Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

por **Aitziber D’ Lemoine** Sáb Mayo 12, 2012 10:56 am

Era cansado estar todo el día en la tienda, la noche había caído lentamente, parecía que por alguna razón la luna no quería salir, tal vez solamente era imaginación de Aitziber, pero sentía algo extraño en todo el ambiente, en ocasiones odiaba ser tan sensible en algunas cosas, casi siempre era sensible en el ámbito espiritual, podría ver fácilmente fantasmas, aunque esto lo podía hacer desde que era muy pequeña, no se había percatado de forma concreta que podía hacer esto, fue años después que entendió que las personas que en ocasiones hablaba era fantasmas que se sentían atraídos por su poder espiritual.

Aquel día sentía una extraña presión en su tienda, ya la oscuridad invadía el lugar, no había prendido ninguna vela ya que estaba a punto de irse, con su capucha ya en su cabeza cubriendo su rostro se disponía a caminar hacia la puerta, no se sentía cómoda, algo rondaba el lugar, tal vez no era maligno pero se frustraba el sentir una presencia que no podía ver o que no se mostraba ante ella. Había llegado a la manija de la puerta cuando pronto sintió una sombra pasar por la escasa luz que quedaba en el lugar, su cuerpo se giro al notar por el rabillo del ojo aquel movimiento.

“Ha muerto…” no había sonado nada. Pero aquello ella no lo había pensado “Murió… Murió…” otra vez aquel pensamiento, miro hacia los lados buscando algún indicio, algo que de indicara que alguna presencia estaba cerca. Un sonido la distrajo, giro hacia la puerta encontrando un niño quien le saludaba con una sonrisa en sus labios, Aitziber ladeo su rostro para sonreírle algo intrigada, abrió la puerta de la tienda.

-Esto es para usted señorita Lemoine- le dijo el pequeño mientras le entregaba una carta de sus manos sucias y maltratadas. Ait no dudo en abrirlo miro había el chico que esperaba paciente su lectura. Dio unos pasos hacia atrás buscando unas monedas en un saco de cuero que tenía en uno de los estante dándole algunos francos al chico-Gracias madame…- el chico se inclino y se retiro corriendo dejando apenas que su sombra de distinguiera entre los tonos del atardecer.

Ahhhh… y eso que ella pensaba que era una persona discreta, con tal que no fueran enemigos estarían bien, giro su cuerpo, el lugar comenzaba a oscurecerse, era mejor prender algunas velas y arreglar algunas cosas, su intuición le decía que debía prepararse. Dio unos pasos había adentro con un cerillo en mano prendiendo algunas velas en la parte principal, cada una en cada esquina. Luego se dirigió a la segunda habitación encendiendo unas series de velas que estaban distribuidas en un hermoso calandrajo de color dorado, apenas lo encendió pareció una explosión de luz que inundaba la habitación con una gran ola de calor de las velas. Dejo la tercera habitación oscura, no creía necesario iluminar aquella área que apenas era una cómoda habitación con una cama individual que en ocasiones utilizaba para descansar.

-Aitziber!- un susurro angustiado llego a sus oídos. Aquella vocecita infantil la hizo girar hacia atrás, apenas era una figura fantasmagórica que se asomaba ante sus ojos, pero aun así aquel cabellito castaño era muy conocido para ella –Todo está mal… muy mal…- susurro la niña sin volverse corpórea. Aquel espíritu tenia tanto tiempo que no se volvía corpórea que se notaba que se le dificultada.

-¿Isabel?... tú eras la que rondaba en la tienda… ¿Por qué no de mostraste de una vez?- la figura comenzaba a desvanecerse, la habitación de había invadido de un sentimiento de preocupación y tristeza-¿Quién ha muerto Isabel?- insistió la bruja buscando verla más de cerca pero en vez de volverse más corpórea se desvanecía poco a poco.

-Ha muerto… pobre... ha muerto y si no haces algo ella también morirá- susurro la niña con su voz bajita, parecía que se desvanecía dejando apenas un hilo de voz. Aitziber busco animarla yendo más cerca de ella pero pronto no había nada al frente, había desaparecido. La bruja suspiro, sentía aun aquellos sentimientos de la niña a flote, tristeza, miedo, frustración… no le gustaba nada aquellas sensaciones, busco entre algunos estantes que estaban en aquella habitación un inciencio de limón para que absorbiera aquella energía tan negativa que sentía en sus huesos. El aroma invadió el lugar, se había vuelto fuerte pero a la vez tranquilizador, tal vez porque también le gustaban aquellos olores cítricos y nada dulces, ahora solamente faltaba esperar a las personas que tan interesados estaban en hablar con ella.

La noche había caído y algunas pistas habían sido puestas en la mente de Aitziber ¿Qué había visto aquel espíritu? ¿La muerte y secuestro de personas importantes para la joven bruja? Solo faltaba que las piezas se unieran, pero la joven chica de rasgos asiáticos aun no estaba consciente de todo aquellas cosas que para ella eran palabras incoherentes que había dicho su espíritu guardián.

por **Paulette "Paul" Tudor** Dom Jun 10, 2012 10:25 pm

La premura lo era todo, tenían que llegar rápido antes de que los Inquisidores notaran el cambio de cuerpos o bien, la jugarreta. El frío cálculo contrastaba de forma tajante contra el incendio que dejaba atrás en el Hotel Des Arenes, con la finalidad de tener el tiempo necesario para que este hombre que su marido alguna vez no sólo protegiera si no que transformara, pudiera llegar a con un aliado que le brindara protección. Aunque el precio podría ser caro, Paulette sabía que bien valía la pena. Las calles pasaban una tras otra hasta que el lugar le fue fácilmente reconocible, estaban cerca. Por su mente pasaron las imágenes de la bruja a quien había contactado, quizá ella no supiera quién escribió tal mensaje en clave o pudiera ser que su mente fuera tan aguda que la reconociera de inmediato.

