AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Verdad o Mentira? (In Gladius Dei) {Privado}
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¿Verdad o Mentira? (In Gladius Dei) {Privado}
El orgullo precede a la destrucción, y la altivez de espíritu antes de la caída.
Proverbios 16:18
¿De dónde proviene? Imposible saberlo. Pasa de mano en mano, de negocio en negocio. Las monedas van y regresan conforme pueden observar su belleza y lo que representa para la historia. Inviable establecer la fecha exacta de su procedencia, su contenido no es algo que pueda valorarse con certeza. Es lo que es. Y muchos lo quieren, lo anhelan y matan por él. La sangre corre conforme los cuerpos tibios van enfriándose y los pies marchan con velocidad alejándose del lugar con un trozo de tela que envuelve un objeto que es más importante que la vida de una persona. Y con el paso del tiempo se crea una leyenda, un cuerpo mítico que podría ser la respuesta a muchas incógnitas. ¿Un mapa? ¿Una senda perdida? ¿La creación de una nueva magia? ¿La fuente de la vida?
Se alzan tantas historias que es imposible vislumbrar la veracidad de la falacia. Expertos lo observan, lo tienen entre sus manos y al no tener el dinero suficiente tienen que ver con dolor cómo se les va, cómo lo alejan de ellos y asímismo, de los secretos que oculta. ¿Será verdad o será mentira que su poder no es sólo histórico si no místico? ¿Tiene relación con los sobrenaturales? ¿Fue creada por ellos? Incógnitas sin respuestas, sin una posible idea de lo que se pueda lograr con él. Hay quienes dicen que al tocarlo se curaron de males como la peste... Que vivieron muchos años más... Que pudieron caminar... Que llegaron a una comprensión del universo que jamás nadie obtuvo... Que viajaron en el tiempo...
Calumnias dentro del mito, las leyendas son eso al paso de los años y no hay formas de saber qué tienen de cierto y qué son pura falsedad. Sin embargo, si ese objeto estuviera en manos de la Inquisición, si pudieran tenerlo para catalogarlo, analizarlo, revisarlo y justificar los dichos o desestimar las quimeras... ¿No sería importante que pudieran obtenerlo? Alguien dentro del Santo Ofico decidió que sí y corriendo fue a con el Sumo Pontífice a explicarle todo lo que sabía al respecto. El Papa, entendiendo la magnitud de lo que entre manos se tiene y más que nada, que ese ente puede ser la solución a sus constantes devenires solicitará la presencia de tres Inquisidores en los cuales tiene la plena confianza de que lograrán su objetivo.
Adso de Melk, a quien ya alguna vez ha descubierto las facultades de razonamiento que son superiores a cualquier otro Inquisidor y que le auxilian en su labor para encontrar hilos desaparecidos en el tiempo. Él es una de las piezas clave y a quien necesita para que pueda vislumbrar si el objeto es auténtico y sobre todo, las facultades que pueda tener si es que las posee. No hay otro Inquisidor idóneo para esta labor. No puede confiar en nadie más, el bibliotecario le es fiel, por lo que pondrá las manos al fuego para que Dios le ayude a que todo salga bien.
Si conoce bien a Adso, sabrá que algo de información al respecto ha de tener, sobre todo del objeto que irán a catalogar. Tiene la preparación para hacer ésto y más, pero sabedor de lo que implicaría que esta cosa fuera real, necesita a gente que lo proteja... ¿Quién? Lorenzo está fuera de la Inquisición y espera que siga estándolo, porque eso significaría que su hija logró obsesionarlo y atraparlo entre sus redes. De reojo ve uno de los informes y lo toma entre sus manos. Flynn Boyle. Podría ser, su entrenamiento en palabras de su abuelo fue "Perfecto, aunque le falta una buena misión para ver si sirve o no".
Una mujer, pero podría funcionar, no es una Inquisidora, lo cual tiene un punto en contra, pero sabe bien que su abuelo desea que pronto engrose las filas, así que podría ser su prueba de fuego. Revisa su expediente y decide que es prudente enviarla. Es una pena que su mejor Condenada esté en estos momentos en otra misión, pero es necesario y primordial que el Cardenal regrese al Vaticano sano y salvo. Es hermosa conforme la pintura que hay de ella, pero por su entrenamiento espera que no entorpezca la misión. Chasquea la lengua y toma la copa de vino para darle un ligero sorbo... Aspira el bouquet y sonríe al idear algo. Toma la pluma y decide mandarle una misiva. Comprobará por sí mismo si la Cazadora es quien dice las cartas de su abuelo. La pluma escribe con rapidez:
Listo y ahora ¿Cómo controlarlos? Juliet no está, no confía en Silver por más que su hija insista en que es un buen Inquisidor. Además, necesitan mano fuerte para que la misión siga su camino y no tengan problemas. Una es un soldado que no está acostumbrada a tomar sus propias decisiones, el otro un bibliotecario muy pacífico. Sí, necesitan a alguien que les infunda calor y les diga siempre qué hacer... un líder, pero ¿Quién? Toma la pipa y da una calada mirando hacia la chimenea pensativo. Târsil descartado porque odia a los sobrenaturales y su carácter es peor de incontrolable, Thorna igual pues sigue en su investigación del Brujo... ojalá le vaya bien si no, ya tendrá que pensar en su castigo...
Yrina... saca el humo y entorna los ojos... Yrina... asiente con una sonrisa de satisfacción. Sí, ella... tiene el suficiente temperamento para hacer que estos dos se lo piensen antes de equivocarse. Su perfeccionismo dará como resultado que la empresa triunfe y no caiga en manos de un desconocido. Sí, la balanza perfecta entre los dos miembros de esta misión es ella. Quien medíe o bien, aplaste las ideologías contrarias a lo que Alejandro II busca. Sonríe divertido al pensar lo que pasarán los tres unidos en esta tarea, pero está seguro de que no hay una mejor opción. Yrina con su arrogancia, su ego inflado, su intolerancia al fracaso, a la imperfección es realmente una de sus mejores inquisidoras, pero sin embargo el ser la Líder de la Facción Tercera le permite acceder a inventos que ni en sueños Adso y Vanessa podrían tener.
Y no sólo eso, en caso de que Vanessa falle en su tarea de proteger a Adso, Yrina tiene el entrenamiento perfecto para ella sola hacer toda la misión y traer el objeto. No lo sabrá analizar, pero el Sumo Pontífice sonríe al pensar que seguramente en su afán de hacer todo impecable, es capaz de también llevar al Vaticano al mejor experto en historia. Ríe al imaginarlo porque de verdad la puede ver entrando al despacho y diciéndole que todos fallaron menos ella. No hay duda, las elecciones están bien hechas, ahora sólo es cuestión de tiempo y de que Dios les ayude en su empresa. Toma la pluma y escribe la carta:
Así que primero tendrá a Adso frente a él, el tiempo suficiente para decirle lo que tiene que saber. Luego hará pasar a Vanessa para explicarle lo que necesita. Y al final, a Yrina. Media hora es ideal para cada uno. Aunque seguro se sorprenderán todos cuando sepan que son parte del mismo grupo. Inteligencia, Astucia y Perseverancia. Los tres se nivelan, pero ojalá sus defectos no sean los que echen por tierra la misión... Llama al mensajero y le entrega las misivas, por hoy... la tarea está hecha...
Se alzan tantas historias que es imposible vislumbrar la veracidad de la falacia. Expertos lo observan, lo tienen entre sus manos y al no tener el dinero suficiente tienen que ver con dolor cómo se les va, cómo lo alejan de ellos y asímismo, de los secretos que oculta. ¿Será verdad o será mentira que su poder no es sólo histórico si no místico? ¿Tiene relación con los sobrenaturales? ¿Fue creada por ellos? Incógnitas sin respuestas, sin una posible idea de lo que se pueda lograr con él. Hay quienes dicen que al tocarlo se curaron de males como la peste... Que vivieron muchos años más... Que pudieron caminar... Que llegaron a una comprensión del universo que jamás nadie obtuvo... Que viajaron en el tiempo...
