|| Esperaba este día con ansias || {+18}

por **Vaël Sunderland** Sáb Abr 14, 2012 5:04 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Tenía verdaderas ganas de que llegara ese día. No había querido concretar ninguna fecha porque quería encontrar el momento propicio, tener toda la tarde y la noche libre para poder dedicársela por completo al boticario. Había trabajado pero terminado bastante temprano, así que ese día estaba sano y descansado, se había asegurado de tener clientes tranquilos que no pudieran dejarle horas en cama sin poder moverse ni nada similar.

Esa misma tarde se vistió bien, informal pero bastante elegante, se peinó y se perfumó...vamos que se puso guapo como si fuera a una cita. Y tras eso fue a la botica, lo había preparado todo para poder pasar una noche agradable juntos, como dos buenos amigos que se deciden a pasar los mejores momentos. Había invertido gran parte de sus ahorros también, pero eso el otro no tenía por qué saberlo.

Una vez cruzó la puerta del establecimiento descubrió que habían un par de clientes aun, con lo que saludó educadamente y se quitó el sombrero, echándose a un lado para no molestar las transacciones que se llevaban a cabo, pero en cuanto sus ojos se cruzaron con los del boticario, le dedicó una juguetona sonrisa, ya que desde donde estaba, nadie más lo podía ver. ¿Tendría tantas ganas de estar con él como el propio Vaël? Hacía casi una semana desde que pasaron la noche juntos y no había dejado de pensar en él ni un solo día. Comenzaba a preocuparse por ello pero simplemente prefería no echar cuentas al detalle de que ese hombre se había comenzado a convertir en lo más parecido a una obsesión.

por **Vaël Sunderland** Mar Abr 17, 2012 1:04 pm

Se imaginó al boticario atendiendo de aquella forma y lo único que podía pensar es en que se dejaría todo su dinero en pomadas durante el resto de su vida, cosa que le arrancó una sonrisilla divertida. Sin embargo estaba terriblemente excitado así que ya solo se pudo concentrar en disfrutar de las atenciones que le regalaba el mayor. Jadeaba suave de cuando en cuando mientras lo embadurnaba, con toda la intención de tenerlo dentro, porque aquellos dedos juguetones lo estaban tentando en demasía.

No tardó en sentir como tocaba ese punto tan maravilloso en el interior de su cuerpo y se arqueó, emitiendo un sonoro gemido que trató de acallar mordiéndose los labios, que delicia, buscó su boca para lamerlo, como si así le diera las gracias por lo que le hacía, pero no quería besarlo porque quería escucharlo gemir tal cual lo hizo poco después. No opuso resistencia además cuando notó que paraba de tocarlo y supuso lo que se avecinaba, por él genial, lo deseaba enormemente. Lo abrazó por los hombros cuando lo tuvo encima y sonrió, jadeando complacido por la forma en la que se deslizó en su interior, sin ningún tipo de resistencia, haciendo que todo su cuerpo se estremeciera. Buscó sus ojos, mirándolo totalmente excitado.

- Dame fuerte, Basile...O creo que me voy a volver loco. - aquel aceite hacia que se deslizara de forma tan suave que simplemente era incapaz de soportar que fuera suave o delicado, solo quería que lo embistiera como un animal salvaje, que lo hiciera suyo de forma brusca, fuerte, mientras él buscaba ahora sus labios para poder besarlo de manera casi lasciva, apasionada y muy caliente. Arqueando la espalda sobre la superficie en la que se encontraban, creyó que podría morir allí mismo.

por **Basile Grushenko** Mar Abr 17, 2012 1:16 pm

Igual había alguna conexión entre los nervios del oído de los humanos y sus genitales, porque cada vez que se oía gemir a la pareja uno se excitaba más y más. Basile notó que aquel sonido gutural de la garganta de Vaël lo traspasaba entero y espoleaba sus caderas para que se mecieran más rápido y más rudo. No hubiera hecho falta que el cortesano le pidiera aquello pero todavía contribuyó a encender más al boticario, que ya jadeaba descontrolado agarrándose con ambas manos al borde de madera del mostrador. La idea del aceite había sido deliciosa, simplemente. Estaba tan encendido que creía que si alguien le tocara en ese momento echaría a arder, no comprendía cómo Sunderland no se quejaba de su temperatura. Tal vez porque estaba igual o peor. Salía de dentro del otro casi por completo y volvía a entrar rápido y muy profundo, hasta clavarse del todo, hasta que sus testículos golpeaban rítmicamente el trasero del cortesano. Todo el peso de su cuerpo echándose sobre Vaël con una cadencia establecida hacía que algunos de los goznes del mueble crujieran de forma apenas perceptible, acunándolos con un continuo toc-toc-toc-toc que se correspondía con sus embestidas.