Lo dudaba porque en su mayoría de veces en Agharta estando al lado de la Shamballah, no había usado un solo vestido, siempre con ropas masculinas protegiendo en todo momento a la que ahora estaba desaparecida y a quien aún buscaba con ahínco, pero siempre de los límites que ella le encargara. Dos tareas tenía la vampiresa que cumplía a rajatabla: una, el estar siempre alerta a los movimientos del enemigo e informar con prontitud. Aunque la última vez tuvo que ser más discreta, eso le costó la vida a los Parthenopaeus y a los Di Alessandro, pero no tenía más opciones que mantener un perfil bajo. Si la descubrían...

No quería pensar en ello, miraba de reojo a Julián y sabía mejor que nadie lo que era estar en un interrogatorio. Ella, en su condición humana estuvo en varios y su verdugo siempre fue uno: su padre. ¿Podría ser más horrible que ser lastimada hasta la médula por aquél que debió protegerte en todo momento? Pronto sus pensamientos pasaron a segundo término en cuanto tuvo a la vista aquél negocio al cual pensara acudir. Aún hizo un rodeo extra para que, al tocar la puerta fuera la trasera a la que dirigiera su atención. Así no tendrían las miradas de tantos expectadores y testigos que pusieran en riesgo la fachada de la bruja.

Esperó paciente con la capucha echada sobre la cabeza a ser recibida y en cuanto le abrieron, lo primero que hizo fue meter casi a la fuerza a Julián y luego lo hizo ella cerrando tras de sí, se descubrió el rostro y sus ojos azules se posaron en los de una joven promesa de Agharta y a quien, sabía, la Shamballah tenía puestas sus expectativas. Asintió esperando a que la bruja la reconociera, puesto que muchas veces estuvo tras la líder en Tiempos de Paz cuando recibía a su ahora anfitriona en sus aposentos. En esos momentos Paulette fungía como una dama de compañía, pero ahora dejaba caer el telón y le mostraba quién realmente era. Una de las mujeres más envidadas de Agharta... una de las cercanas de la Shamballah. Una de sus Minoicas.

El lugar estaba perfectamente iluminado para que las facciones de Julián se reflejaran entre las sombras con un aire muy inusual para la bruja y sobre todo, para la fantasma que estaba por ahí. Tenía un cierto aire a aquélla que alguna vez estuviera entrelazada con Aitziber por un hilo rojo, ¿Sería posible? Su sangre podría ser reconocible por la magia porque compartía con Marianne un lazo inquebrantable: el del parentesco. Era pues el vampiro que ahora entraba a la tienda de la bruja, aunque vestido con prendas de pordiosero que se veían mal y olían peor, un familiar de Marianne Louvier. La cuestión no era que lo sea, si no que la anfitriona pueda reconocer dicho vínculo. ¿Lograría ser tan astuta?

- Gracias, Aitziber D' Lemoine por recibirnos con tal premura a pesar de que las circunstancias pueden ser menos precisas, necesito de vuestra ayuda en nombre de quien tú y yo conocemos. Éste, es un joven descendiente del linaje de los Líderes de nuestra idílica ciudad y está en peligro. No quiero que su muerte sea un peso sobre mis espaldas, por lo que os pido que me ayudéis a ocultarlo durante algún tiempo, sería cuestión de una, dos semanas en lo que resuelvo la situación en la que está metido hasta el cuello, prometo regresar y llevármelo a otro lugar seguro. ¿Me ayudarás? Sobre todo, decidme el precio que deberé pagar.

por **Aitziber D’ Lemoine** Jue Jun 28, 2012 11:41 am

Todos tememos lo que el mañana puede traer, no sabemos si serán cosas buenas o malas, no lo sabemos hasta que toca nuestra puerta. Pero había algo importante que debían tener en mente, tanto Aitziber como todas las personas que estaban entrelazadas, no se podía interrogar a los libros ni al prójimo, debían tener confianza; de otro modo, el infortunio no dejaría que la justicia tuviera éxito ante las aprehensiones que en aquella época sufría Ahgarta.

No se podían lamentar por el ayer, que ha pasado desprendida y solitaria, mucho menos angustiase por lo que el mañana les traería, ya que aun no había llegado, debían vivir sin nostalgia de las personas que se habían ido, ya que ellas nunca volverían, pero debían mantener la esperanza de que las nuevas generaciones mantendrían todo de forma perfecta y coordinada el legado que le habían dejado los anteriores.

Esto era una guerra, personas morían, compañeros se desvanecían como cuando las arenas del desierto son atacadas por los vientos, asi era esto, todo cambiante, no se sabía cuál iba a ser el resultado final. Aitziber se encontraba aturdida, tantas incógnitas en una sola ecuación ¿como un ratón puede resolver un acertijo?. Se sentía como un roedor en un laberinto, no sabía por dónde comenzar, por cual camino ir. Volvió a ver la carta que estaba en una mesita de noche, suspiro mientras con sus ojos entrecerrados esperaba algún otro susurro de algún alma errante.

El sonido de la puerta la hizo estremecer, estaba muy nerviosa, bueno ¿Quién no lo estaría? Sabía que Ahgarta la necesitaba, que muchas personas la necesitarían de hoy en adelante. Los tacones hicieron un suave ruido sordo mientras caminaba con paso presionado hasta la puerta trasera, apenas pudo percibir dos figuras entre la oscuridad, los rostros de aquellos parecían tan sobrenaturales que la luz huía de sus rostros, tuvo que agudizar su vista para poder captar los rasgos humanos de aquellos dos. Dio un paso hacia atrás al ver su impaciencia al entrar, asintió y sonriente invito a acomodarse en aquel lugar, en donde la iluminación captaba aquel rostro sobrenatural que encontraba fascinante, ella también tenía un aura extraña, pero no era tan notable como aquellos rostros.

