AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Espejito [Lorraine Von Fanel]
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Espejito [Lorraine Von Fanel]
Nadie se soporta
a si mismo
a si mismo
Vampiresa, Mujer, Ego, Finura, Agresividad, Interés, Parecido, Rencor, Venganza, una lista bastante larga, por suerte mental que recorría las neuronas del Arcángel en cuanto sus pensamientos se dirigían a esa vampiresa, le había observado uno tiempo, el suficiente para sacar una primera impresión bastante acertada, solo una vez se había cruzado las caras con ella, meros conocidos por así de decirlo, como es costumbre al inicio de la noche el vampiro se encontraba en sus aposentos, en sus tierras, hacía poco que había despertado, sí, aquella noche durmió, para su suerte ningún mensaje retorcido le había llegado a impactar, sería una noche tranquila, hasta que.
Se levantó de la cama en donde su cuerpo se encontraba depositado, salió hasta el vestíbulo y toco la puerta de su possesion, al no tener respuesta la abrió y la encontró dormida, simplemente elevo su cuerpo hasta que ella despertara – Saldrás, prepárate – la vampiresa hizo regañadientes como siempre mientras el salía de la habitación ajena - ¿Por qué, a dónde? – Raphael se giró para verle – Enviarás una carta a la Taberna y luego de hacerlo no vuelvas hasta minutos antes que amanezca, esa es mi orden por esta noche, eres libre de beber o de jugar con quien quieras, pero fuera de esa Taberna, no quiero líos – culminó para seguir su camino hasta el viejo estudio del segundo piso, abrió una caja vieja de madera, retiro esas viejas cartas, bastante grandes, tomó su pluma y plasmo escritos en ella, una vez termino su mensaje se mordió el labio y plasmo la silueta de sus labios con tinta carmín real en el objeto, ese sello el Arcángel no lo había perdido a pesar de tantos milenios, dejó la pluma en su sitio para levantarse y caminar protegiendo bien el contenido de la carta entre sus manos, antes de llegar frente a Jennifer se limpió los restos de sangre.
Una vez abrió la puerta de la habitación ya se encontraba completamente vestida – Excelente, deja esta carta al cantinero, o la cantinera de turno, déjale en claro, que solo la señorita Von Fanel , la dueña de la Taberna debe observar su contenido y si otro lo hace, consecuencias habrán – entregó la carta de sus propias manos hacia las de su possesion, la cual despegó por la ventana rápidamente a hacer la entrega en el lugar efectuado, Raphael por su parte salió hacía el cementerio para preparar la bienvenida, abrió los portones saliendo fuera con un gran espejo antiguo y algo sucio el cual dejo reposar en el tronco del árbol que se encontraba cercano a la entrada de la mansión justo el del lado derecho, el juego psicológico siempre estaba presente, era muy divertido.
Ya dentro de la ciudad la encapuchada vampiresa llego a su destino, se aproximo hacía la barra con miradas sobre sus hombros, cosa que no iba a ser problema para ella, estaba entrada por el Arcángel, podría defender que una manada de borrachos en un abrir y cerrar de ojos – Entrega esta carta a la dueña de este establecimiento, madame Von Fanel – eso fue lo que dijo la vampiresa Blair al entregar en las manos del cantinero la carta, pero su telepatía le dio un tono extra; “Si no se la das vendré por ti y se acabara todo para ti” una vez cumplida la misión, la vampiresa se perdió entre las sombras, una misión que sin duda no le había gustado y se pudo observar en su temple, pero las cosas eran así, el amo ordenaba, ella cumplía.
Raphael había terminado los preparativos para su futura visita, los muebles que recién se habían traído eran esta vez elegantes, tan solo dos sillones largos, los colocó uno mirando al otro y prendió fuego a la chimenea, ya que ni luz ni agua había en esa casa. Se relajó y sin notarse impaciente salió nuevamente a recorrer el cementerio, si la vampiresa Von Fanel se aproximaba a sus tierras los sentidos agudos de ambos los delatarían entre si.
