AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The past come to me, breaking myself [Craig Ulrich] (Posible +18}
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The past come to me, breaking myself [Craig Ulrich] (Posible +18}
Zerstören
Doch es darf nicht mir gehören
Ich muss zerstören
Doch es darf nicht mir gehören
Ich muss zerstören
Los pasos en la acera eran rápidos, no miraba atrás, no tenía sentido hacerlo porque su oído fino estaba preparado para cualquier eventualidad, hacía poco salió del burdel y ahora se dirigía con premura a su casa y era porque sentía la crisis venir a ella, esa que no la dejara en paz desde que abandonara Viena, que era un rezago de su esclavitud en el clan de vampiros al que su familia pertenecía. La llamaba Etrius, podía sentirlo. La estaba incitando a ir a con él, con un llamado tan poderoso que gimió de pronto, casi cayendo de bruces por la necesidad de dar media vuelta y tomar el primer tren con rumbo a Viena. No, imposible si lo hacía todo por lo que había luchado con tanto empeño se iría al garate.
Se detuvo del marco de una puerta, colocando la espalda en la pared con sudor frío recorriéndole el cuerpo, jadeó al tiempo que cerró de nuevo los ojos, intentando salir avante, pero unos pasos a la distancia la hicieron consciente de dónde estaba y lo que podía provocarle esa ira que a veces la dominaba cuando se oponía a los deseos del vampiro, de su domitor. Se pasó la mano por la frente, aspirando una y otra vez, lamiéndose los labios y continuando con su recorrido. Diez calles, sólo diez... y se antojaban interminables. Un jalón de su estómago y jadeó con violencia, temblándole el cuerpo, oprimiendo con tal fuerza los ojos que le iba a estallar la cabeza.
Tragó saliva con dificultad, sintiendo esa necesidad de desfogarse con algo, contra alguien y al mismo tiempo negó. No podía ser más destructiva que en estos momentos en que la enloquecía tanto. Jadeó con fuerza y aspiró aire una y otra vez para relajarse, le quedaban 7 calles... Interminable fue el camino, pero por fin, logró meterse al interior de su vivienda tan raquítica, ausente de tantos lujos a los que estaba acostumbrada, pero a finales de cuentas, su careta. Su hogar. Fue casi corriendo a donde las cadenas la esperaban y fue tal su desesperación por ponérselas, que no detectó la presencia de alguien más en el interior del inmueble. No supo si era quien le seguía o bien, si ya estaba ahí antes. Simplemente se aprisionó a la pared dejando la llave en el lugar indicado: uno al que no accedería si no tenía la serenidad suficiente.
Se detuvo del marco de una puerta, colocando la espalda en la pared con sudor frío recorriéndole el cuerpo, jadeó al tiempo que cerró de nuevo los ojos, intentando salir avante, pero unos pasos a la distancia la hicieron consciente de dónde estaba y lo que podía provocarle esa ira que a veces la dominaba cuando se oponía a los deseos del vampiro, de su domitor. Se pasó la mano por la frente, aspirando una y otra vez, lamiéndose los labios y continuando con su recorrido. Diez calles, sólo diez... y se antojaban interminables. Un jalón de su estómago y jadeó con violencia, temblándole el cuerpo, oprimiendo con tal fuerza los ojos que le iba a estallar la cabeza.
Tragó saliva con dificultad, sintiendo esa necesidad de desfogarse con algo, contra alguien y al mismo tiempo negó. No podía ser más destructiva que en estos momentos en que la enloquecía tanto. Jadeó con fuerza y aspiró aire una y otra vez para relajarse, le quedaban 7 calles... Interminable fue el camino, pero por fin, logró meterse al interior de su vivienda tan raquítica, ausente de tantos lujos a los que estaba acostumbrada, pero a finales de cuentas, su careta. Su hogar. Fue casi corriendo a donde las cadenas la esperaban y fue tal su desesperación por ponérselas, que no detectó la presencia de alguien más en el interior del inmueble. No supo si era quien le seguía o bien, si ya estaba ahí antes. Simplemente se aprisionó a la pared dejando la llave en el lugar indicado: uno al que no accedería si no tenía la serenidad suficiente.
Y ahora mismo, carecía de ella...
