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A veces siento mi sangre correr en oleadas, pero en vano me palpo para encontrar la herida. 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Claire Quartermane Vie Mayo 18, 2012 3:07 pm

Segundo día y no espera que se convierta en una costumbre, más parece una obligación para evitar las náuseas que le produce el exceso de mentiras. De su parte, porque es sólo ella la que miente. El tiempo pasa y la capa de suciedad se acumula, sobre ella, dentro de ella, cada vez más espesa, llenándose de tanta inmundicia que ni siquiera comprende como alguien puede acercársele. Una porquería que no tiene que ver con la falta de aseo porque los minutos que pasa en su tina dentro del agua tibia hasta que comienza a helarse siguen siendo los mismos, ¿qué espera? Ninguna mano lo hará por ella, nadie la sumergirá hasta que los pulmones se llenen de líquido y no pueda volver a respirar, nunca más. ¿Valentía o todo lo contrario? ¿Qué es realmente lo que se necesita para terminar con su vida? La cobardía la acompaña, incluso cuando escucha el demandante grito de su hijo, el recuerdo de que debería salir al mundo y luchar por él, porque hay alguien más que la necesita, no el espectro de si misma que parece ser ahora, si no que esa mujer con vitalidad y varios kilos más que lo mantuvo en su vientre por tantos meses y luego entre sus brazos por varios más.

- ¿Eso es todo lo que se necesita? – todos parecen asustados, desconcertados ante la idea de que realmente se está moviendo, que dejó de mirar el cielo en busca de respuesta y comienza a realizar algo distinto a parecer un objeto inanimado sobre el que ni siquiera se amontona el polvo. Los caballos hacen un sonido que siempre logra que León se duerma, independiente de lo que pase lejos del carruaje o incluso cerca de él, donde su madre parece estar a punto de trizarse en pedazos. Una vez por semana, eso es todo lo que prometió y está dispuesta a cumplir, sólo saldrá por un día, menos, por una tarde o una mañana y luego de vuelta a la rutina tan establecida de esperar, como ha hecho los últimos meses, esperar mirando directo a la puerta, esperar mirando desde su habitación, la nueva habitación, donde han instalado la cama que rara vez usa junto a la cuna de su hijo que aunque algunos se nieguen a creerlo es capaz de sentir todo lo que ha cambiado en su hogar. – Déjeme aquí, volveré pronto… - a dos calles de distancia, la puerta se abre y el coche parece llenarse del ruido de la vida que a ella le falta. Por el rabillo del ojo mira a los caballos y no se acerca a ellos cuando León estira una de sus manos intentando tocarles la cola, siempre esperó que fuera su padre quien le enseñara a montar, ahora con suerte concebía la idea de contarle alguna vez que eso fuera posible.

Hay una lista en su mente que debe comenzar a tachar. Frutas, verduras, hortalizas para realizar platos que antes se habrían servido en un comedor repleto de velas y con una vajilla tan fina que incluso en las cortes de otros países serían envidiadas. Las cosas comienzan a acumularse de tal forma que sabe no podrá cargar con todas ellas. Su hijo vuelve a dormirse, esta vez sobre sus brazos, con la pequeña cabeza recostada contra su hombro y los labios casi rozando la piel de su cuello, dejándola sentir la respiración acompasada de su sueño profundo. Claire a ratos desea poder ser como él sólo por unos minutos, pudiendo descansar sin importar lo que suceda a su alrededor. – Eso sería muy bueno, - alguien da una idea que no duda en aceptar, busca con la mirada a aquel a quien se refieren, el carruaje sigue lejano y sus manos ocupadas en sostener al niño para evitar que pueda despertarse. – Disculpe, - la voz es bastante clara sin necesidad de ser alzada, su mirada es dura, pero eso parece ser una característica que no ha cambiado a lo largo de los años, - me han dicho que usted podría ayudarme… le pagaré claro… - es mejor ir directo al grano y no dar espacio a malas interpretaciones, - necesito que cargue mis compras que aún no terminan… mi hijo se ha dormido y no puedo hacerlo yo misma, - es extraño que una mujer de su estatus sea quien se encargue de esas compras, pero Claire posee ese rango sólo por enamorarse de alguien distinto a ella, las miradas y rumores que siguieron a su compromiso fueron algo que continúa, sólo que ahora por motivos distintos, ya no es por ser una puta casada con un conde, ahora es por ser una madre soltera supuestamente abandonada por su esposo.


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Mensaje por Dmitry Romanov Sáb Mayo 19, 2012 12:22 pm

“Desde hace un buen tiempo que tengo un sueño recurrente, es con respecto a una anécdota de mi infancia, en aquel tiempo en el que mis ojos eran cristalino y veían el mundo con los todos azules del agua de un manantial, en ese sueño estoy sentado en el ático de la vieja casa de mis padres junto a algunos amigos cuyos padres no podían cuidar de ellos durante la noche, a ninguno le agradaba en el día, pero yo era sus sustento durante las noches, las luces del alba iluminaban sus rostros desde la ventana, aun a pesar de que deberíamos estar durmiendo todos ninguno lo lograba mientras que ahí, en la blanca nieve, se encontraba la sombra de la vieja Baba Yagá, aquella bruja que se alimenta de niños y que aun ronda nuestras tierras, cuando despierto por las mañanas solamente está el frio suelo acompañándome, ya no estoy más en Rusia de modo que la vieja ya no puede alcanzarme, sin embargo sigo temblando bajo las gastadas sabanas con las que me cubro todas las noches”