La causaba aun mas curiosidad aquel hombre que había entrado primero, su rostro se desvió de la mirada de la que al parecer era la que movía en ese momento la pareja, frunció el ceño, tenia cierto recelo del desconocido, aunque el presente al frente de ella también se podía conocer como “desconocido” le tenía cierto grado de confianza y algo muy importante, lealtad innata. La voz la distrajo y poso sus ojos negros en aquellos azules que le buscaban.

Escucho cada palabra que de aquellos labios salían, suspiro levemente mientras veía en lo grande que se estaba metiendo, aunque era una Minoica nunca había tenido el deber de buscar problemas con la iglesia y en estos momentos si decidía ayudarlos no había vuelta atrás. El silencio se hizo notable, un aire denso se mostraba en toda aquella área -Decir no es estar dando la espalda a algo que creo ciegamente- dijo después de unos segundos –Es un honor que me pidas ayuda y claramente la tendrás… ¿Qué seriamos si no nos ayudáramos mutuamente? Cerdos muertos… eso te lo aseguro-

Le dio la espalda mientras se dirigía a una puerta, en aquella habitación estaba un lugar perfecto para que el joven se mantuviera los días necesarios, muy pocos sabían de aquel lugar, muy pocos entraban a la segunda y tercera habitación así que esos lugares estaría bien, solo debían ambientarla para mantener la luz del sol lejos de su futuro huésped y estaría todo bien.

-¿precio?- siguió caminando hasta abrir la puerta para dejar que la vista de aquellos dos notaran la habitación de cama individual –no hay necesidad, no estoy necesitada de dinero… pero si deseas pagarme con algo- bajo la mirada notando la desesperación en aumento de su querida Isabel que estaba nadando entre el cosmos como una masa de energía errante -¿Qué ha sucedido con…?- antes de poder completar aquella pregunta escucho a lo lejos un grito agudo, tan agudo que sus tímpanos estuvieron a punto de romperse, cayó de rodillas mientras se apoyaba al umbral de la puerta.

Odiaba cuando solamente ella podía percibir algún ruido o sonido, sus dos compañeros parecían preocupados por su estado, realizo un gesto despreocupado mientras volvía a levantarse, su oído comenzaba a sangrar, su lóbulo se teñía de un carmesí-ah…?- toco la parte de su oreja manchándose de aquella sangre-oh… bueno creo que no hice la pregunta correcta- susurro buscando un asiento para poder limpiarse su odio con un pañuelo de seda –dígame… ¿Qué ha sucedido desde mi breve alejamiento de Ahgarta …?- tenía que enfrentarlo no había estado muy al tanto de las cosas que sucedían en la ciudad, es más, ya habían pasado unos seis meses desde que había partido al igual que otros Minoicos, a algunos de ellos se le habían propuesto misiones importante, a Aitziber no, tampoco le importo, se sentía alegre de poder volver a tener un poco de falsa tranquilidad mientras manejaba su tienda e atendía a su familia.

por **Paulette "Paul" Tudor** Dom Jul 08, 2012 10:27 pm

El lugar no era más que una tienda comercial donde había de todo, algo con la que una bruja podía interactuar con la sociedad sin caer bajo sospecha, pero aún así la Inquisición lograba sacar de debajo de las piedras todos aquellos sobrenaturales que siempre se escondían burda o magistralmente. ¿Cómo lo lograban? Paulette lo sabía: tenían oídos en todos lados y entre los mismos Condenados, había el sujeto que por evitarse una tortura soltaba la lengua con gran entusiasmo echándole tierra a sus hermanos. Muchos cayeron así, presa de aquéllos en quienes confiaron. Incluso el simple hecho de que la joven D'Lemoine estuviera en esta ciudad preocupaba en demasía a Paulette. ¿Podría confiar en ella? Cierto era que la Shamballah habló un día en favor de la joven bruja, pero la Condenada siempre tenía sus dudas respecto a todos y cada uno de los entes que se mantenían fuera de la ciudad de los sobrenaturales.

Aún así soltó el aire que no sabía que contenía y esperó que Julián tuviera la suficiente sapiencia para desaparecer del mapa algunos años hasta que al regresar, todo este revuelo hubiera desaparecido por completo al no tener justamente la mecha que debiera perseguirse hasta llegar a su origen. Eso necesitaba Paulette, que Julián desapareciera de la faz de la tierra, aunque para ello tuviera que llevarlo a la mismísima Agharta, pero primero tenía que asegurarse de que nadie los perseguiría y para ello necesitaba cual círculo vicioso a Aitziber. Pondría toda la carne al asador al confiar en ella, pero tendría el cuidado de no creer a ciegas, de tener siempre la prudencia de revisar sus espaldas no una, si no muchas veces. Era muy joven para la carga que tenía en los hombros, ¿Acaso no sabía que un minoico siempre estaba atento a todo lo que le rodeaba? Hizo una mueca, pero asintió.

Aunque de inmediato se ofreció a ayudarla en el instante en que flaqueó, le sostuvo y la vio sentarse algo que no le agradó en absoluto aunque calló en el instante que ella se quejó de los oídos y gotas carmesíes que despertaron el apetito de la Minoica ensuciaron los orificios auditivos de la bruja. Paulette desconocía de la magia, no le gustaba como a su marido Domingo, pero si de algo estaba segura es que esa dolencia no era normal. ¿Qué había ocurrido para que tuviera tal pago? Creía que la magia siempre era traicionera, tarde que temprano exigiría un pago en retribución de lo que entregaba. Por eso era que le tenía tanto respeto. No tuvo más remedio que contarle someramente algunos datos que la mayoría sabía ya a estas alturas.

