AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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|| Esperaba este día con ansias || {+18}
Tenía verdaderas ganas de que llegara ese día. No había querido concretar ninguna fecha porque quería encontrar el momento propicio, tener toda la tarde y la noche libre para poder dedicársela por completo al boticario. Había trabajado pero terminado bastante temprano, así que ese día estaba sano y descansado, se había asegurado de tener clientes tranquilos que no pudieran dejarle horas en cama sin poder moverse ni nada similar.
Esa misma tarde se vistió bien, informal pero bastante elegante, se peinó y se perfumó...vamos que se puso guapo como si fuera a una cita. Y tras eso fue a la botica, lo había preparado todo para poder pasar una noche agradable juntos, como dos buenos amigos que se deciden a pasar los mejores momentos. Había invertido gran parte de sus ahorros también, pero eso el otro no tenía por qué saberlo.
Una vez cruzó la puerta del establecimiento descubrió que habían un par de clientes aun, con lo que saludó educadamente y se quitó el sombrero, echándose a un lado para no molestar las transacciones que se llevaban a cabo, pero en cuanto sus ojos se cruzaron con los del boticario, le dedicó una juguetona sonrisa, ya que desde donde estaba, nadie más lo podía ver. ¿Tendría tantas ganas de estar con él como el propio Vaël? Hacía casi una semana desde que pasaron la noche juntos y no había dejado de pensar en él ni un solo día. Comenzaba a preocuparse por ello pero simplemente prefería no echar cuentas al detalle de que ese hombre se había comenzado a convertir en lo más parecido a una obsesión.
Esa misma tarde se vistió bien, informal pero bastante elegante, se peinó y se perfumó...vamos que se puso guapo como si fuera a una cita. Y tras eso fue a la botica, lo había preparado todo para poder pasar una noche agradable juntos, como dos buenos amigos que se deciden a pasar los mejores momentos. Había invertido gran parte de sus ahorros también, pero eso el otro no tenía por qué saberlo.
Una vez cruzó la puerta del establecimiento descubrió que habían un par de clientes aun, con lo que saludó educadamente y se quitó el sombrero, echándose a un lado para no molestar las transacciones que se llevaban a cabo, pero en cuanto sus ojos se cruzaron con los del boticario, le dedicó una juguetona sonrisa, ya que desde donde estaba, nadie más lo podía ver. ¿Tendría tantas ganas de estar con él como el propio Vaël? Hacía casi una semana desde que pasaron la noche juntos y no había dejado de pensar en él ni un solo día. Comenzaba a preocuparse por ello pero simplemente prefería no echar cuentas al detalle de que ese hombre se había comenzado a convertir en lo más parecido a una obsesión.
Última edición por Vaël Sunderland el Lun Abr 16, 2012 9:16 am, editado 1 vez
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Tal y como había vaticinado su ciruelo se había secado ese fin de semana. No era de extrañar porque le había estado cantando mucho últimamente y sus desafines no hacían bien a las plantas, lo tenías más que comprobado. El problema era que raspaba un poco de corteza de ese arbolito de interior para dar buen sabor a sus jarabes purgantes y ahora que se había quedado sin ingrediente la señora Grumwald se quejaba de que sabía amargo. La pobre mujer era ya mayor y andaba mal del tránsito intestinal más o menos desde su primera menstruación, así que era comprensible que el tema del estreñimiento la irritara un poco, pero ¿qué culpa tenía Basile? Llevaba cuarenta minutos tratando de explicarle que era el mismo brebaje pero con otro sabor. La señora exigía su remedio de siempre porque ese le daba acidez de estómago. Estaba enfrascado en esa apasionante conversación, y con otro cliente esperando, cuando vio entrar a Vaël. Automáticamente desconectó de la perorata de la señora Grumwald y cruzó la vista con el cortesano, dedicándole un movimiento de cabeza y una sonrisa involuntaria como saludo. Había llegado a dudar de que el inglés quisiera verlo de nuevo, había tardado mucho. ¿O una semana no era mucho? Igual en su rutina era ese el tiempo que dejaba entre una cita y otra con el mismo hombre, el boticario no lo sabía.
- ...y entonces me tomo el antiácido pero me descompensa lo otro. ¡Y ya no sé qué hacer! - Basile se dio cuenta de que la mujer llevaba un rato hablando de algo que no había escuchado.
- Vamos a ver, señora Grumwald. - Decidió zanjar. - Hacemos una cosa. Usted me aguanta con el frasquito ocre tres días más y yo le consigo de nuevo el sabor de siempre, que milagros no sé hacer. Si quiere intentarlo en la botica de Alfonse... ¿Sabe dónde está?
Al final resultó que la mujer no quería ir a ese establecimiento porque le tenía mucha fe a "su querido monsieur Grushón" y no se fiaba de ningún otro. Basile no se molestó en decirle que si tanta fe le tenía podría aprenderse su apellido, le agradeció y la despachó de una vez con una solución más o menos diplomática. El segundo cliente por fortuna solo quería algo para los piojos de sus tres hijos, así que en cinco minutos estuvo fuera también. ¡Aleluya!
- Y ahora mi momento preferido del día. - Se dirigió por primera vez a Vaël mientras iba a la puerta, colgaba el cartel de cerrado, pasaba la llave y echaba las cortinas. - ¡Liberté!
- ...y entonces me tomo el antiácido pero me descompensa lo otro. ¡Y ya no sé qué hacer! - Basile se dio cuenta de que la mujer llevaba un rato hablando de algo que no había escuchado.
- Vamos a ver, señora Grumwald. - Decidió zanjar. - Hacemos una cosa. Usted me aguanta con el frasquito ocre tres días más y yo le consigo de nuevo el sabor de siempre, que milagros no sé hacer. Si quiere intentarlo en la botica de Alfonse... ¿Sabe dónde está?
Al final resultó que la mujer no quería ir a ese establecimiento porque le tenía mucha fe a "su querido monsieur Grushón" y no se fiaba de ningún otro. Basile no se molestó en decirle que si tanta fe le tenía podría aprenderse su apellido, le agradeció y la despachó de una vez con una solución más o menos diplomática. El segundo cliente por fortuna solo quería algo para los piojos de sus tres hijos, así que en cinco minutos estuvo fuera también. ¡Aleluya!
- Y ahora mi momento preferido del día. - Se dirigió por primera vez a Vaël mientras iba a la puerta, colgaba el cartel de cerrado, pasaba la llave y echaba las cortinas. - ¡Liberté!
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Le resultó extremadamente divertida toda la escena y tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para no echarse a reír por lo bajo ante la insistencia de la señora, además de apartarse un poquito al saber que aquel hombre estaba allí por los piojos, sea dicho. De todas formas esperó paciente y casi mimetizándose con el entorno para no distraer más al boticario y dejarlo hacer su trabajo, aunque aprovechó a mirarlo bien durante ese rato, cada rasco, su cabello, su forma de hablar...¿siempre le había resultado tan atractivo o era solo cosa de esa semana sin verlo tras haber intimado? Como quién no quiere la cosa se colocó el sombrero sobre la entrepierna, no se notaba el gesto porque las manos caían justo ahí, pero a él le venía de perlas para disimular que con tanto pensar en su último encuentro, con tanto mirar sus labios moverse al hablar, se había empezado a poner...digamos tontorrón.
Sin embargo en cuanto al fin estuvieron solos y lo escuchó dirigirse a él, se acercó al mostrador para dejar allí su sombrero y caminó hacia la puerta, donde el otro estaba echando las cortinas. Allí ya no había nadie, a menos que la madre del hombre estuviera rulando por el interior del comercio muy escondida en algún rincón, pero vamos...lo dudaba enormemente, así que simplemente se dejó llevar, porque aunque se había prometido ser un buen chico, ese varón sacaba lo más endemoniado que podía haber en él.
Así pues se acercó a él mientras aun echaba las cortinas y lo agarró de las manos, dejándoselas aferradas a la tela y rodeándolas con las suyas propias, pegó todo su pecho a la espalda contraria y lo empujó contra la puerta. Puede que desde fuera se vieran las cortinas presionadas, el cartel moviéndose por unos segundos, pero con sinceridad...nadie se iba a fijar en algo así. El cortesano acercó los labios a la oreja contraria y soltó un suspiro, dejando que la parte baja de su cuerpo, pegada al trasero del hombre, hablara por él durante unos segundos.
- Liberté...- repitió de forma apenas audible, acariciando con los labios al hablar la oreja contraria - Mi deseado boticario, creo que no imaginas ni por un segundo las ansias con las que esperaba volver a verte, a olerte, a escucharte...a provocarte. - su lengua hizo acto de aparición y se deslizó por su oreja de forma suave, mimosa, necesitada, acompañada de un jadeo deseoso. No estaba acosándolo, realmente en el momento que él hiciera la más mínima fuerza o comentario para apartarlo, el cortesano obedecería y volvería a su pose de amigo simpático o cliente con pretensiones, pero mientras se lo permitiera, se apretaría un poco más contra él y le haría ver que no se había olvidado de lo que lo hacía buscarlo y que probablemente, aunque pasaran una tarde estupenda juntos haciendo cualquier cosa, querría acabar esa noche en su cama - No habrás creado algún filtro amoroso de los que hablan las gitanas y me lo has colado en las medicinas, ¿hm?- no pudo evitar sonreír medio burlón ante sus palabras, regalándole una pequeña broma de las suyas.
Sin embargo en cuanto al fin estuvieron solos y lo escuchó dirigirse a él, se acercó al mostrador para dejar allí su sombrero y caminó hacia la puerta, donde el otro estaba echando las cortinas. Allí ya no había nadie, a menos que la madre del hombre estuviera rulando por el interior del comercio muy escondida en algún rincón, pero vamos...lo dudaba enormemente, así que simplemente se dejó llevar, porque aunque se había prometido ser un buen chico, ese varón sacaba lo más endemoniado que podía haber en él.
Así pues se acercó a él mientras aun echaba las cortinas y lo agarró de las manos, dejándoselas aferradas a la tela y rodeándolas con las suyas propias, pegó todo su pecho a la espalda contraria y lo empujó contra la puerta. Puede que desde fuera se vieran las cortinas presionadas, el cartel moviéndose por unos segundos, pero con sinceridad...nadie se iba a fijar en algo así. El cortesano acercó los labios a la oreja contraria y soltó un suspiro, dejando que la parte baja de su cuerpo, pegada al trasero del hombre, hablara por él durante unos segundos.