Si había algo que Dmitry tenía grabado en su cabeza era la manera en que llego a vivir al pueblo en el que creció, su madre, por razones que jamás confeso dejo su antiguo hogar escapando de algo que tampoco le fue revelado, ella aprecio a las afueras del pueblo con su bebe en brazos, luchando en medio de una tormenta de esa manera en que las madres suelen luchar para cuidar a sus pequeños de los peligros, sosteniéndolo con fuerza y ternura entre sus brazos, tratando de protegerle con su cuerpo, famélica por la falta de alimento y con el cuerpo debilitado por el frio y los dolores del parto, según su padrastro estuvo a punto de morir sepultada entre la nieve cuando la encontró, la gente del pueblo se movió entonces para así poder ayudar a la mujer en desgracia. Según le contaron todo el mundo temía que la vieja Baba Yagá utilizara al pequeño como su próximo aperitivo, la gente del pueblo le tendió la mano a su madre y gracias a todos ellos es que seguía vivo. “Nuestro señor dios fue quien te trajo a nosotros, y con su infinita misericordia nos alentó a ayudarte a ti y a tu madre que en paz descanse” Le repetía todo el tiempo su padrastro, de modo que el creció con la idea de que ayudar al prójimo nunca sería una pérdida de tiempo

De ese modo termino rodando en el mercado ambulante, buscando entre la gente a Juan de La Cruz a quien debería agradecerle o tal vez gritarle en la cara por conseguirle una entrevista de trabajo con un tipo al que termino casi odiando al instante, según su criterio era mucho mejor robar que morir de hambre, y al mismo tiempo era mejor trabajar que todos los problemas que acarreaban el tomar algo que no te pertenece, desde los problemas con la justicia hasta los que tendría el mismo con su conciencia después del acto. Una voz suave se escuchó a sus espaldas y se giró encontrándose con una mujer, una de esas que era difícil distinguir su edad, el apenas y llegaba a la mayoría de edad por lo cual le daba la sensación de que ella era mayor, aunque como toda mujer su rostro se mostraba engañoso, mezclando la juventud vivaz de una muchacha y el peso en sus ojos de una vida larga.

- Es adorable…-dijo con su fuerte acento ruso adornando sus palabras, él no era muy de creer en vestigios divinos pero pensó que tal vez aquello era parte de una especie de remuneración por lo que la gente del pueblo hizo por el- No se preocupe, ayudare sin necesidad de que me pague, mis padres pondrían mis manos al horno y después las azotarían con un martillo si aceptase su dinero-el francés aún no se le daba tan fluidamente pues su exageración en las R hacia que sonase claramente extranjero- Si usted lo desea hoy estaré a su servicio como un favor más que como un trabajo-casi pudo sentir las miradas clavándose en su espalda enfadas por aquellos que pudieron haber aprovechado la oportunidad de obtener algunos francos de manera fácil y rápida


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Mensaje por Claire Quartermane Sáb Mayo 26, 2012 10:17 pm

Debe estar tomándole el pelo, haciéndole una broma que no le parece muy graciosa. Pronto estallará en carcajadas y soltará el monto que costará todo eso. La amabilidad es un bien escaso en estos días o tal vez es sólo lástima, de verla a ella con el niño en los brazos, demacrada y evidentemente al borde de lucir como una mujer enferma, sólo falta la tos que baña un pañuelo con sangre para representar la imagen que el resto de su cuerpo si da. Aquella primera frase salida de sus labios no sabe si la escuchó o la imaginó, adorable es una palabra que probablemente sólo sea dedicada a la vista de León dormido, de la forma en que su cuerpo parece calzar perfecto entre los delgados brazos de su madre, incluso cuando pareciera que ella no puede con el peso pero sabiendo que sería capaz de entregar su propia vida antes de permitir que tan sólo un rasguño pudiera lastimar su piel. Debería alzar los labios, sonreír por la broma que él ha hecho pero no funciona, su rostro se mantiene intacto y apenas cambia algo en sus ojos, una leve chispa de reconocimiento, quizás puede verse a si misma en él, en su evidente muestra de que las monedas que ha rechazado podrán servirle más adelante, ¿por qué entonces prefiere hacerle un favor y no acepta el dinero que a ella no le hace falta? Claire conoce la sensación de hacer algo sólo por gusto, no queriendo aceptar lo que pueda, a sus ojos, ensuciar la acción que realiza.

- Un favor también debe pagarse, aunque no sea con dinero, - podrían creer que lo ha dicho de forma despectiva o quizás desconfiada, pero es todo lo contrario. Mas bien luce nuevamente lejana, distante del resto del mundo mientras pasa sus dedos lento por la espalda de su hijo dormido, manteniéndolo aferrado como si alguien pudiera arrebatárselo en cualquier minuto, algo ilógico, pero para ella no lo es, especialmente cuando todo lo que hasta ese momento conocía le ha sido cambiado, modificado, ¿por qué no tendría también que dudar de las intenciones de otros? – Insistiría en lo del pago pero no quiero ponerlo en alguna situación incómoda con sus padres… - se detiene justo frente a sus cosas, un canasto a la mitad y otras bolsas de un material el cual no recuerda su nombre. Sólo lleva parte de la lista que aún mantiene al interior de su cabeza, le gusta demorarse en la elección de cada elemento, en seleccionar lo mejor para llevar a su casa, tomarlo en sus manos y acercarlo a su nariz, creyendo siempre que serán sus sentidos quienes le indicarán cuales son los más frescos o aquellos que deben ser consumidos pronto, - pero podemos llegar a otro arreglo si no le molesta… no me gustaría aprovecharme de su buena voluntad. – Puede que ahora tenga las ropas de una mujer de una clase más alta, que sus maneras ya no sean la de la pequeña que llegó a Paris para encontrar a unos familiares que nunca aparecieron, tampoco de aquella que comenzó limpiando mesas en burdeles, pero no olvida como se sentía no saber que comerá al otro día.

