AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
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Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Las instrucciones son claras aunque ella no quiera escucharlas. Un médico habla, repite y repite pero todo parece perder el sentido. Ella no oye, no mira, no parece tener la atención puesta en algo más que el niño dormido en sus brazos, ¿por qué no lo deja en la cuna si los brazos ya comienzan a molestarle por el peso? Alguien espera su respuesta o al menos eso cree ya que la miran fijo y han dejado de hablar. Asiente, no sabe a qué pero lo hace y vuelve a bajar la mirada a su hijo. Su nombre se escucha, ahora es otra voz que la llama, vuelve a preguntar si hará lo que le piden, - ¿qué cosa? – las miradas de lástima le dan asco, quiere gritar que todos la dejen en paz, que se vayan y pueda quedarse a solas. La instrucción se repite, ahora escucha, - lo haré si es necesario. – Ahora es alivio lo que aparece, sólo la hace sentir peor pero no puede demostrarlo, hacerlo es dar un paso atrás, reconocer que en los meses que han pasado el avance que se supone ha tenido es tan falso como las sonrisas que suele regalar para que esos que siguen preocupándose por ella no lo hagan más. – Iré mañana, ya es tarde, pero iré con León… no sola.- Su voz es ronca pero se hace suave a medida que termina lo que acaba de decir, más indicaciones pero otra vez no escucha, se gira y camina hasta la ventana, una de las criadas, la única que sabe escribir, toma notas que luego le dará. No le interesa algo más que mirar hacia la puerta principal de su casa.
Entrecierra los ojos y aún sigue molestándole, ¿cuántos meses llevaba sin salir? El olor salado le molesta, el ruido de los pájaros esperando por sobras también. Nada parece brillante ni tampoco lleno de colores, quizás es ella la que ha perdido el sentido de apreciar lo que le rodea. – Con dos de esos es suficiente, - no quiere esos pescados para ella, pero quizás a algunos de sus cocineros les gustará la idea de prepararlos. León se remueve entre sus brazos queriendo bajarse y caminar por su cuenta, la gente es demasiada como para permitir que lo haga, ya ha perdido a su padre, la opción de perderlo a él también ni siquiera es capaz de concebirla. Pérdida no es el mejor calificativo, sólo distancia que espera pronto será no más que un recuerdo. Mete todo al interior de un canasto, apenas unos pasos más allá la espera el carruaje. Debe salir, le indicaba el médico y ella, como siempre, hace las cosas bajo sus propios términos. Sola, sin acompañantes más que su hijo, sin criadas tras sus pasos, sin ojos mirando su pelo deslucido y la piel cercana a los huesos por los kilos perdidos. Nada queda de la imagen de mujer sensual que vendía su cuerpo, tampoco de la felicidad sonrosada de sus mejillas que le daba el amor eterno, mucho menos hay algo de la redondez de su primer embarazo ni del segundo que no alcanzó a llegar a término. Claire susurra palabras en otro idioma que espera puedan calmar un poco a su niño, León grita y ella quiere taparse los oídos, alejarse o al menos poder tener la opción de hacerlo. Cabezas se giran para mirarla, el pequeño golpea con sus pies el paquete que un hombre lleva entre los brazos, su personalidad es demandante, terco, tan igual a ese padre que ni siquiera vive actualmente con él. – Lo siento, - las cosas del señor han salido disparadas, ella ni siquiera puede agacharse para ayudarlo a recogerlas, sólo se lamenta y desea que de una vez por todas la evidencia de que puede derrumbarse en cualquier momento no sea tan obvia.
Entrecierra los ojos y aún sigue molestándole, ¿cuántos meses llevaba sin salir? El olor salado le molesta, el ruido de los pájaros esperando por sobras también. Nada parece brillante ni tampoco lleno de colores, quizás es ella la que ha perdido el sentido de apreciar lo que le rodea. – Con dos de esos es suficiente, - no quiere esos pescados para ella, pero quizás a algunos de sus cocineros les gustará la idea de prepararlos. León se remueve entre sus brazos queriendo bajarse y caminar por su cuenta, la gente es demasiada como para permitir que lo haga, ya ha perdido a su padre, la opción de perderlo a él también ni siquiera es capaz de concebirla. Pérdida no es el mejor calificativo, sólo distancia que espera pronto será no más que un recuerdo. Mete todo al interior de un canasto, apenas unos pasos más allá la espera el carruaje. Debe salir, le indicaba el médico y ella, como siempre, hace las cosas bajo sus propios términos. Sola, sin acompañantes más que su hijo, sin criadas tras sus pasos, sin ojos mirando su pelo deslucido y la piel cercana a los huesos por los kilos perdidos. Nada queda de la imagen de mujer sensual que vendía su cuerpo, tampoco de la felicidad sonrosada de sus mejillas que le daba el amor eterno, mucho menos hay algo de la redondez de su primer embarazo ni del segundo que no alcanzó a llegar a término. Claire susurra palabras en otro idioma que espera puedan calmar un poco a su niño, León grita y ella quiere taparse los oídos, alejarse o al menos poder tener la opción de hacerlo. Cabezas se giran para mirarla, el pequeño golpea con sus pies el paquete que un hombre lleva entre los brazos, su personalidad es demandante, terco, tan igual a ese padre que ni siquiera vive actualmente con él. – Lo siento, - las cosas del señor han salido disparadas, ella ni siquiera puede agacharse para ayudarlo a recogerlas, sólo se lamenta y desea que de una vez por todas la evidencia de que puede derrumbarse en cualquier momento no sea tan obvia.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
¿qué hacia en aquel lugar? No estaba seguro, era algo doloroso para él estar en un lugar como aquel, le recordaba mucho a su madre, quien le había enseñado lo que era el mar, los barcos, recordaba cuando iban de compras aquellos lugares, esa sonrisa, esos cabellos rubios cayendo por sus hombros, él de apenas unos 5 años tomado del largo vestido blanco con el cuello azul, si esa era su madre los domingos, sombrero cubriendo su piel de los rayos tan fuertes del sol, él vestido de los mismos colores que su madre, blanco con azul, colores claros para que el sol no les quemara tanto, movió la cabeza de un lado a otro quitándose esa imagen del rostro hasta que miro a una mujer con su hijo, su rostro pálido, demacrado, le habían vuelto a traer a su madre en la mente, aquella mujer era muy guapa de eso estaba seguro, puesto que la belleza nunca se terminaba simplemente a veces solo se apaga un poco ¿se vería su madre así de apagada cuando la enfermedad la venció?, el niño quería bajar y jugar, si quería correr sentir el piso, el aire cálido y con olor a sal, miraba la escena desde lejos…
Entró a un almacén cercano, esa misma tarde le llegaría un paquete de cosas, seguro fueran jabones, cepillos, puros, cualquier porquería que pudieran mandarle en un claro “pésame” por la muerte de su padre y de su antes fallecida madre, pudiera ir cualquiera a recoger aquel paquete, y ninguno de sus sirvientes se negaría a recibirlo – no, yo voy personalmente por él – le dijo a su mayordomo con una pequeña y obligada sonrisa – necesito salir de casa, necesito aire limpio – si, necesitaba salir, aun cuando la muerte de su padre le alegraba bastante pues por primera vez en su vida se sentía libre de expresar sus sentimientos, también se sentía atado a París, el trabajo, sus contactos… Annette, claro, los negocios, todo lo amarraba aquí, no podía llorar la muerte de su madre… aun, aun no podía, y faltarían años para poder hacerlo, muchas ocupaciones y tan poco tiempo.
Sumido en sus pensamientos caminaba con el paquete en sus manos, a lo lejos el llanto de un niño, no prestó atención a lo que hacía puesto que imaginaba que ese llanto era el mismo en sus recuerdos, hasta que él paquete cayó de sus manos volviéndolo a la realidad -¿Qué…? – miraba a la señora que había observado antes con él niño en brazos, intentando comprender sus palabras - ¿qué? – volvió a repetir mirándola nuevamente – No, no, no se preocupe ha sido culpa mía – recogía las cosas del paquete, aunque de cierto modo agradecía al niño, eran cosas insignificantes, si se quedaban tiradas en el suelo no le importaría - Solo esta algo aburrido – acaricio la mejilla del pequeño sonriendo para ambos
Entró a un almacén cercano, esa misma tarde le llegaría un paquete de cosas, seguro fueran jabones, cepillos, puros, cualquier porquería que pudieran mandarle en un claro “pésame” por la muerte de su padre y de su antes fallecida madre, pudiera ir cualquiera a recoger aquel paquete, y ninguno de sus sirvientes se negaría a recibirlo – no, yo voy personalmente por él – le dijo a su mayordomo con una pequeña y obligada sonrisa – necesito salir de casa, necesito aire limpio – si, necesitaba salir, aun cuando la muerte de su padre le alegraba bastante pues por primera vez en su vida se sentía libre de expresar sus sentimientos, también se sentía atado a París, el trabajo, sus contactos… Annette, claro, los negocios, todo lo amarraba aquí, no podía llorar la muerte de su madre… aun, aun no podía, y faltarían años para poder hacerlo, muchas ocupaciones y tan poco tiempo.
Sumido en sus pensamientos caminaba con el paquete en sus manos, a lo lejos el llanto de un niño, no prestó atención a lo que hacía puesto que imaginaba que ese llanto era el mismo en sus recuerdos, hasta que él paquete cayó de sus manos volviéndolo a la realidad -¿Qué…? – miraba a la señora que había observado antes con él niño en brazos, intentando comprender sus palabras - ¿qué? – volvió a repetir mirándola nuevamente – No, no, no se preocupe ha sido culpa mía – recogía las cosas del paquete, aunque de cierto modo agradecía al niño, eran cosas insignificantes, si se quedaban tiradas en el suelo no le importaría - Solo esta algo aburrido – acaricio la mejilla del pequeño sonriendo para ambos
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Una de sus rodillas tiembla, lo hace como en aquellas ocasiones en que ha caminado por horas, ¿cuándo fue la última vez que estuvo de pie por tantos minutos? Los días siguen pasando iguales uno tras otros, sin variaciones, sin cambios notorios, sin algo que la motive a despertar porque apenas es capaz de conciliar el sueño. Sólo cerrar los ojos y esperar que las imágenes vuelvan a aparecer otra vez como una maldición que no sabe cuando recibió, una mezcla de pasado, sentada en el alfeizar de una ventana esperando a que la noche caiga para poder encontrarse con él, fingiendo que era un cliente como cualquier otro, más un futuro que sigue luciendo tan negro como el tiempo en que no lo conocía. No necesita dormir porque no hay ilusiones que quiera revivir, tampoco esperanza de que al hacerlo las pesadillas se vayan. La sangre como lo único rojo entre una maraña de rostros oscuros, llantos de niños que se multiplican y sus propias lágrimas que nunca llegan, sus ojos parecen secos y su corazón se ha detenido. ¿Quién puede asegurarle que sigue viva? El presente la llama de una forma brusca, recordándole que aunque desee con todas sus fuerzas lo contrario aún respira, aún tiene la mirada enfocada en una escena de la que no se siente parte y aún entre sus brazos hay un niño con el rostro de alguien a quien no puede sacar de su cabeza. Aunque tampoco es como si quisiera hacerlo.
¿Cómo podría ser culpa de él? Es León quien ha golpeado lo que llevaba entre las manos, es su hijo quien produjo que ahora deba agacharse a recoger lo que tal vez es importante para él, - créame que lo lamento mucho, - ni siquiera tiene ganas de rebatirle o sacar a relucir el hecho de que no estaba de acuerdo con lo que él plantea, sólo lleva sus rodillas al piso, afirmando con un brazo al pequeño y con el otro tomando algo para entregárselo sin siquiera fijarse que el canasto con pescado se mueve dejando caer parte de su contenido. ¿Por qué no puede mejor la tierra abrirse y terminar de una vez por todas con ese día tan nefasto? Claire prefiere no culpar al mundo de lo que le sucede a ella, especialmente porque parte del mundo son esas dos personas que ama incluso más que a sí misma. Debería levantarse, dejar ese aspecto patético para aquellas personas que tienen problemas reales, aquellos que a diferencia de ella no saben si tendrán algo que llevarse a la boca ese día o incluso el siguiente, o esos que ruegan cada noche mirando al cielo que la lluvia no caiga porque no tendrán donde protegerse de ella para intentar dormir. Antes de que esto se convierta en algo peor recoge todo y deja a León en el suelo sin soltarle la mano, con los ojos en todo momento sobre él, alzándose y sintiendo que el peso sobre sus hombros no tiene nada que ver con lo que tiene entre dos dedos.
Es una madre sobreprotectora, siempre pendiente, aferrándose a lo único que le queda del tiempo en que pensó que podría disfrutar de retazos de una vida feliz. Ahora deberían ser dos pequeños en los cuales poner su mirada, un niño y una niña, ambos de ojos claros y cabello oscuro, él, que si tiene los rasgos de su padre y ella que nunca sabrán como habría lucido, quizás como la madre o tal vez una mezcla perfecta de ambos. Claire que ha visto la caricia reciente que un desconocido ha hecho en la mejilla de su hijo y la sonrisa que le ha dedicado a ambos no puede evitar el dolor en el pecho que eso trae. – No puedo dejarlo jugar aquí, - ¿es acaso audible su voz a través de los dientes apretados? La mandíbula tensa intentando disolver el nudo de la garganta, los ojos picando por la necesidad de soltar lágrimas, el orgullo pisoteado o quizás desaparecido, nada de la imagen imponente e impenetrable queda en ella, si no fuera por la tela de su vestido y los pendientes, regalo de su esposo, que no se quita, podría pasar por una mujer cualquiera de una clase más baja, - hay mucha gente y no puedo arriesgarme a perderlo. - ¿Dónde están sus ojos que no enfocan al hombre con quien se supone habla? Se elevan rápido, los músculos de su rostro ya no conocen las sonrisas o en ese minuto le habrían entregado una, - ¿se dañó algo del contenido de lo que lleva? Si es así déjeme pagar por lo que sea, - el deber parece anteceder incluso a lo que le aflige o quizás es sólo que busca una válvula de escape para todo eso.
¿Cómo podría ser culpa de él? Es León quien ha golpeado lo que llevaba entre las manos, es su hijo quien produjo que ahora deba agacharse a recoger lo que tal vez es importante para él, - créame que lo lamento mucho, - ni siquiera tiene ganas de rebatirle o sacar a relucir el hecho de que no estaba de acuerdo con lo que él plantea, sólo lleva sus rodillas al piso, afirmando con un brazo al pequeño y con el otro tomando algo para entregárselo sin siquiera fijarse que el canasto con pescado se mueve dejando caer parte de su contenido. ¿Por qué no puede mejor la tierra abrirse y terminar de una vez por todas con ese día tan nefasto? Claire prefiere no culpar al mundo de lo que le sucede a ella, especialmente porque parte del mundo son esas dos personas que ama incluso más que a sí misma. Debería levantarse, dejar ese aspecto patético para aquellas personas que tienen problemas reales, aquellos que a diferencia de ella no saben si tendrán algo que llevarse a la boca ese día o incluso el siguiente, o esos que ruegan cada noche mirando al cielo que la lluvia no caiga porque no tendrán donde protegerse de ella para intentar dormir. Antes de que esto se convierta en algo peor recoge todo y deja a León en el suelo sin soltarle la mano, con los ojos en todo momento sobre él, alzándose y sintiendo que el peso sobre sus hombros no tiene nada que ver con lo que tiene entre dos dedos.