Calumnias dentro del mito, las leyendas son eso al paso de los años y no hay formas de saber qué tienen de cierto y qué son pura falsedad. Sin embargo, si ese objeto estuviera en manos de la Inquisición, si pudieran tenerlo para catalogarlo, analizarlo, revisarlo y justificar los dichos o desestimar las quimeras... ¿No sería importante que pudieran obtenerlo? Alguien dentro del Santo Ofico decidió que sí y corriendo fue a con el Sumo Pontífice a explicarle todo lo que sabía al respecto. El Papa, entendiendo la magnitud de lo que entre manos se tiene y más que nada, que ese ente puede ser la solución a sus constantes devenires solicitará la presencia de tres Inquisidores en los cuales tiene la plena confianza de que lograrán su objetivo.
Adso de Melk, a quien ya alguna vez ha descubierto las facultades de razonamiento que son superiores a cualquier otro Inquisidor y que le auxilian en su labor para encontrar hilos desaparecidos en el tiempo. Él es una de las piezas clave y a quien necesita para que pueda vislumbrar si el objeto es auténtico y sobre todo, las facultades que pueda tener si es que las posee. No hay otro Inquisidor idóneo para esta labor. No puede confiar en nadie más, el bibliotecario le es fiel, por lo que pondrá las manos al fuego para que Dios le ayude a que todo salga bien.
Querido hijo: Tus ocupaciones son parte de la obra de Dios, alabo tu dedicación. Sin embargo, necesito te presentes ante mí el día de mañana a las 9:00 pm. en mi despacho. Dios te bendiga. Alejandro II Borgia El Papa |
Si conoce bien a Adso, sabrá que algo de información al respecto ha de tener, sobre todo del objeto que irán a catalogar. Tiene la preparación para hacer ésto y más, pero sabedor de lo que implicaría que esta cosa fuera real, necesita a gente que lo proteja... ¿Quién? Lorenzo está fuera de la Inquisición y espera que siga estándolo, porque eso significaría que su hija logró obsesionarlo y atraparlo entre sus redes. De reojo ve uno de los informes y lo toma entre sus manos. Flynn Boyle. Podría ser, su entrenamiento en palabras de su abuelo fue "Perfecto, aunque le falta una buena misión para ver si sirve o no".
Una mujer, pero podría funcionar, no es una Inquisidora, lo cual tiene un punto en contra, pero sabe bien que su abuelo desea que pronto engrose las filas, así que podría ser su prueba de fuego. Revisa su expediente y decide que es prudente enviarla. Es una pena que su mejor Condenada esté en estos momentos en otra misión, pero es necesario y primordial que el Cardenal regrese al Vaticano sano y salvo. Es hermosa conforme la pintura que hay de ella, pero por su entrenamiento espera que no entorpezca la misión. Chasquea la lengua y toma la copa de vino para darle un ligero sorbo... Aspira el bouquet y sonríe al idear algo. Toma la pluma y decide mandarle una misiva. Comprobará por sí mismo si la Cazadora es quien dice las cartas de su abuelo. La pluma escribe con rapidez:
Querida Hija: Bienaventurados los que han tenido una mano guiadora, porque de ellos es el reino de Dios. Vuestro abuelo me ha enviado cartas respecto de tí y me ha ofrecido vuestros servicios, así espero que el día de mañana estés en mi despacho a las 9:30 de la noche. Si decides no aceptar, con devolver la carta con el emisario es más que suficiente. Dios te bendiga Alejandro II Borgia El Papa |
Listo y ahora ¿Cómo controlarlos? Juliet no está, no confía en Silver por más que su hija insista en que es un buen Inquisidor. Además, necesitan mano fuerte para que la misión siga su camino y no tengan problemas. Una es un soldado que no está acostumbrada a tomar sus propias decisiones, el otro un bibliotecario muy pacífico. Sí, necesitan a alguien que les infunda calor y les diga siempre qué hacer... un líder, pero ¿Quién? Toma la pipa y da una calada mirando hacia la chimenea pensativo. Târsil descartado porque odia a los sobrenaturales y su carácter es peor de incontrolable, Thorna igual pues sigue en su investigación del Brujo... ojalá le vaya bien si no, ya tendrá que pensar en su castigo...
Yrina... saca el humo y entorna los ojos... Yrina... asiente con una sonrisa de satisfacción. Sí, ella... tiene el suficiente temperamento para hacer que estos dos se lo piensen antes de equivocarse. Su perfeccionismo dará como resultado que la empresa triunfe y no caiga en manos de un desconocido. Sí, la balanza perfecta entre los dos miembros de esta misión es ella. Quien medíe o bien, aplaste las ideologías contrarias a lo que Alejandro II busca. Sonríe divertido al pensar lo que pasarán los tres unidos en esta tarea, pero está seguro de que no hay una mejor opción. Yrina con su arrogancia, su ego inflado, su intolerancia al fracaso, a la imperfección es realmente una de sus mejores inquisidoras, pero sin embargo el ser la Líder de la Facción Tercera le permite acceder a inventos que ni en sueños Adso y Vanessa podrían tener.
Y no sólo eso, en caso de que Vanessa falle en su tarea de proteger a Adso, Yrina tiene el entrenamiento perfecto para ella sola hacer toda la misión y traer el objeto. No lo sabrá analizar, pero el Sumo Pontífice sonríe al pensar que seguramente en su afán de hacer todo impecable, es capaz de también llevar al Vaticano al mejor experto en historia. Ríe al imaginarlo porque de verdad la puede ver entrando al despacho y diciéndole que todos fallaron menos ella. No hay duda, las elecciones están bien hechas, ahora sólo es cuestión de tiempo y de que Dios les ayude en su empresa. Toma la pluma y escribe la carta:
Hija mía: Necesito de tu perfección. Por favor llega mañana a las 10:00 pm para que te informe para qué estás siendo requerida. Dios te bendiga Alejandro II Borgia El Papa |
Así que primero tendrá a Adso frente a él, el tiempo suficiente para decirle lo que tiene que saber. Luego hará pasar a Vanessa para explicarle lo que necesita. Y al final, a Yrina. Media hora es ideal para cada uno. Aunque seguro se sorprenderán todos cuando sepan que son parte del mismo grupo. Inteligencia, Astucia y Perseverancia. Los tres se nivelan, pero ojalá sus defectos no sean los que echen por tierra la misión... Llama al mensajero y le entrega las misivas, por hoy... la tarea está hecha...
Última edición por Papa Borgia el Dom Jun 10, 2012 2:42 pm, editado 1 vez
Papa Borgia- Humano Clase Alta/Miembro de la Iglesia
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Re: ¿Verdad o Mentira? (In Gladius Dei) {Privado}
Era una misiva breve. Alejandro no necesitaba deshacerse en explicaciones para solicitar su presencia y a él tampoco le hacían falta. Ni por equivocación hubiera osado negarse a acudir a un llamado del jefe supremo de la Santa Iglesia: él era su siervo, uno más, hijo amantísimo del Señor, aun siendo un ente maldito.
Despidió al mensajero de cualquier manera, tomó asiento en la austera silla detrás de su escritorio y permaneció un rato en silencio, totalmente inmóvil, sin reanudar sus lecturas ni escribir nada. Se preguntaba cuál sería el motivo para esa nueva convocatoria, en la que adivinaba cierto apremio, pues de otro modo bien podría haber llamado a cualquiera de los otros bibliotecarios (cada uno tan dedicado como se lo permitía su propia capacidad). Debía ser algo especialmente difícil de tratar, algo cuya antigüedad precisaba la incondicional entrega de Adso. No obstante, prefería no darle demasiadas vueltas al asunto si después de todo los motivos le serían revelados a la noche siguiente; era mejor mantenerse en calma, con la cabeza lúcida y la convicción de que podía desempeñar adecuadamente cualquier trabajo que le pusieran enfrente. Todo fuera por contribuir en la santa labor de la Inquisición (y de salvar su alma, por supuesto).
Se alimentó hasta la saciedad antes de acudir ante la presencia del Sumo Pontífice, pues su cabeza no le permitía olvidar aquel vergonzoso episodio en que Borgia atisbó tan de cerca de su monstruo interior. Se sentía ligeramente embotado, aunque igual adoptó su acostumbrado semblante serio y se encaminó por los pasillos del edificio a paso rápido, pero sin demostrar agitación alguna.
Todavía faltaban algunos minutos para la hora exacta de la cita, pero él tenía por costumbre anticiparse un poco. Uno de los relojes que adornaban el recinto indicaba que faltaban cinco minutos para la hora marcada en la nota, pero el inquisidor no tardó mucho más en hallarse frente a la puerta del despacho del Papa Alejandro. Golpeó tres veces y se anunció ceremoniosamente. – Es Adso de Melk, Santidad – y esperó la indicación que le permitiera cruzar el umbral de aquellos aposentos.