El suicidio es un lujo del cual no tiene la opción de tomar, ¿cómo podría irse sin tener todas las respuestas a sus preguntas? O peor aún, ¿cómo podría dejar a ese niño que se remueve entre sus brazos sólo para acomodarse o lucir como si se escondiera del ruido externo? Mirarlo de reojo siempre le hace preguntarse cómo habría sido la otra pequeña, la que no pudo llegar a término, ¿habría tenido los mismos ojos que León? Tan claros y parecidos a los de su padre, - no pude evitar notar algo en usted, - más bien era obvio, pero parecía imprudente decirlo antes, aún cuando el tema de no poder pagarle le sigue molestando, - ¿de donde proviene? – el sonido que realzaba ciertas letras podría darle algún indicio, pero ella no ha estudiado todos los idiomas existentes como para tener la seguridad de su país de origen, mucho menos ha visitado algún lugar que no sea su tierra natal o la Francia donde vive actualmente, - soy de Inglaterra, mi madre francesa pero nací y viví durante un tiempo allá… quizás eso tiene mi oído acostumbrado a detectar las variaciones de los acentos, - ella misma recuerda que pese a lo que su mamá le enseñó al comienzo no podía entender los modismos o variaciones del lenguaje que tuvo que aprender sobre la marcha. Se siente incorrecto, mantener una conversación tan banal con alguien que ni conoce, alguien que ahora carga sus cosas mientras recorren el mercado, llegando justo a un puesto de frutas que la deja paralizada, ¿por qué todo tiene que recordarle al hombre que ama y del cual no sabe hace tanto?


OFF: Lamento la demora (:


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Mensaje por Dmitry Romanov Dom Jun 10, 2012 12:24 am

Dmitry vio al bebe dormir sobre los hombros de su madre, él bebe demostraba el trabajo que la madre había hecho, estaba tranquilo y se sentía seguro ante la presencia de la mujer, sin saberlo Dmitry se sintió atraído por el pequeño, la madre y aquella extraña situación, el podía notar por las ropas de la mujer que pertenecía a una clase más elevada a la suya, aun cuando parecía un poco desmejorada guardaba la soberbia y presencia de una mujer fuerte que a cada paso dado pisaba con fuerza el suelo demostrando su magnitud, sin embargo, mirando aún más profundo en sus ojos podía saber que ella tenía algo que la distingue del resto de las damas de sociedad que había visto durante su estadía en la casa de Björk, sus ojos perdieron la inocencia que el mundo le otorga a cada cual cuando nacen, otorgándole una cierta sabiduría de aquel conoce y ha vivido, dándole ese algo especial que posee una persona que ha pasado por mucho, aun cuando su engañoso rostro se mostrase joven y hermoso también poseía algo de la vejez de un anciano y la juventud de un niño, el destino debió tratarla de muchas manera para construir un alma tan compleja como la que alcanzaba a observar con un solo vistazo en sus ojos, el pasado presente y futuro podrían caber en ellos sin problemas porque la grandeza que destilaba no podía opacarse con la nube de tristeza que ocultaba su verdadero yo, aquel yo que parecía haber sido profundamente enterrado bajo las misteriosas aguas del mar

Una sonrisa involuntaria salió de sus labios al escucharla hablar, ella no estaba consciente de las cosas que decía y parecía estar encerrándose a cada minuto que pasaba, como una pequeña concha encerrando la perla en su interior la mujer parecía algo reacia a dejar aquella soledad que le atormentaba a cada paso y a cada palabra, aun cuando se diese o no cuenta su actitud impenetrable favorecía a la imagen de una muñeca de cuerda a la que se le descompuso el mecanismo de movimiento, por un segundo quiso sentir lastima pero aquello no le daría justicia ni a ella ni a su hijo. La lástima no era algo que nadie mereciese porque según sus preceptos significaba una forma de desprecio hacia los demás, y aquella mujer lo que menos parecía merecer era la lastima de los demás.

- No se preocupe, la ayuda viene siempre que uno lo necesita y si me encontré con usted es porque el destino deseaba que le ayudase- se acercó a ella recogiendo con las manos las compras hechas recientemente, para el que estaba acostumbrado a cargar la mercancía para el bar de su padre no era demasiado, podría andar con ellas sin problemas por todo el mercado aunque le agregasen más de la lista, él estaba hecho para ese tipo de trabajo aun cuando su padre le dijese todo el tiempo que el nació para algo mucho más grande que un simple peón-Desgraciadamente señora, mis padres biológicos están muertos y los adoptivos no andan por aquí cerca, no habrá quejas por el tiempo que tarde con sus compras, no tengo cosa mejor que hacer por aquí- Comento en un tono exageradamente dramático viendo si lograba algún pequeño, aunque sea minúsculo cambio en sus facciones- La buena voluntad señora esta para aprovecharse-dijo convencido- pero si no puede quedarse tranquila entonces debería pedirle algo que deseo mucho, y que deseado desde hace tiempo-un segundo solamente tardo en idear algo para decir mientras su sonrisa se ampliaba sobre sus labios- Oh no se me ocurrido nada inteligente que decir…-continuo bajito esta vez mas para el que para ella.

