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El emperador y el ruiseñor: El Encuentro (Ludwig Tobias Wittelsbach & Loras Tyrell) 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Ludwig Tobias Wittelsbach Dom Abr 29, 2012 6:09 pm



El emperador y el ruiseñor: El Encuentro (Ludwig Tobias Wittelsbach & Loras Tyrell) Ruiseor



El Encuentro


Había una vez un emperador en las tierras germanas que buscaba el bienestar para sus súbditos y que deseaba que todos ellos vivieran en justicia, paz y armonía. Luis, que era el nombre del monarca, había establecido su capital en Colonia, a orillas del Rin, queriendo convertir la ciudad en el lugar más esplendoroso del mundo, llenándolo de palacios y jardines, como muestra de la riqueza de su nación.

Por aquel entonces, vivía en Núremberg un afamado joven de nombre Loras, miembro de los Tyrell, la familia burguesa más importante de la ciudad y una de las más prominentes de Franconia. Las habladurías sobre él recorrían todo el Imperio y, pese a nunca ser de fiar, coincidían en otorgarle un físico envidiable, de cabellos rizos u ondulados, pero siempre con la apariencia de las hebras de oro, una piel suave como la seda y el reflejo del mar y del cielo en su mirar. A parte de ser el objeto de los suspiros de las muchachas, era también envidiado por los hombres, pues, según contaban, era tan diestro con la espada, que no tenía rival. Algunos le llamaban el ruiseñor, pues corría el rumor de que se acercaba a cantar a cantar por las noches a los balcones de las bellas jóvenes y de que su voz era tan magistral que ni siquiera un ángel pudiera igualarle.

Tales informaciones llegaron también, como no podía ser de otro modo, al Palacio Imperial y no tardó en inundar los salones y ser uno de los temas principales de los cortesanos; incluso alguno, viendo el triunfo de aquel muchacho, prometió viajar a conocerle y relatar sus hazañas, dispuesto a convertirle en toda una leyenda. El emperador Luis tampoco quedó exento de enterarse de todo y tanto insistían los unos en las grandes dotes de él y los otros en lo fantástico que debiera ser conocerle que, al final, la curiosidad terminó invadiéndole y mandó llamarle, para que se presentara en Colonia.

La noche anterior al gran día, el primer día de primavera, el soberano, que no estaba casado, pero sí prometido con la princesa del lejano país de Grecia, apenas pudo conciliar el sueño y se pasó la mayor parte de la mañana siguiente dando vueltas de un lado a otro de la habitación. La seguridad que estaba obligado a aparentar había desaparecido, mientras las dudas y la incertidumbre comenzaban a acosarle. No entendía el porqué de haberle convocado, pero era demasiado tarde para revocar la orden. Al final, cuando llegó el momento, se vistió con sus mejores galas, y se dispuso, algo ojeroso, a presentarse en la sala del trono, donde debiera recibir la visita oficial. Intentando calmarse y no dar muestras de nerviosismo, aguardó pacientemente a que aquel hiciera acto de presencia. Rezó porque no se retrasara, pues no sabía cuánto podría aguantar la calma.




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Mensaje por Loras Tyrell Dom Mayo 06, 2012 2:11 pm









Había una vez un Joven de cabellos rubios como el sol y rizados como las enredaderas de piel blanca como las estrellas y los ojos azules que aparentaban tener el mar de las antillas , El joven se llamaba Loras peor con el tiempo fue ganado otros nombres como << El caballero de las Flores >> y << Ruiseñor>> poco a poco nuesto joven caballero dejo de ser un niño que jugaba con espadas de madera para convertirse en un hombre y con ello en una leyenda.

La Historia de Nuestro Joven Caballero comienza con el dia en que se hizo tan celebre que luego de ello no se dejo de hablar de el y es que el acto que hizo es el mas viejo pero mas puro un acto de amor Verdadero y fue este el que le hizo luchar por sus creencias y principios contra una antigua emperatriz que tenia por prisionera a la mas delicada e importante de las flores ,aquella florecilla era Morgana la pequeña hermana y unica hija de la Familia Tyrell , Luego de que la emperatriz callera y la paz se instaurada a lo largo del imperial y que la pequeña rosa estuviese a salvo nuevamente nuestro querido ruiseñor volvió a Nüremberg a vivir la efímera vida que un joven de su edad solo podía vivir entre amigos, peleas en bares y amoríos efímeros.