Un momento más tarde se hallaba dentro, saludó con la debida deferencia a su superior, obedeciendo lo marcado por las jerarquías y se puso a su disposición humildemente. – He recibido su nota. Estoy a sus órdenes-.
Despidió al mensajero de cualquier manera, tomó asiento en la austera silla detrás de su escritorio y permaneció un rato en silencio, totalmente inmóvil, sin reanudar sus lecturas ni escribir nada. Se preguntaba cuál sería el motivo para esa nueva convocatoria, en la que adivinaba cierto apremio, pues de otro modo bien podría haber llamado a cualquiera de los otros bibliotecarios (cada uno tan dedicado como se lo permitía su propia capacidad). Debía ser algo especialmente difícil de tratar, algo cuya antigüedad precisaba la incondicional entrega de Adso. No obstante, prefería no darle demasiadas vueltas al asunto si después de todo los motivos le serían revelados a la noche siguiente; era mejor mantenerse en calma, con la cabeza lúcida y la convicción de que podía desempeñar adecuadamente cualquier trabajo que le pusieran enfrente. Todo fuera por contribuir en la santa labor de la Inquisición (y de salvar su alma, por supuesto).
Se alimentó hasta la saciedad antes de acudir ante la presencia del Sumo Pontífice, pues su cabeza no le permitía olvidar aquel vergonzoso episodio en que Borgia atisbó tan de cerca de su monstruo interior. Se sentía ligeramente embotado, aunque igual adoptó su acostumbrado semblante serio y se encaminó por los pasillos del edificio a paso rápido, pero sin demostrar agitación alguna.
Todavía faltaban algunos minutos para la hora exacta de la cita, pero él tenía por costumbre anticiparse un poco. Uno de los relojes que adornaban el recinto indicaba que faltaban cinco minutos para la hora marcada en la nota, pero el inquisidor no tardó mucho más en hallarse frente a la puerta del despacho del Papa Alejandro. Golpeó tres veces y se anunció ceremoniosamente. – Es Adso de Melk, Santidad – y esperó la indicación que le permitiera cruzar el umbral de aquellos aposentos.
Un momento más tarde se hallaba dentro, saludó con la debida deferencia a su superior, obedeciendo lo marcado por las jerarquías y se puso a su disposición humildemente. – He recibido su nota. Estoy a sus órdenes-.
Adso de Melk- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: ¿Verdad o Mentira? (In Gladius Dei) {Privado}
El día y la noche eran insignificantes cuando me encontraba en las instalaciones especiales para los Tecnólogos, vaya nombre, siempre se me había parecido muy curioso que nos llamaran así, ¿A caso existía aquella palabra? Claro que si, desde que me habían dado el puesto averigüé de inmediato sobre aquello y sus derivados, para la época era algo así como los adelantos en áreas especificas, la mía, armas, los químicos y a ciencia exacta la mecánica, interesante labor para una mujer y más para una humana, ¿pero que pienso? Soy Yo y de mi se puede solamente esperar lo mejor, sonreí para mi mientras de mi bitácora de anotaciones continuaba apuntando las nuevas piezas para un arma en especial que con uno de mis más leales compañeros habíamos estado experimentando, un arma que la habían ocupado en el siglo XVI, la había encontrado en una de mis tantas excursiones por las bibliotecas de la Inquisición. Las pruebas para aquellas habían sido nefastas, me dedique todo un mes, o tal vez alguna semanas en revisar todo y juntar los planos necesarios para hacer de aquella simple daga un arma mortal oculta tras la manga de quien la posea. Mis dibujos con el tiempo se habían hecho mas precisos, todo hecho a primeras escalas. Cerrando mi bitácora me encamine hasta la puerta, un mensajero Papal, así se había anunciado, quitando el seguro a la entrada sin más que decir observe en silencio como el mensajero me extendía una carta con el cello Papal, agradecí y me volví a encerrar, desconfiaba de todo aquel que golpeaba, uno nunca sabia quien podía estar detrás. Ya en mi escritorio abrí la nota y leí atenta, preciso y consiso, - Ahí estaré – dije en voz alta.
Mire el reloj que colgaba de un cinto de mi vestido, un invento hecho para hombres que me daba el lujo de ocupar, aun faltaban minutos para la hora en que me había citado, como todos en la inquisición era una persona puntual, mas si se trataba de Alejandro. El silencio en aquellas instalaciones me gustaba los murmullos parecían venir de todos lados y a la vez de ninguno, poseía esa clase de arquitectura que cualquier arquitecto envidiaría. Me dedique a observar en silencio como por los penumbrosos pasillos recorría gente en silencio, todos en lo suyo como debía ser, el orden me gustaba por eso estaba donde tenía que estar. Me levante, y golpee dos o tres golpecillos anunciando mi llegada - Stalevolova, Su Santidad – espere la orden que llego desde adentro y me adentre a la oficina. Mis ojos se dirigieron a la primera persona que llamo mi atención. Quien más que el que representaba a Dios en la Tierra, con una sonrisa cálida y un gesto de reverencia me incline hacia el – Estoy a sus servicios – levante con cuidado mi cabeza y luego me dirigí a los presentes, con un saludo cordial, frio y educado. Mis pares no eran lo que me esperaba y un poco desconcertada por intuir lo que eran, aguarde silencio frente al mandatario de la iglesia y la inquisición. Algo podía prever, esto sería una nueva misión, una nueva historia para mis oídos y un nuevo desafío para la inquisición.
9:50 PM. Fuera de la oficina de su Santidad Alejandro II Borgia el Papa.
Mire el reloj que colgaba de un cinto de mi vestido, un invento hecho para hombres que me daba el lujo de ocupar, aun faltaban minutos para la hora en que me había citado, como todos en la inquisición era una persona puntual, mas si se trataba de Alejandro. El silencio en aquellas instalaciones me gustaba los murmullos parecían venir de todos lados y a la vez de ninguno, poseía esa clase de arquitectura que cualquier arquitecto envidiaría. Me dedique a observar en silencio como por los penumbrosos pasillos recorría gente en silencio, todos en lo suyo como debía ser, el orden me gustaba por eso estaba donde tenía que estar. Me levante, y golpee dos o tres golpecillos anunciando mi llegada - Stalevolova, Su Santidad – espere la orden que llego desde adentro y me adentre a la oficina. Mis ojos se dirigieron a la primera persona que llamo mi atención. Quien más que el que representaba a Dios en la Tierra, con una sonrisa cálida y un gesto de reverencia me incline hacia el – Estoy a sus servicios – levante con cuidado mi cabeza y luego me dirigí a los presentes, con un saludo cordial, frio y educado. Mis pares no eran lo que me esperaba y un poco desconcertada por intuir lo que eran, aguarde silencio frente al mandatario de la iglesia y la inquisición. Algo podía prever, esto sería una nueva misión, una nueva historia para mis oídos y un nuevo desafío para la inquisición.
Yrina Stalevolova- Inquisidor Clase Alta
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Re: ¿Verdad o Mentira? (In Gladius Dei) {Privado}
Un día calmando en la mansión de la baronesa fue interrumpido por los gritos de una de sus doncellas, que daba aviso de que una carta importante había llegado, no le doy importancia pues la baronesa de nombre Vanessa, no interrumpe su entrenamiento por nada, así sea del mismo papa, para ella estar en plena forma es algo muy importante por que solo acento con la cabeza y le ordeno que la leyera para ella.
Escucho con claridad las palabras de su joven doncella, era corta la carta y sin dar mayor explicación que la hora de la cita con el santo padre, en su mente solo podía pensar que la hora de que tanto entrenamiento fuera de utilidad, pues un llamado así usualmente es para una misión, por que le ordeno a la joven que preparara su baño y su ropa pues saldría de inmediato hacia el vaticano, pues tendría la oportunidad de hablar con el santo padre y preguntarle si el que esta enterado de todo lo oscuro de la vida, sabría algo de su pequeña hermana, por que apresurada se desvistió y entro a la tina para ser bañada por sus jóvenes doncellas.
