AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
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Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
Me había quedado solo en la clase, terminando de dibujar el bodegón que nos había puesto el profesor en el día de hoy.
Ya se había hecho de noche, pero deseaba terminarlo, costara lo que costase.
Tenía las manos llenas de carboncillo, y me estaba sinceramente desesperando, un sudor frío cubría mi frente ¿me estaba poniendo enfermo? Me daba igual, hasta que me desmayara seguiría con ello.
Muchos de mis compañeros me habían dicho que tenía una dedicación casi enfermiza por el arte, bueno qué, quizá era cierto. Si de algo tuviera que morir, sería de eso, con esto.
Me fui al baño para lavarme las manos, metí el carboncillo en mi bata. Los pasillos estaban oscuros, era curioso, los tonos que se discernian en el suelo cuando éste está tan tenebroso, me encantaban, además del silencio que se respiraba.
Volví a la clase para hacer las mezlcas con el óleo. Levanté la cabeza para mirar por la ventana, se veía la verja que cierra toda la escuela de pintores. Muy importante en Francia, por qué no decirlo.
Dí unos pasos para abrir la ventana, quizá eso me sentaba bien.
Ya se había hecho de noche, pero deseaba terminarlo, costara lo que costase.
Tenía las manos llenas de carboncillo, y me estaba sinceramente desesperando, un sudor frío cubría mi frente ¿me estaba poniendo enfermo? Me daba igual, hasta que me desmayara seguiría con ello.
Muchos de mis compañeros me habían dicho que tenía una dedicación casi enfermiza por el arte, bueno qué, quizá era cierto. Si de algo tuviera que morir, sería de eso, con esto.
Me fui al baño para lavarme las manos, metí el carboncillo en mi bata. Los pasillos estaban oscuros, era curioso, los tonos que se discernian en el suelo cuando éste está tan tenebroso, me encantaban, además del silencio que se respiraba.
Volví a la clase para hacer las mezlcas con el óleo. Levanté la cabeza para mirar por la ventana, se veía la verja que cierra toda la escuela de pintores. Muy importante en Francia, por qué no decirlo.
Dí unos pasos para abrir la ventana, quizá eso me sentaba bien.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
La tarde llego a su fin, tras varios segundos en los que aún permanecía oculta entre las obscuras cortinas de su mansión. Impaciente por salir a la ciudad, sintiendo esa sutil sensación que se alberga en alguna parte de su pútrido cuerpo, aquella que le dictaba el tipo de personaje que le apetece probar esta noche. Con su sonrisa sublime se dispara a través de los pisos, las escaleras y las puertas de su mansión para llegar al exilio dela misma. Una vez allí desearía poder observar como es que su fantasmagórica presencia reluce bajo la neblina esparcida por los alrededores del campo que posee enfrente su residencia. Hace un mohín por no poder apreciar desde un tonto reflejo su más divina belleza, pese a que no observa lo que puede ofrecerles a las pupilas de los caballeros, esta consiente que no les desilusionará.
Su cabello en lo alto con un par de risos flotando en su cabeza, el color carmín de su atavío con detalles bordados en dorado, la joya en su cuello que no puede ser otra cosa más que un rubí, y su sedosa, aterciopelada, gélida pero atrayente piel marmórea. Todo le convierte en una amenaza, en la muerte más dulce que los mortales pudiesen desear, una febril pesadilla acompañada de un deseo singular. Con la velocidad que dicta su naturaleza atraviesa el valle antes de llegar a la ciudad, sus pies no sufrieron ningún daño, pero no puede estar segura de que haya ocurrido lo mismo con el camino que dejó atrás.
La resplandeciente ciudad de París por la noche le llama, es el sonido de la muerte quien acapara su atención hasta llegar a lo inverosímil. Se pasea por sus calles adoquinadas de elegancia, personas que están a punto de irse a sus respectivos hogares, prostitutas que tratan de ganarse la vida, caballeros que buscan una aventura, un acto que les ayude a gastar el dinero que poseen, olvidar la falta de atención en sus residencias, la decadencia de su vida y lo miserable que suelen ser cuando nadie les ve comportarse tan delicadamente.
Rodea los ojos mientras busca con su olfato aquel ser que llenará el vacío de su interior, degustando cada olor, aspirando fuertemente, cerrando los ojos sumergiéndose en una atmosfera cálida, dulce, excitante. Sus sentidos estallan en una coalición de efluvios, alborotando todas y cada una de sus terminales nerviosas, el solo imaginar desgarrar la piel de algún inocente muchacho le produce una ola de placeres que ni el mismo sexo podría ofrecerle, al menos que ese acto estuviese bañado en sangre virginal. Recorre los rincones más obscuros, tétricos y sombríos de París, sin encontrar nada nuevo por ese tipo de rumbos, esta decepcionada de los humanos, desilusionada de si misma, hasta el instante en que frente al College de France pasea sin rumbo, llega hasta su endemoniado ser un aroma, un perfume exquisito, digno de los mejores paladares vampíricos, no puede equivocarse. Esta noche no, cuando la sed se marca en sus ojos negros.
Sin pudor, estribos ni dificultades se adentra al edificio traspasando sigilosamente cada área delimitada por su estructura arquitectónica, sigue su camino como fiera que asecha a una presa, como lobo olfateando a su víctima. Hasta llegar a una de las aulas, donde su sorpresa fue letárgica al encontrar la silueta de un joven pintor. Sonríe aún detrás del umbral de la puerta, aspirando el cálido aire que despide el cuerpo de quien se convertirá en la cena.
Su cabello en lo alto con un par de risos flotando en su cabeza, el color carmín de su atavío con detalles bordados en dorado, la joya en su cuello que no puede ser otra cosa más que un rubí, y su sedosa, aterciopelada, gélida pero atrayente piel marmórea. Todo le convierte en una amenaza, en la muerte más dulce que los mortales pudiesen desear, una febril pesadilla acompañada de un deseo singular. Con la velocidad que dicta su naturaleza atraviesa el valle antes de llegar a la ciudad, sus pies no sufrieron ningún daño, pero no puede estar segura de que haya ocurrido lo mismo con el camino que dejó atrás.
La resplandeciente ciudad de París por la noche le llama, es el sonido de la muerte quien acapara su atención hasta llegar a lo inverosímil. Se pasea por sus calles adoquinadas de elegancia, personas que están a punto de irse a sus respectivos hogares, prostitutas que tratan de ganarse la vida, caballeros que buscan una aventura, un acto que les ayude a gastar el dinero que poseen, olvidar la falta de atención en sus residencias, la decadencia de su vida y lo miserable que suelen ser cuando nadie les ve comportarse tan delicadamente.
Rodea los ojos mientras busca con su olfato aquel ser que llenará el vacío de su interior, degustando cada olor, aspirando fuertemente, cerrando los ojos sumergiéndose en una atmosfera cálida, dulce, excitante. Sus sentidos estallan en una coalición de efluvios, alborotando todas y cada una de sus terminales nerviosas, el solo imaginar desgarrar la piel de algún inocente muchacho le produce una ola de placeres que ni el mismo sexo podría ofrecerle, al menos que ese acto estuviese bañado en sangre virginal. Recorre los rincones más obscuros, tétricos y sombríos de París, sin encontrar nada nuevo por ese tipo de rumbos, esta decepcionada de los humanos, desilusionada de si misma, hasta el instante en que frente al College de France pasea sin rumbo, llega hasta su endemoniado ser un aroma, un perfume exquisito, digno de los mejores paladares vampíricos, no puede equivocarse. Esta noche no, cuando la sed se marca en sus ojos negros.
Sin pudor, estribos ni dificultades se adentra al edificio traspasando sigilosamente cada área delimitada por su estructura arquitectónica, sigue su camino como fiera que asecha a una presa, como lobo olfateando a su víctima. Hasta llegar a una de las aulas, donde su sorpresa fue letárgica al encontrar la silueta de un joven pintor. Sonríe aún detrás del umbral de la puerta, aspirando el cálido aire que despide el cuerpo de quien se convertirá en la cena.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
Volví a la mesa arrastrando conmigo una silla para sentarme, me sentía mareado.
Empecé a mezclar los pigmentos con el aceite de linaza, lo removí lentamente con un palillo que había en la mesa.
Me pasé el reverso de la mano por la frente, realmente estaba mal, “una copita no me vendría mal” pensé.
Alcé la vista para encontrarme de nuevo con la ventana. Las nubes se movían veloces en el cielo, éste estaba oscuro, mucho diría yo, mucho más oscuro que el color índigo. Debo decir que siempre intentaba descifrar el color de las cosas que me llamaban la atención, podría decirse que era una de mis manías.
Volví a mis mezclas, poniendo con pequeños pegotes la cantidad necesaria en mi paleta de madera. – Yo creo que con eso será suficiente.- “¿hablando solo de nuevo?” - eso me temo.- sonreí al oír mi voz resonar entre las cuatro paredes.
Me dirigí al caballete, y empecé a dar con el pincel pequeños golpes sobre el lienzo, que previamente había tratado con una imprimación hecha por mi mismo.
Diluí un poco de pintura en otro de mis recipientes, puesto que ésta estaba muy espesa, y di una gruesa pincelada.
– Sí, así… bueno, quizá un poco más oscuro.- Me gustaba hablar conmigo, a veces me corregía yo solo.
Una ráfaga de aire se movió en la sala. Apoyé una de mis manos en la pared para sostener mi peso, se me cayeron los pinceles de la mano, me la llevé a la cabeza dándome pequeños masajes en la parte frontal.
“Tengo que descansar”, eso era cierto, llevaba días sin dormir, y no era hasta estos momentos de fragilidad cuando me rendía a mis debilidades humanas, “Dios sabe cuanto desearía aguantar.”
Empecé a mezclar los pigmentos con el aceite de linaza, lo removí lentamente con un palillo que había en la mesa.
Me pasé el reverso de la mano por la frente, realmente estaba mal, “una copita no me vendría mal” pensé.
Alcé la vista para encontrarme de nuevo con la ventana. Las nubes se movían veloces en el cielo, éste estaba oscuro, mucho diría yo, mucho más oscuro que el color índigo. Debo decir que siempre intentaba descifrar el color de las cosas que me llamaban la atención, podría decirse que era una de mis manías.
Volví a mis mezclas, poniendo con pequeños pegotes la cantidad necesaria en mi paleta de madera. – Yo creo que con eso será suficiente.- “¿hablando solo de nuevo?” - eso me temo.- sonreí al oír mi voz resonar entre las cuatro paredes.
Me dirigí al caballete, y empecé a dar con el pincel pequeños golpes sobre el lienzo, que previamente había tratado con una imprimación hecha por mi mismo.
Diluí un poco de pintura en otro de mis recipientes, puesto que ésta estaba muy espesa, y di una gruesa pincelada.
– Sí, así… bueno, quizá un poco más oscuro.- Me gustaba hablar conmigo, a veces me corregía yo solo.
Una ráfaga de aire se movió en la sala. Apoyé una de mis manos en la pared para sostener mi peso, se me cayeron los pinceles de la mano, me la llevé a la cabeza dándome pequeños masajes en la parte frontal.
“Tengo que descansar”, eso era cierto, llevaba días sin dormir, y no era hasta estos momentos de fragilidad cuando me rendía a mis debilidades humanas, “Dios sabe cuanto desearía aguantar.”
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
Degustando las partículas esparcidas por el aire siente que en su interior el hambre terminará por consumirle. Las palabras del joven resuenan rompiendo el completo silencio en aquella noche, no hay nadie más allí lo cual significa que su víctima se comunica con si mismo; encuentra el hecho bastante familiar, debe reconocer que el conversar que la mente maestra, esa que manipula el cuerpo puede ser verdaderamente entretenido. El calor de la habitación más el esfuerzo ejercido por la pintura no puede ser percibido por la mujer, no obstante eso no impide que el joven sienta el agotamiento en su cabeza, los poros de su frente comienzan a ataviarse de gotas de sudor, aquel líquido que guarda en su esencia el olor a la mismísima sangre. Aún sin conocer el nombre del difunto, sin siquiera verle el rostro se siente repentinamente atraída por su efluvio.
Una combinación de olores se marca en sus fosas nasales, es la maldita pintura la que deja ciego a su sentido del olfato, no obstante, el paladar de la fémina aún guarda el recuerdo de aquella alucinación, ilusión donde clava sus caninos en la débil piel del humano ¿El cuello? No, eso es soberanamente patético, un vampiro digno de llamarse así jamás mordería el cuello de un mortal para beber de él, a menos que solo se desee matarlo por placer y probar un poco, una manía enfermiza. Pero si se trata de alimento, el romper la artería del cuello solo generará que el humano sangre torpemente manchando todo a su paso, desperdiciando la sangre vagamente.
Sonríe para si misma y trata de concentrarse en los hecho de esta noche, se muerde el labio inferior, pensando ¿Cómo irrumpir abruptamente en la inspiración de un artista? Pasa su mano derecha por su cabeza removiendo un mechón de cabello tras su oreja, levanta la vista hasta el techo de la edificación, se encoge de hombros y sin hacer ruido se aventura en el aula. Los cristales de la ventana no pueden reflejar su presencia, solo el viento que choca contra ellos advierten al ingenuo lo que esta a punto de ocurrir, pero el oído de quien no está sordo jamás descifraría el código del silencio sepulcral.
La mujer de cabellos negros, sonrisa angelical pero presencia fantasmal, se encuentra justo detrás del muchacho, escruta en sus pensamientos, le importa muy poco si es decente o no, nadie sobrevivirá como para sacar a relucir su naturaleza sobrenatural. Se relame los labios, arquea su cuerpo hasta que su nariz se posa a escasos centímetros de la cabeza de aquel chico, aspira profundamente el olor que despiden sus cabellos, sonríe y acaricia indecentemente su propio cuerpo, todos sus sentidos están alertas, todos y cada uno de ellos espera que sus garras desangren hasta la muerte a su juguete nuevo. Resbala sus labios hasta colocarlos a un lado del oído izquierdo del varón, su gélido aliento es exhalado chocando contra la oreja del mismo, lentamente sus labios figuran una mueca mejor conocida como una sonrisa ¿Qué juego se le ocurrió esta noche?