- Ahora mismo Agharta tiene sus propios problemas como para necesitar de toda la ayuda posible, tanto por el hecho de que ha perdido a la Shamballah y por lo tanto, el equilibrio se ha perdido, como que el Sanat Kumara está desorientándose y busca una guerra. El Hiperboréano Brujo está en las manos de la Inquisición y mucho temo que su destino sea demasiado oscuro. Tiempos difíciles se aproximan y como las ciudades, no todo quedará bajo las arenas que luego las cubren, así que le recomiendo que tenga un poco de más cuidado y se acerque a los miembros que entran y salen de la ciudad, puede ser que pronto haya un consejo de guerra... - observó cómo la joven terminaba de asearse los oídos y se lamió los labios. Tenía hambre, pero procuraría contenerse... lo intentaría.

Mientras tanto volteó hacia Julián y le dio indicaciones sobre qué hacer, cómo ocultarse a vista de los Inquisidores, qué partes buscaban, en cuáles no, pero muy indispensable era que no saliera a menos que la señorita Aitziber le dijera que era seguro. Paulette de todas formas mandaba a la mente del joven otras instrucciones sobre cuidarse de la bruja no fuera a ser que les diera una sorpresa y ahí sí que la Tudor haría hasta lo imposible para dar con la traidora y hacerla añicos. Era demasiado desconfiada, pero eso la hacía perfecta para su labor consistente en mantener siempre la información constante y en movimiento. De todas formas, era una gran guardiana y cualquiera que tuviera la oportunidad de ganársela, lograría disfrutar de una tranquilidad total, más porque Paulette sabía siempre hacia dónde se movía el brazo de la Inquisición y lo que se debía hacer para evitarlo.

por **Aitziber D’ Lemoine** Sáb Jul 21, 2012 7:57 am

Tenía una sensación de que debía saber algo que aun no se había revelado, peor aún, algo que aun ni el Sanat Kumara sabia y todo gracias a los juegos frustrantes del fantasma que rondaba por esos lugares, como hubiera deseado que aquellos dos también pudieran sentir las travesuras que Isabel provocaba en su mente por el simple hecho de desearlo. No aquel ente no era así, ella no disfrutaba ver el malestar humano y mucho menos en Aitziber, pero entonces ¿Qué deseaba?.

Su maestro desaparecido, la líder en tiempos de paz no estaba y el Sanat Kumara deseando guerra… ¿Por qué no se conformaba con la información que Paulette le daba? Había algo más que debían saber –lo siento…- susurro. Comenzó a sentarse en una silla mientras miraba como el vampiro se alejaba, ellos también tenían poderes, tal vez estaban usándolos, pero ella tenía sus propios malestares en ese momento. En su mente había mil voces gritando y alardeando palabras incoherentes, poemas sin sentido y canciones esquizofrénicas, estaba a punto de gritar, odiaba sentir que había más de una persona dentro de ella. Dejo salir un suspiro ahogado, quería gritar “detente Isabel… te lo ruego ¡detente!” la desesperación (aunque no se veía en su rostro) era grande en su corazón, comenzaba a sudar y su corazón se agitaba como caballo salvaje galopando para no ser atrapado.

Conocía bien la voz de Isabel, era dulce y melodiosa, por alguna razón cuando ella hablaba, cuando ella comenzaba a decir palabras incoherentes las otras voces bajaban el tono… se concentro en su mensaje. Había algo que decir, había algo que informar. Se levanto del asiento aturdida, parecía que el mundo se iba a bajo, pero su cuerpo resistió y apenas dejando eco en sus pasos se apresuro a llegar al escritorio del lugar. Cerca había una vela, papel y tinta. –Espera…. Tengo que preguntarles algo…- giro su cuerpo luego de escribir algunas palabras, se acerco a ella mirando el papel – en nombre de quien tú y yo conocemos…- miro al joven –el y yo también tenemos a alguien en común ¿verdad?- le entrego el papel. Las voces se habían callado, una señal de que iban por buen camino, si se desviaban como castigo volverían a atormentar a Aitziber.

Fémina es a quien conocen
Unida a ella tu estas
Muerta como al buscado se encontrara
Un reino gemirá de dolor
Convalecientes de su muerte privada

-Puedo hablar con fantasmas, aunque en realidad no soy muy buena, tengo a uno de ellos que puedo confiar plenamente- dijo con un gesto serio –quiere decirme algo… así que... ¿Quién conoce el que yo conozca?- le miro a los ojos frunciendo el ceño. Tal vez aquella jugada inesperada sería la primera clave para poder evitar una tragedia mas…

por **Paulette "Paul" Tudor** Miér Jul 25, 2012 10:15 pm

Si Paulette hubiera sido cualquier otra Inquisidora o Aghartiana, se habría lamentado por ser ella la que estuviera en su lugar soportando a Aitziber, pero para fortuna de la humana, la vampiresa no era así. Le sostuvo con una mano en la espalda mirando lo que escribía y analizándolo a toda velocidad. ¿A quién conocía la bruja que estuviera relacionada con Julián? Qué buena pregunta porque no tenía la menor idea. ¿Acaso compartían los mismos círculos? Seguro que no, porque el vampiro era un poeta y de seguro iba constantemente a los burdeles y no imaginaba allí a la bruja más que para recetar algún remedio casero contra los embarazos y por igual, para alguna dolencia. Frunció los labios y leyó por tercera vez el verso. ¿Unida a Aitziber? ¿Una hermana, su madre, una amiga quizá? Los fantasmas eran demasiado crípticos cuando lo deseaban, aunque con eso le quitaban mucho el tiempo a los que intentaban descifrar sus puzzles.

