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Haced cantar al ruiseñor [Vincent Cromwell] 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Viviane Balloch Miér Mayo 02, 2012 8:16 pm

Vincent Cromwell, el nombre se alojaba en cada pensamiento que comenzaba a surgir. Sonaba a un rezo y una plegaria, a una oferta y tentación, se le antojaba en posesión de un hombre viejo y sabio con algunos níveos cabellos comenzando a surcar sus sienes o quizás con el rostro arrugado y la dentadura amarilla por los años. Repetía el nombre sin llegarlo a pronunciar aunque las palabras tenían sonido en su interior, aun no olvidaba el siseo de la s o el ronco ronroneo de la r o la caricia de su lengua sobre su paladar ante la y. Y al recordar solo comenzaba a anhelar más.

Llevaba entre sus manos una hoja sellada y firmada en una lengua que desconocía en su totalidad. Aunque, las indicaciones de la mujer habían sido precisas, sin opción alguna para fallar. Doblo en la calle mencionada encontrando toda seña y punto que le había mencionado la mujer, cada piedra estaba en su lugar “Nada has de mencionar” recordó, observando con curiosidad los dobladillos de la hoja que se mecía ahora entre sus dedos siendo las únicas letras que lograba comprender Alanis Borgette, en una letra delgada y alargada de par en par.

Si sus acciones habían sido iniciadas por caridad o intuición la mujer no le había querido explicar, se negaba rotundamente a darle ninguna disquisición más allá de la manera de llegar. Y ella nadie era para interrogar a quien le ofrecía una ayuda desconocida hasta aquel preciso día. Ceso su andar frente a la mansión que se alzaba a sus pies, dejo caer la nuca sobre la cabeza para ver el techo y su decoración. Si algún día había soñado con vivir en un lugar así, había sido creyendo que su papel sería el de la mucama y aquello con una cucharada de suerte, porque una pizca no sería suficiente.

La carta debía llegar solo a manos de quien por nombre llevaba Vincent aunque la descripción no había sido detallada y ni siquiera mencionada. Por la manera de hablar de la mujer, sin embargo, lo visualizaba como un cercano a su edad con los conocimientos suficientes para curar su pesar.Toco a la puerta con tres golpes espaciados y el eco del sonido se hizo audible a ambos lados del lugar “Solo a Vincent” se repitió recordando las especificaciones del favor. Humedeció sus labios dando varios pasos hacia atrás en espera de que alguien fuese a abrir o en su defecto aguardando hasta agotar la paciencia y desistir.

Abre” pensó, como si la orden resonando en su cabeza fuese realmente a servir.


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Mensaje por Vincent Cromwell Jue Mayo 03, 2012 1:14 am

El sonido se escuchó hueco, pausado casi forzado, haciendo ecos intermitentes en las habitaciones alertando a la servidumbre de la mansión, el silencio de la propiedad era parcialmente interrumpida. Se sabía que al señor de la residencia molestaba altamente el ruido, especialmente cuando dormía después de haber tenido una larga noche de quien sabe que actividades, ninguno tenía la autoridad para recriminar lo que el duque hiciera o determinara, las normas eran para cumplirse, aunque muchas veces él mismo fracturara la etiqueta de la cual toda la vida había estado rodeado. No era para menos, los ojos de los mayordomos se ensancharon y abrieron pronunciadamente, acudiendo uno de ellos a paso presuroso hasta el frente de la enorme puerta para evitar que nuevamente se escuchara el llamado.

Para su sorpresa una joven dama o al menos eso parecía, aguardaba detrás de la enorme puerta principal, la primera impresión contó pues una mueca se tiñó en el rostro del mayordomo que falsamente sonrió a la damisela, pero por dentro repudiaba a la clase que no fuera alta o de la realeza – ¿Qué desea? – Como de costumbre el varón elaboró una perfecta escena de desprecio y desdén hacia ella mirándola de arriba a abajo, le parecía muy poca cosa continuar dando alguna explicación por lo que decidió despedirla -Disculpe, no estamos dando caridad en este momento por favor, retírese – dijo en grave tono sin darle tiempo a responder.

Casi al cerrar la puerta notó como entre sus manos sostenía un sobre con letra muy fina, en él, el nombre de Alanis Borgette hacia presunción a una muy reconocida amistad del Duque de Atholl, nombre que reconoció al instante haciéndole palidecer – Disculpe Mademoiselle, lamento la grosería, pero no acostumbramos tener visitas a tan temprana hora - la actitud discriminatoria cesó, con un ademan de su mano aguantada le cedió el paso a la estancia principal de la mansión. La residencia Cromwell consistía en varias habitaciones de gran tamaño: ocho habitaciones; dos principales y las restantes eran dormitorios más sencillos para la conglomerada visita que casi semanalmente realizaban los padres de Vincent a los cuales procuraba mantener lejos de su alcoba, básicamente para evitar malos entendidos y roces familiares. En el primer piso lo que llamaba más la atención era el recibidor donde reposaban estratégicamente cuatro violines con un alto valor de estimativo por parte del joven hacia los instrumentos, ya que a cada uno pertenecía una historia que sólo Vince conocía.

Tan sólo existían los lujos y los excesos en aquellas residencias, la arquitectura gótica se podía apreciar en todo su esplendor al menos en la casa Cromwell, los jardines victorianos daban un toque exclusivo, casi mágico al extenso espacio, pues a concordancia de estos siempre permanecían pilares llenos de musgos y flores exóticas, algunas otras silvestres que retocaban la elegancia de las estatuas marmoleadas que adornaban los preciosos patios. En los tiempos libres que eran muy breves, su excelencia procuraba asistir a ellos en un recorrido natural, con la gracia que sólo caracterizaba al hechicero, ya que, éste encontraba tranquilizador para sus pensamientos adentrarse en lugares puramente místicos en sintonía con la naturaleza lo hacía olvidar de sus pesares, sus preocupaciones o algún pensamiento errático provocado.

Aclarando su garganta el mayordomo interrumpió el silencio incomodo - Puede esperar aquí - dijo por último haciendo un gesto sutil reverenciando la presencia de la dama y así retirarse de su presencia con el objetivo de reunirse y dar por enterado de su visita a su excelentísima.


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Mensaje por Viviane Balloch Jue Mayo 03, 2012 4:53 pm

Su mirada se dirigió a la puerta en cuanto esta se comenzó a abrir dejando revelado el misterio que yacía en su interior. La pregunta llego directa y altiva al corazón de su oído, resbalando hasta producir un eco en su interior “Entregarle la carta” pensó, entreabriendo los labios para comenzar a formular la manera más sencilla de hacerle comprender que era de suma importancia su cooperación y que, a ser posible, debía llamar en ese instante a su señor. Él único que podía leer el contenido de la carta y dictaminar un fallo en su favor aunque, sin siquiera comprender ella misma lo que dentro exponía era difícil adivinar lo que ocurriría.

Sus parpados se abrieron de par en par y a punto estuvo de abalanzarse sobre la puerta para introducir los dedos e impedir su partida, no estaba dispuesta a permitirle a la oportunidad extinguirse con tanta facilidad aunque eso implicase por consecuencia alguna fractura de dedos. Para suerte suya el hombre cambio de parecer, cambiando aquella mirada altiva y palabras rastreras por un gesto de educación y política disculpa, los cuales no dudo en aceptar sin mayor gracia o amabilidad “Apuesto a que no” bufó para sus adentros intentando restarle importancia. Si los de cuna alta no conocían la educación dejaría a los nacidos en las calles y la adversidad con el nombre bien en alto. Porque su madre jamás le había permitido debatir de temas polémicos frente a los demás, comportarse como una cualquier o comer a sorbos y mascar como si a un puerco deseara imitar.

No se atrevió a pasearse con libertad por la estancia en la cual se encontraba ya y aquello no se debía a falta de curiosidad por el contrario, la curiosidad era un mal hábito que intentaba erradicar. Asintió con entendimiento fijando su mirada en los violines que se exponían con orgullo en el lugar, cuatro, y no uno como era lo usual. ¿Era acaso un concertista? O solo alguien a quien le gustaba coleccionar. Había conocido con el paso del tiempo hombres que recogían los objetos más insignificantes que podían encontrar, listones de colores, vestidos importados, zapatos de charol e inclusive algunos que se deleitaban con colecciones de insectos y mariposas para exponer como trofeos de una demencia tal que los llevaba a asesinar ¿Podía un cambiaformas pensar de otra manera?