- Monsieur, es muy bella su obra pero creo que le hace falta un poco de color – Con la fuerza propia de los vampiros, hace girar el cuerpo que le da la espalda, le ve el rostro, guarda sus facciones en la memoria, lo examina, lo observa cual niña redescubriendo algo nuevo, su mirada demuestra curiosidad pero todo ocurre tan rápido como para que haya podido entender que hace la fémina frente a él. Con una mano coge la muñeca del chico y le desgarra parte de la piel con un simple roce de sus afiladas uñas, la sangre comienza a emanar, la demencia súcubo sonríe, mancha sus dedos con la sangre y utiliza los mismos como pinceles, realiza un par de trazos en el lienzo del joven pintor. – ¡Oh! El dolor suele ser la inspiración de gran variedad de artistas, por mi parte es el color de la sangre la que me lleva a realizar una magna obra como esta –
Una combinación de olores se marca en sus fosas nasales, es la maldita pintura la que deja ciego a su sentido del olfato, no obstante, el paladar de la fémina aún guarda el recuerdo de aquella alucinación, ilusión donde clava sus caninos en la débil piel del humano ¿El cuello? No, eso es soberanamente patético, un vampiro digno de llamarse así jamás mordería el cuello de un mortal para beber de él, a menos que solo se desee matarlo por placer y probar un poco, una manía enfermiza. Pero si se trata de alimento, el romper la artería del cuello solo generará que el humano sangre torpemente manchando todo a su paso, desperdiciando la sangre vagamente.
Sonríe para si misma y trata de concentrarse en los hecho de esta noche, se muerde el labio inferior, pensando ¿Cómo irrumpir abruptamente en la inspiración de un artista? Pasa su mano derecha por su cabeza removiendo un mechón de cabello tras su oreja, levanta la vista hasta el techo de la edificación, se encoge de hombros y sin hacer ruido se aventura en el aula. Los cristales de la ventana no pueden reflejar su presencia, solo el viento que choca contra ellos advierten al ingenuo lo que esta a punto de ocurrir, pero el oído de quien no está sordo jamás descifraría el código del silencio sepulcral.
La mujer de cabellos negros, sonrisa angelical pero presencia fantasmal, se encuentra justo detrás del muchacho, escruta en sus pensamientos, le importa muy poco si es decente o no, nadie sobrevivirá como para sacar a relucir su naturaleza sobrenatural. Se relame los labios, arquea su cuerpo hasta que su nariz se posa a escasos centímetros de la cabeza de aquel chico, aspira profundamente el olor que despiden sus cabellos, sonríe y acaricia indecentemente su propio cuerpo, todos sus sentidos están alertas, todos y cada uno de ellos espera que sus garras desangren hasta la muerte a su juguete nuevo. Resbala sus labios hasta colocarlos a un lado del oído izquierdo del varón, su gélido aliento es exhalado chocando contra la oreja del mismo, lentamente sus labios figuran una mueca mejor conocida como una sonrisa ¿Qué juego se le ocurrió esta noche?
- Monsieur, es muy bella su obra pero creo que le hace falta un poco de color – Con la fuerza propia de los vampiros, hace girar el cuerpo que le da la espalda, le ve el rostro, guarda sus facciones en la memoria, lo examina, lo observa cual niña redescubriendo algo nuevo, su mirada demuestra curiosidad pero todo ocurre tan rápido como para que haya podido entender que hace la fémina frente a él. Con una mano coge la muñeca del chico y le desgarra parte de la piel con un simple roce de sus afiladas uñas, la sangre comienza a emanar, la demencia súcubo sonríe, mancha sus dedos con la sangre y utiliza los mismos como pinceles, realiza un par de trazos en el lienzo del joven pintor. – ¡Oh! El dolor suele ser la inspiración de gran variedad de artistas, por mi parte es el color de la sangre la que me lleva a realizar una magna obra como esta –
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
El agotamiento se hizo presa de mí, el sudor frío emergía de mis poros provocándome más malestar “debí haberme ido con mis compañeros al bar.”
Me puse delante del lienzo, sí, aún le quedaba mucho para que lo diera por concluido, y que yo mismo le diera mi bendición. Esperé que así fuese, porque sino era así, lo acabaría quemando.
Estuve pensando cosas como los contrastes de luz cuando noté algo, por llamarlo de alguna manera, en mi oído izquierdo, hubo un momento que pensé que quizá era el aire que se movía en la sala, pero era imposible que eso fuera así, un escalofrío que me sacudió por completo, pero no quería girarme, me negaba a ello.
Cuando… - Monsieur, es muy bella su obra pero creo que le hace falta un poco de color – Cerré los ojos con fuerza, no sabía si era de alivio, pero esa pequeña de luz que irradiaba esperanza se difuminó, cuando ese mismo ser que habló me giró de un solo movimiento, mis ojos quedaron vidriosos al ver a una mujer, o eso es lo que creí ver, parecía que se estaba divirtiendo, yo intenté controlarme, pero me estaba poniendo nervioso como de costumbre, al estar tan cerca de las féminas. “¡Oh dios, oh Dios!”
Iba perfectamente ataviada, pero un solo color destaca en ella, un solo color que estaría a punto a ver en breves segundos. No pude ver más, retener más, cuando con una mano me cogió la muñeca la cual estaba tiritando de horror, al ver como con sus uñas práctico un desgarro en mi piel, y de ella empezaba a brotar mi sangre, mi querida sangre “no…”, levanté la vista para mirarla, estaba sonriendo de una manera indescriptible, creí morirme, quería desvanecerme.
Pude ver como pasaba sus dedos por mi muñeca para luego llevarlos a mi lienzo y estropeármelo, eso sin duda alguna, era terrorífico ver mi propia sangre en el lienzo
– ¡Oh! El dolor suele ser la inspiración de gran variedad de artistas, por mi parte es el color de la sangre la que me lleva a realizar una magna obra como esta.- Haré un apunte diciendo que simbólicamente yo derramaba siempre mi alma en los dibujos que hacia, volcando todo mi ser en ellos, y mire, precisamente hoy esto se volvió literal, no sabía si por suerte o por desgracia, en aquel momento pensé que era por una maldita desgracia, era tan joven para acabar mis días así.
Sí, era cierto el dolor a inspirado a grandes pintores que admiro, y artistas en general, es el sentimiento que te deja indagar por más lugares, haciéndote sacar lo más profundo de tu ser, desgarrándote, haciendo que te tuerzas de dolor, para luego sentirte aliviado. Y podría seguir hablando de esto, pero no pude pensar más.
No sabía si podía articular palabra, pero lo intenté, no sin antes haberme aclarado la garganta.
– Madame, sois realmente original, pero debo deciros que la sangre no es la mejor sustancia para pintar, es más puede estropear el lienzo, y toda mi obra. – Miré el lienzo con el rabillo del ojo, estaba increíblemente asustado y lo único que se me ocurría decirle eran infortunios, no quería enfadarla, no debía estando en la posición donde me encontraba.
– Pero veo que me estáis ayudando a darle la personalidad que precisa. – La observé temeroso, las lágrimas estaban en lo más profundo de mí, esperando para ser derramadas en cualquier momento, las piernas se me aflojaron, titubeé con la otra mano que me quedaba, necesitaba saber donde estaba la pared, por si osaba desmayarme.
– Ángel del cielo, no sé que he hecho para perturbaros, os digo que no he hecho nunca nada en contra de nadie, no sé si quiera si este será el último de mis días, de veras que no me gustaría.- tragué saliva.- Sois tan bella, que vuestra sola presencia me está anestesiando la herida que me habéis ejercido.
Cerré mis ojos pensando en todo lo precioso y majestuoso que había visto en mi vida, me vino a la mente el gran fresco de la capilla sixtina de Miguel Ángel “Ángeles venid a por mí”, estaba delirando lo confieso, no sabía si lo que estaba delante de mis ojos era real, o una mero reflejo de mi miedos más profundos.
Me puse delante del lienzo, sí, aún le quedaba mucho para que lo diera por concluido, y que yo mismo le diera mi bendición. Esperé que así fuese, porque sino era así, lo acabaría quemando.
Estuve pensando cosas como los contrastes de luz cuando noté algo, por llamarlo de alguna manera, en mi oído izquierdo, hubo un momento que pensé que quizá era el aire que se movía en la sala, pero era imposible que eso fuera así, un escalofrío que me sacudió por completo, pero no quería girarme, me negaba a ello.
Cuando… - Monsieur, es muy bella su obra pero creo que le hace falta un poco de color – Cerré los ojos con fuerza, no sabía si era de alivio, pero esa pequeña de luz que irradiaba esperanza se difuminó, cuando ese mismo ser que habló me giró de un solo movimiento, mis ojos quedaron vidriosos al ver a una mujer, o eso es lo que creí ver, parecía que se estaba divirtiendo, yo intenté controlarme, pero me estaba poniendo nervioso como de costumbre, al estar tan cerca de las féminas. “¡Oh dios, oh Dios!”
Iba perfectamente ataviada, pero un solo color destaca en ella, un solo color que estaría a punto a ver en breves segundos. No pude ver más, retener más, cuando con una mano me cogió la muñeca la cual estaba tiritando de horror, al ver como con sus uñas práctico un desgarro en mi piel, y de ella empezaba a brotar mi sangre, mi querida sangre “no…”, levanté la vista para mirarla, estaba sonriendo de una manera indescriptible, creí morirme, quería desvanecerme.
Pude ver como pasaba sus dedos por mi muñeca para luego llevarlos a mi lienzo y estropeármelo, eso sin duda alguna, era terrorífico ver mi propia sangre en el lienzo
– ¡Oh! El dolor suele ser la inspiración de gran variedad de artistas, por mi parte es el color de la sangre la que me lleva a realizar una magna obra como esta.- Haré un apunte diciendo que simbólicamente yo derramaba siempre mi alma en los dibujos que hacia, volcando todo mi ser en ellos, y mire, precisamente hoy esto se volvió literal, no sabía si por suerte o por desgracia, en aquel momento pensé que era por una maldita desgracia, era tan joven para acabar mis días así.
Sí, era cierto el dolor a inspirado a grandes pintores que admiro, y artistas en general, es el sentimiento que te deja indagar por más lugares, haciéndote sacar lo más profundo de tu ser, desgarrándote, haciendo que te tuerzas de dolor, para luego sentirte aliviado. Y podría seguir hablando de esto, pero no pude pensar más.
No sabía si podía articular palabra, pero lo intenté, no sin antes haberme aclarado la garganta.
– Madame, sois realmente original, pero debo deciros que la sangre no es la mejor sustancia para pintar, es más puede estropear el lienzo, y toda mi obra. – Miré el lienzo con el rabillo del ojo, estaba increíblemente asustado y lo único que se me ocurría decirle eran infortunios, no quería enfadarla, no debía estando en la posición donde me encontraba.
– Pero veo que me estáis ayudando a darle la personalidad que precisa. – La observé temeroso, las lágrimas estaban en lo más profundo de mí, esperando para ser derramadas en cualquier momento, las piernas se me aflojaron, titubeé con la otra mano que me quedaba, necesitaba saber donde estaba la pared, por si osaba desmayarme.
– Ángel del cielo, no sé que he hecho para perturbaros, os digo que no he hecho nunca nada en contra de nadie, no sé si quiera si este será el último de mis días, de veras que no me gustaría.- tragué saliva.- Sois tan bella, que vuestra sola presencia me está anestesiando la herida que me habéis ejercido.
Cerré mis ojos pensando en todo lo precioso y majestuoso que había visto en mi vida, me vino a la mente el gran fresco de la capilla sixtina de Miguel Ángel “Ángeles venid a por mí”, estaba delirando lo confieso, no sabía si lo que estaba delante de mis ojos era real, o una mero reflejo de mi miedos más profundos.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
“El terror del niño es todo aquello que ignora el hombre”
Observar las facciones del rostro de aquel muchacho la hicieron regodearse es su auto proclamación. Una sonrisa enmarcada con la maldad de su macabra ideología, cruzo por la comisura de sus labios resaltando la maldita belleza de la cual es acreedora. La fémina disfruto del miedo atrapado en su cuerpo, los latidos de su corazón se aceleraron como cual caballo en pleno galope, el choque repentino de ese órgano tan lleno de vida, ahogado en sangre, contra el pecho del humano era el perfecto toque para la música, un arte esplendido que disfruta muy a menudo en su mansión aparcada de toda sociedad, alejada de las habladurías de la gente. El tener una visión más extrema que los humanos posee ventajas inimaginables, como el hecho de poder admirar y profundizar en los poros de la piel cuando esta se eriza en los escalofríos implantados por un gélido susurro cuando no es esperado. Escuchar de forma inverosímil sirve para poder apreciar la melodía de gritos silenciosos en labios cerrados por el temor ó el nerviosismo aberrante que deja un espectro al pasar.
Ese tipo de sensaciones fueron analizados por completo, detallados, apreciados hasta el último de los movimientos, marcados en su memoria para sumarlos a las víctimas que más curiosidad han despertado en su mente. Desea saciar la sed que siente en su interior pero su “sexto sentido” le dicta que puede ser soberanamente más excitante jugar con el chamaco que matarlo esta misma noche, chasquea la lengua y niega con la cabeza, tras plasmar la sangre del artista en su lienzo se lleva la mano a los labios, rosando la comisura de estos pintándolos al igual que aquella obra; al término los relame separando el sabor de la dulzura de la sangre con lo amargo de los restos de pintura diluida. Suelta al chico, le da la espalda para comenzar a caminar del lado contrario de donde se encuentran, sus dedos se deslizan por cada uno de los muebles que se encuentran en el aula, unos cogen pinceles distribuidos por los alrededores para llevarlos hasta la vista curiosa de la midian, depositándolos nuevamente de donde los tomo. Su mirada camina por cada rincón de aquella habitación, gira lentamente la cabeza al escuchar los murmulllos del chico.
- El estropear su obra no es lo más cruel que puedo hacerle a un artista – Arquea una ceja, continúa con sus andanzas en un tour por la habitación, se muerde la labio inferior. En su mente ya se dibujan imágenes bastante claras de lo que desea y quiere hacer con aquel, sonríe con malicia por debajo, se queda sumergida inesperadamente en el “reflejo” de su cuerpo a través del ventanal de aquel sitio, admira la profundidad de las sombras, el color vivo del firmamento nocturno, el movimiento de las nubes, el silencio del edificio. Un augurio de muerte.
