AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Don Juan en los infiernos... [Privado]
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Don Juan en los infiernos... [Privado]
Se dice que cuando don juan bajo a los infiernos un montón de horrores aparecieron a su vista, el sin embargo siendo un héroe consagrado, permaneció sereno sin dignarse a verlos ni un solo segundo
Su don juan sin embargo se negaba a bajar a los infiernos para cumplir su condena. Alguna vez en el pasado, mientras su cuerpo aun tenia calor corporal y su corazón latía fuertemente con el vigor de la vida que posee un hombre joven se sumió en la perdición, se ahogó en la avaricia y desecho todo aquello que podía significar algo para el sustituyéndolo por un montón de oro, tenía tanto que sus manos no podían sostenerlo todo aun cuando abriera los bazos a todo lo ancho. El añoro todo aquello que el dinero podía ofrecerle y lo obtuvo haciendo de su vida un dulce pastel mientras volvía harina a los demás, sus pies estaban manchados de sangre ajena, y decía sus pies porque él ni siquiera bajo la vista para aplasta a los demás con las manos, el solamente caminaba sobre ellos. A él lo conocía todo el mundo que era alguien en la vida, nadie sabía su apellido, pero sabían que su nombre era Marlon, así es, todos lo conocían como Galería Marlon, el juez corrupto.
No es que no hubiese jueces corruptos cuando el vivio es solo que él era “EL” juez corrupto, aquel al que nadie atrapaba, aquel a quien incluso algunos monarcas le debían favores, aquel que guardaba los secretos más sucios de la sociedad guardados bajo una llave de oro hecha con los sobornos de políticos y nobles prominentes, pero ahora mismo él no era nada, no era más que alma, no era nada más que espíritu, uno que se negaba a bajar a los infiernos para cumplir su condena, después de todo, él nunca fue como Don Juan, el no hizo ni una cosa buena a lo largo de su vida, la imagen heroica que proyectaba frente al pueblo se desvanecía en la oscuridad de la noche al brillo del oro y las joyas, él era un ser terrible sin embargo nadie parecía notarlo, aun cuando toda la lacra de la alta alcurnia conocía su nombre ninguno se animaba a abrir la boca en contra de su aparente integridad.
- Estremeciéndose bajo sus lutos, la casta y magra Elvira, cerca del esposo pérfido y que fue su amante, parecía reclamarle una suprema sonrisa, en la que brillara la dulzura de su primer juramento. – Lena bajo los ojos entrecerrando los parpados hacia el libro sobre sus manos cerrándolo enseguida, necesitaba andar, sus pies estuvieron un buen tiempo sin moverse demasiado debido a que pesco una enfermedad en alguna de sus andadas a través de la vieja parís, ahora recuperada trataba de volver a los estudios pero teniendo todo el tiempo a sus espaladas a aquel falso Don Juan no podía concentrarse en sus deberes.
Las reuniones en el cementerio fueron canceladas desde la desaparición de Jean, su amigo del alma, aquel que lograba despejar sus dudas y preocupaciones con una simple sonrisa traviesa, si bien Is estaba en su busca, o no había podido avisarle nada o estaba demasiado ocupado como para informarle a ella sobre los avances de esta, así que se mantuvo en ascuas esperando que el correo le trajese buenas nuevas sobre su príncipe. A su lado estaba sentado el, con su habitual cara de pocos amigos y su pose arrogante, mostrando aquel rostro que jamás le mostro a nadie en vida.
- Erguido en su armadura un gigante de piedra permanecía en la barra y cortaba su onda negra; pero el sereno héroe contemplaba la estela sin dignarse a ver nada-termino el fantasma con una sonrisa ladina, Galería Marlon, aquel que lo tuvo todo pero el cuerpo no resistió lo suficiente para disfrutarlo completamente, debía aceptar que al menos su sabiduría y conocimiento le anonadaban cada vez que abría la boca pero también le revolvía el estómago el veneno que se le escurría con cada palabra. Su solo rostro le perturbaba, le agradaba, le hacía sentir segura e inquieta, incluso Francia saltaba cuando él estaba cerca, pero bueno, el asunto del caballo era más un desagrado mutuo- Que te pasa Lena?? De nuevo estas llenándote la cabeza de musarañas??? O es que tratas de apartar la vista de lo sucedido a tu querido príncipe-siseo divertido sabiendo que la muchacha se pondría de malas- Justo como Don Juan en el infierno…-Lena no dijo nada pero frunció el ceño levantándose para tomar algún otro libro
Su don juan sin embargo se negaba a bajar a los infiernos para cumplir su condena. Alguna vez en el pasado, mientras su cuerpo aun tenia calor corporal y su corazón latía fuertemente con el vigor de la vida que posee un hombre joven se sumió en la perdición, se ahogó en la avaricia y desecho todo aquello que podía significar algo para el sustituyéndolo por un montón de oro, tenía tanto que sus manos no podían sostenerlo todo aun cuando abriera los bazos a todo lo ancho. El añoro todo aquello que el dinero podía ofrecerle y lo obtuvo haciendo de su vida un dulce pastel mientras volvía harina a los demás, sus pies estaban manchados de sangre ajena, y decía sus pies porque él ni siquiera bajo la vista para aplasta a los demás con las manos, el solamente caminaba sobre ellos. A él lo conocía todo el mundo que era alguien en la vida, nadie sabía su apellido, pero sabían que su nombre era Marlon, así es, todos lo conocían como Galería Marlon, el juez corrupto.