El baño fue mas corto de lo inusual pues Vanessa tenia prisa de salir hacia el vaticano, pues el viaje es largo y el tiempo corto, camino hasta su cuarto con solo una ligera toalla, para encontrarse con su ropa preparada, un pantalón de cuero para poder moverse con rapidez y no perder agilidad, un peto de plata para proteger su delicado cuerpo, y una camisa de seda que cubra su peto, unas botas piel con punta de acero para poder causar daño al golpe, y su inseparable relicario que se puso al cuello, no mas no menos, lo indispensable para no dañar su movilidad, prepara y vestida camino hasta su librero para tomar una llave dorado, con el emblema del clan adornándola, camino hasta un pequeño cuarto de tras de su cama, para abrir la puerta de su armería, de hay tomo las gemelas, las pistolas hechas para usa de ella, una de plata para matar a los licántropos, y una de oro, vendita en tierra santa para matar a los seres de vida eterna, siempre al cinto para sacarlas en cualquier situación, de mas adentro la daga de su abuelo para matar con delicadeza, de una gran repisa tomo la espada que le fue conferida, que la nombra la mas poderosa del clan.
Salió de la habitación cerrando el cuarto con un portazo, se dirigió hacia la salida, donde ya la esperaban sus doncellas con su gabardina y su sombrero, les mostro una sonrisa y se despidió de ellas, pues no sabia cuanto tiempo estaría sola, tomo su gabardina, se puso su sombrero de ala ancha, y subió hacia el carruaje que la llevaría hasta el barco que la llevaría hasta roma, sus pensamientos dispersos la hicieron percatarse de que no estaba preparada, tal vez seria la ansiedad de dejar su país o simplemente nostalgia, pero ordeno al cochero dar vuelta hasta la abadía del clan donde descansan sus padre, tomo mas de lo previsto la visita a la abadía, se hizo de noche, y una voz conocida la regreso de sus recuerdos.
-que hace aquí la mas poderosa del clan.
Sorprendida y algo desorientada, fijo su vista en aquel hombre que le hablaba y al paso de segundos reacciono y le contesto, con algo de nostalgia y con voz temblorosa.
-abuelo he recibido una carta del santo padre, me quiere en el vaticano, pero estoy dudando de mis capacidades, abuelo siento miedo, tu has sentido algo igual.
Aquel hombre con un solo brazo le contesto con los grandes caballeros de antaño.
-sentir miedo es algo que no hace poder entender lo que pasa a nuestro alrededor, el miedo puede ser tu mejor amigo o tu peor enemigo, pero no entiendo tu miedo, tu eres todo lo que soñé ser, no vengas que esos pensamientos estúpidos de temor.
La baronesa simplemente empezó a reírse, y a ha entender lo que pasaba con ella, pues no era nostalgia, no era miedo, era simplemente que olvido quien era ella.
-tienes razón soy Vanessa Flynn Boyle, y mi único temor es el temor a dios y a nuestra amada reina, bueno abuelo gracias por regresarme a la realidad, tengo que partir hacia el resurgimiento de nuestro clan.
Aquel viejo hombre se acercó a ella, acaricio su cara y después paso a abofetearla, para que jamás olvidara quien era, pues la derrota de un caballero es perderse a si mismo, pero antes de que la nieta partiera la detuvo.
-sígueme antes de que te vallas quiero que le entregues algo a su santidad, algo que puede que le guste, tanto como el día que yo recibí tan gran regalo.
La baronesa camino hasta una habitación con su abuelo y hay le dio su abuelo algo que solo conocía en los libros antiguos, algo tan importante en la historia de Inglaterra, como la de la misma iglesia, tomo el regalo y lo metió en una caja con el seño del clan y el escudo ingles, con una sonrisa se retiro de la abadía hasta abordar el barco que zarpo mas tarde de lo programado, el viaje fue mas tranquilo de lo imaginada las aguas fueron calmas, eran dos días en barco y dos mas a caballo; los días pasaron rápido los marineros pasaba hablando de sus leyendas con la joven baronesa, sabiduría popular pensaba Vanessa algo común en lo marinos, historias de terribles monstros que llegan a Europa, de todas partes y de una organización mas clandestina que la de la rosa blanca, pero historias pensó ella, mientras que le barco anclaba en al costa Vanessa montaba su noble corcel que la esperaba a la salida del puerto, cabalgo noche y día, por dos días, hasta llegar a las Italia donde simplemente tomo con calma su llegada, pues algo que no le gustaba era estar sucia así que busco un lugar para descansar, lavarse y comer algo, todo aquello lo realizo, hasta quedase dormida ala horilla de un hermoso lago, las horas pasaron una tras otras la noche cubrió con su oscuridad, los caminos a un dormida y viajando en sus sueños , fue bruscamente despertada por el relinche de su caballo que sentía el miedo de la noche, se despertó y moto de nuevo no sabia la hora, pero llevo a su caballo al máximo de su galope.
Entro a la capital de la iglesia a las once cuarenta y cinco de la noche, si cita era a las nueve y media, pero el tiempo es algo que no la preocupa, pues el tiempo es solo un obstáculo para las personas, razón por la que no lleva sobre ella reloj alguno, pues el tiempo es algo que en ella no cuenta; salto de su caballo negro de melena larga que cabalgo solo hasta la puerta, donde los guardias lo de tuvieron, mientras los guardias intentaban agarrar al caballo, Vanessa aprovecho para trepar hasta una de las ventanas del santo lugar de descanso de la piedra de la iglesia, abrió un ventana con cuidado y entro sin que nade se diera cuenta, pues esconder su presencia es algo que esta entrenada a hacer, y siempre es un reto para ella entrar a los lugares mas difícil de entrar, camino por los largos y adornados pasillos, viendo los hermosos cuadros que los adornaban, de aquellos antiguos servidores de la iglesia, de pronto vio una sombra, delgada la siguió sigilosamente, escuchando en la oscuridad hoyo mencionar su nombre y que la esperaba el santo padre, se acercó hasta el dueño de aquella sombra y lo tomo por la espalda, desprevenido, le dijo.
-en donde se encuentra su santidad, pues me esta esperando.
Aquel hombre de dios hablo rápido y fluido, al parecer toda habla cuando pierden su espíritu a causa del miedo, pensó, ubicando la habitación, adormeció al sirviente de su santidad y lo dejo en una antigua silla.
-la habitación de su santidad esta del otro lado será mejor aventajar camino por la azotea es mas rápido y mas cómodo pues esta caja es muy estorbosa.
Salió de nuevo por una de las ventas, se empezó a mover como las sombras, por algo la llamaba la dama de las sombras, pasando desapercibida ante los ojos de aquellos que cuidaban tan santo lugar, al fin lego a su destino pero no seria correcto entrar por la venta pensó tal vez podía alterar y causar una mala impresión, por que entro una habitación antes y salió tranquila por la puerta, donde no había nadie, pues al parecer al hombre que dejo atrás era el anunciante, pero bueno lo hecho, hecho esta, pensó.
Toco a al puerta y la abrió con la mano derecha pues con la izquierda sostenía el regalo para su santidad, entro y vio la cara de malhumorada de las personas hay dentro, cosa que le paso de largo pues, la gente como los inquisidores son algo que no le importa mucho, pues su honor deja mucho que desear a las palabras de su abuelo.
-su santidad Vanessa Flynn Boyle baronesa de Inglaterra, esta a sus servicios.
Se quito el sombrero e hizo una reverencia de esas que tuvo que aprender, para ser una dama de la realeza.
-espero perdone mi retraso, pero digamos que no me fue mas complicado entrar, pero dejando mi retraso de largo he traído algo para usted como regalo de mi abuelo, algo que es muy kaliso para todo ingles que se diga conocedor de su historia, he aquí la espada de Ricardo Corazón De León, misma que enfrento a Saladino por Jerusalén, es algo que mi abuelo desea que usted tenga, espero sea de su agrado.
Dejo la caja con la espada en el escritorio de su santidad, mientras las caras largas de las personas era algo mas que evidente, las miro de arriba abajo, un hombre y una mujer, que pasara ahora, penso
Escucho con claridad las palabras de su joven doncella, era corta la carta y sin dar mayor explicación que la hora de la cita con el santo padre, en su mente solo podía pensar que la hora de que tanto entrenamiento fuera de utilidad, pues un llamado así usualmente es para una misión, por que le ordeno a la joven que preparara su baño y su ropa pues saldría de inmediato hacia el vaticano, pues tendría la oportunidad de hablar con el santo padre y preguntarle si el que esta enterado de todo lo oscuro de la vida, sabría algo de su pequeña hermana, por que apresurada se desvistió y entro a la tina para ser bañada por sus jóvenes doncellas.