Se levantó de la cama en donde su cuerpo se encontraba depositado, salió hasta el vestíbulo y toco la puerta de su possesion, al no tener respuesta la abrió y la encontró dormida, simplemente elevo su cuerpo hasta que ella despertara – Saldrás, prepárate – la vampiresa hizo regañadientes como siempre mientras el salía de la habitación ajena - ¿Por qué, a dónde? – Raphael se giró para verle – Enviarás una carta a la Taberna y luego de hacerlo no vuelvas hasta minutos antes que amanezca, esa es mi orden por esta noche, eres libre de beber o de jugar con quien quieras, pero fuera de esa Taberna, no quiero líos – culminó para seguir su camino hasta el viejo estudio del segundo piso, abrió una caja vieja de madera, retiro esas viejas cartas, bastante grandes, tomó su pluma y plasmo escritos en ella, una vez termino su mensaje se mordió el labio y plasmo la silueta de sus labios con tinta carmín real en el objeto, ese sello el Arcángel no lo había perdido a pesar de tantos milenios, dejó la pluma en su sitio para levantarse y caminar protegiendo bien el contenido de la carta entre sus manos, antes de llegar frente a Jennifer se limpió los restos de sangre.
Von Fanel le espero en mi mansión, pude deducir por la fecha que
no tiene esta noche ningún encuentro o reunión pendiente,
entonces cumplo con mi palabra y le invito a mis tierras,
le estaré esperando en Montmartre,
en el cementerio claro.
Tómese su tiempo, pero cuidado
con hacerlo muy pronto al sol.
Raphael
no tiene esta noche ningún encuentro o reunión pendiente,
entonces cumplo con mi palabra y le invito a mis tierras,
le estaré esperando en Montmartre,
en el cementerio claro.
Tómese su tiempo, pero cuidado
con hacerlo muy pronto al sol.
Raphael
Una vez abrió la puerta de la habitación ya se encontraba completamente vestida – Excelente, deja esta carta al cantinero, o la cantinera de turno, déjale en claro, que solo la señorita Von Fanel , la dueña de la Taberna debe observar su contenido y si otro lo hace, consecuencias habrán – entregó la carta de sus propias manos hacia las de su possesion, la cual despegó por la ventana rápidamente a hacer la entrega en el lugar efectuado, Raphael por su parte salió hacía el cementerio para preparar la bienvenida, abrió los portones saliendo fuera con un gran espejo antiguo y algo sucio el cual dejo reposar en el tronco del árbol que se encontraba cercano a la entrada de la mansión justo el del lado derecho, el juego psicológico siempre estaba presente, era muy divertido.
Ya dentro de la ciudad la encapuchada vampiresa llego a su destino, se aproximo hacía la barra con miradas sobre sus hombros, cosa que no iba a ser problema para ella, estaba entrada por el Arcángel, podría defender que una manada de borrachos en un abrir y cerrar de ojos – Entrega esta carta a la dueña de este establecimiento, madame Von Fanel – eso fue lo que dijo la vampiresa Blair al entregar en las manos del cantinero la carta, pero su telepatía le dio un tono extra; “Si no se la das vendré por ti y se acabara todo para ti” una vez cumplida la misión, la vampiresa se perdió entre las sombras, una misión que sin duda no le había gustado y se pudo observar en su temple, pero las cosas eran así, el amo ordenaba, ella cumplía.
Raphael había terminado los preparativos para su futura visita, los muebles que recién se habían traído eran esta vez elegantes, tan solo dos sillones largos, los colocó uno mirando al otro y prendió fuego a la chimenea, ya que ni luz ni agua había en esa casa. Se relajó y sin notarse impaciente salió nuevamente a recorrer el cementerio, si la vampiresa Von Fanel se aproximaba a sus tierras los sentidos agudos de ambos los delatarían entre si.
Raphael- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/10/2011
Localización : Versalles
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Re: Espejito [Lorraine Von Fanel]
El reflejo de la imagen de la persona no siempre es el espejo del alma.