No es que no hubiese jueces corruptos cuando el vivio es solo que él era “EL” juez corrupto, aquel al que nadie atrapaba, aquel a quien incluso algunos monarcas le debían favores, aquel que guardaba los secretos más sucios de la sociedad guardados bajo una llave de oro hecha con los sobornos de políticos y nobles prominentes, pero ahora mismo él no era nada, no era más que alma, no era nada más que espíritu, uno que se negaba a bajar a los infiernos para cumplir su condena, después de todo, él nunca fue como Don Juan, el no hizo ni una cosa buena a lo largo de su vida, la imagen heroica que proyectaba frente al pueblo se desvanecía en la oscuridad de la noche al brillo del oro y las joyas, él era un ser terrible sin embargo nadie parecía notarlo, aun cuando toda la lacra de la alta alcurnia conocía su nombre ninguno se animaba a abrir la boca en contra de su aparente integridad.
- Estremeciéndose bajo sus lutos, la casta y magra Elvira, cerca del esposo pérfido y que fue su amante, parecía reclamarle una suprema sonrisa, en la que brillara la dulzura de su primer juramento. – Lena bajo los ojos entrecerrando los parpados hacia el libro sobre sus manos cerrándolo enseguida, necesitaba andar, sus pies estuvieron un buen tiempo sin moverse demasiado debido a que pesco una enfermedad en alguna de sus andadas a través de la vieja parís, ahora recuperada trataba de volver a los estudios pero teniendo todo el tiempo a sus espaladas a aquel falso Don Juan no podía concentrarse en sus deberes.
Las reuniones en el cementerio fueron canceladas desde la desaparición de Jean, su amigo del alma, aquel que lograba despejar sus dudas y preocupaciones con una simple sonrisa traviesa, si bien Is estaba en su busca, o no había podido avisarle nada o estaba demasiado ocupado como para informarle a ella sobre los avances de esta, así que se mantuvo en ascuas esperando que el correo le trajese buenas nuevas sobre su príncipe. A su lado estaba sentado el, con su habitual cara de pocos amigos y su pose arrogante, mostrando aquel rostro que jamás le mostro a nadie en vida.
- Erguido en su armadura un gigante de piedra permanecía en la barra y cortaba su onda negra; pero el sereno héroe contemplaba la estela sin dignarse a ver nada-termino el fantasma con una sonrisa ladina, Galería Marlon, aquel que lo tuvo todo pero el cuerpo no resistió lo suficiente para disfrutarlo completamente, debía aceptar que al menos su sabiduría y conocimiento le anonadaban cada vez que abría la boca pero también le revolvía el estómago el veneno que se le escurría con cada palabra. Su solo rostro le perturbaba, le agradaba, le hacía sentir segura e inquieta, incluso Francia saltaba cuando él estaba cerca, pero bueno, el asunto del caballo era más un desagrado mutuo- Que te pasa Lena?? De nuevo estas llenándote la cabeza de musarañas??? O es que tratas de apartar la vista de lo sucedido a tu querido príncipe-siseo divertido sabiendo que la muchacha se pondría de malas- Justo como Don Juan en el infierno…-Lena no dijo nada pero frunció el ceño levantándose para tomar algún otro libro
Lena Thompson Vilhjálmur- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 28/06/2011
Re: Don Juan en los infiernos... [Privado]
La literatura abre la mente de las personas a tal grado,
que es el origen y la fuente de energía de las revoluciones de la realidad.
que es el origen y la fuente de energía de las revoluciones de la realidad.
Entre diversos tomos, el aroma característico de las páginas al paso del tiempo inundaba los pulmones de una forma que podía relajar al más tenso. Y estresarlo también al ser sus ojos testigos de la magnificencia de tantos y tantos datos contenidos en cada libro que eran ahora parte de esa biblioteca. Aspiró aire profundamente y lo soltó lento mientras que hizo una muequita. Esperar a Delbaeth en un lugar así no era más que una banal y fútil idea de salir de la rutina a que estaba ahora inmersa entre tantos compromisos sociales, el protocolo a cuidar, la educación a ejecutar y los bailes que dejaban sólo cansancio en un cuerpo que ahora sólo busca reposar y una mente dispuesta a olvidar. Los pasos de la ahora Princesa se dirigieron hacia un pasillo en particular: Poesía.
¡Qué magnánimos eran aquéllos a quienes Dios les iluminaba con la clarividencia adecuada para que sus pensamientos formaran frases y versos que engalonaban y acariciaban los corazones de aquéllos lectores que buscaban una solución a su dolor, amor u ardor! Sus dedos se deslizaron por la superficie de uno de los volúmenes más viejos que estaban ahí, jugueteó sólo con la piel que lo protegía y entornó los ojos para dar un saltito, ojos atentos y oídos finos por si una sorpresa le atrapaba en dicho lugar. Quizá Delbaeth con sus afanes de sorprenderla lograra su cometido y luego, entre risas chistadas por los presentes, cubrir la boca del otro a besos que sólo le recordaban cuánto es que lo amaba.
Novela... sus labios se fruncieron al tiempo que observaba los títulos esperando interesarse en uno en particular y llevárselo ¿Por qué no? A casa. Sus ojos vagaban hasta que encontraron algo que de pronto la hizo ladear la cabeza sin entenderlo. Dentro de ella, unos ojos violáceos se abrían muy lento para ser capaces de percibir la realidad exterior, brillos amatistas en las ventanas del alma externas eran un vivo reflejo de lo que en ella estaba contenido cual baúl protector de tesoros y secretos. Observaron durante un largo tiempo al fantasma que sentado estaba con esa cara de pocos amigos y un tedio que se incrementaba conforme el tiempo se desplazaba por el reloj. Durante unos segundos cerró los ojos y al abrirlos no había nada de ese centelleo, como si de pronto fuera una simple mortal y nada más. ¿Sería posible? Pues ahora mismo no se podría ubicar al que antes examinara al detalle, ese ente fantasmagórico que dejara una estela de su energía en la mente femenina.