Lo acarició todo con los ojos y se detuvo en su cuello, ahí estaba su marca, ése era - en ese momento - su hombre. Lo besaba a ratos alternantes en la boca, en las mejillas, lo mordía y después gemía contra su piel para no acabar gritando. Una cosa era que estuvieran a puerta cerrada y otra diferente que con sus chillidos alertasen a todo el barrio. Se mordió los labios hasta casi hacérselos sangrar y después ralentizó un poco, solo para no morirse de extenuación. Empezó a dibujar movimientos más circulares con su miembro dentro de Vaël mientras recuperaba el aliento lo necesario para continuar.

- ¿Te gusta? - Preguntó, ronco, enfebrecido como un animal.

Tenía la espalda cubierta de pequeñas gotas perladas de sudor pero apenas las notaba, toda su concentración la tenía entre las piernas. ¿Para qué necesitaba más? Era feliz en ese instante, y le daba lo mismo que la euforia fuera una sensación pasajera causada por el acto físico. ¿Quién quería lecciones de fisiología en momentos como aquél?

por **Vaël Sunderland** Mar Abr 17, 2012 2:10 pm

Aquel vaivén lo estaba matando de placer. Puede que no fuera la posición más cómoda ni el lugar más romántico del mundo, pero vaya que él lo estaba disfrutando como nada. Temió en algún momento que entre los dos echaran abajo el mostrador, pero eso dejó de importarle cuando el placer se intensificó a causa de los movimientos ajenos aunque fueran algo más lentos. Se mordió los labios, mirándolo de forma excitada, tenía los ojos vidriosos del placer y el cuerpo le ardía de forma casi peligrosa, pero solo se relamió y sonrió, asintiendo.

- Eres...tan caliente...- jadeó excitado perdido, enredando de nuevo una mano en su cabello, mientras la otra la colaba entre los cuerpos de ambos para poder tocarse, darse un poco de alivio, aunque sabía que no lo necesitaba para terminar, pero se sentía algo mejor y en caso de verse al límite sin que el otro terminase, podría apretarse para cortarlo. Lamió su oreja, se la mordisqueó, gimiendo en esta para poder hacerlo de forma más baja, sabía que no estaban en un edificio alto donde pudiera gritar todo lo que quisiera - Márcame por dentro, boticario.

Supuso que si le había gustado marcar su cuello lo mismo pasaría si le insinuaba que se viniera dentro como una forma más de hacerlo suyo, tocar el ego masculino siempre era una forma de encenderlos aun más, aunque en este caso lo hiciera porque realmente lo deseaba, porque quería sentir que lo llenaba hasta que su cuerpo no soportara más dentro, porque quería sentirse totalmente suyo, una posesión más de ese hombre que lo tenía enloquecido, gimiendo como un animal. Se le había olvidado el teatro, la cena y todo lo que no fuera tenerlo a él dentro.

por **Basile Grushenko** Mar Abr 17, 2012 2:32 pm

Su mostrador le parecía ahora un lugar mucho más interesante que antes. Pensó que tendría que limpiarlo bien con uno de esos maravillosos productos alcohólicos antes de atreverse a tener la decencia de volver a dispensar medicamentos sobre él. La idea de tener a la señora Grumwald comprando jarabe para su tránsito intestinal en el mismo punto donde había fornicado con Vaël lo hizo sonreír con travesura, pobre mujer, pondría el grito en el cielo si se enterase.