Ingrid Chassier- Mensajes : 102
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Craig Ulrich- Condenado/Vampiro/Clase Media
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Re: The past come to me, breaking myself [Craig Ulrich] (Posible +18}
Eins, Hier kommt die Sonne
Zwei, Hier kommt die Sonne
Drei, Sie ist der hellste Stern von allen
Vier, Hier kommt die Sonne
Zwei, Hier kommt die Sonne
Drei, Sie ist der hellste Stern von allen
Vier, Hier kommt die Sonne
En el instante en que la esposa cerró contra la mano permitiendo que el sonido de ese cerrojo se escuchara en la habitación algo cambió. Podía sentirse, incluso olerse. Una insana sensación alrededor que fue condensándose muy lento hasta que el cuerpo relajado fue el primer aviso de lo peligroso que podía tornarse todo. Los ojos se cerraron como si durmiera y un profundo suspiro rompió el silencio de la habitación. La cabeza de la mujer lento fue cayendo cual títere dejado de utilizar, hasta que la mejilla tocó el hombro izquierdo. Una respiración lenta y acompasada hizo su aparición creando una atmósfera de ilusoria seguridad. El corazón fue desacelerando sus latidos hasta ser tan inaudible que sólo un sobrenatural lograba escucharlo. Las manos no se movieron, sólo se mantenían una sobre el piso y la otra estirada en lo alto, sostenida por ese grillete que no la dejaría ir. La llave alejada prometía que nada malo pasaría hasta que la crisis se esfumara. Pesadez en cada músculo podía notarse, una total paz, eso era lo que había en estos instantes en esa habitación.
Cerrados los ojos, no así los oídos, los que para desgracia del vampiro se encontraban atentos a cada palabra, a cada inflexión del cuerpo masculino que se movía e incitaba a algo que se revolvía ahora en el interior de la joven. Era una mortal, ¿Por qué enviar tras sus pasos a un vampiro? Ojalá jamás lo descubriera, pero no parecía que fuera a tener esa suerte porque la cabeza de la joven se agitó un leve instante por un lapso de dos segundos máximo, pero que cualquiera que hubiera prestado atención, desconfiaría. Lento, las pestañas permitieron que los ojos volvieran a enfocar y fue cuando el vampiro pronunció tan curiosas palabras. Sí, olía a sexo sin duda alguna, pero no por el hecho de que ella hubiera llevado a un varón hasta ahí, todo lo contrario. Se debía a que en ocasiones llegaba tan necesitada de atención y deseosa de obtener una liberación, que sus manos y dedos hacían de las suyas en aquella labor que los falos masculinos de esa noche, no supieron satisfacer.
Sus ojos fingieron un azoro y un miedo que en definitiva no sentía al verlo y escucharlo mientras su mente actuaba en consecuencia meditando todas las oportunidades, ubicando el lugar y el momento en el que realizaría sus actividades y la forma de ejecutarlas; esperaba que se acercara más para darle una sorpresita al caballero que tanto se había afanado en llegar a su casa. ¿Quién se creía para forzar las cerraduras y entrar en su ausencia? Porque no supo quién era su interlocutor hasta que él estuvo a centímetros de ella para repetir casi la misma frase. Sus ojos le exploraron con rapidez y hambre de conocer a quién tenía ante ella, para llegar a una sospecha que tenía un 60% de probabilidad de que fuera cierta... o quizá no, pero había vivido tantos años entre vampiros que sería una completa estupidez no reconocerlos y mucho más cuando él se le acercó para indicarle sus gustos. ¿Así que le agradaba?
- ¿Y qué, quieres que te haga fiesta, que me ilusione porque te gusta mi olor y te acuestas en donde alguna vez estuvo la simiente no de uno, si no de decenas de ellos? ¿Que te encanta revolcarte en la inmundicia de sus líquidos blanquecinos y que de seguro te encanta metértelos a la boca, succionarlos incluso de las cabezas de esos volcanes que entran en erupción cuando la lascivia es total? - a ella no le daba el menor de los ascos y sonrió con maldad - sí, de seguro eres uno de tantos que finge ser hombrecito y se la mete a las mujeres para disimular, cuando en realidad te encanta la verga bien dura metida por tus orificios bucales y anales hasta que no puedas más que gemir cual perro en brama... sí, de seguro eres uno de esos, que gritas que te lo hagan más y más hasta que te destrocen el culo y aún así sigues anhelando que continúen... el niño malo eres tú, dime ¿Quieres jugar al papá y a la mamá? Yo seré el papá, no te preocupes, sólo ocúpate de tener tu ano bien lubricado porque sí, te va a doler... y lo mejor es que te va a gustar... - con disimulo y cuidado, alcanza con el pie la llave y la oculta en su ropa esperando el momento para apoderarse de ella, uno que de seguro no será muy largo.