Una ceja alzada, una expresión contrariada era lo que ahora se encontraba en la joven que pensaba en el peor de los casos en un deja vú volviendo a buscar a aquél que detectara antes. ¿Acaso era una enferma mental? ¿Una bruja despertando? No, ese fantasma podía ver más allá... aunque quizá no quisiera decírselo a Leena quien por cierto ahora mismo tenía frente a ella a la Princesa, quien le sonreía y hacía una reverencia un tanto informal admirando esos enormes ojos azules y la constitución física tan delicada que la bruja tenía. En la mente de la española con rapidez, las telas, los diseños y los atuendos estaban ya formándose para hacer una colección de ropa exclusiva para la joven, pero que fue de golpe cortada por la pregunta que no pensó en formular, pero que sus labios en comunión con sus cuerdas vocales sí hicieron.
- Disculpe, ¿No vio a un hombre sentado en ese lugar? - señaló a donde ahora mismo estaba Don Juan en el Infierno - juraría que vi a alguien, pero de pronto fue un parpadeo y no estaba - aclaró de pronto, no quería que la confundieran con una falta de cordura porque al mirar alrededor no había nadie más, ni siquiera una forma de ocultarse. Quizá lo imaginaba como tantas cosas a lo largo de su vida aunque... había sido tan real... sí, como el tenerlo de frente como estaba ahora esta joven que por cierto le parecía muy interesante. Por el rabillo del ojo vio un movimiento y volteó hacia donde creyó que se originaba sin entender qué estaba pasando. Podría ser el cansancio acumulado tras tantos días y noches entre compromiso y compromiso. Aunque algo en su corazón le decía que no...
¡Qué magnánimos eran aquéllos a quienes Dios les iluminaba con la clarividencia adecuada para que sus pensamientos formaran frases y versos que engalonaban y acariciaban los corazones de aquéllos lectores que buscaban una solución a su dolor, amor u ardor! Sus dedos se deslizaron por la superficie de uno de los volúmenes más viejos que estaban ahí, jugueteó sólo con la piel que lo protegía y entornó los ojos para dar un saltito, ojos atentos y oídos finos por si una sorpresa le atrapaba en dicho lugar. Quizá Delbaeth con sus afanes de sorprenderla lograra su cometido y luego, entre risas chistadas por los presentes, cubrir la boca del otro a besos que sólo le recordaban cuánto es que lo amaba.
Novela... sus labios se fruncieron al tiempo que observaba los títulos esperando interesarse en uno en particular y llevárselo ¿Por qué no? A casa. Sus ojos vagaban hasta que encontraron algo que de pronto la hizo ladear la cabeza sin entenderlo. Dentro de ella, unos ojos violáceos se abrían muy lento para ser capaces de percibir la realidad exterior, brillos amatistas en las ventanas del alma externas eran un vivo reflejo de lo que en ella estaba contenido cual baúl protector de tesoros y secretos. Observaron durante un largo tiempo al fantasma que sentado estaba con esa cara de pocos amigos y un tedio que se incrementaba conforme el tiempo se desplazaba por el reloj. Durante unos segundos cerró los ojos y al abrirlos no había nada de ese centelleo, como si de pronto fuera una simple mortal y nada más. ¿Sería posible? Pues ahora mismo no se podría ubicar al que antes examinara al detalle, ese ente fantasmagórico que dejara una estela de su energía en la mente femenina.
Una ceja alzada, una expresión contrariada era lo que ahora se encontraba en la joven que pensaba en el peor de los casos en un deja vú volviendo a buscar a aquél que detectara antes. ¿Acaso era una enferma mental? ¿Una bruja despertando? No, ese fantasma podía ver más allá... aunque quizá no quisiera decírselo a Leena quien por cierto ahora mismo tenía frente a ella a la Princesa, quien le sonreía y hacía una reverencia un tanto informal admirando esos enormes ojos azules y la constitución física tan delicada que la bruja tenía. En la mente de la española con rapidez, las telas, los diseños y los atuendos estaban ya formándose para hacer una colección de ropa exclusiva para la joven, pero que fue de golpe cortada por la pregunta que no pensó en formular, pero que sus labios en comunión con sus cuerdas vocales sí hicieron.
- Disculpe, ¿No vio a un hombre sentado en ese lugar? - señaló a donde ahora mismo estaba Don Juan en el Infierno - juraría que vi a alguien, pero de pronto fue un parpadeo y no estaba - aclaró de pronto, no quería que la confundieran con una falta de cordura porque al mirar alrededor no había nadie más, ni siquiera una forma de ocultarse. Quizá lo imaginaba como tantas cosas a lo largo de su vida aunque... había sido tan real... sí, como el tenerlo de frente como estaba ahora esta joven que por cierto le parecía muy interesante. Por el rabillo del ojo vio un movimiento y volteó hacia donde creyó que se originaba sin entender qué estaba pasando. Podría ser el cansancio acumulado tras tantos días y noches entre compromiso y compromiso. Aunque algo en su corazón le decía que no...
Enigmas, múltiples acertijos en la mente disfrazada de mortal.
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Don Juan en los infiernos... [Privado]
“La lectura es una conversación con los hombres más ilustres de los siglos pasados.”
Lena sostenía en sus brazos aun el libro grueso empastado en cuero viejo y encuadernado a manos, las costuras aún se mantenían fuertes y cumplían su trabajo correctamente mientras que las hojas ahora amarillentas por el tiempo se pegaban entre ellas evitando que el contenido fuera visto, Galería Marlon permanecía a su lado observando a la joven que se presentaba ante su usuaria de una forma burlona y como despreciándola simplemente por el hecho de existir, claro que, galería miraba a todos de la misma manera, Lena por su parte ladeo el rostro confundida durante algunos segundos en los que deposito el libro sobre alguna de las repisas cercanas a su persona, tan distraída se encontraba que no alcanzo a distinguir si la muchacha se dirigía a ella, una carcajada de Galería le indico que era de esa manera, el fantasma en su incorporeidad adoraba hacerle pasar malos ratos aun cuando algunas veces era de increíble ayuda.