Se imaginaba a si misma como un ruiseñor disecado en el aparador de alguna casa como aquella, y su simple utilidad seria adornar con su aspecto y no su voz. Una medalla a la maldad humana. Estrujo la carta contra su estomago ante el pensamiento y se pregunto si tan buena idea era recorrer los bosques y praderas con el vuelo ligero de un animal “Aparece ya” y como por arte de magia sus piernas la habían llevado en compañía de los violines para centrar su atención en algo más que una muerte desastrosa.
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Mensaje por Vincent Cromwell Vie Mayo 04, 2012 3:10 pm

Lentamente el mayordomo subió por las escaleras, las cuales parecían abrirse paso hacia las habitaciones del segundo piso de la mansión, minutos después llegó hasta la puerta del dormitorio principal abriéndola de par en par, dentro me encontraba yo, acostado elegantemente en el lecho, el sonido de la puerta me hizo abrir los ojos y dirigirlos hacia el hombre que con mucha vergüenza se paraba en la orilla de mi cama – Lord Cromwell, su excelencia, sé que le molesta ser despertado, pero en el recibidor se encuentra una dama que trae consigo una carta de Mademoiselle Borgette- el varón aclaró su garganta en tono de disculpa para continuar – Al parecer sólo se la entregara a usted en persona – culminó lanzándome una mirada culposa. Sabía que los encargos de mi estimada amiga eran muy especiales, tras mi arribo a Paris, creía yo ser uno de los pocos hechiceros nigromantes y titiriteros, con un alta habilidad para dominar además de humanos comunes a seres sobrenaturales, pese a mi corta edad, era muy notoria mi destreza, cosa que a ella llamaba la atención, admiraba y resultaba curioso. No obstante esta vez, me parecía un poco extraño que, la misma señora a quien yo admiraba y apreciaba por sus habilidades tan desarrolladas así como notable experiencia, habría decidido acudir a mi persona enviándome una carta con contenido aún desconocido para mí.

-Está bien, bajare, llévela al patio trasero y que nadie nos moleste mientras estemos reunidos- el patio trasero como muchos otros en el territorio, era un típico jardín victoriano, aunque la fuente perfectamente tallada en piedra, le brindaba un toque más sofisticado a este, rodeada de flores silvestres, musgo y pasto muy bien cuidados por la servidumbre de la casa, a su costado adornaban un grupo de pequeñas gradillas o losetas para descansar tras una larga caminata, el maestresala en una reverencia salió luego de escuchar con atención la orden del duque, seguramente para encontrarse con la damisela y guiarla hasta el lugar que yo había escogido para nuestro encuentro. Nunca hubiera pasado por mi cabeza que el diablo me pondría a prueba, existían situaciones realmente difíciles por las que, durante mi adolescencia, habían transcurrido y azotado mi vida, mi padre cada vez resultaba menos tolerante, era exigente con las cosas que me enseñaba, gracias a ello el desarrollo de mis habilidades con la necromancia entre otras me habían vinculado muy bien con reconocidos brujos, quienes habían reconocido mi voluntad por sobresalir, aunque también provenía de muy buena familia – lo cual ayudaba bastante- una muy respetada en el círculo mágico.

Alce mis brazos para desperezarme, la luz del sol se colaba entre las cortinas blancas que caían sobre el suelo, lo que hizo que la claridad que se colara entre ellas e intensificara la luminosidad molestando mi vista, así que cubrí mis ojos, impidiendo que esta siguiera dañando mis pupilas, anduve a ciegas por mi recamara debido al encandilamiento que poco a poco cedía hasta dejarme ver nuevamente - ¿Qué debe ser tan importante, como para que a primera hora, lady Borgette envíe a una mensajera? – gruñí a sapiencia de las posibles respuestas a mi pregunta matutina, sabia en mi interior que sólo una cosa podría ser tan urgente, Lady Alanis no acostumbraba enviar a nadie en nombre suyo, al contrario, prefería venir hasta mi para aclarar dudas o incluso aclarármelas, tendría que ser algo o alguien realmente importante, disentí con pereza mojando mi cara para despertar por completo, la frescura de aquel liquido me hizo reaccionar enseguida, lave mis manos como última acción de limpieza y procedí a vestirme. Un mozo acudió a mi ayuda, con las suficientes calmas como para hacer impacientar a mi visita, me vestí tan elegante como siempre, cuidando cada detalle de mi vestuario, era parte de mis costumbres y lo consideraba un ritual ir por ahí luciendo lo mas galantemente.

Comencé mi avance hasta el jardín…

De pronto un estremecimiento me hizo preso en un calosfrío que recorrió toda mi columna vertebral y erizó mi piel, se trataba de un presentimiento y los odiaba, un sexto sentido me advertía de lo que estaría por suceder, de pronto a lo lejos la vi, ella era diferente; lucia agobiada, distante, en sus manos llevaba aferradamente un lienzo de papel, por su apariencia podía juzgar la clase social a la que pertenecía, no era ni muy pomposa, ni muy ligera su vestimenta, caminando con ese toque parsimonioso que me brindaba el paisaje que nos rodeaba interrumpí el silencio que nos envolvía – Mademoiselle, bonjour…- dije con respeto pasando discretamente la mirada por todo su cuerpo, como si con ello buscara un indicio más de su visita “No es una cara muy conocida, aunque distaría mucho de conocer a toda las clases que existen en Paris” pensé, quería saber si su rostro me parecía conocido por lo que durante unos segundo tan sólo lo analicé, sin embargo, no tuve suerte. Me detuve frente a ella y espere a su respuesta, alerta apoye mi bastón sobre el pasto posando mis manos en la manija para que mi cuerpo se recargara y descansara parcialmente.




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Mensaje por Viviane Balloch Vie Mayo 04, 2012 10:28 pm

Acatando indicaciones termino por salir de la estancia para adentrarse a un patio tan grande y pintoresco que no pudo evitar comenzar a pensar en las maneras de introducirse al amanecer y nacer junto con el sol con un canto entonado y encantador. Los nenúfares se alzaban por todos lados de manera bien pensada y visualmente agradables, lo sabía ella, el corazón del ruiseñor dentro del suyo se sobresalto con las ansiadas ganas de posarse en la rama más alta y observar, porque todo parecía más hermoso si lo veía con aquellos ojos. Se paseo de un lado a otro sin medir el tiempo que comenzaba a transcurrir y no supo bien en qué momento fue que paso de una alegría total a una ansiedad que de a poco se apodero de su andar.

Terminó de pie a un lado de la fontana que con cristalina agua corría sin cesar, observando su reflejo en el espejo de agua que no se mantenía quieto ni por un segundo o más. ”Una bañera” pensó, y una bastante grande a decir verdad, con un caudal tan constante que parecía no existir. Terminó meciéndose sobre sus pies intentando así ver el tiempo volar, de segundo a segundo inundaba sus pensamientos con ideas para desarrollar manteniendo su mente ocupada en otro lugar. Pensaba además en la belleza del lugar por los olores mezclados de las flores y los musgos se duplicaban, sumaban y multiplicaban antes de llegar a su nariz y era la finesa de su olfato una cualidad adjunta solo a su situación. La misma por la cual se encontraba ahora en París y si había comenzado como caridad se le antojaba ahora más como un hogar.

La voz ajena le hizo trastabillar girando sobre sus talones con rapidez para encontrarse con un rostro que en nada se parecía a aquel que en su imaginación comenzaba a habitar, el bastón, era lo único que tenían en común “¿Eres Vincent?” la pregunta se formulo en su interior y permaneció adormilada sobre su lengua sin encontrar lugar en el exterior, falleció en el instante mismo en que nació. Y pareció inflar su pecho el tener que tragar el cadáver de lo que ansiaba mencionar. Estrujo entre sus dedos la carta que permanecía aun con ella divagando, dudando si seria aquel quien la mujer le había mencionado. No creía, que el hombre estirado aquel hubiese mandado llamar a otro igual, aunque tampoco le había explicado en presencia de quien quería estar.

Observo la carta apretando los labios con obviedad, con molestia y enojo de no poder hacerle comprender ¿Era o no el hombre que había ido a buscar? Nada más que aquello quería saber. Hizo una vaina formal, no lo suficientemente pronunciada como para hacerla ver como una criada ni tan desinteresada como para lucir como una maleducada, un gesto cordial de educación. Y solo después de haberlo analizando por unos segundos que le parecieron una eternidad se permitió estirar su mano con la carta ahora semi arrugada reposando entre sus dedos. Sin importar que aguardase en su interior la mujer le había enviado ahí y un motivo en concreto debía poseer, uno que para bien o para mal iba a cambiar su situación. Aunque le parecía, que peor no podía estar.