Podría decirse que así acaban las grandes historias de niños que aun pertenecen al verano y que su frescura ay verdor le hacen cometer actos heroicos que duran en la mente de la gente lo que dura el suspiro de una doncella en cautiverio ; Pero como suele suceder el destino da vueltas tan grandes como las olas que se hacen en el mar . Así fue como una mañana sin esperarse Su familia se sentía grande en orgullo al recibir una Invitación real Para Loras para que fuera a la Corte en Colonia debía presentarse , Nuestro joven caballero se sentía entre la satisfacción y la felicidad pues volvería a ver a su pequeña rosa que vivía en el palacio al servicio de su majestad Imperial.

Ver el pasar de los dias por la ventanilla de un carruaje era aburrido aun cuando el joven tenia la compañia agradable de sus libros y su mayordomo , entonces en su cabeza comenzo a Pensar el ¿ por que? a alguien como el el emperador se hubiese interesado no le encontraba sentido alguno ,lo cual le hacia sentir extrñado y aquello no le gustaba llegar a un territorio donde era casi ajeno , asi fueron pasando los dias por bosques y pequeños pueblos parando para tomar alguna comida y darle descanso a los caballos hasta que finalmente el gran palacio se abría frente a ellos haciéndose mas grande con cada trote de los caballos , Cuando llegaron a su destino final había una son risilla traviesa en una cabellera tan rubia como la de el que conocia desde siempre .

Morgana había sido su amiga incondicional en todos estos años y aquella vez no fue la excepción ya tenia todo preparado para cuando llegara su hermano la ropa que usaria como se painaria todo ,siempre le gustaba que loras resplandeciera que fue amado e envideado por mucho como el adonis o la manzana de la discorida por lo cual podria decirse que mientras el joven caminaba bien ataviado con las mejores galas hacia la sala imperial solo podia pensar en la persona que le estaria esperando al otro lado de la puerta un enigma de alguna manera lo veia asi , tomo aire antes de entrar a la sala del salón , una vez fue presentado loras hizo una revrencia a su gracia imperial - Es un placer para mi estar a vuestras ordenes su Gracia - recito el joven con aquella voz aterciopelada sin imaginarse que estaba frente al incio de otra historia.




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El emperador y el ruiseñor: El Encuentro (Ludwig Tobias Wittelsbach & Loras Tyrell) Empty Re: El emperador y el ruiseñor: El Encuentro (Ludwig Tobias Wittelsbach & Loras Tyrell)

Mensaje por Ludwig Tobias Wittelsbach Mar Mayo 08, 2012 10:20 am


Con calma y temple, nuestro emperador cogía aire y lo expulsaba, intentando sosegar así sus nervios y esa impaciencia que tanto debía controlar en ocasiones. No podía negar que las habladurías habían hecho mella en él, y aunque lo hubiera intentado nadie le hubiera creído, pues Luis podía tener muchas dotes, como el ser bondadoso, pero, sencillamente, la mentira era algo casi imposible para él. Aguardaba igual que el novio espera a la novia frente al altar, sentado en ese trono recubierto de pan de oro que, alzado sobre una plataforma lo dejaba por encima de la mirada de los demás. A un lado de él se sentaba su madre y, al otro, el copero del emperador, que no era otro que Carlos, su hermano más pequeño. Éste sólo se parecía al monarca en que no estaba entrado en carnes, pues sus ojos eran de un profundo verde y su pelo de un rubio que quería ser bermejo.

Al fin, el chambelán de la corte, un hombre mayor que antes había sido embajador en Francia, entró a pasos grandes y se aclaró la voz para llamar la atención de todos. Cuando todos los presentes callaron, y no eran pocos, pues todos querían contemplar con sus propios ojos a aquel del que tanto se hablaba, él lo presentó con voz firme y fuerte:


-Su Alteza, herr Loras, de la gran familia de los Tyrell de Núremberg.