- Un hombre??-pregunto sonriente y amable como de costumbre devolviendo la reverencia, aun cuando sentí su corazón latir a mil por hora, últimamente aquel cumulo de polvo y plasma se le estaba saliendo de control, giro el rostro hacia todos lados notando que la única persona que se encontraba en el recinto aparte de ellas era el guardia encargado, quien en esos momentos salía a cuidar la puerta principal, se preguntó durante unos segundos si debería decirle que lo que estaba frente a ella era un fantasma, un muerto que aburrido del limbo se pasó un segundo al mundo de los muertos-Aquí… no…bueno si…-tenía una mueca nerviosa en la cara, no era muy dada a decir mentiras y le quedaban fatal, así que se giró a ver la única cosa que podría darle una respuesta correcta, aunque la llamase tonta y se burlase de ella, sin embargo Galería ya no estaba ahí, había desaparecido de su campo de visión
- Bu!!!!-grito sonriendo maliciosamente mientras aparecía a milímetros del rostro de Marianne, Lena se llevó inmediatamente la mano al rostro, y pensó que ella era tonta, aquel fantasma simplemente estaba haciendo lo que se le pegaba en gana, hasta el punto de descubrirse enfrente de una persona normal, no estaba segura de la reacción de la muchacha pero aun así preparo mentalmente su discurso para la inquisición si llegaban a llevársela a la horca por brujería y tratos con el demonio, preocupada sus ojos se entornaron hacia Marianne sin embargo aun cuando quería hablarle a ella su boca la traiciono de la manera más vil posible
- Galería que estás haciendo!!?? Déjala en paz!!-exclamo lo suficientemente alto como para que su voz se escuchara igual que un grito pero tan baja como para no avanzar más allá de las estanterías cercanas, el fantasma solamente soltó una carcajada y desapareció convirtiendo su cuerpo en una especie de bruma azul que giro por encima de sus cabezas, él no era tampoco muy dado a andarse mostrando ante los demás sin embargo estaba tan aburrido que haría cualquier cosa por salir de la terrible rutina a la que Lena le había sometido los últimos días, el mes casi terminaba y ella olvido quitar el sello de su muñeco por lo tanto paso los pasados 45 días en una esquina de la casa inmóvil observando miles de situaciones perfectamente factibles para molestar a su dueña, claro que las cosas había comenzado cuando los nervios de la muchacha la tumbaron un tiempo en cama al sentir el peligro sobre Jean y por ultimo murieron al saber sobre la desaparición de este- Yo… puedo explicarlo??-dijo mirando a la chica, entonces él se volvió nuevamente corpóreo apareciendo a las espaldas de Lena
- No…-comento divertido pasando sus brazos por el cuello de esta aprisionándola en un abrazo que le causo escalofríos en todo el cuerpo-No puedes Lenita-termino riéndose mientras volvía a irse perdiéndose más entre los libros rápidamente…Típico de él, meterle en alguna clase de aprieto e inmediatamente salir corriendo hacia algún lugar donde nadie podía alcanzarle, se sentía un poco frustrada y algo tonta ahí parada, a media sala con un fantasma que acababa de aparecérsele a alguien quien, probablemente jamás en su vida había visto cosa semejante, la suerte jamás le sonrió desde que era pequeña, pero últimamente se empeñaba en recalcarle que simplemente no la quería
“Ser visto es la ambición de los fantasmas; ser recordado, la de la muerte”
Lena Thompson Vilhjálmur- Hechicero/Realeza
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Re: Don Juan en los infiernos... [Privado]
Días en que la realidad supera la fantasía que los libros ilustran.
Desde sus días pasados en los Estados Pontificios la perspicacia de la joven española se abrió de una forma extraordinaria, pero aún relegados a lo profundo de su mente y su alma esos ojos violáceos que fueron los causantes del despertar de una antigua vampiresa permanecían cerrados y pudiera ser que en esta vida no volvieran a manifestarse nunca más. ¿Por qué? Era una incógnita que jamás se solucionaría de no ser porque la magia misma llamaba a las líneas de vida que reconocía y creía parte de su propia esencia. Polos opuestos se atraían, rezaba el dicho y quizá estuviera en lo cierto, pero ¿Qué era lo que en la joven De Castilla había despertado para observar con interés al fantasma que custodia a la joven bruja? Curioso era, pues, que la española no tuviera el menor de los miedos por lo que alguna vez fuera su mayor martirio: esas almas errantes exigiéndole alcanzar a la mujer que a su lado yacía sumergida en un letargo tan profundo como las mazmorras en las que se encontraban; igual de inexplicable que ahora los resquicios de la magia que la rodearon alguna vez, fueran los causantes de ver al fantasma que estaba ante Lena.
Aunque su interlocutora mintió de forma flagrante y muy burda, Marianne no estaba del todo convencida de sus palabras y el susto provocado por Galería echó por tierra absolutamente todo lo que la otra dama quería ocultar. La Princesa dio un saltito de la impresión por tenerlo de frente, vaya que era sorprendente y no recordaba que en su encierro alguno de ellos se hubiera atrevido a estar a tan corta distancia. Los ojos de la dama se agrandaron aún más sin saber qué pensar, qué hacer o al menos cómo reaccionar a este ente que ahora se la daba de gracioso. Y el regaño de la joven bruja hacia Galería sólo hizo que sonriera levemente, así que la otra mujer era tan falta de tacto como en ocasiones la española pecaba. Sus ojos siguieron el cambio del fantasma de corpóreo a humo y sonrió bastante divertida al conocer la otra faceta de aquéllos que alguna vez deseaba no ver jamás en su vida.