Su mirada no se desvió de su rostro ni por un segundo mientras le permitía leer, todo gesto o cambio de su expresión serian vestigio certero de lo que leía, una sentencia o una salvación y solo Dios, Alanis y Vincent lo sabían.
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Mensaje por Vincent Cromwell Sáb Mayo 05, 2012 11:34 am

Nuestra comunicación no fluía, su rostro parecía consternado ya que algo le impedía articular palabra o al menos eso me había pareció a mí, el momento incomodo continuo hasta que finalmente accedió a darme la carta, cosa que era lo que más me interesaba en ese instante ¿Qué tenía que ser tan valioso como para ser despertado a tempranas horas?. Alanis solía darme sorpresas muy a menudo, muchas de ellas eran acertijos o situaciones que sobrepasaban sus límites y quizá a su status social, tal parecía que en esta ocasión no sería la excepción.

Con calma tomé la carta de la joven y empecé a leer entre líneas el nuevo favor que me confería resolver mi querida amiga:

Photobucket

A medida que leía mi rostro no generó mueca alguna que demostrara la calidad del asunto que había sido referido a mí, entre líneas era informado que frente a mi estaba un caso sumamente especial para mi admiradora lady Borgette y por otro lado sabia a la perfección que tenía que colaborar y resistirme a brindarle mi apoyo a alguien que no conocía, era una época difícil en la que nuestros secretos eran preferibles no develarlos más allá de la lengua y los pensamientos, todo lo que decías, usabas y blasfemabas por más mínimo que fuera, si no era bien visto, eras prácticamente ahorcado o quemado en la hoguera, no podía darme el lujo de acabar con mi dinastía tan fácilmente ¿Qué ganaba yo con saber que era lo que le provocaba su mudez?.

Asentí resignado, se trataba de un favor especial lo que venía plasmado en el contenido de la carta, era inconfundible la letra fina y alargada de la señora Borgette – Yo soy a quien buscas, Vincent Cromwell…si deseas que realmente te ayude deberás de seguir todas y cada una de mis indicaciones – confirmé la veracidad de mis palabras con el anillo de la familia Cromwell que llevaba en mi dedo anular izquierdo el cual mostré, aunque posiblemente ella no lo reconocería ya que yo era un extranjero más que por placer y gusto visitaba Paris, pese a mis cargos en la realeza, no tenia intensión de relacionarme con nadie más, sí, buscaba divertirme, conocer y aprender las costumbres liberales de los franceses, aunque por mi cabeza nunca habría pasado que en aquella ciudad me encontraría un sin número de criaturas sobrenaturales, arquee una de mis cejas – Viviane ¿ese es tu nombre, cierto? – cuestioné intrigado, debía estar perfectamente bien seguro de que igualmente ella se trataba de quien decía ser en el mensaje.

Antes de que ésta me respondiera una señal con mis dedos fue hecha con la mano que sostenía la carta al mayordomo que a lo lejos aguardaba cualquier señal o favor que yo necesitase al instante, aludiendo entonces a mi necesidad de tinta y papel, que servirían en esta ocasión para facilitar nuestra comunicación, claro en dado caso de que, supiera escribir y leer.


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Mensaje por Viviane Balloch Sáb Mayo 05, 2012 3:02 pm

Su cuerpo comenzó a inclinarse hacia enfrente, como si la proximidad pudiese hacerle ver con mayor claridad aquellos cambios en su rostro que no lograba vislumbrar ¿Es qué tan poco decía la carta? O quizás como ella con su incapacidad para hablar aquel hombre la tenia para expresar, entrecerró los parpados observándole con ajena curiosidad, un recelo tan pronunciado que no hubiese sido extraño verle partir. Se limito, sin embargo, a seguir aguardando a que terminara de leer aquellas líneas que ni ella se había atrevido a mirar “Solo Vincent” resonó en su interior como un eco sempiterno que a martillazos se había grabado en sus recuerdos. Tanto como el rostro de la mujer, tanto como ahora el rostro del hombre que tenia frente a ella.

Asintió con entendimiento en cuanto aquellas palabras emergieron de labios del extraño, pues el saber su nombre no lo volvía un conocido, según su parecer. Todas y cada una de sus indicaciones dejaban una gama muy amplia de posibilidades a las cuales no estaba segura de llegar a querer hacer ¿Cuánto anhelaba su voz? Lo suficiente para reducir la lista de acciones que dañaban moralmente su integridad a una cantidad considerablemente pequeña, como la moral de cualquier otro quería pensar ¿La de él? Analizo, lo que suponía ser la puerta del alma con tranquilidad, indagando y hurgando y por algún motivo el hombre no le terminaba de agradar. Quizás se debía a su rostro imperturbable, a su aspecto estirado o, simplemente, ah que no le conocía.

Asintió por nueva cuenta cuando escucho su nombre seguido de una cuestión ¿Decía en la carta que comprobara ser ella? Y realmente, no había forma alguna de saber si ambos eran quienes decían ser. Su mirada se desvió cuando Vincent le indico algo al mayordomo y el gesto fue tan obvio que logro comprender, una hoja y plumero para escribir. Solo en una ocasión había hecho algo así, y había sido para mantener una conversación, si se le podía llamar de esa manera, con la mujer que atendía el puesto de cartas y clarividencia en el circo. Había gastado un cuadernillo entero y poco más de dos carboncillos. Aunque no habían hablado de las cosas que a ella le gustaría comunicar sino de la vida de la mujer.

Aguardo entonces con paciencia sin despegar la mirada del Vincent real, que despojaba de hogar a aquel que se había formulado en su cabeza ¿Qué tenia de especial para que aquella mujer le hubiese enviado con él? Alanis poseía varias décadas más aunque no le era posible saber cuántas con claridad, y no lucia menos apta o sabia que aquel, no por menos sobraba decir que le causaba mayor confianza además, no poseía un mayordomo que la hubiese corrido con la mirada e insultado con el habla.
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Mensaje por Vincent Cromwell Lun Mayo 07, 2012 12:59 pm

Aunque la llegada a Paris había sido por voluntad propia, un poco de aquella ciudad me envolvía en misterio y cada vez terminaba sorprendiéndome, muchas de esas veces eran seres humanos tan comunes como la joven que se mantenía frente a mí, con situaciones y problemas sátiros que ponían a prueba mi humanidad, como monarca y una madre tan generosa había tenido una educación digna de un duque; etiqueta, respeto, galantería, propiedad, sin embargo por azares del destino, estaba empeñado a no brindarle mi ayuda a nadie, aunque éste era un caso especial, me pesaba tener que darle solución al problema de una mujer que ni siquiera conocía.

Tras mi señal el mayordomo acudió de inmediato con lo solicitado: una pluma de color ámbar muy fina, así como el tintero y papel, acercó una diminuta mesilla de centro depositando ahí los instrumentos para la escritura - ¿Algo más que se le ofrezca su excelencia? – escuché decir en un tono sumiso y respetuoso – No, es todo, retírate – respondí agradeciendo su eficiencia pero demandante tambien sin mirarle a los ojos, ya que ellos se mantenían distraídos en notar algo diferente en la damisela, más antes de que avanzara un paso más, mis ojos se desviaron hasta el sirviente para recriminar su conducta grosera – No estoy frente a una estatua que no merezca reverencias, ni respetos…- señale con desdén y la suficiente molestia que se notó a la perfección en mi semblante inmutable, al escucharlo el mayordomo regresó sumido en la vergüenza para arrodillarse ante nosotros– Pe…perdone su majestad, perdone mi grosería – canturreo pidiendo misericordia, pues a pesar de que yo era catalogado como un monarca rígido y “estirado”, el otro lado de la moneda no se alcanzaba a ver, las tradiciones familiares me habían hecho duro, sí, pero por debajo de la máscara existía un hombre bondadoso, discreto y humanitario, que mi madre se había encargado de alimentar con pequeños gestos de afecto a diferencia de mi padre quien únicamente destinaba sus palabras rectas y soberbias para que yo creciera “como un digno gobernante”, no toleraba la grosería ni el maltrato y en esta ocasión había presenciado el modo más vil en sentimientos despreciativos para la señorita.

-En casa de los duques podrás enaltecer tu orgullo maltratando a la gente que no tenga rango, ni importancia en la realeza, pero aquí, no lo harás, o mandaré a que te azoten una y otra vez hasta que la carne se levante y no puedas descansar por las noches, ardera tanto que lamentaras haberte comportado como lo has hecho frente a la señorita en mi presencia...- me acerque a él sometiéndolo verbalmente y escudriñé su mirada aterrada presa del miedo que envolvía el hecho de sólo pensar en enviarlo a los calabozos con una pena que cumplir, los lamentos de u misericordia repugnaban a mi conciencia – Que otro más supla tus deberes, no quiero volverte a ver- con el silencio a su llanto, aprobó mi mandato arrastrándose como culebra vil por el suelo, para al llegar lo suficientemente lejos de nuestro encuentro levantarse haciendo incontables veces reverencias hacia los dos.