Cerrados los ojos, no así los oídos, los que para desgracia del vampiro se encontraban atentos a cada palabra, a cada inflexión del cuerpo masculino que se movía e incitaba a algo que se revolvía ahora en el interior de la joven. Era una mortal, ¿Por qué enviar tras sus pasos a un vampiro? Ojalá jamás lo descubriera, pero no parecía que fuera a tener esa suerte porque la cabeza de la joven se agitó un leve instante por un lapso de dos segundos máximo, pero que cualquiera que hubiera prestado atención, desconfiaría. Lento, las pestañas permitieron que los ojos volvieran a enfocar y fue cuando el vampiro pronunció tan curiosas palabras. Sí, olía a sexo sin duda alguna, pero no por el hecho de que ella hubiera llevado a un varón hasta ahí, todo lo contrario. Se debía a que en ocasiones llegaba tan necesitada de atención y deseosa de obtener una liberación, que sus manos y dedos hacían de las suyas en aquella labor que los falos masculinos de esa noche, no supieron satisfacer.
Sus ojos fingieron un azoro y un miedo que en definitiva no sentía al verlo y escucharlo mientras su mente actuaba en consecuencia meditando todas las oportunidades, ubicando el lugar y el momento en el que realizaría sus actividades y la forma de ejecutarlas; esperaba que se acercara más para darle una sorpresita al caballero que tanto se había afanado en llegar a su casa. ¿Quién se creía para forzar las cerraduras y entrar en su ausencia? Porque no supo quién era su interlocutor hasta que él estuvo a centímetros de ella para repetir casi la misma frase. Sus ojos le exploraron con rapidez y hambre de conocer a quién tenía ante ella, para llegar a una sospecha que tenía un 60% de probabilidad de que fuera cierta... o quizá no, pero había vivido tantos años entre vampiros que sería una completa estupidez no reconocerlos y mucho más cuando él se le acercó para indicarle sus gustos. ¿Así que le agradaba?
- ¿Y qué, quieres que te haga fiesta, que me ilusione porque te gusta mi olor y te acuestas en donde alguna vez estuvo la simiente no de uno, si no de decenas de ellos? ¿Que te encanta revolcarte en la inmundicia de sus líquidos blanquecinos y que de seguro te encanta metértelos a la boca, succionarlos incluso de las cabezas de esos volcanes que entran en erupción cuando la lascivia es total? - a ella no le daba el menor de los ascos y sonrió con maldad - sí, de seguro eres uno de tantos que finge ser hombrecito y se la mete a las mujeres para disimular, cuando en realidad te encanta la verga bien dura metida por tus orificios bucales y anales hasta que no puedas más que gemir cual perro en brama... sí, de seguro eres uno de esos, que gritas que te lo hagan más y más hasta que te destrocen el culo y aún así sigues anhelando que continúen... el niño malo eres tú, dime ¿Quieres jugar al papá y a la mamá? Yo seré el papá, no te preocupes, sólo ocúpate de tener tu ano bien lubricado porque sí, te va a doler... y lo mejor es que te va a gustar... - con disimulo y cuidado, alcanza con el pie la llave y la oculta en su ropa esperando el momento para apoderarse de ella, uno que de seguro no será muy largo.
Ingrid Chassier- Mensajes : 102
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Re: The past come to me, breaking myself [Craig Ulrich] (Posible +18}
Oh my beautiful liar
Oh my precious whore
My disease my infection
I am so impure
-
Craig Ulrich- Condenado/Vampiro/Clase Media
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Re: The past come to me, breaking myself [Craig Ulrich] (Posible +18}
Bück dich befehl ich dir
wende dein Antlitz ab von mir
dein Gesicht ist mir egal
bück dich
wende dein Antlitz ab von mir
dein Gesicht ist mir egal
bück dich
Pum, pum, pum, pum... algo en su mente golpeaba incesante, la obligaba a ladear la cabeza unos grados a la izquierda tras el rugido del hombre para analizarlo en silencio, con una mirada diferente a la que tuviera en su vida. Los Tremere no sabían aún lo que habían provocado con sus constantes estudios y las torturas de la que la hicieron víctima. Las arrugas adornaron su frente, esa mente pensando con velocidad intentando dilucidar a quién tenía, quién era, qué era. Su mano alcanzó la llave de la esposa y la guardó en el interior de la palma. Sentía un hueco en el estómago en tanto que observaba al hombre. ¿De verdad sólo era un humano? Conoció demasiado como para que ahora pudiera ser tan fácil caer en sus garras. La otra podía ser más inocente, pero ella no. Nunca. Y siempre su punto débil, el que la obligaba a rabiar eran esos vampiros que pululaban a su alrededor y de los que jamás se fiaba.
