AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Stone Cold Sober {Privado}
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Stone Cold Sober {Privado}
"I'm in a whole other dimension,
Dancing doubles on the floor,
You think I'm crazy, a little bit hazy,
But I'm stone cold sober"
Dancing doubles on the floor,
You think I'm crazy, a little bit hazy,
But I'm stone cold sober"
Salió de clases con una pila de libros que a duras penas sostenía con sus delgados brazos. Su semblante lucía algo pálido, agotado, haciendo que, paradojicámente, el hermoso azul de sus ojos resaltará aún más en un delicado rostro que no podía esconder el cansancio residente en su dueño.
Las últimas semanas el sueño de Donatien había sido afecto por una serie de infortunios varios, que siempre aparecían pese a las negativas del joven porque esto sucediera. Si no eran las recurrentes pesadillas de una vida solitaria y pérdida que aterraban al mancebo, era su cándido despiste horario el que le llevaba a entretenerse hasta ya entrada la madrugada con lecturas recomendadas por el señor van Otterloo, que a fin de cabo terminaban por robarle horas de sueño, pues Donatien jamás podía apoyar su cabeza en la almohada y hacer serenamente dormido. No, había tomado por costumbre checar mentalmente todos aquellos deberes que debía realizar al día siguiente. La organización llevaba al éxito para él y ya no podía dejar esa particular manía atrás.
El tema radicaba en que por la razón que fuese, la falta de descanso necesaria le estaba pasando factura.
Se dirigió con pasos apresurados al patio interno de la Institución, donde en una de las tantas bancas pudo liberarse del tensionar de aquellos voluminosos ejemplares escritos. Dejó caer su cuerpo junto a los libros y denotó la cantidad de estudiantes que se movían de un lado a otro. Entrando y saliendo de clases, comentando lo aprendido, riéndose en los pasillos, descansando en el patio. Pero eran muchos, todos inquietos, todos en constante movimiento. Aquella sensación pareció agobiarle un poco. Sentía que frente a sus ojos todo transcurría fugazmente, pero al mismo tiempo, podía percibir la lenta y fría gota de sudor que descendía por su espalda.
Lo azotaron los síntomas propios del mareo. Trató de recordar que había desayunado aquella mañana, pero su memoria se vio distraída cuando su visión se torno nublosa, perdiendo las imágenes captadas por ésta su completa y perfecta nitidez. Apretó con fuerza sus párpados y comenzó a respirar con lentitud. Profundas inhalaciones lo volvían a la calma, tratando de liberar con sus exhalaciones aquel malestar que le había invadido repentinamente. Anuló los ruidos exteriores de su mente, centró su pensamiento en encontrar aunque sea un bienestar momentáneo para así poder partir a su hogar y se atrevió a retraer sus parpados nuevamente.
El ajetreo juvenil aún continuaba. Las figuras iban de a un lado a otro incesantemente. Los libros permanecían a su lado. Todo había vuelto a la cotidianeidad, así también su sentir, su mirar, su respirar.
Sintió su boca seca, anhelando un refrigerio más aún no se sentía del todo preparado para abandonar su asiento, ciertamente por el miedo de desvanecerse frente a toda aquella gente. Como de costumbre, dibujó una amable sonrisa en su rostro para anular sospecha alguna, para no preocupar o llamar la atención de nadie. Pero lo cierto es que su rostro cada vez se tornaba más lívido, cuan hoja de papel adornada por dos azuladas manchas de acuarelas.
Por más que su deseo fuese el de abandonar aquel peculiar estado, tenía presente que ni el mayor poder mental anularía las manifestaciones que su físico daba a conocer.
Extendió uno de sus brazos, dejándolo recaer el dorso de su mano sobre la marmolada banca. Tontamente pensó lo bello y reconfortante que hubiese sido si su abuela llegase a auxiliarle tomando aquella solitaria mano, obsequiándole un abrazo y aliviándole con un vaso de fresco jugo de manzanas.
Donatien Tautou- Humano Clase Media
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Re: Stone Cold Sober {Privado}
Tanto se había paseado con ese bendito libro bajo su brazo que algunas personas ya habían asumido que sus hábitos de estudio se estaban convirtiendo en una obsesión. Pero la verdad era que si es que no aprovechaba cada minuto libre que tenía, jamás podría terminar de leer el Código Penal Francés a tiempo. Maldecía el momento en que a sus maestros se les hubiera ocurrido exigir la lectura de aquel libro como algo obligatorio. Era como si el resto de la bibliografía exigida (no tan extremadamente larga, pero igual de tediosa) no fuera suficiente. Por lo menos sus compañeros lo entendían, ya que la gran mayoría había adoptado la misma práctica de llevar el Código para donde fueran. Por lo menos en la Universidad no lo miraban como si fuera un bicho raro digno de estudio. Formaba más bien parte del colectivo.