Su mirada se desliza de la ventana hasta el rostro del joven quien en un intento trata de componer sus palabras con aquel toque de originalidad, pero lo que no espera escuchar en esta noche abre sus ojos, alterando su sentido del oído, analizando la estructura de las palabras de aquel peculiar chiquillo, el solo hecho de la formulación tan intacta, bella, esplendida. Después de que el muchacho traga la saliva, la fémina sonríe con la mitad de sus labios, mirando con ¿ternura? Al varón. Espera paciente a que termine sus palabras y como antes se posiciona frente a él. Clava deliberadamente sus ojos en los suyos, sonríe amargamente, toma de su barbilla obligándole a verle.
- Créame, este no será el último de vuestros días, pero os aseguro que después desearéis que lo haya sido – Deposita un beso helado en sus labios.
Ese tipo de sensaciones fueron analizados por completo, detallados, apreciados hasta el último de los movimientos, marcados en su memoria para sumarlos a las víctimas que más curiosidad han despertado en su mente. Desea saciar la sed que siente en su interior pero su “sexto sentido” le dicta que puede ser soberanamente más excitante jugar con el chamaco que matarlo esta misma noche, chasquea la lengua y niega con la cabeza, tras plasmar la sangre del artista en su lienzo se lleva la mano a los labios, rosando la comisura de estos pintándolos al igual que aquella obra; al término los relame separando el sabor de la dulzura de la sangre con lo amargo de los restos de pintura diluida. Suelta al chico, le da la espalda para comenzar a caminar del lado contrario de donde se encuentran, sus dedos se deslizan por cada uno de los muebles que se encuentran en el aula, unos cogen pinceles distribuidos por los alrededores para llevarlos hasta la vista curiosa de la midian, depositándolos nuevamente de donde los tomo. Su mirada camina por cada rincón de aquella habitación, gira lentamente la cabeza al escuchar los murmulllos del chico.
- El estropear su obra no es lo más cruel que puedo hacerle a un artista – Arquea una ceja, continúa con sus andanzas en un tour por la habitación, se muerde la labio inferior. En su mente ya se dibujan imágenes bastante claras de lo que desea y quiere hacer con aquel, sonríe con malicia por debajo, se queda sumergida inesperadamente en el “reflejo” de su cuerpo a través del ventanal de aquel sitio, admira la profundidad de las sombras, el color vivo del firmamento nocturno, el movimiento de las nubes, el silencio del edificio. Un augurio de muerte.
Su mirada se desliza de la ventana hasta el rostro del joven quien en un intento trata de componer sus palabras con aquel toque de originalidad, pero lo que no espera escuchar en esta noche abre sus ojos, alterando su sentido del oído, analizando la estructura de las palabras de aquel peculiar chiquillo, el solo hecho de la formulación tan intacta, bella, esplendida. Después de que el muchacho traga la saliva, la fémina sonríe con la mitad de sus labios, mirando con ¿ternura? Al varón. Espera paciente a que termine sus palabras y como antes se posiciona frente a él. Clava deliberadamente sus ojos en los suyos, sonríe amargamente, toma de su barbilla obligándole a verle.
- Créame, este no será el último de vuestros días, pero os aseguro que después desearéis que lo haya sido – Deposita un beso helado en sus labios.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
Intenté no perderme nada de lo que estaba ocurriendo en aquella aula, más que nada porque me encontraba en estado de alerta, inútil, pero así era. Vi como chasqueaba la lengua y negaba con la cabeza “¿qué estaría pensando?”, se llevó la mano a los labios, mi sangre relució en ellos antes de relamerse.
En un momento me soltó, no sabía por cuánto tiempo, pero el caso es, que no me moví, estaba totalmente paralizado por el terror que sentía por todo mi cuerpo, no podía pensar nada coherente, quise buscarle alguna lógica a todo aquello, me pregunté mil veces, qué o quién era esa ser, en mi cabeza no hubo respuesta.
Su caminata fue una tortura para mí, no sabía lo que ella pretendía hacer, pensé que me mataría de un momento a otro, estaba tan convencido de ello.
- El estropear su obra no es lo más cruel que puedo hacerle a un artista –
“¿Ah no?” Me pregunté. Igualmente se lo estaba pasando bien, yo simplemente no podía decir lo mismo. Volví a tener la visión de que quizá aquel ser podía ser un ángel que se me aparecía para llevarme con él, que así es como debía ser, que así era como debía terminar.
Sus ojos se clavaron en mí, por un atisbo de tiempo creí que sus ojos reflejaban cierto rasgo humano, pero eso se perdió en cuestión de milésimas, me perdí en el camino.
Solo sé que me sonrió, y con su mano me agarró la barbilla, su tacto se me antojó helado, pero ya daba igual. Respiré con fuerza mientras la miraba, no habría compasión, no lo sabía, no sabía nada.
- Créame, este no será el último de vuestros días, pero os aseguro que después desearéis que lo haya sido – De pronto sus labios se posaron en los míos, mis manos que colgaban de mis hombros estaban totalmente tiesas, cerré mis ojos para olvidarme por un momento de lo que estaba pasando, para volver a recrear imágenes de las obras que adoraba, esta vez fueron esculturas de Canova, una lágrima se derramó de uno de mis ojos mientras duró aquel beso mortal.
Cuando acabó abrí los ojos despacio, me costó horrores levantar la mano hasta llegar al rostro de aquel ser, titubeé en el aire, hasta que por fin, con el reverso de la mano la toqué la mejilla, sí, era como una estatua de mármol, una de las diosas que Canova creó se presentaba ante mí, y yo era tan iluso que sentía miedo, es cierto, un mortal no puede soportar la belleza de los dioses.
Sonreí como ido, estaba perdiendo la cordura.
- No soy digno de vuestra presencia.- susurré, no sé si me había oído, aparté mi mano de su gélido rostro. De nuevo tomé una bocanada de aire y tartamudeé esta simple pregunta. - ¿Qué pensáis hacer conmigo?
En un momento me soltó, no sabía por cuánto tiempo, pero el caso es, que no me moví, estaba totalmente paralizado por el terror que sentía por todo mi cuerpo, no podía pensar nada coherente, quise buscarle alguna lógica a todo aquello, me pregunté mil veces, qué o quién era esa ser, en mi cabeza no hubo respuesta.
Su caminata fue una tortura para mí, no sabía lo que ella pretendía hacer, pensé que me mataría de un momento a otro, estaba tan convencido de ello.
- El estropear su obra no es lo más cruel que puedo hacerle a un artista –
“¿Ah no?” Me pregunté. Igualmente se lo estaba pasando bien, yo simplemente no podía decir lo mismo. Volví a tener la visión de que quizá aquel ser podía ser un ángel que se me aparecía para llevarme con él, que así es como debía ser, que así era como debía terminar.
Sus ojos se clavaron en mí, por un atisbo de tiempo creí que sus ojos reflejaban cierto rasgo humano, pero eso se perdió en cuestión de milésimas, me perdí en el camino.
Solo sé que me sonrió, y con su mano me agarró la barbilla, su tacto se me antojó helado, pero ya daba igual. Respiré con fuerza mientras la miraba, no habría compasión, no lo sabía, no sabía nada.
- Créame, este no será el último de vuestros días, pero os aseguro que después desearéis que lo haya sido – De pronto sus labios se posaron en los míos, mis manos que colgaban de mis hombros estaban totalmente tiesas, cerré mis ojos para olvidarme por un momento de lo que estaba pasando, para volver a recrear imágenes de las obras que adoraba, esta vez fueron esculturas de Canova, una lágrima se derramó de uno de mis ojos mientras duró aquel beso mortal.
Cuando acabó abrí los ojos despacio, me costó horrores levantar la mano hasta llegar al rostro de aquel ser, titubeé en el aire, hasta que por fin, con el reverso de la mano la toqué la mejilla, sí, era como una estatua de mármol, una de las diosas que Canova creó se presentaba ante mí, y yo era tan iluso que sentía miedo, es cierto, un mortal no puede soportar la belleza de los dioses.
Sonreí como ido, estaba perdiendo la cordura.
- No soy digno de vuestra presencia.- susurré, no sé si me había oído, aparté mi mano de su gélido rostro. De nuevo tomé una bocanada de aire y tartamudeé esta simple pregunta. - ¿Qué pensáis hacer conmigo?
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
En el lapso ilusorio de aquel ilustre beso, una infinidad de sensaciones provocó que su mente se disputara la forma más esplendida de acabar con la vida de aquel mortal. Las voces de su cabeza sucumbían ante la ferocidad de rugidos deseosos de sangre, suplicando beber, destazarlo de una buena vez, aniquilar su cuerpo, desmembrar sus partes y ofrecerle un ritual de sangre a la noche. Pero… No, ese tipo de cosas bestiales, esos actos descomunales son los que separan a las bestias de ella, una inmortal con deseos de saciar únicamente su sed. Sonríe para si misma al toparse con la insana idea de siempre, satisfacer primero su hambre de sadicismo después su sed y por último si queda espacio alguna otra cosa que se le ocurra.
El sabor de los delicados besos del caballero dibujaron fragmentos de una fragancia en su paladar, la catadora de pieles, de sangre identificaba el tipo, los años y la presencia inusual de sentimientos externos. “Definitivamente igual que su obra” Piensa detenidamente, analizando cada detalle de la composición de sus labios, son delicados, dulces, una bella representación de la juventud en un varón. Lo cual significa que su sangre probablemente sea provocadoramente adictiva. Una cálida caricia salida de la mano del joven se deposita en la pétrea mejilla de la dama, por reflejo la fémina rosa con sus dedos la mano del chico tan solo para depositarla de nueva cuenta en donde se encontraba, sonríe con un atisbo benevolencia, siente una pena aniquilante en su pecho por morder la mano de quien le alimenta. Antes de que él pudiese pronunciar palabra alguna entre titubeos la mujer ya había encontrado la respuesta correcta para las preguntas de la frágil mente del chico.
- Si estoy aquí es por que tenéis algo lo suficientemente digno de mí – Le sonríe con amabilidad fingida, los susurros de él podían ser perfectamente bien escuchados por los gélidos oídos del midian, se pone de pie tras escuchar su pregunta – No os preocupéis por el futuro mi Lord, ocuparos del presente que tenéis, terminad vuestra obra que por ello estás así – Señala con un ademán de su mano la condición desaliñada en la que se encuentra su peyorativa persona. Relame sus labios sucumbiendo nuevamente al descontrolado deseo por arrancar de su cuerpo aquella despeinada cabeza, no obstante, sigue buscando, formulando infinidad de trucos que mostrarle a ese humano. Trucos que tienen algo en común, la muerte.
El ambiente se esta tornando desagradable, tétrico, sombrío y aterrador, la cuna ideal para los engendros nocturnos que esperan pacientes la desgracia.
El sabor de los delicados besos del caballero dibujaron fragmentos de una fragancia en su paladar, la catadora de pieles, de sangre identificaba el tipo, los años y la presencia inusual de sentimientos externos. “Definitivamente igual que su obra” Piensa detenidamente, analizando cada detalle de la composición de sus labios, son delicados, dulces, una bella representación de la juventud en un varón. Lo cual significa que su sangre probablemente sea provocadoramente adictiva. Una cálida caricia salida de la mano del joven se deposita en la pétrea mejilla de la dama, por reflejo la fémina rosa con sus dedos la mano del chico tan solo para depositarla de nueva cuenta en donde se encontraba, sonríe con un atisbo benevolencia, siente una pena aniquilante en su pecho por morder la mano de quien le alimenta. Antes de que él pudiese pronunciar palabra alguna entre titubeos la mujer ya había encontrado la respuesta correcta para las preguntas de la frágil mente del chico.
- Si estoy aquí es por que tenéis algo lo suficientemente digno de mí – Le sonríe con amabilidad fingida, los susurros de él podían ser perfectamente bien escuchados por los gélidos oídos del midian, se pone de pie tras escuchar su pregunta – No os preocupéis por el futuro mi Lord, ocuparos del presente que tenéis, terminad vuestra obra que por ello estás así – Señala con un ademán de su mano la condición desaliñada en la que se encuentra su peyorativa persona. Relame sus labios sucumbiendo nuevamente al descontrolado deseo por arrancar de su cuerpo aquella despeinada cabeza, no obstante, sigue buscando, formulando infinidad de trucos que mostrarle a ese humano. Trucos que tienen algo en común, la muerte.
El ambiente se esta tornando desagradable, tétrico, sombrío y aterrador, la cuna ideal para los engendros nocturnos que esperan pacientes la desgracia.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
Me daba la sensación de que esto no tenía buena pinta, ninguna buena pinta, pero ella no se cansaba, ella no cedía ante mi terror, ¿qué clase de ser era, dónde quedaba su humanidad? Sus ojos transmitían…como dije antes, no hay palabras para expresarlo, es que creo que la palabra ni existe. Así que figúrense.
Obviamente lo que ella necesitaba era la sangre, no necesitaba más señales para saberlo, un ángel que requiere de sangre para sobrevivir.
No podía detenerme en cada parte de su rostro, no osaba hacerlo ni aún queriéndolo, solo me perdí en su mirada.
Cuando iba a bajar mi mano, ella detuvo el gesto, mi mano empezó a temblar por su contacto, sonríe, yo no pude ¡no pude! Siempre me he definido como un chico bastante risueño, alegre y dicharachero con la gente que conocía, pero hoy no era yo, para nada.
No tardó en responder a las preguntas que fui capaz de formular. No me alentaron para nada, es más me asustaron todavía más, ¿podía darme un paro cardiaco? Parecía un niño, solo me faltaba echarme a llorar, pero creo que las lágrimas se petrificaron en algún lugar.
- No os preocupéis por el futuro mi Lord, ocuparos del presente que tenéis, terminad vuestra obra que por ello estás así – ¿eso significaba que podía seguir con mi obra? Era lo que más deseaba, no, miento, quería irme a la habitación de la residencia de estudiantes, cerrar la puerta y la ventana a cal y canto y dormir hasta que no pudiera más. Su lengua humedeció sus labios, gestos lascivos, que me ponían aún más nervioso.