Y más cuando el fantasma metió en más problemas a su interlocutora. De verdad que tenía razón, no habría forma de explicarlo, no una lo suficientemente coherente para que la princesa no pensara que se había vuelto loca y que quizá la bruja era la causante de ese desvarío en el que un hombre se desaparecía, transformaba en humo y ahora mismo se mofaba de aquélla que debiera ser su compañera en estos momentos, aunque no sabía por qué estaba realmente a su lado. La huida y el dejar sola a la joven no fue más que corroborar que esos entes siempre hacen lo que quieren, como quieren y cuando quieren. La otrora rubia colocó una mano sobre el hombro de Lena y negó con la comprensión de alguien que ha vivido los últimos meses envuelta entre sobrenaturales.
- No se preocupe, he visto cosas que jamás podría explicarle. He estado envuelta en pesadillas provocadas por gentes que se dicen normales. Un fantasma no es algo que me amedrente todo lo contrario. Uno, por más que levante la furia de su compañero, no es ninguno. No cuando he visto decenas de ellos y que me atormentaron durante días y noches... así que tranquilícese y mejor cuénteme qué libro eligió. Yo voy a por los de novela. Por cierto, mi nombre es Marianne y es un placer conocerla a pesar de la situación tan bizarra en la que vuestro amigo nos colocó - extendió la mano con una sonrisa, a pesar de todo no dejaba de tener la misma inocencia de siempre. Curioso era que confiara aún a pesar de lo acontecido en su casa, pero es que también entendía algo: no todos eran iguales, así como no todos los fantasmas eran malos. Los había que se divertían y mofaban de las desgracias humanas, como Galería...
Aunque su interlocutora mintió de forma flagrante y muy burda, Marianne no estaba del todo convencida de sus palabras y el susto provocado por Galería echó por tierra absolutamente todo lo que la otra dama quería ocultar. La Princesa dio un saltito de la impresión por tenerlo de frente, vaya que era sorprendente y no recordaba que en su encierro alguno de ellos se hubiera atrevido a estar a tan corta distancia. Los ojos de la dama se agrandaron aún más sin saber qué pensar, qué hacer o al menos cómo reaccionar a este ente que ahora se la daba de gracioso. Y el regaño de la joven bruja hacia Galería sólo hizo que sonriera levemente, así que la otra mujer era tan falta de tacto como en ocasiones la española pecaba. Sus ojos siguieron el cambio del fantasma de corpóreo a humo y sonrió bastante divertida al conocer la otra faceta de aquéllos que alguna vez deseaba no ver jamás en su vida.
Y más cuando el fantasma metió en más problemas a su interlocutora. De verdad que tenía razón, no habría forma de explicarlo, no una lo suficientemente coherente para que la princesa no pensara que se había vuelto loca y que quizá la bruja era la causante de ese desvarío en el que un hombre se desaparecía, transformaba en humo y ahora mismo se mofaba de aquélla que debiera ser su compañera en estos momentos, aunque no sabía por qué estaba realmente a su lado. La huida y el dejar sola a la joven no fue más que corroborar que esos entes siempre hacen lo que quieren, como quieren y cuando quieren. La otrora rubia colocó una mano sobre el hombro de Lena y negó con la comprensión de alguien que ha vivido los últimos meses envuelta entre sobrenaturales.
- No se preocupe, he visto cosas que jamás podría explicarle. He estado envuelta en pesadillas provocadas por gentes que se dicen normales. Un fantasma no es algo que me amedrente todo lo contrario. Uno, por más que levante la furia de su compañero, no es ninguno. No cuando he visto decenas de ellos y que me atormentaron durante días y noches... así que tranquilícese y mejor cuénteme qué libro eligió. Yo voy a por los de novela. Por cierto, mi nombre es Marianne y es un placer conocerla a pesar de la situación tan bizarra en la que vuestro amigo nos colocó - extendió la mano con una sonrisa, a pesar de todo no dejaba de tener la misma inocencia de siempre. Curioso era que confiara aún a pesar de lo acontecido en su casa, pero es que también entendía algo: no todos eran iguales, así como no todos los fantasmas eran malos. Los había que se divertían y mofaban de las desgracias humanas, como Galería...
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Don Juan en los infiernos... [Privado]
“El estudio ha sido para mí el principal remedio contra las preocupaciones de la vida; no habiendo tenido nunca un disgusto que no me haya pasado después de una hora de lectura.”
Había tratado ya con personas que conocían su secreto, primeramente Is, quien como todo buen cazador retirado tenia los instintos y la vista de un lince, el hombre simplemente ver a Lena parecía haber olido la magia en ella, silencioso como una tumba se mantenía taciturno ante su presencia, antes de que aquella etapa fuese superada el hombre parecía seguro de que le pondría algún extraño brebaje en la bebida para hechizarlo, lástima que ella fuese tan ignorante en aquel entonces, si no lo habría hecho solamente para divertirse un poco. Además de él estaba Jean, el su mejor amigo, si Is representaba la tormenta incauta que arremetía violenta contra cualquiera que quisiese lastimarla y giraba como un torbellino para protegerla entonces Jean seria como la brisa mañanera, esa que al aspirar profundamente te cura el alma sanando todo el odio y tristeza, él era una de esas personas que todo el mundo lamentaba tener de enemigo, independientemente de su posición social o económica Jean sabia crear a su alrededor aquella aura que inspiraba a los demás a protegerle a toda costa, incluso su primo, el líder revolucionario había lamentado que tuviesen que enfrentarse en un futuro. Jean no había tenido que descubrir que ella era una bruja, el simplemente lo sabía y lo había aceptado tan naturalmente como respirar. Klett , Antiette, Mar, Juliette, Chastiel y Souhard habían también averiguado su secreto de diferentes formas, dos de ellos eran cazadores, dos eran tan conocedores de la vida que secretos guardados con llave no eran impedimento para ellas, y los otros dos guardaban también en lo profundo de su alma un fragmento del demonio que los marcaba.