- Liberté...- repitió de forma apenas audible, acariciando con los labios al hablar la oreja contraria - Mi deseado boticario, creo que no imaginas ni por un segundo las ansias con las que esperaba volver a verte, a olerte, a escucharte...a provocarte. - su lengua hizo acto de aparición y se deslizó por su oreja de forma suave, mimosa, necesitada, acompañada de un jadeo deseoso. No estaba acosándolo, realmente en el momento que él hiciera la más mínima fuerza o comentario para apartarlo, el cortesano obedecería y volvería a su pose de amigo simpático o cliente con pretensiones, pero mientras se lo permitiera, se apretaría un poco más contra él y le haría ver que no se había olvidado de lo que lo hacía buscarlo y que probablemente, aunque pasaran una tarde estupenda juntos haciendo cualquier cosa, querría acabar esa noche en su cama - No habrás creado algún filtro amoroso de los que hablan las gitanas y me lo has colado en las medicinas, ¿hm?- no pudo evitar sonreír medio burlón ante sus palabras, regalándole una pequeña broma de las suyas.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Esperaba al menos un poco de preliminares o algo, pero no hacía ni dos segundos que había cerrado y ya tenía a Vaël pegado por completo a él y empotrándolo contra la puerta. ¿Y eso? ¿Ya había empezado a ponerse duro? Qué velocidad, madre mía, aquel hombre era un semental. Se estremeció como una colegiala cuando le lamió la oreja. Le habría resultado impensable que alguien le asegurara que podía pasar de tratar con una anciana estreñida a excitarse de ese modo en tres minutos, pero lo cierto era que ahí estaba, sonriendo a su pesar y sin intentar zafarse lo más mínimo del agarre de aquellas manos fuertes y aquel cuerpo recio contra el suyo.
- ¿De veras? - Ronroneó. - Bueno, ya sabes que tienes permiso para hacerme lo que tú quieras.
Y esperaba que acabaran haciendo algo más que viéndose, oliéndose y escuchándose. Sin embargo por ahora el cortesano tendría que esperar, Basile también sabía hacerse de rogar. Se dio la vuelta con una sonrisa juguetona para quedar igual de atrapado entre Vaël y la puerta, solo que mirando ahora hacia él. Le rodeó el cuello con los brazos y lo atrajo hacia sí para besarlo, notando que el corazón de pronto le latía con fuerza en el pecho, reverberando con cada pálpito como un tambor de guerra. Negó con la cabeza a su última pregunta y después lentamente deslizó las manos hasta su pecho y lo empujó suavemente para que se alejara de él.
- ¿Tienes libre toda la tarde? - Preguntó yendo hacia el mostrador. - Estoy seguro de que tienes planeado visitar alguno de esos lugares que quieres ver de día, si me das un segundo nos iremos.
Reprimió las ganas de reír para parecer serio. Quería que Sunderland pensara que el boticario estaba muy convencido de ir a hacer turismo inocente con él y que realmente no pensaba en otro posible modo de terminar el día. Como si fuera inmune a sus encantos se puso a sacar las cuentas de la jornada para poder cerrar la tienda, abriendo la caja registradora y actualizando sus libros con una pluma mojada en tinta negra que rara vez dejaba gotas o manchones sobre el papel. Tenía una caligrafía estrecha y cursiva como la de una monja.
- ¿De veras? - Ronroneó. - Bueno, ya sabes que tienes permiso para hacerme lo que tú quieras.
Y esperaba que acabaran haciendo algo más que viéndose, oliéndose y escuchándose. Sin embargo por ahora el cortesano tendría que esperar, Basile también sabía hacerse de rogar. Se dio la vuelta con una sonrisa juguetona para quedar igual de atrapado entre Vaël y la puerta, solo que mirando ahora hacia él. Le rodeó el cuello con los brazos y lo atrajo hacia sí para besarlo, notando que el corazón de pronto le latía con fuerza en el pecho, reverberando con cada pálpito como un tambor de guerra. Negó con la cabeza a su última pregunta y después lentamente deslizó las manos hasta su pecho y lo empujó suavemente para que se alejara de él.
- ¿Tienes libre toda la tarde? - Preguntó yendo hacia el mostrador. - Estoy seguro de que tienes planeado visitar alguno de esos lugares que quieres ver de día, si me das un segundo nos iremos.
Reprimió las ganas de reír para parecer serio. Quería que Sunderland pensara que el boticario estaba muy convencido de ir a hacer turismo inocente con él y que realmente no pensaba en otro posible modo de terminar el día. Como si fuera inmune a sus encantos se puso a sacar las cuentas de la jornada para poder cerrar la tienda, abriendo la caja registradora y actualizando sus libros con una pluma mojada en tinta negra que rara vez dejaba gotas o manchones sobre el papel. Tenía una caligrafía estrecha y cursiva como la de una monja.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Habría esperado que lo apartara, que le dijera que lo que pasó pasó pero nada más, que no tenía derecho a comportarse como si fueran amantes en cualquier situación, pero sus palabras lo hicieron sonreír, al parecer el boticario también tenía ganas de volver a compartir su lecho y no se había equivocado con él. Sin embargo no se esperaba el siguiente gesto, aunque sus manos y su cuerpo actuó por instinto, agarrándolo de las caderas y correspondiendo a su beso, realmente no lo esperaba. Tomó sus labios con ganas, sintiendo como si todos los que hubiera tomado esa semana, no significaran más que el aire que le golpeaba la cara al caminar, y se sintió bien, muy bien.
- Ah, tus manos separándome de ti son como dos cuchillos. - dijo haciendo un poco de drama que en seguida acompañó con una suave sonrisa, dándole al hombre la libertad que le pedía y dejándolo terminar con sus asuntos - Toda, también la noche. Por eso he tardado tanto en venir, quería poder dedicarte todo mi tiempo. - reconoció sin dejar de sonreír y acercándose al mostrador, mirando lo que él hacía con ojos curiosos - Tienes la letra parecida a la de mi hermana. - medio se mofó, meneándose de un lado al otro distraídamente hasta que centró su atención en otras cosas y se puso a pensar en qué iban a hacer - ¿Te gusta el teatro, Basile? - preguntó sonriente - He comprado un par de entradas para la obra de esta noche, en un palco. Será genial...
A él al menos le entretenía el teatro, era un buen pasatiempos si te lo podías permitir y esa noche se lo permitiría todo. Cenar, un paseo, teatro...todo sonaba bien si lo hacía con el otro hombre. Las mariposillas de su estómago parecía que no se iban a detener en ningún momento.
- Ah, tus manos separándome de ti son como dos cuchillos. - dijo haciendo un poco de drama que en seguida acompañó con una suave sonrisa, dándole al hombre la libertad que le pedía y dejándolo terminar con sus asuntos - Toda, también la noche. Por eso he tardado tanto en venir, quería poder dedicarte todo mi tiempo. - reconoció sin dejar de sonreír y acercándose al mostrador, mirando lo que él hacía con ojos curiosos - Tienes la letra parecida a la de mi hermana. - medio se mofó, meneándose de un lado al otro distraídamente hasta que centró su atención en otras cosas y se puso a pensar en qué iban a hacer - ¿Te gusta el teatro, Basile? - preguntó sonriente - He comprado un par de entradas para la obra de esta noche, en un palco. Será genial...
A él al menos le entretenía el teatro, era un buen pasatiempos si te lo podías permitir y esa noche se lo permitiría todo. Cenar, un paseo, teatro...todo sonaba bien si lo hacía con el otro hombre. Las mariposillas de su estómago parecía que no se iban a detener en ningún momento.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
No podría darle nombre a la relación que tenía con Vaël pero eso no la hacía menos genial. Parecía que ambos podían hacer por separado lo que les viniera en gana pero luego, de vez en cuando, se encontraban y saltaban chispas porque ambos sabían - o querían creer - que lo que le daban al otro no se lo daba nadie más. A Basile le gustaba pensar que era diferente de los clientes del cortesano, y esperaba a su vez que éste supiera que el boticario no sentía lo mismo cuando estaba con él que cuando cortejaba a cualquier muchacha sin nombre. Quizá aquello solo fuera por la emoción del principio y pronto llegaban a cansarse, pero de momento estaba todo nuevo, todo por estrenar y era emocionante. Intentó darle un codazo como si estuviera molesto cuando comparó su letra con la de su hermana, pero Vaël se le había escurrido como de costumbre, era más rápido que él. Lo vio pasearse entre los estantes de su tienda y se lo quedó observando por el rabillo del ojos hasta que se giró de nuevo, momento en que el boticario fingió estar muy concentrado en sacar sus cuentas otra vez.
- ¿Hm? - Preguntó cerrando al fin la caja. - ¿El teatro? Claro, me encanta, hasta de las obras malas se puede uno reír. Lo más justo sería que me dejaras pagar la mía. - Razonó poniendo las dos manos encima del mostrador. - Si no yo voy a tener que pensar otra manera de compensártelo y así nos pasaremos años pagando cosas hasta que ambos nos arruinemos.
Su tono era burlón porque había pintado un exagerado panorama desolador, pero el trasfondo de la idea estaba claro. Luego pensó en que Vaël había dicho que sería por la noche y él había contado con poder pasar desde que oscureciera en su casa. Con él, por supuesto, pero en la vivienda de alguno.
- ¿Y qué vamos a hacer hasta que empiece, a qué hora es? - Inquirió. - ¿Y qué vamos a hacer... después de que termine? - Sonrió a medias, revoltoso.
- ¿Hm? - Preguntó cerrando al fin la caja. - ¿El teatro? Claro, me encanta, hasta de las obras malas se puede uno reír. Lo más justo sería que me dejaras pagar la mía. - Razonó poniendo las dos manos encima del mostrador. - Si no yo voy a tener que pensar otra manera de compensártelo y así nos pasaremos años pagando cosas hasta que ambos nos arruinemos.
Su tono era burlón porque había pintado un exagerado panorama desolador, pero el trasfondo de la idea estaba claro. Luego pensó en que Vaël había dicho que sería por la noche y él había contado con poder pasar desde que oscureciera en su casa. Con él, por supuesto, pero en la vivienda de alguno.
- ¿Y qué vamos a hacer hasta que empiece, a qué hora es? - Inquirió. - ¿Y qué vamos a hacer... después de que termine? - Sonrió a medias, revoltoso.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Puso los ojos en blanco ante su exageración y negó con la cabeza, acercándose de nuevo para quedar a su lado pero sin molestarlo, dejando que terminara sus cuentas tranquilo, tampoco tenían mucha prisa.
- Querido, te aseguro que no tienes que compensarme ninguna invitación...pero si te ves en la obligación, estoy seguro de que se te ocurre una estupenda forma de hacerlo sin que eso suponga algo tan terrible. - le dedicó una media sonrisa juguetona - Además ya compré las entradas con antelación y no voy a aceptar tu dinero así de mano a mano. - se alzó los hombros para restarle importancia a un tema que para él no la tenía. El dinero iba y venía, además que no encontraba mejor forma de invertir el dinero que ganaba con otros hombres, en el que pensaba cuando estaba con ellos.