Un ángel no tortura así a los meros mortales, un ángel siente compasión ante los lloros y lamentaciones de los humanos, pero aquel ser no parecía que fuera a hacerlo. Entonces quizá no era el ángel que creía, tal vez una diosa vengativa, pero al fin de al cabo, la destrucción estaba asegurada.
Me giré para intentar recuperar algo de la compostura que había perdido, respiré repetidas veces, cada vez me estaba poniendo peor, no me encontraba bien, quizá moriría antes de que ella saciara su sed de venganza u odio conmigo. Cogí el pincel, y volví al lienzo, la sangre que allí había me producía malestar, “¿por qué yo?” despertar quería de esta pesadilla, pero viendo lo que había, la pesadilla seguiría su curso hasta no sabía cuándo.
Mojé el pincel en óleo rojo, sí, mucho mejor que la sangre, es más permanente, en un lienzo quedaría eternamente estampado. Por un momento había olvidado mi situación, pero solo fue un momento, estaba tenso, muy tenso, si conseguía acabar la obra, reflejaría cómo me sentía.
No pude articular palabra, estaba a merced de aquel “ser”.
Obviamente lo que ella necesitaba era la sangre, no necesitaba más señales para saberlo, un ángel que requiere de sangre para sobrevivir.
No podía detenerme en cada parte de su rostro, no osaba hacerlo ni aún queriéndolo, solo me perdí en su mirada.
Cuando iba a bajar mi mano, ella detuvo el gesto, mi mano empezó a temblar por su contacto, sonríe, yo no pude ¡no pude! Siempre me he definido como un chico bastante risueño, alegre y dicharachero con la gente que conocía, pero hoy no era yo, para nada.
No tardó en responder a las preguntas que fui capaz de formular. No me alentaron para nada, es más me asustaron todavía más, ¿podía darme un paro cardiaco? Parecía un niño, solo me faltaba echarme a llorar, pero creo que las lágrimas se petrificaron en algún lugar.
- No os preocupéis por el futuro mi Lord, ocuparos del presente que tenéis, terminad vuestra obra que por ello estás así – ¿eso significaba que podía seguir con mi obra? Era lo que más deseaba, no, miento, quería irme a la habitación de la residencia de estudiantes, cerrar la puerta y la ventana a cal y canto y dormir hasta que no pudiera más. Su lengua humedeció sus labios, gestos lascivos, que me ponían aún más nervioso.
Un ángel no tortura así a los meros mortales, un ángel siente compasión ante los lloros y lamentaciones de los humanos, pero aquel ser no parecía que fuera a hacerlo. Entonces quizá no era el ángel que creía, tal vez una diosa vengativa, pero al fin de al cabo, la destrucción estaba asegurada.
Me giré para intentar recuperar algo de la compostura que había perdido, respiré repetidas veces, cada vez me estaba poniendo peor, no me encontraba bien, quizá moriría antes de que ella saciara su sed de venganza u odio conmigo. Cogí el pincel, y volví al lienzo, la sangre que allí había me producía malestar, “¿por qué yo?” despertar quería de esta pesadilla, pero viendo lo que había, la pesadilla seguiría su curso hasta no sabía cuándo.
Mojé el pincel en óleo rojo, sí, mucho mejor que la sangre, es más permanente, en un lienzo quedaría eternamente estampado. Por un momento había olvidado mi situación, pero solo fue un momento, estaba tenso, muy tenso, si conseguía acabar la obra, reflejaría cómo me sentía.
No pude articular palabra, estaba a merced de aquel “ser”.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
"Quien no desearía ese líquido que emana de una herida profunda, tan dulce y deleitable como el resto de tu ser, fría sensación que nace en mi cuerpo y muere en el tuyo recorriendo tus venas y envenenando tu pobre corazón"
Sí, disruta cada letargico movimiento que realiza su joven y desequilibrada presa, desde la aceleración de su corazón hasta su aparente cordura, pues pese a quel no tiene la más mínima idea que la fémina puede traspasar a sus pensamientos, ella simplemente escucha como narrador de obras de teatro lo que se esconde tras su silencio. Sus sonrisas terminaron de encontrarse en su rostro, ahora la dama se disputa entre una facción más seria y/o aterradora que las anteriores. Observa con el rabillo del ojo las acciones que este ejerce una vez que su presencia ah sido disminuida. No es una mujer tan cruel como se describe a si misma, por el contrario, ahora y después de sopesarlo muy bien, permitirá sin tapujos que el chico termine su obra...
- Se dice que un buen artista siempre es admirado después de su muerte - Comenta con su voz angelical, desviando la mirada hacia el oleo que se extiende frente a su desafortunado varón, por que sépase que a partir de ahora lo considerá suyo. Las pinceladas sobre el lienzo que esparcía su autor reflejaban unicamente el estrés y aquella tensión por la cual se encontraba, gracias a la musa de esta noche Lady Lorraine. Musa de inspiración que aún no culmina con su trabajo. El calor de una embriagante noche apenas si había comenzado, por ende tiene un par de horas más antes de irse a su respectiva cripta a descanzar. No sin antes divertirse un poco.
- ¿Cree usted Monsieur que eso sea veridico? - Pregunta ahora mirando detenidamente el pulso de su cuello, sí ese en donde su arteria carótida tiene lugar. Se relame nuevamente los labios y no puede esperar ni un segundo más antes de convertirlo en su fiel mascota, aquella no matará pero que vagamente dejará con vida, si es que no se aburre del monótono sabor de su sangre. Se acerca peligrosamente hasta su cuello y lame la curva del mismo, probando, saboreando, sintiendo el llamado de su naturaleza cada vez más fuerte ¿En verdad están solos en ese edificio? Por que necesitará de completa soledad para que los agonizantes gritos de su juguete no sean escuchados por los demás y así no se despierte la curiosidad hacia su persona y por ende no llamar la atención de los humanos por las leyendas vampíricas que tanto ignoran.
- Se dice que un buen artista siempre es admirado después de su muerte - Comenta con su voz angelical, desviando la mirada hacia el oleo que se extiende frente a su desafortunado varón, por que sépase que a partir de ahora lo considerá suyo. Las pinceladas sobre el lienzo que esparcía su autor reflejaban unicamente el estrés y aquella tensión por la cual se encontraba, gracias a la musa de esta noche Lady Lorraine. Musa de inspiración que aún no culmina con su trabajo. El calor de una embriagante noche apenas si había comenzado, por ende tiene un par de horas más antes de irse a su respectiva cripta a descanzar. No sin antes divertirse un poco.
- ¿Cree usted Monsieur que eso sea veridico? - Pregunta ahora mirando detenidamente el pulso de su cuello, sí ese en donde su arteria carótida tiene lugar. Se relame nuevamente los labios y no puede esperar ni un segundo más antes de convertirlo en su fiel mascota, aquella no matará pero que vagamente dejará con vida, si es que no se aburre del monótono sabor de su sangre. Se acerca peligrosamente hasta su cuello y lame la curva del mismo, probando, saboreando, sintiendo el llamado de su naturaleza cada vez más fuerte ¿En verdad están solos en ese edificio? Por que necesitará de completa soledad para que los agonizantes gritos de su juguete no sean escuchados por los demás y así no se despierte la curiosidad hacia su persona y por ende no llamar la atención de los humanos por las leyendas vampíricas que tanto ignoran.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
Yo seguí pintando, como si fuera la única razón de mi distracción. Cuando volvió a detenerme en seco su voz.
- Se dice que un buen artista siempre es admirado después de su muerte – “Dios” quiso decir con esa frase que ¿moriría? No sé ni por qué me sorprendía. Fruncí el ceño intentando reprimir los gritos ahogados que no eran capaces de escapárseme.
Volví a levantar el pincel, y extendí la pintura por la superficie muy lentamente, me costaba mover el brazo, creo que hasta me dolía.
- ¿Cree usted Monsieur que eso sea verídico? – Me acordé de todos los pintores que habían experimentando el éxito después de su muerte, me asqueaba aquello, pero la gente no valora a los artistas cuando están vivos. Solo unos pocos se dan cuenta de la genialidad que poseen algunas personas. Yo asentí repetidas veces con la cabeza.
Se acercaba a mí, yo me giré para enfrentarme a mi destino. Solo sé que comenzó a lamer mi cuello, no supe qué hacer con las manos, no me atreví a moverlas, apreté el pincel que tenía en las manos con fuerza mientras mis piernas iban cediendo.
Yo no sabía si estábamos solos en todo aquel edificio. Sí sabía por el contrario, que en ese piso lo estábamos, no sé si por suerte o por desgracia, "por desgracia" pensé ¿Pero habrían tenido alguna oportunidad contra ella? No lo sabía.
Intenté tomar aire, así lo que conseguí era que su perfume entrase llenando mi cabeza de multitud de sensaciones, menuda experiencia era aquella.
No sabía si quería recomendárselo a mi peor enemigo, en el caso de tenerlo.
Me humedecí los labios, porque tenía la boca seca.
– Por favor, acabe con este tormento.
No quería agonizar más. Las historias que contaban en los pueblos de los alrededores invadieron mi mente, era posible que aquel ser, fuera… ¿un vampiro?
- Se dice que un buen artista siempre es admirado después de su muerte – “Dios” quiso decir con esa frase que ¿moriría? No sé ni por qué me sorprendía. Fruncí el ceño intentando reprimir los gritos ahogados que no eran capaces de escapárseme.
Volví a levantar el pincel, y extendí la pintura por la superficie muy lentamente, me costaba mover el brazo, creo que hasta me dolía.
- ¿Cree usted Monsieur que eso sea verídico? – Me acordé de todos los pintores que habían experimentando el éxito después de su muerte, me asqueaba aquello, pero la gente no valora a los artistas cuando están vivos. Solo unos pocos se dan cuenta de la genialidad que poseen algunas personas. Yo asentí repetidas veces con la cabeza.
Se acercaba a mí, yo me giré para enfrentarme a mi destino. Solo sé que comenzó a lamer mi cuello, no supe qué hacer con las manos, no me atreví a moverlas, apreté el pincel que tenía en las manos con fuerza mientras mis piernas iban cediendo.
Yo no sabía si estábamos solos en todo aquel edificio. Sí sabía por el contrario, que en ese piso lo estábamos, no sé si por suerte o por desgracia, "por desgracia" pensé ¿Pero habrían tenido alguna oportunidad contra ella? No lo sabía.
Intenté tomar aire, así lo que conseguí era que su perfume entrase llenando mi cabeza de multitud de sensaciones, menuda experiencia era aquella.
No sabía si quería recomendárselo a mi peor enemigo, en el caso de tenerlo.
Me humedecí los labios, porque tenía la boca seca.
– Por favor, acabe con este tormento.
No quería agonizar más. Las historias que contaban en los pueblos de los alrededores invadieron mi mente, era posible que aquel ser, fuera… ¿un vampiro?
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
"No hay un veneno más dulce, mas mortal que el de tus
labios que me hacen sentir el sabor de la sangre en mi garganta…"
labios que me hacen sentir el sabor de la sangre en mi garganta…"
El viento soplaba fuerte haciendo golpear las ramas de los árboles en el cristal de la ventana, rasguñando, arañando ese material provocando un estruendo espeluznante aquel que eriza la piel de todo valiente que lo escucha. Los latidos de un corazón apagándose al mismo tiempo en que la respiración ya no soporta más el hastío al que fue sometida por aquellas laceraciones en la frágil piel de un condenado a muerte. La caída de las gotas de un líquido viscoso, haciendo eco en el silencio profundo de un callejón sin salida. Suspiros que por la noche parecen más que simples aullidos de dolor, esos mismos gemidos llenos de placer que pueden teñir de rojo la cuna de la muerte. Espasmos que hieren tórridamente la lucidez de un infante que no ah vivido ni siquiera la mitad de su vida. Truenos irrumpiendo el pasar del viento y las nubes del cielo, opacando la agonía ¿Plegarias? No hay tiempo en este mundo para sucumbir ante palabras secas de un par de labios sin sabor ni color, sin deseo ni pasión. No se puede tomar el corazón de una persona en las manos y seguir fingiendo que aún late, que aún vive. La razón perdió el camino que le habían pintado con rojo borgoña, el sendero de la benevolencia no se abre a los ojos del ciego, mucho menos puede ser encontrado por un ser que vendió su alma para corromper vidas, aniquilar cuerpos y beber de sus lastimeras heridas. Poesía pura la mente de una mujer tan enferma como los psicópatas asesinos, descuidando la cordura y alimentando la demencia inscrita en los aposentos de su mente. No hay escapatoria, no hay salvación. La redención es algo que no se les puede otorgar a las bestias nocturnas, el perdón la abandonó el mismo día en que su existencia comenzó en el infierno para los demás. La sangre escribe su historia y las entrañas adornan con crueldad sus hazañas, desde la más prodigiosa hasta la más cursi de todas. ¿Cómo fue que la tormenta inició si todo antes de eso estaba tan claro? ¿Qué augurio de muerte se anunció con la repentina llegada de la lluvia? ¿Cuánto tardara la bestia en dormir su ansiedad? ¿Por qué esa noche? ¿Por qué precisamente él quien no le debe nada a nadie y siempre se ah mantenido bajo el margen de una sociedad no menos amable que él? ¿Acaso puede existir la forma en la que no sufra el aterrador encuentro que el miserable destino le había deparado desde el instante en que una mujer cruzó la puerta de aquella inusual habitación? ¿Podría él ofrecer algo que no fuese únicamente su sangre para vida de que le permita despertar en un nuevo amanecer después de aquello? ¿Cómo?...