Es una madre sobreprotectora, siempre pendiente, aferrándose a lo único que le queda del tiempo en que pensó que podría disfrutar de retazos de una vida feliz. Ahora deberían ser dos pequeños en los cuales poner su mirada, un niño y una niña, ambos de ojos claros y cabello oscuro, él, que si tiene los rasgos de su padre y ella que nunca sabrán como habría lucido, quizás como la madre o tal vez una mezcla perfecta de ambos. Claire que ha visto la caricia reciente que un desconocido ha hecho en la mejilla de su hijo y la sonrisa que le ha dedicado a ambos no puede evitar el dolor en el pecho que eso trae. – No puedo dejarlo jugar aquí, - ¿es acaso audible su voz a través de los dientes apretados? La mandíbula tensa intentando disolver el nudo de la garganta, los ojos picando por la necesidad de soltar lágrimas, el orgullo pisoteado o quizás desaparecido, nada de la imagen imponente e impenetrable queda en ella, si no fuera por la tela de su vestido y los pendientes, regalo de su esposo, que no se quita, podría pasar por una mujer cualquiera de una clase más baja, - hay mucha gente y no puedo arriesgarme a perderlo. - ¿Dónde están sus ojos que no enfocan al hombre con quien se supone habla? Se elevan rápido, los músculos de su rostro ya no conocen las sonrisas o en ese minuto le habrían entregado una, - ¿se dañó algo del contenido de lo que lleva? Si es así déjeme pagar por lo que sea, - el deber parece anteceder incluso a lo que le aflige o quizás es sólo que busca una válvula de escape para todo eso.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
“Dos besos llevo en mi alma llorona, que no se apartan de mi... el ultimo de mi madre llorona, y el primero que te di”
Y así de cerca Kyllian podía notar el dolor en el alma de aquella mujer ¿acaso las almas lastimadas se buscaban gritando de una forma ayuda?, parecía que si, aquella mujer reflejaba vagamente la imagen que tenía de su madre, tanto que al verla estaba por abrazarla por llorar como un niño indefenso… pero no podía hacer eso, ella no era su madre, pero no podía evitar sentir que la conocía que debía protegerla que se lo debía…
no la veía, su mirada se había vuelto a perder completamente en su mente ¿Cuándo había sido la ultima vez que había visto a su propia madre?, cuando tuvo que partir a Paris, su sonrisa más normal pero en su mirar dolor, perder al único compañero, a la única persona que podía llamar suyo se iba lejos de ella, el aire del puerto el olor a sal, las voces de la gente, un golpe seco en la parte detrás de su cabeza con un costal, lo hicieron volver en si, ¿qué era peor? ¿vivir en la fantasía o vivir en la realidad?, la realidad era fría y desolada, su mirar volvió hacia el niño que no dejaba de moverse intentando zafarse del agarre de su madre, quería correr, la sobreprotección de su madre, “Dejarlo libre, le dolerá más cuando tengas que partir, tiene que aprender a crecer” quería gritarle a aquella mujer, que no cometiera el mismo error que su propia madre, que derecho tenía él de pensar siquiera eso, era muy joven aun, una larga vida por delante.
- Son cosas sin importancia, el pequeño se dio cuenta que iban directo a la basura simplemente quiso ayudar – contesto con la mejor sonrisa que podía dibujar en su rostro de póquer, una mascara tras años y años de practica que hasta el mismo se había convencido de serenidad, de paz… de felicidad.
Antes de levantarse quiso ayudarla a recoger los pescados que estaban rodeados de un par de gatos que sin esperar demasiado, corrieron en busca de alimento, era en vano, había varios pedazos del pescado sin carne, lo dejó en el suelo, ya no tenía caso regresarlo a la canasta, se apresuró a levantarla apoyando una mano en su codo y una en su mano – permítame a mi pagar los pescados, esto si ha sido mi culpa – su mano recorrió su pantalón en busca de la cartera, sacando un par de billetes, lo menos que podía hacer, la gente apresurada, los empujaba de un lado a otro, la mano de la mujer aferraba con más fuerza al niño, se atrevió a levantarlo para entregarlo a su madre, cubriéndola de cierto modo de un hombre con sacos pesados como el que habia golpeado su nuca con anterioridad - ¡tengan más cuidado! – grito enfurecido, cuando el hombre siguió su camino sin siquiera disculparse – deberíamos movernos de aquí – con un brazo en su espalda en ademán protector camino hacia un lugar menos transitado - ¿se encuentra bien? – pregunta tonta, claro que no era así, pero el no era nadie para asumir que estaba mal, ni ella tenía que contestar esa pregunta – será mejor que la acompañe a su carruaje
Invitado- Invitado
Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
¿Qué derecho podría tener ella a recibir la bondad de alguien? Si ese hombre la conociera realmente daría media vuelta y la dejaría ahí con su remordimiento, con la soledad que la aqueja pese a estar rodeada de gente, con el dolor mordisqueando las paredes de su pecho en busca de comida en un lugar que hace meses está vacío. Claire no merece la lástima que ve en otros ojos, ni la preocupación desinteresada de aquellos que podrían dejarla e ir en busca de un trabajo real. ¿Por qué tendría siquiera que aceptar que él le ayude a ponerse de pie? Cerca del suelo es donde quiere estar, sentir los pies sobre ella o al menos sentir algo y no seguir notando como la capa fría que la separa del mundo sólo crece. Es suficiente pero aún así no puede dejarlo, sólo hay una persona capaz de deshacer todo y encontrarla aún cuando no exista un faro que alumbre en su dirección. Pero esa persona no está, no ha vuelto, quizás nunca vuelva y ella debería comenzar a aceptarlo. Hay tantas cosas que debería aceptar pero no se atreve. Más cobardía, más asco de si misma. – No, - es otra voz, no la propia, retroceder años y sentir que puede hablar de ese modo de nuevo, ¿cuánto durará? Segundos apenas es que puede vislumbrarse como la mujer que quizás no debió dejar de ser, - no es necesario, sólo los compré porque la señora que los vendía parecía necesitar el dinero más que yo, - rechaza los billetes que él le ofrece, es fácil hablar con la verdad cuando estás frente a un desconocido, tal vez eso es realmente lo que necesita, dejar de tener cerca de ella caras que le recuerden lo que está viviendo.
La mueven, alguien más la guía, ella no parece tener la opción de decidir, ¿por qué querría algo distinto si él sólo lo hace por su bien? Ya no deben esquivar los sacos ni él tener que soportar otro golpe. Es evidente que ella no es la única que posee dinero, pero tal vez el hombre que le toma el brazo merece realmente ese estatus. Nigel siempre se catalogó a si mismo como ‘asquerosamente rico’ y por añadidura ella también merecía ese mismo apelativo. – Estoy bien, - toma a León cuando se lo entregan para así que ambos caminen más rápido, la multitud parece aumentar a medida que avanza el día, la mayoría son criadas o empleados enviados por alguien más, la gente de la clase alta no pone sus finos zapatos sobre el suelo hediondo a pescado del puerto. Como dos realidades distintas, una cercana a la plaza, al centro, al lugar de las reuniones donde hasta los colores lucen más brillantes y otra que luce más como el punto tras bambalinas de todo ese espectáculo. – No, - se escucha distinta, casi temerosa, - aún no iré al carruaje… si desea acompañarme que sea para seguir recorriendo el puerto, debo comprar un par de cosas más, – deber no es lo mismo que querer, - reemplazar los pescados por otros tal vez, no se que más podrán necesitar, - ¿con quién habla ahora? León sigue inquieto y ella parece también requerir un respiro o tal vez sólo un momento antes de seguir adelante.
Camina con el canasto vacío bajo el brazo, pasos lentos mientras el niño sonríe y grita a algo que ve. El hombre camina a su lado y ahora es una parte distinta la que aparece frente a ellos, - es la primera vez que salgo de casa desde hace algunos meses, - ¿por qué le cuenta eso si es probable que ni siquiera le interese? – prometí que vendría a comprar lo necesario para una cena que es probable no comeré. – Se detiene, lo mira y su cabello parece más claro ahora que algunos rayos de sol les han regalado su presencia. Sólo gira parte de su cuerpo para no tener que seguir viéndolo por el rabillo del ojo, una de sus manos acaricia la mejilla de su hijo y le responde a preguntas que aún no es capaz de formular con palabras completas, son apenas balbuceos típicos de un niño de esa edad. – Usted debe tener cosas que hacer, le estoy quitando el tiempo… - ahora parece más formal, más distante, lejana como le han enseñado debe ser cuando se mete en el personaje de la mujer de clase alta que le corresponde. – No se preocupe por nosotros, seguiremos solos… - sus palabras contradicen las acciones de su hijo que estira los brazos, que continúa moviéndose requiriendo más atención de la que ya tiene, tal como hijo único que no conoce el compartir, - muchas gracias por todo. – Eso parece una despedida, ¿por qué entonces la duda está tan presente? La necesidad de compañía parece venir desde una parte tan profunda de si misma, gritando por ella de una manera desgarradora, exigiendo más a alguien que no conoce y que tal vez desearía conocer aunque sea de forma superficial.
La mueven, alguien más la guía, ella no parece tener la opción de decidir, ¿por qué querría algo distinto si él sólo lo hace por su bien? Ya no deben esquivar los sacos ni él tener que soportar otro golpe. Es evidente que ella no es la única que posee dinero, pero tal vez el hombre que le toma el brazo merece realmente ese estatus. Nigel siempre se catalogó a si mismo como ‘asquerosamente rico’ y por añadidura ella también merecía ese mismo apelativo. – Estoy bien, - toma a León cuando se lo entregan para así que ambos caminen más rápido, la multitud parece aumentar a medida que avanza el día, la mayoría son criadas o empleados enviados por alguien más, la gente de la clase alta no pone sus finos zapatos sobre el suelo hediondo a pescado del puerto. Como dos realidades distintas, una cercana a la plaza, al centro, al lugar de las reuniones donde hasta los colores lucen más brillantes y otra que luce más como el punto tras bambalinas de todo ese espectáculo. – No, - se escucha distinta, casi temerosa, - aún no iré al carruaje… si desea acompañarme que sea para seguir recorriendo el puerto, debo comprar un par de cosas más, – deber no es lo mismo que querer, - reemplazar los pescados por otros tal vez, no se que más podrán necesitar, - ¿con quién habla ahora? León sigue inquieto y ella parece también requerir un respiro o tal vez sólo un momento antes de seguir adelante.
Camina con el canasto vacío bajo el brazo, pasos lentos mientras el niño sonríe y grita a algo que ve. El hombre camina a su lado y ahora es una parte distinta la que aparece frente a ellos, - es la primera vez que salgo de casa desde hace algunos meses, - ¿por qué le cuenta eso si es probable que ni siquiera le interese? – prometí que vendría a comprar lo necesario para una cena que es probable no comeré. – Se detiene, lo mira y su cabello parece más claro ahora que algunos rayos de sol les han regalado su presencia. Sólo gira parte de su cuerpo para no tener que seguir viéndolo por el rabillo del ojo, una de sus manos acaricia la mejilla de su hijo y le responde a preguntas que aún no es capaz de formular con palabras completas, son apenas balbuceos típicos de un niño de esa edad. – Usted debe tener cosas que hacer, le estoy quitando el tiempo… - ahora parece más formal, más distante, lejana como le han enseñado debe ser cuando se mete en el personaje de la mujer de clase alta que le corresponde. – No se preocupe por nosotros, seguiremos solos… - sus palabras contradicen las acciones de su hijo que estira los brazos, que continúa moviéndose requiriendo más atención de la que ya tiene, tal como hijo único que no conoce el compartir, - muchas gracias por todo. – Eso parece una despedida, ¿por qué entonces la duda está tan presente? La necesidad de compañía parece venir desde una parte tan profunda de si misma, gritando por ella de una manera desgarradora, exigiendo más a alguien que no conoce y que tal vez desearía conocer aunque sea de forma superficial.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Y simplemente no podía separar sus pies del suelo, el separarse iba a ser un golpe para su capacidad puesto que la imagen de su rostro no podría borrarse y no quería que fuera así, el pequeño seguía impaciente entre sus brazos, sus brazos no soltaban el abrazo leve pero posesivo en el cual tenía a ambos una patética forma de protección pero no podía hacer más ¿por qué le pedía que se alejara?, aunque la pregunta real era ¿por qué no lo hacía? ¿por qué no hacía caso y se retiraba?, si eso una reverencia, un beso en el dorso de la mano de la mujer, un pequeño movimiento sobre el cabello del joven, una sonrisa cordial, otra reverencia, empezar a andar, todo era un par de instrucciones, un, dos, dos, tres, tres cuatro, instrucciones, instrucciones, instrucciones, todo era así en aquella vida la cual suponía que daba una felicidad, o eso le habían gritado muchas veces gente de menor categoría, ¿Qué envidia podían tenerme?, ellos lo tenían todo, una familia, un amor, fe, esperanza… cosas que él no sentía o no se permitía sentir tal vez por mera costumbre a no ser reprochado.
- Si a la señora no le molesta me gustaría acompañarlos un poco más de tiempo – el hombre sonreía más que nada suplicante, pero sabía que si ella no se lo permitía, tendría que volver a casa, a esas alturas probablemente bebería más de la cuenta, terminaría prácticamente desmayado en aquella enorme sala, atormentado por aquel cuadro que no era capaz de retirar por estar su madre dibujada sobre el lienzo.
- Además su canasta esta vacía… - movió levemente la canasta para comprobar aquello – si, y dijo que tendría que preparar una cena – no agregó el resto puesto no le veía sentido remarcarlo, simplemente lo había dicho, que era verdad, lo sabía se le notaba en aquella piel traslucida, en aquellos parpados sumidos, pero ya suficiente tenía consigo misma de verdugo como para echarle más a la cruz – Mi nombre es Kyllian – una presentación sencilla, pero era un modo de poder aferrarse a ambos hasta que estuviera seguro de que estarían bien, comenzaba a darse cuenta de que tal vez no lo hacía por ella si no por él mismo, por esa seguridad que le faltaba ahora, sabía que si volvía a casa sintiéndose culpable no pudiendo ayudar aquella mujer, bebería hasta poder dejar de ver aquel cuadro que jamás se atrevía a quitar, hasta perder el conocimiento eso no ayudaba a nada ni a nadie - ¿cómo se llama la pequeña criatura? – la sonrisa que le dedicaba al pequeño era sincera, de las pocas personas que habían ganado una sonrisa de su parte al menos sincera, puesto que sonreir era parte de las instrucciones mecanicazadas parte de su rutina.
