Se interrumpió, el nudo en la garganta no le dejaba hablar.
Lloró por un buen rato o eso le pareció, agachado, con su rostro escondido entre sus piernas, aún sentado en la silla, todos sus miedos se manifestaban de repente, el miedo al rechazo, a ser jusgado, a ser 'diferente', a no poder ser nunca parte de un algo que le agradarse, el miedo a abrir su corazón. Y lo había abierto para Gerard, sin darse cuenta, lo había hecho y ahora sólo podía llorar patéticamente, incapaz tan siquiera de mirarlo.
- No... te mentí en todo - Dijo al fin, luego de lo que le pareció una eternidad - Todo lo que te he dicho sobre mi, sobre mis gustos... mi amor por el arte... todo es verdad - Murmura y su voz se corta por unos instantes - Pero no soy como tu...- Finaliza.
¿Así era como se sentían los esclavos? ¿los homosexuales? ¿Los judios? ¿los lisiados? ¿Ese espantoso miedo al rechazo era el precio de ser diferente?. Probablemente, perdería a Gerard y apenas se daba cuenta de lo importante que había sido, aunque sólo hubiesen conversado un par de horas en esa sala de expociciones que ahora le parecía lejana e irreal. Había vivido un lindo sueño, pero finalmente despertaba a la realidad. Aunque intentara crear como los artistas, sólo destrucción podía salir de sus manos.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/06/2010
Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Aun con la cabeza pegada al suelo, escuché sus palabras, su voz se quebró, sentí angustia al escuchar sus lamentaciones, yo también comencé a llorar, por la mezcla de emociones que tenía en parte me dolía haber perdido la confianza que tenía con él, haber perdido lo que podría haber sido una gran amistad, por un error del destino, quiza si nos hubiésemos encontrado en otras condiciones quién sabe lo que habría pasado, si yo no estuviera tan atormentado por el otro ser y no tuviera un prejuicio de lo que para mi eran los “vampiros”.
El profesor fue valiente al decírmelo, porque bien podría habérselo callado, habérmelo ocultado, pues hay cosas que son mejor no saber, no sabía si en ese sentido era buena su sinceridad, o si por el contrario había roto todo lo que nos unía.
“Más lo siento yo…” pensé apoyando mi espalda contra el borde del colchón, sentado en el suelo, esa era el espacio que había entre ambos, que se sentía como un enorme abismo. Los dos en un mar de lágrimas, cada uno por nuestro motivo.
Quise que se callara, no podía escucharle decir esas cosas, el títere estaba perdiendo las cuerdas que manejaban sus movimientos, cayendo al suelo en un brusco golpe, rompiendo sus articulaciones, rompiendo su débil corazón.
En un momento solo se escuchaban sollozos, y no pude evitar sentir lástima, me mordí el labio enfadado por todo, no quería resignarme, no quería que un muro nos separase, no quería volverme loco en la soledad que me envolvía, aún así mis miembros no podían moverse, ni si quiera para girar el cuello y mirarle.
Nunca me había gustado ver a alguien llorar de esa manera, es más, nunca había oído los lamentos de alguien de esa manera, con esa vehemencia, con esa profunda tristeza, que de haber sido mortal habría muerto, nadie puede soportar eso.
Apoye mis manos sobre mis rodillas y dejé caer mi cabeza hacia atrás mirando parte del techo al escuchar de nuevo al profesor. Me quedé en silencio unos segundos intentando calmarme, suspiré profundamente, me levanté del suelo despacio, y me giré para enfrentarme por primera vez a la realidad, me pasé el reverso de las manos por las mejillas para eliminar las lágrimas.
Me sentía mal, porque hasta ese momento no me había dado cuenta de que el profesor no era igual que Lorraine, que el profesor seguía manteniendo gran parte de su humanidad, que yo le importaba de otra manera, y que para nada disfrutaba viéndome sufrir, que lo único que intentó aquellas noches era protegerme, aunque el final de todas ellas no hubiese sido el deseado.
Di una paso, otro, y otro, mis piernas estaban rígidas, como si se movieran por pura obligación, pues las cadenas que las atan son demasiado pesadas, y así era. Bordeé la cama hasta ponerme delante del profesor.
Levanté la mano con miedo, acariciando el aire que había entre nosotros, al final borré todo temor y atraje su cabeza a mi cuerpo, yo estaba de pie abrazando al profesor que estaba sentado, así me quedé unos minutos. Se me olvidó lo que un vampiro podría hacer en esos momentos, en esos momentos solo sentí al profesor como tal.
-Porque…para mí siempre serás el profesor…- me contuve las lágrimas, ya había llorado demasiado, me había quedado seco, también era posible que hubiera eliminado parte de la mandrágora por los ojos. – No se preocupe… porque no voy a revelar a nadie quien sois en realidad simplemente porque quiera o no…os admiro demasiado.
Abrí los parpados, y miré cada libro que había como intentando pensar.
-Sé que no os conozco tanto, pero me habéis demostrado que no sois tan malo como podríais ser, y por experiencia sé que podéis ser terribles si os lo proponéis. – cogí aire, una parte de mi (la de estos últimos días) me pedía que corriese, que luchase por mi vida, pero otra era el Gerard de siempre.
– Si tengo que perdonaros por algo, por lo que sois, así lo hago. No puedo evitar respetaros.
[OOoOooOoOoH]
El profesor fue valiente al decírmelo, porque bien podría habérselo callado, habérmelo ocultado, pues hay cosas que son mejor no saber, no sabía si en ese sentido era buena su sinceridad, o si por el contrario había roto todo lo que nos unía.
“Más lo siento yo…” pensé apoyando mi espalda contra el borde del colchón, sentado en el suelo, esa era el espacio que había entre ambos, que se sentía como un enorme abismo. Los dos en un mar de lágrimas, cada uno por nuestro motivo.
Quise que se callara, no podía escucharle decir esas cosas, el títere estaba perdiendo las cuerdas que manejaban sus movimientos, cayendo al suelo en un brusco golpe, rompiendo sus articulaciones, rompiendo su débil corazón.
En un momento solo se escuchaban sollozos, y no pude evitar sentir lástima, me mordí el labio enfadado por todo, no quería resignarme, no quería que un muro nos separase, no quería volverme loco en la soledad que me envolvía, aún así mis miembros no podían moverse, ni si quiera para girar el cuello y mirarle.
Nunca me había gustado ver a alguien llorar de esa manera, es más, nunca había oído los lamentos de alguien de esa manera, con esa vehemencia, con esa profunda tristeza, que de haber sido mortal habría muerto, nadie puede soportar eso.
Apoye mis manos sobre mis rodillas y dejé caer mi cabeza hacia atrás mirando parte del techo al escuchar de nuevo al profesor. Me quedé en silencio unos segundos intentando calmarme, suspiré profundamente, me levanté del suelo despacio, y me giré para enfrentarme por primera vez a la realidad, me pasé el reverso de las manos por las mejillas para eliminar las lágrimas.
Me sentía mal, porque hasta ese momento no me había dado cuenta de que el profesor no era igual que Lorraine, que el profesor seguía manteniendo gran parte de su humanidad, que yo le importaba de otra manera, y que para nada disfrutaba viéndome sufrir, que lo único que intentó aquellas noches era protegerme, aunque el final de todas ellas no hubiese sido el deseado.
Di una paso, otro, y otro, mis piernas estaban rígidas, como si se movieran por pura obligación, pues las cadenas que las atan son demasiado pesadas, y así era. Bordeé la cama hasta ponerme delante del profesor.
Levanté la mano con miedo, acariciando el aire que había entre nosotros, al final borré todo temor y atraje su cabeza a mi cuerpo, yo estaba de pie abrazando al profesor que estaba sentado, así me quedé unos minutos. Se me olvidó lo que un vampiro podría hacer en esos momentos, en esos momentos solo sentí al profesor como tal.
-Porque…para mí siempre serás el profesor…- me contuve las lágrimas, ya había llorado demasiado, me había quedado seco, también era posible que hubiera eliminado parte de la mandrágora por los ojos. – No se preocupe… porque no voy a revelar a nadie quien sois en realidad simplemente porque quiera o no…os admiro demasiado.
Abrí los parpados, y miré cada libro que había como intentando pensar.
-Sé que no os conozco tanto, pero me habéis demostrado que no sois tan malo como podríais ser, y por experiencia sé que podéis ser terribles si os lo proponéis. – cogí aire, una parte de mi (la de estos últimos días) me pedía que corriese, que luchase por mi vida, pero otra era el Gerard de siempre.
– Si tengo que perdonaros por algo, por lo que sois, así lo hago. No puedo evitar respetaros.
[OOoOooOoOoH]
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Pobre Gerard {Soren}
- Porque…para mí siempre serás el profesor…-
Se encontró de repente sintiendo la tibiesa que sólo un cuerpo vivo podía tener, sintiendo el aroma de su piel y su sangre, percibiéndo los latidos de su corazón, se encontró siendo abrazado por Gerard y por unos instantes creyó que era parte del sueño, una ilusión que su mente le estaba jugando para no hacerle sentir tan patético. Las palabras de Gerard resonaron en su mente como un eco, como una especie de hechizo, no podía hablar, sólo escuchar ¿Había perdido la razón y estaba escuchando lo que quería escuchar? Aquello no podía ser cierto. El mundo no era tan perfecto.
Parpadeó confuso, dejando caer otro par de lágrimas sanguinolientas que ahora habían comenzado a manchar la camisa de Gerard. Aquello que decía era tan diferente a la reacción que había tomado antes, que no creía que pudiera ser la misma persona, pero si era un sueño o una ilusión temporal, no quería despertar tan rápido, así que le bordeó con sus brazos desnudos y le atrajo contra si mismo como si de no hacerlo, el chico fuera a esfumarce con la suave briza otoñal que entraba por una rendija de la ventana. Se quedó un buen rato en silencio, nada más sintiéndole, maravillándose con el calor que emanaba de su cuerpo, contrastando con el gélido tacto de su piel.
Cuando finalmente las lágrimas dejaron de salir, sintió la verguenza remplazar la tristeza y se separó de él rápidamente, sendos surcos rojizos decendían por sus mejillas producto de las lágrimas, se limpió el rostro con el dorso de las manos y esta vez sus mejillas adquirieron el tono carmecí producto del bochorno.
- Lo siento - Se disculpó una vez más - Tu... camisa se ha arruinado - Agregó mirándo de reojo y levantándose rápidamente caminando hasta el armario de madera al lado de la puerta, lo abrió de par en par y comenzó a buscar algo que Gerard pudiera ponerse, medían más o menos lo mismo, aunque Gerard era mucho más fornido que él y parecía tener más carne. Finalmente cogió una camiza de cuadros que más bien parecía una pijama y regresó con ella. - No tengo mucha ropa... y toda termina siempre manchada de pintura así que... -
No quería tocar el tema, porque le parecía que nada de eso había ocurrido y que el chico no le había dicho nada. Pero había algo en su discurso que le había dejado preocupado. ¿Conocía Gerard a otros vampiros?, de nuevo la angustia se revolvió dentro de él y decidió que debían hablar del asunto.
-Me... has regresado el alma al cuerpo - Exclamó torpemente - Si es que... tengo una... - Agregó pensativo y volvió a levantar el rostro para mirarle - Gracias por... comprender Joven Gerard... yo también quiero creer que aún puedes ser mi alumno - Finaliza intentando esbozar una sonrisa, pero tenía demasiado miedo de mostrar sus colmillos y asustarle, se llevó una mano para cubrirse la boca con sumición. - ¿Conoces... a otros como yo? -
(( Gerard I ♥ you. ¡Escribes de muerte! haces que sienta todos y cada uno de los sentimientos y sensaciones de Gerard! y por cierto, hace poco me encontré a Loraine en el chat y Soren se descontroló y la amenazó para que dejara a Gerard en paz *-* y Loraine dijo que lo iba a matar si se entrometía y peleamos por ti ♥ ))
Se encontró de repente sintiendo la tibiesa que sólo un cuerpo vivo podía tener, sintiendo el aroma de su piel y su sangre, percibiéndo los latidos de su corazón, se encontró siendo abrazado por Gerard y por unos instantes creyó que era parte del sueño, una ilusión que su mente le estaba jugando para no hacerle sentir tan patético. Las palabras de Gerard resonaron en su mente como un eco, como una especie de hechizo, no podía hablar, sólo escuchar ¿Había perdido la razón y estaba escuchando lo que quería escuchar? Aquello no podía ser cierto. El mundo no era tan perfecto.