Siguió caminándola y la fragilidad de su apariencia le sorprendió, había visto a muchas mujeres languidecer de aquella forma hasta morir pero no podía dejar de sentirse atormentado el mismo ante dicha visión, sin embargo guardo un discreto silencio esperando a que ella iniciase la conversación, al menos así sabría que se sentía más o menos cómoda con su presencia

- No se equivoca usted, de Rusia provengo, mis padres fueron de allá de igual modo mis padrastros, sin embargo por razones fuera de mi control termine aquí, en parís, en estos momentos regresar a mi tierra me es imposible sin embargo tampoco espero hacerlo pronto, eh enviado ya una carta a mi padre con un buen amigo para que le informase que digo con bien y sobre mi decisión de quedarme por aquí…-De alguna manera no sentía que hubiese hablado de mas, en realidad el jamás tuvo problemas para hablar con alguna persona como si la conociese de años, esa era una peculiaridad que desarrollo con el tiempo trabajando de mesero en la taberna de su padrastro. El silencio se hizo cuando se encontraron los dos plantados frente a un vendedor de fruta, de repente ella parecía muy perdida y el hombre del puesto estaba exasperado desde hacía un rato, lo noto enseguida cuando llego y por eso evitó pasar por ahí, frunció el ceño cuando sintió que el hombre estaba a punto de decir algo y con una advertencia en sus ojos comenzó a hablar animadamente- Mi ama desea comprar algo de fruta, muéstrele por favor algo de su mejor producto- Dima conocía al hombre desde hacía medio mes y sabía que tendía ser un poco charlatán con las cosas que vendía, no podía evitarse, ya era viejo y tenía una familia que alimentar pero no deseaba tampoco que se propasara con alguien estando el enfrente- Mi señora por supuesto es una gran conocedora así que las mentiras no se valen en este juego- comento con una sonrisa irónica adornando sus labios mientras el hombre gruñía y comenzaba a sacar la fruta, giro el rostro hacia su acompañante ya que involuntariamente había dado unos cuantos pasos adelante para darle más fuerza a sus palabras, sin embargo tampoco quería extralimitarse en su participación, así que mientras el hombre comenzaba a sacar las cosas de debajo de la mesa para mostrarlas Dmitry dio unos cuantos pasos atrás colocándose en el lugar de cualquier sirviente, agacho la cabeza y hablándole cerca del oído le dijo- Señora que es lo que usted desea??-La pregunta solamente fue hecha para hacer tiempo mientras ella reaccionaba y mantener su papel de fiel guardaespaldas


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Mensaje por Claire Quartermane Dom Jun 24, 2012 9:51 pm

Escucharlo hablar de padres y padrastros trae recuerdos que creyó no volverían a aparecer, como si no fuera suficiente con el dolor que siente actualmente su memoria desea torturarla y repite imágenes que creyó siempre olvidadas. Una madre que trabajaba incluso mucho más que otras mujeres de su edad, de su posición, todo para mantener a dos hijas que tal vez nunca debieron estar, que sólo nacieron porque las circunstancias fueron adversas y no habían más opciones. Claire puede recordar el momento exacto en que supo quien era su padre, quien es su padre, puede recordar los ojos abiertos de la impresión en su gemela, en esa muchachita con la que compartía el rostro y también la vida. Un hombre alto, de ojos claros y cabello oscuro, rasgos que gritan sin disimulo el estatus que posee. El dueño de la casa donde trabajaba su madre, Thomas Blackwood, poseedor de tantas tierras que era imposible calcular su valor. Y para su castigo, las hijas que tuvo con esa francesa encargada de la limpieza eran una copia de si mismo, con el desplante de la clase alta y la crianza de quienes debían ser preparadas para servir también en ese lugar. De no ser por su madre, Claire de seguro estaría ahora casada con algún otro empleado de esas tierras, con muchos hijos, trabajando de sol a sol sin recibir algún peso. El ruido del mercado vuelve, tanta gente intentando conseguir los mejores precios, ¿cómo podría olvidar la huerta que su madre tenía tras esa pequeña casucha en la que vivían? Aparece también lo hace la voz del chico que ahora sabe es ruso, sus propios labios se entreabren para replicar pero antes de que pueda hacerlo recuerda donde están, aferra a León con más fuerza y comienza a mirar, justo en el momento en que él le recuerda que está ahí para comprar fruta.

-Quiero manzanas rojas y verdes, sin abollones o manchas marrones, - su barbilla se eleva y por algunos momentos vuelve a ser la mujer que ha aprendido a ser, esa que tiene el poder que otorga el dinero, la que puede exigir como si todo a su alrededor debiera estar disponible sólo para ella. Su rostro se endurece, con sólo un gesto se hace mayor algunos años, no es necesario elevar la voz para poder conseguir lo que desea, eso es algo que ha logrado con el paso de los años, primero dentro del burdel, donde siempre fue respetada por ser la mejor en lo que hacía y ahora dentro de su casa, donde los empleados la respetan por algo más que ser la esposa de su patrón, ahora también por seguir en pie pese a todo lo sucedido. – Esa no, he dicho que las quiero sin manchas marrones, - la actitud del hombre que la atiende cambia, ya no parece dispuesto a tenderle alguna trampa o querer venderle fruta en mal estado, ahora incluso parece más solícito, más amable, hasta puede verse una sonrisa en él apenas nota las ropas que trae y la joya que cuelga de su cuello. Le hace una pregunta y esta vez Claire está atenta, - también peras y algunas fresas, lo que tenga más fresco y de la estación, sólo lo mejor… así podré recomendarlo para que muchos más vengan a comprar a su puesto. – No hay forma en que él sepa que eso es una mentira, que ella no tiene amigos ni amigas con quien compartir esa clase de información, pero si quizás puede lograr que cuando sus criados vengan a comprar lo hagan en ese lugar. Se gira para mirar al chico que la ayuda y se queda inmóvil, notando en ese momento que no conoce su nombre, - ¿cuál es su nombre? –