- Lamento la grosería, no volverán a tratarte mal – mis labios se sellaron finalmente haciendo un ademan con mis manos indicándole que la dama tomara asiento y por consiguiente iniciar su determinante conversación – Debe decirme que fue lo que le dijo Lady Borgette antes de venir hasta aquí, que condiciones le han traído hasta mi y por qué ella no pudo ayudarle…- mis preguntas fueron concisas, directas y hechas en un tono cordial para no ataviar a la joven, después de todo no deseaba que ella estuviera incomoda pese a no conocerla, pues era una enviada por mi más querida y admirada amiga Lady Borgette.


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Haced cantar al ruiseñor [Vincent Cromwell] Empty Re: Haced cantar al ruiseñor [Vincent Cromwell]

Mensaje por Viviane Balloch Lun Mayo 07, 2012 3:50 pm

Su atención se centro en los objetos que habían quedado frente a ella con prolijidad, sobre la mesilla que parecía haber sido creada por algún creyente de cuentos de hadas para un enano y no una persona normal. El tintero para escribir, la pluma para hundir en la tinta y escribir y el papel sobre el cual escribir, todo se resumía a escribir. Su madre le había enseñado, no solo francés pero también castellano y a duras penas alemán, resultaba extraño tener que cambiar la pronunciación dependiendo la combinación de letras que se expusiesen en el escrito. Le pareció entonces un alivio no haber salido de su tierra natal y saber que todos en aquel lugar hablarían el mismo idioma que ella, el que comprendía con naturalidad y sin titubear.

Solo las adustas palabras del hombre le hicieron girarse a él y al mayordomo que con anterioridad a punto había estado de estamparle la puerta en el rostro. Y la prepotencia con que hasta entonces se había mostrado fue suplantada por un temor tangente que manaba por cada poro de su piel, podía jurar que lo olía. Su mirada viajaba fugaz de un hombre al otro mientras hablaba, y con cuanto horror parecía el otro escuchar, intento decir algo, defenderlo. ¿Defenderlo? Abogar, si, intento decir algo para abogar por él. Le observo con asombro marcharse, sintiendo pena y empatía por tan desgraciado ser. Hizo un ademán, uno tan efímero que posiblemente no fue capaz de comprender o siquiera de vislumbrar entre la ceguera de su temor e ilógico andar, su mirada cayó al suelo y su cabeza se doblego en un torpe gesto que buscaba un perdón.

No se atrevió a levantar la mirada, se sentó sin detenerse a acomodar su vestido, tomando la pluma para mojarla en el tintero y comenzar a escribir sobre el papel, con trazos veloces, rechonchetes y espaciados –No era necesario- se leía con claridad cuando giro la hoja por primera vez, regresándola a ella para contestar lo que se le cuestionaba con total honestidad ¿No le había dicho que debía hacer todo lo que él dijera si quería recibir su ayuda? Si así debía ser, así sería–Nada. Me entregó la carta y me dijo que le buscara, que usted me podría ayudar- hizo una pausa mientras razonaba, haciendo girar entre sus dedos la pluma que amenazaba con rayar la hoja a escasos centímetros de ella –Mi voz. He perdido mi voz- giro la hoja para dejarla esta vez en aquella posición. Era difícil tener que comunicarse de aquella manera tan tribal pero, era mejor que pretender hacerlo a señas y gestos.

Inspiro profundamente, con la mirada hundida en el tintero y el azabache en su interior. Le pareció difícil más no improbable que un hombre le pudiese regresar lo que había estado buscando con abrumante insistencia desde su extravió. Aunque, si había algún medio con tangibles resultados no lo pretendía rechazar. Alzó la mirada esperando alguna otra cuestión, una mirada retadora o un simple adiós.
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Mensaje por Vincent Cromwell Mar Mayo 08, 2012 6:22 pm

El sol de la mañana comenzó a desplegar sus rayos con mucha más intensidad sobre la ciudad de Paris, a nuestro encuentro el jardín permanecía intacto, ensombrecido y fresco, los musgos y helechos que colgaban de los arboles le brindaban ese relente adictivo que apaciguaba los pensamientos ingenuos o preocupados. Resople con un ligero gruñido como muestra despectiva hacia lo que había presenciado, más por dentro la conciencia indagaba en mis acciones, permitiéndome dudar por unos minutos “Respira y cálmate…” dije en mis adentros, como si buscara con la palabras calmar la rabia contenida, sentía que me brotaba por los poros de la piel.

De pronto, la situación cambio y la joven sentada escribía rápidamente en el pliego de papel, su escritura era alargada pero tosca, rápida y torpe, lo noté a simple vista, más no articule palabra al leer su primera frase –No era necesario – decía, su mirada se cruzó con la mía y ahí vi por primera vez en mucho tiempo, la compasión que irradiaba mi madre antes de morir, era ¿Pena? ¿Quizá dolor?, su mirada decía mucho más, profunda y transparente, si había sido despojada de su voz, sus ojos hablarían sin ataduras por ella, pues reflejaba más allá de lo que realmente pensaba – Sé que no era necesario, pero no llegaste hasta aquí a juzgar mis acciones…- respondí seco, mi mente se encontraba en otro lugar, quizá en Escocia a lado de mi difunta madre, divagan en posibilidades, respuestas y preguntas.

Tomé asiento, reacomode mis pantalones así como el saquillo que me revestían, para adecuarme de tal manera que nada pudiera irritarme, ella tan sólo se mantenía escribiendo, el papel era testigo de nuestra charla, la tinta sellaba los momentos, los sentimientos, me costaba entenderlo más no descifrarlo, comprendía muy en el fondo lo que pesaría no poder expresar tus dudas, opiniones o simplemente dar palabras de aliento a nuestros seres queridos, entendía que el habla era menospreciado por aquellos que lo teníamos y anhelado por quienes no gozaban de esa cualidad, entonces su siguiente frase llegó – Nada. Me entregó la carta y me dijo que le buscara, que usted me podría ayudar – mientras ella me explicaba, ideas y pensamientos surgían, brotaban como riachuelos de agua, haciéndose cada vez más presenten, tenía el poder y lo usaría, tenía la habilidad y la pondría en práctica, pero no poseía la voluntad de devolverle lo que quería…no a cambio de nada, entonces una mueca en mi rostro se formó, punzante, calculador restregué descarado mis intensiones Te ayudaré, pero con una condición…- me levanté del banquillo en el cual descansaba, caminé unos pasos más para detenerme justo frente a la fuente dónde el sonido del agua relajaba armoniosamente, contemplé el paisaje natural y giré mi rostro para mirarle por encima del hombro– Discreción…- señalé – Alanis no pudo ayudarte porque quizá le pondrías en peligro, quizá no se encontraban en el mejor lugar, suele ser muy precavida y yo…-reí con desagrado sabiendo mis métodos y la desvergüenza al usarlos – Y yo no tengo por qué temer. Así que te ayudaré con la condición de que guardes silencio, a muchos principalmente a aquellos que te sean más cercanos, les sorprenderá volverte a escuchar, deberás recurrir a la mentira, quizá. Si estás dispuesta a ello entonces no tendrás problemas para continuar…- expliqué minuciosamente, deseaba que la dama entendiera a la perfección lo que yo deseaba - ¿Entendido? ¿Aceptas o declinas la oferta, my lady?- no conocía el futuro, aunque éste cambiara tanto como una ruleta, continuamente estaba en movimiento, más lo que si sabía es que tenía que ser precavido y muy cauteloso, pues en esos tiempos cualquier uso de habilidades misteriosas reconocidas como magia negra para iglesia o para aquellos creyentes del santo padre, eran enjuiciadas como herejes, demonios destinándonos a la muerte.


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Mensaje por Viviane Balloch Mar Mayo 08, 2012 10:11 pm

Y no lo hago” pensó con brusquedad, más tampoco se iba a permitir quedarse pasmada ante el trato atroz que el pobre hombre había recibido por el simple hecho de actuar como sus ideales le dictaminaban. Una educación, que si bien no la correcta la única que había logrado recibir, no era entonces su culpa vanagloriarse por un estatus social qué siquiera le pertenecía a él ¿No lo hacían acaso los educadores por sabios, los religiosos por moralistas y los pobres por humildes? Y nunca antes había tenido que presenciar el trato de de un capataz a sus subordinados, solo había vivido el abuso de poder. La fuerza que a un hombre le daba portar la insignia del rey.

Bufó, no como un reto al hombre sino como una sátira para su propia vida. ¿A quién le iba a sorprender si realmente nadie comprendía el motivo de su falta de voz? A nadie tendría que mentir porque nadie sabía la verdad. Asintió con tranquilidad aderezándose varios mechones de cabello tras los oídos para arrastrar la hoja y el tintero hasta una posición en que pudiese comenzar a trazar las ideas inconexas que se formaban con rapidez –Acepto la condición- escribió en la esquina del papel, como una firma que sin llevar su nombre exhibía su palabra, un juramento silencioso que sellaría un trato que de saberse, les llevaría a ambos a la hoguera y la horca.