- Si a la señora no le molesta me gustaría acompañarlos un poco más de tiempo – el hombre sonreía más que nada suplicante, pero sabía que si ella no se lo permitía, tendría que volver a casa, a esas alturas probablemente bebería más de la cuenta, terminaría prácticamente desmayado en aquella enorme sala, atormentado por aquel cuadro que no era capaz de retirar por estar su madre dibujada sobre el lienzo.
- Además su canasta esta vacía… - movió levemente la canasta para comprobar aquello – si, y dijo que tendría que preparar una cena – no agregó el resto puesto no le veía sentido remarcarlo, simplemente lo había dicho, que era verdad, lo sabía se le notaba en aquella piel traslucida, en aquellos parpados sumidos, pero ya suficiente tenía consigo misma de verdugo como para echarle más a la cruz – Mi nombre es Kyllian – una presentación sencilla, pero era un modo de poder aferrarse a ambos hasta que estuviera seguro de que estarían bien, comenzaba a darse cuenta de que tal vez no lo hacía por ella si no por él mismo, por esa seguridad que le faltaba ahora, sabía que si volvía a casa sintiéndose culpable no pudiendo ayudar aquella mujer, bebería hasta poder dejar de ver aquel cuadro que jamás se atrevía a quitar, hasta perder el conocimiento eso no ayudaba a nada ni a nadie - ¿cómo se llama la pequeña criatura? – la sonrisa que le dedicaba al pequeño era sincera, de las pocas personas que habían ganado una sonrisa de su parte al menos sincera, puesto que sonreir era parte de las instrucciones mecanicazadas parte de su rutina.
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Claire jamás se había acercado a una cocina más que para ayudar a su madre cuando era pequeña o luego pedir cuando ya era mayor. Asomar la nariz en la parte posterior del burdel, exigir lo que tenía deseos de comer y aprovecharse de su buena posición al interior de ese lugar para saber que no tendría una respuesta negativa a cambio, y luego, cuando llegó a su propio hogar, sólo era donde podría encontrar a una empleada, donde daría indicaciones para una cena con su esposo o luego para supervisar como se realiza la comida de su hijo. Todo hasta hace poco, hasta el tiempo en que fue abandonada y se encerró en una habitación para sólo salir a tomar esos baños obligados y las visitas cada vez más periódicas de un médico que intenta hacerla entrar en razón. - Caminemos entonces, - y con eso ya está, sólo falta la sacar la bandera blanca, comenzar a moverla frente a todos y reconocer que se ha rendido, que ha bajado los brazos en una batalla que nunca tuvo lugar, quizás sólo aceptando que el desinterés puede existir o tal vez sólo sea un interés no mezquino ni mal intencionado. – Debo llevar las cosas para que las preparen, no se como encender la cocina o que elementos deben agregarse al pescado para darle sabor, - se encoge de hombros mientras sus pasos se hacen más regulares, acompasados,
- Realmente no se cocinar, hace mucho aprendí un par de cosas pero ya las olvidé… ni siquiera se como hervir agua sin tener el riesgo de quemarme los dedos. – No teme quedar como una inútil porque de cierta forma es así como se siente. Como se ha sentido los últimos meses. - León,- ¿de quién es esa voz que sale? La ha robado a alguien, no le pertenece, está demasiado cargada de recuerdos como para ser propia. – Su nombre es León y el mío Claire, - omite el apellido, ya ni siquiera segura de si podrá seguir llevándolo aún cuando el matrimonio no se ha disuelto ni ha cambiado quien es el padre de su hijo. Repite el nombre de quien ahora la acompaña, sólo por saber como suena en sus propios labios, ahora un poco más alto, - Kyllian… ¿lo he pronunciado bien? – un poco más de inglés que francés, los dos idiomas que maneja a la perfección, ambos tan parte de si misma como los ojos claros y el cabello oscuro que la han acompañado toda su vida. Incluso en gestos tan mínimos como ese puede hacerse visible la inseguridad que creyó erradicada, que pensaba ya no estaba presente desde que tenía unas manos firmes que podrían afirmarla si sus cimientos se tambaleaban, pero ahora que no tiene todo eso necesita la aprobación, la claridad de que al menos es capaz de hacer eso tan mínimo de la forma correcta.
Se gira, no sabe que camino seguir, - ¿sabe usted para qué comidas sirven los distintos tipos de pescados? – antes de escuchar una respuesta da pasos más rápidos, León disfruta y estira los brazos hacia Kyllian que los acompaña, se mueve en silencio hasta el sector más amplio. Respira profundo y sonríe, es raro mirarla de ese modo pero se lo permite por un segundo, el ruido del puerto es más lejano, la acumulación de gente se hace menos notoria, están cerca pero no tanto, - creo que mejor le pregunto eso a la señora que me atendió antes… - algo ha cambiado en ella, ¿será que él le produce eso? Como si pudiera ser parte de otro mundo donde todas las tragedias, donde los problemas y donde eso que la aqueja tanto se ha quedado en pausa y ella puede darse pequeños lujos como disfrutar de una conversación tranquila con alguien que al parecer, no la juzga ni la condena. - ¿A qué se dedica usted Kyllian? Si puedo preguntar claro, - baja a León y permite que corra hasta unas aves que alzan su vuelo, deja también el canasto vacío en el suelo y no despega los ojos de su hijo, está sólo a unos pasos pero aún no se arriesga, puede que se sienta levemente mejor pero el dolor y el miedo sigue tan presente como antes.
- Realmente no se cocinar, hace mucho aprendí un par de cosas pero ya las olvidé… ni siquiera se como hervir agua sin tener el riesgo de quemarme los dedos. – No teme quedar como una inútil porque de cierta forma es así como se siente. Como se ha sentido los últimos meses. - León,- ¿de quién es esa voz que sale? La ha robado a alguien, no le pertenece, está demasiado cargada de recuerdos como para ser propia. – Su nombre es León y el mío Claire, - omite el apellido, ya ni siquiera segura de si podrá seguir llevándolo aún cuando el matrimonio no se ha disuelto ni ha cambiado quien es el padre de su hijo. Repite el nombre de quien ahora la acompaña, sólo por saber como suena en sus propios labios, ahora un poco más alto, - Kyllian… ¿lo he pronunciado bien? – un poco más de inglés que francés, los dos idiomas que maneja a la perfección, ambos tan parte de si misma como los ojos claros y el cabello oscuro que la han acompañado toda su vida. Incluso en gestos tan mínimos como ese puede hacerse visible la inseguridad que creyó erradicada, que pensaba ya no estaba presente desde que tenía unas manos firmes que podrían afirmarla si sus cimientos se tambaleaban, pero ahora que no tiene todo eso necesita la aprobación, la claridad de que al menos es capaz de hacer eso tan mínimo de la forma correcta.
Se gira, no sabe que camino seguir, - ¿sabe usted para qué comidas sirven los distintos tipos de pescados? – antes de escuchar una respuesta da pasos más rápidos, León disfruta y estira los brazos hacia Kyllian que los acompaña, se mueve en silencio hasta el sector más amplio. Respira profundo y sonríe, es raro mirarla de ese modo pero se lo permite por un segundo, el ruido del puerto es más lejano, la acumulación de gente se hace menos notoria, están cerca pero no tanto, - creo que mejor le pregunto eso a la señora que me atendió antes… - algo ha cambiado en ella, ¿será que él le produce eso? Como si pudiera ser parte de otro mundo donde todas las tragedias, donde los problemas y donde eso que la aqueja tanto se ha quedado en pausa y ella puede darse pequeños lujos como disfrutar de una conversación tranquila con alguien que al parecer, no la juzga ni la condena. - ¿A qué se dedica usted Kyllian? Si puedo preguntar claro, - baja a León y permite que corra hasta unas aves que alzan su vuelo, deja también el canasto vacío en el suelo y no despega los ojos de su hijo, está sólo a unos pasos pero aún no se arriesga, puede que se sienta levemente mejor pero el dolor y el miedo sigue tan presente como antes.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
No se había explicado correctamente, puesto que no era eso lo que quería decir, claro que no sabría cocinar, la mayoría de las mujeres que eran de clase alta habían sido clase alta toda su vida, es como decir eso de él, él jamás aprendería a pescar o no se, tal vez a tallar en madera, si bueno no se le ocurría alguna actividad que los hombres “normales” hicieran en su vida diaria, tal vez por el simple hecho de no haberlo hecho en su vida, durante su infancia apenas podía salir a jugar un poco, se la pasaba encerrado en la biblioteca, aprendiendo economía, idiomas, literatura y cuando podía salir en su tiempo libre, era para ir a comidas aburridas acompañando a su padre, la diversión para él había terminado cuando cumplió 6 años, aunque no se corrigió puesto que no estaba del todo seguro que había contestado a aquella mujer, su mente estaba tan perdida en un mundo alterno entre la realidad y la mentira, donde la dama y su madre se hacían presentes, si Kyllian te estas volviendo loco”, no lo dijo, simplemente lo pensó – Al menos sabe que el agua va en la cacerola para calentarse – añadió, un poco avergonzado, no lo sabía realmente , era un aprendizaje obsoleto o así era como lo llamaba su padre, oyó ambos nombres atento, sonriendo por la belleza de ambos, nombre perfecto para un chico que un futuro seria alguien grande y valiente, el león siempre había causado en Kyllian un respeto – Es un nombre precioso… el de ambos – el pequeño estiraba los brazos hacía Kyllian, no sabía cargar a un menor, nunca antes lo había hecho, no tenía hermanos, no tenía familia y tampoco era que le interesara mucho, no, no lo hacía pero de cierto modo quería tomar al pequeño en brazos, aunque no se atrevió a pedirlo prestado.
No había apellido, lo cual le hacía darse cuenta de que no era viuda, la mayoría de las mujeres viudas decían su apellido con orgullo, y vaya que conocía muchas mujeres viudas, todas unas mujeres a veces demasiado coquetas si el luto y su edad no eran para respetarse… ¿separada?¿abandonada? no tenía respuesta para ello, por lo menos no ahora, y no lo preguntaría pero en su cabeza había mil y un hipótesis, calculador, quisquilloso, cualidades de Kyllian, divagaba, lo hacía con frecuencia desde el encuentro con Claire, ahora tenía un nombre podría llamarla así]color=yellow] – Si, lo ha pronunciado correctamente – [/color]apremió con una sonrisa, el abrazo se había hecho un poco más flojo, pero sus manos seguían en torno al cuerpo de la señora, las preguntas que ni el mismo podía contestar acerca de los pescados, sus mejillas rojas como las manzanas, lo había tomado desprevenido, puesto que jamás se lo había preguntado, siempre era pescado y verduras o pescado y frutas, nunca se había puesto a ver si el plato que ingeria era de salmón o de tiburón o demás animales que habitaban el inmenso mar - la verdad es que yo tampoco estoy muy seguro de que guisos, además no soy muy amigo de los platillos del mar – eso era verdad, lo poco que consumía de aquello era por educación, puesto que le gustaba la carne de res, más que de otro animal.
Mira al niño bajar de los brazos de la señora, indefenso y aun asi contento, una banca a unos pasos de él, se sienta ayudando a Claire a que tomara asiento, algo firme para ambos, la paz reinaba, al menos el se sentía en paz, miró al pequeño jugar con las aves, suspiro, tranquilo, vigilante a todo mal cerca de ambos. – Soy contador – añadió – mi padre era un estafador – así de simple, sin ton ni son, honestidad de nuevo – prestaba dinero a gente que la necesitara y se hacía ricos de sus intereses y yo, yo cobró lo que se debe - no estaba orgulloso de su trabajo, pero no sabía hacer otra cosa, más que eso.
No había apellido, lo cual le hacía darse cuenta de que no era viuda, la mayoría de las mujeres viudas decían su apellido con orgullo, y vaya que conocía muchas mujeres viudas, todas unas mujeres a veces demasiado coquetas si el luto y su edad no eran para respetarse… ¿separada?¿abandonada? no tenía respuesta para ello, por lo menos no ahora, y no lo preguntaría pero en su cabeza había mil y un hipótesis, calculador, quisquilloso, cualidades de Kyllian, divagaba, lo hacía con frecuencia desde el encuentro con Claire, ahora tenía un nombre podría llamarla así]color=yellow] – Si, lo ha pronunciado correctamente – [/color]apremió con una sonrisa, el abrazo se había hecho un poco más flojo, pero sus manos seguían en torno al cuerpo de la señora, las preguntas que ni el mismo podía contestar acerca de los pescados, sus mejillas rojas como las manzanas, lo había tomado desprevenido, puesto que jamás se lo había preguntado, siempre era pescado y verduras o pescado y frutas, nunca se había puesto a ver si el plato que ingeria era de salmón o de tiburón o demás animales que habitaban el inmenso mar - la verdad es que yo tampoco estoy muy seguro de que guisos, además no soy muy amigo de los platillos del mar – eso era verdad, lo poco que consumía de aquello era por educación, puesto que le gustaba la carne de res, más que de otro animal.
Mira al niño bajar de los brazos de la señora, indefenso y aun asi contento, una banca a unos pasos de él, se sienta ayudando a Claire a que tomara asiento, algo firme para ambos, la paz reinaba, al menos el se sentía en paz, miró al pequeño jugar con las aves, suspiro, tranquilo, vigilante a todo mal cerca de ambos. – Soy contador – añadió – mi padre era un estafador – así de simple, sin ton ni son, honestidad de nuevo – prestaba dinero a gente que la necesitara y se hacía ricos de sus intereses y yo, yo cobró lo que se debe - no estaba orgulloso de su trabajo, pero no sabía hacer otra cosa, más que eso.
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
El agradecimiento va escondido en la sonrisa, ¿acaso luce tímida? Más bien inerte, un brote que ha quedado en letargo y no permite que siga germinando. Ella parece a ratos la cáscara vacía de un fruto que ya no madurará, que abandonó la seguridad de sus raíces antes de estar listo. Lo sigue hasta el banco, escuchando cada palabra y comenzando otra vez a dudar, ahora por razones distintas. Prefiere dejar el tema de la comida a un lado, aprovechar que él le habla de si mismo para imitar sus acciones, ¿a qué se dedica ella? Sólo lamentarse día tras día, mirar una puerta, intentar llorar con los ojos secos, no despegar la vista de un hijo que no irá a ningún lado, escuchar consejos, indicaciones, ruegos de personas cercanas que no tienen algún tipo de parentesco con ella, sólo empleados, un médico, criadas, la misma gente que la ha acompañado el último par de años o un poco más, los que conocen la historia completa y pese a todo se alegran de tenerla en esa casa que se otro modo estaría aún más vacía. - ¿Le gusta lo que hace? – abre un poco los ojos, se sobresalta, el grito de León fue sólo una risa más aguda, - me refiero a su trabajo, a ser contador… ¿le gusta eso o preferiría hacer otra cosa? –
Ella jamás lo juzgaría, ni por sus propias elecciones ni por las de su padre. No es quien para hacerlo y aunque no tuviera su propio pasado manchado por un trabajo que para otros puede ser detestable, tampoco lo haría. Simplemente no cree en formarse una idea de las personas antes de escuchar al menos de su boca la versión de la historia, lo aprendió con el tiempo, con los años que pasaron y con esos clientes que muchas veces pagaron sólo para ser escuchados, para poder encontrar eso que en otro lado jamás tendrían, la posibilidad de hablar, de sentirse vulnerables, de no ser tachados de poco hombres sólo porque quizás quieren expresar lo que sienten. Claire no es alguien que sea muy amiga de todo ese sentimentalismo, pero todo lo que ella era parece ahora lejano, como si perteneciera a alguien más, ¿qué importa entonces lo que haga? – No crea que me haré una mala imagen de usted si da una respuesta que pueda ser políticamente incorrecta… pese a que durante mucho realicé una labor que me gustaba y enorgullecía, eso no quiere decir que no comprenda cuando no es así el caso, - pudo verlo en otras mujeres, que sólo estaban ahí porque no tenían más opciones, ¿habría cambiado quizás para ella de haber tenido una familia que mantener?