La mirada de Claire viaja del hombre regordete al joven que toma su canasto y el resto de las bolsas, no se disculpa el haber pasado por alto un detalle tan importante, él no es una cosa como para no ser tratada de forma individual, teniendo un nombre y también un pensamiento propio. Espera que todo esté listo antes de comenzar a caminar hasta el siguiente puesto, - ruego que me disculpe, debí preguntarle antes como se llama… soy Claire y él es León, León Quartermane… - por algún motivo prefiere no usar su apellido, sólo otorgárselo a su hijo como si él lo mereciera más. Acomoda mejor al pequeño entre sus brazos, indiferente de la conversación que gira en torno a él, con una mano acaricia su cabeza, la misma mano que sigue manteniendo el anillo de casada, ese que no se ha quitado jamás desde que fue puesto en ese dedo en una iglesia casi vacía hace tanto tiempo. - ¿Sabe donde podremos encontrar un trozo de queso? Como esos que sólo hacen en el campo…- la pregunta es directa hacia el chico, mirarlo le causa una mezcla de sensaciones, por un lado existe una confianza que siente no debería estar, por otro lado empatía al reconocer mucho de si misma en él y finalmente una comodidad que le entrega el saber que son aún un par de desconocidos, que él es nuevo en esa tierra, que no conoce tal vez la historia de su matrimonio, ni lo que esconde ese apellido que acaba de pronunciar, nada que lo haga juzgarla antes de conocerla, como han hecho tantos. Y quizás por eso se siente más libre, menos culpable, menos llena de todas esas dudas que la indican a ella como la causante de que su esposo no vuelva a casa, que simplemente la dejara hace tantos meses. – Quiero encontrar algo del sabor que tenía el queso que mi madre preparaba… ni siquiera se si mi madre sigue viva, si espera que volvamos a casa algún día o si quizás murió creyendo que sus hijas habían encontrado la fortuna que ella siempre deseó para nosotras, - las palabras salen, no se controlan, sólo comienzan a brotar como si hubiesen estado esperando el momento justo para despertar.


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Mensaje por Dmitry Romanov Jue Ago 23, 2012 8:33 pm

Él no sabía nada de su verdadero padre, su madre jamás quiso hablar de el pero a Dmitry no le importaba, a pesar de todos sus prejuicios jamás ansió nada de su vida, su padre adoptivo solía reñirle todo el tiempo hablando acerca de su conformismo con la vida, siempre le pedía que se esforzase un poco más en las cosas que hacia: “Si pusieras empeño en lo que haces podrías salir adelante cuando yo me muera sin problema alguno, solamente necesitas poner de tu parte” esas eran sus palabras de siempre, un buen hombre en toda la regla sin embargo le toco cuidar a un chico que en realidad nunca espero tener siquiera un futuro, Dmitry era de esas personas que creían que la naturaleza proveía, no era muy de filosofar acerca del hombre y su coexistencia con el mundo pero no hubo problema al que se enfrentase que no se resolviera solo, tenía esa especie de suerte que obligaba a los nudos a desatarse solos cuando los dejaba estar el suficiente tiempo por lo que nunca vio la necesidad de ir mas allá, a diferencia de muchas personas era “feliz” como estaba, o mejor dicho, estaba bien en su actual situación aunque viviese todo el tiempo en reservas no era alguien que se levantase por las mañanas ansiando una oportunidad de trabajo ni nada por el estilo. El mercado era un lugar que no le gustaba para nada pero al mismo tiempo le agradaba visitar, a pesar de encontrarse en su plena juventud no poseía la algarabía febril que caracterizaba a la gran mayoría de sus compañeros de generación de modo que el ajetreo lograba que le diesen dolores de cabeza, por otro lado situaciones como la de ahora en la que podía descargar civilizadamente todo aquel aburrimiento le ponía de mejor humor, el nunca fue la persona más sociable ni tampoco la más empática pero no le costaba trabajo hablar con el resto, lo único que parecía haberse convertido en una misión imposible era que le llegase a agradar alguien.

- Las bolsas…-indico simplemente reiterando su posición mientras sonreía de manera tenue, la mujer podría no estar en su mejor momento, su rostro reflejaba el cansancio de una vida dura, no era algo que alterase por completo su apariencia pero Dmitry había visto esa mueca muchas veces en las personas con las que trataba a diario en la taberna de su padre donde siempre aparecían extraños pidiendo un vaso con el cual se despedirían de las malas vivencias aunque fuese solamente por unas cuantas horas, muchos de ellos señores de clase alta que por alguna extraña razón pasaban por su pequeña y humilde villa a menú do en busca de algo que no sabía que era pero que imaginaba claramente en su cabeza, tráfico de armas, opio y pieles que serían vendidas en el mercado negro de Moscú a precioso estratosféricos pero que sin embargo habían sido conseguidos con engaños o muertes de gente inocente, aquellos extraños por supuesto siempre habían recibido un trato especial de su parte, eran quienes daban las mejores propinas por lo cual la mayoría de los empleados se deshacían por complacer, sonrió mas ampliamente mientras miraba con el rabillo del ojo al dueño de la tienda de frutas, La mujer se había comportado a la altura de su propio estatus consiguiendo una reacción idéntica a la que todos aquellos hombres peligrosos conseguían con una amenaza de muerte implícita en sus miradas y gestos- Dmitry, Dmitry Ro…-negó con la cabeza dándose un pequeño golpe mental por su casi equivocación, durante un segundo estuvo a punto de mencionar aquel apellido perteneciente a una familia noble de su región que usaban los vecinos para burlarse de su formalidad al hablar- Dmitry Bogdánov a su servicio-corrigió una vez detectado su tropiezo con las palabras

