Una vida complicada [Libre]

por **Tyler Fausten** Lun Abr 23, 2012 7:02 am

Siete eran los meses que habían transcurrido desde la visita de Adèle. El tiempo eterno se le hacía al joven brujo, cuando comenzó a vivir de aquella nueva forma, aquella bendición cuya imagen quedará grabada en su memoria el tiempo que le reste con vida.
Las cosas ya no sucedían con normalidad, el tiempo que necesitaba para sentirse acoplado a la vida se había acabado, ya no tenía por qué esconder sus enigmas por más tiempo. Quizás debía borrar aquella parte de su historia, de aquello que deseaba desde que era un niño, desde el día que conoció a aquella hermosa niña de ojos castaños, hasta el día de hoy.
Tyler siempre acostumbraba a hacer sentir al resto de personas de una forma inigualable. Con aquello que le caracterizaba, aquel halo de misterio para nada malvado, pretendía hacer sentir a gusto a todo aquel que conocía, ya fuese conocido o desconocido pues eso a él bien poco le importaba.
Durante unos instantes miró sus manos y soltó una suave risa al tiempo que negaba con la cabeza. Hacía demasiado tiempo que no hacía aquello que su imaginación le permitía, aquel don otorgado por la fina línea paterna tan arraigada en su piel: la escultura.
Tyler amaba sus obras, pero carecían de la importancia que realmente tenían, pues jamás se dedicó a tal sino a labrar la tierra con sus manos o a hacer chapuzas meramente… Deseaba que un día, le otorgaran la oportunidad de dar rienda suelta a su imaginación, por lo que se negó a sí mismo por parecer una idea totalmente egoísta. Pero ahí estaba, una parte de su vida completada, aunque de forma sugerentemente distinta a lo que pensaba y por ello daba gracias de tener a su hija…
Poco tiempo la conocía, pero supo desde el primer día que ella era portadora de su sangre… aunque se sintió egoísta por unos días, llegando a pensar que qué idiota era al traer a aquella criatura al mundo, con toda la basura que en él había, corrupción e idiotas que pretendían gobernar de forma injusta. Pero se dijo a si mismo que la vida siempre iba a ser así y que menos que cambiar la parte que a él le pertenecía.
Tyler frotó su rostro con sus grandes manos, sentado ahí al borde de un acantilado, observando lo pequeño que se veía todo y que importantes historias allí se concentraban.

Necesito una oportunidad… - Dijo con una sonrisa, pues a nadie le hablaba sino a sí mismo, mientras miraba cómo el sol se escondía tras aquella fina línea cual era el horizonte.

Tyler había dejado a la niña en buenas manos, necesitaba que alguien la vigilase mientras el dejaba su mente fluir por los escondrijos más secretos de su alma, con la quizás compañía de alguien pues bien era sabido que cuando más solo deseabas estar, alguien siempre aparecía, pero eso no le importaba, era gran amante de las compañías y las largas conversaciones en el ocaso.