Ahora se encontraba frente a ella una nueva persona que la había descubierto miserablemente, sonrió un poco para sus adentros notando que en realidad no era una buena mentirosa, muchas personas para un secreto tan preciado tenían el conocimiento de su condición. La labia de Galería era necesaria en esos momentos en los que a ella le faltaban las palabras, pero el hombre no era capaz de darle un poco de crédito por nada así que ayudarle a salir de cualquier apuro se encontraba en un terreno prohibido para él, conociéndolo desde que era pequeña tenía el conocimiento suficiente acerca de el como para saber que la muerte no le sentó para nada mal, ahora podía hacer y sentir con libertad, al mismo tiempo que aplicaba su mente diabólica para aquellos que aún no habían dado el paso. Con aquel hombre había aprendido un montón de cosas, entre ellas que la muerte nos llegaba sin saber y sin conocer, silenciosa e invisible. se escondía entre las sombras esperando el momento correcto, así que cuando este llegase esperaba ser diferente a él, ella trataría de dejar atrás su pasado para seguir hacia un nuevo futuro.
- Entiendo...-dijo casi sin aliento y soltando el aire contenido dentro de sus pulmones, era terrible escucharlo de alguien más aunque ella misma había tenido que vivir terribles situaciones desde que sus poderes despertaron completamente, aquella noche de verano en la que la sangre brotaba a borbones y los gritos inundaban a la casa Thompson, los recuerdos nítidos de las muertes de sus padres permanecían frescos en su cabeza incluso hasta ahora, por aquel tiempo ella no había tenido a nadie en quien apoyarse, Galería Marlon fue un hombre consumido por la avaricia que decidió vender a su amigo por un puñado de monedas, él era el judas de su padre porque sin importarle aquella larga amistada cultivada durante décadas el hombre había descubierto a sus asesinos dejándolos en libertad en cuanto aquel maldito metal amarillo ilumino sus ojos, no estaba segura de las condiciones de su muerte pero lo que si sabía era que aquella acción había sido la que atrajo sus desgracias- Galería está loco-continuo sabiendo que ya lo había perdonado por todo lo que hizo en vida aunque eso a él no le importase- Pero no creo que le importen demasiado nuestras opiniones, él es un fantasma extraño pero la mayoría de las veces hace lo que quiere con quien quiere, sin importar en lo más mínimo las opiniones ajenas-sonrió con algo de melancolía ahora mismo debería estar afuera molestando a Francia, el caballo de Jean, aquel noble animal se había quedado a su cuidado desde su desaparición, Galería gustaba de montarlo y el de ver cuántas veces lo tiraba de su lomo- Mucho gusto, mi nombre es Lena, Lena Thompson-indico haciendo una leve reverencia con la cabeza y acomodando su vestido paso los dedos encima de la tapa gruesa y vieja, hecha con cuero curtido por las manos de algún artesano, una sonrisa dulce adorno sus labios mientras posaba sus orbes azules sobre aquella ahora desconocida muchacha- Elegí para mis estudios un tomo de poesía Francesa, es una pieza exquisita de la literatura de este país-comento haciendo una seña con la cabeza hacia el sitio en donde Galería había desaparecido de aquella forma tan aparatosamente repentina- Aquel impertinente me lo recomendó, él puede ser pesado en muchas ocasiones pero si algo debo reconocerle es que tiene un gusto impresionante en cuanto a la cultura y el arte, después de todo era una parte importante de el antes de…-la palabra costo un poco pero la dejo salir enseguida- Bueno, pues antes de que muriese...Y usted?? Ha venido aquí por algún título en especial??-Pregunto dirigiendo la vista hacia los alrededores mientras sonreía distraídamente, si ella lo sabía entonces no había otra cosa que hacer, no parecía del tipo que la delataría ya que al igual que muchos anónimos en parís se mantenía oculta en cuanto a lo que lo sobrenatural respectaba, observándola de cerca podía decir que era una muchacha discreta y amable que no sería capaz de meter en problemas a nadie a propósito
Ahora se encontraba frente a ella una nueva persona que la había descubierto miserablemente, sonrió un poco para sus adentros notando que en realidad no era una buena mentirosa, muchas personas para un secreto tan preciado tenían el conocimiento de su condición. La labia de Galería era necesaria en esos momentos en los que a ella le faltaban las palabras, pero el hombre no era capaz de darle un poco de crédito por nada así que ayudarle a salir de cualquier apuro se encontraba en un terreno prohibido para él, conociéndolo desde que era pequeña tenía el conocimiento suficiente acerca de el como para saber que la muerte no le sentó para nada mal, ahora podía hacer y sentir con libertad, al mismo tiempo que aplicaba su mente diabólica para aquellos que aún no habían dado el paso. Con aquel hombre había aprendido un montón de cosas, entre ellas que la muerte nos llegaba sin saber y sin conocer, silenciosa e invisible. se escondía entre las sombras esperando el momento correcto, así que cuando este llegase esperaba ser diferente a él, ella trataría de dejar atrás su pasado para seguir hacia un nuevo futuro.