Levanto el rostro mirando al cielo durante unos segundo, como siempre se sentía pacífico y la compañía la había calmado un poco con respecto a sus dudas acerca de la sociedad parisina, el observar a la mujer, sonrió un poco, no, a Claire le hizo darse cuenta de lo parecidas que eran las sociedades de todo el mundo-No hay agravio alguno, es un gusto conocerla Señora-giro un poco el rostro mirando al bebe que descansaba en brazos de su madre- Es un gusto conocer también al Joven León-comento con aquel humor serio que lo caracterizaba, pero sin dejar ir el detalle de la mención del apellido, se refirió a si misma solamente como “Claire” pero no había estado seguro de cómo llamarle de modo que simplemente lo dejo en “señora” a secas pues a juzgar por el anillo en su dedo es era ella, una señora de alguna gran casa- Más adelante se encuentran los puestos de queso, casi al final de las tiendas de alimentos-Comento abriéndole paso entre la muchedumbre- Los mejores de aquí son los de esos irlandeses que acaparan el centro del mercado-comento frunciendo el ceño, había hecho una énfasis especial en las erres al referirse a los dueños, su acento se volvía más tangible cuando alguien le hacía enojar y era bien sabido por ahí que tenía una intolerancia bastante infantil contra la gente de aquella raza, aun así debía aceptar que nunca probo queso mejor que él la familia Henessis quienes al ser bastante tradicionalistas usaban la leche de su propio ganado para la preparación de sus productos, mantequillas, quesos o cremas, lo que hiciesen tenía ese sabor que recordaba al hogar- Usted no a ido a verla??-pregunto cuando sintiendo su pecho oprimirse ante el recuerdo de su propio padre, no aquel que compartía su sangre sino quien le crio desde pequeño después de la muerte de su madre- Seguramente debe extrañarla mucho…-comento sintiendo como su garganta se secaba, había pasado por alto la implicación de los orígenes de Claire, "cada quien cosecha lo que siembra" y a pesar del al parecer origen humilde estaba seguro de que su actual posición se la había ganado en toda regla, para alguien como el que no hecho una señilla al campo en toda su vida eso era suficiente para admirarla
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Mensaje por Claire Quartermane Mar Oct 23, 2012 6:04 pm

Temas que se mantuvieron enterrados a muchos metros de profundidad, historias que desde hace mucho no eran contadas, ¿cuándo fue la última vez que habló de si misma con alguien más? Claire suele ser egocéntrica o quizás solía serlo, todo lo que siempre supo de su propio carácter y de su propia personalidad ha cambiado con el paso del tiempo. Ahora se siente como una copia distinta de la mujer que siempre se empeñó en ser, todos los pasos adelante fueron deshechos en apenas un salto hacia atrás. –Dmitry entonces… - repitió saboreando el modo en que su nombre sonaba dicho por sus labios. Eligió no revelar el conocimiento de aquella corrección que él había hecho respecto a su apellido, no era quien para poner en cuestión algo como eso, sobre todo porque aquel que le pertenecía a ella en realidad había sido adoptado luego de su matrimonio por lo que le pareció que tal vez el muchacho también tendría sus motivos para dudar en eso o quizás sus propias cruces con las que cargar. Si algo había aprendido Claire a lo largo del tiempo era a reconocer que cada persona posee un equipaje pesado que llevar sobre los hombros y que muchas veces las caídas son debido a la falta de fuerza que los aqueja o en la mayoría de los casos la inexistencia de alguien que pueda ayudarles a no cargar con todo eso por si solos. –Dmitry es un lindo nombre, no creo haber conocido antes a alguien que lo llevara, - pero tampoco había conocido mucha gente proveniente de Rusia o de los países donde fuera común ser llamado de ese modo. Acomodando a León entre los brazos siguió avanzando por el camino que él despejaba para ambos, el lugar estaba a reventar en muchos puestos y entre el griterío podía escuchar de todos modos sus palabras serenas. Eso le parecía Dmitry a ella, un hombre con el alma en paz, muy lejos de la propia existencia torturada en la que se había sumido durante el último tiempo. Sonrió mirando a su hijo y luego al joven que estaba ayudándola aquel día y deseó en secreto que su pequeño tuviera también un alma en paz, que disfrutara de ese semblante de la clase humilde y que nunca se viera devorado por la opulencia y el poder de la realidad en la que ha nacido.