Le quedaba claro ahora, que aquel hombre al cual había acudido en busca de un favor y una solución no había sido elegido al azar por la mujer a quien tampoco conociendo en demasía ni catalogado en alta estima comenzaba a deberle ahora mucho más que solo un favor, una vida. Una vida en la cual sería capaz de hablar y volverse a comunicar con los demás ¿Quién entendería la dificultad que conllevaba algo tan fácil como saludar? Había pasado horas y días frente a un espejo intentando gritar, permitiendo a la imagen de fragilidad acunarse en sus mejillas, nacer en su interior y suicidarse en su barbilla. Había llorado hasta que le dolió, recordando el canto del ruiseñor. Un grito desgarrador.

Le parecía que su voz a cambio de un silencio estipulado era un trato que debía aceptar sin titubear. Pues sería mejor poder hablar una verdad calculada que ninguna verdad en lo absoluto “Y acepto cualquier otra condición” pensó, tomando el tintero y la pluma para plasmar su pensamiento en la hoja que, de a poco, se comenzaba a llenar sin ningún orden en especial. Más bien en un completo espiral. Apoyo sus manos sobre sus rodillas, atrapando entre sus dedos la tela que caía como cascada de esmeralda hasta el suelo sobre el cual yacía. El sonido de la fuente llegaba con claridad hasta su lugar y el olor de los arbustos y nenúfares incitaban a su parte más animal. Aquella que pasaba gran parte del tiempo adentrada en el bosque, ensimismada en una labor peculiar. Se había encontrado con gente peculiar más nunca con alguien como él ¿Tanto le debía a la mujer para aceptar hacer el favor sin recibir más a cambio que su discreción?

Se levantó de su asiento para observar en derredor ¿Tenia también que confesarle su condición?
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Mensaje por Vincent Cromwell Jue Mayo 10, 2012 2:05 am

Una sonrisa surcó mi rostro, estaba seguro de que no pedía demasiado, no debíamos temer nada, para mi suerte, estábamos en un lugar neutral, ni siquiera un cazador o los mismos seguidores de la iglesia serian capaces de adentrarse a la mansión, sabían a la perfección que resultaría un insulto pensar siquiera en arrestarme y en dado caso de aventurarse, se desatarían una serie de sucesos que tanto temían. A lo cual preferían evitar.

Al verle por sobre el hombro alcance a leer lo que escribía, no parecía titubear en sus respuestas, todo lo contrario, se mantenía integra y firme, acatando mi petición recibí su contestación, su presencia me lo decía todo, entendía a la perfección el lenguaje corporal que me hacia saber lo necesitada que estaba en ese momento, elegantemente di la media vuelta perfilándome hacia ella. Era un día diferente, lo presentía, desde mi desvelo hasta la madrugada y la interrupción del mayordomo, había sido preámbulo a lo que más tarde, sucedería.

Alcanzaría la plenitud de mis poderes, sabía bien lo que tenía que hacer para poder regresarle el don del habla a la joven mujer, mis labios se sellaron tras un suspiro interior que dejó en blanco mi mente “Necesito hierbas para poder hacer el brebaje, además no es el día ideal para realizar el ritual, deberá ser en luna llena para que pueda surtir mayor efecto” analicé, mi rostro se mantenía serio, sumido entre nombres, maneras y pociones, situándome en algún lugar para todos desconocidos y que sólo en mis pensamientos existía, la mirada distante de pronto chocó inconscientemente sobre la suya y reaccionando sonreí amablemente.

Había pasado ya mucho tiempo desde mi último hechizo, lo recordaba como si fuera ayer, mi padre de pie al final de mi cama, ilustrándome con tinta y papel de las incontables formas de hacer retroceder a un vampiro, un licántropo, a como identificar a los cambiaformas, a distinguir fácilmente a los brujos y nuestras diferencias. Agudice mis sentidos de tal manera que, sería capaz de usarlos a mi favor, con intensión o no de ayudar, estaban presentes. Entonces luego de un tiempo de meditar con cautela la situación procedí a explicar el procedimiento – Faltan dos días para la luna llena…- caminé hasta su encuentro comentando con claridad al tiempo en que mis ojos iban y venían en pos de Viviane, entornando sus rasgos, descifré el enigma que la había traído hasta mi – No existe medio instantáneo que te devuelva tu voz, pero si existe el remedio perfecto para sanar tus cuerdas vocales, aunque deberás dejarme hablar con tus fantasmas – conveniente, hablar con su pasado a eso se refería, ante todo lo que había estudiado a rajatabla, había varias razones por las que un ser humano vivía en el mutismo; primeramente por haber sido sometidos a un acontecimiento traumante o algún accidente que le haya impedido desarrollar su capacidad como habitualmente lo seria, segundo; por nacimiento, relacionado principalmente con el desarrollo de las cuerdas vocales, la colocación de la lengua, boca, garganta, ¿Cuál de ellas seria la que atosigaba a Viviane?.


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Mensaje por Viviane Balloch Jue Mayo 10, 2012 9:27 pm

El silencio prolongado no le pareció más incomodo que otros, no era diferente ni especial. Ahora, le quedaba solo esperar a que el hombre volviese a hablar dictaminando las indicaciones y mandatos a seguir para llevar a cabo sea lo que fuese que tenía en mente para regresarle su voz. Comenzó a navegar en el mar de posibilidades que inundo sus pensamientos. Podría tratarse de un acto de hipnotismo, un remedio medico o algo aun más ancestral, su madre le contaba cuando niña de los hombres que habían vendido su alma a los demonios por poseer aquellos talentos obscuros que solo de los avernos podían emerger. Recordaba el cuento de los hombres y la cueva, aquellos que habían recurrido al canibalismo y se encontraban ahora condenados a vagar por la faz de la tierra sin un descanso final. Condenados, por haberse resignado y negado su humanidad.

Porque su madre le había instruido en todo aquello que existía en el exterior, vampiros, brujos y licántropos, de todos ellos había llegado a escuchar más no a todos los conocía por igual. Le había enseñado también a temer, más por defensa propia que por cobardía, de las sanguijuelas nocturnas que se paseaban por todo lugar. Su madre, no había sido mujer que guardase gran afecto a aquellas criaturas y ella, no tenía la fortuna (o desgracia) de conocerlas. Por lo que su saber se limitaba a lo enseñado y no así sus ganas de aprender, no solía juzgar nada por lo que hubiese salido de labios de alguien más.

Hablar con tus fantasmas, las palabras resonaron en su interior y una mueca se formo en su rostro hasta entonces impávido. Un gesto que dejaba ver a flor de piel el dolor, como si las palabras hubiesen escocido en su oídos o le provocasen retortijones en el estomago, un sonido que no podía digerir y reptaba como serpiente por su garganta dejando tras de sí correr el veneno que llevaba dentro. Veneno del color del azufre. Y si antes había parecido segura y decidida comenzó ahora a titubear ¿Cuántas personas comprendían su situación? ¿A cuántas les había contado su desgracia? La vida de su madre por nada. Meneó la cabeza como si intentara atrapar la respuesta que se mecía de un lado a otro cual hoja al caer, planeando en contra del viento. Para, al final y después de una larga dubitación terminar asintiendo con vigorosidad.

Se dejo caer sobre el suelo, en esta ocasión no sobre la silla. Y arrastrando la hoja frente a ella comenzó a escribir -¿Cómo será el procedimiento?- a punto había estado de escribir ritual más, no estaba segura que fuese aquello lo correcto, no lo estipulado. Su vestido termino terroso a la altura de sus rodillas, y no podía decir que le molestaba pues por el contrario lo prefería.
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Mensaje por Vincent Cromwell Vie Mayo 11, 2012 4:24 pm

Follow your common sense
You cannot hide yourself
Behind a fairytale forever and ever
Only by revealing the whole truth can we disclose
The soul of this sick bulwark forever and ever



Predecir lo que pasaría después era básicamente imposible, yo sabia lo que debería de hacer, más no la reacción de ella, prefería a veces callar lo que tenia en mente y hacer las cosas, sin permiso de nadie, autómata y sin titubeo alguno, yo no obedecía a nadie que estuviera a mi parecer muy por debajo de mi, aunque ésta vez no se trataba de mi, si no, de la vida de alguien más, una de la cual yo no tenia ni la más remota idea de lo que habría pasado, dejando las mascaras de lado persuadí a la mujer con mi sonrisa amable, muy en el fondo lo era y con ella podía serlo sin aparentar otra cosa, algo me lo decía, me lo anunciaba, si debía ser cuidadoso era con los hombres y mujeres que por conveniencia y por vanidad se acercaban a mi – y vaya que eran muchos – así se manejaba la aristocracia, con relamidas de orejas y carcajadas falsas, pomposidades o halagos hipócritas.