"Muerta como al buscado se encontrará" ¿A quién buscaban? Ella estaba para ir a por Domingo, pero ¿Estaría él muerto? No quería pensar en ello porque él era el que la sostenía de pie. Sin él, su piso se desmoronaría e iría directa al infierno para seguirlo y estar de nuevo a su lado a pesar de las condenas que pudiera acarrearse. "Un reino gemirá de dolor" ¿Agartha? Su mano volvió a cada uno de los versos revisándolos, utilizando alguna similitud con la realidad, pero parecían demasiado directos y poco camuflageados entre las demás palabras. Además, era una mujer a la que se refería el poema lo que dejaba fuera a su esposo de la búsqueda. Si no era el vampiro quien también era un Aghartiano entonces ¿Quién? Podrían ser muchos, pero sin embargo algo tenían en común Aitziber y Julián... Alguien más bien dicho, pero ¿Quién?

- No tengo la menor idea de a quién conoce Julián que pueda usted conocer, creo que lo más importante es que nos vislumbren a quién está atada, si ésto se hizo hace poco, tenemos la oportunidad dejalar el hilo hasta llegar a su madeja ¿No lo cree? - los fantasmas no le asustaban, tenía mayor precaución de todos aquéllos que aún seguían vivos y podían hacer mucho daño. Humanos ansiosos de poder, mujeres histéricas, hombres sin una figura paterna que pudiera orientarlos. Decidió concentrarse mejor en los versos para ver si no tenía un mensaje escrito que le pudiera dar los datos necesarios y leer dicho enigma. No, no lo pareciera, entonces ¿Qué? ¿Cómo? No tuvo más opción y la miró fijamente a los ojos - ésto está en tu mente, tengo que entrar, leerla para ver si entre las dos encontramos las respuestas que necesitamos ¿Confías en mí para ello o tengo que hacerlo por la fuerza? Preferiría que me ayudaras a que te opusieras. Si no encontrarmos rápido la respuesta a este enigma, esa fémina pudiera morir como abajo has hecho denotar. Sea entonces, dame la indicación - a ver qué resultaba, estaba preparada para todo tipo de locura, no por nada su poder favorito era ese: leer mentes.

por **Aitziber D’ Lemoine** Lun Jul 30, 2012 8:47 am

Sabia muy bien que era mejor abrir su mente para que ella entrara a su mente antes de que ella lo obligara a entrar. Sabia que algunos brujos podrían cerrar sus mentes a los poderes telepáticos de algunos sobrenaturales, era algo que desde jóvenes les enseñaban, pero por desgracia ella había sido incapaz de aprenderlo, tenia la técnica y en ocasiones podía cerrar sus mentes para que nadie indagara en ellos, pero siempre que venia algún sobrenatural era muy fácil que ellos entraran a su mente.

Todo tenia un truco, si no podías hacer eso, podrías disfrazar la información importante de otra cosa, era un juego mental de palabras y acertijos, aunque Aitziber abriera su mente seria prácticamente el entrar a la mente de un esquizofrénico amante del país de las maravillas. Ella se mantenía muy bien oculta y sus intenciones nunca eran reveladas por lo mismo, nadie se atrevía a leer su mente, si lo hacían, se aburrían de las incoherencias que en su mente yacía

-No hay problema… puede entrar- dijo tranquilamente-pero debo advertirle que datos importantes están decodificados, deberá ser muy paciente para que lo que busca en mi mente se lo revele- suspiro levemente –todos los secretos que el brujo Amelhidon me ha contado sobre Agharta está guardado dentro de algunos acertijos en mi mente que el mismo brujo me enseño a formar- le miro con una leve sonrisa. Se sentó en una silla poniendo sus manos en cada una de sus rodillas mientras su espalda se mantenía erguida y su mentón a lo alto –puede entrar cuando desee…- dijo confiada.

Esperaba que buscara cualquier cosa en común entre ellos dos. Mundo diferentes se unían, parís era un pañuelo, la persona conocida por ti podría ser el mejor amigo de alguien importante, la hermosura y calidad de los parisinos, la facilidad de poder entablar una conversación sin importar un status social. Eso era lo hermoso de ser parisino, de tener cafés en donde no importaba tu nacionalidad con una taza de café se podría entablar una conversación para luego una amistad.

Su mente era complicada como ella, reservada y recelosa, al sentir la insistencia de la joven su mente automáticamente busco rechazarla, pero Aitziber desitio y se relajo. Fiestas, cafés, su misma tienda, todo lo que ella siempre concurría, los rostros, los miles de rostros (ocultando los de los ahgartianos muy bien entre sombras y mascaras de circo) animales que representaban los cambiaformas que había conocido… ¿Qué buscaban? Entre tanta información un vestido apareció y un poema comenzó a recitarse. Isabel había también aprovechado aquella ocasión para aparecer dentro de la mente de la bruja. Riendo comenzó a recitar otro poemas para descifrar.

Bienvenidos al país de las maravillas
En donde un vestido es la puerta
La solución de un problema
Aparecerá entre cerezas…

Acaso le divertía aquellos acertijos, Aitziber comenzaba a mostrarse irritada con ella, la regañaría, aunque nunca serviría de nada, al menos comenzaba a colaborarle de alguna manera en ese momento… ahora ¿Qué significaría? La Ahartiana debía descifrarlo, aunque ya mas o menos Aitziber encontraba coherencia entre sus palabras.

por **Paulette "Paul" Tudor** Mar Jul 31, 2012 7:50 pm

Era una mente increíble en la que se adentraba, desde pequeños e interesantes detalles que permitían entender quién era realmente esta bruja y por qué había sido adoptada por Agharta. No había forma de que un sobrenatural comprendiera del todo su mente si no estaba empapado con lo que ella vivía, una ventaja para Paulette que reconocía a los Aghartianos por algunos detalles en sus representaciones mentales. Los animales eran más que cambiaformas, los lobos licántropos. Murciélagos y grandes hadas y elfos en representación de los magos. Sonrió divertida, pero al mismo tiempo entendió que no disponía más que de minutos antes de que esa psique le aventara fuera con violencia. Veía a lo lejos la magia que lo haría, porque al tiempo que la vampiresa escarbaba en sus recuerdos, la joven aprendía a poner paredes para encasillarla en un laberinto en el que si no tenía cuidado, se perdería.