Cuarta noche en París. Ha pasado casi una semana desde que regresó de Alemania, lo que en ese tiempo significaba el Imperio Romano Germánico. El pretexto de volver a esta ciudad llena de misterios, enigmas y acreedora a un encanto fúnebre, sólo por el bien de la Taberna, dio como resultado un viaje de una semana y estaba a punto de terminársele… pero no se iría con las manos vacías, porque simplemente ese no era el plan. Ella convenció a Luther sólo para rastrear a esa mujer de cabellera como el fuego, labios viperinos y mirada inocente. Mientras el tren recorría las vías para traerla de regreso, en sus pensamientos más obscuros divagó en mil formas de torturas para la pobre mortal. La vida no le alcanzaría para sobrevivir a todas y, en algún momento Ágatha sopesó la idea de convertirle en vampiro para tener toda una eternidad aprovechándose de la dulce gitana. Tal y como su maestro lo ha hecho con su enemigo. Oh, sí. Luther había demostrado ser una criatura llena de sadismo, una cara que no le mostró a la vampiresa en la antigüedad pero que ella sospechaba cada que se encontraban y este apestaba a muerte. Más allá de la crueldad enseñada, ese hombre que ahora la persigue de cerca como vil sombra asesina, era un enfermo que perpetraba los crímenes más atroces jamás imaginados por Von Fanel, incluso parecía bastante lejana la comparación de ella siendo un infante caníbal con esa terrible etapa en la vida de Luther. Pero no importaba cuanto cambiase, comenzaba a quererlo de una forma extraña.
La taberna fue acondicionada para su llegada, no deseó volver a la mansión en la cual solía quedarse antes y después que lo conoció. Es patético creer que será sencillo el arrancarse un recuerdo de la mente, más aún la marca que lleva como estigma en el corazón. Pero, cegada ante la traición podía perfectamente suprimir los sentimientos nostálgicos y sacar a flote aquellos en donde la venganza destructiva es más agradable a la vista de si misma. Trataba de protegerse. En el segundo piso, ella dormía durante los días –si esque podía pegar el ojo- y durante las noches sólo paseaba entre las mesas de su taberna. A excepción de la segunda noche en la que llegó. Recordando aquel acontecimiento poco probable, el encargado de la taberna subió y tocó la puerta. La fémina al escuchar la interrupción, rugió de forma inmediata. Con pesadez en su andar caminó hasta el umbral de la puerta donde cuestionó las razones por las cuales había sido alterada en su paz. El joven, a sabiendas del terrible carácter de la mujer, sólo deslizó el papel por debajo de la puerta. Lorraine hizo una mueca con desprecio limitándose a coger la nota para leerla -¡Que sorpresa!- Exclamó con tedio. No esperaba que alguien la contactase en esa semana, la verdad era que no esperaba siquiera que alguien se enterara de su regreso. Sólo buscaría a la mujerzuela, la ataría a una ancla y la arrojaría al mar, esto si bien le iba a la desgraciada. Obviamente no sería tan sencillo. -¡Maldición!- Escupió entre dientes tomando uno de sus más “elegantes” vestidos y preparándose para salir. El humano que se encontraba dentro de la habitación con ella (Dimitri) frunció el ceño, sospechando lo que tramaba. Sin embargo, Von Fanel seguía siendo su dueña, así que cuestionar cualquier decisión de la morena es un insulto a su poder.
Así, con la carta entre sus manos salió de aquel bar de mala muerte –como se refieren a su taberna la mayoría de los habitantes-, en sus pensamientos sólo había espacio para una cosa. La mirada fija, los pasos firmes, la mente retorcida y una sádica sonrisa en sus labios. No gusta de carruajes, no le apetecía tomar un caballo y cabalgar por medio bosque como demonio mitológico. No habría distracciones. Ningún error. Cruzó por los laberintos que dividen la ciudad. Robó del cuerpo de una mujer su perfume y lo impregno a su cuerpo, intentando confundir de esta manera su esencia. Sí, era algo reverendamente inútil, pero al menos costaría más trabajo localizarla y la mezcla de olores se volvía cada vez más complicada. Tejía una maraña de engañosas trampas, nadie que la conociera sabría que se había acercado siquiera a un punto en específico de Paris y, con cada nueva evasión a la historia que alguna vez se pintó en las entrañas de la ciudad, llegó al cementerio. El estridente chillido de la puerta hizo alarde de su llegada –como si realmente lo necesitara-. Su vista se enfocó en un punto en las lejanías, podía observar cualquier sombra, cualquier detalle a esa distancia. Agudizó sus sentidos y puso en práctica alguna de sus habilidades. Se dice que no es posible ser consciente de más de ocho cosas, debido a la saturación de la mente, pero en las mujeres eso no es una limitante, menos para ella… percibía por medio de su oído, como los gusanos se retorcían en la tierra. La cantidas de lápidas derrumbadas y el objeto que brillaba a la entrada de la mansión, un espejo. Los búhos, los murciélagos, las arañas y las ratas… cada animal había sido cuantificado. Incluso, el efluvio de quien se paseaba dentro de aquellas paredes fue captado por la fémina. Una esencia particular, el hedor de la antigüedad y la imponencia. Para cualquiera estar ahí supondría una pisca de temor, más aún el hecho de sentir como alguien con cierta superioridad está observándote desde las penumbras, pero no para ella. Eso sólo representaba un maldito juego –Interesante- susurró con una mueca torcida en sus labios. Cruzó el cementerio y se posó en el umbral de la puerta ignorando el gigantesco espejo, siempre los había odiado. -¿Y bien?- Arqueó una ceja -¿Dónde estás?-