Parpadeó confuso, dejando caer otro par de lágrimas sanguinolientas que ahora habían comenzado a manchar la camisa de Gerard. Aquello que decía era tan diferente a la reacción que había tomado antes, que no creía que pudiera ser la misma persona, pero si era un sueño o una ilusión temporal, no quería despertar tan rápido, así que le bordeó con sus brazos desnudos y le atrajo contra si mismo como si de no hacerlo, el chico fuera a esfumarce con la suave briza otoñal que entraba por una rendija de la ventana. Se quedó un buen rato en silencio, nada más sintiéndole, maravillándose con el calor que emanaba de su cuerpo, contrastando con el gélido tacto de su piel.
Cuando finalmente las lágrimas dejaron de salir, sintió la verguenza remplazar la tristeza y se separó de él rápidamente, sendos surcos rojizos decendían por sus mejillas producto de las lágrimas, se limpió el rostro con el dorso de las manos y esta vez sus mejillas adquirieron el tono carmecí producto del bochorno.
- Lo siento - Se disculpó una vez más - Tu... camisa se ha arruinado - Agregó mirándo de reojo y levantándose rápidamente caminando hasta el armario de madera al lado de la puerta, lo abrió de par en par y comenzó a buscar algo que Gerard pudiera ponerse, medían más o menos lo mismo, aunque Gerard era mucho más fornido que él y parecía tener más carne. Finalmente cogió una camiza de cuadros que más bien parecía una pijama y regresó con ella. - No tengo mucha ropa... y toda termina siempre manchada de pintura así que... -
No quería tocar el tema, porque le parecía que nada de eso había ocurrido y que el chico no le había dicho nada. Pero había algo en su discurso que le había dejado preocupado. ¿Conocía Gerard a otros vampiros?, de nuevo la angustia se revolvió dentro de él y decidió que debían hablar del asunto.
-Me... has regresado el alma al cuerpo - Exclamó torpemente - Si es que... tengo una... - Agregó pensativo y volvió a levantar el rostro para mirarle - Gracias por... comprender Joven Gerard... yo también quiero creer que aún puedes ser mi alumno - Finaliza intentando esbozar una sonrisa, pero tenía demasiado miedo de mostrar sus colmillos y asustarle, se llevó una mano para cubrirse la boca con sumición. - ¿Conoces... a otros como yo? -
(( Gerard I ♥ you. ¡Escribes de muerte! haces que sienta todos y cada uno de los sentimientos y sensaciones de Gerard! y por cierto, hace poco me encontré a Loraine en el chat y Soren se descontroló y la amenazó para que dejara a Gerard en paz *-* y Loraine dijo que lo iba a matar si se entrometía y peleamos por ti ♥ ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Sentí cierta humedad en la camisa, agaché la cabeza para mirar al profesor, no podía verle el rostro desde donde estaba, pero indudablemente estaba llorando, aunque no de la misma manera que antes, me abrazó dejándome atrapado entre sus brazos, ¿qué hacer? Absolutamente nada.
Solo seguí ahí, hasta que el profesor se calmó. Así, nos quedamos largos minutos en silencio, percatándome de lo distintos que éramos por naturaleza, la dureza de sus brazos, su frío tacto, en cierta manera me reconfortaba pues mi cuerpo estaba aún caliente por la fiebre, pero no dejaba de atolondrarme.
¿De dónde había sacado tanto valor para hacer lo que estaba haciendo? Esa pregunta aún no puedo responderla, no todo es tan fácil, no todo puede describirse con simples palabras, hay cosas que van mucho más allá de la razón.
Me habría gustado quedarme a su altura para poder mirarle, pero no pude moverme, cuando mis brazos quedaron vacíos, y así, desde donde estaba, pude ver algo que me sorprendió, algo más que nos diferenciaba, sus lágrimas no eran como las mías, tenían la apariencia de la sangre, quise acariciar una para detenerme en ella con más atención, pero pronto las apartó, quedando así como antes.
Confuso, dejé caer mis brazos, tragué saliva, ¿era posible que su rostro se tiñese de un color más humano por las lágrimas derramadas, o era el rubor ante lo que había pasado? No iba a preguntárselo de cualquier de las maneras.
Me fijé en la camisa, sí, había una gran mancha oscura extendiéndose por ella, porque al ir vestido de negro no se apreciaba la sangre en todo su esplendor, pero quizá la camisa que llevaba podría salvarse con un buen lavado en la pequeña cocina de mi habitación.
Le quité importancia, me quedé en el sitio siguiendo con los ojos lo que el profesor se disponía a hacer. Me trajo una camisa de cuadros, en mis labios apareció una leve sonrisa.
-No tenías que haberte molestado… os la devolveré…- y así lo haría, yo tampoco era de tener mucha ropa, y la que tenía la cuidaba.
Me quedé con la camisa en las manos escuchando al profesor. Yo no sabía si tendría alma, era una palabra muy abstracta, no supe qué decir. Agaché la cabeza al oírle decir que todavía podría ser su alumno, no se me había olvidado ese detalle, levanté de nuevo la cabeza observando cómo se cubría la boca, una acción común en él, no era la primera vez, aunque ya no tuviese nada que ocultar, pues ya me lo había mostrado antes, el profesor reprimía lo que realmente era. Yo no conocía su historia, así que no pude sacar ninguna conclusión coherente.
- ¿Conoces... a otros como yo? – Parpadeé un par de veces para luego girarme, dejé la camisa de cuadros en la cama, me quedé serio mientras empezaba a desabrocharme mi camisa. Realmente no sabía si debía hablar de ese asunto, sí es cierto que cuando me desperté en ésta cama se lo iba a contar todo, pero sería porque no había pensado las consecuencias de revelarle lo que me estaba pasando.
¿Y si aquel ser entraba en mi mente? ¡De seguro que averiguaría que habría soltado la lengua! A un ser capaz de leer la mente no se le puede mentir, y la reprimenda podría ser mucho peor. Me desbotoné los botones de los puños y me la quité, dejándola doblada sobre la cama, para luego llevármela.
Abrí la boca intentando hablar, pero luego la cerré frunciendo el ceño. Cogí la camisa de cuadros y me la puse rápidamente, me giré para quedar frente al profesor. Me fui abrochando la camisa con lentitud. Asentí con la cabeza asustado.
– Pero no es como tú…- dije en un susurro, como si aquel ser pudiera encontrarme en aquel momento y arrojarme contra la pared. – No quiero hablar de eso.- mascullé moviendo las manos nervioso. Me senté en el borde de la cama con la frente apoyada en las manos, intenté calmarme. No se lo había ocultado.
–Tengo… miedo…- murmuré levantando los ojos para luego dejarlos totalmente vacios, clavados en el suelo.
Ese asunto solo me perjudicaba a mí, no tendría por qué habérselo dicho.
– No he dicho nada.- se me escaparon esas éstas últimas palabras.
[Haahahahahaa Me encanta]
Solo seguí ahí, hasta que el profesor se calmó. Así, nos quedamos largos minutos en silencio, percatándome de lo distintos que éramos por naturaleza, la dureza de sus brazos, su frío tacto, en cierta manera me reconfortaba pues mi cuerpo estaba aún caliente por la fiebre, pero no dejaba de atolondrarme.
¿De dónde había sacado tanto valor para hacer lo que estaba haciendo? Esa pregunta aún no puedo responderla, no todo es tan fácil, no todo puede describirse con simples palabras, hay cosas que van mucho más allá de la razón.
Me habría gustado quedarme a su altura para poder mirarle, pero no pude moverme, cuando mis brazos quedaron vacíos, y así, desde donde estaba, pude ver algo que me sorprendió, algo más que nos diferenciaba, sus lágrimas no eran como las mías, tenían la apariencia de la sangre, quise acariciar una para detenerme en ella con más atención, pero pronto las apartó, quedando así como antes.
Confuso, dejé caer mis brazos, tragué saliva, ¿era posible que su rostro se tiñese de un color más humano por las lágrimas derramadas, o era el rubor ante lo que había pasado? No iba a preguntárselo de cualquier de las maneras.
Me fijé en la camisa, sí, había una gran mancha oscura extendiéndose por ella, porque al ir vestido de negro no se apreciaba la sangre en todo su esplendor, pero quizá la camisa que llevaba podría salvarse con un buen lavado en la pequeña cocina de mi habitación.
Le quité importancia, me quedé en el sitio siguiendo con los ojos lo que el profesor se disponía a hacer. Me trajo una camisa de cuadros, en mis labios apareció una leve sonrisa.
-No tenías que haberte molestado… os la devolveré…- y así lo haría, yo tampoco era de tener mucha ropa, y la que tenía la cuidaba.
Me quedé con la camisa en las manos escuchando al profesor. Yo no sabía si tendría alma, era una palabra muy abstracta, no supe qué decir. Agaché la cabeza al oírle decir que todavía podría ser su alumno, no se me había olvidado ese detalle, levanté de nuevo la cabeza observando cómo se cubría la boca, una acción común en él, no era la primera vez, aunque ya no tuviese nada que ocultar, pues ya me lo había mostrado antes, el profesor reprimía lo que realmente era. Yo no conocía su historia, así que no pude sacar ninguna conclusión coherente.
- ¿Conoces... a otros como yo? – Parpadeé un par de veces para luego girarme, dejé la camisa de cuadros en la cama, me quedé serio mientras empezaba a desabrocharme mi camisa. Realmente no sabía si debía hablar de ese asunto, sí es cierto que cuando me desperté en ésta cama se lo iba a contar todo, pero sería porque no había pensado las consecuencias de revelarle lo que me estaba pasando.
¿Y si aquel ser entraba en mi mente? ¡De seguro que averiguaría que habría soltado la lengua! A un ser capaz de leer la mente no se le puede mentir, y la reprimenda podría ser mucho peor. Me desbotoné los botones de los puños y me la quité, dejándola doblada sobre la cama, para luego llevármela.
Abrí la boca intentando hablar, pero luego la cerré frunciendo el ceño. Cogí la camisa de cuadros y me la puse rápidamente, me giré para quedar frente al profesor. Me fui abrochando la camisa con lentitud. Asentí con la cabeza asustado.
– Pero no es como tú…- dije en un susurro, como si aquel ser pudiera encontrarme en aquel momento y arrojarme contra la pared. – No quiero hablar de eso.- mascullé moviendo las manos nervioso. Me senté en el borde de la cama con la frente apoyada en las manos, intenté calmarme. No se lo había ocultado.
–Tengo… miedo…- murmuré levantando los ojos para luego dejarlos totalmente vacios, clavados en el suelo.
Ese asunto solo me perjudicaba a mí, no tendría por qué habérselo dicho.
– No he dicho nada.- se me escaparon esas éstas últimas palabras.
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Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Lo que se temía, el pobre Gerard conocía a otro vampiro y al juzgar por el terror que revelaban sus ojos, no había sido una grata experiencia. Le observó abotonarse la camisa que le había dado notando cada gesto en su expresión. Gerard era como un libro abierto y traslucido. Sus emociones saltaban a flor de piel tan fácilmente que Soren tenía a veces la impresión de que su cuerpo no podría soportar tanta vida dentro. Conocía poco de su pasado, pero algo en su interior le decía que era un buen hombre. Una persona que por encima de todo, merecía vivir y encontrar la felicidad.
Sin entender porque, sintió un poderoso instinto asesino revolverse en su interior, el monstruo que permanecía dormido, abrió los ojos en la oscuridad y se relamió los labios con la idea de enterrarle una estaca por la boca a ese vampiro y atravesarle la cabeza. Quería matar...
- Todos los...vampiros... somos distintos, al igual que la gente normal... - Comentó parpadeando, borrando todo rastro de esa cosa oscura en su interior - Algunos han olvidado que alguna vez fueron humanos y se entregan al poderoso instinto que les mueve... otros son simplemente iimbéciles a los que el poder les ha vuelto arrogantes, y no pueden disernir entre el bien y el mal... otros como yo... nos limitamos a observar el mundo a distancia sin participar en él...- Finaliza con un largo suspiro, caminando hacía la ventana de madera, dándole la espalda al joven humano, dejando apreciar el hombro tiznado de oscuro carmezí gracias a la sangre seca que había salido del agujero dejado por la estaca. Ya no sangraba, ¡pero dolía como el infierno!.