Los ojos azulinos de la inglesa barrieron por todo el esplendor del País de las Maravillas como la misma pequeña lo llamaba y entonces entendió: tenía que buscar a Alicia, era ésta quien sería la representación mental de la que ahora estaba en peligro. Se convirtió pues en el sombrerero y corrió por los inmensos pastizales de un mundo que ahora tenía sentido. Siguió al conejo blanco que en realidad era Isabel, directo hacia donde la Reina de Corazones. Ahí en lo profundo debería estar la pequeña que buscaban. Azules ojos, rizos dorados, una infante con la pureza de un alma que jamás debería ser corrompida y por lo mismo, sería objeto de la más grande maldad. Corría pues, evitando a los naipes, al caballero de corazones y sobre todo, a los monstruos que se elevaban ante ella.

En dos ocasiones tuvo que retroceder y buscar una nueva guía, un hilo que pudiera ayudarle a salir del laberinto que ahora estaba formándose a su alrededor con grandes paredes hechas de enredaderas y setos de los que rosas blancas emergían llenando todo el lugar con un dulce aroma que incitaba a quedarse para morir ahogado cuando el camino se convertía en fango y los viejos fantasmas aparecían jalando hacia el interior de la tierra a todo aquél que se quedara a disfrutar de la esencia. Trampas de la mente de Aitziber que iban erigiéndose conforme ella entendía cómo levantarlas. Cada vez más peligrosas, menos fáciles de combatir. Tenía que apurarse y sus pies se desplazaron con mayor rapidez hasta llegar a donde la Reina de corazones vivía: su palacio.

Y en el calabozo, la joven a quien buscarían esperaba rogando porque la encontraran puesto que su vida dependía de ello. Así que cuando por fin llegó al foso donde miles de cabezas flotaban y el puente estaba plegado, se preguntó cómo entraría. Las altas murallas serían difíciles de escalar y poco era el tiempo como sentía atrás de ella: el aire cada vez aullaba más peligrosamente, se acercaba una amenaza peor que la misma reina. Alguien que no dudaría en cortarle todos los miembros del cuerpo y Paulette no quería averigüar quién tendría tal ansia de destrucción en el cuerpo de tan adorable bruja. Siempre las apariencias engañan y más cuando los sentimientos más nobles eran mancillados.

- No será fácil, pero si me quedo, me irá peor - no tenía la menor duda de ello, se preparó y saltó lo más que pudo para caer sobre una de las cabezas e impulsar para el segundo salto. Así fue como llegó a la otra orilla, utilizando la misma estrategia. Una vez logró colocar los pies en el piso, volteó atrás, las nubes de tormenta no auguraban algo bueno, todo lo contrario porque el viento se levantaba hasta el cielo ocultando a alguien en su interior. Ésto era peor que cualquiera de las misiones a la que fue asignada cuando soldado en pos de la libertad o en contra de los enemigos de Inglaterra. O de Agharta. Al menos con ellos sabía que podía combatirlos y triunfar fuera lo que fuera a lo que se enfrentaba, pero en una psique tan poderosa como la de esta bruja...

Tomó un pedazo de pan y lo mordisqueó sabiendo que cambiaría de tamaño haciéndose más pequeña y así poder pasar por alguna de las aberturas. Una vez del otro lado del castillo corrió lo que dieron sus cortas piernas buscando incansable por todos los recodos y recovecos, las salas, salones, habitaciones, ninguna quedó sin examinar. Agotada, se sentó en una esquina del jardín lleno de flores blancas, algunas blanquirojas y otras rojas. Alzó una ceja sin comprender y fue cuando las nubes estuvieron a su vista, si no hubiera sido que elevó la mirada para ver la que le caería encima jamás lo hubiera notado: En la torre más alta, un hilo rojo ondeaba... ahí es que estaba Alicia... ahí estaba la respuesta...

por **Aitziber D’ Lemoine** Lun Ago 13, 2012 11:41 am

Acertijos, lugares que debían descartar para luego poder volver a resolver otro pequeño problema, su mente era prácticamente un laberinto lleno de sorpresas ¿se habría dando cuenta? Como la joven narradora que era, se emocionaba de ser una pequeña mariposa que redactaba todo lo que Paulette estaba atravesando en su mente. ¡La reina de corazones amenaza! Debía apresurarse… Muchos peligro para solamente ser una pequeña mente de una bruja de 26 años. Isabel, el espíritu parecía ya cansarse de aquel juego… deseaba ponerle algo de movimiento. El conejo que había estado persiguiendo desde hace rato había desaparecido entre las rosas, bueno al menos la había guiado hasta la torre que el secreto podría portar.

Nunca persigas a un conejo blanco, era la primera advertencia que sabiamente te podrían dar, pero ¿Quién se lo daba a quien? El mundo comenzaba a distorsionarse, parecía un lienzo siendo destruido, grandes pedazos de cielo se caían. ¡el cielo se cae! Gritarían algunos aldeanos y asustados saldrían corriendo, era mejor que Paulette comenzara a apresurarse, la mente de Aitziber pronto la expulsaría, no era porque ella quisiera, simplemente era una forma de “seguridad” Isabel era la dueña de aquella juguetería, gracias a su espíritu protector su mente era prácticamente un gran acertijo, ningún ser inmortal con la capacidad de leer mente se atrevería a entrar a la suya, por el mismo resultado, se aburrirían de ver tantas cosas incoherentes y llenas de fantasías, solamente ella e Isabel sabían cada uno de sus significados.

