AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Contribuyendo a la causa ---> Darcy
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Contribuyendo a la causa ---> Darcy
Los rayos del sol iluminaban todo el hermoso panorama. Ya no habían plantas, ni flores silvestres adornando los amplios y majestuosos campos, sino que todo en ese jardín esta cubierto de nieve. A ella le encantaba la nieve, le hacía recordar su niñez y todos los buenos momentos que había pasado con su familia en Amsterdam. Le encantaba sentir el frío de los copos de nieve en sus dedos y mejillas. La nieve hacía que todo se viera mucho más puro, o eso ella pensaba. Habían personas que detestaban el frío y ver los arboles sin una sola hoja, pero a ella definitivamente ese frío y ese ambiente le fascinaba.
Katerina caminaba por el jardín botánico de París, protegida por un vestido de mangas largas color azul claro, que hacia resaltar sus ojos de ese mismo color, aparte de tener un abrigo de lana color negro. La joven caminaba sola, observando todo a su alrededor con una sonrisa en su rostro. No estaban ninguna de sus acompañantes, había decidido salir sola...aparte de que eso era necesario.
Ella había recibido las instrucciones del Conde Darcy de encontrarse en esa mañana. No sabía si eran buenas noticias acerca de su 'plan' o si era para conocer o hacer algún favor acerca de los planes del conde en contra de la monarquía. Ella le había dicho que estaba interesada en involucrarse en todo lo que tuviese que ver con la "destrucción" de la monarquía. A ella no le agradaban los reyes de Francia...nunca le habían agradado. Y no es que los detestase de manera personal, sino que no le agradaba la forma de manejar el gobierno. Odiaba saber que ellos vivían rodeados de lujos mientras que el pueblo se podría en la miseria.
Fuese cual fuese la razón por la que el conde le pidió que se encontrasen, Katerina estaba satisfecha. Todos esos meses sin saber nada sobre sus planes y sus deseos de vengarse de su familia la habían desesperado. Se había sentido inútil y eso le había arrebatado el sueño durante días e incluso había llegado a pensar que el Conde Darcy no estaba interesado en lo que ella le había platicado. Pero una inmensa tranquilidad la sacudió cuando supo que al fin tendría noticias. Al fin sabría como contribuir a la causa del conde y también sabría como vengarse de su familia paterna.
La joven encontró un banco, el mismo que estaba cubierto de nieve. Soplando un mechón de su cabellera castaña que caía sobre sus ojos, Katerina sacudió con sus manos la nieve, sentándose en la banca luego de que esta estuviese limpia de nieve y se dispuso a esperar a su acompañante.
Katerina caminaba por el jardín botánico de París, protegida por un vestido de mangas largas color azul claro, que hacia resaltar sus ojos de ese mismo color, aparte de tener un abrigo de lana color negro. La joven caminaba sola, observando todo a su alrededor con una sonrisa en su rostro. No estaban ninguna de sus acompañantes, había decidido salir sola...aparte de que eso era necesario.
Ella había recibido las instrucciones del Conde Darcy de encontrarse en esa mañana. No sabía si eran buenas noticias acerca de su 'plan' o si era para conocer o hacer algún favor acerca de los planes del conde en contra de la monarquía. Ella le había dicho que estaba interesada en involucrarse en todo lo que tuviese que ver con la "destrucción" de la monarquía. A ella no le agradaban los reyes de Francia...nunca le habían agradado. Y no es que los detestase de manera personal, sino que no le agradaba la forma de manejar el gobierno. Odiaba saber que ellos vivían rodeados de lujos mientras que el pueblo se podría en la miseria.
Fuese cual fuese la razón por la que el conde le pidió que se encontrasen, Katerina estaba satisfecha. Todos esos meses sin saber nada sobre sus planes y sus deseos de vengarse de su familia la habían desesperado. Se había sentido inútil y eso le había arrebatado el sueño durante días e incluso había llegado a pensar que el Conde Darcy no estaba interesado en lo que ella le había platicado. Pero una inmensa tranquilidad la sacudió cuando supo que al fin tendría noticias. Al fin sabría como contribuir a la causa del conde y también sabría como vengarse de su familia paterna.