- Tengo 291 años - Prosiguió observando la calle unos pisos abajo, la quietud de la noche le daba un aspecto fantasmagórico y tétrico - Te dije que venía de Suecia ¿verdad? - Agregó, convencido de que, si quería que el chico confiara en él, debía empezar por demostrarle su confianza - Crecí en un castillo como en los cuentos medievales... toda mi familia murió hace mucho tiempo, así que sólo quedo yo - Se giró finalmente y se recostó en el marco de la ventana, arrugando la nariz en una mueca de dolor cuando su hombro hizo contacto con la madera aún através de la improvisada venda ensangrentada.
- Esta bien si no quieres hablar sobre ese vampiro- Volvió a decir, observándole a los ojos - Sólo dime una cosa... ¿Te ha mordido? ¿Has bebido de su sangre? -
(( a mi también ;0; ))
Sin entender porque, sintió un poderoso instinto asesino revolverse en su interior, el monstruo que permanecía dormido, abrió los ojos en la oscuridad y se relamió los labios con la idea de enterrarle una estaca por la boca a ese vampiro y atravesarle la cabeza. Quería matar...
- Todos los...vampiros... somos distintos, al igual que la gente normal... - Comentó parpadeando, borrando todo rastro de esa cosa oscura en su interior - Algunos han olvidado que alguna vez fueron humanos y se entregan al poderoso instinto que les mueve... otros son simplemente iimbéciles a los que el poder les ha vuelto arrogantes, y no pueden disernir entre el bien y el mal... otros como yo... nos limitamos a observar el mundo a distancia sin participar en él...- Finaliza con un largo suspiro, caminando hacía la ventana de madera, dándole la espalda al joven humano, dejando apreciar el hombro tiznado de oscuro carmezí gracias a la sangre seca que había salido del agujero dejado por la estaca. Ya no sangraba, ¡pero dolía como el infierno!.
- Tengo 291 años - Prosiguió observando la calle unos pisos abajo, la quietud de la noche le daba un aspecto fantasmagórico y tétrico - Te dije que venía de Suecia ¿verdad? - Agregó, convencido de que, si quería que el chico confiara en él, debía empezar por demostrarle su confianza - Crecí en un castillo como en los cuentos medievales... toda mi familia murió hace mucho tiempo, así que sólo quedo yo - Se giró finalmente y se recostó en el marco de la ventana, arrugando la nariz en una mueca de dolor cuando su hombro hizo contacto con la madera aún através de la improvisada venda ensangrentada.
- Esta bien si no quieres hablar sobre ese vampiro- Volvió a decir, observándole a los ojos - Sólo dime una cosa... ¿Te ha mordido? ¿Has bebido de su sangre? -
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Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Sí, eso parecía todos eran distintos, pero algo les unía, su condición inmortal, ¿cómo sería convertirse en “eso”? Torcí el gesto mirando a mi derecha, el sentirte invencible, algo tan ajeno a mí, me encogí de hombros, yo no estaba hecho para descubrir ese mundo, o eso pensé.
En ese momento detestaba toda relación con ese mundo, detestaba poder convertirme en algo maldito, eso era lo que pensaba, aunque observando lo desenvuelto que estaba el profesor entre nosotros, me hizo dudar.
Solté una risilla, a lo último que dijo, ¿había dicho que se mantenía a distancia sin participar? Eso me sonó absurdo, pero no le dije nada.
También me replanteé si cierta parte de culpa era mía, por haberle dejado entrar en la sala de estatuas, de haberle presionado (aunque solo fue un poco) por su condición de maestro. Yo no era alguien que entrase así a los profesores, solía quedarme al margen de sus vidas, por respeto y admiración, lo que sentía por el profesor Kaarkarogf, aunque dentro de él irremediablemente se escondiese un asesino, la supervivencia era su justificación). Me rasqué la cabeza, dubitativo. Había sido culpa de ambos, me dije por fin.
Se quedó apoyado en el marco de la ventana dándome la espalda, pude ver la herida, yo levantaba y volvía a bajar la mirada indeciso, como si supiera que podía saber qué pensaba, como si pudiera desnudarme solo con su voluntad, de pronto me entró claustrofobia. Así que cerré los parpados, para concentrarme simplemente en lo que estaba contando, ciertas pinceladas sobre su pasado. Era cierto, en todo no me había mentido, solo había suprimido la realidad de los hechos. Antes de que se girase abrí los ojos, incliné mi cabeza al ver que su rostro cambiaba al apoyarse, me quedé sin aliento.
- Está bien si no quieres hablar sobre ese vampiro. Sólo dime una cosa... ¿Te ha mordido? ¿Has bebido de su sangre? – Aparté el rostro del suyo, enfadado por sus preguntas, en el caso de responderle ¿dejaría de preguntarme sobre ese tema? ¿no se daba cuenta del peligro que corría?
Me levanté de la cama y me acerqué a él pero con la cabeza gacha, ya allí, me apoyé en el otro lado de la ventana, fui levantando la cabeza con lentitud hasta dejar mis ojos a la vista del profesor, no escuché los ruidos de la calle, mi ser se encontraba en silencio, pude sentir la tensión, me sentí helado, al notar la tirantez de muñeca, como si al ser nombrada, ésta se despertara.
– Eh…es…posible…- le contesté como contesta un niño a su madre cuando ésta le acusa de haber suspendido demasiadas. Mis ojos se desviaron avergonzados, algo dentro de mí hacía que me sintiese violado, y lo mejor en esas situaciones era contarlo, pero no sabía si podría…
Agaché mi cabeza y me quité el pequeño pañuelo que tenía atado en la muñeca, me lo metí en el bolsillo, con la escasa luz que podía entrar desde la calle se podía ver perfectamente la cicatriz, la marca de los dientes de Lorraine, aquella marcar que se hizo más grande al apartar de sus fauces mi mano. Pensé que me quedaría de por vida, imborrable al paso de mis días. Escondí mi mano llevándola a mí espalda al segundo, ya era suficiente.
Pegué la frente en el cristal, tenía los ojos brillantes, pude ver mi reflejo ¡qué distinto estaba! Mucho más delgado, mucho más cansado. –Sí…- concluí simplemente llevándome la mano buena al cuello donde un día me había agarrado dificultándome la respiración.
No me atreví a mirarlo si quiera, por miedo a ser acusado, acusado por algo que no era mi culpa. Recordé la sangre de aquella mujer en mi boca, esa deliciosa sangre que me hacía perder la cabeza.
–Era tan adictiva.- murmuré entrecortadamente.
En ese momento detestaba toda relación con ese mundo, detestaba poder convertirme en algo maldito, eso era lo que pensaba, aunque observando lo desenvuelto que estaba el profesor entre nosotros, me hizo dudar.
Solté una risilla, a lo último que dijo, ¿había dicho que se mantenía a distancia sin participar? Eso me sonó absurdo, pero no le dije nada.
También me replanteé si cierta parte de culpa era mía, por haberle dejado entrar en la sala de estatuas, de haberle presionado (aunque solo fue un poco) por su condición de maestro. Yo no era alguien que entrase así a los profesores, solía quedarme al margen de sus vidas, por respeto y admiración, lo que sentía por el profesor Kaarkarogf, aunque dentro de él irremediablemente se escondiese un asesino, la supervivencia era su justificación). Me rasqué la cabeza, dubitativo. Había sido culpa de ambos, me dije por fin.
Se quedó apoyado en el marco de la ventana dándome la espalda, pude ver la herida, yo levantaba y volvía a bajar la mirada indeciso, como si supiera que podía saber qué pensaba, como si pudiera desnudarme solo con su voluntad, de pronto me entró claustrofobia. Así que cerré los parpados, para concentrarme simplemente en lo que estaba contando, ciertas pinceladas sobre su pasado. Era cierto, en todo no me había mentido, solo había suprimido la realidad de los hechos. Antes de que se girase abrí los ojos, incliné mi cabeza al ver que su rostro cambiaba al apoyarse, me quedé sin aliento.
- Está bien si no quieres hablar sobre ese vampiro. Sólo dime una cosa... ¿Te ha mordido? ¿Has bebido de su sangre? – Aparté el rostro del suyo, enfadado por sus preguntas, en el caso de responderle ¿dejaría de preguntarme sobre ese tema? ¿no se daba cuenta del peligro que corría?
Me levanté de la cama y me acerqué a él pero con la cabeza gacha, ya allí, me apoyé en el otro lado de la ventana, fui levantando la cabeza con lentitud hasta dejar mis ojos a la vista del profesor, no escuché los ruidos de la calle, mi ser se encontraba en silencio, pude sentir la tensión, me sentí helado, al notar la tirantez de muñeca, como si al ser nombrada, ésta se despertara.
– Eh…es…posible…- le contesté como contesta un niño a su madre cuando ésta le acusa de haber suspendido demasiadas. Mis ojos se desviaron avergonzados, algo dentro de mí hacía que me sintiese violado, y lo mejor en esas situaciones era contarlo, pero no sabía si podría…
Agaché mi cabeza y me quité el pequeño pañuelo que tenía atado en la muñeca, me lo metí en el bolsillo, con la escasa luz que podía entrar desde la calle se podía ver perfectamente la cicatriz, la marca de los dientes de Lorraine, aquella marcar que se hizo más grande al apartar de sus fauces mi mano. Pensé que me quedaría de por vida, imborrable al paso de mis días. Escondí mi mano llevándola a mí espalda al segundo, ya era suficiente.
Pegué la frente en el cristal, tenía los ojos brillantes, pude ver mi reflejo ¡qué distinto estaba! Mucho más delgado, mucho más cansado. –Sí…- concluí simplemente llevándome la mano buena al cuello donde un día me había agarrado dificultándome la respiración.
No me atreví a mirarlo si quiera, por miedo a ser acusado, acusado por algo que no era mi culpa. Recordé la sangre de aquella mujer en mi boca, esa deliciosa sangre que me hacía perder la cabeza.
–Era tan adictiva.- murmuré entrecortadamente.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Pobre Gerard {Soren}
De repente sintió una espantosa rabia recorrer todo su cuerpo, subién por sus venas como si la sangre hubiera sido remplazada por hierro fundido a 1000 grados. Sus manos se cerraron en dos puños que temblaron en los costados de su cuerpo y deseó enterrar uno de esos puños contra la pared para descargar ese impulso que lo recorría. Pero se contuvo, porque si golpeaba la pared tendría un buen agujero que reparar antes del amanecer y la luz del sol se colaría en su cuarto.
De haber tenido corazón se le hubiera roto en mil pedazos al ver las cicatrices sobre la piel marchita de su muñeca, escuchó su voz trémula e intentó imaginar cuanto horror había provocado ese acto en él. No puedo evitar recordar a Anuar, el joven pintor que había conocido bajo extrañas circustancias en el bosque, por accidente le había tenido que revelar su condición vampirica, pero contrario a Gerard, Anuar se había mostrado casi... ¿indiferente?, parecía como si el hecho no le hubiese afectado en lo absoluto, pero el joven Gerard... ah, el joven Gerard estaba tan lleno de vida, había tanta luz en su interior, que la oscuridad le afectaba sobremanera.
Era demasiado humano, sentía demasiado y por lo mismo sentía el poderoso deseo de protegerlo de ayudarle a encontrar esa felicidad que tanto anhelada, sin importar el precio. ¿Pero podría él un hijo de la oscuridad protegerle? Aquello era tan ironico que hasta daba risa. Pretendía proteger a un humano de uno de los suyos. Una traición directa a la raza vampírica.
- Maldita sea - Murmuró cansinamente, parecía que Gerard no tenía ni idea de los efectos de la sangre, no quería preocuparlo más, pero a veces era mejor comprender las cosas, te ayudaba a pensar con claridad y la angustia por no entender lo que sucedía era mucho peor - La sangre vampirica es muy poderosa y peligrosa para los humanos - Comienza a decir - Del mismo modo como la sangre humana lo es para nosotros - Explica, intentando organizar las ideas en su cabeza.