Kyllian parece joven, ¿por qué no lo había notado hasta ahora? Joven quizás para ya estar amargado por una ocupación forzada, joven para sus ojos que ya habían dejado de mirar a alguien más como potenciales clientes, pero es en realidad un hombre maduro, ¿tendría esposa? ¿hijos? Quizás debería advertirle quien es antes de que alguien que la conoce esparza los rumores de que se reúne con alguien como ella, él podría tener problemas después sólo por sentarse en un banco a hablar mientras miran a un pequeño que apenas corre intentando lograr que todas las aves vuelven. El rabillo de su ojo le da la visión de un hombre con una historia quizás tan compleja como la propia, antes le era fácil leer a la gente, especialmente a los hombres, pero ahora no es capaz ni de definir qué edad tiene él, mucho menos algún otro detalle. Claire está ahora pendiente de todos los que pasan, de cada uno de ellos, de León, quizás debería volver a encerrarse a su casa, ¿qué pasa si Nigel volvió mientras ella está ahí sentada? Pero esa sola idea no le permite moverse, es como si estuviera clavada al asiento, congelada ante la opción de que su calvario llegue alguna vez a su fin, debería sentir flamear una pequeña llama de esperanza que caliente su corazón, pero sólo parece latir porque así debe ser. - ¿Tiene usted esposa Kyllian? – pregunta sin saber por qué, esperando que de ser positiva la respuesta nadie le diga que él estuvo conversando con esa puta que tuvo el atrevimiento de casarse con un conde.
Ella jamás lo juzgaría, ni por sus propias elecciones ni por las de su padre. No es quien para hacerlo y aunque no tuviera su propio pasado manchado por un trabajo que para otros puede ser detestable, tampoco lo haría. Simplemente no cree en formarse una idea de las personas antes de escuchar al menos de su boca la versión de la historia, lo aprendió con el tiempo, con los años que pasaron y con esos clientes que muchas veces pagaron sólo para ser escuchados, para poder encontrar eso que en otro lado jamás tendrían, la posibilidad de hablar, de sentirse vulnerables, de no ser tachados de poco hombres sólo porque quizás quieren expresar lo que sienten. Claire no es alguien que sea muy amiga de todo ese sentimentalismo, pero todo lo que ella era parece ahora lejano, como si perteneciera a alguien más, ¿qué importa entonces lo que haga? – No crea que me haré una mala imagen de usted si da una respuesta que pueda ser políticamente incorrecta… pese a que durante mucho realicé una labor que me gustaba y enorgullecía, eso no quiere decir que no comprenda cuando no es así el caso, - pudo verlo en otras mujeres, que sólo estaban ahí porque no tenían más opciones, ¿habría cambiado quizás para ella de haber tenido una familia que mantener?
Kyllian parece joven, ¿por qué no lo había notado hasta ahora? Joven quizás para ya estar amargado por una ocupación forzada, joven para sus ojos que ya habían dejado de mirar a alguien más como potenciales clientes, pero es en realidad un hombre maduro, ¿tendría esposa? ¿hijos? Quizás debería advertirle quien es antes de que alguien que la conoce esparza los rumores de que se reúne con alguien como ella, él podría tener problemas después sólo por sentarse en un banco a hablar mientras miran a un pequeño que apenas corre intentando lograr que todas las aves vuelven. El rabillo de su ojo le da la visión de un hombre con una historia quizás tan compleja como la propia, antes le era fácil leer a la gente, especialmente a los hombres, pero ahora no es capaz ni de definir qué edad tiene él, mucho menos algún otro detalle. Claire está ahora pendiente de todos los que pasan, de cada uno de ellos, de León, quizás debería volver a encerrarse a su casa, ¿qué pasa si Nigel volvió mientras ella está ahí sentada? Pero esa sola idea no le permite moverse, es como si estuviera clavada al asiento, congelada ante la opción de que su calvario llegue alguna vez a su fin, debería sentir flamear una pequeña llama de esperanza que caliente su corazón, pero sólo parece latir porque así debe ser. - ¿Tiene usted esposa Kyllian? – pregunta sin saber por qué, esperando que de ser positiva la respuesta nadie le diga que él estuvo conversando con esa puta que tuvo el atrevimiento de casarse con un conde.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
¿le gustaba su trabajo?¿le gustaba? Claro que no, jamás le había gustado pero era lo único que sabia hacer, era lo único para lo que era bueno, siempre había pensado que lo demás eran simples accidentes, su facilidad para tocar el piano, por ejemplo, pero su vida era eso, los números, para eso había sido engendrado lo sabía, para seguir con los negocios, le gustara o no, no conocía otro estilo de vida, estaba atrapado en dos mundos, era demasiado joven para aparentar ser un hombre el cual esperaba morir en cualquier minuto, pero también era lo suficientemente mayor mentalmente como para comportarse como un chico de su edad, siquiera sabía bailar, había ido a muchos bailes, eso era verdad, parte de su trabajo, convivir con la gente, la costumbre era aceptar que si, efectivamente le gustaba su labor, con una sonrisa mecanizada, nuevamente volvíamos a los comportamientos naturales, si se le pueden llamar de ese modo de Kyllian, pero eso era para gente normal sin importante, aquella mujer le importaba, si, era como estar de nuevo en casa, con su familia, con la gente que lo quisiera, nunca había tenido ese amor, puesto ni a su madre se le había permitido disfrutarlo como ambos les hubiera gustado, entonces buscaba ese cariño en ella.
“– No crea que me haré una mala imagen de usted si da una respuesta que pueda ser políticamente incorrecta… pese a que durante mucho realicé una labor que me gustaba y enorgullecía, eso no quiere decir que no comprenda cuando no es así el caso, -“, no claro que de cierta forma le importaba lo que aquella mujer pensara de si mismo, pero también estaba seguro, tal vez ciegamente seguro de que no haría eso, y el le pagaría con su total sinceridad, con esa pequeña abertura en su corazón que podía permitirse –No, no estoy a gusto con mi trabajo, yo simplemente sigo ordenes – se encogió de hombros ¿pero de quien seguía ordenes? Su padre había muerto, nadie le ordenaba nada… si el simple recuerdo, pero eso si no se atrevió a decirlo, al menos no en ese momento, se apenaba por no ser aquel caballero galante que pretendía ser con aquellas ropas nuevas, delicadas y caras, no era un simple niño jugando a los disfraces.
Busco a León con la mirada, ahí estaba él, jugando con las gaviotas, riendo, esa risa, completaba algo, no sabia que pero el hueco se cerraba, si eso pasaba y se notaba en su rostro, estaba sereno, en guardía protegiendo a aquellos seres que le traian su infancia de vuelta - ¿eh? – la oyo hablar pero no estaba prestando mucha atención movio su cabeza de un lado a otro quitando pensamientos, la miro con disculpa esperando que repitiera la pregunta, ¿Qué si tenia esposa?, por su puesto que no - no, la verdad es que no hay señora que me espere en casa… aun – en ese momento su rostro se vio iluminado por la imagen de Annie, aquella cortesana, la que había sido la amante de su padre, aquella que amaba más que a su propia vida, pero aun no pasaba nada, ni siquiera un beso entre ambos
“– No crea que me haré una mala imagen de usted si da una respuesta que pueda ser políticamente incorrecta… pese a que durante mucho realicé una labor que me gustaba y enorgullecía, eso no quiere decir que no comprenda cuando no es así el caso, -“, no claro que de cierta forma le importaba lo que aquella mujer pensara de si mismo, pero también estaba seguro, tal vez ciegamente seguro de que no haría eso, y el le pagaría con su total sinceridad, con esa pequeña abertura en su corazón que podía permitirse –No, no estoy a gusto con mi trabajo, yo simplemente sigo ordenes – se encogió de hombros ¿pero de quien seguía ordenes? Su padre había muerto, nadie le ordenaba nada… si el simple recuerdo, pero eso si no se atrevió a decirlo, al menos no en ese momento, se apenaba por no ser aquel caballero galante que pretendía ser con aquellas ropas nuevas, delicadas y caras, no era un simple niño jugando a los disfraces.
Busco a León con la mirada, ahí estaba él, jugando con las gaviotas, riendo, esa risa, completaba algo, no sabia que pero el hueco se cerraba, si eso pasaba y se notaba en su rostro, estaba sereno, en guardía protegiendo a aquellos seres que le traian su infancia de vuelta - ¿eh? – la oyo hablar pero no estaba prestando mucha atención movio su cabeza de un lado a otro quitando pensamientos, la miro con disculpa esperando que repitiera la pregunta, ¿Qué si tenia esposa?, por su puesto que no - no, la verdad es que no hay señora que me espere en casa… aun – en ese momento su rostro se vio iluminado por la imagen de Annie, aquella cortesana, la que había sido la amante de su padre, aquella que amaba más que a su propia vida, pero aun no pasaba nada, ni siquiera un beso entre ambos
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
De algún modo Claire sabe que si comienza a hablar de si misma terminará revelando todo, que contar sólo una parte no bastará, que será como abrir un torrente que simplemente avanza y arrasa con todo a su paso, todo lo que ella ha creado, todas esas barreras parecen no ser lo suficientemente fuertes para contenerlo. Su rostro muestra dolor y no es dolor físico, es algo mucho más intenso que jamás pensó sentir. Prefiere concentrarse en él, en quien tiene al frente y que probablemente pueda ayudarla a olvidar aunque sea por algunos segundos quien es o por qué luce como si no hubiera dormido y comido en meses, pese incluso aunque esa es la verdad. - ¿Para quién trabaja? - ¿acaso ella le ofrecería trabajo? Está claro que le vendría bien alguien que la ayudara a manejar todo ese dinero que ni siquiera era capaz de poner en números. Según las propias palabras de Nigel podrían vivir con ese estilo de vida por trecientos años más y aún no se terminaría. - ¿Qué le gustaría hacer si tuviera la posibilidad de elegir cualquier cosa? – espera que él no se sienta interrogado, sabe que una mujer de su posición debería ser más recatada y no hacer tantas preguntas, sólo limitándose a mantener una conversación distante con un hombre que acaba de conocer, pero ella es distinta y también lo son cada una de sus acciones.
Mira a León acercarse, con la cabeza un poco ladeada y una sonrisa que no desaparece de sus labios, tiene el pelo revuelto y los ojos azules aún más brillantes. Cualquiera que los viera podría decir que son como los de ella, pero eso sólo porque no han conocido a su padre, porque no han visto que cada una de sus facciones es una copia casi idéntica de las de su progenitor. Su hijo balbucea y estira los brazos, ella lo sienta en su regazo y busca entre su pequeña bolsa un trozo de dulce de frutas envuelto en un pañuelo de lino, el niño reconoce lo que vendrá a continuación y comienza a estar ansioso. Claire le besa la mejilla y luego le presta el pequeño alimento de modo que sus dedos toquen el pañuelo y no directamente el dulce. – Con calma León, no comas rápido, - el niño parece haber escuchado a su madre porque toma un ritmo más lento, disfrutando de igual modo de lo que acaban de darle. - ¿Tiene novia entonces? Quizás estoy malinterpretando ese aún, pero me da a entender que hay alguien que está ocupando su mente… y quizás hasta su corazón. – Claire sólo conoce en teorías las etapas que siguen las mujeres antes del matrimonio, las primeras salidas con el hombre que les interesa o quizás han elegido para ellas, las presentaciones familiares, cenas donde apenas se les permite mantener una conversación a través de miradas. Todo eso que ella jamás tuvo, porque conoció los rincones de su esposo dentro de una cama, atendiéndolo como cliente, incluso cuando durante un tiempo fue el único de su lista, inventando excusas para el resto, sin querer reconocer que era el amor lo que le impedía recibir a alguien más.
-Espero que no le moleste que pregunte, simplemente usted me parece alguien… interesante, - y también confiable, quizás como ese amigo que tuvo alguna vez pero que se alejó con el tiempo, Kyllian podría quizás ser el primer amigo que tenga con el que no se haya acostado ni planee hacerlo. León deja caer el dulce y comienza a bostezar, la rutina es siempre la misma y por la hora quizás es tiempo de una siesta algo temprana. Claire lo acomoda entre sus brazos y lo mece por unos minutos hasta que se duerme, profundamente, como si no hubiera dormido casi 10 horas la noche anterior. – Mi esposo y yo nos conocimos hace casi 7 años… éramos tan jóvenes… - el recuerdo trae una sonrisa a su rostro, una distinta a las que han aparecido hasta ahora. Peina con los dedos el cabello oscuro de su hijo y observa como sus labios se fruncen, exactamente igual como hace su padre al dormir, - nos conocimos en un burdel, yo trabajaba ahí, en aquella época recién comenzaba a bailar o tocar el piano, atender mesas… no fue hasta que me fui a otro burdel que comenzamos a ser lo que fuimos durante tantos años… - el dolor en su pecho aumenta, en su memoria se mezclan tiempos felices y otros que no lo fueron tanto, - yo fui su puta y él mi cliente, todo eso por unos 4 años… nunca me atreví a aceptar que lo amaba desde el momento que lo vi hasta que él me lo dijo, hasta que me dijo que estaba enamorado de mí… atendí a tantos hombres, gané tanto dinero… pero nada servía porque lo único que esperaba era que llegara la noche para verlo, sólo quería verlo… - sólo quiero verlo. Ni siquiera nota que las lágrimas caen hasta que ve la piel de León humedecerse.
Mira a León acercarse, con la cabeza un poco ladeada y una sonrisa que no desaparece de sus labios, tiene el pelo revuelto y los ojos azules aún más brillantes. Cualquiera que los viera podría decir que son como los de ella, pero eso sólo porque no han conocido a su padre, porque no han visto que cada una de sus facciones es una copia casi idéntica de las de su progenitor. Su hijo balbucea y estira los brazos, ella lo sienta en su regazo y busca entre su pequeña bolsa un trozo de dulce de frutas envuelto en un pañuelo de lino, el niño reconoce lo que vendrá a continuación y comienza a estar ansioso. Claire le besa la mejilla y luego le presta el pequeño alimento de modo que sus dedos toquen el pañuelo y no directamente el dulce. – Con calma León, no comas rápido, - el niño parece haber escuchado a su madre porque toma un ritmo más lento, disfrutando de igual modo de lo que acaban de darle. - ¿Tiene novia entonces? Quizás estoy malinterpretando ese aún, pero me da a entender que hay alguien que está ocupando su mente… y quizás hasta su corazón. – Claire sólo conoce en teorías las etapas que siguen las mujeres antes del matrimonio, las primeras salidas con el hombre que les interesa o quizás han elegido para ellas, las presentaciones familiares, cenas donde apenas se les permite mantener una conversación a través de miradas. Todo eso que ella jamás tuvo, porque conoció los rincones de su esposo dentro de una cama, atendiéndolo como cliente, incluso cuando durante un tiempo fue el único de su lista, inventando excusas para el resto, sin querer reconocer que era el amor lo que le impedía recibir a alguien más.