Sus palabras lo dejaron pensativo pues realmente había varias opciones. Podían cenar antes de la obra, quizás solo pasear para llegar allí, hasta ir por alguna zona menos transitada y hacer maldades. En realidad todas las opciones eran viables para el cortesano, pero no sabía cual podría agradar más a Basile, y quería conocerlo lo suficiente como para algún día poder saberlo sin siquiera preguntarle.
- ¿Te apetece algo en especial? Había pensado que podríamos cenar o dar un paseo.- murmuró suave, acercándose algo más a él - Aunque viendo que tienes cortinas en las puertas...- su tono se volvió prácticamente un ronroneo meloso - ¿Nunca has traído a ninguna muchacha para desvirtuarla en tu botica? - sonrió de medio lado, entre divertido y coqueto, pero luego se alzó de hombros - No sé por qué pregunto cosas que en realidad me enrabia oír.
- Querido, te aseguro que no tienes que compensarme ninguna invitación...pero si te ves en la obligación, estoy seguro de que se te ocurre una estupenda forma de hacerlo sin que eso suponga algo tan terrible. - le dedicó una media sonrisa juguetona - Además ya compré las entradas con antelación y no voy a aceptar tu dinero así de mano a mano. - se alzó los hombros para restarle importancia a un tema que para él no la tenía. El dinero iba y venía, además que no encontraba mejor forma de invertir el dinero que ganaba con otros hombres, en el que pensaba cuando estaba con ellos.
Sus palabras lo dejaron pensativo pues realmente había varias opciones. Podían cenar antes de la obra, quizás solo pasear para llegar allí, hasta ir por alguna zona menos transitada y hacer maldades. En realidad todas las opciones eran viables para el cortesano, pero no sabía cual podría agradar más a Basile, y quería conocerlo lo suficiente como para algún día poder saberlo sin siquiera preguntarle.
- ¿Te apetece algo en especial? Había pensado que podríamos cenar o dar un paseo.- murmuró suave, acercándose algo más a él - Aunque viendo que tienes cortinas en las puertas...- su tono se volvió prácticamente un ronroneo meloso - ¿Nunca has traído a ninguna muchacha para desvirtuarla en tu botica? - sonrió de medio lado, entre divertido y coqueto, pero luego se alzó de hombros - No sé por qué pregunto cosas que en realidad me enrabia oír.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Ya que se le había puesto al lado Basile echó a caminar con dos dedos de su mano subiendo por el brazo de Vaël, lento y afanoso hasta llegar al hombro. Allí continuó subiendo por el cuello y en cuanto tropezó con su mandíbula deslizó la yema del índice garganta abajo. Parecía que estuviera dibujando sus contornos en un lienzo pero no sonreía, no estaba siendo travieso, solo lo acariciaba porque le había apetecido aunque pecase un poco de curiosidad ingenua.
- Vale. - Cedió sin pelear. - Algo se me ocurrirá.
No es que estuviera cansado físicamente después de su jornada laboral, pero sí un poco agotado mentalmente. Necesitaba distraerse después de tener la botica abierta desde bien temprano y al mismo tiempo andaba como atontado, un poco lento de ideas. Por eso no parecía tan malicioso como de costumbre y siguió ascendiendo con el dedo índice sobre los labios de Vaël, su nariz y el arco de su frente.
- Aún es pronto para cenar. - Constató. Luego se rió creyendo que eso de enrabiarse era una broma de Sunderland, pero igualmente decidió contestarle. - No, siempre procuro llevarlas a casa.
No podía tomarse en serio esos supuestos celos del inglés porque se había hecho a la idea de que un hombre acostumbrado a acostarse con medio París lo tendría mucho más difícil para encapricharse de alguien que una persona "normal". Basile lo tenía por una especie de superhombre con respecto a los sentimientos, estaba convencido de que debía haberse creado una armadura inquebrantable en torno al corazón. La yema de su dedo bajó para acariciarle el párpado derecho, y después sus labios depositaron un beso tenue en aquel mismo punto. No contento con eso Basile siguió descendiendo, manteniendo el mismo semblante serio y concentrado como si estuviera contemplando una obra de arte, hasta que su índice recorrió toda la mejilla del cortesano seguido de nuevo de sus labios. Después le llegó el turno al lóbulo de su oreja. No se oía nada afuera en la calle y no quería estropear ese silencio, estaba cómodo así.
- Vale. - Cedió sin pelear. - Algo se me ocurrirá.
No es que estuviera cansado físicamente después de su jornada laboral, pero sí un poco agotado mentalmente. Necesitaba distraerse después de tener la botica abierta desde bien temprano y al mismo tiempo andaba como atontado, un poco lento de ideas. Por eso no parecía tan malicioso como de costumbre y siguió ascendiendo con el dedo índice sobre los labios de Vaël, su nariz y el arco de su frente.
- Aún es pronto para cenar. - Constató. Luego se rió creyendo que eso de enrabiarse era una broma de Sunderland, pero igualmente decidió contestarle. - No, siempre procuro llevarlas a casa.
No podía tomarse en serio esos supuestos celos del inglés porque se había hecho a la idea de que un hombre acostumbrado a acostarse con medio París lo tendría mucho más difícil para encapricharse de alguien que una persona "normal". Basile lo tenía por una especie de superhombre con respecto a los sentimientos, estaba convencido de que debía haberse creado una armadura inquebrantable en torno al corazón. La yema de su dedo bajó para acariciarle el párpado derecho, y después sus labios depositaron un beso tenue en aquel mismo punto. No contento con eso Basile siguió descendiendo, manteniendo el mismo semblante serio y concentrado como si estuviera contemplando una obra de arte, hasta que su índice recorrió toda la mejilla del cortesano seguido de nuevo de sus labios. Después le llegó el turno al lóbulo de su oreja. No se oía nada afuera en la calle y no quería estropear ese silencio, estaba cómodo así.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Era cierto que no quería escuchar esa respuesta, sin embargo tampoco le prestaba ya mucha atención, se dejaba llevar por las caricias que el boticario tenía a bien regalarle. ¿Cuando había sido la última vez que un hombre lo había tocado de esa forma distraída y suave sin dinero de por medio? Mejor era no echar cuentas o terminaría totalmente en un oscuro agujero. De todas formas en ese momento era incapaz de pensar en las caricias de otro, fueran pagadas o no.
Cerró los ojos, dejándose hacer, queriendo corresponder de alguna forma pero por el momento solo lo hizo con su silencio. Temía hablar y estropear ese instante. Toda su piel se había erizado y si seguían en silencio temía que su corazón terminara retumbando entre aquellas paredes por lo fuerte que le latía. Cuando volvió a abrir los párpados muchas cosas pasaban por su mente y suspiró, llevando una mano a la cadera contraria, dejándola descansar allí.
- Basile...- lo llamó suave, solo para que notase que iba a moverse y como sin pedir permiso, alzó el trasero para acomodarlo sobre el mostrador que separaba al comerciante de los clientes. Dejó las piernas lo suficientemente abiertas como para que él pudiera clocarse en medio y llevó la mano a su mejilla, tratando así de atraerlo. No era culpa del cortesano, ese boticarlo lo había provocado y ahora quería aunque fueran unos cuantos besos. Le dedicó una suave sonrisa, sin rastro alguno de coquetería, sin rastro alguno de ese picante que lo caracteriza, solo la sonrisa normal de un muchacho como cualquier otro.
Cerró los ojos, dejándose hacer, queriendo corresponder de alguna forma pero por el momento solo lo hizo con su silencio. Temía hablar y estropear ese instante. Toda su piel se había erizado y si seguían en silencio temía que su corazón terminara retumbando entre aquellas paredes por lo fuerte que le latía. Cuando volvió a abrir los párpados muchas cosas pasaban por su mente y suspiró, llevando una mano a la cadera contraria, dejándola descansar allí.
- Basile...- lo llamó suave, solo para que notase que iba a moverse y como sin pedir permiso, alzó el trasero para acomodarlo sobre el mostrador que separaba al comerciante de los clientes. Dejó las piernas lo suficientemente abiertas como para que él pudiera clocarse en medio y llevó la mano a su mejilla, tratando así de atraerlo. No era culpa del cortesano, ese boticarlo lo había provocado y ahora quería aunque fueran unos cuantos besos. Le dedicó una suave sonrisa, sin rastro alguno de coquetería, sin rastro alguno de ese picante que lo caracteriza, solo la sonrisa normal de un muchacho como cualquier otro.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Estaban bromeando hacía un momento pero ahora la cosa se había vuelto de un cariz diferente. No sabía si "serio" era el mejor adjetivo porque esa palabra solía traer consigo de la mano aburrimiento y desde luego Basile no se aburría, pero tal vez podría definirse como "solemnidad". Era un momento solemne para él e intuía que importante de alguna forma, aunque posiblemente como casi todas sus reflexiones pasaría sin dejar mucha huella por esa cabeza que tenía Grushenko, que a veces parecía la de un chico joven y atolondrado. Deslizó el dedo para terminar por la parcela incipiente de pecho que dejaba libre la camisa de Vaël y allí posó por último sus labios antes de que el otro lo llamara, haciéndolo apartarse a la fuerza de él cuando retrocedió para subir al mostrador. No sonrió ni dijo nada, pero se puso entre sus piernas y le miró los labios cuando el cortesano los curvó de esa forma tan personal, tan particular y tan genuina suya. Era la primera vez que lo veía reír así, sin rastro de artificio. O más que artificio, porque eso comportaba algo que no era natural, debería decir ensayo. No es que los gestos de Sunderland fueran falsos pero sí parecía a veces que los había practicado con tantos hombres ya que se los sabía de memoria y conocía al dedillo su repertorio. Aquella expresión sin embargo era más pura y más instintiva.
Basile volvió a alzar una mano para acariciarle pero esta vez puso las yemas de tres dedos sobre su boca, como conminándolo a guardar silencio justo antes de besarlo despacio en ese mismo lugar. La verdad era que lo había extrañado. Quizá el problema del boticario era que cuando algo le gustaba lo extenuaba hasta aborrecerlo, pero si por él fuera habría visitado a Vaël diez noches seguidas si era necesario antes que dejar pasar toda una semana. Sabía que no era prudente pero así se sentía, y ahora que se veían después de unos días su cuerpo de alguna forma tenía hambre del otro. Le desabrochó los dos botones superiores de la camisa sin decir ni una palabra y lo besó de nuevo en los labios mientras le abría otros tres más. Así fue bajando hasta que pudo separar por completo los dos lados de la prenda y dejarle el torso al descubierto. Era más atractivo de lo que recordaba. Apoyó la cabeza en el hueco entre el cuello de Vaël y su hombro izquierdo, de modo que la nariz le quedaba justo en su piel.