Casi escupió la risa que le provocó con sus palabras ¿Masturbarse? Su rostro se desvió de él, mirando a su alrededor, buscando algo con lo cual hacerse para que este sujeto entendiera que no hablaba con cualquier puta, que ella era diferente, mucho más de lo que pensaba. La lengua se colocó en medio del labio inferior. Nada a su alrededor podía ayudarle en esta situación, pero no se preocupaba tanto. Una revisión rápida a un lugar en particular de su muslo la hizo sabedora de que aún de forma inconsciente seguía teniendo la supremacía sobre la otra. Nunca salía sin ese objeto, mucho menos cuando podía toparse con algún miembro de su familia y en la profesión... no, en las profesiones que tenía. Ya fuera como una prostituta o como ladrona, debía tener algo que la ayudara a salir avante sin importar que el otro cayera muerto. Sus ojos se percataron de la sonrisa del vampiro, era tan parecida a la de losmiembros de su familia, era de esas que no ocultaban la ansiedad de hacer daño, de parecer un hombre sano mentalmente cuando en realidad sólo era una pantalla. Un traidor a la imagen que presentaba a las personas, pero que ella reconocía en su propio interior como un ser semejante, que no igual, a sí misma.
Alzó el rostro al verlo ponerse en pie, acercándose paso a paso y supo que iba a actuar y que eso no le gustaría. Había un brillo en su mirada que le estremecía de pies a cabeza. Que le erizaba la nuca. Acuclillado no parecía tan malvado, tenía un atractivo de esos que gritaban que se alejaran de él porque sería la perdición, para su fortuna, Ingrid hacía caso a sus instintos. La mano que le sujetó el rostro se le antojó fría apretando los botones de su paranoia, ¿Acaso era un vampiro? Apretó la mandíbula, pero aún le dio otra oportunidad. Afuera hacía frío, ella misma tenía menos calor corporal. Quizá fuera eso. Le apretó el rostro, la obligó a sentir sus dedos contra sus mejillas y la forma en que ejercía presión dejando su marca, una blanquecina contra la piel que ahora tomaba un color más rojo por la forma en que las venas eran oprimidas. El cuello tomado con fuerza, la instaba a levantarse o él lo haría con la violencia que seguro, le caracterizaba. Obedeció en silencio, sólo para ver realmente a quién tenía, hasta dónde llegaría. Le interesaba eso, ¿Quién era que llegaba tan lejos y en el momento menos oportuno?
Su mano se introdujo discretamente en el bolsillo de su vestido para tomar con cuidado el objeto y asegurarlo bien para actuar en caso de que él llevara las cosas mucho más lejos. Su instinto le decía que así sería, lo dijo, violarla... masturbarse... ese hombre iba a por su cuerpo, pero ¿Sería capaz de pagar el precio? Le vio acercarse y con rapidez sacó la mano para dejarla al costado justo a tiempo porque él ahora se restregaba contra ella, haciéndola consciente de que bajo las ropas, su cuerpo no era uno más... no era bofo, si no duro. Seguro se ejercitaba, aunque... estaba frío. La ceja izquierda le tembló y con ella, el globo ocular, como si de un espasmo se tratara. Alargó un tanto la mano para evitar que él la tocara cuando la elevó para que le rodeara la cadera con las piernas y se sostuvo con fuerza de ellas, lo necesitaría... Le miró al rostro en silencio, otro espasmo en el mismo lugar, aspirando aire profundamente hasta que las fosas nasales se pegaron de forma anormal. Tensó la mano, el cuerpo mismo, esperando el ataque mientras que sus ojos echaban chispas.