Nuestro Luis sonrió, pues siempre le había divertido lo pomposo que sonaban las introducciones en los labios de aquel hombre, pero pronto, esa mueca de entretenimiento desapareció de su rostro. De pronto, aquel apareció y, también de pronto, él no podía apartar la mirada de aquel fino rostro y esos rizos rubios que se movían con gracia mientras andaba. Si en algún momento había creído lo que se decía de cuán apuesto era, en ese momento, todo quedó desmentido. No era como le describían, sino cien veces mejor, con la apariencia de un ángel que había tenido la caridad de posar sus pies sobre la tierra para que los mortales como él lo adoraran. Ahora entendía por qué se había ganado tantos corazones de tantas damas y doncellas, aunque esos pensamientos entristecieron su ánimo por alguna razón. Junto a él se encontraba una dama que conocía, que también había heredado esos rasgos privilegiados de su familia y que era una de las bellezas de la corte colonesa: su hermana Morgana. Cuando el chico habló, Luis tuvo que guardar silencio, intentando controlarse para no decir algo que lo dejase en evidencia delante de toda la corte:


- Creo que el placer es nuestro, por poder contemplar, por fin, al "Ruiseñor de Núremberg" – de nuevo, una sonrisa articuló su barba -. Se ha hablado mucho de usted por todo el Imperio, ¿es cierto eso que dicen, que eres más diestro que mil hombres con la espada y que, sin embargo, su voz no sino comparable con la de las musas Calíope y Erato? – en realidad, ese era un rumor que se había formado entre los cortesanos de Colonia, pero era tal su calibre y su refinamiento, que se había ganado buena aceptación.



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Mensaje por Loras Tyrell Jue Mayo 17, 2012 10:09 pm









El joven pudo sentir el apretón en su brazo por parte de Morgana, tanto su hermana como el sabían que sis e encontrasen solos en la intimidad Loras voltearía verle con una ceja enarcada y la rosa pondría sus ojos en blanco dejando ver sus espinas para luego decir cotilleos de todos pero ese no era el caso . Asi que Loras sonrió de manera elegante cordial tal vez aquello se podría ser considerado un acto arrogante , Osado , pero así era el joven de 19 años que estaba parado en frente al emperador , frente a toda la corte siendo escudriñado por estos , estaba ya tan acostumbrado a ser un pedazo de Carne vendido en el mostrador , sin embargo aquella sonrisa socarrona ,arrogante , orgullosa seguía allí , se humedeció los labios , debia contestar de manera clara ,concisa y pronto pues era lo que se esperaba de el - Majestad , si pudiera expresarme de manera Humilde solamente soy un soldado disciplinado- esa sonrisa no se iba y el joven podía sentir la mirada entre el horror y la satisfacción de la pequeña rosa a su derecha - Sin embargo-agrego- No puedo negar que soy bastante diestro con la espada tan diestro como el resto de mis hermanos.. hay quienes dicen que nacimos luchando -tal vez aquellas palabras causaran decepción en el emperador ,que se mostraba tan amigable ,cercano ,familiar y un tanto confiable hacia el . Loras no negaba la satisfacción de sus actos , de verse sorprendido por la invitación del emperador hacia el , y aunque fuera un joven que ya debería haber madurado no podía negar que su corazón de niño ,de joven, de soñador latía con fuerza de alegría ,que cada palabra que le daba al emperador lanzaba una fuerte ola de calor que salia desde su pecho y se esparcía por todo su cuerpo pocas cosas le habían hecho sentir así.

Loras ahora guardaba silencio ,como un niño que espera la aprobación de su padre o el regaño de este , bien podía ponerse a analizar todo alrededor suyo ,sabia que Morgana no hablaría si no se lo pedían >> Oh rosa mia que rapido ah pasado el tiempo para ambos y aun asi nos ven como niños << . El pequeño Ruiseñor se veía ,pequeño ,reducido ,ante aquella gran sala donde todos le engullían con la vista cual víboras , pero había una mirada que no era así , una amistosa , una que podría ser diferente y era la del emperador que no le veía como un pichón que puede ser examinado descartado y reemplazado , no alli habia una duda , una cierta inocencia , una sorpresa ,algo que aguardaba como la persona que se acerca a un ruiseñor y teme acercarse mas porque sabe que podria asustar a este , Loras estaba fuera de su territorio y por primera vez en mucho tiempo sintio un poco de miedo de no poder controlar las cosas como estaba acostumbrado.



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