- Hueles muy bien. - Murmuró.
Su olfato estaba acostumbrado a discernir y seleccionar entre los aromas de hierbas y compuestos más diversos, pero nunca se había topado con uno como aquel. Quizá por deformación profesional Basile se fijaba mucho en los olores de la gente que veía más a menudo, y podía asegurar que así como Thibaut desprendía un cierto deje a bollo recién hecho Sunderland parecía más una manzana fresca.
Apartó la camisa del inglés con las dos manos deslizándolas por sus hombros hasta que consiguió que la tela cayera sobre el mostrador. La recogió, la dobló con mimo y la puso delicadamente sobre su taburete de dependiente antes de seguir el mismo procedimiento que antes: acariciaba toda su piel con la yema de un dedo y por allí por donde pasaba iba dejando besos suaves como recuerdo. Iba lento, sí, pero rápido no quería decir siempre mejor y en aquel caso a él le apetecía tomarse ese ritmo pausado.
Basile volvió a alzar una mano para acariciarle pero esta vez puso las yemas de tres dedos sobre su boca, como conminándolo a guardar silencio justo antes de besarlo despacio en ese mismo lugar. La verdad era que lo había extrañado. Quizá el problema del boticario era que cuando algo le gustaba lo extenuaba hasta aborrecerlo, pero si por él fuera habría visitado a Vaël diez noches seguidas si era necesario antes que dejar pasar toda una semana. Sabía que no era prudente pero así se sentía, y ahora que se veían después de unos días su cuerpo de alguna forma tenía hambre del otro. Le desabrochó los dos botones superiores de la camisa sin decir ni una palabra y lo besó de nuevo en los labios mientras le abría otros tres más. Así fue bajando hasta que pudo separar por completo los dos lados de la prenda y dejarle el torso al descubierto. Era más atractivo de lo que recordaba. Apoyó la cabeza en el hueco entre el cuello de Vaël y su hombro izquierdo, de modo que la nariz le quedaba justo en su piel.
- Hueles muy bien. - Murmuró.
Su olfato estaba acostumbrado a discernir y seleccionar entre los aromas de hierbas y compuestos más diversos, pero nunca se había topado con uno como aquel. Quizá por deformación profesional Basile se fijaba mucho en los olores de la gente que veía más a menudo, y podía asegurar que así como Thibaut desprendía un cierto deje a bollo recién hecho Sunderland parecía más una manzana fresca.
Apartó la camisa del inglés con las dos manos deslizándolas por sus hombros hasta que consiguió que la tela cayera sobre el mostrador. La recogió, la dobló con mimo y la puso delicadamente sobre su taburete de dependiente antes de seguir el mismo procedimiento que antes: acariciaba toda su piel con la yema de un dedo y por allí por donde pasaba iba dejando besos suaves como recuerdo. Iba lento, sí, pero rápido no quería decir siempre mejor y en aquel caso a él le apetecía tomarse ese ritmo pausado.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Querría haberle dicho muchas cosas, pero el boticario lo mandó a callar con ese gesto y él obedeció, entrecerrando los ojos sin poder dejar de mirarlo. De repente se sentía dominado por sus gestos pero era increíble. Sus labios correspondieron a los contrarios pero no hizo nada por retenerlo, solo se mantenía tranquilo, dejando que él se moviera por su cuerpo con caricias y besos, con lo que él quisiera. No dejaba de mirarlo y suspirar, el cortesano empezó a sentirse hasta mareado por la lentitud de esas atenciones, por la suavidad con la que se las entregaba, era tan placentero que deseaba pedirle que no parase y al mismo tiempo que le diera más, no habría podido decidirse. Finalmente su gesto fue el de alzar una mano para aferrarla a la nuca contraria cuando se quedó en su cuello, haciéndole unas suaves caricias y sonriendo con ternura al escucharlo. Trataba de oler bien, por sus clientes, pero nunca le había importado lo más mínimo que se lo dijeran o no, en esa ocasión sin embargo consiguió robarle un nuevo rubor en sus mejillas, rubor que no acusó por la falta de costumbre.
- Tu aliento me hace estremecer. - susurró con suavidad, cerrando los ojos, pensando que aquello era enfermizamente delicioso. Lo ayudó, estirando hacia abajo los brazos para que le sacara la camisa, apoyando luego ambas manos en el mostrador tras su espalda, echándose hacia atrás para darle más espacio a lo que deseara hacer.
En ese momento le pasaron muchas cosas por la mente, entre otras no pudo evitar pensar en la primera vez que su padrastro le había hecho el amor. Ningún otro hombre había conseguido enloquecer a Vaël con cada caricia como lo había hecho él, ninguno conseguiría jamás satisfacerlo después de haber estado entre los brazos de ese varón. Y sin embargo estaba hipnotizado en ese mismo momento por un boticario que le estaba haciendo sentir un intenso hormigueo y no solo en la entrepierna, también en el vientre, en el pecho, en la garganta. Vaël sintió miedo mientras esos labios lo recorrían y por un momento apretó los suyos con preocupación. ¿Acaso Basile sería capaz de conseguir de él algo más que apetito sexual? ¿Algo más que un simple deseo insatisfecho? Igual era el indicado para llenar ese vacío interior que lo había metido en esa vida de pecado y lujuria.
Pero él solo lo deseaba. En la mente del cortesano no había cabida para que otro hombre pudiera sentir por él nada más allá que la curiosidad y la necesidad de poseer a otro hombre, quizás como mucho una obsesión por querer ser el único pero sin ningún trasfondo. Al final lo agarró de las mejillas para que lo enfrentara, para poder mirarlo a los ojos.
- Que peligroso eres, Grushenko. - murmuró, mirando sus ojos, sus labios, los cuales acarició con los dedos - Tienes el poder de poner mi vida del revés y no sé si eres consciente de ello como para parar a tiempo. - tampoco sabía si él sería consciente de cuando fuera el momento de parar, qué más daba, seguro que en ese preciso instante no, así que le comenzó a desabotonar la camisa mientras buscaba sus labios para besarlo también.
Sería de farsantes decir que ese boticario no le gustaba, claro que sí. Lo deseaba, lo quería en su cama y además quería su compañía fuera de ella. Más que eso, deseaba ser deseado como hombre por primera vez en años. El problema es que Vaël llevaba mucho protegiéndose de encontrar a alguien así, porque tampoco hay que ser muy listo para saber que todo lo que empieza de esa forma, si se le sigue dando cuerda, puede terminar en tragedia.
- Tu aliento me hace estremecer. - susurró con suavidad, cerrando los ojos, pensando que aquello era enfermizamente delicioso. Lo ayudó, estirando hacia abajo los brazos para que le sacara la camisa, apoyando luego ambas manos en el mostrador tras su espalda, echándose hacia atrás para darle más espacio a lo que deseara hacer.
En ese momento le pasaron muchas cosas por la mente, entre otras no pudo evitar pensar en la primera vez que su padrastro le había hecho el amor. Ningún otro hombre había conseguido enloquecer a Vaël con cada caricia como lo había hecho él, ninguno conseguiría jamás satisfacerlo después de haber estado entre los brazos de ese varón. Y sin embargo estaba hipnotizado en ese mismo momento por un boticario que le estaba haciendo sentir un intenso hormigueo y no solo en la entrepierna, también en el vientre, en el pecho, en la garganta. Vaël sintió miedo mientras esos labios lo recorrían y por un momento apretó los suyos con preocupación. ¿Acaso Basile sería capaz de conseguir de él algo más que apetito sexual? ¿Algo más que un simple deseo insatisfecho? Igual era el indicado para llenar ese vacío interior que lo había metido en esa vida de pecado y lujuria.
Pero él solo lo deseaba. En la mente del cortesano no había cabida para que otro hombre pudiera sentir por él nada más allá que la curiosidad y la necesidad de poseer a otro hombre, quizás como mucho una obsesión por querer ser el único pero sin ningún trasfondo. Al final lo agarró de las mejillas para que lo enfrentara, para poder mirarlo a los ojos.
- Que peligroso eres, Grushenko. - murmuró, mirando sus ojos, sus labios, los cuales acarició con los dedos - Tienes el poder de poner mi vida del revés y no sé si eres consciente de ello como para parar a tiempo. - tampoco sabía si él sería consciente de cuando fuera el momento de parar, qué más daba, seguro que en ese preciso instante no, así que le comenzó a desabotonar la camisa mientras buscaba sus labios para besarlo también.
Sería de farsantes decir que ese boticario no le gustaba, claro que sí. Lo deseaba, lo quería en su cama y además quería su compañía fuera de ella. Más que eso, deseaba ser deseado como hombre por primera vez en años. El problema es que Vaël llevaba mucho protegiéndose de encontrar a alguien así, porque tampoco hay que ser muy listo para saber que todo lo que empieza de esa forma, si se le sigue dando cuerda, puede terminar en tragedia.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Habría podido llegar a ese ritmo hasta sus pies pero Vaël lo detuvo antes y lo hizo subir. Basile se dio cuenta de que se había ruborizado y le pareció muy tierno, pero no le dijo nada para no violentarlo. El cortesano le estaba abriendo su corazón con aquellas palabras y el boticario no quería que pensara que se reía de él con un comentario como "te has puesto colorado". La verdad era que no. No sabía que obraba ese efecto en Sunderland y no era consciente de que tuviera que parar. ¿Cómo iba a sospecharlo si por la vida del inglés pasaban cada año cientos de hombres distintos y ninguno había logrado hacer mella en él? ¿Por qué iba Basile a ser diferente? Había asumido que Vaël lo tomaba como sexo y ya está, y así encontraba fuerzas para hacer lo mismo. O pretender que lo hacía.
No opuso ninguna resistencia a que lo liberara de su camisa y se sometió a su beso como si fuera algo destinado a ocurrir, algo que no podía detener. Pero se había quedado pensando en lo que el otro le acababa de decir y sintió miedo, un temor diferente al que normalmente le guiaba y que le impulsaba a tomar precauciones para que no fueran descubiertos. Aquella sensación tenía más que ver con la posibilidad de llegar a depender emocionalmente de Vaël, de necesitarlo, de amarlo. Conocía a hombres respetables con vidas cómodas que habían mandado todo al traste por amor, y los que habían hecho las locuras más diversas para alimentar la llama de ese sentimiento. Basile quería seguir siendo dueño de su vida porque siempre lo había sido y no concebía otra forma de comportarse. Trabajaba en lo que le gustaba, comía lo que le apetecía, paseaba cada día por donde le venía en gana y a las muchachas las buscaba él. Era normal que sintiera cierto vértigo hacia la idea de que por una vez algo más fuerte que él lo dominara.