Dejó de pensar en la anciana cuando los gemidos y peticiones del cortesano lo trajeron de vuelta al mundo terrenal en un abrir y cerrar de ojos. Sentir esos dedos tironeándole el pelo le dio fuerzas renovadas para aumentar el ritmo de nuevo, desgastándose con cada empuje por el ímpetu que estaba poniendo en ellos. Ver cómo el otro se satisfacía no hacía sino aumentar su excitación. ¿Sería así como se daría placer cuando estuviera solo? Intentar imaginarlo solo logró ponerlo más caliente. No dejaría que tuviera que hacérselo sin compañía nunca más, iría a verlo por las noches como un ladrón, entraría por su ventana y le robaría más de esos maravillosos gemidos antes de que volviera a salir el sol.

- ¿Es eso lo que quieres? - Le preguntó con los dientes apretados, entre embestidas.

Quería oírselo decir, lo encendía hasta límites insospechados, quiso complacerle en el acto. Sin ser totalmente consciente en aquel punto traspasó un umbral a partir del cual solo podría seguir hacia delante, jamás olvidar lo que habían hecho. No podría sacarse la esencia de Vaël del cuerpo y de la piel aunque a partir de ahora sus caminos se separaran. Supo que él también, a su forma, estaba marcado. Estaba medio en una nube jadeando pegado a su pecho, fundiéndose con el cortesano, con las piernas agarrotadas y los nudillos pálidos de agarrarse al mueble; y tanto era así que casi no se dio cuenta de que el final ya se avecinaba con su apoteósica conclusión característica. Gimió solo dos veces más, agudo y desbordado, antes de venirse dentro del inglés. Todavía estaba muy duro pero ahora lo acompañaba el alivio de vaciarse, sabía que el resto de la relajación vendría después como consecuencia natural. Lo besó entonces en los labios sin dejar de penetrarlo para que él terminara también, y cada vez que su cadera se alejaba del cuerpo contrario unas gotas de su esencia resbalaban de entre las piernas de Vaël y caían al suelo, entre los dos pies de Basile.

- Tienes el mejor maldito trasero de todo París. - Sonrió.

por **Vaël Sunderland** Miér Abr 18, 2012 5:14 am

Podría pasarse horas y horas así, recibiendo al mayor en su trasero o dándole él, le daba igual pues ambas opciones le resultaban igual de placenteras. Aun notaba el aceite de bebé que conseguía hacer que ese sexo resbalara para llevarlo al cielo una y otra vez. Ante sus palabras no pudo más que sonreír lascivo, lamiendo su oreja, al parecer al boticario le gustaba que se lo pidieran.

- Amngh sí...quiero que lo hagas dentro. Q-quiero que...te corras muy dentro de mi, Basile. - gimió como loco, deseándolo realmente y al mismo tiempo queriendo que no llegara nunca al clímax, porque estaba tan delicioso aquel movimiento que quería disfrutarlo aun más.

Sin embargo tampoco tuvo mucho más tiempo, él mismo se sentía al límite y en cuanto el intenso calor característico inundó su cuerpo en señal de que el mayor había terminado, él mismo se mordió los labios y se dejó ir de una vez, apretando los dedos de los pies y arqueando la espalda. Era muy intenso y placentero porque el boticario no se había dejado de mover a pesar de haber terminado, lo que hacía que Vaël imaginara como su esperma era ahora el lubricante que hacía esas embestidas tan resbalosas y deliciosas. Ahogó sus gemidos en la boca de su amante, lamiendo sus labios y solo apartándose un poco al terminar para poder tomar aire. Sentía que el corazón se le iba a salir del pecho en cualquier momento.

- Que adulador...- sonrió agitado como estaba, sacudiendo un poco la cabeza y resoplando. No le diría que él tenía las mejores manos, la mejor boca...porque probablemente se lo tomaría como un alago vacío al venir de alguien que ha probado tantos otros - Ahora me la pasaré escurriendo toda la obra, boticario. Eres un desconsiderado. - su sonrisa se ladeó con picardía, habría que ver que tal llevaba el otro la idea de que su acompañante se pasara las siguientes horas reteniendo en su interior su semilla o lo que quedara de ella.

Le puso las manos en el pecho para apartarlo un poco y poder erguirse, moviendo los hombros para desentumecerse por la postura y pegando su frente a la contraria, robándole un corto beso. Sería mejor que se pusieran en marcha antes de que se enredaran de nuevo. Sus ojos sin embargo se movieron sobre el mostrador unos instantes y agarró el botecito de aceite.