El cataclismo previo a la destrucción sin sentido de un solo cuerpo, es admirado desde el interior de aquella aula por los brillantes ojos de la fémina. Aspira el dulce olor que le rodea, gracias exclusivamente a quien esta generando historias fantástico reales en su propia cabeza, él sabe que puede morir, Lorraine sabe que el joven esta teniendo una epifanía en su interior, una que le muestra historias aberrantes acerca de criaturas tormentosas, infames y dementes como lo es la arpía de esa noche, un par de alimañas escurridizas no tendrían el crédito que demonios como la dama se han ganado a pulso, algunos quizá desde que son pequeños generando su leyenda a través del tiempo. Los diarios vampíricos de Lady Lorraine aún se esparcen por Inglaterra, sumando más terror a los infantes de lo que su insólita presencia podría hacer, Sin embargo, tiene mejores planes que en cien años no se le han ocurrido. La diversión esta por comenzar, escuchando las palabras del joven, enfocando sus sentidos del gusto, el olfato y el oído en el sabor de su piel, órganos y corazón. Cada uno proporcionándole un sabor exclusivo a la sangre, pues se debe aclarar que un buen catador de este fluido sabe diferenciar la sangre que se deposita en cada parte del cuerpo, siendo el corazón, órgano vital, el más dulce y apetecible que alguien pudiese llegar a imaginar.
Remueve con ambas manos el lienzo del pintor, lo coloca en un lugar completamente diferente. El sonido de este al chocar con la superficie de la mesa es casi nulo, sordo, un simple susurro perdido en la inmensidad de aquellos vientos esparcidos por las afueras de la construcción. La fiera se coloca al frente del sujeto, su postura se mueve de tal forma que queda a la misma altura que él; tomando entre sus dedos fríos y pálidos las manos de aquel muchacho, lo mira fijamente a los ojos con una macabra sonrisa, misma que termina en un gesto inescrutable. – ¿Así que vos creéis en las historias de terror? Al menos es la única respuesta que os encontraréis en vuestra cabeza para darle una explicación un tanto lógica a este suceso ¿Cierto? – Pregunta con una ceja alzada, sonríe la tortura física no es la única forma para hacer que una víctima sienta el mayor de sus temores danzar libremente por su cuerpo, en efecto hay algo mucho peor que eso, más cruel y perverso que cualquier dolor en el organismo. Para la suerte de Monsieur la mujer que ah colocado en su mente la idea de la existencia de seres descomunales, no es la mejor opción y realmente nunca lo será. – Creo que tendré que develar lo que durante siglos se ah callado… - Frunce el ceño – Estáis en lo correcto, la mayoría de las historias son ciertas, hay otras que no son de mi agrado – Finge una mueca de disgusto – Pero la que os tocará vivir será escuchada inclusive después de vuestra muerte - Un chasquido, un crujir deleita a sobre manera los sentidos de la vampiresa, haciendola jadear de placer. Sonido que no se debe a otra cosa que no sea simplemente la ruptura de un par de huesos situados en el dedo meñique de la mano del pintor, del artista que ahora agoniza, mismo que poco a poco se irá dando cuenta de la gran diversidad de formas que existen para ceder ante el dolor ya sea físico o emocional. - Pero primero deciros vuestro nombre, para así saber que epitafio os colocare en vuestra cripta... Eso si demostráis ser digno de ella - Sonríe con la mitad de sus labios, el primer gesto que se le ve después de tomar esa conversación de la forma más desgarradora posible.
El cataclismo previo a la destrucción sin sentido de un solo cuerpo, es admirado desde el interior de aquella aula por los brillantes ojos de la fémina. Aspira el dulce olor que le rodea, gracias exclusivamente a quien esta generando historias fantástico reales en su propia cabeza, él sabe que puede morir, Lorraine sabe que el joven esta teniendo una epifanía en su interior, una que le muestra historias aberrantes acerca de criaturas tormentosas, infames y dementes como lo es la arpía de esa noche, un par de alimañas escurridizas no tendrían el crédito que demonios como la dama se han ganado a pulso, algunos quizá desde que son pequeños generando su leyenda a través del tiempo. Los diarios vampíricos de Lady Lorraine aún se esparcen por Inglaterra, sumando más terror a los infantes de lo que su insólita presencia podría hacer, Sin embargo, tiene mejores planes que en cien años no se le han ocurrido. La diversión esta por comenzar, escuchando las palabras del joven, enfocando sus sentidos del gusto, el olfato y el oído en el sabor de su piel, órganos y corazón. Cada uno proporcionándole un sabor exclusivo a la sangre, pues se debe aclarar que un buen catador de este fluido sabe diferenciar la sangre que se deposita en cada parte del cuerpo, siendo el corazón, órgano vital, el más dulce y apetecible que alguien pudiese llegar a imaginar.
Remueve con ambas manos el lienzo del pintor, lo coloca en un lugar completamente diferente. El sonido de este al chocar con la superficie de la mesa es casi nulo, sordo, un simple susurro perdido en la inmensidad de aquellos vientos esparcidos por las afueras de la construcción. La fiera se coloca al frente del sujeto, su postura se mueve de tal forma que queda a la misma altura que él; tomando entre sus dedos fríos y pálidos las manos de aquel muchacho, lo mira fijamente a los ojos con una macabra sonrisa, misma que termina en un gesto inescrutable. – ¿Así que vos creéis en las historias de terror? Al menos es la única respuesta que os encontraréis en vuestra cabeza para darle una explicación un tanto lógica a este suceso ¿Cierto? – Pregunta con una ceja alzada, sonríe la tortura física no es la única forma para hacer que una víctima sienta el mayor de sus temores danzar libremente por su cuerpo, en efecto hay algo mucho peor que eso, más cruel y perverso que cualquier dolor en el organismo. Para la suerte de Monsieur la mujer que ah colocado en su mente la idea de la existencia de seres descomunales, no es la mejor opción y realmente nunca lo será. – Creo que tendré que develar lo que durante siglos se ah callado… - Frunce el ceño – Estáis en lo correcto, la mayoría de las historias son ciertas, hay otras que no son de mi agrado – Finge una mueca de disgusto – Pero la que os tocará vivir será escuchada inclusive después de vuestra muerte - Un chasquido, un crujir deleita a sobre manera los sentidos de la vampiresa, haciendola jadear de placer. Sonido que no se debe a otra cosa que no sea simplemente la ruptura de un par de huesos situados en el dedo meñique de la mano del pintor, del artista que ahora agoniza, mismo que poco a poco se irá dando cuenta de la gran diversidad de formas que existen para ceder ante el dolor ya sea físico o emocional. - Pero primero deciros vuestro nombre, para así saber que epitafio os colocare en vuestra cripta... Eso si demostráis ser digno de ella - Sonríe con la mitad de sus labios, el primer gesto que se le ve después de tomar esa conversación de la forma más desgarradora posible.
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
Sentí como si afuera de aquella sala se estuviera originando un huracán, por los golpes, y estruendos que azotaban las ventanas, pero realmente el huracán que me preocupaba en esos momentos era el que se estaba originando dentro del aula. Habría deseado estar al aire libre para disfrutar de todo ese espectáculo, porque el espectáculo que estaba precisamente observando me dejaba mudo, un títere en todo este juego, así me sentía. Divertido para muchos, no tanto para otros, pero ¿quién se divierte más que el maestro de los hilos?
Las gotas caían con una música rítmica que me hizo perderme en mi mundo interior, en mi mente danzaban pensamientos bellos, recuerdos de la infancia, colores vivos, suplicaba porque no se apagaran, pero yo no soy Dios, yo era el niño que una vez fui en el cuerpo de un joven, no podía hacer nada, como cuando una madre te castiga por una mala acción, ese niño nunca había huido de mí, estaba en lo más profundo de mi corazón jugando con su incansable pelota que rebotaba constantemente, como el latido efímero que estaba a punto de sucumbir.
Detuvo mis humildes pensamiento al cambiar de posición el lienzo, pillándome totalmente desprevenido. Después se encontraba frente mía, me tomó de las manos, provocándome un cosquilleo, no sé ahora precisar si fue placentero o todo lo contrario. De nuevo aquel ser se disponía a hablar, pero no era necesario que lo hiciera, algo podía imaginarme, lo que sus ojos transmitían, aunque no siempre.
–¿Así que vos creéis en las historias de terror? Al menos es la única respuesta que os encontraréis en vuestra cabeza para darle una explicación un tanto lógica a este suceso ¿Cierto? – ¿Así que ella escucha lo que pienso, eh? Vaya, no podía ocultarle nada, si pensaba moverme seguramente ella intercedería deteniéndome el paso, eso seguro. Yo no creía en esas historias, pero recurría a ellas porque sí, como ella dijo, era lo más lógico. El día de hoy me había dejado en la estacada.
-Creo que tendré que develar lo que durante siglos se ah callado… Estáis en lo correcto, la mayoría de las historias son ciertas, hay otras que no son de mi agrado. Pero la que os tocará vivir será escuchada inclusive después de vuestra muerte. – Pensé entonces que mi nombre perviviría a lo largo de los siglos, cuando un chasquito me despertó de mi ambición, ese crujido procedía de mis manos, de uno de mis dedos para ser más exactos, el cielo no puede ser así, sin duda me encontraba en mi propio infierno.
Mis manos el medio por el cual reflejo mi mundo, mis manosmi don más preciado junto a mis ojos. Las miré agonizando, pero no exterioricé mi dolor, no, no para ella.
-Pero primero deciros vuestro nombre, para así saber que epitafio os colocare en vuestra cripta... Eso si dermostráis ser digno de ella –¡maldita sea! Seguro que ella era capaz de sacarme mi nombre, por qué quería que lo dijese entonces, disfrutaba verme de esa manera, desdichado ser.
“Gerard Montefeltro” dibujé mi nombre en mi pensamiento, para que ella pudiera verlo claramente. Una cripta sí, sería mejor que vivir de esta manera, manchando los días de mi vida, destruyendo todo lo que una vez fui. Yo no sabía su nombre, y tampoco sabía si quería saberlo, quizá era lo último que veía, pero, me sentía tan confuso.
Las gotas caían con una música rítmica que me hizo perderme en mi mundo interior, en mi mente danzaban pensamientos bellos, recuerdos de la infancia, colores vivos, suplicaba porque no se apagaran, pero yo no soy Dios, yo era el niño que una vez fui en el cuerpo de un joven, no podía hacer nada, como cuando una madre te castiga por una mala acción, ese niño nunca había huido de mí, estaba en lo más profundo de mi corazón jugando con su incansable pelota que rebotaba constantemente, como el latido efímero que estaba a punto de sucumbir.
Detuvo mis humildes pensamiento al cambiar de posición el lienzo, pillándome totalmente desprevenido. Después se encontraba frente mía, me tomó de las manos, provocándome un cosquilleo, no sé ahora precisar si fue placentero o todo lo contrario. De nuevo aquel ser se disponía a hablar, pero no era necesario que lo hiciera, algo podía imaginarme, lo que sus ojos transmitían, aunque no siempre.
–¿Así que vos creéis en las historias de terror? Al menos es la única respuesta que os encontraréis en vuestra cabeza para darle una explicación un tanto lógica a este suceso ¿Cierto? – ¿Así que ella escucha lo que pienso, eh? Vaya, no podía ocultarle nada, si pensaba moverme seguramente ella intercedería deteniéndome el paso, eso seguro. Yo no creía en esas historias, pero recurría a ellas porque sí, como ella dijo, era lo más lógico. El día de hoy me había dejado en la estacada.
-Creo que tendré que develar lo que durante siglos se ah callado… Estáis en lo correcto, la mayoría de las historias son ciertas, hay otras que no son de mi agrado. Pero la que os tocará vivir será escuchada inclusive después de vuestra muerte. – Pensé entonces que mi nombre perviviría a lo largo de los siglos, cuando un chasquito me despertó de mi ambición, ese crujido procedía de mis manos, de uno de mis dedos para ser más exactos, el cielo no puede ser así, sin duda me encontraba en mi propio infierno.
Mis manos el medio por el cual reflejo mi mundo, mis manosmi don más preciado junto a mis ojos. Las miré agonizando, pero no exterioricé mi dolor, no, no para ella.
-Pero primero deciros vuestro nombre, para así saber que epitafio os colocare en vuestra cripta... Eso si dermostráis ser digno de ella –¡maldita sea! Seguro que ella era capaz de sacarme mi nombre, por qué quería que lo dijese entonces, disfrutaba verme de esa manera, desdichado ser.
“Gerard Montefeltro” dibujé mi nombre en mi pensamiento, para que ella pudiera verlo claramente. Una cripta sí, sería mejor que vivir de esta manera, manchando los días de mi vida, destruyendo todo lo que una vez fui. Yo no sabía su nombre, y tampoco sabía si quería saberlo, quizá era lo último que veía, pero, me sentía tan confuso.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
No queda más por describir a la profundidad. No existe nada que puede desviar su atención a otro lado. El fuerte chasquido de aquel hueso partiéndose en fragmentos es desgarrador, bastante apetecible, enloquecedor. La agonía de su victima se ve reflejada en sus propias pupilas y pese a que de sus labios no sale ningún sonido que pueda exteriorizar el dolor que el joven siente, la ama esta completamente convencida del sufrimiento que calla. Para la desgracia de aquel humano, la mujer no solo es sádica cuando los gritos de sus presas se escuchan a través del espacio, el silencio también puede ser abrumador y deleitable. La estulticia de los humanos no tiene ningún límite, piensan abiertamente que el ser una criatura cruel se basa únicamente en el sabor que deja el dolor ajeno en cada partícula de la bestia, pero no es así, existe la diversidad, formas inimaginables, hechos inverosímiles, demasiadas cosas que el mortal no puede comprender pues la capacidad de pensar de los individuos como humanos es aterradoramente superficial, nefasta, sin sentido, decadente, mísera… Solo unos cuantos son los que se escapan a la descripción de este género de raza, quizá solo aquellos que en verdad utilizan su inteligencia, su cerebro para pensar de forma coherente, personas de mente abierta, con la astucia suficiente de la indagación y/o aceptación de lo que no se puede describir de forma objetiva. Así pues prestad atención que la hiriente vida del mortal frente a la dama apenas esta proclamando el prologo de todo el desencarnado libro que será su sufrimiento. Del arte nacerán las impúdicas acciones que ejercerá la vampiresa con él en este y sus próximos encuentros, es un capricho de la lamia que no dudará en satisfacer. Un idea extraña enmarañándose en su cabeza que tal vez y sólo tal vez termine con final feliz para ambas partes involucradas.