El baño fue mas corto de lo inusual pues Vanessa tenia prisa de salir hacia el vaticano, pues el viaje es largo y el tiempo corto, camino hasta su cuarto con solo una ligera toalla, para encontrarse con su ropa preparada, un pantalón de cuero para poder moverse con rapidez y no perder agilidad, un peto de plata para proteger su delicado cuerpo, y una camisa de seda que cubra su peto, unas botas piel con punta de acero para poder causar daño al golpe, y su inseparable relicario que se puso al cuello, no mas no menos, lo indispensable para no dañar su movilidad, prepara y vestida camino hasta su librero para tomar una llave dorado, con el emblema del clan adornándola, camino hasta un pequeño cuarto de tras de su cama, para abrir la puerta de su armería, de hay tomo las gemelas, las pistolas hechas para usa de ella, una de plata para matar a los licántropos, y una de oro, vendita en tierra santa para matar a los seres de vida eterna, siempre al cinto para sacarlas en cualquier situación, de mas adentro la daga de su abuelo para matar con delicadeza, de una gran repisa tomo la espada que le fue conferida, que la nombra la mas poderosa del clan.
Salió de la habitación cerrando el cuarto con un portazo, se dirigió hacia la salida, donde ya la esperaban sus doncellas con su gabardina y su sombrero, les mostro una sonrisa y se despidió de ellas, pues no sabia cuanto tiempo estaría sola, tomo su gabardina, se puso su sombrero de ala ancha, y subió hacia el carruaje que la llevaría hasta el barco que la llevaría hasta roma, sus pensamientos dispersos la hicieron percatarse de que no estaba preparada, tal vez seria la ansiedad de dejar su país o simplemente nostalgia, pero ordeno al cochero dar vuelta hasta la abadía del clan donde descansan sus padre, tomo mas de lo previsto la visita a la abadía, se hizo de noche, y una voz conocida la regreso de sus recuerdos.
-que hace aquí la mas poderosa del clan.
Sorprendida y algo desorientada, fijo su vista en aquel hombre que le hablaba y al paso de segundos reacciono y le contesto, con algo de nostalgia y con voz temblorosa.
-abuelo he recibido una carta del santo padre, me quiere en el vaticano, pero estoy dudando de mis capacidades, abuelo siento miedo, tu has sentido algo igual.
Aquel hombre con un solo brazo le contesto con los grandes caballeros de antaño.
-sentir miedo es algo que no hace poder entender lo que pasa a nuestro alrededor, el miedo puede ser tu mejor amigo o tu peor enemigo, pero no entiendo tu miedo, tu eres todo lo que soñé ser, no vengas que esos pensamientos estúpidos de temor.
La baronesa simplemente empezó a reírse, y a ha entender lo que pasaba con ella, pues no era nostalgia, no era miedo, era simplemente que olvido quien era ella.
-tienes razón soy Vanessa Flynn Boyle, y mi único temor es el temor a dios y a nuestra amada reina, bueno abuelo gracias por regresarme a la realidad, tengo que partir hacia el resurgimiento de nuestro clan.
Aquel viejo hombre se acercó a ella, acaricio su cara y después paso a abofetearla, para que jamás olvidara quien era, pues la derrota de un caballero es perderse a si mismo, pero antes de que la nieta partiera la detuvo.
-sígueme antes de que te vallas quiero que le entregues algo a su santidad, algo que puede que le guste, tanto como el día que yo recibí tan gran regalo.
La baronesa camino hasta una habitación con su abuelo y hay le dio su abuelo algo que solo conocía en los libros antiguos, algo tan importante en la historia de Inglaterra, como la de la misma iglesia, tomo el regalo y lo metió en una caja con el seño del clan y el escudo ingles, con una sonrisa se retiro de la abadía hasta abordar el barco que zarpo mas tarde de lo programado, el viaje fue mas tranquilo de lo imaginada las aguas fueron calmas, eran dos días en barco y dos mas a caballo; los días pasaron rápido los marineros pasaba hablando de sus leyendas con la joven baronesa, sabiduría popular pensaba Vanessa algo común en lo marinos, historias de terribles monstros que llegan a Europa, de todas partes y de una organización mas clandestina que la de la rosa blanca, pero historias pensó ella, mientras que le barco anclaba en al costa Vanessa montaba su noble corcel que la esperaba a la salida del puerto, cabalgo noche y día, por dos días, hasta llegar a las Italia donde simplemente tomo con calma su llegada, pues algo que no le gustaba era estar sucia así que busco un lugar para descansar, lavarse y comer algo, todo aquello lo realizo, hasta quedase dormida ala horilla de un hermoso lago, las horas pasaron una tras otras la noche cubrió con su oscuridad, los caminos a un dormida y viajando en sus sueños , fue bruscamente despertada por el relinche de su caballo que sentía el miedo de la noche, se despertó y moto de nuevo no sabia la hora, pero llevo a su caballo al máximo de su galope.
Entro a la capital de la iglesia a las once cuarenta y cinco de la noche, si cita era a las nueve y media, pero el tiempo es algo que no la preocupa, pues el tiempo es solo un obstáculo para las personas, razón por la que no lleva sobre ella reloj alguno, pues el tiempo es algo que en ella no cuenta; salto de su caballo negro de melena larga que cabalgo solo hasta la puerta, donde los guardias lo de tuvieron, mientras los guardias intentaban agarrar al caballo, Vanessa aprovecho para trepar hasta una de las ventanas del santo lugar de descanso de la piedra de la iglesia, abrió un ventana con cuidado y entro sin que nade se diera cuenta, pues esconder su presencia es algo que esta entrenada a hacer, y siempre es un reto para ella entrar a los lugares mas difícil de entrar, camino por los largos y adornados pasillos, viendo los hermosos cuadros que los adornaban, de aquellos antiguos servidores de la iglesia, de pronto vio una sombra, delgada la siguió sigilosamente, escuchando en la oscuridad hoyo mencionar su nombre y que la esperaba el santo padre, se acercó hasta el dueño de aquella sombra y lo tomo por la espalda, desprevenido, le dijo.
-en donde se encuentra su santidad, pues me esta esperando.
Aquel hombre de dios hablo rápido y fluido, al parecer toda habla cuando pierden su espíritu a causa del miedo, pensó, ubicando la habitación, adormeció al sirviente de su santidad y lo dejo en una antigua silla.
-la habitación de su santidad esta del otro lado será mejor aventajar camino por la azotea es mas rápido y mas cómodo pues esta caja es muy estorbosa.
Salió de nuevo por una de las ventas, se empezó a mover como las sombras, por algo la llamaba la dama de las sombras, pasando desapercibida ante los ojos de aquellos que cuidaban tan santo lugar, al fin lego a su destino pero no seria correcto entrar por la venta pensó tal vez podía alterar y causar una mala impresión, por que entro una habitación antes y salió tranquila por la puerta, donde no había nadie, pues al parecer al hombre que dejo atrás era el anunciante, pero bueno lo hecho, hecho esta, pensó.
Toco a al puerta y la abrió con la mano derecha pues con la izquierda sostenía el regalo para su santidad, entro y vio la cara de malhumorada de las personas hay dentro, cosa que le paso de largo pues, la gente como los inquisidores son algo que no le importa mucho, pues su honor deja mucho que desear a las palabras de su abuelo.
-su santidad Vanessa Flynn Boyle baronesa de Inglaterra, esta a sus servicios.
Se quito el sombrero e hizo una reverencia de esas que tuvo que aprender, para ser una dama de la realeza.
-espero perdone mi retraso, pero digamos que no me fue mas complicado entrar, pero dejando mi retraso de largo he traído algo para usted como regalo de mi abuelo, algo que es muy kaliso para todo ingles que se diga conocedor de su historia, he aquí la espada de Ricardo Corazón De León, misma que enfrento a Saladino por Jerusalén, es algo que mi abuelo desea que usted tenga, espero sea de su agrado.