La joven encontró un banco, el mismo que estaba cubierto de nieve. Soplando un mechón de su cabellera castaña que caía sobre sus ojos, Katerina sacudió con sus manos la nieve, sentándose en la banca luego de que esta estuviese limpia de nieve y se dispuso a esperar a su acompañante.
She dreamed a paradaise
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Katerina Vodianova- Humano Clase Alta
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Re: Contribuyendo a la causa ---> Darcy
Todo finalizó mejor de lo que Darcy había imaginado. Los hermanos Toreto fueron conquistados por el espacio del lugar y las facilidades que él les brindo para alquilar la Hacienda de la Colina. Propiedad que una vez fuese del Teniente Van Dick y que ahora le perteneciera. El contrato fue sellado y una vez dadas todas las especificaciones y cortesías correspondientes, no tuvo más que hacer. El lobo regresó a los jardines, dónde había citado a Katerina Vodianova. Meses transcurrieron sin saber de ella o poder contactarla. Primero el tiempo casi se había detenido cuando Darcy fue encerrado en la Bastilla, igual pudieron transcurrir meses que años entre las frías paredes de humedad líquida y respirable. Había sido eterno, una espera larga y tortuosa que dejara rastro en su cuerpo. Todabía se marcaban las ojeras, aunque ya había logrado recuperar casi su peso. Después las largas semanas de aguardar en la fortalza, el nuevo refugio de la hermandad, a que las cosas se desarrollaran. La Hermandad necesitaba respuesta del Emperador Ludwig, para poder proceder, entre otras cosas.
Mientras tanto en los jardines el tiempo sólo se medía en estaciones. Llegaban los primeros días de primavera, y aunque aún caía alguna nevada ligera, el calor del sol ya derretía los hielos y hacía florecer los primeros botones. Se sentía la llegada de Proserpina a la tierra, despúes de pasar largos meses en el Hades.
Esa mañana había nevado, no demasiado, pero suficiente para dejar una delgada capa de nívea humedad sobre las cosas. La nieve todabía permanecía aunque era entrada la mañana. Darcy revisó que el caballo siguiera dónde lo había dejado antes de ponerse a buscar por Katerina. El caballo se encontraba feliz de poder descanzar un rato después de tanto correr en la madrugada. El lobo aseguró sus ataduras y entonces, acomodándose el abrigo se encamino por las pequeñas calles que eran flanqueadas por flores, arbustos y algunos arboles frutales que todabía no recobraban las hojas ni el color verde. No le costó trabajo encontrarle, aunque le sorprendió un poco que acudiera sola. Probablemente la mejor elección dadas las circunstancias. Katerina estaba ataviada con un vestido azul a juego con sus ojos, y un abrigo negro. Parecía una flor más de aquél inmenso jardín. Darcy le había contactado através de una carta, por medio de un intermediario, Marius. No había dado mayor explicación. Simplemente la fecha, el día y la hora. El lugar se daba a entender con las iniciales "JB", ella era lo suficientemente inteligente para adivinar. Antes ya habían recorrido aquellos jardines, cuando varios miembros de la nobleza habían organizado una excursión para visitarlos.
-Buenos días, señorita Katerina.- saludó cuando estuvo a unos pasos de distancia. Hizo una incilinación con la cabeza. -Dichosos los ojos que le contemplan.- sonrió a medias y tomó asiento a su lado. -¿Ha disfrutado del invierno?-
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Re: Contribuyendo a la causa ---> Darcy
La más joven de los Vodianova había tomado una rama seca del suelo. Mientras esperaba, jugaba con esta, para luego comenzar a triturarla en pequeños pedazos que luego sacudió sin mostrar interés. Clavó su mirada en el firmamento, algo nublado. Probablemente nevaría en la noche, como había ocurrido en toda esa semana. No había noche, durante esa semana, que no hubiese nevado. Pero, según su padre que era un experto en todos esos temas científicos y respectos al clima, pronto la primavera llegaría. Ya estaba ansiosa de ver el nuevo brote de flores silvestres que invadirían el amplio jardín de su casa. Su madre también poseía un cultivo de lilas y rosas, las que crecían muy hermosas y de donde las sirvientas obtenían las flores para los arreglos de la casa.