El corazón bombea la sangra rápidamente por todo el sistema de Gerard, el agudo oído de la mujer puede predecir de forma exacta cuantos latidos son ejercidos en un minuto. No han pasado el suficiente rato juntos como para conocerse con exactitud pero ambos saben que uno de ellos es la pesadilla del otro. Los sonidos exteriores se pierden en el acelerado ritmo cardiaco del joven, sus respiraciones son igual de alocadas que su corazón, simple producto de la adrenalina que se esta esparciendo por todo su cuerpo, llegando a cada rincón del mismo. Se pasea la sangre una y otra vez por su sistema, el pulso de su cuello se ve más intensificado que nunca, sus muñecas resaltan los espasmos de aquellas palpitaciones de su corazón batallando para mantener la sangre fluida. Una sonrisa seguida de un jadeo se escapa de los labios de aquella inusual lamia, el demonio de media noche. Chasquea la lengua contra sus colmillos y la muerde, la sangre emana de allí agua de alguna roca milagrosa ¿Existe algo peor a lo que esta sometiendo a ese tal Gerard? Sí, siempre lo ha existido, pero no es tiempo para mostrarle lo más aterrador de una hambrienta vampiresa ó ¿Sí? Sonríe con el placer descrito en cada facción de su rostro, desde el libertino brillo en su mirar hasta las manchas de sangre en sus labios. No pretende llenar de más pavor a su mascota, ahora pretende mostrarle algo más pérfido que todo aquello. Toma de la barbilla al chico y le obliga a abrir la boca, besa sin control sus labios, el frenesí de sus movimientos es completamente enloquecedor, la lengua se introduce hasta la boca de Gerard como quien busca algo en una obscura cueva. No es un acto bien visto por los demás pero no le importa en lo más mínimo. Aquel suceso permite que el joven pruebe y trague la sangre de un inmortal que incluso es más adictiva que cualquiera de los vicios a los que el hombre esta acostumbrado…
- No tengáis miedo… esto sólo durará aproximadamente un par de meses, quizá años… Depende de que tan despierta me tengáis, si me aburro de vosotros… - Rodea los ojos, sus labios forman una mueca, más que una mueca se trata de un puchero que le obliga a sonreír con infamia tiempo después. Levanta la muñeca que ya se encuentra herida por la uña y clava allí sus caninos, dejando salir el fluido carmesí para satisfacer su sed. Chupa, succiona y lame todo a su paso…
El corazón bombea la sangra rápidamente por todo el sistema de Gerard, el agudo oído de la mujer puede predecir de forma exacta cuantos latidos son ejercidos en un minuto. No han pasado el suficiente rato juntos como para conocerse con exactitud pero ambos saben que uno de ellos es la pesadilla del otro. Los sonidos exteriores se pierden en el acelerado ritmo cardiaco del joven, sus respiraciones son igual de alocadas que su corazón, simple producto de la adrenalina que se esta esparciendo por todo su cuerpo, llegando a cada rincón del mismo. Se pasea la sangre una y otra vez por su sistema, el pulso de su cuello se ve más intensificado que nunca, sus muñecas resaltan los espasmos de aquellas palpitaciones de su corazón batallando para mantener la sangre fluida. Una sonrisa seguida de un jadeo se escapa de los labios de aquella inusual lamia, el demonio de media noche. Chasquea la lengua contra sus colmillos y la muerde, la sangre emana de allí agua de alguna roca milagrosa ¿Existe algo peor a lo que esta sometiendo a ese tal Gerard? Sí, siempre lo ha existido, pero no es tiempo para mostrarle lo más aterrador de una hambrienta vampiresa ó ¿Sí? Sonríe con el placer descrito en cada facción de su rostro, desde el libertino brillo en su mirar hasta las manchas de sangre en sus labios. No pretende llenar de más pavor a su mascota, ahora pretende mostrarle algo más pérfido que todo aquello. Toma de la barbilla al chico y le obliga a abrir la boca, besa sin control sus labios, el frenesí de sus movimientos es completamente enloquecedor, la lengua se introduce hasta la boca de Gerard como quien busca algo en una obscura cueva. No es un acto bien visto por los demás pero no le importa en lo más mínimo. Aquel suceso permite que el joven pruebe y trague la sangre de un inmortal que incluso es más adictiva que cualquiera de los vicios a los que el hombre esta acostumbrado…
- No tengáis miedo… esto sólo durará aproximadamente un par de meses, quizá años… Depende de que tan despierta me tengáis, si me aburro de vosotros… - Rodea los ojos, sus labios forman una mueca, más que una mueca se trata de un puchero que le obliga a sonreír con infamia tiempo después. Levanta la muñeca que ya se encuentra herida por la uña y clava allí sus caninos, dejando salir el fluido carmesí para satisfacer su sed. Chupa, succiona y lame todo a su paso…
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
Aterrorizado como estaba, lograba captar con mayor nitidez lo que estaba ocurriendo, mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad del lugar.
El ser que estaba ante mis ojos hizo algo que me dejó atónito, creí ver que se había mordido la lengua, la sangre apareció entre sus labios, me asombró sobremanera ¿se hería así misma? Yo estaba pensando en sus razones para hacer aquello, qué quería ¿perturbarme más de lo que estaba? Mis razonamientos se detuvieron cuando me tomó del mentón haciéndome abrir mi boca que estaba sequísima.
El contacto con sus labios ya lo había sentido con anterioridad, pero la sangre que emano de su lengua llenando mi boca de su sangre, fue algo nuevo para mí, una sensación deliciosa después de haberme acostumbrado a su sabor, no sabía igual que la sangre de un mortal, no, era distinto tenía un adictivo que me hacía mover mi lengua entrelazándola con la suya, cerré mis ojos imaginándome todo aquello. Mis manos no se atrevían a moverse.
- No tengáis miedo… esto sólo durará aproximadamente un par de meses, quizá años… Depende de que tan despierta me tengáis, si me aburro de vosotros… - Yo aún estaba asimilando lo que había ocurrido hace un segundo, quería más, su sangre hizo que mis mareos y mi malestar cesaran aunque solo fuera por un momento ¿acaso era como una especie de medicina? Yo sumido en mi mundo no noté lo que estaba haciendo aquel ser hasta que sentí un agudo dolor en mi muñeca, no pude evitar gemir por aquello, bebió de mí, me lamía de vez en cuando provocándome tremendos escalofríos, notaba como mi sangre se movía con suma velocidad de mi brazo a su boca, no, no quería perder mi brazo, sí seguía así podría desmayarme. Esa sensación de perder la sangre me dejaba un vacío incalculable y una extraña sensación.
Me estaba enfadando, ¿ella podía hacer conmigo lo que le viniera en gana y yo tenía que ceder sin más?
Con la mano que tenía libre hice acopio de todas mis fuerzas para arrancar mi muñeca de sus fauces, provocando una herida mayor. Fruncí el ceño mirándola, pude ver mi sangre en sus labios, tomé su rostro con la fuerza que dispuse para ello, con la mano que aún tenía bien, e hice algo de lo que en un futuro podía arrepentirme, pero así soy un impulsivo en ciertas ocasiones - ¡Dadme lo que es mío!- atraje su boca a la mía como queriendo volver a recuperar lo que había perdido, un gesto temerario, pero sólo pensaba en eso. Saboreé mi sangre, estaba mezclada con la suya, no era una mezcla tan agradable como la anterior, pero lo hecho, hecho estaba.
Pensé en un ángel abriendo sus alas, pero más que un ángel era un demonio. En aquel momento supe que había caído en una condena.
Separé mi rostro del suyo con un movimiento brusco.
El ser que estaba ante mis ojos hizo algo que me dejó atónito, creí ver que se había mordido la lengua, la sangre apareció entre sus labios, me asombró sobremanera ¿se hería así misma? Yo estaba pensando en sus razones para hacer aquello, qué quería ¿perturbarme más de lo que estaba? Mis razonamientos se detuvieron cuando me tomó del mentón haciéndome abrir mi boca que estaba sequísima.
El contacto con sus labios ya lo había sentido con anterioridad, pero la sangre que emano de su lengua llenando mi boca de su sangre, fue algo nuevo para mí, una sensación deliciosa después de haberme acostumbrado a su sabor, no sabía igual que la sangre de un mortal, no, era distinto tenía un adictivo que me hacía mover mi lengua entrelazándola con la suya, cerré mis ojos imaginándome todo aquello. Mis manos no se atrevían a moverse.
- No tengáis miedo… esto sólo durará aproximadamente un par de meses, quizá años… Depende de que tan despierta me tengáis, si me aburro de vosotros… - Yo aún estaba asimilando lo que había ocurrido hace un segundo, quería más, su sangre hizo que mis mareos y mi malestar cesaran aunque solo fuera por un momento ¿acaso era como una especie de medicina? Yo sumido en mi mundo no noté lo que estaba haciendo aquel ser hasta que sentí un agudo dolor en mi muñeca, no pude evitar gemir por aquello, bebió de mí, me lamía de vez en cuando provocándome tremendos escalofríos, notaba como mi sangre se movía con suma velocidad de mi brazo a su boca, no, no quería perder mi brazo, sí seguía así podría desmayarme. Esa sensación de perder la sangre me dejaba un vacío incalculable y una extraña sensación.
Me estaba enfadando, ¿ella podía hacer conmigo lo que le viniera en gana y yo tenía que ceder sin más?
Con la mano que tenía libre hice acopio de todas mis fuerzas para arrancar mi muñeca de sus fauces, provocando una herida mayor. Fruncí el ceño mirándola, pude ver mi sangre en sus labios, tomé su rostro con la fuerza que dispuse para ello, con la mano que aún tenía bien, e hice algo de lo que en un futuro podía arrepentirme, pero así soy un impulsivo en ciertas ocasiones - ¡Dadme lo que es mío!- atraje su boca a la mía como queriendo volver a recuperar lo que había perdido, un gesto temerario, pero sólo pensaba en eso. Saboreé mi sangre, estaba mezclada con la suya, no era una mezcla tan agradable como la anterior, pero lo hecho, hecho estaba.
Pensé en un ángel abriendo sus alas, pero más que un ángel era un demonio. En aquel momento supe que había caído en una condena.
Separé mi rostro del suyo con un movimiento brusco.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
"Imploras un beso de mis helados labios…
Pero si te beso tus días estarán contados."
Pero si te beso tus días estarán contados."
¿Cómo demonios se metió en esto? ¿Cuál fue el error que le llevo torpemente hasta el desvarío en el que se encuentra? Sus pensamientos no están completamente lucidos. Después de que beso y dio a probar su sangre a Gerard aún tenía en su cabeza la lujuriosa idea de asesinarle, un simple humano más que se perdería entre sus manos, sus colmillos, su garganta y su hambre. Un mortal que para desgracia se cruzo en su camino en el tiempo y espacio equívocos, pero ahora… ¿Qué hacer? Su mente se confundió completamente, la acción repentina que esbozo el joven hizo que la dama se diese topes contra la pared (metafóricamente), todo estaba en su lugar, el terror, el miedo, la angustia, la desesperación, las blasfemias, la sed, la sangre… Una danza a la par de atroces pesadillas, todo en trabajando en conjunción creando una obra de naturaleza terrorífica, envolviendo sueños horribles con su manto obscuro, la ambientación era esplendida, las obras presentadas se coreaban entre lo magno y lo divino pero… “¡¿Qué locura?!” Pensaba delicadamente para sí misma tras sentir aquel beso descomunal, repentino, de tal impacto que no creyó posible…
La lamia estaba bebiendo tranquila, pacífica de la muñeca de Gerard y en un arrebato se quito de sus caninos, permitiendo que las incisiones se hiciesen más grandes, también el desconcierto entro por las pupilas carmesí de la vampiresa, frunce el ceño para observar los movimientos que su víctima ejecutará más adelante; la fama de los humanos es ser completamente predecibles pero es que aquello no lo vio venir de esa forma. Reclamando lo que es suyo el hombre pide la devolución de su sangre algo que desgraciadamente no puede realizar el demonio, no obstante, en un intento por recobrar lo que le pertenece enfrasca los labios de la mujer con los suyos, Lorraine se pierde en el beso que se le fue robado, su lengua se encuentra danzando místicamente en el interior de la boca del varón. La herida que dejo minutos atrás en ella sangra, pero aún se mantiene el sabor de la sangre mortal, una combinación entre lo glorioso y lo bueno. El remolino de sus pensamientos no la lleva a ningún lugar, la abrupta separación de sus rostros le hizo abrir repentinamente los ojos para darse cuenta de que sus planes cambiaron.
Es completamente inverosímil la situación en la que se encuentra justo ahora, frunce el ceño, una nota alucinante de estar pensando en lo ocurrido, su mente se estabiliza poco a poco, han pasado sólo un par de segundos. Sus pies se giran lentamente hasta darle la espalda al juguete que tenía en frente, esboza una sonrisa altanera de medio lado, gira únicamente la cabeza – No puedo devolveros vuestra sangre… pero puedo ofreceros algo más divino, deleitable, sublime, ambicioso… - Musita como una cantata infernal, su mano recorre la comisura de sus propios labios para recoger la sangre derramada que intenta escapar de su garganta, introduce su dedo a la boca y traga los restos de aquella sangre. Una nueva imagen se tiñe en su alocada mentecilla, algo impúdico hasta para ella misma ¿Pero que más da si es lo que ahora quiere precisamente ahora? – Es mi sangre y tu vida lo que ahora está en juego ¿apostáis a ello? – Pregunta con otro murmullo pero esta vez se gira sobre sus talones a la par de sus palabras, con una sonrisa maléfica, espera una simple respuesta algo que cambiara la vida del humano, la rutinaria, la simplona vida de un mortal. Un suceso que llenará de aventuras a su joven corazón, si es que gusta del vértigo y si es que puede soportarlo.
La lamia estaba bebiendo tranquila, pacífica de la muñeca de Gerard y en un arrebato se quito de sus caninos, permitiendo que las incisiones se hiciesen más grandes, también el desconcierto entro por las pupilas carmesí de la vampiresa, frunce el ceño para observar los movimientos que su víctima ejecutará más adelante; la fama de los humanos es ser completamente predecibles pero es que aquello no lo vio venir de esa forma. Reclamando lo que es suyo el hombre pide la devolución de su sangre algo que desgraciadamente no puede realizar el demonio, no obstante, en un intento por recobrar lo que le pertenece enfrasca los labios de la mujer con los suyos, Lorraine se pierde en el beso que se le fue robado, su lengua se encuentra danzando místicamente en el interior de la boca del varón. La herida que dejo minutos atrás en ella sangra, pero aún se mantiene el sabor de la sangre mortal, una combinación entre lo glorioso y lo bueno. El remolino de sus pensamientos no la lleva a ningún lugar, la abrupta separación de sus rostros le hizo abrir repentinamente los ojos para darse cuenta de que sus planes cambiaron.