Dejo la caja con la espada en el escritorio de su santidad, mientras las caras largas de las personas era algo mas que evidente, las miro de arriba abajo, un hombre y una mujer, que pasara ahora, penso
Vanessa Flynn Boyle- Cazador/Realeza
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Re: ¿Verdad o Mentira? (In Gladius Dei) {Privado}
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca…
Juan 15:16
Esa noche se encuentra Alejandro revisando unos papeles con una taza de café a su lado en total silencio y concentración cuando el reloj marca la hora para que Adso llegue y sin hacerle esperar, la puerta se abre para dar lugar al joven -en apariencia- bibliotecario que se acerca con paso respetuoso hacia donde Alejandro II le espera y le observa con intensidad, la tonalidad de la piel le hace consciente de que aprendió la lección de la noche pasada, por lo que extiende la mano para que tome asiento y entrelaza los dedos para pensar qué decirle o cómo hacerlo. Darles mucha información en ocasiones no es adecuado y darles poca no ayudaría a que buscara lo que necesita. Se queda en silencio antes de levantarse caminando hasta la ventana en la que admira el cielo cuya luna brilla en el firmamento.
- Tengo una misión para tí, se trata de un objeto, un pergamino, un libro, un manuscrito, no se sabe a ciencia cierta qué es, pero dicen que es tan antiguo como la misma Babilonia o inclusive más. Deberás encontrarlo y traerlo a Roma sin perderlo. Acá podrás catalogarlo. Dicen que está en las profundidades del Mar Muerto, ahí buscarás a Jeremiah D'Rouse, él te dará la información necesaria. Está de más decir que no puedes regresar sin él y te mando a tí porque puedes reconocer una falsificación de su original. No me falles porque de ser así no habrá piedra que te oculte. No irás solo, te enviaré con una Inquisidora y una Cazadora. Ellas te protegerán y Adso, si debes robar... házlo. Si no tienes más preguntas, sal para que pueda entrar la siguiente persona que te acompañará.
Una vez el Bibliotecario obedece, Alejandro se queda esperando con desagrado la asistencia de la joven Flynn Boyle sin que aparezca a tiempo. Molesto por la pérdida de tiempo, permite el ingreso a su Líder de Facción Yrina a quien tendrá que darle doble misión. Una ahora y la otra cuando regrese, de buscar a los Flynn Boyle y decirles lo decepcionado que está de ellos por la falta de etiqueta de no indicarle que la señorita Vanessa no llegaría a la cita acordada. Retira de su oficina a todos aquéllos que durante el tiempo que el Sumo Pontífice esperó, ingresaron para que les firmara cartas o informarle de algunos avances. En el momento que estuvieron solos, Alejandro II señala con su mano una silla para que Yrina se siente y coloca las manos entrelazadas.
- Yrina, de más está decirte que confío en tí. Irás a una misión con un bibliotecario y se suponía que una novata a quien mandaré traer a punta de pistola si es necesario. Quiero que les mantengas bajo estricta vigilancia porque el bibliotecario es un vampiro. Sí, un Condenado, pero van en búsqueda de algo que me interesa tener y sin él, no podrían distinguir una piedra de un guijarro. Si ves que me traiciona, mátalo y tráeme lo que custodie con su vida. Si ves que la joven es un problema alecciónala y si no entiende, entonces yo no sabré qué le pasó y por qué ya no regresó - mira su escritorio y le quita una mota de polvo inexistente. Quiere el libro, cueste lo que cueste y si para eso tiene que prescindir de los otros dos, lo hará - Espero haya quedado claro. Los detalles se los daré en cuanto tenga a los tres que integrarán la comitiva, sobre todo en el momento en que la joven que me dejó plantado reciba su merecido. Si no tienes más dudas, puedes retirarte - la ira se denota en sus ojos. No hay peor cosa que le moleste que esperar en balde.
Un toque en la puerta mucho tiempo después, Alejandro II ha dejado esperando a Yrina y Adso durante todo este lapso con la finalidad de pensar a quién más incluir en la misión hasta que una joven se aparece en el umbral trayendo una caja con ella. El Papa la observa en silencio y ordena vuelvan a salir todos para mirar con detenimiento a la joven y escucharla. Así que la espada de Ricardo, interesante mas sin embargo no tiene nada que ver con lo que está esperando o lo que ansía poseer. Se pone en pie y se acerca indicándole que abra la caja. En cuanto ella lo hace mostrándole su contenido, el hombre le cruza el rostro con dos bofetadas que la hacen caer de espaldas por la violencia con que ejecuta el acto y la forma tan salvaje y sobre todo, sorpresiva con que lo ha hecho.
- Mira niña, no sé qué te habrá dicho tu abuelo, pero a mí no se me deja esperando. Se llega con puntualidad y tus modales dejan mucho que desear... si quieres ser una Inquisidora y ocupar un cargo aquí, tendrás que hacerte a la idea de que soy el Papa y se me respeta ¿Oíste? ¡¡¡SE ME RESPETA!!! - bramó importándole poco que le escucharan afuera, no le agradaba una mujer así, que llegara tan fresca y con una sonrisa en lugar de bajar la cabeza y pedir perdón de rodillas - Que sea la primera y única vez que te pasa ¿Entendiste? ¿ENTENDISTE? ¡¡¡CONTESTA CUANDO TE HABLO!!! - ya había perdido la paciencia en todo el tiempo que le esperó. Ahora sólo queda la ira y las ganas de desquitarse.
- Tengo una misión para tí, se trata de un objeto, un pergamino, un libro, un manuscrito, no se sabe a ciencia cierta qué es, pero dicen que es tan antiguo como la misma Babilonia o inclusive más. Deberás encontrarlo y traerlo a Roma sin perderlo. Acá podrás catalogarlo. Dicen que está en las profundidades del Mar Muerto, ahí buscarás a Jeremiah D'Rouse, él te dará la información necesaria. Está de más decir que no puedes regresar sin él y te mando a tí porque puedes reconocer una falsificación de su original. No me falles porque de ser así no habrá piedra que te oculte. No irás solo, te enviaré con una Inquisidora y una Cazadora. Ellas te protegerán y Adso, si debes robar... házlo. Si no tienes más preguntas, sal para que pueda entrar la siguiente persona que te acompañará.
Una vez el Bibliotecario obedece, Alejandro se queda esperando con desagrado la asistencia de la joven Flynn Boyle sin que aparezca a tiempo. Molesto por la pérdida de tiempo, permite el ingreso a su Líder de Facción Yrina a quien tendrá que darle doble misión. Una ahora y la otra cuando regrese, de buscar a los Flynn Boyle y decirles lo decepcionado que está de ellos por la falta de etiqueta de no indicarle que la señorita Vanessa no llegaría a la cita acordada. Retira de su oficina a todos aquéllos que durante el tiempo que el Sumo Pontífice esperó, ingresaron para que les firmara cartas o informarle de algunos avances. En el momento que estuvieron solos, Alejandro II señala con su mano una silla para que Yrina se siente y coloca las manos entrelazadas.
- Yrina, de más está decirte que confío en tí. Irás a una misión con un bibliotecario y se suponía que una novata a quien mandaré traer a punta de pistola si es necesario. Quiero que les mantengas bajo estricta vigilancia porque el bibliotecario es un vampiro. Sí, un Condenado, pero van en búsqueda de algo que me interesa tener y sin él, no podrían distinguir una piedra de un guijarro. Si ves que me traiciona, mátalo y tráeme lo que custodie con su vida. Si ves que la joven es un problema alecciónala y si no entiende, entonces yo no sabré qué le pasó y por qué ya no regresó - mira su escritorio y le quita una mota de polvo inexistente. Quiere el libro, cueste lo que cueste y si para eso tiene que prescindir de los otros dos, lo hará - Espero haya quedado claro. Los detalles se los daré en cuanto tenga a los tres que integrarán la comitiva, sobre todo en el momento en que la joven que me dejó plantado reciba su merecido. Si no tienes más dudas, puedes retirarte - la ira se denota en sus ojos. No hay peor cosa que le moleste que esperar en balde.
Un toque en la puerta mucho tiempo después, Alejandro II ha dejado esperando a Yrina y Adso durante todo este lapso con la finalidad de pensar a quién más incluir en la misión hasta que una joven se aparece en el umbral trayendo una caja con ella. El Papa la observa en silencio y ordena vuelvan a salir todos para mirar con detenimiento a la joven y escucharla. Así que la espada de Ricardo, interesante mas sin embargo no tiene nada que ver con lo que está esperando o lo que ansía poseer. Se pone en pie y se acerca indicándole que abra la caja. En cuanto ella lo hace mostrándole su contenido, el hombre le cruza el rostro con dos bofetadas que la hacen caer de espaldas por la violencia con que ejecuta el acto y la forma tan salvaje y sobre todo, sorpresiva con que lo ha hecho.