La taberna fue acondicionada para su llegada, no deseó volver a la mansión en la cual solía quedarse antes y después que lo conoció. Es patético creer que será sencillo el arrancarse un recuerdo de la mente, más aún la marca que lleva como estigma en el corazón. Pero, cegada ante la traición podía perfectamente suprimir los sentimientos nostálgicos y sacar a flote aquellos en donde la venganza destructiva es más agradable a la vista de si misma. Trataba de protegerse. En el segundo piso, ella dormía durante los días –si esque podía pegar el ojo- y durante las noches sólo paseaba entre las mesas de su taberna. A excepción de la segunda noche en la que llegó. Recordando aquel acontecimiento poco probable, el encargado de la taberna subió y tocó la puerta. La fémina al escuchar la interrupción, rugió de forma inmediata. Con pesadez en su andar caminó hasta el umbral de la puerta donde cuestionó las razones por las cuales había sido alterada en su paz. El joven, a sabiendas del terrible carácter de la mujer, sólo deslizó el papel por debajo de la puerta. Lorraine hizo una mueca con desprecio limitándose a coger la nota para leerla -¡Que sorpresa!- Exclamó con tedio. No esperaba que alguien la contactase en esa semana, la verdad era que no esperaba siquiera que alguien se enterara de su regreso. Sólo buscaría a la mujerzuela, la ataría a una ancla y la arrojaría al mar, esto si bien le iba a la desgraciada. Obviamente no sería tan sencillo. -¡Maldición!- Escupió entre dientes tomando uno de sus más “elegantes” vestidos y preparándose para salir. El humano que se encontraba dentro de la habitación con ella (Dimitri) frunció el ceño, sospechando lo que tramaba. Sin embargo, Von Fanel seguía siendo su dueña, así que cuestionar cualquier decisión de la morena es un insulto a su poder.
Así, con la carta entre sus manos salió de aquel bar de mala muerte –como se refieren a su taberna la mayoría de los habitantes-, en sus pensamientos sólo había espacio para una cosa. La mirada fija, los pasos firmes, la mente retorcida y una sádica sonrisa en sus labios. No gusta de carruajes, no le apetecía tomar un caballo y cabalgar por medio bosque como demonio mitológico. No habría distracciones. Ningún error. Cruzó por los laberintos que dividen la ciudad. Robó del cuerpo de una mujer su perfume y lo impregno a su cuerpo, intentando confundir de esta manera su esencia. Sí, era algo reverendamente inútil, pero al menos costaría más trabajo localizarla y la mezcla de olores se volvía cada vez más complicada. Tejía una maraña de engañosas trampas, nadie que la conociera sabría que se había acercado siquiera a un punto en específico de Paris y, con cada nueva evasión a la historia que alguna vez se pintó en las entrañas de la ciudad, llegó al cementerio. El estridente chillido de la puerta hizo alarde de su llegada –como si realmente lo necesitara-. Su vista se enfocó en un punto en las lejanías, podía observar cualquier sombra, cualquier detalle a esa distancia. Agudizó sus sentidos y puso en práctica alguna de sus habilidades. Se dice que no es posible ser consciente de más de ocho cosas, debido a la saturación de la mente, pero en las mujeres eso no es una limitante, menos para ella… percibía por medio de su oído, como los gusanos se retorcían en la tierra. La cantidas de lápidas derrumbadas y el objeto que brillaba a la entrada de la mansión, un espejo. Los búhos, los murciélagos, las arañas y las ratas… cada animal había sido cuantificado. Incluso, el efluvio de quien se paseaba dentro de aquellas paredes fue captado por la fémina. Una esencia particular, el hedor de la antigüedad y la imponencia. Para cualquiera estar ahí supondría una pisca de temor, más aún el hecho de sentir como alguien con cierta superioridad está observándote desde las penumbras, pero no para ella. Eso sólo representaba un maldito juego –Interesante- susurró con una mueca torcida en sus labios. Cruzó el cementerio y se posó en el umbral de la puerta ignorando el gigantesco espejo, siempre los había odiado. -¿Y bien?- Arqueó una ceja -¿Dónde estás?-
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/02/2010
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Re: Espejito [Lorraine Von Fanel]
Déjame escuchar, lo que deseo escuchar,
déjate oír, lo que deseas oír.
déjate oír, lo que deseas oír.