Y fue cuando el reloj empezó a dar las campanadas del cambio de hora que el profesor que estaba delante de ellos se dio cuenta de que los había retenido por veinte minutos más de la hora de término de la clase. Un suspiro colectivo de alivio se escuchó en el aula cuando el anciano los liberó de su cátedra, que estaban seguros que sería igual de larga el día siguiente. Había algunas cosas inciertas en la vida, pero la extensión de las clases de aquel hombre no era una de ellas. El ruido de las sillas moviéndose y de los alumnos guardando sus pertenencias fue lo único que llegaba a los oídos de Thibaut. En su mente pensaba que quizás sería bueno aprovechar las horas de luz que quedaban en el día para avanzar algo en la lectura. La biblioteca de la universidad sería una buena opción, si es que el ambiente se probaba no tan increíblemente soporífero. Todo dependía de la calefacción. Siempre había sido así.
Tomando su bolso de cuero lleno de papeles y tinta, con el Código bajo su brazo y sacándose la peluca blanca que requerían usar los estudiantes de derecho al igual que sus maestros, salió de aquella sala que tanto tiempo los había retenido. El aire fresco era una bendición e inspiró con fuerza un par de veces antes de continuar su camino. Para llegar a la biblioteca tendría que pasar por un par de escaleras, varios pasillos y un patio interno. Aquel era verdaderamente un espléndido edificio, aunque si estabas apurado, aquello probaba ser algo no tan deseable. Y mientras cruzaba el patio que lo separaba de la biblioteca, un rostro conocido llamó su atención. Pero más que la familiaridad de este muchacho, fue la palidez de sus facciones lo que hizo que se fijara nuevamente en su rostro. Definitivamente no se encontraba bien.
-Disculpe que lo moleste, pero... ¿Se encuentra bien?- le preguntó luego de acercarse a la banca en donde se encontraba sentado. Se agachó un poco, como para poder observarlo mejor. Las manchas azuladas bajo sus ojos no auguraban nada positivo. -Está tan pálido como un espectro-.
Y fue cuando el reloj empezó a dar las campanadas del cambio de hora que el profesor que estaba delante de ellos se dio cuenta de que los había retenido por veinte minutos más de la hora de término de la clase. Un suspiro colectivo de alivio se escuchó en el aula cuando el anciano los liberó de su cátedra, que estaban seguros que sería igual de larga el día siguiente. Había algunas cosas inciertas en la vida, pero la extensión de las clases de aquel hombre no era una de ellas. El ruido de las sillas moviéndose y de los alumnos guardando sus pertenencias fue lo único que llegaba a los oídos de Thibaut. En su mente pensaba que quizás sería bueno aprovechar las horas de luz que quedaban en el día para avanzar algo en la lectura. La biblioteca de la universidad sería una buena opción, si es que el ambiente se probaba no tan increíblemente soporífero. Todo dependía de la calefacción. Siempre había sido así.
Tomando su bolso de cuero lleno de papeles y tinta, con el Código bajo su brazo y sacándose la peluca blanca que requerían usar los estudiantes de derecho al igual que sus maestros, salió de aquella sala que tanto tiempo los había retenido. El aire fresco era una bendición e inspiró con fuerza un par de veces antes de continuar su camino. Para llegar a la biblioteca tendría que pasar por un par de escaleras, varios pasillos y un patio interno. Aquel era verdaderamente un espléndido edificio, aunque si estabas apurado, aquello probaba ser algo no tan deseable. Y mientras cruzaba el patio que lo separaba de la biblioteca, un rostro conocido llamó su atención. Pero más que la familiaridad de este muchacho, fue la palidez de sus facciones lo que hizo que se fijara nuevamente en su rostro. Definitivamente no se encontraba bien.
-Disculpe que lo moleste, pero... ¿Se encuentra bien?- le preguntó luego de acercarse a la banca en donde se encontraba sentado. Se agachó un poco, como para poder observarlo mejor. Las manchas azuladas bajo sus ojos no auguraban nada positivo. -Está tan pálido como un espectro-.
Thibaut Beaudelaire- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/02/2012
Localización : París, Francia
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Re: Stone Cold Sober {Privado}
Mientras el equilibrio del joven parecía jugar con su estabilidad, Donatien comenzó a asumir que estaba abusando de su propia juventud y su incansable voluntad para con todo y todos se revelaban como la causante de todo aquel inoportuno malestar físico.
¿Acaso todo residía en que el muchacho no sabía decir que no? Seguramente. Pero era totalmente cierto, no existía tarea de auxilio al prójimo a la que Donatien se negase.
Escuchar a sus conocidos, colaborar con sus vecinos, estudiar con otros compañeros de la Universidad, ayudar a su mentor con el avanzar con sus investigaciones y numerosos ejemplos más eran los que de una manera u otra, consciente e inconscientemente robaban horas de descanso para el cuerpo del bondadoso mancebo. Y como toda decisión que tarde o temprano presenta sus consecuencias, finalmente Donatien estaba viviendo en carne propia las suyas.
Frunció con notoriedad la frente la nariz, obligando a que sus parpados se cerrasen a su máxima totalidad, anulando cualquier vestigio de aquel panorama confuso, carente de total nitidez donde todo parecía dar vueltas.