-Espero que no le moleste que pregunte, simplemente usted me parece alguien… interesante, - y también confiable, quizás como ese amigo que tuvo alguna vez pero que se alejó con el tiempo, Kyllian podría quizás ser el primer amigo que tenga con el que no se haya acostado ni planee hacerlo. León deja caer el dulce y comienza a bostezar, la rutina es siempre la misma y por la hora quizás es tiempo de una siesta algo temprana. Claire lo acomoda entre sus brazos y lo mece por unos minutos hasta que se duerme, profundamente, como si no hubiera dormido casi 10 horas la noche anterior. – Mi esposo y yo nos conocimos hace casi 7 años… éramos tan jóvenes… - el recuerdo trae una sonrisa a su rostro, una distinta a las que han aparecido hasta ahora. Peina con los dedos el cabello oscuro de su hijo y observa como sus labios se fruncen, exactamente igual como hace su padre al dormir, - nos conocimos en un burdel, yo trabajaba ahí, en aquella época recién comenzaba a bailar o tocar el piano, atender mesas… no fue hasta que me fui a otro burdel que comenzamos a ser lo que fuimos durante tantos años… - el dolor en su pecho aumenta, en su memoria se mezclan tiempos felices y otros que no lo fueron tanto, - yo fui su puta y él mi cliente, todo eso por unos 4 años… nunca me atreví a aceptar que lo amaba desde el momento que lo vi hasta que él me lo dijo, hasta que me dijo que estaba enamorado de mí… atendí a tantos hombres, gané tanto dinero… pero nada servía porque lo único que esperaba era que llegara la noche para verlo, sólo quería verlo… - sólo quiero verlo. Ni siquiera nota que las lágrimas caen hasta que ve la piel de León humedecerse.
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
¿Para quién trabajaba? Era independiente ahora, su padre había muerto ¿Por qué lo repetía mentalmente tantas veces? Lo peor de todo es que parecía ser que aun no lo entendía completamente, no, aun no lo hacía, era como si aquel hombre regorderte, calvo, de tos que parecían caerse en pedazos sus pulmones, acompañada a veces con gotas de sangre, a causa de cómo se lastimaba la garganta se hacía presentes, ¿Qué debía contestar? ¿la verdad? Pero si había dicho que seguía ordenes, ¿para qué mentir? Que caso tenia… si lo que quería era eso, comprensión, cariño, a estas alturas del partido le costaba diferenciar quien era el niño pequeño si León o el mismo - Trabajaba para mi padre… pero falleció hace unos meses mi señora, ahora, sigo dedicándome a lo mismo, cobrando los intereses de las deudas que tienen con él, ese es mi trabajo, - su mano derecha había buscado su nuca la movía como si esta le doliera, pero no, era un gesto que tenía desde muy niño, no se sentía incomodo, aunque tal vez ese gesto eso indicara, no, solo era un gesto, uno muy humano, demasiado.
Se quedó pensando, que le gustaría hacer, no estaba muy seguro, apenas tenía conocimientos de un mundo fuera de los números, su educación era mínima en ciertos temas que para su padre eran obsoletos, entonces ¿a que podría dedicarse con toda su alma y entregarse a ello? – El piano – sin más fue lo único que dijo unos segundos como esperando palabras de reproche de su acompañante pero esta la miraba serena, comprensiva, eso le daba valor para continuar con sus palabras – me dedicaría a la música – su sonrisa de infante, el brillo de sus ojos, eso era Kyllian en ese momento un niño, León se acercaba, Kyllian le acaricio la mejilla cuando este se acomodo en las piernas de su madre, esos ojos azules parecían zafiros deslumbrando bajo el reflejo de los rayos del sol, conforme los segundos pasaban estos habían perdido su resplandor, se iban cerrando, caía en un sueño profundo, volvía a sentirse orgulloso de estar ahí, cuidándolos, se atrevió a posar una mano en la frente del pequeño quitando sus cabellos de su frente peinándolo hacia atrás – hay una mujer… pero no, simplemente creo que aun no es momento para casarme tengo mucho trabajo que hacer – sonrio apenas ante sus propias palabras, demasiado seco con respecto al tema del amor, no creía en él, no sabía que era amar, además estaba enamorado de una cortesana… una mujer como ella, ¿Cómo podría decirle esas cosas?.
¿él una persona interesante?, frunció el ceño, no creía en sus palabras era un tipo normal aburrido, un tipo sin nada que hacer, antes de poder contestarle que no le molestaban sus preguntas, al contrario, no le costaba contestar, oia ahora atento la historia, su marido, ese hombre que podía ser el vivo retrato del pequeño que reposaba en los brazos de su madre, ella había sido una cortesana… una cortesana enamorada de un caballero como él, las lagrimas de los ojos de Claire iban cayendo por sus mejillas hasta la ropa del pequeño y la propia mano de kyllian que aun no retiraba de la frente del pequeño – no llore – susurro llevando esa mano a la mejilla de la mujer… - ¿el donde esta? – esperaba su regreso, he ahí el motivo por el cual aquella mujer estaba en esas condiciones y le odiaba… ¿Cómo podría dejar a una mujer y a un niño asi? – no llore, sus ojos son demasiado bellos como para que pequeñas gotas cristalinas nublen su brillo
Se quedó pensando, que le gustaría hacer, no estaba muy seguro, apenas tenía conocimientos de un mundo fuera de los números, su educación era mínima en ciertos temas que para su padre eran obsoletos, entonces ¿a que podría dedicarse con toda su alma y entregarse a ello? – El piano – sin más fue lo único que dijo unos segundos como esperando palabras de reproche de su acompañante pero esta la miraba serena, comprensiva, eso le daba valor para continuar con sus palabras – me dedicaría a la música – su sonrisa de infante, el brillo de sus ojos, eso era Kyllian en ese momento un niño, León se acercaba, Kyllian le acaricio la mejilla cuando este se acomodo en las piernas de su madre, esos ojos azules parecían zafiros deslumbrando bajo el reflejo de los rayos del sol, conforme los segundos pasaban estos habían perdido su resplandor, se iban cerrando, caía en un sueño profundo, volvía a sentirse orgulloso de estar ahí, cuidándolos, se atrevió a posar una mano en la frente del pequeño quitando sus cabellos de su frente peinándolo hacia atrás – hay una mujer… pero no, simplemente creo que aun no es momento para casarme tengo mucho trabajo que hacer – sonrio apenas ante sus propias palabras, demasiado seco con respecto al tema del amor, no creía en él, no sabía que era amar, además estaba enamorado de una cortesana… una mujer como ella, ¿Cómo podría decirle esas cosas?.
¿él una persona interesante?, frunció el ceño, no creía en sus palabras era un tipo normal aburrido, un tipo sin nada que hacer, antes de poder contestarle que no le molestaban sus preguntas, al contrario, no le costaba contestar, oia ahora atento la historia, su marido, ese hombre que podía ser el vivo retrato del pequeño que reposaba en los brazos de su madre, ella había sido una cortesana… una cortesana enamorada de un caballero como él, las lagrimas de los ojos de Claire iban cayendo por sus mejillas hasta la ropa del pequeño y la propia mano de kyllian que aun no retiraba de la frente del pequeño – no llore – susurro llevando esa mano a la mejilla de la mujer… - ¿el donde esta? – esperaba su regreso, he ahí el motivo por el cual aquella mujer estaba en esas condiciones y le odiaba… ¿Cómo podría dejar a una mujer y a un niño asi? – no llore, sus ojos son demasiado bellos como para que pequeñas gotas cristalinas nublen su brillo
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Y ahí, incluso con alguien que no la conoce, alguien a quien quizás no volverá a ver, alguien que simplemente la escucha y se preocupa por ella sin tener que hacerlo, se da cuenta que tal vez todo está perdido, que ya no hay vuelta atrás, que necesita ahora tomar decisiones antes de que sea demasiado tarde. ¿Qué puede hacer entonces? Meses y meses en que la esperanza sigue creciendo, que se mantiene como una llama a la que ni la lluvia, ni la nieve, ni un soplido directo pueden apagar, pero que ahora comienza a extinguirse. Hombros que caen, se siente derrotada y no recuerda en que momento todo eso se convirtió en una batalla o contra quién estaba luchando. Más lágrimas salen, ya no puede detenerlas y los ojos le duelen, después de tanto ya no se sienten secos, los cierra un instante quizás queriendo usar ese tiempo para recuperarse, para encontrar el control que hasta ese entonces había mantenido, pero escucha las palabras de Kyllian y se congela, esa pregunta que no quiere responder pero que sabe debe enfrentar en algún momento y sonríe, pero sólo porque alguien que nada tiene que ver con ella es capaz de llamar bellos a sus ojos apagados. – Él… - no es tan fuerte como lo cree, la voz apenas le sale, pronuncia el nombre de su esposo en voz alta es simplemente imposible, - él nos dejó hace meses… no se donde está o si aún está vivo… he contratado gente para que lo busque pero nada, no he logrado nada. – La frustración se hace presente, las lágrimas no se detienen, Claire alza la mirada y en silencio agradece que esa mano siga protegiendo a León de ese llanto.
Se siente más inútil que antes, incapaz de siquiera poder mantener encerrados los sentimientos que han estado dando vueltas hace tanto. El dolor es intenso, casi llega a ser algo físico, siente como cada parte de su interior se desgarra, se divide en trozos que no podrán volver a unirse, una carta rota por un impulso de un momento, algo que jamás volverá a tener la forma inicial, - yo no debería estar hablando de esto, es probable que esté malgastando su tiempo conmigo y sea muy amable como para decirlo… - sorbe por la nariz y se limpia el rostro con otro pañuelo que tiene a mano, con un hijo pequeño las posibilidades de ensuciarse siempre aumentan, - si tiene algo más que hacer no se preocupe por nosotros… esperaré a que León despierte para seguir con mi camino, si se hace tarde pediré que busquen a alguien para que me ayude, - parece una mujer que tiene todo absolutamente claro, cada dirección a seguir, cada instrucción que dar, pero todo no es más que una imagen que no se condice con lo que realmente sucede en ella. Claire más bien no sabe si podrá dormir, si despertará al día siguiente, si regresará a casa y su mundo habrá cambiado, si recibirá noticias y un cadáver durante una mañana. No tiene la seguridad de nada que no sea aquello que vive en ese minuto y esta información la destruye un poco más, permite que el llanto florezca nuevamente y se rinde, simplemente se rinde, se siente demasiado cansada como para seguir soportando todo eso sola.
-No puedo más Kyllian… - sus ojos vuelven a cerrarse mientras apoya el rostro contra esa mano que se siente tan cálida. – No resisto más… no quiero otro día viviendo de este modo… viviendo sin vivir, con la duda eterna de qué pasará, esperando un regreso que quizás nunca suceda… no quiero más, quiero que termine, - pero no sabe a que se refiere, Claire es cobarde y a la vez valiente. Cobarde porque no se atreve a terminar con su vida, valiente porque sigue viviendo pese a desear lo contrario, ambas cosas cuando mira al hijo que ahora estrecha con más temor y piensa que todo pudo ser distinto, - perdí a una hija… dos meses después de que él se fuera supe que estaba embarazada… mi cuerpo no fue capaz de resistir llevarlo a término… es mi culpa, por mi culpa esa niña no pudo nacer, debí cuidarme mejor, debí hacer lo mismo que hice con León… mi hija murió porque soy una mala madre, porque soy una mala esposa… ¿cómo podría estar segura de que no soy también una mala persona? – si antes existió alguna duda de eso ahora habla con confianza, verbaliza cada punto que estuvo dando vueltas por su cabeza durante todas esas tardes en el salón, sentada siempre en la misma posición y con un libro entre las piernas que nunca cambió de página, - debería alejarse de mí Kyllian, alguien podría verlo acá y creer que está cayendo en las garras de esa puta que conquistó a ese otro hombre… - la opinión de la gente nunca le ha interesado, pero él no merece tener que ser juzgado por lo que ella ha vivido, - lo amo, aún lo amo, aún después de todo lo que he sufrido lo amo, jamás podré dejar de amarlo, nunca dejaré de sentir esto… es demasiado intenso, demasiado irreal, quizás alguien me ha dado este castigo por toda esa felicidad que tuve, no me la merecía… nunca me merecí a Nigel Quartermane… -
Se siente más inútil que antes, incapaz de siquiera poder mantener encerrados los sentimientos que han estado dando vueltas hace tanto. El dolor es intenso, casi llega a ser algo físico, siente como cada parte de su interior se desgarra, se divide en trozos que no podrán volver a unirse, una carta rota por un impulso de un momento, algo que jamás volverá a tener la forma inicial, - yo no debería estar hablando de esto, es probable que esté malgastando su tiempo conmigo y sea muy amable como para decirlo… - sorbe por la nariz y se limpia el rostro con otro pañuelo que tiene a mano, con un hijo pequeño las posibilidades de ensuciarse siempre aumentan, - si tiene algo más que hacer no se preocupe por nosotros… esperaré a que León despierte para seguir con mi camino, si se hace tarde pediré que busquen a alguien para que me ayude, - parece una mujer que tiene todo absolutamente claro, cada dirección a seguir, cada instrucción que dar, pero todo no es más que una imagen que no se condice con lo que realmente sucede en ella. Claire más bien no sabe si podrá dormir, si despertará al día siguiente, si regresará a casa y su mundo habrá cambiado, si recibirá noticias y un cadáver durante una mañana. No tiene la seguridad de nada que no sea aquello que vive en ese minuto y esta información la destruye un poco más, permite que el llanto florezca nuevamente y se rinde, simplemente se rinde, se siente demasiado cansada como para seguir soportando todo eso sola.