Era interesante, dos esencias se lograban sentir ya en el aire, curiosamente los vaivenes que generaba el viento tan solo delataban un factor, estos olores se sentían siempre desde un mismo punto, es decir, tan solo un ser los emitía. Astuta Von Fanel, pensó el Arcángel, un truco interesante, que quizá frente a algún novatillo inexperto hubiera sido muy eficaz, al menos para confundir la mente de este ser, lo más gracioso de esta situación era solo una conjetura básica, quien toma precauciones tan poco comunes, a algo le teme, esconder el aroma entre los vampiros casi era pérdida de tiempo, habría que estar pensando absolutamente en todo para llegar a tales medidas. De igual forma, ambos eran visionarios del peligro, no le temían a nada, ni a ellos mismos, hasta ante los mismos demonios se podrían enfrentar con su sonrisa burlona, divertida, extasiada, y esta no cambiaría, ni se deformaría hasta que la lucha terminara, emoción bastante fuerte, placentera, vampírica a fin de cuentas. Demoró al propósito, le daría tiempo de observar el paisaje, para él lucia perfectamente hermoso, vistoso, muerto, lúgubre, era uno con su terreno, con sus tierras, no existiría mejor lugar para estar que este, menos ahora con una acompañante bastante interesante, era una situación más que divertida, ese típico vicio que le recorría la sangre muerta al vampiro antes de que un hecho poco común se lleve a cabo, sin duda había tenido que mover a su gente, de día y de noche para seguirle el rastro a la vampira, lamentablemente no había conseguido nada de información sobre sus quehaceres o sus interés por París.
Algo era bastante obvio, la sangre le hervía a la vampiresa, se podía notar en cada gasto, cada rasgo y cada grito, tenía cierta curiosidad en descubrir quién era y como era esta mujer, de ser nobleza hasta tener una taberna de mal vivir al mismo tiempo, al consumir sangre y mantener actos tales como tomar el olor de un humano y impregnarlo en su propio cuerpo, ah, la noche, sería interesante sin dejar lugar a dudas, con cuidado y agilidad increíble termino de cavar una tumba bastante profunda y antigua, era tanto el tiempo, que apenas quedaba polvillo del cuerpo y un artefacto, parecía un dique, estiro el brazo con la pala y lo llego a recoger, tomó el objeto oxidado y sucio con su mano derecha, soplo y soplo hasta que la tierra superficialmente se fuera, interesante ,era plata pura de alta calidad y el dispositivo de abertura estaba atascado, si lo forzaba se rompería y no buscaba eso, sacudió la pala que siempre usaba para cavar, solo poseía una, ninguna otra más que esa, y se notaba el uso diario que le daba en el material de esta, una vez ambos objetos se observaban medianamente limpios se llevo la manera de la pala al hombro, no estaba sucia, se pudo asegurar de esto al ver su camisa fina igual de blanca que en un inicio, a una mano intento abrir el dique sin éxito, sus pasos eran lentos, genera más impaciencia no era más que jugar con la mente, algo suculento, la ansiedad, aunque parecía el mismo generársela no le afectaba, la disfrutaba, quizá ya con seis mil años la búsqueda de algo que valga la pena era por lo menos sumamente imposible o casi imposible, estaría a punto de descubrir si algo valedero se toparía en su camino, expectativas tenía.
La luna estaba en su máximo esplendor, no existían nubes que apaciguaran la luz que esta emitía, ya la presencia se encontraba en la puerta de su morada, cosa que siendo una noche común le hubiera enojado en gran medida, tanta que mataría al ser capaz de ese acto, sin embargo una de sus ya varias sonrisas retorcidas se mostró en su rostro, Von Fanel, tal y como aseguraba, emitía esa doble fragancia, sangre humana, hedor vampírico, hedor maravilloso, un hedor a familia, aunque ¿ella sería de su estirpe? Esa duda era quizá una de las más importantes, duda que explotó en su cerebro al encontrarse a una distancia en la que ambos pudieran observarse ya al detalle y en cada centímetro de piel – Von Fanel, pude escuchar su pregunta, así suelo responder yo – se mostró imponente frente a ella, realmente lucia como un tipo campesino, con el instrumento de trabajo al hombro luego de una faena de trabajo, pero simplemente sus entradas eran ser el mismo, nada mas que eso. Se acercó mucho más a ella, lento, deslizándose, con los colmillos fueran, sería imposible mantenerlos dentro frente a esa presencia que andaba esperando.