Es completamente inverosímil la situación en la que se encuentra justo ahora, frunce el ceño, una nota alucinante de estar pensando en lo ocurrido, su mente se estabiliza poco a poco, han pasado sólo un par de segundos. Sus pies se giran lentamente hasta darle la espalda al juguete que tenía en frente, esboza una sonrisa altanera de medio lado, gira únicamente la cabeza – No puedo devolveros vuestra sangre… pero puedo ofreceros algo más divino, deleitable, sublime, ambicioso… - Musita como una cantata infernal, su mano recorre la comisura de sus propios labios para recoger la sangre derramada que intenta escapar de su garganta, introduce su dedo a la boca y traga los restos de aquella sangre. Una nueva imagen se tiñe en su alocada mentecilla, algo impúdico hasta para ella misma ¿Pero que más da si es lo que ahora quiere precisamente ahora? – Es mi sangre y tu vida lo que ahora está en juego ¿apostáis a ello? – Pregunta con otro murmullo pero esta vez se gira sobre sus talones a la par de sus palabras, con una sonrisa maléfica, espera una simple respuesta algo que cambiara la vida del humano, la rutinaria, la simplona vida de un mortal. Un suceso que llenará de aventuras a su joven corazón, si es que gusta del vértigo y si es que puede soportarlo.
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
Yo me llevé la mano a la muñeca presionandola en un intento de detener la hemorragia, la miré con una intensidad antes para mí imposible, había testado que aquello no era una imaginación mía de mi mente febril.
Sonreí débilmente al ver que el rostro de aquel ser cambiaba ¿todo aquello le había sorprendido? ¿No se lo esperaba, verdad? Quizá ella nos subestimaba, a los mortales como meros objetos, no me cabía duda en que ella pensaba de esa manera.
Me dio la espalda, pero solo giro su cabeza – No puedo devolveros vuestra sangre… pero puedo ofreceros algo más divino, deleitable, sublime, ambicioso…- ¿de verdad? Apuró la sangre que aún quedaba en sus labios, yo seguí observándola con atención.
- Es mi sangre y tu vida lo que ahora está en juego ¿apostáis a ello? – se giró para volver a posicionarse delante de mí, con una sonrisa que era para volverse loco ahí mismo.
- Creo que después de lo que he vivido esta noche, no tengo nada que perder,- o si lo tenía a ella le traería sin cuidado- puesto que es mi vida la que estáis manejando sin importaros lo que yo piense.
Me detuve unos segundos, ella sabía sin duda lo que yo había estado pensando a lo largo de toda esa noche, pero me manejaba como un mero juguete. – Pero bien, si ahora me dais esa oportunidad, dadme eso tan “divino, deleitable, sublime, ambicioso” que habéis mencionado antes.
Me dirigí al lienzo para cubrirlo con una tela de algodón que por allí había.
- Ahora pediros que no juguéis conmigo, solo os pido eso.
No me gustaba que jugasen conmigo con esa fiereza y despreocupación, me producía una rabia y un malestar palpantes.
Además que yo no tenía la salud adecuada para que estuvieran jugando de esa manera con mi vida y con mi mente, ya que posiblemente con los trucos de aquel ser, le sería sumamente fácil corrumpirme y hacerme perder la cordura.
Sonreí débilmente al ver que el rostro de aquel ser cambiaba ¿todo aquello le había sorprendido? ¿No se lo esperaba, verdad? Quizá ella nos subestimaba, a los mortales como meros objetos, no me cabía duda en que ella pensaba de esa manera.
Me dio la espalda, pero solo giro su cabeza – No puedo devolveros vuestra sangre… pero puedo ofreceros algo más divino, deleitable, sublime, ambicioso…- ¿de verdad? Apuró la sangre que aún quedaba en sus labios, yo seguí observándola con atención.
- Es mi sangre y tu vida lo que ahora está en juego ¿apostáis a ello? – se giró para volver a posicionarse delante de mí, con una sonrisa que era para volverse loco ahí mismo.
- Creo que después de lo que he vivido esta noche, no tengo nada que perder,- o si lo tenía a ella le traería sin cuidado- puesto que es mi vida la que estáis manejando sin importaros lo que yo piense.
Me detuve unos segundos, ella sabía sin duda lo que yo había estado pensando a lo largo de toda esa noche, pero me manejaba como un mero juguete. – Pero bien, si ahora me dais esa oportunidad, dadme eso tan “divino, deleitable, sublime, ambicioso” que habéis mencionado antes.
Me dirigí al lienzo para cubrirlo con una tela de algodón que por allí había.
- Ahora pediros que no juguéis conmigo, solo os pido eso.
No me gustaba que jugasen conmigo con esa fiereza y despreocupación, me producía una rabia y un malestar palpantes.
Además que yo no tenía la salud adecuada para que estuvieran jugando de esa manera con mi vida y con mi mente, ya que posiblemente con los trucos de aquel ser, le sería sumamente fácil corrumpirme y hacerme perder la cordura.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
Sonríe como si el apocalipsis le entregara el poder al infierno que tiene preparado para cada uno de los mortales. Al menos que sus patéticos cuerpecillos y su tonta mentalidad le dijesen algo que llamará súbitamente su atención. Retrae con una mano el cabello de su frente hacía atrás de su cabeza, lo peina arrebatadoramente sensual. Su mirada se desvía hasta el ventanal pues ahora y sólo ahora su mente estalla, una terrible colisión de sensaciones transportándose por todo su cuerpo, perdiéndose entre el deseo y la sed le hacen perder completamente la cordura – si en un tiempo la tuvo – Toma entre sus manos alguna extraña cosa cerca a sus redes y la arroja en contra de los cristales, los rasguños de un árbol contra el ventanal la ponen completamente histérica. El objeto llega a su destino y choca, rompiendo en miles de fragmentos el frágil cristal que impide el viento les alcance, ahora una fuerte y repentina brisa les abraza a ambos en una danza infernal. El frío de cuela por la tela del vestido de la fémina pero es completamente indiferente a lo gélido del ambiente pues, ella esta un par de grados más abajo que el viento envolvente. Resopla los labios con enfado, rodando los ojos con disgusto, aquel sitio ya no esta bien visto para ella, necesita privacidad…
- Por supuesto que me importa lo que estáis pensando, habéis suplicado con el temor de un infante el que no os asesine… Y lo cumplí, pero ahora mi juego es más arrebatador que nunca, se me presentó la oportunidad de atormentaros hasta mi completo cansancio ¿Qué podéis hacer para que no juegue más con vosotros? – Arquea una ceja al término de su pregunta, hasta el momento no puede existir una forma más benevolente de tratar a sus juguetes principales, es hasta este preciso instante en que aún no pierde la esencia de la condescendencia, pero existen límites y este joven caballero le esta sacando de su quicio. Cada respuesta dada es una más que no esperaba, no obstante la única predecible sin importar la clase de humano que sea es asertiva ante las palabras mágicas – No me importa ahora vuestra respuesta, pues habéis dicho lo que mis oídos necesitaban escuchar el permiso para cambiar vuestra miserable vida y convertirla en una completamente diferente… - Sus ojos destellan cual relámpagos en la tormenta, su sonrisa se enmarca en su rostro hasta llegar a lo inverosímil, había pensado esto durante un largo tiempo, pero no se había tomado la molestia de escuchar los más obscuros pensamientos de los humanos, tampoco se había detenido a charlar lo suficiente con ellos antes de torturarlos hasta la muerte. Incluso a aquellos que secuestraba y encerraba en las mazmorras de su mansión no les prestaba la atención esencial para saber si valía la pena dejarles con vida o no.
- La cuestión es meramente simple Monsieur… os gustó la sangre que probasteis de mi lengua, y tengo mucha más para ofreceros, mucho más de lo podréis imaginaros… Una larga y placentera vida donde haréis de todo, lujos, grandes conocimientos, el deleite del arte al pasar los años sin perder del entorno lo que más os agrada, ver representadas vuestras obras en décadas después de haber sido concebidas en este mundo por vuestra mano… Eras que pasaran desapercibidas por vuestros rasgos… Os ofrezco mi sangre y con ella la eternidad, seréis mi vástago… Pero jamás un paria… - Se acerca con el rostro inescrutable hasta le cuerpo de Gerard, sus ojos se clavan en los del varón, y sus manos acarician delicadamente las mejillas de este con un gélido roce – os ofrezco una perspectiva diferente de lo que es la vida y la muerte… - Sonríe con ¿Ternura? Al término de su frase, se muerde el labio inferior mirando específicamente los labios de aquel humano que pasó de ser su juguete ahora en una manifestación de un candidato a la noche eterna, sólo los dignos pueden escuchar aquellas palabras, no cualquiera es invitado de esa manera a formar parte del mundo de las sombras. Sería soberanamente lamentable que su propuesta fuese rechazada, una pena que una vida con una forma pensante como la de Gerard se perdiera por no saber aprovechar la oportunidad que se le entrega, no obstante, la fémina no tiene pensado arrancarle la vida en esta noche si su respuesta es un rotundo “No” existen métodos más amargos que la tortura para convertirse en el verdugo personal de un humano…
- Por supuesto que me importa lo que estáis pensando, habéis suplicado con el temor de un infante el que no os asesine… Y lo cumplí, pero ahora mi juego es más arrebatador que nunca, se me presentó la oportunidad de atormentaros hasta mi completo cansancio ¿Qué podéis hacer para que no juegue más con vosotros? – Arquea una ceja al término de su pregunta, hasta el momento no puede existir una forma más benevolente de tratar a sus juguetes principales, es hasta este preciso instante en que aún no pierde la esencia de la condescendencia, pero existen límites y este joven caballero le esta sacando de su quicio. Cada respuesta dada es una más que no esperaba, no obstante la única predecible sin importar la clase de humano que sea es asertiva ante las palabras mágicas – No me importa ahora vuestra respuesta, pues habéis dicho lo que mis oídos necesitaban escuchar el permiso para cambiar vuestra miserable vida y convertirla en una completamente diferente… - Sus ojos destellan cual relámpagos en la tormenta, su sonrisa se enmarca en su rostro hasta llegar a lo inverosímil, había pensado esto durante un largo tiempo, pero no se había tomado la molestia de escuchar los más obscuros pensamientos de los humanos, tampoco se había detenido a charlar lo suficiente con ellos antes de torturarlos hasta la muerte. Incluso a aquellos que secuestraba y encerraba en las mazmorras de su mansión no les prestaba la atención esencial para saber si valía la pena dejarles con vida o no.
- La cuestión es meramente simple Monsieur… os gustó la sangre que probasteis de mi lengua, y tengo mucha más para ofreceros, mucho más de lo podréis imaginaros… Una larga y placentera vida donde haréis de todo, lujos, grandes conocimientos, el deleite del arte al pasar los años sin perder del entorno lo que más os agrada, ver representadas vuestras obras en décadas después de haber sido concebidas en este mundo por vuestra mano… Eras que pasaran desapercibidas por vuestros rasgos… Os ofrezco mi sangre y con ella la eternidad, seréis mi vástago… Pero jamás un paria… - Se acerca con el rostro inescrutable hasta le cuerpo de Gerard, sus ojos se clavan en los del varón, y sus manos acarician delicadamente las mejillas de este con un gélido roce – os ofrezco una perspectiva diferente de lo que es la vida y la muerte… - Sonríe con ¿Ternura? Al término de su frase, se muerde el labio inferior mirando específicamente los labios de aquel humano que pasó de ser su juguete ahora en una manifestación de un candidato a la noche eterna, sólo los dignos pueden escuchar aquellas palabras, no cualquiera es invitado de esa manera a formar parte del mundo de las sombras. Sería soberanamente lamentable que su propuesta fuese rechazada, una pena que una vida con una forma pensante como la de Gerard se perdiera por no saber aprovechar la oportunidad que se le entrega, no obstante, la fémina no tiene pensado arrancarle la vida en esta noche si su respuesta es un rotundo “No” existen métodos más amargos que la tortura para convertirse en el verdugo personal de un humano…
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
El cristal estaba roto en pequeños pedazos sobre el suelo, yo me quedé en silencio, la teatralidad de la escena me dejaba extasiado. La fría brisa llena cada rincón de la sala, acariciando levemente mis despeinados cabellos, yo permanecí en la misma posición, mientras miraba a aquel ser que era una fusión entre el diablo y un ángel, algo increíble, ya solo el hecho de escribir sobre ese encuentro, me parece inverosímil.
Parecía sentirse incomoda, imagino que por muchas razones, yo no sabía cómo ayudarla. La escuché con la única intención de no perderme nada de lo que ella decía, quería encontrar verdad en sus palabras, bien es sabido que las palabras una vez salidas de tus labios pueden ser usadas en tu contra en algún momento. Apoyé el peso de mi cuerpo en el frío muro colocando mis manos en la espalda.
Bien, el tormento había empezado.
- No me importa ahora vuestra respuesta, pues habéis dicho lo que mis oídos necesitaban escuchar el permiso para cambiar vuestra miserable vida y convertirla en una completamente diferente…
Me quedé boquiabierto a sus palabras, palabras que no llegaba a comprender en su totalidad. Tampoco me quejaba demasiado de mi vida, porque no tenía con qué compararla, y siempre me había sentido afortunado por tener lo que tenía, por poco que fuera.
El caso es que después de esta intrigante noche algo en mí cambiaría, pero no sabía de qué modo. Continuó hablando como queriendo aclarar mis frágiles pensamientos.