-No puedo más Kyllian… - sus ojos vuelven a cerrarse mientras apoya el rostro contra esa mano que se siente tan cálida. – No resisto más… no quiero otro día viviendo de este modo… viviendo sin vivir, con la duda eterna de qué pasará, esperando un regreso que quizás nunca suceda… no quiero más, quiero que termine, - pero no sabe a que se refiere, Claire es cobarde y a la vez valiente. Cobarde porque no se atreve a terminar con su vida, valiente porque sigue viviendo pese a desear lo contrario, ambas cosas cuando mira al hijo que ahora estrecha con más temor y piensa que todo pudo ser distinto, - perdí a una hija… dos meses después de que él se fuera supe que estaba embarazada… mi cuerpo no fue capaz de resistir llevarlo a término… es mi culpa, por mi culpa esa niña no pudo nacer, debí cuidarme mejor, debí hacer lo mismo que hice con León… mi hija murió porque soy una mala madre, porque soy una mala esposa… ¿cómo podría estar segura de que no soy también una mala persona? – si antes existió alguna duda de eso ahora habla con confianza, verbaliza cada punto que estuvo dando vueltas por su cabeza durante todas esas tardes en el salón, sentada siempre en la misma posición y con un libro entre las piernas que nunca cambió de página, - debería alejarse de mí Kyllian, alguien podría verlo acá y creer que está cayendo en las garras de esa puta que conquistó a ese otro hombre… - la opinión de la gente nunca le ha interesado, pero él no merece tener que ser juzgado por lo que ella ha vivido, - lo amo, aún lo amo, aún después de todo lo que he sufrido lo amo, jamás podré dejar de amarlo, nunca dejaré de sentir esto… es demasiado intenso, demasiado irreal, quizás alguien me ha dado este castigo por toda esa felicidad que tuve, no me la merecía… nunca me merecí a Nigel Quartermane… -
Off: Lamento la demora Kyky (:
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Su mano acaricia la mejilla de la mujer intentando aplacar las lagrimas que brotaban de sus ojos, las miraba extrañado era como por primera vez viera llorar a alguien, se había visto llorar asi mismo un montón de veces, a su madre que escondía las lagrimas con una sonrisa cuando el la encontraba en su habitación, aquellas lagrimas que recorrían su palma mojándolo, impregnándose en su piel entrando hasta el más hondo espacio de su alma, sentía que se rompía por dentro al verla en tal estado el deseo de protegerla, de calmar y arrancar aquel dolor que recorría ahora mismo a Claire.
El abrazo vuelve a como estaba antes, la distancia que se permitia al verla tranquila habia desaparecido, necesitaba apresarla tal vez entre sus brazos como si de ese modo pudiera calmar un poco el dolor, por lo menos hacerle notar que estaba ahí con ella, que no estaba sola, aun cuando pareciera que jamás la volveria a ver, y el miedo se reflejaba en el mirar de Kyllian no podía permitir que se fuera, no de ese modo, ni mucho menos pedirle que se fuera, ya era parte de su vida, desde que la había visto por primera vez esa misma tarde, siempre se dice que los encuentros no pueden forzarse, se dan o no se dan, ese encuentro estaba planeado incluso antes de que los cuerpos se miraran frente a frente, la siente desvanecer en sus brazos, estos la rodean con firmeza de cierto modo pega su pecho contra el brazo de la madre y su infante, la oye hablar, no se permite hablar, su voz podría romperse en cualquier segundo… solo lloraría pidiéndole que no le abandone, asi de simple, asi de tonto.
“mala madre, mala esposa, mala persona” esas tres palabras retumban en la cabeza de Kyllian golpeándolo con su fuerza, “MALA” una palabra muy fuerte, ¿Cómo podría ser una mujer que entregaba su vida por su pequeño ser mala? ¿Cómo podría aquella mujer que espera noticias de un hombre que no sabe si vive o esta con otra mujer ser mala? ¡¿Cómo podría una mujer que lamenta la perdida de una pequeña, fruto del amor de su matrimonio ser mala!? Las ideas siguen fluyendo en su cabeza es como si, como si no entendiera, como si no quisiera entender, ¡alejarlo!, esas palabras lo trajeron de golpe a la realidad, los pensamientos no importaban ya no mas cierto miedo y odio lo rebasaban – La gente ve lo que quiere ver de las circunstancias, por mi pueden decir que me vieron salir del mismísimo infierno – y el silencio se hizo presente, cada vez que ella hablaba el callaba, esperando oír lo que tenia que decir, necesitaba ser oída y eso podría dárselo kyllian… el nombre apareció, el nombre era claro, lo conocía, no en persona, solo por nombre… ese hombre - se merece la felicidad del mundo mi señora… no importa si sea con el o con alguien más, al contrario, creo que podría ser parte de un ciclo un momento para renovar sentimientos, algo, no lo se… la vida le dio un hijo fruto de ese amor, le dio un matrimonio feliz, infeliz no lo se, pero le dio, no puede lamentarse del termino de algo que no esperaba, que usted cataloga irreal
El abrazo vuelve a como estaba antes, la distancia que se permitia al verla tranquila habia desaparecido, necesitaba apresarla tal vez entre sus brazos como si de ese modo pudiera calmar un poco el dolor, por lo menos hacerle notar que estaba ahí con ella, que no estaba sola, aun cuando pareciera que jamás la volveria a ver, y el miedo se reflejaba en el mirar de Kyllian no podía permitir que se fuera, no de ese modo, ni mucho menos pedirle que se fuera, ya era parte de su vida, desde que la había visto por primera vez esa misma tarde, siempre se dice que los encuentros no pueden forzarse, se dan o no se dan, ese encuentro estaba planeado incluso antes de que los cuerpos se miraran frente a frente, la siente desvanecer en sus brazos, estos la rodean con firmeza de cierto modo pega su pecho contra el brazo de la madre y su infante, la oye hablar, no se permite hablar, su voz podría romperse en cualquier segundo… solo lloraría pidiéndole que no le abandone, asi de simple, asi de tonto.
“mala madre, mala esposa, mala persona” esas tres palabras retumban en la cabeza de Kyllian golpeándolo con su fuerza, “MALA” una palabra muy fuerte, ¿Cómo podría ser una mujer que entregaba su vida por su pequeño ser mala? ¿Cómo podría aquella mujer que espera noticias de un hombre que no sabe si vive o esta con otra mujer ser mala? ¡¿Cómo podría una mujer que lamenta la perdida de una pequeña, fruto del amor de su matrimonio ser mala!? Las ideas siguen fluyendo en su cabeza es como si, como si no entendiera, como si no quisiera entender, ¡alejarlo!, esas palabras lo trajeron de golpe a la realidad, los pensamientos no importaban ya no mas cierto miedo y odio lo rebasaban – La gente ve lo que quiere ver de las circunstancias, por mi pueden decir que me vieron salir del mismísimo infierno – y el silencio se hizo presente, cada vez que ella hablaba el callaba, esperando oír lo que tenia que decir, necesitaba ser oída y eso podría dárselo kyllian… el nombre apareció, el nombre era claro, lo conocía, no en persona, solo por nombre… ese hombre - se merece la felicidad del mundo mi señora… no importa si sea con el o con alguien más, al contrario, creo que podría ser parte de un ciclo un momento para renovar sentimientos, algo, no lo se… la vida le dio un hijo fruto de ese amor, le dio un matrimonio feliz, infeliz no lo se, pero le dio, no puede lamentarse del termino de algo que no esperaba, que usted cataloga irreal
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Sorbe por la nariz, la imagen que muestra es una que ni en sus pesadillas imaginó estar dándole a alguien. Ojos rojos, hinchados, surcos de lágrimas nuevas y viejas que se mezclan bajando por las mejillas, labios que tiemblan y todo su cuerpo apoyándose en él, como si no tuviera fuerza para seguir sola. Porque no la tiene, porque está cansada de mantener la barbilla alta mientras sigue fingiendo estar despierta. Todo ella es una farsa que la deja momentáneamente en silencio, sin saber si seguir llorando o comenzar a reír. Su garganta se cierra por la agonía, por el dolor, por eso que ni siquiera ha disminuido en un ápice sino que por el contrario, al ser dicho en voz alta parece multiplicarse torturándola aún más. ¿Está ella lamentándose del término de esa vida a la que ha estado aferrándose? Niega con la cabeza y se gira para esconder el rostro en el cuello de ese hombre que la sostiene aunque ni siquiera debe hacerlo. Contra su piel ahoga un grito que de otro modo sonaría desgarrador, se niega a aceptar que el mayor de sus miedos puede hacerse realidad.
-No… - ¿puede él siquiera escucharla? Su pecho baja y sube cada vez más rápido, más dolor entra pero nada sale. Quiere levantarse, quiere correr, quiere desaparecer o lanzarse a esas aguas que podrían tragarla en segundos. Quiere… quiere que vuelva, quiere al menos respuestas. – No está terminado, nada está terminado… no puede estar terminado… - levanta la cabeza de donde la tenía e intenta mirar a otro lado, le gustaría separarse un poco más de él pero tiene terror de perder ese calor que ha descubierto la hace sentirse un poco más segura. Sólo necesita la distancia para aclarar sus palabras, al menos aquellas que realmente salen, - mi matrimonio es feliz, es lo mejor… es una de las mejores cosas de mi vida, usted lo ha dicho, gracias a él tengo a mi hijo y también a mi pequeña que siempre estará aunque no puedo verla…- traga, es más difícil que de costumbre, incluso le cuesta mantener la espalda recta y uno de sus brazos reclama por el peso del cuerpo dormido de León pero lo ignora. Cierra los ojos y luce como una imagen deslucida de alguien que quizás está rezando o pidiendo un deseo, una medida desesperada para quien dice estar tan segura.
Su labio inferior sobresale levemente, tal como cuando los niños están a punto de comenzar a llorar, pero ella se contiene y vuelve para encontrar sus ojos, para mirarlo directo al rostro y obligarse a plantar una sonrisa que luce más bien como una mueca mal dibujada, - Nigel volverá, él no nos dejaría sin tener un motivo importante… Nigel volverá y nos reiremos de esto, será una anécdota para recordar los siguientes años… - suelta una risa que logra que León se remueva entre sus brazos, baja la cabeza y le besa la frente, ordena su cabello e inconscientemente logra que se parezca más a su padre. Claire se detiene porque esa imagen no le permite seguir siendo falsa, no como lo ha sido hasta ahora, - miéntame Kyllian, dígame que todo estará bien aunque ambos sabemos que no será así… imagine que lo que digo es cierto, permítame dejar de sentir este dolor por unos segundos, sólo quiero unos segundos, ¿puedo tenerlos? No los merezco… - su mano libre va hasta el centro de su pecho donde frota quizás queriendo quitar con eso el ardor que ahí se encuentra, pero es tan inútil como lo que acaba de pedirle, la deja caer y toma la del chico a cambio, presiona su palma con la de él y entrelaza los dedos, se aferra quizás a eso que hasta ese momento ni sabía necesitaba.
-No… - ¿puede él siquiera escucharla? Su pecho baja y sube cada vez más rápido, más dolor entra pero nada sale. Quiere levantarse, quiere correr, quiere desaparecer o lanzarse a esas aguas que podrían tragarla en segundos. Quiere… quiere que vuelva, quiere al menos respuestas. – No está terminado, nada está terminado… no puede estar terminado… - levanta la cabeza de donde la tenía e intenta mirar a otro lado, le gustaría separarse un poco más de él pero tiene terror de perder ese calor que ha descubierto la hace sentirse un poco más segura. Sólo necesita la distancia para aclarar sus palabras, al menos aquellas que realmente salen, - mi matrimonio es feliz, es lo mejor… es una de las mejores cosas de mi vida, usted lo ha dicho, gracias a él tengo a mi hijo y también a mi pequeña que siempre estará aunque no puedo verla…- traga, es más difícil que de costumbre, incluso le cuesta mantener la espalda recta y uno de sus brazos reclama por el peso del cuerpo dormido de León pero lo ignora. Cierra los ojos y luce como una imagen deslucida de alguien que quizás está rezando o pidiendo un deseo, una medida desesperada para quien dice estar tan segura.
Su labio inferior sobresale levemente, tal como cuando los niños están a punto de comenzar a llorar, pero ella se contiene y vuelve para encontrar sus ojos, para mirarlo directo al rostro y obligarse a plantar una sonrisa que luce más bien como una mueca mal dibujada, - Nigel volverá, él no nos dejaría sin tener un motivo importante… Nigel volverá y nos reiremos de esto, será una anécdota para recordar los siguientes años… - suelta una risa que logra que León se remueva entre sus brazos, baja la cabeza y le besa la frente, ordena su cabello e inconscientemente logra que se parezca más a su padre. Claire se detiene porque esa imagen no le permite seguir siendo falsa, no como lo ha sido hasta ahora, - miéntame Kyllian, dígame que todo estará bien aunque ambos sabemos que no será así… imagine que lo que digo es cierto, permítame dejar de sentir este dolor por unos segundos, sólo quiero unos segundos, ¿puedo tenerlos? No los merezco… - su mano libre va hasta el centro de su pecho donde frota quizás queriendo quitar con eso el ardor que ahí se encuentra, pero es tan inútil como lo que acaba de pedirle, la deja caer y toma la del chico a cambio, presiona su palma con la de él y entrelaza los dedos, se aferra quizás a eso que hasta ese momento ni sabía necesitaba.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Pareciera que le cuentan un cuento, su mente trabaja mas rápido, tanto que llega a confundirlo, una silueta femenina, portando un vestido blanco, que cubre hasta su cuello, un broche que lo abotona, para que no muestre nada de su piel, por la forma del vestido deben ser menos de las 10 de la mañana, aquel perfil meramente conocido, si su mente lo confunde, le muestra escenas de su niñez cambiando los papeles… los rostros en ella, se mira así mismo acercarse aquella mujer que tan inalcanzable, pero no es él, se trata del pequeño León que corre… cae y vuelve a levantarse hasta esa mujer, quien le abriga con una sonrisa, esa sonrisa que parece iluminar también cada centímetro de su mente… ella habla, el sigue imaginando.
Ahora ve a esa misma mujer, con una pequeña en sus brazos, cabello castaño, unas mejillas coloradas, una risotada de bebé, ¿esto es fantasía? ¿Esto es realidad? Un hombre que no conoce, pero el sentimiento de odio, el sentimiento de protección, parece que se ve reflejado tanto en León… “y también a mi pequeña que siempre estará aunque no puedo verla…”, Kyllian también la ve, en sus fantasias, quiere decirle, quiere hablar, pero las palabras no salen, se caen antes de ser formuladas, pero el abrazo no cesa, el abrazo es lo único que se mantiene en pie, ante la tempestad, la muralla siempre permanecerá estatica, soportando el golpe, el dolor, la soledad.
Nigel… cada vez que pronuncia ese nombre, se siente fuera de lugar, Claire pertenece a su mundo, él no, pero forma parte del mundo de Claire, volverá… volverá.. ¿lo cree asi?, quiere creer que si, tiene que encontrar el modo de poder aliviar esa presión en su pecho, lleva la mano al rostro del pequeño, delinea su rostro con cuidado con las yemas de los dedos, sonríe, quiere imaginar ese rostro con unas decenas más de años, lo imagina, apenas puede formar un rostro, es algo conocido, pero sigue siendo irreconocible cuando recuerda que tiene un nombre.
- Claire… - solo pudo decir cuando esta empezó a mentir ¿mentiras para él?, no mentiras para ella, quiere obligarse a creer, para hacerlo creer a él, aquella risa no causo la felicidad que una risa causa, le dio miedo, miedo a un dolor que pudiera arrancarla de este mundo estando en vida, no podía permitirlo – No – solo dijo, no podía decir nada sin lastimarla.
“ miéntame Kyllian, dígame que todo estará bien aunque ambos sabemos que no será así…” parece que lee su mente, se da cuenta que quiere reprocharle esas mentiras, lo calla al segundo con eso – Todo… - guardo silencio, no podía permitirse mentir, no de ese modo que tal vez lastimaría más a su compañera.