- Mira niña, no sé qué te habrá dicho tu abuelo, pero a mí no se me deja esperando. Se llega con puntualidad y tus modales dejan mucho que desear... si quieres ser una Inquisidora y ocupar un cargo aquí, tendrás que hacerte a la idea de que soy el Papa y se me respeta ¿Oíste? ¡¡¡SE ME RESPETA!!! - bramó importándole poco que le escucharan afuera, no le agradaba una mujer así, que llegara tan fresca y con una sonrisa en lugar de bajar la cabeza y pedir perdón de rodillas - Que sea la primera y única vez que te pasa ¿Entendiste? ¿ENTENDISTE? ¡¡¡CONTESTA CUANDO TE HABLO!!! - ya había perdido la paciencia en todo el tiempo que le esperó. Ahora sólo queda la ira y las ganas de desquitarse.
Papa Borgia- Humano Clase Alta/Miembro de la Iglesia
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Re: ¿Verdad o Mentira? (In Gladius Dei) {Privado}
La severidad en el tono del pontífice lo hizo comprender que la importancia de la misión le exigiría sobreponerse a su marcada renuencia a trabajar en equipo. Órdenes son órdenes y si el artefacto en cuestión era tan precioso como había dejado ver Borgia con su apremio, no estarían de más las habilidades de miembros de las otras facciones. Él era un vampiro, claro, y eso resultaba ya una gran ventaja, pero su entrenamiento en combate era prácticamente nulo: no basta tener la fuerza, también hay que conocer la forma adecuada de utilizarla. La idea de que fueran hembras también le molestaba, pero sabía perfectamente que él no era nadie para objetar las decisiones de Su Santidad.
Escuchó atentamente y asintió en silencio. A él no le hacen falta aquellas amenazas para motivarlo a cumplir; sin embargo, ignorar qué tan capaces serán sus “compañeras” lo deja ligeramente preocupado. Lidiar con los humanos jóvenes le parece problemático debido a la arrogancia desmedida de que pueden hacer gala, incluso cuando –en su papel de Inquisidores- deberían ser ejemplos irrefutables de humildad. Contuvo un suspiro al pensar en eso y prefirió confiar en el intachable criterio de Alejandro, pues él jamás encomendaría algo tan delicado a un hato de incompetentes. Se avergonzó un poco, pero aquel pensamiento no era producto de la vanidad ni la soberbia, sino una clara conciencia de que los siglos lo han dotado con capacidades que difícilmente se pueden encontrar en seres cuya capacidad de aprendizaje se ve inevitablemente limitada por la mortalidad, por la finitud.
Se retiró y esperó en los alrededores del despacho alguna nueva indicación por parte de su superior. No sabía con certeza si el equipo sería presentado esa misma noche, pero comenzaba a sentirse curioso, ligeramente propenso a desear conocer cuanto antes a la cazadora y la otra inquisidora; quería averiguar qué cualidades tenían para que el Santo Padre las considerara dignas.
Escuchó atentamente y asintió en silencio. A él no le hacen falta aquellas amenazas para motivarlo a cumplir; sin embargo, ignorar qué tan capaces serán sus “compañeras” lo deja ligeramente preocupado. Lidiar con los humanos jóvenes le parece problemático debido a la arrogancia desmedida de que pueden hacer gala, incluso cuando –en su papel de Inquisidores- deberían ser ejemplos irrefutables de humildad. Contuvo un suspiro al pensar en eso y prefirió confiar en el intachable criterio de Alejandro, pues él jamás encomendaría algo tan delicado a un hato de incompetentes. Se avergonzó un poco, pero aquel pensamiento no era producto de la vanidad ni la soberbia, sino una clara conciencia de que los siglos lo han dotado con capacidades que difícilmente se pueden encontrar en seres cuya capacidad de aprendizaje se ve inevitablemente limitada por la mortalidad, por la finitud.
Se retiró y esperó en los alrededores del despacho alguna nueva indicación por parte de su superior. No sabía con certeza si el equipo sería presentado esa misma noche, pero comenzaba a sentirse curioso, ligeramente propenso a desear conocer cuanto antes a la cazadora y la otra inquisidora; quería averiguar qué cualidades tenían para que el Santo Padre las considerara dignas.
Adso de Melk- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: ¿Verdad o Mentira? (In Gladius Dei) {Privado}
Mi mentor siempre decía que la puntualidad era cosa de personas ejemplares, que tan solo con recibir una orden y hacerla uno dejaba a la vista que era confiable pero también existía la otra cara de la moneda ser impuntual era dejar en vista que nada le importaba. Cuando se trataba del Papa había que dejar todo de lado, ya que por algo nos necesitaba. Sabia más que nadie que la impuntualidad se pagaba y bien feo, mi mentor me había castigado más de una vez por faltar esa simple regla si te pedían a una hora había que llegar cinco minutos antes y aun así ya llegabas tarde. Lo había comprendido y aprendido.
Alejandro era de aquellos que el fin justifica los medios y yo pensaba exactamente igual, si había algo que hacer y mas que cuidar yo era la persona perfecta, hasta ahora siempre había sido perfecta para mi, más que nada. Tome aire mientras aquel el más alto de todo el poder hablaba sobre la misión que tenía que hacer, el confiaba en mi, esperaba que fuera cierto, porque yo no le fallaría, era leal como un perro pero faldera nunca, no hacia las cosas por agradar simplemente las hacía por cumplir. Me sorprendió que dijera que alguien lo tenía esperando en realidad debía ser un novato en este caso novata. La palabra vampiro llego a mi cabeza como un balde de agua fría suspire, tenia conocidos inquisidores que eran vampiros pero encontraba siempre que eran traidores, por pertenecer tan oscuro lugar la noche, no estaban vivos y faltaban a las leyes de la naturaleza.
Asentí con la cabeza, vigilar y si algo salía mal acabar con el condenado eso sería fácil, el no conocía mis trucos a la vez yo tampoco los ajenos, pero si algo tenia a mi favor era el factor sorpresa, el que solo un tecnólogo y el papa conocían, sonreí casi complacida con sus palabras, en realidad si confiaba en mi. Lo último me sorprendió aun mas, una cazadora novata, pensé, definitivamente la habían puesto con la peor persona, yo, claramente. Hacerla obedecer será más fácil de lo esperado, cuidar a dos personas, ahora seria la niñera de esta misión. ¿Qué mejor trabajo para una persona que no corrompía ni su alma? Asentí con la cabeza, despacio y me dirigí a las afueras de la oficina, aun faltaba la famosa cazadora.
En las afueras pude ver al Condenado que tendría que cuidar, un hombre normal, pálido pero demasiado normal su mirada no me decía nada, solo que si no cumplía el todo fracasaría, yo a cargo de un condenado alguna falencia tendría aquel hombre y eso era lo que tenía que proteger más que nada, al igual que tan preciado objeto por el cual íbamos, de lo que menos me preocupaba era por la cazadora esas eran fácil de manejar. Los gritos se hicieron escuchar y no me sorprendió que el papa actuara de esa manera, le había notado esa mirada de ira sádica que el tenia. Ahora tan solo había que esperar, hacían falta unas pequeña conversación más conocer al menos el nombre de aquel individuo y de la chica. A final de cuentas con solo observar tendría siquiera un perfil de lo que pudiera ocurrir.
Alejandro era de aquellos que el fin justifica los medios y yo pensaba exactamente igual, si había algo que hacer y mas que cuidar yo era la persona perfecta, hasta ahora siempre había sido perfecta para mi, más que nada. Tome aire mientras aquel el más alto de todo el poder hablaba sobre la misión que tenía que hacer, el confiaba en mi, esperaba que fuera cierto, porque yo no le fallaría, era leal como un perro pero faldera nunca, no hacia las cosas por agradar simplemente las hacía por cumplir. Me sorprendió que dijera que alguien lo tenía esperando en realidad debía ser un novato en este caso novata. La palabra vampiro llego a mi cabeza como un balde de agua fría suspire, tenia conocidos inquisidores que eran vampiros pero encontraba siempre que eran traidores, por pertenecer tan oscuro lugar la noche, no estaban vivos y faltaban a las leyes de la naturaleza.