- ¿Qué te parece si nos llevamos esto para el final de la noche? - le susurró juguetón, pensando que sería un gusto increíble poder penetrar al mayor con tanta suavidad.

por **Basile Grushenko** Miér Abr 18, 2012 1:12 pm

No hacía falta que le dijera que ese tipo de frases le ponían a cien mil revoluciones por minuto porque ya lo podría notar el cortesano por sí mismo, era un hombre muy observador. Había gente que prefería hacerlo en silencio y gente que por el contrario se estimaba más hablar, gritar y susurrar cosas soeces. Basile tenía sus días de una cosa y sus días de otra, no se consideraba un actor encasillado en un solo papel. Además le daba la sensación de que en general había amantes buenos y malos: con los primeros uno lo pasaba bien en cualquier postura y situación, con los segundos te terminabas aburriendo por mucha inventiva que le echaran al tema. Vaël era sin duda del primer grupo, y eso que el boticario solo había intimado con él en dos ocasiones. Dos ocasiones memorables, cabría añadir.

Esperó dentro y encima de él a que acabara y a que le besara todo cuanto quisiera. Las cosas solo estaban bien hechas si tenían un buen final, y el acto no consistía en derramarlo todo y dejar al otro a su ventura, también tenían su gracia los momentos posteriores a terminar. Sonrió también cuando le acusó de desconsiderado por un pequeño detalle en el que no había caído.

- ¿Ah? Tú me lo has pedido. - Le recordó. - Eso me exime de toda responsabilidad.

Se apartó hacia atrás un poco cuando Sunderland se lo indicó con las manos en su pecho y aún tuvo unos minutos para abrazarlo de la cintura y juntar sus labios una vez más. Tenía calor y esa boca apagaba su sed de un modo difícil de definir, pero ciertamente efectivo. Asintió cuando le vio coger el frasco, era de fabricación muy sencillay apenas le llevaría un instante hacer más para cuando sus clientes lo necesitaran. Además la perspectiva de que pudieran repetir más tarde le hizo brillar los ojos con la picardía de la expectación.

- Lo guardaré aquí o nos mancharemos los bolsillos.

Lo envolvió en un papel secante y también le tendió un buen trozo a Vaël para que se limpiara el aceite. Basile se frotó la piel para despegar de ella aquel ungüento untuoso y después comenzó a vestirse sin demorarse mucho.

por **Vaël Sunderland** Miér Abr 18, 2012 2:24 pm

Dejó que el boticario se encargase del aceite y él se limpió como pudo, vistiéndose después con calma, aun les quedaban unos minutos, aunque adiós a su plan de la cena, eso estaba claro. Bueno no importaba, estaba bien así, ya se había cenado al plato más delicioso de todo París. Sus ojos estaban clavados en él mientras se colocaba la ropa y no podía dejar de sonreír, que guapo era, de verdad que lo tenía totalmente atontado.

- Estoy listo. - anunció cuando ya se había vuelto a colocar toda la ropa y arreglado el pelo, como si nada hubiera pasado. Deslizó los dedos sobre el mostrador por unos segundos, sonriendo de medio lado. Aunque ellos no volvieran a verse, estaba seguro de que el boticario recordaría su ardiente encuentro cada vez que estuviera despachando, eso le gustaba, le hacía sentir bien - Será mejor que nos pongamos en marcha, el teatro no va a esperar por nosotros y tendremos que subir para llegar al palco.

Se había gastado una buena cantidad de francos para que pudieran estar en una zona bien alta y desde donde se viera perfectamente la obra. Esperaba que al mayor le gustara y disfrutara enormemente con el espectáculo además de con su compañía. Además de que sería divertido hacer manitas a escondidas tratando de no ser descubiertos.

Se dirigió hacia la puerta tras regalarle un coqueto beso en el cuello al boticario, sonriendo con cierta coquetería. Tenía ganas de marcarlo a él también, pero por el momento se controlaría, aun les quedaba mucho tiempo por delante, al menos esa noche. Aunque esperaba que eso se extendiera también a muchos días.

Off: Si quieres podrías abrir ya en el teatro :3

por **Basile Grushenko** Miér Abr 18, 2012 2:56 pm

CERRADO

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