“…sólo quiero unos segundos, ¿puedo tenerlos? No los merezco… “ con eso le dio la fuerza necesaria para mentir, - El volverá, volverá se lo puedo asegurar, vendrá cargado de alegría para sanar aquel dolor – se atreve a soltar el abrazo para posar una mano en la mano de la dama y una en el cabello del pequeño – Nadie podría abandonarlos, no después de conocerlos – sonríe, apenas pero lo hace, sabe que en eso ultimo no mintió… deja su alma tranquila.
Ahora ve a esa misma mujer, con una pequeña en sus brazos, cabello castaño, unas mejillas coloradas, una risotada de bebé, ¿esto es fantasía? ¿Esto es realidad? Un hombre que no conoce, pero el sentimiento de odio, el sentimiento de protección, parece que se ve reflejado tanto en León… “y también a mi pequeña que siempre estará aunque no puedo verla…”, Kyllian también la ve, en sus fantasias, quiere decirle, quiere hablar, pero las palabras no salen, se caen antes de ser formuladas, pero el abrazo no cesa, el abrazo es lo único que se mantiene en pie, ante la tempestad, la muralla siempre permanecerá estatica, soportando el golpe, el dolor, la soledad.
Nigel… cada vez que pronuncia ese nombre, se siente fuera de lugar, Claire pertenece a su mundo, él no, pero forma parte del mundo de Claire, volverá… volverá.. ¿lo cree asi?, quiere creer que si, tiene que encontrar el modo de poder aliviar esa presión en su pecho, lleva la mano al rostro del pequeño, delinea su rostro con cuidado con las yemas de los dedos, sonríe, quiere imaginar ese rostro con unas decenas más de años, lo imagina, apenas puede formar un rostro, es algo conocido, pero sigue siendo irreconocible cuando recuerda que tiene un nombre.
- Claire… - solo pudo decir cuando esta empezó a mentir ¿mentiras para él?, no mentiras para ella, quiere obligarse a creer, para hacerlo creer a él, aquella risa no causo la felicidad que una risa causa, le dio miedo, miedo a un dolor que pudiera arrancarla de este mundo estando en vida, no podía permitirlo – No – solo dijo, no podía decir nada sin lastimarla.
“ miéntame Kyllian, dígame que todo estará bien aunque ambos sabemos que no será así…” parece que lee su mente, se da cuenta que quiere reprocharle esas mentiras, lo calla al segundo con eso – Todo… - guardo silencio, no podía permitirse mentir, no de ese modo que tal vez lastimaría más a su compañera.
“…sólo quiero unos segundos, ¿puedo tenerlos? No los merezco… “ con eso le dio la fuerza necesaria para mentir, - El volverá, volverá se lo puedo asegurar, vendrá cargado de alegría para sanar aquel dolor – se atreve a soltar el abrazo para posar una mano en la mano de la dama y una en el cabello del pequeño – Nadie podría abandonarlos, no después de conocerlos – sonríe, apenas pero lo hace, sabe que en eso ultimo no mintió… deja su alma tranquila.
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Su mirada baja y encuentra esos dedos entrelazados, se detiene a observar como incluso ellos parecen juntarse, tal como si no quisieran estar solos. La soledad impuesta es una tortura que va desgarrándole el alma de a poco, es peor que la incertidumbre, peor aún que el desconocimiento. Esta soledad está tan presente aún cuando puede ser destruida en cualquier minuto, ahí es donde radica su peligrosidad. Claire está en el borde de ese precipicio porque así lo quiere, quizás porque desea castigarse o probablemente porque cree que ya no es capaz de sentir algo más que dolor, incluso cuando debería dejar de lado esa actitud patética y vivir por su hijo. Una imagen de Nigel sonriente aparece tras sus párpados, llegando a casa y esperando con los brazos abiertos que ella entre ellos sólo para respirar profundo en lo alto de su cabeza, dejarle descansar la cabeza en su cuello y sentir aquel olor a casa. Una imagen que se va creando por las palabras de Kyllian que son cada vez más falsas. ¿Pero no es eso lo que ella le ha pedido? Las mentiras no suenan tan dulces como lo esperaba, al contrario, le dejan un sabor amargo en la boca que ni el mejor pastel de Paris podrá cambiar.
-Entonces quizás ha sido un error conocernos, nunca debimos cruzar nuestros caminos, jamás debimos hablar… - nada de lo que dice lo cree, mas bien debería estar hablando sobre todo lo contrario, aquello que realmente siente, esa pequeña alegría que ha aliviado su corazón por instantes. – Ahora no podrá abandonarnos, se sentirá obligado a estar con nosotros, con León, con mi pequeña, conmigo… - niega, quiere ponerse de pie pero no puede, quiere alejarse pero su mano la traiciona y se aferra más a la de Kyllian, él se ha convertido en el ancla que la tiene atada al puerto, atada a esa tarde donde al fin le ha salido la voz. – Usted y yo sabemos que no volverá pero es muy educado para decirlo ¿no? Por eso ahora busca excusas para mantenerse cerca de nosotros… - su tono se alza nuevamente, esta es una Claire que pone una barrera frente a ella, que ataca para no tener que defenderse, que evita generar lazos para no tener que soportar otra pérdida, algo que pueda destruirla más de lo que ya lo está, - sepa Kyllian que no necesitamos ayuda, hemos estado muy bien solos todos estos meses, seguiremos del mismo modo y saldremos adelante…- ¿por qué entonces mantiene su mano enganchada a la de él?
Lo suelta bruscamente y acomoda a León de mejor forma entre sus brazos, le tiemblan, del mismo modo en que lo hacen sus rodillas y también su voz. Todo luce más frágil en ella, que pese a tener un cuerpo escuálido y disminuido mantiene la mirada firme como si sólo eso fuera suficiente para enfrentar a alguien que sólo quiere darle consuelo. - ¿Se quedaría si no fuera una mujer abandonada por su esposo? ¿Estaría a nuestro lado si yo no luciera como alguien que puede romperse en pedazos? – su cabeza se mueve a ambos lados negando, ella conoce las respuestas y luego de formular esas preguntas no sabe si será capaz de escucharlas. Una cosa es conocer la lástima que puedan sentir por ella, otra muy distinta es oírla, aunque sea viniendo de un desconocido. ¿Eso es Kyllian o es la idealización que ha hecho de él lo que provoca la idea de que es muy pronto para que se aleje? – Ni siquiera conozco su apellido y usted ya conoce mi vida, ni siquiera se si todo lo que me ha dicho es cierto… ¿por qué entonces le revelo tanto? – se gira apenas porque desea darle la espalda, es ella quien se ha dado cuenta de su error y también que ya es tarde para corregirlo.
-Entonces quizás ha sido un error conocernos, nunca debimos cruzar nuestros caminos, jamás debimos hablar… - nada de lo que dice lo cree, mas bien debería estar hablando sobre todo lo contrario, aquello que realmente siente, esa pequeña alegría que ha aliviado su corazón por instantes. – Ahora no podrá abandonarnos, se sentirá obligado a estar con nosotros, con León, con mi pequeña, conmigo… - niega, quiere ponerse de pie pero no puede, quiere alejarse pero su mano la traiciona y se aferra más a la de Kyllian, él se ha convertido en el ancla que la tiene atada al puerto, atada a esa tarde donde al fin le ha salido la voz. – Usted y yo sabemos que no volverá pero es muy educado para decirlo ¿no? Por eso ahora busca excusas para mantenerse cerca de nosotros… - su tono se alza nuevamente, esta es una Claire que pone una barrera frente a ella, que ataca para no tener que defenderse, que evita generar lazos para no tener que soportar otra pérdida, algo que pueda destruirla más de lo que ya lo está, - sepa Kyllian que no necesitamos ayuda, hemos estado muy bien solos todos estos meses, seguiremos del mismo modo y saldremos adelante…- ¿por qué entonces mantiene su mano enganchada a la de él?
Lo suelta bruscamente y acomoda a León de mejor forma entre sus brazos, le tiemblan, del mismo modo en que lo hacen sus rodillas y también su voz. Todo luce más frágil en ella, que pese a tener un cuerpo escuálido y disminuido mantiene la mirada firme como si sólo eso fuera suficiente para enfrentar a alguien que sólo quiere darle consuelo. - ¿Se quedaría si no fuera una mujer abandonada por su esposo? ¿Estaría a nuestro lado si yo no luciera como alguien que puede romperse en pedazos? – su cabeza se mueve a ambos lados negando, ella conoce las respuestas y luego de formular esas preguntas no sabe si será capaz de escucharlas. Una cosa es conocer la lástima que puedan sentir por ella, otra muy distinta es oírla, aunque sea viniendo de un desconocido. ¿Eso es Kyllian o es la idealización que ha hecho de él lo que provoca la idea de que es muy pronto para que se aleje? – Ni siquiera conozco su apellido y usted ya conoce mi vida, ni siquiera se si todo lo que me ha dicho es cierto… ¿por qué entonces le revelo tanto? – se gira apenas porque desea darle la espalda, es ella quien se ha dado cuenta de su error y también que ya es tarde para corregirlo.
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Y aun cuando esa mano se engancha a la propia, pequeña y menuda, que pareciera perderse en su tosca mano masculina, sus dedos de deslizan por la delicada piel femenina, aun cuando sus palabras son duras, duelen, las soporta, “el viento no derrumba a la muralla”, se repite una y otra y otra vez, ¿espera que la deje? ¿Qué la abandone?, sus manos tiemblan, está molesto, como puede permitir siquiera que lo tache de mentiroso, el no piensa abandonarla, pero sigue callado, escuchando cada palabra que penetra en su corazón, y parece no querer soltarlo, se sujeta, es como si aquella tarde no hubiera sido más que dos horas juntos era como si aquello, hubiera sido más tiempo, hubiera sido la unión de dos almas cansadas que se conocen justo al punto de ser aniquiladas.
¿Entonces como puede ser un error?, Kyllian lleva toda la tarde apenas hablando, no quiere arruinar el momento, sabe que si intenta hablar lo va a arruinar, creció con esa idea, es un trauma infantil, parecía que esa tarde solo había llegado para sacar de entre los escombros a un Kyllian que parecía haberse quedado en un podrido, ajado y estropeado pasado, aprieta la mano que se encontraba atrapada en la propia, sabiendo la reacción que tendrá, no quiere que lo suelte, no quiere cortar el nexo entre ambos, solo oye lo que parecen ser insultos, no capta el mensaje completo, solo lo que su cerebro alcanza a comprender “mentiroso”, y de un momento a otro… las palabras comienzan a ser vomitadas, demostrando el dolor que siente, lo cual aun para él es incomprensible, la aprehensión que le tiene a aquella mujer de cabellos oscuros.
¿Espera que la abandone así como así?, ¿tan poca cosa se considera como para creer que puede tener a alguien cerca de usted por gusto? – sus palabras fueron hirientes no pudo evitarlo, las manos le temblaban constantemente del enojo que había estado reteniendo, esa mujer podría darle consuelo con una palabra, hacerlo sonreír con un pestañeo, podría lastimarlo con una lagrima, esa mujer era parte de su vida ¿era tan difícil de entender?, solo aquellos que habían experimentado esa conexión con alguien era capaz de entender, la necesidad, la protección, el cariño tan inmensos, tan incomprensible y sincero que se podía dar… ¿ella no lo entendía?, ¿tenia que gritarle como niño pequeño, tendría que tirarse al suelo y hacer una rabieta? Bien, tendría que hacerlo.
Bajo un poco el tono de su voz, al repetir mentalmente lo que había dicho lo que había contestado - Se que está bien sola, porque es una mujer fuerte, lo proyecta en esos ojos que hace unos momentos vi cansados… se que puede luchar contra las tinieblas… pero ¿puede salir de ella?, yo sé que no, y si desea que me vaya me voy, pero no espere que sea por gusto propio… es porque USTED lo pidió – hizo énfasis en la palabra.
“ Ni siquiera conozco su apellido y usted ya conoce mi vida, ni siquiera se si todo lo que me ha dicho es cierto… ¿por qué entonces le revelo tanto? “, la vio darle la espalda… lo peor que pudo haber hecho a la vista de Kyllian, nuevamente el enojo se apodero de él ¿queria conocerlo? ¡IMPULSOS! Dejarse llevar por impulsos… - Me llamo Kyllian Boehm, soy hijo de un estafador, mi madre murió hace unos meses era muy unido a ella, cuando se me era permitido, mi vida gira en torno a los números, y al trabajo, soy una maquina… solo conozco el trabajo – se hinca a sus pies con lagrimas en sus ojos, no espera que lo mire, sus ojo miran al suelo, Kyllian esta desecho, no se permite perderla a ella también – Mireme, soy un hombre de 23 años en un cuerpo de acuerdo a su edad, con un corazón y una mentalidad de 100 años, no lo digo por sabio, desconosco demasiadas cosas… lo digo por antiguo, no me hayo en ningún lado… ahora que lo sabe ¿usted también se ira?¨.
¿Entonces como puede ser un error?, Kyllian lleva toda la tarde apenas hablando, no quiere arruinar el momento, sabe que si intenta hablar lo va a arruinar, creció con esa idea, es un trauma infantil, parecía que esa tarde solo había llegado para sacar de entre los escombros a un Kyllian que parecía haberse quedado en un podrido, ajado y estropeado pasado, aprieta la mano que se encontraba atrapada en la propia, sabiendo la reacción que tendrá, no quiere que lo suelte, no quiere cortar el nexo entre ambos, solo oye lo que parecen ser insultos, no capta el mensaje completo, solo lo que su cerebro alcanza a comprender “mentiroso”, y de un momento a otro… las palabras comienzan a ser vomitadas, demostrando el dolor que siente, lo cual aun para él es incomprensible, la aprehensión que le tiene a aquella mujer de cabellos oscuros.
¿Espera que la abandone así como así?, ¿tan poca cosa se considera como para creer que puede tener a alguien cerca de usted por gusto? – sus palabras fueron hirientes no pudo evitarlo, las manos le temblaban constantemente del enojo que había estado reteniendo, esa mujer podría darle consuelo con una palabra, hacerlo sonreír con un pestañeo, podría lastimarlo con una lagrima, esa mujer era parte de su vida ¿era tan difícil de entender?, solo aquellos que habían experimentado esa conexión con alguien era capaz de entender, la necesidad, la protección, el cariño tan inmensos, tan incomprensible y sincero que se podía dar… ¿ella no lo entendía?, ¿tenia que gritarle como niño pequeño, tendría que tirarse al suelo y hacer una rabieta? Bien, tendría que hacerlo.
Bajo un poco el tono de su voz, al repetir mentalmente lo que había dicho lo que había contestado - Se que está bien sola, porque es una mujer fuerte, lo proyecta en esos ojos que hace unos momentos vi cansados… se que puede luchar contra las tinieblas… pero ¿puede salir de ella?, yo sé que no, y si desea que me vaya me voy, pero no espere que sea por gusto propio… es porque USTED lo pidió – hizo énfasis en la palabra.