- No se si te halla dicho esto.. pero pienso que estás en todo tu derecho de saberlo - Continuó llevándose una mano al revolcado cabello - Cuando creas un vinculo de sangre con un humano... se crea como una conexión con esa persona, hay vampiros que tienen la habilidad o han dominado la técnica de leer la mente y si has bebido de su sangre, es probable que ese vampiro pueda saber donde estás o que sientes - Explica mordiéndose el labio inferior - Además... la sangre podía causar que sientas deseos por ese vampiro... un deseo sexual o un sentimiento que puede ser confundido con el amor... -
De haber tenido corazón se le hubiera roto en mil pedazos al ver las cicatrices sobre la piel marchita de su muñeca, escuchó su voz trémula e intentó imaginar cuanto horror había provocado ese acto en él. No puedo evitar recordar a Anuar, el joven pintor que había conocido bajo extrañas circustancias en el bosque, por accidente le había tenido que revelar su condición vampirica, pero contrario a Gerard, Anuar se había mostrado casi... ¿indiferente?, parecía como si el hecho no le hubiese afectado en lo absoluto, pero el joven Gerard... ah, el joven Gerard estaba tan lleno de vida, había tanta luz en su interior, que la oscuridad le afectaba sobremanera.
Era demasiado humano, sentía demasiado y por lo mismo sentía el poderoso deseo de protegerlo de ayudarle a encontrar esa felicidad que tanto anhelada, sin importar el precio. ¿Pero podría él un hijo de la oscuridad protegerle? Aquello era tan ironico que hasta daba risa. Pretendía proteger a un humano de uno de los suyos. Una traición directa a la raza vampírica.
- Maldita sea - Murmuró cansinamente, parecía que Gerard no tenía ni idea de los efectos de la sangre, no quería preocuparlo más, pero a veces era mejor comprender las cosas, te ayudaba a pensar con claridad y la angustia por no entender lo que sucedía era mucho peor - La sangre vampirica es muy poderosa y peligrosa para los humanos - Comienza a decir - Del mismo modo como la sangre humana lo es para nosotros - Explica, intentando organizar las ideas en su cabeza.
- No se si te halla dicho esto.. pero pienso que estás en todo tu derecho de saberlo - Continuó llevándose una mano al revolcado cabello - Cuando creas un vinculo de sangre con un humano... se crea como una conexión con esa persona, hay vampiros que tienen la habilidad o han dominado la técnica de leer la mente y si has bebido de su sangre, es probable que ese vampiro pueda saber donde estás o que sientes - Explica mordiéndose el labio inferior - Además... la sangre podía causar que sientas deseos por ese vampiro... un deseo sexual o un sentimiento que puede ser confundido con el amor... -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Clavé mis ojos en un banco que había fuera, en la calle, no solía pasar por ese camino diariamente, pero sí pude imaginarme dónde estábamos, aún así debía reconocer lo perfectamente camuflados que estabamos.
Sí, le estaba escuchando, porque no había más remedio. Comenzó a explicarme ciertas cosas que desconocía, había veces que me perdía yo solo en esas palabras, aunque después lograse retomar el hilo del tema.
¿Un vinculo de sangre? Qué sectario me sonaba eso, entrecerré los ojos mirando las pocas personas que paseaban al otro lado, ajenos a lo que me estaba pasando, aunque a cualquiera le pudiese pasar, había tenido que ser justo a mí. Me quedé con los dos brazos detrás de la espalda por miedo a que al profesor le diera un arrebato.
Cuando terminó de hablar, sonreí débilmente (por inercia) y giré mi cabeza para mirarlo.
-Así que…ahora… ¿estoy conectado con…?- Asentí con la cabeza comprendiendo lo que quería decir, dí la espalda a la ventana, rebelándome por ella hasta quedar en el suelo.
–Entonces, puede que sepa dónde estoy… -eso era lo que más me preocupaba. Ya no tanto que supiese lo que sentía, porque a fin de cuentas lo que siento lo llevo cargando todos estos días, y no debería sorprenderla.
No quería volverme un paranoico o desquiciado allí mismo, pero bien podría, mis motivos tenía. –Puede encontrarme…- dije al fin con un hilo de voz que iba desapareciendo a medida que decía aquello. Miré hacia arriba, donde el profesor me estaba mirando, me quedé así un rato, como protegido por su larga sombra.
– Bueno… ¿qué voy a hacerle? La suerte me abandonó tiempo atrás, en París solo me tengo a mí mismo.- comenté volviendo la cabeza hacia las patas de la cama.
¿Era posible que aquella sangre hubiese causado un efecto en mí que me hiciera negar la realidad, que me hiciera ver al profesor como un obstáculo? Sacudí la cabeza apartando esas disparatas ideas.
– Puedo deciros…que no es precisamente amor lo que siento por ese ser…- me encogí de hombros.- aunque no podré negar que me siento perturbado. Siento la sed… - ¿pero qué hostias había dicho?
Suspiré llevándome una mano a los ojos. – Siento… la necesidad.- En mi rostro apareció una media sonrisa, hablar de ese tema me recordaba lo demente que podía llegar a ser.
– No sé si me comprende…espero que sí…porque sinceramente yo no. Y no sé si habrá cura para esto. – Levanté de nuevo la cabeza hacia el vampiro.
- ¿Tengo salvación?
Sí, le estaba escuchando, porque no había más remedio. Comenzó a explicarme ciertas cosas que desconocía, había veces que me perdía yo solo en esas palabras, aunque después lograse retomar el hilo del tema.
¿Un vinculo de sangre? Qué sectario me sonaba eso, entrecerré los ojos mirando las pocas personas que paseaban al otro lado, ajenos a lo que me estaba pasando, aunque a cualquiera le pudiese pasar, había tenido que ser justo a mí. Me quedé con los dos brazos detrás de la espalda por miedo a que al profesor le diera un arrebato.
Cuando terminó de hablar, sonreí débilmente (por inercia) y giré mi cabeza para mirarlo.
-Así que…ahora… ¿estoy conectado con…?- Asentí con la cabeza comprendiendo lo que quería decir, dí la espalda a la ventana, rebelándome por ella hasta quedar en el suelo.
–Entonces, puede que sepa dónde estoy… -eso era lo que más me preocupaba. Ya no tanto que supiese lo que sentía, porque a fin de cuentas lo que siento lo llevo cargando todos estos días, y no debería sorprenderla.
No quería volverme un paranoico o desquiciado allí mismo, pero bien podría, mis motivos tenía. –Puede encontrarme…- dije al fin con un hilo de voz que iba desapareciendo a medida que decía aquello. Miré hacia arriba, donde el profesor me estaba mirando, me quedé así un rato, como protegido por su larga sombra.
– Bueno… ¿qué voy a hacerle? La suerte me abandonó tiempo atrás, en París solo me tengo a mí mismo.- comenté volviendo la cabeza hacia las patas de la cama.
¿Era posible que aquella sangre hubiese causado un efecto en mí que me hiciera negar la realidad, que me hiciera ver al profesor como un obstáculo? Sacudí la cabeza apartando esas disparatas ideas.
– Puedo deciros…que no es precisamente amor lo que siento por ese ser…- me encogí de hombros.- aunque no podré negar que me siento perturbado. Siento la sed… - ¿pero qué hostias había dicho?
Suspiré llevándome una mano a los ojos. – Siento… la necesidad.- En mi rostro apareció una media sonrisa, hablar de ese tema me recordaba lo demente que podía llegar a ser.
– No sé si me comprende…espero que sí…porque sinceramente yo no. Y no sé si habrá cura para esto. – Levanté de nuevo la cabeza hacia el vampiro.
- ¿Tengo salvación?
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Pobre Gerard {Soren}
La deseperación en el humano le desgarraba. Intentaba recordar como se había sentido cuando aún estaba vivo y Erkki, su mentor, le había dado a probar de su sangre. Sabía lo que te hacía sentir, era casi como un orgasmo, una poderosa droga de la cual era muy dificil escapar, volverse adicto era el camino más fácil para las personas débiles y generalmente los humanos no tenían mucha fuerza de voluntad. Además los vampiros eran viles creaturas, generalmente con belleza sobrenatural, que usaban esa apariencia para seducir a los mortales y así volverles adictos a ellos, habia quizás una satisfacción morbosa en el hecho de ser adorado por otros seres inferiores...
Como aborrecía él esa realidad. Saberse parte de eso. Saber que esos impulsos y deseos existían en la oscuridad de su interior. Que sucio se sentía cada que derramaba la sangre de alguna desprevenida víctima. Que obseno era el hecho de aceptar que le satisfacía oler el miedo en ellos justo antes de morderles.
Siguió con la mirada al chico, viéndole caer al suelo, ¿había sido prudente revelarle aquello?. ¿Sufriría más ahora?
- Dije que 'podría', es una posibilidad, pero también pueda que no esté en lo cierto - Aclaró con voz cansada - la sangre se manifiesta de manera diferente en todos los individuos y como ya te dije antes, somos distintos, inclusive en cuanto habilidades, yo por ejemplo... no puedo leer la mente, nunca me interesó aprender a dominar esa técnica - Explica dejando escapar un suspiro - Leer o controlar la mente... me parece tan aburrido... le quita la emoción a la vida, en mi opinión -
Se agachó con cuidado de no rozar su espalda contra la pared y se sentó al lado de Gerard con otra mueca de dolor, recogió las rodillas como en la posición de flor de loto de los budistas.
- Claro que comprendo la sed, se perfectamente lo que se siente - Acepta, deseando pasarle un brazo por la espalda, darle palmadas o algo, como hacía la gente normal para reconfortarse entre si ¿Pero sería apropiado? No... Gerard tendría miedo, él era un monstruo, como el maldito vampiro que le estaba torturando - Yo tengo otras habilidades... por ejemplo, puedo alterar los sentidos de mi vic...de la persona en cuestión - Continua comenzando a jugar con los dedos - Puedo por ejemplo... controlar sus sentidos, lo que ve, siente, huele o escucha... puedo hacer que sientan algo que no existe o aumentar una sensación que ya tienen -
¿Porque le decía esas cosas? ¿No lo estaba asustando más? No, si Gerard comprendía, le sería más fácil confiar en él ¿verdad?. No se iba por ahí revelando esas cosas a humanos. Pero esas no eran precisamente circustancias normales.
- ¿Salvación? - Dijo al fin luego de una leve pausa y se mordió el labio inferior antes de continuar - Hare lo que esté en mis manos para que así sea...-
Como aborrecía él esa realidad. Saberse parte de eso. Saber que esos impulsos y deseos existían en la oscuridad de su interior. Que sucio se sentía cada que derramaba la sangre de alguna desprevenida víctima. Que obseno era el hecho de aceptar que le satisfacía oler el miedo en ellos justo antes de morderles.
Siguió con la mirada al chico, viéndole caer al suelo, ¿había sido prudente revelarle aquello?. ¿Sufriría más ahora?
- Dije que 'podría', es una posibilidad, pero también pueda que no esté en lo cierto - Aclaró con voz cansada - la sangre se manifiesta de manera diferente en todos los individuos y como ya te dije antes, somos distintos, inclusive en cuanto habilidades, yo por ejemplo... no puedo leer la mente, nunca me interesó aprender a dominar esa técnica - Explica dejando escapar un suspiro - Leer o controlar la mente... me parece tan aburrido... le quita la emoción a la vida, en mi opinión -
Se agachó con cuidado de no rozar su espalda contra la pared y se sentó al lado de Gerard con otra mueca de dolor, recogió las rodillas como en la posición de flor de loto de los budistas.
- Claro que comprendo la sed, se perfectamente lo que se siente - Acepta, deseando pasarle un brazo por la espalda, darle palmadas o algo, como hacía la gente normal para reconfortarse entre si ¿Pero sería apropiado? No... Gerard tendría miedo, él era un monstruo, como el maldito vampiro que le estaba torturando - Yo tengo otras habilidades... por ejemplo, puedo alterar los sentidos de mi vic...de la persona en cuestión - Continua comenzando a jugar con los dedos - Puedo por ejemplo... controlar sus sentidos, lo que ve, siente, huele o escucha... puedo hacer que sientan algo que no existe o aumentar una sensación que ya tienen -
¿Porque le decía esas cosas? ¿No lo estaba asustando más? No, si Gerard comprendía, le sería más fácil confiar en él ¿verdad?. No se iba por ahí revelando esas cosas a humanos. Pero esas no eran precisamente circustancias normales.
- ¿Salvación? - Dijo al fin luego de una leve pausa y se mordió el labio inferior antes de continuar - Hare lo que esté en mis manos para que así sea...-
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Cierto, era una posibilidad, saldría de dudas en el momento que volviese a ver a Lorraine, solo esperaba que no fuera la última vez, solo era cuestión de esperar.
¿El profesor no podía leer la mente? Qué curioso, tenía su utilidad, de eso no cabe duda, pero él parecía tener una idea muy distinta, quizá él tuviera razón, en fin ¿qué sabía yo de eso?