- Entiendo...-dijo casi sin aliento y soltando el aire contenido dentro de sus pulmones, era terrible escucharlo de alguien más aunque ella misma había tenido que vivir terribles situaciones desde que sus poderes despertaron completamente, aquella noche de verano en la que la sangre brotaba a borbones y los gritos inundaban a la casa Thompson, los recuerdos nítidos de las muertes de sus padres permanecían frescos en su cabeza incluso hasta ahora, por aquel tiempo ella no había tenido a nadie en quien apoyarse, Galería Marlon fue un hombre consumido por la avaricia que decidió vender a su amigo por un puñado de monedas, él era el judas de su padre porque sin importarle aquella larga amistada cultivada durante décadas el hombre había descubierto a sus asesinos dejándolos en libertad en cuanto aquel maldito metal amarillo ilumino sus ojos, no estaba segura de las condiciones de su muerte pero lo que si sabía era que aquella acción había sido la que atrajo sus desgracias- Galería está loco-continuo sabiendo que ya lo había perdonado por todo lo que hizo en vida aunque eso a él no le importase- Pero no creo que le importen demasiado nuestras opiniones, él es un fantasma extraño pero la mayoría de las veces hace lo que quiere con quien quiere, sin importar en lo más mínimo las opiniones ajenas-sonrió con algo de melancolía ahora mismo debería estar afuera molestando a Francia, el caballo de Jean, aquel noble animal se había quedado a su cuidado desde su desaparición, Galería gustaba de montarlo y el de ver cuántas veces lo tiraba de su lomo- Mucho gusto, mi nombre es Lena, Lena Thompson-indico haciendo una leve reverencia con la cabeza y acomodando su vestido paso los dedos encima de la tapa gruesa y vieja, hecha con cuero curtido por las manos de algún artesano, una sonrisa dulce adorno sus labios mientras posaba sus orbes azules sobre aquella ahora desconocida muchacha- Elegí para mis estudios un tomo de poesía Francesa, es una pieza exquisita de la literatura de este país-comento haciendo una seña con la cabeza hacia el sitio en donde Galería había desaparecido de aquella forma tan aparatosamente repentina- Aquel impertinente me lo recomendó, él puede ser pesado en muchas ocasiones pero si algo debo reconocerle es que tiene un gusto impresionante en cuanto a la cultura y el arte, después de todo era una parte importante de el antes de…-la palabra costo un poco pero la dejo salir enseguida- Bueno, pues antes de que muriese...Y usted?? Ha venido aquí por algún título en especial??-Pregunto dirigiendo la vista hacia los alrededores mientras sonreía distraídamente, si ella lo sabía entonces no había otra cosa que hacer, no parecía del tipo que la delataría ya que al igual que muchos anónimos en parís se mantenía oculta en cuanto a lo que lo sobrenatural respectaba, observándola de cerca podía decir que era una muchacha discreta y amable que no sería capaz de meter en problemas a nadie a propósito
“La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.”
Lena Thompson Vilhjálmur- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 28/06/2011
Re: Don Juan en los infiernos... [Privado]
Mil veces prefiero los versos del espíritu que los de una hoja sin vida.
Una sonrisa, un pensamiento fugaz al tiempo que tomó asiento en una de las mesas invitando a la dama a imitarla. Marianne alargó la mano para tomar el libro que ella decidiera leer tras la recomendación de ese fantasma y pasó los dedos por su encuadernación sintiendo la piel en la suya. Asintió buscando con la mirada a Galería y al no encontrarlo entornó los ojos. Volvió a la joven y observó esos fantásticos ojos que parecían tener vida propia, no había nada malo en alguien con una mirada así ¿Verdad?. Le guiñó un ojo sintiéndose a gusto a su lado, desde su encierro evitaba mucho los lugares cerrados, siempre procuraba estar en los públicos y sus nervios no siempre se relajaban. Tensos pues los músculos como si a cada esquina pudiera encontrarse a un individuo que ahora estaba quizá en el otro lado del mundo, pero pudiera ser que incluso atrás de Galería y le sacara el susto de su... ¿No vida?
- Interesantes son sus palabras, todo lo que dice tiene un trasfondo que puede palparse y en cuanto a Galería, bueno... hay de todo en la viña del señor... en cuanto a mí, venía justo por un libro que me libere de mis demonios nocturnos, aquéllos que llegan cuando el atardecer se torna una prisión a los sentidos y oculta durante algunas horas la luz del mundo que puede alegrar los corazones para verter sobre ellos el oscuro designio de la incertidumbre - su mirada se perdió un tanto en la distancia en tanto su mente recordaba durante algunos instantes la última luz que vio en casa, la del anochecer de ese día mientras pensaba adormilada en su carruaje lo que usaría para la cena con Delbaeth antes de... apretó los dientes y luego suspiró para que todos esos recuerdos volaran lejos. De reojo observó a los tres guardias que José, su padre, le pusiera para resguardarla. Y aún así sabía que no serían suficientes para contenerle a él... a Fausto.
- Lo siento, mi mente a veces se enfrasca en un mar de recuerdos interminable... y dígame, ¿Usted es de Francia? Thompson no es un apellido netamente francés si no más bien inglés. El mío es... Louvier y es un placer conocerla, debo decirle que tiene unos ojos que podría envidiar de no ser porque de seguro ya se lo dijeron - rió intentando quitarse de la cabeza los recuerdos, intentando conocer a la joven por quien Marianne era, que ella no se afanara en hacerle las reverencias que empezaban a cansarle, esas preferencias por ser princesa... no, quería a alguien que la viera por quien era, por ser simplemente Marianne... una joven más en la sociedad parisina. Aunque jugaba con fuego, lo sabía, porque en el momento que Lena se enterara, podría enojarse y dejarle de hablar, pero era un riesgo que la española quería correr... al menos durante un breve espacio de tiempo.
Además era muy raro conocer a una bruja que fuera descubierta por un fantasma. ¿Qué relación realmente tendrían? ¿Sería él su guardián? ¿Algún familiar? Muchos de los que conoció fueron amigos o familiares, tutores o aprendices de aquélla que dormía. Aún la recordaba con mucha intensidad, toda esa aura que tenía a su alrededor que la hacía sentirse diminuta, como si fuera una gran señora y ella sólo una pequeñita niña. Aún dormida imponía respeto y admiración, era tan bella como una muñeca, con cabellos negros con reflejos violáceos, su piel blanca, sus manos siempre unidas, con los dedos muy largos y esa túnica que la cubría, haciéndole recordar días pasados, épocas anteriores a la actual. ¿Quién era realmente? Sucedía ahora lo mismo con Lena. La tenía frente a ella y no lograba entender cómo es que tenían tanto parecido y podrían ser tan diferentes. Alzó la mirada hasta mantenerla durante unos largos instantes en la de la bruja, sus orbes denotaban una curiosidad que si bien pudiera ser catalogada como falta de etiqueta, sólo tenía como intención entender para qué había sido llevada a esos calabozos. ¿Cuál había sido su función realmente? Porque dos veces tocó a la mujer. ¿Cuál fue la diferencia en la segunda ocasión? ¿Por qué los espíritus prácticamente enloquecieron obligándola a caer en un letargo tras el cual, despertó en otra ala de la mansión donde fue liberada? ¿Por qué no antes?