-¿Los ha probado usted? – poco antes de llegar a donde le indica se detiene en un puesto que contiene algunos juguetes de madera, parece un negocio tan fuera de lugar entre todos los comestibles que abarrotan la zona, pero quien lo atiende es un señor que trabaja un trozo de corteza que según sus cálculos pronto se convertirá en la parte inferior de un pequeño botecito. Con una mano libre toca el hombro de Dmitry para indicarle que se ha detenido. Mira en silencio los objetos y se imagina cual de ellos podría gustarle a su dormido hijo. Dentro de la variedad pueden encontrar carruajes en miniatura, marionetas con sus hilos colgando, animales de granja, domésticos y también salvajes y una colección amplia de barcos que sin duda al poner sobre el agua flotarían como embarcaciones reales. Pero lo que más llama su atención es una muñeca que parece fuera de lugar, con la cabeza y el cuerpo hecho de madera tiene incluso el cabello largo tallado y encima un vestido confeccionado con retazos de otras prendas. La mira por algunos minutos decidiendo si comprarla o no, ¿a quién se la llevaría? León no jugaría con algo como eso y esa niña en la que piensa no puede, nunca podrá, disfrutar de ella. – Nunca volví a esas tierras, nunca me he atrevido a ir a buscarla… primero era la excusa de no tener el dinero suficiente para realizar ese viaje, después vino mi matrimonio y al poco tiempo el embarazo de León… en aquel momento pensé que sería la oportunidad perfecta para encontrar y mostrarle la felicidad en la que vivía… pero los meses pasaron rápido y este pequeño llegó… luego… - se detiene y asiente cuando el vendedor le pregunta si desea comprar la muñeca, - luego pasaron muchas cosas y ahora no creo poder realizar ese viaje… al menos no por ahora. – la idea siempre ha estado presente, los primeros pretextos han sido reemplazados por otros nuevos y también por temores muy bien fundados. Agrega al canasto la nueva adquisición que ha hecho y lejos de sonreír su semblante luce aún más cansado, más derrotado, los ojos se vuelven tristes y melancólicos. – La extraño todos los días, me hace mucha falta.

Retoma el camino, aprieta su mandíbula y cierra los ojos un par de segundos hasta que encuentra la valentía para seguir adelante, no puede llorar ahí y mucho menos mostrarse débil frente a un desconocido. Aún cuando su intuición respecto a la gente no suele fallarle y en este caso le dice que Dmitry no es un malandrín esperando el momento adecuado para asaltarla, prefiere no arriesgarse, muchos criminales no lo son hasta que no tienen la tentación justo frente a sus ojos. - ¿Qué hay de usted? – lo mira de reojo ya que ha disminuido la velocidad para que caminen uno junto al otro. - ¿Extraña a su familia ahora que está lejos? ¿Le gustaría ir a visitarlos? – desconoce su historia, si tiene una esposa o hijos esperando en casa, quizás todos ellos siguen aún en Rusia y sólo la falta de dinero no ha permitido que vuelvan a reunirse. Claire quiere soñar por algunos momentos, quiere creer que todas las parejas puedes ser felices, que todas las familias se reúnen en la noche y comparten una comida junto a un fuego que no se extingue. Claire quiere ser ingenua y creer que todo eso que le sucede es sólo una racha de mala suerte que desaparecerá pronto. Claire quiere escuchar una historia con un final feliz, quiere contagiarse de él y quizás comenzar a sentir que puede esperar un poco más hasta que llegue el tiempo en que escribirá las nuevas páginas con relatos sin tristeza. – Asumí que tiene a toda su familia lejos, me disculpa si es el caso contrario… ¿tiene parientes acá? – la esperanza sigue presente, si ya no puede controlar su propio destino si puede decidir dejarlo en espera y conocer otros, sentirse ignorante de si misma para acallar ese dolor que continúa gritándole en los oídos. Tiene la absoluta certeza que taparse los ojos no quita que la realidad siga presente y tampoco que intentar olvidar el sufrimiento que vive logrará que este desaparezca de algún modo. El olor le indica que el puesto de quesos está cerca, la angustia se centra en su pecho y decide sólo seguir caminando, encontrar al fin un objetivo.


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Mensaje por Dmitry Romanov Lun Ene 14, 2013 1:32 am

"Yo digo que el corazón se encuentra justo aquí. Cuando nos conocimos se hizo un lazo entre nosotros. Nuestro corazón no esta dentro de nuestros cuerpos. Cuando pensamos en algo, o nos preocupamos por alguien, ahí es donde nuestros corazones están. Si fueras la única persona en el mundo entero, entonces tu corazón no estaría en ninguna parte"

Y con una cruz atravesada en el corazón soñaba con ser diferente, los fantasmas de su pasado le atormentaban desde pequeña hasta el punto de hacerla arrancarse la carne para no sentir mas dolor en el alma, ella trataba de superar algún monstruo que creía haber matado hace tiempo, un monstruo que Dmitry nunca conoció muy a pesar de que se supone eran mejores amigos, la dulce Anna, nunca creyó que al saberse cerca de alguien podría sentirse tan bien, aquella cruz en el pecho de la muerta se volvió también su cruz, porque el la dejo cargarla sola hasta que su frágil espalda se quebró, el sonido del hielo golpeándose con mas hielo en el agua, removiéndose como si un remo gigante se hubiese dado a la tarea de volver el solido liquido, aquello le volvía loco en sueños, porque después de escuchar a la muchacha gritar esa fue la segunda cosa que llego a sus oídos, ella había parecido realmente trastornada los últimos días, como si algo realmente malo hubiese pasado en su casa, algo de lo que ella no podía hablar, probablemente debido a eso la noticia de la joven con su prometido había sonado precipitada a los oídos de todos, sin embargo a nadie le sorprendió. Después de su muerte el pueblo entero guardo la razón del suicidio de la joven lejos de aquel muchacho triste que añoraba el regreso de la única mujer a la que había considerado realmente una buena amiga para el. “Dmitry entonces…” Pronuncio ella con un tono tan parecido al de la mujer que tenia delante, entonces se dio cuenta, sus recuerdos tomaban forma en una sombra femenina, aquellos tormentos que olvido cuando el barco de esclavos zarpo. El abrió los ojos encontrándose con un hombre nuevo, lejano a aquel muchacho huraño que trabajaba de camarero en la taberna de su padre, desde que llego a parís había sentido el cambio dentro de él, como repentinamente comenzarse a acercarse realmente a eso que nunca encontró en Rusia, sin embargo en ese instante sintió su cuerpo pesado, como si las pieles que su padre confeccionaba para el aun estuviesen en sus hombros, como si repentinamente tuviese que levantarse temprano otra vez a trabajar en un sitio que no soportaba con gente que lo miraba para abajo, de repente los fantasmas volvieron y a pesar de que podía sentir llenar sus pulmones con el aire del extranjero este se sentía tan asfixiante como el de las tierras frías.