Estaba tan sumergida en sus pensamientos respecto a la primavera y a las flores de su jardín, que no se percató de la llegada del conde. Se sobresaltó al escuchar su masculina voz, volteándose hacia él y en segundos dibujando una sonrisa en sus labios, recuperándose del susto. —Buenos días, conde Darcy— saludó de la misma manera que él lo había hecho. Últimamente estaba demasiado nerviosa, y cualquier ruido la sobresaltaba. Probablemente se debiera a sus instintos de que alguien la perseguía.
Katerina no necesitaba ser demasiado inteligente para percatarse de que el conde se veía diferente. No era que estuviese cambiado del todo, eran unos pequeños detalles que ella, siendo tan observadora y poseyendo una intuición femenina tan 'elaborada' pudo descubrir. Él estaba un poquito más delgado que meses atrás, ademas de tener unas casi imperceptibles ojeras. Era como si no hubiese podido dormir durante días... —Es un placer volver a verle, conde Darcy— sonrió ella. Él se sentó a su lado y ella ladeó su rostro para verle. —No del todo. Adoro la nieve, pero he de admitir que este invierno ha sido algo crudo y las cosas en la ciudad no están del todo buenas. Ya no es muy seguro salir a la calle.— debía, también, admitir que no era del todo seguro andar por la calle sin compañía. El pueblo estaba molesto con los nobleza y la clase alta. Nadie estaba seguro de no ser atacado.
—Usted luce algo diferente, conde Darcy. ¿No ha podido dormir bien?— cuestionó con interés e inocencia en su voz. Solo había platicado con él un par de veces, pero ella tenía una memoria de "elefante" y estaba cien por ciento segura, de que en esas veces, él no tenía esas ojeras bajo sus ojos.
Estaba tan sumergida en sus pensamientos respecto a la primavera y a las flores de su jardín, que no se percató de la llegada del conde. Se sobresaltó al escuchar su masculina voz, volteándose hacia él y en segundos dibujando una sonrisa en sus labios, recuperándose del susto. —Buenos días, conde Darcy— saludó de la misma manera que él lo había hecho. Últimamente estaba demasiado nerviosa, y cualquier ruido la sobresaltaba. Probablemente se debiera a sus instintos de que alguien la perseguía.
Katerina no necesitaba ser demasiado inteligente para percatarse de que el conde se veía diferente. No era que estuviese cambiado del todo, eran unos pequeños detalles que ella, siendo tan observadora y poseyendo una intuición femenina tan 'elaborada' pudo descubrir. Él estaba un poquito más delgado que meses atrás, ademas de tener unas casi imperceptibles ojeras. Era como si no hubiese podido dormir durante días... —Es un placer volver a verle, conde Darcy— sonrió ella. Él se sentó a su lado y ella ladeó su rostro para verle. —No del todo. Adoro la nieve, pero he de admitir que este invierno ha sido algo crudo y las cosas en la ciudad no están del todo buenas. Ya no es muy seguro salir a la calle.— debía, también, admitir que no era del todo seguro andar por la calle sin compañía. El pueblo estaba molesto con los nobleza y la clase alta. Nadie estaba seguro de no ser atacado.
—Usted luce algo diferente, conde Darcy. ¿No ha podido dormir bien?— cuestionó con interés e inocencia en su voz. Solo había platicado con él un par de veces, pero ella tenía una memoria de "elefante" y estaba cien por ciento segura, de que en esas veces, él no tenía esas ojeras bajo sus ojos.