Nos quedamos pues los dos sentados, ¿el suelo me atraía o cómo? Siempre acababa allí, ¿qué decir? Era más cómodo.
Incliné la cabeza al sentirme comprendido, algo aliviado. Escuché sus habilidades, ¿las habría usado en mí? Me pregunté. –Vaya…- Estaba seguro de que muchos de nosotros han deseado alguna vez tener un poder especial, manejar en cierto modo a la persona que tenemos al lado, con motivo o sin él, podía ser una experiencia interesante, nada disparatada. No digo de usarlo hasta hacer delirar a la otra persona, quizás utilizar esos poderes visuales para escenografíar algo sublime, donde estuvieras despierto, donde todo fuera real, el propio paraíso si lo deseabas.
Volví a la conversación, lo difícil que le debía estar resultando al profesor hablarme sobre su mundo, lo hacía porque él quería, cierto es…que yo al no saber nada sobre éste tema, me venía de nuevas. Qué inocente podía resultar, inocente y a la vez incrédulo ¿cómo se comía eso?
Le miré distraídamente cuando en otras palabras dijo que me ayudaria a salvarme.
Porque así era necesitaba ayuda, como la llevaba pidiendo en silencio a todo el mundo que pasaba a mi lado.
Acerqué mi mano al brazo del profesor, y le tomé su fría mano, en mi pulso se notaba que no estaba seguro de saber lo que estaba haciendo, con mi otra mano abrí la suya para verla ¿tenía huellas dactilares? Lo dude, quizá mi vista no estaba hecha para ver esos pequeños detalles, esas pequeñas marcas individuales de cada uno.
La blancura de su mano no dejaba de sorprenderme, ¿cómo no me había fijado antes? ...Porque habría pensado que era albino (aunque no son muy agraciados) o algo semejante.
Sonreí ampliamente, no tenía unas manos feas, no las tenía desgastadas por el paso del tiempo. La mano de un pintor al llegar a una edad avanzada no funciona igual que antaño, como en el caso de Goya, que en sus últimos años pintaba con pequeñas pinceladas por la enfermedad que sufrió. Esto nunca le pasaría al profesor, en ese sentido era envidiable. Unas manos inquebrantables, inmortales, era una de las partes del cuerpo que más me interesaban, tendría en mi maletín como 30 dibujos a grafito de las manos de mis compañeros.
– Son bonitas.- comenté para mí mismo, no quería que me dijera lo malo que podrían haber creado, ellas no tenían la culpa de las atrocidades. Negué con la cabeza.
– Y punto. – concluí sonriendo. Volví a dejar su mano libre sobre su pierna.
-No se preocupe profesor…ahora no podemos hacer nada. Mejor será que vayamos viendo cómo se van desarrollando los acontecimientos. No quiero amargarme más.- pequé mi cabeza al cristal mirándole limpiamente. – Y cambiando de tema… ¿cómo habéis pasado estos días? ¿Os habéis entretenido con algo? – preguntas por pura curiosidad, ahora que sabía que debía ser un muermo el estar un mes sin volver a clases aunque estés perfectamente, simplemente por ocultar lo que se es.
Me miré la muñeca izquierda, no había traído reloj, bueno...nunca llevo… ¿qué hora sería?
¿El profesor no podía leer la mente? Qué curioso, tenía su utilidad, de eso no cabe duda, pero él parecía tener una idea muy distinta, quizá él tuviera razón, en fin ¿qué sabía yo de eso?
Nos quedamos pues los dos sentados, ¿el suelo me atraía o cómo? Siempre acababa allí, ¿qué decir? Era más cómodo.
Incliné la cabeza al sentirme comprendido, algo aliviado. Escuché sus habilidades, ¿las habría usado en mí? Me pregunté. –Vaya…- Estaba seguro de que muchos de nosotros han deseado alguna vez tener un poder especial, manejar en cierto modo a la persona que tenemos al lado, con motivo o sin él, podía ser una experiencia interesante, nada disparatada. No digo de usarlo hasta hacer delirar a la otra persona, quizás utilizar esos poderes visuales para escenografíar algo sublime, donde estuvieras despierto, donde todo fuera real, el propio paraíso si lo deseabas.
Volví a la conversación, lo difícil que le debía estar resultando al profesor hablarme sobre su mundo, lo hacía porque él quería, cierto es…que yo al no saber nada sobre éste tema, me venía de nuevas. Qué inocente podía resultar, inocente y a la vez incrédulo ¿cómo se comía eso?
Le miré distraídamente cuando en otras palabras dijo que me ayudaria a salvarme.
Porque así era necesitaba ayuda, como la llevaba pidiendo en silencio a todo el mundo que pasaba a mi lado.
Acerqué mi mano al brazo del profesor, y le tomé su fría mano, en mi pulso se notaba que no estaba seguro de saber lo que estaba haciendo, con mi otra mano abrí la suya para verla ¿tenía huellas dactilares? Lo dude, quizá mi vista no estaba hecha para ver esos pequeños detalles, esas pequeñas marcas individuales de cada uno.
La blancura de su mano no dejaba de sorprenderme, ¿cómo no me había fijado antes? ...Porque habría pensado que era albino (aunque no son muy agraciados) o algo semejante.
Sonreí ampliamente, no tenía unas manos feas, no las tenía desgastadas por el paso del tiempo. La mano de un pintor al llegar a una edad avanzada no funciona igual que antaño, como en el caso de Goya, que en sus últimos años pintaba con pequeñas pinceladas por la enfermedad que sufrió. Esto nunca le pasaría al profesor, en ese sentido era envidiable. Unas manos inquebrantables, inmortales, era una de las partes del cuerpo que más me interesaban, tendría en mi maletín como 30 dibujos a grafito de las manos de mis compañeros.
– Son bonitas.- comenté para mí mismo, no quería que me dijera lo malo que podrían haber creado, ellas no tenían la culpa de las atrocidades. Negué con la cabeza.
– Y punto. – concluí sonriendo. Volví a dejar su mano libre sobre su pierna.
-No se preocupe profesor…ahora no podemos hacer nada. Mejor será que vayamos viendo cómo se van desarrollando los acontecimientos. No quiero amargarme más.- pequé mi cabeza al cristal mirándole limpiamente. – Y cambiando de tema… ¿cómo habéis pasado estos días? ¿Os habéis entretenido con algo? – preguntas por pura curiosidad, ahora que sabía que debía ser un muermo el estar un mes sin volver a clases aunque estés perfectamente, simplemente por ocultar lo que se es.
Me miré la muñeca izquierda, no había traído reloj, bueno...nunca llevo… ¿qué hora sería?
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Esperó que el joven pintor se hubiese asustado con lo que acababa de revelarle, poder controlar los sentidos de alguien podía sonar aterrador. Para ser francos, era una habilidad bastante útil en combate y para evitar los mismos. Podías espantar enemigos indeseados sin necesidad de luchar directamente con ellos, por citar un ejemplo y le había salvado el pellejo en varias ocaciones. La expresión de Gerard era ahora mucho más tranquila, después de la tormenta llega la calma, es lo que dicen, pues a lo mejor era cierto.
El humano estaba aceptando finalmente los hechos luego de su shock inicial, ahora parecía estar reflexionando o simplemente pasando por una etapa de temporal calma. Pero ¿se seguiría sintiendo igual cuando despertara en la mañana? ¿O temería cada puesta del sol esperando la aparición de esa creatura que le atormentaba? Esa no era la clase de vida que se merecía un chico que había escogido empuñar un pincel en vez de un arma. Alguien que creaba en vez de destruir.
Le sorprendió el toque tibio de sus dedos, tomando su mano, observándola quien sabe pensando en que. Se quedó en silencio contemplando sus acciones sin adivinar porque lo hacía y de repente había dicho que le parecían bonitas. Sonrió ligéramente al escuchar eso, era la primera vez que alguien se fijaba en sus manos y le hacía un cumplido, que situación más extraña era aquella. Y de repente había soltado esas palabras de resignación y optimismo, de repente casi podía ver la chispa de siempre en sus ojos.
- ¡Me he aburrido hasta la muerte! - Exclamó sin pensar con renovado entusiasmo - Quiero decir...en sentido figurado - Agregó carraspeando un poco antes de continuar - Me he acostumbrado demasiado a enseñar, a las caras de los alumnos, a sus preguntas, a sus ensayos... me la he pasado metido aqui re-leyendo los libros que ya casi me se de memoria... - Explicó.
Y de repente la idea pareció cojerle desprevenido, se giró hacía Gerard y lo miró fíjamente con sus cansinos ojos azules.
- ¿Y si te quedas aquí unos días? - Exclamó de pronto y pareció como un niño que acababa de descubrir algo - Durante el día ese desgraciado no podrá tocarte, así que podrás hacer tus cosas... pero si pasas la noche aquí, os aseguro que nada te pasará, el refugio de un vampiro es casi como un santuario... puede que seamos monstruos viles, pero obedecemos ciertos códigos, ese bastardo, no se atreverá a entrar a mi hogar sin mi permiso, además de que le será más difícil rastrearte - Explicó apresuradamente y se levantó de un salto y segundos después estuvo al lado de la cama - ¡Puedes dormir aquí! - Exclamó palmeando las sábanas grises - Yo duermo de día así que no habrá necesidad de incomodarnos -
Se quedó unos segundos pensativo, no podría esconderlo para siempre, lo cual era obvio y quizás la medida pudiera parecer un poco cobarde, pero un par de días o semanas de tranquilidad no le harían mal al joven Gerard, por lo menos podría dormir, recuperar le sueño que le hacía falta, se sentiría como nuevo al día siguiente.
- Se que no podrías quedarte aquí para siempre... pero creo que podría ser una medida temporal mientras las cosas se calman un poco - Finalizó con una sonrisa, pensando en si debía hacerle espacio en el armario para la ropa de Gerard.
El humano estaba aceptando finalmente los hechos luego de su shock inicial, ahora parecía estar reflexionando o simplemente pasando por una etapa de temporal calma. Pero ¿se seguiría sintiendo igual cuando despertara en la mañana? ¿O temería cada puesta del sol esperando la aparición de esa creatura que le atormentaba? Esa no era la clase de vida que se merecía un chico que había escogido empuñar un pincel en vez de un arma. Alguien que creaba en vez de destruir.
Le sorprendió el toque tibio de sus dedos, tomando su mano, observándola quien sabe pensando en que. Se quedó en silencio contemplando sus acciones sin adivinar porque lo hacía y de repente había dicho que le parecían bonitas. Sonrió ligéramente al escuchar eso, era la primera vez que alguien se fijaba en sus manos y le hacía un cumplido, que situación más extraña era aquella. Y de repente había soltado esas palabras de resignación y optimismo, de repente casi podía ver la chispa de siempre en sus ojos.
- ¡Me he aburrido hasta la muerte! - Exclamó sin pensar con renovado entusiasmo - Quiero decir...en sentido figurado - Agregó carraspeando un poco antes de continuar - Me he acostumbrado demasiado a enseñar, a las caras de los alumnos, a sus preguntas, a sus ensayos... me la he pasado metido aqui re-leyendo los libros que ya casi me se de memoria... - Explicó.
Y de repente la idea pareció cojerle desprevenido, se giró hacía Gerard y lo miró fíjamente con sus cansinos ojos azules.
- ¿Y si te quedas aquí unos días? - Exclamó de pronto y pareció como un niño que acababa de descubrir algo - Durante el día ese desgraciado no podrá tocarte, así que podrás hacer tus cosas... pero si pasas la noche aquí, os aseguro que nada te pasará, el refugio de un vampiro es casi como un santuario... puede que seamos monstruos viles, pero obedecemos ciertos códigos, ese bastardo, no se atreverá a entrar a mi hogar sin mi permiso, además de que le será más difícil rastrearte - Explicó apresuradamente y se levantó de un salto y segundos después estuvo al lado de la cama - ¡Puedes dormir aquí! - Exclamó palmeando las sábanas grises - Yo duermo de día así que no habrá necesidad de incomodarnos -
Se quedó unos segundos pensativo, no podría esconderlo para siempre, lo cual era obvio y quizás la medida pudiera parecer un poco cobarde, pero un par de días o semanas de tranquilidad no le harían mal al joven Gerard, por lo menos podría dormir, recuperar le sueño que le hacía falta, se sentiría como nuevo al día siguiente.