- No soy consciente de nada. - Murmuró, cuando el beso hubo terminado. - O quizá sí, en el fondo. Igual lo que pasa es que no quiero parar a tiempo.
Lo calló otra vez antes de que pudiera responder nada poniéndole de nuevo los dedos sobre los labios. Luego se pegó contra él y lo abrazó, dejando una mano en su nuca y el otro brazo rodeando su cintura, reduciendo a cero el espacio existente entre sus pechos y sus vientres. Sería de necios no querer admitir que la caricia de aquella piel suave le erizaba hasta el último pelo.
No opuso ninguna resistencia a que lo liberara de su camisa y se sometió a su beso como si fuera algo destinado a ocurrir, algo que no podía detener. Pero se había quedado pensando en lo que el otro le acababa de decir y sintió miedo, un temor diferente al que normalmente le guiaba y que le impulsaba a tomar precauciones para que no fueran descubiertos. Aquella sensación tenía más que ver con la posibilidad de llegar a depender emocionalmente de Vaël, de necesitarlo, de amarlo. Conocía a hombres respetables con vidas cómodas que habían mandado todo al traste por amor, y los que habían hecho las locuras más diversas para alimentar la llama de ese sentimiento. Basile quería seguir siendo dueño de su vida porque siempre lo había sido y no concebía otra forma de comportarse. Trabajaba en lo que le gustaba, comía lo que le apetecía, paseaba cada día por donde le venía en gana y a las muchachas las buscaba él. Era normal que sintiera cierto vértigo hacia la idea de que por una vez algo más fuerte que él lo dominara.
- No soy consciente de nada. - Murmuró, cuando el beso hubo terminado. - O quizá sí, en el fondo. Igual lo que pasa es que no quiero parar a tiempo.
Lo calló otra vez antes de que pudiera responder nada poniéndole de nuevo los dedos sobre los labios. Luego se pegó contra él y lo abrazó, dejando una mano en su nuca y el otro brazo rodeando su cintura, reduciendo a cero el espacio existente entre sus pechos y sus vientres. Sería de necios no querer admitir que la caricia de aquella piel suave le erizaba hasta el último pelo.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Se lo quedó mirando ante sus palabras, desando replicar que si era así iba a tener que hacerse responsable, que más le valía hacerse cargo del fuego que él mismo provocaba, pero simplemente lo volvió a callar con sus dedos y él era obediente, así que solo cerró los ojos y lo abrazó también, cerrando los ojos y entregándose a ese contacto, a la calidez y la suavidad de su cuerpo, a su olor, al sonido de su respiración. Sus dedos se deslizaron por la espalda contraria de manera suave, regalándole caricias como lo había hecho con él.
- Basile...sé que apenas nos estamos conociendo y todo eso, pero me gustaría poder hacerte un regalo un tanto especial. - terminó por hablar, en voz igualmente baja como si no quisiera romper el silencio que se había creado. Empezó a besar su cuello y subió hasta su oreja, besando detrás de esta de manera mimosa y lenta. Subió las manos hasta sus hombros para poder empujarlo apenas para tener espacio suficiente y bajar las manos también por su pecho y vientre, en busca de sus pantalones - Puede que no lo entiendas o no signifique nada para ti, pero es algo que quiero hacer. - aseguró, mordiéndose los labios - Me gustaría regalarte mis besos.
No se paró a pensar en que él no lo entendería, o tal vez sí que era lo suficientemente avispado como para cogerlo. Probablemente los besos era lo único que un cortesano podía mantener a ralla de sus clientes. Decirles que no los daba por cualquier excusa y solo entregárselos a quien él eligiera. Quería dárselos a él, porque de todas formas por ahora era a quien deseaba, a quién quería dárselos de verdad. Era una forma de demostrarle que él era diferente, que podía ser aun más distinto, una pequeña miguita de pan que promete mucho más si se atreve a llegar al final. Claro que él no tenía por qué aceptar su regalo ni mucho menos, podía decirle que se dejara de tantas tonterías y que hiciera lo que mejor sabía hacer, fornicar sin pensamientos profundos de por medio. A Vaël no le habría sorprendido una respuesta así que en cualquier momento rompiera la burbuja que se estaba creando poco a poco a su alrededor. Después de todo...¿cuántas cortesanas o cortesanos no se habrían ilusionado alguna vez y terminado con el corazón roto?
- Basile...sé que apenas nos estamos conociendo y todo eso, pero me gustaría poder hacerte un regalo un tanto especial. - terminó por hablar, en voz igualmente baja como si no quisiera romper el silencio que se había creado. Empezó a besar su cuello y subió hasta su oreja, besando detrás de esta de manera mimosa y lenta. Subió las manos hasta sus hombros para poder empujarlo apenas para tener espacio suficiente y bajar las manos también por su pecho y vientre, en busca de sus pantalones - Puede que no lo entiendas o no signifique nada para ti, pero es algo que quiero hacer. - aseguró, mordiéndose los labios - Me gustaría regalarte mis besos.
No se paró a pensar en que él no lo entendería, o tal vez sí que era lo suficientemente avispado como para cogerlo. Probablemente los besos era lo único que un cortesano podía mantener a ralla de sus clientes. Decirles que no los daba por cualquier excusa y solo entregárselos a quien él eligiera. Quería dárselos a él, porque de todas formas por ahora era a quien deseaba, a quién quería dárselos de verdad. Era una forma de demostrarle que él era diferente, que podía ser aun más distinto, una pequeña miguita de pan que promete mucho más si se atreve a llegar al final. Claro que él no tenía por qué aceptar su regalo ni mucho menos, podía decirle que se dejara de tantas tonterías y que hiciera lo que mejor sabía hacer, fornicar sin pensamientos profundos de por medio. A Vaël no le habría sorprendido una respuesta así que en cualquier momento rompiera la burbuja que se estaba creando poco a poco a su alrededor. Después de todo...¿cuántas cortesanas o cortesanos no se habrían ilusionado alguna vez y terminado con el corazón roto?
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
No quería apartarse de él pero lo hizo a regañadientes porque sabía que Vaël quería hacerse cargo de sus pantalones. No es que eso le incomodara (sería difícil que algo lo hiciera después de la noche que habían compartido) pero el cortesano tenía un cuerpo tibio y acogedor y a Basile le gustaba abrazarlo así, sin ropa en medio, solo un rato sin mayores pretensiones. No como antesala del acto ni como puente para llegar a ningún lugar, simplemente abrazarlo y gozar de la sensación de que alguien lo rodeara con los brazos. Siendo un hombre que siempre había intimado con muchachas ese no era un sentimiento que conociera demasiado bien, pero Vaël se lo hacía experimentar cuando lo sostenía.
Levantó la vista curioso ante la mención a un regalo. Ya iba a quejarse por todo el dinero que Sunderland se estaba gastando en él cuando el inglés le confió en qué consistía. Basile había oído hablar de cortesanas que no besaban en la boca, algo de lo que algunos de sus conocidos se quejaban en ocasiones. Parece ser que a una de aquellas chicas se le podía hacer prácticamente de todo menos catar sus labios, y de algún modo todo el mundo respetaba aquella condición porque era algo inamovible e inquebrantable. Un deseo que pesaba como un contrato escrito. Los besos de esas mujeres tenían un nombre y un dueño, y ahora también lo tenían los de Vaël. El boticario notó un placentero estremecimiento dentro del pecho, como de un pájaro que despierta y estira las alas antes de echar a volar. Asintió para darle a entender que lo comprendía y que lo valoraba en su justa medida. Era un regalo que no tenía precio.
- Espero ser digno de ellos. - Dijo con un deje jocoso que no tenía otro motivo que quitar solemnidad al asunto, pero sin dejar de darle la importancia que se merecía. - ¿Estás seguro? Eso te traerá problemas.
Le acarició una mejilla mientras lo dejaba batallar con su pantalón. Habría clientes a quienes no les gustaría nada que Vaël les negara eso. Y además también había que tener en cuenta que no era un presente que por el momento Basile pudiera corresponder como se merecía, porque al no ser él un cortesano la equivalencia a esa exclusividad sería prometerle a Sunderland que no buscaría la intimidad de nadie más. Eso equivaldría a tener una relación estable, aunque secreta, y el boticario no estaba listo. Ni siquiera sabía si alguna vez lo estaría o si podría llegar a amar al inglés más de lo que ahora le gustaba. A Grushenko le había gustado toda su vida correr tras las faldas y eso no era algo que en una semana pudiera cambiarse. Si allí había una nueva vida que construir llevaría su tiempo y su esfuerzo, y nadie salvo el propio Basile podía obrar tal cambio en su interior. Esperaba que Vaël comprendiera y supiera todo eso, al igual que el boticario estaba seguro de que el cortesano aún mantenía sus reticencias. Si era cierto que una vez amó a un hombre del que tuvo que separarse sabría mejor que nadie lo que era sufrir cuando el corazón te traiciona, y no estaría dispuesto a apostarlo tan fácilmente a un hombre al que, siendo sinceros, apenas empezaba a conocer.
Llevó las dos manos a la cintura de los pantalones de Sunderland y los desabrochó con gesto ágil, estirando luego de ellos para bajárselos junto con la ropa interior aprovechando que estaba sentado pero ligeramente reclinado hacia atrás. Se agachó y le quitó los zapatos como si fuera una muñeca antes de despojarlo del todo de aquella prenda que le estorbaba. Vaël desnudo sentado en su mostrador era sin duda la mejor mercancía que jamás había pasado por allí.
- Si comenzara a comerciar con esto la botica se me iba a llenar de clientela. - Bromeó acercándose de nuevo a él, poniéndose entre sus piernas y apretándose contra su cuerpo, notando que la excitación le crecía como una llama ahora que podía notar toda su anatomía pegada a su piel.
Levantó la vista curioso ante la mención a un regalo. Ya iba a quejarse por todo el dinero que Sunderland se estaba gastando en él cuando el inglés le confió en qué consistía. Basile había oído hablar de cortesanas que no besaban en la boca, algo de lo que algunos de sus conocidos se quejaban en ocasiones. Parece ser que a una de aquellas chicas se le podía hacer prácticamente de todo menos catar sus labios, y de algún modo todo el mundo respetaba aquella condición porque era algo inamovible e inquebrantable. Un deseo que pesaba como un contrato escrito. Los besos de esas mujeres tenían un nombre y un dueño, y ahora también lo tenían los de Vaël. El boticario notó un placentero estremecimiento dentro del pecho, como de un pájaro que despierta y estira las alas antes de echar a volar. Asintió para darle a entender que lo comprendía y que lo valoraba en su justa medida. Era un regalo que no tenía precio.
