Una dama de compañía

Hoy había vuelto con Camille a la casa de mi abuela. Madamme había ordenado una nueva dama de compañía para mí y no podía resistirme, por más que Camille me agradara era una de las damas de compañía de mi abuela y era hora de que volviera a su lado aunque por su semblante me decía todo lo que yo pensaba, era aburrido. Mi abuela ya no era el alma de la fiesta ni tenía la efervescencia de una mujer más joven, se le notaban los años y su relación con la iglesia.

En Inglaterra nunca había tenido una dama de compañía, normalmente mis padres nunca estaban lo suficientemente lejos para que la necesitara, ahora que estaba en Francia y con Robert necesitaba una dama de compañía que se encargara de mi día y noche; que vigilara el contrato entre las familias y mi comportamiento para mi familia. Claro, no podía ser cualquier mujer, una chica de baja cuna no podría ubicar ese lugar a los ojos de mi abuela; ella era una mujer con una educación antigua y férrea, aún me sorprendía el hecho de que me dejara compartir un techo con Robert. El carruaje se demoró una hora o más en llegar desde la casa de Robert, quien estaba de viaje, hasta la Rue Saint Germaine y un par de minutos más hasta el gran salón de la casa donde mi abuela nos esperaba.

La vi sentada en su poltrona favorita, de un estampado floral en tonos tierra y verdes con un té al lado y un periódico en las manos balbuceando cosas inteligibles en francés -Grand-mère est un plaisir à voir (Abuela es un placer verte)- dije sonriendo y acercándome mientras Camille tomaba su lugar de estatua al lado de la puerta. Me agaché frente a mi abuela y le di los dos besos parisinos como saludo, ella sonrió con dulzura, creo que nunca la veía sonreír tanto como cuando hablaba conmigo -Je vous ai tellement manqué, vous devriez venir nous rendre visite à la maison. Il ya beaucoup de vert et de l'air est pur comme l'eau de source. (Te he extrañado mucho, debes venir a visitarnos en casa. Hay mucho verde y el aire es puro como el agua de manantial.)- ella se rio y empezó a hablarme de la casa sin Camille y sin mí, de algunos de sus amigos y todo lo que había pasado las últimas semanas. Hablamos cerca de 30 minutos sin que lo notara, aún dentro de la severidad de mi abuela era una persona con la que me encantaba compartir pues siempre te sacaba una sonrisa.

Al final entre risas le dije -Alors il est temps pour vous de retourner à Camille, nous avons beaucoup de plaisir. Je vais lui manquer. (Entonces es momento de que te devuelva a Camille, nos hemos divertido mucho. La extrañaré.)- ella sonrió y le dio la orden a Camille de que se instalara de nuevo mientras esperábamos que llegara mi nueva dama de compañía para conocerla.