Mairu Jivasu.....Tu compañia de las noches.

Nombre del Personaje: Mairu Jivasu.
Edad: 19 años
Especie: Humano.
Tipo, Clase Social o Cargo: Cortesano ~
Orientación Sexual: Bisexual ~ Hay que dar y tomar.
Lugar de Origen: Osaka, Japón.
Habilidad/Poder: Llevarme a los clientes a la cama (?)
Descripción Física:
Tengo varias trenzas de colores que con un pegamento especial creado por mis ratos libres me las puedo quitar o poner según me convenga o quiera dar un aspecto u otro. Tengo los ojos con una anomalía en el que el iris es de diferente color, total o parcialmente, de tonos azules y verde grisáceo, por ello nunca nadie se da cuenta de ello. Me viste un piel pálida, mido un 1'85, soy bastante alto, por ello me gusta ir normalmente con sandalias o zapato bajo. Mis ropas no son nada del otro mundo, aunque si me visto con kimonos de buena calidad, alta seda japonesa tejida por las maravillosas manos de las doncellas de la Okia, donde mi madre ejerce de Mamita, es decir, la que manda en el lugar y quien pone las cartas sobre el asunto. No me suelo adaptar mucho a la manera de vida que llevan aquí los franceses, me gusta estar aquí, pero me miran como si fuera un extraño. El maquillaje apenas lo uso, pues no necesito una máscara para verme más hermoso, yo ya lo soy de hecho. Las trenzas son a colores chillones mientras que mi color de pelo es oscuro como el carbón, con algún que otra mecha de color de un tono un poco mas claro que mi cabello normal. Hay gente que al mirarme, piensan que están viendo a un brujo loco, pero otras ven a alguien quien puede darles una noche de placer la cual nunca se puedan imaginar.
Descripción Psicológica:
Yo nací en el año del dragón, en el de Escorpio, por ello creo que no hace falta mucho hablar, pero hablaré igualmente. Soy pasional en mi trabajo, me gusta satisfacer y que vuelvan otra noche a por mas. Llegue aquí con cierta desconfianza la cual aun no he perdido a gente extraña. Suelo vengarme de manera inigualable a gente que me hace pasar malas pasadas, gente que puede llegar a humillarme. Suelo ser un poco mentiroso, alguien juguetón dado a mi oficio, pero lo que si es que nadie sabe cuando estoy diciendo la verdad. La suelo decir muchas veces, aunque la gente no me crea, pues acaban haciéndolo al final después de todo. Me gusta ser detallista, en el amor, no soy de esas personas que se cierran en sí mismos tras una ruptura, no, yo soy de esas que van en busca del amor verdadero, no me importa si tengo malas lenguas a mis espaldas pues son de bocas envidiosas y despachadas. Soy digamos, como un ave que vuela, pone su nido en el corazón de una dama y si hay problemas y hay un clima espantoso (metafóricamente), pues me voy a colocar el nido hasta que me encuentre seguro de que estoy con o en el mejor sitio o con la mejor persona. Por ahora soy alguien que se entrega no solo en el arte del cuerpo y el sexo, también tengo sentimientos y alma, puedo cansarme, puedo llorar y gemir alto de dolor o placer o de alegría. Me gusta que la gente me devuelva los favores, creo que es justo, no tolero las injusticias. Soy a veces un bicho raro, me gusta tocar el Shamisen en mis ratos libres, un instrumento musical de origen chino que se expandió en la dinastía Yüan del siglo XIII a Japón modificándolo con tres cuerdas y un punzón. Me gusta bueno, creo que tendría que averiguarlo cuando me conozca. Como dice mi madre, soy un misterio a descubrir.,...
Historia:
Desde pequeño siempre he estado metido en el oficio de cortesano, aunque donde yo vivía, en Osaka, era más bien el que observaba y aprendía de aquellas personas y más de mi querida madre que llego a pasar una da las más famosas Geishas de todo el hanamachi y la que era la más solicitada. Conforme el tiempo iba pasando, mi madre siempre me llevaba de la mano y me disfrazaba de chica para poder pasar desapercibido sin problemas ¿Qué haría un niño? Mi madre me vistió con sus kimonos de cuando era de mi edad. A la Edad de doce años, comencé a pensar en que no estaba mal del todo. Tiempo atrás cuando tenía diez años, los niños se metían conmigo, me tiraban de las trenzas y las extensiones que mi madre me había puesto. Aquello quedo muy atrás tras comenzar a ignorarlos completamente. Ahora con doce años, miraba a mi madre vestirse, a veces la ayudaba a peinarla y así que estuviera radiante para los clientes que la desearan. Bueno, o ella me decía que había hombres que la trataban muy bien, que la cuidaban los bajos. Yo miraba a sus pies. Cada vez que ella salía, yo me ponía sus zuecos de madera, su ropa, hasta me pinte los labios con aquel tinte carmesí que utilizaba para salir. Muchas veces eran las que me pintaba y justo cuando ella volvía, me quitaba el maquillaje y me vestía con ropas de hombre. El tiempo pasó y llegue a preguntarme conforme iba cumpliendo años, si había nacido en el sexo correcto. Estando en mi habitación, estaba tumbado, con las piernas cruzadas, una encima de la otra, pensativo en que si de verdad, me habían hecho bien. Con la duda, me levante del suelo de madera para andar hacia la habitación de mi madre. No había nadie dentro, hasta que oí el silbato de la puerta principal y en el patio apareció mi madre con dos clientes, los dos hombres, pero cuando iba hacia el piso inferior, fui devuelto hacia mi habitación por la dulce y severa sirviente que nos ayudaba en casa. Ahora pensé en que podría hacer mientras mi madre se reunía con esos dos hombres. Voces escuchaba debajo de mi cuarto, mi oído pegue al suelo y comencé a escuchar que esos hombres querían algo que mi madre poseía. No pude escuchar más que a mi madre reír nerviosa, después a mi madre gemir sobre y debajo de los hombres. Estaban abusando de ella, pero ¿Cómo lo veía? Bien sabía que tenía los ojos bicolor, uno azul y otro verde grisáceo, el suelo de madera, si, que susto, por las rendijas la visión y el oído eran captables. Yo solo me escondí en la esquina de mi habitación, tapándome los oídos y así no escuchar nada. ¿Qué paso después? Aquellos dos hombres no habían tenido suficiente. Subieron las escaleras dejando a mi madre en la salita destrozada por moratones y más abusos, yo estaba enfurecido, los hombres entraron en mi habitación con cierta brusquedad, irrumpiendo sin cuidado alguno y llevándome con ellos a un mercado de esclavos. Desde muy temprana edad, había estado sirviendo en el mundo de la esclavitud del placer carnal, pero ahora que era libre por cierta habilidad con el contrabando de mercancía precaria para la salud, había conseguido hacerme con un nombre y un respeto en el mundo. Ahora me encontraras en París, trabajando en casas ajenas y en el burdel....entre otras cosas de largo alcance.
Datos Extras:
* Los tatuajes. Los adora y tiene por todo el cuerpo.
En la espalda tiene una pagina de Kanjis tatuada a quemarropa.
Esa página, era de una obra favorita de su madre.
* No puede evitarlo. És ninfómano ~