“ Ni siquiera conozco su apellido y usted ya conoce mi vida, ni siquiera se si todo lo que me ha dicho es cierto… ¿por qué entonces le revelo tanto? “, la vio darle la espalda… lo peor que pudo haber hecho a la vista de Kyllian, nuevamente el enojo se apodero de él ¿queria conocerlo? ¡IMPULSOS! Dejarse llevar por impulsos… - Me llamo Kyllian Boehm, soy hijo de un estafador, mi madre murió hace unos meses era muy unido a ella, cuando se me era permitido, mi vida gira en torno a los números, y al trabajo, soy una maquina… solo conozco el trabajo – se hinca a sus pies con lagrimas en sus ojos, no espera que lo mire, sus ojo miran al suelo, Kyllian esta desecho, no se permite perderla a ella también – Mireme, soy un hombre de 23 años en un cuerpo de acuerdo a su edad, con un corazón y una mentalidad de 100 años, no lo digo por sabio, desconosco demasiadas cosas… lo digo por antiguo, no me hayo en ningún lado… ahora que lo sabe ¿usted también se ira?¨.
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
El corazón se le encoge, ya no hay espacio entre sus costillas para que pueda seguir expandiéndose, sólo se hace cada vez más pequeño, latiendo con menos fuerza, cada vez más débil, justo como ella. Es el aliento de sus palabras lo que choca con la parte posterior de su cabeza, pero es la realidad de todas esas letras unidas lo que le van quitando la vida. Patética la situación en la que se ha puesto, patética la espera que ha mantenido, patética la mentira que sigue repitiendo, patética ella que sigue creyendo aún cuando cada señal le indica que debería seguir adelante. Pero en su mundo no hay más opciones, al menos no las habían hasta esa tarde, hasta cuando lo encontró y ahora por primera vez en mucho tiempo se arrepiente de lo que acaba de decir, del tono duro de su voz que él no merece, porque la única que puede merecer algo así es ella, ella quien es culpable de todo, de que Nigel se vaya, de que León no pueda tener una vida como merece, de que la otra pequeña ni siquiera pueda tener un nombre. Y ahora de que Kyllian piense de ese modo. Sus labios se separan para replicar pero es él quien habla, Claire sólo escucha y esa mano libre llega hasta su propia garganta, el sollozo se queda a medias, no merece que salga.
Lo ve a sus pies y es una imagen que simplemente no puede soportar. La descoloca, quiere responder lleno de ironías pero sus lágrimas se lo impiden, lágrimas de él. – Todo aquel que se ha acercado a mí es esperando algo… antes pagaban por un minuto a mi lado, luego porque era su obligación como mis sirvientes… ¿por qué tendría que creer que su interés es desinteresado? – aún cuando sus palabras no son las más suaves, su tono si lo es. Vuelve a girarse para inclinar su cuerpo y tocarle la barbilla con los dedos, una pequeña caricia que quizás sirve más para calmarse a si misma, - no quiero que se vaya, no puedo permitir que nos deje… no me deje Kyllian, no podría soportarlo… - ahí está y no es tan difícil decirlo. La mano ahora descansa sobre su mejilla, él aún no levanta la mirada y eso la frustra, quiere poder arrodillarse a su lado pero tener a su hijo en los brazos se lo impide, el tamaño de León sólo le permite acercarse aún más y limpiarle las gotas que caen de sus ojos con los labios, son pequeños besos sobre su piel. Claire no conoce otra forma de hacer cariño, toda su vida ha sido de ese modo y no piensa en que en este momento deba ser de otra manera, - míreme Kyllian… míreme… -
El dolor está también patente en su voz, ambos sufren, ambos están solos, ambos han puesto todas las cartas sobre la mesa y ahora es el viento quien las mezcla para convertirlas en una sola baraja. –No es una máquina, ¿cómo podría serlo si sigue aquí pese a todo lo que ha oído? – en otro momento una sonrisa hubiese aflorado, ahora es sólo la impotencia de no poder hacerse entender, - Yo… yo… doy gracias por ese pasado que ha hecho al hombre que tengo frente a mí ahora… juntos conoceremos cosas, juntos aprenderemos… se lo prometo… - la desesperación la llena, mira a ambos lados como si alguien pudiera arrebatárselo de entre las manos, Kyllian no está hecho de arena ni va a desintegrarse sólo porque el viento ha decidido soplar un poco más fuerte. Cada promesa en esas palabras es dicha susurrando sobre sus mejillas, enjuagando los restos del dolor que no sabe si se han detenido, el color claro de sus ojos se encuentra y eso la distrae por un momento. - No me iré, no me alejaré de usted a menos que lo pida… su lugar es conmigo, a mi lado… - la distancia se acorta, los labios se encuentran, ¿dónde está el amor que debería acompañar ese casto beso? Más parece un consuelo que llega cuando ambos lo necesitan, de eso se trata todo ahora, de ambos, de dejar la soledad que no han elegido. No hay pasión encerrada ni deseo por algo más, todo es tan puro que le asusta. Claire se aleja, acomoda a León entre sus brazos, lucha por encontrar la mejor posición y también las respuestas a las preguntas que aparecen. ¿Qué es lo que realmente ha hecho? ¿Esto es dar vuelta la página? ¿Esto es comenzar el camino para olvidar a Nigel?
Lo ve a sus pies y es una imagen que simplemente no puede soportar. La descoloca, quiere responder lleno de ironías pero sus lágrimas se lo impiden, lágrimas de él. – Todo aquel que se ha acercado a mí es esperando algo… antes pagaban por un minuto a mi lado, luego porque era su obligación como mis sirvientes… ¿por qué tendría que creer que su interés es desinteresado? – aún cuando sus palabras no son las más suaves, su tono si lo es. Vuelve a girarse para inclinar su cuerpo y tocarle la barbilla con los dedos, una pequeña caricia que quizás sirve más para calmarse a si misma, - no quiero que se vaya, no puedo permitir que nos deje… no me deje Kyllian, no podría soportarlo… - ahí está y no es tan difícil decirlo. La mano ahora descansa sobre su mejilla, él aún no levanta la mirada y eso la frustra, quiere poder arrodillarse a su lado pero tener a su hijo en los brazos se lo impide, el tamaño de León sólo le permite acercarse aún más y limpiarle las gotas que caen de sus ojos con los labios, son pequeños besos sobre su piel. Claire no conoce otra forma de hacer cariño, toda su vida ha sido de ese modo y no piensa en que en este momento deba ser de otra manera, - míreme Kyllian… míreme… -
El dolor está también patente en su voz, ambos sufren, ambos están solos, ambos han puesto todas las cartas sobre la mesa y ahora es el viento quien las mezcla para convertirlas en una sola baraja. –No es una máquina, ¿cómo podría serlo si sigue aquí pese a todo lo que ha oído? – en otro momento una sonrisa hubiese aflorado, ahora es sólo la impotencia de no poder hacerse entender, - Yo… yo… doy gracias por ese pasado que ha hecho al hombre que tengo frente a mí ahora… juntos conoceremos cosas, juntos aprenderemos… se lo prometo… - la desesperación la llena, mira a ambos lados como si alguien pudiera arrebatárselo de entre las manos, Kyllian no está hecho de arena ni va a desintegrarse sólo porque el viento ha decidido soplar un poco más fuerte. Cada promesa en esas palabras es dicha susurrando sobre sus mejillas, enjuagando los restos del dolor que no sabe si se han detenido, el color claro de sus ojos se encuentra y eso la distrae por un momento. - No me iré, no me alejaré de usted a menos que lo pida… su lugar es conmigo, a mi lado… - la distancia se acorta, los labios se encuentran, ¿dónde está el amor que debería acompañar ese casto beso? Más parece un consuelo que llega cuando ambos lo necesitan, de eso se trata todo ahora, de ambos, de dejar la soledad que no han elegido. No hay pasión encerrada ni deseo por algo más, todo es tan puro que le asusta. Claire se aleja, acomoda a León entre sus brazos, lucha por encontrar la mejor posición y también las respuestas a las preguntas que aparecen. ¿Qué es lo que realmente ha hecho? ¿Esto es dar vuelta la página? ¿Esto es comenzar el camino para olvidar a Nigel?
Claire Quartermane- Realeza Francesa
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Re: Este juego feroz y ridículo, ¿cuándo acabará?
Solo oye el golpeteo de su corazón en sus oídos, la sangre corriendo bajo su piel por aquellas veredas y pequeños espacios llenando su cuerpo, las lagrimas que no paran de brotar, su rostro demuestra serenidad, pero no cesan, continúan su trayecto, esperando salir una a una, sacando cada herida desde lo más hondo de su corazón, se siente expuesto, como si le hubiera abierto el pecho, jugando con sus órganos y dejándolo desangrando, siente el ardor recorrer su cuerpo, quiere gritar, internamente lo hace, se imagina asi mismo en la escena antes mencionada…
La oye hablar, ¿puede permanecer a su lado?, claro que si, no piensa alejarse, pero sigue esa duda desde que comenzó ese día, ¿Kyllian es un ser tan bueno como Claire se lo quiere hacer creer?, ¿por quién lo hace? ¿por ellos o por si mismo? , es un monstruo, un ser egoísta, que solo pensaba en él, ella era libre de irse y de continuar con su vida, estaba en lo correcto al desconfiar de él, en aquel modo, era lo más lógico, cualquier persona en base a sus facultades mentales estaba en lo lógico desconfiar.
Sus pensamientos cambian de un momento a otro, primero cree que es mejor que ella se vaya y lo deje ahí desangrándose, también pide a gritos que se quede “¡Decídete! ¿Qué quieres Kyllian?, la voz que oye en su cabeza no es la propia, es la de su verdugo personal que se hace presente en cada nuevo amanecer.
Cuando el ardor parecía no ser soportable, aquella calidez y suavidad de una caricia recorrer su rostro hace que el dolor cese, los aceitunados ojos de Kyllian, la lidocaína llena su cuerpo, calmando todas esas sensaciones que lo estaban atormentando, se hinca sobre una de sus rodillas para ayudarla acercándose, de tal modo que no llegara al suelo, recordando al pequeño que se acurrucaba contra el pecho de su madre, en una esfera de tranquilidad y felicidad, aquellos brazos que al simplemente rodearle, le ponían una especie de campo de fuerza que lo protegía de todo mal.
La sigue oyendo hablar quiere callarla, pero no sabe cómo, aquellos labios cálidos limpiando las cristalinas gotas que caían por sus parpados lo han distraído, quiere más, volviendo experimentar ese anestésico natural, vuelve a tomar su mano, buscando un consuelo, el calor de la mujer entra las yemas de los dedos calando hasta lo más hondo de su alma, dando una luz que tenia años sin experimentar, era estúpido de su parte buscar una madre en Claire, no era tan mayor a él, se levanta lo justo, cuando es capaz de darse cuenta de lo que estaba sucediendo unos labios se recargaron apenas en los propios, cerró los ojos un segundo, correspondiendo mientras en su mente la imagen de cierta cortesana atravesó por su mente, una sonrisa familiar y de nuevo cayó a la cuenta de con quien estaba, quien era la portadora de aquellos labios cálidos y rosas pálidos, se habían besado, no lo entendía, no alcanzaba a comprender ahora el motivo del beso, quiere preguntar el motivo del beso, pero su cuerpo reacciona de otro modo, sentándose en su posición inicial a un lado suyo, pero en ningún momento se soltó de la mano contraria, se ato a ella, nuevamente, ya se la había arrebatado una vez, esta no se la iba a permitir.
-Podemos aprender juntos uno del otro, usted necesita quien la cuide, quien la oiga, no sabemos que depare el futuro, no soy mentiroso, tal vez el vuelva, tal vez el no lo haga, pero algo que no puedo negarle es mi compañía, pero no me arranque de su lado como una simple basura, que puede desechar en cualquier cesto – ¿Qué había dicho?, sus palabras fluyeron solas, no hablo del beso, al contrario lo tomaba como un gesto de protección, sus labios se volvieron a juntar con los de la fémina, en un pequeño beso apenas en un roce.
La oye hablar, ¿puede permanecer a su lado?, claro que si, no piensa alejarse, pero sigue esa duda desde que comenzó ese día, ¿Kyllian es un ser tan bueno como Claire se lo quiere hacer creer?, ¿por quién lo hace? ¿por ellos o por si mismo? , es un monstruo, un ser egoísta, que solo pensaba en él, ella era libre de irse y de continuar con su vida, estaba en lo correcto al desconfiar de él, en aquel modo, era lo más lógico, cualquier persona en base a sus facultades mentales estaba en lo lógico desconfiar.
Sus pensamientos cambian de un momento a otro, primero cree que es mejor que ella se vaya y lo deje ahí desangrándose, también pide a gritos que se quede “¡Decídete! ¿Qué quieres Kyllian?, la voz que oye en su cabeza no es la propia, es la de su verdugo personal que se hace presente en cada nuevo amanecer.
Cuando el ardor parecía no ser soportable, aquella calidez y suavidad de una caricia recorrer su rostro hace que el dolor cese, los aceitunados ojos de Kyllian, la lidocaína llena su cuerpo, calmando todas esas sensaciones que lo estaban atormentando, se hinca sobre una de sus rodillas para ayudarla acercándose, de tal modo que no llegara al suelo, recordando al pequeño que se acurrucaba contra el pecho de su madre, en una esfera de tranquilidad y felicidad, aquellos brazos que al simplemente rodearle, le ponían una especie de campo de fuerza que lo protegía de todo mal.
La sigue oyendo hablar quiere callarla, pero no sabe cómo, aquellos labios cálidos limpiando las cristalinas gotas que caían por sus parpados lo han distraído, quiere más, volviendo experimentar ese anestésico natural, vuelve a tomar su mano, buscando un consuelo, el calor de la mujer entra las yemas de los dedos calando hasta lo más hondo de su alma, dando una luz que tenia años sin experimentar, era estúpido de su parte buscar una madre en Claire, no era tan mayor a él, se levanta lo justo, cuando es capaz de darse cuenta de lo que estaba sucediendo unos labios se recargaron apenas en los propios, cerró los ojos un segundo, correspondiendo mientras en su mente la imagen de cierta cortesana atravesó por su mente, una sonrisa familiar y de nuevo cayó a la cuenta de con quien estaba, quien era la portadora de aquellos labios cálidos y rosas pálidos, se habían besado, no lo entendía, no alcanzaba a comprender ahora el motivo del beso, quiere preguntar el motivo del beso, pero su cuerpo reacciona de otro modo, sentándose en su posición inicial a un lado suyo, pero en ningún momento se soltó de la mano contraria, se ato a ella, nuevamente, ya se la había arrebatado una vez, esta no se la iba a permitir.
-Podemos aprender juntos uno del otro, usted necesita quien la cuide, quien la oiga, no sabemos que depare el futuro, no soy mentiroso, tal vez el vuelva, tal vez el no lo haga, pero algo que no puedo negarle es mi compañía, pero no me arranque de su lado como una simple basura, que puede desechar en cualquier cesto – ¿Qué había dicho?, sus palabras fluyeron solas, no hablo del beso, al contrario lo tomaba como un gesto de protección, sus labios se volvieron a juntar con los de la fémina, en un pequeño beso apenas en un roce.
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