Pero ella se mantenía ahí de pie ¿Despertaría algo mi pregunta?, ¿La había hecho cambiar de parecer?, revelar nuestras historias no parecía tarea fácil, conformaba dar a conocer sucesos que tal vez no nos gustaban revivir, unos doloroso otros felices, la entendía, me sucedía lo mismo ¿Quién sería tan valiente como para mostrarse transparente frente a un extraño? Ni siquiera yo había tomado la iniciativa de entablar relaciones con la honestidad que se debía, el secreto oscuro que me atormentaba pocas veces me daba respuestas a medias, no era sencillo dominar lo que no se veía, temerle a lo desconocido era parte de ser humano, un ser común, sin cualquier tipo de riesgos como los que yo corría.

Perecería en el intento de ayudar a mis allegados, envolviéndolos en un manto protector con el que yo jamás había sido cubierto, sólo una mujer había sido capaz de regresarme los sentimientos, las emociones, pero no se encontraba ahí físicamente no, pero en los pensamientos se llenaban de imágenes que iban y venían procurándome cariño o al menos eso era para mi, tras mis recuerdos acojonados por el anhelo de mi presente regresé a la realidad, ahí de frente ella se había colapsado sin temor a lo que pudiera pasar pero si dubitativa, agradecía que su respuesta hubiera sido tan rápida, si ella tal vez se le habría cruzado por la cabeza la idea de desistir y dejar de intentar, yo dimitiría sin intentar persuadirla, pero me había demostrado que valía más su voz por alguna extraña razón.

-Sé que no es sencillo recuperar el pasado y traerlo al presente – dije sensato mirándola a los ojos, procure ser lo más directo posible , pero asegurarle que seria cordial o incluso compasivo estaba muy por encima de mí, no era mi naturaleza mostrar afecto por nadie, tampoco por una desconocida, así fuera la madre de Lady Alanis o su hija, mi pellejo también estaba en juego , debía ser discreto – Me relataras por medio de un espíritu tu historia, él sabrá lo que piensas y me lo dirá, sabré si me estas mintiendo o timando, así que no intentes jugar conmigo – aclaré alzando mis manos para acomodar los guantes de piel negra – Sígueme, no estamos seguros aquí afuera –

Sí, muerto, fantasma, seres de ultratumba , como sea que lo llamasen, era mi especialidad, la Nigromancia era considerada una práctica poco común en los brujos, pocos éramos los que recurríamos a almas atormentadas y en pena para afirmar nuestras sospechas o pedir algún favor, se consideraba una aberración algo antinatural, juzgado y sellado por el fuego de la hoguera o la horca, no me importaba, si debía lograr algo seria bajo cualquier circunstancia, acudiendo al medio menos pensado o imaginado, por ello no temía a la muerte, porque sabía que se encontraba después de ella, un camino incierto para muchos, pero para mí, algo que naturalmente ya conocía , mientras caminaba a paso lento pero seguro, alcé mi bastón para apoyarlo bajo mi brazo diestro - ¿Alguien de su familia a muerto? – hice en una pregunta al aire sin esperar a que ésta fuera respondida.


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Mensaje por Viviane Balloch Sáb Mayo 12, 2012 9:06 am

No solo no es sencillo” pensó, observándolo mientras hablaba. Era prácticamente imposible atreverse a recrear el dolor y aunque no la había visto morir ante sus pies la desgracia no parecía ser menor. Una puñalada directo al corazón ¡Quizás la habían torturado mientras ella yacía inconsciente! O posiblemente la habían asesinado cuando se intento liberal para irla a ayudar y de cualquier manera, de una u otra forma o ante cualquier otra posibilidad que se atreviese a formular la culpa terminaba recayendo siempre en la misma persona. Si tan solo hubiese tenido más valor o un poco más de cobardía para no actuar. Inspiro profundamente, tragando todo aquello que intentaba emerger, arrebujándolo en su interior entre el diafragma y los pulmones, impidiéndole ahora respirar con plenitud.

¿Qué alguien iba a meterse en su cabeza? Frunció el ceño ajena a los procedimientos, alzándose del suelo para sacudir un par de veces su vestido, ahora en otra tonalidad sobre sus rodillas, y comenzar a andar no a un lado del hombre sino un par de pasos más atrás. Lo confuso de la situación y lo bizarro de imaginarse a alguien leyendo sus pensamientos mantenía su atención centrada a su interior, lo que daba como resultado un andar más bien descuidado y lento más no por eso torpe o desprolijo. Pensó en lo tosco y grosero que era enviar a otros a leer mentes ajenas pero, por mucho que intentase encontrar otra solución debía confesar y aceptar que redactar los hechos sobre una hoja de papel no era mucho mejor. Además que, podría mentir con facilidad, cambiar un hecho por otro, omitir detalles y no por menos terminar contando una historia que pretendiendo ser suya no sería la real.

Detuvo su andar una fracción de segundo cuando la cuestión le azoto en la cara y de haber ido un poco menos concentrada en otras cosas quizás hasta la hubiese hecho temblar, perder la estabilidad que con los meses se había intentado forjar. Porque suponía que en algún momento con alguien tendría que hablar y romper en llanto y gimoteos no era una opción “Mi madre” pensó “Y no importa cuántas veces lo repita tu no me vas a escuchar” bufó deseando poder gritarlo, escupir todo aquello que le oprimía la respiración, terminaría asfixiada de no conseguir hablar, ahogada ante todas las palabras apelmazadas en su interior.

Observó por encima de su hombro el paisaje que le proporcionaba el lugar, ella que había estado en tantos jardines de París no se equivocada al decir que aquel era, si bien no el mejor, uno de los que más le habían gustado ¿Le permitiría bañarse en su fuente? ¿Y cantar en la copa más alta? “Concéntrate” se repitió regresando su vista al frente para seguir al dueño de la mansión.
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Mensaje por Vincent Cromwell Miér Mayo 16, 2012 2:53 am

-Tal como lo esperaba- pensé muy en el interior de mi mente quisquillosa, sabía que no lograría obtener nada de ella tan voluntariamente, cada vez que caminaba afirmaba que algo había detrás de esos ojos huidizos, del rostro fruncido por el temor o la duda, quizá le incomodaban mis preguntas o simplemente le importaban poco escucharlas, me daba el beneficio de la duda por un lado y por el otro me daba por mi lado para evitar un conflicto mayor entre ambos, mis intensiones habían cambiado momentáneamente, ahora no era mi indiferencia la que estaba presente, si no mi curiosidad por saber que existía dentro de esa cabecita, iba y venía con preguntas, no era muy conocido por esperar a obtener respuestas cuando las tenia frente a mí, además que me gustaba y disfrutaba descifrar los acertijos que se abrían paso en mi vida – No es necesario que me respondas, pronto me daré cuenta, lo preguntaba porque quizá seria mucho más fácil poder hacer contacto con tu interior si una persona muy allegada a ti nos brindara un poco de ayuda…- pausé mi comentario para detenerme justo frente a un mausoleo que se situaba discretamente en la parte trasera de la mansión.

Lucia en tallados diferentes, había en sus muros tapizados de rostros, figuras humanas e incluso diferentes frases en latín, este lugar se mantenía secretamente escondido bajo arbustos y caedizos de plantas guías que cubrían a la perfección y mimetizaban aquella estructura. Para Vincent resultaba algo común poderse internar en las profundidades, bajo tierra resultaban mejor sus prácticas, tras su llegada a París, se había encargado de escoger una casa que se adecuara a sus necesidades, que tuviera a su gusto todo lo que él requería para desempeñarse de la mejor manera en aquella ciudad – Hemos llegado…- de mi cuello pendía una llave de oro la cual tomé con precaución para abrir el cerrojo de la puerta de acceso al interior de la tumba la cual cedió al instante, empujé con fuerza para abrirla por completo, ahí dentro se formaban siluetas abultadas de los pilares y debajo una hilera de escaleras talladas en piedra que dirigían a la cueva subterránea de la zona – Ten cuidado por dónde pisas, porque es un lugar muy oscuro – di instrucciones sabiendo que ellas serian seguidas al pie de la letra, entonces avance tomando una de las antorchas para alumbrar nuestro camino.