Inhaló profundamente, cuando de repente sus oídos captaron una voz despojante de palabras que sin dudas iban dirigidas a su persona. Liberó con fuerza el aire contenido en sus pulmones al mismo instante que sus parpados se retrajeron bruscamente, deseando sus ojos hacerse de una visión más clara, sin vértigos ni imágenes difusas.
- No lo sé en verdad… - y era muy cierto, pues aquel estado hasta confundía la característica claridad el joven, quien posó sus ocelos en la humanidad de aquella atenciosa persona que se había percatado de su repentino e inesperado desasosiego. Una involuntaria sonrisa se dibujó en los finos y largos labios del mancebo en agradecimiento a quien fuese que sea que se haya tomado el tiempo de preocuparse por él.
- Me gustaría ir por un poco de agua sinceramente - añadió a sus comentarios, anunciado con cierta incomodidad al denotar su lengua seca, raposa hasta para proferir un par de vocablos. Sentía las comisuras de sus labios tensas, listas para resquebrajarse. Pensó sí en realidad todo eso le acontecía a tal grado o su mismo cuerpo exageraba aquellos síntomas en insistencia de una solución más ágil.
Lentamente apoyo la palma de ambas manos sobre la fría banca a los respectivos lados de su cuerpo y llenándose de valentía se impulsó con intención de reincorporar su cuerpo de aquel estado de reposo. Sus pies tastabillaron lo suficiente como para que una de sus manos buscase inmediatamente algún sostén que evitase su caída. Aquella banca le había salvado nuevamente.
¿Qué demonios le pasaba? No deseaba sentirse así, menos en un lugar donde le avergonzaba enormemente.
- Sería molestia solicitarle si de ser posible, me llevase hasta los comedores del establecimiento - terminó por solicitar, asumiendo de una vez que él solo no llegaría mucho más lejos que a donde yacía desde hacia buen rato.
Sus ojos se hicieron nuevamente con la voz auxiliadora. Un rostro masculino, con graciosas pecas se mantenía frente a él, atento y hasta algo preocupado. Donatien no sabía como agradecerle en ese instante por su particular gesto para con él, así que no tuvo más opción que sonreír como hacia de costumbre para con todo el mundo. No sabía pedir favores, solo ofrecerse para colaborar con los demás. Paradójicamente, esa parecía ser su falta.
¿Acaso todo residía en que el muchacho no sabía decir que no? Seguramente. Pero era totalmente cierto, no existía tarea de auxilio al prójimo a la que Donatien se negase.
Escuchar a sus conocidos, colaborar con sus vecinos, estudiar con otros compañeros de la Universidad, ayudar a su mentor con el avanzar con sus investigaciones y numerosos ejemplos más eran los que de una manera u otra, consciente e inconscientemente robaban horas de descanso para el cuerpo del bondadoso mancebo. Y como toda decisión que tarde o temprano presenta sus consecuencias, finalmente Donatien estaba viviendo en carne propia las suyas.
Frunció con notoriedad la frente la nariz, obligando a que sus parpados se cerrasen a su máxima totalidad, anulando cualquier vestigio de aquel panorama confuso, carente de total nitidez donde todo parecía dar vueltas.
Inhaló profundamente, cuando de repente sus oídos captaron una voz despojante de palabras que sin dudas iban dirigidas a su persona. Liberó con fuerza el aire contenido en sus pulmones al mismo instante que sus parpados se retrajeron bruscamente, deseando sus ojos hacerse de una visión más clara, sin vértigos ni imágenes difusas.
- No lo sé en verdad… - y era muy cierto, pues aquel estado hasta confundía la característica claridad el joven, quien posó sus ocelos en la humanidad de aquella atenciosa persona que se había percatado de su repentino e inesperado desasosiego. Una involuntaria sonrisa se dibujó en los finos y largos labios del mancebo en agradecimiento a quien fuese que sea que se haya tomado el tiempo de preocuparse por él.
- Me gustaría ir por un poco de agua sinceramente - añadió a sus comentarios, anunciado con cierta incomodidad al denotar su lengua seca, raposa hasta para proferir un par de vocablos. Sentía las comisuras de sus labios tensas, listas para resquebrajarse. Pensó sí en realidad todo eso le acontecía a tal grado o su mismo cuerpo exageraba aquellos síntomas en insistencia de una solución más ágil.
Lentamente apoyo la palma de ambas manos sobre la fría banca a los respectivos lados de su cuerpo y llenándose de valentía se impulsó con intención de reincorporar su cuerpo de aquel estado de reposo. Sus pies tastabillaron lo suficiente como para que una de sus manos buscase inmediatamente algún sostén que evitase su caída. Aquella banca le había salvado nuevamente.
¿Qué demonios le pasaba? No deseaba sentirse así, menos en un lugar donde le avergonzaba enormemente.
- Sería molestia solicitarle si de ser posible, me llevase hasta los comedores del establecimiento - terminó por solicitar, asumiendo de una vez que él solo no llegaría mucho más lejos que a donde yacía desde hacia buen rato.