Lanzó la pala en un movimiento veloz hasta clavarla a un lado del camino, a distancia media de la vampiresa que muy atenta ella le observaba, no era intimidante, era interesante tenerla allí, no menciono más palabra estando frente a ella, de pronto lo logro, el dique se abrió dejando a la vista un pequeño espejo circular, algo obvio ya que la forma del artefacto era esa. El reflejo lunar se poso sobre la frente de Von Fanel, agachó los ojos solo unos segundos para observar el rostro ajeno mediante el espejo, dejando escapar una sonrisa torcida frente a la incomodidad que expresaba el rostro ajeno – Quizá, no le gustan los espejos o ¿los reflejos? -
Algo era bastante obvio, la sangre le hervía a la vampiresa, se podía notar en cada gasto, cada rasgo y cada grito, tenía cierta curiosidad en descubrir quién era y como era esta mujer, de ser nobleza hasta tener una taberna de mal vivir al mismo tiempo, al consumir sangre y mantener actos tales como tomar el olor de un humano y impregnarlo en su propio cuerpo, ah, la noche, sería interesante sin dejar lugar a dudas, con cuidado y agilidad increíble termino de cavar una tumba bastante profunda y antigua, era tanto el tiempo, que apenas quedaba polvillo del cuerpo y un artefacto, parecía un dique, estiro el brazo con la pala y lo llego a recoger, tomó el objeto oxidado y sucio con su mano derecha, soplo y soplo hasta que la tierra superficialmente se fuera, interesante ,era plata pura de alta calidad y el dispositivo de abertura estaba atascado, si lo forzaba se rompería y no buscaba eso, sacudió la pala que siempre usaba para cavar, solo poseía una, ninguna otra más que esa, y se notaba el uso diario que le daba en el material de esta, una vez ambos objetos se observaban medianamente limpios se llevo la manera de la pala al hombro, no estaba sucia, se pudo asegurar de esto al ver su camisa fina igual de blanca que en un inicio, a una mano intento abrir el dique sin éxito, sus pasos eran lentos, genera más impaciencia no era más que jugar con la mente, algo suculento, la ansiedad, aunque parecía el mismo generársela no le afectaba, la disfrutaba, quizá ya con seis mil años la búsqueda de algo que valga la pena era por lo menos sumamente imposible o casi imposible, estaría a punto de descubrir si algo valedero se toparía en su camino, expectativas tenía.
La luna estaba en su máximo esplendor, no existían nubes que apaciguaran la luz que esta emitía, ya la presencia se encontraba en la puerta de su morada, cosa que siendo una noche común le hubiera enojado en gran medida, tanta que mataría al ser capaz de ese acto, sin embargo una de sus ya varias sonrisas retorcidas se mostró en su rostro, Von Fanel, tal y como aseguraba, emitía esa doble fragancia, sangre humana, hedor vampírico, hedor maravilloso, un hedor a familia, aunque ¿ella sería de su estirpe? Esa duda era quizá una de las más importantes, duda que explotó en su cerebro al encontrarse a una distancia en la que ambos pudieran observarse ya al detalle y en cada centímetro de piel – Von Fanel, pude escuchar su pregunta, así suelo responder yo – se mostró imponente frente a ella, realmente lucia como un tipo campesino, con el instrumento de trabajo al hombro luego de una faena de trabajo, pero simplemente sus entradas eran ser el mismo, nada mas que eso. Se acercó mucho más a ella, lento, deslizándose, con los colmillos fueran, sería imposible mantenerlos dentro frente a esa presencia que andaba esperando.