- La cuestión es meramente simple Monsieur… os gustó la sangre que probasteis de mi lengua, y tengo mucha más para ofreceros, mucho más de lo podréis imaginaros… Una larga y placentera vida donde haréis de todo, lujos, grandes conocimientos, el deleite del arte al pasar los años sin perder del entorno lo que más os agrada, ver representadas vuestras obras en décadas después de haber sido concebidas en este mundo por vuestra mano… Eras que pasaran desapercibidas por vuestros rasgos… Os ofrezco mi sangre y con ella la eternidad, seréis mi vástago… Pero jamás un paria…
Dudas, multitud de dudas, qué quería decirme con eso ¿estaba engañándome como si fuera un niño? Me gustó la idea cuando mencionó sobre que yo podría ver mis obras a lo largo de los años, solo con eso me bastaba. ¿La eternidad? Una simple palabra que reflejaba una inmensidad inabarcable para un mortal. Tras esto se acerco a mí, intercambiando miradas, sus manos acariciaron mis mejillas, yo estaba frío, pero ella lo estaba aún más, entre abrí los labios.
– Os ofrezco una perspectiva diferente de lo que es la vida y la muerte… - Su rostro cambió de expresión, ¿dónde estaba el monstruo que minutos antes había visto? ¿Era posible que aquel ser me deseara? De una manera u otra, así lo parecía, aunque me sonase extraño admitirlo. ¿Sería mi sangre lo que la movía a actuar de aquella manera o era yo? No lo sabía, pero eso daba igual, ella esperaba una respuesta, aquel ser sádico por antonomasia. Levanté mi mano para agarrar la suya con fuerza, aunque me dolía por lo de antes.
- Lo que formuláis es una cuestión que no se debe tomar a la ligera, madame. ¿Voy a convertirme en lo que tú eres? – al decir esto, temí por mis palabras, ese era el punto más relevante ¿me iba a convertir en un ser aparentemente sin escrúpulos? En una por así decirlo, ¿aberración contra la naturaleza? En el mejor sentido de la palabra. ¿Me iba a convertir en la pesadilla que aquel ser se estaba convirtiendo en mi febril cabeza? Comencé a temblar, ese era seguramente lo peor que me podía pasar, perder toda la humanidad ¿para qué? ¿Para convertirme en un ser eternamente terrible? ¿Acaso había algo bueno en todo esto? ¿Podría haber más seres como ella, pero distintos a la vez? ¿Yo iba a cambiar, mi esencia, perdería mi alma?
Me aparté ligeramente de ella dando unos pasos, demasiados cambios. La miré desde una distancia prudencial, aparentemente era una mujer, pero sus ojos no transmitían eso, y mucho menos su forma de actuar, su sangre no era como la mía. Distinta a todo lo que yo halla visto.
Me cubrí los ojos con la mano, la muñeca aún emanaba mi sangre, recorría todo mi brazo hasta caer por mi codo hacia el vacío del suelo ¿si ella me ofrecía su sangre acabaría siendo un condenado? De mis ojos empezaron a brotar lágrimas, hacía años que no lloraba, era desesperación lo que sentía, una angustia terrible, lo que había visto hasta el momento no era muy alentador.
- Necesito tiempo, unos días. ¿Qué es lo que pierdo al aceptar tu oferta? Decidme la verdad. ¿En qué me convertiré? ¿Valdrá la pena? ¿Qué bueno tiene todo este sufrimiento? – Levanté la cabeza para mirarla, mi rostro estaba bañado en lágrimas.
Parecía sentirse incomoda, imagino que por muchas razones, yo no sabía cómo ayudarla. La escuché con la única intención de no perderme nada de lo que ella decía, quería encontrar verdad en sus palabras, bien es sabido que las palabras una vez salidas de tus labios pueden ser usadas en tu contra en algún momento. Apoyé el peso de mi cuerpo en el frío muro colocando mis manos en la espalda.
Bien, el tormento había empezado.
- No me importa ahora vuestra respuesta, pues habéis dicho lo que mis oídos necesitaban escuchar el permiso para cambiar vuestra miserable vida y convertirla en una completamente diferente…
Me quedé boquiabierto a sus palabras, palabras que no llegaba a comprender en su totalidad. Tampoco me quejaba demasiado de mi vida, porque no tenía con qué compararla, y siempre me había sentido afortunado por tener lo que tenía, por poco que fuera.
El caso es que después de esta intrigante noche algo en mí cambiaría, pero no sabía de qué modo. Continuó hablando como queriendo aclarar mis frágiles pensamientos.
- La cuestión es meramente simple Monsieur… os gustó la sangre que probasteis de mi lengua, y tengo mucha más para ofreceros, mucho más de lo podréis imaginaros… Una larga y placentera vida donde haréis de todo, lujos, grandes conocimientos, el deleite del arte al pasar los años sin perder del entorno lo que más os agrada, ver representadas vuestras obras en décadas después de haber sido concebidas en este mundo por vuestra mano… Eras que pasaran desapercibidas por vuestros rasgos… Os ofrezco mi sangre y con ella la eternidad, seréis mi vástago… Pero jamás un paria…
Dudas, multitud de dudas, qué quería decirme con eso ¿estaba engañándome como si fuera un niño? Me gustó la idea cuando mencionó sobre que yo podría ver mis obras a lo largo de los años, solo con eso me bastaba. ¿La eternidad? Una simple palabra que reflejaba una inmensidad inabarcable para un mortal. Tras esto se acerco a mí, intercambiando miradas, sus manos acariciaron mis mejillas, yo estaba frío, pero ella lo estaba aún más, entre abrí los labios.
– Os ofrezco una perspectiva diferente de lo que es la vida y la muerte… - Su rostro cambió de expresión, ¿dónde estaba el monstruo que minutos antes había visto? ¿Era posible que aquel ser me deseara? De una manera u otra, así lo parecía, aunque me sonase extraño admitirlo. ¿Sería mi sangre lo que la movía a actuar de aquella manera o era yo? No lo sabía, pero eso daba igual, ella esperaba una respuesta, aquel ser sádico por antonomasia. Levanté mi mano para agarrar la suya con fuerza, aunque me dolía por lo de antes.
- Lo que formuláis es una cuestión que no se debe tomar a la ligera, madame. ¿Voy a convertirme en lo que tú eres? – al decir esto, temí por mis palabras, ese era el punto más relevante ¿me iba a convertir en un ser aparentemente sin escrúpulos? En una por así decirlo, ¿aberración contra la naturaleza? En el mejor sentido de la palabra. ¿Me iba a convertir en la pesadilla que aquel ser se estaba convirtiendo en mi febril cabeza? Comencé a temblar, ese era seguramente lo peor que me podía pasar, perder toda la humanidad ¿para qué? ¿Para convertirme en un ser eternamente terrible? ¿Acaso había algo bueno en todo esto? ¿Podría haber más seres como ella, pero distintos a la vez? ¿Yo iba a cambiar, mi esencia, perdería mi alma?
Me aparté ligeramente de ella dando unos pasos, demasiados cambios. La miré desde una distancia prudencial, aparentemente era una mujer, pero sus ojos no transmitían eso, y mucho menos su forma de actuar, su sangre no era como la mía. Distinta a todo lo que yo halla visto.
Me cubrí los ojos con la mano, la muñeca aún emanaba mi sangre, recorría todo mi brazo hasta caer por mi codo hacia el vacío del suelo ¿si ella me ofrecía su sangre acabaría siendo un condenado? De mis ojos empezaron a brotar lágrimas, hacía años que no lloraba, era desesperación lo que sentía, una angustia terrible, lo que había visto hasta el momento no era muy alentador.
- Necesito tiempo, unos días. ¿Qué es lo que pierdo al aceptar tu oferta? Decidme la verdad. ¿En qué me convertiré? ¿Valdrá la pena? ¿Qué bueno tiene todo este sufrimiento? – Levanté la cabeza para mirarla, mi rostro estaba bañado en lágrimas.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Entre pinturas [Lorraine Von Fanel]
En el roce de su piel con la de Gerard siente la cálida diferencia de estar vivo y el estar “Condenado”. Las personas hablarán, criticarán, proferirán incluso blasfemias sin sentido, sin sustentos, pero que les hace parecer de una u otra forma “cultos”, más nadie sabe la realidad, sobre el vampirismo hasta que lo prueba con su propia vida. Efectivamente aquella propuesta no es cosa de decir un sí ó un no en definitivo y en un instante tan miserablemente efímero como ese, repentino, espontaneo… La mujer sonríe por la respuesta dada, en un lapso de tiempo relativamente corto las preguntas, las dudas del humano corrían por su cabeza enmarañándose, chocando las unas contra las otras. Lorraine decide hacer caso omiso a sus pensamientos, los ignora por completo, pues como le dijo minutos atrás, no le interesa por ahora escrutar su mente. Por algo las memorias, todo lo que se escribe en la cabeza de un individuo no puede ser escuchado por los demás, es privado y a la dama no le gustaría que se entrometieran en sus pensamientos ó igual saldrían con alguna patología por intentar descifrarlos.
Su atención es depositada en el cuerpo de Gerard al sentir pequeñas convulsiones en su cuerpo, temblores que por lógica se resumen al temor ocasionado por la representación de aquella mujer, la viva imagen del infierno, el demonio encarnado en un cuerpo completamente atractivo, para la pupila de cualquier ser que le viera y mejor aún desde cualquier ángulo que se le mire. Observa con paciencia los movimientos ejecutados por el mortal. Sus nervios, la reacción fue exactamente la misma que la de la fémina cuando aquel ser nocturno le quiso enredar entre sus brazos, ofreciéndole la vida eterna, una oportunidad de venganza… En ese momento la Lorraine era feliz siendo una simple humana jugando a ser el demonio, asesinando y alimentándose de los suyos como si de una fruta cualquiera se tratasen, así es, la mujer que ahora personifica la verdadera maldad en su tiempo se negó a ser un monstruo nocturno, más la vida no es justa con nadie ¿Por qué esperar que la muerte lo sea? Aquel hombre sin escrúpulos le importo muy poco lo que la chica quería y sin más remedio le convirtió en lo que es ahora… La vampiresa no cometerá el mismo error que su sire pues por algo él esta muerto y ella aún camina.
- No os asustéis, jamás podréis llegar a ser como yo… - Comenta sin afán de sonar altanera, arrogante, suprema u otra cosa parecida. Mira de con el rabillo del ojo que el caballero se detiene tras caminar un par de pasos a una distancia que para la dama no significa nada. Sonríe bajando los parpados ligeramente… Puede escuchar las cuestiones en la cabeza de Gerard por más que trate de serles indiferente no puede pues suenan como gritos desesperados y eso es precisamente lo que siente, una desesperación letárgica que consume la cordura del joven. – Tiempo… Lo que menos posee un mortal es tiempo, pero si es lo que pedís… - Deja un par de segundos al viento, haciendo crecer el suspenso que carcome las entrañas, las neuronas del humano – Sólo os preocupa perder vuestra humanidad ¿Cierto? Sépase que no todos los hijos de la noche son iguales a mí, existen algunos que aún conservan su “humanidad” - Se acerca hasta él colocándose tras su espalda, sosteniendo sus manos en sus hombros, sus labios se juntan peligrosamente con el oído de Gerard, esta lista para susurrarle con su gélido aliento – Yo perdí eso que anheláis conservar desde que tenía siete años, muchísimo antes de ser lo que soy ahora… - Suelta el cuerpo del humano, comienza a andar por el aula observando, perdiendo la mirada en la infinidad de objetos que les rodean. - ¿Valdrá la pena? Eso solo vosotros podéis juzgarlo después de probar lo que os ofrezco ¿En que os convertiréis? En lo que vosotros queráis - Murmura en un susurro, dejando un fúnebre ambiente...
Su atención es depositada en el cuerpo de Gerard al sentir pequeñas convulsiones en su cuerpo, temblores que por lógica se resumen al temor ocasionado por la representación de aquella mujer, la viva imagen del infierno, el demonio encarnado en un cuerpo completamente atractivo, para la pupila de cualquier ser que le viera y mejor aún desde cualquier ángulo que se le mire. Observa con paciencia los movimientos ejecutados por el mortal. Sus nervios, la reacción fue exactamente la misma que la de la fémina cuando aquel ser nocturno le quiso enredar entre sus brazos, ofreciéndole la vida eterna, una oportunidad de venganza… En ese momento la Lorraine era feliz siendo una simple humana jugando a ser el demonio, asesinando y alimentándose de los suyos como si de una fruta cualquiera se tratasen, así es, la mujer que ahora personifica la verdadera maldad en su tiempo se negó a ser un monstruo nocturno, más la vida no es justa con nadie ¿Por qué esperar que la muerte lo sea? Aquel hombre sin escrúpulos le importo muy poco lo que la chica quería y sin más remedio le convirtió en lo que es ahora… La vampiresa no cometerá el mismo error que su sire pues por algo él esta muerto y ella aún camina.
- No os asustéis, jamás podréis llegar a ser como yo… - Comenta sin afán de sonar altanera, arrogante, suprema u otra cosa parecida. Mira de con el rabillo del ojo que el caballero se detiene tras caminar un par de pasos a una distancia que para la dama no significa nada. Sonríe bajando los parpados ligeramente… Puede escuchar las cuestiones en la cabeza de Gerard por más que trate de serles indiferente no puede pues suenan como gritos desesperados y eso es precisamente lo que siente, una desesperación letárgica que consume la cordura del joven. – Tiempo… Lo que menos posee un mortal es tiempo, pero si es lo que pedís… - Deja un par de segundos al viento, haciendo crecer el suspenso que carcome las entrañas, las neuronas del humano – Sólo os preocupa perder vuestra humanidad ¿Cierto? Sépase que no todos los hijos de la noche son iguales a mí, existen algunos que aún conservan su “humanidad” - Se acerca hasta él colocándose tras su espalda, sosteniendo sus manos en sus hombros, sus labios se juntan peligrosamente con el oído de Gerard, esta lista para susurrarle con su gélido aliento – Yo perdí eso que anheláis conservar desde que tenía siete años, muchísimo antes de ser lo que soy ahora… - Suelta el cuerpo del humano, comienza a andar por el aula observando, perdiendo la mirada en la infinidad de objetos que les rodean. - ¿Valdrá la pena? Eso solo vosotros podéis juzgarlo después de probar lo que os ofrezco ¿En que os convertiréis? En lo que vosotros queráis - Murmura en un susurro, dejando un fúnebre ambiente...
Hela Von Fanel- Vampiro Clase Alta
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