Sus ojos se hicieron nuevamente con la voz auxiliadora. Un rostro masculino, con graciosas pecas se mantenía frente a él, atento y hasta algo preocupado. Donatien no sabía como agradecerle en ese instante por su particular gesto para con él, así que no tuvo más opción que sonreír como hacia de costumbre para con todo el mundo. No sabía pedir favores, solo ofrecerse para colaborar con los demás. Paradójicamente, esa parecía ser su falta.
Donatien Tautou- Humano Clase Media
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Re: Stone Cold Sober {Privado}
En realidad no entendía como la situación de su compañero de universidad no llamaba la atención de las demás personas que estaban a su alrededor. No creía que toda la población de esa casa de estudios fuera tan insensible al sufrimiento ajeno como para ignorar deliberadamente a alguien que sufría tan notoriamente; decidió, por su propia sanidad mental, culpar al estrés propio de los estudios universitarios que prevenía que la atención de sus compañeros se desviara de sus propios pasos. La palidez del muchacho era casi espeluznante y el hecho de que hubiera tratado de incorporarse pero que su propia debilidad se lo hubiera impedido lo había asustado tanto más. Hizo el amago de alargar sus propios brazos para que le sirvieran de apoyo, pero la superficie de la banca donde había estado sentado llegó a su auxilio antes que Thibaut.
-Por supuesto que no es molestia alguna, si es que con eso cree que se sentirá mejor- le respondió Thibaut, haciendo un trazado mental de cual sería el recorrido más corto hacia los comedores del establecimiento. No se encontraba más lejos que la biblioteca, pero les tomaría más de un par de minutos llegar hasta ese lugar, especialmente considerando el estado en el que se encontraba el chico. Se notaba algo menor que él, quizás tuviera la edad de su hermana Noella, aunque era muchísimo más alta que ella. Sería diferente que cargarlas a ellas, cosa que no hacía desde hacía muchos años.
Después de unos segundos de consideraciones, puso manos a la obra. -Si me permite...- Thibaut dejó la frase en el aire, mientras con toda la firmeza que pudo juntar, levantó al muchacho de la banca. Poniendo una mano en la espalda del chico y con la otra afirmando su brazo con fuerza, esperó unos segundos para que pudiera estabilizarse. Tenía la impresión de que lo que le sucedía al muchacho era parecido a aquellas debilidades que a veces invadían a su madre, caracterizadas por desvanecimientos y mareos. Sabía que lo más importante en esos casos era proveer un apoyo firme y seguro, evitando que la persona afectada fuera a caerse. Y lento, pero de forma segura, empezó a caminar en dirección a los comedores.
-Me llamo Thibaut- dijo después de unos segundos, feliz de que las piernas parecieran estar aguantándole al muchacho. -¿Cómo te llamas tú?- bien podría estar hablándole a su hermano pequeño, Dominic. El hombre que estaba sujetando era igual de larguirucho que su hermano, aunque algo más alto. Y por todos los santos, justo en esos momentos era cuando deseaba tener a Basile siempre a su lado. El sabría que hacer en situaciones como aquella.
-Por supuesto que no es molestia alguna, si es que con eso cree que se sentirá mejor- le respondió Thibaut, haciendo un trazado mental de cual sería el recorrido más corto hacia los comedores del establecimiento. No se encontraba más lejos que la biblioteca, pero les tomaría más de un par de minutos llegar hasta ese lugar, especialmente considerando el estado en el que se encontraba el chico. Se notaba algo menor que él, quizás tuviera la edad de su hermana Noella, aunque era muchísimo más alta que ella. Sería diferente que cargarlas a ellas, cosa que no hacía desde hacía muchos años.
Después de unos segundos de consideraciones, puso manos a la obra. -Si me permite...- Thibaut dejó la frase en el aire, mientras con toda la firmeza que pudo juntar, levantó al muchacho de la banca. Poniendo una mano en la espalda del chico y con la otra afirmando su brazo con fuerza, esperó unos segundos para que pudiera estabilizarse. Tenía la impresión de que lo que le sucedía al muchacho era parecido a aquellas debilidades que a veces invadían a su madre, caracterizadas por desvanecimientos y mareos. Sabía que lo más importante en esos casos era proveer un apoyo firme y seguro, evitando que la persona afectada fuera a caerse. Y lento, pero de forma segura, empezó a caminar en dirección a los comedores.
-Me llamo Thibaut- dijo después de unos segundos, feliz de que las piernas parecieran estar aguantándole al muchacho. -¿Cómo te llamas tú?- bien podría estar hablándole a su hermano pequeño, Dominic. El hombre que estaba sujetando era igual de larguirucho que su hermano, aunque algo más alto. Y por todos los santos, justo en esos momentos era cuando deseaba tener a Basile siempre a su lado. El sabría que hacer en situaciones como aquella.
Thibaut Beaudelaire- Humano Clase Alta
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Re: Stone Cold Sober {Privado}
Los pasos de Donatien eran lentos pero gracias a aquel apoyo humano los mismos se hacían firmes y equilibrados. Los ojos del joven se mantenían entrecerrados por el simple temor de que otro mareo afectase su vista y terminase por complicar más aquella incomoda situación a la que no estaba acostumbrado. Jamás había pasado por un estado de salud así, pero la realidad era que tampoco se había visto sometido a tantas responsabilidades estresantes.