Describir la oscuridad es imposible, el lugar en dónde acostumbraba llevar a cabo mis rituales y ceremonias para mí ya era poco menos que familiar, pero para los extraños resultaba escabroso, tétrico. Nos aventuramos hasta las entrañas de la penumbra, mis ojos prontamente se acostumbraron a la escasa luz que nos brindaba la antorcha que sostenía firme tras cada paso, hasta que finalmente las escaleras acabaron para lucir la antesala a una habitación sin nada más que una pequeña mesa de madera así como dos sillas del mismo material, le ofrecí caballerosamente el asiento para comenzar a destinar mis habilidades a lo que ese día tenía que realizar.

-Tome asiento, vamos a iniciar con nuestra sesión, póngase cómoda.- mencioné con calma acomodando las sillas de tal forma que, quedáramos uno enfrente del otro – Este, es un lugar sagrado en él, no entramos más que aquellos que tengan la necesidad de acudir a los muertos…debido a su condición, nosotros tendremos que hacerlo, será mucho más eficiente y también obtendremos resultados rápidos para poder determinar que tipo de perdida tuvo usted. Esto no será sencillo, que un espíritu te posea puede resultar que en primera instancia no funcione y en segunda que te deje muy agotada e incluso que puedas desmayarte cuando termine esto…- expliqué detalladamente pues era importante que ella conociera de que se trataba el procedimiento, aunque omitía explicarle más allá de como realizaría eso - Sé que quizá no confías del todo, pero te cuidare muy bien y no permitiré que esto se salga de control. -


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Mensaje por Viviane Balloch Miér Mayo 16, 2012 9:32 pm

El simple pensamiento de poder estar de frente, de cualquier manera, con su madre le detenía la respiración y le parecía que por un segundo o más su corazón se detuvo en un arranque de terror. Desconocía con claridad la manera en que había abandonado su cuerpo, su alma como su voz debía estar ahora en otro lugar y, aunque nunca hubiese sido fiel creyente de un cielo y un infierno resultaba tranquilizador pensar que en otra vida la podría encontrar. Cepillaría nuevamente y hasta el cansancio su densa cabellera, trenzaría con tranquilidad y dilección, le enseñaría nuevas sonatas y a zurcir las telas más difíciles para manejar, seguiría preguntándole cosas sobre su padre y porque no, recibiría ahora una respuesta que satisfaceria su curiosidad sobre su progenitor, aquel ausente durante toda su vida. Asistirían a las obras que su madre siempre había querido ir, encontraría un trabajo y la sacaría de aquella casa en la que vivían, ofreciéndole una mejor, la cuidaría hasta que las arrugas deformaran su rostro y sus manos no se moviesen más, por Dios juraba que la hubiese cuidado hasta no poder y después de ello seguiría a su lado, la cuidaría hasta que doliese. Se encontró a si misma repasando la vida que hubiese podido tener y que sin embargo se le antojaba más como un sueño, algo tan distante como el sol.

¿Había dicho algo el hombre? Porque solo un barbullo lejano se escabullo hasta sus oídos. Le siguió aprovechando la obscuridad para arrebatarse de un manotazo la perlada gota que comenzaba a emerger en soledad, no estaba dispuesta a lucir como María Magdalena frente a un extraño. Sobre todo no ahora que parecer decidida y firme lucia tan importante para la labor. Aunque su cuerpo estaba diseñado para tener sentidos mejores que los de un humano convencional su mano se aferraba a la pared para no llegar a tropezar o golpearse con algo. Desde atrás la luz alumbraba escasamente el suelo, tanto más las paredes y el techo “Lugar mas tétrico no podía encontrar” le parecía, si prestaba atención, que entre las sombras que dejaban atrás y las que se encontraban delante emergían demontres y quimeras que susurraban en una lengua en antaño extinguida, le intentaban contar sus historias o advertirle de no seguir ¿De prestar atención podría encontrar su voz atrapada en aquel lugar? Un escalofrió le erizo la piel y se sintió ultrajando algún lugar sagrado que no debía conocer rostro ajeno al del hombre frente a él. Meneó la cabeza desacelerando su andar ahora más bien presuroso.

Alivio, alivio fue lo que sintió al saber que por el contrario de lo que había comenzado a creer se trataba de una posesión “Loca debes estar para sentirte contenta con sus palabras” El temor de saber que algún ente ajeno desplazaría su control sobre su cuerpo no era equiparable a su primera preocupación ¡Ni siquiera le llegaba a inquietar! Y no es que confiara ciegamente en Vincent, prioridades, eso era todo. Se sentó observando su alrededor, apoyando sus manos sobre su regazo en espera de lo desconocido, le permitía a un extraño utilizar su cuerpo para hablar con un muerto y saber su pasado comprendiendo que después de ello podría perder el conocimiento, y Dios sabía la clase de maniáticos que había enviado a poblar la tierra. Todo aquello por conseguir su voz de vuelta y si fuese tan simple como recuperar algo que había perdido. Dejo caer su nuca sobre su espalda para observar el techo del lugar y las creaturas extrañas que en presencia de la lánguida lengua de fuego comenzaban a nacer “Por Dios que este lugar parece maldito

Por Dios que este lugar parece maldito” pensé y puedo jurar que de entre la obscuridad emergían sonidos que me hacían dudar de la existencia de un averno en la tierra, quizás aquel mausoleo la conexión, entre los vivos y los muertos. Le volteé a ver “Confió, confió ¡confió!” como si de tanto pensarlo me fuese a entender, bien sabia que las palabras no se aparecían en mi rostro con claridad, esto no funcionaba así. Anhelé que comenzara con rapidez con lo que sea que fuese que iba a ser pues no podía negar que cada segundo en ese lugar resultaba peor que el anterior. El tiempo no hacía de mi estancia algo más placentero ¡El tiempo no todo lo cura! Por ejemplo, no estaba curando la ansiedad que me comenzaba a invadir y que me hizo, sin darme cuenta sino mucho después, de la manera casi violenta con que sujetaba la tela del vestido, como si en realidad lo intentase estrangular “Comienza, por favor, comienza ya” inútil repetirlo en mi interior, con una voz que solo yo alcanzaba a escuchar y retumbaba una y otra vez hasta doler. No me ponía nerviosa lo que pudiese ocurrir en el peor de los casos el ruiseñor vendría en mi auxilio y batiendo rápido y fuerte saldría de aquel lugar antes de que el pudiese reparar en lo que estaba ocurriendo. Iría hasta el bosque y me posaría en una rama alta como búho por si a alguna aguilucha se le había ocurrido cazarme hoy. Por eso odiaba los gatos, se creían que podían hacerme su cena ¡Ni hoy ni nunca! “Concéntrate” me repetí comenzando a pensar en cualquier tontería para distraer mi atención.
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Haced cantar al ruiseñor [Vincent Cromwell] Empty Re: Haced cantar al ruiseñor [Vincent Cromwell]

Mensaje por Vincent Cromwell Dom Mayo 20, 2012 2:05 pm

Cuanto más nos internábamos en las artes del ocultismo, el ambiente del lugar se tornaba denso a tal punto que volvería a cualquiera loco, pues las presencias ahí sentidas se podrían confundir entre muertos y demonios que surcarían el mausoleo, el interior lucia sombrío, tétrico, pero para su majestad no era más que un sitio más en dónde llevaba a cabo sus prácticas de manera solitaria.

Caminé perdiéndome en la oscuridad de la habitación subterránea, la podredumbre se podía sentir a lo lejos, en un ir y venir de olores que aunque estuviera acostumbrado en ocasiones me daban el suficiente asco como para cubrir mi nariz y mi boca con un pañuelo, se trataba de una pequeña cámara de hierbas con todo tipo de soluciones naturales, para calmar dolores, desaparecer enfermedades, ungüentos que servían para evitar que las heridas se infectaran entre otros menjurges de los cuales solo Vincent tenía conocimiento. Ahí en lo más recóndito de la camarilla se encontraba una discreta solución en cristal hecha a base de algas marinas, corales y sangre de algún tipo de animal, su olor no podía apreciarse enseguida pero al abrirse podía penetrar las paredes de dónde ellos se encontraban.

Una sonrisa se demarcó en mi rostro ensombrecido por la luz de las antorchas, parecía que ellas eran cómplices de lo que pasaría ahí dentro, mezclándose entre figuras amorfas de luz y oscuridad, era realmente apabullante para quienes no usaban a los muertos estar en aquella situación rodeado de todos ellos. Finalmente tras obtener lo que buscaba me dirigí hasta Viviane a quien observé con la tensión de sus rasgos faciales, era imposible no notarlos y en parte la entendía, nos encontrábamos en el interior de un mausoleo, sólo ella y yo así como los espíritus que nos rodeaban y que de inmediato sentí al llegar, pero estos nos ayudarían a obtener respuestas del problema que envolvía a la joven privada del habla.