- Se que no podrías quedarte aquí para siempre... pero creo que podría ser una medida temporal mientras las cosas se calman un poco - Finalizó con una sonrisa, pensando en si debía hacerle espacio en el armario para la ropa de Gerard.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Solté una inocente risilla al oír cómo se lo había pasado, con la de cosas que hay por hacer y tener que quedarte enclaustrado en tu casa, por voluntad, qué sufrido debe ser.
Yo que una vez le dije que le traería libros y papeles para que se le hiciera más amena la recuperación, una promesa que no cumplí.
Cuando estaba pensando sobre ello, sus ojos se me clavaron dejándome sin habla, y lo que vino después fue sorprendente, ¿había escuchado lo que creí que había escuchado? Se le veía entusiasmado con la idea, o eso me pareció.
Yo desvié los ojos sonriendo avergonzado. Estaba convencido que aquí estaría seguro, yo de eso no estaba tan seguro, pero mejor sería estar en este lugar, que en mi habitación, indefenso.
Pero… éticamente no lo veía claro, ni moralmente incluso…no sé, era extraña esa posibilidad. Quedarme en el refugio de un vampiro y encima ¡profesor! ¿Para qué queremos más?
Sin esperármelo lo vi al lado de la cama, no me acostumbraba a esas velocidades, parecía que mi cabeza estaba dormida. Sonreí resignado, sabía que me encontraría, lo de esconderse no era de mi agrado, pero ¿por qué no? Sí, aun tenía miedo…
-Yo…bueno…qué rápido vais.- dije incorporándome, hasta quedar erguido.
– No, o sea, quiero decir…- dije explicando con las manos, se me trababan las palabras.
- Que me parece una buena idea… y no pretendo molestar, es lo último que quiero. – Estorbar era algo que no iba conmigo. Era el primero en irme de los sitios cuando la cosa se ponía negra.
– Pero eso sí ¡no voy a dormir en vuestra cama! – exclamé riéndome. – Así que me conformaré con dormir en un sofá, más no podría pedir. ¡Insisto!
Fui mirando las paredes de la habitación con detenimiento. – Esto quedará entre nosotros.- murmuré, estaba seguro de que no iba a decirlo por ahí, peligraría su puesto de profesor, y eso ¡no!
-Mañana tengo clases, creo que será mejor…que duerma un poco. – mañana si eso metería algo de ropa en una maleta, además me vendría bien alejarme de mi habitación, me daba escalofríos. Tantos ojos escarlata mirándome…no me ayudaba.
Yo que una vez le dije que le traería libros y papeles para que se le hiciera más amena la recuperación, una promesa que no cumplí.
Cuando estaba pensando sobre ello, sus ojos se me clavaron dejándome sin habla, y lo que vino después fue sorprendente, ¿había escuchado lo que creí que había escuchado? Se le veía entusiasmado con la idea, o eso me pareció.
Yo desvié los ojos sonriendo avergonzado. Estaba convencido que aquí estaría seguro, yo de eso no estaba tan seguro, pero mejor sería estar en este lugar, que en mi habitación, indefenso.
Pero… éticamente no lo veía claro, ni moralmente incluso…no sé, era extraña esa posibilidad. Quedarme en el refugio de un vampiro y encima ¡profesor! ¿Para qué queremos más?
Sin esperármelo lo vi al lado de la cama, no me acostumbraba a esas velocidades, parecía que mi cabeza estaba dormida. Sonreí resignado, sabía que me encontraría, lo de esconderse no era de mi agrado, pero ¿por qué no? Sí, aun tenía miedo…
-Yo…bueno…qué rápido vais.- dije incorporándome, hasta quedar erguido.
– No, o sea, quiero decir…- dije explicando con las manos, se me trababan las palabras.
- Que me parece una buena idea… y no pretendo molestar, es lo último que quiero. – Estorbar era algo que no iba conmigo. Era el primero en irme de los sitios cuando la cosa se ponía negra.
– Pero eso sí ¡no voy a dormir en vuestra cama! – exclamé riéndome. – Así que me conformaré con dormir en un sofá, más no podría pedir. ¡Insisto!
Fui mirando las paredes de la habitación con detenimiento. – Esto quedará entre nosotros.- murmuré, estaba seguro de que no iba a decirlo por ahí, peligraría su puesto de profesor, y eso ¡no!
-Mañana tengo clases, creo que será mejor…que duerma un poco. – mañana si eso metería algo de ropa en una maleta, además me vendría bien alejarme de mi habitación, me daba escalofríos. Tantos ojos escarlata mirándome…no me ayudaba.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Los policías en la comisaría se habían sorprendido al verle desnudo, sólo cubierto por un gabán (que le quedaba particularmente olgado), arrastrando a un hombre semi inconsciente al cual le faltaba una oreja y tenía el tabique reventado. Pero una vez le reconocieron el rostro y se dieron cuenta de que era el buscado traficante ilegal Roberth Konnigan, las dudas sobre las circustancias en las que había sido capturado se disiparon y se lo llevaron directamente a una de las celdas junto otros presos. El inspector en persona le ofreció un té negro y le pidió que le contara los detalles de la captura para poder cerrar el expediente, pero Aifric no podía sacarse de la mente a ese pobre chico delirando en el sotano de la casa.
Como pudo logró salir de la comisaría y corrió por las calles oscuras con el gabán del vampiro ondeando con el viento, mientras corría de regreso al refugio de Soren recordando el camino gracias a su memoria fotográfica excelente, la imagen de Gerard recogiéndole en el callejón noches atrás no se borraba de su mente. Aquello había sido una completa coincidencia, él patrullaba los alrededores, porque unos testigos habían visto al proscrito en cuestión en esa área, así que nunca se esperó que precisamente el profesor Kaarkarogf y el chico le fueran a interceptar de esa manera.
En el momento en el que Gerard le había cargado en brazos y todo el tiempo en el que le había sostenido en su pecho, había sentido una extraña calidez que pocas veces sentía con los humanos. Sus sentidos super desarrollados y ese instinto animal que poseía, le permitía notar cosas en las personas que muchos otros pasaban desapercibidos, Gerard le había acariciado por detrás de las orejas y le había mimado sin saberlo mientras esperaba a Soren afuera de la tienda y Aifric había sido testigo de su desperación y todo su drama cuando el vampiro había sido herido.
15 minutos después había arrivado a la vieja casona, escondida tras ese edificio de varios pisos, se metió por el callejón tracero y se convirtió en gato en las sombras, el gabán calló al suelo atrapándole por unos instantes, sacó la cabeza por un lado y lo agarró por una manga para arrastralo y colarse por la rendija de una ventana. Minutos después apareció en la habitación la cual tenía la puerta abierta.
- Maoooooo - Maulló para hacerse notar y sin pensarlo dos veces, soltó el gabán y saltó al regaso de Gerard, e instintivamente comenzó a ronronear.
Como pudo logró salir de la comisaría y corrió por las calles oscuras con el gabán del vampiro ondeando con el viento, mientras corría de regreso al refugio de Soren recordando el camino gracias a su memoria fotográfica excelente, la imagen de Gerard recogiéndole en el callejón noches atrás no se borraba de su mente. Aquello había sido una completa coincidencia, él patrullaba los alrededores, porque unos testigos habían visto al proscrito en cuestión en esa área, así que nunca se esperó que precisamente el profesor Kaarkarogf y el chico le fueran a interceptar de esa manera.
En el momento en el que Gerard le había cargado en brazos y todo el tiempo en el que le había sostenido en su pecho, había sentido una extraña calidez que pocas veces sentía con los humanos. Sus sentidos super desarrollados y ese instinto animal que poseía, le permitía notar cosas en las personas que muchos otros pasaban desapercibidos, Gerard le había acariciado por detrás de las orejas y le había mimado sin saberlo mientras esperaba a Soren afuera de la tienda y Aifric había sido testigo de su desperación y todo su drama cuando el vampiro había sido herido.
15 minutos después había arrivado a la vieja casona, escondida tras ese edificio de varios pisos, se metió por el callejón tracero y se convirtió en gato en las sombras, el gabán calló al suelo atrapándole por unos instantes, sacó la cabeza por un lado y lo agarró por una manga para arrastralo y colarse por la rendija de una ventana. Minutos después apareció en la habitación la cual tenía la puerta abierta.
- Maoooooo - Maulló para hacerse notar y sin pensarlo dos veces, soltó el gabán y saltó al regaso de Gerard, e instintivamente comenzó a ronronear.
Re: Pobre Gerard {Soren}
- Maoooooo – Una bola de pelos se me abalanzó a los brazos, impulsivamente lo abracé por miedo a que se cállese. – ¡Menudo susto!- bromeé alzándolo con las dos manos hasta la altura de mis ojos.
–Toulouse…eres tú.- dije riéndome, hacia bastante que no me reía. Me sorprendí a mí mismo cargando al gato sobre mi hombro derecho. Agarraba su lomo con una mano, mientras me quedaba paralizado pensando. “Vale…" Comencé a reír nerviosamente al darme cuenta de lo que realmente era.
“Según ha dicho el profesor Toulouse es un ¿cambia-formas…?” Me pasé la mano izquierda por la cabeza echando algunos mechones hacia atrás. No era fácil de asimilar.
-¿Aifric? – “esto es absurdo” pero así era. Todo a mí alrededor era una locura, un extraño rompecabezas. “Escribe un libro” me respondí a mí mismo.
Miré al profesor con una media sonrisa de complicidad.
– Esto también queda entre nosotros.- Mi mundo de normalidad había desaparecido, aunque quizá en la Academia podría normalizar mi situación, la monotonía que muchas veces llevaba, por puro gusto.
Dejé al gato en el suelo, porque hay que llamar a las cosas por su nombre, lo que veían mis ojos era un gato ¡y así sería! no hay mas que hablar.
– Voy a… al baño… supongo que habrá alguno por aquí.- No sabía si los vampiros necesitaban esas habitaciones de “liberación personal” – Lo buscaré…- concluí moviendo las manos en dirección a la puerta. Me balanceé y salí del cuarto, intenté dirigirme por donde solían situarse los aseos, en mi residencia teníamos un baño común, era la mar de estresante. Anduve un rato, sin ver nada en concreto, hasta que dí con él.
Allí hice lo que tenía que hacer, había bebido mucha esa noche… Me lavé las manos y volví con paso ligero al cuarto, no sabía cuánto tiempo había estado en el baño.
– Ahora mejor.- dije con una sonrisa de alivio. Me podría ahorrar esos comentarios, a veces podía ser mucho peor, me hacía gracia ver la cara de la gente cuando me daba por ser explicito, desagradable, sí, pero… ¿y lo que me reía?
-De verdad, gracias por dejarme quedar aquí. No os molestaré. – ya le estaba molestando, ¿qué estaba diciendo de que no iba a molestarle? Podría haberle dicho más cosas, torpes todas, me las ahorre.
No quería que se produjese una situación incómoda. – Voy a buscar un sofá. – dije mirando de reojo al gato de ojos esmeralda.
–Toulouse…eres tú.- dije riéndome, hacia bastante que no me reía. Me sorprendí a mí mismo cargando al gato sobre mi hombro derecho. Agarraba su lomo con una mano, mientras me quedaba paralizado pensando. “Vale…" Comencé a reír nerviosamente al darme cuenta de lo que realmente era.
“Según ha dicho el profesor Toulouse es un ¿cambia-formas…?” Me pasé la mano izquierda por la cabeza echando algunos mechones hacia atrás. No era fácil de asimilar.
-¿Aifric? – “esto es absurdo” pero así era. Todo a mí alrededor era una locura, un extraño rompecabezas. “Escribe un libro” me respondí a mí mismo.
Miré al profesor con una media sonrisa de complicidad.
– Esto también queda entre nosotros.- Mi mundo de normalidad había desaparecido, aunque quizá en la Academia podría normalizar mi situación, la monotonía que muchas veces llevaba, por puro gusto.
Dejé al gato en el suelo, porque hay que llamar a las cosas por su nombre, lo que veían mis ojos era un gato ¡y así sería! no hay mas que hablar.
– Voy a… al baño… supongo que habrá alguno por aquí.- No sabía si los vampiros necesitaban esas habitaciones de “liberación personal” – Lo buscaré…- concluí moviendo las manos en dirección a la puerta. Me balanceé y salí del cuarto, intenté dirigirme por donde solían situarse los aseos, en mi residencia teníamos un baño común, era la mar de estresante. Anduve un rato, sin ver nada en concreto, hasta que dí con él.