¿Sería acaso toda aquella carga de deberes que le quitaban horas de sueño el motivo del presente malestar? No lo sabía con certeza, pero algo en su confusa mente le decía que tendría que normalizar un poco más sus horarios de descanso si lo que deseaba era no perjudicarse aún más.
La rígida y paciente compañía del muchacho a su lado parecía hasta ser experimentada en cuanto al auxilio impartido hacia otras personas. La forma de agarre que utilizaba sobre el cuerpo de Donatien le mantenía seguro para continuar el recorrido dirigente hacia el comedor de la Universidad. Tautou pensó que seguramente se tratase de uno de los tantos jóvenes que estaban allí estudiando medicina y eso le generó más confianza, reflejada en la nula resistencia puesta cuando éste le ayudo a erguirse para emprender el andar que ahora llevaban juntos.
Relamió sus labios numerosas veces, escuchando mínimamente el chasquido de su lengua contra el paladar. Realmente deseaba hacerse con un vaso de agua que anulase aquella molesta resequedad presente en su boca, que parecía apoderarse también de sus finos y largos labios.
- Me llamo… me llamo Donatien - respondió tras unos momentos de silencio, como si hubiese tenido que concentrar sus fuerzas para liberar aquellas suaves palabras que salían sin mucha energía de su boca.
Alzó un poco el mentón para tratar de visualizar aquello que estuviese frente a sí para generarse algún tipo de noción sobre cuanto faltaba realmente para arribar al comedor pues era consciente que la tarea de ir con alguien a cuestas no era algo que generaba mucho contento y no quería abusar de la atención de quien le acompañaba.
- Hubiese sido un placer conocerle en otra circunstancia Thibaut - una sonrisa con los ojos cerrados de dibujó en el pálido rostro del mancebo, esperando aquel noble gesto de su parte aminorase la pesada molestia que pensaba era hacerle perder el tiempo a alguien que ni siquiera le conocía. Pero lo cierto en sus palabras era que sin dudas él no tendría rechazo alguno en hacerse con un nuevo conocido dentro del College de France.
Anhelado llegar de una vez a su destino, los pasos del estudiante se hicieron más veloces como si las pocas fuerzas concentradas dentro de sí se hubiesen enfocado con firmeza en la meta final; alcanzar el comedor de la Institución.
- ¿No falta mucho, cierto? - cuestionó algo agitado, reflejando un leve dejo de ansiedad por hacerse con el espacio deseado. El castaño nunca creyó que un asiento y un vaso de agua fresca le fuesen tan necesarios.
¿Sería acaso toda aquella carga de deberes que le quitaban horas de sueño el motivo del presente malestar? No lo sabía con certeza, pero algo en su confusa mente le decía que tendría que normalizar un poco más sus horarios de descanso si lo que deseaba era no perjudicarse aún más.
La rígida y paciente compañía del muchacho a su lado parecía hasta ser experimentada en cuanto al auxilio impartido hacia otras personas. La forma de agarre que utilizaba sobre el cuerpo de Donatien le mantenía seguro para continuar el recorrido dirigente hacia el comedor de la Universidad. Tautou pensó que seguramente se tratase de uno de los tantos jóvenes que estaban allí estudiando medicina y eso le generó más confianza, reflejada en la nula resistencia puesta cuando éste le ayudo a erguirse para emprender el andar que ahora llevaban juntos.
Relamió sus labios numerosas veces, escuchando mínimamente el chasquido de su lengua contra el paladar. Realmente deseaba hacerse con un vaso de agua que anulase aquella molesta resequedad presente en su boca, que parecía apoderarse también de sus finos y largos labios.
- Me llamo… me llamo Donatien - respondió tras unos momentos de silencio, como si hubiese tenido que concentrar sus fuerzas para liberar aquellas suaves palabras que salían sin mucha energía de su boca.
Alzó un poco el mentón para tratar de visualizar aquello que estuviese frente a sí para generarse algún tipo de noción sobre cuanto faltaba realmente para arribar al comedor pues era consciente que la tarea de ir con alguien a cuestas no era algo que generaba mucho contento y no quería abusar de la atención de quien le acompañaba.
- Hubiese sido un placer conocerle en otra circunstancia Thibaut - una sonrisa con los ojos cerrados de dibujó en el pálido rostro del mancebo, esperando aquel noble gesto de su parte aminorase la pesada molestia que pensaba era hacerle perder el tiempo a alguien que ni siquiera le conocía. Pero lo cierto en sus palabras era que sin dudas él no tendría rechazo alguno en hacerse con un nuevo conocido dentro del College de France.
Anhelado llegar de una vez a su destino, los pasos del estudiante se hicieron más veloces como si las pocas fuerzas concentradas dentro de sí se hubiesen enfocado con firmeza en la meta final; alcanzar el comedor de la Institución.
- ¿No falta mucho, cierto? - cuestionó algo agitado, reflejando un leve dejo de ansiedad por hacerse con el espacio deseado. El castaño nunca creyó que un asiento y un vaso de agua fresca le fuesen tan necesarios.