Había otro de los miles trucos debajo del sombrero de aquel mago, Isabel había creado un gran monstro que ayudaba a cuidar la mente de Aitziber, gracias a la imaginación de la joven bruja había podido diseñar un especie de dragón que resguardaba toda la mente de la bruja ante cualquier vampiro curioso que se asomara. Era mejor que se apresurara a llegar a la punta de la torre, si no el dragón se la comería y la expulsaría de aquel lugar.

Alicia y el sombrerero
Se desean encontrar
Pero el gran dragón no los quiere dejar
¿No lo recordáis?
Un vestido la respuesta será

Una mariposa negra se poso en la cabeza e Paulette, pronto alzo vuelo revoloteando por unos segundos al frente de ella hasta que por fin pareció captar la indirecta de sígueme comenzó a moverse hasta llegar a donde lo que sería el gran muro de la torre, parecía que no tenia entrada, pero la mariposa insistía que en ese lugar había algo, solo debía tocarlo, solo debía hacerlo. La mariposa desprendía un brillo extraño mientras se movía, parecía una especie de polvo de hada rojo. Que se desvanecía apenas dejaba el cuerpo de la creatura. La mariposa toco la pared y fue absorbida por ella como arte de magia apenas dejando aquel brillo rojo en su camino que luego se desvaneció.

El lugar era oscuro, poco se podría ver de exactamente donde estaba, apenas se podía ver el brillo que había dejado la mariposa, parecía que le indicaba el camino haciendo un hilo rojo gracias a su brillo. La oscuridad era densa, en aquella torre se encontraban todos los recuerdos de la bruja… una parte muy preciada para ella y que era más que reguardada, si aquel dragón se enteraba que estaba en ese lugar… se podría dar por muerta. La mariposa le indico donde se encontraba las escaleras, había muchas puertas, cada una con una figura o palabra diferente, dependía mucho de donde se encontraba. Había una de ellas que resaltaba, estaba en lo más profundo, oculta y reforzada, era una puerta negra con muchos candados y cadenas, parecía que era algo que la bruja no deseaba que vieran… era mejor seguir el camino… la mariposa lo siguió siendo ella el sustituto del conejo.

por **Paulette "Paul" Tudor** Dom Ago 19, 2012 1:27 am

Cayó por el hoyo sin fondo, hasta llegar al piso donde se estrelló ¿O era el techo? Toda la realidad estaba distorsionada, desde las hadas en forma de caballo de juguete, hasta las flores que hablaban. Los conejos que huían vestidos de traje, los gemelos redondos como esferas que se contrariaban. ¿Locura total? No, simplemente una mente llena de acertijos y de entresijos como la de toda bruja tenía que ser. En ocasiones hubo de regresar tras sus pasos al encontrarse un camino cerrado y sellado, pero ahora sentía el vibrar de la tierra, el cielo encapotado que sólo significaba una cosa: estaba a punto de ser desterrada del País de las Maravillas. Así que mientras más rápido saliera de ahí, menos doloroso sería.

El sombrero se agitó en el aire en tanto ella se movía con rapidez, evitando setos, saltando rosas, siguiendo a un conejo que de pronto se evaporó. Maldijo en varios idiomas diferentes sin saber bien qué iba a hacer. El Jabberwocky estaba cerca, tanto que podía oler su fétido aliento. Como la encontrara sería fruta frita. Perdería su muchosidad y quién sabe si algún día pudiera llenar el hueco que él dejara. Pasos tras ella, la premura en el corazón que late cual reloj ding dong. ¿Será capaz de ocultarse en el momento prudente? ¿Será pues un golpe quien la deje con los resortes por todos lugares desperdigados y las tuercas destrozadas? El mundo no tiene sentido, el real claro, que el onírico posee una consecución ilógica que puede ser perfectamente seguible con sólo comprender que las cosas no son más que imposibilidades. Sencillo ¿No?.

Agachó la cabeza al sentir el peso de la mariposa y entornó los ojos mirándola irse... hizo una mueca y al final se apresuró a seguirla al escuchar cómo el Jabberwocky bufaba y su aliento la perseguía. No es que le preocupara el olor, si no lo que él detectaría cuando éste volviera a su hocico. ¿Para qué respirar si puedes exhalar y atraer para detectar qué hay de raro en él? El gusto es mejor que el olfato, sabes distinguir mejor con él. Un muro, no es algo que le preocupe. ¿Saltarlo, atravesarlo? Sí, eso último, sonríe al ver a la mariposa. Ahhh, qué pegajoso se siente cuando pasa y se sacude toda la gelatina del cuerpo que no es más que todo lo que separa una capa de conciencia de otra. ¿La inconciencia es un mar? No, es un largo pasillo oscuro lleno de puertas. Para llegar a la parte profunda de la mente, ahí donde los instintos gobiernan seguro habría que abrir una de estas entradas para propiamente entrar, valga la redundancia. ¿O es salir?

Sacudió la cabeza y se metió en el largo pasillo oscuro. Puerta, puerta, candados, dibujos, no sabía cuál abrir. Hasta que una le llamó la atención... Vestido... ¿Vestido? Su intuición le hacía alargar la mano y abrir la puerta. ¿Y si no? Detuvo su viaje. ¿Qué sucedería si se equivocaba de puerta? ¿Habría forma de regresar? El Jabberwocky pareció darse cuenta por fin y su rugido no se hizo esperar, como tampoco el giro al pomo y la entrada de Paulette. Era tan onírico todo. Y ahí estaba, un salón con una mesa y una llave diminuta. Negó con la cabeza, pero se quedó callada al ver que la mariposa entraba en una puerta pequeña en la que la vampiresa no traspasaría ni siquiera la mano. En la mesa, una botellita con la leyenda drink me. ¿Debería? Tras buscar alrededor, suspiró y fue a hacerlo, no sin antes tomar la llave que de seguro entraba en la puerta. Bebió y pequeña se hizo mirando sus ropas más grandes que nada. Tuvo que usar un listón de toga y luego, correr hacia la entrada. ¿O salida? Abrió y traspasó el umbral para quedar sorprendida.