Allí hice lo que tenía que hacer, había bebido mucha esa noche… Me lavé las manos y volví con paso ligero al cuarto, no sabía cuánto tiempo había estado en el baño.
– Ahora mejor.- dije con una sonrisa de alivio. Me podría ahorrar esos comentarios, a veces podía ser mucho peor, me hacía gracia ver la cara de la gente cuando me daba por ser explicito, desagradable, sí, pero… ¿y lo que me reía?
-De verdad, gracias por dejarme quedar aquí. No os molestaré. – ya le estaba molestando, ¿qué estaba diciendo de que no iba a molestarle? Podría haberle dicho más cosas, torpes todas, me las ahorre.
No quería que se produjese una situación incómoda. – Voy a buscar un sofá. – dije mirando de reojo al gato de ojos esmeralda.
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Iba a refutar y a convencerle de que se quedara en su cama, cuando un maullido le había sorprendido y segundos después el condenado gato había saltado en brazos de Gerard, Soren abrió los ojos de par en par indignado con el gesto de Toulouse o Aifric o como fuera. ¿Estaba Gerard consciente de que cargaba a un hombre desnudo en sus brazos? ¡que cosa más rara!, durante años había lidiado con licántropos, pero nunca con esta especie de seres sobre naturales que no necesitaban de la luna para cambiar y que aparentemente tenían completo poder de control sobre sus instintos.
Valla seres más peligrosos, podían esconder su aura, pasaban desapercibidos como animales comunes. ¡Dios mio ese ser había estado viviendo semanas en su casa! ¡Sabía donde vivía! había estado vulnerable durante el día y ese Aifric hubiera podido abrir las ventanas de par en par permitiéndole morir calcinado por el sol. No pudo evitar que la desconfianza se afianzara en él, aún cuando el agente en cuestión les hubiese salvado a ambos, pero mientras Gerard volvía del baño (que por cierto era más bien de adorno pues nunca utilizaba para lo que se suponía que era) no pudo evitar dejar de mirar al gato que yacía tranquilo lamiéndose las patas delanteras, 'pretendiéndo' ser un bicho cualquiera.
Cuando el chico regresó el gato corrió dando saltitos con la cola levantada hasta el gabán que yacía aún en medio de la habitación, se metió debajo de él y momentos después un hombre bastante más bajo que Soren (alrededor de 10 cm) apareció en su lugar, el agente Colfer se metió una mano en el bolsillo del gabán y sacó un mediano frasco de vidrio con un polvo de color verdoso. Sin decir nada, tomó el cuenco que previamente había estado lleno de agua y que ahora yacía porla mitad, mezcló un poco del polvo y este se disolvió rápidamente con un tenue aroma a hiervas y menta.
- Es un té de hiervas medicinales - Explicó Aifric al fin ofreciéndocelo a Gerard - Te ayudará a dormir mejor y mañana o más bien en un par de horas estarás como nuevo - Agregó con una sonrisa afable - Por cierto también voy a quedarme Sir Kaarkarogf-
- ¿PERDON? - Exclamó Soren y se llevó las manos a la cintura con evidente indignación - ¡Has estado viviendo aquí sin mi permiso durante semanas! - Agregó acusadoramente, Aifric rió con gracia.
- Si y el pescado que me diste estuvo muy sabroso - Comentó restándole importancia - Creo que ya estamos en confianza, así que no exageres - Agregó haciéndo un gesto con la mano - Además, es mi deber como agente federal, no puedo permitir que un humano se quede en la guarida de una creatura de tu tipo - Agregó tranquilamente- No es personal, pero no me iré hasta asegurarme que este joven esté completamente a salvo -
Soren blanqueó los ojos evidentemente molesto, pero las palabras del gato tenían sentido y si tenía una orden judicial o algo por el estilo, no le quedaba más remedio que aceptarlo. Además nadie confiaba en los vampiros, ni siquiera otro vampiros, así que no le sorprendía que dudara de sus intenciones.
- Además - Continuó alzando el dedo indice en el aire - Vuestra tienda es un agujero perfecto para escuchar conversaciones entre todo tipo de gente, en su mayoría gente con intenciones no y muy legales... ¿verdad? - Soren arrugó el puente de la nariz.
- Los negocios en mi tienda son completamente legales - Le aseguró Soren - No es mi culpa lo que hagan mis clientes -
- Precisamente, por eso es un lugar perfecto para investigar, el crimen no se ha acabado con la captura de Sir Konnigan, así que he de continuar con mi trabajo, por lo que, me quedaré aquí por un tiempo - Esta vez se giró hacía Gerard - Entiendo que sea incómodo para ti, este tipo de cosas no son fáciles de asimilar, pero me mantendré en mi forma de gato, para que no te sientas en la obligación de comenzar una conversación conmigo... tampoco estaré siguiéndote por todos lados - Finalizó riendo.
(( Perdona, meti ambos pjs en un sólo post, para no tener que hacer dos post larguisimos Dx aunque este me quedó demasiado largo! sorry! ))
Valla seres más peligrosos, podían esconder su aura, pasaban desapercibidos como animales comunes. ¡Dios mio ese ser había estado viviendo semanas en su casa! ¡Sabía donde vivía! había estado vulnerable durante el día y ese Aifric hubiera podido abrir las ventanas de par en par permitiéndole morir calcinado por el sol. No pudo evitar que la desconfianza se afianzara en él, aún cuando el agente en cuestión les hubiese salvado a ambos, pero mientras Gerard volvía del baño (que por cierto era más bien de adorno pues nunca utilizaba para lo que se suponía que era) no pudo evitar dejar de mirar al gato que yacía tranquilo lamiéndose las patas delanteras, 'pretendiéndo' ser un bicho cualquiera.
Cuando el chico regresó el gato corrió dando saltitos con la cola levantada hasta el gabán que yacía aún en medio de la habitación, se metió debajo de él y momentos después un hombre bastante más bajo que Soren (alrededor de 10 cm) apareció en su lugar, el agente Colfer se metió una mano en el bolsillo del gabán y sacó un mediano frasco de vidrio con un polvo de color verdoso. Sin decir nada, tomó el cuenco que previamente había estado lleno de agua y que ahora yacía porla mitad, mezcló un poco del polvo y este se disolvió rápidamente con un tenue aroma a hiervas y menta.
- Es un té de hiervas medicinales - Explicó Aifric al fin ofreciéndocelo a Gerard - Te ayudará a dormir mejor y mañana o más bien en un par de horas estarás como nuevo - Agregó con una sonrisa afable - Por cierto también voy a quedarme Sir Kaarkarogf-
- ¿PERDON? - Exclamó Soren y se llevó las manos a la cintura con evidente indignación - ¡Has estado viviendo aquí sin mi permiso durante semanas! - Agregó acusadoramente, Aifric rió con gracia.
- Si y el pescado que me diste estuvo muy sabroso - Comentó restándole importancia - Creo que ya estamos en confianza, así que no exageres - Agregó haciéndo un gesto con la mano - Además, es mi deber como agente federal, no puedo permitir que un humano se quede en la guarida de una creatura de tu tipo - Agregó tranquilamente- No es personal, pero no me iré hasta asegurarme que este joven esté completamente a salvo -
Soren blanqueó los ojos evidentemente molesto, pero las palabras del gato tenían sentido y si tenía una orden judicial o algo por el estilo, no le quedaba más remedio que aceptarlo. Además nadie confiaba en los vampiros, ni siquiera otro vampiros, así que no le sorprendía que dudara de sus intenciones.
- Además - Continuó alzando el dedo indice en el aire - Vuestra tienda es un agujero perfecto para escuchar conversaciones entre todo tipo de gente, en su mayoría gente con intenciones no y muy legales... ¿verdad? - Soren arrugó el puente de la nariz.
- Los negocios en mi tienda son completamente legales - Le aseguró Soren - No es mi culpa lo que hagan mis clientes -
- Precisamente, por eso es un lugar perfecto para investigar, el crimen no se ha acabado con la captura de Sir Konnigan, así que he de continuar con mi trabajo, por lo que, me quedaré aquí por un tiempo - Esta vez se giró hacía Gerard - Entiendo que sea incómodo para ti, este tipo de cosas no son fáciles de asimilar, pero me mantendré en mi forma de gato, para que no te sientas en la obligación de comenzar una conversación conmigo... tampoco estaré siguiéndote por todos lados - Finalizó riendo.
(( Perdona, meti ambos pjs en un sólo post, para no tener que hacer dos post larguisimos Dx aunque este me quedó demasiado largo! sorry! ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Pobre Gerard {Soren}
Me cubrí el rostro con ambas manos para no ver lo que estaba sucediendo delante de mis ojos, de nuevo se había convertido en un hombre.
- Es un té de hiervas medicinales – Me tendió el cuenco de agua del que antes había bebido, le observe expectante entre mis dedos, y menos mal que había tenido la consideración de ponerse el gabán. - Te ayudará a dormir mejor y mañana o más bien en un par de horas estarás como nuevo.- Yo asentí con la cabeza, “¿qué tengo que perder?” me dije mientras comenzaba a beber de esa nueva mezcla, mientras miraba asombrado a Soren y a Toulo…quiero decir Aifric. No iba a entrometerme en la discusión, vamos ¡lo que me faltaba!
Que descarado que era el agente, ¿acaso los gatos no lo eran en cierta medida? Por supuesto que sí. También parecía que velaba por mi seguridad, yo miré incomodo a la ventana con los pies juntos. El gatito estaba en todo, no pude evitar sonreír a sus contestaciones.
Se volvió hacia mí, yo baje el cuenco hasta la altura de mis codos. -Entiendo que sea incómodo para ti, este tipo de cosas no son fáciles de asimilar, – Sí, algo incómodo era. - pero me mantendré en mi forma de gato, para que no te sientas en la obligación de comenzar una conversación conmigo... -Me tapé la boca para no reírme descaradamente sobre el comentario, me iba a costar hacerlo, no dudaba de ello.- tampoco estaré siguiéndote por todos lados.- Me destapé la boca, metiendo mis manos en los bolsillos.
-No faltaba más.- dije pensativo, estuve así un rato pensando en lo que un gato así podía hacer, en los sitios donde podía verse por su condición de animal, lo pervertido que podría llegar a ser, volví en mi a los segundos y reí.
– Creo que… nuestra presentación no fue del todo adecuada.- iba a decir lo típico que se decía en los primeros encuentros, mi nombre y eso, pero él ya lo sabía, me dí un golpe con la palma en la frente. – Un…placer agente.- ¿no se decían también estas cosas?
Hay que ser correcto hasta en el infierno.
- ¡Ah! Y…gracias por esto.- dije alzando el cuenco para que viera a lo que me refería. Me quedé unos segundos mirando con marcada distracción el gabán que llevaba puesto hasta que caí en algo. – ¡Oh! Y, y…gracias por salvarnos, no sabría cómo agradecérselo. – dije llevándome la mano al pecho en señal de agradecimiento, ¿podría hacer una reverencia ahí mismo?
– perdone que no sepa actuar en estas circunstancias. – terminé de beber aquella infusión y le devolví el cuenco, así me lo quitaba de las manos, porque tener que buscar la cocina sería una locura, ¿los vampiros tienen cocina también, o había tenido simple suerte al encontrar el baño?
Cuando estaba mirando a ambos, estudiándoles en cierto modo, un bostezo vino a mi boca, me la tapé de prisa. – Perdón.- dije con una tímida sonrisa.
(La cabeza se te tiene que colapsar xDD doble personalidad, entre el doctor tri-personalidad, si no contamos con la del user jajajajaja, para mear y no echar gota. XDDD MADRE MIA)
- Es un té de hiervas medicinales – Me tendió el cuenco de agua del que antes había bebido, le observe expectante entre mis dedos, y menos mal que había tenido la consideración de ponerse el gabán. - Te ayudará a dormir mejor y mañana o más bien en un par de horas estarás como nuevo.- Yo asentí con la cabeza, “¿qué tengo que perder?” me dije mientras comenzaba a beber de esa nueva mezcla, mientras miraba asombrado a Soren y a Toulo…quiero decir Aifric. No iba a entrometerme en la discusión, vamos ¡lo que me faltaba!
Que descarado que era el agente, ¿acaso los gatos no lo eran en cierta medida? Por supuesto que sí. También parecía que velaba por mi seguridad, yo miré incomodo a la ventana con los pies juntos. El gatito estaba en todo, no pude evitar sonreír a sus contestaciones.