Donatien Tautou- Humano Clase Media
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Re: Stone Cold Sober {Privado}
No tenía idea que hacer en el caso de que el chico se desmayara. Cuando a su madre le venían esos accesos de debilidad, si es que se desvanecía Thibaut tenía muy claro donde se encontraban sus sales y ella era tan menuda que no le costaba nada tomarla entre sus brazos y llevarla hacia su habitación. Pero en un caso como este... No conocía a Donatien, como le había dicho que era su nombre, ni sabía si es que esto fuera algo frecuente en su día a día. Y también dudaba de que fuera capaz de cargarlo con tanta facilidad. Así que confiaba en la resistencia del muchacho, y que podrían llegar al comedor antes de que cualquier otro desafortunado desenlace sucediera. Mientras caminaban, cada paso un poco más rápido que el anterior, Thibaut volvió a asegurar con firmeza su agarre del muchacho. Lo último que necesitaba era que perdiera el equilibrio ahora, justo cuando parecían bien encaminados hacia los comedores del College.
-Esperemos que esta situación se arregle rápidamente, y de seguro nos volveremos a encontrar en alguna mejor- le respondió a Donatien, sorprendido de que aun en su debilidad fuera capaz de esbozar una sonrisa. Aunque quizás no debiera sorprenderle demasiado, ya que probablemente el hubiera hecho, si no lo mismo, algo muy parecido. Agradecer sin parar, tratar de sonreír para no asustar de sobremanera a quién se hubiera dedicado a ayudarlo, tratar de que lo que estuviera sintiendo no repercutiera negativamente en las personas que lo rodeaban. Sonaba en extremo familiar, por lo que el grado de empatía que sentía por el chico fue aumentado de gran manera. El hubiera reaccionado igual.
Atravesando un par de pasillos y subiendo los escalones que lo separaban de otra de las alas del edificio siguieron su camino. Las escaleras fueron un poco más desafiantes, ya que hubiera podido jurar que los pies de Donatien se sentían casi como si fueran de plomo. Pero a cada paso estaban más cerca de su destino. Thibaut podía ver al final del pasillo las puertas dobles, adornadas por un ventanal formado por vidrios de varios colores, que daban a los comedores del recinto. Ahí dentro estarían mejor. Un vaso de agua siempre eran una buena opción cuando alguien se encontraba en mal estado. Y por lo menos ahí podría dejar al chico con alguien que lo vigilara mientras el se dedicaba a buscar ayuda más competente que él mismo. -Falta poco, Donatien, lo estás haciendo excelente- le dijo, algo alarmado al escuchar el tono de voz en el que se había expresado el menor.
-Ya casi llegamos- agregó Thibaut, sintiendo casi como el peso del chico aumentaba a cada segundo. No, no podía desmayarse estando tan cerca de su destino. Y bueno, si es que fuera necesario lo llevaría a rastras. No podría dejarlo solo en ese momento. Especialmente cuando solo le quedaban unos diez metros para llegar al comedor.
-Esperemos que esta situación se arregle rápidamente, y de seguro nos volveremos a encontrar en alguna mejor- le respondió a Donatien, sorprendido de que aun en su debilidad fuera capaz de esbozar una sonrisa. Aunque quizás no debiera sorprenderle demasiado, ya que probablemente el hubiera hecho, si no lo mismo, algo muy parecido. Agradecer sin parar, tratar de sonreír para no asustar de sobremanera a quién se hubiera dedicado a ayudarlo, tratar de que lo que estuviera sintiendo no repercutiera negativamente en las personas que lo rodeaban. Sonaba en extremo familiar, por lo que el grado de empatía que sentía por el chico fue aumentado de gran manera. El hubiera reaccionado igual.
Atravesando un par de pasillos y subiendo los escalones que lo separaban de otra de las alas del edificio siguieron su camino. Las escaleras fueron un poco más desafiantes, ya que hubiera podido jurar que los pies de Donatien se sentían casi como si fueran de plomo. Pero a cada paso estaban más cerca de su destino. Thibaut podía ver al final del pasillo las puertas dobles, adornadas por un ventanal formado por vidrios de varios colores, que daban a los comedores del recinto. Ahí dentro estarían mejor. Un vaso de agua siempre eran una buena opción cuando alguien se encontraba en mal estado. Y por lo menos ahí podría dejar al chico con alguien que lo vigilara mientras el se dedicaba a buscar ayuda más competente que él mismo. -Falta poco, Donatien, lo estás haciendo excelente- le dijo, algo alarmado al escuchar el tono de voz en el que se había expresado el menor.
-Ya casi llegamos- agregó Thibaut, sintiendo casi como el peso del chico aumentaba a cada segundo. No, no podía desmayarse estando tan cerca de su destino. Y bueno, si es que fuera necesario lo llevaría a rastras. No podría dejarlo solo en ese momento. Especialmente cuando solo le quedaban unos diez metros para llegar al comedor.