- Los espíritus siempre son enigmáticos, aún me pregunto si en realidad no saben más de lo que nos cuentan. ¿Alguna vez ha sentido que entra en un juego del cual no sabe cuál es su participación y sin embargo, entiende que está en el bando correcto? Y perdone tantas frases rebuscadas, es que en ocasiones pierdo la noción y me dejo llevar... - su sonrisa no llegaba a sus ojos, no había una alegría en el mohín que mostraba a Lena. De verdad necesitaba saber esa respuesta, ¿Por qué ella entre todos? ¿Quién era la mujer que había estado dormida en las catacumbas del hombre que la retuvo durante tantos días? ¿Por qué hasta el final pudo escapar? ¿Qué, qué fue el detonante, qué? Sacudió la cabeza y sonrió con amargura porque no tenía las respuestas y eso la hacía frustrarse. Algún día las tendría. Mientras tanto, disfrutaría de la compañía de la joven. Al menos así olvidaría el episodio. Eso quería creer y a eso se aferraba.
- Interesantes son sus palabras, todo lo que dice tiene un trasfondo que puede palparse y en cuanto a Galería, bueno... hay de todo en la viña del señor... en cuanto a mí, venía justo por un libro que me libere de mis demonios nocturnos, aquéllos que llegan cuando el atardecer se torna una prisión a los sentidos y oculta durante algunas horas la luz del mundo que puede alegrar los corazones para verter sobre ellos el oscuro designio de la incertidumbre - su mirada se perdió un tanto en la distancia en tanto su mente recordaba durante algunos instantes la última luz que vio en casa, la del anochecer de ese día mientras pensaba adormilada en su carruaje lo que usaría para la cena con Delbaeth antes de... apretó los dientes y luego suspiró para que todos esos recuerdos volaran lejos. De reojo observó a los tres guardias que José, su padre, le pusiera para resguardarla. Y aún así sabía que no serían suficientes para contenerle a él... a Fausto.
- Lo siento, mi mente a veces se enfrasca en un mar de recuerdos interminable... y dígame, ¿Usted es de Francia? Thompson no es un apellido netamente francés si no más bien inglés. El mío es... Louvier y es un placer conocerla, debo decirle que tiene unos ojos que podría envidiar de no ser porque de seguro ya se lo dijeron - rió intentando quitarse de la cabeza los recuerdos, intentando conocer a la joven por quien Marianne era, que ella no se afanara en hacerle las reverencias que empezaban a cansarle, esas preferencias por ser princesa... no, quería a alguien que la viera por quien era, por ser simplemente Marianne... una joven más en la sociedad parisina. Aunque jugaba con fuego, lo sabía, porque en el momento que Lena se enterara, podría enojarse y dejarle de hablar, pero era un riesgo que la española quería correr... al menos durante un breve espacio de tiempo.
Además era muy raro conocer a una bruja que fuera descubierta por un fantasma. ¿Qué relación realmente tendrían? ¿Sería él su guardián? ¿Algún familiar? Muchos de los que conoció fueron amigos o familiares, tutores o aprendices de aquélla que dormía. Aún la recordaba con mucha intensidad, toda esa aura que tenía a su alrededor que la hacía sentirse diminuta, como si fuera una gran señora y ella sólo una pequeñita niña. Aún dormida imponía respeto y admiración, era tan bella como una muñeca, con cabellos negros con reflejos violáceos, su piel blanca, sus manos siempre unidas, con los dedos muy largos y esa túnica que la cubría, haciéndole recordar días pasados, épocas anteriores a la actual. ¿Quién era realmente? Sucedía ahora lo mismo con Lena. La tenía frente a ella y no lograba entender cómo es que tenían tanto parecido y podrían ser tan diferentes. Alzó la mirada hasta mantenerla durante unos largos instantes en la de la bruja, sus orbes denotaban una curiosidad que si bien pudiera ser catalogada como falta de etiqueta, sólo tenía como intención entender para qué había sido llevada a esos calabozos. ¿Cuál había sido su función realmente? Porque dos veces tocó a la mujer. ¿Cuál fue la diferencia en la segunda ocasión? ¿Por qué los espíritus prácticamente enloquecieron obligándola a caer en un letargo tras el cual, despertó en otra ala de la mansión donde fue liberada? ¿Por qué no antes?
- Los espíritus siempre son enigmáticos, aún me pregunto si en realidad no saben más de lo que nos cuentan. ¿Alguna vez ha sentido que entra en un juego del cual no sabe cuál es su participación y sin embargo, entiende que está en el bando correcto? Y perdone tantas frases rebuscadas, es que en ocasiones pierdo la noción y me dejo llevar... - su sonrisa no llegaba a sus ojos, no había una alegría en el mohín que mostraba a Lena. De verdad necesitaba saber esa respuesta, ¿Por qué ella entre todos? ¿Quién era la mujer que había estado dormida en las catacumbas del hombre que la retuvo durante tantos días? ¿Por qué hasta el final pudo escapar? ¿Qué, qué fue el detonante, qué? Sacudió la cabeza y sonrió con amargura porque no tenía las respuestas y eso la hacía frustrarse. Algún día las tendría. Mientras tanto, disfrutaría de la compañía de la joven. Al menos así olvidaría el episodio. Eso quería creer y a eso se aferraba.
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Fecha de inscripción : 07/08/2011
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