Se volvió hacia mí, yo baje el cuenco hasta la altura de mis codos. -Entiendo que sea incómodo para ti, este tipo de cosas no son fáciles de asimilar, – Sí, algo incómodo era. - pero me mantendré en mi forma de gato, para que no te sientas en la obligación de comenzar una conversación conmigo... -Me tapé la boca para no reírme descaradamente sobre el comentario, me iba a costar hacerlo, no dudaba de ello.- tampoco estaré siguiéndote por todos lados.- Me destapé la boca, metiendo mis manos en los bolsillos.
-No faltaba más.- dije pensativo, estuve así un rato pensando en lo que un gato así podía hacer, en los sitios donde podía verse por su condición de animal, lo pervertido que podría llegar a ser, volví en mi a los segundos y reí.
– Creo que… nuestra presentación no fue del todo adecuada.- iba a decir lo típico que se decía en los primeros encuentros, mi nombre y eso, pero él ya lo sabía, me dí un golpe con la palma en la frente. – Un…placer agente.- ¿no se decían también estas cosas?
Hay que ser correcto hasta en el infierno.
- ¡Ah! Y…gracias por esto.- dije alzando el cuenco para que viera a lo que me refería. Me quedé unos segundos mirando con marcada distracción el gabán que llevaba puesto hasta que caí en algo. – ¡Oh! Y, y…gracias por salvarnos, no sabría cómo agradecérselo. – dije llevándome la mano al pecho en señal de agradecimiento, ¿podría hacer una reverencia ahí mismo?
– perdone que no sepa actuar en estas circunstancias. – terminé de beber aquella infusión y le devolví el cuenco, así me lo quitaba de las manos, porque tener que buscar la cocina sería una locura, ¿los vampiros tienen cocina también, o había tenido simple suerte al encontrar el baño?
Cuando estaba mirando a ambos, estudiándoles en cierto modo, un bostezo vino a mi boca, me la tapé de prisa. – Perdón.- dije con una tímida sonrisa.
(La cabeza se te tiene que colapsar xDD doble personalidad, entre el doctor tri-personalidad, si no contamos con la del user jajajajaja, para mear y no echar gota. XDDD MADRE MIA)
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Pobre Gerard {Soren}
Aifric sonrió ante las palabras de Gerard, parecía que lentamente se volvía el Gerard que había conocido semanas atrás en el callejón. Era en teoría, la primera vez que hablaban como personas, pero Aifric creía que como gato, podía descubrir más cosas de las personas que como ser humano. A veces la gente no era sincera, se ceñían a los protocolos, seguían los estereotipos y usaban palabras hipócritas o aduladoras para caer bien en sociedad, sin embargo las personas eran francas con los animales. Si alguien veía a un gato, sólo habian dos reacciones posibles, o le daba una patada para espantarlo o se acercaba a acariciarlo.
Y Gerard se había acercado a acariciarle con amabilidad y le había cuidado. Por eso sentía conocerle aún cuando esa era la primera vez que hablasen como entes civilizados.
- El placer es mio Sir Gerard - Responde con una sonrisa espontánea - Era mi deber como agente - Agrega con modestia - No se preocupe por eso, ahora, valla a descanzar, su cuerpo lo necesita, Sir Gerard no es una creatura nocturna como nosotros, una buen par de horas de sueño tranquilo es lo que necesita -
- No hay necesidad que duermas en el sofá - Insistió el vampiro tomando las almohadas de la cama - Por lo menos esta noche... necesitas dormir bien - Explicó y se quedó como pensando en algo - Oh... es verdad... hay ciertas cosas que debes saber - Comenta caminando hacía las ventanas, asomándose por una de ellas y observando el cielo oscuro - Un pequeño haz de luz solar podría quemar gravemente mi piel, así que durante el día, os ruego no habraís las ventanas de esta habitación, una vez cerradas, están forradas con doble madera, así que la luz no podrá entrar... no te asustes si cuando despiertes, te encuentres en completa oscuridad - Finalizó volviendo a la cama y acomodando las almohadas.
- ¿Que hay de mi? - Exclamó Aifric con ese entisiasmo tan característico en él.
- Tu dormirás en el techo - Le respondió Soren frunciendo el ceño, Aifric hizo una mueca ofendido, en las últimas semanas el vampiro le había permitido subirse a los muebles y a la cama, claro, porque sólo lo veía como un gato. Se cruzó de brazos molesto bufando, como si fuera un gato de verdad, pero en persona.
- Faltan dos horas para el amanecer - Continuó Soren ignorando a Aifric y dirigiéndose de nuevo a Gerard- Ve a dormir primero y no te preocupes por nada más, ya tendrás todo el día de mañana, para pensar sobre todo lo ocurrido y hacer lo que tengas que hacer... pero recuerda volver aquí apenas el sol se ponga en el horizonte, al rededor de las 6 o 7 ¿está bien? -
(( Ok mi querido pintor soñador, luego de tu post, creo que podemos terminar este tema y abrir uno nuevo en casa de Soren (que aún no tengo lol así que lo pensaré como hacerle) y ya veremos que pasa en tu primera noche viviendo conmigo haha ))
Y Gerard se había acercado a acariciarle con amabilidad y le había cuidado. Por eso sentía conocerle aún cuando esa era la primera vez que hablasen como entes civilizados.
- El placer es mio Sir Gerard - Responde con una sonrisa espontánea - Era mi deber como agente - Agrega con modestia - No se preocupe por eso, ahora, valla a descanzar, su cuerpo lo necesita, Sir Gerard no es una creatura nocturna como nosotros, una buen par de horas de sueño tranquilo es lo que necesita -
- No hay necesidad que duermas en el sofá - Insistió el vampiro tomando las almohadas de la cama - Por lo menos esta noche... necesitas dormir bien - Explicó y se quedó como pensando en algo - Oh... es verdad... hay ciertas cosas que debes saber - Comenta caminando hacía las ventanas, asomándose por una de ellas y observando el cielo oscuro - Un pequeño haz de luz solar podría quemar gravemente mi piel, así que durante el día, os ruego no habraís las ventanas de esta habitación, una vez cerradas, están forradas con doble madera, así que la luz no podrá entrar... no te asustes si cuando despiertes, te encuentres en completa oscuridad - Finalizó volviendo a la cama y acomodando las almohadas.
- ¿Que hay de mi? - Exclamó Aifric con ese entisiasmo tan característico en él.
- Tu dormirás en el techo - Le respondió Soren frunciendo el ceño, Aifric hizo una mueca ofendido, en las últimas semanas el vampiro le había permitido subirse a los muebles y a la cama, claro, porque sólo lo veía como un gato. Se cruzó de brazos molesto bufando, como si fuera un gato de verdad, pero en persona.
- Faltan dos horas para el amanecer - Continuó Soren ignorando a Aifric y dirigiéndose de nuevo a Gerard- Ve a dormir primero y no te preocupes por nada más, ya tendrás todo el día de mañana, para pensar sobre todo lo ocurrido y hacer lo que tengas que hacer... pero recuerda volver aquí apenas el sol se ponga en el horizonte, al rededor de las 6 o 7 ¿está bien? -
(( Ok mi querido pintor soñador, luego de tu post, creo que podemos terminar este tema y abrir uno nuevo en casa de Soren (que aún no tengo lol así que lo pensaré como hacerle) y ya veremos que pasa en tu primera noche viviendo conmigo haha ))
Re: Pobre Gerard {Soren}
Un par de horas, o un poco (o mucho) más, ya me imaginaba tirado por los pasillos con un sombrero tapando mi rostro, en un sueño profundo, se puede pasar desapercibido (por experiencia), o eso o que tus compañeros te asusten de alguna o otra manera, son tan graciosos a veces…
El profesor estaba convencido de que yo debía dormir en su cama, una idea que no me hacía mucha gracia, usurpar la cama de alguien no era mi hobbie. Pero lo que menos quería era discutir por algo carente de importancia, así que asentí con la cabeza derrotado.
Me dijo que la luz solar podía quemarle… ¿qué iba a decir yo sobre eso? Creo que ese era un punto de las desventajas de ser vampiro que me expuso Lorraine.
A Aifric le tocaba dormir en el techo, en cierto modo me sentí mal porque yo iba a dormir en la cama y él en el frío techo, tampoco podía recriminar nada al profesor, no era mi casa, por lo tanto no ponía las reglas.
- Faltan dos horas para el amanecer. Ve a dormir primero y no te preocupes por nada más, ya tendrás todo el día de mañana, para pensar sobre todo lo ocurrido y hacer lo que tengas que hacer... pero recuerda volver aquí apenas el sol se ponga en el horizonte, alrededor de las 6 o 7 ¿está bien?
-Clarísimo.- dije levantando la mano. Me hizo gracia porque parecía un toque de queda. Me quedé de pie unos momentos no sabiendo qué hacer, cortado ante tanta presencia, además de sobrenatural. Al final moví las manos en dirección a la cama, me dirigí a ella con reticencia, me senté en el borde de la cama y me quité los zapatos. Me tumbé, y me tapé con las sabanas hasta el cuello. –Sí…buenas noches.- dije con una sonrisa, me contuve el reírme - Aifric…profesor...- . Cerré los ojos y no sé cuándo…pero logré dormirme, no era un sueño claro, pero por lo menos no era una pesadilla, que bien podría haberlo sido después de todo. Se podría decir que dormí a pierna suelta, sentí cierta presión sobre el cuerpo porque las sabanas se me habían enredado.
Al despertar no vi absolutamente nada, como me advirtió el profesor, sí podría haber abierto las ventanas de golpe, pero ¡qué descortés habría sido! Me levanté de la cama en silencio, con la cara aún de sueño, me puse los zapatos, cogí la camisa negra de la noche anterior. No podía ver nada, no sabía dónde estaba el profesor. -¿Profesor? Me voy ya…- murmuré a la nada, di unos pasos hacia donde creía que estaba la puerta, pero me di un golpe contra una mesa.
-¡Estoy bien!- dije entrecortadamente. Al final dí con el pomo de la puerta y salí de allí. Me dirigí a la residencia con semblante adormilado.
El profesor estaba convencido de que yo debía dormir en su cama, una idea que no me hacía mucha gracia, usurpar la cama de alguien no era mi hobbie. Pero lo que menos quería era discutir por algo carente de importancia, así que asentí con la cabeza derrotado.
Me dijo que la luz solar podía quemarle… ¿qué iba a decir yo sobre eso? Creo que ese era un punto de las desventajas de ser vampiro que me expuso Lorraine.
A Aifric le tocaba dormir en el techo, en cierto modo me sentí mal porque yo iba a dormir en la cama y él en el frío techo, tampoco podía recriminar nada al profesor, no era mi casa, por lo tanto no ponía las reglas.
- Faltan dos horas para el amanecer. Ve a dormir primero y no te preocupes por nada más, ya tendrás todo el día de mañana, para pensar sobre todo lo ocurrido y hacer lo que tengas que hacer... pero recuerda volver aquí apenas el sol se ponga en el horizonte, alrededor de las 6 o 7 ¿está bien?
-Clarísimo.- dije levantando la mano. Me hizo gracia porque parecía un toque de queda. Me quedé de pie unos momentos no sabiendo qué hacer, cortado ante tanta presencia, además de sobrenatural. Al final moví las manos en dirección a la cama, me dirigí a ella con reticencia, me senté en el borde de la cama y me quité los zapatos. Me tumbé, y me tapé con las sabanas hasta el cuello. –Sí…buenas noches.- dije con una sonrisa, me contuve el reírme - Aifric…profesor...- . Cerré los ojos y no sé cuándo…pero logré dormirme, no era un sueño claro, pero por lo menos no era una pesadilla, que bien podría haberlo sido después de todo. Se podría decir que dormí a pierna suelta, sentí cierta presión sobre el cuerpo porque las sabanas se me habían enredado.
Al despertar no vi absolutamente nada, como me advirtió el profesor, sí podría haber abierto las ventanas de golpe, pero ¡qué descortés habría sido! Me levanté de la cama en silencio, con la cara aún de sueño, me puse los zapatos, cogí la camisa negra de la noche anterior. No podía ver nada, no sabía dónde estaba el profesor. -¿Profesor? Me voy ya…- murmuré a la nada, di unos pasos hacia donde creía que estaba la puerta, pero me di un golpe contra una mesa.
-¡Estoy bien!- dije entrecortadamente. Al final dí con el pomo de la puerta y salí de allí. Me dirigí a la residencia con semblante adormilado.
[El vampiro sin casa xDDD]
TEMA CERRADO
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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