Una enorme mesa para 10 comensales se encontraba. Un conejo a la derecha. Una rata a la izquierda. Y en la cabecera, el sombrerero. ¿Qué no era ella el sombrerero? ¿Cuándo habían cambiado de papeles pues? Aún así se acercó para ver qué información podría obtener. No esperaba demasiada tras ver que los tres se aventaban los terrones de azúcar, las tazas y platos, como si fuera... un momento entre maniacos. Y ella estaba invitada, se lo decía su intuición.

por **Aitziber D’ Lemoine** Vie Ago 31, 2012 1:17 am

BIENVENIDA

Habían gritados todo al ver aquella mujer, aquella intrusa en la mente de la bruja, todos estaban sonrientes, reían y aplaudían con ánimo, la rata se agacho antes de que una taza que contenía te fuera tirada hacia ella, golpeo lo que sería una pared, lo que parecía una pared, pero no era una pared; pero se veía como una pared. Apenas la taza de té toco aquello que supuestamente debía ser lo que debía ser pero no lo era, una gran boca se abrió asi como si fuera una de aquellas plantas carnívoras que devoraran pobres insectos que se posaran cerca de ellas y sus dientes, se había tragado la vajilla, aquello pareció divertir a todos, reian animados aplaudiendo aquella hazaña extraña. El conejo pareció notar la presencia de aquella joven que les miraba desde lejos… sonrió dulcemente mientras con una de sus patas le invitada a aproximarse.

Detrás de ella algo la empujo –Si no vas a pasar lárgate- dijo mal humorada la liebre mientras con un tic nervioso en todo su cuerpo saltaba como esquizofrénico hasta saltar en la mesa… -ah… sombrerero… sombrerero- dijo saltando y riendo mientras sus ojos saltaban de un lado a otro –Alicia a crecido, es rubia y hermosa y además confecciona lindos…-¡Gato! Alguien había dicho aquella palabra y el pobre ratón comenzó a tener un ataque de histeria. Ahora todos comenzaban a tropezarse con todo en busca de aquello que era lo único que podría darle paz a aquel pobre ratón que corría entre pasteles y tazas de té, mientras la liebre desesperaba buscaba; quien a su paso dejaba la mesa boca arriba… ¿o mejor dicho boca abajo? Asi es abajo ya que todo comenzaba a elevarse como si la gravedad hubiera sido suspendida por unos minutos. Al ratoncito, pero este comenzó a ascender así que la libre buscaba llegar a ella nadando entre aquel mar de desastre. Solamente el sombrerero estaba sentado (aunque flotando) estaba disfrutando aquella obra de teatro retorcida. Pronto la pared pareció vomitar un mueble el cual había algunas gavetas, estas al entrar en contacto con el cuarto flotaron hasta dejar al descubierto su contenido, había varias cosas, pero la más importante era la mermelada.

Algunos gritos transformándose en susurros, algunos susurros transformándose en gritos, pronto el ratón término cansado en una tetera mientras los otros (la liebre, el conejo y el sombrerero) arreglaban todo aquello. Apenas pusieron la mesa, levantaron la sillas y comenzaron a preparar mas te… -Nos falta algo- murmuro el sombrerero mirando su taza detenidamente, la inclino hacia abajo para ver que salía. Pero no salió ni una gota de te –Siento que nos falta algo…- sus ojos se clavaron en Paulette y una sonrisa retorcida apareció en su alegre rostro –FELIZ NO CUMPLEAÑOS- exclamo totalmente emocionado mientras todos quedaban algo extrañados y animados. –perdón por mi mala educación, pronto tendrás tu pastel… te lo aseguro muy rico será- dijo levantándose para caminar por aquella larga mesa hasta quedar al frente de ella. Por suerte ya la gravedad había vuelto.-pero también tengo que darte un regalo… ¿Deseas un regalo cierto?-Un rugido hizo estremecer completamente el lugar, había parecido un terremoto, pero por desgracia no lo era, todos quedaron en expectativa. ¿Acaso la bestia estaba tan cerca de ella que podrían sentir su aliento en el cuello? Era algo que no era mejor describirlo, solo con la mirada le había dicho que no tenía tiempo, bueno ella eso lo sabia así que no debían repetírselo.

La sujeto de la mano guiándola hasta una esquina de la pared –No podremos ayudarte… el está cerca y si te encuentra te comerá y no será nada lindo- susurro con una risilla entre dientes. El conejo se les aproximo con una pequeña caja negra, el sombrerero la agarro para luego abrirla y sacar de ella un cascabel con un lazo rojo para entregárselo a Paulette –Busca al Gato… el te dirá quién demonios es Alicia- unos pasos comenzaron a sonar, eran fuertes y comenzaban a escucharse más cerca… ¿!estaba cerca!? ¡Debía irse pronto!... pero no había puerta… -quien necesita puerta cuando tienen una pared carnívora- dijo animado el sombrerero para empujar a la mujer a la pared, esta apenas sintió el cuerpo de ella abrió sus fauces como un león hambriento y completa se la comió. Esta comenzó a bajar por un hueco sin fondo. Hasta que… algo la había amortiguado la caída, pero todo estaba tan oscuro que probablemente no podría ver ni sus manos… pero aquella oscuridad no duro mucho… unos ojos aparecieron, luego una sonrisa puntiaguda y así comenzó a dibujarse entre aquella oscuridad el camino que la llevaría hacia el gato… simplemente debía seguirlo y encontraría la respuesta que deseara.

Tu última parada es…
¿Qué vas a hacer?
No te atrevas a retroceder
La respuesta estará pronto a tus pies

por Contenido patrocinado

Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]

Re: Una visita interesante, en un momento interesante[Privado]