- Espero ser digno de ellos. - Dijo con un deje jocoso que no tenía otro motivo que quitar solemnidad al asunto, pero sin dejar de darle la importancia que se merecía. - ¿Estás seguro? Eso te traerá problemas.
Le acarició una mejilla mientras lo dejaba batallar con su pantalón. Habría clientes a quienes no les gustaría nada que Vaël les negara eso. Y además también había que tener en cuenta que no era un presente que por el momento Basile pudiera corresponder como se merecía, porque al no ser él un cortesano la equivalencia a esa exclusividad sería prometerle a Sunderland que no buscaría la intimidad de nadie más. Eso equivaldría a tener una relación estable, aunque secreta, y el boticario no estaba listo. Ni siquiera sabía si alguna vez lo estaría o si podría llegar a amar al inglés más de lo que ahora le gustaba. A Grushenko le había gustado toda su vida correr tras las faldas y eso no era algo que en una semana pudiera cambiarse. Si allí había una nueva vida que construir llevaría su tiempo y su esfuerzo, y nadie salvo el propio Basile podía obrar tal cambio en su interior. Esperaba que Vaël comprendiera y supiera todo eso, al igual que el boticario estaba seguro de que el cortesano aún mantenía sus reticencias. Si era cierto que una vez amó a un hombre del que tuvo que separarse sabría mejor que nadie lo que era sufrir cuando el corazón te traiciona, y no estaría dispuesto a apostarlo tan fácilmente a un hombre al que, siendo sinceros, apenas empezaba a conocer.
Llevó las dos manos a la cintura de los pantalones de Sunderland y los desabrochó con gesto ágil, estirando luego de ellos para bajárselos junto con la ropa interior aprovechando que estaba sentado pero ligeramente reclinado hacia atrás. Se agachó y le quitó los zapatos como si fuera una muñeca antes de despojarlo del todo de aquella prenda que le estorbaba. Vaël desnudo sentado en su mostrador era sin duda la mejor mercancía que jamás había pasado por allí.
- Si comenzara a comerciar con esto la botica se me iba a llenar de clientela. - Bromeó acercándose de nuevo a él, poniéndose entre sus piernas y apretándose contra su cuerpo, notando que la excitación le crecía como una llama ahora que podía notar toda su anatomía pegada a su piel.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Le dedicó una sonrisa al mayor, quizás no entendía que aceptando sus besos en cierto modo hacía sentir a Vaël un poco más dueño de sus propias decisiones. Desde que había llegado a París, desde que se había visto solo y simplemente sin nada ni nadie a quién respetar, se había entregado a la vida de pecado, a estar con unos y otros hasta finalmente hacerlo de forma oficial en el burdel. Había dejado de ser dueño de su propio cuerpo y de sus deseos para ser el juguete de los deseos de otros muchos. Vetar sus labios era una forma de reivindicar que aun era dueño de su cuerpo aunque no se molestara en hacerlo notar y de repente se sentía bien, como si acabara de llevar a cabo un pequeño acto de rebeldía secreta, un pequeño acto que quedaría escondido entre las paredes de esa botica.
- Oh...mientras te asegures de tomar todos los que puedas siempre que te sea posible seguro que lo serás. - en cierto modo en esa frase podía notarse que Vaël no podía sentir ningún tipo de atadura por parte del boticario. No le había dicho que los tomase a diario porque tampoco se sentía con derecho para ello, sin embargo no estaba mal o le sentaba de mala manera, estaba bien así, muy bien - Estoy muy seguro. A fin de cuentas alguna parte de mi cuerpo debe ser de alguien que yo quiera alguna vez o sentiré que soy un pedazo de carne expuesto en una carnicería durante toda mi vida. - le volvió a sonreír, alzándose de hombros para restar importancia al asunto. Si bien era cierto que el cortesano podía perder algún que otro cliente y ganarse algún enfado o una sesión de sexo algo más brusca, sabía que tenía habilidades suficientes para compensar la pérdida de sus labios en el trabajo.
Le dejó los pantalones desabrochados pero por el momento solo se dejó desnudar él, quedándose a sus ojos como Dios lo trajo al mundo y sonriendo con cierta picardía, aunque el comentario le arrancó una risita sin poder evitarlo. A pesar de tenerlo tan pegado, dejó ver su extraordinaria habilidad, apoyándose aun hacia atrás para así tener más comodidad. Dobló las piernas y enganchando los pulgares de los pies en el borde de sus pantalones y ropa interior, tiró de ellos hacia abajo, para ir desprendiéndolo de forma lenta y de paso, acariciando sus piernas con la planta completa de los pies, de forma lenta, provocadora.
- ¿Es que me venderías? ¿Estarías dispuesto a ver como otros me compran, deseosos de poseer mi cuerpo hasta la extenuación, boticario? - preguntó en un susurro juguetón, alzando una ceja. ¿Sería aquel hombre territorial? Evidentemente no como lo sería con una pareja, pero los hombres eran como eran, a muchos de sus clientes les irritaba si pensaban que Vaël era tomado por otro antes o después que él, y todo se reducía a que detestaban las comparaciones, por eso un varón siempre quería ser el mejor y el único, para que no lo comparasen, y él no era menos. El cortesano se relamió, acercándose de nuevo a él cuando lo desprendió de la ropa y rodeándolo por las caderas con ambas piernas, abrazándolo también por los hombros y prácticamente encerrándolo así en su cuerpo - Porque yo a ti te guardaría en el lugar más recóndito para que nadie pudiera tocarte. Y solo yo te sacaría cuando tuviera ganas de ti.
- Oh...mientras te asegures de tomar todos los que puedas siempre que te sea posible seguro que lo serás. - en cierto modo en esa frase podía notarse que Vaël no podía sentir ningún tipo de atadura por parte del boticario. No le había dicho que los tomase a diario porque tampoco se sentía con derecho para ello, sin embargo no estaba mal o le sentaba de mala manera, estaba bien así, muy bien - Estoy muy seguro. A fin de cuentas alguna parte de mi cuerpo debe ser de alguien que yo quiera alguna vez o sentiré que soy un pedazo de carne expuesto en una carnicería durante toda mi vida. - le volvió a sonreír, alzándose de hombros para restar importancia al asunto. Si bien era cierto que el cortesano podía perder algún que otro cliente y ganarse algún enfado o una sesión de sexo algo más brusca, sabía que tenía habilidades suficientes para compensar la pérdida de sus labios en el trabajo.
Le dejó los pantalones desabrochados pero por el momento solo se dejó desnudar él, quedándose a sus ojos como Dios lo trajo al mundo y sonriendo con cierta picardía, aunque el comentario le arrancó una risita sin poder evitarlo. A pesar de tenerlo tan pegado, dejó ver su extraordinaria habilidad, apoyándose aun hacia atrás para así tener más comodidad. Dobló las piernas y enganchando los pulgares de los pies en el borde de sus pantalones y ropa interior, tiró de ellos hacia abajo, para ir desprendiéndolo de forma lenta y de paso, acariciando sus piernas con la planta completa de los pies, de forma lenta, provocadora.
- ¿Es que me venderías? ¿Estarías dispuesto a ver como otros me compran, deseosos de poseer mi cuerpo hasta la extenuación, boticario? - preguntó en un susurro juguetón, alzando una ceja. ¿Sería aquel hombre territorial? Evidentemente no como lo sería con una pareja, pero los hombres eran como eran, a muchos de sus clientes les irritaba si pensaban que Vaël era tomado por otro antes o después que él, y todo se reducía a que detestaban las comparaciones, por eso un varón siempre quería ser el mejor y el único, para que no lo comparasen, y él no era menos. El cortesano se relamió, acercándose de nuevo a él cuando lo desprendió de la ropa y rodeándolo por las caderas con ambas piernas, abrazándolo también por los hombros y prácticamente encerrándolo así en su cuerpo - Porque yo a ti te guardaría en el lugar más recóndito para que nadie pudiera tocarte. Y solo yo te sacaría cuando tuviera ganas de ti.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Aquella invitación solo podía ser contestada de una manera. Basile, todavía con los pantalones puestos, se inclinó a tomar lo que ahora le pertenecía por derecho legítimo. Le besó tres veces seguidas en profundidad, repasando los recovecos de aquella boca que su dueño había decidido reservarle como quien examina la nueva casa donde va a vivir. Vaël tenía unos labios y una lengua que sabían moverse a la perfección al igual que los bailarines profesionales ejecutando una complicada coreografía. No importaba con cuántos hombres había tenido que practicar para llegar a adquirir esa habilidad, lo que contaba era que a partir de ahora y por el momento solo habría uno que la disfrutara.
- Y pensar que si no hubieras encontrado mi botica por casualidad ahora no nos conoceríamos... - Reflexionó en voz alta.
Apoyó la frente contra la de Vaël y sonrió. Solo el propio Grushenko sabía cuán difícil le había resultado resistir durante tanto tiempo las constantes provocaciones del cortesano, su cliente más interesante, y cuánto se había lamentado por creer que nunca podría hacer realidad los deseos que lo dominaban cada vez que sonaba la campanilla y el inglés entraba en su establecimiento. Dios, y encima no paraba de pedir ungüentos para aplicarse en cierto lugar... habría terminado por volverlo loco.
- ¿Cómo demonios puedes hacer eso? - Se sorprendió al notar que sus pantalones bajaban como por arte de magia. Soltó una carcajada cantarina y le mordió el cuello, todavía riendo, preguntándose si nunca dejaría de asombrarse por las dotes de aquel hombre que tenía delante. - Eres increíble.
Tuvo que apoyarse mejor sobre la superficie de madera cuando el cortesano lo abrazó con manos y piernas, venciéndolo un poco hacia delante. Al estirar los brazos Basile notó que sus dedos tropezaban con algo, un frasco de aceite para bebés que había dejado allí encima sin darse cuenta. Iba a apartarlo pero lo pensó mejor y lo cogió para levantarlo, mirándolo con cara de circunstancias, considerando la opción de incorporarlo a su juego. La pregunta de Vaël le hizo girar el rostro en su dirección aunque no soltó el botecito.
- Eso depende de si me dejan mirar o no. - Respondió antes de abrazarlo casi con violencia y empujar con la cadera para que sus dos vientres se rozaran. - Claro que no te vendería. - Dijo, ahora en serio. - Sé que hay otros muchos que te tocan y disfrutan de ti, pero no creas que me entusiasma pensarlo. - Así como estaban, apretados el uno contra el otro, no le fue difícil a Basile acariciar con la lengua toda la oreja izquierda de Sunderland. - Ya cuando era pequeño no me gustaba nada que los demás niños usaran mis juguetes.