Hice un pequeño círculo en el suelo con velas, las cuales encendí mientras tomaba de un pequeño pozo agua en un vaso el cual acomodé en medio de las velas y a su costado adherí la solución a base de algas – Encontré otra manera de poder comunicarnos con los muertos…No es la clásica forma que tenemos en las sesiones espiritistas, pero si habrá una posesión, puede que no bebas esto a menos que sea necesario para devolver tu alma a tu cuerpo – mencioné con tranquilidad sabiendo perfectamente bien lo que hacía, elegantemente señale con mis manos un lugar frente a mí para que ella tomara asiento dejando de lado la mesa y las sillas, adquirí una posición de loto y cerré mis ojos de tal forma que me facilitara establecer un vinculo cercano con las voces de los no vivos – Te pido que adoptes la misma posición que yo…Cuando finalmente estemos con ellos, no te desvíes del objetivo, yo haré las preguntas y tu (El espíritu dentro de ti) responderá...- dije sin abrir mis ojos y verificar si ella habia seguido mis instrucciones, confiando ciegamente continúe con mi ritual.

Mientras más me concentraba el ambiente que nos rodeaba pasaba de un extremo a otro, de pronto las velas y antorchas encendidas se apagaron por completo dejando en total oscuridad el interior del mausoleo, el sitio parecía desolado y envuelto por otras entidades además de nosotros, aún sin materializarse por completo en este plano un aire frio se coló de entre las catacumbas y paredes, ese frio era capaz de recorrer nuestros huesos, estremeciendo nuestros sentidos.

Los antiguos brujos decían, que esto era señal de que no nos encontrábamos solos, es decir, que la compañía de seres ajenos a este mundo se encontraba alrededor siendo atraídos por una luz, ya que los diferentes elementos; fuego, aire, tierra y agua se encontraban en perfecta sincronización y armonía, ayudándonos a entablar conversaciones con estos o mucho más.

Continuando con mi tarea en mi mente sólo repetía una frase la cual serviría para atraer a un ser en específico, alguien cercano a la señorita sentada frente a mi -Sondem Augustus Vardet espíritus que se encuentran aquí con nosotros les pido que nos ayuden a encontrar las respuestas que buscamos- conferí mentalmente, en ese momento como si de un fenómeno natural y ajeno imposible de recrearse por mentes humanas se tratase, las velas y antorchas volvieron a encenderse.

Cuando justo después de unos minutos y tras lo sucedido el espectáculo comenzó…


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Mensaje por Viviane Balloch Lun Mayo 21, 2012 10:20 pm

Para devolver tu alma a tu cuerpo, comenzaba a cuestionarse seriamente si todo aquello valía la pena ¿Ha donde iría a dar su alma mientras no estuviese en el interior de su cuerpo? Se comenzó a imaginar un vacío existencial, la infinidad misma materializada en un plano diferente de aquel mismo lugar donde las voces de los vivos llegarían como ecos distantes del pasado, donde estaría condenada a existir hasta los tiempos futuros y los que venían después. Ahora su preocupación no se entornaba solo a tener que hablar con su madre sino a que el ente que fuese a poseer su cuerpo tuviese la disposición de partir después, de regresar a cual fuese el lugar del que le habían hecho emerger ¿Estaría un muerto contento de ser convocado entre los vivos? Quizás estaría tan feliz que su estancia se prolongaría lo suficiente para hacerse sempiterna. No, Vincent le había prometido cuidarla ¿Cierto? Oh eso creía recordar, inspiro profundamente intentando encontrar un orden en su pensar y logrando marearse por los hedores que inundaban el lugar.

Se levanto de su lugar alzando el vestido para no terminar como una antorcha humana, dejando ver sus zapatos humildes y cuidados y una pequeña parte de su pierna, si su madre estuviese en aquellos instantes le hubiese atravesado con la mirada y con un susurro que solo ella entendería le recriminaría la acción. Sabía que las mujeres que podían costear una ida al teatro, las solteras y en edad de casarse, levantaban sus vestidos dejando ver sus tobillos, más allá de eso era una clara muestra de libertinaje y falta y agravio a la moral. Se sentó, con sumo cuidado de no mover nada de su lugar y tomando la posición que si en Vincent era visible en ella quedaba escondida, censurada bajo las capas de tela de su vestido. Observo su rostro conforme las palabras emergían de él, las parpadeantes velas jugaban a formar sombras en él, deformaban sus facciones volviéndolas de a ratos más oscas y luego más gentiles y en momentos dejaba de ser él.

Observo el lugar por última ocasión cerrando los parpados para intentar sumirse en aquel estado de letargo que suponía necesitar, debía dejar su cuerpo como un hogar abierto para las animas que rondaban el lugar. Para todas ellas sin distinción, desconocía quién sería su huésped estelar ¿Y si no era su madre? ¿Y si era alguien más? Apretó los parpados con fuerza descomunal, obligándose a abandonar tales y cuales pensamientos que le impedían estar en paz “Concéntrate” grito en su interior como palabra del día ¿Cuántas veces la había usado ya? La repentina ausencia de luz no fue algo que hubiese llamado su atención, sobre todo porque no se percato. El vello de su nuca y sus brazos se erizaba ante el frio del lugar hasta doler. En qué momento su cuerpo pareció más el de un muñeco de trapo no le quedo del todo claro. Un segundo en el que su figura pareció desvanecerse en derredor y su respiración permanecía atorada en su garganta, entonces un respiro tan profundo que no mucho le falto para consumir el oxigeno total del lugar.

Su mirada divergió, sus manos palparon sus brazos y su rostro, jugando entre la tela y sobre sus cabellos con total incredulidad en su semblante, termino con un porte más severo y elegante que el de la propia Viviane –Su madre le manda saludos- una sonrisa, completamente ajena a ella crispo sus labios con delicadeza. Su voz, un tanto más áspera y ronca de lo usual anduvo por el lugar sin encontrar salida al exterior.
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Mensaje por Vincent Cromwell Sáb Mayo 26, 2012 8:25 pm

De maneras presuntuosas las animas que llenaban el lugar con su presencia, se mantenían de un lado a otro como si ellas en la misma muerte penaran y rogaran por ser escuchadas. Cuanto más me embriagaba de la esencia de la muerte comprendía, la verdadera naturaleza de ésta.

Ahí sentados ambos estábamos siendo cubiertos por su manto, el frió capaz de congelar con su briza las pieles más cálidas y cuerpo abrigados permanecía y no se iba. La muerte y la vida juntas, divididas por una estrecha linea, que para Vincent no significaba nada cruzarle. Jugaba con el destino de hombres y mujeres, aunque por sus múltiples obligaciones había dejado de lado aquella práctica.

su semblante ensombrecido por la luz de las velas que llameantes se movían una y otra vez al compás del viento, dejaban entrever la paz interior que tras un suspiro alcanzó. Ahí, en aquella habitación subterránea, finalmente el cuerpo de la joven cedía, así como la voluntad. Una fuerte ráfaga de viento volvió a presentarse sin lograr apagar las velas que celosamente continuaban en el suelo. Allí una voz dispersa y diferente a la de Viviane se manifestó.

Para su sorpresa, se trataba ni más ni menos que de la madre de aquella misteriosa mujer, que tras su desgracia había acudido hasta mi, guiada por las buenas intensiones de una vieja conocida, eso podría facilitar las cosas o dificultarlas. Pero es una madre la que cuida y ruega por el bienestar de un hijo, no hay madre que se rehusé a brindarle tranquilidad a un corazón adverso por la tragedia. Aunque no estaba del todo seguro por su reacción, me aventuré a cuestionarla, debía tener cuidado, más no mostré ápice alguno de temor - pues no temía-. Después de todo era la costumbre, ya estas situaciones antes se me habían presentado.

-¿Su madre?, entonces usted podrá ayudarme a conocer a su hija y qué es lo que la mantiene en su mudez, cual fue la causa de que haya perdido su voz...Mi nombre es Vincent y estoy dispuesto a ayudarla- las palabras brotaron con naturalidad, demostré mi clara intensión de informarme sobre su persona, también de ayudarla. Pese a ello, busque la manera de reflejar más abiertamente mis deseos - Viviane, ha venido hasta aquí para encontrar una solución a ello, y sólo usted puede ayudarle a superar ésta dura prueba- pause mi discurso para abrir los ojos finalmente y observar el cuerpo poseído de ésta, lucia similar a otros casos que había presenciado, sólo se trataba del cascaron humano que en su interior contenía los más inexplicables misterios - ¿Podrá ayudarla? ¿Sucedió algo antes de que perdiera su voz, si es que la perdió a causa de algo.... ¿o a nacido de esta manera? - el primer proceso consistía en entender a que me estaba enfrentando y sólo ella podía quitarme las dudas e incertidumbre que percibía a simple vista.



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