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Katerina Vodianova- Humano Clase Alta
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Re: Contribuyendo a la causa ---> Darcy
-No era mi intención tomarle por sopresa.- comentó cuando le vio sobre saltarse ante su llegada "repentina". Aún manteniendo la media sonrisa, Darcy acarició la mejilla de Katerina, recorriendo sus rasgos con la mirada. Era como si no la hubiera visto en mucho, mucho tiempo más del que realmente los separaba. Fue apenas un roce antes de bajar la mano. -El placer es mío.- aseguró. Su vista recorrió los jardines en busca de alguna señal de peligro, pendiente de cada persona que pasaba y se les quedaba mirando más tiempo del que la buena educación exigía. Una pareja paeaba despreocupadamente, la mujer llevaba a un niño de la mano. Pasaron frente a ellos. Entornó la mirada, observándoles pensativo. -Sí, ha sido un invierno muy duro. Uno de los más difíciles en cinco años... - el lobo volvió a mirarle. El paisaje blanquecino resaltaba el color gris en los ojos de Katerina esa mañana y el chal negro brindaba cierta pureza en ellos aunque fueran de una tonalidad más oscura que la nieve. -Y no, no es bueno salir a la calle en estos días, son tiempos difíciles, tiempos de guerra.- ladeó la cabeza como si repentinamente recordara algo. -Mandaré a alguien que la protega, se presentará en su casa mañana por la tarde. Me sentiré más tranquilo sabiendo que se encuentra a salvo.- mintió a medias. Le improtaba la seguridad de Katerina y tampoco podía negar que le aliviaba un poco saber que estaba lejos de los problemas, pero también le serviría para tenerle vigilada.
Darcy suspiró cuando ella preguntó por sus noches en vela. La verdad era más complicada que la dificultad de poder conciliar el sueño, y sólo en parte tenía que ver con su reciente encierro. Incluso probablemente se trataba de antigüas criaturas que actuaban en nombre de la justicia, en nombre de los dioses. Pero no le podía contar todo eso a Katerina, ya era bastante difícil pensar en tal posibilidad, decirlo en voz alta era casi como invocarlo. Una locura. El lobo se río de sus propias reflexiones antes de responder. -No, no he podido dormir bien... La Bastilla crea malos hábitos de sueño.- esbozó una sonrisa lobuna. -Usted por otro lado, esta tan bella como de costumbre, señorita Katerina. Espero que con el mal clima no haya mermado su paciencia y compromiso hacia el pacto firmado anteriormente más que con mera tinta, tal como hiciera Fausto.- Se acomodó en el asiento y se cruzo de brazos. -Por cierto ¿Cómo van sus relaciones sociales en París? Confío en que ha tenido batante tiempo para hacerse de amistades, incluso en la corte. ¿Me equivoco?- le cuestionó, pasando de las preguntas superficiales. No tenía mucho tiempo para decirle los planes que tenía para ella por ahora. Debía ser rápido y cauteloso, nunca se sabe cuando hay un espía cerca, al servicio de la Corona.
Darcy suspiró cuando ella preguntó por sus noches en vela. La verdad era más complicada que la dificultad de poder conciliar el sueño, y sólo en parte tenía que ver con su reciente encierro. Incluso probablemente se trataba de antigüas criaturas que actuaban en nombre de la justicia, en nombre de los dioses. Pero no le podía contar todo eso a Katerina, ya era bastante difícil pensar en tal posibilidad, decirlo en voz alta era casi como invocarlo. Una locura. El lobo se río de sus propias reflexiones antes de responder. -No, no he podido dormir bien... La Bastilla crea malos hábitos de sueño.- esbozó una sonrisa lobuna. -Usted por otro lado, esta tan bella como de costumbre, señorita Katerina. Espero que con el mal clima no haya mermado su paciencia y compromiso hacia el pacto firmado anteriormente más que con mera tinta, tal como hiciera Fausto.- Se acomodó en el asiento y se cruzo de brazos. -Por cierto ¿Cómo van sus relaciones sociales en París? Confío en que ha tenido batante tiempo para hacerse de amistades, incluso en la corte. ¿Me equivoco?- le cuestionó, pasando de las preguntas superficiales. No tenía mucho tiempo para decirle los planes que tenía para ella por ahora. Debía ser rápido y cauteloso, nunca se sabe cuando hay un espía cerca, al servicio de la Corona.
Henry Birdwhistle- Hechicero/Realeza
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Re: Contribuyendo a la causa ---> Darcy
Las mejillas de Vodianova se tiñeron de un rosado claro ante la repentina caricia del conde a sus mejillas. —No fue su culpa sorprenderme, fue mía por estar sumergida en mis pensamientos.— comentó ella, clavando su mirada sobre sus manos, las que de manera inquieta acariciaban uno de los hilos de su vestido. La chica subió su mirada a tiempo para ver a una joven pareja pasear delante de ellos. Llevaban un niño de no más de cinco años, quien iba dando saltos y con una sonrisa contagiosa en su pequeño rostro.