Claro que no lo consideraba solo un juguete, pero así ambos sabían a qué se estaba refiriendo. Era un modo ligero de dejar caer que consideraba al inglés parte de su terreno, ahora era cosa suya, y su orgullo se resentía de imaginarlo gozando con otros igual que con él. No, eso no le hacía ningún bien, así que apartó el pensamiento de su mente y puso el frasco de aceite abierto a un lado del cuerpo de Vaël, en el mostrador. Metió un dedo en el líquido ambarino y lo deslizó por uno de los pezones del cortesano, estimulándolo de forma muy suave porque no necesitaba casi apretar para resbalarse sobre su piel.
- Y pensar que si no hubieras encontrado mi botica por casualidad ahora no nos conoceríamos... - Reflexionó en voz alta.
Apoyó la frente contra la de Vaël y sonrió. Solo el propio Grushenko sabía cuán difícil le había resultado resistir durante tanto tiempo las constantes provocaciones del cortesano, su cliente más interesante, y cuánto se había lamentado por creer que nunca podría hacer realidad los deseos que lo dominaban cada vez que sonaba la campanilla y el inglés entraba en su establecimiento. Dios, y encima no paraba de pedir ungüentos para aplicarse en cierto lugar... habría terminado por volverlo loco.
- ¿Cómo demonios puedes hacer eso? - Se sorprendió al notar que sus pantalones bajaban como por arte de magia. Soltó una carcajada cantarina y le mordió el cuello, todavía riendo, preguntándose si nunca dejaría de asombrarse por las dotes de aquel hombre que tenía delante. - Eres increíble.
Tuvo que apoyarse mejor sobre la superficie de madera cuando el cortesano lo abrazó con manos y piernas, venciéndolo un poco hacia delante. Al estirar los brazos Basile notó que sus dedos tropezaban con algo, un frasco de aceite para bebés que había dejado allí encima sin darse cuenta. Iba a apartarlo pero lo pensó mejor y lo cogió para levantarlo, mirándolo con cara de circunstancias, considerando la opción de incorporarlo a su juego. La pregunta de Vaël le hizo girar el rostro en su dirección aunque no soltó el botecito.
- Eso depende de si me dejan mirar o no. - Respondió antes de abrazarlo casi con violencia y empujar con la cadera para que sus dos vientres se rozaran. - Claro que no te vendería. - Dijo, ahora en serio. - Sé que hay otros muchos que te tocan y disfrutan de ti, pero no creas que me entusiasma pensarlo. - Así como estaban, apretados el uno contra el otro, no le fue difícil a Basile acariciar con la lengua toda la oreja izquierda de Sunderland. - Ya cuando era pequeño no me gustaba nada que los demás niños usaran mis juguetes.
Claro que no lo consideraba solo un juguete, pero así ambos sabían a qué se estaba refiriendo. Era un modo ligero de dejar caer que consideraba al inglés parte de su terreno, ahora era cosa suya, y su orgullo se resentía de imaginarlo gozando con otros igual que con él. No, eso no le hacía ningún bien, así que apartó el pensamiento de su mente y puso el frasco de aceite abierto a un lado del cuerpo de Vaël, en el mostrador. Metió un dedo en el líquido ambarino y lo deslizó por uno de los pezones del cortesano, estimulándolo de forma muy suave porque no necesitaba casi apretar para resbalarse sobre su piel.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Era bastante divertido sorprender a su compañero con gestos que para él eran tan cotidianos, le era imposible no sonreírle con coquetería, con cierto toque de lascivia que tan arraigado tenía. Ciertamente no pensaba que sus dotes con el manejo de su cuerpo fueran algo que lo hicieran ser increíble, pero aceptaría sus cumplidos porque le encantaban y realmente se los creía si los decía él.
- Si eso te parece increíble creo que tú y yo vamos a pasarlo pero que muy bien. - aseguró, mordiéndose los labios y escuchando sus respuestas. Le gustaron, vaya que le gustaron. Quizás era más propio de las mujeres, o esa era la mentalidad que se tenía, pero para el cortesano sentirse poseído era totalmente excitante, intenso, le hacía sentir especial, encima parecía que todo eso se multiplicaba cuando se trataba de Basile - Si te sirve de algo...este juguete ha pensado mucho en ti esta semana mientras otros niños intentaban jugar con él. - le dedicó una sonrisa ladeada, no mentía, realmente lo había tenido muchas horas en su mente, recordando sus caricias y besos, recordando su voz al gemir, era simplemente algo que no se había podido sacar de la cabeza.
Miró lo que hacía con ojos golosos, entrecerrando los párpados con gesto complacido. Por esa vez solo quería dejarse atender, recibir todas las caricias del boticario hasta que este se aburriese de tocar su cuerpo. Volvió a soltarlo y echarse un poco hacia atrás, dejando caer su cabeza con un suspiro gustoso, debería plantearse pedirle un botecito de eso para el trabajo.
- Mmm...Basile, espero que sepas que esto no va a terminar...- murmuró, volviendo luego a erguir la cabeza para mirarlo - Quiero decir que si lo hacemos llegaremos tarde al teatro, y no lo permitiré. - por supuesto después de todos esos días de espera lo último que quería era un encuentro rápido en la botica, no...quería mucho más que eso, quería terminar el teatro y luego perderse en alguna habitación, sin importar cual y hacer el amor con él por todas las horas que aguantasen y esa vez no se iba a quedar a medias del segundo, el tercero o de los que hicieran falta. Porque Vaël tenía para rato.
Se relamió, echando las caderas algo más hacia delante, buscando el cuerpo ajeno, que notara su erección para que supiera que a él no le importaba seguir jugando así aunque no fueran a terminar. También se acercó de nuevo a su boca y tanteó con la lengua sus labios, lamiéndolos lentamente, disfrutando de cada pequeña variación en su relieve, dejando caer su aliento sobre estos y luego mordiéndolos de manera juguetona. Era incapaz de decidirse, quería jugar suave, pero al mismo tiempo con picardía...ambas cosas valían.
- Si eso te parece increíble creo que tú y yo vamos a pasarlo pero que muy bien. - aseguró, mordiéndose los labios y escuchando sus respuestas. Le gustaron, vaya que le gustaron. Quizás era más propio de las mujeres, o esa era la mentalidad que se tenía, pero para el cortesano sentirse poseído era totalmente excitante, intenso, le hacía sentir especial, encima parecía que todo eso se multiplicaba cuando se trataba de Basile - Si te sirve de algo...este juguete ha pensado mucho en ti esta semana mientras otros niños intentaban jugar con él. - le dedicó una sonrisa ladeada, no mentía, realmente lo había tenido muchas horas en su mente, recordando sus caricias y besos, recordando su voz al gemir, era simplemente algo que no se había podido sacar de la cabeza.
Miró lo que hacía con ojos golosos, entrecerrando los párpados con gesto complacido. Por esa vez solo quería dejarse atender, recibir todas las caricias del boticario hasta que este se aburriese de tocar su cuerpo. Volvió a soltarlo y echarse un poco hacia atrás, dejando caer su cabeza con un suspiro gustoso, debería plantearse pedirle un botecito de eso para el trabajo.
- Mmm...Basile, espero que sepas que esto no va a terminar...- murmuró, volviendo luego a erguir la cabeza para mirarlo - Quiero decir que si lo hacemos llegaremos tarde al teatro, y no lo permitiré. - por supuesto después de todos esos días de espera lo último que quería era un encuentro rápido en la botica, no...quería mucho más que eso, quería terminar el teatro y luego perderse en alguna habitación, sin importar cual y hacer el amor con él por todas las horas que aguantasen y esa vez no se iba a quedar a medias del segundo, el tercero o de los que hicieran falta. Porque Vaël tenía para rato.
Se relamió, echando las caderas algo más hacia delante, buscando el cuerpo ajeno, que notara su erección para que supiera que a él no le importaba seguir jugando así aunque no fueran a terminar. También se acercó de nuevo a su boca y tanteó con la lengua sus labios, lamiéndolos lentamente, disfrutando de cada pequeña variación en su relieve, dejando caer su aliento sobre estos y luego mordiéndolos de manera juguetona. Era incapaz de decidirse, quería jugar suave, pero al mismo tiempo con picardía...ambas cosas valían.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Sí que era increíble, lo que ocurría era que Vaël ya estaba acostumbrado. Quizá no notara sus propias habilidades, pero sin duda lo que si notaría por comparación sería la falta de dotes de su compañero. Basile se mordió el labio inferior y lo miró con una sonrisa algo culpable.
- Por mi parte sí, pero igual tú te aburres un poco. A parte del clásico empuje y estire no es que yo domine muchas contorsiones más.
Pero ganas le echaba un rato, eso sí, y además deseaba como nadie descubrir todos los misterios que el cuerpo del cortesano tenía para ofrecerle. Siguió dibujando figuras con aceite sobre su pecho y bajando por su abdomen, pero lo miró de nuevo al rostro cuando le confesó haber estado pensando en él.
- ¿Y si le pongo mi nombre al juguete? - Propuso. - Para que los demás niños sepan...
No terminó la frase pero se abalanzó sobre el cuello de Vaël, riendo y succionando con la boca cierta zona de su piel cerca del nacimiento de la clavícula al tiempo que la mordía y la rozaba con la lengua. Suponía que el inglés lo apartaría antes de que pudiera dejar allí ninguna huella, pero si no lo hacía en pocos minutos tendría una marca rojiza con la firma del boticario. Lo oyó decir que no terminarían y se separó un poco de él sin comprender. Hasta ladeó la cabeza como los gatos cuando oyen un ruido que no identifican. Él creía que harían algo rápido allí y algo lento después. ¿Por qué tenían que elegir?
- ¿Vas a dejar que me vaya al teatro a exhibirme delante de las damas... con esto?
Sonrió pícaro sabiendo que Sunderland estaba notando el arma que cargaba Basile entre las piernas. Él también podía sentir perfectamente la de Vaël, erecta y lista para todo. Mientras se besaban el boticario no pudo evitar bajar las dos manos para comenzar a tocar al cortesano, ansioso por vérselas con aquel sexo otra vez.
- Por mi parte sí, pero igual tú te aburres un poco. A parte del clásico empuje y estire no es que yo domine muchas contorsiones más.
Pero ganas le echaba un rato, eso sí, y además deseaba como nadie descubrir todos los misterios que el cuerpo del cortesano tenía para ofrecerle. Siguió dibujando figuras con aceite sobre su pecho y bajando por su abdomen, pero lo miró de nuevo al rostro cuando le confesó haber estado pensando en él.
- ¿Y si le pongo mi nombre al juguete? - Propuso. - Para que los demás niños sepan...