- Jajajajaja es la primera vez que me dicen eso-Contesto riendo de una manera extraña, con el rostro amargo de siempre y el semblante de seriedad que lo acosaba desde pequeño, de modo que los gestos de felicidad no parecían querer salir jamás, como si se negaran a dejar atrás su errática manera de ser-En mi país es un nombre común, bastante popular de hecho…-Comenzó pero se quedo callado, no planeaba seguir aburriendo a la mujer con sus historias del pasado. Siguió caminando y dos pasos mas fueron suficientes para enfriar las aguas inquietas de su mente, él era esa clase de personas, nunca le gustaron las complicaciones en la vida, la muerte de Anna había sido una de las peores épocas de su adolescencia, sin embargo el aprendió que siempre era bueno dejar ir el dolor, aunque las cicatrices quedaran grabadas si el dolor desaparecía era suficiente para el, quizá era un pensamiento un poco cobarde ignorar las heridas pero era su manera de tratar la perdida, en su corazón Anna seguía viva, esa mujer delante de el…No estaba tan seguro, solo sabia que ella estaba viva porque era imposible que no lo estuviese pero aun así el sentimiento de encontrarse frente a un fantasma que desaparecería en cualquier momento le provocaba una extraña ansiedad, aunque no sabia exactamente porque.

- Claro que los e probado, nunca recomendaría algo que no e probado, el viejo dueño de la tienda me regalo uno después de que le ayude a instalar una carpa hace tiempo, desde entonces vuelvo a ayudarle solamente por los quesos-Contesto riendo un poco, como un niño que cuenta acerca de sus travesuras hacia los mayores, había estado caminando un poco adelantado a ella así que cuando tomo su hombro se vio obligado a girar el rostro hacia el puesto de juguetes, él lo había visto antes, sin embargo nunca le presto la debida atención ya que ni siquiera de pequeño despertaron su curiosidad, mucho menos ahora que era mayor, sin embargo ciertamente debido despertar la curiosidad de una aparente madre primeriza, parpadeo un par de veces, no sabia como decirlo pero se dio cuenta de ese detalle, ella no parecía la clase de mujer que se separaría de sus niños bajo ninguna circunstancia, prueba de ello era que no hubiese abandonado a León en manos de alguna nana e hubiese decidido llevarlo consigo a hacer las compras.

- De ser sincero de vez en cuando me gustaría regresar a casa, sin embargo ya que estoy aquí no veo la necesidad de hacerlo, estorbo menos a mi padre estando aquí, él ya es un hombre mayor aunque su apariencia no lo demuestre y creo que debería concentrarse en cuidar a mamá en vez de pasar la mitad del tiempo preocupándose por lo que hare con mi funesta vida, siempre es sido un desastre así que constantemente los preocupo, me parece que quedándome aquí tienen la sensación de que esta yéndome mejor y por ello no regreso a verlos, de modo que e decidido permanecer aquí hasta que ellos realmente necesiten verme, mientras tanto les envió cartas de vez en cuando preguntándoles como se encuentran, me gusta pensar que se sienten tranquilos teniéndome lejos-Dmitry comprendía un poco a Claire, quería volver a casa con ellos demostrándoles que había cambiado y se había convertido en la clase de hijo que siempre desearon , eso seria ideal, sin embargo sabia que eso nunca sucedería y mataba la soledad leyendo un par de líneas en la que se le era informado que los dos se encontraban bien, ladeo el rostro mirándola fijamente- No es así, en realidad no tengo parientes de sangre vivos, los llamo mis padres pero soy un niño adoptado, simplemente estoy aquí porque las circunstancias me obligaron a dejar mi país, sin embargo finalmente encontré mas conveniente permanecer aquí, según e alcanzado a ver es mas fácil sobrevivir solo en un sitio donde hay muchos que llegan en igualdad de condiciones que uno, en realidad todos los pobres sentimos la familiaridad cuando estamos justos, es por eso que no e tenido problemas en encontrar un sitio en donde dormir o comer, todos los de mi clase han sabido lo que es estar necesitado, o al menos todos los de mi clase con los que me e topado, aunque quizá simplemente haya tenido suerte- sentencio por primera vez desviando la vista hacia algún otro sitio delante de él, clavando sus ojos en la nada mientras caminaba, esta vez siguiendo el a su jefa de un día, nunca creyó que haría referencia a la suerte en una conversación cuando no creía en ella.


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