Asentí con la cabeza, vigilar y si algo salía mal acabar con el condenado eso sería fácil, el no conocía mis trucos a la vez yo tampoco los ajenos, pero si algo tenia a mi favor era el factor sorpresa, el que solo un tecnólogo y el papa conocían, sonreí casi complacida con sus palabras, en realidad si confiaba en mi. Lo último me sorprendió aun mas, una cazadora novata, pensé, definitivamente la habían puesto con la peor persona, yo, claramente. Hacerla obedecer será más fácil de lo esperado, cuidar a dos personas, ahora seria la niñera de esta misión. ¿Qué mejor trabajo para una persona que no corrompía ni su alma? Asentí con la cabeza, despacio y me dirigí a las afueras de la oficina, aun faltaba la famosa cazadora.
En las afueras pude ver al Condenado que tendría que cuidar, un hombre normal, pálido pero demasiado normal su mirada no me decía nada, solo que si no cumplía el todo fracasaría, yo a cargo de un condenado alguna falencia tendría aquel hombre y eso era lo que tenía que proteger más que nada, al igual que tan preciado objeto por el cual íbamos, de lo que menos me preocupaba era por la cazadora esas eran fácil de manejar. Los gritos se hicieron escuchar y no me sorprendió que el papa actuara de esa manera, le había notado esa mirada de ira sádica que el tenia. Ahora tan solo había que esperar, hacían falta unas pequeña conversación más conocer al menos el nombre de aquel individuo y de la chica. A final de cuentas con solo observar tendría siquiera un perfil de lo que pudiera ocurrir.
Yrina Stalevolova- Inquisidor Clase Alta
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Re: ¿Verdad o Mentira? (In Gladius Dei) {Privado}
El carruaje se detuvo en la santa sede del Vaticano, dónde yo sólo pude alzar la vista para ver con detenimiento los ventanales de la enorme estructura ¿Era la Iglesia realmente la casa de Dios? O sólo eran unos usurpadores, que movían los hilos a su antojo, principalmente el hombre con mayor categoría; El santo padre, el papa, el enviado de Dios o como quiera que se le llamase y se le conociese. Para mí no eran más que un montón de hipócritas a los que tenía que servir difícilmente con la cabeza baja y hasta con honor y lealtad –una lealtad que poco mostraba cuando trataba de ocuparme de ocultar nombres de sobrenaturales- el llamado hacia la presencia de su santidad era “inmediata” por lo que me apresure. Los caminos de la vida me llevaban hasta dónde yo así lo dispusiera, pero cuando se trataba de Alejandro Borgia, difícilmente sabría qué tipo de tarea pondría a mi cargo, sobre todo cuando la ambición de ese hombre por desaparecer a todo sobrenatural que se le interponga no deja de existir, ni de menguar.
Mi avance de por si rápido pues así estoy acostumbrada a manejarme, culminó en unas escaleras amplias y elegantes de mármol, dentro del edificio pude notar toda clase de santos y vírgenes que colgaban en cuadros o se dibujaban en estatuas, parecían que deseaban cubrir con estas imágenes religiosas cada pecado que ellos cometían e intencionalmente tapaban para no ser juzgados. No odiaba a la Iglesia, tampoco a Dios, odiaba quienes manejaban sus hilos y sus marionetas para beneficios propios que sólo traían muerte a los inquisidores y supuesta redención. Me preguntaba cómo era posible que aquellos vampiros fuesen juzgados si muchos de ellos habían sido convertidos sin tener la voluntad de elegir su destino. O aquellos cambiaformas que no tenían la opción de nacer o no bajo la herencia de una familia sobrenatural, incluso un brujo o licántropos que eran convertidos por la mordida de algún otro ¿Eso podía juzgarse?.
Uno de los monaguillos me alcanzó y la mirada que le di fue fulminante para él, con una reverencia justo cuando llevó sus manos al frente me sonrío amable para disculpar su intromisión -Señorita Derevya, la hemos estado esperando, su santidad aguarda su llegada por aquí…- me ofreció su compañía y ser mi guía hasta la habitación en dónde se encontraba el demonio en carne viva, asentí siguiéndolo con cautela y conservando mi distancia a unos pasos detrás de él, cuando de pronto se detuvo en una enorme puerta de cedro -Adelante señorita Derevya, su santidad la espera…- me señaló la entrada -Gracias…- respondí con un grado de amargura que en mi voz, amargura que quizá la vida me había enseñado a demostrar a hombrecillos como aquel monaguillo, fingir el carácter que me forjaba durante el camino se volvía cada vez más difícil, pero llegaría la hora de actuar en la mejor obra de Teatro, frente a Alejandro Borgia, yo, Oksana tenía un impecable prestigio tanto como mi líder de Facción, así como un consumado odio a fingir por el Papa.
La habitación pareció tan elegante como vacía, los ojos severos de los santos en los oleos me miraban como si cumplieran su penitencia, al estar frente a su escritorio bajé la mirada y pase hasta mi torso mi mano diestra para realizar una reverencia de aquel falso respeto y admiración que le profesaba -Santo Padre, Dios lo bendiga y lo tenga en su mano siempre, estoy a sus órdenes y a los del señor, cualquiera que sea su voluntad será acatada y realizada de inmediato…- comuniqué en aquella posición hasta que él me hiciera la señal de reincorporarme, sabia simular con maestría lo que tenía o no tenía que hacer frente Borgia y el motivo por el cual estaba en aquella habitación lo sabría enseguida.
Mi avance de por si rápido pues así estoy acostumbrada a manejarme, culminó en unas escaleras amplias y elegantes de mármol, dentro del edificio pude notar toda clase de santos y vírgenes que colgaban en cuadros o se dibujaban en estatuas, parecían que deseaban cubrir con estas imágenes religiosas cada pecado que ellos cometían e intencionalmente tapaban para no ser juzgados. No odiaba a la Iglesia, tampoco a Dios, odiaba quienes manejaban sus hilos y sus marionetas para beneficios propios que sólo traían muerte a los inquisidores y supuesta redención. Me preguntaba cómo era posible que aquellos vampiros fuesen juzgados si muchos de ellos habían sido convertidos sin tener la voluntad de elegir su destino. O aquellos cambiaformas que no tenían la opción de nacer o no bajo la herencia de una familia sobrenatural, incluso un brujo o licántropos que eran convertidos por la mordida de algún otro ¿Eso podía juzgarse?.
Uno de los monaguillos me alcanzó y la mirada que le di fue fulminante para él, con una reverencia justo cuando llevó sus manos al frente me sonrío amable para disculpar su intromisión -Señorita Derevya, la hemos estado esperando, su santidad aguarda su llegada por aquí…- me ofreció su compañía y ser mi guía hasta la habitación en dónde se encontraba el demonio en carne viva, asentí siguiéndolo con cautela y conservando mi distancia a unos pasos detrás de él, cuando de pronto se detuvo en una enorme puerta de cedro -Adelante señorita Derevya, su santidad la espera…- me señaló la entrada -Gracias…- respondí con un grado de amargura que en mi voz, amargura que quizá la vida me había enseñado a demostrar a hombrecillos como aquel monaguillo, fingir el carácter que me forjaba durante el camino se volvía cada vez más difícil, pero llegaría la hora de actuar en la mejor obra de Teatro, frente a Alejandro Borgia, yo, Oksana tenía un impecable prestigio tanto como mi líder de Facción, así como un consumado odio a fingir por el Papa.
La habitación pareció tan elegante como vacía, los ojos severos de los santos en los oleos me miraban como si cumplieran su penitencia, al estar frente a su escritorio bajé la mirada y pase hasta mi torso mi mano diestra para realizar una reverencia de aquel falso respeto y admiración que le profesaba -Santo Padre, Dios lo bendiga y lo tenga en su mano siempre, estoy a sus órdenes y a los del señor, cualquiera que sea su voluntad será acatada y realizada de inmediato…- comuniqué en aquella posición hasta que él me hiciera la señal de reincorporarme, sabia simular con maestría lo que tenía o no tenía que hacer frente Borgia y el motivo por el cual estaba en aquella habitación lo sabría enseguida.
Oksana Derevya- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2012
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