No terminó la frase pero se abalanzó sobre el cuello de Vaël, riendo y succionando con la boca cierta zona de su piel cerca del nacimiento de la clavícula al tiempo que la mordía y la rozaba con la lengua. Suponía que el inglés lo apartaría antes de que pudiera dejar allí ninguna huella, pero si no lo hacía en pocos minutos tendría una marca rojiza con la firma del boticario. Lo oyó decir que no terminarían y se separó un poco de él sin comprender. Hasta ladeó la cabeza como los gatos cuando oyen un ruido que no identifican. Él creía que harían algo rápido allí y algo lento después. ¿Por qué tenían que elegir?
- ¿Vas a dejar que me vaya al teatro a exhibirme delante de las damas... con esto?
Sonrió pícaro sabiendo que Sunderland estaba notando el arma que cargaba Basile entre las piernas. Él también podía sentir perfectamente la de Vaël, erecta y lista para todo. Mientras se besaban el boticario no pudo evitar bajar las dos manos para comenzar a tocar al cortesano, ansioso por vérselas con aquel sexo otra vez.
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Comenzaba a pensar que igual el mayor se sentía algo...digamos poco avanzado en técnica en comparación con él. Le habría gustado decirle que no tenía que preocuparse por eso, pero creyó mejor callarse, porque así lo compensaría poniéndole más ganas sin duda, mientras ese pequeño complejo no fuera un problema, lo dejaría estar. Sonrió levemente y rodó los ojos sin poder evitarlo, escuchando entonces su pregunta y mordiéndose los labios. ¿Qué tan sensual podía sonar que un hombre te dijera algo así? Para el cortesano muchísimo...
- Que es tuyo. - terminó él su frase, en apenas un susurro insegura, no quería decir nada que el boticario se tomara como una atadura o una indirecta para que fuera así, no quería incomodarlo, aunque suponía que él y el otro hombre estaban en el mismo punto y por lo tanto no se lo tomaría como nada más allá de lo que era, un simple juego de palabras excitantes, ¿no?
Cerró los ojos, echando la cabeza a un lado para permitirle el acceso a su cuello. Una de las manos fue a su pelo, por puro instinto lo apartaría, porque tenía bien dicho a sus clientes que no le marcaran el cuello pues era la zona que los demás posibles clientes primero veían y que costaría más coquetearles, sin embargo no pudo evitar dejarse llevar por ese momento apasionado, por lo rico que se sentía tenerlo pegado a su cuello, marcándolo de forma posesiva. Soltó un jadeo excitado, dejándolo apartarse cuando lo exigió pero manteniendo la mano enredada en su cabello. Sus ojos descendieron por su cuerpo ante sus palabras y no pudo evitar una sonrisita picarona ante su evidente erección.
- Mira el lado bueno...si alguna dama ve semejante herramienta seguro que te aumenta la clientela. - sonrió de medio lado, entregándose de nuevo a sus besos sin nada más que decir, aunque no tardó en buscar con sus manos el aceite que le había visto usar y pringarse ambas, separándose un poco de él para buscar su entrepierna con ambas.
Notaba sus dedos resbalar de forma placentera por aquella erección, embadurnarla del aceite mientras su otra mano hacía lo propio con sus testículos y hasta presionando su perineo de forma juguetona. Su lengua se peleaba con la contraria y su respiración aumentaba por momentos dada la excitación. Le regaló una masturbación lenta con aquel líquido, pasando los dedos por su glande de cuando en cuando, no olvidando ninguna zona. Luego tan solo lo miró y le dedicó una media sonrisa que dejaba bien claro que cedía, era todo suyo y él mandaba.
- Que es tuyo. - terminó él su frase, en apenas un susurro insegura, no quería decir nada que el boticario se tomara como una atadura o una indirecta para que fuera así, no quería incomodarlo, aunque suponía que él y el otro hombre estaban en el mismo punto y por lo tanto no se lo tomaría como nada más allá de lo que era, un simple juego de palabras excitantes, ¿no?
Cerró los ojos, echando la cabeza a un lado para permitirle el acceso a su cuello. Una de las manos fue a su pelo, por puro instinto lo apartaría, porque tenía bien dicho a sus clientes que no le marcaran el cuello pues era la zona que los demás posibles clientes primero veían y que costaría más coquetearles, sin embargo no pudo evitar dejarse llevar por ese momento apasionado, por lo rico que se sentía tenerlo pegado a su cuello, marcándolo de forma posesiva. Soltó un jadeo excitado, dejándolo apartarse cuando lo exigió pero manteniendo la mano enredada en su cabello. Sus ojos descendieron por su cuerpo ante sus palabras y no pudo evitar una sonrisita picarona ante su evidente erección.
- Mira el lado bueno...si alguna dama ve semejante herramienta seguro que te aumenta la clientela. - sonrió de medio lado, entregándose de nuevo a sus besos sin nada más que decir, aunque no tardó en buscar con sus manos el aceite que le había visto usar y pringarse ambas, separándose un poco de él para buscar su entrepierna con ambas.
Notaba sus dedos resbalar de forma placentera por aquella erección, embadurnarla del aceite mientras su otra mano hacía lo propio con sus testículos y hasta presionando su perineo de forma juguetona. Su lengua se peleaba con la contraria y su respiración aumentaba por momentos dada la excitación. Le regaló una masturbación lenta con aquel líquido, pasando los dedos por su glande de cuando en cuando, no olvidando ninguna zona. Luego tan solo lo miró y le dedicó una media sonrisa que dejaba bien claro que cedía, era todo suyo y él mandaba.
Vaël Sunderland- Humano Clase Alta
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Re: || Esperaba este día con ansias || {+18}
Eso precisamente era lo que Basile, en pleno arrebato pasional, quería que pensaran todos los clientes del cortesano. Que había encontrado a otro mejor que ellos y que a ese elegido le permitía licencias que los demás tenían restringidas, como dejarle aquella pequeña mácula carmesí en su piel perfecta. Le gustó que le enredara el pelo así, no le agradaban en absoluto las personas que hacían el amor casi sin involucrarse, poniendo tan solo en contacto la pelvis y dejando el resto del cuerpo inerte como si nada fuera con ellos. Vaël lo penetraba con sus ojos y lo excitaba acariciándole el cabello, le creaba cientos de sensaciones antes siquiera de empezar a quitarle la ropa. Así era como debería hacerse siempre en opinión del boticario.
- No me gustaría tener que atender mi tienda con los pantalones bajados solo para vender más. - Respondió socarrón, imaginando la escena.
Para no mentir ésa había sido su intención original para usar el aceite de niños, pero afortunadamente Vaël pensaba en la misma dirección que él y se ocupó personalmente de embadurnarlo a conciencia. Basile por su parte no se quedó quieto, sino que se untó los dedos índice y corazón de la mano derecha y comenzó a rodear en círculos la entrada del inglés, acelerando la respiración conforme el cortesano se esmeraba y procurando no ir demasiado rápido con él. La otra noche, cuando habían estado juntos, el botcario fue muy brusco embistiéndolo sin prepararle. Puede que el otro estuviera ya más que acostumbrado a ver forzada su abertura, pero eso no excusaba que Grushenko se portara como un animal en celo. Fue introduciendo poco a poco los dedos entre las nalgas de su compañero al tiempo que jadeaba por las atenciones recibidas en su propia zona erógena por excelencia. Era la primera vez que exploraba así desde dentro a un hombre y agradeció la facilidad de movimientos que le brindaba el aceite, deslizaba sin ningún obstáculo y podía ir ensanchándolo poco a poco. No tardó mucho en encontrar ese punto que su intuición le decía que era el mismo que a él le había hecho enloquecer la vez anterior. Tenía un tacto distinto y Basile aguardó a ver qué efecto tenía en Vaël aquel masaje. ¿Cómo iba a aprender si no era observando?
Empezaba a pensar que no tenía ni la mitad de autocontrol que presumía porque en el momento menos pensado emitió un gemido ahogado cuando las manos del cortesano bailaron sobre él de forma particular. Si de verdad tenían que apresurarse para ir al teatro no les quedaba mucho tiempo para demoras, así que el boticario puso otra vez una mano a cada lado del cuerpo de su amigo y se echó sobre él en el mostrador, besándolo con deseo antes de que él separara las piernas lo suficiente como para que pudiera penetrarle. Debido al aceite entró mucho más rápido de lo que tenía planeado, sintiendo de nuevo aquella gratificante falta de espacio en torno a su instrumento. ¿De verdad creía aún que no iban a terminar?
- No me gustaría tener que atender mi tienda con los pantalones bajados solo para vender más. - Respondió socarrón, imaginando la escena.
Para no mentir ésa había sido su intención original para usar el aceite de niños, pero afortunadamente Vaël pensaba en la misma dirección que él y se ocupó personalmente de embadurnarlo a conciencia. Basile por su parte no se quedó quieto, sino que se untó los dedos índice y corazón de la mano derecha y comenzó a rodear en círculos la entrada del inglés, acelerando la respiración conforme el cortesano se esmeraba y procurando no ir demasiado rápido con él. La otra noche, cuando habían estado juntos, el botcario fue muy brusco embistiéndolo sin prepararle. Puede que el otro estuviera ya más que acostumbrado a ver forzada su abertura, pero eso no excusaba que Grushenko se portara como un animal en celo. Fue introduciendo poco a poco los dedos entre las nalgas de su compañero al tiempo que jadeaba por las atenciones recibidas en su propia zona erógena por excelencia. Era la primera vez que exploraba así desde dentro a un hombre y agradeció la facilidad de movimientos que le brindaba el aceite, deslizaba sin ningún obstáculo y podía ir ensanchándolo poco a poco. No tardó mucho en encontrar ese punto que su intuición le decía que era el mismo que a él le había hecho enloquecer la vez anterior. Tenía un tacto distinto y Basile aguardó a ver qué efecto tenía en Vaël aquel masaje. ¿Cómo iba a aprender si no era observando?
Empezaba a pensar que no tenía ni la mitad de autocontrol que presumía porque en el momento menos pensado emitió un gemido ahogado cuando las manos del cortesano bailaron sobre él de forma particular. Si de verdad tenían que apresurarse para ir al teatro no les quedaba mucho tiempo para demoras, así que el boticario puso otra vez una mano a cada lado del cuerpo de su amigo y se echó sobre él en el mostrador, besándolo con deseo antes de que él separara las piernas lo suficiente como para que pudiera penetrarle. Debido al aceite entró mucho más rápido de lo que tenía planeado, sintiendo de nuevo aquella gratificante falta de espacio en torno a su instrumento. ¿De verdad creía aún que no iban a terminar?
Basile Grushenko- Vampiro Clase Media
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