Thibaut Beaudelaire- Humano Clase Alta
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Re: Stone Cold Sober {Privado}
Donatien jamás hubiese pensado en su inquietísima cabecilla que llegar al comedor del Instituto donde estudiaba fuese algo tan agradable. Y no es que el muchacho tuviese algo en contra de aquel inmenso salón lleno de bancas y mesas donde los estudiantes generalmente se dedicaban a comer mientras algunos estudiaban, pero simplemente no le encontraba gracia al sitio salvo en aquel momento donde la necesidad imploraba por un asiento y un refrigerio.
Cuando su cuerpo recayó sentado sobre una de las bancas de madera un suspiro de alivio fue liberado por el joven, quien inflando sus mejillas hacia mas notorio aquel gesto. Recostó su espalda contra el borde de la mesa y trató de enfocar su vista lo más posible. Allí se encontraba aún el amable y pecoso muchacho que le había salvado el pellejo de lo que seria ni más ni menos que un seguro desmayo.
Una de las empleadas encargadas de hacerse con el aseo de las mesas del comedor denotó automáticamente el malestar del joven, pues la palidez en el rostro de Donatien delataba a cualquier ojo atento su extraño estado. Un vaso de agua y dos cucharadas de azúcar revueltas fueron ofrecidas por la veterana que aseguraba que ese sencillo brebaje haría sentir mejor al chico. Sin preguntar siquiera que contenía el agua, éste lo bebió casi como desesperado, pues a través del cuello blanco y estilizado del mancebo podía notarse como su garganta tragaba apresurada, ansiosa por el bienestar físico de su dueño.
- Jamás me había sentido de esta manera… Supongo la falta de sueño y la sobre atención a los libros me esta pasando una factura para nada buena - comento con los ojos entrecerrados pero proyectando un semblante sonriente, como de costumbre. La señora sonrió al notar que lentamente los colores vivos del rostro del muchacho iban regresando lentamente a su faz tan delicada y simpática. Notando que Donatien se encontraba bien acompañado, la mujer hizo una reverencia y continúo con sus tareas habituales, para ella todo no había sido más que un cotidiano susto, como si aquella situación fuese normal dentro del College por lo menos a sus ojos.
- Si lo que estudias es medicina, serás un buen doctor Thibaut… o por lo menos un excelente guía - un comentario cómico y amable para aminorar la relevancia de la ocasión, Donatien no sabia si el muchacho se había asustado mas de la cuenta por lo sucedido y el solo pensarlo generaba una pena inmensa en el corazón de aquel chico, siempre preocupado por el sentir ajeno. Los ojos claros del francés se posaron en los de su cercano para contemplarlo ahora con mejor detalle, ya que lentamente aquella bebida parecía hacer su efecto esperado; la mejoría.
- Lo menos que puedo hacer es invitarle a comer alguna cosa… Si no tiene clase en estos momentos - bajo la mirada tras aquellos vocablos que reflejaban la vergüenza persistente en el muchacho, consciente del menudo bochorno que su falta de sueño le había hecho pasar. A veces Donatien era muy injusto consigo mismo, cargando pesares en sobremanera sin siquiera saber como reaccionaria la otra parte ante lo que acontecía cuando el formaba parte de algo. Internamente el mancebo solo esperaba que el llamado Thibaut tuviese la capacidad de comprenderle, nada de lo pasado había ocurrido adrede.
Cuando su cuerpo recayó sentado sobre una de las bancas de madera un suspiro de alivio fue liberado por el joven, quien inflando sus mejillas hacia mas notorio aquel gesto. Recostó su espalda contra el borde de la mesa y trató de enfocar su vista lo más posible. Allí se encontraba aún el amable y pecoso muchacho que le había salvado el pellejo de lo que seria ni más ni menos que un seguro desmayo.
Una de las empleadas encargadas de hacerse con el aseo de las mesas del comedor denotó automáticamente el malestar del joven, pues la palidez en el rostro de Donatien delataba a cualquier ojo atento su extraño estado. Un vaso de agua y dos cucharadas de azúcar revueltas fueron ofrecidas por la veterana que aseguraba que ese sencillo brebaje haría sentir mejor al chico. Sin preguntar siquiera que contenía el agua, éste lo bebió casi como desesperado, pues a través del cuello blanco y estilizado del mancebo podía notarse como su garganta tragaba apresurada, ansiosa por el bienestar físico de su dueño.
- Jamás me había sentido de esta manera… Supongo la falta de sueño y la sobre atención a los libros me esta pasando una factura para nada buena - comento con los ojos entrecerrados pero proyectando un semblante sonriente, como de costumbre. La señora sonrió al notar que lentamente los colores vivos del rostro del muchacho iban regresando lentamente a su faz tan delicada y simpática. Notando que Donatien se encontraba bien acompañado, la mujer hizo una reverencia y continúo con sus tareas habituales, para ella todo no había sido más que un cotidiano susto, como si aquella situación fuese normal dentro del College por lo menos a sus ojos.