Lanzó la pala en un movimiento veloz hasta clavarla a un lado del camino, a distancia media de la vampiresa que muy atenta ella le observaba, no era intimidante, era interesante tenerla allí, no menciono más palabra estando frente a ella, de pronto lo logro, el dique se abrió dejando a la vista un pequeño espejo circular, algo obvio ya que la forma del artefacto era esa. El reflejo lunar se poso sobre la frente de Von Fanel, agachó los ojos solo unos segundos para observar el rostro ajeno mediante el espejo, dejando escapar una sonrisa torcida frente a la incomodidad que expresaba el rostro ajeno – Quizá, no le gustan los espejos o ¿los reflejos? -
Raphael- Vampiro Clase Alta
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Re: Espejito [Lorraine Von Fanel]
El reflejo puede distorsionar la realidad, pero la realidad no puede deformar el espejismo.
El inconfundible aroma a muerte se aspiraba en aquel cementerio. Vidas pasadas que se mantienen estáticas debajo de las lozas donde un ángel hace custodia de sus almas. La tierra, aún cuando en sus entrañas se pudrían aquellos hombres cuya vida se les escapó de las manos, engendraba a las alimañas que le rodeaban. La neblina sólo era parte del espectáculo y ni siquiera estaba invitada, siendo una completa grosera se atrevió a cruzar las grandes verjas del camposanto y hacer acto de presencia. Pero lo más podía captar aquella vampiresa de mirada pétrea, era la inusual invitación que se le hizo a ella. El hombre salió de entre la obscuridad. Su cabello claro, su rostro casi perfecto, su cuerpo como el de un adonis y esa voz… No era la primera vez que Ágatha escucha una voz tan llena de tranquilidad y mezquinas intenciones como esa, se acostumbró al tiempo en el cual tuvo que tratar con Abaddon. La difícil prueba que le había sido impuesta para poder pertenecer al clan del cual ahora ondea el estandarte con orgullo. Sus encuentros con aquellos milenios de sabiduría y experiencias encarnados en un anciano con desfigurada sonrisa, le prepararon para un encuentro poco ortodoxo como este. Así que no era de esperarse un respingo de su parte o alguna impresión claramente marcada en las facciones de su rostro. Permaneció completamente petrificada ante él, como si fuese una más de aquellas gárgolas.
La volátil sensación de ser encerrada en un traicionero laberinto se apoderó de ella, quizá fuese por el hecho de estar ante un completo desconocido donde él ha tomado la iniciativa de llevarle ventaja al enemigo; era como estar en una gigantesca telaraña en donde ese sujeto de belleza extraña era el arácnido y, una mujer como Von Fanel tan decrepita en sus andanzas, la mosca que cayó en la trampa. Continuar de pie, fingiendo ser indiferente a cualquier cambio de emociones, se mantuvo con el mismo semblante, pero sus ojos, que podían observarlo todo desde un punto en particular y al mismo tiempo desde la nada, capturaban los movimientos de Raphael como una cámara de video, guardando los 24 cuadros en su memoria para estudiarlos con detenimiento mientras continuaba grabando. De esta forma, logró calcular instantáneamente en dónde es que se clavaría aquella pala al haber sido lanzada y a su vez, estudiando la desenvoltura del vampiro. Imposible no hacer comparaciones con su señor Abaddon, pues el sujeto que tenía al frente, no le costaba trabajo moverse como se suponía le ocurría su maestro. Una teoría surcó sus pensamientos al encontrarse las discrepancias y semejanzas situadas en la balanza. Raphael no había estado durmiendo como lo hizo el líder de la Camarilla, por ello su cuerpo mostraba esa capacidad sobre-humana de reflejos.