Como una serpiente sisea, se alista para morder, así se encontraba Ingrid, la lamida provocó que su cuerpo fuera recorrido por la electricidad desde los pies a la cabeza, moviéndose con... ¿Asco? Quizá eso pudiera pensar él, pero realmente para ella era el silbato que anunciaba la contienda, sus piernas, a pesar de que la derecha tuviera el grillete y la cadena que la ataba al lugar, se afianzaron mejor de la cintura masculina, sentía una frialdad en la columna que eliminó soltando un aire y arqueando el tórax haciendo que el cuello se mostrara mejor, ahí donde algunas gotas de sudor bajaban producto de la misma actividad motriz. La mujer se lamió los labios sintiendo la frente perlada de agua salada, los hombros se echaron atrás para tensar la espalda y con ello eliminar las sensaciones que le provocaba. Aunque de reojo algo la hizo dirigirle la mirada y fue demasiado tarde. Las palabras auguraban el dolor que sintió y se tragó en el instante que sus colmillos perforaron la piel y la sangre manó incontrolada.
Un regusto amargo al tiempo que rechinaba los dientes provocando una tensión mayor de los músculos del cuello y al unísono que la sangre manara con mayor fuerza. Ese sabor en ella que auguraba un alma indómita, una voluntad férrea, las ansias de sobrevivir a cualquier costo, la locura, la insanidad reflejándose en sus ojos que lánguidos demostraban la furia que sentía por ser tomada de nuevo por un asqueroso vampiro. Lo que prometió tras escapar estaba siendo incumplido. Su mano se apretó contra el mango. Aspiró de nuevo profundo, sintiendo las gotas de sudor bajar por su rostro y antes de atinar siquiera, de que su mente lo registrara, su mano actuaba. La daga atravesó el espacio con una celeridad que le daba la propia sangre de Etrius que contaminaba su organismo y aquélla que quizá Craig tuviera la sapiencia de reconocer... La daga se hundió una, dos veces en el cuello expuesto de aquél que la mantenía en brazos en tanto ella gruñía con violencia aprovechando la distracción del vampiro... no de nuevo, no de nuevo y volvió a hundirse una cuarta vez...
Brutal como su familia había sido con ella, con los ojos abiertos y desorbitados, la mujer hizo el amago de girar el mango del puñal, buscaba abrir la herida de formas inmiscericordes y sobre todo, darle una lección al vampiro. No era un bocadillo como las que él conocía, no tenía la menor intención de otorgarle su sangre. Lo que le hiciera, se lo devolvería al cuádruple, lo que le provocara, se lo infringiría sin piedad. La mano era dura, firme. Esa era ahora Ingrid, una parte de ella que sólo salía cuando Etrius la llamaba.
Casi escupió la risa que le provocó con sus palabras ¿Masturbarse? Su rostro se desvió de él, mirando a su alrededor, buscando algo con lo cual hacerse para que este sujeto entendiera que no hablaba con cualquier puta, que ella era diferente, mucho más de lo que pensaba. La lengua se colocó en medio del labio inferior. Nada a su alrededor podía ayudarle en esta situación, pero no se preocupaba tanto. Una revisión rápida a un lugar en particular de su muslo la hizo sabedora de que aún de forma inconsciente seguía teniendo la supremacía sobre la otra. Nunca salía sin ese objeto, mucho menos cuando podía toparse con algún miembro de su familia y en la profesión... no, en las profesiones que tenía. Ya fuera como una prostituta o como ladrona, debía tener algo que la ayudara a salir avante sin importar que el otro cayera muerto. Sus ojos se percataron de la sonrisa del vampiro, era tan parecida a la de losmiembros de su familia, era de esas que no ocultaban la ansiedad de hacer daño, de parecer un hombre sano mentalmente cuando en realidad sólo era una pantalla. Un traidor a la imagen que presentaba a las personas, pero que ella reconocía en su propio interior como un ser semejante, que no igual, a sí misma.
Alzó el rostro al verlo ponerse en pie, acercándose paso a paso y supo que iba a actuar y que eso no le gustaría. Había un brillo en su mirada que le estremecía de pies a cabeza. Que le erizaba la nuca. Acuclillado no parecía tan malvado, tenía un atractivo de esos que gritaban que se alejaran de él porque sería la perdición, para su fortuna, Ingrid hacía caso a sus instintos. La mano que le sujetó el rostro se le antojó fría apretando los botones de su paranoia, ¿Acaso era un vampiro? Apretó la mandíbula, pero aún le dio otra oportunidad. Afuera hacía frío, ella misma tenía menos calor corporal. Quizá fuera eso. Le apretó el rostro, la obligó a sentir sus dedos contra sus mejillas y la forma en que ejercía presión dejando su marca, una blanquecina contra la piel que ahora tomaba un color más rojo por la forma en que las venas eran oprimidas. El cuello tomado con fuerza, la instaba a levantarse o él lo haría con la violencia que seguro, le caracterizaba. Obedeció en silencio, sólo para ver realmente a quién tenía, hasta dónde llegaría. Le interesaba eso, ¿Quién era que llegaba tan lejos y en el momento menos oportuno?