—No recuerdo haber presenciado un invierno tan crudo como este. Ni siquiera en Amsterdam.— comentó, ladeando su rostro y recogiendo uno de sus mechones castaños tras de su oreja. Ella asintió ante las palabras del joven conde. Si, era cierto, salir a la calle ya no era un lujo, si no que era optado solamente para casos de emergencia y extrema necesidad. Los tiempos ya no era como los de antes, donde había paz y tranquilidad. Ahora todos hablaban de revueltas y guerras.
Al escuchar la oferta del conde Darcy, Katerina se volteó, negando la cabeza una y otra vez. —No es necesario, conde Darcy. No podría sentirme tranquila sabiendo que usted esta tomándose tal molestia hacia mi. murmuró, sonriendo de manera tímida. Ella no podía aceptar que él tomara tales molestias hacia ella.
—¿La Bastilla?— preguntó en voz baja Katerina, frunciendo su ceño. ¿Que tenía que ver la Bastilla con todo eso? Sintiéndose perdida, la joven volvió a cuestionar —¿Qué tiene que ver la Bastilla con que usted no concilie su sueño?— su voz mostraba su confusión e inocencia sobre el tema. Sus mejillas volvieron a sonrojarse ante el comentario del conde. —Dudo mucho que el invierno pueda corromper nuestro pacto, conde Darcy. De hecho, nuestro trato y mi interés hacia con los planes esta mucho mas fuerte y vigente que nunca.— le aseguró ella con una sonrisa.
Katerina suspiró y luego negó la cabeza. —No, lo lamento conde Darcy. Digamos que mi familia no es del todo bien vista en la corte, todo después de lo ocurrido con la expropiación de los títulos a mi padre.— murmuró ella. —Aparte de tener un par de problemas...Conde Darcy, ¿usted ha sentido alguna vez que le persiguen?— quizás era pura fantasía de ella, pero necesitaba que alguien de confianza le dijera que pensaba sobre ese asunto tan peculiar.
—No recuerdo haber presenciado un invierno tan crudo como este. Ni siquiera en Amsterdam.— comentó, ladeando su rostro y recogiendo uno de sus mechones castaños tras de su oreja. Ella asintió ante las palabras del joven conde. Si, era cierto, salir a la calle ya no era un lujo, si no que era optado solamente para casos de emergencia y extrema necesidad. Los tiempos ya no era como los de antes, donde había paz y tranquilidad. Ahora todos hablaban de revueltas y guerras.
Al escuchar la oferta del conde Darcy, Katerina se volteó, negando la cabeza una y otra vez. —No es necesario, conde Darcy. No podría sentirme tranquila sabiendo que usted esta tomándose tal molestia hacia mi. murmuró, sonriendo de manera tímida. Ella no podía aceptar que él tomara tales molestias hacia ella.
—¿La Bastilla?— preguntó en voz baja Katerina, frunciendo su ceño. ¿Que tenía que ver la Bastilla con todo eso? Sintiéndose perdida, la joven volvió a cuestionar —¿Qué tiene que ver la Bastilla con que usted no concilie su sueño?— su voz mostraba su confusión e inocencia sobre el tema. Sus mejillas volvieron a sonrojarse ante el comentario del conde. —Dudo mucho que el invierno pueda corromper nuestro pacto, conde Darcy. De hecho, nuestro trato y mi interés hacia con los planes esta mucho mas fuerte y vigente que nunca.— le aseguró ella con una sonrisa.
Katerina suspiró y luego negó la cabeza. —No, lo lamento conde Darcy. Digamos que mi familia no es del todo bien vista en la corte, todo después de lo ocurrido con la expropiación de los títulos a mi padre.— murmuró ella. —Aparte de tener un par de problemas...Conde Darcy, ¿usted ha sentido alguna vez que le persiguen?— quizás era pura fantasía de ella, pero necesitaba que alguien de confianza le dijera que pensaba sobre ese asunto tan peculiar.
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Katerina Vodianova- Humano Clase Alta
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