El destello de aquel espejo en su frente le causó la mínima molestia, cierto es que no soporta la sola idea de tener que mirarse en uno de ellos, pero tampoco significaba que cualquiera podría darse cuenta con tan sólo mirarle a los ojos y menos ahora que sus expresiones corporales se habían resumido a la nada. Arqueó una ceja al escuchar la pregunta de Raphael, ¿Qué sabía él de ella exactamente? Nada, así que eso no le daba el derecho de suponerlo. La ceja derecha de Von Fanel se arqueo en una altanera hazaña –Las mentiras- Respondió. No hacían falta explicaciones, el entendería lo que trababa de decir, si no es así entonces llegar hasta ahí había sido una rotunda pérdida de tiempo que pudo haber empleado para ir a buscar a esa gitana. Un esporádico destello de odio iluminó su mirada. Acumulando cierta pesadez sobre sus hombros creyó en la prudencia de cuestionarlo. No urgía, pero entre más rápido se atendiese el asunto que la arrastró hasta ahí, mucho mejor. –Dígame, ¿Qué es exactamente lo que le hizo enviarme esa nota?- Aunque pudo torcer sus gestos de forma que su rostro demostrara sospechas, se quedó inescrutable ante él. Así debía ser a partir de ahora, con todos y con cada uno de los que se cruzaran en su camino, como lo fue en el principio de su juventud y al final de su mortalidad… -¿Cómo fue que me encontró?- Hasta ahí todo iba bien. Pero la sonrisa pretenciosa le delató. Un pensamiento absurdo si es que no carente de fundamentos, por así decirlo, apareció en su cabeza. Existía una remota posibilidad que él hubiese encontrado a la gitana a punto de morir dentro de su cementerio, después de todo fue en sus tierras en que Merlina y Lucern la traicionaron, ¿Qué tal si Raphael, le daría la mala noticia que su “prometido” o “exprometido” fue asesinado por haber profanado su territorio? No creía en los cuentos de hadas, pero cabía la posibilidad…
La volátil sensación de ser encerrada en un traicionero laberinto se apoderó de ella, quizá fuese por el hecho de estar ante un completo desconocido donde él ha tomado la iniciativa de llevarle ventaja al enemigo; era como estar en una gigantesca telaraña en donde ese sujeto de belleza extraña era el arácnido y, una mujer como Von Fanel tan decrepita en sus andanzas, la mosca que cayó en la trampa. Continuar de pie, fingiendo ser indiferente a cualquier cambio de emociones, se mantuvo con el mismo semblante, pero sus ojos, que podían observarlo todo desde un punto en particular y al mismo tiempo desde la nada, capturaban los movimientos de Raphael como una cámara de video, guardando los 24 cuadros en su memoria para estudiarlos con detenimiento mientras continuaba grabando. De esta forma, logró calcular instantáneamente en dónde es que se clavaría aquella pala al haber sido lanzada y a su vez, estudiando la desenvoltura del vampiro. Imposible no hacer comparaciones con su señor Abaddon, pues el sujeto que tenía al frente, no le costaba trabajo moverse como se suponía le ocurría su maestro. Una teoría surcó sus pensamientos al encontrarse las discrepancias y semejanzas situadas en la balanza. Raphael no había estado durmiendo como lo hizo el líder de la Camarilla, por ello su cuerpo mostraba esa capacidad sobre-humana de reflejos.
El destello de aquel espejo en su frente le causó la mínima molestia, cierto es que no soporta la sola idea de tener que mirarse en uno de ellos, pero tampoco significaba que cualquiera podría darse cuenta con tan sólo mirarle a los ojos y menos ahora que sus expresiones corporales se habían resumido a la nada. Arqueó una ceja al escuchar la pregunta de Raphael, ¿Qué sabía él de ella exactamente? Nada, así que eso no le daba el derecho de suponerlo. La ceja derecha de Von Fanel se arqueo en una altanera hazaña –Las mentiras- Respondió. No hacían falta explicaciones, el entendería lo que trababa de decir, si no es así entonces llegar hasta ahí había sido una rotunda pérdida de tiempo que pudo haber empleado para ir a buscar a esa gitana. Un esporádico destello de odio iluminó su mirada. Acumulando cierta pesadez sobre sus hombros creyó en la prudencia de cuestionarlo. No urgía, pero entre más rápido se atendiese el asunto que la arrastró hasta ahí, mucho mejor. –Dígame, ¿Qué es exactamente lo que le hizo enviarme esa nota?- Aunque pudo torcer sus gestos de forma que su rostro demostrara sospechas, se quedó inescrutable ante él. Así debía ser a partir de ahora, con todos y con cada uno de los que se cruzaran en su camino, como lo fue en el principio de su juventud y al final de su mortalidad… -¿Cómo fue que me encontró?- Hasta ahí todo iba bien. Pero la sonrisa pretenciosa le delató. Un pensamiento absurdo si es que no carente de fundamentos, por así decirlo, apareció en su cabeza. Existía una remota posibilidad que él hubiese encontrado a la gitana a punto de morir dentro de su cementerio, después de todo fue en sus tierras en que Merlina y Lucern la traicionaron, ¿Qué tal si Raphael, le daría la mala noticia que su “prometido” o “exprometido” fue asesinado por haber profanado su territorio? No creía en los cuentos de hadas, pero cabía la posibilidad…
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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