- Si lo que estudias es medicina, serás un buen doctor Thibaut… o por lo menos un excelente guía - un comentario cómico y amable para aminorar la relevancia de la ocasión, Donatien no sabia si el muchacho se había asustado mas de la cuenta por lo sucedido y el solo pensarlo generaba una pena inmensa en el corazón de aquel chico, siempre preocupado por el sentir ajeno. Los ojos claros del francés se posaron en los de su cercano para contemplarlo ahora con mejor detalle, ya que lentamente aquella bebida parecía hacer su efecto esperado; la mejoría.
- Lo menos que puedo hacer es invitarle a comer alguna cosa… Si no tiene clase en estos momentos - bajo la mirada tras aquellos vocablos que reflejaban la vergüenza persistente en el muchacho, consciente del menudo bochorno que su falta de sueño le había hecho pasar. A veces Donatien era muy injusto consigo mismo, cargando pesares en sobremanera sin siquiera saber como reaccionaria la otra parte ante lo que acontecía cuando el formaba parte de algo. Internamente el mancebo solo esperaba que el llamado Thibaut tuviese la capacidad de comprenderle, nada de lo pasado había ocurrido adrede.
Donatien Tautou- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/05/2012
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Re: Stone Cold Sober {Privado}
Cuando entraron a aquella gran habitación, Thibaut ya estaba preparado para tener que correr a algún lado en busca de ayuda. No imaginaba que iba a haber alguien en los comedores que supiera exactamente que hacer en esas situaciones como aquella. Era una criada de la cocina y sin siquiera preguntarles, fue a la cocina por un par de segundos y volvió con un brebaje que devolvió un poco de color a las increíblemente pálidas mejillas de Donatien. Aquello había sido impresionante y no pudo dejar de deshacerse en agradecimientos a la mujer por su gestión en la mejoría del muchacho.
-Por lo menos ahora podemos quedarnos un poco más tranquilos, te ves mucho mejor que hace cinco minutos- comentó, sentándose al lado del muchacho, en la misma banca, luego de ver desaparecer a la mujer que tanto los había ayudado tras una puerta. Sentía como si un peso se hubiera levantado de sus hombros al ver como el color volvía a la faz del chico, ya que no hubiera tenido idea que hubiera sido necesario hacer si es que hubiera empeorado. A veces consideraba que estar estudiando medicina hubiera sido mucho más provechoso para la sociedad, pero su padre ni siquiera lo hubiera escuchado. La profesión de la medicina, aparentemente, no era un oficio digno de alguien de su clase.
Y tal como si Donatien hubiera sido capaz de saber lo que estaba pensando en ese momento, comentó algo parecido. -Nada más alejado de la realidad, de hecho estoy estudiando para convertirme en abogado- le respondió, dejando caer sus manos en su regazo, y desviando su mirada desde una de las ventanas hasta el rostro del chico. Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro al ver lo mejorado que se veía su acompañante.
-No deberías molestarte, Donatien, era lo menos que podía hacer- explicó, imitando al moreno y apoyando su espalda en la mesa que tenía tras él. -Mi madre tiene una constitución muy enfermiza, por lo que los desmayos no son desconocidos para mi. Aunque no creo que te haya pasado por lo mismo que le pasa a ella- le explicó, esperando que no se sintiera obligado de alguna manera a devolverle el favor, ya que ciertamente él no lo sentía necesario. -¿Te sientes mejor?- ciertamente se veía mejor, pero prefería confirmarlo antes de asumir nada.
-Por lo menos ahora podemos quedarnos un poco más tranquilos, te ves mucho mejor que hace cinco minutos- comentó, sentándose al lado del muchacho, en la misma banca, luego de ver desaparecer a la mujer que tanto los había ayudado tras una puerta. Sentía como si un peso se hubiera levantado de sus hombros al ver como el color volvía a la faz del chico, ya que no hubiera tenido idea que hubiera sido necesario hacer si es que hubiera empeorado. A veces consideraba que estar estudiando medicina hubiera sido mucho más provechoso para la sociedad, pero su padre ni siquiera lo hubiera escuchado. La profesión de la medicina, aparentemente, no era un oficio digno de alguien de su clase.
Y tal como si Donatien hubiera sido capaz de saber lo que estaba pensando en ese momento, comentó algo parecido. -Nada más alejado de la realidad, de hecho estoy estudiando para convertirme en abogado- le respondió, dejando caer sus manos en su regazo, y desviando su mirada desde una de las ventanas hasta el rostro del chico. Una pequeña sonrisa se asomó en su rostro al ver lo mejorado que se veía su acompañante.
-No deberías molestarte, Donatien, era lo menos que podía hacer- explicó, imitando al moreno y apoyando su espalda en la mesa que tenía tras él. -Mi madre tiene una constitución muy enfermiza, por lo que los desmayos no son desconocidos para mi. Aunque no creo que te haya pasado por lo mismo que le pasa a ella- le explicó, esperando que no se sintiera obligado de alguna manera a devolverle el favor, ya que ciertamente él no lo sentía necesario. -¿Te sientes mejor?- ciertamente se veía mejor, pero prefería confirmarlo antes de asumir nada.
Thibaut Beaudelaire- Humano Clase Alta
- Mensajes : 126
Fecha de inscripción : 29/02/2012
Localización : París, Francia
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