Su mano se introdujo discretamente en el bolsillo de su vestido para tomar con cuidado el objeto y asegurarlo bien para actuar en caso de que él llevara las cosas mucho más lejos. Su instinto le decía que así sería, lo dijo, violarla... masturbarse... ese hombre iba a por su cuerpo, pero ¿Sería capaz de pagar el precio? Le vio acercarse y con rapidez sacó la mano para dejarla al costado justo a tiempo porque él ahora se restregaba contra ella, haciéndola consciente de que bajo las ropas, su cuerpo no era uno más... no era bofo, si no duro. Seguro se ejercitaba, aunque... estaba frío. La ceja izquierda le tembló y con ella, el globo ocular, como si de un espasmo se tratara. Alargó un tanto la mano para evitar que él la tocara cuando la elevó para que le rodeara la cadera con las piernas y se sostuvo con fuerza de ellas, lo necesitaría... Le miró al rostro en silencio, otro espasmo en el mismo lugar, aspirando aire profundamente hasta que las fosas nasales se pegaron de forma anormal. Tensó la mano, el cuerpo mismo, esperando el ataque mientras que sus ojos echaban chispas.
Como una serpiente sisea, se alista para morder, así se encontraba Ingrid, la lamida provocó que su cuerpo fuera recorrido por la electricidad desde los pies a la cabeza, moviéndose con... ¿Asco? Quizá eso pudiera pensar él, pero realmente para ella era el silbato que anunciaba la contienda, sus piernas, a pesar de que la derecha tuviera el grillete y la cadena que la ataba al lugar, se afianzaron mejor de la cintura masculina, sentía una frialdad en la columna que eliminó soltando un aire y arqueando el tórax haciendo que el cuello se mostrara mejor, ahí donde algunas gotas de sudor bajaban producto de la misma actividad motriz. La mujer se lamió los labios sintiendo la frente perlada de agua salada, los hombros se echaron atrás para tensar la espalda y con ello eliminar las sensaciones que le provocaba. Aunque de reojo algo la hizo dirigirle la mirada y fue demasiado tarde. Las palabras auguraban el dolor que sintió y se tragó en el instante que sus colmillos perforaron la piel y la sangre manó incontrolada.
Un regusto amargo al tiempo que rechinaba los dientes provocando una tensión mayor de los músculos del cuello y al unísono que la sangre manara con mayor fuerza. Ese sabor en ella que auguraba un alma indómita, una voluntad férrea, las ansias de sobrevivir a cualquier costo, la locura, la insanidad reflejándose en sus ojos que lánguidos demostraban la furia que sentía por ser tomada de nuevo por un asqueroso vampiro. Lo que prometió tras escapar estaba siendo incumplido. Su mano se apretó contra el mango. Aspiró de nuevo profundo, sintiendo las gotas de sudor bajar por su rostro y antes de atinar siquiera, de que su mente lo registrara, su mano actuaba. La daga atravesó el espacio con una celeridad que le daba la propia sangre de Etrius que contaminaba su organismo y aquélla que quizá Craig tuviera la sapiencia de reconocer... La daga se hundió una, dos veces en el cuello expuesto de aquél que la mantenía en brazos en tanto ella gruñía con violencia aprovechando la distracción del vampiro... no de nuevo, no de nuevo y volvió a hundirse una cuarta vez...
Brutal como su familia había sido con ella, con los ojos abiertos y desorbitados, la mujer hizo el amago de girar el mango del puñal, buscaba abrir la herida de formas inmiscericordes y sobre todo, darle una lección al vampiro. No era un bocadillo como las que él conocía, no tenía la menor intención de otorgarle su sangre. Lo que le hiciera, se lo devolvería al cuádruple, lo que le provocara, se lo infringiría sin piedad. La mano era dura, firme. Esa era ahora Ingrid, una parte de ella que sólo salía cuando Etrius la llamaba.
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